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Tiempo fuera: ¿en qué consiste esta técnica de modificación conductual?

La clásica estrategia de "castigar en el rincón de pensar" es un ejemplo de esta técnica.


En algún momento de nuestra infancia es probable que hayamos visto un tipo de castigo que
consiste en quedarse mirando a la pared o en ser expulsados fuera de clase. Se trata una forma de
castigo muy habitual en escuelas e incluso institutos, así como también en algunos hogares en
forma de “el rincón o la silla de pensar”.
Este tipo de acciones forman parte de una estrategia con la que se pretende que el sujeto,
normalmente un menor, reflexione y modifique una conducta. De hecho, es propiamente
una técnica de modificación de conducta que puede ser aplicada incluso a nivel clínico, la cual
recibe el nombre de tiempo fuera.

El tiempo fuera como técnica de modificación de conducta


El tiempo fuera es una técnica de modificación de conducta a través de la cual se
pretende disminuir en frecuencia o eliminar la realización de uno o varios comportamientos.
Esta técnica forma parte del repertorio del conductismo, teniendo origen en el condicionamiento
operante. Concretamente se basa en el castigo negativo, en el cual ante la emisión de la conducta
a modificar se retira un estímulo positivo o considerado como apetecible para la persona que la
realiza.
El funcionamiento del tiempo fuera o time out es sencillo: se trata de extraer al sujeto que hace la
conducta de la situación en la que puede obtener reforzadores, de manera que éste modifique o
elimine la conducta que le lleva a dicha situación con el fin de no volver a ser retirado. Por ejemplo,
se envía al alumno fuera de clase o a una esquina en la que no puede participar de lo que ocurre
en ella.
Esta técnica suele usarse con la premisa de que el tiempo que el sujeto es expulsado sea de
aproximadamente un minuto por año de edad del individuo.
Generalmente suele aplicarse en los casos en que se requiere eliminar una conducta problema de
un sujeto, generalmente un niño o niña, aunque puede aplicarse en cualquier tipo de edad, sea en
la práctica clínica o en el ámbito educativo.

Variantes de esta técnica


El tiempo fuera es una técnica que puede ser aplicada de diversas maneras. Concretamente
podemos encontrar las siguientes variantes o tipos de tiempo fuera.

1. Tiempo fuera de no exclusión


En esta modalidad de tiempo fuera no se expulsa al sujeto del lugar donde se encuentran los
reforzadores, sino que simplemente se impide que pueda acceder a él. Sin embargo, puede
observar a sus semejantes haciéndolo.

2. De exclusión
El individuo permanece en la situación donde se encuentran los reforzadores, pero no puede
acceder a ellos ni observar a los demás hacerlo. Un ejemplo típico es el estar castigado cara a la
pared.
3. De aislamiento
El individuo que comete la acción que se pretende eliminar es expulsado del emplazamiento
estimulante. Es el tipo de tiempo fuera que se aplica cuando se expulsa a un alumno de clase o se
le envía a una sala aparte.

4. Autoimpuesto
El individuo cuya conducta se quiere disminuir procede por sí mismo a retirarse de la situacióncon
el fin de evitar conflictos. Se emplea en terapias de pareja.

Modo de empleo
Para que esta técnica tenga efectividad es recomendable utilizar una serie de pasos que permitan a
la persona cuya conducta se desea modificar entender el funcionamiento de la técnica, porqué se
le aplica y qué supone para él.

1. Conocimiento de la técnica
En primer lugar es necesario que el sujeto conozca lo que implica el tiempo fuera, cosa para la cual
es necesario explicarle el funcionamiento de la técnica. Asimismo, es necesario tener claro qué
conducta se quiere eliminar y reducir, así como hacer ver al sujeto en cuestión que esa conducta
no resulta adaptativa y por qué. Una vez se sabe todo ello, es posible empezar a aplicarlo.

2. Advertencia
En el momento en que la persona empieza a realizar la conducta indeseada, se le proporcionará
una advertencia en la cual se le indicará que conducta resulta indeseada, por qué se le advierte y
las posibles consecuencias de su acto (ser enviado a cumplir el tiempo fuera). Es posible hacer
varias advertencias, pero se recomienda que no sean muchas de cara a que el sujeto aprenda y
asocie la consecuencia con el acto y la situación no se prolongue.
Este elemento es importante por varios motivos. En primer lugar, con muy poco esfuerzo permite
evocar la idea de la consecuencia indeseada de portarse mal, lo cual es ya de por sí algo
desagradable, así que puede ser un factor aversivo que puede aparecer en esos "amagos" de mal
comportamiento.
En segundo lugar, en el caso de que se produzca la expulsión, permite una comprensión más rápida
de lo comprendido, por lo cual este tipo de castigo difícilmente quedará descontextualizado.

