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DOMICILIARIO
ARGENTINA III
Para poder analizar la relación entre sindicatos y estado en el periodo 1930-1950, ante
todo, tenemos que retrotraernos a la década previa para poder dar cuenta de las
continuidades y rupturas en el movimiento obrero en tanto a sus aspectos organizativos,
las corrientes ideológicas en pugna y sus vínculos con el estado. Según Doyon, a grandes
rasgos podemos ver que no se efectuá un cambio drástico en la organización de los
sindicatos. Ya hacia 1920 los sindicatos de oficio comienzan a ser desplazados por
sindicatos regidos por un modo de organización de tipo industrial “en el que cada rama de
actividad, independientemente del oficio y ocupación de los trabajadores en ella
empleados, está representada por un sindicato nacional único.” (Doyon;1984;:pp 204). La
relación que había primado en las décadas anteriores entre el movimiento obrero y el
Estado había sido, principalmente, la represión. La imposibilidad de paliar el conflicto
social solamente con este medio da lugar a una creciente preocupación estatal que
comienza a desarrollar nuevos mecanismo y tácticas para controlar la organización sindical.
Ante esto, se crean organismos que regulan y controlan la acción sindical. Cabe destacar
aquí que la intervención estatal en los sindicatos comienza antes del periodo peronista.Ya
durante el primer gobierno de Yrigoyen se observa un sector del movimiento obrero que
acepta el tutelaje/arbitraje y la mediación entre estado, gremios y empresarios.
Hacia 1930 Argentina estaba ingresando en una nueva etapa de desarrollo económico. La
industrialización por “sustitución de importaciones” transformaría la manufactura en una
fuente de abundante empleo. Hacia fines de la década del 20, las huelgas se
incrementaron. Luego del golpe de Uriburu, la intervención del estado en los conflictos
laborales creció durante toda la década. Esto se debió, en gran parte, a la importancia que
habían alcanzado las organizaciones gremiales y ante todo, a una paulatina moderación de
los dirigentes en el marco de su relación con el estado. Luego del golpe del 30, el estado de
sitio impuesto por el gobierno dictatorial bloqueo el desarrollo de grandes huelgas. Aun
así, el gobierno conservador promovió un periodo de intervención y mediación con el
movimiento sindical. Durante la presidencia de Justo, se recibió periódicamente a los
miembros de la CGT, otorgándole un papel importante en la vida política. Un órgano que
comienza a funcionar como mediador fue la DNT (Dirección Nacional de Trabajo) que
comenzó a intervenir en los conflictos laborales. Esta política de acercamiento no excluyo la
posibilidad de reprimir a los conflictos obreros. De este periodo previo es importante
destacar el surgimiento de una clase obrera nativa, que se fue transformando en el sector
cualitativa y cuantitativamente más importante de la sociedad.
La clase obrera de los años 1943-1946 adquiere un a gran relevancia con Peron como
encargado de la Secretaria de Trabajo y Previsión social. Según Doyon, esta secretaria,
creada en 1943, apoyaba el objetivo de tener sindicatos fuertes y centralizados. Por lo
tanto, los dirigentes sindicalistas y socialistas tuvieron que aceptar la postura del nuevo
gobierno hacia el movimiento obrero.
Torre entiende que Peron se dirigió primeramente a la llamada “Vieja guardia sindical”,
compuesta por dirigentes de orientación sindicalista y socialista, para ganar su apoyo y
poner los recursos organizacionales y políticos al servicio de su penetración en el
movimiento obrero. La vieja guardia sindical era un grupo social que ya estaba adaptado a
la vida urbana y tenia un a larga experiencia de lucha social, por lo tanto, para Torre, a
diferencia de las visiones de Gino Germani que entendía la relación movimiento
obrero/estado desde la irrupción de trabajadores migrantes “nuevos” en la vida urbana
que se ven seducidos por la predica y las acciones del peronismo, explica que el apoyo de
los trabajadores a Peron es el resultado de una deliberación racional que tiene como base
el descontento y las desventajas del orden social y político surgido de la década infame.
Torre en “interpretando una vez más los orígenes del peronismo” enmarca el surgimiento
del sindicalismo de masas en la Argentina en un momento de crisis y reorganización del
estado hacia los años 40. El autor destaca que se hará cargo del estado una nueva élite
dirigente-militar, y que su base social será la movilización de los sectores populares. Este
desarrollara una política selectiva al interior del movimiento sindical. A los sindicatos con
orientación comunista les tocara un trato represivo, y en contrapartida, tendrá un
acercamiento a los dirigentes socialistas y sindicalistas.
