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Pablo García-Mancha
La historia del cultivo
del champiñón en La Rioja
Pablo García-Mancha
2013
GARCÍA-MANCHA REJADO, Pablo
La historia del cultivo del champiñón en La Rioja / Pablo García-Mancha. -- Logroño : Consejería
de Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente, 2013
280 p. : il. col. ; 24 cm.
D.L. LR 414-2013
ISBN 978-84-8125-669-7
Champiñones-La Rioja-Cultivo
La Rioja. Consejería de Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente
635.8 (460.21)
ISBN: 978-84-8125-669-7
Depósito Legal: LR 414-2013
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ÍNDICE
PRESENTACIÓN ...............................................................................................................................................11
PRÓLOGO ........................................................................................................................................................... 13
7
3.1.3. Juan Lumbreras, en Lardero ............................................................................73
3.1.4. Alberto Andrés, en Briones ...............................................................................79
8
4.4. Champirioja, en Autol (1977)........................................................................................ 160
4.5. La visión de Felipe Hernando, el primer ingeniero de Champirioja ....... 165
4.6. Comprachamp, en Pradejón (1985) ........................................................................... 171
4.7. De Agrichamp a Goncuvi .............................................................................................. 172
4.8. Cantarroyuela, en Pradejón (1995) .............................................................................174
4.9. Iberchamp, en Pradejón (1998) ................................................................................... 178
4.10. Germinados del Compost, en Lodosa (2000) ...................................................... 181
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Presentación
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en Rioja Baja. A partir de entonces, se inició un proceso de aprendizaje conti-
nuo para consolidar un modelo de producción y de comercialización, al mismo
tiempo que una estructura asociativa que permitiera crecer y ser competitivos. La
puesta en marcha del Centro Tecnológico de Investigación del Champiñón vino a
aportar el necesario componente de innovación para el futuro.
Creo que las experiencias compartidas que se reúnen en este libro, a partir
de los testimonios recogidos por los técnicos de la Consejería Antonio Sanz y
Javier Merino, y el trabajo realizado por su autor, Pablo García-Mancha, emocio-
narán a todos aquellos que se reconozcan en el relato y en sus fotografías, pero
también agradará a quienes se acerquen por el interés de conocer las particulari-
dad de una historia contada por sus protagonistas.
Es esta también una buena oportunidad para felicitar a todas las empresas,
trabajadores, entidades y a la Asociación de Cultivadores de Champiñón que han
contribuido a consolidar un sector que es un ejemplo a seguir y que ofrece bue-
nas perspectivas de futuro, económicas y de empleo.
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Prólogo
En primer lugar, en nombre de todo el equipo que ha hecho posible este trabajo,
quiero pedir disculpas a todas aquellas personas o entidades que no se han visto
suficientemente reflejadas o reconocidas en este libro. Sin duda ha habido olvi-
dos, errores o, lo que es más probable, falta de fuentes de información fidedignas
que nos han impedido reflejar con mayor exactitud lo acontecido en este sector
en los últimos ochenta años. Lo que sí podemos asegurar es que, aunque no es-
tán todos los que son, sí son todos los que están.
Esta Asociación celebra este año 2013 su 25 aniversario. Aunque de una
forma informal, unos años antes, el sector ya estaba organizado y dando sus
primeros pasos en conjunto. Este motivo nos ha parecido suficiente para recor-
dar a un sector todavía joven (aún no tenemos un siglo de vida), a través de los
testimonios, recuerdos y vivencias que hemos podido recoger de primera mano,
en unos casos de los propios protagonistas y, en otros, de sus hijos o nietos. Sin
duda, preservar la memoria del sector, su gran riqueza documental, es también
un cometido que debe asumir la Asociación antes de que se pierda con el paso
de los años.
En este libro se ha querido reflejar el trabajo, el tesón, la iniciativa y el riesgo
que unos personajes –a los que hoy se les reconocerían como emprendedores–
fueron capaces de llevar a cabo casi sin medios, con muy poca preparación, pero
con el mayor empeño y gran decisión. Al ir leyendo estas páginas vamos viendo
cómo los esfuerzos inicialmente individuales, con el paso del tiempo se van
convirtiendo en esfuerzos colectivos, capaces de afrontar empresas que de otro
modo hubieran sido imposibles.
Nuestros mayores, pioneros en el cultivo del champiñón en La Rioja, no
dejaron escapar ningún tren: vieron en la creación de las plantas y luego en la
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modernización que supuso la implantación del sistema Indoor una posibilidad de
crecer y adecuarse a los tiempos. También en el ámbito de la comercialización
hicieron una apuesta decidida por unir fuerzas para conseguir mayor competi-
tividad en los mercados: las agrupaciones locales que se formaron inicialmente
acabaron uniéndose en 1992, para dar un paso de gigante posteriormente en el
año 2000, que se remató con el acuerdo de colaboración de las dos mayores in-
dustrias nacionales del sector en 2011.
Lástima que, entre tanto, los descendientes de esta saga de emprendedores
estemos aplazando una reconversión que el sector está pidiendo a gritos. La lec-
tura de la historia de estos hombres puede hacernos recapacitar y, aún sin llegar
a sus niveles de arriesgada iniciativa, nos inspire para continuar con el espíritu
emprendedor que nuestros predecesores demostraron a lo largo de los años y
que ha permitido que este sector haya crecido en los últimos sesenta años de una
forma espectacular en nuestra región.
No me cabe duda que el error no se repetirá dos veces, y cuando la situa-
ción actual «escampe», las personas que estén al frente cogerán ese tren que
los conducirá a una modernización que nos haga competitivos con el resto de
Europa y que nos permita seguir creciendo en este querido sector nuestro, y
así, con las acciones de todos, lo impulsemos para poder seguir escribiendo su
historia.
También el Centro Tecnológico de Investigación del Champiñón cumple este
año una década de existencia y de servicio. Pocos sectores agrarios, ni aquí ni en
otras partes de España (y me atrevería a decir que incluso de Europa) tienen la
suerte de disponer de un centro tecnológico trabajando para ellos.
Quiero terminar por donde quizá debí haber empezado, mostrando mi agra-
decimiento y con él, el de todo el sector a quienes han hecho posible convertir
en libro una idea que surgió hace ya unos años.
En primer lugar, al Gobierno de La Rioja y con él, a su consejero de Agricul-
tura Íñigo Nagore, quien recogió nuestra iniciativa de buen grado y nos ha per-
mitido llevarla a cabo financiando el proyecto y asumiendo la edición de la obra.
A dos personas, Javier Merino y Antonio Sanz, técnicos de Agricultura, que
han estado en el sector mucho antes que alguno de nosotros y que, pese a su
jubilación, siguen teniendo un importante contacto con nosotros. Realmente son
una enciclopedia andante sobre el mundo del champiñón, y quién mejor que
ellos, con toda su experiencia y conocimiento, para sacar lo mejor a todos y cada
uno de los personajes que entrevistaron y cuyo material ha servido de base para
realizar este libro. Javier Merino, Antonio Sanz, nuestro agradecimiento por un
trabajo bien hecho.
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A nuestro escritor, que en poco más de un año ha hecho un «máster» en
historia del champiñón. Pablo, sé que hacer a alguien escribir sobre algo de lo
que en ese momento lo más que conoce es lo ricos que están en la calle Laurel
no deja de ser una faena, pero bueno, aquí está el resultado. Gracias Pablo por
tu esfuerzo y tu paciencia.
Por último, y no necesariamente en este orden, quiero mostrar mi agradeci-
miento a una persona que nos ha puesto firmes a todos, y ha conseguido (aun-
que parezca increíble) hacer que las cosas estuvieran terminadas en su fecha. La
ayuda de Charo Díez, del departamento de Publicaciones de la Consejería, como
editora de este libro ha sido fundamental para encajar todas las piezas y conse-
guir llegar a tiempo.
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Hay varios fenómenos esenciales para entender las razones del inicio del cultivo
del champiñón en La Rioja en la segunda mitad del siglo XX. En primer lugar, el
paso de una agricultura familiar, casi de subsistencia y de trueque, a una más
modernizada con el consiguiente repunte de la mano de obra que se desplazaba
de los entornos rurales a los incipientemente industriales sitos alrededor de focos
urbanos, tanto dentro como fuera de la región. La otra cuestión fundamental y
decisiva para entender la extensión del cultivo de los hongos es que a finales de
la década de los años cincuenta y al inicio de los sesenta se fundaron en muchos
pueblos de La Rioja las primeras cooperativas vitivinícolas, con lo que se comen-
zaron a quedar sin utilizar infinidad de calados, bodegas populares y covachuelas
en las distintas poblaciones, básicamente en Rioja Baja y especialmente en las tres
localidades en las que prendió como una llama el cultivo de los champiñones:
Autol, Pradejón y Ausejo.
Así que estas cuevas empezaron a ser utilizadas para el cultivo en su etapa más
incipiente porque los pioneros del champiñón se quedaron sin espacio en Logroño
(ciudad en la que se dieron los primeros pasos) y tuvieron que buscar nuevas alter-
nativas viables con espacios óptimos para cultivar y mano de obra barata y cercana.
De alguna manera, se trasladó a La Rioja el modelo que imperaba en Francia en los
inicios del cultivo del champiñón, cuando comenzaron a utilizar las galerías de las
antiguas explotaciones mineras para cultivar estos misteriosos champiñones; eso sí,
con una salvedad, en el país vecino fueron calados de minas y en La Rioja, calados
vitivinícolas.
Además de los lugares idóneos para la elaboración y la relativa facilidad
para acceder al estiércol, en el desarrollo del cultivo del champiñón en la región
se sumó la existencia de una masa crítica de posibles elaboradores. De hecho,
muchos jóvenes de aquellos años vieron en este novedoso y desconocido cultivo
la solución para hacer viable su futuro sin verse abocados a la emigración, ya que
la modernización que estaba sufriendo el sector agrario implicaba una reducción
drástica de mano de obra, y las posibilidades de quedarse en los pueblos de
origen cada vez eran más limitadas. Por último, se dio otro factor importantísimo
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Capítulo 1. Etapa rudimentaria (1955-1975)
La primera etapa del cultivo del champiñón en La Rioja se puede definir como
rudimentaria y discurre desde mediados de los años cincuenta hasta que en
los años setenta se crean las primeras plantas de compostaje, que constituye-
ron una verdadera revolución en el sector. Este periodo es muy largo, denso,
desigual y vivió diferentes etapas durante sus veinte años de periplo, marcados
tanto por la forma que tenían los cultivadores de elaborar el compost (de ma-
nera básicamente manual al principio y poco a poco introduciendo pequeños
avances mecánicos) como de producir los champiñones: desde las iniciales
cuevas de vino hasta las primeras construcciones específicas para el cultivo,
desde las bodegas de arco de finales de los cincuenta hasta los pabellones de
mediados de los setenta.
