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La llamada G| |
se dio a conocer en el panorama cultural español
alrededor del año 1927, con el homenaje que se dio al poeta Luis de Góngora en el
Ateneo de Sevilla, en el que participó la mayoría de los que habitualmente se
consideran sus miembros. Actualmente todos los integrantes de la generación del 27
han fallecido, el último, Francisco Ayala, el 3 de noviembre de 2009.
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Monumento a Gerardo Diego, en la calle Pío Baroja, delante de la Casa de Cantabria,


Madrid.
La nómina habitual del grupo poético del 27 se limita a diez autores: Jorge Guillén,
Pedro Salinas, Rafael Alberti, Federico García Lorca, Dámaso Alonso, Gerardo
Diego, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, Manuel Altolaguirre y Emilio Prados, pero
hubo también muchos otros escritores, novelistas, ensayistas y dramaturgos, que
pertenecen a la Generación del 27, generalmente encabezada por Max Aub a quien le
siguen algunos más viejos, como Fernando Villalón, José Moreno Villa o León
Felipe, y otros más jóvenes, como Miguel Hernández. Por otra parte algunos otros
han sido olvidados por la crítica, como Concha Méndez-Cuesta, poetisa y escritora de
teatro, Juan Larrea, Mauricio Bacarisse, Juan José Domenchina, José María Hinojosa,
José Bergamín o Juan Gil-Albert. O la conocida como M  
  , según
la denominación que le dio uno de sus integrantes, José López Rubio, la formada por
los humoristas discípulos de Ramón Gómez de la Serna, es decir, Enrique Jardiel
Poncela, Edgar Neville, Miguel Mihura y Antonio de Lara, «Tono», los escritores que
en la posguerra integraron la redacción de 
... y son solo unos pocos.
Por otra parte no toda la producción literaria del 27 está escrita en castellano; algunos
de ellos son autores de textos literariamente estimables en otros idiomas, como
Salvador Dalí u Óscar Domínguez, que escribieron en francés, o en inglés, como
Felipe Alfau, y algunos escritores y artistas extranjeros tuvieron también mucho que
ver en esta estética, como Pablo Neruda, Vicente Huidobro, Jorge Luis Borges o
Francis Picabia.
Es más, también es preciso deshacer la idea de que la Generación del 27 fue un
fenómeno exclusivamente madrileño, como una crítica demasiado localista (y
localizada) parece empeñarse en señalar, sino una constelación de núcleos creativos
repartidos a lo largo de toda la geografía nacional y estrechamente entrelazados. Los
más importantes se concentraron en Sevilla (en torno a la revista 

), Canarias
(en torno a la  
 ) y en Málaga (en torno a la revista   ); sin
descontar otros muchos de menor filiación pero de no menor importancia en Galicia,
Cataluña y Valladolid.
Del mismo modo, se suele olvidar que algunos miembros del grupo cultivaron otras
ramas del arte, como Luis Buñuel, cineasta, K-Hito, caricaturista y animador,
Salvador Dalí y los pintores surrealistas, Maruja Mallo, pintora y escultora, Benjamín
Palencia, Gregorio Prieto, Manuel Ángeles Ortiz, Ramón Gaya y Gabriel García
Maroto, pintores, Ignacio Sánchez Mejías, torero, o Rodolfo Halffter y Jesús Bal y
Gay, compositores y musicólogo éste último también, pertenecientes al Grupo de los
ocho, que se suele identificar en música como el correlato a la literaria Generación del
27 y estaba integrado por el citado Bal y Gay, los Halffter, Ernesto y Rodolfo, Juan
José Mantecón, Julián Bautista, Fernando Remacha, Rosa García Ascot, Salvador
Bacarisse y Gustavo Pittaluga, sin olvidar a otros músicos más o menos marginales
como Gustavo Durán. En Cataluña está el llamado grupo catalán, que hizo su
presentación en 1931 bajo el nombre de Grupo de Artistas Catalanes Independientes
integrado por Roberto Gerhard, Baltasar Samper, Manuel Blancafort, Ricardo Lamote
de Grignon, Eduardo Toldrá y Federico Mompou.
Podrían añadirse también los componentes de la llamada Generación del 25 de
arquitectos (que otros han propuesto llamar también G| |
, para unirla a
ésta), de la que formaban parte Agustín Aguirre, Teodoro de Anasagasti, Carlos
Arniches Moltó, José de Aspiroz, Rafael Bergamín (hermano de José), Luis Blanco
Soler, José Borobio, Martín Domínguez, Fernando García Mercadal, Luis Gutiérrez
Soto, Casto Fernández Shaw, Manuel Muñoz Casayús, Luis Lacasa, Miguel de los
Santos, Manuel Sánchez Arcas y Ramón Durán Reynals.
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Su documento de entrada en la tradición literaria fue sin duda la primera edición de la
   preparada por Gerardo Diego en 1932. Por otra parte, se hicieron notar
publicando en revistas como    dirigida por Ernesto Giménez
Caballero, en  (1933), dirigida por José Bergamín, en   , impresa por
Manuel Altolaguirre y Emilio Prados en Málaga desde 1926; , creada en
Santander (1927) por Gerardo Diego y con un suplemento festivo,  ; en el
Suplemento Literario del diario murciano 

