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DERECHO CONSTITUCIONAL II
1.1. Introducción
Puede afirmarse que la libertad es la base sobre la que descansa el reconocimiento y tutela de
los demás derechos. El problema jurídico de la libertad y de los demás derechos, es su
reconocimiento formal como elemento propio de la naturaleza humana y su manifestación en
el ámbito social.
Las dimensiones de la libertad más relevantes para los regímenes democráticos actuales son:
La que permite el desarrollo libre del sujeto individualmente o a través de los grupos
en que se integra.
La que permite su contribución como ciudadano al desarrollo de la organización social,
la libertad política y la de participar en los asuntos públicos.
La libertad así conceptuada, en sus vertientes pública y privada, se manifiesta en una pluralidad
creciente de derechos y libertades concretos que afectan a diversos ámbitos de la vida del
hombre.
En Grecia y Roma la distinción entre hombres libres y esclavos era considerada como natural. El
cristianismo llega tan solo a reivindicar ciertos ámbitos humanos que deben quedar bajo la
potestad del poder religioso. En la Baja Edad Media los primeros derechos reconocidos
alcanzan solo a una pequeña parte de la población, carecen de sistemática y suelen tener
carácter temporal.
En España, los fueros o las cartas pueblas recogían privilegios locales de carácter fiscal,
acotando el poder de la nobleza y del monarca.
En la Carta Magna inglesa (1215) Juan sin Tierra se obligaba a respetar ciertos derechos de los
barones de su reino.
El debate entre Bartolomé de las Casas y Francisco de Vitoria a raíz de los excesos de los
conquistadores y colonos en América llevó a enunciar una serie de principios, como que todos
los hombres nacen igualmente libres, y que tienen por tanto capacidad para elegir a sus
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gobernantes.
Esta doctrina influyó en las Leyes de Burgos de 1512 y las Leyes Nuevas de 1542, protectoras
de los derechos de los indios, abriendo el camino para el reconocimiento de otras libertades.
En materia de derechos y libertades, el derecho escrito es una de las fuentes del Derecho
inglés, coexistiendo el Common Law y la legislación del Parlamento. Los textos ingleses
encuentran su fundamento en la historia y la tradición. Destacan los siguientes:
La Petición de Derechos (Petition of Rights, 1627): incorpora las libertades que deben
ser respetadas en adelante por el rey (Carlos I la aprobó).
La Ley de Habeas Corpus (Habeas Corpus Amendment, 1679): establece la puesta a
disposición del juez de cualquier detenido en un plazo determinado.
La Declaración de Derechos (Bill of Rights, 1689): primera declaración de carácter
nacional, limita el poder de la Corona y afirma el del Parlamento.
En estos textos, fruto de su época y de una sociedad estamental, se consagran aún notables
desigualdades ante la ley.
1.3.2. Las declaraciones americanas de los siglos XVII y XVIII. Constitución americana
Precedentes, inspirados por la tradición del Common Law y por el iusnaturalismo racionalista:
Cuerpo de libertades de la Bahía de Massachussets (1641): pretende limitar el poder
del Gobernador y defiende que los derechos naturales deben ser considerados como
leyes y no deben imponerse penas que los infrinjan o incumplan.
Acta de Tolerancia de Maryland (1669-1670): reconoce la tolerancia religiosa (solo
entre cristianos).
Normas fundamentales de Carolina (1669-1670): normas para la organización de la
comunidad política.
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El iusnaturalismo se manifiesta mas intensamente tras la aprobación del Bill of Rights por
Guillermo de Orange en los siguientes textos:
Carta de privilegios de Pensilvania (1701).
Declaración de derechos y agravios (1765): firmada en New York por representantes de
9 colonias en respuesta a la Ley del Timbre metropolitana.
Declaración de deberes norteamericanos (1774): en el Congreso de Filadelfia, contra la
presión fiscal.
Declaración de levantamiento de armas (1775): aparece tras los primeros
enfrentamientos bélicos y a la que seguirán escritos ideológicos y revolucionarios.
Poco tiempo después de la aprobación de esta última Declaración, se aprobaron dos de los
más significativos documentos americanos:
Declaración de Derechos del Buen Pueblo de Virginia (1776): consagra una tabla de
derechos y libertades del hombre, proclamando la libertad, la vida, la propiedad, la
seguridad y la libertad religiosa como derechos básicos tutelados por el Estado. Las
declaraciones de otros Estados seguirían su ejemplo.
Declaración de Independencia (4 de Julio de 1776): en línea con la anterior, contempla
al individuo como tal y no como miembro de un estamento.
Las enmiendas posteriores han completado el catálogo de derechos, destacando las siguientes:
13ª Enmienda: abolición de la esclavitud (1865).
14ª Enmienda: Derecho de ciudadanía (1868).
15ª, 19ª, 24ª y 27ª Enmiendas: Derecho de sufragio.
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La Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789) proclamaba los siguientes
derechos y principios:
El fin de toda asociación política es la conservación de la comunidad.
Tales derechos naturales son la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la
opresión.
La libertad e igualdad de derechos de todos los hombres.
El derecho a participar en la elaboración de las leyes y a acceder a los cargos públicos.
Separación de poderes.
Libertad de opinión, prensa, conciencia y culto.
Presunción de inocencia y garantías procesales para los detenidos.
Irretroactividad de las leyes penales.
Derecho de propiedad.
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El régimen liberal emergente en los albores del s. XIX tenía por objetivo la lucha contra el
Antiguo Régimen. El constitucionalismo ofrecerá cobertura jurídico-formal a este movimiento
durante bastantes años. Hay que distinguir un liberalismo político y un liberalismo económico.
El segundo se basa en las teorías de Adam Smith, mientras el primero defiende el
reconocimiento de la soberanía nacional, la separación de poderes, la igualdad ante la ley y
algunos derechos básicos como la propiedad. Hay que entender la igualdad como la
eliminación de los privilegios estamentales en beneficio, sobre todo, de la naciente burguesía.
En Francia, el régimen liberal, en su ruptura con el Antiguo Régimen, supuso una revolución
burguesa o liberal, basada en la desaparición de privilegios, la igualdad ante la ley, la
liberalización de la propiedad y la extensión del comercio. Se ha puesto en duda si tal
revolución burguesa llegó a producirse realmente en España.
La realidad es que, con una burguesía débil y una economía esencialmente agraria, la
transformación social y política fue más lenta y gradual, con periodos revolucionarios y
contrarrevolucionarios intercalados.
Con todo, la mayoría de las constituciones del s. XIX incorporaron formalmente algunos
derechos (la de 1812 contemplaba la libertad, la seguridad, la inviolabilidad del domicilio, la
libertad de expresión, etc…), aunque su eficacia quedara vulnerada con frecuencia por la poca
sujeción del poder político al Derecho y por la falta de valor normativo supremo de la
Constitución.
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a) La sociedad de Naciones
Constituida a instancias del Presidente Wilson tras la 1ª Guerra Mundial, en 1919, contaba con
una Asamblea, un Consejo y una Secretaría permanente. Su propósito era mantener la paz en
el mundo, asegurar la justicia y tutelar a las poblaciones incapaces de regirse por sí mismas.
Tales principios se vieron desvirtuados en la práctica, al constituir de hecho un «consorcio de
vencedores» centrado en asegurar a las potencias victoriosas sus conquistas políticas y
territoriales.
b) La Commonwealth
Surgió a partir de 1907 para unir Gran Bretaña con los llamados Dominios (Canadá, Sudáfrica,
Australia, Nueva Zelanda, India e Irlanda –desde 1922). Es una organización sui generis, que
adolece de cierta imprecisión e incoherencia.
Destacan la Organización de las Naciones Unidas, a nivel global, así como el Consejo de Europa
y, después, la UE, así como la Convención Interamericana de Derechos Humanos. Tras la
Conferencia de Yalta, se redactó la carta fundacional de la Organización de las Naciones Unidas
en una Conferencia organizada al efecto en San Francisco en 1945. En 1947 se puso en marcha
el Plan Marshall para la reconstrucción de Europa, que llevó a la creación de la OECE
(Organización Europea de Cooperación Económica) en 1949.
Ese mismo año se creó el Consejo de Europa para la defensa de los derechos y libertades,
formado inicialmente por el Benelux, Francia, Italia, Dinamarca, Noruega, Suecia y Gran
Bretaña. Sus órganos eran el Consejo de Ministros, una Asamblea consultiva, la Comisión y el
Tribunal Europeo de Derechos Humanos. En 1950 se aprueba el Convenio de Roma, para la
salvaguarda de los derechos fundamentales y libertades públicas. En el campo militar se crea
primero la UEO y posteriormente la OTAN, que ya incluye a Canadá y USA.
d) Los derechos en la UE
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del Parlamento francés a ratificar el correspondiente Tratado constitutivo. Sí prosperó algo más
tarde la creación de un mercado común europeo, precedente directo de la actual UE.
Los derechos representan una esfera de la vida del sujeto en la cual éste es soberano y actúa
libremente, a la vez que dicho ámbito queda protegido de intromisiones de los poderes
públicos, nacionales o internacionales, y de las acciones de otros sujetos. Los derechos son
concreciones del valor libertad en su vertiente positiva, definiendo esferas concretas de
actuación del sujeto y ámbitos de obligaciones determinadas del poder. A diferencia de la
libertad en abstracto, precisan de una clara determinación de su ámbito y alcance por cuanto
constituyen zonas concretas de autonomía en que se desenvuelven las voluntades individuales.
La función básica de los derechos es la articulación y tutela de la libertad personal.
III. Las “generaciones” de Derechos. Los Derechos en el Estado Liberal y en el Estado Social
La doctrina ha dividido y clasificado los derechos en generaciones, que se corresponden con los
sucesivos modelos de Estado de Derecho, y siguen una evolución paralela.
Siguiendo a R. Sánchez Ferriz, el Estado liberal cobijó a las dos primeras generaciones
(derechos civiles y políticos primero y, posteriormente, los económicos, sociales y culturales)
mientras que el Estado Social promueve la tercera generación de derechos, o «derechos de la
solidaridad». La autora considera una cuarta generación de derechos.
El Estado liberal de Derecho y las constituciones escritas que lo formalizaron tomaban como
principio la limitación jurídica del poder como garantía de la libertad individual.
Partía de la separación entre la sociedad civil y el Estado, y mantenía un margen de operación
circunscrito a la organización política en sentido estricto. Las relaciones entre los individuos
eran ajenas al Estado, que se limitaba a realizar y mantener los servicios públicos no cubiertos
por la iniciativa privada, así como garantizar el orden público y la defensa del país frente al
exterior.
La primera generación de derechos representa los derechos individuales más básicos:
vida, libertad, propiedad, seguridad y un reducido derecho de participación política.
Son libertades-resistencia propias del liberalismo de la primera mitad del s. XIX. El
sujeto es el hombre individualmente considerado, reconociéndose el derecho
formalmente, aunque no se configuren garantías para su ejercicio.
La segunda generación de derechos, que aparece en la segunda mitad del s. XIX,
incorpora cierta extensión del sufragio (solo masculino) y ciertas libertades públicas,
así como el derecho de asociación.
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En el ordenamiento jurídico español coexisten normas emanadas de los órganos centrales del
Estado, de los órganos de las CCAA y de organizaciones, instituciones o acuerdos
internacionales. Estas últimas revisten especial importancia en lo que respecta a los derechos y
libertades, dado el reconocimiento y tutela que éstos han encontrado en el ámbito
internacional.
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Por otro lado, en el denominado nivel internacional debemos distinguir los documentos
internacionales que tienen su origen en acuerdos o pactos concretos, de aquellos otros que
han surgido en el marco de una organización internacional específicamente creada para la
tutela de los derechos o que tiene entre sus objetivos esta tutela.
Podríamos decir que el sistema jurídico multinivel debe distinguir los siguientes niveles de
producción, ejecución e interpretación normativa:
Nivel de producción supranacional:
o Derecho de la UE.
o Derecho Internacional.
Nivel de producción interna:
o Constitución.
o Derecho de los órganos centrales del Estado.
o Derecho de los órganos territoriales (CCAA, regiones, Estados federales).
o Derecho de otros entes territoriales (en su caso y en función de las
competencias asumidas).
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En dicha clasificación, el término «Derecho» comprende todas las fuentes jurídicas implicadas
en cada caso, incluyéndose por tanto la jurisprudencia emanada por los órganos
jurisdiccionales que en cada caso corresponda. El Derecho de la UE integra la jurisprudencia del
Tribunal de Justicia, y en la mención al Derecho internacional queda comprendida la
jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
A pesar de que el ordenamiento jurídico está compuesto por normas emanadas por diferentes
órganos, nada impide que lo podamos identificar como uno solo y mantenerse así el principio
básico de la unidad del ordenamiento jurídico. Como venimos afirmando, una vez que las
normas se incorporan a nuestro ordenamiento se consideran normas internas, con
independencia de su procedencia.
III. Derecho de producción interna. Las Fuentes del Derecho y la Constitución como Fuente
del Derecho
Entendiendo por fuentes del Derecho el origen de las normas jurídicas, en el sentido de
«aquello a lo que el ordenamiento confiere la virtualidad de crear normas», se han aceptado
tradicionalmente como tales el Derecho escrito, la jurisprudencia, la costumbre, los principios
generales del Derecho y, en el ámbito constitucional, las convenciones constitucionales. En
nuestro ordenamiento comparte importancia con las fuentes escritas la jurisprudencia
emanada del Tribunal Constitucional, siendo menor la relevancia de la costumbre y de los
principios generales del Derecho, ya que, de entre estos, los más relevantes al Derecho
constitucional están ya explícita o implícitamente recogidos en la propia Constitución.
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Podemos entender por fuente del Derecho «las diversas categorías o tipos normativos a través
de los cuales se incorporan normas jurídicas al ordenamiento», siendo entonces norma o
precepto el contenido material inserto en una fuente.
El ordenamiento jurídico se puede definir como un conjunto sistemático de normas. Se rige por
diversos principios, destacando los de:
Jerarquía: clasifica las normas del ordenamiento jurídico en función de su mayor o
menor rango normativo.
Competencia: distingue las normas en función del órgano que tenga atribuida la
facultad de su elaboración.
El ordenamiento jurídico contiene asimismo valores, principios e instituciones a las que las
propias normas expresan o aluden. En él coexisten normas de diverso rango, así como normas
emanadas de centros legislativos de diferentes niveles territoriales.
Interesa por ello la jurisprudencia del TS, con competencia en todo el territorio nacional, la de
los TSJ de las CCAA y, sobre todo, en materia constitucional, la del Tribunal Constitucional,
órgano regulado en el Título X de la CE. La LO 2/1979 desarrolla los preceptos constitucionales
en cuanto a la naturaleza, estructura y funciones del TC.
Según el art. 1.1 LOTC, el TC, «como intérprete supremo de la Constitución, es independiente
de los demás órganos constitucionales y está sometido solo a la CE y a la presente LO». El TC es
único en su orden y extiende su jurisdicción a todo el territorio nacional.
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De las impugnaciones por parte del Gobierno contra las disposiciones y resoluciones
adoptadas por los órganos de las CCAA.
Según el art. 161 CE y el 2 LOTC, las demás competencias que le atribuyan la CE o las
Leyes Orgánicas.
La CE otorga valor de cosa juzgada a las sentencias del TC desde el día siguiente a su
publicación en el BOE, con los votos particulares, si los hubiere, sin que quepa recurso alguno
contra ellas. Las sentencias del TC que declaren la inconstitucionalidad de una ley o norma con
fuerza de ley y todas las que no se limiten a la estimación subjetiva de un derecho, tienen
plenos efectos frente a todos (art. 164.1 CE).
La jurisprudencia del TC es fuente del Derecho. De entre sus sentencias destacan las
denominadas sentencias interpretativas, en las que el TC realiza una interpretación de uno o
más preceptos legales en relación con uno o más artículos constitucionales, determinando así
la única interpretación válida o, por el contrario, la única interpretación inválida con lo cual
acota el sentido de esos preceptos constitucionales.
La interpretación que de una ley hace el TC se incorpora al texto y tiene el rango de éste.
Asimismo, la interpretación del TC de los preceptos constitucionales es igualmente vinculante
para todos.
La jurisprudencia ordinaria queda, por otro lado, vinculada no solo a la CE, sino también a la
interpretación que de la misma hace el TC (art. 5.1 LOPJ).
La actividad jurisdiccional del TC ha permitido tanto definir nuevos derechos con base a otros
reconocidos expresamente en la CE o en sus valores o principios, como redefinir el contenido
esencial y alcance de derechos constitucionales para dar respuesta a nuevas situaciones y
demandas sociales.
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Constitución normativa y democracia están hoy ineludiblemente unidas. Los primeros textos
constitucionales codificados aparecen a finales del s. XVIII: la Constitución de EEUU en 1787,
surgida del deseo de independencia; y poco después la francesa, como oposición al
absolutismo monárquico.
El art. 16 de la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789 establece que:
«Toda sociedad en la cual la garantía de los derechos no está asegurada ni la separación de
poderes establecida no tiene Constitución».
Las constituciones configuran el poder como una construcción de la sociedad o del pueblo, en
la cual éste se reserva zonas de libertad e instrumentos de participación y control efectivos, de
modo que el poder no pueda nunca pretender ser superior a la sociedad, sino sólo su
instrumento. La formalización de las constituciones en documentos escritos y codificados
(salvo el ejemplo consuetudinario inglés) pretende plasmar en la norma de las normas los
principios esenciales de la comunidad política.
Hay que tener en cuenta que solo hay constitución como norma y, en particular, norma
suprema, cuando el Ordenamiento establece el cumplimiento obligatorio de los preceptos
constitucionales.
La CE actual, en su art. 9.1 proclama que: «Los ciudadanos y los poderes públicos están sujetos
a la Constitución y al resto del ordenamiento jurídico». Confirma asimismo en el art. 53.1 la
sujección de los poderes públicos a la CE en lo que respecta a los derechos y libertades
regulados en el Capítulo II del Título I y establece el control de constitucionalidad de las leyes
en el art. 161.1.a.
Debe excluirse hoy día la tesis de que algunos preceptos constitucionales no fueran
directamente aplicables desde el mismo momento de vigencia de la CE, sustentada en el
pasado sobre la base de la distinta nitidez literal en algunos de sus principios y en las
remisiones a leyes de desarrollo posteriores.
La CE es, por tanto, un texto normativo pleno. Esta vigencia inmediata ha tenido gran
trascendencia en materia de derechos y libertades.
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La CE consta de 169 artículos más un preámbulo (que no tiene valor normativo). Está
estructurada en 11 Títulos (el primero es el Título Preliminar), más cuatro disposiciones
adicionales (derechos forales y de régimen fiscal de Canarias), nueve disposiciones transitorias,
una disposición derogatoria (que afecta a todas las disposiciones contrarias a la CE) y una
disposición final, estableciendo que la CE entrara en vigor el mismo día de su publicación (29-
XII-1978).
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Parte dogmática En la Constitución española la parte dogmática está constituida por los
Principios constitucionales que determinan la configuración política y territorial del Estado
español y sus señas de identidad (Título preliminar); así como por la enumeración y regulación
de los Derechos Fundamentales y sus garantías. Por otro lado se incluyen los principios
rectores de la política social y económica (Título I).
Parte orgánica Se diseña la estructura del Estado regulando los órganos básicos que ejercen
los poderes estatales. El sistema español conserva el diseño tripartito de división de poderes
de Montesquieu, entre Poder ejecutivo, Poder legislativo y Poder judicial.
Una de las singularidades más notables de este proceso de revisión estatutaria ha sido la
incorporación a los nuevos Estatutos reformados de títulos dedicados específicamente a los
derechos (EEAA de Andalucía, Castilla y León, Cataluña, Islas Baleares, Extremadura y Valencia).
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En definitiva, afirma el TC que el principio de igualdad de los ciudadanos ante la Ley que
incorpora el art. 14 CE no puede concebirse haciendo caso omiso de la diversidad normativa
que deriva directamente de la CE, dentro de ciertos límites.
El principio dispositivo ofrece a las CCAA «un margen importante en este punto a las diferentes
opciones de las CCAA, margen tanto sustantivo como de densidad normativa pero que opera
dentro de los límites que se deriven de la CE».
B) STC 31/2010 sobre el Estatuto de Cataluña. Los derechos incluidos en los EEAA están
vinculados a las competencias asumidas legítimamente por los diferentes territorios y
vinculantes para los poderes autonómicos y pueden considerarse complementarios de los
derechos reconocidos en el «espacio constitucional multinivel resultante de la integración
estatal, internacional y europea, de manera que se asumen explícitamente las consecuencias
de la interacción entre estos ordenamientos».
Los derechos estatutarios deben distinguirse de los derechos fundamentales ya que éstos «son
estrictamente aquellos que en garantía de la libertad y de la igualdad, vinculan a todos los
legisladores, esto es, Cortes Generales y Asambleas legislativas de las CCAA, sin excepción. Esa
función limitativa sólo pueden realizarse desde la norma común y superior a todos los
legisladores». El TC afirma que los «derechos reconocidos en EEAA han de ser cosa distinta»
(sólo vinculan al legislador autonómico y derechos además materialmente vinculados al ámbito
competencial propio de la CCAA).
Habrá que atender a las categorías de «derecho» para concluir si su inclusión en un Estatuto es
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En cuanto a los específicos derechos incorporados a los nuevos EEAA reformados, aunque la
mayoría de ellos presentan similitudes, no hay una absoluta identidad entre ellos. Una parte
sustancial de los nuevos catálogos de derechos se relacionan con materias reguladas en el
Capítulo III de la CE bajo la rúbrica de «principios de política social y económica». Pueden
también encontrarse referencias a aspectos claramente relacionados con materias referidas a
derechos fundamentales. Incluyen menciones a aspectos no regulados en la CE pero
incorporados a documentos internacionales o al Derecho de la UE (por ej.: derecho a una
buena administración).
Entre los principios rectores, tendentes a canalizar las políticas para el cumplimiento de los
derechos reconocidos, podemos encontrar la prestación de unos servicios públicos de calidad,
lucha contra el sexismo, la xenofobia, la homofobia, la protección de las personas en situación
de dependencia, la lucha contra la marginación y la pobreza.
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I. La construcción europea
Desde la creación de las Comunidades Europeas hasta el Tratado de Lisboa, el último Tratado
modificativo que ha entrado en vigor, se ha producido la consolidación de un fenómeno
singular como es la construcción de una Europa ligada por lazos económicos pero también
sociales y culturales.
1.1. Origen
La génesis de la unión Europea ha estado presidida por la búsqueda de una paz estable. Los
inicios, en la primera mitad del s. XX, se vieron frustrados por las dos guerras mundiales. El 9 de
Mayo de 1950, con la propuesta francesa de poner la producción franco-alemana de carbón y
acero bajo una Alta Autoridad común, abierta a la participación de otros países europeos,
marcó un hito fundamental en la construcción europea. El resultado fue la creación de la CECA
por el Tratado de París el 18-4-1951, suscrito por Francia, Alemania, Italia, Bélgica, Holanda y
Luxemburgo. Unos años después, el llamado Informe Spaak contenía el germen del mercado
común europeo, y llevó a la postre a la firma en Roma, el 25 de Marzo de 1957, de tres
tratados: El Tratado constitutivo de la CEE, el Tratado constitutivo de la Comunidad Europea de
la Energía Atómica (CEEA o EURATOM) y el Tratado relativo a instituciones comunes de la
Comunidades Europeas, por el que se crearon una Asamblea única y un Tribunal de Justicia
único para las tres comunidades. Desde 1965, con el Tratado de Bruselas, se instituyen un
Consejo y una Comisión comunes, surgiendo así la Comunidad Económica Europea o
Comunidad Europea, denominación que se mantendría hasta el Tratado de Maastrich. El
Derecho Originario comunitario contenido en estos tratados ha sido luego modificado por el
Acta Única, el Tratado de Maastrich, el de Amsterdam, el de Niza, etc… El resultado es que la
Comunidad se organizó en torno a instituciones propias con competencias legislativas,
ejecutivas y judiciales, creando un ordenamiento jurídico vinculante para los Estados miembros
en el ámbito de dichas competencias.
Los iniciales seis miembros de la Comunidad han pasado hoy a ser veintisiete a través de cinco
ampliaciones sucesivas, y se mantiene abierto el proceso para la incorporación de nuevos
miembros:
En 1972 se integraron UK, Dinamarca e Irlanda, ya con vistas a una futura integración
política.
Seguidamente Grecia firmó su adhesión en 1979, entrando ésta en vigor en 1981.
España y Portugal firmaron su adhesión en 1985, entrando en vigor el 1 de Enero de
1986.
Austria, Suecia y Finlandia se adhirieron en 1995, siendo ésta ya la primera ampliación
de la Unión Europea, posterior al Tratado de Maastrich y con el Mercado Único
europeo en vigor.
Con efectividad el 1 de Mayo de 2004, se incorporaron 10 nuevos miembros: Chipre,
Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Malta, Polonia y la República
Checa.
El 21 de Junio de 2005 se firmó el tratado de adhesión de Bulgaria y Rumanía,
abriéndose el proceso de ratificación.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
El Derecho comunitario está formado por los tratados constitutivos, sus modificaciones
posteriores y por las normas y actos emanados de las instituciones comunitarias en razón de
sus respectivas competencias.
Las relaciones entre el Derecho Comunitario y los Derechos internos de los Estados miembros
discurren a partir del Principio de Competencia, por el que los Estados Nacionales reconocen la
competencia exclusiva de las instituciones europeas para regular determinadas materias.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
La eficacia del Derecho Comunitario se asienta sobre dos pilares fundamentales: el efecto
directo y la primacía.
El Tribunal de Justicia ha definido la doctrina del efecto directo, a partir de la STJ Van Gend and
Loos (5-2-1963), en la que establece que los Estados, al suscribir el Tratado, reconocen una
naturaleza específica al Derecho comunitario que permite su invocación por los nacionales
ante sus respectivas jurisdicciones. Este efecto directo afecta al Derecho originario (tratados) y
a los Reglamentos de Derecho derivado.
En el caso de las Directivas, se suele considerar un efecto indirecto, si bien podrían tener, en
ciertos casos, efecto directo si cumplen las siguientes condiciones, según el TJ:
Ser clara y precisa.
No estar sometida a reserva alguna por parte del Estado en cuestión.
No requerir para su ejecución de ningún otro acto jurídico comunitario.
No dejar al Estado margen de apreciación en cuanto a su aplicación.
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El Prof. Häberle enuncia la existencia de una «comunidad constitucional» sui generis [de su
propio género o especie] y añade que «los actuales Tratados son constituciones parciales o
tratados constitucionales sectoriales que sustraen ámbitos clásicos a las constituciones
nacionales, de tal manera que éstas en algunos aspectos, a su vez, se convierten en
constituciones parciales en el contexto de la CE/UE».
2.1. Origen
El Tratado de Lisboa cerró la grieta abierta por el fracaso del proyecto para elaborar un Tratado
Constitucional.
Así, el Tratado de Lisboa, incorporó dos cláusulas substantivas que modificaron el Tratado de la
UE (que conservó su denominación) y el Tratado Constitutivo de la Comunidad Europea (pasó a
llamarse Tratado sobre el Funcionamiento de la Unión).
La Unión adquirió una única personalidad jurídica (con el objetivo de fortalecer su poder de
negociación, convirtiéndola en un actor más eficaz internacionalmente y socio más visible para
otros países y organizaciones) y la palabra «Comunidad» se sustituyó por «Unión», la cual
sucedió a la Comunidad vigente hasta la entrada en vigor del Tratado de Funcionamiento.
Objetivo:
Características:
El Parlamento Europeo, directamente elegido por los ciudadanos de la Unión, posee nuevas
competencias sobre la legislación, presupuesto y acuerdos internacionales de la UE. El impulso
dado al procedimiento de codecisión colocará al Parlamento Europeo en pie de igualdad con el
Consejo, que representa a los Estados miembros, para la mayor parte de la legislación de la UE.
Los Parlamentos nacionales pueden participar más directamente en las actividades de la UE a
través de un nuevo mecanismo para controlar el principio de subsidiariedad. Esta novedad
acrecentará la democracia y la legitimidad de las actuaciones de la Unión.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
b) Iniciativa ciudadana
La relación entre los Estados miembros y la UE queda más perfilada gracias a una clasificación
precisa de las competencias de cada cual. El Tratado de Lisboa prevé explícitamente la
posibilidad de que un Estado miembro se retire de la Unión.
d) Marco institucional
Se crea el cargo de Presidente del Consejo Europeo, elegido por dos años y medio. Así como la
vinculación directa entre la elección del Presidente de la Comisión y los resultados de las
elecciones europeas, lo cual reforzará el significado e influencia del voto de los ciudadanos. El
Tratado introdujo también nuevas disposiciones relativas a la composición del Parlamento
Europeo y a la reducción del número de miembro de la Comisión e incorporó normas más
claras sobre cooperaciones reforzadas y aspectos financieros. El Alto Representante de la
Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad (también Vicepresidente de la Comisión),
tiene la misión de articular y dar coherencia y visibilidad a la actuación exterior de la UE. Se ha
creado un nuevo Servicio Europeo de Acción Exterior que asiste al Alto Representante en el
desempeño de sus funciones.
La reforma de Lisboa mantiene las «cuatro libertades originarias», pero la Unión tiene ahora
más capacidad de actuación en el campo de la justicia, libertad y seguridad para acometer la
lucha contra la delincuencia y el terrorismo.
Si bien en un principio solo se reconocieron las libertades precisas para la consecución de los
objetivos económicos, hoy la elaboración de un catálogo de derechos y libertades es un tema
de importancia capital en el seno de la UE, que se plasma en la Carta de Derechos
Fundamentales de la UE del 2000, incluida asimismo en el Proyecto de Constitución Europea.
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Los Derechos Humanos, la democracia y el Estado de Derecho han sido valores básicos de la
construcción europea, consagrados en su Tratado fundacional y definitivamente consolidados
con la entrada en vigor de la Carta de Derechos Fundamentales. La UE promueve y defiende
activamente los derechos fundamentales tanto dentro de sus fronteras como en sus relaciones
con terceros países.
Fijaba como objetivo la consecución de un espacio único, con libre circulación de personas,
mercancías y capitales, lo que afectaba a los derechos y libertades de los ciudadanos en los
países miembros (libertad de residencia, establecimiento, prestación de servicios…).
La doctrina del TJ ha logrado introducir el respeto por los derechos fundamentales como
criterio de validez del Derecho comunitario, así como contribuir a la consolidación del principio
de primacía, consolidando su propia posición como institución comunitaria.
Dicho Tratado consolidó el status de ciudadano comunitario, estableciendo que «La Unión se
basa en los principios de libertad, democracia, respeto de los derechos humanos y de las
libertades fundamentales y el Estado de Derecho, principios que son comunes a los Estados
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miembros», incluyendo entre las competencias del Tribunal de Justicia el control del contenido
de este artículo. Mantuvo asimismo la declaración de respeto a los derechos fundamentales
reconocidos en el Convenio de Roma.
Establece en su art. 119 que: «Cada Estado miembro garantizará la aplicación del principio de
igualdad de retribución entre trabajadores y trabajadoras para un mismo trabajo o para un
trabajo de igual valor».
Prosigue, en el apartado 4º del mismo art.: «Con objeto de garantizar en la práctica la plena
igualdad entre hombres y mujeres en la vida laboral, el principio de igualdad de trato no
impedirá a ningún Estado miembro mantener o adoptar medidas que ofrezcan ventajas
concretas destinadas a facilitar al sexo menos representado el ejercicio de actividades
profesionales o a evitar o compensar desventajas en sus carreras profesionales». Esta nueva
redacción supuso la elevación a nivel de Tratado de lo que hasta ese momento se había
regulado mediante normas de derecho derivado.
El TJ ha realizado una importante función de garantía de los derechos pese a que la Comunidad
no ha tenido un catálogo propio de derechos y libertades hasta recientemente (y aun hoy no es
directamente aplicable ni vinculante para los Estados miembros).
Por otro lado, los Tribunales constitucionales de Italia y Alemania han cuestionado la doctrina
del TJ, al considerar que la ausencia de un catálogo de derechos fundamentales en el
ordenamiento comunitario podía hacer posible que el Derecho comunitario incurriera en una
posible violación de derechos fundamentales reconocidos en las respectivas Constituciones
nacionales.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
La Carta de los Derechos Fundamentales de la UE recoge en un único texto, por vez primera en
la historia de la UE, el conjunto de derechos civiles, políticos, económicos y sociales de los
ciudadanos europeos y de todas las personas que viven en el territorio de la UE. Incorpora
derechos de las 4 generaciones aludidas en el Capítulo 2.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
DERECHO CONSTITUCIONAL II
o Nivel de protección.
o Prohibición del abuso del derecho.
Cada uno de los preceptos incluidos en la Carta de Derechos Fundamentales fue redactada
tomando en consideración el estándar de derechos existente en Europa a partir del contenido
y aplicación del Convenio Europeo de Derechos Humanos del Consejo de Europa.
a) Título I: Dignidad
Agrupa junto a derechos y libertades clásicas (libertad de expresión, libertad penal, libertad
religiosa), otros derechos más novedosos (derecho de protección de datos o derecho de asilo).
Igualdad entre hombres y mujeres en todos los ámbitos y consagrando las denominadas
acciones positivas al establecer que el principio no impide el mantenimiento de medidas que
ofrezcan ventajas concretas en favor del sexo menos representado.
Derechos relativos a las condiciones laborales, con derechos tan novedosos como el de acceso
a una protección en caso de despido injustificado o derecho de acceso a los servicios de
colocación. Así como los de protección del medio ambiente o de la salud.
e) Título V: Ciudadanía
DERECHO CONSTITUCIONAL II
La Carta consagra el derecho a la tutela judicial (la protección que ofrece la Carta es más
amplia que la del Convenio Europeo de Derechos Humanos, ya que garantiza un derecho a un
recurso efectivo ante un juez) y al juez imparcial.
Contiene las reglas que hacen posible el desenvolvimiento efectivo de la Carta, tanto en lo que
se refiere a las instituciones europeas como a las obligaciones de los Estados miembros.
Por tanto, los Estados miembros quedan obligados a respetar los derechos, observar los
principios y promover su aplicación, con arreglo a sus competencias.
Los derechos fundamentales garantizados en la Unión sólo son efectivos en el marco de las
competencias que definen los Tratados.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
El artículo 53 de la Carta, dice que «ninguna de las disposiciones de la presente Carta podrá
interpretarse como limitativa o lesiva de derechos humanos y libertades fundamentales
reconocidos en su respectivo ámbito de aplicación por el Derecho de la Unión, el Derecho
Internacional y los convenios internacionales de los que son parte de la Unión, la Comunidad o
los Estados miembros, y en particular el Convenio Europeo para la Protección de los Derechos
Humanos y de las Libertades Fundamentales, así como por las constituciones de los Estados
miembros». El objeto de esta disposición es mantener el nivel de protección que ofrecen
actualmente en sus respectivos ámbitos de aplicación el Derecho de la Unión, Derecho de los
Estados miembros y Derecho internacional. El nivel de protección ofrecido no podrá ser inferior
al garantizado por el CEDH, bajo ningún concepto.
