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La luz es como el agua TIEMPO ESPACIO

En Navidad los niños volvieron a pedir un BOTE de remos. NAVIDAD (25 BOTE en la ima-
-De acuerdo -dijo el papi-, lo compraremos cuando volvamos a Cartagena. de Diciembre) ginación (Niños)
Totó de nueve años, y Joel, de siete, estában más decididos de lo que sus padres
creían. CASA AMPLIA
DE CARTAGENA
-No -dijeron a coro-. Nos hace falta ahora y aquí. Primera metá-
-Para empezar -dijo la madre-, aquí no hay más aguas navegables que la que sale fora: de la Tiempo de los Espacio de los ni-
de la ducha. mamá: Aguas niños: ahora ños: aquí
Tanto ella como el esposo tenían razón. En la casa de Cartagena de lndias había navegables
un patio con un muelle sobre la bahía, y un refugio para dos yates grandes. En CASA ESTRE-
cambio aquí en Madrid vivían apretujados en el piso quinto del numero 47 del Pa- CHA DE MADRID
seo de la Castellana. Pero al final ni el ni ella pudieron negarse, porque les habían (Papás-N)
prometido un BOTE de remos con su sextante y su brújula si se ganaban el laureI Tercer año de
del tercer año de primaria, y se lo habían ganado. primaria