(1923±1926), que mantenían su
redactor José Ballester Nicolás y Juan Guerrero Ruiz, y que después pasó a ser revista
 (1927), dirigida por Juan Guerrero Ruiz y Jorge Guillén; 


(Sevilla);  , de Valladolid; en  
M
 , cuya editorial imprime
varios libros del grupo; en  
  (1935), dirigida por Pablo
Neruda, y en M , dirigida por Rafael Alberti.
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En los autores del 27 es muy significativa la tendencia al equilibrio, a la síntesis entre
polos opuestos (Lázaro), incluso dentro de un mismo autor:
Entre lo intelectual y lo sentimental. La emoción tiende a ser refrenada por el
intelecto. Prefieren inteligencia, sentimiento y sensibilidad a intelectualismo,
sentimentalismo y sensiblería (Bergamín).
Se observa muy bien en Salinas.
Entre una concepción romántica del arte (arrebato, inspiración) y una concepción
clásica (esfuerzo riguroso, disciplina, perfección). Lorca decía que si era poeta «por la
gracia de Dios (o del demonio)» no lo era menos «por la gracia de la técnica y del
esfuerzo».
Entre la pureza estética y la autenticidad humana, entre la poesía pura (arte por el arte;
deseo de belleza) y la poesía auténtica, humana, preocupada por los problemas del
hombre (más habitual tras la guerra: Guillén, Aleixandre...).
Entre el arte para minorías y mayorías. Alternan el hermetismo y la claridad, lo culto
y lo popular (Lorca, Alberti, Diego). Se advierte un paso del «yo» al «nosotros». «El
poeta canta por todos», diría Aleixandre.
Entre lo universal y lo español, entre los influjos de la poesía europea del momento
(surrealismo) y de la mejor poesía española de siempre. Sienten gran atracción por la
poesía popular española: cancioneros, romanceros...
Entre tradición y renovación. Se sienten próximos a las Vanguardias (Lorca, Alberti,
Aleixandre y Cernuda poseen libros surrealistas; G.Diego, creacionistas); próximos a
la generación anterior (admiran a Juan Ramón, Unamuno, los Machado, Rubén
Darío...); admiran del XIX a Bécquer (Alberti: «Homenaje a Bécquer», Cernuda:
«Donde habite el olvido»...); sienten auténtico fervor por los clásicos: Manrique,
Garcilaso, San Juan, Fray Luis, Quevedo, Lope de Vega y, sobre todos, Góngora.
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La mayoría de estos autores, principalmente líricos, entraron en contacto con la
tradición literaria a través del Centro de Estudios Históricos dirigido por el padre de la
filología española, Ramón Menéndez Pidal, y con las Vanguardias a través de los
viajes (recordar aquí que el concepto de vanguardismo proviene de la palabra francesa
Delle Costes nacida en Italia y Alemania) , la divulgación llevada a cabo por Ramón
Gómez de la Serna y otros novecentistas y, sobre todo, las actividades y conferencias
programadas por la Residencia de Estudiantes, institución inspirada en el Krausismo
de la Institución Libre de Enseñanza y dirigida por Alberto Jiménez Fretz.
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Por otra parte, y para reconstruir la memoria viva de lo que se ha venido a llamar la
Edad de Plata, hay que leer una serie de libros de memorias escritos por diversos
autores más o menos vinculados a esta promoción.  