Este precepto pone fin a la Carta: «Ninguna de las disposiciones podrá ser interpretada en el
sentido de que implique un derecho cualquiera a dedicarse a una actividad o realizar un acto
tendente a la destrucción de los derechos o libertades reconocidos en la presente Carta o
limitaciones más amplias de estos derechos y libertades que las previstas en la Carta».
VI. Estrategia para la aplicación efectiva de la Carta de los Derechos Fundamentales por la
Unión Europea
El respeto de los derechos fundamentales fomentará la confianza entre los Estados miembros,
de los ciudadanos, y de éstos con los poderes públicos nacionales y europeos. La efectividad de
la protección reforzará la credibilidad de la actuación de la Unión, ya que ésta no sólo actúa en
materia de derechos fundamentales, sino que los principios y derechos contenidos en la Carta
también se aplica a la acción exterior de la Unión.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
La Comisión estima que se debe trabajar en informar mejor a los ciudadanos para que éstos
sean capaces de ejercer sus derechos plenamente y de accionar las vías de reclamación y
recursos que están reconocidas.
La realización de este informe constituirá un nuevo instrumento para medir la aplicación real
de la Carta y permitirá a la Comisión indicar cómo se tuvo en cuenta la Carta en el proceso
legislativo ante el parlamento y el Consejo. El informe abordará los derechos recogidos y la
forma en que se aplican.
VII. Adhesión de la Unión Europea al Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y
de las Libertades Fundamentales
Esta adhesión no modificará las competencias de la Unión que se definen en los Tratados (no
cabe entender que dicho vínculo jurídico pudiera ampliar las competencias de la Unión en
materia de derechos fundamentales, lo cual llevaría aparejadas nuevas obligaciones para los
Estados miembros). La previsión citada está redactada en términos imperativos, pues aunque
no se señala la fecha para dicha adhesión, no es una facultad de la Unión, sino un mandato del
propio Tratado.
Cuando se produzca dicha adhesión «se preservarán las características específicas de la unión y
del Derecho de la Únión, en particular por lo que se refiere a:
Las modalidades específicas de la posible participación de la Unión en las instancias de
control del Convenio Europeo.
Los mecanismos necesarios para garantizar que los recursos interpuestos por terceros
Estados y los individuales se presenten correctamente contra los Estados miembros,
contra la Unión o contra ambos».
Los derechos fundamentales que garantiza el CEPDHLF, y los que son fruto de las tradiciones
constitucionales comunes a los Estados miembros, formarán parte del Derecho de la unión
DERECHO CONSTITUCIONAL II
La adhesión le dará al Tribunal Europeo de Derechos Humanos competencias para examinar los
actos de la Unión. Este control jurisdiccional externo incentivará a la Unión para llevar a cabo
una ambiciosa política en materia de derechos fundamentales.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Tras la 2ª Guerra Mundial, se creó la Organización de las Naciones Unidas (ONU) con los fines
de preservar la paz, la justicia, promover el progreso social y «reafirmar la fe en los derechos
fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de
derechos de hombres y mujeres y de las naciones grandes y pequeñas».
La Carta de las Naciones Unidas determina asimismo que la Organización promoverá «el
respeto universal a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos, sin hacer
distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión, y la efectividad de tales derechos y
libertades».
En 1946 la ONU aprobó la creación de la Comisión de Derechos Humanos, cuyo trabajo llevó a
la elaboración y aprobación de la Carta Internacional de Derechos humanos, que comprende:
Aspiraba a servir de pauta a los Estados para que promovieran y reconocieran en sus
respectivas naciones los derechos en ella proclamados, lo que ha debilitado su oponibilidad
frente a los Estados. El texto consta de 30 artículos en los que se proclaman los principios de
libertad e igualdad y se reconocen junto a los derechos civiles y políticos, los de carácter
económico y de prestación. Se establece que los límites se establezcan mediante ley y que
tengan como objetivo el respeto de los derechos de los demás y tutela de la moral, orden
público y bienestar general.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Surge en 1993 el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos para la
tutela de los derechos y libertades, ante la ausencia anterior de institución semejante dentro
de la ONU, con dependencia directa del Secretario General.
Por otro lado, los diferentes tratados de la ONU (reseñados en el punto anterior) han generado
los correspondientes órganos de promoción y tutela de los derechos y libertades, en forma de
comités especializados.
Dichos Comités pueden recibir denuncias individuales previa aceptación del Estado de esa
concreta competencia, salvo en el caso del Comité contra la Tortura, que posee tal facultad de
investigación aún sin reconocimiento de competencia por parte del Estado en cuestión.
Recientemente se han creado los Tribunales Penales Internacionales, en relación con crímenes
de guerra (fueron creados sendos tribunales a raíz de los conflictos de Yugoslavia y Ruanda).
Con sede en La Haya, fue instituida por la Carta de Naciones Unidas como órgano judicial de las
Naciones Unidas. La Corte se compone de quince miembros entre los cuales no puede haber
dos que sean del mismo Estado. Los magistrados son independientes y elegidos sin relación a
sus respectivas nacionalidades, entre personas «que gocen de alta consideración moral» y
reúnan las condiciones requeridas para el ejercicio de las más altas funciones judiciales en sus
respectivos países, o que sean jurisconsultos de reconocida competencia en materia de
derecho internacional.
Los miembros de la Corte serán elegidos por la Asamblea General y el Consejo de Seguridad de
una nómina de candidatos propuestos por los grupos nacionales de la Corte permanente de
Arbitraje. Los miembros de la Corte desempeñarán sus cargos por nueve años y podrán ser
reelectos.
A la Corte pueden recurrir todos los Estados parte en su Estatuto, que incluye a todos los
miembros de las Naciones Unidas. Solo los Estados puede ser parte en los casos que se
sometan a la Corte. Las personas físicas y jurídicas y las organizaciones internacionales no
pueden recurrir a la Corte, ya que ésta se configura como una instancia de protección de los
derechos a nivel de los Estados miembros.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
cuestión jurídica. Los demás órganos de las Naciones Unidas y los organismos especializados,
con autorización de la Asamblea, pueden solicitar también este tipo de opiniones consultivas
sobre las cuestiones jurídicas que surjan dentro de la esfera de sus actividades.
La competencia de la Corte se extiende a todos los litigios que las partes le sometan y a todos
los asuntos previstos en la Carta de Naciones Unidas o en tratados y convenciones vigentes. Los
Estados pueden obligarse por anticipado a aceptar la jurisdicción de la Corte firmando un
tratado o convención en el que se estipule la remisión a ella o haciendo una declaración a tal
efecto.
Bases conforme a las cuales la Corte decide sobre las controversias que le someten:
Las convenciones internacionales que establecen reglas expresamente reconocidas por
los Estados litigantes.
La costumbre internacional como prueba práctica general aceptada como derecho.
Los principios generales del derecho, reconocidos por las naciones.
Las decisiones judiciales y la doctrina de los juristas de mayor competencia de las
distintas naciones.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Tras el Congreso de La Haya de 1948, se crea en 1949 por el Tratado de Londres el Consejo de
Europa, formado por Bélgica, Luxemburgo, Holanda, Francia, Gran Bretaña, Dinamarca, Irlanda,
Italia, Noruega y Suecia.
Con sede en Estrasburgo, contó en principio con un Comité de Ministros y una Asamblea.
Posteriormente se crearon la Comisión y el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Desde la
aprobación del Protocolo 11º, éste último ha asumido las funciones de garantía de los
derechos y libertades. Hoy el Consejo de Europa cuenta con 46 miembros, manteniendo los
fines fundacionales de defensa de la paz, la justicia y la unión de sus miembros para la
consecución del progreso económico y social, en torno a la idea del Estado de Derecho y al
reconocimiento de los derechos humanos y de las libertades fundamentales.
4.2. El Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades
Fundamentales
DERECHO CONSTITUCIONAL II
En 1961 se firmó en Turín la Carta Social Europea, completada y enmendada por Protocolos
Adicionales. En ella se reconoce el objetivo común de promover y proteger los derechos
sociales (trabajo, seguridad e higiene en el mismo; derechos sindicales; a una remuneración
justa; a la negociación colectiva; a la formación profesional).
DERECHO CONSTITUCIONAL II
El Protocolo nº 11, y posteriormente el Protocolo nº 14, dio respuesta a los problemas surgidos
del aumento de las demandas de protección, así como la necesidad de reforzar la eficacia de la
protección de los derechos humanos y libertades fundamentales contenidos en el Convenio. La
reforma que supuso sobre el procedimiento anterior pretendía:
Simplificar la estructura, creando un Tribunal único y permanente.
Reforzar el carácter judicial del sistema, haciéndolo obligatorio.
Abolir el papel decisivo del Comité de Ministros.
El aumento extraordinario del volumen de trabajo del TEDH, a raíz de la entrada en vigor de
este Protocolo, ha planteado la solicitud de medios suplementarios, así como la necesidad de
una nueva reforma.
Integran el TEDH un número de jueces igual al de las Altas Partes Contratantes, que serán
elegidos entre juristas de reconocida competencia por la Asamblea Parlamentaria, en razón de
cada Alta Parte Contratante, por mayoría absoluta de votos, de una lista de tres candidatos
presentada por ésta.
Una vez elegidos (por 6 años), los jueces son independientes y no representan a sus
respectivos países. Son reelegibles y pueden estar en activo hasta los 70 años. Gozan, durante
el ejercicio de sus funciones, de los privilegios e inmunidades del art. 40 del Estatuto del
Consejo de Europa. No pueden ser detenidos ni perseguidos en los territorios de los Estados
miembros por opiniones o votos emitidos en el desempeño de sus funciones.
4.5.2. Funciones
El TEDH entiende de todos los asuntos relativos a la interpretación y aplicación del Convenio y
sus protocolos de conformidad con los arts. 33 (asuntos entre Estados), 34 (demandas
individuales) y 47 (opiniones consultivas) del Convenio.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Pueden acceder al Tribunal los Estados o los nacionales (personas físicas o jurídicas). Tiene
funciones consultivas a instancia del Comité de Ministros.
El Plazo para acudir al Tribunal es de 6 meses a partir de la fecha de resolución interna (dentro
del Estado miembro) definitiva.
No admitirá ninguna demanda a título individual (art. 34) que sea anónima o sea
esencialmente la misma que otra ya examinada anteriormente.
Considerará asimismo inadmisible cualquier demanda individual cuando lo planteado
en la misma resulte incompatible con el contenido del Convenio o sus Protocolos o
esté manifiestamente infundada o resulte abusiva.
El Tribunal podrá cancelar una demanda en cualquier momento del procedimiento si se
comprueba que el demandante ya no está dispuesto a mantenerla, que el litigio ha
sido ya resuelto o que por cualquier otro motivo ya no resulta justificado proseguir con
el examen de dicha demanda.
Sin embargo, el TEDH deberá continuar con el examen de la demanda si así lo exige el respeto
a los derechos humanos garantizado en el Convenio o sus Protocolos.
Una vez admitida la demanda, el Tribunal procederá al examen contradictorio con los
representantes de las partes implicadas y realizará las indagaciones pertinentes.
Seguidamente promoverá un arreglo amistoso, que respete los términos del Convenio y sus
Protocolos. Si se alcanza tal acuerdo, el Tribunal cancelará el asunto mediante resolución, en un
procedimiento confidencial.
Si el Tribunal aprecia violación del Convenio o sus Protocolos y el Derecho interno solo permite
reparar la violación de manera imperfecta, el Tribunal concederá al demandante una
satisfacción equitativa.
4.5.5. La sentencia
Las sentencias fundamentadas de las Salas podrán ser remitidas a la Gran Sala en un plazo de 3
meses. Un colegio de 5 jueces, de entre sus miembros, aceptará la demanda de remisión si
plantea una cuestión grave de interpretación o aplicación del Convenio o sus Protocolos. La
sentencia de la Gran Sala será definitiva.
Las sentencias deben ser motivadas y públicas, adoptándose por unanimidad o por mayoría, en
cuyo caso puede unirse a la sentencia el voto particular del juez discrepante. La sentencia se
remite al Comité de Ministros, que vela por su ejecución.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
El Tribunal puede emitir opiniones consultivas a petición del Comité de Ministros sobre
cuestiones jurídicas relativas a la interpretación del Convenio o sus Protocolos. La Gran Sala
examina las solicitudes de opiniones consultivas, adoptando su informe por mayoría de votos.
Cada juez puede formular opinión separada (concordante o disidente), o bien presentar una
Declaración de Disconformidad.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
La Constitución Española de 1978 fue elaborada a través del método de consenso, por el cual
cada partido político cedía en algunos de sus postulados con objeto de alcanzar un resultado
final común.
El actual Título I, «De los derechos y deberes fundamentales», proviene del Título II del
Anteproyecto de Constitución, si bien los 37 artículos originales pasaron a ser 46.
Las fuerzas políticas se dividieron ante la cuestión de como tratar el catálogo de derechos en el
texto constitucional:
UCD [Unión de Centro Democrático] defendió una enmienda al art. 13 del
Anteproyecto en la que se declaraba que la CE aceptaba los derechos reconocidos en
diversos convenios y tratados internacionales, omitiendo así una relación expresa de
los derechos y libertades.
PSOE y AP [Alianza Popular] defendían la incorporación expresa al texto de un catálogo
detallado de derechos, libertades y deberes. Esta tesis fue la que finalmente prosperó.
Se incluyó, sin embargo, un párrafo 2º en el art. 10 estableciendo que las normas relativas a los
derechos fundamentales y las libertades públicas deben ser interpretadas de conformidad con
la Declaración Universal de los Derechos Humanos y los tratados y acuerdos internacionales
sobre las mismas materias ratificados por España.
El Título I CE «De los derechos y deberes fundamentales» se aprobó con la estructura siguiente:
Artículo 10:
Dignidad de la persona, reconocimiento de los derechos como fundamento del orden
político y la paz social. Se otorga valor a los Tratados internacionales para la
interpretación de éstos.
o Capítulo I: «De los españoles y los extranjeros» (arts. 11 a 13): Nacionalidad,
mayoría de edad y derechos de los extranjeros.
o Capítulo II: «Derechos y libertades» (arts. 14 a 38): Art. 14: Igualdad ante la ley;
se trata de una igualdad formal, frente a la igualdad como concepto superior
del ordenamiento (art. 1.1 CE) o la igualdad real y efectiva (art. 9.2 CE).
Sección 1ª: «De los derechos fundamentales y de las libertades
públicas» (arts. 15 a 29): Derechos máximamente tutelados por el
Ordenamiento jurídico español: vida e integridad física y moral;
prohibición de la pena de muerte en tiempos de paz; libertad religiosa
e ideológica; libertad y seguridad personales; derecho al honor y a la
intimidad; inviolabilidad del domicilio y de las comunicaciones; libertad
de circulación y residencia; de expresión, información y comunicación;
derechos de reunión, asociación y participación; derecho a la tutela
judicial efectiva; derechos educativos; derecho a la sindicación y a la
huelga; derecho de petición.
Sección 2ª: «De los derechos y deberes de los ciudadanos» (arts. 30 a
38): Sin el mismo nivel de garantías de los anteriores, incluyen:
DERECHO CONSTITUCIONAL II
DERECHO CONSTITUCIONAL II
estatal en esta esfera. En el Estado social, muchos derechos públicos subjetivos han
alcanzado la consideración de derechos de prestación.
Libertades públicas: son aquellas que, con independencia de la libertad individual,
representan grandes libertades del sujeto que no se agotan en su privacidad, teniendo
una manifestación social. Suelen ser así las que se ejercitan por el sujeto
colectivamente o tiene trascendencia esencialmente externa: libertad de expresión, de
enseñanza, religiosa, de asociación… La CE no reconoce diferente naturaleza a las
libertades públicas con respecto a los derechos. Las diferencias residen en las
diferentes garantías normativas, jurisdiccionales e institucionales que reciben.
Son los derechos reconocidos en la CE, sin entrar a analizar su alcance ni sus garantías. Se
distinguen así de otros que puedan reconocerse y regularse autónomamente en la legislación
de desarrollo.
La Garantía institucional obliga a los poderes públicos a dotar a una determinada institución
citada en la CE de una regulación precisa que proteja su pervivencia e impida su
desnaturalización.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Seis Estatutos han seguido esta opción legislativa y han incluido un elenco de derechos,
deberes y principios rectores en el marco de sus competencias territoriales.
La discusión acerca del fundamento de los derechos y libertades se centra en dos corrientes:
Iusnaturalista, según la cual el ordenamiento debe reconocer ciertos derechos
metajurídicos [más allá de lo jurídico] que son inherentes a la naturaleza del hombre.
Positivista, para la cual los derechos solo existen como tales cuando son incorporados
al ordenamiento jurídico, encontrando su fundamento en la iniciativa jurídico-política.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Por otro lado, dentro del sistema constitucional democrático, asentado en el concepto de
Estado de Derecho, es donde la lucha por las libertades se ha desenvuelto más ampliamente,
limitando la acción del poder político y articulando las garantías precisas para que las esferas
de libertad de los individuos puedan ejercerse con plena autonomía.
Hoy día debe admitirse una mutua influencia entre ambas corrientes: el positivismo se ha
atemperado con la incorporación de valores y principios considerados inherentes al ser
humano y el iusnaturalismo se ha positivizado cuando tales valores y principios se han
incorporado al ordenamiento jurídico. Los valores naturales se han convertido en valores
democráticos, ganando en concreción y garantías. La democracia permite así una mayor
concreción de la justicia que ningún otro régimen. Tal como dice N. Bobbio: «El derecho
público subjetivo es un derecho que se tiene, mientras que el derecho natural es un derecho
que se querría tener; el fundamento del primero se encuentra en el Derecho positivo, mientras
que lo único que se puede hacer con el segundo es buscar las razones de su justificación y
tratar de convencer con ellas al legislador».
La CE, en el art. 1.1, incorpora como valores superiores del Ordenamiento jurídico la libertad,
la igualdad, la justicia y el pluralismo político. Dichos valores poseen una triple dimensión:
Fundamentadora de los principios, derechos e instituciones que contiene la CE,
erigiéndose en criterio interpretador básico de la misma.
Orientadora del ordenamiento jurídico hacia la consecución de los fines establecidos
en el mismo texto constitucional, considerándose ilegítima toda actuación que vulnere
el sistema axiológico [teoría general de los valores] de la Constitución.
Crítica en cuanto que su función es servir de parámetro de valoración de hechos o
conductas.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
La CE contiene una innegable carga ética, que se manifiesta en una vertiente habilitadora de
posibilidades y en una vertiente consensual, nacida del pacto.
El art. 1.1 CE no establece una jerarquía entre los valores en él establecidos, ni supone que la
enumeración de éstos sea exhaustiva.
La CE, por otro lado, incorpora asimismo una carga axiológica en otros principios y normas,
como los fundamentos del art. 10, que hacen referencia a la dignidad de la persona y los
derechos inviolables que le son inherentes.
Con respecto a la relación entre valores y principios, ambos se complementan, siendo los
valores conceptos muy amplios a los que los principios dan concreción. Los valores
proporcionan criterios de interpretación, mientras los principios pueden alcanzar asimismo una
proyección normativa. En caso de conflicto entre dos principios, se utilizará la regla de la
ponderación, buscando la optimización del principio basado en los valores constitucionales.
Los valores, por su mayor generalidad, permiten una más amplia conversión en normas
jurídicas que los principios, más concretos.
En Europa, la acción del Tribunal Europeo de los Derechos Humanos ha representado una
protección efectiva de aspectos sustanciales de la dignidad humana. Mas recientemente, el
Consejo de Europa aprobó el Convenio sobre Biomedicina y Derechos Humanos, reconociendo
expresamente la dignidad humana en su art. 1.
La Convención Americana sobre Derechos Humanos establece asimismo que toda persona
tiene derecho al respeto de su honra y al reconocimiento de su dignidad.
Siguiendo a G. Peces Barba, la diversidad cultural debe ser reconocida en el marco de la igual
dignidad y de los valores, principios y derechos que la desarrollan. La desigualdad y la
discriminación no pueden ser amparadas por el multiculturalismo.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Según F. Fernandez Salgado, los derechos inviolables inherentes a la persona son los derechos
fundamentales comprendidos en la Sección 1ª del Capítulo II del Título I CE (arts. 15 a 29). Hoy
día se puede considerar que no se limitan a éstos.
La naturaleza jurídica de los derechos y libertades es doble: unos derechos se configuran como
derechos públicos subjetivos, mientras otros se constituyen como elementos objetivos del
propio ordenamiento al configurar el sistema de valores constitucionalizado.
No todos los derechos constitucionales son derechos públicos subjetivos, si bien todos
incorporan un orden de valores que en conjunto constituye el entramado fundamental del
sistema constitucional.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Podemos distinguir, en suma, dos tipos distintos de requisitos para el ejercicio de los derechos:
Requisitos subjetivos Son todos aquellos que se refieren al sujeto de los derechos,
dentro de los cuales debemos, a su vez, distinguir:
o Capacidad
Capacidad jurídica.
Capacidad de obrar.
o Titularidad
Personas físicas.
Personas jurídicas (privadas y públicas).
Instituciones.
Grupos.
o Nacionalidad
Nacionales (y asimilados).
Ciudadanos de la UE.
Extranjeros.
o Edad
Mayoría de edad.
Minoría de edad.
Requisitos procedimentales Son todas aquellas exigencias de procedimiento
encaminadas a la consecución del libre ejercicio de los derechos. El procedimiento
tiene carácter finalista. La finalidad de los derechos puede ser:
o Genérica, porque engloba todos los derechos y persigue favorecer el desarrollo
de la persona humana en el contexto de la sociedad en la que viva.
o Concreta, cuando se refiere a un derecho y determina el objetivo que el sujeto
pretende obtener con el ejercicio del mismo.
Para conseguir tanto la finalidad genérica como la finalidad concreta de los derechos y
libertades resulta imprescindible que su ejercicio se regule específicamente, lo cual no puede
considerarse un límite arbitrario, sino una necesidad del propio ordenamiento para garantizar
el libre ejercicio de los derechos.
A través de los requisitos subjetivos y, entre ellos, principalmente del concepto de titularidad
del derecho, podemos responder a la pregunta ¿quién tiene reconocido por el ordenamiento
jurídico el derecho en cuestión?; los requisitos procedimentales nos permiten responder a
¿cómo y cuándo pueden ejercerse los derechos?
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Para que un sujeto pueda invocar una norma y hacer valer la pretensión de que otros adopten
un determinado comportamiento, o que éste pueda realizar una actividad sin intromisiones, el
ordenamiento jurídico exige una determinada capacidad.
Capacidad jurídica: consiste en la capacidad de ser destinatarios de los efectos jurídicos
previstos por la norma y, por tanto, sujeto o titular de los derechos subjetivos que de
ella deriva. Es reconocida por el ordenamiento jurídico tanto a las personas físicas
como a las jurídicas. El reconocimiento de la capacidad no implica que el sujeto sea
titular en todo momento de todos los derechos reconocidos en el ordenamiento
jurídico.
Capacidad de obrar: requiere la previa existencia de la capacidad jurídica y de la
titularidad concreta respecto del derecho o acción jurídica afectada, y representa la
posibilidad de intervenir personalmente y sin intermediarios en el mundo jurídico en
general y naturalmente en todo lo concerniente a los derechos y libertades. El pleno
goce y ejercicio directo de los derechos implica estar en posesión de la capacidad
jurídica, de obrar y titularidad. Si falta la capacidad de obrar, el ordenamiento jurídico
permite que sea suplida por la intervención de otra persona (tutor o representante).
Titularidad: reconocimiento que el ordenamiento jurídico hace a favor de un sujeto
como agente y destinatario de un derecho o acción jurídica concreta. Requiere la
previa existencia de la capacidad jurídica, no de la de obrar, ya que ésta puede ser
suplida por un tutor o representante.
Se nos presenta dos problemas: determinar quién es titular del derecho y si, en el caso
concreto, posee ese sujeto la suficiente capacidad de obrar para ejercerlo y defenderlo
directamente o si, por el contrario, precisa de otro sujeto que supla esa capacidad.
Aunque en un primer momento pueda parecer obvio que el sujeto de los derechos no es otro
que la persona física, los ordenamientos jurídicos reconocen junto a ésta la titularidad para
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Algunos derechos vienen atribuidos a la persona física por su propia naturaleza (el matrimonio,
etc…), lo cual no obedece a una exclusión discriminatoria de los grupos ni a una infravaloración
de éstos en las sociedades actuales (por el contrario, nos encontramos inmersos en sociedades
fundamentalmente grupales), sino que resulta inimaginable una titularidad distinta por la
propia configuración interna del derecho en sí mismo.
El reconocimiento, por otra parte, de determinados derechos a las personas jurídicas deriva de
la necesidad del tráfico o de la convivencia, con objeto de tutelar aspectos concretos de su
desenvolvimiento en la sociedad; la finalidad genérica de los derechos reconocidos a estos
entes debería ser, como ya dijimos, promover y favorecer el desarrollo de las personas en el
seno de la sociedad. La atribución de la titularidad de algunos derechos a las personas jurídicas
plantea importantes problemas. En casos concretos, las personas jurídicas privadas tienen fines
públicos, en cuyo caso el reconocimiento de sus derechos implica también favorecer el acceso
de los ciudadanos a otros derechos individuales o a otros bienes constitucionales. Así sucede,
por ej.:
Con los partidos políticos, que son asociaciones privadas que articulan funciones
constitucionales (art. 6 CE).
Con el derecho que se reconoce a las personas jurídicas (y también a las físicas) para
crear centros docentes (art. 27.6 CE).
Igualmente ocurre con el art. 27.10 CE, en el que se ha constitucionalizado como
derecho fundamental la autonomía universitaria.
De la validez de las personas jurídicas como sujetos de derecho da muestra el hecho de que el
Tribunal Constitucional ha reconocido su legitimidad para interponer Recursos de amparo.
Por otra parte, la expresión todas las personas, que emplea el art. 24.1 CE comprende a juicio
del Tribunal a todas las personas físicas y jurídicas capaces de ser parte en un proceso.
En general, puede afirmarse que se reconoce a las personas jurídicas, además de la titularidad
de aquellos derechos que la Constitución le atribuye directamente, también otros. El propio
texto constitucional permite esta interpretación cuando, en algunos de sus preceptos, se alude
a la persona jurídica y a entidades, comunidades o grupos.
Está igualmente extendido y confirmado por la jurisprudencia constitucional que las personas
jurídicas no gozan de todos los derechos que se les reconocen a las personas físicas, pero la
titularidad de aquellas, en relación con algunos derechos y libertades fundamentales, rige para
las personas jurídicas nacionales en la medida en que, por su naturaleza, resulten aplicables a
ellas (STC 23/1989, 2 febrero). Así ocurre con el derecho a la inviolabilidad del domicilio, o el
DERECHO CONSTITUCIONAL II
derecho a la tutela judicial efectiva. Ahora bien, afirmó también el TC que no existe una
necesaria equiparación entre personas físicas y jurídicas. Siendo éstas una creación del
Derecho, corresponde al ordenamiento jurídico delimitar su campo de actuación fijando los
límites concretos y específicos.
La incorporación de la persona jurídica como titular de derechos no impide que quede excluida
de algunos de ellos que por su naturaleza y alcance pertenecen exclusivamente a la persona
física (por ej.: tratos inhumanos), y que, respecto de otros, pueda modularse la regulación legal
en función de que el titular sea persona física o jurídica.
Como hemos dicho, el reconocimiento a las personas jurídicas privadas de algunos derechos
persigue, al fin, la tutela de los intereses de las personas físicas que las forman. Por ello, en
nuestro ordenamiento, la jurisprudencia del Tribunal Constitucional no ha avalado el
reconocimiento de derechos a personas jurídicas e instituciones públicas, ya que éstas forman
parte del Estado, de la estructura jurídico–pública, y tal reconocimiento podría llevar a una
cierta confusión entre sujeto y destinatario de los derechos.
Hay que entender que la titularidad del derecho que establece el artículo 24 de la CE
corresponde a todas las personas físicas y a las personas jurídicas a quienes el ordenamiento
reconoce capacidad para ser parte en un proceso, y está sujeta a la potestad jurisdiccional de
Jueces y Tribunales. Si bien en este último caso el reconocimiento del derecho fundamental
debe entenderse dirigido a reclamar del órgano jurisdiccional la prestación a que, como parte
procesal, se tenga derecho.
Sin embargo, la proliferación de entidades públicas que actúan con cierta independencia
podría llevar a la necesidad de revisar esta doctrina jurisprudencial en el futuro, especialmente
desde la STC 190/1996, de 25 noviembre, en la que reconoció el derecho a la libertad de
expresión a la Televisión Española.
Importantes problemas jurídicos presentan también, la atribución a los grupos sin personalidad
jurídica de la titularidad de los derechos. Si bien el TC ha manifestado que «en línea de
principio, los derechos fundamentales y las libertades públicas son derechos individuales que
tienen al individuo por sujeto activo y al Estado por sujeto pasivo en la medida en que tienden a
reconocer y proteger ámbitos de libertades y prestaciones que los Poderes públicos deben
otorgar o facilitar a aquéllos».
DERECHO CONSTITUCIONAL II
La CE utiliza una muy diferente terminología para referirse al sujeto de los derechos. Así, en
ocasiones, el sujeto son los españoles (art. 14, 19, 29, 30, 35 CE…); en otros los ciudadanos, en
otros alude a los extranjeros, y para otros utiliza simplemente el hombre y la mujer, o bien no
expresa sujeto y utiliza expresiones como «se reconoce», «la ley regulará», «la ley garantizará»,
determinándose el sujeto en la legislación de desarrollo.
Por tanto, para determinar quién es el titular de un derecho en cada caso, debe acudirse
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Podríamos decir que la titularidad de los derechos se pierde con la muerte. Siguiendo la
jurisprudencia del TC, una vez fallecido el titular de los derechos y extinguida su personalidad
(de conformidad con lo establecido en el art. 32 CC, que establece que la personalidad civil se
extingue por la muerte de las personas), desaparece (afirma el TC) «también el mismo objeto
de la protección constitucional. De esta suerte no cabe aceptar la indefensión de una persona
fallecida».
El valor (art. 1.1 CE), el principio (art. 9.2 CE) y el derecho a la igualdad (art. 14 CE), enmarcan
transversalmente el ordenamiento multinivel español.
El art. 149.1 CE enumera las materias de competencias exclusivas del Estado. El derecho a la
igualdad no representa que todas las personas físicas sean titulares en todo momento de todos
los derechos. Ese status general de sujeto de Derecho descansa en el reconocimiento de la
capacidad jurídica, como capacidad general de ser agente y receptor de efectos jurídicos. La
titularidad no es una capacidad general sino que tiene que ver con el derecho concreto del que
se predique dicha titularidad; por tanto, no se vulnera la igualdad, por ej., si a un menor de
edad no se le reconoce la titularidad del derecho de sufragio.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
El art. 13 CE, recoge los criterios básicos en torno al reconocimiento y ejercicio de los derechos
de los extranjeros en España. El apartado 1 establece que «Los extranjeros gozarán en España
de las libertades públicas que garantiza el presente título en los términos que establezcan los
tratados y la ley». De conformidad con este precepto, existe en la CE una cláusula abierta por la
cual serán los tratados y las leyes las que determinen el status de los extranjeros en materia de
derechos y libertades, dentro de los reconocidos en el Título I.
Los derechos de los extranjeros tienen, pues, fundamento constitucional, aunque tales
derechos sean finalmente de configuración legal. No exige el art. 13.1 ningún requisito que la
ley deba respetar en relación con los derechos de los extranjeros, como, por ej., la
reciprocidad. Sí, sin embargo, se contempla la existencia de lazos históricos entre España y
otros países en el art. 11.3 CE.
La cláusula general que contiene el art. 13.1 CE, queda limitada respecto al derecho de
participación política por lo establecido en el apartado 2: «solamente los españoles serán
titulares de los derechos reconocidos en el artículo 23, salvo lo que, atendiendo a criterios de
reciprocidad, pueda establecerse por tratado o ley para el derecho de sufragio activo y pasivo
en las elecciones municipales».
DERECHO CONSTITUCIONAL II
En general, la LO 4/2000 reconoce a los extranjeros, en los mismos términos que a los
españoles, los derechos inherentes a la persona humana (la vida, la integridad física…); en
cuanto a otros derechos, la ley distingue entre los extranjeros que se encuentren legalmente
en España (posean autorización de estancia o residencia) de aquellos otros que no posean esta
condición. Los extranjeros que se hallen legalmente en territorio nacional gozan, entre otros,
del derecho de libre circulación, del de reunión y manifestación, de asociación, de sindicación y
huelga, en los términos previstos legalmente para los españoles.
La ley orgánica prevé también el acceso de los extranjeros a determinados servicios esenciales,
como la asistencia sanitaria, con independencia de que tengan o no autorización de estancia o
residencia.
El derecho de asilo protege a los extranjeros que sean perseguidos por actos políticos y a los
que hayan cometido delitos políticos o conexos que no se hayan realizado en España; la
protección no se extiende a los actos de terrorismo. La concesión del derecho de asilo otorga al
extranjero inviolabilidad mientras se encuentre en territorio español.
Esta ley reconoce también la condición de refugiado en los términos contemplados en los
tratados y Convenios internacionales, y en especial en la Convención sobre el Estatuto de los
Refugiados de Ginebra de 28 julio 1951 y el protocolo de Nueva York de 31 enero 1967. Ambos
documentos forman parte del ordenamiento jurídico español por adhesión, de fecha 22 de
junio de 1978.
La ley 4/1985, de Extradición Pasiva (LEP), regula, con todas las garantías, este acto de
soberanía que, conforme a la ley española, requiere reciprocidad.
VII. La edad
La CE ha establecido que los españoles son mayores de edad a los 18 años (art. 12 CE).
En nuestro sistema de derecho podemos distinguir tres casos en relación con la edad y la
titularidad:
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Que el menor de edad no sea titular del derecho por ser la edad requisito necesario
para la atribución de dicha titularidad (derecho de sufragio, trabajo…).
Que se atribuya la titularidad del derecho al menor de edad pero que, por carecer éste
de la capacidad de obrar que acompaña a la minoría de edad, no pueda ejercerlo y/o
defenderlo directamente y precise de un representante. Así, por ejemplo, los derechos
a la integridad física y moral, prohibición de tortura y trato inhumano o degradante,
derecho a la propiedad privada, intimidad, imagen… En este caso, existe un titular del
derecho que puede ejercerlo a través de un tercero y ser receptor pasivo de los efectos
jurídicos, pero sólo puede incidir activamente en ellos y defenderlos a través de un
tutor o representante.
Que se le atribuya tanto la titularidad como la capacidad de obrar aun siendo menor
de edad. La Ley 41/2002, de 14 de Noviembre, establece que el menor será escuchado
antes de realizar cualquier acto médico que le afecte si tiene doce años cumplidos.
Además, si el menor tiene dieciséis años, o está emancipado, puede adoptar sus
propias decisiones en este ámbito.
Existe una tendencia legislativa favorable a la participación del menor en las decisiones que le
afecten cuando el ordenamiento no le reconoce la capacidad de actuar plenamente respecto
de los derechos de los que es titular, o cuando estén afectados sus intereses jurídicos,
reconociendo relevancia jurídica a su manifestación de voluntad. El ordenamiento gradúa dicha
relevancia jurídica en razón del grado de madurez del menor.