Al principio las construcciones se hacían sin proyecto, sin encementar los
suelos y sin calefacción; con el tiempo todo fue cambiando a medida de que
los cultivadores iban especializándose y conociendo un producto que en sus
comienzos les resultaba tan extraño como sorprendente. Obviamente, también
marca esta historia la forma de colocar en el mercado los champiñones: inicial-
mente todo el mundo se buscaba la vida para hacerlo por su cuenta, y poco
a poco y con el crecimiento de la producción, se establecieron los primeros
acuerdos comerciales, las primitivas redes de distribución y, como colofón a este
proceso, el nacimiento de las cooperativas, tanto en forma de plantas de elabora-
ción de compost (esenciales para la supervivencia del este sector), de almacenes
para comercializar e, incluso, de fábricas conserveras.
Todos estos cambios serán decisivos y marcarán el rumbo posterior de los
acontecimientos hasta llegar al modelo actual. Todo este periplo histórico pone
de relieve la forma en la que unos pequeños agricultores sin apenas formación
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I. EVOLUCIÓN HISTÓRICA
estiércol, tal y como se hacía en Francia, método que vio con sus propios ojos y
que después trajo a Logroño. Con aquel descubrimiento se empezó a utilizar en
La Rioja paja para la preparación del compost. El larderano Juan Lumbreras, uno
de los personajes más curiosos y afanosos de la historia del champiñón riojano,
lo elaboraba muy cerca de la actual colonia de Albelda porque en sus bodegas no
tenía agua suficiente y después lo trasladaba en un camión hasta las instalaciones.
Se cargaba y se descargaba a mano y después lo introducía en cestaños hasta el
interior de las bodegas, donde formaba los caballones.
Jesús Vicioso, de Pradejón, formaba pilas de estiércol de unos 25 metros
de longitud con una anchura de un metro. Cada siete días con una horca se le
daba la vuelta. Más o menos y a ojo de buen cubero, cuando estaba bien hecho,
es decir, bien fermentado, lo introducía manualmente en las bodegas. Era tan
complicado conseguir estiércol de caballo para hacer el compost que llegó a
controlar más cien cuadras por toda la geografía española. Después comenzó
a echar gallinaza porque el estiércol empezaba a venir con demasiada paja.
Como novedad a la hora de elaborar el compost cabe destacar que, previa-
mente a la fermentación, Jesús Vicioso hacía una especie de sándwich con la
paja, el estiércol y la gallinaza.
Para Julio Lavega, de Pradejón, el estiércol equino era el principal ingre-
diente del compost, aunque a veces lo mezclaba con el de vaca, ya que venía
revuelto, e incluso con el de cerdo, aunque éste último en proporciones mucho
más pequeñas. Julio Lavega formaba un montón de compost al que le daba la
vuelta cada siete días. Esta operación la hacía al principio con horquillo, aunque
más adelante la comenzó a modernizar empleando un tractor con un remolque
repartidor. Como se hacían muchas pruebas y búsquedas, a mediados de los
años setenta un grupo de cultivadores de Ausejo realizó un viaje a Barcelona
para visitar una empresa que aseguraba que fabricaba estiércol con basuras
de población compostadas y que ofrecía muy buenos resultados para cultivar
champiñones. Lo probaron Moisés Tejada, de Murillo de Río Leza, y Antonio
Sáez, de El Redal, que lo sembraron en sus bodegas y que desgraciadamente
para ellos no cogieron ni un solo champiñón. Y es que prácticamente todo se
hacía de manera manual, hasta que en 1960 un productor de Autol, Jesús López
de Murillas, se inventó un aparato para darle vuelta al estiércol; es decir, una
especie de fresa a la que apoyaron con un motor eléctrico para que girara. El
ingenio no terminó de funcionar pero fue uno de los primeros intentos para
mecanizar el compostaje en La Rioja.
En los albores de los años setenta, los autoleños Luis y Jesús Baroja sí que
lograron parte de la mecanización de la elaboración de la basura merced a que
adquirieron un remolque distribuidor de estiércol. La introducción de este aparato
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Para entender una de las grandes razones de la extensión del cultivo por La Rio-
ja desde el primer punto de arranque en Logroño es esencial comprender la
búsqueda que hicieron las primeras sagas de cultivadores de cuevas por toda
la región al contaminarse muy pronto sus primeros espacios y quedarse inser-
vibles sus cultivos iniciales. Y es que en realidad desconocían las bases cientí-
ficas de la técnica de cultivo de los hongos y no les quedaba más remedio que
buscar nuevas explotaciones porque llegaba un momento en el que las cuevas
se contaminaban y las cosechas decrecían o desaparecían en menos de dos
años. Juan Lumbreras, de Lardero, cultivó en Logroño, en la calle Norte, muy
cerca del desaparecido Ebro Chiquito; después alquiló dos cuevas menores en
Nalda y otras tantas en Albelda. Es decir, hay una búsqueda continua de nuevos
lugares porque querían aumentar su superficie cultivable y se iban quedando
inservibles los primeros caños.
Y es que los lugares que buscaban para que el micelio prendiera en el
compost para que brotara el champiñón eran muy curiosos, desde los sótanos
del palacio del marqués de Santillana (Sartaguda, Navarra), las minas de Potasas
de Pamplona, o un sótano propiedad de unas monjas junto a la Catedral de Ca-
lahorra, donde lo hizo Víctor Hernández Villoslada, conocido como el Chiné. Por
cierto, el primer lugar donde se cultivó champiñones en Calahorra fue el sótano
de la residencia Los Manitos, a cargo del pionero logroñés Salustiano Rioja en
su incesante búsqueda de nuevos espacios vírgenes para que brotaran los anhe-
lados champiñones. José Cuevas, a lo largo de esta etapa, cultivó champiñones
en sociedad con Emértito Calvo en más de treinta bodegas de vino por diversos
pueblos de Rioja Baja, como Herce, Tudelilla, Santa Eulalia y Autol, y en unas
antiguas minas de carbón en Préjano.
El cultivo del champiñón llegó a Pradejón a mediados de los años cincuenta
(1954) merced a los hermanos Gil Merino –conocidos como los Conos– cuando
compraron una botella de semillas traída desde Barcelona e hicieron su primer
cultivo en una bodega de vino del barrio Cuchara. Los inicios como siempre no
fueron fáciles pero, ante los buenos resultados, compraron más botellas y sem-
braron once nuevas bodegas. En aquella época todo era tan complicado que has-
ta la semilla había que conseguirla trayéndola en secreto desde Francia a través
de la frontera de Irún. Jesús Vicioso, por ejemplo, cultivaba en las tradicionales
bodegas de vino e incluso en unas que tenía debajo de su propia casa.
En Ausejo, los primeros rastros del cultivo del champiñón se debieron a los
hermanos Terete –Alberto y José Andrés–, que vinieron desde Briones para alquilar
bodegas de vino que se habían dejado de utilizar. Teófilo Chandro, por su parte,
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cree que en Ausejo el primer cultivador (aunque fuera de forma anecdótica) fue un
cura llamado Honorio, que era a su vez tío de Jaime Rioja, y que introdujo la téc-
nica antes de la Guerra Civil. Sea como fuere, la realidad es que el propio Teófilo
se inició en este cultivo en 1957 en una bodega de vino de piedra arenisca que
había adquirido su padre por 14.000 pesetas.
Los primeros que llevaron el champiñón a Autol fueron los logroñeses Felipe
Landaluce y José del Castillo a mediados de los años cincuenta, ya que necesi-
taban tanto bodegas como personas que las cultivaran. En ese periodo histórico
se empezó a abandonar aquellos rudimentarios caños vinateros al trasladar la
elaboración de vino a las nuevas instalaciones de las cooperativas recién creadas.
De esta forma, el nuevo panorama de viejos y vacíos calados supuso uno de los
grandes semilleros del cultivo de champiñón en La Rioja. Los cultivadores logro-
ñeses no querían compartir el secreto de la elaboración con nadie, eran muy celo-
sos entre ellos y extremadamente con las personas que contrataban para que les
ayudaran en los nuevos cultivos. Pensaban que compartir los conocimientos su-
ponía perder parte de aquel pastel y desperdiciar posibles ganancias en bolsillos
de otros. Pero una vez que se puso en marcha el cultivo en diferentes bodegas,
la cuestión iba a resultar imparable y muy pronto empezaron a surgir autoleños
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I. EVOLUCIÓN HISTÓRICA
autodidactas que comenzaron a hacer las mismas cosas que veían hacer a aque-
llos celosos pioneros capitalinos. Vidal Baroja, Vítores Marín, Dionisio Hernández,
Jesús López de Murillas, el Pintor y el padre de José Cuevas fueron algunos de
los primeros catones que comenzaron en el mundo champiñonero. José Cuevas
sembró sus primeras bodegas en 1957 en sociedad con Aniceto López. Otro au-
toleño, José María Jiménez, comenzó a cultivar para José del Castillo y después lo
hizo por su cuenta en varias bodegas abandonadas de vino formando sociedad
con Paulino Calvo en 1963.
Otra cuestión muy curiosa era la forma en la que cada cultivador conseguía el es-
tiércol para elaborar el compost. Una vez más el ingenio y el esfuerzo de aquellos
emprendedores lograba cotas absolutamente sorprendentes. Salustiano Rioja, que
cultivaba en Logroño, era capaz de trasladarse si era necesario hasta los cuarteles
del Ejército de Tierra situados en Lérida para abastecerse de lo que en este inci-
piente sector se denominaba como basura. El larderano Juan Lumbreras lo hacía
con los caballos de las cuadras de dos tratantes de Logroño, e incluso se organizó
con dos camioneros para que se lo trajeran de la Academia Militar de Zaragoza.
Ángel Churruca, en Pradejón, recogía los excrementos equinos de las cuadras de
los vecinos del pueblo pero sobre todo compraba el estiércol en caballerizas de las
vecinas localidades navarras de Peralta y Tafalla, e incluso se iba hasta Madrid. A la
familia de los Conos, también en Pradejón, se lo llevaban otros vecinos a cambio de
un porcentaje de su producción, lo que indica bien a las claras cómo en aquellos
primeros años la economía del champiñón era casi de subsistencia.
Un tal Pardo era el encargado de suministrar el estiércol a muchos culti-
vadores autoleños; de él se recuerda que lo inflaba con agua para que pesara
más y obtener haciendo trampas mayor rendimiento económico. Paulino Calvo,
también de Autol, se abastecía con un transportista apellidado Reinares que era
de Zaragoza, y en Galilea llegó a existir hasta una cuadra caballar destinada a
la obtención de estiércol para elaborar compost, pero como no era suficiente lo
completaban con más basura traída desde Pamplona. Jesús María Ruiz Flaño tenía
sus propias cuadras en Sartaguda con unos 360 ejemplares para abastecerse de
estiércol y otros cultivadores, como Juan Ignacio Goñi, contaban con la ayuda
de una serie de corredores que realizaban la recogida de las basuras en todas
aquellas localidades en las que hubiera caballerías. Jesús María Ruiz Flaño llegó
incluso a correr como yóquey en el Hipódromo de la Zarzuela en el equipo de la
cuadra Rosales, tras hacerse muy popular en aquel recinto deportivo después de
entablar unas llamativas relaciones comerciales con la dirección de la elitista en-
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LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
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I. EVOLUCIÓN HISTÓRICA
desde la ciudad Condal. Más adelante consiguió una licencia para importar
semilla de casa Lemit, de Francia. El micelio venía en cestas de avellano recu-
biertas con una arpillera y llenas de una especie de trozos en forma de prisma
de compost seco que se podían dividir en cuatro porciones alargadas con solo
reblandecerlos.
