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Recordemos que el Facundo fue escrito estando en exilio por encontrarse en disputa los unitarios y los

federales por el control del puerto, la aduana y sus impuestos.


El bando unitario estaba conformado por la generación del 37´, grupo de intelectuales entre los que se
encontraba Sarmiento, Alberdi y Echeverria.
Los ideales de los unitarios eran la supremacía de Buenos Aires por sobre las demás provincias y la
formulación de una constitución democrática liberal.
Tras la aprobación de la Constitución Argentina de 1826 se desarrollaron enfrentamientos entre unitarios y
federales, (1825-1827)en la que se destacó el federal riojano Juan Facundo Quiroga y el unitario tucumano
Gregorio Áraoz de Lamadrid, la segunda guerra entre unitarios y federales se da con Juan Manuel de Rosas
como Gobernador de la provincia de Buenos Aires, fue gobernador durante dos periodos: 1829-1831 y 1835-
1852, tenía el poder absoluto.
Sarmiento define su obra como ensayo y revelación de sus ideas. La llama “cuadro” ; “precipitado trabajo” ;
“mi pobre librejo” ; “esta obrita”; “una especie de poema, panfleto, historia”; “un mito, como su héroe”;
“ligeros apuntes”; “esta historia” ; “primer ensayo histórico”; “el Yugurta argentino”; “el libro sin asunto”.

En la época en que Sarmiento fomentaba la educación popular, el índice de analfabetos era altísimo. En el
campo había muy pocas escuelas porque la mayoría de los estancieros no tenían ningún interés en que los
peones y sus hijos dejaran de ser ignorantes. Cuanta menos educación tuvieran más fácil sería explotarlos.

Pero Sarmiento trataba de hacerles entender que una educación dirigida según las ideas y los valores de los
sectores dominantes, lejos de poner en peligro sus intereses, los reproducía y confirmaba. “Para tener paz en
la República Argentina, para que los montoneros no se levanten, para que no haya vagos, es necesario educar
al pueblo en la verdadera democracia, enseñarles a todos lo mismo, para que todos sean iguales… para eso
necesitamos hacer de toda la república una escuela.”

De todas formas le costó muchísimo convencer a los poderosos de que les convenía la educación popular y
recién en 1884, logró la sanción de su viejo proyecto de ley de educación gratuita, laica y obligatoria, que
llevará el número 1420.

Una de sus últimas actuaciones públicas data de 1885. El presidente Roca prohibió a los militares emitir
opiniones políticas. Sarmiento, que no podía estar sin expresar su pensamiento, decidió pedir la baja del
ejército, y opinar libremente a través de las páginas de su diario El Censor

El pensamiento de Sarmiento En la República Argentina fue entronizado como héroe por la historiografía
liberal.
El día de su fallecimiento, 11 de septiembre, es conmemorado con un feriado escolar, acto y hasta un himno
dedicado a él.

Su pensamiento es bien conocido en cuanto a lo positivo como su célebre frase “educar al soberano”; o sus
discursos en el Congreso Nacional cuando pedía mayores inversiones para el tendido de ferrocarriles y
telégrafos. No obstante, hay una parte de este personaje que ha sido sistemáticamente ocultada. Para ir
descorriendo el velo de la mentira se presentan extractos de algunos de sus innumerables escritos…

El gaucho argentino: “Se nos habla de gauchos… La lucha ha dado cuenta de ellos, de toda esa chusma de
haraganes. No trate de economizar sangre de gauchos. Este es un abono que es preciso hacer útil al país. La
sangre de esta chusma criolla incivil, bárbara y ruda, es lo único que tienen de seres humanos”. Carta de
Sarmiento a Mitre del 20/09/1861.

La masa popular: “Tengo odio a la barbarie popular… La chusma y el pueblo gaucho nos es hostil… Mientras
haya un chiripá no habrá ciudadanos, ¿son acaso las masas la única fuente de poder y legitimidad?. El poncho,
el chiripá y el rancho son de origen salvaje y forman una división entre la ciudad culta y el pueblo, haciendo
que los cristianos se degraden… Usted tendrá la gloria de establecer en toda la República el poder de la clase
culta aniquilando el levantamiento de las masas”. Carta de Sarmiento a Mitre del 24/09/1861.

Huérfanos: “Si los pobres de los hospitales, de los asilos de mendigos y de las casas de huérfanos se han de
morir, que se mueran: porque el Estado no tiene caridad, no tiene alma. El mendigo es un insecto, como la
hormiga. Recoge los desperdicios. De manera que es útil sin necesidad de que se le dé dinero. ¿Qué importa
que el Estado deje morir al que no puede vivir por sus defectos?. ¿Los huérfanos son los últimos seres de la
sociedad, hijos de padres viciosos, no se les debe dar más que de comer”. Del discurso en el Senado de la
Provincia de Buenos Aires, 13/09/1859.

Masacre patriótica: “Necesitamos entrar por la fuerza en la nación; la guerra si es necesario” (1861). “Los
sublevados serán todos ahorcados, oficiales y soldados, en cualquier número que sean” (1866). “Es necesario
emplear el terror para triunfar. Debe darse muerte a todos los prisioneros y a todos los enemigos. Todos los
medios de obrar son buenos y deben emplearse sin vacilación alguna, imitando a los jacobinos de la época de
Robespierre” (1844). “La invasión de las Malvinas por parte de los ingleses es útil para la civilización y el
progreso”, El Progreso, 28/12/1842. En el tomo 4º, pág. 12 de sus obras completas se lamenta de la derrota de
los ingleses cuando nos invadieron.

