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PRECEDENTES CONSTITUCIONALES………………………...………..… 4
FUNCIONES DE PRECEDENTES CONSTITUCIONALES……………….. 5
PRECEDENTES JUDICIALES…………………………………………………5
FUNCIONES DE PRECEDENTES JUDICIALES…………………………… 11
DISTINCION ENTRE PRECEDENTE Y JURISPRUDENCIA……………... 11
DISTINCION ENTRE PRECEDENTE CONSTITUCIONAL Y JUDICIAL....13
CASO PRÁCTICO (Marbury & Madison)……………………………………..16
CONCLUSIONES………………………………………………………………. 17
INTRODUCCION
El propósito de nuestro trabajo es hacer un análisis de los precedentes
constitucionales y judiciales, ya que en estos últimos tiempos se ha aceptado,
casi mayoritariamente, que la jurisprudencia expedida por el Tribunal
Constitucional del Perú constituye parte del sistema de las fuentes de Derecho.
Ya que este tema ha generado disputa tanto a nivel jurídico como político, puesto
que implica reconocer que las decisiones judiciales de un determinado órgano
jurisdiccional son de observancia obligatoria no sólo para las partes involucradas
en un proceso, sino que también para todos los poderes del Estado, así como
para los ciudadanos.
Es así como presentamos la monografía, ya que nuestra intención es que este
trabajo sea útil y entendida.
ANALISIS DE LOS PRECEDENTES CONSTITUCIONALES Y
JUDICIALES
EL PRECEDENTE CONSTITUCIONAL
El tribunal Constitucional ha determinado que la incorporación del precedente
constitucional vinculante, en los términos en que precisa el Código Procesal
Constitucional, genera por otro lado, la necesidad de distinguirlo de la jurisprudencia
que emite este Tribunal. Las sentencias del Tribunal Constitucional, dado que
constituyen la interpretación de la Constitución del máximo tribunal jurisdiccional del
país, se estatuyen como fuente de derecho y vinculan a todos los poderes del Estado.
Asimismo, conforme lo establece el artículo VI del Código Procesal Constitucional y la
Primera Disposición General de la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional, N.º 28301,
los jueces y tribunales interpretan y aplican las leyes y reglamentos conforme a las
disposiciones de la Constitución y a la interpretación que de ellas realice el Tribunal
Constitucional a través de su jurisprudencia en todo tipo de procesos. La jurisprudencia
constituye, por tanto, la doctrina que desarrolla el Tribunal en los distintos ámbitos del
derecho, a consecuencia de su labor frente a cada caso que va resolviendo.
Por otro lado, con objeto de conferir mayor predecibilidad a la justicia constitucional, el
legislador del Código Procesal Constitucional también ha introducido la técnica del
precedente, en su artículo VII del título preliminar, al establecer que "Las sentencias del
Tribunal Constitucional que adquieren la autoridad de cosa juzgada constituyen
precedente vinculante cuando así lo exprese la Sentencia, precisando el extremo de su
efecto normativo (…)". De este modo, si bien tanto la jurisprudencia como el precedente
constitucional tienen en común la característica de su efecto vinculante, en el sentido de
que ninguna autoridad, funcionario o particular puede resistirse a su cumplimiento
obligatorio, el Tribunal, a través del precedente constitucional, ejerce un poder normativo
general, extrayendo una norma a partir de un caso concreto.
PRECEDENTE JUDICIAL
Los precedentes son herramientas jurídicas, mediante las cuales los jueces toman
decisiones basadas en casos ya tratados con anterioridad, y con los que se guarda una
relación de semejanza. Con ello, se entiende que éstos –los precedentes- no son
creados de la noche a la mañana, sino que se van dando durante el correr del tiempo,
siempre en relación a los casos que se vayan presentando.
Ante ello, tenemos tres consideraciones a tomar. La primera de ellas, es que con los
precedentes se producen normas obligatorias, aunque se aparte de la ley, en ese
sentido asumimos que en una sociedad tan cambiante como en la que nos encontramos
hoy en día, las situaciones que se presentan en un caso determinado, muchas veces
desobedece la lógica que se perseguía en la decisión de una sentencia anterior respecto
al mismo tema en conflicto, provocando que el resultado de esta decisión sea distinto
ahora.
