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CUADERNOS

DE
E\&JSrGELIO

Presentación de Jesús
en los
tres primeros evangelios
Poncio Pilato,
procurador de Judea

" por mí y por el evangelio "


CUADERNOS
DE
EAÍVNGELIO

Presentación de Jesús
en los
tres primeros evangelios

Poncio Pilato,
procurador de Judea
CUADERNOS DE EVANGELIO
© Patronato Seglar de Fe Católica
Ministerio de Información y Turismo, núm. 2384. - 29-IX-73
Reservados todos los derechos.
Año 1 Enero 1974 n.° 1
GRATITUD A P. Y M. FDZ. DE NAVARRETE Y RADA.
CONTENIDO

Pág.

PRESENTACIÓN 7

Director-Delegado del Patronato: Ramón Sánchez de León S. J. JESÚS Y LOS EVANGELIOS


Director Técnico: Mariano Herranz Marco, Pbro. La presentación de Jesús en los tres primeros Evangelios 11
Consejo Asesor: M. I. Sr. D. Domingo Muñoz León
Rev. P. Rafael Criado S. J.
Rev. P. Juan Leal S. J. EL MUNDO DE LOS EVANGELIOS
Rev. Sr. D. Ángel Garrido Herrero
Secretario de Redacción: César A. Franco Martínez
Poncio Pilato, procurador de Judea 29
Redactores: Francisco J . Calavia Balduz
Carlos Dorado Fernández
Francisco de Frutos APÉNDICE: TEXTOS
Francisco J. Martínez Fernández
Braulio Rodríguez Plaza Poncio Pilato según Filón de Alejandría 52
Antonio Rodríguez González
Pablo Tena Montero Poncio Pilato según Flavio Josefo 54
Edita: «Fe Católica • Ediciones».

Redac. y Admón.: Maldonado, 1 - Tel. 276 23 58 - Madrid-6 NUEVAS CARTAS DE SAN JERÓNIMO
Suscripción ordinaria (10 números al año de 80 páginas cada uno): 375 ptas. año "Los que devoran las casas de las viudas" 57
por correo normal para España, Portugal, Hispanoamérica y
Filipinas. Aéreo: 750 ptas. Para Europa y América del
Norte: 475 ptas. Por avión: 750 ptas. Países especiales,
precio especial. Número suelto: 60 ptas. MEDITACION-HOMILIA
Suscripción de bienhechor: A partir de 750 ptas. año para costear suscripciones "y los ojos de todos estaban fijos en El" 65
a sacerdotes pobres y conventos de clausura.

Con licencia del Arzobispado de Madrid-Alcalá.


EL ORO DE LOS VIEJOS COMENTARIOS
Depósito legal: M . 33.104-1973.
"Y se transfiguró en presencia de ellos" 69
Imprime: Nuevas Gráficas, S. A.—Andrés Mellado, 18.—Madrid.

Para pedidos diríjase a


NARRATIVA POPULAR Y EVANGELIO
CUADERNOS DE EVANGELIO - Maldonado, 1 - Teléfono 276 23 58 - MADRID-6 El Zar que se extravió en el bosque 75
PRESENTACIÓN

CUADERNOS DE EVANGELIO esconde bajo su pre-


sentación modesta una intención ambiciosa: llevar cada
mes a sus lectores un poco de la insondable riqueza de
Jesucristo. Con la ayuda de Dios, no fiados meramente
en nuestro saber de exegetas—que siempre será saber
humano—, esperamos proporcionar a nuestros lectores
un instrumento sencillo de estudio y meditación sobre
Jesús y los Evangelios. Con esto, si lo logramos, no ha-
remos más que prolongar una tarea que se viene practi-
cando en la Iglesia desde que San Pablo escribió su pri-
mera carta a un grupo de cristianos, es decir, de hom-
bres que habían creído en Jesucristo y abrazado el Evan-
gelio predicado por el apóstol.
Como lo indica su título, propiamente no iniciamos la
publicación de una revista, sino de una serie de cuader-
nos que con el tiempo podrán formar una enciclopedia
sobre Jesús y los Evangelios. Lo único que la colección
tendrá de revista será el hecho de estar comprometida
al ritmo mensual de una publicación periódica. En cada
cuaderno se expondrán unos temas concretos con sufi-
ciente extención y profundidad, a la vez que con la sen-
cillez que exige el pensar en lectores sin preparación sis-
temática; queremos llevar de la mano a ese abundante
número de personas que desean conocer algo más que
la superficie de los temas, pero se sienten desalentados
por falta de instrumentos de trabajo.
Cada cuaderno constará de seis secciones. Las dos pri-
meras contendrán trabajos más extensos, que absorberán

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los dos tercios de las páginas. En ellos, utilizando los tas judías, la secta de los fariseos y el sistema de abas-
métodos de estudio que ha creado la exégesis en los dos tecimiento de agua en Jerusalén. Como apéndice a esta
últimos siglos, intentaremos ilustrar la fe de los que hoy, sección ofreceremos con frecuencia textos; con ello que-
como hace veinte siglos, rezan el Credo. No decimos remos que el lector entre en contacto directo con los do-
que esto hace hoy más falta que nunca, porque en la cumentos que nos permiten reconstruir los acontecimien-
Iglesia siempre hizo y siempre hará falta: cada genera- tos, los personajes y las ideas del mundo en que predicó
ción de pastores debe enseñar a cada generación nueva Jesús y nacieron los Evangelios.
de fieles. Las otras cuatro secciones serán más breves y
estarán menos sometidas a un orden sistemátco. He aquí III. Nuevas cartas de San Jerónimo.—Muchas de las
el contenido de las seis secciones: joyas literarias y exegéticas que son las cartas de San
Jerónimo se presentan como respuesta a una considta
I. Jesús y los Evangelios.—Cada número expondrá sobre un problema de la Escritura. Imitando esta cáte-
aquí, en uno o dos trabajos, un tema relacionado con dra epistolar, en esta sección ofreceremos aclaraciones
Jesús o los Evangelios. El campo es inmenso, y nos sen- sobre expresiones o pasajes menores de los Evangelios
timos acobardados ante lo limitado de nuestras fuerzas. que no exigen una exposición excesivamente larga. Ordi-
A medida que pasen los años, aquí queremos haber es- nariamente se tratará de pasajes con dificultades lingüís-
tudiado todo lo relativo a esos libros que llamamos Evan-
ticas o ambientales que, una vez aclaradas éstas, habla-
gelios, con comentarios detenidos de las unidades meno-
rán al lector con un lenguaje más cercano y vivo.
res—hechos o dichos de Jesús—de que están compues-
tos; todo lo relativo a la persona de Jesús y su obra, in- IV- Meditación-homilía.—Como instrumento de me-
cluido, naturalmente, lo que sobre ellas nos revela la pa- ditación para todos y de ayuda en la predicación o cate-
labra inspirada de San Pablo y los otros autores del Nue- quesis para los que trabajan en el ministerio de la pala-
vo Testamento, todos los cuales escribieron en cuanto bra, cada mes incluiremos aquí una meditación-homilía
ministros de la Palabra o servidores del Evangelio. sobre uno de los textos evangélicos que se leen en las
Y como la predicación de Jesús y su obra es inconcebi- misas de los domingos del mes correspondiente. Con el
ble sin el Antiguo Testamento y la tradición judía en
tiempo, él lector podrá disponer así de un comentario
que se inserta, necesariamente tendremos que hablar de
espiritual a las lecturas evangélicas del domingo.
los libros del Antiguo Testamento; también en ellos se
nos habla de Cristo. V. El oro de los viejos comentarios.—Desde una fe-
cha muy temprana, la Iglesia ha contado con ministros
II. El mundo de los Evangelios.—En esta sección in-
de la palabra que unían a su fe profunda y su vida santa
tentaremos describir el complejo substrato humano que un dominio maravilloso del arte de bien decir. De su
sirve de apoyo a la Buena Nueva y a su proclamación en pluma conservamos excelentes páginas de comentario a
los Evangelios. El mundo de los Evangelios está com- las Escrituras. De este inmenso tesoro ofreceremos aquí
puesto de personas (Pilotos, Herodes, Caifas, etc.), gru- en cada cuaderno una pieza escogida, seguros de que el
pos, acontecimientos políticos, escritos, cosas. Por eso lector encontrará al leerla y meditarla el espiritual de-
en esta sección nos ocuparemos de realidades tan varia- leite que proporciona una bella página en que el arte de
das como el procurador de Judea y los ritos de las fies- escribir se ha puesto al servicio de la Palabra de Dios.

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VI. Narrativa popular y Evangelio. — En todos los
pueblos cristianos, y desde muy antiguo, los hombres
sencillos expresaron su fe y realizaron una predicación
JESÚS Y LOS EVANGELIC
mediante esos géneros literarios humildes que son la le-
yenda y el relato popular. Con esto no hacían una inno-
vación: también en la Biblia, la palabra de Dios nos llega
a veces en ese ropaje sencillo del relato popular, más ase-
quible que las creaciones de la subida retórica. Aquí
ofrecemos las mejores muestras de esta narrativa popu-
lar cristiana, que también sabe hablar, y con un lenguaje
arrebatador, de Jesucristo y los Evangelios. Daremos la LA PRESENTACIÓN DE JESÚS
preferencia a los relatos que nos llegan del mundo más EN LOS TRES PRIMEROS EVANGELIOS
cercano a los Evangelios: Egipto, Siria, Palestina, Oriente
griego. Este material, provechoso para lectores de toda
condición y nivel cultural, será de especial utilidad para 1. Los evangelistas, escritores humildes.
la catequesis y cualquier clase de instrucción religiosa.
En el manual más sencillo de introducción a los Evan-
Pero el mejor modo de que el lector se haga una idea gelios aparecerá necesariamente una frase que dirá: los
de lo que pretendemos es que lea este primer cuaderno.
Evangelios no son biografías o historias de Jesús en el
Las secciones contendrán siempre material semejante.
sentido moderno de la palabra; ni siquiera en el sentido
Este primer año, las dos secciones mayores estarán dedi-
de las historias o biografías de los autores antiguos, ante-
cadas a hacer una presentación inicial de los Evangelios
riores a los evangelistas o contemporáneos suyos. Los
y de Jesús. Naturalmente quedará mucho por decir, pero
Evangelios no fueron escritos como las obras de esos
irá llegando durante los años siguientes.
autores para engrosar la producción literaria de la anti-
Que santa María la Virgen, de la que San Lucas nos güedad, sino como instrumentos de predicación y cate-
dice que "guardaba y meditaba en su corazón" todas las quesis dentro de la Iglesia, que entonces no era la gran
cosas que se decían de Jesús, nos alcance de su Hijo la Iglesia de hoy, sino la naciente Iglesia de Palestina y las
sabiduría que necesitamos para hablar de él como corres- ciudades importantes del Oriente griego.
ponde y como muchos cristianos esperan.
Por lo que se refiere a San Marcos, el mismo Nuevo
RAMÓN SÁNCHEZ DE LEÓN, S. J. Testamento nos lo indica explícitamente. En el libro de
MARIANO HERRANZ MARCO, Pbro. los Hechos de los Apóstoles leemos que, en su primer via-
je, San Pablo, al que acompaña Bernabé, lleva como "ayu-
dante" o "ministro" a Juan, que poco antes es llamado
Juan Marcos. Que con la palabra "ministro" no se quie-
re indicar un servicio ordinario, como el de un escudero
a un hidalgo en viaje, lo vemos por el prólogo del Evan-
gelio de Lucas, que emplea el mismo término para refe-
rirse a los "ministros de la palabra", de los que el ter-

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cer evangelista dice que ha recogido la tradición sobre estas palabras, San Agustín expresa maravillosamente el
Jesús que va a ofrecer en su libro. San Marcos, por tan- misterio que entraña la Sagrada Escritura. De igual modo
to, fue un ministro de la palabra, un colaborador de San que en el Jesús de Nazaret que se fatiga del camino, tiene
Pablo, luego de Bernabé y por fin de San Pedro en la sed, llora y es crucificado por sentencia del procurador
predicación del Evangelio. Y como parte de su trabajo Poncio Pilato, la Iglesia ve el Verbo de Dios hecho car-
apostólico, de su ministerio de la palabra, escribió su Evan- ne, así en estos escritos venera y oye la Palabra de Dios,
gelio. que llega a los hombres en el ropaje humilde de una gra-
Ya esto nos dice que los evangelistas no fueron litera- mática y una retórica campesina y ruda.
tos profesionales. A la misma conclusión llegamos leyendo Pero en todo escrito humano, para que haya riqueza
los Evangelios: el griego en que están escritos no es el de contenido, debe haber también una cierta habilidad
griego literario que escribían los autores paganos de la literaria. Así lo vemos en las literaturas populares de to-
época, sino el griego vulgar, que hoy conocemos mejor das las latitudes. Los Evangelios pertenecen en gran me-
gracias a las cartas y documentos privados que nos han dida a este tipo de literatura; por eso los autores alema-
conservado los papiros egipcios. San Mateo y San Lucas nes que desde 1920 aplicaron a los Evangelios el método
mejoran muchas veces la lengua y la redacción de San llamado de la historia o crítica de las formas los clasi-
Marcos, pero no llegan a ofrecernos en sus Evangelios fican como "pequeña literatura", por oposición a la "gran
obras de la gran literatura. Esto no es un descubrimiento literatura", es decir, a las obras de autores que escriben
de la ciencia bíblica moderna. Ya San Agustín, que no con conciencia de literatos y pensadores. Centrándonos
era sólo un Santo Padre, sino también un gran entendido en la primera página de los tres primeros Evangelios, la
en el arte de la gramática y la retórica, escribía: "Cristo que hace la presentación del ministerio de Jesús, vamos
envió al mar de este mundo unos pocos pescadores arma- a ver ahora cómo en ella los evangelistas, en su condi-
dos con las redes de la fe, no instruidos en las discipli- ción de escritores al servicio de la predicación, denun-
nas liberales, totalmente ignorantes de cuanto pertenece cian dentro de su sencillez una notable habilidad litera-
a las doctrinas de estas artes, no preparados en gramática, ria; habilidad que parece exigida y provocada por la gran-
ni armados de dialéctica, ni hinchados de retórica" (De deza de lo que quieren expresar.
Civ. Dei. XXII, 5). San Agustín, por tanto, como habían
hecho ya los grandes padres griegos como San Juan Cri-
sóstomo, no tiene reparo en afirmar que los evangelistas
carecían de toda formación literaria. 2. La presentación de Jesús en el Evangelio de San
Marcos.
Pero junto a la humildad literaria de los Evangelios,
en la que insiste muchas veces en sus sermones y escri- En el libro de los Hechos de los Apóstoles tenemos
tos, el sabio obispo de Hipona resalta también la pro- varios discursos de San Pedro y San Pablo. Naturalmen-
fundidad de su contenido. La vasija es de barro, pero en te, estos discursos no son reproducción taquigráfica de
su interior guarda oro puro. Así, comentando el episodio los originales: el de San Pablo en Antioquía de Pisidia,
de la vocación de los apóstoles pescadores, dice: "Hoy por ejemplo, que es uno de los más largos, puede leerse
muy hábil tiene que ser el orador que pueda exponer dig- en menos de cinco minutos; es inconcebible que el após-
namente lo que escribió el pescador" (Sermo 250, 1). Con tol realizase un largo y penoso viaje desde Chipre y a
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través de las montañas de Panfilia para hablar sólo duran- que ha dado a los comentaristas. Y sin embargo, el ori-
te cinco minutos en la sinagoga de Antioquía. Lo que San ginal griego contiene tal cantidad de extrañezas gramati-
Lucas nos ofrece en Hechos son resúmenes de la predi- cales y redaccionales, que algunos autores han llegado a
cación apostólica, sermones en miniatura, como muestra sugerir una audaz hipótesis: la edición original del Evan-
de lo que era la primera presentación del Evangelio a gelio de San Marcos perdió su primera página—al mis-
los distintos auditorios. En estos sermones hay siempre mo tiempo que la última, que pertenecía a la misma hoja
un elemento esencial: una descripción esquemática del de papiro que la primera—, y lo que hoy tenemos es un
ministerio de Jesús, su muerte y resurrección. He aquí tosco remiendo debido a la mano de un torpe escriba
esta descripción, según aparece en el discurso de San —semejante al que otro escriba añadió al final—. Entre
Pedro que prepara el bautismo del centurión Cornelio: las cosas que hoy extrañan en el comienzo de Marcos men-
cionaremos dos: que el evangelista cite las palabras del
Vosotros conocéis la palabra esparcida por toda Judea, profeta (vv. 2-3} que se cumplen con la aparición de
comenzando por Galilea, después del bautismo que Juan Juan en el desierto antes de decir que éste predicaba un
predicó: a Jesús de Nazaret, cómo Dios lo ungió con Espí- bautismo de penitencia (v. 4), y que hable de las multi-
ritu Santo y poder, y pasó por todas partes haciendo el tudes que acuden a recibir este bautismo antes de des-
bien y curando a todos los tiranizados por el diablo, pues
Dios estaba con él. Y nosotros somos testigos de todo
cribir el aspecto exterior y el modo de vida del Bautista
cuanto obró, tanto en el país de los judíos como en Jeru- (v. 6: "iba vestido de pelos de camello, con un cinturón
salén; y lo llegaron a matar colgándolo de un madero. de cuero en la cintura, y se alimentaba de langostas y
A éste, Dios lo resucitó al tercer día, e hizo la gracia de miel silvestre").
que se manifestase visiblemente no a todo el pueblo, sino
a los testigos escogidos de antemano por Dios, a nosotros, Pero un examen atento del texto original hace muy
que con El comimos después que él resucitó de entre los probable la hipótesis de que aquí nos hallamos ante un
muertos (Hch 10,37-41). fenómeno que se repite con cierta frecuencia en San Mar-
cos: un griego extraño por traducción literal de un ori-
Salta a la vista que este pasaje del discurso de San Pe- ginal arameo, la lengua en que predicó Jesús y que utili-
dro es un compendio del Evangelio de San Marcos, o que zaron los apóstoles en su primera predicación dentro de
el Evangelio de San Marcos es un desarrollo de este pa- Palestina. Leyendo el texto griego a la luz del arameo,
saje del discurso. Todos los Evangelios se cierran con la las extrañezas de esta página desaparecen y descubrimos
resurrección y las apariciones de Jesús, pero sólo el de una presentación solemne del Bautista, como preámbulo a
San Marcos comienza con la presentación del Bautista, la aparición de Jesús, que tiene mucho de la grandiosidad
como preludio a su presentación de Jesús. San Marcos, con que en el Antiguo Testamento se describen las inter-
por tanto, abre su Evangelio con la presentación de un venciones de Dios. Teniendo en cuenta esta historia lite-
hecho, no con la afirmación de una verdad abstracta: la raria del texto de San Marcos, la primera página de su
Evangelio debe traducirse así:
aparición pública de Jesús, el comienzo de su ministerio.
Veamos ahora la gracia literaria con que hace la presen-
tación de este acontecimiento. Comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Como
está escrito en el profeta Isaías: "He aquí que envío mi
Al leer hoy en una traducción esta primera página de mensajero delante de ti para que te prepare el camino;
San Marcos nadie sospecha los quebraderos de cabeza voz de uno que clama en el desierto: Preparad el camino