La Patagonia: “He contribuido con mis escritos aconsejando con tesón al gobierno chileno a dar aquel paso…
El gobierno argentino engañado por una falsa gloria, provoca una cuestión ociosa que no merece cambiar dos
notas. Para Buenos Aires tal posesión es inútil. Magallanes pertenece a Chile y, quizá, toda la Patagonia… No
se me ocurre , después de mis demostraciones, cómo se atreve el gobierno de Buenos Aires a sostener ni
mentar siquiera sus derechos. Ni sombra ni pretexto de controversia le queda”. El Progreso, 11 al 28 de
noviembre de 1842 y “La Crónica”, 11/03/1849, 04/08/1849 y 29/04/1849. “Es una tierra desértica, frígida e
inútil. No vale la pena gastar un barril de pólvora en su defensa. ¿Por qué obstinarse en llevar adelante una
ocupación nominal?”. “El Nacional”, 19/07/1878.

El Pueblo Paraguayo: “Estamos por dudar de que exista el Paraguay. Descendientes de razas guaraníes, indios
salvajes y esclavos que obran por instinto a falta de razón. En ellos se perpetúa la barbarie primitiva y colonial.
Son unos perros ignorantes de los cuales ya han muerto ciento cincuenta mil. Su avance, capitaneados por
descendientes degenerados de españoles, traería la detención de todo progreso y un retroceso a la barbarie…
Al frenético, idiota, bruto y feroz borracho Solano López lo acompañan miles de animales que le obedecen y
mueren de miedo. Es providencial que un tirano haya hecho morir a todo ese pueblo guaraní. Era preciso
purgar la tierra de toda esa excrecencia humana: raza perdida de cuyo contagio hay que librarse”. Carta a Mitre
de 1872.

El Indígena: “¿Lograremos exterminar los indios?. Por los salvajes de América siento una invencible
repugnancia sin poderlo remediar. Esa calaña no son más que unos indios asquerosos a quienes mandaría
colgar ahora si reapareciesen. Lautaro y Caupolicán son unos indios piojosos, porque así son todos. Incapaces
de progreso. Su exterminio es providencial y útil, sublime y grande. Se los debe exterminar sin ni siquiera
perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado”. “El Progreso”, 27/09/1844, “El
Nacional”, 19/05/1887, 25/11/1876 y 08/02/1879.

Patriotismo: “Los argentinos residentes en Chile pierden desde hoy su nacionalidad. Chile es nuestra patria
querida. Para Chile debemos vivir. En esta nueva afección deben ahogarse todas las antiguas afecciones
nacionales”. “El Progreso”, 11/1/1843.

Artigas: “Artigas es un bandido, un tártaro terrorista. Jefe de bandoleros, salteador, contrabandista, endurecido
en la rapiña, incivil, extraño a todo sentimiento de patriotismo, famoso vándalo, ignorante, rudo, monstruo,
sediento de pillaje, sucio y sangriento ídolo con chiripá. Ese salvaje animal que enchalecaba hombres con
cuero fresco lleva por séquito inseparable el degüello y la devastación”. Obras Completas, tomo 17, págs. 87
y 92; tomo 15, págs. 348 y 349 y tomo 38, pág. 280.

Religión: “Franklin en moral avanza sobre la moral misma de Jesucristo” (01/01/1886). “Los frailes y monjas
se apoderan de la educación para embrutecer a nuestros niños… Ignorantes por principios, fanáticos que matan
la civilización, emigrantes confabulados y récua de mujeres; basura de Europa, son la filoxeta y el cardo negro
de la pampa, hierba dañina que es preciso extirpar”. Febrero de 1883.

Democracia: “La muerte de Benavídez es acción santa sobre un notorio malvado. Dios sea loado.” “El
Nacional”, 28/10/1859. “En las provincias viven animales bípedos de tan perversa condición que no sé qué se
obtenga con tratarlos mejor”. Informe a Mitre de 1863.

Podemos leer también su libro “Conflictos y Armonías de las Razas en América” que también forma parte del
tomo 38 de sus Obras Completas. ¿Y si leemos “Facundo”?. También hay más en el libro “Rosas”, de Raúl
Rivanera Carlés, Bs. As., Editorial Liding S. A., 1979. Con respecto a la masonería, es ampliamente conocido
por los historiadores y los dedicados a las Ciencias Políticas lo que realmente es. Se trata de una organización
que intenta dominar el mundo para beneficio propio, no para el bien de la sociedad. Son conocidas todas las
personas que de nuestro pasado formaron parte de sus filas; basta nombrar (como ejemplo) el arreglo que se
hizo en la batalla de Pavón y las notas de agradecimiento por los servicios prestados a Urquiza y Mitre en tales
circunstancias.

Para finalizar, no es mi ánimo explayarme más en tales temas; es que me produce asco. Lo que sucede es que
siempre se ha ocultado la realidad para que no se sepa cuáles son realmente los móviles políticos que formaron
nuestro país y así tener un pueblo ignorante. Si nos guiamos por la historia de Mitre y todos sus seguidores,
entonces no conoceremos la verdad porque el ex-presidente mintió a sabiendas y nunca se basó en documentos
(lo hizo para justificar su política). No voy a negar que también hicieron cosas positivas… pero digamos toda
la verdad, que el pueblo sepa de dónde venimos y cómo manejan el poder aquellos que lo tienen para seguir
perpetuándose en él.

