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La renovación monástica fue el inmediato punto de partida de lo que se conocerá luego con el
nombre de «Movimiento Litúrgico». Fue un infatigable y ardiente luchador contra toda forma del
jansenismo y con él se inicia el retorno a la liturgia romana. Guéranger asocia la recuperación del
rito romano con el estilo medieval, que considera expresión de la madurez histórica del
cristianismo. Y promueve la renovación de las vestiduras y objetos litúrgicos, con estudios y
talleres artesanales.
El programa de su pontificado era la restauración de todas las cosas en Jesucristo y, desde este
objetivo, deseaba la renovación y la consolidación del verdadero espíritu cristiano entre los
fieles; precisaba que «la fuente primera e indispensable para saciarse de este espíritu, es la
participación activa de los fieles en los misterios sagrados y en la oración pública y solemne de
la Iglesia» (D. Sartore, D., Triacca, A.M., Cibien, C. (ed.), 2001, 1626).
De especial mención son su Motu proprio Tra le sollecitudini sobre la música y el canto en la
Iglesia (22 de noviembre de 1903), pues señala un punto de partida fundamental en la cuestión
de la participación litúrgica; y su Decreto Divino Afflatu (1911) sobre el Breviario, que marcó los
primigressus (primeros pasos) en la reforma del mismo, entendido como oración pública de la
Iglesia.
CONCLUSION:
El Movimiento Litúrgico contribuye, así, a pasar de una visión jurídico-rubricista a una visión
teológico-espiritual de la liturgia, de una experiencia individualista a una más comunitaria y de
una realidad pasiva a una más pastoral; elementos que encontraremos planteados con claridaden
la Sacrosanctum Concilium. Los libros litúrgicos derivados de la reforma litúrgica, promovida
por el Papa Pablo VI, van en esa línea de verdadera teología de la liturgia.