I Í
del Señor, enderezad sus sendas", comenzó Juan el Bau- rante de Ciro y demás reyes persas, fue a la vez un
tista a predicar en el desierto un bautismo de penitencia acontecimiento que entraba en el plan de Dios; estaba
para perdón de los pecados. Y acudían a él toda la re- anunciado por el profeta. Lo mismo viene a decir San
gión de Judea y los jerosolimitanos todos, y eran bauti- Marcos con el párrafo inicial de su Evangelio: la aparición
zados por él en el río Jordán, confesando sus pecados
(Me 1,1-5). del Bautista predicando en el desierto tiene lugar según
el plan de Dios, cuyos primeros pasos están descritos en
Como es fácil apreciar, lo que aquí tenemos es un párra- los libros sagrados del Antiguo Testamento, y cuya cul-
fo solemne y de cierta longitud, dividido en dos partes. minación va a narrar él en su libro.
La primera dice cómo, cumpliéndose la profecía de Isaías, A continuación, San Marcos describe la indumentaria
Juan el Bautista comienza a predicar en el desierto un y la dieta del Bautista con estas palabras:
bautismo de penitencia; la segunda describe el eco que
la predicación de Juan encuentra en las multitudes que Y Juan iba vestido de pelos de camello, con un cinturón
acuden. Ambas cosas constituyen el acontecimiento que de cuero en la cintura, y se alimentaba de langostas y
miel silvestres (1, 6).
prepara la aparición de Jesús. Por eso no hay nada anor-
mal en la redacción de San Marcos, ni en la colocación
Desde el punto de vista literario, esta descripción del
de la cita antes de la narración del hecho, ni en la men-
Bautista no podía venir antes: hubiera estropeado la re-
ción de las turbas antes de describir la indumentaria y dacción del párrafo inicial. Por eso San Marcos la hace
la dieta de Juan, es decir, antes de presentarlo. En cuanto ahora, antes de ofrecer el contenido de la predicación
a la colocación de la cita profética, este comienzo de San de Juan. Pero en ella hay dos cosas que llaman la aten-
Marcos tiene un paralelo muy cercano en un libro del ción. En primer lugar, el hecho de que Juan fuese vestido
Antiguo Testamento: el de Esdras. Este libro va a narrar así y comiera langostas no repercute para nada en la
el retorno de los exiliados en Babilonia y la restauración narración que sigue; para entender ésta, el lector no nece-
de la vida religiosa en Jerusalén y Judá. Pero el autor sitaba ser informado sobre qué comía y cómo iba vestido
sagrado no escribía simplemente para satisfacer la curio- el Bautista. En segundo lugar, sin embargo, esta descrip-
sidad de sus lectores, sino para alimentar su fe haciéndo- ción de la indumentaria del Bautista es muy semejante
les ver la mano de Dios en la historia de su pueblo. Por a la que el libro segundo de los Reyes hace de la indu-
eso, en un estilo sencillo pero solemne, comienza: mentaria de Elias, que dice así:

El año primero de Ciro, rey de Persia, cumpliéndose la Era un hombre vestido de pieles y con un cinturón de cue-
palabra del Señor por boca de Jeremías, profeta, suscitó ro a la cintura (1, 8).
Dios el espíritu de Ciro, rey de Persia, que hizo pregonar
de palabra y por escrito en todo su reino: "¿Quién hay
entre vosotros de todo su pueblo? Sea Dios con él y Esto nos permite entender por qué San Marcos se de-
suba a Jerusalén, que está en Judá, y edifique la casa del tiene a darnos una información aparentemente innecesa-
Dios de Israel..." (Esd 1,1-5). ria: en Juan Bautista habla el espíritu de Elias, uno de
los mayores profetas del Antiguo Testamento y el más
Lo que el autor sagrado quiere decir con este párrafo vinculado a la expectación mesiánica judía en tiempo de
inicial de su libro es lo siguiente: el retorno de Babilo- Jesús. Y San Marcos dice esto con su descripción de
nia, que en el plano terreno fue obra de la política tole-
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Tri
la indumentaria de Juan inmediatamente antes de dar ordinarios, con recursos de auténtico estilista. Y sierrr
un breve extracto de su predicación, o mejor proclamación. pre al servicio de su tarea de ministro de la palabra.
Así hace que sus palabras adquieran la máxima autoridad:
la misma que para el judío piadoso tenían las palabras
de los profetas, porque en Juan hablaba el último de los
3. La presentación de Jesús en el Evangelio de
profetas. Estos preámbulos solemnes, redactados con pa-
San Mateo.
labras y en el estilo de las Sagradas Escrituras, nos reve-
lan todo su sentido cuando leemos las palabras del Bau- El Evangelio de San Mateo no comienza con la presen-
tista que vienen a continuación: tación del Bautista como el de San Marcos, sino con la
genealogía y la infancia de Jesús. Por eso en él el relato
Detrás de mí viene el que es más poderoso que yo, al de la aparición del Bautista en el desierto no se prestaba
que no soy digno de desatar, agachándome, la correa
de las sandalias. Yo os bautizo en agua, pero él os bau- tanto como en San Marcos para hacer una presentación
tizará en Espíritu Santo (1, 7s). solemne de Jesús. Así nos lo permiten ver las diferencias
que existen entre sus redacciones del episodio del Bau-
Estas son las únicas palabras que San Marcos pone en tista. Como las más importantes señalaremos aquí dos.
boca del Bautista. No ofrece nada de lo que fue su lla- Por un lado, el capítulo 3 de San Mateo, que es donde
mada a la conversión. Las únicas palabras de Juan que narra la aparición del Bautista, comienza con una frase
ha recogido son las que hablan de Jesús, las que hacen que liga el episodio con lo narrado en el capítulo ante-
la presentación de Jesús y a la vez describen su categoría rior: "Por aquellos días se presentó Juan el Bautista pre-
superior: el que viene detrás del Bautista está muy por dicando en el desierto de Judea". Con esto, la aparición
encima de él. de Juan ya no es un comienzo absoluto, ni tiene el carác-
Ahora entendemos la razón de ser de la solemnidad ter solemne de una primera presentación de Jesús. Por
de los versículos anteriores: con ella, en realidad, San otro lado, en San Mateo, Juan no es presentado exclusi-
Marcos no pretendía hacer una presentación solemne de vamente como un heraldo que anuncia la llegada de Jesús;
Juan, sino de Jesús por medio de Juan. Por eso ya San ciertamente San Mateo pone en su boca las mismas pala-
Marcos está diciendo lo que dirá más tarde el prólogo bras que San Marcos: "Detrás de mí viene el que es más
del cuarto Evangelio: Juan Bautista no era la luz, pero poderoso que yo, al que no soy digno de quitar las san-
apareció para dar testimonio de la luz. Esto es lo que dalias" (3, 11); pero estas palabras no son las primeras
decimos cuando lo llamamos "el Precursor", es decir, el ni las únicas que le hace pronunciar. Antes, en el ver-
heraldo que corre delante para anunciar la llegada del sículo 1, ha dicho: "Por aquellos días se presentó Juan
soberano. el Bautista predicando en el desierto de Judea, diciendo:
San Marcos, por tanto, a pesar de su gramática ruda "Arrepentios, pues está cerca el reino de los cielos". Y tres
y el carácter popular de su estilística, nos sorprende en versículos más adelante pone en su boca todo un ser-
esta primera página de su Evangelio con una innegable món, con una enérgica llamada a la penitencia, que ter-
habilidad literaria al servicio de la predicación cristiana. mina con las palabras que presentan a Jesús. Como ocurre
Luego, a lo largo del libro, encontraremos páginas en que casi siempre, la redacción de San Mateo es aquí acadé-
la narración está hecha con una viveza y un arte extra- micamente más cuidada que la de San Marcos, y su griego

ía
menos rudo. Pero por todo lo que hemos dicho, esta pri- San Mateo interrumpe con frecuencia su relato para
mera página del ministerio público en San Mateo no decir lo mismo que aquí: que lo narrado es cumplimiento
tiene la viveza y grandiosa sencillez de la página paralela de unas palabras proféticas. Este hecho y otros datos
de San Marcos. recogidos en un examen literario de su Evangelio han
Esto no quiere decir que el primer Evangelio sea más movido a algunos autores a sospechar que el autor del
pobre que el segundo, o que deje de decir algo que dice primer Evangelio —es decir, del actual Evangelio griego—
éste. La diferencia que hemos señalado indica simplemente fue un escriba judío, familiarizado por tanto con las Sa-
que en cada Evangelio tenemos un escritor distinto, como gradas Escrituras y la exégesis de las mismas, que se había
en los Cristos de los grandes pintores tenemos distintas convertido al cristianismo. Y ciertamente el primer Evan-
maneras de representar al mismo Cristo. gelio, que es una reelaboración del primitivo escrito arameo
de Mateo el apóstol, es obra de un hábil escriba cristia-
Para ver cómo San Mateo, con ditinta técnica litera- no, un ministro de la palabra con más preparación téc-
ria, hace también una presentación solemne de Jesús al nica, podríamos decir, que San Marcos.
comienzo de su ministerio basta pasar del capítulo 3 al 4.
Así lo vemos de modo especial en la página que esta-
Tras narrar el bautismo de Jesús y las tentaciones, que
mos comentando. El evangelista, ante este oráculo de
en cierto modo no forman parte del ministerio público,
Isaías dirigido a los habitantes de Galilea, del antiguo te-
el evangelista pasa a narrar el comienzo de su predica-
rritorio de las tribus de Zabulón y Neftalí, deportados
ción en Galilea. San Marcos presenta este comienzo con
a Mesopotamia por los reyes asirios, vio que la aparición
una gran sobriedad:
de una gran luz en medio de las tinieblas era en realidad
Y después que Juan fue entregado, vino Jesús a Galilea, lo que había tenido lugar con el comienzo de la predica-
y allí predicaba el Evangelio de Dios, y decía: "Se ha ción de Jesús en Galilea. La luz de que hablaba el profeta
cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios; arre- era Jesús y su palabra. Por eso, para expresar esta gozosa
pentios y creed en el Evangelio" (1,14s). realidad, no se limita a decir, como San Marcos, que Jesús
San Mateo, en cambio, sin añadir nada a la información marchó desde el Jordán a Galilea y empezó a predicar.
que nos ofrece San Marcos, hace del acontecimiento una Presenta el acontecimiento como realización de la profe-
presentación solemne, compuesta casi exclusivamente de cía sobre la luz que brilla para los que moran en tinieblas
expresiones bíblicas, que es uno de los mayores aciertos y sombras de muerte; y para ello describe el lugar en que
literarios de su Evangelio. Dice así: Jesús inicia su predicación con las palabras mismas de
la profecía: Jesús marcha a Cafarnaúm, la marítima —que
Habiendo oído que Juan había sido entregado (Jesús) se responde al "camino del mar" del profeta—, a los confi-
retiró a Galilea. Y dejando Nazaret se fue a habitar a nes de Zabulón y Neftalí, dato que no es una puntuali-
Cafarnaúm, la marítima, en los confines de Zabulón y zación geográfica, sino un medio de hacer resaltar la co-
Neftalí, para que se cumpliese lo anunciado por el profeta
Isaías cuando dice: "Tierra de Zabulón y tierra de Nef- rrespondencia entre la aparición de Jesús predicando y
talí, camino del mar, a orillas del Jordán, Galilea de los la aparición de la gran luz que el profeta anunciaba a la
gentiles: el pueblo que yacía en tinieblas ha visto una tierra de Zabulón y Neftalí. De este modo, el sencillo
gran luz, a los que habitaban en tierra y sombra de muer- acontecimiento del retorno de Jesús a Galilea adquiere
te ha amanecido una luz". Desde entonces comenzó Jesús las dimensiones de un gran acontecimiento, enmarcado
a predicar y decir: "Arrepentios, pues está cerca el reino
de los cielos" (4, 12-17).
">1
en el plan de Dios como en la primera página de San Mar- Y volvió Jesús con la fuerza del Espíritu a Galilea, y su
cos; un acontecimiento que desborda los límites de la fama se extendió por toda la comarca. Y él enseñaba en
historia humana por ser el comienzo de la obra salvadora sus sinagogas, y era aclamado por todos (4,14s).
de Dios por medio de Jesucristo. Con la aparición de
Jesús en Galilea, Dios hace brillar una gran luz para los Ya en estas palabras, que vienen a repetir lo que dicen
San Marcos y San Mateo, observamos una diferencia: Je-
que habitan en tinieblas. Este modo de presentar a Jesús
sús regresa desde el desierto a Galilea impulsado por la
como luz será uno de los preferidos del cuarto Evange- fuerza del Espíritu. Con esto el evangelista está diciendo
lio; recuérdense el prólogo y el relato de la curación del que no narra una historia profana ordinaria, sino una
ciego de nacimiento. historia sagrada, es decir, una historia cuyo personaje
principal es Dios. Pero la gran originalidad de San
Lucas aquí es el episodio que sigue inmediatamente: el
4. La presentación de Jesús en el Evangelio de de la predicación de Jesús en la sinagoga de Nazaret. El
texto dice:
San Lucas.
En el Evangelio de San Lucas encontramos el mismo Y fue a Nazaret, donde se había criado, y entró, según
fenómeno que en el de San Mateo: la aparición del Bau- su costumbre, el día de sábado en la sinagoga y se levan-
tó a leer. Y le fue entregado el libro del profeta Isaías;
tista y el bautismo de Jesús no se hallan al comienzo del y abriendo el libro encontró el lugar en que estaba es-
libro, sino en el capítulo 3, tras dos capítulos dedicados crito: "El Espíritu del Señor está sobre mí, pues me ha
a la infancia de Jesús. Al mismo tiempo, su presentación ungido; para anunciar una buena nueva a los pobres me
del Bautista es más aún que en San Mateo la de un pre- ha enviado, para pregonar a los cautivos remisión,
y a los ciegos vista; para enviar con libertad a los oprimi-
dicador de penitencia: además de las palabras de severa dos, para proclamar un año de gracia del Señor" (Is 61,1-2;
amenaza que San Mateo pone en boca de Juan, San Lucas 58, 6). Y enrollando el libro lo entregó al servidor y se
lo presenta dando consejos a los diversos grupos de gente sentó. Y los ojos de todos en la sinagoga estaban clavados
que acuden a él preguntándole: ¿qué hemos de hacer? en El. Y comenzó a decirles: "Hoy se ha cumplido esta
escritura en vuestros oídos (=delante de vosotros)". Y to-
(3,10-14). Todo esto nos hace ver que San Lucas, a pe- dos daban testimonio a su favor y se maravillaban de
sar de que también en él Juan habla de Jesús como el las palabras de gracia que salían de sus labios, y decían:
que viene detrás de él y es más poderoso que él, y al que "¿No es éste el hijo de José?" (4,16-22).
no es digno de desatar la correa de las sandalias, no quiso
narrar el episodio de forma que el relato fuese una pre- Es innegable que esta escena está revestida de una gran-
sentación solemne de Jesús como en San Marcos. diosa solemnidad —obsérvese, por ejemplo, el dato de
Pero el parecido de San Lucas con San Mateo no se que "los ojos de todos estaban clavados en él"—, que en
ella tenemos un comienzo solemne del ministerio de Je-
queda aquí: también San Lucas hace en el capítulo si-
sús. Y en este caso estamos seguros le que la solemni-
guiente, al narrar el comienzo de la predicación en Gali- dad de la presentación es obra del evangelista Lucas, que
lea, una presentación solemne de Jesús. Veamos cómo. pone así su arte de escritor al servicio de la catequesis
Tras narrar las tentaciones de Jesús en el desierto, San cristiana. En hipótesis cabría decir: si San Lucas quería
Lucas continúa: narrar los hechos de la vida de Jesús, y uno de los prime-
22
ros fue su predicación en Nazaret, su relato no es obra esta manera compuso una escena que es a la vez un acier-
literaria, sino reflejo fiel de los hechos. Pero tenemos to literario y catequético: el lector aprendía así desde la
motivos para pensar que la cosa no es tan simple. Esta primera página el sentido de todo lo que leería después
página de San Lucas es una de las más adecuadas para en el libro sobre Jesús.
hacer ver cómo él, y los demás autores de Evangelios, son Antes de terminar el comentario a esta primera pá-
a la vez historiadores y evangelistas. gina de San Lucas debemos señalar un dato interesante.
También los otros dos Evangelios sinópticos contienen Según nos dice una antigua tradición eclesiástica, que es
una escena de Jesús predicando en la sinagoga de Naza- confirmada por el análisis de sus dos libros, San Lucas
ret, pero se diferencian de San Lucas en dos cosas: por era un gentil, probablemente de Antioquía, que trabajó
un lado colocan la escena no al comienzo del ministerio
luego con San Pablo en la predicación del Evangelio a
de Jesús, sino más bien hacia el final de su actividad en
los gentiles. De ahí su interés por destacar el carácter
Galilea; por otro, su relato es más breve que el de San
Lucas, y su brevedad se debe sobre todo a que no contie- universalista del Evangelio de Jesucristo. Y, sin embar-
nen el pasaje que hemos ofrecido, el que habla de la lec- go, como lo vemos claramente en su relato de la predi-
tura de Isaías por Jesús y su afirmación de que la pro- cación de Jesús en Nazaret, no ha roto con la tradición
fecía se estaba cumpliendo delante de sus oyentes. Se judía. Su presentación solemne de la predicación de Jesús
podía pensar que el episodio tuvo lugar al comienzo del está hecha, como las de San Marcos y San Mateo, con
ministerio, y que San Marcos y San Mateo lo han despla- una cita del Antiguo Testamento. De modo semejante,
zado más adelante. Pero hay otros casos en que es muy San Pablo, cuando escribe a comunidades compuestas
claro que San Lucas cambió de lugar una escena porque quizá exclusivamente de cristianos de origen gentil, como
con ello lograba una mejor presentación literaria o un las de Galacia o Corinto, apoya sus afirmaciones con ar-
mayor efecto catequético; y esto es, sin duda, lo que gumentos tomados de la Escritura Sagrada judía, el An-
hizo en la escena de la predicación de Jesús en Nazaret.
tiguo Testamento, e incluso utiliza razonamientos carac-
El evangelio de San Marcos, que fue la fuente princi- terísticos de los escribas judíos y totalmente extraños al
pal que utilizó San Lucas para componer el suyo, habla- pensamiento griego. Esto tiene una explicación muy sen-
ba al comienzo en términos generales de la predicación cilla: el núcleo del Evangelio que predica la Iglesia, la
de Jesús en Galilea, y más adelante narraba el episodio
vida, muerte y resurrección de Jesús, es, como dice San
de la predicación en la sinagoga de Nazaret. El escritor
Lucas con su escena de Nazaret, el cumplimiento de
y evangelista Lucas vio, por una parte, que aquel modo
de comenzar el relato del ministerio de Jesús era dema- cuanto Dios había anunciado por medio de sus profetas,
siado vago y literariamente poco expresivo, y lo sustitu- la realización de la prolongada espera que llena los días
yó por un ejemplo concreto: el de la predicación de Jesús y las páginas del Antiguo Testamento. Jesús es inconce-
en Nazaret. Por otra parte, San Lucas, utilizando otro bible sin el Antiguo Testamento y la tradición judía.
material que le ofrecía la tradición o redactando de su
propia mano, convirtió la escena de la sinagoga de Naza-
ret en una proclamación solemne de lo que representaba
en el plan de Dios la predicación y la obra de Jesús. Y de