Y, en tercer lugar, por un tema más de índole social, podemos decir que la ideología y
moral se conjuga con el Derecho preexistente para dar lugar a decisiones, como otros
órganos de producción. Sin embargo, ello no siempre es así, ya que, a causa de la
diversidad cultural que existe en nuestro país, un juez en una determinada provincia,
cuya realidad cultural es otra, podría ocurrir que la decisión que él tome no
necesariamente estará ligada al precedente del tema en conflicto, ejerciendo su
discrecionalidad para el caso en concreto.
Con ello podemos inferir que no existe precedente vinculante como tal, en estricto. Lo
que se busca con el precedente en nuestro país es algo distinto. Se comete el error de
leerlo de manera “romana”, de acuerdo a nuestra naturaleza jurídica, a cómo funciona
nuestro ordenamiento, siendo su creación en la rama anglosajona; sin embargo,
consideramos que lo que se debe realizar es una lectura crítica; ya que el precedente
es también toda sentencia, declarada por el Tribunal Constitucional, que busca justicia
en un caso futuro.
Se trata de asumir como ley, como norma jurídica, la solución que brinda un tribunal
ante ciertos casos, de forma que otros semejantes, porque en realidad no existen casos
idénticos en la vida, deben resolverse según esa doctrina o solución anterior de un
tribunal.
El sistema del Common Law, fundado esencialmente en el precedente judicial, tiene una
singular extensión. Surgió originalmente en Inglaterra, donde se conserva aún como la
forma más pura y auténtica del Common Law, pero posteriormente, bajo el sistema
colonial se extendió a las que entonces fueron colonias británicas y en la gran mayoría
de ellas, al obtener más tarde su independencia, se conservó el mismo sistema de
Common Law, que en términos generales rige hoy en el Reino Unido, con excepción de
Escocia, Canadá salvo en Québec, Australia, Nueva Zelandia, en la mayor parte de la
India y Estados Unidos, menos Luisiana, que se rige por el sistema romano francés.
El principio en el que se basa el Common Law, es que los asuntos sometidos a los
tribunales se deben resolver tomando como referencia las sentencias antes dictadas,
en casos semejantes, por otros tribunales superiores, en vez de atenerse, al menos
absolutamente, a las leyes escritas promulgadas por el órgano legislativo. Este principio
es el que distingue el Common Law del sistema del Derecho romano francés y, de
hecho, de casi todos los demás sistemas jurídicos contemporáneos. En tanto que, en el
sistema romano francés y demás sistemas jurídicos, los jueces dictan sentencia
ateniéndose a la ley. En el Common Law, los jueces se centran más en los hechos del
caso concreto para llegar a lo que consideran un resultado más justo y equitativo para
los litigantes.
En este sentido, Ronald Dworkin decía "A un abogado se le enseña a analizar las leyes
y las opiniones judiciales para extraer de esas fuentes oficiales la doctrina jurídica. Se
le enseña a analizar situaciones fácticas complejas a fin de resumir con precisión los
hechos esenciales. Y se le enseña a pensar en términos tácticos, a diseñar leyes e
instituciones legales que produzcan determinados cambios sociales decididos de
antemano."1
En todos los países en que rige el sistema del Common Law se estructura, como en casi
todos los del mundo, una estructura piramidal de tribunales para impartir justicia y llevar
a cabo la llamada función jurisdiccional. En los países en que rige el Common Law, en
la base de la pirámide se halla el trial court, que son los tribunales de primera instancia.
Por encima de los tribunales de primera instancia se encuentran los tribunales de
apelación que, como todos los tribunales de esa naturaleza, conocen las controversias
suscitadas por inconformidad con las sentencias dictadas en primera instancia. Estas
discusiones se centran, esencialmente, en determinar si los tribunales de primera
instancia han aplicado los principios legales correctos y si han extraído las conclusiones
adecuadas de los datos de hecho probados. Estas interpretaciones de los tribunales de
apelación son las que se constituyen en precedentes y, de hecho, en el Derecho que
rige en esos países.
No obstante que el Common Law, por lo que llevamos dicho ha sido conocido como
derecho no escrito, porque no está recogido en una ley escrita, en realidad se han ido
formando, desde muy antiguo, compilaciones de las principales sentencias en los casos
más reiterados. En este sentido se conocen compilaciones, que quizás fueron usadas
en forma ocasional, pero que ya existían o circulaban entre el siglo XII y el siglo XVI. A
principios del siglo XVII, aparecieron también, en Inglaterra, compilaciones privadas de
las principales sentencias judiciales.
