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UNIDAD DIDÁCTICA

Los milagros
de Jesús
INTRODUCCIÓN

En este Documento INDEX se presenta a los profesores de Secundaria un ejemplo práctico


de cómo desarrollar uno de los temas nucleares del programa curricular de Religión y una
cuestión clave para la comprensión de los Evangelios: los milagros de Jesús.
No se han pretendido en este modelo orientativo innovaciones en la estructura u organización
del tema, sino más bien en el tono y en la forma de abordar su contenido: un carácter dialo-
gante con el alumno que muchos profesores adoptan en el aula como postura de respeto, a la
vez que de exposición clara de una creencia, la de la fe cristiana.
El tratamiento de los textos bíblicos y evangélicos se hace desde una posición sin prejuicios
que aspira a captar su auténtico mensaje, lo que sus autores quisieron comunicar.
Y, aunque es ésta la pregunta esencial que cabe hacerse frente a los Evangelios, como ante
cualquier texto, se afronta también como legítima la cuestión de la historicidad de los hechos
relatados, de esos milagros o signos de Jesús, que se podrían interpretar como contrarios a la
ciencia y, en definitiva, a los criterios rigurosos de una crítica ilustrada y actual.
La unidad didáctica que aquí se presenta es fruto de la experiencia docente llevada a cabo en el
IES San Juan Bautista, de Madrid. Esta experiencia demuestra que los alumnos son receptivos
a estos planteamientos si se les sabe vincular a su mundo de intereses y preocupaciones. No
otro es el espíritu de la LOGSE cuando insiste en la exploración de conocimientos y actitudes
previas para edificar sobre bases seguras y realistas.
La estructura del tema es la siguiente:
1. Pensamos
Introducción, para plantear cuestiones que suscitan interés.
2. Estudiamos
Los puntos nucleares del tema: naturaleza, historicidad, sentido y mensaje.
3. Sintetizamos
Resumen de las ideas principales.
4. Trabajamos
Actividades de aprendizaje y diálogo.

AURORA HERNÁNDEZ-BRIZ DE LARA


IES San Juan Bautista (Madrid)
PENSAMOS

Introducción al tema
1. Seguro que conocéis muchos de los milagros que hizo Jesús. Citar rápidamente uno distin-
to cada uno.
2. Es corriente oír expresiones como éstas:
• Se salvó de milagro.
• Sería un milagro que aprobara.
• Esa mujer hace milagros para llegar a fin de mes.
¿Se os ocurren otras? ¿Qué quieren decir?
Tratemos de reconstruir el contexto y de explicar su significado.
3. ¿Os parece que lo que esas expresiones significan tiene algo que ver con los milagros que
hizo Jesús?
4. En muchos temas se presenta la predicación de Jesús, sus palabras. Ahora vamos a hablar
de sus milagros.
¿Se trata de dos cosas diferentes?
¿Existe entre ellas alguna relación?
• Leed los textos de la primera página del tema.
¿A qué se refieren los dos últimos?
¿El primero tiene algo que ver con los otros dos?
¿Qué fuerza es esa que salía de Jesús?
5. ¿Por qué hacía Jesús milagros? ¿Qué buscaba? Subraya la respuesta que te parezca acer-
tada.
– Ganar fama y prestigio.
– Ayudar a los demás a solucionar sus problemas.
– Llamar la atención haciendo hechos sorprendentes.
– Atraerse a la gente con pruebas para que creyeran.
– Anunciar con obras el Reino de Dios.
– Demostrar que era Dios.
¿Por qué has elegido esa respuesta y no las otras?
6. ¿Qué piensas de estas opiniones? ¿Te identificas con alguna?
– Vivimos en el siglo XX, en un mundo científico. ¡Que no nos vengan con milagros!
– Los milagros son bonitos cuentos para niños.
– Los milagros están pasados de moda.
– Jesús era Dios y tenía poder para hacerlos, pero hoy no existen.
– Sí que existen milagros, pero no sabemos verlos ni leer los Evangelios.
– Los ovnis y los fenómenos parapsicológicos son los milagros de hoy.
– Con sus milagros, Jesús quiere decirnos algo hoy también a nosotros.
ESTUDIAMOS

1. Jesús hacía milagros


Los relatos sobre milagros de Jesús son numerosos en los Evangelios, ocupan una parte muy
importante y dan a la figura y a la personalidad de Jesús un rasgo característico. No podemos
prescindir de ellos sin más. No sería razonable descartar a priori la existencia de los milagros
sólo porque no se pueden observar, analizar y explicar científicamente.
Además, si elimináramos los milagros de Jesús, ¿no quedaría incompleto el mensaje del
Evangelio? Forman parte de él, son también Buena Nueva de Jesús.
Vamos a ver qué parte ocupan en cada evangelio. Dividíos en grupos para valorar el siguiente
cuadro.