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LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
Sin tierra de cobertura no brotan los champiñones. Esta capa de tierra de unos
centímetros de espesor que se colocaba varias semanas después de realizar la
siembra debía ser bastante fina, suelta, porosa, absorbente y libre de insectos,
hongos o bacterias que perjudicaran al champiñón. Su objetivo es propiciar el
desarrollo del micelio del hongo y obligarle a fructificar. Además, la tierra pro-
porciona la humedad adecuada para inducir a la fructificación y también aísla
al micelio del ambiente del local destinado para el cultivo. Pues bien, había que
buscarla, y otra vez aquellos cultivadores tuvieron que dar lo mejor de sí mismos
para encontrar el mejor material y el más acorde con las necesidades de un culti-
vo, del que lo desconocían casi todo y del que iban aprendiendo con los aciertos
y también de los fracasos.
Una de las primeras tierras de cobertura de las que se tiene referencia en nues-
tra región es la que utilizaba la familia Rioja en Varea, que era de tierra virgen de
cantera porosa. Salustiano Rioja la cribada y la mezclada con carbonilla o, incluso,
con polvo de ladrillo. Uno de sus hijos aseguraba que en Rioja Alta, en la zona de
Briones, existe una tierra roja de excelentes cualidades, extremadamente porosa y
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I. EVOLUCIÓN HISTÓRICA
caliza, muy similar a la que se utilizaba en Cuenca, la otra gran zona productora de
champiñones en España.
Juan Lumbreras la conseguía de una escombrera que estaba relativamente
cerca de los edificios de Seminario Conciliar de Logroño. En Pradejón cubrían el
compost con dedo y medio de «tierra yeseña» y carbonilla; la tierra era pradejo-
nera, de los términos de Majavacas o Cabezorroyo; y la carbonilla la conseguían
en la ciudad burgalesa de Miranda de Ebro. En Autol casi toda la tierra de co-
bertura la obtenían de un paraje llamado La Lomba y la remataban mezclándola
con tierra blanca, carbonilla y ladrillo molido. En Ausejo la tierra de cobertura
era blanca, de origen yesoso, obtenida en una zona que está en dirección a Al-
canadre. Colocaban una criba en las cartolas del tractor y la llevaban ya cernida
hasta las champiñoneras, mezclándola a continuación con ladrillo molido y car-
bonilla. Eso sí, con el tiempo se pasaron a una tierra rojiza de la zona de El Villar
de Arnedo. Unos años después, Jesús Vicioso probó a formularla con turba y con
gravillín, y fue un verdadero éxito que pronto copiaron otros cultivadores.
Una vez que tenían champiñones, había que venderlos. Obviamente, al principio
no existían redes de distribución ni empresas dedicadas a su comercialización y
la mayoría de la venta inicial se dedicaba a los mercados cotidianos. Sin embargo,
la familia Rioja ya lo vendía en los años cincuenta a conserveras como Trevijano
o Ulecia e, incluso, Fructuoso puso en marcha por su cuenta en Logroño una
pequeña planta de conserva de champiñón, lo que viene a demostrar el carácter
emprendedor y visionario de aquellos primeros productores de la capital. Y más
curioso todavía fue el hecho de que a principios de los años sesenta naciera la
primera cooperativa champiñonera de La Rioja, sita en Logroño y fundada con
la idea de unificar la comercialización y tener un cierto control sobre el merca-
do para que los precios no bajaran demasiado al haber bastante concurrencia
de productores en una misma ciudad. Sus fundadores fueron Salustiano Rioja,
Felipe e Ignacio Landaluce, Juan Lumbreras, Jesús Echeverría, José Luis Martínez
Bernedo y José del Castillo; es decir, el núcleo duro de los primeros cultivadores
riojanos, los «herederos» directos del misterioso francés y las personas que luego
llevaron el cultivo a otras localidades, especialmente de Rioja Baja.
Aquella experiencia cooperativa duró poco porque los Rioja fueron por un
lado y el resto de los cultivadores, por otro. Pero conviene apuntar este hecho
porque hasta unos quince años después no se repetiría el fenómeno cooperativo
en La Rioja. Aunque desde luego el modelo de Ausejo, Autol y Pradejón se pare-
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LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
cería bien poco al elegido por los cultivadores logroñeses, no se puede restar ni
un ápice de mérito a aquel primer intento, tanto por su carácter innovador como
por lo que supuso de hito para la pequeña historia de La Rioja champiñonera.
En 1962 también se realizó la primera experiencia cooperativa en Navarra.
Fue en Óbanos y la formaron ochenta cultivadores. Funcionó muy bien durante
dos años, que fueron exactamente los que consiguieron contratar con un conser-
vero que se llamaba Conesa. Sin embargo, al contaminarse las bodegas, se dejó
de cultivar. Aquellos 24 meses fueron muy positivos y los beneficios del champi-
ñón supusieron una ayuda para la economía de aquellos agricultores.
Juan Lumbreras, antes de formar parte de la cooperativa logroñesa, llevaba
prácticamente todo su champiñon larderano a Conservas Taboada y a Félix Benito;
más tarde, vendía su producción a Marcelino Rincón, que distribuía los champiño-
nes en Bilbao y en San Sebastián, destinando los más gordos para los bares. Con
la partición de la cooperativa, Juan Lumbreras lideró el sector que se opuso a la fa-
milia Rioja y pagó a esta todas sus participaciones. Continuó con Marcelino Rincón
como encargado de la comercialización con el derecho de seleccionar para él lo
destinado a la venta en fresco. Juan Lumbreras pagaba a los socios el precio de la
fábrica y él se quedaba la diferencia que lograba al sacarlo a la venta. Solo un año
dio beneficios porque la gestión parece que no fue honrada ni demasiado cabal, tal
y como recuerdan muchos de los propios cultivadores.
Otro de los primeros cooperativistas, Alberto Andrés, de Briones, a media-
dos de los años cincuenta compraba champiñones en Badarán y Alberite y se los
vendía a un aviador de Alcalá de Henares que había conocido en la mili, además
de llevarlos a ciudades como Bilbao o San Sebastián.
Uno de los pioneros en el cultivo de Pradejón recordaba que «el mercado te
lo tenías que buscar tú, ese día se cogía pronto por la mañana y sobre las diez
salías hacia las fábricas a venderlo, porque en caso contrario se perdía». El destino
inicial de los champiñones pradejoneros era conservas La Emperatriz y Cidacos
en Autol, JA’E en San Adrián y Taboada en Mendavia, pero sobre todo La Comuna
de Lodosa, que adquiría la mayor parte del champiñón de esta localidad. Pero no
había seguridad, los contratos de palabra a veces no se cumplían y en muchas
ocasiones había que rizar el rizo para que no se estropearan los champiñones.
Eustaquio, un cultivador pradejonero, en una ocasión, después de ir hasta Zara-
goza y no conseguir vender nada, volvió a casa y, ante la impotencia que sintió,
decidió tirarlos todos al Ebro. En las fábricas no había controles de calidad como
existen en la actualidad y se descontaba un porcentaje por cada caja para evitar
sobrepesos por la tierra que pudiera llevar.
José Cuevas, en Autol, y en sociedad con Aniceto López, vendía sus champi-
ñones en 1957 a Chistu, una conservera de San Adrián. Años después, José Cuevas,
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I. EVOLUCIÓN HISTÓRICA
ahora unido a Emérito Calvo, cultivaba unos túneles en unas minas de carbón
abandonadas de Préjano y recolectaba por la noche porque era obligatorio tener el
champiñón fresco y totalmente ordenado y preparado en cajas de fruta antes de las
diez de la mañana para que La Estellesa lo llevara hasta San Sebastián, donde salía
al mercado a un precio que iba de las 40 a las 50 pesetas el kilo. En los primeros
años, la producción de Jesús San Juan Merino en Ausejo era muy escasa, más o me-
nos una cesta de diez kilos de champiñón por jornada y se la vendía a un tal Luis,
que lo llevaba hasta Logroño en bicicleta y lo colocaba en los mercados.
Otro caso curioso sobre cómo se realizaba la comercialización en aquella
etapa gloriosa del nacimiento de la industria cultivadora del champiñón riojano
fue el del catón José María Jiménez. Su producción la vendía en Rentería a Emilia-
no Albiol, un comerciante que contaba con tres o cuatro puestos en el mercado.
Cuando el señor Albiol se enteró de que José María Jiménez tenía pensado hacer
bodegas nuevas, le envió unas cien mil pesetas (lo que sería toda una fortuna
hoy) sin pedírselas. El trato consistía en adelantarle el dinero a cambio de cham-
piñones, sin plazos ni otra suerte de compensaciones. Es decir, el comerciante
guipuzcoano invirtió en opciones sobre futuros mercados y financió un proyecto
empresarial muy lejano pero que, por lo visto, era esencial para la rentabilidad
de sus puestos comerciales.
Jesús Vicioso, que se ha significado en la historia del cultivo del champiñón de
La Rioja por su sentido de la innovación en multitud de facetas, también destacó en
la comercialización. De hecho, se le debe la introducción de la venta a comisión,
lo hizo con Vicente Escalona para la zona de Galicia. Llegó, incluso, a regalar el
champiñón primero para asegurarse después su posterior éxito…
Con las mejoras técnicas en los cultivos, en las semillas, en las tierras de cober-
tura y en la elaboración de compost, la producción comenzó a crecer y aquella
economía de subsistencia y de trueque de los champiñones iba dando poco a
poco pequeños saltos tanto en la calidad como en la cantidad de producto en este
periodo, aunque los cambios eran lentos y no surgían con un plan organizado,
sino a merced del sentido empresarial de aquellos cultivadores que detectaron una
oportunidad de negocio y que empeñaron todo su porvenir para poner en marcha
todos y cada uno de sus proyectos. Uno de los cambios más importantes fue la
construcción de las primeras instalaciones para cultivar champiñones. Había llega-
do el momento de abandonar las cuevas naturales y el comienzo de otro modelo
de cultivo. Los pasos se iban dando poco a poco y las primeras obras, imitando
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LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
Planos y presupuesto para la construcción de una champiñonera para los hermanos Baroja en 1971.
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I. EVOLUCIÓN HISTÓRICA
ción nacional de champiñones (en la España de 1964 era de unas 3.528 toneladas)
ofrecía una inmejorable posibilidad para dar salida al producto a unos precios que
podían rondar las 25 y las 30 pesetas por kilo y que inmediatamente lo hizo ren-
table y poco después permitió a los champiñoneros riojanos construir bodegas de
caño, o bodegas aparentemente enterradas, que fueron las primeras instalaciones
construidas específicamente para el cultivo comercial de champiñones.
