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LA ATENCIÓN COMO CONSTRUCTO PSICOLOGICO

Como ocurre con el concepto de percepción, se encuentran definiciones muy diversas para la
atención. Genéricamente se puede definir como la capacidad de atender, de concentrarse, de
mantener la alerta o de tomar consciencia selectivamente de un estímulo relevante, una situación,
etc. Esta definición, aunque muy sencilla, se podría enmarcar en el paradigma de la psicología
cognitiva pero, la atención históricamente ha tenido distintos significados: desde el estructuralismo
se entendía como un estado de la consciencia, y desde el funcionalismo se concebía como una
función activa del individuo cuyo propósito es la adaptación al medio. Como veremos más
adelante, a la atención se le puede otorgar la función de filtrar la información que debemos
procesar, para evitar que el sistema cognitivo se sature o se desborde su capacidad limitada.
Recordemos que el procesamiento automático consume pocos recursos atencionales, mientras
que los procesos controlados sí consumen recursos atencionales, así, la función de filtro permitiría
conceder la relevancia adecuada. Pero la atención también puede entenderse como un mecanismo
con funciones de regulación y control de otros procesos cognitivos: es un mecanismo íntimamente
ligado a la percepción en el sentido de que solemos atender a lo que percibimos o nos interesa
percibir, y solemos percibir aquellos estímulos a los que atendemos, pero también condiciona otros
procesos como la memoria, el aprendizaje, el lenguaje, o la motivación que quedan comprometidos
cuando los mecanismos de atención fallan.

Es común destacar tres funciones de la atención: selección, vigilancia, y control, que a su


vez permiten que el procesamiento de la información sea preciso, continuado (sostenido en
el tiempo), y rápido.

Si estamos estudiando en el sofá del salón, y junto a nosotros dos familiares están mirando y
comentando las noticias de la TV, nuestro estudio será poco eficaz y probablemente tampoco
podremos seguir la conversación sobre las noticias, en cambio cuando andamos por la calle somos
capaces de repasar mentalmente los contenidos del tema que hemos estudiado (como andar
requiere poco esfuerzo atencional, podemos dirigir nuestra atención a una tarea cognitiva
compleja).

En estos momentos, la casi totalidad de los teóricos del estudio de la atención consideran a ésta
como un componente básico en cualquier teoría general del procesamiento, actuando como un
mecanismo o sistema central, en el sentido de que no forma parte del conjunto de sistemas de
procesamiento de la información, sino que actúa sobre ellos y controla o modula su funcionamiento
(García-Sevilla, 1997; Roselló, 1997, 1999; Ruiz Vargas, 1993; Rueda y Tudela, 2001; Santiago,
Tornay y Gómez, 1999; Tejero, 1999; Tudela, 1992).

Algunas de las propiedades fundamentales de este mecanismo son que:

a) Actúa a lo largo de todas las etapas y sobre los distintos sistemas de procesamiento;
b) Dicho control lo consigue mediante procesos de activación/ inhibición (Houghton y Tipper, 1994;
Fuentes, 2004; Fuentes, Vivas y Humphreys, 1999; Posner, 1982; Neill, 1977; Tipper, 1985; Tipper,
y Cranston, 1985), y
c) Dicho control es voluntario y actúa de acuerdo con unos objetivos (Carr, 1984).

Sin embargo, esta conceptualización según la cual la atención pasaría a ocupar un lugar central a
la hora de explicar el funcionamiento de la mente no siempre se ha mantenido, como trataremos de
poner de manifiesto a continuación. En los primeros años de la moderna psicología experimental,
por ejemplo, hubo un enorme interés por los fenómenos atencionales. Muchos laboratorios se
dedicaron de modo activo a investigar la atención, y temas tales como la amplitud de la atención,
las fluctuaciones de la atención sensorial, o la disposición mental (mental set) formaron parte de los
tópicos de la época. De hecho, Hothersall (1997) afirma que aproximadamente el 10 % de los
experimentos que se desarrollaron en Leipzig a finales del siglo XIX se referían a la atención, un
porcentaje muy similar a temáticas importantes en esta época como eran el sentimiento o la
asociación. Por otra parte, como todos conocemos, figuras clásicas claves de este momento fueron
especialmente las de Wundt, Titchener y Williams James.2 Wundt (1896), por ejemplo, consideró la
atención como claridad de conciencia, y ligó este concepto con el de apercepción. En concreto,
distinguió entre el alcance o campo total de la conciencia, por una parte, y el «foco» o «punto»
momentáneo por la otra. Para Wundt, sólo los procesos situados en el foco de la atención podían
ser percibidos, porque la apercepción comporta la captación o comprensión clara del contenido
consciente.

Titchener (1908), discípulo directo de Wundt y acérrimo defensor (a su manera) de su doctrina


difería en parte de su maestro al considerar que la atención no era ni una actividad ni un proceso,
sino un atributo más de las sensaciones; en concreto, el de la claridad. Pero, con independencia de
las diferencias conceptuales entre estos dos teóricos, lo que ahora nos interesa resaltar es que, si
bien el estudio de los efectos de la atención constituyó uno de los temas favoritos de la
introspección, no ocupó en ningún momento el eje central de su teoría; a pesar de la célebre frase
del propio Titchener, quien llegó a afirmar que... la doctrina de la atención es el nervio de cualquier
sistema psicológico completo, y así como la juzguen los hombres, así serán juzgados
posteriormente por el tribunal de la psicología (Titchener, 1908, p. 139).

EJEMPLOS

Atención centrada en la vida de mis hijos: el hombre dijo q no hiciera ruido, si despertaba a los
niños, los obligaría a presenciar lo que iba a hacerle, al despertar a uno de sus hijos llamo a su
madre el intruso apunto a la puerta y ella se interpuso y le suplico que la dejara ocuparse del chico,
esto la lleno de terror de un pánico enorme pensar que sus hijos sufrieran le hizo estallar un terror
a tal punto de ser una causa de borrar su memoria, para ella la atención en sus hijos y evitar que
algo les pasara evitaba el poder tener claro los detalles de quien la estaba violando.

Atención centrada en el arma: la presencia de un arma es un factor que puede influir en la


calidad de la identificación de un testigo presencial, cuando los delitos se comenten con ayuda de
un arma los testigos suelen fijar su atención en ella, resta capacidad de atención general y por
tanto disminuye la de recordar otros detalles, incluido el rostro.
La tensión que suele poner en una víctima la presencia de una arma reduce la habilidad de las
personas para evaluar y analizar los detalles ya que esta coacciona la reacción de las víctimas y te
pone siempre la atención en lo q el victimario hará con ella o hacia quien apunta.

Atención centrada en los efectos de los disfraces: el violador iba enmascarado, la máscara
pudo confundir al testigo, a muchos el que su atacante lleve disfraz le reduce el poder fijarse en
rasgos claros más allá de la máscara o atuendo q este lleve, por ende la atención centrada en la
máscara o disfraz crea una limitante enorme para los detalles de los criminales y su posterior
reconocimiento, muchos pueden dar detalles de cómo era el disfraz, antifaz o mascara pero muy
pocos sobre la forma de su rostro o color de sus ojos.

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