Así que el papi compró todo sin decirle nada a su esposa, que era la más reacia a
pagar deudas de juego. Era un precioso BOTE de aluminio con un hilo dorado en
la línea de flotación. BOTE en el ga-
-El BOTE esta en el garaje -reveló el papá en el almuerzo-. El problema es que no raje: problemas
hay cómo subirlo ni por el ascensor ni por la escalera, y en el garaje no hay mas de espacio (P)
espacio disponible.
BOTE en el
Sin embargo, la tarde del sábado siguiente los niños invitaron a sus condiscípulos Tarde del Sá- cuarto de servi-
para subir el BOTE por las escaleras, y lograron llevarlo hasta el cuarto de servicio. bado cio
-Felicitaciones -les dijo el papá. ¿Y ahora que? Cine (P)
-Ahora nada -dijeron los niños-. Lo único que queríamos era tener el BOTE en el
cuarto, y ya está.
La noche del miércoles, como todos los miércoles, los padres se fueron al cine. Casa con agua a
Los niños, dueños y señores de la casa, cerraron puertas y ventanas, y rompieron Noche del Mier- cuatro palmos (N)
la bombilla encendida de una lámpara de la sala. Un chorro de luz dorada y fresca Lo que hacen coles
como el agua empezó a salir de la bombilla rota, y lo dejaron correr hasta que el los niños es una
nivel llegó a cuatro palmos. Entonces cortaron la corriente, sacaron el BOTE, y metáfora de la
navegaron a pIacer por entre las islas de la casa. realidad del
cine. TIEMPO LITE-
Esta aventura fabulosa fue el resultado de una ligereza mía cuando participaba RARIO: engloba
en un seminario sobre la poesía de los utensilios domésticos. Totó me preguntó Segunda metá- todo el cuento y
cómo era que la luz se encendía con sólo apretar un botón, y yo no tuve el valor fora: del papá: nos mete en su
de pensarlo dos veces. la luz es como el realidad
-La luz es corno el agua -le conteste-: uno abre el grifo, y sale. agua.
Todos los miér- Se consolida el
De modo que siguieron navegando los miércoles en la noche, aprendiendo el coles a la no- Espacio de los ni-
manejo del sextante y la brújula, hasta que los padres regresaban del cine y los ¿soñaban? che ños: que apren-
encontraban dormidos corno ángeles de tierra firme. MESES DES- den a navegar en
Meses después, ansiosos de ir mas lejos, pidieron un equipo de pesca submarina. PUÉS la luz
Con todo: máscaras, aletas, tanques y escopetas de aire comprimido. Y de los padres:
-Está mal que tengan en el cuarto de servicio un BOTE de remos que no les sirve en el cine.
para nada -dijo el padre--. Pero está peor que quieran tener además equipos de
buceo.
-¿Y si nos ganamos la gardenia de oro del primer semestre? - dijo Joel.
-No -dijo la madre, asustada-. Ya no más. EI padre le reprocho su intransigencia.
-Es que estos niños no se ganan ni un clavo por cumplir con su deber -dijo ella-,
pero por un capricho son capaces de ganarse hasta la silla del maestro.
Los padres no dijeron al fin ni que sí ni que no. Pero Totó y Joel, que habían sido Julio (fin del se-
los últimos en los dos años anteriores, se ganaron en Julio las dos gardenias de mestre)
oro y el reconocimiento público del rector.
Esa misma tarde, sin que hubieran vuelto a pedirlos, encontraron en el dormitorio
los equipos de buzos en su empaque original. Dormitorio con
De modo que el miércoles siguiente, mientras los padres veían EI ultimo tango Lo que hacen agua a dos bra-
en París, llenaron el apartamento hasta la altura de dos brazas, bucearon como los niños es me- zas
tiburones mansos por debajo de los muebles y las camas, y rescataron del fondo táfora del Ultimo
de la luz las cosas que durante años se habían perdido en la oscuridad. tango: tiburo- Premiación fi-
En la premiación final los hermanos fueron aclamados como ejemplo para la es- nes/cosas perdi- nal (Agosto)
cuela, y les dieron diplomas de excelencia. Esta vez no tuvieron que pedir nada, das
porque los padres les preguntaron que querían. Ellos fueron tan razonables, que
sólo quisieron una fiesta en casa para agasajar a los compañeros de curso.
El papá, a solas con su mujer, estaba radiante.
-Es una prueba de madurez -dijo.
-Dios te oiga -dijo la madre.
El miércoles siguiente, mientras los padres veían La Batalla de Argel, la gente Miércoles a la Edificio del que
que pasó por la Castellana vio una cascada de luz que caía de un viejo edificio La batalla es im- noche sale cascada de
escondido entre los árboles. Salía por los balcones, se derramaba a raudales por portante para luz que ilumina la
la fachada, y se encauzó por la gran avenida en un torrente dorado que iluminó la GM: no solo por el an- ciudad y llega al
ciudad hasta el Guadarrama. Llamados de urgencia, los bomberos forzaron la ticolonialismo sino por Río.
puerta del quinto piso, y encontraron la casa rebosada de luz hasta el techo. El la relacion cine-literatura
(cfr art. Sobre “La pe-
sofá y los sillones forrados en piel de leopardo flotaban en la sala a distintos nive- numbra del escritor”: Casa rebosada
les, entre las botellas del bar y el piano de cola y su mantón de Manila que aleteaba “Fue también por la ilu-
sión de hacer cine que
de luz hasta el te-
a media agua como una mantarraya de oro. Los utensilios domésticos, en la ple- vine a México hace más cho
nitud de su poesía, volaban con sus propias alas por el cielo de la cocina. Los de veinte años. Aún des-
pués de haber escrito
instrumentos de la banda de guerra, que los niños usaban para bailar, flotaban al guiones que luego no re-
garete entre los peces de colores liberados de la pecera de mamá, que eran los conocía en la pantalla, se-
guía convencido de que el
únicos que flotaban vivos y felices en la vasta ciénaga iluminada. En el cuarto de cine sería la válvula de li-
baño flotaban los cepillos de dientes de todos, los preservativos de papi, los pomos beración de mis fantas-
mas. Tardé mucho tiempo
de cremas y la dentadura de repuesto de mami, y el televisor de la alcoba principal para convencerme de que
flotaba de costado, todavía encendido en el último episodio de la película de media no. Una mañana de octu-
bre de 1965 (año de La
noche prohibida para niños. batalla de Argel), cansado
AI final del corredor, flotando entre dos aguas, Totó estaba sentado en la popa del de verme y no encon-
trarme, me senté frente a
BOTE, aferrado a los remos y con la máscara puesta, buscando el faro del puerto la máquina de escribir,
hasta donde le alcanzó el aire de los tanques, y Joel flotaba en la proa buscando como todos los días, pero
esa vez no volví a levan-
todavía la altura de la estrella polar con el sextante, y flotaban por toda la casa sus tarme sino al cabo de die-
treinta y siete compañeros de clase, eternizados en el instante de hacer pipi en ciocho meses, con los ori-
ginales terminados de
la maceta de geranios, de cantar el himno de la escuela con la letra cambiada por Cien años de soledad. En
versos de burla contra el rector, de beberse a escondidas un vaso de brandy de la aquella travesía del de-
sierto comprendí que no
Eternizados en Resume el espa-
botella de papi. Pues habían abierto tantas luces al mismo tiempo que la casa se había un acto más esplén- el instante… cio Casa-Ciudad
había rebosado, y todo el cuarto año elemental de la escuela de San Julián el dido de libertad individual
que sentarme a inventar el
Hospitalario se había ahogado en el piso quinto del numero 47 del Paseo de la mundo frente a una má-
Castellana. En Madrid de España, una ciudad remota de veranos ardientes y vien- quina de escribir.”
tos helados, sin mar ni río, y cuyos aborígenes de tierra firme nunca fueron maes-
tros en la ciencia de navegar en la luz. Metáfora final:
Diciembre 1978. navegar en la luz:
BOTE:
Popa = Totó con re-
Gabriel García Márquez, Doce cuentos peregrinos, Sudamericana, Buenos Aires, 1993, págs. 209 ss. mos (anchura)
Proa = Joel con sex-
tante (altura).
Río (imagen de tras-
cendencia).
La metáfora
Ricoeur, en “La metáfora y el símbolo”, plantea la cuestión de si “el excedente de sentido ca-
racterístico de las obras literarias (en las científicas el sentido se debe tomar literalmente), es
parte de la significación, o si debe entenderse como un factor externo que no es cognosci-
tivo, sino simplemente emocional” (P. Ricoeur, Teoría de la interpretación,Siglo XXI, pág.
58).
Ricoeur utiliza la metáfora como clave sintética de lo que es el lenguaje poético. La metáfora
no es un adorno del discurso. Tiene más que un valor emotivo porque ofrece nueva informa-
ción. En síntesis, una metáfora nos dice algo nuevo sobre la realidad” (66). Las metáforas de
tensión (que mantiene la tensión entre cosas literalmente no reunibles) no son traducibles
porque “crean su sentido”.
La metáfora produce un acontecimiento. Su referencia va más allá de la letra, pero hay que
dejar de entender realidad como realidad empírica.
En la capacidad de crear y comprender metáforas vivas –cosa que se da en la acción narra-
tiva-dramática- sintonizamos con el aspecto más profundo de la realidad, su referir a otra
cosa mayor ejerciendo su acto más propio.
García Marquez crea un juego de metáforas: dentro del cuento “la luz es como el agua” da la
materia para el drama. La percepción literal de los niños de la frase poética del padre desen-
cadena el drama en el que pierden la vida heroicamente.
El drama interno se juega también entre el cine y la vida: el cine es como la vida, navegar en
la luz “segura” (domesticada) del cine vs navegar en la luz insegura de la imaginación de los
niños.
La metáfora interna –en todas sus tensiones- actúa metafóricamente con respecto a la reali-
dad. La imaginación del cuento vs la del cine (GM gusta la mayor libertad de la literatura
frente a todo lo condicionado del cine cuyo producto excede al director).
La creación literaria como metáfora de la vida, de la imaginación creadora.