Estos caños (se llaman así porque tenían forma abovedada al imitar a las cue-
vas y calados tradicionales de vino) no mantenían un modelo o un tipo exclusivo
en su diseño y posterior construcción, pero solían tener de 30 a 35 metros de lon-
gitud y unos cuatro o cinco de anchura. Estaban cubiertos de tierra y se dotaban
con tubos u orificios de ventilación. El precio varió mucho a lo largo de los años,
pero las primeras construcciones de los sesenta costaban 125.000 pesetas (751,26
euros) y las de principios de los setenta llegaban a las 350.000 y el medio millón
de pesetas (2.100 ó 3.000 euros).
En 1953 la familia Rioja construyó unas galerías horadadas en el monte de El
Corvo, en la zona del Campillo de Logroño con el fin de cultivar champiñones.
Sin embargo, las primeras bodegas de caño o arco las edificó Salustiano Rioja en
Varea a principios de los años sesenta, concretamente en 1961. Después, al lado
del Seminario Conciliar de la capital de La Rioja, edificó junto a sus hijos otras na-
ves semienterradas, fabricadas con hormigón, y cubiertas con tierra para aislarlas
y protegerlas del frío y del calor.
Juan Lumbreras las vio y el mes de mayo de ese mismo año ya había comen-
zado a construir sus primeras bodegas de hormigón en forma de arco en Lardero.
Se las hicieron los Morrines, los mismos que habían trabajado para la familia Rioja y
con un diseño muy similar. Las amortizó muy pronto y se sabe que las edificó con
las correspondientes licencias municipales pero sin proyecto arquitectónico. Más o
menos, al mismo tiempo que él, Alberto Andrés construyó sus primeras bodegas
en arco en Briones y, para 1963, ya contaba con 24 naves y más de 4.000 metros
cuadrados edificados.
José María Jiménez construyó sus primeras bodegas en arco en Autol en 1963,
en concreto fueron cuatro, de 38 metros por 4,5 de anchura. Contó con proyecto y
lo redactó un aparejador de Arnedo. El autoleño Paulino Calvo levantó sus primeras
bodegas de La Camorra, a base de carretilla y haciendo los cimientos con pico y
pala. Luis y Jesús Baroja construyeron sus bodegas en arco en 1967: se trató de una
nave de 40 metros de largo, con una anchura de 4,5 metros y una altura de 2,75.
Se las hizo un pequeño constructor conocido popularmente como Chesman a des-
tajo y sin contar con opciones para instalar sistemas de calefacción. José Cuevas se
embarcó en sus primeras bodegas en arco en 1968, con 40 metros de profundidad
y 4,5 de anchura. Otro cultivador de Autol, Dionisio Martínez, también abandonó
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LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
Construcción de una de las primeras bodegas de arco específicas para cultivar champiñones.
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I. EVOLUCIÓN HISTÓRICA
las cuevas para construir sus nuevas instalaciones, en este caso diferentes a las del
resto, ya que alrededor de 1970 tomó la decisión de poner en pie ocho grandes na-
ves en forma prismática, abandonando por vez primera el tradicional arco, con dos
plantas y con proyecto, algo totalmente novedoso en este incipiente sector. Parece
que no cabe duda de que su relación con el mundo de la construcción facilitó que
tomara la decisión de redactar un proyecto arquitectónico que contaba incluso con
novedades tan sustanciales como un aislamiento de lana de vidrio bajo el tejado.
A finales de los años sesenta, y como consecuencia de una inundación que afec-
tó a sus bodegas, la familia de los Conos abandonó definitivamente los cultivos en
Pradejón. Poco después, Ángel Churruca construyó sus primeros caños en Majavacas.
Se sabe que estaban formados por un arco de hormigón de unos 2,5 metros de
altura por cinco metros de anchura. Otros cultivadores siguieron su estela, entre
ellos Ángel Mues, los Popeyes y muchos más. Jesús Vicioso construyó sus prime-
ras once bodegas de arco en 1962, al año siguiente, otras once, llegando a 38 en un
espacio bastante corto de tiempo. Julio Lavega Marín construyó en Pradejón, junto
a su cuñado, cinco bodegas en el año 1969, con un proyecto firmado por Arpón
y Martínez que tuvo la peculiaridad de redactarse después de concluir las obras.
En 1973 edificó otro pabellón dotado de calefacción a través de radiadores. Para
comprobar el repunte de los precios, en 1968, la construcción de una nave de
caño de 35 metros costaba unas 125.000 pesetas. Cinco años después, construir
once bodegas del mismo tamaño, además del patio y los gastos de la primera
siembra, ascendía a unos cinco millones de pesetas.
En otras localidades como Galilea, las champiñoneras de obra llegaron en
1972, como la que hicieron Honorio Royo y Víctor Fernández, un gigantesco pro-
yecto con doce caños con estructura de hormigón armado con bóveda de arco
de medio punto en los que había espacio para 2.000 metros cuadrados de cultivo.
En su interior se dispusieron caballetes de hierro y uralitas, abandonando para
siempre los tradicionales caballones del suelo. En Ausejo, los hermanos Merino
se unieron en sociedad a su primo Jesús Merino Romeo y juntos construyeron
en 1971 diez caños de 35 metros de profundidad, no contaron con proyecto
arquitectónico, pero sí con cemento en el suelo de los patios donde elaboraban
el compost. La obra les supuso una inversión de diez millones de pesetas y el
interés del banco ascendió al 14 por ciento.
Para ver hasta dónde llegaba el sentido emprendedor y el ingenio de estos
personajes cabe recordar que el cultivador de Ausejo Félix Merino San Juan, al
comprobar la importancia que tenía la calefacción para mejorar los resultados de
los cultivos, viajó al Rastro de Madrid y compró varios radiadores. Para llevarlos a
Ausejo fueron necesarios dos viajes en el camión de un tal Soldevilla. Los calefac-
tores fueron colocados de dos en dos a la entrada de cada bodega.
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Capítulo 2. La revolución tecnológica (1976-2013)
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I. EVOLUCIÓN HISTÓRICA
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I. EVOLUCIÓN HISTÓRICA
Elaboración de compost.
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LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
de la siembra, se procede al enfriado del mismo hasta lograr que se quede entre
20 ó 25 ºC, dependiendo de la época del año en la que se realice.
Este proceso tiene varias funciones: eliminar los microorganismos indesea-
bles (insectos, nematodos, esporas de otros hongos, larvas, huevecillos de mos-
cas, arañas, ácaros, etc.) y continuar con el desdoblamiento de la lignina, la celu-
losa y los nutrientes contenidos en el compost, de tal forma que se logre obtener
un sustrato selectivo para el champiñón. La pasteurización es utilizada para la
formación y reproducción de bacterias y organismos termófilos que enriquecerán
el compost al término de este proceso.
A mediados de los años noventa, se produce un fenómeno que supondrá un
cambio total en las plantas de pasteurización de compost: se empieza a instaurar
el denominado sistema Indoor. En 1995 fue Fungisem, en Autol, la que adoptó –al
menos parcialmente– este modelo, aunque en 1996 se construyó la primera plan-
ta en España diseñada íntegramente para este sistema, y fue la SAT Cantarroyuela
en Pradejón. El cambio al Indoor afectó a las fases del mojado y la fermentación,
las dos previas a la pasteurización. Esto trajo consigo la reducción de los tiempos,
ya que se acortó de los 30-35 días a los 16-18 días actuales necesarios para com-
pletar el proceso, prácticamente a la mitad, lo que permitió un ahorro de materias
primas que, a la postre, redundó en una reducción de los costes.
La fase de mojado se cambió por una humidificación exclusiva de la paja, que
se trata en la actualidad de un proceso que dura de dos a cuatro días, y que se
denomina premojado. La fermentación pasó de realizarse de pabellones a cámaras
cerradas con un sistema de inyección de aire similar al descrito en las cámaras de
pasteurización, aunque de menor intensidad que en éstas. Una vez humectada la
paja se mezcla (habitualmente con una máquina) con el resto de los elementos
(gallinaza, yeso y abono mineral nitrogenado) y se introduce a través de unas
cintas transportadoras en las cámaras de fermentación, donde, una vez cerradas
herméticamente y mediante inyección de aire a presión, se provoca el inicio de la
fermentación con la consiguiente subida de temperatura en la masa hasta alcanzar
más de 80 ºC. Aproximadamente a los tres días, y siempre que se haya llegado a
las temperaturas máximas deseadas, el compost se saca de la cámara y se vuelve a
introducir en otra nueva cámara con el mismo sistema, aprovechando para humec-
tarlo de nuevo si fuese necesario. Este proceso se repite normalmente tres veces
antes de pasteurizar el compost. Desde la generalización del Indoor todo el proceso
fermentativo del compost se efectúa de forma computerizada.
La siembra se realiza en la misma planta de compostaje en la que se ha
elaborado el sustrato. Para ello, la semilla se mezcla cuidadosamente con el
compost, de manera que todos los puntos de inoculado estén distribuidos lo
mejor posible por toda la masa de compost. La siembra del micelio se hace al
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I. EVOLUCIÓN HISTÓRICA
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LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
– Agrichamp (1985)
_ Comprachamp (1985)
Con el tiempo surgieron otras plantas más modernas que ya incorporaron el
sistema Indoor:
– Fungisem, en 1995 en Autol, incorporó a sus instalaciones el sistema Indoor
– Cantarroyuela, en 1996 en Pradejón, con sistema Indoor
– Iberchamp, en 1998 en Pradejón, con sistema Indoor
– Germinados del Compost, en 2000 en Lodosa, con sistema Indoor y germi-
nado en Fase III (la primera con este método que se implantó en España).
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I. EVOLUCIÓN HISTÓRICA
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los años setenta gracias al nacimiento de las plantas y la llegada a los cultivos
de las primeras bolsas, se abandonó definitivamente el modelo de caballones,
que era el que venía empleándose desde los primeros tiempos en los núcleos
productores riojanos. En estos años no existe un modelo global en La Rioja de
definir y conducir los cultivos. Digamos que cada maestrillo tenía su librillo y
aplicaba su propio esquema que tenía razón de ser tanto por los conocimientos
que había aprendido de otros cultivadores como por los que había adquirido a
través de sus propias prácticas (fracasos y errores, incluidos). Y es que, como
hemos visto anteriormente, cada cultivador se las ingeniaba para producir su
propio compost, la tierra de cobertura y la semilla, aunque todo esto varió de
forma definitiva cuando se hicieron socios de las plantas y éstas se encargaron
de proporcionar el compost con la semilla ya introducida y algunas, incluso,
de preparar la tierra de cobertura para sus asociados, las tres materias primas
esenciales de estos cultivos.
Los cultivadores riojanos fueron adaptando sus instalaciones a las nuevas
formas en las que comenzó a llegar el compost y rápidamente dotaron sus caños
de estanterías para aprovechar al máximo el espacio y poder obtener mayor ren-
dimiento de sus cultivos. Y es que las plantas comenzaron desde el principio a
enviar a los cultivos el compost en sacos, tal y como hicieron Dionisio Martínez
y sus hermanos en Autol, unos de los primeros en utilizar esta fórmula. En 1977
compraron 600 sacos a Jesús Vicioso y los introdujeron en sus naves, dotadas
además de calefacción. La producción se multiplicó y causó sensación entre los
cultivadores autoleños, que iban a las plantaciones de Dionisio para observar
con sus propios ojos los rendimientos del nuevo sistema. Otra de las ventajas
de los sacos era que se podía aprovechar mucho más el espacio de cada recinto
porque, debido a su facilidad de manejo, se comenzó a cultivar en dos pisos con
estanterías de uralita.