24 25
5. Historia y catequesis en los evangelios. ginas de los evangelios sinópticos que hemos comentado:
las tres nos presentan al mismo Jesús, pero de modo
Este análisis de tres páginas evangélicas nos pone en distinto, con recursos literarios distintos. Para nosotros,
condiciones de entender qué clase de libros son los evan- esta variedad de presentaciones no es un engorro, sino
gelios, y a la vez de explicarnos sus divergencias dentro una gran ventaja: en ella tenemos diversos caminos para
de su gran parecido. Los evangelistas quieren narrar una llegar a entender el misterio de Jesucristo, Hijo de Dios,
historia, la historia de Jesús de Nazaret; pero al verda- y su obra salvadora; y a la vez diversos medios para
dero significado de esta historia sólo se llega por la fe. mantenernos en la fe en él. Y esta fe hará, como dice
Veíamos, por ejemplo, cómo San Mateo no se limita a San Juan al final de su evangelio, que tengamos vida en
decir que Jesús volvió del desierto a Galilea y comenzó su nombre.
a predicar, sino dice: "Fue a habitar a Cafarnaúm, la ma-
rítima, en los confines de Zabulón y Neftalí, para que se MARIANO HERRANZ MARCO
cumpliese lo anunciado por el profeta Isaías..." Así San
Mateo narra un hecho real, que ningún crítico pondrá
en duda: que Jesús desarrolló la mayor parte de su minis-
terio en Galilea, teniendo como centro la ciudad de Ca-
farnaúm. Pero al narrar este hecho con palabras del pro-
feta y decir luego que éstas se cumplen en ese hecho, está
proclamando algo que sólo pueden ver los ojos de la fe.
Los evangelistas narran como predicadores y catequis-
tas que quieren llevar a la fe en Jesús o mantenerla viva.
De ahí que en gran parte, como en las tres distintas pre-
sentaciones del comienzo del ministerio de Jesús, su re-
lato sea más bien un canto, no una narración prosaica.
Así nos lo ha hecho ver el arte literario que ponían en la
presentación estos humildes escritores que son los evan-
gelistas.
El Nuevo Testamento utiliza muchos títulos para nom-
brar a Jesús: Hijo de Dios, Hijo del Hombre, Hijo de
David, Mesías-Cristo, Señor, Siervo de Dios, Sumo Sacer-
dote, Cordero y otros. Esta riqueza de títulos nos está
diciendo: el misterio y la riqueza que encierran la per-
sona y la obra de Cristo son tan grandes, que para ex-
presarlos el lenguaje humano se ve forzado a movilizar
todos sus recursos. Lo mismo ocurre con las primeras pá-
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26
EL MUNDO DE LOS EVANGELIO

PONCIO PILATO, PROCURADOR DE JUDEA

"Padeció bajo el poder de Pondo Pilato,


fue crucificado, muerto y sepultado" (del
Credo).

Entre los personajes que forman el mundo de los evan-


gelios, el más conocido es, sin duda, Poncio Pilato: repe-
timos su nombre cada vez que rezamos el Credo. Este
hecho tiene una importancia enorme para entender una
peculiaridad esencial de la fe cristiana. Nuestra fe en Dios
Padre de todos los hombres y creador de todas las cosas
es compartida por otros creyentes no cristianos. Lo mismo
ocurre con nuestra fe en la vida eterna e incluso en la
resurrección de los muertos. Pero el cristiano se distingue
de esos creyentes en que ciertas verdades que sólo puede
conocer por la fe las afirma de un hombre llamado Jesús,
del que —casi con las mismas palabras del Credo— el his-
toriador pagano Tácito dice que fue crucificado por Pon-
cio Pilato en tiempo de Tiberio.
De ese Jesús que padeció bajo el poder de Poncio Pila-
to el cristiano confiesa en el Credo: "Creo en Jesucristo,
su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra
y gracia del Espíritu Santo...; al tercer día resucitó de en-
tre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la dies-
tra de Dios, Padre todopoderoso". Todo esto pertenece al
dominio de la fe; por eso el historiador, que sólo puede
rey, sino con el sencillo de etnarca (=jefe del pueblo). El
ocuparse de acontecimientos humanos controlables por la otro, su hermano Aristóbulo, es enviado a Roma para que
ciencia histórica, no podrá decirnos nada sobre ello; como forme parte de la comitiva en el desfile con que se celebra-
un ingeniero de Caminos no sabría decirnos cómo hacer rá el triunfo de Pompeyo. Con esto Pompeyo venía a rea-
una operación de riñon. lizar los deseos del grupo fariseo, el más popular, hostil
Pero todo esto nuestra fe lo proclama de Jesús de Na- a una monarquía secular y con ambiciones políticas, como
zaret, muerto en la cruz por sentencia del procurador de habían sido los asmoneos.
Judea, Poncio Pilato, siendo emperador de Roma Tiberio.
Siguen los turbulentos años de la guerra civil entre Pom-
Y de esto sí que puede hablarnos el historiador: se trata peyo y Julio César, los no menos agitados —sobre todo en
de un acontecimiento de la historia humana, en el que in- el Oriente próximo— del triunvirato; hasta que, desapare-
tervienen figuras humanas y del que poseemos suficiente cidos Pompeyo primero y luego Julio César y Marco Anto-
documentación. Esto es lo que suele llamarse carácter his- nio, queda como único señor Cayo César Octaviano. Del
tórico de la revelación cristiana del contenido de la fe del 13 al 15 de agosto del 29 a. C , Octaviano celebra en Roma
cristiano, uno de cuyos más viejos compendios es el Credo su triunfo tras poner en orden la situación en Egipto y
que aprendimos de niños. Por eso el conocimiento del mun- Siria. En enero del 27, el gran pacificador abdica sus pode-
do en que se desarrolla esa historia es en cierto modo esen- res, pero debe asumirlos otra vez a petición del Senado,
cial a la fe cristiana; al menos es preciso afirmar que una que ratifica su imperium y lo consagra otorgándole el so-
profundización en esta fe exige un mejor conocimiento de brenombre de Augusto (=Venerable), título de índole re-
ese mundo que sirve de marco a la revelación cristiana. ligiosa que coloca al emperador por encima de la humani-
dad y le confiere un carácter sagrado.
Asegurado así, con plena legalidad, su mando, Augusto
1. Judea administrada por procuradores.
deja en manos del Senado el gobierno de las provincias
En otoño del 63 a. C , tras un breve asedio, Pompeyo se tranquilas y prósperas del interior del vasto territorio con-
apoderaba de Jerusalén. Poco antes, el general romano ha- trolado ahora por Roma y se reserva el gobierno de las
bía liquidado los últimos restos del reino de Siria, con lo provincias de la periferia, que por su lejanía de la capital
que todo el territorio, desde el Eufrates hasta Egipto, que- y su cercanía a los pueblos bárbaros exigían la presencia
daba convertido en provincia romana. En realidad, las tro- de las legiones; naturalmente, se reserva también el mando
pas de Pompeyo y el poder de Roma no entraron en Pales- supremo de las tropas.
tina como conquistadores, sino como pacificadores: el mi- Una de estas últimas provincias —llamadas imperiales
núsculo reino creado por la dinastía asmonea —de la que por oposición a las primeras, llamadas senatoriales— es la
el pueblo tenía muy malos recuerdos— se hallaba someti- de Siria, que es gobernada por un "legado de Augusto".
do, como el de Siria, a esa epidemia que son las luchas Pero junto a provincias gobernadas directamente, el Impe-
intestinas, fomentadas por la pluralidad de pretendientes a rio comprendía territorios que Roma administraba por me-
la corona. Terminadas las operaciones militares, Pompe- dio de nativos, es decir, reyes, etnarcas o sacerdotes que
yo pone el gobierno del pueblo judío en manos de Hirca- reconocían la autoridad de Roma, servían a los intereses
no II, el pretendiente que se había mostrado más flexible de la política imperial, pero gobernaban el país de acuerdo
a los intereses y deseos de Roma, pero no con el título de con las leyes propias. Estos príncipes locales disponían de
muerte de su primer marido, Alejandro —un hermano de
un ejército propio, con lo cual contribuían a garantizar la Arquelao—, del que había tenido hijos. Pero parece muy
paz del Imperio o lo apoyaban en sus guerras, sin que con probable que la acción enérgica de Augusto contra Arque-
ello se aumentasen los gastos del tesoro público. El reino lao fue motivada también —y quizá más— por razones
de Herodes el Grande (37-4 a. C.) es el tipo de estos Esta- políticas: las monedas acuñadas por el tetrarca y su com-
dos incorporados en el sistema administrativo, estratégico portamiento denuncian un descuido intencionado de sus
y defensivo del Imperio Romano. deberes de vasallaje frente al emperador. Acostumbrado a
Julio César y Marco Antonio lograron convencer al Se- las adulaciones y ostentosas muestras de afecto del padre,
nado de que debían nombrar a Herodes rey de Judea, a Augusto debió encontrar muy frío y sospechoso el proce-
pesar de no pertenecer a la dinastía tradicional. A la muer- der de los hijos. Quizá los tres fueron objeto de recelo,
te de Marco Antonio, Herodes necesitó toda su audacia pero Antipas y Filipo pudieron disiparlo y salvarse, mien-
y habilidad para conservar la corona. Consciente de que, tras Arquelao perdió lo que sin duda consideraba poco
a pesar de su cetro y su diadema, y su título de rey "alia- para un hijo de Herodes.
do" (socio) de Roma, se hallaba totalmente a merced del La sentencia de Augusto contra Arquelao incluía la con-
emperador, hizo fastuosa ostentación de su afecto y fide- fiscación de sus bienes. Para llevarla a cabo se presenta en
lidad a Augusto: a las dos grandiosas ciudades que fundó, Cesárea el legado de Siria, Quirino, al que acompañaba
Cesárea y Sebaste (=Augusta), les dio el nombre de su Coponio, que se hará cargo del gobierno de Judea, Sama-
señor, y en cada una de ellas le hizo construir un templo. ría e Idumea—los territorios de la tetrarquía de Arque-
Todo esto pesó sin duda en el ánimo del emperador para lao—; éste será el primer procurador de Judea, cuyo te-
que, al morir Herodes, ratificase su testamento y, de acuer- rritorio es anexionado a la provincia de Siria como una
do con él, repartiese su reino entre sus tres hijos, Arquelao, provincia de rango inferior. El quinto de estos procurado-
Herodes Antipas y Filipo, aunque negándoles el título de res será Poncio Pilato, que representa a la autoridad ro-
rey y haciendo que se resignasen con el de tetrarca (=jefe mana en Judea los años 26-36 d. C , durante los cuales
de un cuarto, una parte del territorio). Al hacer esto, Au- tienen lugar el ministerio público y la muerte de Jesús.
gusto no atendió las peticiones de una embajada del pue-
blo judío de Palestina, que acudió a Roma para suplicar al
emperador que los librase de los hijos de Herodes, cuyas
crueldades hacían temer que sus hijos seguirían el mismo 2. Los poderes de un procurador.
camino, y fuese Roma la que se encargase del gobierno del El proceso de Jesús en un tribunal romano de provin-
país. cias no es un caso aislado en el Nuevo Testamento: en los
El año 6 de nuestra era, décimo de su etnarcado, Arque- Hechos de los Apóstoles, aparte otras acciones judiciales
lao es llamado a Roma, depuesto y desterrado a las Galias, menores, tenemos un proceso de San Pablo ante el gober-
donde murió antes del 18. Según el historiador judío Flavio nador de una provincia senatorial, el procónsul Galión, en
Josefo, la causa de su caída fue el descontento del pueblo Corinto, y otro largo proceso en Judea en el que intervie-
por el trato opresivo que recibía y la irritación de los gru- nen dos procuradores, Félix y Festo. Para entender estos
pos piadosos ante la conducta inmoral de Arquelao: había relatos de procesos y valorar su historicidad es necesario
tomado como mujer a Glafira, cuñada suya, repudiada por saber cómo era el gobierno de las provincias en esta época
Juba II de Numidia, con el que se había casado tras la
33
17
imperial, cuáles eran los poderes de un gobernador roma- jurisdicción de los gobernadores sobre los subditos de
no y qué sistema de jurisdicción aplicaba (1). provincias no conocían trabas.
En los primeros tiempos del Imperio, a partir del En algunos casos, los prefectos ecuestres habían surgi-
14 d. C, existían tres clases de gobernadores: los procón- do como oficiales subordinados que actuaban bajo la
sules, que tenían a su cargo las provincias senatoriales, es autoridad de los legados imperiales. A causa de este ca-
decir, controladas por el Senado, y eran relevados cada rácter subordinado, su autoridad estaba limitada en algu-
uno o dos años; los legados imperiales, responsables del nos aspectos. Pero cuando sus provincias recibieron la
gobierno en los grandes territorios que por su cercanía a categoría de entidades políticas independientes, esta ter-
las fronteras del Imperio exigían la presencia continua de cera clase de gobernadores gozó de los mismos poderes
tropas y el control directo del emperador —así ocurría en que los procónsules y los legados; en el gobierno y la ad-
Siria, amenazada por los belicosos partos de Mesopota- ministración de justicia actúan, dentro de sus provincias,
mia—; y finalmente los prefectos, llamados más tarde como los legados y procónsules en las suyas. Por las ins-
procuradores, que ejercían el poder imperial en ciertas cripciones sabemos que los procuradores abrían cami-
provincias de menor importancia militar —como Egipto y nos militares o comerciales, forticaban las poblaciones
Judea—, pero que se hallaban también bajo el control di- mal defendidas, delimitaban los territorios entre dos par-
recto del emperador. Los procónsules y legados eran es- tes en litigio, construían acueductos.
cogidos de entre los miembros de la clase senatorial; los A este grupo pertenecía el prefecto de Judea, que des-
prefectos, de entre los que formaban la segunda clase, pués del 44 d. C. era llamado "procurador". Estos eran,
la ecuestre, de la alta sociedad romana. por tanto, los poderes de Poncio Pilato. La única limita-
Los procónsules y legados poseían el poder denomina- ción en sus poderes absolutos consistía en que el legado
do imperium, una especie de plenos poderes—aunque de la provincia adyacente, Siria, que tenía el mando del
siempre en dependencia de la autoridad superior que los principal ejército romano en Oriente, debía responder del
nombraba, el Senado o el emperador— que comprendían mantenimiento del orden público en Judea en tiempos de
todas las formas de autoridad necesarias para mandar insurrección, ayudando al prefecto en caso necesario o
tropas, hacer la guerra, llevar los asuntos civiles y reali- interviniendo contra él si la alteración del orden era obra
zar todo lo relativo a la administración de justicia. Eran suya, no del pueblo. Está, pues, acertado F. Josefo cuan-
dice que, con Quirino, fue enviado a Judea Coponio, un
los mismos poderes que, en los viejos tiempos de la re-
miembro de la clase ecuestre, para que gobernase a los
pública, poseían los magistrados anuales de Roma, los
judíos con plena autoridad" (Ant. 18, 2).
cónsules y pretores. Este poder daba a los gobernadores
de provincias el control absoluto de las vidas, las perso- En los relatos evangélicos del proceso de Jesús, Pila-
nas y las propiedades de todos los subditos provincianos to aparece llevando personalmente la acción judicial. Esto
que no eran ciudadanos romanos. La única limitación a llama más la atención en Jn, donde el relato del proceso
este poder era la impuesta por la ley romana de extor- romano es más largo que en los sinópticos. Este silencio
sobre colaboradores del procurador, que deberían encar-
sión, que prohibía a los gobernadores y oficiales romanos
garse, por ejemplo, en los interrogatorios, etc., se ha atri-
tomar o exigir para sí dinero o propiedades de sus subdi-
buido a ignorancia de los evangelistas: como los evange-
tos de provincias. En todo lo demás, la autoridad y la lios —se dice— fueron compuestos muchos años después
34 35
de los hechos, sus autores carecían de información sufi- Bajo la pritanía de Menófilo, el día primero del mes de
ciente. Esta afirmación es totalmente infundada; como Artemision (=24 de marzo), a propuesta de los magis-
trados, el pueblo decretó y Nicanor de Eufemo proclamó:
otras muchas, se basa en una desorbitación de los datos Puesto que los judíos de la ciudad han pedido al pro-
del texto escrito. En primer lugar, los evangelistas pudie- cónsul Marco Junio Bruto, hijo de Poncio, poder guar-
ron simplificar en este punto como hacen en otros mu- dar sus sábados y hacer todas las cosas que establecen
sus costumbres nativas sin que nadie se lo impida, y el
chos —y con lo cual sólo se demuestra que los evange- procónsul ha concedido la petición, el concejo y el pue-
listas fueron "escritores"—y atribuir a Pilato palabras y blo, dado que el asunto interesa a los romanos, ha decre-
acciones que en realidad no pronunció o hizo personal- tado que ningún judío sea impedido de guardar el día
mente, sino por medio de sus oficiales o servidores. Pero, de sábado, ni sea multado por ello, sino que se les per-
mita hacer todas estas cosas según sus propias leyes
en segundo lugar, quizá los evangelistas no estilicen de- (F. Josefo, Ant. 14, 263-264).
masiado cuando presentan a Pilato llevando personalmen-
te las acciones del proceso. Así nos lo hará ver la manera El decreto se ocupa de un problema menor: la toleran-
de llevar los gobernadores romanos la administración de cia frente a las creencias y prácticas religiosas de la co-
justicia en las provincias. munidad judía. Esta ha recurrido a la autoridad superior,
Ordinariamente, los gobernadores sólo contaban con el procónsul Marco Junio Bruto, que concede la petición;
uno o dos asistentes de rango y capacidad semejantes a pero de dar las órdenes oportunas y urgir su cumplimien-
los suyos, que pudieran compartir con ellos las tareas ad- to no se encarga él, sino el concejo de la ciudad. Por eso
ministrativas y judiciales al más alto nivel. El prefecto de es éste el que promulga el edicto.
Egipto, que era un país de gran extensión, y algunos pro- Los juicios sobre delitos que estaban castigados con
cónsules tenían tres asistentes de este tipo. En cambio, pena de trabajos forzados en las minas, destierro o muer-
los prefectos ecuestres de provincias menores no tenían te, eran de la competencia exclusiva del gobernador. Ni
ninguno. Todo el trabajo que exigía la sanción del impe- siquiera los gobernadores asistentes, que se ocupaban de
rium debía ser realizado por el propio prefecto. El resul- mucha jurisdicción civil, podían intervenir en casos de
tado de esta penuria de personal era que, en todas las delitos graves o imponer la pena de muerte; y este poder,
provincias, el número de causas que los gobernadores po- normalmente, nunca fue concedido a los tribunales loca-
dían llevar directamente era limitado. La mayor parte de les de los municipios. Esto obedecía en parte a razones
las tareas de gobierno, tanto administrativas como judi- políticas. Las ciudades griegas de las provincias orienta-
ciales, eran realizadas por los municipios, sus concejos y les estaban con frecuencia divididas en facciones, pro-
magistrados, que eran las unidades en que se subdividían romanas unas, anti-romanas otras, que, de no haber me-
los provincias. Los gobernadores se reservaban los pode- diado el severo control de la autoridad superior, habrían
res esenciales de los que dependía el mantenimiento del aprovechado sus poderes en el gobierno local para des-
orden, y dejaban los asuntos de menor importancia a los truirse mutuamente. Los romanos no podían permitir que
municipios. Como ilustración de este régimen de gobier- sus amigos políticos sufrieran daño en sus vidas o hacien-
no he aquí un edicto de los magistrados de Efeso, capital das por obra de sus enemigos. La única excepción a esta
regla estaba representada por las escasas "ciudades li-
de la provincia de Asia y residencia del procónsul corres-
bres", que poseían una autonomía local casi completa
pondiente, de mediados del siglo I a. C :
7.7
36
como premio al sustancial apoyo que habían prestado a les romanos que aparecen en los evangelios y Hechos,
los intereses de Roma en el pasado. En Judea no había aparte el prefecto, son los centuriones Cornelio y Julio
ninguna "ciudad libre": era la provincia más desgarrada en Cesárea (Hch 10,1; 27,1), el tribuno Claudio Lisias
por luchas políticas entre nacionalistas y sectarios de di- que tenía a su mando la cohorte de guarnición en Jeru-
ferentes tipos, para los cuales los pocos que apoyaban al salén, y el centurión anónimo que asiste a la crucifixión
régimen de Roma eran anatema. de Jesús. (El centurión de Cafarnaúm, de que hablan
De nuevo va a ser Efeso donde vamos a ver el funcio- Le 7,1-10 y Mt 8, 5-13, no pertenecía a las tropas de Pi-
namiento de este sistema de administración de justicia. lato, sino al ejército de Herodes Antipas.)
En Hch 19, 23-40, San Lucas hace un dramático relato, Los regimientos que tenía a su mando el procurador
salpicado de hábiles pinceladas de humor, del motín de estaban concentrados en Cesárea, la capital administra-
los plateros contra San Pablo. La multitud, azuzada por tiva de la provincia, donde, en el antiguo palacio de He-
Demetrio y los de su gremio de platería religiosa, se con- rodes, el procurador tenía su pretorio. En Jerusalén, don-
grega en el teatro y está vociferando dos horas contra el de eran frecuentes las grandes concentraciones de ma-
apóstol, que pone en peligro con su predicación el culto sas con ocasión de las fiestas de peregrinación, y con ello
de la gran diosa Artemis. Cuando la turba se calma, el el peligro de motines, permanecía siempre de guarnición
escriba o secretario del concejo llama a todos al orden una cohorte (=600 hombres, la décima parte de una le-
y remite las partes contendientes al tribunal que corres- gión). Por eso el procurador acudía a Jerusalén en estas
ponda: ocasiones, llevando, como es natural, tropas de refuerzo.