En Inglaterra, donde surgió y tiene su forma más auténtica, el Common Law se distingue
en la práctica, incluso de otros países en que rige ese sistema.
En Inglaterra, en la Edad Media, los tribunales del Common Law que eran siempre
laicos, a diferencia de los tribunales eclesiásticos de la Iglesia católica, que
predominaron en Europa, tuvieron un sentido más práctico que el pensamiento
dogmático que por lo regular dominó a los tribunales en que predominaba la concepción
católica escolástica.
Pero además, no todos los litigios eran resueltos, aún en la antigua Inglaterra por vía
del sistema puro de Common Law. Junto a ese sistema o a ese procedimiento judicial y
sus principios se abrió paso, desde muy temprano el llamado Statute Law, que se atenía
a leyes emanadas del Parlamento Inglés, en forma de bills, acts o cualquier otra
expresión formal valedera. En los Estados Unidos, el Statute Law también se abrió
camino temprano y en ese país se empezó a atener a las normas emanadas del
Congreso, sin que la existencia de ese Statute Law en ninguno de ambos países
significara la ruptura absoluta con los principios y los procedimientos del Common Law.
En Inglaterra, además, el Common Law no asumía los asuntos del Derecho mercantil,
los cuales eran conocidos por los mercantile courts, es decir, las cortes mercantiles.
Tampoco se llevaron al Common Law los asuntos puros de Derecho Marítimo, los que
se consideraban bajo la competencia del admiralty court, es decir, la Corte del
Almirantazgo.
En esos países bajo el sistema de Common Law se ha formado también otra vía de
administrar justicia, en cierta forma paralela, conocida como el Equity, o el sistema de
la equidad. Este otro nivel jurisdiccional de la equidad se originó temprano en el Derecho
inglés mediante la práctica de que los súbditos se presentaran al monarca para pedir
justicia. Más tarde esas reclamaciones fueron delegadas al lord Canciller y más tarde
aún a una corte que se llamó Tribunal de la Cancillería. El sistema judicial paralelo de
equidad dio nacimiento a un conjunto de normas a las que se les reconoció siempre
valor superior al de las establecidas por otros tribunales legales del reino. Al principio,
los tribunales del Common Law estaban más vinculados por los precedentes que los
tribunales de equidad, que supuestamente dictaban sentencia con más apego a la
justicia, exactamente la equidad y, con ello, con más mansedumbre y hasta misericordia.
Cada vez que abordamos el problema del sistema de Derecho del Common Law surge
la duda o la pregunta de si ese sistema es, al fin y al cabo más eficiente o asegura mejor
la justicia que el del derecho romano francés, con sus leyes escritas e incluso sus
codificaciones.
Los defensores del Common Law sostienen entonces que, como la vida es cambiante,
con una dinámica enorme, el Derecho debe ajustarse a ella y ser también cambiante y
dinámico, lo cual se asegura mucho mejor desde ese sistema que desde el legislado y
codificado. Los defensores de la ley escrita y la codificación saltan entonces y dicen que
al amparo de la actualización y la dinamización del Derecho se quiebra su seguridad,
su estabilidad indispensable y, quizás también, su esencial justicia.
En los sistemas de base romano francesa, como casi todos los de Europa occidental y
los que en América proceden del colonialismo español, portugués y francés, el Derecho
se fundamenta en la ley, normalmente escrita e incluso en las codificaciones. En esos
sistemas, en consecuencia, el precedente judicial ha sido asumido siempre con mucha
cautela o ha sido absolutamente rechazado.
En realidad, desde la óptica del iuspublicismo romanista más puro, la creación del
Derecho es sólo facultad y atributo del pueblo (que en Roma se identificaba, con un
sentido restrictivo, como populus), pero nunca puede quedar en manos del juez, por
muy investido de sentido de justicia y equidad que el mismo se encuentre.
Aquí, en el sistema de jurisprudencia, los tribunales cuentan con normas, pero las
mismas deben ser interpretadas. Entonces ocurre que en ocasiones la interpretación de
una disposición jurídica es difícil y, ésta es la segunda característica distintiva de la
jurisprudencia en el sistema romano francés, cuando el máximo tribunal, es decir,
cuando el Tribunal Supremo y sólo el Tribunal Supremo, reitera la misma interpretación
de un precepto, se dice que sienta jurisprudencia, que crea una doctrina jurídica.