Principales milagros de Jesús


Milagros Sujeto o acción del «signo» Mateo Marcos Lucas Juan

Curaciones • El criado de un capitán 8, 5-13 7, 1-10 4,46-54


• Un paralítico 9, 1-8 2, 2-12 5, 17-26
• Un hombre con el brazo atrofiado 12, 9-14 3, 1-6 6, 6-11
• La hija de la cananea 15, 21-28 7, 24-30
• Niño epiléptico 17, 14-18 9, 14-29 9, 37-43
• Ciegos 9, 27-31
20, 29-34 10, 46-52 18, 35-43
• Enfermo de hidropesía 14, 1-6
• Diez leprosos 17, 11-19
Resurrecciones • Hija de Jairo 9, 18-26 5, 21-43 8, 40-56
• Hijo de la viuda de Naín 7, 11-17
• Lázaro 11, 1-44
Expulsión • Endemoniados de Gerasa 8, 28-34 5, 1-20 8, 26-39
de demonios • Endemoniado ciego y mudo 12, 22-23 11, 14-26
• Endemoniado de Cafarnaún 1, 23-27 4, 31-37
Actuaciones • Calma el temporal 8, 23-27 4, 35-41 8, 22-25
sobre • Cambia el agua en vino 2, 1-11
la naturaleza • Pesca milagrosa 21, 1-14
• Multiplicación de los panes 14, 13-21 6, 35-44 9, 10-17 6, 1-15

Nota. Este cuadro se puede dar incompleto a los alumnos para que, por grupos, realicen la actividad de completarlo.

San Juan dice además, al final de su evangelio, que aún hizo Jesús muchos más milagros. Juan
utiliza siempre el término «signo» para referirse a los milagros:
«Otros muchos signos hizo Jesús. Si se escribieran uno por uno, los libros no ca-
brían en el mundo».
Jn 21, 25
El libro de los Hechos de los apóstoles también habla de los milagros de Jesús. ¿Os acordáis
de qué trata este libro y quién lo escribió?
Este libro de los Hechos nos cuenta cómo Pedro, después de ser transformado por la presen-
cia del Espíritu de Jesús resucitado, perdido ya el miedo que le llevó a negar a su maestro, des-
cribe así a Jesús ante el pueblo de Israel:
«Escuchadme, israelitas: os hablo de Jesús el nazareno, el hombre que Dios acre-
ditó ante vosotros, realizando por su medio los milagros, signos y prodigios que
conocéis».
Hch 2, 22
Y en otra ocasión, fuera de Israel, dice también Pedro:
«Vosotros sabéis muy bien el acontecimiento que ocupó a todo el país de los judíos,
empezando por Galilea, después que Juan predicó el bautismo. Me refiero a Jesús
de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el
bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él».
Hch 10, 35-37
La comunidad cristiana primitiva estaba convencida de que Jesúz hizo milagros y nos transmi-
te esta convicción. Antes de la redacción definitiva de los Evangelios, se habían puesto por
escrito cosas sueltas sobre Jesús, una colección de sus milagros entre otras. Pertenecen, pues,
los milagros a una tradición aún más antigua que los mismos Evangelios.
Luego veremos el problema de la historicidad de los milagros, es decir, de si ocurrieron en
tiempo de Jesús tal y como se nos cuenta. Ahora únicamente nos interesa saber que sí, que
desde el principio se cree que Jesús hizo milagros, que no son cuentos para niños.
Quizá no entendemos bien los milagros; por eso la gente usa expresiones como esas que he-
mos comentado antes; quizá no deban explicarse desde el punto de vista de la ciencia, ni inter-
pretarse al pie de la letra.

2. ¿Por qué hacía milagros Jesús?


