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REPORTAJE SOBRE LA SEMANA SANTA

La Semana Santa comienza con el Domingo de Ramos. En este día se celebra la entrada de Cristo
a Jerusalén montado en un burro pequeño y aclamado por el pueblo como rey con ramos y
gritos.

LA ENTRADA A JERUSALÉN

Esto ocurre pocos días antes de su arresto, juicio, condena y crucifixión. Durante la celebración
en la misa se lee el texto completo del relato de la pasión y los fieles asisten con ramos y palmas
para aclamar a Cristo. Jesús y sus discípulos se dirigieron hacia Jerusalén. Al llegar a Betfagé, un
lugar cercano a la ciudad, al pie del Monte de los Olivos, Jesús envió a dos de sus discípulos a
Jerusalén. Les dijo: “Verán a un pollino (burrito) atado en la puerta de una casa. Desátenlo y
tráiganmelo. Si alguien intenta impedírselos, díganle que el Señor lo necesita y los dejarán ir en
paz”.

Los discípulos hicieron lo que Jesús les había dicho y, efectivamente, encontraron un asno con
su burrito. Lo desataron, colocaron unos mantos sobre él a manera de silla de montar y se lo
llevaron a Jesús. Ningún hombre lo había montado aún, pero éste se mostró dócil y obediente
con Jesús. De este modo se dirigió hacia Jerusalén a lomo de un asno.

Al verlo llegar, la gente cubrió el camino con sus vestidos y con hojas de palmas. La
muchedumbre se arremolinaba a su alrededor, cantando y rezando hacia el cielo. “¡Bendito sea
el Hijo de David! ¡Bendito sea quien viene en nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria en las
alturas!”.

Conforme se acercaba a la ciudad, Jesús lloraba, porque sabía que Jerusalén iba a ser destruida.
Y cuando entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió y decía: “¿Quién es éste?”. Y la
muchedumbre respondía: ”Éste es Jesús el profeta, el de Nazaret de Galilea”.

Entonces unos fariseos le dijeron a Jesús que hiciese callar a la gente, pero Él les respondió:” Les
digo que, si ellos callasen, gritarían las piedras”.

LOS MERCADERES DEL TEMPLO

Jesús fue entonces hacia el Templo. Al llegar allí, vio que los patios se habían convertido en un
mercado.

La gente compraba y vendía, los mercaderes ofrecían sus productos a viva voz, se cambiaban
moneda y se regateaba el precio de la mercadería. Jesús se enfureció terriblemente al ver todo
aquello y arremetió contra los mercaderes, azotándolos con unas cuerdas, tiró al suelo las mesas
de los cambistas desparramando las monedas que estaban sobre ellas y echó a los vendedores
junto a sus bueyes, ovejas y palomas. ”¡La casa de Dios es una casa de plegaria!”, gritaba Jesús.
“¡Y ustedes la convirtieron en una cueva de ladrones!”, agregó.

Cuando el templo quedó vacío de mercaderes, la gente se acercó a Jesús para que la curara.
Pero, cuando los legistas y sacerdotes vieron cómo la multitud rodeaba a aquel hombre y al
escuchar a los niños cantar “Gloria al Hijo de David”, se inquietaron mucho. Así que le
preguntaron a Jesús: “¿Sabes lo que cantan esos niños?”.
“Sí”. ¿Acaso no leyeron las Escrituras, que dicen que los niños inocentes son los que oran con
más ternura a Dios?”, les contestó.

JUEVES SANTO

Para los católicos es un día particularmente especial ya que, además de culminar la


Cuaresma(cuarenta día de ayuno), la Iglesia Católica se introduce en los tres días más
importantes del año litúrgico, en lo que llaman el Triduo Pascual.

Por la mañana del Jueves, todos los sacerdotes, se reúnen en la Iglesia Catedral para celebrar la
Misa Crismal. En esa ocasión, con la presencia del Obispo del lugar, y rodeados de fieles,
renuevan sus promesas sacerdotales.

En esa misma celebración se bendicen los santos óleos con los que serán ungidos los niños que
recibirán su bautismo, los enfermos y quienes celebren el sacramento de la Confirmación
durante el año.

Por la noche, se celebra la Eucaristía que viene a evocar la Ultima Cena en la cual Jesucristo, en
medio de la comida Pascual, ofreció a Dios su Cuerpo y su Sangre bajo las especies del pan y el
vino. Al mismo tiempo, Jesús se muestra servidor de los hombres a través del lavado de los pies.

