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Diferencia entre Predicación y Enseñanza

Por el título de este Módulo ya anticipamos que hay diferencia


entre PREDICACIÓN y ENSEÑANZA.
Encontraremos el contenido de la PREDICACIÓN y luego de
la ENSEÑANZA.
Luego presentaremos las diferencias entre ellas.
Pero hay que hacer algo antes: Debemos saber primero que es
la PALABRA de Dios entregada tanto en la predicación como
en la enseñanza. Vamos primero con esto.
LA PALABRA DE DIOS
La Palabra de Dios es lo más firme que hay en el
Universo. Tiene las mismas características que el Creador, ya
que es Su Palabra. Por eso podríamos enumerar que la
Palabra de Dios es:
A) Eterna - Atemporal
B) Infalible
C) Perfecta
D) Santa
E) Crea Vida
F) Tiene Poder
Básicamente la Palabra tiene dos estados:
1. Palabra logos
2. Palabra Rhema
1. La Palabra logos, es aquella que puede ser captada por el
intelecto. Logos es el término usado en el idioma griego para
indicar conocimiento. De manera que la Palabra debe estar
presente en el estado logos para que podamos percibirla con
nuestros sentidos –ojos y oídos- y apropiarnos de ella. Pero
seguidamente la Palabra debe pasar al otro
estado, rhema, para que podamos incorporarla a nuestra vida.
Sabemos perfectamente que no se salva el oidor de la
Palabra sino el hacedor, el que es practicante, el que vive la
Palabra; pero no tenemos modo de llegar allí sino por medio
de la misma Palabra logos, transformada en rhema.
El pueblo de Israel trató por generaciones enteras de
adecuarse al cumplimiento de la Palabra de Dios pero no
pudo, siempre les resultó un fracaso y una frustración dado
que la Palabra estaba para ellos solamente en
estado logos. Podían conocer intelectualmente qué quería
Dios de ellos, pero estaban inhabilitados para vivir esa Palabra
dado que la Palabra no cambiaba de estado dentro de ellos, no
se producía el rhema (revelación).
“Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel.
Después de aquellos días, dice el Señor. Pondré mis leyes
en la mente de ellos, y sobre su corazón las
escribiré; y seré a ellos por Dios, y ellos me serán a mí por
pueblo...”
Hebreos 8:10
El propósito de Dios fue mostrar con esto que el hombre no
puede ser salvo por sí mismo (Romanos 7:7-11). Ni siquiera
por ser voluntariamente tan religioso y obediente como para
no necesitar nada de Él. De manera que llegamos así a obtener
la salvación solo por la gracia de Dios (Gálatas 6:4-6), lo cual
es un regalo.
2. La Palabra rhema, en cambio, es la Palabra revelada. No es
la interpretación de la Palabra, sino su transformación en
carne y vida en la persona. El ejemplo:
“Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy?. Respondiendo
Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios
viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado
eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló
carne ni sangre, sino mi Padre que está en los
cielos.” Mateo 16:15-17
 ¿Acaso no había dicho Jesús que Él era el Cristo? (Juan 14:6-
7,10-11)
 ¿Ellos no habían escuchado en las sinagogas toda su vida que
vendría el Hijo de Dios a este pueblo? (Lucas 4:18-19)
 ¿No era entonces demasiado obvio lo que preguntaba Jesús
como para decirle a Pedro que acababa de tener una magnífica
revelación dada por el Padre?.
 ¿Dónde estaba realmente la diferencia?.
La principal diferencia fue que la Palabra logos acerca del
Mesías dentro de Pedro había cambiado de estado, ahora
era rhema. Lo mismo que había escuchado por años y que
había sido depositado en su intelecto, en su conocimiento,
había tenido una transformación profunda, la Palabra había
cambiado de estado.
Debemos decir que esto fue lo que impidió a los judíos ver en
Jesús al Cristo; aún hasta el día de hoy. Ellos tenían y tienen
un profundo conocimiento logos de la Palabra, es más, los
fariseos tenían sus títulos de doctores en tal conocimiento.
Podían dar cátedras acerca de todo lo que significara
conocimiento intelectual de la Palabra, pero esa misma
Palabra necesitaba ser revelada para que ellos accedieran
al rhema, a la esencia, al entendimiento espiritual de Dios.
- ¿No vemos acaso hoy mismo estos dos estados
marcados en las personas? Tienen el conocimiento
intelectual de la teología pero no tienen la revelación de Dios.
Tienen el conocimiento en las letras bíblicas acerca de que es
la iglesia de Jesucristo pero en la práctica no pueden
disfrutarla
- ¿Cuál será entonces la dificultad?
- Son complejas estas cosas pero una de las dificultades es que
actualmente se ha puesto énfasis en el estudio sistemático