Si queremos entender bien los milagros de Jesús, debemos poder responder a esta pregunta.
Veamos lo que al respecto dicen los Evangelios.
Los tres evangelistas sinópticos hablan de la admiración de la gente que escuchaba la predica-
ción de Jesús:
«La gente estaba admirada de su enseñanza porque les hablaba con autoridad y
no como los escribas y fariseos».
Mt 7, 28-29
Leed lo mismo en Mc 1, 22 y Lc 4, 32. ¿Qué es hablar con autoridad? ¿Quién os habla a voso-
tros con autoridad? Es decir, ¿en quién creéis?, ¿quién os merece confianza?, ¿a quién hacéis
caso?, ¿por qué sabéis que busca vuestro bien, que os dice la verdad y no os engaña, que lo que
dice lo hace, que es consecuente y no un hipócrita? Eso es tener autoridad. Los fariseos no la
tenían. ¿Por qué? ¿Quiénes eran? Jesús sí, Jesús habla con autoridad porque hay una estrecha
relación entre sus palabras y sus acciones. Lo que dice lo hace. Jesús no dijo: «dichosos los po-
bres» y luego vivió ricamente sin preocuparse ni compartir con nadie; Jesús no dijo «dichosos
los que prestan ayuda» y luego fue un egoísta incapaz de hacer nada por nadie. No, Jesús vivió
pobre y entregado a los demás; su vida fue eso, dar y darse. La gente lo sabía porque había te-
nido ocasión de experimentar su ayuda y entrega; por eso dicen que habla con autoridad. En
Jn 14, 11-13 se dice que esto es así porque Dios estaba con él. Es lo mismo que decía San
Pedro hablando de Jesús (Hch 10, 37).
Las acciones de Jesús, sus obras, son reflejo de sus palabras, de su predicación. Ambas,
palabras y obras, están íntimamente relacionadas, constituyen su único mensaje. Hasta tal
punto que, cuando Jesús quiere decir quién es él, dice que miren sus obras:
«Juan se enteró en la cárcel de las obras que hacía Jesús y mandó dos discípulos a
preguntarle:
–¿Eres tú el que tenía que venir o esperamos a otro? Jesús les respondió:
–Id a contarle a Juan lo que estáis viendo y oyendo:
Los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen,
los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia la buena noticia».
Mt 11, 1-5

El anuncio del Reino


Las obras de Jesús son sus milagros, con ellas también anuncia el Reino. Por lo tanto llaman
e invitan a la conversión, a dejarse guiar por Dios como Padre y a amar a todos los hombres
como a hermanos.
Las obras de Jesús, sus milagros, dicen también algo sobre el Reino, dicen que cuando Dios
reina sobre los hombres, cuando éstos lo reconocen como el centro de sus vidas, desaparece el
mal, el dolor, el sufrimiento y la muerte. Pero no únicamente en sentido espiritual, es decir,
en lo que se refiere al alma y al cielo, sino también en lo que se refiere al cuerpo y a este mun-
do. Con los milagros, Jesús está diciendo que el hombre es amado y salvado por Dios en todo
su ser, en su totalidad, en todos los aspectos de su existencia. Recordad que el Reino de Dios
que llega en Jesús tiene una fase histórica, aquí y ahora, que no es sólo cosa del otro mundo,
aunque tendrá también una fase escatológica, de plenitud, al final de los tiempos.
Jesús hace milagros para anunciar con obras el Reino de Dios.
«¿Eres tú el que tenía que venir?» ¿A quién esperaban los judíos? ¿Qué significa esa pregunta
de Juan a Jesús? ¿Por qué no le reconoce como el Mesías esperado habiendo oído hablar de
sus obras? ¿Qué tipo de mesías experaban los contemporáneos de Jesús?
Sin embargo los profetas del Antiguo Testamento ya habían vislumbrado cómo sería el verda-
dero Mesías: la respuesta de Jesús recoge una profecía de Isaías (Is 26, 19). Pero Juan y los
contemporáneos de Jesús esperaban un mesías espectacular, poderoso y hasta violento (Mt 3,
10-12) y las obras de Jesús no tienen ninguna de esas características; al contrario, las acciones
de Jesús, sus milagros, no juzgan ni condenan, ayudan, curan, liberan del mal, perdonan, dan
vida. Son siempre acciones en favor de los hombres, de todos, pero en especial de los más
necesitados, de los marginados, de toda esa gente que en Israel, como sabéis, estaba excluida
de la sociedad por razones religiosas. Jesús los salva, pero no solucionando problemas concre-
tos, sino capacitando para vivir y buscar por ellos mismos soluciones.
El leproso era el marginado por excelencia. Nadie en Israel se acercaba a los leprosos y a éstos
les estaba prohibido acercarse a los sanos, vivían fuera de la ciudad. Eran además considerados
«impuros», es decir, no podían ni acercarse a Dios, estaban malditos. Jesús no tiene en cuenta
esas falsas creencias ni esas leyes injustas:
«En esto se le acercó un leproso, y se puso a suplicarle: –Señor, si quieres puedes
limpiarme. Extendió la mano y lo tocó diciendo: –¡Quiero, queda limpio! Y en
seguida quedó limpio de la lepra.
Jesús le dijo: –Cuidado con decírselo a nadie; eso sí, ve a presentarte al sacerdote
y ofrece el donativo que mandó Moisés, para que les conste».
Mt 8, 1-4
Violando la ley, Jesús muestra que no se puede marginar a nadie y menos en nombre de Dios.
Le manda que se presente al sacerdote y que cumpla con los ritos de purificación para poder
integrarse de nuevo en la sociedad.
Jesús hace milagros para liberar a los hombres de lo que les deshumaniza.