En Ausejo llegaron los primeros sacos gracias a que unos cultivadores de
la localidad (Félix y Delfín Merino) fueron a Óbanos, donde Juan Ignacio Goñi
había construido su propia planta de compostaje y producía el compost en sacos.
Hicieron sus pruebas, les salió bien y poco tiempo después comenzaron ellos
mismos a pensar en crear su propia planta de compost. Jesús San Juan Merino
y Teófilo Chandro, también de Ausejo, cultivaron los sacos en baldas de uralita
hasta 1979, año en que compraron sus primeros caballetes para fabricarse ellos
mismos sus propias estanterías.
En el informe del equipo de Emilio Barco, realizado a mediados de los años
ochenta, se indicaba que los cultivos apenas se realizaba en los meses de verano
(julio y agosto) y que eran casi anecdóticos los cultivadores que trabajaban el Bi-
torquis (champiñón de verano), variando la producción de la canícula en función
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LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
y solo ya el 18 por ciento se cultiva en caños. Antes de 1970 todas las construc-
ciones eran caños y todavía eran predominantes en la década precedente. En
la década de los 80, casi la mitad de las construcciones que se hicieron fueron
naves y a partir de los 90, invernaderos. En 2011, el 55 por ciento de las cham-
piñoneras tenía más de 20 años y todavía un 5,3 por ciento eran construcciones
anteriores a 1970. No obstante, la época de mayor crecimiento de instalaciones
de champiñón se produjo en la década de los noventa, un periodo de gran ex-
pansión económica y productiva y también cuando tecnológicamente el sector
comenzó su desarrollo.
El 44 por ciento de las instalaciones de champiñón y el 47 por ciento de
las de setas que hoy están en funcionamiento se edificaron después de 1991 y
en un porcentaje elevado, en construcción en invernadero. A pesar de ello, los
sistemas de control automatizado de la climatización –y que por tanto permi-
ten el cultivo todo el año sin el parón veraniego– solo están presentes en el
7 por ciento de las instalaciones de champiñón. Si bien es cierto que, de entre
todos los sistemas que permiten controlar las condiciones de cultivo, casi todas
las instalaciones cuentan con algún medio manual y también con calefacción,
sólo la mitad de ellas dispone de refrigeración. En el caso de las instalaciones
de setas, la mayor parte de los sistemas de control son manuales, y un 36 por
ciento carece de calefacción y el 83 por ciento de refrigeración. Como ya se ha
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I. EVOLUCIÓN HISTÓRICA
indicado, una explotación puede tener una o varias instalaciones y ser éstas de
diferentes tipologías.
La superficie cultivada en la campaña 2010 fue de 2.159.461 metros cuadra-
dos de champiñón y de 455.419 metros cuadrados de seta. En el caso del cham-
piñón, si dividimos la superficie cultivada en la campaña 2010 entre la superficie
de cultivo por ciclo, se obtiene una media de 4 ciclos de cultivo por campaña e
instalación. El número de ciclos medio varía de 3,5 ciclos por campaña para las
instalaciones tipo cueva a los 4,37 ciclos por campaña para las naves.
Este informe hacía una foto fija de un sector que tiene unas 198 explotacio-
nes en activo, de las cuales el 86 por ciento son de champiñón, el 11 por ciento
de setas, y el resto cultiva tanto setas como champiñones en el conjunto de la
explotación. El 85 por ciento de las explotaciones son regentadas por una sola
persona, el 12 por ciento están formadas por dos personas y en el 3 por ciento
de los casos son tres las personas que regentan la explotación. Las personas de
referencia pueden ser físicas o jurídicas. Buena parte de las champiñoneras están
en manos de un solo titular, pero éste es una sociedad en 77 explotaciones, frente
a 67 en las que es una persona física.
Respecto a la mano de obra, este sector es el principal empleador de la agri-
cultura riojana. 386 personas físicas son propietarios de alguna explotación, ya
sea directamente o a través de una sociedad, y de ellos trabajan en la misma el
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LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
92 por ciento. La mano de obra total ocupada asciende a 1.305 personas, de las
cuales el 29 por ciento es mano de obra familiar y el 71 por ciento, asalariada.
Entre los asalariados, hay un elevado porcentaje de trabajadores extranjeros: el
84 por ciento.
La tradición riojana en el cultivo del champiñón, recalca el informe, y la pro-
fesionalización del sector ha permitido estandarizar un modelo productivo que
se implantó a partir de los años ochenta y que comienza mucho antes de que los
cultivadores ejerzan su papel. El proceso se divide en las siguientes fases:
– Fase I. Fermentación
– Fase II. Pasteurización
– Fase III. Incubado
– Fase IV. Cobertura
– Fase V. Fructificación
Los cultivadores reciben en sus instalaciones sacos de compost sembrados
en Fase II, encargándose ellos del incubado y la recolección. Otros, en cambio,
lo reciben en Fase III, acortando el ciclo en 15-20 días; y los hay que lo hacen
en Fase I, reduciendo las posibilidades de contaminación en el transporte. Al-
gunos siembran en las bandejas con el compost a granel frente a los paquetes,
lo que posibilita la mecanización, y otros optan por sembrar al introducir el
compost en los cultivos.
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I. EVOLUCIÓN HISTÓRICA
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II. Los protagonistas del sector
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Capítulo 3. El champiñón, personajes y pueblos
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II. LOS PROTAGONISTAS DEL SECTOR
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LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
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II. LOS PROTAGONISTAS DEL SECTOR
hasta que Salustiano viajó a Francia y comprobó que en el país galo elaboraban
previamente la paja y que después la mezclaban con el estiércol. Con aquel
descubrimiento se empezó a utilizar en Logroño paja para la preparación del
compost.
La basura se colocaba en caballones en el suelo de las cuevas o naves. La
semilla se sembraba introduciendo porciones de compost del tamaño de una
nuez en las que había empezado a germinar el micelio. Se hacía a mano, ahue-
cando el compost de los caballones y a una distancia de unos quince centímetros
a tresbolillo, es decir, en filas paralelas, de modo que las sembradas de cada fila
correspondan al centro de los huecos de la fila inmediata, de suerte que forma-
ban triángulos equiláteros.
Otra cuestión muy importante de la técnica de cultivo que utilizaba la fa-
milia Rioja era la tierra de cobertura, que parece ser que era de tierra virgen de
cantera porosa. Con el fin de que no se apelmazara, la cribaba y la mezclada
con carbonilla (tomada de tejeras) o, incluso, con polvo de ladrillo. Jaime Rioja,
uno de los hijos de Salustiano, aseguraba que en Rioja Alta, concretamente en
Briones, existe una tierra roja de excelentes cualidades, extremadamente porosa
y caliza, que era muy parecida a la que se utiliza en Cuenca, otra de las zonas
champiñoneras de España.
Jaime Rioja aprendió todo de su padre, que falleció a finales de la década de
los años sesenta del siglo pasado. El conocimiento era absolutamente precientí-
fico: aprendían por intuición y experiencia, y aquella sabiduría no se compartía;
es más, si alguien preguntaba un cómo o un por qué, la contestación era inten-
cionadamente errónea: cuantas menos personas conocieran el secreto más era la
porción del pastel que le tocaba a cada uno. La realidad es que en estos primeros
escarceos del cultivo del champiñón existía un cierto oscurantismo y se repetían
las pequeñas técnicas que resultaban satisfactorias. Por ejemplo, Jaime decía que
él aplicaba la tierra de cobertura porque se lo veía hacer a su padre; su padre, a
su abuelo y éste, al misterioso francés de Conservas Trevijano. Jaime Rioja recuer-
da que la producción de champiñones que se obtenía en la bodega, con el suelo
de tierra y el compost en caballones, era de unos seis kilos por metro cuadrado
en cada cosecha, y se hacían dos recolecciones cada año. Así, en un calado de
35 metros de profundidad y cuatro y medio de anchura, lograban recoger una
tonelada de champiñones. La salida al mercado se la garantizaban vendiendo a
conserveras como Trevijano o Ulecia e, incluso, Fructuoso puso en marcha una
pequeña planta de conserva de champiñón.
A principios de los años sesenta, Salustiano Rioja, Felipe e Ignacio Landa-
luce, Juan Lumbreras, Jesús Echeverría, José Luis Martínez Bernedo y José del
Castillo fundaron una cooperativa con el objetivo fundamental de unificar las
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LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
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II. LOS PROTAGONISTAS DEL SECTOR
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II. LOS PROTAGONISTAS DEL SECTOR
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LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
Así que para el mes de mayo de ese mismo año comenzó a construir sus
primeras bodegas de hormigón con forma de arco. Se las compuso para estable-
cer un acuerdo con los Morrines, lo mismos albañiles del popular barrio logroñés
de La Estrella que habían trabajado para la familia Rioja en Varea. De hecho,
la planta de estas bodegas se basaba en las de Varea. En septiembre realizó su
primera siembra y al año siguiente erigió otras cuatro naves encima de las ini-
ciales. Un año después había vuelto a construir otras cuatro naves más encima
de las segundas. Con las ganancias que logró en el primer ejercicio amortizó las
primeras cuatro naves. Juan Lumbreras lo construyó todo de forma legal, con las
correspondientes licencias municipales, pero sin proyecto arquitectónico. Para
que el lector se pueda hacer una idea de lo que había logrado, baste decir que
si normalmente se obtenía en una producción estándar doce kilos de champiñón
por metro cuadrado, Juan Lumbreras llegó a recolectar el doble.
Una vez obtenido el champiñón, Lumbreras lo llevaba en primer momento
a Conservas Taboada y a Félix Benito. Más tarde, la producción se la vendía a
Marcelino Rincón, que se encargaba de distribuirla en Bilbao y San Sebastián,
destinando el llamado champiñón gordo para los bares. Una temporada después
pasó a formar parte de aquella cooperativa de champiñoneros riojanos que fue la
primera de toda la historia. Esta cooperativa se fundó con la filosofía de comer-
cializar en fresco el champiñón de sus socios. En la misma estaban los hermanos
Rioja (de Logroño), José Echevarría y José Luis Martínez Bernedo (de Baños de
Río Tobía, que construyó en 1964 sus primeras bodegas), José del Castillo (que te-
nía sus bodegas de champiñón en Recajo), Marcelino Rincón (que era socio pero
no producía porque se dedicaba a la comercialización), los logroñeses Felipe e
Ignacio Landaluce y el larderano Juan Lumbreras.
