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Claro está que en aquellas sedes y más o menos gloriosos templos del saber no
hallará los profundos y sesudos ensayos literarios de György Luckács, Amado Alonso,
José Ignacio Ferreras, Carlos García Gual o Carlos Mata y Kurt Spang 2, ni tampoco un
repertorio mínimo de las clásicas novelas históricas de la Literatura en español, las
mismas que leyeron y disfrutaron nuestros padres y abuelos y otros ancestros, las que
prácticamente han desaparecido, como antiguallas sin opción de reciclaje, de los
actuales textos escolares3.
Pero, ¿y si hoy o mañana –bien para nosotros mismos bien como regalo para un
familiar, un amigo o para un adversario habitual- tenemos que elegir un libro
entretenido, interesante, apasionado o demoledor que descongestione nuestra rutina
laboral, nuestras inquietudes domésticas o los requiebros más íntimos? ¿Qué, quién nos
ofrece buenas historias, relatos repletos de acción o con profundo sentido humano,
narraciones sugerentes que nos evadan de estos tiempos críticos reviviendo o
revitalizando otros ya pretéritos –no menos duros ni complejos, por cierto- a los que por
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Pues las hay de tanta variedad como en botica de burgo: unas de honesta reconstrucción del
pasado, otras de inocente o interesado reflejo del mundo de hoy en el de ayer, algunas más que justifican
un endeble marco historico para introducir crímenes, investigaciones o enigmas casi apocalípticos; e
incluso unas pocas, pero contundentes, que se fundamentan en la deconstrucción del género histórico
mediante la fantasía o la ciencia ficción. En fin, que las hay filfas y las hay de gourmet.
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G. Luckács, La novela histórica (1936); A. Alonso, Ensayo sobre la novela histórica; J. I.
Ferreras, El triunfo del liberalismo y la novela histórica; C. García Gual, La antigüedad novelada (1995);
C. Mata y K. Spang, La novela histórica, Teoría y comentarios (1995).
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En otro documento redordaré unas cuantas, por aquello de que la memoria histórica (aunque
esta vez no pase por la manos de nuestros próceres) también debe aplicarse en nuestra cultura literaria.
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Como referentes de lo escrito destacan las españolas www.culturahistorica.es,
www.hislibris.com, www.novelahistorica.com y http://novela-historica.blogspot.com
cualquier razón subjetiva o arte de birlibirloque nos hemos vinculado? Porque pocos
lectores hay que no hayan sentido o sientan en sus diversos tiempos biográficos
atracción por el mundo de los farones egipcios, el Imperio romano, la Edad Media, la
Revolución Francesa, los imperios coloniales o la Segunda Gran Guerra; ni tampoco
quien aparte de sus ojos las figuras de Rams´s II, Alejandro Magno, Julio César, Ricardo
Corazón de León, Cristóbal Colón, Felipe II, Napoleón y un sinfín de personajes y
sucesos históricos que en algún momento nos han impresionado sobremanera. (Quizás
la divina musa Mnemósine ha conseguido hacernos el amable o flaco favor de recuperar
algunos nombres que aquel maestro, aquel profesor del Colegio o del Instituto manejaba
con pasión, nostalgia –O tempora, o mores!- condescendencia o pesar).
Para ellos, los que buscan y no encuentran, los que encuentran y no deciden, los
que ven y no miran, los que miran y no ven; para aburridos y estresados, confiados y
desconfiados, forjados y balbucientes, sensibleros o pétreos, para cuantos quieran entrar
en este paisaje literario tan amplio y ameno, aquí va mi recomendación que, sin
desmerecer a nadie, pretende ir algo más allá que los “best sellers” de abril o verano.