Jesús no aprovecha los milagros en beneficio propio


En repetidas ocasiones los enemigos de Jesús se muestran ansiosos por presenciar un milagro;
Jesús nunca satisface sus deseos.
Enemigos Jesús
Mt 12, 38-40
«Algunos de los letrados y fariseos le dijeron: «¡Gente perversa e idólatra exigiendo seña-
–Maestro, queremos ver una señal (milagro) les! Pues señal no se les dará excepto la señal
tuya personal». de Jonás».
Mt 16, 1-4
«Se le acercaron los fariseos y saduceos y le «... los dejó plantados y se marchó».
pidieron con mala idea: –Muéstranos una se-
ñal que venga del cielo».
Lc 23, 6-12
«Herodes, al ver a Jesús se puso muy conten- «Jesús no le contestó palabra».
to, hacía ya tiempo que esperaba verle hacer
algún milagro».
Mt 27, 39-43
«Que baje ahora de la cruz y creeremos en
él...».
Jesús no baja de la cruz, no responde, no hace ningún milagro en esos casos porque él no bus-
ca atraerse así a la gente, no busca fama y prestigio ante los poderosos, ni ante nadie. No hace
los milagros para demostrar nada, no los hace para complacer curiosidades, y nunca para su
propio beneficio. Ya lo vimos cuando estudiamos el tema de las tentaciones: «Si eres el hijo de
Dios, tírate abajo...» (Mt 4, 1-11). Jesús no cae en la tentación, es fiel a su misión hasta la
muerte. Su misión es Dios y los demás y eso fue toda su vida. Cuando responde a los letrados
y fariseos que no les dará otra señal más que la de Jonás, está diciendo algo así.
Jonás era un profeta del Antiguo Testamento (el capítulo 2 del libro que lleva su nom-
bre cuenta el pasaje al que se refiere Jesús; leedlo y también la cita entera de Mateo 12, 38-40).
Jesús compara lo que le ocurrió a Jonás con su muerte y resurrección que están indisoluble-
mente unidas con su vida. Les está queriendo decir que ya tienen señales –él mismo, su men-
saje y su vida–, pero no saben verlas porque carecen de la actitud de apertura necesaria para
distinguirlas.

Los milagros y la fe
Únicamente los que tienen fe y confían en Jesús son capaces de interpretar las señales, las
obras o los milagros de Jesús. Fe y milagros están siempre muy relacionados en el Evangelio.
Ésta parece ser la condición indispensable para que se realicen aquéllos:
«No hizo allí muchos milagros por su falta de fe» (Mt 13, 58).
«¡Ánimo, hija! Tu fe te ha curado» (Mt 9, 22).
«Según la fe que tenéis, que se cumpla. Y se les abrieron los ojos» (Mt 9, 29-30).
«¡Qué grande es tu fe, mujer! Que se cumpla lo que deseas. En aquel momento
quedó curada su hija» (Mt 15, 28).
Los milagros de Jesús son la respuesta a la fe de los hombres y ayudan a fortalecerla. Jesús no
exige una fe perfecta, sólo pide un poco de confianza en él y deseos de superarse. El pasaje de
la curación de un niño epiléptico de Marcos 9, 14-29 es un buen ejemplo de esta relación en-
tre fe y milagros.