Como sucede en el caso de los mayores de edad, el conjunto de derechos reconocidos a los
menores y su articulación jurídica requiere una interpretación integrada de los preceptos
constitucionales, legales, de los convenios y tratados internacionales y de las normas
comunitarias que se refieren a este importante asunto.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
custodia.
o Recomendación R (81) 3, del Comité de Ministros del Consejo de Europa,
relativa a la acogida y educación de niño desde su nacimiento hasta los 8 años.
o Convención sobre cibercrimen, 23 de noviembre de 2001.
Legislación de producción interna
o Estatal
LO 1/1996, de 15 de enero, de Protección Jurídica del menor.
LO 5/2000, de 12 de enero, reguladora de la responsabilidad penal de
los menores.
RD 443/2001, de 27 de abril, sobre condiciones de seguridad en el
transporte escolar y de menores.
o Autonómica
7.3. Los derechos de los menores y principios de actuación de las Administraciones públicas
La CE en su art. 12, establece que la mayoría de edad se adquiere a los 18 años. A partir de este
momento, y si no existe otra causa de restricción, el sujeto adquiere la titularidad de aquellos
derechos que requieren mayoría de edad y el pleno ejercicio de todos los que tenia y los que
ha adquirido como consecuencia de su mayoría de edad. La edad fijada en el art. 12 CE es la
misma que recoge el art. 1 del Convenio de los Derechos del Niño. El art. 24 de la Carta de los
Dº Fundamentales, consagra los derechos de los menores en los siguientes términos:
Los menores tienen derecho a la protección y a los ciudadanos necesarios para su
bienestar.
Pueden expresar su opinión libremente y ésta será tenida en cuenta en relación con los
asuntos que les afecten, en función de su edad y madurez.
En todos los actos relativos de menores llevados a cabo por autoridades públicas o
instituciones privadas, el interés superior del menor constituirá una consideración
primordial; todo menor tiene derecho a mantener de forma periódica relaciones
personales y contactos directos con sus padres, salvo si son contrarios a sus intereses.
En la legislación sobre los derechos de los menores se han venido consolidando ciertos
principios generales que articulan el marco jurídico imprescindible para la regulación de éstos:
Principio de reconocimiento máximo de derechos La tendencia general es la de
extender los derechos reconocidos a los menores, salvo en los casos en que sea
incompatible por su minoría de edad.
Principio de tutela directa y subsidiaria La tutela directa se encomienda a los
progenitores, o en su caso, a los tutores del menor, y la tutela subsidiaria es, en
general, asumida por los poderes públicos.
Principio de interés superior del menor Es decir, la ley prima el interés superior de
los menores sobre cualquier otro interés legítimo que pudiera concurrir.
Principio de audiencia Derecho a ser oído. La legislación sobre menores tutela
también la posibilidad del menor de manifestar su voluntad en el marco del ejercicio
de los derechos que le correspondan.
La LO 1/1996, de protección jurídica del menor, incluye un catálogo de derechos entre los que
se encuentran algunos fundamentales:
Derecho al honor, intimidad y propia imagen.
Derecho a la información.
Libertad ideológica, de conciencia y de religión.
Derecho de participación, asociación y reunión.
Libertad de expresión.
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Dicha ley contempla una serie de principios rectores de la acción administrativa, tendentes a
garantizar los derechos de los menores. Las AAPP facilitarán a los menores la asistencia
adecuada para el ejercicio de sus derechos, y desarrollará políticas integrales encaminadas al
desarrollo de la infancia y de servicios para los menores.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Tema VII. Contenido esencial y límites de los derechos. Clasificación de los derechos y
libertades
1.1. Concepto
Sin embargo, nada dice la CE acerca del concepto y alcance del contenido esencial de los
derechos, como reconoció el TC. La CE no determina cuál es el contenido esencial de los
derechos y libertades, por tanto, las controversias deben ser resueltas por el propio TC.
Sus referentes históricos son el art. 19.2 de la Constitución alemana de 1949 y el art. 18.3 de la
Constitución portuguesa de 1976, entre otros.
De igual manera, el art. 17 del Convenio Europeo de Derechos Humanos prohíbe cualquier acto
que pueda llevar a la destrucción de los derechos fundamentales, y la Carta de los Derechos
Fundamentales de la Unión Europea (Niza 2000) determina que cualquier limitación de los
derechos reconocidos en ese texto debe ser establecida por ley y respetar su contenido
esencial.
Los derechos individuales son a la vez instituciones jurídicas y derechos subjetivos. Los
derechos que la CE reconoce constituyen, desde esta perspectiva, instituciones jurídicas
constitucionalmente protegidas, con un contenido propio, que no pueden ser desnaturalizadas
ni por la legislación que regule su ejercicio, ni con la imposición de límites que las conviertan en
impracticables.
El TC aprecia cierta recepción de estas tesis en numerosas sentencias relativas a los Derechos y
libertades en los que éstos aparecen con una doble naturaleza jurídica: subjetiva y objetiva.
Para el TC, se postula que ninguna limitación introducida por el legislador que desconozca o
desnaturalice el derecho puede estar justificada.
Con todo, en la sentencia 11/1981, de 8 de abril, señaló el TC que para tratar de aproximarse
de algún modo a la idea de contenido esencial, que en el art. 53 de la CE se refiere a la
totalidad de los derechos fundamentales, cabe seguir dos pasos:
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Por otro lado, el respeto al contenido esencial de los derechos del Capítulo II no debe llevarnos
a considerar que el resto de los derechos constitucionales podrían ser regulados de manera
que quedaran desnaturalizados o resultaran impracticables, ya que el valor normativo supremo
de la Constitución, por un lado, obliga a interpretar y aplicar sus normas (todas sus normas) de
manera plena y eficaz; y el carácter de los derechos como instituciones jurídicas
constitucionalmente reconocidas y dotadas de un sentido propio, por otro lado, obliga al
legislador ordinario a preservar esa naturaleza e identidad propias. Así, el respeto al contenido
esencial de los derechos contenidos en los arts. 14 a 38, es una reiteración garantista frecuente
en la CE, producto de las circunstancias históricas en las que se elaboró el texto constitucional y
del deseo de los constituyentes de romper con los principios del régimen anterior. Nos
encontramos ante una garantía formal pero no material, ya que tanto unos como otros
derechos deben ser regulados, en su caso, de manera que se respete su esencia y su naturaleza
propia. El legislador ordinario se encuentra más firmemente vinculado al contenido esencial o
a la naturaleza propia de los derechos contenidos en el Capítulo II, del título I (14 al 38),
mientras que goza de un mayor margen de discrecionalidad a la hora de regular otros derechos
constitucionales, aún con el límite de mantener mínimamente la identidad de cada derecho.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
derechos tienen sus límites. Esta idea de limitación de los derechos, responde a la pretensión
de que el reconocimiento de un derecho no lleve, de facto, a una situación de abuso o de un
uso antisocial del mismo, y permite avalar la tesis de que para que todos los derechos
reconocidos puedan ser ejercitados ninguno de ellos puede ser ilimitado. La doctrina, de
manera casi unánime, ha defendido el carácter limitado de los derechos, que no son, por tanto,
absolutos, sino que deben articularse en un sistema en el que sea posible el ejercicio de todos
ellos.
El problema de los límites del derecho se evitaría, en gran medida, si se determinase cuál es el
contenido de cada derecho.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Cuando aluden a un solo derecho. Dentro de los límites colectivos y específicos, podemos
diferenciar:
Límites derivados de la concurrencia de dos o más derechos.
Límites derivados de la propia naturaleza del derecho.
Límites derivados del status de determinadas categorías de personas.
Límites derivados de exigencias objetivas.
Límites vinculados a la declaración de los estados excepcionales.
Son los derivados de los compromisos de derecho internacional convencional adquiridos por el
Estado mediante incorporación a organizaciones internacionales o los generados como
consecuencia de la ratificación de convenios y tratados internacionales sobre la protección de
los derechos y libertades o sobre sus garantías.
Obligan a los estados miembros por aplicación del principio de competencia. La previsible
aprobación de una futura Constitución europea definirá sustancialmente este aspecto.
La legislación de desarrollo, tanto estatal como autonómica, puede incorporar ciertos límites
tanto a derechos constitucionales como a derechos de configuración legal.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Serían los límites definidos por la jurisprudencia (TC, Tribunal Europeo de Derechos humanos,
Tribunal de justicia y Tribunales nacionales ordinarios).
El TC señaló que los límites de los derechos no quedan circunscritos a los que expresamente
contenga el Texto Constitucional y a los que derivan del libre ejercicio de unos y otros derechos
reconocidos en la Constitución, sino que también hay límites mediatos, sólo indirectamente
emanados de la Constitución pero necesarios para preservar otros derechos o bienes
constitucionalmente protegidos.
Los derechos y libertades han surgido progresivamente, unidos a una evolución socio-política
de los grupos humanos. Podemos clasificarlos, circunscribiéndonos al Estado de Derecho, en
función de la «Teoría de las generaciones»:
Derechos de primera generación.
Derechos de segunda generación.
Derechos de tercera generación.
Derechos de cuarta generación.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Tras la elevación de la Carta al mismo nivel jurídico de los Tratados, realizada por el Tratado de
Lisboa (en vigor, el 01/12/2009), junto a las libertades originarias y los derechos que
progresivamente se han incorporado a los Tratados y a sus modificaciones posteriores, y
también la recepción realizada por el Derecho derivado.
Se refiere a la naturaleza misma del individuo (derecho a la vida, a la integridad física y moral,
etc…).
Cuando se refiere al ámbito más cercano de la vida humana (derecho al honor, a la intimidad, a
la educación, inviolabilidad del domicilio, etc…).
Se refiere a la actividad del sujeto en relación con la organización política y social (derecho de
reunión y de asociación, de participación política, libertad de expresión, etc…).
Aquellos derechos incorporados por el Estado social que se proyectan en los aspectos
laborales, de prestación, Seguridad Social, bienestar…
Cuando imponen básicamente una actitud de abstención por parte de los poderes públicos y
particulares.
Cuando se pide una actuación positiva por parte del Estado. En los Estados actuales, la frontera
entre los derechos de libertad y los derechos de prestación a veces se difumina, ya que casi
todos los derechos requieren algún tipo de actividad del Estado que los haga accesibles a los
ciudadanos.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Son los que el ordenamiento jurídico reconoce a las personas y pueden ejercerse por éstas sin
la concurrencia de otros sujetos, tanto si se trata de nacionales como de extranjeros.
Son los derechos que se reconocen a grupos, ya se trate de personas jurídicas o de otros
colectivos, incluso el propio Estado en sus relaciones interiores y en las relaciones
internacionales y, también, a aquellos derechos que, aunque se reconocen a personas
individualmente, éstas solo pueden ejercerlos en unión de otras personas (derecho de huelga,
a la negociación colectiva, etc…).
Los derechos de mayor nivel de garantías son los comprendidos en la Sección 1 del Capítulo II,
del titulo I (arts. 15 al 29 CE). Estos preceptos vinculan a todos los poderes públicos, necesitan
de LO para su desarrollo.
Los recogidos en los arts. del 30 al 38 CE. Vinculan a todos los poderes públicos, aunque su
desarrollo legislativo se realiza mediante Ley ordinaria.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Representan el máximo nivel de garantía jurídica. Tal es el caso del Tribunal europeo de
Derechos Humanos.
Los Tratados constitutivos, y las sucesivas modificaciones que se han producido, han
incorporado al ordenamiento de la Unión Europea diversas garantías, algunas de las cuales han
sido desarrolladas mediante el Derecho derivado.
Representada por el TJ, que tiene competencias para el control jurisdiccional del Derecho de la
UE.
También en el ámbito del Derecho comunitario se han creado instituciones de tutela, como el
Defensor del Pueblo Europeo.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
I. La interpretación
Método acuñado por Savigny y recogido en nuestro CC, acepta 4 elementos de interpretación:
Gramatical.
Lógico.
Histórico.
Sistemático.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
integradora, ya que afirma que la CE forma un todo «en el que cada precepto encuentra su
sentido pleno valorizándolo con los demás; es decir, de acuerdo con una interpretación
sistemática». Este método atribuye al texto una doble relevancia:
Es un punto de partida para la captación del sentido de las normas.
Es límite de la interpretación, que no puede ir nunca contra el tenor literal del texto.
Este sistema cobra matices específicos en el ámbito del Derecho constitucional. Afirma el
carácter práctico de la interpretación, cuyo objetivo es la resolución de problemas concretos, y
el carácter fragmentario o abierto de la CE, que dificulta la subsunción de los hechos en sus
preceptos.
La interpretación consistirá así en una discusión del problema entre varios aplicadores-
intérpretes, que se sirven de varios topoi o puntos de vista. Los distintos tópicos tendrán como
función:
Servir de orientación para el intérprete.
Constituir una guía de discusión de los problemas.
Permitir la decisión del problema jurídico en cuestión.
Esta postura despierta reticencias, puesto que puede conducir a un casuismo sin límites.
Tiende más a un pensamiento orientado a la resolución del problema, pero partiendo del
primado del texto constitucional (no del problema). Este método considera que en la lectura de
un texto normativo hay una precomprensión de su sentido por parte del intérprete, existiendo
varios presupuestos de la tarea interpretativa:
Presupuestos subjetivos: precomprensión en la obtención del sentido del texto
constitucional.
Presupuestos objetivos: contexto o situación en que se aplica.
La relación entre texto y contexto tiene lugar a través de la mediación del intérprete,
configurando el llamado «círculo hermenéutico».
Considera que la norma comprende asimismo parte de la realidad social, (la norma escrita no
DERECHO CONSTITUCIONAL II
pasa de ser la parte visible del iceberg normativo). Contempla los siguientes principios de la
interpretación constitucional:
Principio de unidad de la Constitución: Implica evitar antinomias [contradicciones]
entre las normas contenidas en la CE, especialmente entre los principios jurídico-
políticos.
Principio de efecto integrador: En la resolución de los problemas jurídico-
constitucionales debe darse preferencia a los criterios o puntos de vista que favorezcan
la integración política y social y el refuerzo de la unidad política, siempre respetando el
pluralismo.
Principio de máxima efectividad o eficiencia: Según el TC, la ley ha de ser interpretada
de la forma más favorable para la efectividad de todos los derechos, y la máxima
aplicación de su contenido.
Principio de conformidad funcional: El órgano que interprete la CE no puede llegar a un
resultado que subvierta el esquema organizatorio-funcional constitucionalmente
establecido.
Principio de concordancia práctica o de armonización: Impone la coordinación y la
combinación de los bienes jurídicos en el conflicto o concurrencia de forma que se
evite el sacrificio (total) de unos bienes jurídicos frente a otros. Se basa en el principio
de igual valor de los bienes constitucionales, negando jerarquía alguna entre ellos.
Principio de la fuerza normativa de la Constitución: Da prevalencia a los puntos de vista
que garanticen la máxima eficiencia y permanencia de la CE.
Principio de la interpretación conforme a la Constitución: En caso de normas
plurisémicas o plurisignificativas, debe darse preferencia a la interpretación que le
confiera un sentido conforme a la CE.
Las reglas sobre interpretación de las normas contenidas en el Título Preliminar (calificado de
«materialmente constitucional») y los artículos 2 y 3 del CC son aplicables en su mayor parte a
todo el ordenamiento, manteniéndose en el CC por tradición histórica.
El art. 10.2 CE establece que las normas relativas a los derechos fundamentales, y a las
libertades que la CE reconoce, se interpretarán conforme a la Declaración Universal de
Derechos Humanos y los tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas ratificados por
España.
Según STC 9/1981, a partir de la entrada en vigor de la CE, es un imperativo para todos los
poderes llamados a aplicar la ley, interpretarla conforme a la CE, debiendo rechazarse la
aplicación de una regla que conduce a un resultado opuesto al que el precepto constitucional
considera deseable.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
interpretación finalista de la CE, sin desechar ninguna palabra por considerarla vana, y
buscando la proporcionalidad entre los actos y sus consecuencias.
Siendo posibles dos interpretaciones de un precepto, una ajustada a la CE y otra no, debe
admitirse la primera. Debe prestarse suma atención asimismo a las normas que integran el
bloque de la constitucionalidad como complemento del criterio interpretativo.
Como ya se ha indicado, el art. 10.2 CE establece que las normas relativas a los derechos
fundamentales y a las libertades que la CE reconoce se interpretarán conforme a la Declaración
Universal de Derechos Humanos y los tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas
ratificados por España.
Además de la citada declaración, este criterio de interpretación abarca los siguientes acuerdos
internacionales:
ONU
o Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (N.Y., 1966).
o Pacto Internacional de Derechos Económicos y Sociales (N.Y., 1966).
o Convenio sobre la eliminación de todas las formas de discriminación.
o Convenio de los Derechos del Niño.
Consejo de Europa
o Convenio Europeo de Derechos Humanos (Roma, 1950).
o Convenio de Biomedicina y Derechos Humanos.
o Protocolo de prohibición de clonación humana.
UE
o Tratado de la UE y Tratados de Funcionamiento.
o Carta de Derechos Fundamentales de la UE.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
La STC 36/1984 estableció que la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos
podía entenderse comprendida en las menciones del art. 10.2 CE. El Tribunal manifestó que «la
remisión que el art. 10.2 CE hace a la Declaración Universal de los Derechos Humanos y a los
Tratados y Acuerdos internacionales sobre las mismas materias suscritos por España para la
interpretación de las normas constitucionales sobre derechos fundamentales y libertades
públicas, autoriza y aun aconseja referirse, para la búsqueda de estos criterios, a la doctrina
sentada por el TEDH».
DERECHO CONSTITUCIONAL II
El Derecho comunitario originario está integrado por los Tratados constitutivos de las
Comunidades y por los Tratados de modificación de aquellos. El Derecho comunitario derivado
es el generado por las instituciones comunitarias.
A juicio de la cátedra, tal afirmación debería matizarse en relación con los Tratados
constitutivos y sus modificaciones posteriores, al estar vinculados por lo establecido en el art.
93 CE y sujetos a control de constitucionalidad previo y posterior.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Ya en 1789, el art. 16 de la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano afirmaba que
la sociedad en la cual «la garantía de los derechos no está asegurada ni la separación de
poderes establecida, carece de Constitución», tales principios siguen siendo en la actualidad un
requisito inexcusable de cualquier estado democrático, siendo además el segundo instrumento
del primero: la garantía y plena vigencia de los derechos. La validez del reconocimiento de los
derechos y libertades se encuentra en la eficacia de sus garantías.
Las garantías son, pues, instrumentos jurídicos de aseguramiento de los derechos y libertades,
y por ende del valor normativo de la CE.
La eficacia de los derechos y libertades requiere unos instrumentos jurídicos que permitan
restablecer o preservar los derechos fundamentales de los ciudadanos ante actuaciones de los
poderes públicos o de otros ciudadanos que los amenacen o vulneren.
En los Estados modernos, las garantías se extienden en los mismos ámbitos que los derechos a
los que aseguran; así podemos distinguir, en materia de garantías, un ámbito interno y uno
internacional. La CE ha otorgado gran relevancia al sistema de protección de los derechos y
libertades, siendo este uno de los criterios de clasificación de los derechos constitucionales.
Son garantías de carácter preventivo, son disposiciones constitucionales y legales que tienden a
impedir la posible vulneración de los derechos y libertades, a proteger el catálogo que de ellos
recoja el texto fundamental y a salvaguardar su contenido.
Las garantías normativas se caracterizan por integrarse en el recurso del propio derecho, de
manera que con su regulación y su ejercicio queda implícita su tutela.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Rigidez constitucional.
Garantías de su desarrollo legislativo: la reserva de ley.
Garantías sobre el contenido de los derechos y libertades.
Garantías que adoptan la forma de derechos.
Exenciones de obligaciones.
Exigencias y prohibiciones a la actuación de los poderes públicos.
En el art. 53.1 CE, reitera ésta la vinculación de los poderes públicos específicamente a los
derechos contenidos en el Capítulo II del Título I (arts. 14 a 38).
Los derechos y libertades deben no sólo ser respetados por los poderes públicos, sino que
también son eficaces (con las matizaciones oportunas) en las relaciones entre particulares,
como ha confirmado el TC.
Asimismo, los poderes públicos deben quedar vinculados por los derechos contenidos en el
Capítulo III (arts. 39 a 52), puesto que el art. 53.3 CE establece que el reconocimiento, respeto
y protección de los principios reconocidos en el Capítulo III, del Título I, informará la legislación
positiva, la práctica judicial y la actuación de los poderes públicos.
Hecha por el constituyente una opción sobre la extensión del catálogo de derechos y
libertades, resultaba necesario establecer instrumentos normativos de garantía dirigidos a
evitar la alteración de los derechos y libertades reconocidos, que se articulara en torno al
principio de rigidez constitucional, de modo que se agravan, por lo general, los mecanismos de
reforma que afectan a estos preceptos.
El procedimiento ordinario (art. 167 CE) permite abordar la modificación de cualquiera de los
preceptos constitucionales, salvo las siguientes materias reservadas por el art. 168 (al
procedimiento agravado):
El título preliminar.
Los derechos fundamentales, (arts. 15 a 29) sección primera, capítulo II, Título I.
La Corona (arts. 56 a 65) Título II.
La revisión total de la CE.
La CE otorga la garantía de la rigidez constitucional a todos los derechos, aunque con las
siguientes matizaciones:
Los denominados derechos fundamentales (arts. 15 a 29 CE), quedan protegidos
mediante el procedimiento agravado, de donde se deduce la intención del
constituyente de dotarlos de una protección reforzada.
Los demás derechos constitucionales (así como el resto del articulado) gozan de la
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Mayoría absoluta La mayoría absoluta es, matemáticamente, una mayoría con más de la
mitad de los votos de los miembros que componen el órgano en cuestión.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
En la regulación de los derechos y libertades, es cada vez más frecuente la exigencia de que la
ley respete su núcleo básico o contenido esencial (art. 53.1 CE).
Se postula, pues, que ninguna limitación introducida por el legislador puede estar justificada si
desconoce o desnaturaliza el derecho.
2.5. Derechos-garantía
Otro medio de aseguramiento de los derechos y libertades consiste en prohibir que el sujeto
sea obligado a realizar determinados actos que pondrían en peligro el libre ejercicio de alguno
de sus derechos constitucionales.
En este sentido, el art. 16.2 CE establece que nadie podrá ser obligado a declarar sobre su
ideología, religión o creencias, tutelándose así la libertad ideológica y religiosa que el apartado
1 del mismo precepto consagra. El TC ha matizado esta prohibición en relación con los
objetores de conciencia.
Definición de garantías jurisdiccionales: Son aquellas que pueden ser instadas para prevenir o
reparar la vulneración de un derecho.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Es un medio de tutela de los derechos y libertades a través de las garantías jurisdiccionales que
son comunes a todos los bienes e intereses del ordenamiento jurídico, respecto del cual
debemos distinguir la tutela judicial efectiva, que se sustancia ante los Jueces y tribunales
ordinarios, y el recurso de inconstitucionalidad ante el TC.
a) Concepto
El art. 24.1 CE consagra el acceso a la tutela judicial efectiva para la defensa de los derechos e
intereses de las personas, sin que, en ningún caso, pueda producirse indefensión durante el
proceso. Estamos ante un derecho relacional e instrumental (STC 50/1985).
Artículo 24 CE:
1. «Todas las personas tienen derecho a obtener la tutela efectiva de los jueces y
tribunales en el ejercicio de sus derechos e intereses legítimos, sin que, en ningún caso,
pueda producirse indefensión.
2. Asimismo, todos tienen derecho al Juez ordinario predeterminado por la Ley, a la
defensa y a la asistencia de letrado, a ser informados de la acusación formulada contra
ellos, a un proceso público sin dilaciones indebidas y con todas las garantías, a utilizar
los medios de prueba pertinentes para su defensa, a no declarar contra sí mismos, a no
confesarse culpables y a la presunción de inocencia.
La Ley regulará los casos en que, por razón de parentesco o de secreto profesional, no se estará
obligado a declarar sobre hechos presuntamente delictivos».
El art. 24.1 y .2 CE, ha consagrado dos supuestos íntimamente relacionados entre sí, pero que
merecen un tratamiento diferenciado, ya que mientras el apartado segundo se refiere
preferentemente a las denominadas «garantías procesales», el primero establece una garantía
previa al proceso que vela porque éste discurra por los cauces debidos. La estrecha relación
existente entre los preceptos significa que posee sustantividad propia.
b) Contenido
DERECHO CONSTITUCIONAL II
La atribución de la defensa es coherente con la atribución exclusiva del ius puniendi a los
órganos estatales así como con el principio de separación de poderes que atribuye al Poder
Judicial la función de administrar la justicia.
Que los Tribunales emitan resoluciones acertadas es la finalidad que orienta todo el sistema
procesal y judicial; pero la CE no enuncia un imposible derecho al acierto del Juez y su
pretendida lesión no puede servir nunca de fundamento a una pretensión de amparo.
c) Titularidad
El sujeto del derecho a la tutela judicial es tanto la persona física (nacionales y extranjeros)
como la jurídica. Los derechos contenidos en el art. 14, la Sección 1ª, del Capítulo II, del Título
I, se tutelarán ante los Tribunales ordinarios conforme a un procedimiento basado en los
principios de preferencia y sumariedad y, en su caso, a través del recurso de amparo ante el TC.
Este recurso también se aplicará a la objeción de conciencia (art. 30.2 CE)
a) Concepto y competencia
Es una garantía genérica del contenido de la CE, que se configura como un medio de defensa
de la integridad del contenido del texto fundamental.
Regulado en el art. 161.1.a CE, procede interponerlo ante el TC contra leyes y disposiciones
normativas con fuerza de ley que pudieran haber vulnerado cualquier precepto constitucional.
Se trata pues de una garantía jurisdiccional genérica, pues opera tanto en la protección de los
derechos y libertades como en otros aspectos contenidos en el texto constitucional.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
b) Legitimación
El art. 33.2 introducido por la Ley 1/2000 de reforma de la LO 3/1979 de 3 de Octubre, incluye
un plazo específico mayor en relación con recursos relativos al Estado autonómico a fin de
permitir la solución de conflictos y evitar la interposición del recurso de inconstitucionalidad.
d) Tramitación
Una vez admitida la demanda, el Alto Tribunal debe dar traslado de la misma al congreso y
Senado por conducto de sus Presidentes; se da traslado también al Gobierno por conducto del
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Ministerio de Justicia. En el supuesto de que el objeto de recurso fuera una Ley o disposición
con fuerza de ley dictada por una CCAA, se dará traslado a los órganos legislativos y ejecutivos
de la comunidad afectada.
El TC resolverá también cuestiones que se susciten con carácter prejudicial por los órganos
jurisdiccionales sobre la validez de las referidas disposiciones, cuando de ella dependa el fallo
del litigio principal. El parámetro de validez de las normas forales:
El Tribunal considerará las leyes que se hubieran dictado para delimitar las
competencias del Estado y las diferentes CCAA o para regular o armonizar el ejercicio
de las competencias de esta.
El Tribunal podrá declarar inconstitucionalidad formal (por infracción del art. 81 CE), los
preceptos de un Decreto-Ley, Decreto-Legislativo, ley que no hubiera sido aprobada
con el carácter de orgánica o norma legislativa de una CCAA en el caso de que dichas
disposiciones hubieran regulado materias reservadas a LO o impliquen modificación o
derogación de una Ley aprobada con tal carácter cualquiera que sea su contenido.
a) Concepto
El órgano judicial planteará la cuestión ante el TC, de oficio o a instancia de parte. Se trata de
un instrumento puesto a disposición de aquéllos para conciliar la doble obligación en que se
encuentra de actuar sometidos a la ley y a la CE.
b) Tramitación
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Antes de adoptar mediante auto su decisión definitiva, el órgano judicial debe oír a las partes y
al Ministerio Fiscal, para que en el plazo común e improrrogable de 10 días puedan alegar lo
que deseen sobre la pertinencia de plantear la cuestión de inconstitucionalidad. A
continuación, el juez resolverá en el plazo de 3 días. El auto que se dicte no será susceptible de
recurso de ninguna clase. La cuestión de inconstitucionalidad podrá ser intentada, no obstante,
en las sucesivas instancias o grados en tanto no se llegue a sentencia firme.
El TC puede plantearse una autocuestion de constitucionalidad (art. 55.2 LOTC). Esta posibilidad
permite que, cuando el TC estime un recurso de amparo porque uno o más preceptos de la Ley
aplicada lesiona derechos fundamentales, la Sala del TC que resolvió el recurso de amparo
elevará la cuestión al Pleno del Tribunal (se puede dictaminar la expulsión de esa Ley del
ordenamiento jurídico).
DERECHO CONSTITUCIONAL II
El art. 53.2 CE, establece que la defensa de los derechos máximamente tutelados (art. 14 a 29 y
30.2 CE), se realizará mediante un procedimiento basado en los principios de preferencia y
sumariedad.
a) La preferencia
Implica un mandato al legislador para que articule los procedimientos adecuados de la tutela a
la que se refiere el art. 53.2 CE, de modo que los procesos relativos a estos derechos sean
incoados [comenzar los primeros trámites de un proceso, un pleito o un expediente]
inmediatamente después de la presentación del escrito en el que quede planteada «la
pretensión que los motivó», sin esperar el turno que les pudiera corresponder ordinariamente.
El TC ha confirmado la prioridad absoluta en la recepción y tramitación de estos casos (STC
81/1992).
b) La sumariedad
En nuestro ordenamiento jurídico, existen varios procesos para el amparo judicial de los
derechos fundamentales, el proceso contencioso-administrativo que puede instarse para la
defensa de la igualdad (art. 14 CE) y de los derechos fundamentales (art. 15 a 29 CE), y aunque
ya no sea el caso, de la objeción de conciencia militar (art. 30.2 CE)
DERECHO CONSTITUCIONAL II
2) Derechos protegidos
Los derechos que pueden ser tutelados mediante el recurso de amparo coinciden con los que
son objeto de tutela preferente y sumaria:
La igualdad consagrada en el art. 14 CE, no así el valor de igualdad del art. 1.1, ni el
principio de igualdad real y efectiva reconocido en el art. 9.2 CE.
Los derechos fundamentales de la Sección 1, Capítulo II, Título I (arts. 15 a 29 CE).
La objeción de conciencia al servicio militar reconocida en el art. 30.2 CE. Pero no el
resto del art. 30 CE.
En cuanto a los derechos objeto del recurso de amparo, el problema jurídico que se plantea es
el de determinar cuáles son los derechos y libertades que se contienen en los preceptos antes
aludidos y qué materia, por el contrario, aún incluida en dichos preceptos, no puede ser
considerada como derechos y libertades y, por tanto, no está comprendida en el ámbito de
protección del recurso de amparo. Por otro lado, no procede interponer recurso de amparo por
violación de los derechos contenidos en los Tratados y Convenios internacionales válidamente
ratificados por España, sino en la medida en que el derecho presuntamente violado se
encuentre dentro de los protegidos por el recurso de amparo de conformidad con el art. 53.2
CE.
El art. 41.2 de la LO 2/1979 del TC, establece que el recurso de amparo procederá contra
«disposiciones, actos jurídicos o simple vía de hecho de los poderes públicos del Estado, las
CCAA y demás entes públicos de carácter territorial, corporativo o institucional, así como de sus
funcionarios o agentes» que violen cualquiera de los derechos y libertades protegidos por este
recurso. Los únicos actos que parecen quedar exentos de este recurso son los de los entes
públicos extranjeros o los de las organizaciones internacionales o supranacionales.
El art. 41.3 de la LOTC determina con claridad la finalidad del recurso de amparo, que no es
otra que la de «restablecer o preservar los derechos o libertades por razón de los cuales se
formuló el recurso».
DERECHO CONSTITUCIONAL II
El recurso de amparo tiene carácter subsidiario en tanto en cuanto es preciso agotar la vía ante
los tribunales ordinarios, y su incidencia es tanto subjetiva, pues tutela el derecho a instancia
del particular, como objetiva, pues, con tal defensa tutela también el Ordenamiento
constitucional del que los derechos y libertades son parte fundamental (STC 17/1981).
5) Legitimados
6) Tramitación
Debe ser objeto de una decisión de admisión a trámite; la Sección, por unanimidad de sus
miembros, debe acordar mediante providencia la admisión, en todo o en parte, del recurso
solamente cuando concurran todos los siguientes requisitos:
Que la demanda cumpla los requisitos de la propia LO (arts. 41 a 46 y 49).
Que el contenido justifique una decisión sobre el fondo por parte del TC en razón de su
especial trascendencia constitucional.
7) Suspensión
La interposición del recurso de amparo no suspende los efectos del acto o sentencia
impugnados, pero, cuando la ejecución del acto o sentencia impugnados produzca un perjuicio
al recurrente que pudiera hacer perder al amparo su finalidad, puede acordarse la suspensión
total o parcial, siempre y cuando la suspensión no ocasione perturbación grave a un interés
DERECHO CONSTITUCIONAL II
8) Sentencia
La sentencia que resuelva el recurso de amparo podrá otorgarlo o denegarlo. En el caso de que
la Sentencia sea estimatoria del recurso contendrá alguno de los siguientes pronunciamientos:
Declaración de nulidad de la decisión, acto o resolución que hayan impedido el pleno
ejercicio de los derechos o libertades protegidos, con determinación de la extinción de
sus efectos.
Reconocimiento del derecho o libertad pública.
Restablecimiento del recurrente en la integridad de su derecho o libertad con la
adopción de las medidas apropiadas para su conservación.
Si la Sala o la Sección estiman el recurso porque sea la propia Ley la que lesione el derecho
fundamental, se elevará la cuestión de inconstitucionalidad al Pleno con suspensión del plazo
para dictar sentencia.
Entre las primeras, podemos destacar la actividad del Parlamento y la del Ministerio Fiscal; y
entre las segundas, la del Defensor del Pueblo.
El Parlamento asume, entre otras, la importante función de controlar la actividad del Gobierno,
a través de la cual puede incidir en el aseguramiento de los derechos y libertades mediante
preguntas, interpelaciones o comisiones de investigación. Sin olvidar que corresponde al
Parlamento la aprobación y enmienda de los proyectos de ley que presente el Gobierno.
a) Concepto
La figura del Ministerio Fiscal suele vincularse al ejercicio de la acción penal y tiene su origen
en la sustitución del sistema inquisitivo en el enjuiciamiento penal por el actual sistema
DERECHO CONSTITUCIONAL II
acusatorio formal o sistema mixto en el que el Juez o tribunal se le sustrae la función de acusar.
La naturaleza del MF no es cuestión pacífica y depende en gran medida de las funciones que se
encomiendan a esta institución en los distintos ordenamientos jurídicos.
Se han formulado diversas tesis para conocer la definición conceptual del MF:
Que era un órgano adscrito a los Tribunales con una triple función: defensa de la
legalidad, de los intereses del Estado y de los particulares.
Que era un órgano del Estado con funciones en la Administración de Justicia, dotada de
imperium [poder público] aunque sin competencias decisorias, que le corresponderían
al Estado para el logro de la Justicia.
Que era un órgano administrativo del Estado al que se le encomendaba la defensa de
la legalidad y de los intereses del Estado en la actuación de los Tribunales.
