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EL DESPOTISMO ILUSTRADO

PERSPECTIVAS HISTORIOGRÁFICAS

Introducción y Planteamiento

En la historiografía, el despotismo ilustrado se ha venido representando


tradicionalmente como una forma de gobierno político que, a finales del siglo
XVIII, una serie de monarcas europeos llevaron a cabo. Sus principales
características serían la aplicación de los principios de la Ilustración en la acción
política por parte de unos monarcas absolutos que buscaban, paternalmente,
mejorar los niveles de bienestar y de felicidad de sus súbditos.1 En esta línea,
Domínguez Ortiz, al realizar un balance del reinado de Carlos III, uno de los
principales representantes de la corriente del despotismo ilustrado, afirmaba que:

“Carlos III no fue un revolucionario sino un reformador prudente que no quería


acelerar procesos ya en marcha. Al terminar su reinado seguía habiendo Mesta, gremios,
Inquisición, estatutos… pero todas estas instituciones habían perdido vigor, se habían
desnaturalizado, estaban al borde de la extinción […] si el reformismo carolino pecó con
frecuencia por cortedad de miras y falta de decisión, el reformismo revolucionario liberal
del siguiente siglo trajo una secuela de guerras civiles […] Carlos III no igualó en cultura
ni en dotes intelectuales y artísticas a Felipe II o Felipe IV; sin embargo, su actuación
como gobernante fue más beneficiosa para su pueblo […] Carlos III fue, en todos los
sentidos, el rey de España, el rey de todos los españoles”.2

Sin embargo, otros historiadores han planteado que este marco teórico en
el que se ha estudiado comúnmente el despotismo ilustrado presenta demasiadas
fricciones al contemplar la acción política de los llamados “reyes filósofos”. O,
dicho de otra manera, que una cosa era la retórica legitimadora que estos monarcas
manejaban y que otra su praxis política, en un contexto histórico en el que las
monarquías absolutas europeas buscaban su última supervivencia política. Por
ello, en nuestro trabajo recogemos esta contradicción y presentamos otra lectura
historiográfica del despotismo ilustrado que resulta, en nuestra opinión, más
reflexionada y sobre todo más útil para comprender los procesos históricos que se
produjeron en el Viejo Continente a finales del siglo XVIII.
De esta manera, podemos dividir en dos grandes partes nuestro trabajo:

1. La ubicación histórica del despotismo ilustrado (1740-1790), en un


contexto en el que convivían varias tendencias: unas fuerzas
monárquicas que tenían como objetivo mantener su cuota de poder
frente a nobleza y clero; una cada vez más pujante burguesía que será la
instigadora de las revoluciones liberales de finales del siglo XVII y del
siglo XVIII; y grandes masas de población que, como estado llano,

1
GIMÉNEZ, E.: “El despotismo y las reformas ilustradas”, en FLORISTÁN, A.: Historia
moderna universal. Barcelona, Ariel, 2015.
2
DOMÍNGUEZ ORTIZ, A.: Carlos III y la España de la Ilustración. Madrid, Alianza, 2016.
fueron recurrentemente empleados por los grupos poderosos como
herramienta política en sus luchas políticas.
2. El análisis de las políticas de corte económico, social, legislativo… de
los llamados “reyes ilustrados” para elaborar un modelo teórico que
pueda ajustarse más a la realidad de lo que representaron estos
monarcas para el común de los europeos en la segunda mitad del siglo
XVIII. La formulación de esta concepción del despotismo ilustrado y,
ante todo, incorporar la reflexión crítica en nuestro quehacer como
historiadores son los objetivos últimos de nuestro trabajo.