3. ¿Qué es un milagro?
Ya podemos responder correctamente a esta pregunta, tenemos los elementos suficientes: sa-
bemos que los milagros guardan relación con el mensaje de Jesús, con el Reino, con Dios, con
el bien de los demás, con la fe. Es decir, su razón de ser y su valor están en aquello a lo que
hacen referencia, no en sí mismos.
Lo importante de los milagros de Jesús no consiste en que un ciego viera, un cojo anduviera,
un mudo hablara o un muerto resucitara, sino en que en Jesús Dios está presente entre los
hombres salvando. Lo esencial de los milagros de Jesús es esa referencia. Ya hemos visto que
San Juan los llama signos porque un signo es eso, algo externo que remite a una realidad más
profunda.
Los milagros de Jesús son signos del Reino, signos de que Dios desea el bien de los hombres,
signos de liberación de todas las ataduras que impiden al hombre realizarse como persona se-
gún el plan de Dios, signos que ayudan a los hombres a creer más en Él.

4. El mensaje de los milagros de Jesús


Si los milagros de Jesús son signos del Reino, tienen que ser significativos para todos, no sólo
para los contemporáneos de Jesús; tienen que ser siempre actuales y decirnos algo hoy tam-
bién a nosotros.
La gente cae enferma, se muere, sufre, carece de lo necesario, sigue habiendo mucho pecado y
mucho mal en nuestro mundo y Dios no viene directamente a solucionarnos los problemas. El
modo de afrontar todo esto no es esperar «milagros» como hechos extraordinarios, aconteci-
dos fuera de toda explicación natural o científica. No fue eso lo que hizo Jesús.
Los relatos de los milagros del Evangelio no son simple información objetiva de los hechos, no
tratan de referir a la manera de una crónica lo sucedido; su principal objetivo no es contemplar
lo ocurrido en el pasado, sino decirnos cómo salva Dios al hombre en Jesús e impulsarnos al
compromiso y a la conversión para que el Reino de Dios sea realidad cada día un poco más.
Dios no actúa desde fuera del mundo y de los hombres, situándose en un plano superior y ma-
nejándonos, Dios actúa desde el hombre y en el hombre. Por eso lo esencial de estos relatos es
el mensaje. Si lo escuchamos y comprendemos estaremos en disposición de afrontar todo ese
mal y de experimentar, como los contemporáneos de Jesús, la fuerza salvadora de Dios.
Veamos algunos ejemplos:

Milagros Mensaje

Curación de un paralítico
«Para que sepáis que el hombre está autorizado Este hombre ha recibido de Jesús mucho más
para perdonar pecados en la tierra... le dijo al pa- que la curación física; ha recibido el don, la ca-
ralítico: ...ponte en pie, toma tu camilla y vete.» pacidad y la fuerza de convertirse, de emprender
Mt 2, 1-12 un nuevo camino en seguimiento de Jesús.
«Jesús le dijo: como ves, estás sano; no vuelvas
a pecar... El hombre fue a informar a los diri-
gentes de que era Jesús quien le había dado la
salud.»
Jn 5, 1-18

Curación de un ciego
Le dijo Jesús: «Mientras estoy en el mundo, yo Al ciego no sólo se le abren los ojos del cuerpo,
soy la luz del mundo... Declaró el hombre: creo sino también la capacidad de acoger la fe.
Señor y se postró ante él. Jesús añadió: yo he Reconoce en Jesús la luz del mundo; siguiéndolo
venido a este mundo para abrir un proceso; así, verá con claridad cuál es el proyecto de Dios
los que no ven, verán, y los que ven, quedarán sobre él.
ciegos».
Jn 9, 1-39

