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Adolescencias

La noción de adolescencia es una creación cultural, no existe en todas las sociedades actuales, no siempre
existió en la nuestra, y ha sido caracterizada de distintas maneras en cada época y cada cultura.

En nuestra sociedad, la adolescencia puede definirse cómo un período de transición entre la vida infantil,
la niñez, y la vida adulta. Es una etapa durante la cuál, quién la atraviesa, sufre importantes cambios en su vida,
cambios a nivel biológicos (en su cuerpo), a nivel psicológico y a nivel social, todos estos íntimamente
relacionados los unos con los otros.
En sociedades como las nuestras, la adquisición y dominio de las capacidades y modos de
comportamiento de un adulto se dan de manera significativamente retrasada respecto de la posibilidad biológica
de reproducción.
Durante la adolescencia se elaboran el proyecto de vida y la identidad de cada persona como individuo
adulto inserto en una sociedad determinada.

Duelos de la adolescencia:
La adolescencia es una etapa que implica diferentes situaciones de cambios, crisis, problemas,
desorganizaciones, inseguridades. Todo esto lleva a la búsqueda, o bien construcción, de una identidad propia,
nueva, distinta a la que se tenía cuando niño. La psicología relaciona este proceso de construcción de la identidad
con la elaboración de tres duelos:
 Duelo por el cuerpo de niño: el cuerpo cambia durante la adolescencia, por momentos se lo puede sentir
ajeno, extraño, provocar inseguridad.
 Duelo por los padres de la infancia: los padres dejan de ser las figuras idealizadas que todo lo podían, se
comienzan a advertir sus debilidades y s envejecimiento.
 Duelo por el rol de niño: las conductas infantiles ya no sirven para desenvolverse en la relación con los
demás, esto obliga a buscar otras formas de ser, que tampoco es la del adulto.

La identidad:
La identidad esta conformada por aquellas cosas que uno reconoce de si mismo que lo diferencian de
manera única del resto de las personas, y que dicen de la posición que uno tiene frente al mundo.
Tiene que ver con los modos de hablar, de vestirse, de pensar, con los gustos musicales, deportivos,
ideologías, sexualidad, con las actividades que uno hace, con los lugares a los que uno concurre, con las personas
con quien uno se relaciona, y con el modo en que uno se relaciona.

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La construcción de la identidad no es un proceso que comienza en la adolescencia y que termina cuando
ésta finaliza. Lejos de eso, es un proceso que se inicia en la temprana infancia y durante la adolescencia se retoma
la identidad construida hasta ese momento y se la reelabora, se la modifica, se la reconstruye. Pero la identidad no
es algo fijo, inmutable, sino que puede modificarse a lo largo de toda la vida, especialmente en momentos en que
la persona atraviesa crisis vitales (de hecho, la adolescencia puede definirse como una crisis vital, otros ejemplos
de crisis vitales puede ser: mudanzas, pérdidas de seres queridos, situaciones traumáticas).

La identificación:
Para la psicología en la base de la construcción de la identidad se encuentra la denominada
“identificación”. La identificación es el proceso por el cual una persona asimila un aspecto de otra, y se
transforma total o parcialmente sobre el modelo de esta.
Como dijimos, la identidad se empieza a construir desde la primera infancia, y también dijimos que esta
construcción se basa en la identificación, por ende desde la primera infancia ya hay identificaciones. Los primeros
modelos a los cuáles un niño se identifica son sus padres, o aquellos adultos que cumplan tales roles. Durante la
adolescencia aparecen nuevos modelos de identificaciones: amigos, parejas, deportistas, músicos, artistas,
personajes históricos, ideologías, etc.

Representaciones sociales sobre la adolescencia

A continuación, algunas representaciones sociales sobre la adolescencia:


Juventud dorada: conjunto de ideas, creencias, según las cuales los adolescentes son todos felices y afortunados
simplemente por el hecho de ser jóvenes y de estar viviendo “la mejor etapa de la vida”, sin preocupaciones ni
problemas.
Juventud gris: conjunto de ideas, creencias, según las cuales los adolescentes con peligrosos, descontrolados,
violentos, vagos, etc.