de la Palabra (logos), sin tener en cuenta que la Palabra debe
estar en dos estados y no solo en uno.
- Pero algunos ni se han enterado que la Palabra tiene
dos estados.
- Exactamente, la falta de conocimiento y relación con Dios ha
provocado distorsión en la comprensión de qué es la
Palabra de Dios. Y una cosa lleva a la otra y viceversa. Cuando
digo conocimiento no estoy diciendo más letras, sino más
experiencias cercanas, reales, con la vida del Creador.
- ¿Entonces por donde empezamos?
- Rindiendo nuestra vida a Dios de tal manera que podamos
escuchar Su voz, luego esto se confirmará por medio de La
Biblia, Su Palabra.
- ¿Tiene alguna razón fuerte para afirmar esta declaración?
- Sí. Dios es Espíritu y los que quieren conocerlo y
adorarlo solo pueden hacerlo en el espíritu (Juan
4:22-24; 1 Juan 4:7), no hay otra manera.
- ¿Cómo se complementa esto con el estudio de la Palabra?
- El complemento es posible cuando dejamos que la
Palabra logos atraviese nuestra vida convirtiéndose
en rhema. Es más, decimos que es necesaria la
Palabra logos para adquirir la Palabra rhema.
- Parece así que el problema surge cuando solamente
contamos con la Palabra logos.
- Exactamente. ¿No ha visto a los egresados de seminarios
hacerse cargo de iglesias y predicar sin más?
- Si. ¿Cuál es la dificultad?
- La dificultad es que las instituciones religiosas creen que
pueden clonar predicadores indefinidamente, brindándoles
solamente Palabra logos. Les hacen rendir unas materias,
como si fuera una Universidad y con eso dicen: Basta,
suficiente, aprobó un conjunto de materias importantes, ya
está. ¿Solamente con lo que venimos diciendo cree que eso es
suficiente?
- Evidentemente no es suficiente; y lamentablemente
ese es el mejor parámetro que tenemos actualmente.
- ¡Y este es el mejor de los casos!. Hay casos en los que ni
siquiera conocen teóricamente La Biblia, pero son
predicadores. Espere a que veamos qué persona debe ser el
ministro de la Palabra y cuales sus características necesarias y
se caerá de espalda.
- ¿Entonces donde ha comenzado todo esto que ahora
no nos sirve?
- Creo que comenzó en el momento que pensamos que
solamente podemos tener una iglesia a nuestra imagen y
semejanza y no a la imagen y semejanza de Cristo (Efesios 4; 1
Corintios 12; Romanos 12). Bien, vamos a otro tema.
La Biblia, desde la primera página hasta la última, es
una entidad orgánica, no una colección incoherente
de escritos.
La Biblia fue escrita por unos cuarenta escritores, pero
maravillosamente comunican un mensaje dado en forma de
unidad absoluta. El mayor milagro visible al respecto es que
estos autores no tuvieron, en su mayoría, relación unos con
otros, vivieron en lugares distintos, algunos tuvieron distintas
culturas, hablaban distintos idiomas y vivieron en un espacio
aproximado de unos mil seiscientos años. Hay entre ellos
reyes, sacerdotes, guerreros libertadores, profesionales y gente
común de pueblo. El milagro es cada vez mayor y deslumbra a
medida que conocemos la historia de cada uno de los autores;
mientras, inspirados por el Espíritu de Dios escribieron cosas
que tienen una relación de unidad y perfección pocas veces
comprobable sobre la tierra.
Se dice que a las maravillas de Dios se las pueden observar a
través de sus obras en la creación, de la historia del pueblo de
Israel y también por la maravillosa Palabra escrita compilada
en lo que nosotros conocemos como Biblia.
El Antiguo Testamento consta de treinta y nueve
libros. Es el conjunto de cinco libros primeros, llamado
Pentateuco lo que aparece al comienzo de La Biblia. Desde allí
los autores que siguieron no escribieron de forma aislada e
independiente, sino que edificaron sobre los escritos que le
precedían. El Antiguo Testamento contiene casi todas las
revelaciones doctrinales, sobre la salvación a través de un
Salvador, sobre el reinado del Mesías Príncipe; inclusive, la
revelación sobre el nuevo cielo y la nueva tierra se encuentra
allí.
En el Nuevo Testamento hallamos que la única
revelación nueva es el misterio del Cuerpo de
Cristo. Efesios nos dice que ese Cuerpo se compone de judíos
y gentiles (pueblo elegido y demás pueblos). Podemos decir
que con excepción de esta revelación, todo lo que contiene el
Nuevo Testamento se encuentra en el Antiguo Testamento.
Algunos pasajes del Nuevo Testamento son citas textuales del
Antiguo Testamento, y otros hacen referencia directa a los
mismos. En el Nuevo Testamento se hace referencia más de
mil quinientas veces al Antiguo Testamento.
ANTIGUO Y NUEVO TESTAMENTO CONFORMAN