En la tradición del Common Law, el precedente debe constituir una regla de derecho y
no puede referirse a los hechos del caso, si bien puede perfectamente partir de ellos.
En tercer lugar, aunque parezca obvio, la regla del precedente constitucional no puede
constituir una interpretación de una regla o disposición de la Constitución que ofrece
múltiples construcciones; en otras palabras, el precedente no es una técnica para
imponer determinadas doctrinas u opciones ideológicas o valorativas, todas ellas válidas
desde el punto de vista jurídico. Si tal situación se presenta de modo inevitable, debe
ser encarada por el Tribunal a través de su jurisprudencia, en un esfuerzo por crear
consensos en determinados sentidos. El precedente, en estos supuestos, sólo
aparecerá como resultado de la evolución favorable de la doctrina jurisprudencial del
Tribunal en determinado sentido. Esto último supone que el Tribunal debe abstenerse
de intervenir fijando precedentes sobre temas que son más bien polémicos y donde las
posiciones valorativas pueden dividir a la opinión pública. Esto implica, por otro lado,
una práctica prudente que permite al Tribunal lograr el mayor consenso posible en el
uso de esta nueva herramienta, lo cual le permitirá una verdadera potestad normativa.
DISTINCION ENTRE PRECEDENTE CONSTITUCIONAL Y
JUDICIAL
En la Sentencia de fecha 14 de Noviembre del 2005 materializada en el Expediente Nº
3741-2004-AA/TC, el Tribunal Constitucional ha considerado que, a fin de que una
decisión suya, planteada en forma de precedente vinculante pueda convertirse en una
herramienta útil en la expansión de los efectos de una sentencia que, en principio,
debiera tener sólo efectos inter partes, resulta necesario establecer la distinción entre
los efectos del precedente vinculante emitido por un Tribunal Constitucional, y lo que
son los efectos del precedente judicial en los sistemas del Common Law.
Para dicho colegiado, el precedente constitucional en nuestro sistema tiene efectos más
generales. En su propia descripción: "La forma como se ha consolidado la tradición de
los tribunales constitucionales en el sistema del derecho continental ha establecido,
desde muy temprano, el efecto sobre todos los poderes públicos de las sentencias del
Tribunal Constitucional. Esto significa que el precedente vinculante emitido por un
Tribunal Constitucional con estas características tiene, prima facie, los mismos efectos
de una ley. Es decir, que la regla que el Tribunal externaliza como precedente a partir
de un caso concreto, es una regla para todos y frente a todos los poderes públicos;
cualquier ciudadano puede invocar ante cualquier autoridad o funcionario sin tener que
recurrir previamente ante los tribunales, puesto que las sentencias del Tribunal
Constitucional, en cualquier proceso, tienen efectos vinculantes frente a todos los
poderes públicos y también frente a los particulares. Si no fuese así, la propia
Constitución estaría desprotegida, puesto que cualquier entidad, funcionario o persona
podría resistirse a cumplir una decisión de la máxima instancia jurisdiccional.
En realidad, tal como ha establecido Juan Carlos Ruiz Morella, "Si bien la sanción
disciplinaria era una opción válida aún cuando fue "desmentida"-, ella era a todas luces
extemporánea, pues no afectaba la resolución judicial que había incumplido y
desacatado el precedente vinculante del TC, ya que aquella mantenía sus efectos. Es
decir, este camino no era el más adecuado y efectivo para asegurar el cumplimiento de
los precedentes vinculantes del TC. Otra posibilidad hubiese sido la presentación de un
proceso constitucional de amparo contra la resolución que desconoce el precedente
vinculante, alegando, entre otras cosas, la violación del derecho a la igualdad, pues no
es posible que la justicia se pronuncie de manera distinta -si es que no opuesta- ante
dos hechos o situaciones fundamental y materialmente idénticas. Otro fundamento de
este posible "amparo contra amparo" hubiese sido la violación del derecho a la tutela
judicial efectiva, en concreto del derecho del justiciable a que el juez se pronuncie sobre
el fondo y de acuerdo con el derecho, pues el precedente vinculante, en virtud del
artículo VII el CPC, es fuente de derecho y parte del ordenamiento jurídico al cual están
sometidos todos, magistrados incluidos. Aunque atractiva, esta respuesta tenía varios
problemas; el principal, el tiempo: un proceso de amparo demora, en el mejor de los
casos, dos años en ser tramitado, lo que lo convertía en un instrumento poco efectivo
para asegurar el respeto del precedente.