Conclusiones y reflexión final

Una vez completado nuestro trabajo, la conclusión que nos parece más
firme es que la tradicional visión del despotismo ilustrado como unos “monarcas
filósofos” que, imbuidos del espíritu de la ilustración y preocupados por la
situación de su pueblo, trataron de llevar a cabo programas prudentes reformistas
para mejorar su situación, no nos parece sostenible. La famosa expresión del
despotismo ilustrado “todo por el pueblo, pero sin el pueblo” no parece demasiado
afortunada, sobre todo la primera parte, porque consideramos que el pueblo nunca
fue el objetivo prioritario de estos monarcas absolutos.
De esta manera, a través del análisis histórico de reinados de monarcas
absolutos como Federico II de Prusia, María Teresa y José II de Austria, o
Catalina II de Rusia, nos parece más lucida la visión que plantea que el
despotismo ilustrado fue el último intento de mantener en Europa el absolutismo;
y que estos reyes trataron de capitalizar en su provecho el clima de ideas ilustradas
de la época que propugnaban mejoras para las capas más necesitadas de la
población. Teniendo en cuenta que un planteamiento en líneas generales corre el
peligro de incurrir en una excesiva generalización, dado que el reinado de cada
uno de estos déspotas tuvo unas características propias, nos parece que esta visión
que aquí planteamos la resume y define nítidamente Josep Fontana al señalar:

“Consideraremos que caen dentro del ámbito de la Ilustración los sistemas de


ideas de quienes, conscientes del estancamiento de la sociedad feudal, trataron de
reforzarla desde dentro para que pudiera seguir existiendo. Es lo que corresponde en el
terreno de la política, a lo que suele llamarse el ≪despotismo ilustrado≫, o sea, al
fracasado intento de conjugar los intereses de unos soberanos que no pretendían otra cosa
que reforzar el estado absolutista en –en los terrenos administrativo, financiero y militar–,
y unos sectores reformistas que les ayudaron en esta tarea porque creyeron,
equivocadamente, que los reyes filósofos pensaban ir más allá, transformando las
sociedades que gobernaban”.3

Otra conclusión que podemos extraer de nuestro trabajo es concebir la


historia como una actividad intelectual crítica, como un ejercicio de reflexión que
persiga una mejor comprensión de las dinámicas humanas en el tiempo. En este


3
FONTANA, J.: Historia. Análisis del pasado y proyecto social. Barcelona, Crítica, 1982.
sentido, y relación con lo señalado del despotismo ilustrado, un ejercicio que debe
llevar a cabo el historiador es la identificación de que, desde los estratos poderosos
de una sociedad, una cosa son las manifestaciones legitimadoras de sus actos; y
otra muy diferente los motivos reales que se esconden detrás de los mismos.

Bibliografía

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A. (Coord.): Historia Moderna Universal. Barcelona, Ariel, 2015, pp. 639-659.

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DOMÍNGEZ ORTIZ, A.: Las claves del despotismo ilustrado. 1715-1789.


Barcelona, Marcial Pons, 1990.
- Carlos III y la España de la Ilustración. Madrid, Alianza, 2016.

FONTANA, J.: Historia. Análisis del pasado y proyecto social. Barcelona,


Crítica, 1982.
- “Modernización y progreso: Política y Hacienda del despotismo
≪ilustrado≫”, en Haciendas Forales y Hacienda Real. Bilbao, Servicio de
Publicaciones Universidad del País Vasco, 1990, pp. 113-122.

GIMÉNEZ, E.: “El despotismo y las reformas ilustradas”, en FLORISTÁN, A.


(Coord.): Historia Moderna Universal. Barcelona, Ariel, 2015, pp. 549-560.

MESTRE, A.: “Ilustración, regalismo y jansenismo”, en FLORISTÁN, A.


(Coord.): Historia de España en la Edad Moderna. Barcelona, Ariel, 2004, pp.
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FLORISTÁN, A. (Coord.): Historia Moderna Universal. Barcelona, Ariel, 2015,
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SÁNCHEZ AGESTA, L.: El pensamiento político del despotismo ilustrado.


Sevilla, Publicaciones Universidad de Sevilla, 1979.

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