Fuente: https://www.fmmeducacion.com.ar/domingo-faustino-
sarmiento/?fbclid=IwAR0fSXzBx8AtszslKHqUYpk-NzS_aee_TL7ed5d1OEeoImA1qcc1oGM3xfw

https://www.fmmeducacion.com.ar/domingo-faustino-sarmiento/?fbclid=IwAR0fSXzBx8AtszslKHqUYpk-
NzS_aee_TL7ed5d1OEeoImA1qcc1oGM3xfw

http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/estudio-preliminar-a-la-vida-de-juan-facundo-quiroga-
0/html/ff1d17ca-82b1-11df-acc7-002185ce6064_5.html
https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Especial:ElectronPdf&page=Facundo+o+civilizaci%C3%B3n+y
+barbarie+en+las+pampas+argentinas&action=show-download-screen
http://elblogdemara5.blogspot.com/2013/01/analisis-de-facundo-o-civilizacion-y.html
https://www.elhistoriador.com.ar/domingo-faustino-sarmiento/

(1811-1888)

Autor: Felipe Pigna

El 15 de febrero de 1811 nació en el Carrascal, uno de los barrios más pobres de la ciudad de San Juan,
Domingo Faustino Sarmiento. Los primeros “maestros” de Domingo fueron su padre José Clemente
Sarmiento y su tío José Manuel Eufrasio Quiroga Sarmiento, quienes le enseñaron a leer a los cuatro años. En
1816, ingresó a una de las llamadas “Escuelas de la Patria”, fundadas por los gobiernos de la Revolución,
donde tuvo como educadores a los hermanos Ignacio y José Rodríguez, éstos sí maestros profesionales.
Cuando terminó la primaria, su madre, Doña Paula Albarracín, quiso que estudiara para sacerdote en Córdoba,
pero Domingo se negó y tramitó una beca para estudiar en Buenos Aires. No la consiguió y tuvo que quedarse
en San Juan donde fue testigo de las guerras civiles que asolaban la provincia. Marchó al exilio en San
Francisco del Monte, San Luis, junto a su tío, José de Oro. Allí fundaron una escuela que sería el primer
contacto de Sarmiento con la educación.

Poco después, regresó a San Juan y comenzó a trabajar en la tienda de su tía. “La Historia de Grecia la estudié
de memoria, y la de Roma enseguida…; y esto mientras vendía yerba y azúcar, y ponía mala cara a los que
me venían a sacar de aquel mundo que yo había descubierto para vivir en él. Por las mañanas, después de
barrida la tienda, yo estaba leyendo, y una señora pasaba para la Iglesia y volvía de ella, y sus ojos tropezaban
siempre, día a día, mes a mes, con este niño inmóvil insensible a toda perturbación, sus ojos fijos sobre un
libro, por lo que, meneando la cabeza, decía en su casa: ‘¡Este mocito no debe ser bueno! ¡Si fueran buenos
los libros no los leería con tanto ahínco!’”1

En 1827, se produjo un hecho que marcará su vida: la invasión a San Juan de los montoneros de Facundo
Quiroga.

Decidió oponerse a Quiroga incorporándose al ejército unitario del General Paz. Con el grado de teniente,
participó en varias batallas. Pero Facundo parecía por entonces imparable: tomó San Juan y Sarmiento decidió,
en 1831, exiliarse en Chile. Se empleó como maestro en una escuela de la localidad de Los Andes. Sus ideas
innovadoras provocaron la preocupación del gobernador. Molesto, se mudó a Pocura y fundó su propia
escuela. Allí se enamoró de una alumna con quien tendrá su primera hija, Ana Faustina.

En 1836, pudo regresar a San Juan y fundar su primer periódico, El Zonda. Pero al gobierno sanjuanino no le
cayeron nada bien las críticas de Sarmiento y decidió, como una forma de censurarlo, aplicarle al diario un
impuesto exorbitante que nadie podía pagar y que provocó el cierre de la publicación en 1840. Volvió a Chile
y comenzó a tener éxito como periodista y como consejero educativo de los sucesivos gobiernos.

“¿Que es pues un periódico? Una mezquina hoja de papel, llena de retazos, obra sin capítulos, sin prólogo,
atestada de bagatelas del momento. Se vende una casa. Se compra un criado. Se ha perdido un perro, y otras
mil frioleras, que al día siguiente a nadie interesan. ¿Qué es un periódico? Examinadlo mejor. ¿Qué más
contiene? Noticias de países desconocidos, lejanos, cuyos sucesos no pueden interesarnos. (…) Trozos de
literatura, retazos de novelas. Decretos de gobierno. (…) Un periódico es el hombre. El ciudadano, la
civilización, el cielo, la tierra, lo pasado, lo presente, los crímenes, las grandes acciones, la buena o la mala
administración, las necesidades del individuo, la misión del gobierno, la historia contemporánea, la historia
de todos los tiempos, el siglo presente, la humanidad en general, la medida de la civilización de un pueblo.”
D. F. Sarmiento, El Zonda Nº 4.

En Chile, Sarmiento pudo iniciar una etapa más tranquila en su vida. Se casó con Benita, viuda de Don Castro
y Calvo, adoptó a su hijo Dominguito y publicó su obra más importante: Facundo, Civilización y Barbarie.
Eligió el periodismo como trinchera para luchar contra Rosas. Fundó dos nuevos periódicos: La Tribuna y La
Crónica, desde los que atacó duramente a Don Juan Manuel.