UNA UNIDAD
Necesitamos entender en qué consiste el MINISTERIO DE LA
PALABRA.
Para esto hay que decir de plano que si alguien aparece
diciendo que tiene una revelación exclusiva, que no esté ya
descripta por el Antiguo ni el Nuevo Testamento estamos
frente a una herejía, lo cual es una mentira o un engaño que
distorsionará el mensaje.
Ninguna Palabra divina actual puede prescindir de la
Palabra bíblica. Decimos estos porque hay personas
que creen que cuando Dios terminó de escribir la
Biblia se quedó mudo. Esto parece risueño pero no lo es.
Dios sigue hablando, sigue obrando poderosamente y
edificando Su edificio espiritual (la iglesia) hasta el fin de los
tiempos, pero nada, absolutamente nada de lo que diga hoy
puede contradecir ni refutar lo que nos ha legado por Escrito
como Palabra suya a través de La Biblia.
La luz siempre sale de las Palabras precedentes. Las
Palabras escritas en La Biblia se encuentran edificadas una
sobre otras desde el principio con el Pentateuco (los cinco
libros de Moisés). Pero es significativo recordar que los diez
mandamientos fueron escritos por el mismo Dios en persona y
Moisés se encargó solo de mostrárselos al pueblo.
La Palabra de Dios es una unidad indivisible e inmutable y va
edificándose sobre sí misma. Dios está trabajando en esto. La
luz adicional que recibieron cada uno de los autores que
escribieron la Palabra bíblica no la obtuvieron como una
revelación privada, sino que se basaron en revelaciones
precedentes. La primera revelación siguió expandiéndose, y a
partir de ella brotó más luz, y los ojos de los hombres fueron
abriéndose hasta obtener lo que hoy tenemos como la
Biblia, la Palabra de Dios.
Viene bien decir con la misma Biblia lo que afirmamos arriba:
“Él recibió honor y gloria de parte de Dios el Padre, cuando
desde la majestuosa gloria se le dirigió aquella voz que
dijo: ‘Este es mi Hijo amado; estoy muy complacido
con él’. Nosotros mismos oímos esa voz que vino del
cielo cuando estábamos con él en el monte
santo. Esto ha venido a confirmarnos la palabra de los
profetas, a la cual ustedes hacen bien en prestar atención,
como a una lámpara que brilla en un lugar oscuro, hasta que
despunte el día y salga el lucero de la mañana en sus
corazones. Ante todo, tengan muy presente que
ninguna profecía de la Escritura surge de la
interpretación particular de nadie. Porque la profecía
no ha tenido su origen en la voluntad humana, sino que los
profetas hablaron de parte de Dios, impulsados por el
Espíritu”.
Biblia Nueva Versión Internacional 2 Pedro 1:20
SE PRECISA MANTENER ESTE RESGUARDO
PARA QUE NO ACEPTEMOS CUALQUIER PALABR
A
QUE SEA PRONUNCIADA EN NOMBRE DEL SEÑ
OR.
Los discípulos de Jesús, ellos mismos estaban escuchando las
palabras pronunciadas desde el cielo sobre Jesús, pero
inmediatamente la relacionaron, confirmando esas Palabras
con lo dicho por los profetas varios siglos antes. Ellos no
aceptaban cualquier cosa, ni siquiera presenciado un acto
sobrenatural sobre Jesús.
¡Qué cuidado!.
¡Qué reverencia a la genuina Palabra de Dios!.
¡Qué ejemplo!
Dios no se contradice. Dios no miente. La Palabra de
Dios es firme.
Es importante estar familiarizados con toda la Palabra de
Dios, tanto en el Antiguo como con el Nuevo Testamento. Si
nunca hemos oído lo que Dios dijo en el pasado, no podremos
obtener la revelación ahora. Una revelación trae otra
revelación, pues no es algo aislado que surge de la nada.
En el Salmo 68:18 se nos muestra que en la ascensión del
Señor Jesús dio dones a los hombres. Pablo toma esta Palabra
del Antiguo Testamento como base y la desarrolla en los
capítulos 1 y 4 de Efesios. En el capítulo 1 se nos dice que el
Señor Jesús ascendió a lo alto y que está sentado a la diestra
de Dios el Padre (v.20); y en el capítulo 4, vemos que en la
ascensión el Señor Jesús llevó cautiva la cautividad de los
cautivos que estaban bajo el mando del enemigo y dio dones a
los hombres. Si leemos el contexto cercano, descubriremos
que Pedro dijo exactamente lo mismo en el día de Pentecostés.
Leemos:
“Así que, exaltado a la diestra de Dios, y habiendo
recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha
derramado esto que vosotros veis y oís”. Hechos
2:33
El mensaje que proclamó Pedro en el día de Pentecostés
en cuanto al derramamiento del Espíritu, al igual que el que
expresó Pablo en Efesios en cuanto a la ascensión del Señor, y
a la dádiva de los dones para la edificación de la iglesia, tienen
como base el conocimiento que ellos tenían de la luz revelada
en el Salmo 68. Dios no le dio a Pablo una luz directa. La luz