Multiplicación de los panes


«...No me buscáis porque hayáis percibido seña- Dios, a través de Jesús, es capaz de satisfacer el
les, sino porque habéis comido pan hasta sacia- «hambre», es capaz de realizar los deseos y espe-
ros. No trabajéis por el alimento que se acaba, ranzas profundas del hombre, es capaz de llenar
sino por el alimento que dura dando una vida sin de sentido la existencia humana.
término...
Yo soy el pan de vida. El que se acerca a mí no
pasará hambre y el que tiene fe en mí no tendrá
nunca sed.»
Jn 6, 1-14 y 22-71

Resurrección de un muerto
«Yo soy la resurrección y la vida: el que tiene fe La auténtica vida que no tiene fin es participa-
en mí, aunque muera vivirá; y todo el que está ción en la misma vida de Dios. Es posible tener
vivo y tiene fe en mí no morirá nunca.» esa vida ya hoy, aquí, en nuestro mundo. No hay
Jn 11, 1-44 que esperar la muerte para tener vida eterna, esa
VIDA la tiene ya en germen el hombre que cree
en Jesús e intenta seguirlo.

5. Historicidad de los milagros de Jesús


Vamos a responder ahora a la pregunta que nos hacíamos en el primer apartado del tema: ¿Qué
pasó en realidad en tiempo de Jesús? ¿Son históricos los milagros? Ya sabemos que ésa no es la
pregunta esencial que hay que hacerle al Evangelio, sino la de cuál es su mensaje, porque ésta fue
la intención de sus autores y no reconstruir el pasado. Sin embargo, es una pregunta lícita e inte-
resante. El problema que tenemos es que nosotros no entramos en contacto directo con los he-
chos sucedidos, sino con unos relatos de esos hechos, es decir, con unos procederes literarios.
Por eso tenemos que distinguir el relato del hecho mismo.
Relatos milagrosos fuera de los Evangelios
Estos relatos no existen sólo en los Evangelios, eran frecuentes en la antigüedad. Existen rela-
tos milagrosos en la literatura bíblica del Antiguo Testamento y en la literatura extrabíblica
judía y helenística, atribuidos a profetas, rabinos, dioses paganos, fundadores de religiones...

• Curación de Eufipo por el dios Esculapio


«Eufipo llevaba seis días con una punta de lanza clavada en la mandíbula. Mientras dormía en
el santuario, el dios le sacó la punta de lanza y se la puso en la mano. Al amanecer salió sano y
salvo con la punta de lanza en la mano.»
• ■ Comparad este texto con la curación de la suegra de Pedro en Marcos 1, 29-31.

• Curación del hijo de Gamaliel por el rabino Canina-ben-Dosa


«Una vez enfermó el hijo del rabino Gamaliel y le envió dos de sus discípulos al rabino
Canina-ben-Dosa para que intercediera por él. Cuando éste los vió, se subió a la azotea y su-
plicó misericordia en su favor. Al bajar les dijo: –Marchaos, la fiebre lo ha dejado. Entonces se
inclinaron y escribieron la hora exacta. Y cuando llegaron al rabino Gamaliel, éste les dijo: –A
la hora del culto, ni más ni menos, fue precisamente en aquella hora cuando le abandonó la
fiebre y nos pidió agua para beber.»
• ■ Comparadlo con la curación del hijo del funcionario en Lucas 7, 2-10.

• Multiplicación de alimentos de tradición musulmana


«Cujub preparó para el profeta y para Abu Beker la comida suficiente para dos personas.
Entonces el profeta le dijo: –Llama a treinta potentados no musulmanes de la ciudad. Así lo
hizo, todos comieron y todavía sobró.»

• Multiplicación de alimentos del Antiguo Testamento


«Eliseo ordenó: –Traedme harina. La echó en la olla y dijo: –sirve a la gente, que coman. El
criado replicó: –¿Qué hago yo con esto para cien personas? Eliseo insistió: –Dáselo a la gente,
que coman. Porque así dice el Señor: comerán y sobrará. Entonces el criado se los sirvió, co-
mieron y sobró, como había dicho el Señor» (2 Rey 4, 41-44).
• ■ Comparad ambos textos con el relato de la multiplicación de los panes y los peces de Marcos 8, 1-13.
Hemos podido constatar que el paralelismo de estos relatos milagrosos con los de los Evan-
gelios es evidente. Los Evangelios se sirvieron de las formas literarias existentes en su época
para narrar los milagros de Jesús.