Si Demetrio y los artesanos, sus compañeros, tienen que-


rella contra alguien, audiencias judiciales se celebran y
procónsules hay: presenten acusación unos contra otros. 3. ¿Quién era Poncio Pilato?
Y si tenéis alguna ulterior demanda que hacer, en la
asamblea general se proveerá. Pues corremos peligro de Aparte su responsabilidad en el proceso de Jesús, los
ser acusados de sedición por ésta de hoy; sobre lo cual evangelios sólo nos dan dos leves informaciones sobre
no podemos dar razón que justifique este concurso tu- Pilato. En Le 13, ls, Jesús alude a una acción enérgica
multuoso (19,38-39).
de Pilato, es _decir, de sus tropas, en el recinto interior
del templo, a consecuencia de la cual murió un grupo de
Hay, pues, un tribunal del gobernador romano, el pro-
galileos. Resulta difícil precisar las circunstancias que pro-
cónsul, y un tribunal local, el de la asamblea del concejo,
vocaron esta acción. Probablemente se trató de un inten-
que se reunía tres veces al mes. El secretario recomien- to, real o aparente, de sedición o protesta política; y las
da a los alborotados que, según la índole del delito, re- tropas del procurador, que desde la torre Antonia y los
curran a uno u otro. pórticos vigilaban la gran explanada del templo, intervi-
Pero si los prefectos contaban con muy poco personal nieron rápidamente para sofocarlo. Se ha sugerido que
auxiliar para el desempeño de sus funciones civiles, no el hecho ocurrió la víspera de la Pascua, y más concre-
ocurría lo mismo en la esfera miltar. Por lo que se re- tamente de la segunda Pascua en la vida pública de Jesús,
fiere a Judea, autoridad romana significaba presencia de poco antes de la cual tuvo lugar la multiplicación de los
tropas. Es significativo el hecho de que los únicos oficia- panes (Jn 6,4). Unos galileos en el templo de Jerusalén

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son, naturalmente, peregrinos que acuden a la fiesta. Se- a todo general o magistrado que marchase a provincias
gún J. Blinzler, estos peregrinos pudieron ser galileos que se le impidiese llevar consigo a su mujer. Los motivos
habían participado en el pan milagroso; una torcida inter- de este proyecto de ley no eran políticos, sino persona-
pretación del hecho los llevó a una excitación mesiánico- les: el feroz resentimiento de Tiberio contra Agripina,
política, semejante a otras que nos describe F. Josefo y viuda de Germánico (2). En su discurso, Cecina descri-
que también fueron reprimidas con mano dura por los bió con tintas negras la perniciosa influencia de la mu-
procuradores. No obstante, es posible también que se tra- jer sobre los gobernadores y, aludiendo claramente a Agri-
tara de galileos que no tenían nada que ver con Jesús, sino pina, habló de las esposas dominantes que "se pasean
con el movimiento religioso-político de los celotas, cuyo entre los soldados y dan órdenes a los centuriones" (Tá-
iniciador fue precisamente Judas el Galileo, en los prime- cito, An. 1, 69). Le replicó Valerio Mesalino, que defen-
dió con fogosa elocuencia a las mujeres y lanzó a Tiberio
ros años del siglo I.
la indirecta envenenada de que también Livia, la esposa
El otro dato nos lo ha conservado sólo Mt: Pilato tie- de Augusto, acompañaba a su marido en sus viajes polí-
ne consigo a su mujer. De ello nos enteramos cuando, ticos y guerreros. La discusión terminó aquí; Tiberio no
en 27,19, dice que, estando el procurador sentado en el quiso insistir, y las cosas siguieron como estaban. Lo más
tribunal, su mujer le mandó decir: "No hagas ningún mal natural, por tanto, es que Pilato tuviera consigo a su
a ese justo, pues he sufrido mucho hoy en sueños a cau- mujer. Según la leyenda posterior, ésta se llamaba Prócula.
sa de él". No podemos entrar aquí en la discusión sobre
Sobre la actuación de Pilato en el proceso de Jesús nin-
la historicidad de esta noticia.
gún autor antiguo nos da más información que los Evan-
En tiempo de Tiberio, los gobernadores de las provin- gelios. En Hechos tenemos simples alusiones a ella, y del
cias podían llevar consigo a sus mujeres. Según Suetonio mismo tipo son las escuetas noticias de los historiadores
(Aug. 24), Augusto había prohibido que los gobernado- paganos. En otra ocasión nos ocuparemos del Pilato que
res tuvieran consigo a sus mujeres; sólo permitía una vi-
encontramos en los Evangelios. Ahora queremos reunir
sita en los meses de invierno. Pero en tiempo de Tiberio
los datos que sobre su persona nos ofrecen las demás fuen-
esta prohibición no se respetaba. Sabemos, por ejemplo,
tes, escasas y no muy explícitas, que hablan de él.
que, ya a la muerte de Augusto, Germánico tenía consi-
go a su mujer, Agripina, en Germania; y a comienzos del a) La inscripción de Cesárea.—En 1961, una misión
reinado de Tiberio lo acompañó a Oriente (Tácito, Ana- arqueológica italiana que trabajaba en las ruinas de Cesa-
les 1, 40; 2, 55). Por la misma época, Pisón se halla en rea, que como hemos dicho fue lugar de residencia de los
Oriente acompañado de Plancina, su mujer. Si se tiene procuradores, descubría una inscripción latina mutilada
en cuenta que Augusto relevaba con frecuencia a los en que aparecía el nombre de Pilato. El que la inscrip-
gobernadores, mientras Tiberio los mantenía mucho tiem- ción no haya llegado a nosotros completa se debe a que
po en el cargo, la dificultad de respetar la prohibición de la piedra en que está grabada no ha aparecido en su lu-
Augusto hubiera sido mayor. gar original, sino en las ruinas del teatro romano: en
El año cuarto del consulado de Tiberio (21 d. C.) hubo una fecha posterior a la construcción de éste, con oca-
un intento de volver a la práctica anterior. Cecina Se- sión de unas reformas realizadas en él, la piedra en que
vero, siguiendo órdenes de Tiberio, pidió al senado que Pilato había hecho esculpir la inscripción fue reutilizada,