Otras representaciones sociales:


Homogeneización: idea de que los adolescentes son todos iguales, y que por tanto no hay diferencias
significativas entre ellos, “todos piensan lo mismo, todos quieren los mismo, todos son lo mismo”.
Juvenilización de la sociedad: idealización de la adolescencia como la mejor etapa de la vida, ya que tiene, se
supone, lo mejor de la adultez, el desarrollo corporal-sexual, y lo mejor de la infancia, la ausencia de
responsabilidades.

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Viernes, 27 de septiembre de 2013

“El fin de la ingenuidad”


Por Luis Kancyper

La adolescencia es “el momento más importante y más dramático de la vida; representa un momento
trágico: el fin de la ingenuidad”, escribió Balthasar Klossowski. La adolescencia representa un momento trágico
en el ciclo vital humano, porque en esta etapa se requiere sacrificar la ingenuidad inherente a la inocencia de la
sexualidad infantil y a las identificaciones alienantes e impuestas al niño por los otros. En esta fase del desarrollo,
esas identificaciones deberían ser develadas y procesadas, para que el adolescente reordene lo heredado y genere
un proyecto propio. Este proyecto estructurará y orientará su identidad, en tanto sea asumido por él con
responsabilidad.

[…] Como escribió Françoise Dolto (Palabras para adolescentes): “No hay adolescentes sin problemas,
sin sufrimientos, éste es quizás el período más doloroso de la vida. Pero es, simultáneamente, el período de las
alegrías más intensas, pleno de fuerza, de promesas de vida, de expansión”. Judith Kononovich de Kancyper (en
su trabajo “¿Dios va al colegio? Acerca de la elaboración de los duelos en la infancia”) agregó que “es en las
manifestaciones de esta ineludible crisis de sentido donde se sostiene la posibilidad de resistencia del adolescente
y el germen de la alternativa para pensarse distinto”.

El adolescente cuenta con nuevas herramientas para reflexionar sobre los enigmas e impresiones del
pasado; pero adolece también de períodos de turbulencia. En esta fase ruidosa del desarrollo, tanto el adolescente
como sus padres y hermanos deben tropezar con escándalos, ineluctables y variados. La etimología del término
“escándalo” (del griego skándalon) remite al obstáculo, el bloque que se interpone en el camino; de ahí que se
refiera al acto que provoca indignación y sobresalto; es la idea de algo colocado expresamente para que los demás
tropiecen y pierdan el equilibrio en sus ideas o convicciones.

En rigor, la falta de escándalos opera como un indicador clínico de problemas de salud mental, emocional,
de la adolescencia; esa ausencia señala la inhibición de la confrontación generacional y fraterna. Esta
confrontación es un acto ineludible para procesar el cambio psíquico, y conlleva atravesar momentos angustiosos,
de caos. El caos es una fuente inagotable de creatividad, y desde el caos emerge el orden. A menudo calificamos
negativamente el caos en la adolescencia, contraponiéndolo al orden e identificándolo con la violencia. Pero el
caos no es desorden. Mientras que el caos está en el principio de toda creación, el desorden, en su grado máximo,
está en el final.

El adolescente confronta al adulto con una nueva mirada, que desnuda al adulto y le hace advertir los
absurdos a los que se había acostumbrado. El adolescente se afana por descorrer los velos que tapizaron la verdad
del pasado del mundo de los adultos, que intenta corregir. El adulto, por su parte, evita mirarse en el espejo del
adolescente, porque reflejarse en él implicaría deponer el ejercicio de su poder intergeneracional. El acto de la
confrontación enfrenta al adulto con su propia vergüenza, culpa y cobardía; con su propio fracaso ante el
incumplimiento de los ideales e ilusiones del adolescente que fue una vez; lo fuerza a una revisión cuestionadora
del sentimiento de su propia dignidad.

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