“Navegar en la luz”… es una metáfora que estimula a pensar así el misterio de lo que signi-
fica “pensar”: pensar es “navegar en la luz”. Y la tarea de educar puede ser vista con ense-
ñar la ciencia de “navegar en la luz”.
La primera metáfora “la luz es como el agua” (preparada antes por la de la madre que habla
de “las aguas navegables de la ducha”) es hecha por el padre. García Marquez utiliza el re-
curso del cambio de narrador, pasando del narrador omnisciente al narrador en primera per-
sona. El autor se implica en el relato y hace entrar en juego el valor de la literatura (en su di-
ferencia con el cine, de manera particular) como creadora de realidad. Literatura y realidad
se modifican e influyen mutuamente.

Hay que aprender a navegar en la luz, si no uno se puede ahogar (o no meterse nunca en la
luz, salvo cuando se va al cine!!!, lo cual es peor).

Para navegar en la luz hacen falta el bote, la luz poética y los “utensillos” –los remos de Totó
y sus tanques de aire y el sextante de Joel-. Son imágenes poéticas del bien que se logra
con esfuerzo y de la verdad que se busca en la altura. El bote es imagen poética de la vida
como viaje (interior y exterior). La luz “poética” es imagen de nuestra imaginación creadora,
y de la trascendencia.