Que debía ser un órgano de la Administración de Justicia con funciones en la
jurisdicción penal.
Ley 50/1981, de 30 diciembre, por la que se regula el Estatuto Orgánico del MF, dispone que
éste es un órgano de relevancia constitucional con personalidad jurídica propia, integrado con
autonomía funcional en el Poder Judicial, y ejerce su misión por medio de órganos propios,
conforme a los principios de unidad de actuación y dependencia jerárquica y con sujeción a los
principios de legalidad e imparcialidad.
El Gobierno puede interesar del Fiscal General del Estado que promueva ante los Tribunales
actuaciones concretas para la defensa del interés público. La comunicación del Gobierno con el
MF se lleva a cabo a través del Ministro de Justicia y del Fiscal General del Estado, pero el
Presidente del Gobierno, si lo estima necesario, puede dirigirse directamente al Fiscal General.
La petición del Gobierno no tiene carácter vinculante y el FGE, oída la Junta de Fiscales de Sala
del Tribunal Supremo, resuelve sobre la viabilidad o procedencia de la solicitud y expone su
resolución al Gobierno de forma razonada.
b) Órganos y funciones
En España, el Ministerio Fiscal está integrado en el Poder Judicial, aunque la Ley 50/1981, de 30
de diciembre, reguladora del Estatuto Orgánico del Ministerio Fiscal, le reconoce autonomía
funcional; ejerce sus funciones a través de órganos propios, conforme a los principios de
unidad de actuación y dependencia jerárquica y con sujeción a los principios de legalidad e
imparcialidad.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
El art. 124.1 CE, les atribuye la función de «promover la acción de la justicia en defensa de la
legalidad, de los derechos de los ciudadanos y del interés público tutelado por la ley, de oficio o
a petición de los interesados, así como velar por la independencia de los Tribunales y procurar
ante éstos la satisfacción del interés social». La Ley 50/1981, en su art. 1, reproduce el art. 124
CE y especifica que corresponde al MF «velar por el respeto de las instituciones
constitucionales y de los derechos fundamentales y libertades públicas con cuantas actuaciones
exija su defensa».
Artículo 54 CE:
«Una Ley orgánica regulará la institución del Defensor del Pueblo, como alto comisionado de
las Cortes Generales, designado por éstas para la defensa de los derechos comprendidos en
este Título, a cuyo efecto podrá supervisar la actividad de la Administración, dando cuenta a las
Cortes Generales».
a) Concepto y naturaleza
DERECHO CONSTITUCIONAL II
De conformidad con el art. 54 CE, el Defensor del Pueblo es un Alto Comisionado de las Cortes
Generales, al que se atribuye la defensa de los derechos comprendidos en el Título I. El citado
precepto constitucional remite a una ley orgánica la regulación de esta institución, mandato
que se cumplió con la aprobación de la LO 3/1981, modificada por la LO 2/1992, a efectos de
constituir una comisión mixta Congreso-Senado de relaciones con el Defensor del Pueblo.
El Defensor del Pueblo es el alto comisionado de las Cortes Generales designado por éstas para
la defensa de los derechos comprendidos en el Título I de la CE, a cuyo efecto podrá supervisar
la actividad de la Administración, dando cuenta a las Cortes Generales. Ejercerá las funciones
que le encomiende la CE y la presente LO.
Una vez designado, el Defensor del Pueblo propone el nombramiento de dos Adjuntos que
deben recibir la conformidad de la Comisión Mixta Congreso–Senado.
La LO del Defensor del Pueblo establece una serie de incompatibilidades para fortalecer la
posición de independencia que esta Institución precisa para el desenvolvimiento de sus
funciones constitucionales.
Además, El Defensor del Pueblo no está sujeto a mandato imperativo alguno, no recibe
instrucciones de ninguna autoridad y desempeña sus funciones con autonomía plena.
c) Funciones
La LO 2/9181 establece que, para el cumplimiento de sus fines, ha de supervisar las actividad
de la Administración dando cuenta a las Cortes Generales a través de un Informe Anual y de
otros informes que puede elaborar sobre aspectos concretos.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Diversas CCAA se han dotado de una institución similar para el ámbito de sus respectivos
territorios, con las que el Defensor del Pueblo mantiene relaciones de coordinación.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Su origen está en la «Martial Law» inglesa, en virtud de la cual la Corona y todo ciudadano
podían repeler por la fuerza cualquier insurrección, revuelta o resistencia violenta a la ley. En
Francia también se incorporó tras la Revolución a través de la institución de Etat de siege. La
Constitución alemana de 1968 incluyó asimismo cuatro tipos de estados excepcionales.
El art. 15 del Convenio Europeo de Derecho Humanos de 1950 establece que «En caso de
guerra u otro peligro público que amenace la vida de la nación, cualquier Alta Parte
Contratante podrá tomar medidas que deroguen las obligaciones previstas en el presente
Convenio en la medida estricta en que lo exija la situación, y supuesto que tales medidas no
estén en contradicción con las otras obligaciones que dimanen del Derecho Internacional». En
términos semejantes se expresa el art. 4.1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos de 1966, añadiendo el matiz de que tales medidas no entrañen discriminación alguna
por causa de raza, color, sexo, idioma, religión u origen social.
La suspensión de derechos aparecía ya en las Constituciones de 1812, 1837, 1845, 1869, 1876 y
1931, así como en la Ley Orgánica del Estado durante el régimen franquista.
El apartado 1 del art. 55 CE, establece que, previa declaración de estado de excepción o sitio
(no de alarma), podrán ser suspendidos los siguientes derechos constitucionales (la mayoría de
ellos, fundamentales):
Art. 17.1, 2 y 4: derecho a la libertad personal y a la seguridad; límite de 72h de
detención preventiva y habeas corpus.
Art. 17.3: Información al detenido, asistencia letrada y derecho a no declarar (solo para
el estado de sitio).
Art. 18. 2 y 3: inviolabilidad del domicilio y secreto de las comunicaciones.
Art. 19: libertad de circulación y residencia.
Art. 20.1 a) y d) y 5: libertad de expresión y derecho a la información; secuestro de
publicaciones, grabaciones y otros medios de información.
Art. 21: derecho de reunión.
Art. 28.2: derecho de huelga.
Art. 37.2: conflictos colectivos.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Según el art. 116.5 CE, no podrá procederse «a la disolución del Congreso mientras estén
declarados algunos de los estados comprendidos en el presente artículo (estados de alarma, de
excepción y de sitio), quedando automáticamente convocadas las cámaras si no estuvieran en
periodo de sesiones. Su funcionamiento, así como el de los demás poderes constitucionales del
Estado, no podrá interrumpirse durante la vigencia de estos estados».
El apartado 6 del art. 116 confirma que la declaración de los estados de alarma, excepción y
sitio no modificarán el principio de responsabilidad del Gobierno y de sus agentes, tal como se
regula en la CE y la ley.
Por último, el art. 169 prohíbe que se inicie un procedimiento de reforma constitucional en
tiempo de guerra o bajo la vigencia del estado de alarma, excepción o sitio. Sin embargo, no se
prohíbe expresamente que continúe un proceso de reforma constitucional iniciado con
anterioridad. Sería jurídicamente posible, en todo caso, regular un procedimiento de
suspensión de la tramitación de la reforma constitucional en caso de producirse la declaración
de, al menos, el estado de excepción o sitio.
Es cierto, sin embargo, que la CE no establece plazos para llevar a cabo ninguno de los dos
procedimientos de reforma constitucional (ordinario y agravado), por lo que sería
jurídicamente posible regular un procedimiento de suspensión de la tramitación de la reforma
constitucional en el caso de que se produjera la declaración del estado de excepción o de sitio.
3.4. Sujetos
La declaración de cualquiera de los estados de alarma, excepción o sitio afecta a los sujetos que
se encuentren dentro del ámbito territorial señalado en dicha declaración, o a todas las
personas que se encuentren en el país si ésta afectara a todo el territorio nacional.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
De acuerdo con el mandato del art. 116.1 CE, sobre reserva de LO, se promulgó la LO 4/1981,
de 1 de Junio, de los estados de alarma, excepción y sitio. Los arts. 162 a 165 del Reglamento
del Congreso de los Diputados regulan el procedimiento para la adopción y declaración de los
estados excepcionales.
El art. 116 se limita a enunciar los estados excepcionales y a establecer una regulación básica.
La LO 4/1981 establece en su art. 1 que procederá «la declaración de los estados de alarma,
excepción o sitio cuando circunstancias extraordinarias hiciesen imposible el mantenimiento de
la normalidad mediante los poderes ordinarios de las autoridades competentes». Establece
asimismo el art. 1.2 que tanto las medidas a adoptar, como la duración de la declaración de
cualquiera de los estados excepcionales, serán las estrictamente indispensables para asegurar
el restablecimiento de la normalidad, siendo su aplicación en cualquier caso proporcionada a
las circunstancias.
Dicha declaración tendrá carácter temporal, decayendo las medidas adoptadas bajo su vigencia
en el momento de expirar la declaración. Solo subsistirán las sanciones que ya fueran firmes al
expirar ésta. Por otro lado, la declaración de alguno de los estados excepcionales no
interrumpe el normal funcionamiento de los poderes constitucionales del Estado. Sin embargo,
en el estado de sitio la autoridad militar puede asumir competencias que normalmente no
ejerce.
La declaración de uno de los estados excepcionales requiere publicidad, y a tal fin debe
publicarse inmediatamente en el BOE, entrando en vigor en la fecha de publicación. Las
medidas que adopte la autoridad competente durante la vigencia del estado excepcional
deben ser asimismo ampliamente difundidas.
Los actos y disposiciones de las Administraciones Públicas adoptados durante la vigencia del
estado excepcional son impugnables en vía jurisdiccional, teniendo los perjudicados en sus
personas, derechos o bienes, derecho a indemnización.
Puede declararse cuando se produce una situación de anormalidad social por cualquiera de los
siguientes motivos (art. 4 LO 4/1981):
Catástrofes, calamidades o desgracias públicas (terremotos, inundaciones, incendios o
accidentes de gran magnitud).
Crisis sanitarias: epidemias y casos de contaminación grave.
Paralización de los servicios públicos de la comunidad, si no se garantiza lo dispuesto
en los arts. 28.2 y 37.2 (huelgas o conflictos colectivos sin que se cumplan servicios
mínimos).
Situaciones de desabastecimiento de productos de primera necesidad.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Una vez aprobado el Decreto por el Gobierno, dará cuenta al Congreso, suministrando la
información que requiera la Cámara. Deberá el Gobierno dar cuenta asimismo a ésta de los
Decretos que dicte durante la vigencia del Estado de alarma.
La autoridad competente en cuanto a las acciones y efectos del estado de alarma será el
Gobierno o, por delegación, el Presidente de la CA si la declaración afecta solo a territorio de la
CA. Todas las autoridades civiles de la Administración Pública del territorio afectado, los
integrantes de los Cuerpos de Policía de la CA o corporaciones locales y demás funcionarios y
trabajadores al servicio de las mismas, quedarán bajo las órdenes directas de la autoridad
competente, en cuanto sea necesario para la protección de personas, bienes o lugares,
pudiendo imponerles servicios extraordinarios por su duración o naturaleza.
4.2.3. Efectos
De acuerdo con el art. 11 LO 4/1981, el Decreto inicial declarando el estado de alarma debe
contener las medidas para el restablecimiento de la normalidad, que pueden ser completadas
por decretos posteriores, siempre dentro de las permitidas por el citado art.:
Limitar la circulación o permanencia de personas o vehículos en horas y lugares
determinados.
Practicar requisas temporales de todo tipo de bienes e imponer prestaciones
personales obligatorias.
Intervenir y ocupar transitoriamente fábricas, industrias, talleres, explotaciones o
locales de cualquier naturaleza, excepto domicilios privados.
Limitar o racionar el uso de servicios o consumo de artículos de primera necesidad.
Impartir las órdenes necesarias para asegurar el abastecimiento de los mercados y el
funcionamiento de los servicios y centros de producción afectados por el art. 4 LO
4/1981.
Con este RD respondió el Gobierno ante la situación producida por los controladores aéreos, a
finales de noviembre de 2010 (insatisfechos con sus condiciones laborales). Dicho RD declara el
estado de alarma para la normalización del servicio público esencial del transporte aéreo
declarando el estado de alarma previsto en el art. 116 CE y en la LO reguladora de los estados
excepcionales, con el «fin de afrontar la situación de paralización del servicio público esencial
del transporte aéreo».
DERECHO CONSTITUCIONAL II
El RD estableció que todos los controladores de tránsito aéreo al servicio de AENA, pasaran a
tener, durante la vigencia del Estado de Alarma, la consideración de personal militar a los
efectos de lo previsto en la LO 4/1981, y por tanto, quedaron sometidos a las órdenes de la
autoridad militar mencionada en el propio RD y a las leyes penales y disciplinarias militares. Los
controladores civiles de tránsito aéreo al servicio de AENA, mantuvieron todas las facultades
inherentes a las licencias, habilitaciones, anotaciones y certificados médicos de los que eran
titulares aunque debieron ejercer dichas atribuciones bajo la organización y supervisión del
Ejército del Aire.
Para cumplir lo establecido en el RD, el Gobierno delegó en el Jefe de Estado Mayor del Ejército
del Aire y a las autoridades militares, competencias para adoptar las decisiones pertinentes.
Este RD suscitó controversia, al poner en duda si era posible que el Gobierno delegara en una
autoridad militar la gestión de una situación de «alarma» o si esta medida en concreto
procedía solo en los casos de «excepción» o «sitio». La LO 4/1981, dispone que todas las
autoridades civiles de la Administración Pública del territorio afectado, integrantes de cuerpos
de policía de las CCAA y de las corporaciones locales, y demás funcionarios y trabajadores al
servicio de las mismas, quedarán bajo las órdenes directas de la autoridad competente en
cuanto sea necesario para la protección de personas, bienes y lugares, pudiendo imponerles
servicios extraordinarios por su duración o naturaleza, sin que este precepto aluda a si la
autoridad será civil o militar.
El RD se aprobó por un plazo de 15 días, pero el estado de alarma fue prorrogado hasta el 15
de enero de 2011, en el que se publicó el RD 28/2011, de 14 enero, por el que se deroga el RD
1611/2010, por el que se encomienda al Ministerio de Defensa las facultades de control de
tránsito aéreo atribuidos a la entidad pública empresarial AENA. En esta norma se confirma
que debe procederse a dejar sin efecto la atribución al Ministerio de Defensa de las
competencias de dirección del control de la circulación aérea general.
Art. 13.1 LO 4/1981: procederá declarar el Estado de Excepción «Cuando el libre ejercicio de los
derechos y libertades de los ciudadanos, el normal funcionamiento de las instituciones
democráticas, el de los servicios públicos esenciales para la comunidad, o cualquier otro
aspecto del orden público, resulten tan gravemente alterados que el ejercicio de las potestades
ordinarias fuera insuficiente para restablecerlo y mantenerlo».
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Según el art. 116.3 CE, el Gobierno puede solicitar al Congreso la autorización para declarar el
estado de excepción, incluyendo en la solicitud:
Determinación de los efectos del estado de excepción, indicando los derechos cuya
suspensión se solicita (dentro de los enumerados en el art. 55.1 CE).
Relación de las medidas a adoptar con respecto a los derechos que se solicita
suspender.
Ámbito territorial de estado de excepción, así como duración (no mayor de 30 días).
Cuantía máxima de las sanciones pecuniarias que la autoridad gubernativa pueda
imponer.
El Congreso puede aprobar la solicitud en los términos en que fue enviada por el Gobierno o
introducir modificaciones en la misma. La prórroga por otros 30 días ha de ser aprobada por el
Congreso según el mismo procedimiento.
Una vez aprobado por el Congreso, el Gobierno puede declarar el estado de excepción por
Decreto del Consejo de Ministros. En caso de requerir nuevas medidas, el Gobierno debe
solicitar de nuevo la aprobación del Congreso. En caso de que el ámbito territorial esté
comprendido en una sola CA, la autoridad gubernativa coordinará su actuación con el gobierno
de dicha CA.
El Gobierno puede poner fin al estado de excepción antes del plazo previsto mediante Decreto
acordado en Consejo de Ministros, dando inmediata cuenta al Congreso.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Podrá exigirse a personas determinadas, siempre que existan fundados motivos en razón de la
peligrosidad asociada a éstas para el mantenimiento de orden público, que comuniquen con
antelación de dos días cualquier desplazamiento fuera de su localidad de residencia habitual,
disponer su salida de la localidad o fijar temporalmente la residencia de personas
determinadas en la localidad o territorio adecuado a sus condiciones personales.
6. Derecho de reunión
8. Otras medidas
El art. 32 LO 4/1981 establece que puede declararse el estado de sitio cuando se produzca o
DERECHO CONSTITUCIONAL II
4.4.3. Efectos
Según el art. 32.3 LO 4/1981, el estado de sitio acumula los efectos de los dos estados
anteriores, mas la suspensión temporal de las garantías jurídicas del detenido del art. 17.3 CE:
«Toda persona detenida debe ser informada de forma inmediata, y de modo que le sea
comprensible, de sus derechos y de las razones de su detención, no pudiendo ser obligada a
declarar. Se garantiza la asistencia de abogado al detenido en las diligencias policiales y
judiciales, en los términos que la Ley establezca».
Por otro lado, según el art. 33 LO 4/1981, el Gobierno asumirá todas las facultades
extraordinarias previstas en la propia declaración y en la LO respecto del estado de sitio y
designará la autoridad militar que, bajo la dirección del Ejecutivo, ejecute las medidas que
procedan en el territorio a que el estado de sitio se refiera.
Designada la autoridad militar, publicará y difundirá los oportunos bandos que contengan las
medidas necesarias, siempre conforme a la CE, la LO 4/1981 y la propia declaración de estado
de sitio. La declaración de estado de sitio puede determinar que algunos delitos comunes
queden bajo la jurisdicción militar (de acuerdo con el art. 117.5 CE).
5.1. Concepto
Tiene la finalidad de evitar la necesaria declaración del estado de excepción o de sitio para
suspender derechos cuando se trate de investigar actos cometidos por bandas armadas o
elementos terroristas.
La llamada ley antiterrorista, LO 9/1984, que modificaba la Ley 11/1980, fue declarada
parcialmente inconstitucional por el TC por contravenir el art. 55.2 CE. Posteriormente se
aprobó la LO 3/1988, que derogaba la anterior, así como la Ley 10/1995, que modificaba el
código penal tipificando los delitos de terrorismo. La LO 4/1988 reformó en relación con esto la
Ley de Enjuiciamiento Criminal.
Art. 55.2 CE: «una LO podrá determinar la forma y los casos en los que, de forma individual y
con la necesaria intervención judicial y el adecuado control parlamentario, los derechos
reconocidos en los arts. 17, apdo. 2 y 18, apdos. 2 y 3, pueden ser suspendidos para personas
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Puede ser suspendido así el plazo máximo de 72 horas para la detención preventiva fijado en el
art. 17 CE, así como la inviolabilidad del domicilio y el secreto de las comunicaciones
reconocidos en el art. 18 CE.
La actual legislación de desarrollo del art. 55.2 CE, establece en qué medida y con qué
garantías puede quedar modificado el ejercicio individual de los derechos citados en el
mencionado precepto constitucional.
El art. 520 bis LECrim habilita una prórroga de 48 horas para la detención preventiva,
siendo posible así un plazo máximo de 120 horas (5 días).
En cuanto a la inviolabilidad del domicilio, se modifica el requisito de intervención
judicial, de manera que, según el art. 553 LECrim, la policía debe informar
inmediatamente al juez de cualquier detención realizada en un domicilio al amparo del
art. 55.2 CE.
Sobre la suspensión de secreto de las comunicaciones, éstas podrán ser interceptadas
por la autoridad gubernativa sin autorización judicial, debiendo comunicar
inmediatamente la intervención al juez (art. 579.4 LECrim), quien podrá revocarla.
Todo ello constituye un régimen restrictivo en el ejercicio de estos derechos, más que una
suspensión. El control judicial sale reforzado, si bien no hay referencia alguna al control
parlamentario exigido por el art. 55.2 CE.
La regulación actual «ha reforzado en conjunto la intervención judicial, a la vez que ha dejado
muy reducida la ampliación temporal de la detención preventiva, aunque plantea el problema
de la ausencia de referencia alguna al control parlamentario exigido por el art. 55.2 CE».
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Tema XI. La igualdad. Valor, principio, derecho y elemento transversal del sistema multinivel
de Derechos
Ciertas diferencias naturales entre los hombres (debidas a factores físicos, edad, sexo, salud)
han sido en las sociedades primitivas el origen de la desigualdad social.
La distinción esencial entre un tipo y otro se encuentra en los distintos fines que persiguen.
Mientras que los primeros tienden a mantener la cohesión del grupo en sociedades muy
elementales, los segundos son instituidos para lograr el benefició de un determinado sector
social o económico en detrimento de otro, y responden a un modelo social complejo nutrido
de principios que buscan deliberadamente la diferenciación social.
Es en una época muy cercana cuando comienza a notarse un esfuerzo por atenuar las
consecuencias de las diferencias originarias y por erradicar las diferencias institucionales y
jurídicas. Nacen así las reivindicaciones a favor de la igualdad entre distintos sectores de
población.
Este pretende consolidar un modelo de estado presidido por la idea central de la limitación
jurídica del poder.
El poder queda subordinado y controlado por el Derecho, el cual determina los márgenes de su
actividad y los medios que debe utilizar para alcanzar los fines concretos que el mismo Derecho
debe definir.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
La trascendencia del modelo de Estado radica en que sólo en el seno de una organización
política que postule y defienda los principios democráticos, que proteja la libertad y la dignidad
de la persona humana, pueden explicarse reivindicaciones y derechos que en otros regímenes
carecerían de sentido (igualdad, por ejemplo).
2.2. La igualdad en el Estado liberal y en el Estado social: igualdad formal e igualdad real
El Estado liberal de Derecho se apoyó, de una parte, en la separación entre la sociedad civil y el
Estado, entendiendo la primera como la vida de los hombres al margen de las relaciones
estatales. Así nació la idea de una ordenación social distinta y autónoma respecto de la
organización estatal. El estado liberal mantiene un margen operativo circunscrito a la
organización política en sentido estricto.
La mayor parte de las relaciones que afectan al individuo son ajenas al estado, el cual extiende
su actividad casi exclusivamente a realizar y mantener aquellos servicios públicos que no
pueden ser obra de la iniciativa privada; a garantizar el orden público en el interior y la defensa
del país frente a ataques externos.
En este contexto la igualdad no podía ser entendida sino como respeto de la vida, y la libertad
de aplicación del ordenamiento jurídico a todos sin excepción, pero también sin diferencia
alguna. La plasmación más nítida es la abolición de los privilegios. Se defendió que el Estado
«ni debía, ni a la larga podía, tratar de modificar el orden social natural, sino que habría de
limitarse a asegurar las condiciones ambientales mínimas para su funcionamiento
espontáneo».
En este período la igualdad se articuló en torno al concepto de igualdad formal entendida ésta
como igualdad ante la ley que se proyecta en dos dimensiones:
La igualdad jurídica de todos los ciudadanos (abolición de privilegios).
La generalidad de la ley.
Esta concepción de igualdad ante la ley resultó insuficiente, aunque no pueda afirmarse que
resultó ineficaz.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Este principio de igualdad se constituye durante el primer tercio del siglo XX, como un límite al
legislador ordinario que ve así circunscrita su discrecionalidad en la regulación mediante
normas, por el cumplimiento de esta igualdad en el contenido de las mismas.
Esta será la situación del principio de igualdad cuando se extienda la crisis del Estado liberal y
su incapacidad para regular la cada vez más compleja sociedad industrial. La transformación
llegó de la mano del intervencionismo económico a través de un nuevo modelo de estado: El
Estado social.
Se desarrolló en los países más adelantados una política social cuyo objetivo inmediato era
remediar las pésimas condiciones vitales de los estratos más desamparados de la población.
Fueron estas primeras intervenciones sectoriales parciales, y sin otro alcance que atenuar el
problema concreto, las que cimentaron el nuevo modelo de estado, que no dejó de ser Estado
de derecho pero sí dejó de ser Estado liberal.
La población ahora solicitaba servicios y prestaciones públicas. Este nuevo estado interventor
transforma también el principio de igualdad como un instrumento de transformación social.
Sólo un Estado social que propugna la redistribución y la nivelación social podía defender un
principio de igualdad que se superponga a las desigualdades naturales.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Sí importa señalar el distinto nivel de garantías que cada uno de los preceptos citados recibe;
todos ellos pueden ser objeto de un recurso de inconstitucionalidad si en el desarrollo de los
mismos se vulnera el alcance con el que la CE los ha regulado. Pero, en lo concerniente a las
garantías jurisdiccionales, sólo el art. 14 CE las recibe a máximo nivel ya que, además de una
protección preferente y sumaria previa, ante su presunta vulneración puede acudirse al recurso
de amparo ante el TC.
Empieza el art. 14 CE: «Los españoles son iguales ante la ley…» La denominada igualdad formal
o igualdad ante la ley fue el primer logro en materia de equiparación jurídica de los
ciudadanos. Posteriormente se ha incorporado el que conocemos como «principio de igualdad
real y efectiva», que no ha erradicado al primigenio principio de igualdad formal, pero sí que lo
ha completado y lo ha transformado a través de una interpretación extensiva del principio de
igualdad formal, como ha señalado el TC, de manera que ha permitido alcanzar objetivos
propios de la igualdad material a partir de la cláusula contenida en el art. 14 CE. Por ello,
ambas vertientes del principio de igualdad deben ser complementarias y no excluyentes.
El derecho a la igualdad operó desde el mismo instante de vigencia del texto fundamental,
según reiteran las STC. Se discute si la igualdad consagrada en el art. 14 CE es un principio o es
un Derecho. El TC lo denomina tanto derecho como principio. Cada vez más se consolida la
opinión de considerarlo Derecho, ya que la igualdad participa de la estructura de aquéllos y
configura un ámbito que los poderes públicos deben respetar.
Se aceptan las diferencias de trato para situaciones en las que puedan apreciarse diferencias
que deban ser relevantes en el caso concreto. La jurisprudencia aplica el Test de la
razonabilidad para determinar qué diferencias son compatibles con el derecho de igualdad. El
DERECHO CONSTITUCIONAL II
TC analiza:
Si la diferencia de trato incluida en la ley obedece a la consecución de fines
constitucionalmente relevantes.
Si esta diferencia de trato es proporcionada al fin que se persigue, de manera que no
consagre una excepción al principio de igualdad que no sea estrictamente precisa para
la consecución de los fines constitucionales. Desde el momento en que queda
habilitada la diferenciación razonable es fácil dar un paso más y considerar que,
también en esta cláusula general de igualdad del art. 14 CE, podemos encontrar apoyo
jurídico-constitucional para las acciones positivas.
3.3. La igualdad promocional (art. 1.1 CE) y la igualdad real efectiva (art. 9.2 CE)
La CE incorpora, junto a la igualdad formal o igualdad ante la ley, otros aspectos del principio
de igualdad, entre ellos, el que podríamos denominar la «igualdad promocional», contemplada
en el valor igualdad, recogido en el art. 1.1 CE, que representa el compromiso del Estado social
y democrático de Derecho en la consecución de este ideal y su consagración en todos los
ámbitos de la sociedad.
Jurídicamente, los valores poseen valor normativo supremo y habilitan para fundamentar en
ellos un recurso de inconstitucionalidad, pero proyectan un contenido que permite concretar y
resolver casos particulares. El sistema de valores y principios constitucionales obliga a una
interpretación de la CE y de las leyes que sea acorde con el carácter finalista de dichos valores y
principios.
La igualdad formal fue completada por un nuevo concepto de igualdad: la igualdad real y
efectiva, que ha tenido entrada en los ordenamientos nacionales y en el ámbito internacional.
La CE incorpora este concepto en el art. 9.2 CE, que establece que: «Corresponde a los poderes
públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los
grupos en que se integra sean reales y efectivas; remover los obstáculos que impidan o
dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política,
económica, cultural y social».
La consecución de la igualdad real y efectiva contemplada como una verdadera obligación del
legislador, puede requerir una acción legislativa que excede de la que cabría ubicar en el
ámbito de la igualdad formal reconocida en el art. 14 CE.
La propia fórmula del Estado social y democrático de Derecho (art. 1.1 CE) y los principios del
art. 9.2 CE se proyectan sobre la igualdad como criterios interpretadores que permiten
determinar si, en el caso concreto, ha habido o no discriminación.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
El art. 14 CE, tras la cláusula general de igualdad formal, establece que no podrá «prevalecer
discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión, o cualquier otra
condición o circunstancia personal o social».
El derecho a la igualdad permite cierta diferencia de trato siempre que sea razonable, es decir,
cumpla fines constitucionales y sea proporcional.
Como regla general, será inconstitucional la diferencia de trato que venga motivada
exclusivamente por el sexo de la persona afectada (STC). La condición femenina no es
suficiente para justificar la diferenciación.
En la jurisprudencia del TC se aprecia, por otro lado, una línea doctrinal que da cobijo a
determinadas diferenciaciones por considerarlas compatibles con lo establecido en el art. 14
CE.
En síntesis son:
Supuestos laborales en los que el puesto de trabajo está necesariamente vinculado al
sexo: la exclusión de una mujer de un puesto de trabajo para el que se requería una
gran fuerza física (STC 198/1996). En este caso debe comprobarse que la exclusión
responde claramente a la falta de idoneidad.
Supuestos de desigualdades consagradas en la CE o derivadas, en apariencia,
directamente de ella. Tal es el caso de la preferencia del varón sobre la mujer en el
orden sucesorio al trono.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
estado ligados a ellas por relaciones similares de afectividad, aun sin convivencia».
La ley define violencia de género como todo acto de violencia física y psicológica, incluidas las
agresiones a la libertad sexual, las amenazas, las coacciones o la privación arbitraria de
libertad.
El art. 37 LO 1/2004, da nueva redacción al art. 153.1 CP que tomaba en cuenta el sexo del
agresor. Este precepto fue cuestionado ante el TC al considerarse que no cabía distinguir en
razón del sexo de agresor.
El TC equipara en sentencias diversas al hombre en los derechos que tenían algunas mujeres
por diversas razones, equiparando a aquéllos en dichas situaciones o derechos. Eliminó así el
TC la diferencia de trato favorable a las mujeres equiparando a los hombres en los beneficios
que la norma reconocía sólo a aquéllas (STC 81/1982, caso ATS, en el que los hombres ATS
cobraban menos que las mujeres ATS por los trabajos realizados los domingos).
Supuesto similar fue resuelto por la STC 103/1983 en la que el TC declaró inconstitucional el
apartado 2 del art. 160 de la ley general de la Seguridad Social, que establece que sólo las
viudas podían tener derecho a percibir la pensión de viudedad.
Estas resoluciones pusieron fin a al aplicación de normas protectoras para las mujeres con las
que existía, sin duda, el peligro de que se consolidara una posición de inferioridad de éstas en
el mundo laboral, peligro que fue certeramente señalado por el TC en su STC 28/1992, en la
que estableció que la prohibición de discriminación por razón de sexo exige la eliminación, en
principio, de las normas protectoras del trabajo femenino que pueden suponer un obstáculo
para el acceso real de la mujer al empleo en igualdad de condiciones de trabajo que los
varones.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Para encontrar el fundamento constitucional a esta diferencia de trato tenemos que partir de
una situación fáctica que el constituyente asume que es la situación real de inferioridad y
discriminación en la que tradicionalmente se han encontrado las mujeres.
Si el art. 1.1 CE proclama los valores superiores, y entre ellos la igualdad, como horizonte al que
tender siempre; si el art. 9.2 establece la obligación de los poderes públicos de promover las
condiciones para que la libertad e igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean
reales y efectivas, y remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud; y si, además,
el art. 14 CE no sólo contiene la cláusula general de igualdad sino también la de interdicción de
la discriminación, es porque el ordenamiento constitucional sabe que parte de una situación
que hay que remover. La cláusula del art. 14 CE contiene un mandato para erradicar la
discriminación referida a grupos concretos. Podríamos decir que las acciones positivas tienen
su fundamento constitucional en lo que hemos denominado la «igualdad promocional», que
tiene en el art. 1.1 y 9.2 CE su fuente directa y en la cláusula de interdicción de la
discriminación del art. 14 CE su mejor garantía. Resulta necesario diferenciarlas de las acciones
protectoras cuya constitucionalidad ya hemos puesto en duda. El sujeto de la acción positiva
no es un individuo (mujer) débil, sino un individuo (mujer) postergada socialmente.
Por otro lado, un sector doctrinal ha venido distinguiendo, por la intensidad de las medidas
adoptadas y por el resultado perseguido, entre las acciones positivas (en sentido estricto) o
moderadas y la discriminación inversa.
Las acciones positivas en sentido estricto o moderadas tienden a situar al sexo minusvalorado
en la misma posición de partida que el otro sexo, en relación con el ejercicio de sus derechos o
el acceso a bienes y servicios. Se trata de garantizar máximamente la igualdad de
oportunidades y nivelar la desigualdad en origen.
Las acciones positivas y la denominada discriminación inversa han tenido una amplia recepción
en el Derecho de la Unión Europea y en la jurisprudencia del Tribunal de justicia.
IV. La Ley Orgánica 3/2007, de 22 Marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres
4.1. Introducción
Este principio, el de igualdad, debía ser respetado por los poderes públicos, pero no podía
desarrollarse mediante una ley porque esta norma no haría sino reproducir literalmente lo que
decía la CE. Después de tres décadas de vigencia de la CE resulta obvio que la igualdad, como el
resto de derechos constitucionales, puede y debe ser desarrollada por ley. Así se hizo mediante
la aprobación de la LO 3/2007, de 22 marzo, para la igualdad efectiva de hombres y mujeres.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
en las materias que sean de su competencia. Este plan debe incluir medidas expresas para
alcanzar la igualdad y eliminar la discriminación.
Se respetará la igualdad en el ámbito del empleo público y en la empresa privada (art. 5) en:
El acceso al empleo.
En la formación profesional.
En la promoción profesional.
En las condiciones de trabajo, incluidas las retributivas y las de despido.
En la afiliación sindicales y empresariales.
Sin embargo, el mismo art. 5 establece que: «No constituirá discriminación en el acceso al
empleo, incluida la formación necesaria, una diferencia de trato basada en una característica
relacionada con el sexo cuando, debido a la naturaleza de las actividades profesionales
concretas o al contexto en el que se lleven a cabo, dicha característica constituya un requisito
profesional esencial y determinante, siempre y cuando el objetivo sea legítimo y el requisito
proporcionado».
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Por acoso por razón de sexo: «cualquier comportamiento realizado en función del sexo de una
persona, con el propósito o el efecto de atentar contra su dignidad y crear un entorno
intimidatorio, degradante u ofensivo».
Es una discriminación directa por razón de sexo todo trato desfavorable a las mujeres
relacionado con el embarazo o la maternidad.
La posibilidad de establecer «acciones positivas» para las mujeres cuando la aplicación de otras
medidas de igualdad no puedan reparar la situación de desigualdad existente en un caso
concreto. También las personas físicas y jurídicas de naturaleza privada podrán aplicar medidas
de acciones positivas.