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y para ello "trabajada" por los canteros. Las tres líneas en la historia de la Roma imperial, que sirve de marco
incompletas que se salvaron del martillo dicen así: al acontecimiento, ya no tan pequeño, de la muerte de
Cristo.
... S TIBERIEUM b) Las monedas de Pilato.—Los procuradores romanos
...PONTIUS PILATUS de Judea podían acuñar moneda, pero sólo piezas pe-
...PRAEFECTUS IUDAEAE queñas de bronce, destinadas a la circulación local. La
moneda mayor era acuñada directamente por Roma. Los
Por el tamaño de las letras (6 y 7 cm. de altura) se
puede deducir que la inscripción se hizo para ser colo-
cada a cierta altura. En ella se decía que Poncio Pilato,
prefecto de Judea, había construido un Tiberieum. No es
posible determinar la índole exacta de esta construcción,
pero el nombre permite afirmar que con ella Pilato quiso
honrar a Tiberio y así asegurarse su simpatía. Pudo tra-
trase de una plaza con soportales, o algo semejante. Al
mismo tiempo que honrar a Tiberio, con esta construc-
ción Pilato pudo querer conciliarse con los habitantes de
Cesárea, si la obra se realizó después de alguno de los Pequeña moneda de cobre de Pilato notablemente ampliada.
incidentes que conocemos por Filón y F. Josefo. En la de la izquierda, el "lituus" o bastón de los augures.
Lo que sí nos dice con claridad esta mutilada inscrip-
ción es cuál era el título de Pilato: prefecto de Judea.
Tácito, que escribía a finales del siglo I y comienzos del ejemplares que nos han llegado son de fabricación muy
II, lo llama "procurador". Flavio Josefo, que escribe en tosca, obra de artesanos locales; tienen un diámetro de
griego y es contemporáneo de Tácito, utiliza dos términos un centímetro y medio, y representan la moneda de me-
para designar el cargo de los que, como Pilato, represen- nor valor: un lepton, según la terminología griega; un
taron a la autoridad romana en Judea: epitropos, "procu- cuadrante, es decir, la cuarta parte de un as, según la
rador", y epárchos, "prefecto". Como no es posible poner terminología romana.
en duda la exactitud de la inscripción—está en latín y En las monedas acuñadas por los procuradores ante-
se grabó sin duda por orden del propio Pilato—, se ha riores a Pilato no hay nada que recuerde la tradición ro-
de reconocer que cuando Tácito y Josefo lo llaman pro- mana: los dibujos grabados son la espiga, la palma, la
curador están aplicando a una época anterior un título palmera, el cuerno de la abundancia, la jarra de dos asas,
que se generalizó en fecha posterior, según algunos auto- la corona; es decir, cosas que evocan la Ley mosaica o
res desde la época de Claudio (c. 44 d. C). A pesar de el formulario helenístico. Las de Pilato, en cambio, intro-
la escasa información que nos da, esta inscripción hace ducen símbolos romanos: la corona de laurel, el lituus
que la persona de Poncio Pilato aparezca ante nuestros (=bastón con empuñadura encorvada, empleado por los
ojos con mayor realismo, como un verdadero personaje sacerdotes en los augurios) y el simpulum (=pequeña
de carne y hueso que ocupa un lugar, aunque pequeño, copa con que se libaba el vino en los sacrificios; por eso
noticias de cierta extensión sobre Pilato son los judíos
las mujeres dedicadas a las cosas divinas eran llamadas Filón de Alejandría, que nació el año 20 a. C. y murió
"simpulatrices"). Como estos emblemas evocaban un cul- a mediados del siglo I y Flavio Josefo, que nació el año
to pagano, y los judíos se mostraron siempre tenaces en 37/38 d. C. y escribió sus obras en los últimos veinticin-
exigir respeto a sus sentimientos religiosos, se ha queri- co años del siglo I. Pero estos autores no nos han legado
do leer en estas monedas de Pilato una actitud provoca- una biografía completa, aunque breve, de Pilato, sino sim-
dora frente a sus subditos, la misma que suponen clara- plemente el relato de unos pocos episodios de su actividad
mente los episodios que narran Filón y Josefo. Tendríamos como procurador de Judea. (Los textos pueden leerse en
así, en el lenguaje mudo de las monedas, una confirma- el apéndice.) Nada nos dicen, por ejemplo, de su origen
ción del Pilato orgulloso y desafiante que nos describen y su carrera política antes de ocupar su cargo en Judea.
los escritores judíos. Muy probablemente, el famoso procurador pertenecía a
la vieja familia samnita de los Poncios, que destacó en
Sin embargo hay motivos para recelar de esta lectura
las guerras que la pequeña república romana debió sos-
de una actitud fuertemente provocadora en las monedas
tener en los siglos IV y III a. C. con los belicosos pobla-
acuñadas por Pilato. Para que esa lectura fuese segura
dores de Samnio, el territorio montañoso al sureste del
sería preciso que los dibujos de estas monedas constitu-
Lacio. Dos siglos más tarde, cuando el territorio samnita
yesen verdaderamente una novedad y un caso único en
estaba ya totalmente integrado en la unidad política crea-
Judea; y más bien debemos decir que no hubo tal novedad
da por Roma, un miembro de esta familia, L. Poncio
ni se trató de un caso único. Ya Herodes el Grande, en Aquilio, tomó parte en el asesinato de Julio César. Otros
los últimos años de su vida, hizo grabar en sus monedas Poncios alcanzaron en tiempo de Tiberio el consulado.
el águila imperial. Poco después de Pilato, Agripa I, el Podemos afirmar, por tanto, que Poncio Pilato pertene-
ídolo de los fariseos —para congraciarse con las autori- cía a la clase ecuestre, como correspondía a los goberna-
dades judías hizo decapitar a Santiago y encarcelar a San dores de provincias menores y como dice explícitamente
Pedro (Hec 12,1-3)—•, acuñaba monedas en las que apa- Josefo del primer procurador de Judea, Coponio.
recía la cabeza del César. Y monedas de este tipo, es
decir, con la efigie de un hombre, debían herir los sen- De los cuatro episodios que narran Filón y Josefo, dos
timientos religiosos de los fariseos mucho más que el denuncian sin duda en Pilato una actitud despectiva e
dibujo impreciso del vaso de las libaciones o el bastón de e intolerante hacia los judíos: el de las enseñas introdu-
los augures. Por otra parte, entre las monedas de los pro- cidas en Jerusalén y el de los escudos votivos, colocados
curadores hay algunas del mismo tipo que las de Pilato en el palacio de Herodes, es decir, dentro también de la
y que con grandísima posibilidad fueron acuñadas por ciudad santa. En el primero, Pilato se muestra además
Valerio Grato, el predecesor de Pilato, que ocupó el car- terco e inflexible en sus resoluciones. Esta actitud de
go más de diez años. Pilato, por tanto, pudo ser intran- dureza frente a los sentimientos religiosos judíos choca
sigente y poco comprensivo ante las peculiaridades de con la política tolerante que habían seguido los gobernan-
la religiosidad judía, pero por sus monedas sólo no po- tes anteriores y que practicaron también muchos de los
demos afirmarlo. que siguieron. Veamos algunos ejemplos de esta actitud
comprensiva, que nos permitirán percibir lo anormal del
c) Los escritores judíos: Filón de Alejandría y Fla- proceder de Pilato.
vio Josefo.—Los dos únicos autores antiguos que nos dan
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El 44 a. C , Dolabela, gobernador de Siria, que por un acampó en Ptolemaida, al Norte de Haifa. Su intención
tiempo debió atender la provincia de Asia, escribe a las era marchar a Petra, capital de los nabateos, atravesan-
autoridades de Efeso, capital de la provincia: do Judea. Pero una embajada de las autoridades judías
acudió a suplicarle que no atravesase el país, "pues era
Alejandro, sumo sacerdote y etnarca de los judíos, me contrario a su tradición permitir que entrasen en su sue-
ha explicado que sus correligionarios no pueden servir lo imágenes, como las que contenían en abundancia las
en la milicia porque no les es lícito llevar armas ni cami- enseñas" (Josefo, Ant. 18, 121). Vitelio accedió a la peti-
nar en día de sábado, ni les es posible procurarse los ción y, abandonando su plan original, ordenó que las tro-
alimentos nativos a que están acostumbrados Yo, pues,
de igual modo que los gobernadores que me han prece- pas pasasen a TransJordania por la Gran Llanura (de Es-
dido, les concedo la exención del servicio militar y les drelón o del Jordán), mientras él, acompañado de Anti-
permito seguir sus costumbres nativas y reunirse ipara pas, marchó a Jerusalén. Este gesto de Vitelio armoniza
¡os ritos sagrados y santos de acuerdo con su ley, y hacer muy bien con el juicio que de este legado de Siria da
ofrendas para sus sacrificios. Y es mi deseo que vosotros Tácito: "gobernó las provincias con la vieja virtud" (An.
escribáis estas instrucciones a las diversas ciudades
(Josefo, Ant. 14,225-227). 6, 32).
Todos estos ejemplos —que podían aumentarse fácil-
Otros decretos de la autoridad romana o de las auto- mente— hacen ver que la autoridad romana, al menos
ridades locales —muchas veces por imposición de las ro- oficialmente, se mostró comprensiva incluso frente a exi-
manas— hablan de los derechos de los judíos a tener si- gencias del sentimiento religioso judío que a un pagano
nagogas y celebrar reuniones, a administrar justicia en podían parecer quisquillosas. Frente a Vitelio, que respeta
tribunales propios y según sus leyes, e incluso a que los la santidad del territorio, el proceder de Pilato es sin duda
oficiales del mercado se ocupen de que en él haya alimen- de una insolencia hiriente: en los episodios de las enseñas
tos que los judíos están autorizados a comer. En algún y los escudos se burla de la santidad de Jerusalén. El que
caso se especifican las multas que deberán pagar los que fuese escogido para prefecto de Judea un hombre tan
impidan a los judíos el ejercicio de estos derechos. Por poco simpatizante con los judíos puede explicarse por
lo que se refiere al respeto de Roma al sentimiento reli- la actitud de Seyano hacia éstos. Pilato llegaba a Judea
gioso judío dentro de Palestina, el caso más expresivo el año 26, el mismo en que Tiberio se retiraba a Capri y
es el privilegio de castigar con la muerte a los gentiles, dejaba casi totalmente el gobierno del Imperio en manos
incluso ciudadanos romanos, que penetrasen en el re- de Seyano, prefecto de la guardia pretoriana. A su in-
cinto interior del templo. flujo atribuye Filón las medidas anti-judías de Tiberio.
Dentro de esta política de respeto a las exigencias re- Pilato, por tanto, pudo ser hechura del anti-judío Seyano;
ligiosas de los judíos merece citarse también el gesto de su actitud intolerante se explica bien si el superior que
Vitelio, el legado de Siria que se encargó de deponer a debía recibir las quejas era quizá más hostil a los judíos.
Pilato y enviarlo a Roma. Unos años sólo después de la Con la caída de Seyano el año 31, las cosas cambiaron.
muerte de Jesús, Vitelio acudió en ayuda de Herodes An- En el episodio del acueducto, a pesar de que Pilato
tipas, cuyas tropas habían sido derrotadas por Aretas, actúa con implacable dureza, el hombre de hoy que lee
el rey de los nabateos, en TransJordania. Con dos legio- el relato de Josefo quizá considere intransigentes a los
nes y las correspondientes fuerzas auxiliares, el legado judíos y sensato al procurador. Todavía hoy pueden verse

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largos tramos del canal de más de 60 Km. —en línea recta la propuesta fue aceptada. Entre pavimentar la ciudad y
serían sólo 20— que, desde el Sur de Belén y dando gran- traer agua para la ciudad y el templo no hay la menor
des rodeos para salvar las colinas, abastecía de agua a la diferencia. Así se explica que Josefo, aunque no critica la
ciudad santa. La fase primitiva de este canal pudiera re- reacción de los judíos, tampoco se pronuncie de modo
montarse al propio Salomón. Continuando probablemen- desfavorable sobre el proceder de Pilato.
te obras de ampliación de traída de aguas emprendidas El último episodio de la prefectura de Pilato que narra
por Herodes, Pilato construyó un nuevo canal y recogió Josefo, es el que le ocasionó la pérdida del cargo. Un fal-
el agua de más fuentes en los embalses abastecedores. so profeta samaritano, hábil seductor del pueblo, prome-
La ciudad, sobre todo el servicio del templo, exigía enor- tió a sus correligionarios que, si subían con él al monte
mes cantidades de agua, que no podían suministrar ni la Garizín, les mostraría los vasos sagrados que Moisés ha-
pequeña fuente Guihón—en la ladera oriental de la coli- bía enterrado allí. Una gran multitud se congregó con
na de la ciudad vieja— ni las grandes cisternas. El delito armas al pie del monte. Pilato tuvo noticia a tiempo y,
de Pilato consistió en que para financiar estas obras re- antes de que se realizase la fervorosa ascensión, sus tro-
currió al tesoro del templo. pas cayeron sobre los congregados y les infligieron un
El P. Abel califica la tumultuosa reacción de los judíos castigo brutal. Luego, el procurador hizo ejecutar a los
a este delito de Pilato de "motín ridículo" (3). Pero el principales cabecillas y a las personas de más rango. (La
mismo Josefo parece considerarlo así. Su relato, en efecto, matanza de galileos en el templo de Jerusalén, de que
se habla en Le 13, ls, fue una acción muy semejante, aun-
no habla de protesta de las autoridades judías por la dura
que quizá el motín que la provocó se parecía más a una
represión de Pilato, en la que se derrama mucha sangre, manifestación nacionalista, anti-romana, que a un simple
ni alude a leyes judías que el procurador pudo quebran- entusiasmo de peregrinos.) Las autoridades samaritanas
tar. Por el mismo Josefo conocemos empleos semejantes acudieron al legado de Siria, Vitelio; éste las escuchó,
del dinero del templo. Según la Mishna, el dinero del ordenó a Pilato que regresase a Roma para rendir cuen-
templo se destinaba a adquirir las víctimas para los sa- tas al emperador, y envió a Marcelo para que se hiciese
crificios perpetuos y sus libaciones, y todo lo necesario cargo del gobierno de Judea y Samaría. Cuando llegó a
para el culto; pero con él se atendían también "el canal Roma, Tiberio había muerto.
de las aguas (del templo), las murallas de la ciudad y
sus torres, y todo lo que era necesario para la ciudad" Las fuentes históricas no nos hablan más de Pilato. La
(Shekalim 4, 1-3). Varios datos de Josefo están de acuer- leyenda dice que se suicidó. Es posible que tras esta le-
do con esta legislación. Cuando las obras del templo se yenda se esconda un hecho real: el depuesto procurador
terminaron, en tiempo del procurador Albino (62-64 d. pudo recurrir al suicidio, nada extraño en el mundo de
C), quedaron sin trabajo dieciocho mil obreros. Para re- Roma, para escapar a la condena que podía venirle del
sucesor de Tiberio, Cayo Calígula.
mediar este paro, las autoridades judías pidieron a Agri-
pa II, rey de Calcis y administrador del templo, que ocu- Como resultado del examen de los testimonios de Fi-
pase los obreros en levantar el pórtico oriental de la lón y Josefo podemos decir: Pilato fue sin duda un pro-
gran explanada del templo. Agripa se negó a emprender curador frío y hostil a los judíos, poco comprensivo fren-
una obra tan complicada y costosa, y en su lugar pro- te a sus singularidades religiosas, enérgico en sus deci-
puso que se pavimentase la ciudad con piedras blancas; siones de gobernante e implacable a la hora del castigo.

48
Pero a la vez podemos leer en ellos lo complicado que sentimiento religioso judío y una política dura, que no
era gobernar a un pueblo dividido en bandos que se hos- se justifica quizá por el simple sentido de su lealtad al
tigaban sin cesar y no facilitaban excesivamente la tarea emperador. Pero si Pilato hubiese sido como lo pinta Fi-
al gobernador romano. lón, no se explica cómo fue mantenido tanto tiempo en
La descripción, en cambio, del gobierno de Pilato que el cargo: la protesta de los samaritanos que le costó la
hace Filón tiene mucho de exageración retórica: en su destitución habría tenido lugar antes. Y si era difícil que
tiempo—dice—hubo "sobornos, insultos, latrocinios, ul- sus atropellos llegasen a conocimiento de Tiberio en Ca-
trajes y desenfrenadas injurias, ejecuciones sin juicio cons- pri, era en cambio fácil notificarlos al legado de Siria.
tantemente repetidas, incensante y atroz crueldad". Se Da la impresión, por tanto, de que a la denuncia de los
ha de recordar que estas palabras pertenecen a una carta samaritanos, que tuvo lugar cuando Pilato llevaba diez
de Agripa I—retocada sin duda por Filón—a Calígula años en el cargo, no habían precedido muchas quejas se-
para disuadirlo de que haga levantar una estatua suya mejantes.
en el templo de Jerusalén (40 d. C). Para exaltar la tole-
rancia de Tiberio y mover a Calígula a seguir su templo, FRANCISCO JAVIER MARTÍNEZ
le conviene pintar con tintas negras a Pilato, cuya con-
ducta imitará Calígula si persiste en su propósito; Tiberio
no toleró el atropello de Pilato. Por otra parte, no sería
descabellado pensar que Agripa hace un juicio sombrío
del procurador para conseguir lo que alcanzará poco
NOTAS
después, en tiempo de Claudio: ser nombrado rey del
territorio gobernado por los procuradores.
(1) Véanse los estudios recientes de A. N. SHERWIN-WHITE,
En cuanto a la Legatio ad Ccúum de Filón, se trata de un especialista en derecho romano: The Trial of Christ, en Histo-
un escrito contra Calígula, publicado naturalmente tras ricity and Chronology in the NT, London, 1965, p. 97-116, y
la muerte de éste, en el que se describe la locura que Román Society and Román law in the NT, Oxford, 1963.
le hizo creerse un dios y obligar a que se instalasen (2) Véase G. MARAÑÓN, Tiberio, historia de un resentimien-
imágenes suyas en las sinagogas de Alejandría, y su in- to s, Madrid, 1963, p. 152s. El libro, escrito con gran hondura
humana y gracia literaria, es excelente para conocer el mundo
tento de hacer colocar otra en el templo de Jerusalén. El de la capital del Imperio en tiempo de Jesús.
escrito termina con la descripción de la embajada que
(3) F.-M. ABEL, Histoire de la Palestine, Tome I: De la con-
los judíos de Alejandría envían a Calígula, de la que for- quéte d'Alexandre jusqu' a la guerre juive, Paris, 1952, p. 439.
maba parte Filón, y de la pintoresca y despectiva audien-
cia que el delirante emperador les concede. En una obra
de este género, escrita con amplio recurso a la retórica,
las exageraciones no son fenómeno raro, aunque tengan
un fondo de verdad. Y esto pudo ocurrir en su semblanza
del procurador Poncio Pilato.
Como hemos dicho, la actuación de Pilato en Judea se
caracterizó ciertamente por una escasa comprensión del