Entre 1845 y 1847, por encargo del gobierno chileno, visitó Uruguay, Brasil, Francia, España, Argelia, Italia,
Alemania, Suiza, Inglaterra, EEUU, Canadá y Cuba. En cada uno de estos países, se interesó por el sistema
educativo, el nivel de la enseñanza y las comunicaciones. Todas estas impresiones las volcó en su libro Viajes
por Europa, África y América. A fines de 1845 conoció en Montevideo a Esteban Echeverría, uno de los
fundadores de la generación del ’37 y como él, opositor a Rosas y exiliado. Estando en Francia, en 1846, tuvo
un raro privilegio: conocer personalmente al general San Martín en su casa de Grand Bourg y mantener una
larga entrevista con el libertador.

De regreso a Chile, incrementó su actividad periodística contra Rosas, lo que motivó que el gobernador de
Buenos Aires solicitara dos veces la extradición de Sarmiento para juzgarlo por calumnias, cosa a la que el
gobierno chileno se negó.

Sarmiento pensaba que el gran problema de la Argentina era el atraso que él sintetizaba con la frase
“civilización y barbarie”. Como muchos pensadores de su época, entendía que la civilización se identificaba
con la ciudad, con lo urbano, lo que estaba en contacto con lo europeo, o sea lo que para ellos era el progreso.
La barbarie, por el contrario, era el campo, lo rural, el atraso, el indio y el gaucho. Este dilema, según él, sólo
podía resolverse con el triunfo de la “civilización” sobre la “barbarie”. Decía: “Quisiéramos apartar de toda
cuestión social americana a los salvajes por quienes sentimos sin poderlo remediar, una invencible
repugnancia”.2 En una carta le aconsejaba a Mitre: “no trate de economizar sangre de gauchos. Este es un
abono que es preciso hacer útil al país. La sangre es lo único que tienen de seres humanos esos
salvajes”.3 Lamentablemente el progreso no llegó para todos y muchos “salvajes y bárbaros” pagaron con su
vida o su libertad el “delito” de haber nacido indios o de ser gauchos y no tener un empleo fijo.

La obra literaria de Sarmiento estuvo marcada por su actuación política desde que escribió en 1845: “¡Sombra
terrible de Facundo, voy a evocarte, para que, sacudiendo el ensangrentado polvo que cubre tus cenizas, te
levantes a explicarnos la vida secreta y las convulsiones internas que desgarran las entrañas de un noble
pueblo! (…) Facundo no ha muerto ¡Vive aún! ; está vivo en las tradiciones populares, en la política y las
revoluciones argentinas; en Rosas, su heredero, su complemento. (…) Facundo, provinciano, bárbaro,
valiente, audaz, fue reemplazado por Rosas, hijo de la culta Buenos Aires, sin serlo él, (…) tirano sin rival
hoy en la tierra”. Estos párrafos del Facundo nos muestran el estilo de Sarmiento. Facundo, a quien odia y
admira a la vez, es la excusa para hablar del gaucho, del caudillo, del desierto interminable, en fin, de la
Argentina de entonces, de todos los elementos que representan para él el atraso y con los que hay que terminar
por las buenas o las malas.

Sarmiento desde Chile alternó su actividad periodística con la literaria y educativa. En su libro Viajes (1849)
se reflejan mucho más que las impresiones de un viajero atento y observador; allí se ocupó de lo que lo
maravilla de los países que visita y que quisiera ver en su tierra. Pone el acento en el progreso industrial, el
avance de las comunicaciones y de la educación.

En su libro Argirópolis (1850) dedicado a Urquiza, expresó un proyecto para crear una confederación en la
cuenca del Plata, compuesta por las actuales Argentina, Uruguay y Paraguay, cuya capital estaría en la Isla
Martín García. El modelo de organización era la Constitución norteamericana y proponía fomentar la
inmigración, la agricultura y la inversión de capitales extranjeros.

Mantuvo fuertes polémicas con políticos y escritores de su tiempo, como Juan Bautista Alberdi, con quien no
coincidía en apoyar a Urquiza. Esta polémica se expresó a través de sus libros. Alberdi escribió Complicidad
de la prensa en las guerras civiles de la República Argentina yCartas Quillotanas y Sarmiento le respondió
con Las ciento y una y Época preconstitucional y Comentarios a la Constitución de la Nación Argentina.

En 1862 el general Mitre asumió la presidencia y se propuso unificar al país. En estas circunstancias asumió
Sarmiento la gobernación de San Juan. A poco de asumir dictó una Ley Orgánica de Educación Pública que
imponía la enseñanza primaria obligatoria y creaba escuelas para los diferentes niveles de educación, entre
ellas una con capacidad para mil alumnos, el Colegio Preparatorio, más tarde llamado Colegio Nacional de
San Juan, y la Escuela de Señoritas, destinada a la formación de maestras.

En sólo dos años Sarmiento cambió la fisonomía de su provincia. Abrió caminos, ensanchó calles, construyó
nuevos edificios públicos, hospitales, fomentó la agricultura y apoyó la fundación de empresas mineras. Y
como para no aburrirse, volvió a editar el diario El Zonda.

En 1863 se produjo en la zona el levantamiento del Chacho Peñaloza y Sarmiento decretó el estado de sitio y
como coronel que era, asumió personalmente la guerra contra el caudillo riojano hasta derrotarlo. El ministro
del interior de Mitre, Guillermo Rawson, criticó la actitud de Sarmiento de decretar el estado de sitio por
considerar que era una decisión exclusiva del poder ejecutivo nacional. Sarmiento, según su estilo, renunció.
Corría el año 1864.
A pedido del presidente Mitre, en 1864 viajó a los EE.UU. como ministro plenipotenciario de la Argentina.
De paso por Perú, donde se hallaba reunido el Congreso Americano, condenó el ataque español contra ese
país a pesar de las advertencias de Mitre para que no lo hiciera.