Las candidaturas que se presenten para las elecciones de diputados al Congreso, municipales y
de miembros de los consejos insulares canarios, diputados al Parlamento Europeo y miembros
de Asambleas Legislativas, deberán tener una composición equilibrada de mujeres y hombres,
de forma que en el conjunto de la lista los candidatos de cada uno de los sexos supongan como
mínimo el 40%.
4.9. Educación
Obligación de las autoridades educativas de prestar especial atención a que los curricula de
mujeres y hombres, en todos los niveles, sean valorados en términos de igualdad, así como la
promoción de la incorporación de la mujer a los diferentes niveles de dirección y supervisión
educativa.
Las AAPP garantizarán un igual derecho a la salud de las mujeres y hombres, a través de la
integración activa, en los objetivos y en las actuaciones de la política de salud, del principio de
igualdad de trato, evitando que por sus diferencias biológicas o estereotipos sociales asociados,
se produzcan discriminaciones.
Las AAPP, a través de sus Servicios de Salud y de los órganos competentes, quedan obligadas a
desarrollar las siguientes actuaciones:
La adopción sistemática de iniciativas destinadas a favorecer la promoción específica
de la salud de las mujeres, así como prevenir su discriminación.
El fomento de la investigación científica que atienda las diferencias entre mujeres y
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Las normas sobre el personal de las FFAA procurarán la efectividad del principio de igualdad
entre mujeres y hombres, en especial en lo que se refiere al régimen de acceso, formación,
ascensos, destinos y situaciones administrativas.
Las normas reguladoras de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado promoverán la
igualdad efectiva, impidiendo cualquier situación de discriminación profesional, especialmente,
en el sistema de acceso, formación, ascensos, destinos y situaciones administrativas.
La diferencia radica en que en el ámbito de las FFAA «se procurará la efectividad» del principio
de igualdad, mientras que en el ámbito de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad «se promoverá
la igualdad efectiva».
4.13. Protección
Cualquier persona puede recabar de los tribunales la tutela del derecho a la igualdad entre
mujeres y hombres.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
La Comunidad Autónoma Vasca aprobó la Ley 4/2005 para la igualdad de mujeres y hombres,
dos años antes de la adopción por las Cortes de la LO 3/2007. La ley Vasca fue recurrida ante el
TC alegando violación de la CE, por las previsiones de la ley sobre representación equilibrada
de mujeres y hombres en diferentes niveles de la administración y candidaturas. El TC rechazó
este recurso y consideró que las previsiones de la Ley Vasca eran acordes con la CE.
Por otro lado, también resaltó el TC que la libertad de presentación de candidaturas por los
partidos no es, ni puede ser, absoluta. El legislador ha limitado esa libertad imponiendo a los
partidos políticos determinadas condiciones para la confección de las candidaturas.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Tema XII. Derecho a la vida, a la integridad física y moral. Prohibición de torturas y tratos
inhumanos
«Todos tienen derecho a la vida y a la integridad física y moral, sin que, en ningún caso, puedan
ser sometidos a tortura ni a penas o tratos inhumanos o degradantes. Queda abolida la pena
de muerte, salvo lo que puedan disponer las leyes penales militares para tiempos de guerra».
Con el art. 15 comienza la sección 1ª del Capítulo II, del Título I de la Constitución española
(art. 15 a 29), que recibe el título de «Derechos fundamentales y libertades públicas». La CE ha
otorgado a los derechos y libertades contenidos en dicha sección las máximas garantías del
ordenamiento constitucional, incluida la reserva de ley orgánica (art. 81 CE) para su desarrollo
y el recurso de amparo ante el TC (también extendido a la igualdad reconocida en el art. 14 y a
la objeción de conciencia del art. 30.2 CE).
Para un sector doctrinal, el derecho a la vida es, realmente, el presupuesto físico para el
ejercicio de los demás derechos y libertades, por cuanto sin la existencia física no cabe ejercicio
de ningún otro derecho.
Así entendido, el derecho a la vida debería ser un derecho de carácter absoluto en tanto su
restricción llevaría a la eliminación del sujeto.
Por otro lado, este mismo artículo prohíbe la tortura y los tratos inhumanos o degradantes y se
declara abolida la pena de muerte, salvo lo dispuesto por leyes penales militares en tiempos de
guerra. En ambos casos, son derechos derivados del ámbito de la protección física de la
persona.
Esta tesis ha sido interpretada por la doctrina del TC, el cual ha manifestado que del art. 15 no
se deriva una libertad personal, un derecho en suma que permita a la persona decidir si vivir o
morir.
La autora del libro, estima que el derecho a la vida tiene una doble naturaleza jurídica:
Es un derecho de inmunidad.
Es un derecho de libertad que debe permitir al sujeto decidir plenamente sobre su
propia vida, incluida la decisión sobre el fin de la misma.
En ese sentido, la ley 41/2002, básica reguladora de la autonomía del paciente y de derechos y
DERECHO CONSTITUCIONAL II
La CE utiliza una variada terminología para referirse a los titulares de los distintos derechos (el
hombre, la mujer, los ciudadanos, los españoles… y utiliza términos como «todos» en el art. 15
CE). Cuando la CE utiliza el término «la persona» alude sin excepción a los nacidos, aunque no
necesariamente a los mayores de edad que posean capacidad jurídica y capacidad de obrar, así
por ejemplo se reconoce la libertad personal (art. 17.1 CE). Igual sucede con el art. 24 CE, que
reconoce el derecho a obtener tutela efectiva de jueces y tribunales, derecho que alcanza a
menores o incapaces.
Por lo que respecta al término «todos» utilizado, entre otros, en el ya mencionado art. 15 CE,
fue objeto de viva discusión en sede constituyente.
En ella el diputado de Alianza Popular solicitó, mediante una enmienda in voce, que se
sustituyera el término «persona» por el de «todos» con el fin de ampliar la protección al no
nacido.
Pero fue el TC el que determinó el alcance del término «todos» en la STC 53/1985. Se
cumplieron las previsiones de los que afirmaban que también el término «todos» podía admitir
una interpretación compatible con la despenalización del aborto.
Por tanto, podríamos afirmar que no es necesaria la condición jurídica de persona para obtener
la protección del ordenamiento jurídico constitucional, pero, de igual manera, puede
sostenerse que la respuesta del ordenamiento jurídico en orden a proteger la vida humana
puede diferir en razón de los distintos estadios biológicos.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
En 1985, estábamos, pues, ante una situación de ponderación de derechos para el que el TC
solo tuvo que dar el paso de reconocer que los derechos no son absolutos, ni siquiera el
derecho a la vida y que, en consecuencia, podía ceder ante determinadas situaciones de
conflicto con otros derechos de la mujer.
Actualmente han surgido problemas muy distintos a éste que, sin embargo, han sido
abordados por el TC basándose en la doctrina de su propia sentencia 53/1985. En STC 52/1985,
de 11 de abril, el TC señala la relevancia del proceso vital, partiendo de que la vida es una
realidad desde el inicio de la gestación, de donde concluye que si la CE protege la vida con la
relevancia a que antes se ha hecho mención, no puede desprotegerla en aquella etapa de su
proceso, que no sólo es condición para la vida independiente del claustro materno, sino que es
también un momento del desarrollo de la vida del nasciturus, en cuanto éste encarna un valor
fundamental (la vida humana) garantizado en el art. 15 CE y constituye un bien jurídico cuya
protección encuentra en dicho precepto fundamento constitucional.
Dentro del proceso continuo de la vida, el TC estima que tiene especial relevancia el
nacimiento y, antes de él, el momento a partir del cual el nasciturus es ya susceptible de vida
independiente.
El TC parece decantarse por la tesis de que el término «todos» debe interpretarse como «todos
los nacidos» a efectos de reconocimiento del derecho a la vida reconocido en el art. 15 CE. La
defensa del derecho a la vida que sí contiene, en términos generales, la STC 53/1985, permite
que el Estado establezca, en su caso, sanciones penales para su protección, aunque también
estima el TC que el Estado puede renunciar a ellas ante determinados supuestos. Ello es así
porque la protección debida al nasciturus puede entrar en colisión, como ya dijimos, con otros
valores constitucionales protegidos, como la vida y la dignidad de la mujer.
Por otro lado, el TC, apoyándose en los principios penales de razonable exigibilidad de una
conducta y de proporcionalidad de la pena, admite la posibilidad de que el legislador renuncie
a imponer una pena cuando considere que ello puede representar una carga insoportable.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
La reforma del Código penal de 1985 introdujo el art. 417 bis, en el que se declaraba que no
sería punible el aborto practicado por un médico bajo su dirección, en centros sanitarios
acreditados y con consentimiento expreso de la mujer embarazada, cuando concurran alguna
de las circunstancias siguientes:
Que sea necesario para evitar un grave peligro para la vida o la salud física o psíquica
de la embarazada y así conste en un dictamen emitido con anterioridad a la
intervención por un médico. En caso de urgencia por riesgo vital para la gestante,
podrá prescindirse del dictamen y del consentimiento expreso.
Que el embarazo sea consecuencia de un hecho constitutivo de delito de violación,
siempre que el aborto se practique dentro de las 12 primeras semanas de gestación y
que el delito hubiera sido denunciado.
Que se presuma que el feto habrá de nacer con graves taras físicas o psíquicas, siempre
que el aborto se practique dentro de las 22 semanas de gestación (indicación
eugenésica).
El artículo 15 dispone que podrá interrumpirse el embarazo por causas médicas cuando
concurra alguna de las circunstancias siguientes:
Que no se superen las veintidós semanas de gestación y siempre que exista grave
riesgo para la vida o la salud de la embarazada y así conste en un dictamen emitido con
anterioridad a la intervención por un médico especialista distinto del que la practique o
dirija. En caso de urgencia por riesgo vital para la gestante podrá prescindirse del
dictamen.
Que no se superen las veintidós semanas de gestación y siempre que exista riesgo de
graves anomalías en el feto y así conste en un dictamen emitido con anterioridad a la
intervención por dos médicos especialistas distintos del que la practique o dirija.
Cuando se detecten anomalías fetales incompatibles con la vida y así conste en un
dictamen emitido con anterioridad por un médico especialista, distinto del que
practique la intervención, o cuando se detecte en el feto una enfermedad
extremadamente grave e incurable en el momento del diagnóstico y así lo confirme un
comité clínico.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Al menos uno de los representantes legales, padre o madre, personas con patria potestad o
tutores de las mujeres comprendidas en esas edades deberá ser informado de la decisión de la
mujer.
La CE trata de la madre en el art. 39.2, y de los padres, abarcando ambos sexos, en el art. 39.3.
A las primeras se las protege integralmente; a los segundos se les exige que presten asistencia
de todo orden a sus hijos. La CE no reconoce un derecho expreso a tener hijos.
La autora defiende el derecho a la reproducción con los siguientes argumentos para apoyar su
tesis:
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Así, la función que la CE asigna a este derecho adopta una doble faz:
Por un lado, se reconoce y tutela un ámbito de autonomía que no puede ser vulnerado
y que se configura como un verdadero derecho público.
Por otro, se establece la obligación de los poderes públicos de adoptar medidas
necesarias para hacer efectivo dicho derecho.
Esta interpretación del Derecho a la libertad permite dar solución, además de a los problemas
derivados de la reproducción artificial, a otros varios como los concernientes a la donación de
órganos, tratamientos médicos, eutanasia, etc.
El verdadero problema jurídico es garantizar en todas las circunstancias que el sujeto adopta
una decisión libre, consciente y meditada.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Esta Ley no obliga a los médicos a cualquier conducta solicitada por el enfermo.
3.1. Concepto
El derecho a la integridad física y moral protege a la persona contra cualquier atentado no sólo
físico, sino también moral.
La STC 120/1990 viene a definir este derecho afirmando que con el se protege la inviolabilidad
de la persona, no sólo contra ataques dirigidos a lesionar su cuerpo o espíritu, sino también
contra toda clase de intervención en esos bienes que carezca del consentimiento de su titular.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Este derecho no sólo protege contra las acciones que directamente pretenden lesionar a la
persona, sino también contra acciones realizadas sobre su cuerpo sin autorización del titular.
Este derecho afecta a las acciones médicas que requieren autorización del titular; un caso
particular son las pruebas biológicas para la determinación de la paternidad, en las que, el TC
(STC 7/1994) ha declarado prevalentes el interés social y el orden público y los derechos de los
menores sobre el derecho del particular, cuando, como en el caso de las pruebas biológicas de
paternidad, la acción física es poco relevante.
Supuesto semejante es el de los registros corporales, respecto de los cuales el TC, en su STC
7/1994, señaló que el derecho a la integridad física y moral constitucionalizado en el art. 15 CE,
no queda vulnerado cuando tales registros corporales deban realizarse en el marco de una
prueba judicial, prevista por la ley y acordada por la autoridad judicial respetando el principio
de proporcionalidad.
Así, en la STC 207/1996, el TC distingue entre el impacto sobre el derecho a la integridad física
y moral de distintas acciones sobre el cuerpo humano:
En una primera clase de actuaciones, las denominadas inspecciones y registros
corporales, esto es, aquellas que consisten en cualquier género de reconocimiento del
cuerpo humano, bien sea para la determinación del imputado (reconocimiento en
rueda, exámenes dactiloscópicos, etc.), o de circunstancias relativas a la comisión de
un hecho punible (electrocardiogramas, exámenes ginecológicos, etc.), o para el
descubrimiento del objeto del delito (inspecciones anales o vaginales, etc.), en
principio no resulta afectado el derecho a la integridad física, al no producirse, por lo
general, lesiones o menoscabo del cuerpo, pero sí puede verse afectado el derecho
fundamental a la intimidad corporal (art. 18.1 CE) si recaen sobre partes íntimas del
cuerpo.
Por el contrario, en la segunda clase de actuaciones, las calificadas por la doctrina
como intervenciones corporales, las consistentes en la extracción del cuerpo de
determinados elementos externos o internos para ser sometidos a informe pericial
(análisis de sangre, orina, pelos, uñas, biopsias, etc.), o en su exposición a radiaciones
(rayos X, etc.), con objeto de averiguar determinadas circunstancias relativas a la
comisión del hecho punible o a la participación en él del imputado, el derecho que se
verá por regla general afectado es el derecho a la integridad física (art. 15 CE), en tanto
pueden implicar una lesión o menoscabo del cuerpo, siquiera sea de su apariencia
externa.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Dado que los ciudadanos podrían verse sometidos a reconocimientos o pruebas de carácter
biológico a causa de demandas frívolas o infundadas, la ley establece dos precauciones:
El Juez no admitirá la demanda si con ella no se presenta un principio de prueba de los
hechos en que se funda, y que el demandado puede pedir la reposición de la admisión,
discutiendo en la fase preliminar del proceso la seriedad de la demanda de filiación.
Salvaguardia legal del acto de decidir la realización de las pruebas biológicas: estas solo
proceden si no son «impertinentes o inútiles».
Por último, la integridad moral que queda protegida en el art. 15 CE, es aspecto igual de
relevante. Las posibilidades de perturbar la integridad moral de las personas se han
evidenciado en las modernas sociedades donde este derecho resulta esencial.
4.1. Concepto
El art. 15 CE, tras el reconocimiento del derecho a la vida y a la integridad física y moral,
prohíbe las torturas y los tratos inhumanos o degradantes que, obviamente, llevan aparejada la
vulneración de uno o de ambos de los derechos antes citados.
Las torturas y los tratos inhumanos o degradantes son «nociones graduadas de una misma
escala, que en todos sus tramos, denotan la causación, sean cuales fueran los fines, de
padecimientos físicos o psíquicos ilícitos e inflingidos de modo vejatorio para quien los sufre»
(STC 137/1990).
En el caso más leve vulnerará el derecho a la integridad física y moral y en el más grave,
atentará contra el derecho a la vida, si los tratos inhumanos llegan a causar la muerte.
Según el art. 4 de la Carta de Derechos Fundamentales de la UE: «Nadie podrá ser sometido a
DERECHO CONSTITUCIONAL II
4.2. Ámbito
Vulneran lo establecido en el art. 15 CE, las penas de innecesaria intensidad que puedan
considerarse inhumanas o atentatorias a la dignidad de la persona (STC 65/1986). Criterios que
han sido manifestados también por el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos, entre otras,
en su sentencia de 25 de abril de 1978, caso Tyrer, en aplicación del art. 3 del Convenio
Europeo que coincide con el 15 CE.
En ocasiones las acciones producidas sobre el sujeto no pueden ser consideradas como actos
de tortura o tratos inhumanos. El TC, por ej., ha negado la consideración de tortura o trato
inhumano a determinadas acciones producidas en el campo de las intervenciones médicas.
5.1. Concepto
La pena es una privación o restricción de bienes jurídicos establecida por la ley e impuesta por
el órgano jurisdiccional competente al que ha cometido un delito.
Los ordenamientos jurídicos muestran básicamente tres posiciones frente a la pena de muerte:
La abolición de la pena de muerte para todos los delitos.
La abolición para los delitos comunes, pero manteniéndola para delitos o situaciones
específicas.
Mantenimiento de la pena de muerte tanto para los delitos comunes como para los de
otra naturaleza.
En el ámbito internacional, el 28 de abril de 1983, se firmó por los Estados miembros del
DERECHO CONSTITUCIONAL II
La guerra se configura como un verdadero estado de necesidad ante el cual llega a legitimarse
la aplicación de la pena de muerte.
La redacción del art. 15 CE no constitucionaliza la pena de muerte para tiempos de guerra, sino
que deja abierta esa posibilidad, reconociendo al legislador ordinario un ámbito de
discrecionalidad dentro del cual puede incluir o no la máxima pena para tiempos de guerra,
posibilidad que está sujeta a determinados requisitos:
La reserva de ley orgánica para la aprobación de las leyes penales militares.
Presupuesto de hecho: Tiempos de guerra.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
La libertad ideológica y religiosa ha tenido igualmente cabida en los más importantes textos
internacionales de protección de derechos. Así, en el art. 18 de la Declaración Universal de
Derechos Humanos (DUDH); art. 18 del Pacto internacional de derechos civiles y políticos
(PIDCP); art. 13.3 del Pacto Internacional de Derechos económicos, sociales y culturales
(PIDESC), art. 9 del Convenio Europeo de Derechos Humanos; y art. 10 de la Carta magna de los
Derechos fundamentales de la Unión Europea. Cuestión importante es la de delimitar las
diferentes libertades que el art. 16 CE reconoce, ya que tal precepto constitucionaliza
realmente cuatro distintos derechos o libertades: la libertad ideológica, la libertad religiosa, la
libertad de culto y el derecho a no declarar sobre la propia ideología, religión o creencia.
La diferencia entre ellas resulta procedente, aunque la CE les otorgue iguales garantías, las
máximas que se reconocen en el ordenamiento jurídico, pues el contenido esencial de cada
unos de estos derechos y libertades es distinto y por ello también lo serán los límites a su
ejercicio que puedan resultar legítimos.
2.1. Concepto
Esta libertad no se agota en una dimensión interna del derecho a adoptar una determinada
DERECHO CONSTITUCIONAL II
posición intelectual ante la vida y comprende, además, una dimensión externa de agere licere
[faculta a los ciudadanos para actuar con arreglo a sus propias convicciones y mantenerlas
frente a terceros] con arreglo a las propias ideas, sin sufrir por ello sanción o demérito ni
padecer la compulsión o la injerencia de los poderes públicos.
Para que los actos de los poderes públicos puedan ser anulados por violación de la libertad
ideológica, se requiere, cuando menos, de una parte, que dichos actos perturben o impidan de
algún modo la adopción o el mantenimiento en libertad de una determinada ideología o
pensamiento, y de otra, que entre los actos perturbadores de la libertad y el contenido de ésta
exista una relación de causalidad suficiente para articular la imputación del ilícito
constitucional. La libertad ideológica constituye una especificación, proyección o manifestación
concreta de aquella libertad abstracta y genérica.
Posee una trascendencia objetiva que se manifiesta en la neutralidad ideológica de los poderes
públicos, principio del que deriva la renuncia radical por el Estado a toda acción de
adoctrinamiento político, filosófico y moral y la imposibilidad para el ordenamiento de
cualquier valoración, positiva o negativa, de las plurales expresiones ideológicas de la
comunidad.
Sin embargo, ello no impide que el propio ordenamiento constitucional profese una
determinada ideología, que es la que se plasma en el propio texto constitucional, basada en los
valores superiores del ordenamiento jurídico (libertad, justicia, igualdad y pluralismo político) y
en la fórmula organizativa del poder que es el Estado social y democrático de Derecho.
La libertad ideológica es, de una parte, una concreción del valor de libertad y, de otra, derivan
de ella otros derechos y libertades como se ha indicado. Un ejemplo es la libertad de
enseñanza (art. 27.1 CE), respecto a la cual el TC, en STC 5/1981, manifestó que implica tanto el
derecho a crear instituciones educativas, como el derecho de los profesores a desarrollar
libremente su función dentro de los límites propios del puesto docente que ocupan, y el
derecho de los padres a elegir la formación religiosa y moral que desean para sus hijos.
En igual sentido la libertad ideológica se conecta con la libertad de expresión (art. 20.1ª CE).
Como señaló el TC, en STC 20/1990, por ser esencial para la efectividad de los valores
superiores y especialmente del pluralismo político, se hace necesario que el ámbito de este
derecho no se recorte ni tenga «más limitación que la necesaria para el mantenimiento del
orden público protegido por la ley».
La libertad ideológica, como el resto de las libertades y derechos del art. 16.1 CE, no tienen
más límite que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley (STC
20/1990).
Las STC 101/1983, 160/1987, 321/1994, han reiterado que la libertad ideológica reconocida en
la CE no otorga el derecho a los ciudadanos de faltar a sus deberes constitucionales o legales
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Desde entonces hasta hoy, la libertad religiosa, la ideológica y la de conciencia figuran en los
textos constitucionales democráticos actuales, así como en los más importantes textos de
protección de los derechos y libertades.
3.2. Concepto
La libertad religiosa define una esfera de libertad del individuo que le permite exigir la
abstención del Estado, por un lado, y la protección del mismo contra los ataques de terceros
que vulneren dicho ámbito de inmunidad.
La CE dio paso a un estado aconfesional, tal y como establece el art. 16 CE, al afirmar que
ninguna confesión religiosa tendrá carácter estatal, siendo la consecuencia principal que los
valores, principios e incluso preceptos de ninguna religión pueden servir de parámetro ni de
orientación a la legislación civil, ni aquellos pueden medir la legitimidad de ésta conforme a sus
principios.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
La libertad religiosa garantiza al sujeto la posibilidad de actuar con total independencia en este
campo y sin injerencias de los poderes públicos (STC 24/1982).
Así, el Estado ha suscrito Acuerdos con la Santa Sede (03/01/1979) y con otras confesiones.
Estos mismos principios impiden que las resoluciones dictadas por los Tribunales eclesiásticos
puedan ser recurridas en amparo ante el TC, ya que tal recurso solo cabe contra actos de los
poderes públicos o de otras instituciones públicas, funcionarios o agentes (STC 265/88).
Tanto la libertad ideológica como la libertad religiosa poseen una amplia proyección en la vida
del individuo tanto en su ámbito interno, lo cual le permitirá enjuiciar la realidad conforme a
sus principios ideológicos o religiosos, como en su vertiente externa, lo que permitirá al sujeto
un ámbito de agere licere, conforme a esos mismos principios, que debe resultar inmune.
Son contrarios a la CE las injerencias de los poderes públicos (STC 120/90) siempre que pueda
acreditarse que los actos perturbadores de la libertad impiden la adopción o el mantenimiento
de unos determinados principios y exista una relación de causalidad suficiente para determinar
la existencia de una verdadera vulneración de la libertad constitucional.
La libertad religiosa es un derecho individual pero tiene también una vertiente colectiva en el
derecho de culto, que es el ejercicio externo de la libertad religiosa.
En las relaciones que el Estado debe mantener, por mandato del art. 16.3 CE, con las distintas
confesiones religiosas, el derecho de libertad religiosa aparece como presupuesto tanto de los
Acuerdos celebrados en 1979 entre Iglesia Católica y Estado como de los tres posteriores
Acuerdos con confesiones no católicas.
Todos ellos aparecen redactados en el sentido de tutela de los derechos comunitarios antes
que de los derechos individuales.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
El ámbito de libertad religiosa y culto del art. 16 CE se ha desarrollado en el art. 2.1 LOLR, el
cual establece estos derechos a toda persona:
Profesar las creencias religiosas que libremente elija o no profesar; cambiar de
confesión o abandonar la que tenia, manifestar libremente sus creencias religiosas o la
ausencia de ellas.
Practicar actos de culto y recibir asistencia religiosa de su propia confesión;
conmemorar festividades, celebrar sus ritos matrimoniales, recibir sepultura digna, y
no ser obligado a practicar actos de culto o recibir asistencia contraria a sus
convicciones personales.
Recibir e impartir enseñanza e información religiosa de toda índole, elegir para sí y
para los menores no emancipados e incapacitados, bajo su dependencia, dentro y
fuera del ámbito escolar, la educación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus
propias convicciones.
Reunirse o manifestarse públicamente con fines religiosos y asociarse.
La libertad de culto queda desarrollada en el apartado 2 del art. 2 citado, que confirma el
derecho de las Iglesias, Confesiones y Comunidades religiosas a establecer lugares de culto o
de reunión con fines religiosos, a designar y formar a sus ministros, a divulgar y propagar su
propio credo, sea en territorio nacional o en el extranjero.
El art. 2.3 LOLR determina que para la aplicación real y efectiva de estos derechos, los poderes
públicos adoptaran las medidas necesarias para facilitar la asistencia religiosa en los
establecimientos públicos, militares, hospitalarios, asistenciales, penitenciarios y otros bajo su
dependencia, así como la formación religiosa en centros docentes públicos.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
3.5. Límites
Los derechos y libertades no tienen carácter absoluto. Los límites de la libertad religiosa se han
regulado en el art. 3.1 LOLR, que establece como único límite de las mismas la protección del
derecho de los demás al ejercicio de sus libertades públicas y derechos fundamentales, así
como la salvaguardia de la seguridad, de la salud y de la moralidad pública.
En STC 20/1990 afirma el TC que la libertad religiosa comprende la libertad de expresar una
concreta opción confesional en el ámbito social, y a la libertad ideológica le corresponde el
correlativo derecho a expresarla, lo que garantiza el art. 20.1 CE
Este derecho es, pues, una garantía de la propia libertad ideológica, religiosa y de culto que el
art. 16 CE consagra.
Con motivo de la STC 160/1987 el TC señaló que el derecho constitucional a no declarar las
creencias, los principios religiosos e ideologías no resultaba vulnerado cuando el propio sujeto
solicitara una prestación o exención al Estado, como era el caso del objetor para ser eximido de
un deber constitucional.
V. La Objeción de Conciencia
5.1. Concepto
Se trata de una demanda estrechamente ligada al ámbito más íntimo de conciencia. Las
libertades ideológica y religiosa tutelan una esfera de autonomía del sujeto profundamente
vinculada a su dignidad personal, «el lugar en donde cada ser humano busca y establece su
relación personal con los valores» con los que cada ser humano quiere comprometerse.
El respeto a esta esfera de autonomía define una de las características esenciales del Estado
democrático, que no puede entenderse exclusivamente como ausencia de coacción sobre el
individuo en materia religiosa o ideológica, sino que también implica la prohibición de que el
Estado influya sobre la formación y existencia de aquellas convicciones.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
para la propia conciencia entre las alternativas previstas en la norma, eludir el comportamiento
contenido en el imperativo legal o la sanción prevista por su incumplimiento o, aceptando el
mecanismo represivo, lograr la alteración de la ley contraria al personal imperativo ético».
Otra definición, seria el incumplimiento de una obligación legal y de naturaleza personal cuya
realización produciría en el individuo una lesión grave de la propia conciencia o de las creencias
profesadas.
Actualmente la desaparición del servicio militar obligatorio ha dejado vacío de contenido este
precepto que, sin embargo, en su momento suscitó viva polémica.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
constitucional.
Por otro lado, puede hablarse también de la existencia de derechos con fundamento
constitucional, es decir, derechos que aún no estando presentes expresamente reconocidos en
el texto constitucional, encuentran en otro derecho contemplado expresamente en la CE la
base de su existencia y de su reconocimiento legal.
La Ley prevé que en todo caso «los profesionales sanitarios dispensarán tratamiento y atención
médica adecuados a las mujeres que lo precisen antes y después de haberse sometido a una
intervención de interrupción del embarazo».
DERECHO CONSTITUCIONAL II
jurídico se fundamente, permitirá adoptar una solución acorde con los principios
constitucionales.
Si la CE no incorpora expresamente la posibilidad de objetar ante un deber
constitucional concreto, su incorporación legal al ordenamiento es difícil ya que habría
que fundamentar dicha excepción. Este seria el caso de la objeción de conciencia fiscal.
5.4. Titularidad
Conforme a esta opinión, se está fuera del concepto de objeción de conciencia (limites
impropios), cuando el presunto titular no sea destinatario de ningún deber jurídico, cuando
carezca de madurez necesaria para poseer conciencia moral, o cuando en el caso concreto no
estemos en presencia de un auténtico conflicto de conciencia.
En cuanto al problema de si los extranjeros pueden ser titulares del derecho o de la exención
en la que la objeción de conciencia consiste, debe contestarse afirmativamente en clara
similitud con lo establecido respecto de las libertades religiosa e ideológica, que les
corresponden en los mismos términos que a los españoles.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Tema XIV. Libertad y seguridad. Principio de legalidad y Derechos del privado de libertad. La
libertad de circulación y residencia
Artículo 17 CE:
1. «Toda persona tiene derecho a la libertad y a la seguridad. Nadie puede ser privado de su
libertad, sino con la observancia de lo establecido en este artículo y en los casos y en la forma
previstos en la ley.
2. La detención preventiva no podrá durar más del tiempo estrictamente necesario para la
realización de las averiguaciones tendentes al esclarecimiento de los hechos, y, en todo caso, en
el plazo máximo de setenta y dos horas, el detenido deberá ser puesto en libertad o a
disposición de la autoridad judicial.
3. Toda persona detenida debe ser informada de forma inmediata, y de modo que le sea
comprensible, de sus derechos y de las razones de su detención, no pudiendo ser obligada a
declarar. Se garantiza la asistencia de abogado al detenido en las diligencias policiales y
judiciales, en los términos que la ley establezca.
4. La ley regulará un procedimiento de «habeas corpus» para producir la inmediata puesta a
disposición judicial de toda persona detenida ilegalmente. Asimismo, por ley se determinará el
plazo máximo de duración de la prisión provisional».
La libertad representa la esfera de autonomía que nos permite realizar, mediante decisiones
libres, los propios objetivos vitales.
Así, en STC 89/1987, el TC entiende que sólo tienen carácter de derecho fundamental las
manifestaciones de la libertad que expresamente se contengan en la CE bajo esta fórmula
jurídica. No existe, según el TC, en el contenido del artículo 17 una manifestación de la libre
autodeterminación de la persona, que según el Alto Tribunal, sí se encuentra en la «libertad»
como valor superior del ordenamiento jurídico del art. 1.1 CE, lo cual la excluye de la
protección jurisdiccional reforzada y, subsidiariamente, del recurso de amparo. La redacción
del art. 17.1 CE reconoce a la persona un ámbito de autodeterminación personal que le
permite actuar sin injerencias de los poderes públicos, garantizándose de manera expresa que
los límites de la libertad, en especial, la detención y, en su caso, la prisión, no se realizaran de
manera abusiva ni arbitraria.
Se trata de una libertad negativa que impide las acciones de los poderes públicos
perturbadoras de ese ámbito de autonomía personal.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
supuestos no han sido todavía contemplados por el TC. Doctrinalmente, sin embargo, se ha
interpretado el derecho a la libertad casi exclusivamente en relación con la prohibición de la
detención arbitraria. Esta restricción del concepto no se desprendía ni de la liberalidad del
precepto constitucional, ni de una interpretación sistemática del mismo con respecto a otros.
La función que la CE asigna a este derecho adopta una doble faz: por un lado, se reconoce y
tutela un ámbito de autonomía que no puede ser vulnerado y que se configura como un
verdadero derecho público subjetivo y, por otro lado, se establece la obligación de los poderes
públicos de adoptar las medidas necesarias para hacer efectivo dicho derecho (art. 9.2 CE).
El apartado 1º del art. 17 establece en qué marco único pueden regularse los límites a la
libertad personal:
Con observancia de lo establecido en el art. 17, apartados 2 al 4.
En los casos y formas previstas por la ley. El TC en STC 341/1993 ha establecido que «el
legislador no puede configurar supuestos de privación de libertad que no
correspondan a la finalidad de protección de derechos, bienes o valores
constitucionalmente reconocidos o que por su grado de indeterminación crearan
inseguridad o incertidumbre insuperable sobre su modo de aplicación efectiva, y
tampoco podría incurrir en falta de proporcionalidad».
Como señala la STC 109/1987, la seguridad a la que alude el art. 17.1 CE, no es la seguridad
jurídica contemplada en el art. 9.3 CE, sino la seguridad personal, que se manifiesta en el
derecho de la persona a no soportar perturbaciones procedentes de cualquier medida
gubernativa o policial u otras similares que alteren su tranquilidad (STC 126/1987).
El art. 17.2 dice: «La detención preventiva no podrá durar más del tiempo estrictamente
necesario para la realización de las averiguaciones tendentes al esclarecimiento de los hechos
y, en todo caso, en el plazo máximo de setenta y dos horas, el detenido deberá ser puesto en
libertad o a disposición de la autoridad judicial».
La puesta a disposición judicial no implica siempre la presencia física del detenido ante el Juez,
DERECHO CONSTITUCIONAL II
sino que basta para que se cumpla el requisito constitucional el que el detenido quede bajo el
control y la decisión del órgano judicial (STC 21/1997).
Creemos, por tanto, que el art. 17.2 se refiere a la detención realizada por los cuerpos y fuerzas
de seguridad. El plazo del art. 17.2 debe entenderse como plazo máximo, pudiendo el
legislador ordinario modular dentro de este plazo.
El art. 496 LECrim estable que «el particular, Autoridad o agente de Policía judicial que
detuviere a una persona en virtud de lo dispuesto en los precedentes artículos, deberá ponerla
en libertad o entregarla al Juez más próximo al lugar en que hubiere hecho la detención dentro
de las veinticuatro horas siguientes al acto de la misma. Si demorare la entrega, incurrirá en la
responsabilidad que establece el Código Penal, si la dilación hubiere excedido de veinticuatro
horas». El art. 520.1.2 LECrim, afirma que «la detención y la prisión provisional deberán
practicarse en la forma que menos perjudique al detenido o preso en su persona, reputación y
patrimonio. La detención preventiva no podrá durar más del tiempo estrictamente necesario
para la realización de las averiguaciones tendentes al esclarecimiento de los hechos. Dentro de
los plazos establecidos en la presente Ley, y, en todo caso, en el plazo máximo de setenta y dos
horas, el detenido deberá ser puesto en libertad o a disposición de la Autoridad judicial». La
obligación de respetar este plazo constitucional de 72 horas, ha sido confirmada por el TC en
abundante jurisprudencia (entre otras, STC 341/1993).