estaba en el Salmo 68, y Dios se la reveló. Para poder recibir
esta luz, era necesario conocer el Salmo 68. Debemos recordar
que Dios ocultó la luz que estaba en este Salmo por mucho
tiempo, pero un día abrió este pasaje y reveló su luz a los
hombres. Fue así como el hombre llegó a conocer esta verdad.
Pedro y Pablo eran hombres llenos de revelación, pero la
revelación que recibieron no salió de la nada.
El libro de Hebreos es otra prueba irrefutable que
presenta claramente el significado de los sacrificios que se
ofrecían en el Antiguo Testamento y nos muestra que el señor
Jesús es el único sacrificio aceptable delante de Dios. Si no
entendemos los sacrificios en el Antiguo Testamento, tampoco
entenderemos cómo el Señor Jesús se dio a Sí mismo en
sacrificio. La luz de Dios estaba en aquellos sacrificios
antiguos. Si el escritor de Hebreos no hubiera entendido las
revelaciones del Antiguo Testamento sencillamente no habría
entendido el concepto medular del propósito de Dios en
Jesucristo ni hubiera podido escribir este libro.
Es importante darse cuenta que el Antiguo y
Nuevo Testamento son portadores de la luz de
Dios. Si no los entendemos, no podremos satisfacer la
necesidad actual. La Palabra de Dios es indivisible, es el lugar
donde se almacena la luz de Dios y la fuente desde la cual
brilla.
El ministro de la Palabra no solo debe conocer la
Palabra bíblica, sino que además Dios tiene que habérsela
abierto y explicado debidamente. Pero ¿Cómo explica Dios Su
Palabra? ¿Cómo interpretaron el Antiguo Testamento los
ministros del Nuevo Testamento? Tenemos por lo menos tres
clases de interpretaciones.
1- La interpretación de las profecías
2- La interpretación de la historia
3- La interpretación por síntesis.
Al leer el Antiguo Testamento, los ministros del Nuevo
Testamento tenían ante ellos las profecías, combinadas con
la historia y el compendio de algunos pasajes afines; sin
embargo, todo esto necesitaba la correlación y la intervención
del Espíritu Santo para que llegara a ser un todo como lo
conocemos hoy.
En Mateo 2:18 leemos:
“Voz fue oída en Ramá, llanto y lamento grande,
Raquel que llora a sus hijos, y no quiso ser
consolada, porque ya no existen”.
Esta es una cita de Jeremías 31:15. Al leer este pasaje, nunca
se nos hubiera ocurrido que se refería a lo que hizo Herodes
tratando de matar al niño Jesús. Sin embargo, debido a que el
Espíritu Santo lo compendió históricamente y se lo mostró a
Mateo ahora conocemos su significado.
En Mateo 8 hay registros que Jesús sanaba enfermedades y
echaba fuera demonios, y el versículo 17 cita a Isaías 53:4,
diciendo...
“Él mismo tomó nuestras debilidades, y llevó
nuestras enfermedades...”
La revelación que recibió Mateo fue en base a la Palabra que
recibió de Isaías.
El ministerio de la Palabra de Dios tiene como base lo que
Dios ya expresó; sin embargo, tiene que ser revelada a los
ministros a fin de que sea lo que anuncian. Sin revelación,
cualquier cita que se haga de la Escritura es simplemente una
mención artificial, lo cual no alcanza a ministrar con la
Palabra a los oyentes. Así que necesitamos el fundamento y
también la interpretación apropiada de parte del Espíritu.
Con estos pocos elementos mostramos como la interpretación
de las profecías fue fundamental en los autores del Nuevo
Testamento. Ahora lo haremos brevemente con la
parte histórica.
Casi resulta fácil reconocer algunos pasajes del Nuevo
Testamento que aluden a hechos históricos del Antiguo. Pablo
lo hace en 1 Timoteo 2:11-14 donde menciona a Adán y Eva.
Resalta el hecho de que Adán no fuera tentado primero, sino
que Eva fuera la que cayera primero, luego Adán fue tentado
por Eva. El Antiguo Testamento narra este hecho y el Nuevo
Testamento nos muestra una revelación dada por el Espíritu
Santo, el cual resalta que la mujer no debe ser cabeza de la
iglesia, ni debe predominar sobre el hombre. Esto establece un
principio básico y nos muestra un patrón. Siempre que la
mujer asume el mando, el pecado se introduce. Este hecho
parte de la historia de Adán y Eva, pero al ser revelado, se
convierte en la base para ministrar con la Palabra en Pablo.
Pedro en el día de Pentecostés, mientras el Espíritu había sido
derramado sobre ciento veinte personas, él hace una síntesis
obrando como ministro de la Palabra para explicar y
fundamentar lo que ocurría.
Pedro citó conjuntamente a Joel 2, Salmos 16 y Salmos 110. El
no hizo un análisis exhaustivo de uno de ellos sino
una síntesis de los tres, de allí brotó la luz de la bendita
Palabra de Dios.

