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Una extraña paradoja domina la actitud del mundo académico con respecto a la teoría económica
marxista. Hace medio siglo, esta encontró un interés teórico cada vez mayor y fue objeto de apasionados
debates en los medios universitarios; pero se le negó toda la eficacia práctica. La economía marxista
puede inspirar la política económica de los Estados.
Quien considere como valido el método de investigación marxista y la masa de resultados a que ha
conducido, podría replicar que esta situación es perfectamente normal.
Pero ningún marxista digno de este nombre, fiel a la gran tradición científica del propio Marx, podría
reducir el problema de las ideas a simples cuestiones de corrupción directa e indirecta.
La tradición Marxista resume la evolución de la economía política burguesa, oficial o académica, en tres
fases, cada una de las cuales coincide con una fase de la evolución del capitalismo. Durante la fase de
ascensión de la burguesía hacia la posición de clase dominante, la teoría política parte a la conquista de
la realidad económica: es el momento de la elaboración de la teoría del valor de la fuerza de trabajo,
periodo que se extiende de William Petty a Ricardo. Viene después la fase en que la burguesía se
compromete en una lucha de clase cada vez más aguda con el proletariado, sin haber llegado, no
obstante, a eliminar definitivamente a las antiguas clases dominantes: es el periodo en el que se despliega
todo el abanico de las contradicciones internas inherentes a la teoría burguesa del valor de la fuerza de
trabajo, dando nacimiento a la escuela marxista por una parte y a las diversas escuelas burguesas
posricardinas, por otra. Finalmente, durante la tercera fase, la burguesía, después de haber consolidado
definitivamente sus posiciones dominantes, se limita a sostener contra el proletariado una lucha
defensiva. Es el periodo declinante de la economía política burguesa. De científica, pasa a ser puramente
apologética. La teoría del valor de la fuerza de trabajo es sustituida primero por la “economía vulgar” y
después por la economía marginalista o por escuelas mixtas.
Después de la gran crisis de 1929 – 193, se puede descubrir fácilmente una cuarta fase en la evolución
de la economía política burguesa: la fase de la Teoría puramente pragmática. La apologética pura solo
es un medio eficaz mientras el sistema se vea exclusivamente amenazado en la esfera de la teoría. Pero
se convierte en irrisorio en el momento en que el sistema amenaza hundirse en la práctica.
CAPITULO I
El producto necesario. – El hombre satisface sus necesidades fundamentales por medio del trabajo.
Todas estas necesidades son satisfechas socialmente, por una actividad que resulta de las relaciones
mutuas establecidas entre los miembros de un grupo humano. Cuanto más primitivo es un pueblo mayor
es la parte de su trabajo.
Esta impresión no se debe a insuficiencia intelectual del hombre primitivo. Es más bien resultado de
millares de años de inseguridad y hambre académica, que incitan a satisfacerse al máximo cada vez que
se presenta la ocasión y que no permiten la elaboración de una técnica de conservación de víveres.
Comienzo de la división social del trabajo. - Como todos los hombres se dedican a la producción de
alimentos, es imposible establecer una división social del trabajo.
La especialización se da aquí, no en el ejercicio de un oficio determinado con exclusión de los otros, sino
en el desarrollo de una capacidad especial de este oficio.
Pero la organización social descrita por Raymond Firth revela al mismo tiempo la existencia de una
división del trabajo rudimentaria que distingue en todos los estadios del desarrollo económico la división
del trabajo entre sexos. Las mujeres se ocupan de las actividades que se desarrollan cerca del hábitat.
Los hombres se alejan más, la ausencia de una división del trabajo, impide la elaboración de tecnicas que
exigen mayor tiempo de aprendizaje y conocimientos populares.
Al lado del producto necesario va apareciendo, así un primer excedente constante, una primera forma
de sobreproducción social. La función esencial de esta sobreproducción es permitir la constitución de
reservas de víveres, con objeto de evitar el retorno periódico del hambre, o por lo menos reducir esta.
La segunda función primitiva de la sobreproducción social es permitir una división del trabajo más
perfeccionada.
La tercera función primitiva de la sobreproducción social consiste en permitir un más rápido crecimiento
de la población.
En el momento en que aparece una reserva de víveres más o menos permanente puede alcanzarse un
nuevo equilibrio entre las disponibilidades alimenticias y el crecimiento de la población. Con el incremento
de la población y la especialización de su trabajo, se incrementaron a su vez las fuerzas productivas a
disposición de la humanidad. La aparición de un sobre producto social representa una condición
indispensable para este aumento.