Sarmiento llegó a Nueva York en mayo de 1865. Acababa de asumir la presidencia Andrew Johnson en
reemplazo de Abraham Lincoln, asesinado por un fanático racista. Sarmiento quedó muy impresionado y
escribió Vida de Lincoln. Frecuentó los círculos académicos norteamericanos y fue distinguido con los
doctorados “Honoris Causa” de las Universidades de Michigan y Brown.

Mientras Sarmiento seguía en los Estados Unidos, se aproximaban las elecciones y un grupo de políticos lo
postuló para la candidatura presidencial. Los comicios se realizaron en abril de 1868 y el 16 de agosto,
mientras estaba de viaje hacia Buenos Aires, el Congreso lo consagró presidente de los argentinos. Asumió el
12 de octubre de ese año.

Cuando Sarmiento asumió la presidencia todavía se combatía en el Paraguay. La guerra iba a llevarse la vida
de su querido hijo Dominguito. Sarmiento ya no volvería a ser el mismo. Un profundo dolor lo acompañaría
hasta su muerte.

Durante su presidencia siguió impulsando la educación fundando en todo el país unas 800 escuelas y los
institutos militares: Liceo Naval y Colegio Militar.

Sarmiento había aprendido en los EE.UU. la importancia de las comunicaciones en un país extenso como el
nuestro. Durante su gobierno se tendieron 5.000 kilómetros de cables telegráficos y en 1874, poco antes de
dejar la presidencia pudo inaugurar la primera línea telegráfica con Europa. Modernizó el correo y se preocupó
particularmente por la extensión de las líneas férreas. Pensaba que, como en los EE.UU., el tren debía ser el
principal impulsor del mercado interno, uniendo a las distintas regiones entre sí y fomentando el comercio
nacional. Pero éstos no eran los planes de las compañías británicas inglesas, cuyo único interés era traer los
productos del interior al puerto de Buenos Aires para poder exportarlos a Londres. En lugar de un modelo
ferroviario en forma de telaraña, o sea interconectado, se construyó uno en forma de abanico, sin conexiones
entre las regiones y dirigido al puerto. Este es un claro ejemplo de las limitaciones que tenían los gobernantes
argentinos frente a las imposiciones del capital inglés. La red ferroviaria pasó de 573 kilómetros a 1331 al
final de su presidencia.

En 1869 se concretó el primer censo nacional. Los argentinos por entonces superaban el millón ochocientos
mil habitantes, de los cuales el 31% habitaba en la provincia de Buenos Aires y el 71% era analfabeto. Según
el censo, el 5% eran indígenas y el 8% europeos. El 75% de las familias vivía en la pobreza, en ranchos de
barro y paja. Los profesionales sólo representaban el 1% de la población. La población era escasa, estaba mal
educada y, como la riqueza, estaba mal distribuida. Sarmiento fomentó la llegada al país de inmigrantes
ingleses y de la Europa del Norte y desalentó la de los de la Europa del Sur. Pensaba que la llegada de sajones
fomentaría en el país el desarrollo industrial y la cultura. En realidad los sajones preferían emigrar hacia los
EE.UU. donde había puestos de trabajo en las industrias. La argentina de entonces era un país rural que sólo
podía convocar, lógicamente a campesinos sin tierras. Y, para tristeza de Sarmiento, la mayoría de los
inmigrantes, muchos de nuestros abuelos, serán campesinos italianos, españoles, rusos y franceses.

Entre las múltiples obras de Sarmiento hay que mencionar la organización de la contaduría nacional y el
Boletín Oficial que permitieron a la población en general, conocer las cuentas oficiales y los actos de gobierno.
Creó el primer servicio de tranvías a caballo, diseñó los Jardines Zoológico y Botánico. Al terminar su
presidencia 100.000 niños cursaban la escuela primaria.

Al finalizar su mandato apoyó la candidatura del tucumano Nicolás Avellaneda.

En agosto de 1873 Sarmiento sufrió un atentado mientras se dirigía hacía la casa de Vélez Sarsfield. Cuando
transitaba por la actual esquina de Corrientes y Maipú, una explosión sacudió el coche en el que viajaba. El
sanjuanino no lo escuchó porque ya padecía una profunda sordera. Los autores fueron dos anarquistas
italianos, los hermanos Francisco y Pedro Guerri, que confesaron haber sido contratados por hombres de
López Jordán. El atentado falló porque a Francisco Guerri se le reventó el trabuco en la mano. Sarmiento salió
ileso del atentado y se enteró porque se lo contaron después.

Al finalizar su mandato en 1874, Sarmiento se retiró de la presidencia pero no de la política. En 1875 asumió
el cargo de Director General de Escuelas de la Provincia de Buenos Aires y continuó ejerciendo el periodismo
desde La Tribuna. Poco después fue electo senador por San Juan.

En esa época vivía con su hermana, su hija y sus nietos en la calle Cuyo, actual Sarmiento 1251.

En 1879 asumió como ministro del Interior de Avellaneda, pero por diferencias políticas con el gobernador
de Buenos Aires, Carlos Tejedor, renunció al mes de haber asumido.

Durante la presidencia de Roca ejerció el cargo de Superintendente General de Escuelas del Consejo Nacional
de Educación. En la época en que Sarmiento fomentaba la educación popular, el índice de analfabetos era
altísimo. En el campo había muy pocas escuelas porque la mayoría de los estancieros no tenían ningún interés
en que los peones y sus hijos dejaran de ser ignorantes. Cuanta menos educación tuvieran más fácil sería
explotarlos.