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APÉNDICE-TEXTOS Cuando él, inflexible de carácter, una mezcla de autori-
tarismo e implacabilidad, se negó tercamente a hacer lo
que pedían, ellos clamaron: "No provoques una sedición,
no hagas la guerra, no destruyas la paz; no honras al
emperador deshonrando las viejas leyes. No tomes a Ti-
berio como pretexto para ultrajar a la nación; él no desea
PONCIO PILATO SEGÚN FILÓN DE ALEJANDRÍA que se pisotee ninguna de nuestras costumbres. Si dices
que él lo desea, preséntanos una orden o una carta o
algo semejante, y dejaremos de importunarte; luego, es-
¿Y qué decir de tu otro abuelo, Tiberio César? ¿No si- cogiendo embajadores, presentaremos una petición a
guió la misma política (que Augusto y Marco Agripa)? nuestro señor (=Tiberio)".
Durante los veintitrés años que fue emperador mantuvo Esto último fue lo que más lo exasperó, pues temió
la tradición observada en el templo desde tiempos anti- que, si realmente enviaban una embajada, expondrían
guos y no destruyó ni trastornó ninguna parte de él. también el resto de su conducta como gobernador e infor-
Y puedo citar además una acción suya que denuncia un marían al César ampliamente de los sobornos recibidos,
espíritu delicado. Porque, aunque yo sufrí muchas cala- los insultos, los latrocinios, los ultrajes y las desenfrenadas
midades mientras él vivió, la verdad debe decirse y tú injurias, las ejecuciones sin juicio constantemente repe-
la estimas. tidas, la incesante y atroz crueldad. Así, con su carácter
Uno de los lugartenientes de Tiberio fue Pilato, al que vengativo y su colérico temperamento, se hallaba en una
fue encomendado el gobierno de Judea. Pilato, no tanto situación difícil. No tenía valor para quitar lo que ha-
para honrar a Tiberio cuanto para molestar al pueblo, bía dedicado, ni quería hacer nada que agradase a sus
dedicó en el palacio de Herodes, en la ciudad santa, unos subditos. Al mismo tiempo conocía perfectamente la po-
escudos revestidos de oro. Estos no contenían ninguna lítica constante de Tiberio en estas materias. Los magis-
efigie u otra cosa prohibida por la Ley, excepto una sen- trados vieron esto y, comprendiendo que se había arre-
cilla inscripción en que se decían dos cosas: el nombre pentido de su acción pero no quería aparecer arrepentido,
de la persona que había hecho la dedicación y el de la enviaron una carta a Tiberio con una insistente súplica.
persona en cuyo honor habían sido dedicados. Cuando la leyó, ¡con qué palabras habló de Pilato, qué
Pero cuando la multitud conoció el hecho, que se había amenazas formuló contra él! La violencia de su ira, aunque
convertido en materia de todas las conversaciones, po- no se encolerizaba fácilmente, no es preciso describirla,
niendo a su cabeza los cuatro hijos del rey—que en dig- pues los hechos hablan por sí mismos. Al instante, sin
nidad y fortuna no eran inferiores a un rey— y sus otros posponerlo para el día siguiente, escribió a Pilato una
descendientes, y las otras personas de autoridad, acudie- andanada de reproches y reprimendas por su atrevida
ron a Pilato pidiéndole que hiciera cesar el quebranta- violación de una vieja costumbre y le ordenó quitase in-
miento de sus tradiciones mediante los escudos y no mediatamente los escudos y los trasladase desde la capi-
alterara las costumbres que durante todos los tiempos tal a Cesárea, en la costa, por sobrenombre Augusta,
anteriores habían sido respetadas sin interferencia por según el nombre de tu abuelo, y los hiciera colocar en
reyes y emperadores. el templo de Augusto; y allí fueron colocados. De este


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modo se respetaron dos cosas: el honor del emperador fuerza de su veneración a las leyes, retiró al punto las
y la política observada desde antiguo en el trato con la efigies de Jerusalen y las llevó de nuevo a Cesárea (Ant.
ciudad (Legatio ad Gaium 298-305). 18, 55-59).

El acueducto.
PONCIO PILATO SEGÚN FLAVIO JOSEFO Hizo Pilato una traída de aguas a Jerusalen, para la
cual empleó el dinero sagrado, haciendo la toma de la
Las enseñas. corriente de agua a una distancia de doscientos estadios
(=60 Km.). Los judíos no aprobaron estas operaciones
Pilato, el procurador de Judea, al trasladar las tropas en torno al agua, y decenas de miles de hombres se con-
desde Cesárea para llevarlas a los cuarteles de invierno gregaron y gritaban contra él, pidiéndole que desistiese
en Jerusalen, dio un paso atrevido en contra de las prác- de tales planes. Algunos incluso vociferaban contra él
ticas judías: introdujo en la ciudad las efigies del em- insultos e insolencias, como suele hacer la multitud. En-
perador que contenían las enseñas militares, siendo así tonces Pilato hizo vestir gran número de soldados con
que nuestra ley prohibe hacer imágenes. Por este motivo, vestidos judíos, debajo de los cuales llevaban escondidas
los anteriores procuradores, cuando entraban en la ciu- porras, y les mandó que rodeasen a la multitud, a la cual
dad, usaban enseñas que no tenían tales ornatos. Pilato ordenó que se retirase. Cuando las gentes estaban entre-
fue el primero que introdujo las efigies en Jerusalen, y gadas al torrente de insultos, dio a los soldados la señal
las colocó allí sin que nadie lo notase, pues la entrada convenida. Estos propinaron golpes mucho más fuertes
tuvo lugar por la noche. de lo que Pilato había ordenado, castigando por igual a
Cuando los habitantes las descubrieron, marcharon en los que alborotaban y a los que no alborotaban. Pero la
masa a Cesárea y durante muchos días estuvieron supli- multitud no dio muestras de ceder. Y así, sorprendidos
cando que retirara las efigies. El se negó a acceder, pues por hombres que realizaban un ataque preparado, mu-
el hacerlo hubiera constituido una ofensa para el empera- chos de ellos murieron en el lugar, mientras otros se re-
dor. Pero en vista de que no cesaban de insistir, el sexto tiraron malheridos. Así terminó la revuelta (Ant. 18,
día colocó secretamente sus tropas armadas, mientras él 60-62).
subía al podio del orador; este podio había sido levan-
tado en el estadio, donde estaba escondida la tropa en
espera de órdenes. Cuando los judíos comenzaron de nue- El motín de los samaritanos.
vo a suplicar, a una señal convenida, hizo que sus solda- Tampoco se vio libre de disturbios el pueblo de los sa-
dos los rodeasen y les amenazó con castigarlos allí mismo maritanos. Un hombre, en efecto, al que importaba poco
con la muerte si no terminaban aquel tumulto y regresa- mentir y en todos sus planes sabía seducir a la multitud,
ban a sus casas. Pero ellos, postrándose en tierra y des- los reunió ordenándoles que fueran con él al monte Ga-
nudando los cuellos, dijeron que con gusto recibirían la rizín, que ellos consideran como el más santo de los mon-
muerte antes que permitir que fuesen quebrantadas las tes, y les aseguró que, si acudían, les mostraría los vasos
sabias prescripciones de la ley. Pilato, asombrado de la sagrados que estaban enterrados allí, donde Moisés los

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había depositado. Ellos, creyendo aquella historia, acu-
dieron armados y, apostándose en cierta aldea llamada NUEVAS CARTAS DE SAN JERONIMC
Tirathana, recibían a los que se congregaban en gran
multitud para subir al monte. Pero Pilato, adelantándose
con un destacamento de jinetes y hoplitas, se anticipó a
su subida; y las tropas, en un encuentro con los primeros
llegados a la aldea, mataron a unos y pusieron en fuga
a otros; y de los que huían capturaron a muchos, de los
cuales Pilato hizo matar a los principales cabecillas y a
los más influyentes.
Cuando el tumulto quedó apaciguado, el concejo de "LOS QUE DEVORAN
los samaritanos acudió a Vitelio, hombre de rango con- LAS CASAS DE LAS VIUDAS" (Me 12,40)
sular que era gobernador de Siria, y acusó a Pilato de la
muerte de las víctimas. Porque—decían—no se habían
reunido en Tirathana como rebeldes contra los romanos, Estimado señor Arcipreste: Me pregunta usted qué quie-
sino como fugitivos de la persecución de Pilato. Entonces re decir Jesús cuando acusa a los escribas de "devorar las
Vitelio envió a Marcelo, uno de sus amigos, para que se casas de las viudas con achaque de recitar largas oracio-
hiciera cargo de la administración de Judea, y ordenó a nes". Con mucho gusto procuraré exponer lo que parecen
Pilato que regresase a Roma para rendir cuentas al em- significar estas palabras de Jesús. Se trata de una frase
perador de las acusaciones que presentaban contra él los dentro de un breve discurso de Jesús en Me 12, 38-40,
samaritanos. Así Pilato, después de permanecer diez años que dice así:
en Judea, marchó a Roma cumpliendo las órdenes de
Vitelio, pues no le era posible negarse. Pero antes que Y en su enseñanza decía: "Guardaos de los escribas, que
llegase a Roma, Tiberio había muerto (Ant. 18, 85-89). gustan de pasearse con amplio ropaje y de ser saludados
en las plazas, y de los primeros asientos en las sinagogas
y de los primeros puestos en los banquetes; que devoran
las casas de las viudas con achaque de recitar largas ora-
ciones : éstos recibirán rigurosa sentencia".

No haría falta decir que las "casas de las viudas" desig-


nan su hacienda, sus bienes. Pero aun con esta aclaración
no se ha disipado la oscuridad. Uno de los mejores comen-
taristas de San Marcos, el inglés A. E. J. Rawlinson, escri-
be: "No sabemos en qué sentido concreto podía decirse
que los escribas devoraban las casas de las viudas". Por
otra parte, una acusación tan general de los escribas ha
parecido exagerada: podía haber algunos que lo hicieran
—Rawlinson dice que Jesús pudo referirse a un grupo es-
pecial de escribas de Jerusalén—, pero generalizar la acti-
•5/í
57
sación incluyendo a todos los escribas resulta desor- res (de la corte)... Cuando todo el pueblo judío se com-
bitado. prometió con juramento a ser leal al César y al gobierno
del rey (Herodes), estos hombres, más de seis mil, se ne-
Por eso, y apoyándonos en una anomalía redaccional del garon a prestar el juramento. El rey les impuso una fuer-
original griego de Me, ya desde el siglo XVIII se viene te multa, pero la mujer de Pheroras pagó la multa por
dando esta explicación: el breve discurso de Jesús contra ellos (Ant. 17,41-42).
los escribas consta de dos partes: la primera termina en
"... los primeros puestos en los banquetes"; y aquí em- La mayoría de los escribas pertenecía a la la secta de los
pieza la segunda, que consta de una frase que originaria- fariseos; por tanto, lo que Josefo dice de los fariseos pue-
mente no se refería a los escribas, sino en términos gene- de aplicarse también a los escribas. Jesús querría decir que
rales a cualquiera que "devorase la casa de las viudas". los escribas aprovechaban su categoría de dirigentes espi-
En otras palabras: al final del v. 39 debe haber un punto, rituales del pueblo para lograr ayuda económica de las
y con el v. 40 empieza una frase nueva ("... los banquetes. mujeres pudientes. Pero en ese caso, ¿por qué Jesús habla
Los que devoran..."), en que se habla de otros hombres. sólo de viudas, mientras en Josefo la que interviene es
Los hechos en que se apoya esta interpretación son cier- una mujer casada y con el marido vivo? ¿Y por qué a esto
tos: el griego de Me contiene una rudeza redaccional muy se lo llama "devorar sus casas"? Aquí es interesante re-
fuerte (en el v. 38, los escribas y el participio "que gus- cordar que algunos manuscritos, en lugar de "casas de las
tan" van en genitivo; el v. 40, en cambio, comienza con viudas", dicen: "devorar las casas de las viudas y de los
un participio en nominativo, que por tanto no parece con- huérfanos", con lo cual traen a la mente los numerosos
certar con "los escribas" del comienzo), y los evangelistas pasajes de los profetas que hablan contra los opresores
unen a veces en forma de discurso dichos de Jesús que no del huérfano y la viuda. Esta variante es, sin duda, secun-
pertenecen al mismo tema. Pero también es posible en- daria; es decir, el original de Me hablaba sólo de viudas.
tender el texto griego sin punto entre los vv. 39 y 40, es Pero ¿no podemos sospechar que la adición de "y los huér-
decir, considerando todas las acusaciones como dirigidas fanos" está hecha por copistas que conocían las condicio-
a los escribas. Quizá uno de los motivos porque se han nes de vida del antiguo Oriente? Es posible que sí, como
querido separar las dos partes consiste en que se considera vamos a ver.
a los escribas como los dedicados al estudio de las Escri- Es curioso que la interpretación que vamos a describir,
turas, la predicación y la enseñanza del pueblo. Su defecto y que parece la más coherente, ha sido sugerida por auto-
típico —se piensa— es el criticado en la primera parte: res muy familiarizados con la vida del antiguo Oriente y,
la vanidad, el afán de reverencias honrosas por su condi- dentro de éste, de Palestina. Ya el P. Lagrange, que pasó
ción de hombres de Dios. En este contexto, la acusación toda su vida de estudioso y profesor en Jerusalén y pudo
de solapada e inicua codicia no parece encajar muy bien.
conocer bien la Palestina de comienzos de siglo —en la
Casi sin excepción, para arrojar luz sobre este pasaje, los
que apenas había penetrado el modo de vida creado por
comentaristas citan como referencia a un hecho paralelo
el Occidente moderno—, escribía: "Los escribas devoran
las siguientes líneas de F. Josefo:
los bienes de las viudas no por aceptar limosnas, sino más
Había también un grupo de judíos que se enorgullecían bien por aprovecharse de sus conocimientos jurídicos para
de observar las costumbres ancestrales y las leyes divinas. despojarlas. En las sociedades en que los derechos de la
Estos hombres, llamados fariseos, dominaban a las muje- mujer dependen en gran parte de la protección de los hom-

58 59
bres de la familia, las viudas son, naturalmente, objeto de de esta clase, con frecuencia el resultado era: la herencia
codicia". Con esto el P. Lagrange recuerda un dato muy cambiaba misteriosamente de dueño o quedaba muy dismi-
importante: en el judaismo, los escribas eran a la vez nuida".
predicadores y juristas. El derecho religioso, la moral y el Esta ambientación en el mundo del antiguo Oriente nos
derecho civil están estrechamente unidos, como se ve ya permite ya entender mejor la acusación de Jesús. Pero po-
en el Antiguo Testamento; lo mismo ocurre en la litera- demos puntualizar más. Recientemente, el inglés J. D. M.
tura judía posterior. Por tanto, los técnicos en la Escritu- Derrett, un especialista en derecho oriental —incluido el
ra eran a la vez los técnicos en cuestiones jurídicas. Y las judío— que se ha ocupado de pasajes evangélicos en que
viudas y los huérfanos se veían casi siempre implicados en de un modo u otro intervienen las prácticas jurídicas, de-
problemas jurídicos y pleitos. dicaba un breve estudio al pasaje que comentamos. Según
Otro autor que ha puesto al servicio del Evangelio sus él, la situación a que alude este dicho de Jesús es la re-
conocimientos de la vida en el cercano Oriente, es G. M. lacionada con la institución jurídica de los tutores o ad-
Lamsa, un cristiano iraquí que escribe sin pretensiones de ministradores. Estudiando las referencias a ella en los es-
investigador, pero que merecería más atención de la que critos judíos se puede reunir una información suficiente
se le ha prestado. Comentando este pasaje de las viudas, sobre este punto.
este autor escribía en 1936: "En los países orientales, la Dos eran principalmente los casos en que las propieda-
mujer no poseía —y en la mayoría de los casos todavía no
des debían ponerse en manos de un tutor o administrador:
posee— ninguna clase de derechos. No podía poseer nada,
cuando un marido dejaba dispuesto que su viuda, joven e
ni estaba capacitada para comprar y vender. Si el marido
moría sin dejar hijos, el pariente varón más cercano here- incompetente, debía ser puesta bajo la protección de un
daba automáticamente su hacienda. En el caso de que el tutor, y que éste debía hacerse cargo de su hacienda, con
marido dejase un hijo menor de edad, la mujer, constitui- instrucciones sobre lo que debía hacer, por ejemplo, si
da administradora de la hacienda, debía buscar la ayuda la viuda se casaba de nuevo; cuando el padre o la madre
de un hombre que realizase en su lugar las gestiones ne- dejaban dispuesto que sus hijos menores de edad debían
cesarias. La mayoría de las mujeres escogían para este car- ser encomendados a un determinado tutor, y que éste
go de confianza un sacerdote o un hombre conocido por administraría la hacienda en beneficio de los menores.
su religiosidad. Como las mujeres llevaban una vida muy La remuneración de un tutor dependía de la voluntad del
recoleta, a la mayoría de ellas les resultaba difícil saber difunto o de la práctica judicial. El tutor podía exigir siem-
en quién debían confiar. Por eso observaban cómo hacían pre que se le pagasen los gastos, entre los que iban inclui-
sus oraciones los hombres en la iglesia o en la sinagoga, y, dos los que ocasionase una representación digna de los
como es natural, su elección recaía en el que más rezaba. menores o de la viuda en gestiones realizadas en nombre
La elección para consejero de viudas y huérfanos era muy de ellos. Sin duda, el mejor modo de remunerar a un ad-
codiciada. Los que sabían en qué se fijaban las mujeres ministrador o tutor era concederle un tanto por ciento de
para elegir, multiplicaban sus rezos —en público, natural- la renta producida por la herencia. Que esto sucedía en
mente— para rodearse de una aureola de religiosidad, tras tiempo de Jesús lo vemos por la parábola del administra-
la cual no había piedad verdadera, sino pura codicia. Si dor infiel, que utiliza los bienes de su amo para negociar
una viuda y sus hijos se ponían en manos de un hombre fraudulentamente (Le 16,1-8).