Es una evidencia que


para instruir y FORMAR una Iglesia
de DISCIPULOS necesitamos tanto de
la PREDICACIÓN como de la ENSEÑANZA. Encontrar las
diferencias tiene el sólo propósito de ayudarnos a usarlas
como herramientas en el momento y lugar adecuados.
LA PREDICACIÓN

Predicar viene del Griego kerússo cuyo significado es:


proclamar (como proclamador público), específicamente
verdad divina (el evangelio):-predicar, pregonar (hacer
notorio en voz alta algo para que llegue a conocimiento de
todos, Publicar lo que estaba oculto o lo que debía callarse.
Alabar en público los hechos, virtudes o cualidades de
alguien), proclamar, publicar, heraldo = Mensajero, aquello
que anuncia algo que va a suceder.
- Predicación es cuando Dios nos da una Palabra para una vida
o vidas y en obediencia anunciamos ese mensaje. Esta Palabra
puede ser y debe ser por medio de las Sagradas Escrituras.
Aun cuando la Palabra venga a nosotros en forma profética,
esta debe ser totalmente respaldada por las Sagradas
Escrituras, de no serlo, entonces no es Palabra de Dios sino
que es simplemente palabra de hombre.
- Cuando vamos a predicar debemos orar primero y
preguntarle al Señor que mensaje tiene el para Su Iglesia en
esta ocasión. No se debe escoger el tema solo por deseo propio
o por algo que esté pasando en la iglesia o en nuestro
alrededor.
- Al estar orando, Dios desarrolla la Palabra dentro de
nosotros; nos pone un sentir especial por ella, nos inquieta en
un tema, nos mueve a leer cierto pasaje bíblico o nos detiene
cuando estamos leyendo la Biblia y nos inquietad a que la
estudiemos con más cuidado.
- La Palabra se trae en una forma directa al corazón del
oyente. Es Dios hablando a la necesidad presente, es Dios
trayendo una respuesta, una guianza a la situación actual. Es
un Dios que habla hoy, a problemas y situaciones de hoy día.
La Palabra no se trae en forma de que la persona adquiera
conocimiento sino en que la persona reciba palabra de Dios
como el que trae un telegrama de parte de alguien. No es solo
decir “Dios te dice hoy que” sino hablar con seguridad el
mensaje que la Santa Palabra nos indica.
- La predicación no es una palabra vacía, no es una comedia,
no es para entretener al oyente, no es para convencerle a que
piense como nosotros ni tampoco es para maltratarlo y
golpearlo con la Biblia. Y mucho menos es para manipular. No
es tampoco una forma de leer pensamientos, o tratar de ver si
estamos revelando algo nuevo o secreto. Es sencillamente
traer el mensaje de Dios y nada más.
- En la predicación, Dios mueve al hombre hacia el camino
correcto. En la predicación Dios va transformando el corazón
del hombre, se vuelve como el barro en manos del alfarero. Es
la Palabra de Dios golpeando contra la piedra. Cuando esa
Palabra toca nuestro espíritu, jamás podemos volver a ser
iguales.