3. Expulsión o cese de reforzamiento


En caso de que la conducta persista o se repita, se procede a la expulsión temporal del individuo o
al cese de reforzamiento. Se tiene que evitar en lo posible que el propio momento en que se aplica
la técnica sea reforzante (es decir, que no se sienta más atendido por el hecho de ser castigado,
cosa que puede provocar que la conducta objetivo aumente). Se le explica el porqué del castigo y
se procede a indicarle el tiempo que debe permanecer fuera.
Una vez transcurrido el tiempo de tiempo fuera, se procederá a preguntar al sujeto si entiende por
qué ha sido expulsado y se le indica al niño que puede volver a la situación estimular. Pueden
ofrecerse estrategias alternativas en el caso de que la conducta indeseada tuviese algún tipo de
motivación detrás.
Es posible implementar un reforzamiento diferencial de conductas, felicitando y elogiando las
conductas que sean incompatibles con la que se quiere eliminar. Es importante ser coherente y
consistente en su aplicación, pues de lo contrario el tiempo fuera puede provocar confusión.

Riesgos y desventajas del tiempo fuera


El tiempo fuera es una técnica que en ocasiones puede resultar de utilidad para modificar
conductas, pero su aplicación tiene tanto ventajas como desventajas. Por un lado, se trata de una
técnica de modificación de conducta que permite inhibir un comportamiento indeseado en
situaciones en las que el sujeto puede verse reforzado por una gran cantidad de posibles
elementos, como sus compañeros en la clase. Sin embargo, la aplicación de este tipo de técnicas
resulta controvertido y poco recomendable, ya que en ciertas situaciones puede generar diferentes
perjuicios en la persona a quien se le aplica.
En primer lugar, se trata de una técnica que trabaja únicamente a nivel conductual, con lo
que pueden no tratarse los aspectos cognitivos que se encuentren detrás de la emisión de la
conducta. Se produce una modificación del comportamiento, pero no de los valores, y es difícil que
se produzca un aprendizaje interiorizado. La respuesta se aprende como evitación del castigo, pero
interiormente puede ser siendo considerada como positiva.
Otra de las grandes desventajas de esta técnica es que el sujeto es condicionado a través del
miedo, pudiendo aparecer miedo al sujeto que aplica el castigo. Además, el sujeto puede percibir
que no es apreciado cuando se da la situación, con lo que éste tenderá a no compartir los factores
que hayan motivado la conducta indeseada.
Del mismo modo, se genera sufrimiento debido a la retirada de atención y ello puede suponer una
pérdida de autoestima a la vez que confianza en el entorno. También perjudica la relación con
quien aplica el castigo, al poder provocar resentimiento. Sin embargo, se puede argumentar que el
sufrimiento que genera esto compensa con creces el que se produciría si no dejase de comportarse
de cierto modo.
Por todo ello es recomendable que, de utilizarse esta técnica, se combine con otras que permitan
que el individuo comprenda y sea educado en el porqué de las cosas, como la conducta a eliminar
resulta perjudicial, se modelen maneras diferentes de actuar y se refuercen conductas positivas.

5 técnicas de modificación de la conducta

Los psicólogos pueden usar distintas estrategias para cambiar nuestro comportamiento.
La conducta, que es la conexión establecida entre la respuesta del organismo y una situación
ambiental concreta, puede resultar, en ocasiones, desadaptativa.
Para aumentar su funcionalidad (mediante su eliminación, disminución o cambio) es frecuente
aplicar principios de aprendizaje, conocidos en psicología como técnicas de modificación de
conducta.

Técnicas para la creación e incremento de conductas


Existe un amplio abanico de estrategias con las que bien se puede incrementar o fomentar
conductas deseables, bien reducir o eliminar las disfuncionales. Entre ellas encontramos las
siguientes.

1. Reforzamiento de conductas
Existen distintos tipos de reforzamiento: el reforzamiento positivo y el reforzamiento negativo.
El primero consiste en aumentar la probabilidad de ocurrencia de una conducta siguiéndola de un
evento satisfactorio. Por ejemplo, felicitar a tu hijo por las buenas notas obtenidas en un examen
fomentará su posterior esfuerzo en el estudio.
El segundo, se trata del aumento de la probabilidad de aparición de conductas que detienen
eventos desagradables. Por ejemplo, en el caso de una persona con claustrofobia, subir por las
escaleras en vez de por el ascensor, para evitar la ansiedad que éste le produce, tenderá a
repetirse.

¿Cómo usar los reforzadores?


Las conductas reforzadas positivamente se aprenden y mantienen mejor en el tiempo. No
obstante, no cualquier reforzamiento es útil, hay que saber elegirlos bien dependiendo de cada
caso, para que se adapten a las necesidades del plan y no vayan en contra de su propia lógica.

¿Cómo emplear correctamente los reforzadores?