No cierre la pupilas ante los actuales Pérez- Reverte (desde El húsar, pasando
por las magníficas entregas de Las aventuras del capitán Alatriste hasta El asedio más
reciente), José Luis Olaizola (El caballero del Cid, Las islas de la felicidad), Jesús
Maeso de la Torre (Tartessos, El auriga de Hispania, La cúpula del mundo), Juan
Eslava Galán (En busca del unicornio, El mercenario de Granada, Rey Lobo), José Luis
Corral Lafuente (El salón dorado, Numancia, El rey felón), Pedro Miguel Lamet (El
aventurero de Dios, El retrato, El místico: Juan de la Cruz) José Calvo Poyato (El rey
hechizado, Los galeones del rey, El manustrito de Calderón), César Vidal (El fuego del
cielo, El médico del sultán) ni ante las curtidas escritoras Almudena de Arteaga
(Catalina de Aragón, El marqués de Santillana), Ángeles de Irisarri (El viaje de la
reina, Romance de ciego), Magdalena Lasala (Doña Jimena, La cortesana de Taifas) o
Toti Martínez de Lezea (La comunera, La calle de la judería), sin perder noticia de los
últimos en la “hornada” como Andrés Pérez Domínguez, Javier Negrete, León Arsenal,
Santiago Posteguillo y algunos otros que han demostrado, sobradamente, su dominio del
género.
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¡Cómo ayudan www.iberlibro.com y www.uniliber.com!
Sin duda, -como espero alguno habrá comprobado- en la relación anterior brilla
una ausencia, quizás no la más relevante ni peculiar pero tampoco la de menor interés.
Es la del extremeño Jesús Sánchez Adalid, quien, en este 2010 cumple sus diez años de
gallardo, disciplinado y comedido oficio de novelista al publicarse la última de sus
obras, Los milagos del vino. Sobre él reseño algunas líneas que, ojalá, inviten a más de
uno a internarse en su agradecido mundo de historias en la Historia, personajes y
aventuras inolvidables y argumentos humanos para hoy y para siempre.
Historiae
Saecula et loci
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Si ya la conoces, enhorabuena y no la pierdas de vista; si no, la famosa propuesta de Alberto Manguel
sobre “El lector ideal” te espera en http://www.creadoresargentinos.com.ar/literatura/articulos.php?ID=24
Continúa más tarde en el siglo XVI, donde se desarrollan casi la mitad de sus
novelas: la trilogía citada y En compañía del sol. Aparecen Carlos V (en sus momentos
previos a la abdicación y retiro al Monasterio de Yuste) y Felipe II durante su reinado
lleno de claroscuros, finalizando el tempus novelesco, hasta el momento, en los inicios
del siglo XVII (La tierra sin mal), a caballo entre España y América, entre la Salamanca
universitaria y los puertos y selvas brasileños, los espectaculares parajes del Guairá y las
misiones jesuíticas de Paraguay.
Homines, gentes
• En La tierra sin mal aparecen Tomás Llera y Enrique Madrigal. El primero de ellos
es natural de Zafra, hijo de un comerciante con negocios en las Indias; un joven
inquieto, mundano y pendenciero a quien su padre desea alejar cuanto antes
integrándole en los Tercios que embarcan hacia América, donde conocerá los
crímenes de los “bandeirantes” o tratantes de esclavos del Brasil portugués, las
envidias y traiciones intestinas en el ejército y la defensa que los religiosos
españoles hacen de los nativos guaraníes.
Antítesis del anterior es Enrique Madrigal, de Trujillo, ejemplo de idealismo y de
empuje espiritual. Tras estudiar en Salamanca y conocer los debates entre
partidarios y detractores de las leyes sobre la evangelización y libertad de los
nativos, opta por convertirse en sacerdote, cruzar el océano y compartir los desvelos
y bravezas que franciscanos primero y jesuítas después hicieron en favor de los
indigenas en las misiones de Paraguay.
• Podalirio, por su parte, es un sacerdote del culto de Asclepio en Los milagros del
vino, que trabaja al servicio del “hierofante” del templo en Corinto tras haber
estudiado en la sede principal de Epidauro, ya casado y con un hijo, buscando el
mejor futuro para su oficio. Pero diferentes circunstancias producen en su espíritu y
su conciencia un cúmulo de dudas, una profunda crisis de creencias, sabiéndose
incapaz de servir a su dios. Amigo del Gobernador romano, un estoico militante en
la misma tierra donde yacen los restos del cínico Diógenes, tomará casualmente
contacto en la ciudad griega con personas que hablan de un tal “Christos”, profeta y
mesías judío que fue ejecutado decenios atrás en Jerusalén. Las palabras que oye de
boca de un viajero, Saoul de Tarso, le imprimen la curiosidad e inquietud necesarias
para viajar a Palestina y conocer en Galilea los testimonios de quienes creen que
aquel hombre, Yeshua de Nazaret, resucitó y aún vive.