El hecho histórico de los milagros


El que el relato de los milagros sea un género literario no es suficiente razón para negar la his-
toricidad de los mismos. Vosotros estudiáis literatura y sabéis lo que es un poema épico: por-
que existe el Poema de Mio Cid no podemos deducir que Rodrigo Díaz de Vivar no hizo ningu-
na hazaña; sería negar la historia. Es al contrario: porque hizo hazañas, se escribió el poema
que engrandece su figura.
Los Evangelios no son, como sabéis, ciencia histórica ni biografía de Jesús, sino testimonios
de fe en Jesús resucitado, pero presuponen los hechos, tienen base histórica. Los milagros de
Jesús también, aunque lo que interesa a los evangelistas no sea el hecho en sí, sino su significa-
do religioso, aunque sea muy difícil o imposible reconstruir los hechos.

Argumentos a favor de la historicidad de los milagros


– Ya hemos citado uno en el primer apartado del tema: la insistencia de los cuatro Evangelios
y del Nuevo Testamento en hablar de los milagros de Jesús. Es el criterio llamado de ates-
tación o afirmación múltiple.
Si esos relatos fueran en su totalidad una invención, la comunidad cristiana primitiva no los
hubiera aceptado, como de hecho rechazó los escritos apócrifos en los que Jesús aparece
haciendo continuamente actos prodigiosos, hasta desde pequeño.
– También hemos dicho ya que algunos de los relatos milagrosos fueron escritos por las co-
munidades cristianas antes de la redacción definitiva de los Evangelios. Pretendían conser-
var así la auténtica tradición sobre Jesús evitando el riesgo de deformación o pérdida.
– Los enemigos de Jesús le piden milagros, como igualmente hemos visto. No niegan el po-
der de Jesús para hacerlos, sino que tratan de buscar otra causa para no creer que Dios está
con él:
«Si echa los demonios no es más que con poder de Belcebú, el jefe de los demo-
nios.»
Mt 12, 24
– Muchas de las curaciones de Jesús tienen lugar en sábado, el día sagrado de los judíos, en el
que estaba prohibida toda actividad. De ello se sigue siempre una gran polémica con los di-
rigentes de Israel. No se entendería, de no ser históricos, la razón por la que se narran estos
hechos.
– Por último, el mismo Jesús se lamenta de aquellos que, habiendo presenciado sus milagros,
no creen en él:
«¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y Sidón se hubieran hecho los
milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido.»
Mt 11, 21
Los especialistas están de acuerdo en atribuir estas palabras al mismo Jesús. Lo que demuestra
la historicidad de sus milagros.
Por lo tanto, desde la crítica literaria, se puede afirmar la historicidad de los milagros de Jesús,
sin necesidad de recurrir a la fe. Aunque sea únicamente desde ella como puede entenderse su
significado.

6. Los milagros hoy


Haréis luego un debate sobre esta cuestión; aquí sólo se trata de daros algunas pistas.
«Y llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos
para expulsados y curar todo achaque y enfermedad.»
Mt 10, 1
«Por el camino proclamad que ya llega el reinado de Dios, curad enfermos, resu-
citad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. De balde lo recibisteis, dadlo
de balde.»
Mt 10, 7-8
La misión de los discípulos de Jesús, de sus seguidores, es la misma que la del maestro: anun-
ciar el Reino de Dios con palabras y obras. Y así lo hicieron los primeros cristianos.
«Por mano de los apóstoles se realizaban muchas señales y prodigios en medio
del pueblo... Muchas gentes de los alrededores acudía a Jerusalén llevando enfer-
mos y poseídos por espíritus inmundos, y todos se curaban.»
Hch 5, 12-16
Leed también Hechos 3, 1-26.
Las palabras y las obras de la Iglesia, hoy, deben ser las mismas palabras y obras de Jesús,
adaptadas a nuestro tiempo y a nuestro mundo, pero con la misma intención de Jesús. ¿Por
qué hacía él milagros?
SINTETIZAMOS

Esquema de las principales ideas del tema


1. Jesús hacía milagros
Razones que lo atestiguan:
• Amplio testimonio del Nuevo Testamento:
a) Numerosos relatos evangélicos.
b) San Juan: hizo muchos más.
c) Hechos de los apóstoles.
• Pertenecen a una tradición cristiana muy antigua.
• Forman parte de la Buena Noticia de Jesús.