Para los casos incluidos en el art. 55.2 CE, se establece un plazo máximo prorrogable, con
autorización judicial, por otras 48 horas más como máximo (STC 199/1987).
Debemos distinguir esta privación de libertad, aun provisional, de la necesaria presencia física
de una persona en dependencias policiales para la práctica de una diligencia por el tiempo
estrictamente necesario para llevarla a efecto, según estableció la STC 107/1985.
De otra parte, la prisión provisional, contemplada en el art. 17.4 CE («La Ley regulará un
procedimiento de habeas corpus para producir la inmediata puesta a disposición judicial de
toda persona detenida ilegalmente. Asimismo, por la Ley se determinará el plazo máximo de
duración de la prisión provisional».), se refiere a la privación de libertad, también provisional,
pero de carácter más estable y de ámbito temporal mayor que la detención a la que hemos
hecho alusión. Es una medida cautelar y constitucionalmente tiene carácter excepcional en
tanto supone una privación de libertad que no tiene como fin «la simple averiguación de los
hechos o la realización de diligencias» pero tampoco responde al cumplimiento de una
condena.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
constitucionalmente legítimo.
El art. 17.3 CE consagra los derechos del detenido, que tienen su fundamento constitucional en
la presunción de inocencia que reconoce el art. 24 CE.
Derecho a ser informado, de forma inmediata y de manera que le sea comprensible, de
sus derechos y de las razones de su detención.
Derecho a no declarar, ni a decir la verdad si es imputado. Tal obligación sí existe para
los testigos (delito de falso testimonio). El detenido no esta obligado a declararse
culpable y puede declarar parcialmente.
Derecho a asistencia de abogado en las diligencias policiales y judiciales, en los
términos que establezca la ley. La relación con el Abogado defensor no podrá
impedírsele mientras estuviere en comunicación. Desarrollado éste en los arts. 520,
523 y 527 LECrim. El art. 24.2 CE declara la tutela judicial efectiva con el significado de
garantía del proceso debido.
Derecho a ser visitado por un ministro de su religión, por un médico, por parientes o
personas con quienes esté en relación de intereses, o por las que puedan darle sus
consejos, deberá permitírsele con las condiciones prescritas en el reglamento de
cárceles, siempre que no afecte al secreto y éxito del sumario.
En la exposición de motivos del texto de la ley, se manifiesta que la Ley está presidida por una
pretensión de universalidad, lo cual significa que el procedimiento de Habeas corpus que
regula alcanza no sólo a los supuestos de detención ilegal, sino también a las detenciones que,
aun ajustándose originariamente a la legalidad, se mantengan o se prolonguen ilegalmente o
tengan lugar en condiciones ilegales. Se consideran personas ilegalmente detenidas las
siguientes:
Las que hubieran sido detenidas por una autoridad, agente, funcionario público o
particular, sin que concurran los supuestos legales, o sin haberse cumplido las
formalidades prevenidas y requisitos exigidos por las leyes.
Las que estén ilícitamente internadas en cualquier establecimiento o lugar.
Las que lo estuvieren por plazos superiores al señalado por las leyes si, transcurrido el
mismo, no fuesen puestas en libertad o a disposición del juez más próximo al lugar de
detención.
Las privadas de libertad a quienes no les sean respetados los derechos que la CE y las
leyes procesales garantizan a toda persona detenida.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
En el auto de incoación el Juez ordenará a la autoridad que lo ponga de manifiesto ante él, sin
pretexto o demora alguna, o se constituirá en el lugar donde aquélla se encuentre.
La característica más notable de esta institución de garantía es la rapidez con que se completa
el procedimiento ya que, en el plazo de 24 horas contadas desde que sea dictado el auto de
incoación, el Juez practicará todas las actuaciones:
Si estima que no se da ninguna de las circunstancias previstas en la Ley, acordará el
archivo de las actuaciones, declarando ser conforme a Derecho la privación de libertad
y las circunstancias en que se está realizando.
Si estima que concurren algunas de las circunstancias previstas en la Ley, se acordará
en el acto alguna de las siguientes medidas:
o La puesta en libertad.
o Que continúe la situación de privación de acuerdo con disposiciones legales
aplicables al caso, pero si lo considerase necesario, en establecimiento distinto,
o bajo custodia de personas distintas.
o Que la persona privada de libertad sea puesta inmediatamente a disposición
judicial, si ya hubiere transcurrido el plazo legalmente establecido para su
detención.
Concluidas las actuaciones tendentes a la tutela de la libertad personal del afectado, el Juez
deducirá testimonio para la persecución y castigo de los delitos que hayan podido cometerse.
En los casos de delito de denuncia falsa o simulación de delito, se procederá a las acciones
pertinentes al efecto de determinar las responsabilidades penales correspondientes. De otra
parte, si el Juez apreciara temeridad o mala fe por parte del solicitante de Habeas Corpus, será
condenado al pago de las costas del procedimiento; si no hubiera lugar a mala fe o temeridad,
las costas se declararán de oficio.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Artículo 25 CE:
1. «Nadie puede ser condenado o sancionado por acciones u omisiones que en el momento de
producirse no constituyan delito, falta o infracción administrativa, según la legislación vigente
en aquel momento.
2. Las penas privativas de libertad y las medidas de seguridad estarán orientadas hacia la
reeducación y reinserción social y no podrán consistir en trabajos forzados. El condenado a pena
de prisión que estuviere cumpliendo la misma gozará de los derechos fundamentales de este
Capítulo, a excepción de los que se vean expresamente limitados por el contenido del fallo
condenatorio, el sentido de la pena y la ley penitenciaria. En todo caso, tendrá derecho a un
trabajo remunerado y a los beneficios correspondientes de la Seguridad Social, así como al
acceso a la cultura y al desarrollo integral de su personalidad.
3. La Administración civil no podrá imponer sanciones que, directa o subsidiariamente, impliquen
privación de libertad».
El art. 25 CE incorpora, por un lado, el principio de legalidad respecto de los delitos, faltas o
infracciones administrativas y, por otro, los derechos de los privados de libertad y la prohibición
de imponer penas de privación de libertad por parte de la administración civil.
Consagrado en el art. 25.1 CE es, además, reserva de LO en los supuestos en los que esté
afectada la libertad personal y el propio desarrollo del art. 25 por aplicación de lo establecido
en el art. 81.1 CE. En otros supuestos, la mención a la reserva de ley puede verse cumplida con
la aprobación de una norma con rango de Ley, como un Decreto Legislativo, o un Decreto ley.
El principio de legalidad, como manifestación del principio de reserva de ley, es una garantía de
la libertad y de la seguridad constitucionalizadas.
El art. 25 declara que las penas privativas de libertad y las mediadas de seguridad deben estar
orientadas a la reeducación y reinserción social. Este precepto prohíbe, además, los trabajos
forzados. La reinserción social del penado debe presidir la política penitenciaria.
Artículo 19 CE:
«Los españoles tienen derecho a elegir libremente su residencia y a circular por el territorio nacional.
Asimismo, tienen derecho a entrar y salir libremente de España en los términos que la ley establezca. Este
derecho no podrá ser limitado por motivos ideológicos o políticos».
4.1. Concepto
DERECHO CONSTITUCIONAL II
4.2. Titularidad
Atribuye la titularidad a los españoles. Sin embargo, los extranjeros lo poseen en los términos
señalados en el art. 13.1 CE.
Un sector doctrinal les niega la titularidad del derecho, al entender que la protección de su
sede y domicilio debe realizarse a través del derecho de asociación y libertad de empresa.
Las libertades pueden ser restringidas en los supuestos de declaración del estado de excepción
o de sitio. Igualmente pueden ser limitadas por el ejercicio de otro derecho (huelga), por ser
menor de edad o incapaz y estar sometido a la propia potestad o a la tutela, y en todos los
supuestos de restricción o privación de libertad derivados de acciones policiales y/o judiciales
previstas en la ley.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Tema XV. El Derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen. Inviolabilidad del domicilio
y secreto de las comunicaciones
Artículo 18 CE:
1. «Se garantiza el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen.
2. El domicilio es inviolable. Ninguna entrada o registro podrá hacerse en él sin consentimiento del
titular o resolución judicial, salvo en caso de flagrante delito.
3. Se garantiza el secreto de las comunicaciones y, en especial, de las postales, telegráficas y
telefónicas, salvo resolución judicial.
4. La ley limitará el uso de la informática para garantizar el honor y la intimidad personal y
familiar de los ciudadanos y el pleno ejercicio de sus derechos».
Los derechos recogidos en el artículo 18 de la Constitución protegen la esfera más privada del
individuo.
De entre ellos, los dos principales son el derecho a la intimidad y el derecho al honor, ya que la
inviolabilidad del domicilio, el secreto de las comunicaciones y la limitación de la informática
pueden considerarse derivados o comprendidos en el derecho a la intimidad, mientras que el
derecho a la imagen parece ubicarse en el ámbito del derecho al honor. De otra parte, el
legislador ordinario ha desarrollado los derechos contemplados en el apartado 1º del art. 18 en
una sola norma, la Ley Orgánica 1/1982 de 5 de mayo, de protección civil del derecho al honor,
a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen. Las constituciones históricas españolas
no recogieron el derecho al honor ni a la intimidad personal, aunque si se refirieron en algún
caso a la inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia.
La caracterización conceptual del derecho al honor se ha visto completada con tres elementos
definitorios de su contenido incorporados por la jurisprudencia del TC:
Intima conexión entre derecho al honor y dignidad de la personal.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Carácter personal que hace de este derecho un derecho individual. El TC aceptó que las
personas jurídicas eran portadoras de prestigio y autoridad moral, conceptos no
equiparables al honor pero merecedores de protección.
Valoración de su posible vulneración en relación con la actividad profesional o laboral
del recurrente o proyección pública.
El TC definió los parámetros de análisis en los casos de colisión de estos derechos y que algún
autor clasifica de la siguiente manera:
La no existencia de derechos fundamentales absolutos, ni de límites absolutos a estos.
La delimitación de los derechos enfrentados, distinguiendo entre la libertad de
información y de expresión, por un lado, y el derecho al honor, a la intimidad personal
y familiar y a la propia imagen, por otro.
La importancia de los criterios de ponderación.
La especial consideración que debe tener en estos caso el animus iniuriandi (intención
de injuriar).
Para resolver los conflictos entre el derecho al honor y la libertad de expresión o el derecho a la
información, la jurisprudencia constitucional ha acuñado tres criterios convergentes:
Valorar el tipo de libertad ejercitada, tomando en consideración, en todo caso, el papel
preponderante del derecho a la información en las sociedades democráticas.
Considerar el interés público de la información en los casos de conflicto entre el
derecho a la información y el derecho al honor.
La condición de personaje público de quien alega la vulneración de su derecho al
honor, que puede verse aminorada.
3.1. Concepto
El derecho a la intimidad personal y familiar está regulado en el reiterado art. 18.1 CE.
El art. 18.1 CE, contiene 3 derechos interrelacionados pero distintos, «entre los que el derecho
a la intimidad formulado genéricamente destaca claramente sobre los demás». En todo caso,
nos encontramos ante una esfera de lo más intimo y personal del sujeto que éste tiene
derecho a reservarse para sí mismo.
Como ya sucediera con el derecho al honor, ni la Constitución ni la Ley Orgánica definen en qué
DERECHO CONSTITUCIONAL II
3.2. Titularidad
Las personas físicas, nacionales o extranjeras, son titulares del derecho a la intimidad.
Por las peculiaridades de este derecho, conviene distinguir entre la persona física privada y
aquella que posee cierta relevancia pública. En estos casos, el derecho a la intimidad puede
verse matizado. Igualmente, la extrema dificultad de otorgar la titularidad del derecho a la
intimidad a las personas jurídicas, ya que estas no son titulares de derechos de la personalidad
y no tienen ámbito de vida privada personal o familiar que pudiera ser hipotéticamente
vulnerado.
4.1. Concepto
El derecho a la propia imagen confiere el derecho a controlar la difusión del aspecto más
externo, el de la figura humana, carta de presentación de una persona en su entorno social.
El derecho a la propia imagen acompaña, en el apartado 1 del art. 18 CE, a los derechos al
honor y a la intimidad de los que se ha tratado anteriormente. Este derecho es, en cierta
medida, una manifestación tanto del derecho al honor como del derecho a la intimidad
personal, ya que la propia imagen, la figura física de un individuo, son la carta de presentación
de una persona en su entorno social. Por ello, la perturbación de su imagen puede dañar
también su honor. El uso de la imagen de una persona sin su autorización puede vulnerar el
derecho a su intimidad. El derecho a la propia imagen comprende, en suma, el derecho a
controlar la difusión del aspecto más externo, el de la figura humana. El derecho a la propia
imagen se configura como una parte esencial del individuo a la que el ordenamiento atribuye
carta de eficacia jurídica con efectos erga omnes [«respecto de todos» o «frente a todos»].
4.2. Titularidad
DERECHO CONSTITUCIONAL II
que un policía denunció a «Diario 16» por intromisión a su derecho a la imagen mientras
estaba realizando su labor pública en un desalojo. El TC desestimo la demanda alegando que se
trata de una persona en el ejercicio de un cargo público (art. 8.2 LO)).
La Ley Orgánica 1/1982, de 5 de mayo, de protección civil del derecho al honor, a la intimidad
personal y familiar y a la propia imagen, desarrolla los derechos contenidos en el artículo 18
CE.
No se aprecia vulneración de estos derechos cuando haya consentimiento por parte del sujeto,
consentimiento que puede ser revocado en cualquier momento.
El art. 7 de la Ley Orgánica detalla los actos que pueden tener la consideración de
intromisiones ilegítimas de conformidad con lo regulado por la propia ley.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Los apartados e) y f), incorporan límites del derecho a la propia imagen en torno a dos ejes:
La esfera reservado que el sujeto haya salvaguardado para si y su familia conforme a
los usos sociales.
La relevancia o interés público de la persona cuya imagen se reproduce. El derecho a la
imagen no comprende un derecho absoluto al anonimato (STC 99/1994).
La tutela judicial comprenderá la adopción de todas las medidas necesarias para poner fin a la
intromisión ilegítima de que se trata y, en particular, las necesarias para:
El restablecimiento del perjudicado en el pleno disfrute de sus derechos, con la
declaración de la intromisión sufrida, el cese inmediato de la misma y la reposición del
estado anterior. En caso de intromisión en el derecho al honor, el restablecimiento del
derecho violado incluirá, sin perjuicio del derecho de réplica por el procedimiento
legalmente previsto, la publicación total o parcial de la sentencia condenatoria a costa
del condenado con al menos la misma difusión pública que tuvo la intromisión sufrida.
Prevenir intromisiones inminentes o ulteriores.
La indemnización de los daños y perjuicios causados.
La apropiación por el perjudicado del lucro obtenido con la intromisión ilegítima en sus
derechos.
Para valorar dicha indemnización el órgano judicial también tendrá en cuenta el beneficio que
haya obtenido el causante de la lesión como consecuencia de la misma.
El Estado precisa de gran parte de esta información para cumplir sus fines, pero un uso abusivo
o incontrolado puede generar la vulneración de los derechos de la persona.
La limitación del uso de la informática para la protección del honor y de la intimidad personal y
familiar ha sido considerada por el Tribunal Constitucional como una garantía constitucional de
otros derechos, y como un derecho fundamental frente a las potenciales agresiones a la
dignidad y a la libertad de la persona provenientes de un uso ilegítimo del tratamiento
mecanizado de datos.
La protección del derecho a la intimidad de los ciudadanos recogida en el art. 18 CE, requiere
que estos puedan conocer la existencia y los rasgos de aquellos ficheros automatizados donde
las administraciones públicas conservan datos de carácter personal que les conciernen, así
como cuales son esos datos personales en poder de las autoridades; sólo así podrán ejercer su
derecho a controlar sus propios datos.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
internacionales. La Directiva 95/46/CE, del Parlamento y del Consejo, contiene los principios
que han pasado a la vigente ley de protección de datos de carácter personal de 1999, la cual
podemos sintetizar en los siguientes puntos:
La tutela se atribuye y organiza al margen de la distinción público-privado.
La toma en consideración acerca de si el tratamiento de datos es automatizado o no.
Las reglas de protección y tutela en función de que los datos se obtengan con
consentimiento del afectado o sin él.
La relevancia máxima del consentimiento.
Las medidas para que el sujeto recupere el control sobre la información que le afecte,
cuando dicha información hubiere sido obtenida por terceros sin su consentimiento.
Para ello se reconoce al sujeto:
o El derecho a ser informado de la recogida de los datos personales.
o El derecho a oponerse a que sean tratados y almacenados.
La Directiva incorporó un doble fin: la protección de los derechos de los afectados, por un lado,
y la libre circulación de datos personales por otra.
7.1. Concepto
La intangibilidad domiciliaria protege el espacio en el cual el individuo vive, sin estar sujeto
necesariamente a los usos y convenciones sociales, y ejerce su libertad más íntima.
El concepto de domicilio que figura en este precepto no coincide exactamente con el regulado
por otras normas, por ejemplo, en el artículo 40 del CC. La Constitución protege mediante esta
inviolabilidad domiciliaria los ámbitos en que se desarrolla gran parte de la vida privada de la
persona. Existe un nexo muy fuerte entre la inviolabilidad del domicilio y el derecho a la
intimidad mencionado en el art. 18 CE. Se pueden considerar domicilios algunas propiedades
que no son exactamente una casa o un piso, por ejemplo unos terrenos privados, una tienda
de campaña, la habitación de un hotel, etc.
7.2. Titularidad
Titulares de este derecho pueden ser tanto las personas físicas como las personas jurídicas.
La inviolabilidad del domicilio se excepciona cuando medie autorización del titular, en caso de
flagrante delito o mediante resolución judicial.
Para las actividades que puedan afectar a la inviolabilidad del domicilio y al secreto de las
comunicaciones, la Constitución española exige en su art. 18 autorización judicial.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Los artículos 202 a 204 del Código Penal español regulan los delitos de allanamiento de
morada, domicilio de personas jurídicas y establecimientos abiertos al público.
202 CP: El particular que, sin habitar en ella, entrare en morada ajena o se mantuviere
en la misma contra la voluntad de su morador, será castigado con la pena de prisión de
seis meses a dos años. Si el hecho se ejecutare con violencia o intimidación la pena
será de prisión de uno a cuatro años y multa de seis a doce meses.
203 CP: Será castigado con las penas de prisión de seis meses a un año y multa de seis
a diez meses el que entrare contra la voluntad de su titular en el domicilio de una
persona jurídica pública o privada, despacho profesional u oficina, o en
establecimiento mercantil o local abierto al público fuera de las horas de apertura. Será
castigado con la pena de prisión de seis meses a tres años, el que con violencia o
intimidación entrare o se mantuviere contra la voluntad de su titular en el domicilio de
una persona jurídica pública o privada, despacho profesional u oficina, o en
establecimiento mercantil o local abierto al público.
204 CP: La autoridad o funcionario público que, fuera de los casos permitidos por la
Ley y sin mediar causa legal por delito, cometiere cualquiera de los hechos descritos en
los dos artículos anteriores, será castigado con la pena prevista respectivamente en los
mismos, en su mitad superior, e inhabilitación absoluta de seis a doce años.
El art. 534, establece penas de multa de 6 a 12 meses e inhabilitación especial para empleo o
cargo publico de 2 a 6 años a la autoridad o funcionario público que sin respetar las garantías
constitucionales o legales:
Entre en domicilio sin consentimiento del morador.
Registre los papeles o documentos de una persona o los efectos que se hallen en su
domicilio.
Si no devolviera al dueño los papeles o documentos, las penas serán las de
inhabilitación especial para empleo o cargo público de 6 a 12 años y multa de 12 a 24
meses (más la pena que pudiera corresponderle por apropiación).
Además, si la autoridad comete cualquier vejación injusta o daño innecesario en sus bienes,
será castigado con las penas previstas para estos hechos en su mitad superior, y además, con la
pena de inhabilitación especial para empleo o cargo público por tiempo de 2 a 6 años.
8.1. Concepto
Este derecho otorga al sujeto la posibilidad de mantener fuera del conocimiento de otros las
comunicaciones realizadas por cualquier medio, aunque, especialmente, las realizadas por vía
postal, telegráfica y telefónica.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
8.2. Titularidad
Tanto las personas físicas como jurídicas son titulares de este derecho.
Las personas jurídicas no hablan materialmente por teléfono ni escriben cartas directamente,
pero sí reciben correspondencia, y sus agentes, las personas físicas que actúan por ellas, sí
realizan esas actividades en relación con las funciones de dichas personas.
El secreto de las comunicaciones goza también de protección penal. El art. 535 CP establece:
«La autoridad o funcionario público que, mediando causa por delito, interceptare cualquier
clase de correspondencia privada, postal o telegráfica, con violación de las garantías
constitucionales o legales, incurrirá en la pena de inhabilitación especial para empleo o cargo
público de dos a seis años. Si divulgara o revelara la información obtenida, se impondrá la pena
de inhabilitación especial, en su mitad superior, y, además, la de multa de seis a dieciocho
meses».
El art. 536 CP establece: «La autoridad, funcionario público o agente de éstos que, mediando
causa por delito, interceptare las telecomunicaciones o utilizare artificios técnicos de escuchas,
transmisión, grabación o reproducción del sonido, de la imagen o de cualquier otra señal de
comunicación, con violación de las garantías constitucionales o legales, incurrirá en la pena de
inhabilitación especial para empleo o cargo público de dos a seis años. Si divulgare o revelare la
información obtenida, se impondrán las penas de inhabilitación especial, en su mitad superior
y, además, la de multa de seis a dieciocho meses».
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Artículo 20 CE:
1. «Se reconocen y protegen los derechos:
a) A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra,
el escrito o cualquier otro medio de reproducción.
b) A la producción y creación literaria, artística, científica y técnica.
c) A la libertad de cátedra.
d) A comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión. La ley
regulará el derecho a la cláusula de conciencia y al secreto profesional en el ejercicio de
estas libertades.
2. El ejercicio de estos derechos no puede restringirse mediante ningún tipo de censura previa.
3. La ley regulará la organización y el control parlamentario de los medios de comunicación social
dependientes del Estado o de cualquier ente público y garantizará el acceso a dichos medios de
los grupos sociales y políticos significativos, respetando el pluralismo de la sociedad y de las
diversas lenguas de España.
4. Estas libertades tienen su límite en el respeto a los derechos reconocidos en este Título, en los
preceptos de las leyes que lo desarrollen y, especialmente, en el derecho al honor, a la intimidad,
a la propia imagen y a la protección de la juventud y de la infancia.
5. Sólo podrá acordarse el secuestro de publicaciones, grabaciones y otros medios de información
en virtud de resolución judicial».
En STC 6/1988, ha señalado que el art. 20 CE, no sólo garantiza derechos subjetivos, sino la
misma existencia de una comunicación pública libre. Se incluye, además en este artículo la
libertad de cátedra como una forma de libertad de expresión calificada por el contenido.
Por su ubicación, estos derechos gozan de las garantías reforzadas de los demás derechos y
libertades.
2.1. Concepto
DERECHO CONSTITUCIONAL II
La libertad de expresión, por su carácter básico, está más cercana a la primera generación de
derechos, aunque su transformación permita su ubicación en la segunda generación.
El TC, ha definido que la libertad de expresión tiene por objeto «pensamientos, ideas y
opiniones, concepto amplio dentro del que deben incluirse también las creencias y los juicios
de valor», y debe ser diferenciada del derecho a la información, que se refiere al acto de
transmitir información, con el requisito de que ésta sea veraz.
Así, según STC 223/1992, el art. 20 CE incorpora dos distintos derechos, de una parte la
libertad de expresión, que cobija pensamientos, ideologías y opiniones, y de otra el derecho a
la información en una doble dirección, comunicarla y recibirla.
2.2. Titularidad
La jurisprudencia del TC ha indicado que el valor preponderante de las libertades del art. 20 CE
sólo puede ser apreciado y protegido cuando se ejercitan en conexión con asuntos que son de
interés general, por las materias y por las personas y que contribuyan a la formación de la
opinión pública (STC 107/1988).
Las libertades del art. 20 CE, no sólo son derechos fundamentales de cada persona, sino que
también significan el reconocimiento y garantía de la opinión pública libre, que es una
institución ligada de manera inescindible al pluralismo político, valor esencial del estado
democrático.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
3.1. Concepto
El derecho a la información participa tanto de los caracteres de los derechos sociales como de
las libertades clásicas, diferenciándose la libertad de expresión del derecho a la información
por configurarse como una suerte de deber de informar que afecta más directamente a los
profesionales de la información y a las empresas informativas.
3.3. Titularidad
DERECHO CONSTITUCIONAL II
El derecho a comunicar información corresponde a todas las personas (STC 6/1981), y no solo a
los profesionales de la información.
De este derecho pueden ser titulares las personas jurídicas, como las empresas dedicadas a la
información y a la comunicación que se convierten en empresas que facilitan el ejercicio pasivo
de un derecho: el de recibir información veraz.
Mediante esta cláusula se protege al informador que preste servicios en una empresa
informativa, cuando ésta modifique los criterios y parámetros ideológicos generando en el
informador conflicto personal y de conciencia.
Sólo el informador, el periodista, es titular de este derecho, ya que el ejercicio de este derecho
requiere la previa existencia de una relación laboral y no comprende ni protege las relaciones
esporádicas.
Permite al informador negarse a desvelar sus fuentes informativas, a través de las que ha
obtenido la noticia o el dato informativo, frente a la propia empresa, frente a los poderes
públicos y frente a terceros.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Este derecho es una concreción del derecho a expresar y difundir libremente pensamientos,
ideas y opiniones (STC 153/1985). Aunque se enuncia constitucionalmente como un solo
derecho, los aspectos protegidos son plurales.
Al regular el régimen de los derechos de autor, la Ley establece que son independientes,
compatibles y acumulables con:
La propiedad y otros derechos que tengan por objeto la cosa material a la que está
incorporada la creación intelectual.
Los derechos de propiedad industrial que puedan existir sobre la obra.
Los otros derechos de propiedad intelectual reconocidos en el Libro II de la presente
Ley.
V. La Libertad de Cátedra
La libertad de cátedra surgió como un derecho individual aunque, como ha sucedido en el caso
de otros derechos constitucionales, ha adquirido una vertiente de garantía institucional.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
El TC ha señalado que son titulares de este derecho todos los docentes, sea cual fuere el nivel
de la enseñanza en el que se desenvuelvan sus actividades, y en la doble vertiente de libertad
docente y libertad investigadora.
Se trata de una libertad frente al Estado cuyo contenido puede verse modulado por las
características propias del puesto docente que ocupe el sujeto. Estas modulación vienen
definidas por:
Naturaleza pública o privada del centro docente.
El nivel o grado educativo al que el puesto docente corresponde.
En los centros públicos, la libertad de cátedra tiene un contenido negativo uniforme que
habilita al docente para resistir cualquier mandato de dar a su enseñanza una orientación
ideológica determinada.
VI. Límites
El art. 20.2 CE establece que los derechos regulados en el mismo no pueden quedar sometidos
a ningún tipo de censura previa, con lo que se garantiza su contenido propio.
Quedan protegidos por esta prohibición, la producción y creación literaria, artística, científica y
técnica y la libertad de cátedra.
El apartado 20.4 CE señala como límites expresos de las libertades informativas y de los demás
derechos contenidos en él los siguientes:
El respeto a los derechos reconocidos en el Título I CE.
En los preceptos de las leyes que lo desarrollen.
Especialmente, en el derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen y a la
DERECHO CONSTITUCIONAL II
El primero de los límites es genérico para todo el sistema de derechos, y en caso de conflicto
entre derechos constitucionales se interpretaran éstos de conformidad con las reglas generales
y que sean al caso (la fórmula del art. 10.2 CE, la ponderación de derechos, la toma en
consideración de los bienes en conflicto, etc…).
Otro límite es la moralidad. En base a la DUDH y al art. 53.1 CE, la ley puede fijar límites,
siempre que su contenido respete el contenido esencial de los derechos y libertades, con el fin
de satisfacer las justas exigencias de la moral.
En tercer lugar, está el límite del derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen, así como
la obligación de los poderes públicos de proteger la juventud y la infancia. Tanto este capítulo
como los derechos del art. 18.1 están vinculados.
En cuanto a la protección de la juventud y de la infancia caber recordar que el art. 39.4 CE,
establece que los niños gozarán de la protección prevista en los acuerdos internacionales que
velan por sus derechos.
Por otro lado, la LO 1/1996 de protección jurídica del menor, ha establecido el principio general
de que toda actuación habrá de tener fundamentalmente en cuenta el interés del menor y no
interferir en su vida escolar, social o laboral.
Artículo 27 CE:
1. «Todos tienen el derecho a la educación. Se reconoce la libertad de enseñanza.
2. La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a
los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales.
3. Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la
formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones.
4. La enseñanza básica es obligatoria y gratuita.
5. Los poderes públicos garantizan el derecho de todos a la educación, mediante una
programación general de la enseñanza, con participación efectiva de todos los sectores
afectados y la creación de centros docentes.
6. Se reconoce a las personas físicas y jurídicas la libertad de creación de centros docentes, dentro
del respeto a los principios constitucionales.
7. Los profesores, los padres y, en su caso, los alumnos intervendrán en el control y gestión de
todos los centros sostenidos por la Administración con fondos públicos, en los términos que la
DERECHO CONSTITUCIONAL II
ley establezca.
8. Los poderes públicos inspeccionarán y homologarán el sistema educativo para garantizar el
cumplimiento de las leyes.
9. Los poderes públicos ayudarán a los centros docentes que reúnan los requisitos que la ley
establezca.
10. Se reconoce la autonomía de las Universidades, en los términos que la ley establezca».
7.1.1. Concepto
Los fines del proceso educativo están fijados taxativamente en la propia CE, en el art. 27.2. Se
prescribe lo que podríamos denominar educación para la democracia. Este apartado configura
una norma directriz del entero sistema constitucional en la materia, que garantiza el pluralismo
interno de los centros orientando a la consecución de los valores, principios y derechos del
sistema democrático español.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
social.
El desarrollo de la igualdad de derechos y oportunidades y el fomento de la igualdad
efectiva entre hombres y mujeres.
La consideración de la función docente como factor esencial de la calidad de la
educación, el reconocimiento social del profesorado y el apoyo a su tarea.
El fomento y la promoción de la investigación, la experimentación y la innovación
educativa.
La evaluación del conjunto del sistema educativo, tanto en su programación y
organización y en los procesos de enseñanza y aprendizaje como en sus resultados.
La cooperación entre el Estado y las Comunidades Autónomas en la definición,
aplicación y evaluación de las políticas educativas.
La cooperación y colaboración de las Administraciones educativas con las
corporaciones locales en la planificación e implementación de la política educativa.
Estos principios están encaminados a la consecución de unos fines concretos. Estos fines son
los que deben guiar la articulación concreta de los diferentes niveles educativos y la fijación de
los objetivos que la educación debe perseguir:
El pleno desarrollo de la personalidad y de las capacidades de los alumnos.
La educación en el respeto de los derechos y libertades fundamentales, en la igualdad
de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres y en la igualdad de trato y no
discriminación de las personas con discapacidad.
La educación en el ejercicio de la tolerancia y de la libertad dentro de los principios
democráticos de convivencia, así como en la prevención de conflictos y la resolución
pacífica de los mismos.
La educación en la responsabilidad individual y en el mérito y esfuerzo personal.
La formación para la paz, el respeto a los derechos humanos, la vida en común, la
cohesión social, la cooperación y solidaridad entre los pueblos así como la adquisición
de valores que propicien el respeto hacia los seres vivos y el medio ambiente, en
particular al valor de los espacios forestales y el desarrollo sostenible.
El desarrollo de la capacidad de los alumnos para regular su propio aprendizaje, confiar
en sus aptitudes y conocimientos, así como para desarrollar la creatividad, la iniciativa
personal y el espíritu emprendedor.
La formación en el respeto y reconocimiento de la pluralidad lingüística y cultural de
España y de la interculturalidad como un elemento enriquecedor de la sociedad.
La adquisición de hábitos intelectuales y técnicas de trabajo, de conocimientos
científicos, técnicos, humanísticos, históricos y artísticos, así como el desarrollo de
hábitos saludables, el ejercicio físico y el deporte.
La capacitación para el ejercicio de actividades profesionales.
La capacitación para la comunicación en la lengua oficial y cooficial, si la hubiere, y en
una o más lenguas extranjeras.
La preparación para el ejercicio de la ciudadanía y para la participación activa en la vida
económica, social y cultural, con actitud crítica y responsable y con capacidad de
adaptación a las situaciones cambiantes de la sociedad del conocimiento.
La citada LO establece que todos tienen derecho a acceder a niveles superiores de educación
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Según dispone la LO, las enseñanzas que ofrece el sistema educativo son:
Educación infantil.
Educación primaria.
Educación secundaria obligatoria.
Bachillerato.
Formación profesional.
Enseñanzas de idiomas.
Enseñanzas artísticas.
Enseñanzas deportivas.
Educación de personas adultas.
Enseñanza universitaria.
El art. 2 de la Ley 8/1985 que regula el sistema educativo dispone que la educación estará
orientada por los principios y derechos constitucionales para el cumplimiento de los siguientes
fines:
El pleno desarrollo de la personalidad del alumno.
La formación en el respeto de los derechos y libertades fundamentales, de la igualdad
entre hombres y mujeres y en el ejercicio de la tolerancia y de la libertad dentro de los
principios democráticos de convivencia.
La adquisición de hábitos intelectuales y técnicas de trabajo, así como de
conocimientos científicos, técnicos, humanísticos, históricos y estéticos.
La capacitación para el ejercicio de actividades profesionales.
La formación en el respeto de la pluralidad lingüística y cultural de España.
La preparación para participar activamente en la vida social y cultural.
La formación para la paz, la cooperación y la solidaridad entre los pueblos y para la
prevención de conflictos y para la resolución pacífica de los mismos y no violencia en
todos los ámbitos de la vida personal, familiar y social.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
7.2.1. Concepto
La LO 2/2006, en lo relativo a los centros docentes, distingue entre centros públicos (cuyo
titular debe ser un poder público) y centros privados (en los que el titular debe ser una persona
física o jurídica de carácter privado).
Todavía distingue la LO de los anteriores, los centros privados sostenidos con fondos públicos:
los centros concertados. Éstos tienen derecho a su dirección con todas las facultades que ello
encierra (contratación, gestión económica…), aunque en los centros privados que reciban
fondos públicos el Estado puede articular los necesarios sistemas de control.
7.2.2. Titularidad
Corresponde a las personas físicas y también a las personas jurídicas. La atribución de esta
libertad a los extranjeros está en total dependencia con lo que la ley determine al efecto, ya
que no se trata de un derecho de la persona, de un derecho humano en sentido estricto.
7.2.3. El derecho de los padres a que sus hijos reciban una formación religiosa y moral acorde
con sus propias convicciones
Este derecho constitucional permite a los padres exigir, tanto en los centros públicos como en
los privados, que se respeten los criterios que ellos determinen en relación con la formación
religiosa y moral de sus hijos en el marco de lo establecido en la ley.