Pero Sarmiento trataba de hacerles entender que una educación dirigida según las ideas y los valores de los
sectores dominantes, lejos de poner en peligro sus intereses, los reproducía y confirmaba. “Para tener paz en
la República Argentina, para que los montoneros no se levanten, para que no haya vagos, es necesario educar
al pueblo en la verdadera democracia, enseñarles a todos lo mismo, para que todos sean iguales… para eso
necesitamos hacer de toda la república una escuela.”
De todas formas le costó muchísimo convencer a los poderosos de que les convenía la educación popular y
recién en 1884, logró la sanción de su viejo proyecto de ley de educación gratuita, laica y obligatoria, que
llevará el número 1420.

Una de sus últimas actuaciones públicas data de 1885. El presidente Roca prohibió a los militares emitir
opiniones políticas. Sarmiento, que no podía estar sin expresar su pensamiento, decidió pedir la baja del
ejército, y opinar libremente a través de las páginas de su diario El Censor.

En el invierno de 1888 se trasladó al clima cálido del Paraguay junto a Aurelia Vélez, la hija de Dalmacio
Vélez Sarsfield, autor del Código Civil. Aurelia fue la compañera de Sarmiento durante los últimos años de
su vida. Murió el 11 de septiembre de ese año, en aquel país, como su hijo Dominguito.

Pocos años antes había dejado escrito una especie de testamento político: “Nacido en la pobreza, criado en la
lucha por la existencia, más que mía de mi patria, endurecido a todas las fatigas, acometiendo todo lo que creí
bueno, y coronada la perseverancia con el éxito, he recorrido todo lo que hay de civilizado en la tierra y toda
la escala de los honores humanos, en la modesta proporción de mi país y de mi tiempo; he sido favorecido con
la estimación de muchos de los grandes hombres de la Tierra; he escrito algo bueno entre mucho indiferente;
y sin fortuna que nunca codicié, porque era bagaje pesado para la incesante pugna, espero una buena muerte
corporal, pues la que me vendrá en política es la que yo esperé y no deseé mejor que dejar por herencia
millones en mejores condiciones intelectuales, tranquilizado nuestro país, aseguradas las instituciones y
surcado de vías férreas el territorio, como cubierto de vapores los ríos, para que todos participen del festín de
la vida, de que yo gocé sólo a hurtadillas”.4

Referencias:
1 Domingo Faustino Sarmiento, Recuerdos de provincia, Santiago, Imprenta de Julio Belín y compañía,
Santiago, 1850.
2 Raúl Rivanera Carlés, Rosas, Buenos Aires, Editorial Liding S.A., pág. 314.
3 Rivanera Carlés Raúl. Rosas. Ed Liding S.A. Bs. As 1979. Pág 314
4 Juan Antonio Solari, Días y obras de Sarmiento, Buenos Aires, Editorial Plus Ultra, 1968, pág. 35.
Como muchos pensadores de su época, entendía que la civilización se identificaba con la ciudad, con lo
urbano, lo que estaba en contacto con lo europeo, o sea lo que para ellos era el progreso. La barbarie, por el
contrario, era el campo, lo rural, el atraso, el indio y el gaucho

Análisis sociológico de un texto literario Facundo, de Domingo Faustino Sarmiento: civilización o barbarie

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Autor: anonimo (melina_joya@hotmail.com)

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Análisis sociológico de un texto literario


Facundo, de Domingo Faustino Sarmiento: civilización o barbarie

Domingo Faustino Sarmiento escribió "Facundo" en 1845, en Chile. Esta obra apareció por primera vez en
forma de folletín y al poco tiempo, como libro con el siguiente título: Civilización y Barbarie. Vida de Juan
Facundo Quiroga y aspectos físicos, costumbres y hábitos de la República Argentina. Si bien el texto fue
compuesto con una finalidad política muy evidente (atacar a Rosas a través del personaje de Quiroga), en el
presente es valorado sobre todo como obra literaria. Está formada por una introducción (en la que Sarmiento
invoca a la "sombra terrible de Facundo" para que "explique" la historia del país, donde también expone el
plan que ha de seguir) y tres partes:
En la primera (capítulos 1 al 4), se refiere a la geografía argentina, específicamente a la llanura pampeana, a
la que describió sin haber conocido, a los habitantes determinados por las características del suelo (los distintos
tipos de gauchos); a la literatura y a la historia engendradas por ellos. La segunda parte tiene como tema la
vida de Quiroga (capítulos 5 al 13). En la tercera, analiza las consecuencias de la muerte de Quiroga y expone
el programa político que debe ser puesto en práctica después de la caída de Rosas. En "Facundo" hace una
notable descripción de la Argentina y de lo que para él eran sus males. Centra sus críticas en Rosas y los
caudillos, símbolos para él del atraso.

Para Sarmiento son sinónimos de "civilización": Europa (excepto España), ciudad, hombre de ciudad,
extranjero, ejércitos organizados, ríos navegables, campos cultivados, desiertos poblados... Por "barbarie"
entiende: la llanura despoblada, la naturaleza no controlada por el hombre, la tradición española, los gauchos,
las montoneras, los caudillos, los federales. El personaje que simboliza la barbarie es Facundo.

� En la Argentina, hacia 1845 sucedía el conflicto entre Unitarios y Federales, mostrados como dos mundos
diametralmente opuestos, además de dos formas de entender el momento político de la Argentina. Están
demostrados en Facundo como la guerra social entre dos principios: entre el principio del progreso, asociación
y libertad, y el principio antisocial y anárquico del statu quo, ignorancia y tiranía. Ambos aspiraban al poder
y a la iniciativa social.
Los unitarios eran partidarios del control administrativo y político de todo el país por parte de un poder central.
Los federales proponían el respeto a la autonomía política y económica de las provincias asociadas. Cada uno
encarnado con una forma de existencia: el primero en la vida urbana y el segundo en la rural.