Como se había relatado antes, la cooperativa fracasó pronto y se fracturó
en dos bloques: uno liderado por la familia Rioja y el otro, capitaneado por
Marcelino Rincón, Juan Lumbreras y el resto de socios. Como no reinaba mu-
cha paz en el seno de aquella entidad, se tomó la decisión de subastarla al
mejor postor. Se la quedó el grupo de Lumbreras, que tuvo que pagar su parte
correspondiente a la familia Rioja. Marcelino Rincón seguía siendo el encarga-
do de la comercialización y tenía el derecho de seleccionar el que deseara para
su venta en fresco. Funcionaba de la siguiente manera: pagaba a los socios el
precio de fábrica y se quedaba él la diferencia que lograba al sacarlo a la venta.
A pesar de elaborar ellos su propio champiñón, de todos los años que estuvo
en marcha solo un año dio beneficios. La causa de su desaparición final tuvo
mucho que ver con problemas derivados de la gestión y por la poca honradez
de algunos de sus trabajadores, que desviaban champiñón de la cooperativa a
un almacén de otra localidad.
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II. LOS PROTAGONISTAS DEL SECTOR
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II. LOS PROTAGONISTAS DEL SECTOR
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LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
Cultivos de los hermanos Gil Merino, conocidos como los Conos, en la planta baja de Félix Izquierdo.
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II. LOS PROTAGONISTAS DEL SECTOR
cogía el tren que lo llevaba a San Adrián. Aquello era una locura, pero todo cam-
bió en 1957, año en que las lluvias inundaron todas las bodegas de vino de los
Conos. Estos trasladaron los cultivos a la planta baja de Félix Izquierdo, en la calle
Cantón. Aunque esta nueva ubicación dio algunos beneficios durante tres años, las
inundaciones y las heladas de 1960 acabaron de nuevo con los cultivos.
A pesar de estas dificultades, y siguiendo con el relato de Javier Ezquerro Ho-
norato, «Ángel Churruca decidió aventurarse en la construcción de los primeros ca-
ños de champiñón en Majavacas. Estos estaban formados por un arco de hormigón
de unos 2,5 metros de altura por 5 metros de anchura y con el suelo sin cementar,
semejante al de un invernadero. Si se quería continuar en el sector, todos deberían
tomar ejemplo del Gelo. Los primeros en seguir al pionero fueron Chuchín Vicioso
y Ángel Mues; pero no serían los únicos, tras ellos llegaron los Popeyes, los Gaezgu
y una larga lista de hombres emprendedores que se embarcaron en la construcción
de nuevos caños. Todo tenían que hacérselo ellos mismos a mano, desde la cons-
trucción de los caños hasta la elaboración de compost. Éste se hacía combinando
estiércol de caballo y paja en los patios de las bodegas, mezcla que era removida,
sacudida y rehecha cada siete u ocho días durante algo más que un mes, tras el
cual se obtenía el compostaje. El estiércol se recogía en las cuadras de los vecinos,
pero sobre todo se compraba en caballerizas de Peralta, Tafalla e incluso Madrid.
De hecho, Esteban asegura que “el día que mataron a Carrero Blanco estaba en El
Pardo comprando estiércol”. Tanto es así que aquel día los soldados les cargaron a
él y a los Gaezgu unos quince camiones de ciemo».
Una vez elaborado el compost, este se disponía a caballón sobre el suelo
de la bodega, igual que los ríos de espárragos. Aunque los caballones solían
hacerse a mano, algunos utilizaban, tal y como describe Ezquerro, «moldes de
chapa galvanizada de unos tres metros de largura para hacer los pasillos. Uno de
los moldes se situaba en el centro del caño y los otros dos, a los extremos; así,
cuando todo el suelo había sido cubierto de compost, los moldes eran retirados
y los tres espacios resultantes quedaban como pasillos. Con los caballones ya
dispuestos, tocaba sembrar la semilla. Ésta venía en botellas de cristal que conte-
nían el micelio, sustrato blanquecino del que más tarde surgía el champiñón. El
contenido se troceaba y se introducía a mano en los caballones, guardando unos
cinco centímetros de distancia.
Miguel confesó a Javier Ezquerro Honorato que «cuando los Conos», las pri-
meras botellas «entraban en España en secreto desde Francia. Recuerda que un
día, haciendo la mili en el País Vasco, tuvo que ir hasta Irún para recoger en la
aduana las semillas que su hermano necesitaba. Sin embargo, a partir de 1957,
las botellas con el micelio serán producidas y traídas desde unos laboratorios de
Bétera, en Valencia».
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LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
83
II. LOS PROTAGONISTAS DEL SECTOR
más minuciosas que ahora, ya que muchas bodegas tenían el suelo en tierra y,
tras el cultivo, había que removerla con un azadón para sacar de ella el micelio
que había quedado incrustado. Entonces no había un cultivo de champiñón con-
tinuo, tan solo se hacían dos puestas al año, una en septiembre y otra en marzo.
El resto del año se dedicaba a elaborar el compost o a realizar otras labores.
A pesar de las dificultades, el champiñón se convirtió en un negocio ver-
daderamente rentable entre 1965 y 1975. Entonces se pagaba un grupo entero
de bodegas en una sola campaña, algo impensable actualmente. Santiago le co-
mentaba a Javier Ezquerro que «sacabas antes mucho más con las dos siembras
anuales que ahora con cuatro o cinco que se hacen». Y Esteban lo tiene claro,
la razón es que apenas había gastos porque todo quedaba en casa y el mercado
apenas imponía exigencias. «Ahora todo ha subido, los sueldos, la luz, el gasoil y
la seguridad social. Es lo comido por lo servido», comenta. Eso sí, no hay benefi-
cio sin esfuerzo y no podemos olvidar que todo el dinero que obtuvieron fue a
base de horas trabajadas en los cultivos. Miguel y su esposa Olga no olvidan las
14 y 16 horas diarias que metían muchos días en los caños. Y Julio resume aquella
mentalidad en una sola frase: «Nada más que los días de fiesta y los domingos que
se trabajaron entonces, al cabo de un año valían mucho dinero».
El pionero del champiñón en Pradejón comenzó a cultivar varios calados
con sus hermanos –llamados los Conos–, en unas once cuevas de muy reducido
tamaño. Es curioso, pero muchos de los vecinos colaboraban con ellos con el
estiércol de sus caballerías y se lo transportaban con carros hasta las bodegas a
cambio de la mitad de la producción. Era una economía muy sencilla de puro
intercambio, de trueque, de subsistencia. A José Luis nunca se le olvidaría lo que
le sucedió en una ocasión que estaba cultivando en su cueva justo al lado de otra
que estaba vacía. En un momento determinado entró su propietario y le espetó:
«Tú estarás cultivando tan tranquilo en ésta, pero yo estoy cogiendo champiño-
nes en la mía, que la tengo sin sembrar». Es curioso, las paredes eran de piedra
arenisca y tenían un grosor de unos 30 ó 40 centímetros y estaban convencidos
de que el micelio era capaz de atravesar los muros y de germinar en las cuevas
adyacentes.
Pero la auténtica realidad de aquellos años legendarios del cultivo del cham-
piñón en La Rioja era la crudeza que suponía la elaboración manual del compost:
fermentación con vueltas a base de horquillo a la basura, realización de los caba-
llones en el suelo de las bodegas y cubrimiento final con arena o tierra de yeso
acarreada manualmente de los alrededores. Y además, como en los años cincuen-
ta España vivía en plena autarquía con un desarrollo ínfimo de las infraestructuras
viarias interiores, los productores de Pradejón apenas mantenían ningún contacto
con otros cultivadores de La Rioja y toda la información que poseían sobre las
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LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
técnicas para el cultivo del champiñón era la que habían adquirido en aquellas
ínfimas papeletas propagandísticas; es decir, que parecía un milagro sacar todo
aquel descomunal trabajo hacia adelante sin apenas medios y con un arsenal de
conocimientos extremadamente rudimentario.
Cultivaron champiñones durante unos siete años (cuatro, los tres hermanos
solos y los tres restantes en sociedad con Izquierdo, de la tejera de El Villar de Ar-
nedo). En un principio, las pequeñas producciones que iban logrando las vendían
directamente y de portal en portal entre las pocas familias de Pradejón que se lo
podían permitir: la del médico, la del veterinario y alguna otra privilegiada más.
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II. LOS PROTAGONISTAS DEL SECTOR
Lo que les quedaba sin vender se lo llevaban a Industrias Muerza para conservas.
Esta empresa fue fundada por Máximo Muerza Alzugaray cuando abrió un peque
ño taller de conservas en San Adrián. De hecho, en esta localidad hay una plaza
dedicada a la memoria de su hijo, Fructuoso Muerza, que gestionó la empresa a
partir de 1933 y la convirtió en sociedad anónima. Por último, y en una curiosa
alianza con Izquierdo, que les cobraba más por el porte que lo que les pagaba
por el champiñón, José Luis Gil Merino y los Conos lograron comercializar sus
hongos en Bilbao.
La familia Gil Merino se ganaba la vida trabajando en el campo de cualquier
manera, para sí mismos o como braceros para otros. Casi todos los veranos iban
a segar, sembrar y labrar donde hubiera tajo. En verano se desplazaban hasta lo
que llamaban la montaña; es decir, la zona de Tierra Estella. Santos Gil Merino
llegó a cultivar champiñones en una bodega de una fábrica de licores en Abárzu-
za (Navarra), realizando un curiosísimo sustrato a base de estiércol de caballo y
hojarasca de roble.
Una impresionante ola de frío azotó a toda España (especialmente dura en
Navarra y La Rioja) en el invierno de 1956 y tanto la elaboración como el trans-
porte del compost fueron extremadamente penosos. De hecho, todos pensaban
que la cosecha iba a ser ridícula; sin embargo, fue excelente, y recogieron mucho
champiñón teniendo en cuenta que habían utilizado 36 toneladas de compost
para una bodega de unos 400 metros cuadrados de superficie.
Otros pradejoneros pioneros en este cultivo fueron Ángel Churruca, el Gelo,
además de una sociedad formada por Ángel Mués, José Luis Fernández y Ángel
Pellejero. Toda la semilla que utilizaban en dichos inicios era de Torrens y el
champiñón que recolectaban lo vendían por los pueblos del entorno, aunque lo
que sobraba lo destinaban a Muerza, que les pagaba 65 pesetas por kilo/raíz. José
Luis Gil Merino dejó de cultivar en el año 1960 y unos años más tarde comenzó
Julio Moreno, después de haber estado trabajando varios años con Jesús Vicioso.
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LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
Champiñones en salmuera.
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II. LOS PROTAGONISTAS DEL SECTOR
a Jesús Vicioso sobre un cultivo que cuando empezó a hacerse realidad lo destinó
para hacer conservas en su propia fábrica. Sin embargo, las primeras produccio-
nes (realizadas sobre caballones en el propio suelo de las bodegas) además de
escasas eran bastante irregulares. Por todo esto acordó con el cultivador logroñés
Felipe Landaluce que el capitalino se encargara de llevar la producción.
Como siempre, la elaboración del compost era especialmente penosa: se
hacía un gran montón de estiércol equino y se procedía a regarlo. Se formaban
pilas de 25 metros de largo con una altura de un metro y casi 80 centímetros de
espesor. Cada semana y con una horca se le daba la vuelta soportando los traba-
jadores un hedor y un calor sencillamente brutal. Más o menos y a ojo de buen
cubero, cuando estaba bien hecho, es decir, bien fermentado, lo metían manual-
mente en las bodegas.