La predicación exige una decisión, una determinación por


parte del oyente a comprometerse con Dios, aceptando Su
propósito.
La predicación tiene el sentido –no de informar- sino de
persuadir a las personas acerca del propósito de Dios. Es por
eso que se hace un llamado (cuando eso es oportuno) para que
las personas que fueron alcanzadas con la Palabra abran su
corazón al Señor
LA ENSEÑANZA

Enseñar viene del Griego didaskalía que significa:


instrucción (la función o la información):-enseñanza, enseñar,
doctrina. También significa instructor (generalmente o
específicamente):-doctor, maestro, padre (de familia). Forma
prolongado de un verbo primario (aprender); enseñar (en la
misma aplicación amplia):-enseñar, instruir, aprender.

"Enseñar" significa conducir al hombre a la experiencia más


íntima con la voluntad divina, puesto que la doctrina afecta
tanto al intelecto como a la voluntad humana. (Diccionario
Bíblico).
Enseñar es informar, mostrar, advertir, capacitar a las vidas
de cosas que ellos desconocen. Por ejemplo, el enseñar sobre
el bautismo, o la santa cena, o el plan de redención de Dios
hacia el hombre. Aquí se trae conocimiento bíblico a las vidas
y se les saca de una vida de confusión y de oscuridad.

La enseñanza ungida liberta al cautivo. Le hace conocer la


Verdad y la Verdad le hace libre. La enseñanza de la Palabra
de Dios revelada hace las veces de la Palabra creativa de Dios:
se deposita como una buena semilla en el corazón y la misma
germina, dando hojas, flores y frutos. Porque la Palabra de
Dios es creativa en sí misma.

En la enseñanza, nos ocupamos de traer la sana doctrina


recordando que antes de ser fieles a una denominación
tenemos que ser fieles a la pureza del evangelio. Tenemos que
tener cuidado en no imponer nuestra manera de pensar. Sino
tratar con toda sinceridad de mantenernos fieles a lo que la
Santa Palabra presenta, nada más, y nada menos.
Dios espera de nosotros que al enseñar la Palabra nos
dediquemos a estudiarla nosotros primero con diligencia,
corazón humilde y en el espíritu, no en la carne.

Al enseñar, a diferencia de cuando predicamos, si podemos


escoger un tema en especial que podemos seguir por varias
semanas. También la enseñanza tiene que ser traída como
cuando se construye un edificio, de nivel en nivel. Hay
enseñanzas que un recién convertido no puede entender. Por
esto Pablo habla de los que toman leche y de los que comen
carne. Si tratamos de enseñar temas difíciles a un recién
convertido, le podemos confundir. Pero no usemos esto como
excusa para pensar que nunca debemos de darle más de
comida solida a las ovejas, o para siempre estarlo dejando
para después. Mas bien, es nuestro deber prepararles para
poderles servir comida más fuerte. Y prepararnos nosotros
para también poderlo hacer.
DIFERENCIAS ENTRE PREDICA Y ENSEÑANZA

Al predicar se anuncia un mensaje, un mensaje actual, un


mensaje personal. Al enseñar se transmite conocimientos
bíblicos establecidos.

Si una persona solo escucha predicas y nunca recibe


enseñanza, será transformada pero su crecimiento será débil.

Si una persona solo recibe enseñanza y nunca escucha


predicas, su doctrina será solida y recibirá libertad espiritual
pero su corazón no será transformado de la manera que Dios
quiere.

El pastor debe velar que en la iglesia haya un balance en estas


dos áreas.

Los pastores tendemos a ser más fuertes en un área que otra.


De ser así, dejemos que los dones del Señor en la iglesia se
desarrollen y demos más oportunidades a otros hermanos de
enseñar y predicar.