El art. 4 de la LO 8/1985 reconoce a los padres o tutores el derecho a escoger centro docente,
tanto público como distinto de los creados por los poderes públicos.
Los padres o tutores, en relación con la educación de sus hijos o pupilos, tienen los siguientes
derechos:
A que reciban una educación, con la máxima garantía de calidad, conforme con los
fines establecidos en la Constitución, en el correspondiente Estatuto de Autonomía y
en las leyes educativas.
A escoger centro docente tanto público como distinto de los creados por los poderes
públicos.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
A que reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias
convicciones.
A estar informados sobre el progreso del aprendizaje e integración socio-educativa de
sus hijos.
A participar en el proceso de enseñanza y aprendizaje de sus hijos.
A participar en la organización, funcionamiento, gobierno y evaluación del centro
educativo, en los términos establecidos en las leyes.
A ser oídos en aquellas decisiones que afecten a la orientación académica y profesional
de sus hijos.
La Ley les reconoce también, como primeros responsables de la educación de sus hijos o
pupilos:
Adoptar las medidas necesarias, o solicitar la ayuda correspondiente en caso de
dificultad, para que sus hijos o pupilos cursen las enseñanzas obligatorias y asistan
regularmente a clase.
Proporcionar, en la medida de sus disponibilidades, los recursos y las condiciones
necesarias para el progreso escolar.
Estimularles para que lleven a cabo las actividades de estudio que se les encomienden.
Participar de manera activa en las actividades que se establezcan en virtud de los
compromisos educativos que los centros establezcan con las familias, para mejorar el
rendimiento de sus hijos.
Conocer, participar y apoyar la evolución de su proceso educativo, en colaboración con
los profesores y los centros.
Respetar y hacer respetar las normas establecidas por el centro, la autoridad y las
indicaciones u orientaciones educativas del profesorado.
Fomentar el respeto por todos los componentes de la comunidad educativa.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Aunque se han esgrimido argumentos sobre una posible violación de la libertad religiosa y del
derecho de los padres a que sus hijos reciban enseñanzas acorde a sus convicciones, en
realidad, no parecen ser términos de la polémica. En democracia, el ámbito religioso y civil
pueden y deben interrelacionarse, pero no anularse. No se vulnera la libertad religiosa con
enseñanzas discrepantes con su doctrina; la clave es enseñar que pertenecen a ámbitos
distintos.
El contenido esencial del derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban una
formación acorde a sus convicciones, no está en que esa formación religiosa y moral deba
excluir cualquier otro tipo de información o formación no religiosa.
El nivel más elevado del sistema educativo español está constituido por las enseñanzas
universitarias. Han sido competencia exclusivamente del Estado, hasta la llegada del llamado
Proceso de Bolonia.
Las pautas incluidas en la Declaración de 19 Junio de 1999, no son vinculantes para los Estados
Miembros de la UE, ni debe considerarse tampoco responsable a la Unión del desarrollo
legislativo que se ha dado a dicho marco en los diferentes Estados.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Artículo 21 CE:
1. «Se reconoce el derecho de reunión pacífica y sin armas. El ejercicio de este derecho no
necesitará de autorización previa.
2. En los casos de reuniones en lugares de tránsito público y manifestaciones se dará comunicación
previa a la autoridad, que sólo podrá prohibirlas cuando existan razones fundadas de alteración
del orden público, con peligro para personas o bienes».
1.1. Concepto
Al respecto, el art. 1.2, de la LO 9/1983, reguladora del Derecho de reunión, establece que a los
efectos de la propia ley, «se entiende por reunión la concurrencia concertada y temporal de
más de 20 personas, con finalidad determinada».
La ley ha optado por el número de 20 personas como podría haber optado por cualquier otro.
Es indiferente el lugar en que las personas concurran, si bien según sea o no de tránsito público
el régimen será distinto.
El art. 21.2 CE cita junto a las reuniones, las manifestaciones. Ambos pertenecen a la misma
categoría aunque la manifestación es una especie concreta de reunión en la que, junto con la
unión de varias voluntades en busca de un fin común, debe darse también la «publicidad del
problema o la defensa de intereses no ya en el ámbito de los propios manifestantes, sino ad
extra: a modo de mensaje dirigido a los restantes ciudadanos y/o poderes públicos».
Para F. J. Bastida la manifestación es una reunión en movimiento, prueba de ello es que «la
regulación legal no distingue entre reunión y manifestación, sino entre reuniones en lugares
cerrados y reuniones en lugares de tránsito público, equiparándose estas últimas a las
manifestaciones».
La CE solo ampara las reuniones pacíficas y sin armas y requiere, además, que la intención de
ejercer este derecho de reunión sea notificada a la autoridad gubernativa si la manifestación
tiene previsto discurrir por vía pública.
En este sentido el art. 3.1, de la LO 9/1983, declara que ninguna reunión estará sometida al
régimen de autorización previa, y en su art. 8, establece que la celebración de reuniones en
lugares de tránsito público y de manifestaciones deberá ser comunicada por escrito a la
autoridad gubernativa correspondiente por los organizadores o promotores de aquéllas, con la
DERECHO CONSTITUCIONAL II
1.2. Titularidad
A pesar de su carácter individual, el derecho de reunión posee una vertiente colectiva que se
refiere a su ejercicio, ya que es esencial en este derecho la existencia de un colectivo que
ejercite el derecho de reunión en un momento y lugar determinado.
Las reuniones sometidas a la LO, sólo podrán ser promovidas y convocadas por personas que
se hallen en el pleno ejercicio de sus derechos civiles (art. 4.1 LO).
DERECHO CONSTITUCIONAL II
extiende la regulación del mencionado precepto a los miembros de la Guardia Civil y declara
derogado el art. 8.1 de la LO 11/2007. A partir de la entrada en vigor de la LO 9/2011, los
miembros de las FFAA podrán ejercer los derechos de reunión y manifestación dentro del
siguiente marco normativo:
Podrán ejercer el derecho a reunión, de acuerdo con lo previsto en la LO 9/1983, pero
no podrá organizar ni participar activamente en reuniones o manifestaciones de
carácter político o sindical.
Vistiendo el uniforme o haciendo uso de su condición de militar, no podrá organizar,
participar ni asistir en lugares de tránsito público o manifestaciones o a reuniones de
carácter político, sindical o reivindicativo.
Las reuniones que se celebren en las unidades deberán estar previa y expresamente
autorizadas por su jefe, que las podrá denegar motivadamente ponderando la
salvaguarda de la disciplina.
1.3. Límites
Para que la reunión de un colectivo quede comprendida en el ámbito del Derecho fundamental
de reunión del art. 21 CE, es requisito inexcusable que la reunión sea pacífica y sin armas (STC
59/1990).
Toda manifestación en la que pudieran ejercitarse tanto violencias físicas como morales con
alcance intimidatorio para terceros, no resulta protegida por el art. 21 CE.
Artículo 22 CE:
1. «Se reconoce el derecho de asociación.
2. Las asociaciones que persigan fines o utilicen medios tipificados como delito son ilegales.
3. Las asociaciones constituidas al amparo de este artículo deberán inscribirse en un registro a los
solos efectos de publicidad.
4. Las asociaciones sólo podrán ser disueltas o suspendidas en sus actividades en virtud de
resolución judicial motivada.
5. Se prohíben las asociaciones secretas y las de carácter paramilitar».
2.1. Concepto
Regulado también por el art. 20.1 de la DUDH y el art. 11 del CEDH de 1950, la normativa
actual está regida por la LO 1/2002, de 22 de marzo, del Derecho de Asociación, dando nueva
regulación a este derecho.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
El art. 22 ha configurado una esfera de libertad positiva y negativa. Tesis confirmada por el TC,
vinculando su interpretación a la cláusula del art. 10.2 CE al señalar que «de acuerdo con el art.
10.2 CE, las normas relativas al derecho de asociación han de ser interpretadas de conformidad
con la DUDH y los Tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificados
por España».
Este criterio permite afirmar que el derecho de asociación comprende tanto la libertad positiva
de asociación como la negativa de no asociarse.
En su vertiente positiva, permite al sujeto asociarse libremente sin requerir autorización previa;
en su vertiente negativa, el derecho de asociación protege al sujeto contra la asociación
obligatoria (derecho a no asociarse reconocido en la STC 5/1981).
La libertad de asociarse representa la superación del recelo con que el Estado liberal
contempló el derecho de asociación, y la libertad de no asociarse es una garantía frente al
dominio por el Estado de las fuerzas sociales a través de la creación de corporaciones o
asociaciones coactivas que dispusieran del monopolio de una determinada actividad social.
El art. 3 de la LO, dispone que pueden constituir asociaciones, las personas físicas y jurídicas,
con arreglo a:
Las personas físicas necesitan tener la capacidad de obrar y no estar sujetas a ninguna
condición legal para el ejercicio del derecho.
Los menores no emancipados de más de catorce años con el consentimiento,
documentalmente acreditado, de las personas que deban suplir su capacidad, sin
perjuicio del régimen previsto para las asociaciones infantiles, juveniles o de alumnos
en el artículo 7.2 de la Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero, de Protección Jurídica del
Menor.
Los miembros de las Fuerzas Armadas y de la Guardia Civil habrán de atenerse a lo que
disponga su legislación específica para el ejercicio del derecho de asociación en lo que
se refiere a asociaciones profesionales.
Los Jueces, Magistrados y Fiscales habrán de atenerse a lo que dispongan sus normas
específicas para el ejercicio del derecho de asociación en lo que se refiere a
asociaciones profesionales.
Las personas jurídicas de naturaleza asociativa requerirán el acuerdo expreso de su
DERECHO CONSTITUCIONAL II
2.2. Titularidad
De ello se deduce que la titularidad corresponde a tanto a las personas físicas como a las
jurídicas.
La LO 1/2002 define el ámbito de aplicación, señalando que se incluyen en esta ley todas las
asociaciones que no tengan fin de lucro y que no estén sometidas a un régimen asociativo
específico (art. 1.2 LO). La propia LO señala qué asociaciones se regirán por su legislación
específica (art. 1.3):
Los partidos políticos; los sindicatos y las organizaciones empresariales.
Las iglesias, confesiones y comunidades religiosas.
Las federaciones deportivas.
Las asociaciones de consumidores y usuarios.
Así como cualesquiera otras reguladas por leyes especiales.
Las asociaciones del apartado b) se regirán por lo dispuesto en los tratados internacionales y
en las leyes específicas, sin perjuicio de la aplicación supletoria de la LO. Quedan expresamente
excluidas las comunidades de propietarios y de bienes, y las entidades que se rijan por las
disposiciones relativas al contrato de sociedad, cooperativas y mutualidades, así como las
uniones temporales de empresas y agrupaciones de interés económico.
El art. 22.2 CE determina que las asociaciones que persigan fines o utilicen medios tipificados
como delito son ilegales, mientras que el art. 22.5 CE prohíbe las asociaciones secretas y las de
carácter paramilitar.
La LO 1/2002, reproduce casi literalmente las previsiones constitucionales en el art. 2.7 y 2.8. El
art. 515 CP enumera las asociaciones que deben considerarse ilícitas y punibles penalmente:
Las que tengan por objeto cometer algún delito o, después de constituidas promuevan
su comisión.
Las bandas armadas, organizaciones o grupos terroristas [suprimido por Ley Orgánica
5/2010, de 22 de junio].
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Las que, aun teniendo un fin lícito, empleen medios violentos o de alteración o control
de la personalidad para su consecución.
Las organizaciones de carácter paramilitar.
Las que promuevan la discriminación, el odio o la violencia contra personas, grupos o
asociaciones por razón de su ideología, religión o creencias, la pertenencia de sus
miembros o de alguno de ellos a una etnia, raza o nación, su sexo, orientación sexual,
situación familiar, enfermedad o minusvalía, o inciten a ello.
Las que promuevan el tráfico ilegal de personas [suprimido por Ley Orgánica 15/2003,
de 25 de noviembre].
La exigencia de resolución judicial para la disolución de una asociación es una garantía del
propio derecho fundamental de asociación, ya que excluye los actos gubernamentales de
disolución y encomienda al poder judicial la disolución, en su caso, de la asociación.
El CP habilita en su art. 520 a los jueces y tribunales para acordar la disolución de la asociación
ilícita en los casos previstos en el art. 515 CP. La resolución debe adoptarse en forma de auto o
de sentencia.
La garantía aportada por la exigencia de resolución judicial para la disolución de una asociación
no está prevista en los tratados internacionales firmados por España, siendo pues una garantía
adicional a la protección de este derecho fundamental.
Artículo 6 CE:
«Los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la
voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política. Su creación y el ejercicio
de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la ley. Su estructura interna y
funcionamiento deberán ser democráticos».
3.1. Concepto
El TC afirmó, en STC 31/1981, que un partido es «una forma particular de asociación», no son
órganos del estado (STC 48/2003). Se trata de asociaciones cualificadas por la relevancia
constitucional de sus funciones, que se resumen en su vocación de integrar [acceder], mediata
e inmediatamente, a los órganos titulares del poder público a través de los procesos
electorales.
La LO del derecho a asociación, señala que los partidos políticos se regirán por su legislación
DERECHO CONSTITUCIONAL II
El estatuto jurídico de los partidos políticos ha sido completado en estos años por normas
derivadas de la propia CE (Reglamentos parlamentarios o ley Orgánica Electoral), y por otras
normas, como la LO 3/1987 sobre financiación de los partidos políticos o las normas penales
sobre la ilegalidad de determinadas asociaciones (art. 515 CP).
3.2. Creación
El art. 1 de la LO 6/2002 establece que los españoles podrán crear libremente partidos políticos
conforme a lo dispuesto en la CE y en la propia LO.
Este mismo precepto consagra la libertad positiva y negativa de afiliación a este específico tipo
de asociaciones al declarar que dicha afiliación es libre y voluntaria.
3.3. Titularidad
El art. 1 de la LO 6/2002 afirma que los promotores de una partido político deben ser personas
físicas, mayores de edad, que se encuentren en pleno ejercicio de sus derechos, no estén
sujetos a ninguna condición legal para el ejercicio de los mismos y no hayan sido penalmente
condenados por asociación ilícita, o por alguno de los delitos graves previstos en los Títulos XXI
a XXIV del Código Penal. De esta manera se excluye de manera expresa a las personas jurídicas.
El legislador orgánico ha reservado a los españoles el derecho a crear partidos políticos. Ahora
bien, dado que esa reserva debe conectarse con el derecho de participación política de los
extranjeros cuando se les reconozca el derecho a sufragio tanto activo como pasivo, dicha
restricción no puede afectar al derecho de los extranjeros a afiliarse a los partidos políticos ya
constituidos, ni traducirse en ninguna limitación de los derechos derivados de la afiliación.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Registro de Partidos políticos del Ministerio del Interior, para lo cual los promotores
presentaran el acta fundacional suscrita por éstos, acompañada de aquellos documentos que
acrediten el cumplimiento de los requisitos previstos en la LO.
El Ministerio del Interior inscribirá al partido político en los 20 días siguientes a la presentación
de la documentación.
Todos los afiliados a los partidos políticos gozan de iguales derechos. Los estatutos deben velar
para que se cumpla este requisito legal y contendrán una relación detallada de los mismos y en
todo caso los siguientes:
A participar en las actividades del partido y en los órganos de gobierno y
representación.
A ejercer el derecho de voto.
A asistir a la Asamblea general.
A ser elector y elegible para los cargos del mismo.
Ser informado de la composición de los órganos directivos y de administración o sobre
decisiones adoptadas por los órganos directivos.
A impugnar acuerdos de los órganos del partido que estimen contrarios a la ley o los
estatutos.
Los afiliados a los partidos políticos sólo podrán ser expulsados o sancionados con privación de
derechos mediante un procedimiento contradictorio, en el que se respeten las garantías
necesarias y el derecho a la defensa del afiliado.
La nueva ley de partidos políticos tiene en sus arts. 10 y 11, uno de los aspectos más
controvertidos del estatuto jurídico de los partidos políticos, como es el de su disolución o
suspensión judicial.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
El art. 10 dispone que, además de por decisión voluntaria de sus miembros, acordada
conforme a lo dispuesto en sus estatutos, sólo puede procederse a la disolución de un partido
político, o su suspensión, por decisión de la autoridad judicial competente. La resolución que
confirme la disolución surtirá efectos desde su anotación en le Registro de Partidos Políticos,
previa notificación del propio partido o del órgano judicial que decrete la disolución.
La disolución judicial será acordada por el órgano jurisdiccional y sólo en los casos siguientes
(art. 10.2 LO):
Cuando el partidos políticos incurra en supuestos tipificados como asociación ilícita de
conformidad con lo establecido en el art. 515 CP y siguientes. La resolución será
resuelta por el Juez competente en el orden penal, de acuerdo con lo dispuesto en la
LOPP, LECrim y el CP.
Cuando vulnere de forma continuada, reiterada y grave la exigencia de una estructura
interna y un funcionamiento democrático, conforme a lo previsto en los arts. 7 y 8 de la
LO.
Cuando de forma reiterada y grave su actividad vulnere los principios democráticos o
persiga deteriorar o destruir el régimen de libertades o imposibilitar o eliminar el
sistema democrático, mediante las conductas a que se refiere el art. 9 de la LOPP.
a) Legitimidad
b) Inicio
El procedimiento se iniciará mediante demanda presentada ante la Sala especial del Tribunal
Supremo prevista en el artículo 61 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, a la que se adjuntarán
los documentos que acrediten la concurrencia de los motivos de ilegalidad.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Del conjunto de la prueba practicada se dará vista a las partes, que podrán formular
alegaciones sobre las mismas por plazo sucesivo de veinte días, transcurridos los cuales, se
hayan formalizado o no, el proceso quedará concluso para sentencia que deberá dictarse en
veinte días.
e) Sentencia
La sentencia dictada por la Sala especial del Tribunal Supremo, que podrá declarar la disolución
del partido político o desestimar la demanda, no será objeto de recurso alguno sin perjuicio, en
su caso, del recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional, y será ejecutiva desde el
momento de su notificación.
La Sala, durante la tramitación del proceso, de oficio o a instancia de parte, podrá adoptar
cualquiera de las medidas cautelares previstas en la Ley de Enjuiciamiento Civil conforme al
procedimiento previsto en la misma. En particular, la Sala podrá acordar la suspensión cautelar
de las actividades del partido hasta que se dicte sentencia, con el alcance y los efectos que
DERECHO CONSTITUCIONAL II
estime oportunos para salvaguardar el interés general. En tal caso, la Sala ordenará la
correspondiente anotación preventiva en el Registro de Partidos Políticos.
Según el art. 12 LOPP, la disolución judicial de un partido político producirá los efectos
previstos en las leyes y, en particular, los siguientes:
Tras la notificación de la sentencia en la que se acuerde la disolución, procederá el cese
inmediato de toda la actividad del partido político disuelto. El incumplimiento de esta
disposición dará lugar a responsabilidad, conforme a lo establecido en el Código Penal.
Los actos ejecutados en fraude de ley o con abuso de personalidad jurídica no
impedirán la debida aplicación de ésta. Se presumirá fraudulenta y no procederá la
creación de un nuevo partido político o la utilización de otro ya inscrito en el Registro
que continúe o suceda la actividad de un partido declarado ilegal y disuelto.
La disolución determinará la apertura de un proceso de liquidación patrimonial,
llevado a cabo por tres liquidadores designados por la Sala sentenciadora. El
patrimonio neto resultante se destinará por el Tesoro a actividades de interés social o
humanitario.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
3.8. La Sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos: caso Batasuna vs. España
La Sentencia 30 Junio, caso Batasuna vs. España, del TEDH, resolvió las demandas interpuestas
por Batasuna y Herri con la Sentencia que declaraba su disolución de conformidad con la LO
6/2002, de 27 Junio de partidos políticos. Los recurrentes habían esgrimido la violación de
libertad de expresión, reunión y asociación, juicio justo y recurso efectivo y elecciones libres.
El TEDH entiende que la resolución judicial fue ajustada a Derecho, ya que como quedaba
probado, los partidos disueltos eran instrumentos de la estrategia de ETA.
3.9. La STC 62/2011, 5 mayo de 2011, sobre solicitud de ilegalización de la coalición electoral
Bildu-Eusko Alkartasuna (EA)/Alternatiba Eraikitzen
El Abogado del Estado señaló que, en el recurso interpuesto ante el TS, se daba un supuesto
parcialmente novedoso ya que se utilizaba por primera vez la figura de la coalición entre dos
partidos legales para presentar candidaturas en un proceso electoral.
El MF indicó cuál era uno de los aspectos más relevantes en orden a la decisión final sobre el
caso, señalando que la importancia de la doctrina desarrollada por este Tribunal sobre la
prueba indiciaria y su aplicación a supuestos de similar índole al presente, para concluir que la
valoración efectuada por la Sala Especial del TS en la Sentencia recurrida satisfacía los
requisitos constitucionales.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
El TC discrepó de los argumentos expuestos en sus escritos por el Abogado del estado y Fiscal,
partiendo de una línea doctrinal iniciado con la STC 85/2003, en relación con la proclamación
de candidaturas electorales instrumentalizadas al servicio de la continuidad de partidos
políticos disueltos por su vinculación con una organización terrorista, afirmó que la apreciación
de la causa prevista en el art. 44 LOREG [Ley Orgánica del Régimen Electoral General], precisa
de la acreditación judicial (razonable, suficiente y conforme a un proceso con todas las
garantías) de un designio defraudador dirigido a la continuación de un partido ilegalizado y
materializado a través de instrumentos subjetivos, organizativo-funcionales o financieros.
Artículo 7 CE:
«Los sindicatos de trabajadores y las asociaciones empresariales contribuyen a la defensa y promoción
de los intereses económicos y sociales que les son propios. Su creación y el ejercicio de su actividad son
libres dentro del respeto a la Constitución y a la ley. Su estructura interna y funcionamiento deberán ser
democráticos».
4.1. Concepto
Derecho que puede ser limitado o exceptuado en el caso de miembros de las FFAA o institutos
armados o cualquier otro cuerpo sometido a disciplina militar (Guardia Civil).
El derecho de libre sindicación, comprende el derecho a fundar sindicatos y a afiliarse al de su
elección, así como el derecho de los sindicatos a formar confederaciones y a fundar
organizaciones sindicales internacionales o a afiliarse a las mismas.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
la cual en su art. 1.1 proclama que todos los trabajadores tendrán derecho a sindicarse
libremente para la promoción y defensa de sus intereses económicos y sociales.
El modelo de sindicación regulado en el art. 28.1 CE, ha pretendido conciliar los intereses
sociales de los trabajadores con el respeto a la libertad de empresa consagrado a su vez en el
art. 38 CE.
Por otro lado, en el ejercicio de la libertad sindical, las Organizaciones Sindicales tienen
derecho a:
Redactar estatutos y reglamento, organizar su administración interna y sus actividades
y formular su programa de acción.
Constituir federaciones, confederaciones y organizaciones internacionales, así como
afiliarse a ellas.
No ser suspendidas ni disueltas sino mediante resolución firme de la autoridad judicial,
fundada en incumplimiento grave de las leyes.
El ejercicio de la actividad sindical en la empresa o fuera de ella, que comprenda en
todo caso:
o El derecho a la negociación colectiva.
o El ejercicio del derecho de huelga.
o El planteamiento de conflictos individuales y colectivos.
o La presentación de candidaturas a las elecciones de comités de empresa y
delegados de personal.
4.2. Titularidad
V. El Derecho a la Huelga
DERECHO CONSTITUCIONAL II
5.1. Concepto
Permite al trabajador suspender su actividad laboral como muestra de discrepancia por las
condiciones laborales y para la defensa de sus intereses.
El derecho de huelga estaba regulado por la ley 8/1980, del Estatuto de los trabajadores,
modificado por el RDL 1/1995, de 24 de marzo. La STC 11/1981 declaró la inconstitucionalidad
de algunos preceptos de la regulación de las relaciones de trabajo y sentó las bases de
interpretación del derecho de huelga. El TC estimó que:
El derecho de huelga es más que la simple libertad de huelga, ya que no consiste en el
levantamiento de las específicas prohibiciones, sino en el derecho de los trabajadores a
colocar el contrato de trabajo en una fase de suspensión, y de este modo limitar la
libertad del empresario, a quien se le veda contratar otros trabajadores y llevar a cabo
arbitrariamente el cierre de la empresa.
El contenido esencial del derecho de huelga consiste en la cesación del trabajo en
cualquiera de las manifestaciones o modalidades, lo que no excluye que el legislador,
pueda considerar abusivas ciertas modalidades siempre que los tipos que admita sean
bastantes por sí solos para reconocer que el derecho de huelga existe como tal y
eficaces para obtener las finalidades del derecho de huelga.
El ejercicio del derecho de huelga puede quedar sometido por la Ley a algún tipo de
formalidades, siempre que no sean arbitrarias, que tengan por objeto proteger otros
bienes e intereses constitucionalmente protegidos y que no sean tan rígidas o difíciles
de cumplir que en la práctica hagan imposible el ejercicio del derecho.
Las huelgas de solidaridad están amparadas por el derecho de huelga.
No se puede comparar el derecho de huelga, reconocido como derecho fundamental,
con el cierre patronal, que debe considerarse derecho cívico. Por tanto, los
empresarios, no pueden responder a una huelga con un cierre patronal.
El cierre o paro patronal, también conocido por su nombre inglés de lock-out, es una medida
de acción directa que consiste en la paralización total o parcial de las actividades de uno o
varios establecimientos o actividades económicas, por decisión del empresario o patrón. A
diferencia del derecho de huelga de los trabajadores, internacionalmente no hay ninguna
norma que reconozca al paro patronal como derecho. El cierre patronal puede estar dirigido
contra los trabajadores, especialmente los sindicatos, para evadir sus peticiones laborales, o
contra el Estado, con el fin de forzarlas a cambiar determinada política pública, o como
expresión de descontento contra determinado gobierno.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha definido el lock out como «el cierre total o
parcial de uno o más lugares de trabajo, o la obstaculización de la actividad normal de los
empleados, por uno o más empleadores con la intención de forzar o resistir demandas o
DERECHO CONSTITUCIONAL II
5.2. Titularidad
La Titularidad del derecho de huelga pertenece a los trabajadores, pero las facultades en que
consiste el ejercicio del derecho de huelga, en cuanto acción colectiva y concertada,
corresponden tanto a los trabajadores como a sus representantes y a las organizaciones
sindicales (STC 11/1981).
Al hablar el art. 28.2 CE de los trabajadores, se excluye de la protección del derecho de huelga
a otros tipos de personas como los pequeños empresarios, autónomos, etc.
Artículo 29 CE:
1. «Todos los españoles tendrán el derecho de petición individual y colectiva, por escrito, en la
forma y con los efectos que determine la ley.
2. Los miembros de las Fuerzas o Institutos armados o de los Cuerpos sometidos a disciplina militar
podrán ejercer este derecho sólo individualmente y con arreglo a lo dispuesto en su legislación
específica».
6.1. Concepto
El objeto del derecho de petición, podrá referirse a cualquier asunto o materia comprendidos
en el ámbito de competencias del destinatario, con independencia de que afecten
exclusivamente al peticionario o sean de interés colectivo o general.
Es característico del ejercicio del derecho de petición que la queja o sugerencia no tenga
establecido en el ordenamiento jurídico un procedimiento específico para formalizar la
reclamación y que el núcleo esencial esté constituido por una petición.
Este derecho debe ejercitarse por escrito, aunque puede utilizarse cualquier medio, incluso
electrónico, siempre que permita acreditar su autenticidad.
De conformidad con el art. 12 de la LODP, éste es susceptible de tutela judicial mediante las
vías establecidas en el art. 53.2 CE.
6.2. Tramitación
El art. 7 de la LODP señala el procedimiento para la tramitación de este derecho, que consiste
en:
Recibido el escrito de petición, la autoridad u órgano al que se dirija procederá a
comprobar si se cumplen los requisitos previstos por la Ley, previas diligencias,
comprobaciones y asesoramientos que estime pertinentes. Como resultado del
DERECHO CONSTITUCIONAL II
6.3. Titularidad
Toda persona natural o jurídica, prescindiendo de su nacionalidad, puede ejercer este derecho,
individual o colectivamente, en los términos y con los efectos establecidos en la LO 4/2001, sin
que de su ejercicio pueda derivarse perjuicio alguno para el peticionario. Sin embargo, puede
exigirse responsabilidad a quienes con ocasión del ejercicio del derecho de petición incurriesen
en delito o falta. Los miembros de las FFAA o institutos armados o Cuerpos sometidos a
disciplina militar, sólo podrán ejercer este derecho individualmente y con arreglo a lo dispuesto
en su legislación específica.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
I. El Derecho de Participación
1.1. Concepto
El art. 23.1 CE reconoce expresamente a los ciudadanos el derecho a participar en los asuntos
públicos, directamente o a través de los procesos electorales.
Este derecho de participación, sin embargo, no habilita a los ciudadanos para exigir su
participación en todos los asuntos públicos, pues, como dice el TC, se requiere un especial
llamamiento o una especial competencia, si se trata de órganos públicos, o una especial
legitimación si se trata de Entidades o sujetos de Derecho privado, que la ley puede, en tal
caso, organizar.
En cuanto al ámbito material de este derecho, se refiere a asuntos públicos, expresión que
parece aludir a la participación política, aunque no agota aquí su contenido, ya que deben
incluirse en este ámbito otras modalidades de participación social, económica, cultural, judicial
siempre que tengan carácter o relevancia pública.
1.2. Titularidad
El sujeto del derecho corresponde a los ciudadanos, término que alude de manera directa a la
persona física (STC 51/1984).
DERECHO CONSTITUCIONAL II
El derecho a acceder a los cargos públicos comprende también el derecho a permanecer en los
mismos, de otro modo este derecho quedaría vacío. Derecho a permanecer en condiciones de
igualdad. Los particulares pueden acudir al recurso de amparo en la medida en que las leyes
establezcan condiciones discriminatorias (STC 5/1983).
Ostentan la titularidad del derecho de acceso a los cargos públicos los ciudadanos, primero
como candidatos a un cargo representativo, y luego como parlamentarios, y en su caso, incluso
los Grupos Parlamentarios en que éstos se integran y que ellos mismos constituyen, en la
medida en que resulten menoscabados sus derechos (STC, entre otras, 5 y 10/1983).
La soberanía popular, como facultad de un pueblo para dotarse de instituciones y leyes propias
y para regular la convivencia a través de la participación política, puede tener diversas
manifestaciones, pero todas ellas aluden a la idea central de democracia.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
En la mayor parte de los Estados actuales se reconoce en sus ordenamientos jurídicos algunos
mecanismos de participación directa que coexisten dentro de un sistema fundamentalmente
articulado en torno a la representación política.
La participación política, en un sentido general, puede ser definida como «la acción de
intervenir en los procesos de toma de decisiones públicas», y presenta las siguientes
características:
Es una participación reglada que se produce con ocasión de un procedimiento
específico.
La participación tiene carácter puntual y no integra ni vincula al ciudadano en el órgano
o institución que esté llamado a tramitar o, en su caso, resolver definitivamente la
cuestión sometida a procedimiento.
Debe implicar también el derecho a no participar. Resulta difícilmente compatible con
el principio de libertad la imposición de lo que, en principio, son derechos básicos de
este tipo de régimen político.
El art. 6 CE proclama que los partidos políticos son instrumentos fundamentales para la
participación política, sin encontrar en el resto del articulado una mención tan rotunda a favor
de cualquiera de las instituciones de democracia directa.
En igual sentido, el art. 66 CE afirma que «las Cortes Generales representan al pueblo
español…» y es en una de sus cámaras, el Congreso de diputados, dónde se inviste al
Presidente del Gobierno, que debe gozar de la confianza de la mayoría absoluta de sus
miembros. El parlamento es, pues, la institución representativa por excelencia, en sus ámbitos
territoriales correspondientes, Cortes Generales y Parlamentos autonómicos.
Todos ellos son instituciones representativas. Lo mismo cabe decir de los Ayuntamientos, de las
Diputaciones provinciales y Cabildos.
Para definir aún más el tipo de mandato de los representantes, la CE, en su art. 67.2 establece
que los miembros de las Cortes Generales no están ligados por el mandato imperativo. Ello
implica que los representantes no pueden recibir instrucciones en el desenvolvimiento de su
función.
Por otro lado, el sistema representativo debe reunir determinados caracteres para que pueda
imbricarse en un sistema democrático:
Un sistema democrático para la elección de los representantes, de manera que la
participación del pueblo en dicha elección pueda entenderse como una manifestación
libre de la voluntad del titular de la soberanía, sufragio universal, libre, igual, directo y
secreto, condiciones imprescindibles para garantizar la libertad de elección.
Un sistema de control eficaz de la actuación de los representantes tanto en los
aspectos estrictamente jurídicos como en el plano de la exigencia de responsabilidad
política, que sólo puede garantizarse a través de la reversibilidad de la opción tomada
en cada caso, es decir, a través de las elecciones periódicas. En cuanto a la renovación
del mandato, la CE establece que tanto el Congreso de los Diputados como el Senado
se renovarán cada 4 años, salvo que sean disueltas, facultad que se atribuye al
Presidente del Gobierno o se produce automáticamente cuando el Congreso de
Diputados no logra investir a un candidato como Presidente del Gobierno. En similares
términos se pronuncian los Estatutos de Autonomía y las normas electorales de las
DERECHO CONSTITUCIONAL II
diferentes CCAA.
Algunos institutos de democracia directa coexisten con el sistema representativo que acoge la
CE. La CE, los Estatutos de Autonomía y otras leyes de desarrollo han reconocido la
participación directa en tres ámbitos: ámbito nacional, el ámbito regional y el ámbito
municipal.
2.1.1. El referéndum
En todos los casos, el referéndum se celebra por sufragio universal, igual, directo, libre y
secreto.
a) El referéndum consultivo
Recogido en el art. 92 CE, conforme al cual las decisiones políticas de especial trascendencia
podrán ser sometidas a referéndum consultivo de todos los ciudadanos. Es convocado por el
Rey a propuesta del Presidente del Gobierno, previa autorización del Congreso de los
Diputados adoptada por mayoría absoluta.
En cuanto al contenido de la pregunta, la CE señala que ésta versará sobre decisiones políticas
de especial trascendencia. En principio pues, queda excluida la posibilidad de someter al
pueblo a un texto legislativo.
Es un instrumento político del Gobierno, asistido por la mayoría absoluta del Congreso, que
previsiblemente sólo se utilizará cuando existan fundadas garantías de lograr un resultado
afirmativo. Por último, afirmar que el resultado de la consulta será vinculante para el Gobierno,
dada la tesis de atribución de soberanía del pueblo en el art. 1.2 CE.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Conforme el art. 168.3 CE, aprobada una reforma constitucional por el procedimiento
agravado, será sometida a referéndum para su ratificación. Esta consulta tiene, pues, carácter
necesario y vinculante. La aprobación del proyecto de reforma por el sistema agravado y la
necesidad de celebrar el referéndum debe ser comunicada por las Cortes Generales al
Presidente del Gobierno, que queda obligado a tramitar dicha convocatoria dentro del plazo de
30 días y a su celebración dentro de los 60 días siguientes.