Por otro lado, a pesar de haberse esbozado, la importancia y los efectos mediáticos de
los precedentes vinculantes, en el Perú cierto sector ha cuestionado las facultades del
Tribunal Constitucional de asumir facultades de legislador positivo, en virtud de que se
estaría violando el principio de separación de poderes consagrado en el artículo 43º de
la Constitución Política del Estado, invadiéndose y afectándose facultades legislativas
del Congreso de la República prescrito en el Artículo 102 de la norma normarum,
máxime si ésta última no da cobertura a los precedentes vinculantes.
Complemento:
Por su parte, el artículo 400 del Código Procesal Civil habla de los "plenos casatorios"
para establecer jurisprudencia vinculante o doctrina jurisprudencial; por otro lado, el
artículo 433 del Código Procesal Penal vigente permite la expedición de jurisprudencia
vinculante e incluso el artículo 34 de la Ley del Proceso Contencioso Administrativo (Ley
27584) establece que todas las decisiones adoptadas en casación por la Sala
Constitucional y Social de la Corte Suprema debe considerarse jurisprudencia
vinculante.
Si bien es cierto que no existe una referencia expresa a ella en nuestra Carta Política,
tanto las sentencias interpretativas como el precedente vinculante y la doctrina
jurisprudencial tienen cobertura constitucional, tal como se desprende del artículo 201
de la Constitución, que reconoce al TC como órgano de control de la Constitución y de
la constitucionalidad de las leyes, y en el artículo 202 de la misma Carta Política, según
la cual le corresponde al TC en los procesos constitucionales, la función de instancia
final de fallo y en otros, instancia única. La interpretación sistemática de ambas normas
señala que las sentencias del TC "no pueden ser desconocidas por los demás poderes
u órganos constitucionales del Estado e, incluso por los particulares.
Si bien es cierto, hasta acá hemos fundamentado la razón de ser del precedente
vinculante, el fundamento constitucional a su respeto y observancia del mismo, asi como
a la doctrina jurisprudencial, "se encuentra en el derecho a la igualdad y a la no
discriminación en la aplicación de la ley (art. 2.2 de la Constitución), pues no es posible
que la judicatura se pronuncie jurisdiccionalmente diferente ante dos casos sustanciales
similares", este respeto brindará seguridad jurídica certeza y predectibilidad.
Todo ello ha motivado que el propio Tribunal Constitucional expidiera una sentencia
(expediente 00006-2006-PC/TC), declarando "nulas" a un conjunto de resoluciones
judiciales que habían incumplido y desconocido los precedentes vinculantes del mismo,
poniendo posteriormente en conocimiento de la OCMA del Poder Judicial para que
proceda de conformidad con la resolución de jefatura 021-2006-JOCMA/PJ, publicada
en el diario El Peruano el 4 de abril del 2006, que dispone que: "[…] todos los órganos
jurisdiccionales de la República, bajo responsabilidad funcional, den cabal cumplimiento
a los precedentes vinculantes señalados por el Tribunal Constitucional". Esto fue
materia de crítica por parte de la Corte Suprema quien manifestó que con dicho fallo se
había violado la independencia judicial y la garantía de la cosa juzgada, lo cual hasta el
día de hoy viene a ser materia de discusión.
CASO PRÁCTICO
El caso Marbury contra Madison (5 U.S. 137 1870) es un proceso judicial abordado ante
la Corte Suprema de los Estados Unidos y resuelto en 1803. El mismo surgió como
resultado de una querella política a raíz de las elecciones presidenciales de 1800, en
las que Thomas Jefferson, quien era un republicano demócrata, derrotó al entonces
presidente John Adams, el cual era federalista. En los últimos días del gobierno saliente
de Adams, el Congreso, dominado por los federalistas, estableció una serie de cargos
judiciales, entre ellos 42 jueces de paz para el Distrito de Columbia. El Senado confirmó
los nombramientos, el presidente los firmó y el secretario de Estado estaba encargado
de sellar y entregar las actas de nombramiento. En el ajetreo de última hora, el secretario
de Estado saliente no entregó las actas de nombramiento a cuatro jueces de paz, entre
los que se contaba a William Marbury.