En primer lugar, se deben escoger adecuadamente. Para ello, hemos de tener en cuenta que
deben ser proporcionales al esfuerzo de la conducta a desarrollar. Asimismo, resulta preferible que
posean una naturaleza intrínseca (cuyo valor de reforzamiento viene definido por la propia
persona) y sean emitidos por las propias contingencias naturales de las actividades realizadas, es
decir, que sea el ambiente quien refuerce.
En cuanto a cuándo aplicarlos, el intervalo de tiempo transcurrido entre la emisión de la conducta
y la obtención del reforzador ha de ser tenido en cuenta. Los reforzadores aplicados
inmediatamente resultan más eficaces para adquirir rápidamente la conducta deseable, entre
otras cosas porque queda más claro qué acción ha hecho que aparezcan.
Sin embargo, para su consolidación y mantenimiento a largo plazo, es preferible que este intervalo
aumente de forma progresiva. De este modo, poco a poco se va dependiendo menos de ese plan
de reforzamiento, hasta que la conducta ya queda asimilada y forma parte de los propios hábitos.

2. Moldeamiento
El moldeamiento se define como el reforzamiento sistemático de pequeños pasos que llevan a la
conducta deseada. Un ejemplo es el aprendizaje de la escritura: no aprendemos directamente a
escribir oraciones, si no que primero conocemos las letras, practicamos caligrafía, asociamos letras
formando sílabas, palabras...
Para una buena aplicación del mismo, han de concretarse tanto la conducta final (para conocer qué
comportamiento se persigue emitir una vez finalizado el proceso), como la conducta inicial (para
conocer la línea base de la que parte la persona), los pasos a seguir durante el proceso y el ritmo
del progreso.
En ocasiones, para facilitar la aplicación de la técnica, se acompaña el moldeado con otros
métodos de apoyo, tales como las incitaciones (indicaciones verbales que guían la conducta a
emitir: "la G y la I llevan una U en medio para escribir GUISO"), una guía física (ayuda en el plano
motriz en cada uno de los niveles del moldeado: tomar la mano del aprendiz para ayudarle a
conseguir la forma de la O) o la ejemplificación (en la cual el "maestro" actúa como modelo para
ser imitado: él mismo dibuja la letra).
Por otro lado, el enfoque de modificación de la conducta mediante moldeamiento tiene mucho en
común con el concepto de andamiaje con el que trabajó Lev Vygotsky.

3. Aprendizaje
El aprendizaje por modelos (también conocido como modelado o aprendizaje por imitación) se
adquiere por medio de la observación del comportamiento de otra persona.
El aprendiz ve el refuerzo que el modelo consigue por realizar su acción y tratará de imitarlo
siempre que se desee el mismo refuerzo. Un ejemplo es el aprendizaje de conductas prosociales y
cooperativas.
El proceso de modelado consta de una fase de aprendizaje y otra de ejecución, que pueden darse
con mayor o menor eficacia en función de variables como las características del modelo, del
observador y la situación, en la primera fase, o de la motivación, la calidad de la ejecución y la
generalización, en la segunda.

Técnicas para la reducción y eliminación de conductas


Estas son técnicas para hacer que ciertas conductas desaparezcan.

1. Extinción
La extinción consiste en la retirada de los refuerzos que previamente sostenían una conducta. De
este modo, se inicia un proceso gradual de debilitación de la misma hasta que termina por
desaparecer.
Por ejemplo, un profesor que atiende a los niños que preguntan sin levantar la mano en clase,
cuando decida prestar atención únicamente a los que cumplen las reglas establecidas, disminuirá
las conductas de hablar de forma espontánea de sus alumnos.
Para su aplicación, es necesaria la identificación previa del reforzador que mantiene la conducta
disfuncional y su naturaleza (no basta con eliminar cualquier reforzador que acompañe la
conducta, sino aquel que la está manteniendo).
Hay que tener en cuenta que, en ocasiones, la conducta indeseada puede verse incrementada
inicialmente en el proceso. Este incremento puede mantenerse durante largos periodos de tiempo
(especialmente si la conducta ha sido mantenida por un reforzador intermitente, lo que supone
una mayor resistencia a la extinción), pero posteriormente se debilitará hasta quedar eliminada.

2. Saciación
La saciación (técnica contraria a la privación) consiste en la presentación masiva de un reforzador
para debilitar su valor reforzante: su administración excesiva en un breve espacio de tiempo
termina por resultar aversiva a la persona, de modo que al final evita ciertos comportamientos.
Por ejemplo, un niño que nunca come verdura porque siempre quiere pasta. Si se alimenta
únicamente con macarrones durante varios días seguidos terminará por aborrecer el plato,
resultándole desagradable.
Pueden distinguirse dos modalidades en esta técnica: la saciación del estímulo y la saciación de la
respuesta.
Para aplicarlas es necesario, en primer lugar, detectar las conductas indeseables. Una vez
identificadas y escogida la modalidad de saciación, debemos ofrecer un conducta alternativa a la
persona (para que sustituya por la disfuncional) y conseguir su mantenimiento.

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