2. ¿Por qué hacía milagros Jesús?


Los hace para:
• Anunciar el Reino de Dios.
• Llamar a la conversión.
(Estrecha relación: palabras y obras 5 milagros.)
• Buscar:
a) Liberación de todo lo que deshumaniza:
– Marginación.
– Enfermedad.
– Pecado.
– Mal.
– Muerte.
b) Salvación de todo el hombre:
– Historia.
– Escatología.
• Fortalecer la fe de los que confían ya en él.

No los hace para:


• Buscar fama o prestigio.
• Atraerse el favor de sus enemigos.
• Demostrar o probar su divinidad.
• Forzar a creer en él.
• Provecho propio.

3. ¿Qué es un milagro?
Elementos que lo definen:
• Signo.
• Reino de Dios.
• Realización del hombre.
• Fe.
4. El mensaje de los milagros de Jesús.
El signo (milagro) expresa algo:
• Remite a realidad profunda.
• Es significativo:
– En tiempo de Jesús.
– En nuestro tiempo.
• Mensaje:
– Dios salva al hombre en Jesús.
– El hombre se convierte y compromete en la construcción del Reino.

5. Historicidad de los milagros de Jesús


Distinguir hecho y relato.
Relato. Género literario:
• Literatura extrabíblica.
• Literatura Antiguo Testamento.
• Literatura Nuevo Testamento.
Hecho: Difícil reconstruirlo, pero base histórica. Argumentos:
• Atestación múltiple.
• Tradición cristiana más antigua.
• Enemigos de Jesús:
– Piden milagros.
– No los niegan.
– Buscan otra causa.
• Polémica que provocan los realizados en sábado.
• Palabras mismas de Jesús.

6. Los milagros hoy


Pistas debate.
• Mandato de Jesús a discípulos:
– Predicar.
– Hacer milagros.
• Actividad de discípulos tras la resurrección:
– Predican.
– Hacen milagros.
• ¿Misión de la Iglesia hoy?
TRABAJAMOS

Actividades sobre el tema


1. Teniendo en cuenta los distintos elementos que os aporta el tema, redactad una breve defi-
nición de milagro.
2. ¿Cuál creéis que es el mensaje de estos relatos milagrosos? Mt 8, 5-13; Mc 1, 40-45 y Lc 4,
31-37. Dividíos en grupos para hacerlo y poned luego en común vuestras respuestas.
3. Tratad de reconstruir lo sucedido en tiempo de Jesús comparando estos textos: Mt 20, 29-
34; Mc 10, 46-52 y Lc 18, 35-43.
4. Haced, en paralelo, un esquema de los relatos milagrosos extrabíblicos del 5.º apartado del
tema y de los correspondientes textos evangélicos citados en el mismo apartado.
5. En cada uno de estos revoltigramas hay una frase de uno de los milagros de Jesús que ex-
presa el mensaje del mismo. Reconstrúyelos.
– LOYYZUDSOLADMUNOLE

– RNACOVVSULAEPEA

– LYNDOSIDVOYEAPAE

– RMQCERMEOIRLANIEUNCEVONNAE

6. ¿Por qué los ovnis y los fenómenos parapsicológicos no tienen nada que ver con los mila-
gros de Jesús?
7. ¿Qué le responderíais a alguien que os dijera: cada día avanza más la ciencia, no queda lu-
gar para milagros?
8. Haz un esquema de las principales ideas del tema.
9. Haced un concurso de murales sobre el tema «Los milagros de Jesús buscan liberar al
hombre de lo que le deshumaniza».
10. Representad uno de los milagros de Jesús en el que intervengan varios personajes.
11. Leed la parábola del rico y Lázaro en Lc 16, 16-31. ¿Qué se dice en ella en relación con
los milagros?
12. Organizad un debate en clase sobre el tema «Los milagros hoy». Un grupo puede dirigir-
lo. Hace falta preparar:
– Una pequeña introducción.
– Cuestiones a debatir.
– Designar el moderador.
– Designar el secretario que recogerá las aportaciones y hará una conclusión.

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