60 61
Los tutores o administradores fueron siempre sospecho- pues sólo Dios sabe si el pez bebe dentro del agua, o si el
sos, cuando parecían prosperar a expensas de los bienes administrador hace manipulaciones fraudulentas con los
confiados a su tutela. Al menos se podía decir que se ha- bienes administrados. Por eso se escogían para tutores
cían pagar los gastos a un precio pingüe. Ciertamente no personas con reputación de piadosas y temerosas de Dios.
había nada malo en que el tutor comiese a costa de los Por otra parte, los casos en que se necesitaban tutores
menores cuando los visitaba para supervisar sus intere- abundaban: en la antigüedad, las muertes prematuras ha-
ses, o cuando marchaba a la ciudad para defender su cau- cían que fuese mayor el número de viudas y huérfanos. Y
sa en litigio; pero cuando se dice de él que "come y bebe", como el cargo de tutor era apetecido, no es de extrañar
lo que se quiere indicar es que engorda a expensas de los que los candidatos abundasen y se preparasen a ser nom-
huérfanos o la viuda. Una breve historia rabínica nos hará brados con una ostentación de respetabilidad y escrupulo-
ver el lenguaje que se empleaba para designar estas ocul- sidad piadosa. De este modo, el prestigio era incluso de
tas manipulaciones de los tutores: más valor que el dinero.
No es preciso insistir en que este estado de cosas es
Amram, el tintorero, era tutor de unos huérfanos. Los pa- un excelente marco para todo el discurso de Jesús sobre
rientes se presentaron a Rabí Nahmán y se quejaron de
que Amram se estaba vistiendo y cubriendo con los bie-
los escribas en Me 12, 38-40; en él encajan las dos partes:
nes de los huérfanos. R. Nahmán dijo: "Sus palabras la alusión al pasear por la plaza con hábitos (¿el manto
deben ser oídas". (Los parientes añadieron:) "Come y usado en la sinagoga?), recibiendo respetuosos saludos de
bebe de su dinero, y él no es un hombre rico". (R. Nah- la gente, la solicitud por ocupar los primeros asientos en
mán dijo:) "Quizá ha encontrado un tesoro". (Los parien- las sinagogas (los más visibles) y los primeros puestos en
tes dijeron:) "Está saqueando los bienes". R. Nahmán
dijo: "Presentad pruebas de que los está saqueando, y lo los banquetes (que pueden ser de tipo ritual, como los
removeré del cargo, pues R. Huna, nuestro colega, dijo del sábado) y la aparatosa prolongación de los rezos eran
en nombre de Rab: Si un tutor saquea la propiedad de los preparativos para poder un día "devorar las casas de
unos huérfanos, debe ser removido" (b. Gittin, 52 b). las viudas", comer y beber a costa de ellas. El texto, por
tanto, debe traducirse así:
Las expresiones que aquí se emplean para designar el
proceder de un tutor aprovechado son muy semejantes a Y en sus enseñanzas les decía: "Guardaos de los escribas,
las que tenemos en los evangelios: "devorar las casas de que gustan de pasearse con togas y ser saludados en las
las viudas", "comer y beber con los borrachos" (Mt 24,49: plazas, y de los primeros asientos en las sinagogas y los
primeros puestos en los banquetes; que devoran (o: quie-
el siervo malvado que el amo nombra administrador de su ren devorar) las casas de las viudas, y para ello recitan
casa en su ausencia). Es muy probable, por tanto, que Je- largas oraciones: éstos recibirán rigurosa sentencia."
sús alude a esta clase de acciones ilegales de los escribas;
acciones que, por otra parte, eran muy difíciles de probar. Que Jesús no incluye en esta acusación a todos los escri-
Pero en este marco encaja también perfectamente la alu- bsa es evidente. Para justificar sus palabras basta que los
sión a "los largos rezos". A la hora de escoger un tutor tutores fuesen escogidos preferentemente entre los escri-
o administrador era preciso ponerse en manos de Dios, bas, y que el caso del tutor explotador fuese un tanto fre-

62 63
cuente. Por lo que se refiere a la dureza de las palabras de
Jesús, será oportuno recordar la insistencia y dureza de MEDITACION-HOMILIA
los profetas en esta materia, motivada quizá no tanto por
la frecuencia como por la gravedad del delito: medrar a
costa de unos desvalidos como son las viudas y los huér-
fanos es crimen que clama al cielo.
Espero, señor Arcipreste, que con estas divagaciones
haya logrado entender mejor unas palabras de Jesús que
zahieren un pecado no sólo de los escribas de su Palestina
natal, sino de todos los tiempos y de todos los países.
"Y LOS OJOS DE TODOS ESTABAN FIJOS EN EL"
Suyo siempre en Jesucristo:
Evangelio del Domingo 3.° ordinario:
HIERONYMUS
Le 1,1-4; 4,16-30.

El final del pasaje evangélico propuesto puede darnos


la pauta de nuestra reflexión: "los ojos de todos estaban
fijos en El". Es preciso que nazca de nuevo en nosotros
esta actitud de expectación frente al Señor. El tiene la
Palabra definitiva. El es la Palabra definitiva. Sin duda
que no nos es dado penetrar en el alcance total de esa
Palabra. Y tal vez el mismo ruido que nosotros hacemos
en torno a ella con las nuestras no nos deje percibir el
sentido sencillo que nos brinda. ¿Por qué lleva el hombre
consigo ese afán de retorcerse y hacerse problema a sí
mismo y lo que le rodea? ¿No será el fondo de la invi-
tación de Jesús a ser como los niños esta capacidad de
escuchar y aceptar en su sencilla transparencia su men-
saje? Nuestra actitud tiene, en cambio, signo opuesto:
el desdén del que pregunta: "¿qué aporta Cristo a la
humanidad?" o el afán, muy de nuestros días, de cambiar
su transparencia por nuestras trabajadas interpretaciones.
Leyó el Señor: "El Espíritu del Señor está sobre mí.
Me ha ungido para evangelizar a los pobres. Me ha en-
viado a predicar a los cautivos la libertad, a dar a los
ciegos la vista y procurar la liberación a los oprimidos".

64 65
Con palabras del profeta Isaías define Jesús su misión y rador. Tanto el uno como el otro, quizás más el uno que
presenta su mensaje. Respuesta a los hombres que le pre- el otro, más el primero que el segundo. A ambos su con-
guntaban. "Los ojos de todos estaban fijos en El." ¿Res- torno los mantiene aherrojados. La riqueza aparta de
puesta para su tiempo? ¿Respuesta para nuestro tiempo? Dios. La pobreza aparta de Dios. Y el término medio
Pobres, cautivos, ciegos y oprimidos aparecen en el pri- aparta de Dios. Y sin embargo, no es verdad. Sólo aparta
mer plano de su definición. Mensaje de liberación, men- de Dios el no ver en su justa perspectiva los tres valores.
saje de salvación. Pobreza, cautividad, ceguera y opre- La ceguera, la tercera plaga del mensaje de Isaías. La
sión. ¿Entran en esta categorías los hombres de nues- más profunda de las cuatro. Ser radicalmente pobre como
tro tiempo? ¿Se limita Jesús a una categoría de- es el ser humano y estar ciego para reconocerlo. Verse
terminada de hombres? ¿Es descripción de una sola clase sometido a la limitación, la insatisfacción y la muerte.
—los desheredados—esta cuádruple presentación? ¿O es Pobre de alcances y corto de logros, a pesar de la técnica,
toda la humanidad, sin las distinciones que nuestras pala- que le abandona y lo deja solo en su insoslayable última
bras quieren acarrear, la representada? soledad. Y con esta realidad como base adopta una falsa
Pobre, cautivo, ciego y oprimido es sin duda todo hom- actitud de seguridad vital que hunde más que alivia. "He
bre. Todos llevamos el sello misterioso de esas cuatro venido a dar vista a los ciegos." "Las tinieblas, empero,
realidades. Y sólo quien se considera rico, libre, clarivi- no aceptaron la luz", afirma San Juan. Y a tantos siglos
dente y descansado se queda fuera del alcance del men- del mensaje, a tantos siglos de aquella afirmación, la rea-
saje liberador. lidad es, sin quizás, la misma. Y también la solución es
Cristo apunta al hombre. A todo hombre. Pobre y la misma: "los ojos de todos estaban fijos en El".
oprimido hombre de su tiempo y del nuestro. Hombre que Creemos que la radical ceguera del hombre es el no
caminó entonces y camina ahora con el peso de su ser encontrar sentido a su vida. Esta es la misteriosa, ardiente
buscando liberación. Pobreza y cautividad radicales, ce- ceguera que quema sus entrañas. Y creemos que la radi-
guera y opresión radicales, que no anulan ni las riquezas cal pobreza del hombre es su afán de sustituir o ingenua
del rico ni la ausencia de trabas de los que se proclaman esperanza de que puede llenar con cosas añadidas —dine-
libres, ni la ciencia de los técnicos ni el descanso de los ro, poder o dicha—la escondida insatisfacción de su ser,
satisfechos de la vida. Pobreza y cautividad, que todo que nunca llena. La luz que Cristo ofrece —su buena nue-
hombre encuentra junto a sí, cuando se mira a solas en va a los ciegos—es el reconocimiento de la profunda
la oscuridad, al acabar cualquier día. dependencia de su ser del ser de Dios. La liberación que
"Me ha enviado a evangelizar a los pobres y dar vista Cristo ofrece —su buena nueva a los pobres— es el re-
a los ciegos", leyó Jesús. "Era la luz que ilumina a todo conocimiento de que las cosas —y menos el dinero—
hombre, que viene a este mundo", dirá como un eco San no añaden valor real alguno al que las posee. "No
Juan. A todos, porque todos están sellados misteriosa- en el poseer mucho está el ser del hombre", dirá
mente por el mismo mal. Y romper ese sello es su misión San Lucas. La salvación que Cristo ofrece—su bue-
de luz, liberar al hombre de las fuerzas que lo depaupe- na nueva a los oprimidos—es el reconocimiento pri-
ran, lo cautivan, lo ciegan y lo oprimen. mordial de que el ser del hombre recibe su plenitud de
Rico o pobre, satisfecho de la vida o desheredado, tie- las manos de Dios, de que es un ser en gestación, un ser
nes, ¡oh hombre!, la misma necesidad del mensaje libe- destinado a recibir su complementación feliz del encuen-

66 67
tro con Dios del que salió. "Todavía no ha aparecido lo
que seremos", dirá más tarde San Juan. Son estas auras,
son estos aires, es este Espíritu el que ensancha los pul- EL ORO DE LOS VIEJOS COMENTARI
mones oprimidos del ser humano.
Y con esto querríamos insistir en un punto: el mensa-
je de Cristo apunta al hombre concreto. No lucha contra
la opresión, la pobreza, las abstracciones, las estructuras.
Habla al pobre, al oprimido, al ciego, al cautivo. La fuerza
de su mensaje es de dentro afuera. Viene a salvar al hom-
bre, a hacerle levadura que fermente la masa. No es de
fuera adentro. No manda esperar la llegada del reino
"con ostentación" para unirnos así a su grupo. Manda "Y SE TRANSFIGURO
que nos hagamos "reino" cada uno, de suerte que de EN PRESENCIA DE ELLOS" (Mt 17,2)
nosotros y por nosotros llegue el reino. Somos cada uno
en particular, en solitario, quienes caminamos oprimidos, San León Magno: homilía sobre la
cautivos, empobrecidos por nuestras cosas. "He venido Transfiguración del Señor, el sábado de
a evangelizar a los pobres." No a la humanidad, no a la la primera semana de Cuaresma.
estructura, sino a ti. Y la dinámica interior—la levadu-
ra— será fundamentalmente el comienzo de la regenera- Era necesario, amadísimos, que los Apóstoles conci-
ción de los demás y de las estructuras. biesen verdaderamente en su corazón esa fuerte y bendita
"Hoy—y ese hoy sigue aún—se ha cumplido esta Es- firmeza, y que no temblasen ante la rudeza de la cruz
critura entre vosotros", afirmó Jesús. "Hoy—como un con que habían de cargar; que no se avergonzasen del
eco—, si oís su voz, no cerréis vuestros corazones", re- suplicio de Cristo, ni considerarse humillante para El la
suena en la carta a los Hebreos. ¿Habrá que decir que paciencia con que debía soportar los rigores de su pasión
el hombre ha perdido de una manera más radical su ca- sin perder la gloria de su potestad. Por eso, "Jesús tomó
pacidad de oír la Palabra? ¿Habrá que decir que esa consigo a Pedro, Santiago y Juan, su hermano", y, subien-
Palabra, "no en el poseer está el ser del hombre", conte- do con ellos solos a un monte elevado, les manifestó el
nido medular de su mensaje liberador, choca vanamente resplandor de su gloria. Porque, aunque habían compren-
contra la concha hermética de nuestro pensar humano? dido que la majestad de Dios estaba en él, ignoraban
Y, a pesar de todo, sólo en este volver la mirada a esta todavía el poder de aquel cuerpo en que se ocultaba la
Palabra—"los ojos de todos estaban fijos en El"—, sólo divinidad.
en volver el hombre a escuchar en su sencillez este men- Por eso había prometido en términos propios y precisos
saje liberador, sólo en volver a apreciar su "ser" y no su que algunos de los discípulos presentes no gustarían la
"tener o poseer" puede lograr el hombre el descanso pro- muerte antes de ver al Hijo del hombre venir en su rea-
metido de su auténtica liberación. leza, es decir, en el resplandor real que convenía especial-
mente a la naturaleza humana que había tomado, resplan-
ÁNGEL GARRIDO HERRERO dor que quiso hacer visible a estos tres hombres. Porque

68
en cuanto a la visión inefable e inaccesible de la Divinidad testigos" (Dt 19,15). ¿Qué más establecido, qué más fir-
misma, visión reservada a los limpios de corazón en la me que esta palabra? Para proclamarla, la doble trompeta
vida eterna, unos seres revestidos todavía de una carne del Antiguo y el Nuevo Testamento resuena en perfecta
mortal no podían de ninguna manera ni contemplarla ni armonía, y los instrumentos de los testimonios antiguos
verla. están acordes con la enseñanza evangélica. Las páginas
de una y otra alianza se confirman mutuamente, y aquel
El Señor, pues, descubre su gloria en presencia de
que los antiguos símbolos habían prometido bajo el velo
testigos escogidos e ilumina esa forma corporal que tiene de los misterios es mostrado ahora con diáfana claridad
en común con todos con tal resplandor, que su rostro se por el resplandor de la gloria presente. Porque, como dice
hace semejante al fulgor del sol y sus vestiduras se ha- San Juan, "la ley fue dada por medio de Moisés; la gracia,
cen blancas como la nieve. Esta transfiguración tenía por en cambio, y la verdad nos han venido por Jesucristo"
fin principal quitar del corazón de los discípulos el es- (1, 17), en el cual se cumplieron la promesa de las figuras
cándalo de la cruz, para que la humildad de la pasión vo- proféticas y el sentido de los preceptos de la ley, pues
luntariamente aceptada no turbase la fe de aquellos a con su presencia enseña la verdad de la profecía, y con
quienes había sido revelada la altura de la dignidad es- su gracia hace posible la práctica de los mandamientos.
condida. Pero, con no menor providencia, se ponía así
el fundamento para la esperanza de la Santa Iglesia, de Incitado por esta revelación de los misterios, sintiendo
modo que todo el cuerpo de Cristo conociese con qué desprecio por los bienes mundanos y desgana de las co-
transformación sería agraciado, y los miembros se diesen sas terrenas, el apóstol Pedro estaba como arrebatado en
a sí mismos la promesa de participar en el honor que éxtasis por el deseo de los bienes eternos; y lleno de
había resplandecido en la cabeza. A este respecto, el Se- gozo por toda esta visión, deseaba permanecer con Je-
ñor mismo había dicho, hablando de la majestad de su sús en aquel lugar donde su gloria, así manifestada, era
venida: "Entonces los justos resplandecerán como el sol causa de su alegría. Por eso dijo: "Señor, bueno es estar-
en el reino de su Padre" (Mt 13,43); y el bienaventurado nos aquí; si quieres, haremos tres tiendas, una para ti,
apóstol Pablo afirma lo mismo diciendo: "Estimo, en otra para Moisés y otra para Elias" (Mt 17,4). Pero el
efecto, que los padecimientos del tiempo presente no se Señor no respondió a esta propuesta, dando a entender
pueden comparar con la gloria que debe manifestarse en no que tal deseo era malo, sino que estaba fuera de lu-
nosotros" (Rom 8,18); y también: "Porque estáis muertos gar. Porque el mundo sólo podía ser salvado por la muer-
y vuestra vida está ahora escondida con Cristo en Dios; te de Cristo, y el ejemplo del Señor invitaba la fe de
pero cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces tam- los creyentes a comprender que, sin deber dudar de la
bién vosotros apareceréis con El en gloria" (Col 3, 3-4). bienaventuranza prometida, en las tentaciones de esta vida
hemos de pedir paciencia antes que gloria, pues la dicha
Pero los Apóstoles, que debían ser robustecidos en su
de reinar no puede preceder al tiempo de sufrir.
fe e iniciados en todo conocimiento, encontraron en este
prodigio otra enseñanza más. Moisés y Elias, es decir, la Por tanto, mientras hablaba, he aquí que una nube lu-
ley y los profetas, aparecieron hablando con el Señor, minosa los envolvió, y una voz decía desde la nube:
para que en la presencia de aquellos cinco hombres se "Este es mi Hijo amado, en quien me he complacido;
cumpliese con toda verdad lo que está escrito: "Toda escuchadle" (Mt 17, 5). El Padre estaba presente en el
palabra será firme, proferida en presencia de dos o tres Hijo, y en aquella claridad que el Señor había desplegado