Juan Domingo Perón, para estos años, despliega una gran parte de los elementos
ideológicos que van a ser su insignia durante su primer gobierno.Frente al empresariado,
Perón tuvo que funcionar como el garante de la conciliación entre ambos sectores.
Abogaba por un movimiento obrero regulado y controlado desde el mismo estado. La
cuestión social debía ser atendida bajo los marcos de la propia organización estatal. Sin
esto, la cohesión social resultaría imposible y en efecto, la lucha de clases y el conflicto se
propagarían inevitablemente, funcionando como un dique de contención para el desarrollo
económico. Carlos Altamirano postula que para ver la relación entre el movimiento
obrero y estado es vital observar la doctrina social que el peronismo diseño y la consolido
como política de gobierno, tomando principalmente el concepto de “justicia social”. Con
Perón la cuestión social se puso a la orden del día. Con la Secretaria de Trabajo y Previsión
se iniciaba la era de la “política social Argentina”
Este proceso llevo a una paulatina merma en la participación de los trabajadores en los
sindicatos. Comienza a surgir una relación de dialogo cada vez más limitada entre los
lideres nacionales y los locales. Para esto, se desarrollaron mecanismos que acentuaron la
verticalización y la centralización, que permitieron a la dirección sindical hacerse del
dominio de las seccionales locales. Las más importantes son el control de los fondos y la
posibilidad de intervenir las secciones locales. Es bajo el gobierno de donde desaparece la
autonomía local a través de la separación o destitución de los lideres que no eran afines al
gobierno.
El estado ejercerá esa centralización a través de la CGT. En un primer momento, se perfilo
como coordinadora política de los sindicatos que eran miembros, y también como
medidora entre las organizaciones sindicales y el estado. Cuando el proceso de
centralización y verticalización avanza se convirtió en una ejecutora de las políticas
gubernamentales al interior del movimiento obrero.
En este plano hay que analizar el rol de las comisiones internas de fabrica, que por la
presión obrera, tuvieron que ser integradas a la estructura de los sindicatos. Estas no
tuvieron respaldo legal bajo el gobierno de Perón, ya que no fueron contempladas bajo el
régimen de asociaciones profesionales ni en la Ley de Convenios Colectivos (1953). Los
empresarios fueron los primeros que se opusieron, ya que la instalación de una comisión
interna significaba la eliminación del control unilateral que tenia la empresa en la vida
laboral
Los dirigentes sindicales fueron adquieirendo un rol central en la vida diaria, con una
relación constante con el estado. La necesidad que los obreros tenían de tener
representantes desarrollaría una “clase profesional” de lideres sindicales que se apartaría
progresivamente de las bases.
La crisis económica de 1952 puso de manifiesto, para Bellini, una ofensiva del capital, que
se expreso en la reducción de la inversión, una pelea por la redistribución del ingreso y la
discusión en tanto a la productividad. La recesión económica fue la que condujo a Perón a
frenar la puja distributiva al interior del estado. Para Doyon, hacia el año 1954, con una
mejora económica mediante, se trataron de recuperar las conquistas de los primeros años
del régimen. Perón concede canalizar estas demandas de los lideres que surgían,
especialmente, de protestas obreras lanzadas desde las comisiones internas. La rotación de
lideres, sin embargo, impidió la estabilidad de las organizaciones y esto fortaleció la
influencia estatal sobre ellos, lo que resulto en un fracaso ante la posibilidad de sostener
un grado de autonomía o independencia frente al gobierno. Esto se manifestó en un
cuadro de redefiniciones al interior de la alianza que conformaba el gobierno, donde
sectores de la iglesia y del ejercito comienzan a plantear desacuerdos con la política llevada
adelante por Perón.
Para 1955 las relaciones entre gremios-empresarios y el estado toman nuevo impulso a
través del Congreso Nacional de Productividad. Perón señalo que la etapa de la
distribución de la riqueza había llegado a un punto limite, subordinando toda mejora a una
mayor productividad. Según Bellini, el Congreso Nacional de la Productividad fue parte de
una ofensiva empresarial que redefinio los niveles de rendimiento de los trabajadores.
Bibliografia:
Altamirano, Carlos. “Ideologías políticas y debate cívico”, Torre, Juan C. (dir.), Los años
peronistas (1943-1955), Nueva Historia Argentina, tomo VIII, Bs.As., Sudamericana, 2002.
Doyon, Louise, “La organización del movimiento sindical peronista 1946-1955”, en Desarrollo
Económico, V. 24, N° 94, julio- setiembre 1984.
Torre, Juan Carlos. “Interpretando (una vez más) los orígenes del peronismo”, Desarrollo
económico, nº 112, enero-marzo 1989
Torre, Juan Carlos. La vieja guardia sindical y Perón. Buenos Aires, Sudamericana, 1990. Cap. 1