� Sarmiento se encontraba Chile como exiliado debido a persecuciones políticas en su nación por parte del
gobernador Juan Manuel Rosas. Este hecho es importante en cuanto que el objetivo del autor era escribir un
libro que explicara la realidad política argentina y, con ello, instigar, en términos políticos, la lucha contra el
gobierno de Rosas.

� Sarmiento reconoce la individualidad de la experiencia americana, su originalidad histórica. América es un


mundo nuevo y distinto, y ha producido un nuevo tipo de hombre y una nueva cultura, y es este fenómeno
singular el que registra su literatura. Entre todos los géneros literarios, valora singularmente la poesía, y en su
opinión "el pueblo argentino es poeta por carácter, por naturaleza". La naturaleza grandiosa, la enormidad del
paisaje lo inspiran. Sarmiento concibe así la literatura (como también la religión y la política) como un
fenómeno social que genera una práctica institucional. La literatura es parte integral del fenómeno de la cultura
en general. La educación es el canal que logrará transferir la cultura de lo individual a lo social, que
institucionalizará el saber y lo volverá útil para el pueblo y para la patria. El poder de producción cultural
radica en la esencia del hombre y del pueblo: hay literatura (culta) del hombre letrado, y poesía campesina del
pueblo pastor. También, registra el fenómeno del gaucho y le da pleno valor en la cultura nacional. Fue
Facundo, escrito a los treinta y cuatro años de edad, su obra maestra, matriz polémica de una cultura que se
vio a sí misma como resultado de una ingente lucha vital histórica, en la que el ser nacional argentino buscaba
producirse para tener un destino propio en la historia de las naciones.

- La cultura actual Argentina: Tenemos que ser sinceros y aceptar nuestros defectos. Hay que aceptarlo, las
cosas no están bien, los tiempos cambiaron y este nuevo milenio nos encuentra muy distintos. Pocos se
detienen a observar cuanto se agravó nuestra cultura, cuanto individualista nos hemos vuelto. Hay que ser
realistas, la sociedad no es la misma, las prioridades personales han cambiado muchísimo, y ya hasta una
institución como la familia se pone en duda.
Personalmente, no creo que sea tan difícil descubrir esta condición colectiva, mas bien, creo que mucha gente
prefiere ignorarlo, como algo tan triste como la devaluación de ciertos valores morales y éticos básicos en
nuestra sociedad. Con solo pararse en la calle y observar la actitud de la gente, el tránsito, uno se da cuenta
que las cosas no están del todo bien: una tremenda crisis de deserción escolar, policías coimeando conductores
en vez de buscando crímenes, secuestros extorsivos organizados por autoridades policiales, políticos que roban
millones y se refugian en el exterior, asesinatos a sangre fría por algo tan mínimo como un par de
zapatillas...Esta no es la Argentina que uno quiere ver.

Por ejemplo, se nos hizo costumbre las protestas... empezaron los jubilados protestando por el dinero que
trabajaron toda su vida, y se lo llevó el Estado. Después fueron los desocupados, los ahorristas, los travestis,
los cartoneros, los piqueteros, y así nos fuimos acostumbrando a una realidad de protesta típica de Buenos
Aires...
Somos orgullosos de nuestras estrellas, el tango, el dulce de leche, y con eso nos alcanza para inflar el pecho
cuando escuchamos el himno, pero si somos sinceros con nosotros mismos, todo eso no es suficiente para
compensar todas las falencias de nuestra cultura, manchas oscuras como las torturas, el tráfico de bebes...
Dejemos de hablar de pasado, la búsqueda de antecedentes tiene un mero carácter explicativo para buscar las
causas, pero es inútil para buscar soluciones. Hay que mirar el presente, como estamos, y hacia donde vamos.
Debemos ponernos un objetivo común: salir adelante y recuperar el orgullo de ser argentino.

� Las expresiones materiales se observan en el color rojo {ver simbología} en todos los objetos: viviendas,
adornos, enseres, ropa, etcétera. "Rosas, veinte años después, reviste la ciudad de colorado; casas, puertas,
empapelados, vajillas, tapices, colgaduras... y consagra este color oficialmente y lo impone como una medida
de Estado."
� Color rojo: Se lo considera con una personalidad extrovertida, que vive hacia afuera, tiene un temperamento
vital, ambicioso y material, y se deja llevar por el impulso, más que por la reflexión.
Simboliza sangre, fuego, calor, revolución, alegría, acción, pasión, fuerza, disputa, desconfianza, destrucción
e impulso, así mismo crueldad y rabia. Es el color de los maniáticos y de Marte, y también el de los generales
y los emperadores romanos y evoca la guerra, el diablo y el mal.
Como es el color que requiere la atención en mayor grado y el más saliente, habrá que controlar su extensión
e intensidad por su potencia de excitación en las grandes áreas cansa rápidamente. Mezclado con blanco es
frivolidad, inocencia, y alegría juvenil, y en su mezcla con el negro estimula la imaginación y sugiere dolor,
dominio y tiranía.
Expresa sensualidad, virilidad y energía, considerado símbolo de una pasión ardiente y desbordada. Por su
asociación con el sol y el calor es un color propio de las personas que desean experiencias fuertes.
El rojo identificaba a los presos políticos. La reacción acaudillada por Facundo y aprovechada por Rosas, se
simboliza en una cinta colorada, que dice: �terror, sangre, barbarie! "... en el seno de la República, del fondo
de sus entrañas, se levanta el color colorado y se hace el vestido del soldado, el pabellón del ejército y,
últimamente, la cucarda nacional, que, so pena de la vida, ha de llevar todo argentino".