• Dejo en último lugar En compañía del sol, no por empañar su valor sino porque es
la única novela biográfica del autor, pues trata sobre Francés de Jassu y Azpilicueta,
el futuro San Francisco Javier, y fue escrita con motivo de su centenario. Sánchez
Adalid opta en esta ocasión por relatar la vida del santo navarro destacando tres
etapas: la primera de ellas en su tierra de origen, el castillo de Javier, huérfano de
padre (un notable en la corte real), acompañando a su piadosa madre María, y con
dos hermanos ausentes que todavía resisten con las armas a los castellanos y
aragoneses en defensa de la independencia del reino y sus instituciones en las
batallas de Noáin, Esquíroz, Amaiur y Fuenterrabía. Una vez perdida la guerra, y
ante nuevas y más que posibles represalias contra su familia, el áun niño Francés se
traslada con su madre a Pamplona, hasta que años después consigue viajar a París, al
Colegio de Santa Bárbara en la Sorbona, donde conciliará sus estudios,
competiciones y divertimentos en tiempos de una durísima represión contra los
protestantes. Ya terminado el Bachillerato conocerá a Ignacio de Loyola.
El segundo episodio nos traslada a Lisboa en 1541, a la corte de Juan III, donde
Francisco de Javier recuerda su conversión, su Licenciatura, los votos con sus
compañeros en Montmartre y el nacimiento de la Compañía de Jesús. Desde
Portugal iniciará su viaje en la nao “Santiago” rumbo a la India, sufriendo cuantas
De vitiis et virtutibus
A ellas se pueden unir, sin duda alguna, las virtudes clásicas y cristianas que
caracterizan a buena parte de sus personajes, a quienes sumerge en tiempos revueltos
para demostrar la grandeza humana de superación ante el error y el mal, batallando
contra los pecados capitales (avaricia, soberbia, lujuria, etc.) mediante la humildad, la
templanza, la diligencia, pues en la educación del hombre o en la transformación del
mismo deben haber una y cien caídas antes de levantarse y proseguir el camino. Así
pues, sus personajes no son seres excepcionales, héroes paradigmáticos ni portadores de
prodigiosos recursos sino personas que viven en y de las circunstancias de su época. Sin
embargo, en la mayoría de las ocasiones, tienen el valor de manifiestar sus inquietudes y
dudas sobre el sentido de su vida, sobre la verdad de sus propias creencias y las de
quienes les rodean, y de aquí que puedan convertirse en referentes del idealismo, la
valentía y superación individual, cuestionándose ideas y hábitos viciados en su
sociedad, que ni les satisfacen ni les contentan en cuanto ansían ser.
Por sus páginas, por tanto, discurre un mundo sincero y auténtico: oscuro por lo
peligroso, supersticioso, violento, conspirador, enfermo, traidor, apesadumbrado,
envidioso, esclavo, irracional, injusto, tiránico, falso, fanatizado, lujurioso, impostor; y
también luminoso por pacífico, esperanzado, tolerante, esforzado, piadoso, caritativo e
ilusionado. Un mundo que busca, en defintiva, concluir algún día con estas palabras:
“un rayo de luz indefectible ha surcado al fin la tiniebla”.
Que lo anterior sirva de aperitivo es mi propósito. Para saber más y mejor sobre
Jesús Sánchez Adalid puedes visitar su web en www.jesussanchezadalid.es o buscar
reseñas de sus novelas, entrevistas en prensa escrita o programas de televisión que le
han tenido ante la cámara y grabado sus maneras, sus palabras y que puedes ver en
hemerotecas y en la red. Encontrarás a un hombre culto, pulcro, serio, sin estridencias,
discreto, moderado y elegante, como su estilo literario y como su obra.
Julio de 2010