La tierra de cobertura se colocaba después (la traía de una cantera yesosa
de Pradejón) y las semillas las conseguía al principio de una casa de Barcelona
(un tal Ramsé, en palabras del propio Jesús) y más adelante, de Somycel y Cla-
ron. Casi una década después, en 1967, construyó sus primeras bodegas de arco,
once en total, y al año siguiente, otras once, separadas de las primeras a través
de un gran pasillo central. Más adelante llegó a sumar la friolera de 38 naves de
hormigón en arco.
Luis Astier, que ya había entablado relación e influencia con otros cultivado-
res riojanos, le inculcó a Jesús Vicioso la idea de llevar adelante su propia planta
de compostaje, y le prestó su asesoramiento técnico a cambio de que le comprara
semilla Somycel, de la que él era representante para toda España. El año 1976 es
clave para entender la historia del cultivo del champiñón en La Rioja, ya que es
cuando se inicia la creación de las plantas de compostaje en localidades como
Ausejo, Pradejón o Autol.
Pero Jesús Vicioso comenzó la construcción de su planta de compostaje un
año antes, en 1975, adelantándose a las tendencias y marcando un camino para
muchos cultivadores. Además, fue el primero que utilizó el Ytong (hormigón
celular) para construir las cámaras de pasteurización. El suministro de estiércol
seguía siendo uno de los principales quebraderos de cabeza y Vicioso lo compra-
ba en diferentes hípicas de Tudela, San Sebastián y Bilbao. Con Faustino Ruiz ad-
quirió caballos por toda España y llegó a controlar a más de 250 ejemplares. Años
después comenzó a echar gallinaza para elaborar el compost porque el estiércol
de caballo empezaba a venir con demasiada paja y cada vez resultaba peor.
Era muy curiosa la forma que tenía este cultivador riojano de elaborar el
compost, ya que, previamente a la fermentación, hacía una especie de sándwich
con la paja, el estiércol y la gallinaza. El champiñón que no dedicaba a la con-
serva iba al mercado fresco y lo vendía en diferentes mercados de Zaragoza y
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LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
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II. LOS PROTAGONISTAS DEL SECTOR
de una nave de caño de 35 metros ascendía a 125.000 pesetas. Cinco años des-
pués, construir once bodegas del mismo tamaño, además del patio y los gastos de
la primera siembra ascendieron a unos cinco millones de pesetas.
El estiércol de caballo se lo proporcionaban Ángel Churruca el Gelo y Eus-
taquio Alonso, que a su vez lo adquirían en los cuarteles de Zaragoza y que lo
cobraban a 0,50 pesetas el kilo ya en Pradejón, con los correspondientes portes
incluidos. El estiércol equino era el principal ingrediente del compost, a veces
lo mezclaban con el de vaca, ya que venía revuelto, e incluso con el de cerdo,
aunque éste último en proporciones mucho más pequeñas. Formaban una pila,
de unos 70 a 80 centímetros de altura, a la que le daban la vuelta cada siete
días. Esta operación la hacían al principio con horquillo, aunque más adelante
se modernizaron empleando un tractor con un remolque repartidor. En cada una
de estas vueltas semanales añadían nitrato amónico, ya que decían que tenía la
virtud de ablandar la paja, aunque en otras vueltas aplicaban superfosfato de cal.
Al empezar a usar la paja en la mezcla del compost, previamente introducían las
pacas en unas charcas que había cerca de las piscinas del pueblo. El compost
llegaba a alcanzar una temperatura superior a los setenta grados en su fermenta-
ción. Solían dar unas siete vueltas a cada pila hasta que consideraban que estaba
perfectamente madurado. En caso contrario, daban otra vuelta más y echaban
yeso para eliminar las zonas que pudieran quedar húmedas. Al empezar a utili-
zar el remolque esparcidor, las pilas de compost alcanzaban por lo general una
altura unificada de metro y medio. La tierra de cobertura era pradejonera, yesera,
porosa y muy poco pesada, y después la mezclaban con carbonato cálcico. Al
ponerla encima de los caballones tenía una profundidad de unos tres centímetros.
Septiembre y marzo marcaban el inicio de sus dos cosechas anuales. En un
primer momento comenzaron a cultivar en caballones y más adelante, en mesas.
La calefacción también fue evolucionando con el tiempo, ya que comenzaron con
los sencillos y habituales bidones de leña estratégicamente colocados por la bo-
dega en los que mantenían con singular pericia las ascuas ardiendo día y noche.
Esta operación la realizaban básicamente en la siembra de marzo, en el momento
de la incubación del micelio para que arrancara el crecimiento. Desde que se
introducía el compost fermentado en las bodegas hasta que lograban recoger el
primer champiñón pasaban unos cuarenta días.
Prácticamente todos los trabajos y manejos que realizaban con los cultivos
surgían o de la propia experiencia –en la mayoría de los casos– o de cuestio-
nes que comentaba con otros cultivadores. Por ejemplo, el incipiente control
del aire en el interior de las bodegas les generaba muchas inquietudes porque
desconocían tanto lo que era el dióxido de carbono como la humedad relati-
va. En realidad aprendían a base de errores, las equivocaciones y los aciertos.
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LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
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II. LOS PROTAGONISTAS DEL SECTOR
La mujer de Ángel López Ezquerro, María Jesús López Miranda, recogiendo champiñón.
Ángel López Ezquerro, nacido en 1931 y fallecido en el año 2000, fue el primer
presidente de dicha sociedad y uno de los fundadores en los años ochenta de
una nueva SAT, llamada Comprachamp. Y lo fue tanto de su almacén como de
la posterior planta de compostaje, fundada en 1985 en el término pradejonero
de Cantarroyuela, justo al lado de donde en 1995 se establecería la SAT bauti-
zada con ese mismo nombre, la primera de España construida específicamente
para elaborar compost con sistema Indoor. Ángel López Ezquerro también fue
el segundo presidente de Champiunión, tras sustituir en el cargo a José Antonio
Jiménez nueve meses después de fundarse esta SAT de SAT en 1992.
Como recuerda su hijo Ángel López López, el primer vestigio que aún per-
manece en su memoria de las andanzas de su padre en el mundo del cultivo
del Agaricus Bisporus se remonta al año 1964, cuando Ángel se trasladó durante
un año a Calanda (Teruel) para cultivar champiñones en unos túneles mineros
abandonados de más de dos kilómetros de profundidad. Ángel quería establecer
y organizar sus primeros cultivos de champiñón en Pradejón pero no tenía dinero
suficiente para construir los caños, así que aprovechó aquella oportunidad ara-
gonesa y con los ingresos que obtuvo comenzó al año siguiente como cultivador
en su lugar de nacimiento.
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LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
Su hijo rememora con emoción aquella temporada en la localidad natal del in-
signe director de cine Luis Buñuel: «Jugábamos en el patio de su casa y más de una
vez le estropeamos el jardín. Pero más allá de aquella anécdota tengo muy presente
el trabajo tan duro que exigían dichos cultivos en los túneles y las palizas que mi
padre se daba junto a mi madre, que se desplazó también a Calanda para ayudar
al máximo en el proyecto. Había que preparar el compost, meterlo en los túneles a
base de carretillas y, después de recogerlos, montarse en una vieja furgoneta Merce-
des que tenía y colocarlo en los mercados de Zaragoza. Sacaba entre mil y mil qui-
nientos kilos y lo que no podía vender en la capital aragonesa lo traía a Pradejón».
Ángel admite que fue un año de beneficios importantes y con el dinero que
consiguió, su padre levantó los primeros caños en su localidad de nacimiento
junto a su hermano Santiago: «Tanto mi tío como mi padre construyeron sus casas
y en los bajos organizaron espacio suficiente para hacer las bodegas originales.
Aquellas viviendas con sus cultivos estaban situadas en la calle Carretera, 29. Las
primeras bodegas más industriales, en forma de caño, las levantaron en la calle
La Poza alrededor 1967 y cada dos años iban multiplicando los metros de cultivo.
En aquellos tiempos prácticamente la totalidad de lo que se ganaba se reinvertía
en nuevas instalaciones».
Esteban Ezquerro Mangado, otro veterano cultivador pradejonero, e íntimo
amigo de Ángel, tiene la memoria lo suficientemente clara para recordar la dureza
máxima de los tiempos más primitivos y rudimentarios del cultivo y la forma en la
que tenían que agudizar su ingenio para conseguir llevar adelante sus proyectos
empresariales y vitales: «Lo primero que tengo que decir de Ángel López Ezque-
rro es que fue una persona entregada a sus proyectos, un hombre trabajador
al máximo y dotado de un carácter peculiar y poderoso, pero un hombre que
ayudó a muchos y que iba hasta el final con sus ideas», subraya. En este punto,
su propio hijo recuerda la peculiar forma de ser de Ángel López Ezquerro: «Era
una persona extraordinaria pero muy tozuda, cuando se le metía una cosa en la
cabeza no escuchaba otra opinión e iba con ella hasta el final sin atender otras
razones. Estoy convencido de que si sus esfuerzos los hubiera dirigido más hacía
sus proyectos y no tanto a la vertebración de las sociedades en las que participó
hubiera ganado mucho más dinero. Pero era su forma de ser y continuó con esa
filosofía hasta el final de sus días».
Como les ha sucedido a infinidad de aquellos primeros cultivadores rioja-
nos, la elaboración del compost y la consecución de sus materias primas era el
primer gran obstáculo que debían salvar para hacer posible todo aquel desem-
peño. Ángel tomó una decisión importante: en vez de rebuscar el estiércol en
otros lugares y trasladarse a por él a diferentes localidades (como hemos visto,
algunos cultivadores se fueron hasta el madrileño hipódromo de la Zarzuela
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II. LOS PROTAGONISTAS DEL SECTOR
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LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
ahí está ese dato». Quizá, y como fruto de aquellos primeros conatos de unión,
se puede reseñar que antes de la puesta en marcha definitiva de la SAT Cham-
pra-Planta ya se compraba en conjunto la semilla: «Nos venían a vender muchos
representantes de diversas marcas, cada uno a un precio, de una u otra manera
y de diferentes calidades y procedencias, así que nos unimos para comprarlos
todos a la vez, tener la misma semilla y pagar un precio mucho más razonable».
Esteban recuerda el núcleo fundador de cultivadores que dieron paso a la
SAT Champra: David Ezquerro, Julio García y un tal Gutiérrez de Calahorra; los
Popeyes (Ángel y Santiago); El Porrón (Gaspar y Félix); Ángel Churruca; Esteban
Ezquerro y Ángel Pellejero; Ángel Mues (con Santiago Pellejero y Antonio Fer-
nández); Jimechamp (Francisco Jiménez y Santiago Fernández); Jesús Vicioso y
Ricardo Morte. «Me puedo equivocar en alguno, pero hasta aquí me llega la me-
moria», explica Esteban Ezquerro.