Según art. 167.3 CE respecto de este procedimiento de reforma ordinario, aprobada la reforma
por las Cortes Generales, será sometida a referéndum cuando así lo soliciten, dentro de los 15
días siguientes a dicha aprobación, al menos una décima parte de los miembros de cualquiera
de las cámaras. Se trata pues de un referéndum facultativo para los parlamentarios.
Reconocida en el art. 87.3 CE que se remite a una LO para la regulación de esta institución.
Como resultado fue aprobada la LO 3/1984, de 26 de marzo reguladora de la iniciativa
legislativa popular.
La desconfianza del legislador hacia este tipo de institutos de democracia directa se hace
patente incluso en la Exposición de motivos.
Pueden ejercer la iniciativa legislativa popular los ciudadanos españoles mayores de edad que
se encuentren incluidos en el censo electoral.
a) Materias excluidas
DERECHO CONSTITUCIONAL II
b) Requisitos
En cuanto a los requisitos, la LO exige que la iniciativa legislativa popular se ejerza mediante la
presentación de una proposición de ley (art. 3 LO):
Consistente en un texto articulado de carácter normativo precedido de una exposición
de motivos.
La relación de miembros que componen la Comisión Promotora de la iniciativa, con
expresión de los datos personales de todos ellos.
Que dicha propuesta sea avalada, al menos, por 500.000 electores cuyas firmas hayan
sido autentificadas en la forma que la misma ley establece.
c) Tramitación
Una vez que la Mesa del Congreso comunica a los promotores que su proposición de ley ha
sido admitida, comienza el proceso de recogida de firmas, para la cual la LO habilita el plazo de
6 meses a contar desde dicha comunicación.
Este plazo puede ser prorrogado por la Mesa del Congreso cuando concurran circunstancias de
fuerza mayor que hayan impedido completar el proceso.
El parlamento no queda vinculado por el texto presentado por los ciudadanos, de ello, y de la
dificultad de lograr tal cantidad de firmas, cabe deducir la escasa virtualidad de la iniciativa
legislativa popular tal y como ha sido regulada en nuestro ordenamiento jurídico.
El Congreso ha tumbado las 63 ILP desde que en 1985 se presentara la primera. La única
excepción (si acaso parcial) se produjo con la iniciativa de 1997 de proposición de ley sobre
reclamación de deudas comunitarias, ya que parte de la propuesta fue «subsumida» en la
reforma de ley de propiedad horizontal de 1999.
Junto a la firma del elector se indicará su nombre y apellidos, número del documento nacional
DERECHO CONSTITUCIONAL II
La firma deberá ser autenticada por un Notario, por un Secretario Judicial o por el Secretario
municipal correspondiente al municipio en cuyo censo electoral se halle inscrito el firmante.
La autenticación deberá indicar la fecha y podrá ser colectiva, pliego por pliego. En este caso,
junto a la fecha deberá consignarse el número de firmas contenidas en el pliego.
Previsto en el art. 151.1 CE, ha tenido una sola aplicación en España en la consulta popular
celebrada para la constitución de la CCAA Andaluza de 28/02/1980.
Este tipo de referéndum representa una excepción del procedimiento de iniciación autonómica
reconocido en el art. 143.2 CE.
Las autonomías constituidas conforme al procedimiento del art 143.2 CE pueden, transcurridos
5 años, mediante la reforma del Estatuto, ampliar sucesivamente sus competencias dentro del
marco constitucional.
Este procedimiento alternativo está contemplado en el art 151.1 CE: «No será preciso dejar
transcurrir el plazo de cinco años, a que se refiere el apartado 2 del artículo 148, cuando la
iniciativa del proceso autonómico sea acordada dentro del plazo del artículo 143.2, además de
por las Diputaciones o los órganos interinsulares correspondientes, por las tres cuartas partes
de los municipios de cada una de las provincias afectadas que representen, al menos, la
mayoría del censo electoral de cada una de ellas y dicha iniciativa sea ratificada mediante
referéndum por el voto afirmativo de la mayoría absoluta de los electores de cada provincia en
los términos que establezca una ley orgánica».
Por otro lado, La Disposición Transitoria Segunda CE, eximió de este referéndum a aquellos
territorios que, en otro tiempo, hubieran prebliscitado afirmativamente proyectos de EEAA, y
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Todavía exige la CE para los Estatutos que hubieran nacido al amparo de la vía del art. 151 que
cualquier reforma que se realice en dichos estatutos deberá ser sometida a referéndum.
En este sentido, el art. 152.2 CE dispone: «Una vez sancionados y promulgados los respectivos
Estatutos, solamente podrán ser modificados mediante los procedimientos en ellos establecidos
y con referéndum entre los electores inscritos en los censos correspondientes».
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Gran parte de los 19 EEAA (Excepto Castilla y León, Ceuta y Melilla), reconocen la iniciativa
popular en el ámbito de sus respectivas comunidades Autónomas, lo cual permite a los
ciudadanos de estos territorios presentar al Parlamente autonómico proposiciones de ley,
conforme a una ley propia del Parlamento que deberá respetar el contenido de la LO 3/1984
reguladora de la iniciativa popular.
2.3.1. Referéndum
Así, Cataluña, Valencia, Canarias y Andalucía han asumido esta competencia inicialmente.
La ley 7/1985, de 2 de abril, Reguladora de las Bases de Régimen Local, dispone que funcionan
en Concejo Abierto:
Los municipios que tradicional y voluntariamente cuenten con ese singular régimen de
gobierno administrativo.
Aquellos otros en los que, por su situación geográfica, la mejor gestión de los intereses
u otra circunstancia lo aconsejen.
3.1. Concepto
DERECHO CONSTITUCIONAL II
3.2. Elementos
Capacidad que el ordenamiento jurídico reconoce a los ciudadanos para participar, mediante
su voto, en los asuntos públicos. Tiene este derecho dos vertientes:
La del derecho de sufragio activo, capacidad para ser elector y emitir el voto.
La del derecho de sufragio pasivo, capacidad para ser candidato y poder presentar
candidatura en un proceso electoral.
Se reconoce este derecho como universal, se otorga a todos los ciudadanos sin excepción,
aunque se pueden solicitar ciertos requisitos para su ejercicio.
Reconocido en el art. 23 CE, al establecer que los ciudadanos tienen derecho a participar en
asuntos públicos, mientras que el art. 14 CE constitucionaliza la igualdad de todos los
españoles.
En consecuencia todos los procesos electorales españoles se celebran por sufragio universal de
los mayores de 18 años, que estén censados y en pleno uso de sus derechos.
Carecen de derecho de sufragio, según el art. 3.1 LO del Régimen electoral general:
Los condenados por sentencia judicial firme a la pena principal o accesoria de privación
del derecho de sufragio durante el tiempo de su cumplimiento.
Los declarados incapaces en virtud de sentencia judicial firme, siempre que la misma
declare expresamente la incapacidad para el ejercicio del derecho de sufragio.
Los internados en un hospital psiquiátrico con autorización judicial, durante el período
que dure su internamiento siempre que en la autorización el juez declare
expresamente la incapacidad para el ejercicio del derecho de sufragio.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Es el territorio en el cual los votos emitidos por los electores constituyen el fundamento para el
reparto de escaños a los candidatos de manera independiente a los votos emitidos en otras
zonas electorales. Las circunscripciones electorales pueden dividirse en dos grupos básicos:
Circunscripciones uninominales, en las cuales está en liza un solo escaño, también
llamadas distritos.
Circunscripciones plurinominales, en las que deben cubrirse dos o más escaños;
cuando la circunscripción abarca todo el territorio nacional, hablamos de colegio
nacional único.
Las opciones políticas pueden presentarse a los electores de forma distinta. Podemos distinguir
dos formas de candidatura:
Candidatura personal: en la que se incluye un solo nombre.
Candidatura en lista: puede subdividirse en:
o Listas abiertas: El elector establece el orden de sus preferencias e, incluso,
puede introducir algún nombre nuevo.
o Listas cerradas: que pueden ser:
Listas cerradas y bloqueadas, pues el orden de los candidatos es
invariable y el elector sólo puede optar a dar su apoyo o no a la lista
completa.
Listas cerradas y no bloqueadas, donde el orden es variable y el elector
puede dar el apoyo a la lista tal y como se presenta o reordenar a los
candidatos conforme a sus preferencias.
Es el instrumento que permite asignar los escaños a los distintos candidatos en razón a los
votos obtenidos por cada uno de ellos. Se distingue entre las formulas de mayoría y las
fórmulas proporcionales, admitiendo ambas variantes.
Según la fórmula de mayoría relativa, obtiene el escaño el candidato más votado, no siendo
relevante ni el número de votos recibido ni la diferencia obtenida respecto de los demás
candidatos. Está fórmula es la usada en el sistema uninominal Británico.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
En España, la fórmula de mayoría relativa se utiliza en la elección del Senado mediante listas
abiertas y con voto reducido en una unidad. En la mayor parte de las circunscripciones del
Senado se eligen 4 senadores y los electores sólo pueden señalar en las papeletas electorales a
tres.
Son aquellas en las que la distribución de escaños entre los candidatos presentados se realiza
en proporción a los votos obtenidos por cada uno de ellos.
La proporcionalidad pura se daría en aquel caso en el que se diera relación exacta entre los
votos obtenidos y los escaños asignados, inaplicable en la realidad por las desviaciones.
La proporción exacta se produce cuando todos los escaños se consiguen con el mismo número
de votos, lo cual sólo acontece cuando la circunscripción es todo el territorio nacional; en los
casos, muy frecuentes, de que el territorio nacional se divida en circunscripciones,
prácticamente todas ellas plurinominales, la proporcionalidad es tanto más exacta cuanto
mayor es la circunscripción, es decir, en las circunscripciones donde se cubren mayor número
de escaños.
Aunque existen diversas fórmulas que responden al principio proporcional, pueden citarse las
siguientes:
Fórmula proporcional de resto mayor.
Fórmula proporcional de media mayor, con dos variantes:
o El sistema D’Hondt.
o El sistema de Santa Lagüe.
La CE exige el sistema proporcional para la elección del Congreso de los Diputados aunque no
determina la fórmula concreta a aplicarse.
Ha sido la LO del Régimen electoral General la que ha establecido que el reparto de escaños se
realizará mediante la fórmula proporcional de media mayor, conforme al sistema D’Hondt.
Además, este sistema se aplica a todas las elecciones españolas, incluidas las elecciones al
Parlamento Europeo, excepto las elecciones al Senado que se efectúan mediante el sistema de
mayoría relativa reducida en una unidad. Por otro lado, la LO del Régimen Electoral General ha
establecido la denominada barrera electoral que aparta del escrutinio a todas aquellas
candidaturas que no hubieran obtenido, al menos, un determinado porcentaje de los votos
válidos emitidos.
1. La atribución de los escaños en función de los resultados del escrutinio se realiza conforme a
las siguientes reglas:
No se tienen en cuenta aquellas candidaturas que no hubieran obtenido, al menos, el
3% de los votos válidos emitidos en la circunscripción.
Se ordenan de mayor a menor, en una columna, las cifras de votos obtenidos por las
restantes candidaturas.
Se divide el número de votos obtenidos por cada candidatura por 1, 2, 3, etcétera,
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Ejemplo práctico: 480.000 votos válidos emitidos en una circunscripción que elija ocho
Diputados. Votación repartida entre seis candidaturas:
Por consiguiente: la candidatura A obtiene cuatro escaños, la candidatura B dos escaños y las
candidaturas C y D un escaño cada una.
Cuando en la relación de cocientes coincidan dos correspondientes a distintas
candidaturas, el escaño se atribuirá a la que mayor número total de votos hubiese
obtenido. Si hubiera dos candidaturas con igual número total de votos, el primer
empate se resolverá por sorteo y los sucesivos de forma alternativa.
Los escaños correspondientes a cada candidatura se adjudican a los candidatos
incluidos en ella, por el orden de colocación en que aparezcan.
2. En las circunscripciones de Ceuta y Melilla será proclamado electo el candidato que mayor
número de votos hubiese obtenido.
Si, como sucede en las elecciones al Congreso en España, las candidaturas se presentan en
listas cerradas y bloqueadas, los escaños obtenidos por cada candidatura se adjudicarán a los
candidatos incluidos en la lista por el orden en ella establecidos.
El censo electoral está constituido por los ciudadanos que tienen reconocido el derecho de
sufragio y se publica con suficiente antelación a la fecha de la celebración de cualquier proceso
electoral, abriéndose un plazo para subsanar posibles errores.
El art. 29.1 de la LO 5/1985 del Régimen Electoral General (LOREG) regula la oficina del Censo
electoral.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Es el periodo de tiempo que el ordenamiento habilita para que los partidos y los candidatos
puedan exponer a los ciudadanos sus respectivos programas electorales.
La campaña electoral en España dura 15 días, dando comienzo el día trigésimo octavo posterior
a la convocatoria y termina al las cero horas del día inmediatamente anterior a la votación.
Los poderes públicos, que en virtud de su competencia legal hayan convocado un proceso
electoral, pueden realizar durante el período electoral una campaña de carácter institucional
destinada a informar a los ciudadanos sobre la fecha de la votación, el procedimiento para
votar y los requisitos y trámite del voto por correo, sin influir, en ningún caso, en la orientación
del voto de los electores. Esta publicidad institucional se realizará en espacios gratuitos de los
medios de comunicación social de titularidad pública del ámbito territorial correspondiente al
proceso electoral de que se trate, suficientes para alcanzar los objetivos de esta campaña.
Desde la convocatoria de las elecciones y hasta la celebración de las mismas queda prohibido
cualquier acto organizado o financiado, directa o indirectamente, por los poderes públicos que
contenga alusiones a las realizaciones o a los logros obtenidos, o que utilice imágenes o
expresiones coincidentes o similares a las utilizadas en sus propias campañas por alguna de las
entidades políticas concurrentes a las elecciones.
Asimismo, durante el mismo período queda prohibido realizar cualquier acto de inauguración
de obras o servicios públicos o proyectos de éstos, cualquiera que sea la denominación
utilizada, sin perjuicio de que dichas obras o servicios puedan entrar en funcionamiento en
dicho periodo.
Cuida de la legalidad del proceso electoral, desde su inicio a la asignación final de los escaños
en función del apoyo electoral recibido.
La Junta Electoral Central tiene su sede en Madrid, las provinciales en las capitales de
provincia, y las de zona en las localidades cabeza de los partidos judiciales.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Los ayuntamientos se integran por los Concejales y los Alcaldes. Los concejales son elegidos
por los vecinos directamente, mediante sufragio universal, igual, libre y secreto. Una vez
elegidos popularmente los concejales, se procede a la elección del Alcalde.
La CE (art. 140) permite que los Alcaldes sean elegidos por los concejales o por los vecinos,
pero la LOREG ha optado por la primera opción, determinando que pueden ser candidatos a
Alcalde todos los Concejales que hubieran encabezado sus respectivas listas electorales.
Si ninguno de los candidatos obtiene mayoría absoluta es proclamado Alcalde el Concejal que
encabece la lista más votada en ese municipio. En caso de empate se resuelve por sorteo.
En los municipios que tengan entre 100 y 250 habitantes pueden ser candidatos a Alcalde
todos los Concejales.
Una vez celebradas las elecciones locales, la Junta de Zona forma una lista con el número de
Diputados que corresponden a cada formación política que haya obtenido algún Concejal
dentro del partido judicial correspondiente.
Los Concejales de cada partido o formación política, reunidos de forma independiente, eligen,
entre ellos mismos, a quienes hayan de ocupar los puestos de Diputados Provinciales de su
partido.
La LOREG establece unas normas especiales para la elección de los miembros de los Cabildos
Insulares Canarios, determinando que en cada una de estas islas se elegirán, en urna distinta
de la destinada a la elección de los Concejales, un número determinado de Consejeros
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Será presidente del Cabildo Insular el candidato primero de la lista más votada
Los miembros de las Asambleas Legislativas de las CCAA son elegidos mediante el mismo
sistema electoral de los Ayuntamientos y del Congreso de los Diputados y, también, como en
las demás elecciones, por sufragio universal, directo, libre, secreto, e igual de la población de
cada CCAA. Hay 17 CCAA más las CCAA de Ceuta y Melilla. Las Asambleas legislativas de las
CCAA designan también un número determinado de Senadores.
La CE ha establecido fórmulas distintas para la elección de cada una de las Cámaras que
componen las Cortes.
La elección del Congreso de los Diputados sigue la regla del sistema proporcional, media
mayor, variante de D’Hondt.
Se establece una representación mínima de cada circunscripción, que la ley ha fijado en dos
Diputados. Las candidaturas se presentan en listas cerradas y bloqueadas con el mismo
número de candidatos que escaños se elijan en cada provincia, más algunos suplentes.
Se establece la barrera electoral del 3% de los votos emitidos válidamente. Conforme al art. 68
CE, el congreso se compondrá de un mínimo de 300 y un máximo de 400 Diputados. La LOREG
ha fijado el número de Diputados en 350 distribuidos como sigue:
A cada provincia le corresponden un mínimo inicial de dos Diputados y a Ceuta y
Melilla, uno respectivamente, en total 102 Diputados.
Los 248 restantes se distribuyen entre las provincias en proporción a su población
conforme al siguiente procedimiento:
o Se divide la cifra total de población de derecho por 248, el cociente de esta
división es la cuota de reparto.
o Se adjudicarán a cada provincia tantos Diputados como resulten, en números
enteros, de dividir la población de derecho provincial por la cuota de reparto.
o Los Diputados restantes se distribuyen asignados uno a cada una de las
provincias cuyo cociente, obtenido conforme se ha descrito, tenga una fracción
decimal mayor.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
4.5.2. Senado
El art. 69.2 CE establece que se elegirán 4 Senadores por provincia, salvo las islas, Ceuta y
Melilla.
En las provincias insulares, cada isla que posea Cabildo o Consejo insular propio constituye una
circunscripción a efectos de elección de Senadores, y se eligen:
Tres senadores en cada una de las islas Mayores (Mallorca, Gran Canaria y Tenerife).
Un Senador en cada una de las siguientes circunscripciones: Ibiza, Formentera,
Menorca, Fuerteventura, Gomera-Hierro, Lanzarote y la Palma.
Ceuta y Melilla dos senadores cada una.
Cada CCAA designa, además, un senador y, además, otro por cada millón de habitantes
de su territorio. La designación de estos senadores se realiza por la Asamblea
legislativa con respeto al criterio de representación proporcional.
Tienen derecho de sufragio activo en las elecciones al Parlamento Europeo (art. 210 LOREG):
Los españoles y las personas residentes en España que, sin haber adquirido la
nacionalidad española:
o Tengan la condición de ciudadanos de la Unión Europea.
o Reúnan los mismos requisitos que la Ley pide para ser elector a los españoles y
gocen del derecho de sufragio activo en los estados miembros de origen.
o Para que un ciudadano no español, de la UE pueda ejercer el derecho de voto
en España, deberá haber optado previamente en tal sentido.
La LOREG regula lo relativo a sufragio pasivo para las elecciones al Parlamento
Europeo, estableciendo que, además de los españoles, son elegibles:
o Todas las personas residentes en España que, sin haber adquirido la
nacionalidad española, tengan la condición de ciudadanos de la UE.
o Reúnan los requisitos para ser elegibles exigidos en esta ley para los españoles
y sean titulares del derecho de sufragio pasivo en el Estado miembro de
origen.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Tema XIX. Derechos y deberes de los ciudadanos. Principios rectores de la política social y
económica
Recibe la denominación «de los derechos y deberes de los ciudadanos», y comprende del
artículo 30 al art. 38, ambos inclusive. Los preceptos de esta sección 2ª no están dotados de las
máximas garantías que sí otorga el ordenamiento constitucional a los derechos de la sección
1ª.
Debe aceptarse que los derechos contenidos son considerados por el legislador menos
relevantes en orden a su protección.
Sin embargo, ciertos autores ya han considerado que las distintas garantías que se otorguen a
los diferentes derechos constitucionales no modifican su naturaleza, y, por tanto, unos y otros
son derechos fundamentales.
Artículo 30 CE:
1. «Los españoles tienen el derecho y el deber de defender a España.
2. La ley fijará las obligaciones militares de los españoles y regulará, con las debidas garantías, la
objeción de conciencia, así como las demás causas de exención del servicio militar obligatorio,
pudiendo imponer, en su caso, una prestación social sustitutoria.
3. Podrá establecerse un servicio civil para el cumplimiento de fines de interés general.
4. Mediante ley podrán regularse los deberes de los ciudadanos en los casos de grave riesgo,
catástrofe o calamidad pública».
Hoy, desaparecido el Servicio militar obligatorio, gran parte de los problemas jurídicos que
presentaba este precepto han decaído en su interés.
Artículo 31 CE:
1. «Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad
económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y
progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance confiscatorio.
2. El gasto público realizará una asignación equitativa de los recursos públicos, y su programación
y ejecución responderán a los criterios de eficiencia y economía.
3. Sólo podrán establecerse prestaciones personales o patrimoniales de carácter público con
arreglo a la ley».
El art. 31.1 CE consagra el deber de todos de contribuir al sostenimiento de los gastos públicos.
La CE establece los principios que deben regir este deber y que son:
El principio de capacidad económica.
El principio de igualdad del sistema tributario.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
El reconocimiento del deber de contribuir a los gastos públicos faculta a los poderes públicos a
establecer tributos, y a los ciudadanos a ser sujetos pasivos de los mismos. El mandato
constitucional vincula tanto a los poderes públicos como a los ciudadanos e incide en la
naturaleza misma de la relación tributaria (STC 76/1990).
El apartado 31.2, asigna a los poderes públicos la obligación y responsabilidad de realizar una
asignación equitativa de los recursos públicos conforme a criterios de eficiencia y economía.
El apartado 31.3 consagra la reserva de ley para la regulación de cualquier prestación personal
o patrimonial de carácter público.
Materia regulada principalmente en la Ley 230/1963 General Tributaria (sustituida por la nueva
ley 58/2003 LGT de 17 de Diciembre de 2003). Establece en su Titulo preliminar, los principios
generales para la consecución de los objetivos del art. 31 CE:
La ordenación del sistema tributario en función de la capacidad económica de las
personas obligadas a satisfacer los tributos y en los principios de justicia, generalidad,
igualdad, progresividad, equitativa distributiva de la carga tributaria y no
confiscatoriedad.
La aplicación del sistema tributario de conformidad con los principios de
proporcionalidad, eficacia y limitación de costes indirectos derivados de cumplimiento
de obligaciones formales, asegurando el respeto de los derechos y garantías de los
obligados tributarios.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Artículo 35 CE:
1. «Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de
profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para
satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse
discriminación por razón de sexo.
2. La ley regulará un estatuto de los trabajadores».
DERECHO CONSTITUCIONAL II
En el aspecto colectivo viene regulado en el art. 40.1 CE e implica un mandato a los poderes
públicos para que lleven a cabo una política de pleno empleo (STC 22/1981).
La fijación de la edad máxima de trabajo puede ser compatible con la CE aunque suponga una
limitación de derecho, siempre que cumpla con objetivos y fines constitucionales. La jubilación
forzosa, sin embargo, es un sacrificio personal en algunos supuestos que debe tener una
compensación, ya que resulta necesario no sólo cumplir fines constitucionales como antes
dijimos, sino también que las limitaciones del derecho individual no sean desproporcionadas ni
arbitrarias (STC 22/1981). El TC ha confirmado que el derecho al trabajo no comprende el
derecho del particular a continuar en el ejercicio de una función pública hasta una
determinada edad, ni hacerlo indefinidamente (STC 108/1986).
Artículo 32 CE:
1. «El hombre y la mujer tienen derecho a contraer matrimonio con plena igualdad jurídica.
2. La ley regulará las formas de matrimonio, la edad y capacidad para contraerlo, los derechos y
deberes de los cónyuges, las causas de separación y disolución y sus efectos».
El matrimonio se conforma como un derecho individual, en la sección 2ª, del Capítulo II, del
Título I, mientras que la familia se encuentra regulada en el art. 39, dedicado a los principios
rectores de la política social y económica, dentro de lo que podríamos denominar un grupo de
preceptos que recogen, entre otros aspectos, las obligaciones del Estado respecto a
instituciones o sectores especialmente protegibles. Los textos internacionales de protección de
derechos han reconocido ambas instituciones, frecuentemente con un doble carácter: como
reconocimiento de un ámbito de libertad en el caso del matrimonio y como obligación de
asistencia y protección en el caso de la familia. De lo establecido en el art. 32 CE y en los arts.
42 a 107 del CC puede extraerse los caracteres del matrimonio como figura jurídica:
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Esta se ha producido asimismo en Holanda y Bélgica, y algunas CCAA han regulado las uniones
de hecho, como Cataluña, Aragón, Navarra, Comunidad Valenciana, Madrid, Baleares,
Andalucía, Canarias y Extremadura.
b) Acuerdo de voluntades
c) Monogamia
La ley civil (art. 68 CC) recoge la fidelidad conyugal, siendo el supuesto contrario una de las
causas legales de separación conyugal (art. 81 CC).
Este mandato constitucional debe ser respetado, en todo caso, por la ley, de manera que sea
efectivamente igual su posición en el ejercicio de derechos y deberes inherentes a esta
institución (STC 45/1989).
El art. 32.2 estableció, tras viva polémica en sede constituyente, que la ley debía regular, entre
otros aspectos, las causas de separación y disolución del matrimonio.
La Ley 30/1981, de 7 de julio, por la que se modifica la regulación del matrimonio en el Código
Civil y se determina el procedimiento a seguir en las causas de nulidad, separación y divorcio,
adoptó las normas civiles al art. 32.2 de la CE, y la más reciente Ley 15/2005, por la que se
modifican el CC y la LEC en materia de separación y divorcio, ha introducido modificaciones en
aquella regulación.
Según el art. 81 CE, se decretará judicialmente la separación, cualquiera que sea la forma de
celebración del matrimonio:
A petición de ambos cónyuges o de uno con el consentimiento del otro, una vez
transcurridos tres meses desde la celebración del matrimonio. A la demanda se
acompañará una propuesta de convenio regulador redactada conforme al artículo 90
de este Código.
A petición de uno solo de los cónyuges, una vez transcurridos tres meses desde la
celebración del matrimonio. No será preciso el transcurso de este plazo para la
interposición de la demanda cuando se acredite la existencia de un riesgo para la vida,
la integridad física, la libertad, la integridad moral o libertad e indemnidad sexual del
DERECHO CONSTITUCIONAL II
A la demanda se acompañará propuesta fundada de las medidas que hayan de regular los
efectos derivados de la separación.
Artículo 33 CE:
1. «Se reconoce el derecho a la propiedad privada y a la herencia.
2. La función social de estos derechos delimitará su contenido, de acuerdo con las leyes.
3. Nadie podrá ser privado de sus bienes y derechos sino por causa justificada de utilidad pública o
interés social, mediante la correspondiente indemnización y de conformidad con lo dispuesto
por las leyes».
Los arts. 657 y SS del CC establecen que «los derechos a la sucesión de una persona se
transmiten desde el momento de su muerte»; art. 658: «la sucesión se difiere por la voluntad
del hombre manifestada en testamento, y a falta de este, por disposición de ley. La primera se
llama testamentaria y la segunda legítima. Podrá también deferirse en una parte por voluntad
del hombre y en otra por disposición de la ley».
La propiedad regulada en la CE, tiene una doble vertiente, institucional e individual, es decir,
como derecho subjetivo, modulado, sin embargo, por las previsiones del apartado 2 y 3 del
propio art. 33 CE; y como institución que puede, en determinados casos y conforme a garantías
precisas, estar al servicio de fines y bienes constitucionales (STC 111/1983).
La titularidad del derecho corresponde tanto a las personas físicas como a las personas
jurídicas y en los términos del art. 13.1 CE, puede corresponder también a las personas físicas y
jurídicas que no sean de nacionalidad española. El apartado 2 del art. 33 CE incorpora la
posibilidad de establecer límites al derecho de propiedad, al determinar que el contenido se
modulará en razón de la función social, modificando así el contenido literal de este derecho
que prevalecía frente a otros derechos y libertades, haciéndolo más acorde con los principios
del Estado social y democrático del Derecho actual. El apartado 3 del art. 33 CE, garantiza que
nadie será privado de sus bienes salvo en los casos y con las garantías siguientes:
Por causa justificada de utilidad pública o interés social.
Mediante la correspondiente indemnización.
De conformidad con lo dispuesto en las leyes.
La expropiación forzosa se concibe en los orígenes del Estado liberal como un último límite al
sagrado e inviolable derecho de propiedad privada y referido casi en exclusiva a expropiaciones
para la construcción de obras públicas. En el estado actual ya no es un límite al derecho de
propiedad sino un instrumento positivo puesto a disposición del poder público para el
cumplimiento de los fines que tiene encomendados en orden a la consecución del equilibrio
económico, de la justicia social y del desarrollo equilibrado de la sociedad (STC 166/1986).
La ley de 16 diciembre de 1951, de Expropiación forzosa (modificada por la ley 38/1999 y por la
ley 14/2000), establece, en su art. 1.1 que se entenderá por expropiación forzosa por causa de
DERECHO CONSTITUCIONAL II
utilidad pública o interés social cualquier forma de privación singular de la propiedad privada o
de derechos o intereses patrimoniales legítimos, cualesquiera que fueren las personas o
entidades a que pertenezca, acordada imperativamente.
V. El Derecho de Fundación
Artículo 34 CE:
1. «Se reconoce el derecho de fundación para fines de interés general, con arreglo a la ley.
2. Regirá también para las fundaciones lo dispuesto en los apartados 2 y 4 del artículo 22».
La fundación es una persona jurídica, constituida sin fin de lucro, que, por voluntad de sus
creadores, tiene afectado de modo duradero su patrimonio a la realización de fines de interés
general. La fundación nace como un acto de disposición de bienes que realiza el fundador,
quien los vincula a un fin por él determinado y establece las reglas por las que han de ser
administrados al objeto de que sirvan para la consecución de fines de interés general. El art. 34
CE, que reconoce el derecho a la fundación, se encuentra inmediatamente después del que
regula la propiedad privada, manifestándose el vínculo entre uno y otro, ya que el derecho de
fundación expresa una facultad del derecho de propiedad como es el de la libre disposición de
lo propio. Las fundaciones se rigen por la voluntad del fundador y por sus Estatutos y, en todo
caso por la ley (STC 49/1988).
Es requisito ineludible para constituir una fundación que los fines de la fundación sean de
interés general. En este sentido, la Ley 50/2002, de 26 diciembre, de fundaciones, confirma
esta necesidad e incorpora un elenco de posibles fines, entre otros (art. 3.1):
Los de defensa de los derechos humanos.
Se las víctimas del terrorismo y actos violentos.
Asistencia social e inclusión social.
Cívicos, educativos, culturales, científicos, deportivos, sanitarios, laborales.
De fortalecimiento institucional.
De cooperación para el desarrollo.
De promoción del voluntariado.
De promoción de la acción social.
De defensa del medio ambiente.
De fomento de la economía social.
De promoción y atención a las personas en riesgo de exclusión por razones físicas,
sociales o culturales.
De promoción de los valores constitucionales y defensa de los principios democráticos,
de fomento de la tolerancia, de desarrollo de la sociedad de la información, o de
investigación científica y desarrollo tecnológico.
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Artículo 38 CE:
«Se reconoce la libertad de empresa en el marco de la economía de mercado. Los poderes públicos
garantizan y protegen su ejercicio y la defensa de la productividad, de acuerdo con las exigencias de la
economía general y, en su caso, de la planificación».
El art. 128 CE, reconoce la iniciativa pública en la actividad económica. Habilita este precepto a
la ley para que se reserve, en su caso, al sector público recursos y servicios esenciales y que
pueda acordarse la intervención de empresas si lo exige el interés general.
Artículo 36 CE:
«La ley regulará las peculiaridades propias del régimen jurídico de los Colegios Profesionales y el ejercicio
de las profesiones tituladas. La estructura interna y el funcionamiento de los Colegios deberán ser
democráticos».
DERECHO CONSTITUCIONAL II
Según el art. 3.2 de la Ley 2/1974 sobre Colegios Profesionales, «será requisito indispensable
para el ejercicio de las profesiones hallarse incorporado al Colegio Profesional correspondiente
cuando así lo establezca una Ley estatal. La cuota de inscripción o colegiación no podrá superar
en ningún caso los costes asociados a la tramitación de la inscripción. Los Colegios dispondrán
los medios necesarios para que los solicitantes puedan tramitar su colegiación por vía
telemática, de acuerdo con lo previsto en el artículo 10 de esta Ley».
Reconocidos y regulados en el Capítulo III, del Título I (art. 39 a 52 CE), se ha señalado que su
característica principal es la de no ser directamente exigibles ante los Tribunales de Justicia sino
de conformidad con las normas que los desarrollen.
Así, estos principios dependen para su efectivo ejercicio o realización, de la acción de los
poderes públicos y, en consecuencia, de los programas de política económica y social que los
gobernantes lleven a cabo.
Como es conocido, el Estado Social articuló una intervención económica sistemática que
sustituyó progresivamente a las estructuras liberales.
El Capítulo III de la CE incorpora las obligaciones del Estado respecto de sectores de población y
de ámbitos precisados de apoyo, tutela y promoción.
Las obligaciones del Estado que se regulan, tienden a la consecución de una serie de objetivos,
que podríamos sintetizar en:
La consecución de un nivel de calidad mínima para toda la población.
La lucha por la igualdad real y efectiva.
La protección de sectores de población que se encuentran en situación de inferioridad.
La protección de los recursos naturales y la organización de los servicios para lograr la
mayor efectividad de los mismos.
El Capítulo III no tiene sólo valor declarativo o programático, posee valor jurídico indiscutible,
aunque su articulación dentro del ordenamiento jurídico debe realizarse en función de la
estructura de cada uno de los preceptos contenidos en este capítulo (ya que unos son
principios, otros son obligaciones directas para el legislador y otros, como ya se mencionó, son
verdaderos derechos).
Nos encontramos ante preceptos cuya eficacia no es inmediata, sino mediata a través de la Ley
que los desarrolle, aunque de los mismos parece derivarse la obligación de los poderes
públicos de acometer su desarrollo legal, ya que, en caso contrario, se anularía su eficacia
DERECHO CONSTITUCIONAL II
jurídica. Parece pues, que los preceptos contenidos en los artículos 39 a 52, no reconocen al
sujeto una esfera de autonomía o libertad que le permita demandar a los poderes públicos su
abstención, en alguno de los casos, o una prestación concreta en otros.
Pero, por ser la Constitución toda ella normativa y de aplicación directa, se puede considerar
que los preceptos contenidos en este capítulo III, pueden alegarse, si no como derechos
directamente exigibles, sí como principios y como obligaciones de los poderes públicos que han
podido, en determinados casos, ser exigidos, incluyendo incluso las obligaciones de desarrollo
de los preceptos.
El Capítulo III (arts. 39 a 52 CE) tiene un contenido heterogéneo, sobre el que proponemos la
siguiente clasificación:
El derecho al disfrute del medio ambiente, el fomento del deporte y la utilización del ocio, la
conservación del patrimonio artístico, el derecho a la vivienda digna y la utilización equilibrada
del suelo público.
Integran este apartado, la obligación de los poderes públicos de mantener un régimen público
de Seguridad Social y la protección del derecho a la salud.