Finalmente, el Jueves Santo por la noche se realiza una vigilia de oración donde el silencio y la
meditación adquieren gran importancia.

LA ÚLTIMA CENA

El jueves tras su llegada a Jerusalén, Jesús y sus apóstoles celebraban la Pascua. Entonces, Jesús
bendijo el pan, lo partió y se los dio, diciendo: “Tomen este pan y cómanlo, porque es mi
cuerpo”.

Luego bendijo el vino y, extendiéndoles la copa a sus discípulos, les dijo:“Beban de este vino,
porque es mi sangre”.

Jesús miró entonces a sus discípulos, afligido, y les dijo: “Uno de ustedes va a traicionarme”.

Los discípulos no podían creer lo que estaba diciendo y se miraban unos a otros, tratando de
descubrir a cuál de ellos se refería Jesús. Se preguntaban entre ellos: “¿Eres tú? ¿Es él? ¿Soy
yo?”.

Pedro le habló al oído a Juan, a quien Jesús amaba mucho y que estaba sentado junto a
Él:“Pregúntale al Maestro de quién se trata”.
Juan se acercó a Jesús y le preguntó: “Señor, ¿quién de nosotros lo hará?”.
“Aquél a quien yo le dé este trozo de pan”, contestó Jesús y tomando un pequeño pedazo de
pan, lo mojó en el plato que tenía delante suyo y se lo entregó a Judas Iscariote.

“Haz lo que tengas que hacer… pero hazlo rápido”, le dijo.

Sin decir una palabra, Judas se levantó de la mesa de un salto.

VIERNES SANTO

El Viernes Santo la Iglesia Católica celebra la pasión y la muerte de Jesús por medio de la
palabra, por la Adoración de la Cruz y la Comunión Eucarística.

Los acontecimientos que se recuerdan en Viernes Santo son el clímax de todos los evangelios,
se concentra en él el momento más importante de la vida de Cristo. Es por ello que el significado
“espiritual” de esos hechos es fundamental en la fe cristiana. Jesús efectivamente termina
dando la vida por sus amigos.

La Pasión de Cristo se recuerda por medio de lo que se conoce como el Vía Crucis. Este fue
creado en el siglo XII por Francisco de Asís. Tradicionalmente tiene catorce “estaciones” que
recuerdan pequeños momentos del camino de la cruz (que en latín se dice “Vía Crucis”).
Antiguamente algunos de estos momentos eran sólo tradicionales (o sea, no tenían paralelo en
ninguno de los evangelios).

En la actualidad, sin embargo, se prefiere hacer un Vía Crucis organizado, dónde sólo se ocupan
momentos evangélicos. También se realiza el Sermón de las Siete Palabras (las siete frases que
en los cuatro evangelios Jesús dice desde la Cruz). Y está la adoración de la cruz. Esta última se
realiza casi al final de la liturgia (en Viernes Santo no se realizan misas en recuerdo de que Jesús
ha muerto) y es uno de los gestos más queridos por el pueblo creyente.

LA CRUCIFIXIÓN

Al llegar al Gólgota, los soldados hicieron que Jesús y Simón dejaran la cruz en el suelo; luego le
dijeron a Simón que se fuera. Jesús estaba muy débil, la sangre manaba de las heridas de su
espalda y de su frente lacerada por la corona de espinas. Uno de los soldados le ofreció una copa
de vino con mirra, para aliviar el dolor de Jesús, pero Él la rechazó. Entonces, lo acostaron sobre
la cruz y clavaron sus muñecas y manos en ella. Colocaron sobre su cabeza una inscripción en
hebreo, latín y griego, que decía “Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos“. Tras esto, pusieron la
cruz en su lugar. Los soldados se repartieron a suerte la ropa de Jesús y se sentaron a montar
guardia.

Mientras tanto, la gente tenía distintas actitudes. Muchos miraban, llenos de tristeza e
impotencia. Pero otros se mofaban de Jesús y le gritaban: “Si realmente eres el Hijo de Dios,
¿por qué no te salvas a ti mismo?”. Pero Jesús exclamó: “¡Padre, perdónalos porque no saben
lo que hacen!”.

Junto a Él habían crucificado a dos ladrones, uno a cada lado de Jesús. Uno de ellos también lo
escarnecía: “¡Si eres el Mesías, el Hijo de Dios, sálvate y sálvanos a nosotros!”.