El cuento podría haber terminado “bien”. Que los niños en vez de morir se hubieran ido a
Cartagena navegando en la luz. Pero el viaje no es la única imagen de la vida, sino que está
en tensión con la otra, la de la guerra. La cruz está presente en la imagen de los dos niños,
uno mirando a lo lejos, en la línea horizontal, y el otro a lo alto, en la línea vertical. La tras-
cendencia –que la luz ilumine la ciudad y llegue al río, que los padres se den cuenta de que
no les enseñaron a los niños a no abrir demasiadas bocas de luz al mismo tiempo…- supone
la muerte. Los dos niños mueren distinto que los otros: mueren en actitud combativa y espe-
ranzada hasta el final. Es una imagen última y produce la catarsis, el deseo de vivir y morir
así. En esto se da la trascendencia estética.

La literatura de García Marquez es significativa, está demás decirlo. Nos interesa en cuanto
autor de formación católica que se confiesa agnóstico, ya que se pueden ver en su cosmovi-
sión muchos elementos de la cosmovisión católica sin que se sospeche en él una intención
apologética. Aunque haya muchas lecturas de sus textos (y de este en particular) la nuestra
pienso que es legítima y “abre a la esperanza”. Los valores que nos comunica, en su belleza
estética, trascienden.

Al hablar de aspectos significativos de la cultura haremos hincapié en aquellos puntos en


que se nota la “fractura” de la cosmovisión cristiana. El problema que identificamos como el
más profundo de la cultura actual es la fragmentación de una visión unificada de la realidad,
que integre las así llamadas “propiedades trascendentales del ser”: la belleza, el bien y la
verdad. Elegiremos para analizar textos significativos en los que se puede ver esta “ruptura”
y también los intentos de unificación.

La fractura de que hablamos hace que parezca imposible unir verdad, bondad y realidad.
Pareciera que van cada una por su lado. Que la realidad está en manos de la técnica y de la
economía. La impresión que uno tiene es que hay que ser pragmáticos para situarse en la
realidad. Que si uno se sitúa desde las verdades o desde los valores, choca, no los puede
realizar, queda descolgado. La impresión común es que cada uno tiene su verdad, que las
verdades trascendentes, como no se pueden imponer, han dejado de tener validez universal.
Que a lo sumo se llega a algunas verdades por consenso. Que la verdad de la ciencia y de
la fe no son del todo compatibles… etc.
Y esto repercute en la concepción del bien y del mal, en la ética y en la moral. Vivimos en
mundos éticos paralelos y en conflicto.

Supuesto este diagnóstico, elegimos como punto de partida lo estético.


Explicaremos por qué.

1. En torno a una obra de arte (en este caso el cuento de García Márquez) se puede
dialogar serenamente, de manera objetiva y en totalidad.
Es una característica de la Obra de arte el ponernos en contacto con la objetividad.
La obra de arte es una realidad que se nos impone y que no podemos reducir a nuestros
conceptos. Todo análisis es “menos” que la obra (si es verdaderamente bella) y remite a su
contemplación y a gustarla estéticamente.
Esto es importante puesto que permite dialogar en torno a algo que objetivamente nos gusta
y como la contemplación de la belleza produce paz –uno descansa en la contemplación
porque posee espiritualmente (o es poseído por) el bien y lo gusta sin “poseerlo” físicamente
(lo cual hace que no haya lucha: nadie se siente amenazado de que otro lea también el
cuento, cosa que no sucede con otro tipo de bienes “escasos”).

2. Es propio de la belleza unificar bondad y verdad. La obra de arte es un bien, como


decíamos, pero que se posee por la contemplación. Lo cual quiere decir que tiene también
una verdad. Una verdad que no se puede abstraer de los elementos sensibles gracias a los
cuales comprendemos el mensaje, sino que se capta intuitivamente. Se capta con una
intuición “espiritual” que supera lo sensible porque en una imagen sensible concreta se ve en
conjunto la totalidad de la realidad y de manera esplendente.

Esta unificación de verdad y bondad, con el “plus” –el esplendor- propio de la belleza, se
debe, por un lado a las características objetivas propias de una obra de arte: su integridad,
su armonía, su claridad; y por otra, a que unifica las potencias del sujeto de manera que se
pasa de “captar” una verdad a adherirnos a un valor, con facilidad y de manera armoniosa,
cosa que produce el gusto estético. Esta unificación interior del sujeto en sí mismo y con el
objeto no se da, por ejemplo, cuando se trata de una verdad muy abstracta y complicada,
que produce disgusto, o en un valor arduo de realizar y que implica renuncias.

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