La predicación y la enseñanza
He puesto la predicación y la enseñanza juntas porque
ambas están relacionadas con la proclamación de la verdad
bíblica. La proclamación de la Palabra de Dios es una función
primaria de la iglesia. Algunos predicadores se dedican
meramente a aconsejar desde el púlpito o tratar cuestiones
éticas. A veces los cristianos no aprenden mucho acerca de la
Biblia, y solo opinan acerca de lo que se enseña. Pero la
función más importante de la Iglesia es proclamar la Palabra
de Dios en una forma comprensible, directa y autoritativa.
Examinemos pasajes escogidos de las dos epístolas que Pablo
le escribió a Timoteo. Primera Timoteo nos habla de cómo
tenemos que comportarnos y funcionar en la iglesia (3:15), y
ambas 1 y 2 Timoteo, hacen hincapié en que tenemos que
tener como prioridad la proclamación de la Palabra de Dios.
Primera Timoteo 3:16 nos habla de la maravilla de la
encarnación de Cristo Jesús: “E indiscutiblemente, grande es
el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne,
justificado en el Espíritu, visto de los ángeles, predicado a los
gentiles, creído en el mundo, recibido arriba en gloria” La
predicación es uno de los elementos esenciales de la
manifestación de Dios en la carne. En el corazón de la iglesia
está la encarnación, y en el corazón de la encarnación está su
proclamación. La predicación tiene un lugar central en la vida
de una Iglesia.
Pablo le dijo a Timoteo que si les enseñaba a los hermanos la
verdad sería un “buen ministro de Jesucristo, nutrido
con las palabras de la fe y de la buena doctrina que
has seguido” (1 Timoteo 4:6). Luego añade en el versículo
11: “Esto manda y enseña”. En otras palabras: “Enseña
con autoridad”.
En 1 Timoteo 4:13 Pablo continúa: “Entre tanto que voy,
ocúpate en la lectura, la exhortación y la
enseñanza”. Le invitaba a Timoteo a que leyera la Biblia,
explicara sus doctrinas y exhortara a los creyentes a que la
aplicaron. Le recomendó que no descuidara la predicación (v.
14), sino que meditara en las verdades de Dios (v. 15), las
obedeciera y persistiera en ellas enseñándolas (v. 16).
Vemos otra dimensión de la predicación y la enseñanza en 1
Timoteo 5:17: “Los ancianos que gobiernan bien, sean
tenidos por dignos de doble honor, mayormente los
que trabajan en predicar y enseñar”. Eso indica que el
liderazgo de una iglesia debiera enfocarse en la predicación y
en la enseñanza. Ciertamente, la función primaria de la iglesia
es la proclamación de la Palabra de Dios.
He escuchado que algunas personas critican a nuestra iglesia,
diciendo: “Allí hay demasiada predicación y enseñanza y muy
poco de otras cosas”. ¡NO puedo ver cómo puede haber
demasiada predicación y enseñanza! La razón por la que
hacemos tanto hincapié en la predicación y la enseñanza es
porque ellas ayudan a que todo lo demás tenga lugar. Tenemos
que conocer lo que la Biblia dice acerca de algo antes de saber
cómo actuar. No sabríamos cómo adorar, orar, evangelizar,
discipular, pastorear, capacitar o servir a menos que sepamos
lo que dice la Palabra de Dios.
En 2 Timoteo 2:15 Pablo dice: “Procura con diligencia
presentarte a Dios aprobado, como obrero que no
tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra
de verdad”. Pablo quería que Timoteo interpretara la
Palabra correctamente. En 2 Timoteo 1:13 dice: “Retén la
forma de las sana palabras que de mí oíste”. La
persona que proclama la Palabra de Dios debe ante todo
comprometerse él mismo con ella y luego predicarla.
Las Escrituras hacen al creyente “sabio para la
salvación” (2 Timoteo 3:15). La Palabra es “útil para
enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en
justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto,
enteramente preparado para toda buena obra” (vv. 16-17).
Basado en esas realidades Pablo encarga: “Que prediques la
palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo” (2 Timoteo
4:2). En otras palabras: “Sé diligente y esforzado en la
proclamación de la Palabra de Dios. Predica en todo tiempo.
No te preocupes si los oyentes se sienten ofendidos por lo que
dices”.
Pablo entonces le recomienda que sea valiente cuando
predique y “redarguye, reprende, exhorta con toda
paciencia y doctrina” (v. 2). La predicación debiera llevar
a las persona a enfrentar los fracasos en sus vidas, pero no
podemos esperar que ellos lleguen a una completa
comprensión inmediatamente. En el proceso de la predicación
confrontante, debemos presentar principios bíblicos amplios.
Es la Palabra la que convence. Una de las funciones de la
iglesia es predicar pacientemente la Palabra de Dios en una
forma directa a fin de que las personas sean responsables ante
Dios por hacer que sus vidas sean rectas.
Efesios 4:23 dice: “Y renovaos en el espíritu de vuestra
mente”. Romanos 12:2: “No os conforméis a este siglo,
sino transformaos por medio de la renovación de
nuestro entendimiento”. Usted necesita tener la Palabra
en su mente con el fin de que se produzca la conducta recta.
La predicación y la enseñanza de la Palabra ponen a las
Escrituras en primera fila en las mentes de las personas; no
hay nada que las pueda sustituir.