El nuevo secretario de Estado del gobierno del presidente Jefferson, James Madison,
se negó a entregar las actas de nombramiento porque el nuevo gobierno estaba irritado
por la maniobra de los federalistas de tratar de asegurarse el control de la judicatura con
el nombramiento de miembros de su partido justo antes de cesar en el gobierno. Sin
embargo Marbury recurrió a la Corte Suprema para que ordenara a Madison entregarle
su acta.
Si el Tribunal fallaba a favor de Marbury, Madison todavía podría negarse a entregar el
acta y el Tribunal Supremo no tendría manera de hacer cumplir la orden. Si la Corte se
pronunciaba contra Marbury, se arriesgaba a someter el poder judicial a los partidarios
de Jefferson al permitirles negar a Marbury el cargo que podía reclamar legalmente. El
presidente del Tribunal John Marshall resolvió este dilema al decidir que el Tribunal
Supremo no estaba facultado para dirimir este caso. Marshall dictaminó que la Sección
13 de la Ley Judicial, que otorgaba a la Corte estas facultades, era inconstitucional
porque ampliaba la jurisdicción original del Tribunal de la jurisdicción definida por la
misma Constitución. Al haber decidido no intervenir en este caso en particular, el
Tribunal Supremo aseguró su posición como árbitro final de la ley.
CONCLUSIONES
Las funciones de los precedentes emitidos por el Tribunal Constitucional y el Poder
Judicial durante el periodo 2005 – 2015 son: a) garantizar la seguridad jurídica; b) el
derecho a la igualdad, y, c) colmar lagunas que se presentan en el sistema jurídico.
Luego de evaluar cada uno de los precedentes se constata que su expedición respondió
a necesidades concretas, tales como son: la regulación de la procedencia del proceso
de amparo en material laboral, el establecimiento de plazo para la prisión preventiva, la
determinación del contenido esencial del derecho a la pensión, la regulación de las vías
igualmente satisfactorias (subjetiva y objetivas, entre otros. Los precedentes en el país
se han ido erigiendo como un mecanismo para garantizar la seguridad jurídica,
especialmente, en la predictibilidad de las decisiones judiciales, asimismo, ha brindado
pautas para la uniformidad de los criterios jurisprudenciales dispersos. En los casos que
podemos advertir esta particularidad son: la procedencia del recurso de agravio
constitucional (sentencia interlocutoria denegatoria); la importación de vehículos
automotores usados, entre otros. El precedente constitucional ha colaborado con la
consolidación del principio de igualdad y la coherencia del sistema jurídico. La aplicación
del precedente 179 constitucional es obligatorio e ineludible cumplimiento cuando se
presenten hechos que tengan los supuestos de la regla jurídica (precedente). Los
artículo VI y VII del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional, dejan sentado
que los jueces deben interpretar y aplicar las leyes tomando en cuenta las resoluciones
dictadas por el Tribunal Constitucional, asimismo, esta disposición recobra fuerza
cuando las sentencias tienen la calidad de cosa juzgada. Además, en la investigación
advertimos que con la emisión de los precedentes constitucionales se logró establecer
márgenes y reglas claras para la aplicación de las reglas jurídicas a concretos supuestos
de hecho (véase el precedente constitucional que regula la improcedencia del proceso
de amparo en casos de reposición para las personas que no ingresaron a la
Administración Pública sin previo concurso de méritos).
Si fuese posible indicar con una metáfora literaria qué son los precedentes en el ámbito
de un derecho que fluye en creciente desorden a través de la flecha del tiempo, se
podría decir que estos son islas en la corriente. Islas inestables, provisionales, limitadas
en el espacio y que sin embargo representan todo el orden que se puede crear en un
derecho caótico.
BIBLIOGRAFIA
http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2011/t-762-11.htm
http://www.justiciaytransparencia.pe/normas/desarrollo.php?SECTION_I
D=359&ELEMENT_ID=473
http://blog.pucp.edu.pe/blog/ariojabermudez/2009/10/29/el-titulo-prelimin
ar-del-codigo-procesal-constitucional/
Garcia Belaunde, D. (2007). Precedente constitucional: extinsion y
limites. pucp, 18-20.
http://aceproject.org/ace-es/topics/lf/lfa/lfa03/lfa03e
file:///C:/Users/Lenovo/Downloads/Dialnet-
LosPrecedentesConstitucionales-3331533.pdf
ANEXOS