Aparecieron por etapas, consideradas en principio como actividades secundarias respecto a la caza y la
recolección de frutos, completándose durante mucho tiempo. La forma más primitiva de agricultura que
se practica todavía hoy en numerosos pueblos de África y Oceanía.
Por primera vez, la revolución neolítica somete la producción de los medios de subsistencia al control
directo del hombre he ahí su importancia capital. La recolección de frutos, la caza y la pesca son métodos
pasivos. La agricultura y la crianza de ganado constituyen métodos activos. Estos métodos representan,
pues, un enorme crecimiento de la productividad social del trabajo humano. Al crear una sobreproducción
permanente, crean la posibilidad del artesano profesional.
El comienzo de la agricultura y de la crianza de animales domésticos da paso, por otra parte, a la primera
gran división social del trabajo.
La organización cooperativa del trabajo. - Todas las tribus solo conocen una forma rudimentaria de
agricultura y ganadería, ignoran el uso de los metales y solo poseen una técnica muy elemental de la
cerámica y el hilado.
En las etapas más primitivas la sociedad se funda aquí en la organización cooperativa del trabajo. La
comunidad necesita del trabajo de todos y cada uno de sus miembros. Los usos y códigos de honor de
la tribu se oponen a toda acumulación individual que rebase una medida media. Las diferencias en
capacidad productividad individual no se reflejan en la distribución. Nadie podía morirse de hambre,
mientras hubiera todavía una reserva en los depósitos de la comunidad.
Describiendo las costumbres de los Indios de Cape Flattery , declara para la sociedad la solidaridad social
es fundamental y considera inmoral toda actitud de competencia económica y de deseo de
enriquecimiento individual.
La organización cooperativa del trabajo implica, por una parte, la ejecución en común de ciertas
actividades económicas y por otra, la ayuda mutua entre familias diferentes en el trabajo cotidiano.
¿Existe un “excedente económico”? - La noción de sobreproducción social, que hunde sus raíces en
la de sobreproducto permanente de medios de subsistencia. Las múltiples referencias a la obra de estos
especialistas diseminados en los primeros capítulos de esta obra atestiguan que los datos empíricos de
la ciencia contemporánea confirman la validez del análisis económico marxista.
Solo el profesor Harry W. Pearson, en un capítulo de la obra colectiva, lanzo un ataque científico contra
las nociones de excedente económico y sobreproducción social, pueden resumirse en cinco capítulos:
En este sentido “absoluto” del término, ninguna sociedad reducida al puro nivel de subsistencia “biológica”
podría sobrevivir. No produciría un “excedente permanente”. Las pruebas demuestran que la mayor parte
de las sociedades humanas anteriores a la revolución han debido sostener una lucha permanente por la
subsistencia. Los hombres hacen su propia historia. La sociedad primitiva defiende su estructura
igualitaria, pero esta revolución social solo es posible cuando se ha alcanzado un determinado nivel de
productividad. Hasta que esta condición material no exista, tal revolución social sea imposible.
CAPITULO II
El cambio simple es un cambio fortuito y ocasional. En la economía primitiva puede producirse la aparición
de la crisis brusca (el hambre).
El encuentro de dos excedentes ocasionales, diferentes en cualidades, en utilidad y valor de uso crea las
condiciones más normales de una operación de cambio simple.
La experiencia enseña a los grupos más débiles que ante la aproximación de extranjeros temibles lo mejor
es huir. Y enseña también a estos últimos que diezmando a los grupos más débiles que están en posesión
de los productos. De esta forma se establecen las relaciones de cambio convencionalmente reguladas
bajo el termino de trueque silencioso. El grupo más débil deposita los productos destinados al cambio en
un lugar desierto y desaparece hasta que la otra parte haya dejado sus propios productos en el mismo
lugar.
El trueque silencioso tiene sus orígenes en el contacto entre diferentes grupos primitivos sin lazos
comunes de parentesco, en el inferior grupo. Los alimentos y otros objetos de primera necesidad se
reparten.
Valor de cambio de las mercancías. – el cambio generalizado solo aparece en estadio de desarrollo
social.
De ahí que el valor de cambio de las mercancías se mida por el tiempo de trabajo necesario para
producirlos. Las tribus de los Toda. Karumba, etc. Nos presenta el paso de una organización social regida
por la economía del tiempo de trabajo. Los Toda son pastores y los Karumba viven todavía en la jungla.
El cambio simple, ocasional, ritual, sin importancia económica, puede perfectamente prescindir de
estrictas relaciones de equivalencias. No ocurre lo mismo con el cambio generalizado. Conduciría a la
desorganización y disolución de toda sociedad que cuente con un número elevado de productores de
mercancía.