Pero el otro le dijo: “¿Ni siquiera temes a Dios en la hora de tu muerte? Nosotros somos
castigados por nuestros crímenes, pero Él nada malo ha hecho”.
Y, volviéndose hacia Jesús, le dijo: “Señor, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino”. Y Jesús
le dijo: “En verdad te digo que hoy entrarás conmigo en el Paraíso”.

SÁBADO SANTO

Es el día en que Jesús estuvo enterrado. No hay detalles de lo que ocurrió entonces con los
discípulos, pero al parecer estaban escondidos en el mismo lugar donde se celebró la Última
Cena (Juan 20 19), o dispersos (como anotan Mateo 26 56 y Marcos 14 50).

Para el mundo católico el Sábado Santo es un tiempo de espera de la resurrección, es un día de


calma, no se realizan misas, no se recibe comunión y el altar de la Iglesia permanece vacío.

JOSÉ DE ARIMATEA

La mayoría de la gente había huido cuando la tierra comenzó a temblar, pero junto a la cruz se
había quedado María, acompañada por María Magdalena y María, la madre del apóstol
Santiago. Ellas no tenían miedo, así que esperaron allí hasta que, al anochecer, llegó José de
Arimatea. Este hombre era uno de los miembros del Sanedrín, pero también era un seguidor de
Jesús, aunque mantenía esto en secreto. Arriesgándose a ser descubierto, solicitó a Pilato que
le dejara bajar el cuerpo de Jesús para darle sepultura. Pilato lo autorizó, intentando compensar
de alguna manera lo que él consideraba una ejecución injusta.

De esta manera, ayudado por un hombre llamado Nicodemo, José bajó de la cruz el cuerpo de
Jesús, lo ungió con mirra y acíbar y lo envolvió en un sudario hecho con tela de lino. Después, lo
colocaron en un sepulcro nuevo y taparon la entrada con una gran piedra.

Pero los líderes del Sanedrín fueron a ver a Pilato y le dijeron:“Señor, ese impostor –cuando
todavía estaba vivo–, dijo que resucitaría de entre los muertos luego de tres días. Envía
entonces guardias al sepulcro, para que sus discípulos no roben el cuerpo y digan después que
ha resucitado”.

De esta manera, Pilato hizo sellar la entrada del sepulcro y puso guardias en la entrada.
PASCUA DE RESURRECIÓN

Celebración anual que conmemora la resurrección de Jesucristo y fiesta principal del año
cristiano y que tiene lugar el domingo siguiente a la primera luna llena de primavera, por lo tanto
puede variar entre el 22 de marzo y el 25 de abril.

LA FESTIVIDAD

La festividad cristiana de la Pascua de Resurrección está relacionada con muchas tradiciones


precristianas. Eran frecuentes, en el mundo pagano, las celebraciones durante el día del
equinoccio de primavera algunas de cuyas tradiciones se mantiene hoy, como los huevos de
pascua, originalmente pintados con brillantes colores para representar el sol de la primavera.

El origen de estas celebraciones, así como sus historias y leyendas, parten de fiestas semejantes
en las religiones antiguas. La antigua Grecia conmemoraba la vuelta de Perséfone, hija de
Deméter, diosa de la tierra, desde las profundidades del Infierno a la superficie terrestre;
simbolizaba la resurrección de la vida en primavera tras la desolación del invierno. Muchos
pueblos antiguos comparten leyendas parecidas. Los frigios creían que su omnipotente deidad
se iba a dormir durante el periodo del solsticio de invierno y ejecutaban ceremonias con música
y baile en el equinoccio de primavera para despertarla.

La fiesta cristiana de Pascua de Resurrección probablemente incorporaba una serie de


tradiciones convergentes; los estudiosos destacan la relación original de la Pascua de
Resurrección con la fiesta judía de Pascua, o Pesach. Los primeros cristianos, muchos de ellos de
origen judío, eran educados en la tradición hebrea y consideraban la Pascua de Resurrección
como un nuevo rasgo de la fiesta de Pascua judía, una conmemoración del advenimiento del
Mesías como anunciaron los profetas.

LA FECHA DE PASCUA DE RESURRECCIÓN

Muchos se preguntan ¿por qué la pascua cambia de fecha cada año?. La razón es la conexión
entre la pascua judía y la cristiana y la diferencia entre el calendario judío y el nuestro.

Los judíos comen el cordero pascual la víspera del 15 de Nisan (el primer mes del calendario
judío). Jesús celebró la pascua (la última cena) según la costumbre judía, o sea, el 14 de Nisan,
murió en la cruz el 15 de Nisan y resucitó el domingo siguiente, que ese año fue el 17 de Nisan.