Predicación & Enseñanza desde el


principio
¿Qué rol jugaba la predicación y la enseñanza en la iglesia
primitiva? El pueblo de Dios necesitaba una enseñanza
profunda de la Palabra de Dios. Hechos 2:42 revela que los
primeros cristianos se dedicaron a sí mismos a las enseñanzas
de los apóstoles. El enseñar está enlistado como uno de los
dones del Espíritu en 1 Corintios 12. Pablo urgió que si alguno
tenía el don de enseñar, “se le deje enseñar” (Ro 12:7).
Aquellos ancianos que trabajan duro en enseñar y predicar
hasta deben ser apoyados financieramente por la iglesia (1
Tim 5:17).
1 Corintios 14 contiene una prescripción detallada para la
reunión típica de iglesia. Una de las lecciones a aprender de 1
Corintios 14 es, que las reuniones de iglesia no deben ser
dominadas por una sola persona, sin importar cual sea su don
espiritual. Cada uno de los hermanos debe tener la
oportunidad de contribuir a la reunión. La enseñanza
claramente está incluida en la lista de actividades que pueden
suceder, pero fue metida en la mezcla de manera
maravillosamente caballerosa (14:26). Claramente, las
primeras reuniones de iglesia en casa no estaban
primeramente enfocadas en el estudio bíblico. En este
contexto, si un maestro dotado ejercía su don semanalmente
de manera profunda, necesariamente bloquearía las
expresiones de los otros dones. Se le debe dar el mismo peso a
una variedad de contribuciones: cantar, testimonios, oración,
profecía, lenguas, enseñanzas, etc. Por ello cada enseñanza
tendría que ser más corta, en vez de más larga, para permitir
que los demás dones sean ejercitados libremente. Si la reunión
de 1 Corintios 14 no es un tiempo para que los superdotados
maestros presenten enseñanzas compresivas, ¿entonces
cuando es ese tiempo?
La respuesta es simple. Las enseñanzas intensas y largas
deben ser hechas en reuniones especiales de ministración, no
durante la reunión regular. Las reuniones semanales de la
iglesia local deben enfocarse en los principios básicos del
evangelio, seguidas de un tiempo de ministración. La meta de
todo ello es que sea para edificación (1 Co 14:26).
En contraste a las reuniones de iglesia, las reuniones en
grupos pequeños o células generalmente se enfocan en los
dones individuales de una persona (o unos pocos), y puede ser
tan grande como la acomodación de la reunión lo permita. Es
importante asegurarse de que cada uno de los involucrados
participen conscientes de que tal reunión es la Iglesia misma.
Es sencillamente una reunión de ministración.
Por ejemplo, por dos años Pablo sostuvo discusiones diarias
en la escuela de Tirano, con el resultado de que todos los que
vivían en la provincia de Asia escucharon la palabra del Señor
(He 19:9-10). Cuando estuvo en Roma, Pablo se alquiló una
casa y desde allí valientemente y sin impedimento predicó el
Reino de Dios y enseñó sobre el Señor Jesucristo (He 28:30-
31). Estas reuniones de ministración no reemplazaron las
reuniones regulares de la iglesia local, sino que fueron un
complemento de ellas. Otro ejemplo de reuniones grandes de
ministración era el ministerio público de sanidades que los
apóstoles desarrollaron en el Pórtico de Salomón (He 5:12-16,
42). Grandes multitudes se reunían para escuchar el Evangelio
y traer a sus enfermos para ser sanados. Sin embargo, estos
grandes servicios diarios de predicación y sanidad no
suplantaron a las reuniones más pequeñas y regulares de la
iglesia en casa (He 2:46, 8:3).
La manera occidental de llevar a cabo un servicio de iglesia es
muy parecida a algunas de las reuniones de ministración del
Nuevo Testamento. La misma es dominada por una persona
dotada, con una asistencia de grandes números de personas
para beneficiarse de su don. Estas reuniones de ministración
puede que tengan que ver con enseñanza bíblica, evangelismo,
alabanza, sanidades, motivación, etc. Tales reuniones son muy
útiles y tienen su lugar correcto. Pero tales reuniones son
finalmente secundarias y opcionales. Primarias e
indispensables son las reuniones de la Iglesia local. Las
reuniones de la iglesia local deben ser más pequeñas,
participativas, no enfocadas en el don de una sola persona.
La enseñanza y la predicación son partes fundamentales para
quien va creciendo en Cristo, y para la persona cuyo espíritu y
alma anhelan despertarse y descubrir quién es Dios, que ha
hecho, que hace y que hará en ellos. Efesios 5:14, Salmos
119:105, Hebreos 4:12.

Debemos de saber la distinción entre predicar y enseñar ya


que ambas tienen el mismo fundamento, el cual es Cristo. 1ra
Corintios 3:11. Pero cada una es aplicada en diferente forma,
pero, para un mismo fin Efesios 4:12, si se realiza bajo la
guianza del Espíritu. Juan 16:13.

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