� Los colores de la Bandera:

Acerca de los colores de la Bandera se han formulado diversas hipótesis. Según los historiadores que se han
ocupado de este tema se podría sintetizar de la siguiente manera:

1. Sentimiento religioso: Los colores celeste y blanco figuran en el manto de la Virgen María. Belgrano rindió
culto a la Virgen de Luján; bajo cuya advocación se inició el Consulado de Buenos Aires.
2. Tradicionalismo local: Escudo de la ciudad de Buenos Aires: Ambos colores tienen su antecedente en la
Colonia. El color celeste figura en los cuarteles de los escudos de México (1523), Perú (1537), Bogotá (1548),
Chile (1552), etc. En el de Buenos Aires; fijado por el gobernador Jacinto de Cariz el 5 de noviembre de 1649,
los colores cielo y plata -es decir celeste y blanco- aparecen con el emblema del Espíritu Santo y el puerto.
Los dos barcos fueron agregados en 1810.

3. Cruz y banda real: Figuraban en ambos símbolos de la orden de Carlos III, y figuraron también, como
insignia de la soberanía castellana y aragonesa, en la banda de los Reyes Católicos. Los partidarios de
Fernando VII y la Junta Gubernativa los emplearon en oposición al rojo de los partidarios de José Bonaparte.

4. Insignia del Consulado: La bandera izada al frente del Consulado instalado en Buenos Aires el 2 de junio
de 1794- ostentaba los colores celeste y blanco, los mismos del manto de la Virgen, protectora de la
Corporación.

5. Colores predilectos en los regimientos de 1806 y 1807: El celeste y el azul fueron los colores predilectos
de los regimientos organizados para rechazar a las tropas inglesas, en especial, de aquéllos que fueron
constituidos con el elemento criollo: Húsares de Pueyrredón, Cazadores Correntinos, Patricios do Buenos
Aires, Pardos, etc.

6. Telas del invasor inglés: El azul fue el color que predominaba en Ias telas que en gran cantidad y como
botín de guerra se tomaron a las fuerzas inglesas, una vez vencidas después de la invasión. Estas telas sirvieron
para confeccionar los uniformes de los nuevos regimientos coloniales.

7. Divisa de French. y Beruti: Las cintas que French y Beruti distribuyeron el 25 de Mayo, como es sabido,
fueron de los mismos colores que los patriotas para distinguirse entre ellos, habían ostentado el 22, día del
memorable Cabildo Abierto.

8. Divisa de los partidarios de Moreno: En oposición a los saavedristas, tal como consta era el sumario
instruido a raíz de la asonada del. 5 y 6 de abril, Ios morenistas utilizaron cintas azules y blancas.

9. Concepción ideológica: El azul (azur o blao en el arte heráldico o blasónico) simboliza los ideales de
justicia, verdad y fraternidad, señalados en nuestro escudo por el campo superior. de la elipse.

10. Concepción poética: El azul y el blanco tendrían origen en la concepción poética que los presupone como
inspirados del cielo y las nubes.

Los colores nacionales se usaron en la Argentina desde 1811, en la escarapela famosa erróneamente atribuida
a la distribución de French y Beruti del año anterior. Provenían de los colores borbónicos, de la casa de
Fernando VII (rey Ausente de España). La escarapela blanca y celeste ya había sido utilizada por Pueyrredón
y otros camaradas durante las Invasiones Inglesas. La escarapela es creada por decreto el 18 de febrero de
1812.
La Bandera se utilizó desde el 25 de mayo de 1812, pero sólo a principios del año 1813 tuvo cierta
oficialización, hasta que la Asamblea General consagró su uso el 3 de marzo de 1813, el mismo día que se
conoció en Buenos Aires la noticia del triunfo de Belgrano sobre los realistas en Salta.

� Informe
Sarmiento fue periodista antes de ser autor de libros, circunstancia cronológica que determina, como es natural,
la formación del escritor, y con esto el examen crítico.
Las cualidades y defectos más predominantes de aquél son rasgos de periodista. Las peculiaridades que
producían en su prosa la impresión del estilo, siempre urgente. La gala literaria, resultante de un temperamento
nativo del escritor, le viene al correr de la pluma.
Lo que constituye su unidad, es la propaganda de la civilización, proveniente de su amor a la patria. Porque
en Sarmiento, las letras fueron un medio y no un fin. Si tomó el procedimiento más natural y eficaz de expresar
las ideas, es porque éstas constituyen la civilización, o mejor dicho, la libertad sinónima.
Facundo constituye todo el programa de Sarmiento. Sus ideas literarias, su propaganda política, sus planes de
educador, su concepto histórico, están allí.
Hace una notable descripción de la Argentina y de lo que para él eran sus males. Centra sus críticas en Rosas
y los caudillos, símbolos para él del atraso.
Es por esto, a pesar de las críticas por su estilo controversial y muchas simplificaciones, su obra maestra,
matriz polémica de una cultura que se vio a sí misma como resultado de una ingente lucha vital histórica, en
la que el ser nacional argentino buscaba producirse para tener un destino propio en la historia de las naciones.

https://www.alipso.com/monografias2/Facundo_-_Sarmiento_-_Civilizacion_o_barbarie/

http://www.derecho.uba.ar/publicaciones/lye/revistas/86/03-leccion-dauria.pdf

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