Pero es muy difícil pasar una fiesta antigua del calendario judío (lunar) al nuestro (solar). El
calendario judío es lunar (tiene 354 días y se basa en las fases de la luna) mientras que el nuestro
es solar. Cada cuatro años los judíos intercalan un mes a su calendario, no según un método
definido sino arbitrariamente por orden del Sanedrín. Esto dio lugar a numerosas controversias
sobre la fecha para la celebración de la pascua. Los judíos cristianos continuaron usando el
calendario judío para la pascua: El viernes santo lo celebraban el 15 de Nisan y la pascua de
resurrección el 17 de Nisan (fuese o no domingo).

En el resto del imperio, sin embargo, se tomó en consideración que Jesús históricamente
resucitó el domingo y todos los domingos se celebra a la fiesta de la Resurrección. Por eso se
optó por celebrar La Pascua el primer domingo después de la primera luna llena después del
equinoccio de primavera. La Iglesia Romana se basa en la autoridad de San Pedro y San Pablo.
Pero no todos los cristianos celebraban el mismo día la pascua. Por otra parte, ya desde el siglo
III se consideraba que, según el calendario romano, Jesús murió el 25 de marzo y resucitó el 27
(Computus Pseudocyprianus, ed. Lersch, Chronologie, II, 61). Algunos obispos celebraban esas
fechas fijas. El Primer Concilio de Nicea (325) decretó que la práctica romana debe observarse
en toda la Iglesia. Los ortodoxos celebran la pascua otra fecha porque siguen el calendario
Juliano (ortodoxo ruso). La fecha de la fiesta de Pascua católica fluctúa entre el 22 de marzo y el
25 abril. En referencia a ella se calculan las otras fiestas movibles del calendario litúrgico.

LA RESURRECCIÓN

Al amanecer del día posterior al sábado, María Magdalena, Salomé, Juana y la otra María, la
madre de Santiago, fueron al sepulcro. Querían terminar de ungir el cuerpo de Jesús, cosa que
no habían podido hacer cuando Él murió por la proximidad del sábado. Clareaba el sol en el
horizonte cuando las mujeres llegaron al sepulcro.

Entonces, un gran terremoto estremeció la Tierra y un ángel del Señor bajó del cielo. Brillaba
como un relámpago y sus ropas eran más blancas que la nieve. Acercándose, removió la roca de
la entrada de la tumba y se sentó sobre ella. Al ver esto, los guardias se aterraron tanto que
cayeron como muertos. El ángel tranquilizó a las mujeres y les dijo: “No teman. Sé que buscan a
Jesús, el crucificado. Él ya no está aquí: ha resucitado, como Él lo había anunciado. Vayan y
díganselo a sus discípulos. Díganles que Él los encontrará en Galilea”.

Las mujeres, llenas de alegría, corrieron a ver a los discípulos y a contarles la buena noticia.
Pedro y Juan fueron al lugar y comprobaron que, efectivamente, el cuerpo de Jesús había
desaparecido. Admirados y sin saber bien qué pensar, ambos regresaron a casa, y esperaron.
Pero María Magdalena fue a la tumba una vez más. Estaba triste y confundida. Se preguntaba si
verdaderamente Jesús había resucitado o si alguien se habría robado su cuerpo.

Se puso a llorar frente al sepulcro vacío. De pronto, vio a dos ángeles sentados en el lugar donde
había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntaron: ”Mujer, ¿por qué lloras?”. “Porque se han
llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto”, fue su respuesta. Entonces se volvió y vio a un
hombre parado allí. Era Jesús, pero ella no lo reconoció.

Él le preguntó:”¿Por qué lloras? A quién buscas?”. Pensando que se trataba del hombre que
cuidaba el jardín del cementerio, María le dijo: ”Señor, si te lo has llevado, dime dónde lo has
dejado y yo me haré cargo de Él”. Jesús dijo su nombre: ”¡María!”. Al escuchar su nombre de
boca de Jesús, lo reconoció de inmediato. ”¡Maestro!”, exclamó y se acercó a Él para tocarlo.
Pero Jesús la detuvo: ”No me toques, porque aún no he ido con mi Padre. Ve y dile a mis
hermanos: ‘Subo a mi Padre y a su Padre, a mi Dios y a su Dios’”. Y así lo hizo María Magdalena.

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