, de Alberti,
por ejemplo. Es también el caso de Pablo Neruda, quien por entonces vino a Madrid y
reforzó el grupo surrealista con algunas de sus contribuciones, en particular con la
edición de su libro 
   I y II y que en sus dos libros de memorias,
 !
 y "!!
, dio testimonio y noticias sobre las
actividades del grupo durante esos años y el exilio posterior, en particular sobre Lorca
y Alberti.  , de Vicente Aleixandre, narra las primeras veces que vio a
cada una de las figuras relevantes de la generación; # , de Buñuel,
publicado primitivamente en francés, incluye numerosas anécdotas sobre los poetas
del 27, etc.
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En realidad, la llamada generación del 27 fue un grupo poco homogéneo;
habitualmente se les ha solido ordenar por parejas o tríos. Así, por ejemplo, los poetas
del Neopopularismo o neopopularistas, Rafael Alberti y Federico García Lorca,
dentro de una nómina que fue particularmente bien nutrida, intentan acercarse a la
poesía de Gil Vicente y del Romancero, o a la lírica cancioneril, buscando fuentes
populares y en el folclore de la lírica tradicional; algo de ello hay también en la
aproximación que hizo Gerardo Diego, después de su etapa Creacionista, a la lírica de
Félix Lope de Vega gracias a la edición que hizo en ese tiempo José Fernández
Montesinos.
Por otra parte, hay dos catedráticos de Filología hispánica que comparten intereses
comunes y que incluso fueron amigos y tuvieron trayectorias muy parecidas, pues no
en vano su poética es fundamentalmente afirmativa y optimista; se trata de Jorge
Guillén, cuya obra poética se recoge bajo el título   y está marcada por la
poesía pura a lo Paul Valéry y formada por cinco libros ($ ,  , %&,
'''(  y ) ) y Pedro Salinas, el gran poeta del amor del 27.
El grupo surrealista está más nutrido, pero destaca especialmente el premio nobel
Vicente Aleixandre, seguramente el más original, ya que, según Cernuda, «su verso
no se parece a nada», y el que ha venido a ser el poeta más influyente de la generación
durante la última mitad del siglo XX, el ya citado Luis Cernuda. Sin embargo, hubo
otros poetas del 27 que notaron el impacto surrealista y que poseen etapas en su
evolución marcadas por esta estética: Rafael Alberti, por ejemplo, compuso la última
sección de * $  y *
 en versículo surrealista y
Federico García Lorca asimiló su impacto en   +*$!&,
" ,(- y los * 
 . Una etapa surrealista posee, por
ejemplo, José María Hinojosa con su  
  (con acento en la i) y
Emilio Prados.
Son éste último y Manuel Altolaguirre quienes constituyen el llamado grupo de
Málaga o de los poetas presuntamente menores, constituido alrededor de la revista
  editada por Altolaguirre y su colección de libros poéticos. Dámaso Alonso y
Gerardo Diego vienen a ser, por otra parte, el llamado grupo de los que se quedaron
en España, de mala gana y pasando algunos apuros el primero y más a gusto el
segundo, y más o menos pactaron con el régimen victorioso en la Guerra Civil
(Alonso, que se consideró a sí mismo dentro de la Generación del 27 como crítico,
pero dentro de la primera generación de posguerra como poeta) o lo apoyaron
abiertamente (Diego). Este último realizó una larga trayectoria poética donde
combinó a la vez tradición y vanguardia, muy variada en su temática (desde el toreo a
la música y las inquietudes religiosas, el paisaje y los contenidos existenciales); sin
embargo, algunos se quedaron, ignorados por el régimen, viviendo en un llamado
exilio interior (Juan Gil-Albert) o convirtiéndose de hecho en maestro y guía de toda
una nueva generación de poetas (Vicente Aleixandre). También la homosexualidad es
tema ocasional, como lo es en la obra de poetas como Luis Cernuda, Aleixandre,
Federico García Lorca, Gil-Albert o Emilio Prados, como también en la obra del
pintor Gregorio Prieto.
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