nn
ante los ojos de los discípulos la esencia del que engen- terios de la ley anunciaron, al que las voces de los pro-
dra no estaba separada del Unigénito. Pero para poner fetas cantaron. Escuchad al que rescata al mundo con
de manifiesto la propiedad de cada persona, la voz salida su sangre, al que encadena al diablo y le arrebata sus
de la nube anunció el Padre a los oídos como el resplan- armas, al que rasga la cédula de la deuda y el pacto de
dor emanado del cuerpo reveló el Hijo a los ojos. Al prevaricación. Escuchad al que abre el camino del cielo
oír esta voz, los discípulos cayeron sobre su rostro y se y, mediante el suplicio de la cruz, os prepara las gradas
llenaron de temor, temblando no sólo ante la majestad para subir al reino. ¿Por qué teméis ser rescatados? ¿Por
del Padre, sino también ante la del Hijo: por una inteli- qué teméis, heridos, ser curados? Hágase lo que, como
gencia más profunda comprendieron la unidad de la Di- yo lo quiero, lo quiere Cristo. Rechazad el temor carnal
vinidad en uno y en otro; y por no vacilar en su fe, no y armaos de la constancia que inspira la fe, pues es in-
hicieron distinción en su temor. Este testimonio divino, digno que temáis en la pasión del Salvador lo que, con
por tanto, fue amplio y múltiple, y el valor de las palabras su ayuda, no temeréis en vuestra muerte.
dio más a entender que el sonido de la voz. Pues cuando Estas cosas, amadísimos, no fueron dichas sólo para
el Padre dijo: "Este es mi Hijo amado, en quien me he utilidad de los que las oyeron con sus oídos: en la per-
complacido; escuchadle", ¿no se oyó claramente: este es sona de estos tres Apóstoles es la Iglesia entera la que
mi Hijo, que es de mí y está conmigo desde antes del aprendió todo lo que vieron sus ojos y percibieron sus
tiempo? Porque ni el que engendra es anterior al engen- oídos. Que se robustezca, por tanto, la fe de todos según
drado, ni el engendrado posterior al que engendra. Este la predicación del Evangelio, y que ninguno se sonroje
es mi Hijo, al que no separa de mí la divinidad, ni divide de la cruz de Cristo, por la cual ha sido redimido el mun-
el poder, ni distingue la eternidad. Este es mi Hijo, no do. Y así, que ninguno tema padecer por la justicia, ni
adoptivo, sino propio; no creado de algo distinto, sino desconfíe de la recompensa prometida, pues por el tra-
engendrado de mí; no de otra naturaleza y hecho com- bajo se llega al descanso, y por la muerte a la vida. Cristo,
parable a mí, sino de mi esencia y nacido igual a mí. Este en efecto, tomó toda la debilidad propia de nuestra baje-
es mi Hijo, por quien todas las cosas han sido hechas za; y en él, si perseveramos en la confesión de su fe y
y sin el cual nada fue hecho de cuanto ha sido hecho en su amor, vencemos lo que él venció y recibimos lo
(Jn 1, 3); porque todo lo que yo hago, él también lo hace, que prometió. Porque tanto al guardar los mandamientos
y todo lo que yo opero lo opera él conmigo inseparable- como al soportar las adversidades, la voz del Padre que
mente y sin diferencia. Este es mi Hijo, que no codició sonó entonces debe resonar siempre en nuestros oídos:
como objeto de rapiña la igualdad que tiene conmigo, ni "Este es mi Hijo amado, en quien me he complacido; es-
se apoderó de ella por usurpación, sino, permaneciendo cuchadle", a él que vive y reina con el Padre y el Espíritu
en la condición de mi gloria, y para ejecutar nuestro co- Santo en los siglos de los siglos Amén.
mún designio de restauración del género humano, humilló
hasta la condición de esclavo la inmutable Divinidad. LEÓN LE GRAND, Sermons, tome III,
ed. par, R. Dolle (Sources Chrétiennes, 74), París, 1961,
Escuchad, pues, sin vacilación a éste, en quien tengo páginas 14-21
toda mi complacencia y cuya enseñanza me manifiesta, Versión Castellana de CÉSAR AUGUSTO FRANCO
cuya humildad me glorifica. Porque él es la verdad y la
vida, mi poder y mi sabiduría. Escuchad al que los mis-

73
NARRATIVA POPULAR Y EVANGELIO

EL ZAR QUE SE EXTRAVIO EN EL BOSQUE

"Los últimos serán los primeros, y los


primeros los últimos" (Mt 20,16).

En una ciudad, en la que vivía un zar, había una her-


mosa iglesia en la que celebraba siempre sus oficios un
pope. Una vez leyó a la gente las palabras del Evange-
lio: "Los últimos serán los primeros, y los primeros los
últimos", y las explicó en el sermón. Al zar, que estaba
sentado en un trono de oro y escuchaba el sermón, no le
gustaron aquellas palabras. ¿Cómo puede ser—pensó—
que los últimos sean los primeros? En ese caso yo, el
zar, el primero en mi reino, seré el último, y cualquier
mendigo será el primero. Terminado el oficio divino,
llamó al pope y le dijo:
—¡No quiero volver a oír un sermón como el que has
predicado hoy! Corta de tu Evangelio las palabras "los
últimos serán los primeros, y los primeros los últimos"
y quémalas. Yo soy el primero y lo seré siempre.
—Benignísimo zar, yo no he inventado esas palabras
—replicó el pope—. Yo no las he escrito en el Evange-
lio, y no puedo cortarlas.
—Te lo ordeno—insistió furioso el zar—: corta esas
palabras del Evangelio y quémalas. De lo contrario, mo-
rirás de una mala muerte.
—Yo no he escrito estas palabras en el Evangelio, y
no puedo ni cortarlas ni quemarlas.
—Bien. Puesto que no obedeces la orden del zar, te

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haré encerrar en la cárcel y te concedo tres días para Ató el caballo a un arbusto, se desnudó —entonces la
que reflexiones. Si no te decides, te haré colgar. gente se bañaba desnuda, no con traje de baño como hoy—
Y ordenó encarcelar al pope para que reflexionase so- y se arrojó al agua. Cuando se había bañado y refresca-
bre las palabras del Evangelio. Pasaron los tres días, y do, salió del agua y fue en busca de sus ropas y su
lo llevaron de nuevo ante el zar. Este le preguntó: caballo; pero no encontró ni vestidos ni caballo.
—¿Has reflexionado? ¿Estás dispuesto a cortar y que-
—¡Cielos! ¿Quién se ha llevado mi caballo y mis ves-
mar esas palabras?
tidos?
—Yo no he escrito esas palabras en el Evangelio, y
Se precipitó hacia otros matorrales, corrió y buscó,
nunca las cortaré ni quemaré.
—¡Mañana morirás en la horca! —gritó el zar. pero en vano.
A la mañana siguiente llamó a todos los cortesanos, —¿Qué hago yo ahora? ¿Adonde voy así desnudo?
los servidores y el pueblo para que presenciasen la muer- Sentía vergüenza de presentarse desnudo a los hombres,
te del pope desobediente y escarmentasen en él. Pero las espinas le punzaban y arañaban las carnes, y las mos-
en aquel momento apareció en el palacio del zar un men- cas le clavaban sus aguijones. El zar se escondió entre
sajero, que dijo: unos arbustos y allí permaneció hasta que se hizo de
—Benignísimo zar, llegan huéspedes ilustres, reyes, du- noche. Cuando oscureció, salió en busca de gentes que
ques y condes, que te invitan a cazar. Prepárate y ven. le dieran vestidos. Durante toda la noche vagó por el
El zar reflexionó: el asunto de la horca no corre prisa. bosque hasta que, cuando iba a amanecer, dio con una
El pope puede esperar y ser colgado cuando regrese de choza en que vivía un guardabosques. Venciendo la ver-
la caza. Ensilló, pues, su caballo y partió hacia los es- güenza, el zar abrió la puerta. El guarda y su mujer se
pesos bosques de la frontera. Encontró a los otros en el asustaron. ¿Quién era aquel que venía desnudo en plena
lugar en que se tocaban los tres reinos. Formaron un noche?
frente, uno separado cien brazas del otro, y comenzaron —¿Quién eres?
la caza. —Soy vuestro zar.
Nuestro zar divisó un ciervo que no parecía estar com- El guarda se maravilló y replicó enojado:
pletamente sano, pues de cuando en cuando se paraba —¿Cómo te atreves a hablar así? Nuestro zar no vaga
como si no pudiera más. El zar lo persiguió a caballo por el bosque desnudo, sucio y cubierto de arañazos. Tú
con el deseo de capturarlo vivo. Pero el ciervo, tras dete- eres un vagabundo, no el zar, y lo que quieres es asustar
nerse unos instantes, reanudaba su carrera. El zar lo si- a la gente.
guió así quince o veinte kilómetros, penetrando en un El zar se sintió avergonzado. Con lágrimas en los ojos
espeso y desconocido bosque. Los otros cazadores que- pidió y suplicó que le diesen algún vestido viejo con que
daron lejos. Siguiendo al ciervo, el zar se había extravia- poder presentarse ante los hombres. El guarda y su mu-
do en el bosque y perdió de vista al ciervo. El caballo jer se compadecieron del vagabundo y le dieron unos
del zar no podía seguir adelante por lo espeso de la ma- harapos. El zar se cubrió con ellos y pasó allí la noche.
leza. El zar se bajó del caballo, miró a su alrededor y Por la mañana se levantó, comió un poco, dio las gracias,
muy cerca vio un arroyo de agua fresca y cristalina. se despidió y siguió su camino. Durante todo el día vagó
—Me bañaré en este arroyo—se dijo—, me refrescaré por el bosque. Al atardecer vio una casa en que hacían
y luego volveré a buscar al ciervo. colleras y toneles. Saludó y pidió:
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—Soy vuestro zar. Me ha ocurrido una desgracia: me —A la coronación del zar.
han robado el caballo y los vestidos. Ayudadme. —¿Qué coronación? Yo soy vuestro zar. ¿Por qué es
Las gentes no lo creyeron. coronado otro zar nuevo?
—¡Descarado vagabundo! ¿Cómo te atreves a llamarte Los presentes se rieron del mendigo; luego lo cogie-
zar? Nuestro zar no va cubierto de harapos, ni se dedica ron y le aplicaron una buena tanda de palos. ¡Para que
a vagar por el mundo. ¡Tú eres un picaro vagabundo! dijese semejantes insensateces! El gentío se llegó al lugar
Y poco faltó para que la emprendieran a palos con él. señalado, y nuestro zar, con su traje de harapos, cansado
El zar escapó del peligro y siguió vagando por el bosque y molido como estaba, vio desde lejos cómo la corona
todo el día. Al atardecer llegó a un taller donde hacían era colocada sobre la cabeza del nuevo zar.
tablas y vigas, y otros materiales de construcción. Saludó Tras la coronación tuvo lugar un gran banquete para
a los trabajadores. ricos y pobres. Todos los desventurados, ciegos, sordos,
—Soy vuestro zar. Me han robado el caballo y los ves- cojos y demás, estaban invitados. Los pobres se sentaron
tidos. a una mesa que tenía casi mil metros de larga. También
—¿Cómo te atreves a llamarte zar? —le replicaron—. nuestro zar se acercó tímido a la mesa. Luego cobró áni-
Te ataremos y te entregaremos a los gendarmes si no es- mos y se sentó en el extremo. Los servidores traían man-
capas pronto, vagabundo, picaro. jares y bebidas. Los que estaban al comienzo de la mesa
Y poco faltó para que la emprendieran a palos con él. comieron, bebieron y se pusieron muy alegres. Pero a
Tuvo que salir huyendo y seguir vagando entre la maleza nuestro zar no llegó nada.
del bosque. Por fin encontró campos sembrados y atrave- Terminado el banquete, el nuevo zar se llenó los bol-
só valles. Iba de aldea en aldea mendigando. ¿Qué otra sillos de monedas y comenzó a repartirlas entre los po-
cosa podía hacer? ¿Morir de hambre? Uno se compade- bres. Primero recorrió un lado de la mesa, poniendo en
cía de él y le daba un pedazo de pan, otro unas patatas, la mano a cada uno una moneda, y luego pasó al otro
otro le hacía sentarse en la mesa y comer algo. Durante lado. Pero cuando llegó al extremo de la mesa, ya no le
mucho tiempo, nuestro zar fue de aldea en aldea con sus quedaba nada en el bolsillo.
ropas de mendigo, hasta que por fin llegó a la capital —¡Mala suerte la tuya! —dijo a nuestro zar—. No ha
de su reino. En un extremo de la ciudad entró en una habido nada para ti. Pero no te apenes. Dentro de tres
calle y en cada casa vio una bandera. años habrá otra fiesta y llamaremos también a todos los
—¿Por qué tantas banderas? ¿Qué significa esto? pobres. Ven y recibirás un regalo.
—Hoy es coronado el zar. Los invitados se dispersaron, y el zar mendigo volvió a
—¿Qué zar? ¡Yo soy vuestro zar! peregrinar de aldea en aldea y vivir de lo que la gente
Las gentes se rieron y se murmuraron al oído: le daba. Pasaron tres años, y llegó de nuevo el día de la
—¡Pobrecillo, no parece que le funcione bien la cabeza! gran fiesta en los jardines del zar. De casi todo el país
Siguió caminando por las calles. Llegó al centro, a la llegaron pobres y desventurados. También acudió nues-
gran plaza. En ella se había reunido mucha gente. Iba a tro zar. Pero se retrasó y debió sentarse otra vez en el
tener lugar una proclamación. La gente acudía al lugar en extremo de la mesa. Todos comieron, bebieron y disfru-
que se realizaría la coronación. taron. El nuevo zar repartió dinero, pero tampoco esta
—¿Qué desfile es éste? —preguntó— ¿Adonde va la vez hubo algo para nuestro zar.
gente?
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—¡Mala suerte la tuya! Tampoco esta vez has recibido
tu parte. Pero no te apenes. Dentro de tres años habrá
otra fiesta. Procura llegar a tiempo y no te retrases para
que también tú puedas recibir tu regalo.
Nuestro zar volvió a caminar de aldea en aldea con
su saco de mendigo a la espalda. Y así año tras año, hasta
que pasó el tiempo, y llegó el día de la fiesta. Miles de
desgraciados, ciegos, sordos y cojos se congregaron ante
la bien abastecida mesa. Comieron, bebieron y disfruta-
ron. Terminada la fiesta, el nuevo zar repartió dinero en-
tre los pobres, y de nuevo nuestro mendigo se quedó sin
nada.
—¡Mala suerte la tuya, amigo! Tampoco esta vez ha
habido algo para ti. Pero no te apenes. Ven conmigo a
palacio.
Y entraron en el palacio.
—¿Conoces esto? —preguntó el nuevo zar.
—¿Cómo no? Es mi palacio. Aquí reiné yo en otro
tiempo.
—Y desde hoy volverás a reinar.
Le dio vestidos de zar, lo llevó al trono y le dijo:
—Cometiste un pecado por no creer en las palabras
del Evangelio: "los últimos serán los primeros, y los pri-
meros los últimos". Por eso quisiste ahorcar a un inocen-
te. ¿Te acuerdas?
—Sí—contestó humilde nuestro zar.
—¿Te acuerdas de la cacería, cuando perseguías al
ciervo?
—Sí, lo recuerdo muy bien.
—Aquel ciervo era yo. Te atraje al bosque para que
no matases a un inocente. Ahora sabes qué es la nece-
sidad y la desgracia: las has probado en tu propia carne.
Desde ahora no olvidarás esas palabras de oro: "los últi-
mos serán los primeros, y los primeros los últimos".
A. AFANASEV, Leyendas ukranianas
Traducción de MARIANO HERRANZ

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