El propio Esteban no tiene reparos en admitir que «ninguno teníamos un
duro, pero en aquellos años era rentable el champiñón, aunque nos metíamos
sin red. ¿Sacabas o no sacabas? A veces no podía dormir dándole vueltas a
todas aquellas cosas. Hice mis primeros ocho caños en 1968 y me costaron
900.000 pesetas. Al principio no pude pagar más que 200.000».
Aquellos años el mundo del cultivo del champiñón estaban marcados por
un secretismo casi obsesivo para que nadie se enterara de lo que hacía el vecino.
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II. LOS PROTAGONISTAS DEL SECTOR
Tanto es así que, como recuerda Esteban, un día, después de haberse reunido en
el mítico café de Melchor (donde se juntaban los cultivadores pradejoneros para
relatar sus cuitas y desde el que se tomó el impulso para crear la SAT Champra),
fueron en un coche sin que nadie lo supiera a ver la planta de compostaje de
Jesús Vicioso: «¡Esto hay que hacerlo pero ya!», exclamó Ángel entusiasmado a
su inseparable Esteban. Muy pronto le trasladaron al resto de los cultivadores su
proyecto. «Será cojonundo si no hay que poner dinero», fue la contestación de
muchos de ellos. Sin embargo, Ángel y Esteban fueron por los bancos y el di-
rector de una entidad de Pradejón les dijo que lo hicieran, «que la Víter lo había
negociado en Calahorra con un bancario de mayor fuste que el local». Esta es la
semilla del nacimiento de SAT Champra, tanto en lo que se refiere al almacén
original como después a la planta de compostaje, la primera de La Rioja nacida
como SAT y surgida de la necesidad de unión de unos cultivadores primero para
comercializar el champiñón y después para tener el compost necesario para unos
cultivos que cada año se iban multiplicando.
Ángel López Ezquerro y Esteban Ezquerro Mangado, socios fundadores,
abandonaron la SAT Champra a principios de los años ochenta y, junto a otros
cultivadores, crearon la SAT Comprachamp, que primero hizo su almacén y des-
pués una nueva planta de compostaje.
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LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
Las hijas de Francisco Jiménez, y tras ellas, la primera entarrinadora automática de Jimechamp.
los corderos criados por la familia de Francisco para venderlos en una pequeña
carnicería que habían abierto en Pradejón.
Era 1964 y los hermanos Vicioso necesitaban personal para las amplia-
ciones de sus cultivos pradejoneros. Francisco Jiménez desconocía todo sobre
el mundo del champiñón, pero aceptó con agrado aquella oportunidad y en
menos de un año desplegó toda su astucia para acabar convirtiéndose en el
encargado de los cultivos y en buen conocedor de todos los secretos de esta
alquimia del champiñón. Desde la rudimentaria elaboración del compost hasta
las claves de las primeras tierras de cobertura, de la que se proveían agudizando
todo su ingenio.
Tal como reconoce su hijo Carlos, actual responsable de Jimechamp, «mi pa-
dre era una persona increíblemente trabajadora, vivía por y para el champiñón. Es
verdad que al principio no sabía nada de los cultivos, pero sus ganas de aprender
y prosperar en la vida le hicieron aprender todo a una velocidad de vértigo. Era
una persona muy meticulosa; recuerdo que llevaba apuntados en una libreta to-
dos los detalles del proceso, desde formulaciones de ingredientes necesarias para
elaborar el compost, hasta cuestiones que tenían que ver con el micelio y el culti-
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II. LOS PROTAGONISTAS DEL SECTOR
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LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
no se los vendía, que hicieran cultivos entre los dos». Así que llegaron al acuerdo
de construir 16 bodegas o caños, exactamente el doble de la idea inicial de Fran-
cisco, que tenía en mente comenzar por su cuenta con ocho bodegas.
En 1976 Francisco Jiménez realizó la primera ampliación de sus bodegas de
champiñón surgidas de un hecho curioso cuanto menos: él quería construir una
casa para su familia en un determinado terreno con el dinero que había conse-
guido como cultivador independiente, pero se cruzaron por medio una serie de
inconvenientes urbanísticos que tenían que ver con unos lindes. Como no consi-
guió los permisos, ni corto ni perezoso, decidió no construir su vivienda familiar
y emprender otras 16 bodegas, también junto a Santiago Fernández.
Ese mismo año, Francisco Jiménez y Santiago Fernández entraron a formar
parte de la SAT Champra como otros muchos cultivadores, tanto en su primer
almacén de comercialización de la calle Carretera, como en la posterior planta
de compostaje. Carlos admite que su padre fue uno de los socios mayoritarios de
Champra, llegando a ostentar un porcentaje que pudo rondar el diez por ciento
de la sociedad en algún momento. Y recuerda que Santiago y su padre estuvie-
ron cinco años como socios. «Al finalizar esta sociedad en 1978 mi padre acabó
gestionando todos los caños alquilando la parte que era propiedad de Santiago.»
Sin embargo, Francisco Jiménez no estaba satisfecho con la forma en la que
se tomaban las decisiones en el seno de Champra, básicamente por el hecho de
que cada socio tenía el mismo poder de decisión independientemente del tamaño
de su participación, es decir, de sus cultivos. Así que en 1979 tomó la decisión de
abandonar la cooperativa, salida que se materializó al año siguiente. Además, ese
mismo año había vuelto a ampliar sus cultivos construyendo tres pabellones con
una capacidad equivalente a 18 caños, esta vez ya en solitario. Hay que apuntar
que tras la salida de Francisco de Champra, Santiago permaneció en ella y recu-
peró los cultivos que había arrendado anteriormente al fundador de Jimechamp,
llegando a los correspondientes acuerdos para dividir la propiedad de los terre-
nos que aún eran de los dos.
Fueron momentos complicados porque al salirse de la SAT Champra, Fran-
cisco Jiménez se quedó sin el compost necesario para cultivar en sus caños. Ésta
fue la causa de que tomara una decisión importantísima: crear su propia planta
de compostaje en la misma finca Hoyo Gustar, al lado de sus cultivos. Mientras
la planta estuvo en construcción, tuvo que abastecerse de compost de los herma-
nos Vicioso, aquellos que le dieron la oportunidad de establecerse en Pradejón a
mediados de los años sesenta.
El discurrir cronológico de los acontecimientos de aquellos años es el si-
guiente: «En 1979 mi padre tomó la decisión de salir de Champra, al año siguiente
se materializó la salida formalmente y, en 1981, comenzó a construir la planta de
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II. LOS PROTAGONISTAS DEL SECTOR
compostaje que un año después daría los primeros sacos. Era increíble hacerse
una planta para él sólo. El proyecto lo firmó el ingeniero Felipe Hernando y mi
padre, para financiarla, tuvo que recurrir a todos sus ahorros y a los créditos
que le concedieron las entidades bancarias, que en aquellos tiempos llegaron
al 17 por ciento de interés».
Carlos cree que aquellos proyectos empresariales salieron hacia adelante por
la dedicación de toda la familia: «Trabajábamos todos, padres e hijos, así como
otros familiares y amigos; para mí, con apenas 14 años, montarme en un tractor
y dar vuelta al compost era una diversión. Era toda la familia la que vivía por y
para los champiñones desde el alba hasta el anochecer».
Uno de los detalles que conviene tener en cuenta para comprender el senti-
do emprendedor de estas gentes es un fenómeno que se dio mucho en Pradejón
y que tenía que ver con la forma en la que se financiaban los proyectos y los
cultivos: los préstamos dinerarios entre familiares, amigos y socios: «Se ayudaban
mucho entre las familias, se apoyaban los unos a los otros con el dinero porque
en aquellos años los intereses estaban altísimos. Esta peculiaridad pradejonera
hizo que el sector tuviera una gran expansión en aquella época».
Pero si era esencial la producción, no menos importante era sacar a los merca-
dos el champiñón de Jimechamp. Carlos Jiménez recuerda que antes de la funda-
ción de Champra, su padre destinaba en torno al 70 por ciento de los champiñones
a la conserva, mientras que el 30 por ciento restante iba al mercado fresco: «Lle-
vábamos champiñones a las fábricas de Conservas Marzo, de Quel, Chistu o JA’E,
de San Adrián. El fresco se mandaba a Frutas Udondo, de Basauri (Vizcaya), a los
hermanos Velamazán (Zaragoza) e incluso a la Viuda de Palacios (Madrid).
Durante los años en los que Francisco Jiménez perteneció a Champra, todo
lo comercializaba en común con los demás socios de la SAT y es a partir del inicio
de los años ochenta cuando, al independizarse, Francisco Jiménez comienza a
hacerse un hueco entre la competencia por el mercado fresco. «Aquellos porcen-
tajes se invirtieron pasando a destinar el setenta por ciento a mercado fresco y
el resto para conserva. El interés estaba en el mercado fresco y eso estaba claro
para todos nosotros.»
La evolución de los cultivos continuó con las inversiones realizadas por Ji-
mechamp, ya que todo el beneficio se reinvertía en la empresa. Así, en 1990, se
levantaron tres invernaderos justo encima de los caños originales construidos en
1973. Dos años después, en 1992, construyeron quince bodegas más y, en 1995, el
actual pabellón de más de 1.000 metros cuadrados destinado a oficinas, cámaras
frigoríficas, sala de envasado y almacén. Además, en 1997, la planta de compos-
taje que comenzó a estar operativa en 1982 sufrió una importante remodelación
para pasar al sistema Indoor.
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formulación, a ojo puedo decir que para cada tonelada de estiércol se utilizaban
como otras cuatro toneladas de paja, más o menos».
Una vez preparado el compost y cuando estaba listo para introducirlo en las
bodegas, al Zorro se le ocurrió un sistema muy curioso para aprovechar al máxi-
mo todo el espacio disponible. Construyó unos moldes o cajones de madera de
forma cuadrangular y los introdujo en el interior de cada arco. Se ponían de tres
en tres y de forma paralela, con el fin de lograr cuatro caballones de compost en
cada túnel, dos en el centro con un pasillo en medio y otros dos, adosados a la
pared de la cueva. Se rellenaba todo y después se allanaba para dejar los cuatro
cordones de compost a la misma altura. Estos moldes tenían un tamaño de unos
diez metros, con lo que se repetía la operación hasta dejar todo el túnel relleno
de compost. Este trabajo era muy duro y lo hacían los hombres, después las
mujeres se encargaban de sembrar el micelio, que les había llegado de las casas
Somycel y la valenciana de Bétera: «Eso en los primeros años, porque después
comenzaron a llegar en saquitos del papel», explica Carmelo, que recuerda ade-
más que para sacar la semilla había que romper las botellas, trocear el material
y a continuación introducirlo en el compost a tresbolillo y a la profundidad que
les daban los dedos.
La ventilación de los caños se hizo con unas chimeneas de tubo de hormi-
gón, además de unos pequeños ventanucos en las entradas exactamente a los
lados de las puertas de madera. «Al principio teníamos calefacción de leña con
radiadores, luego pasamos al fueloil y después al gasoil», explica Carmelo, que
además recalca que la ventilación se realiza con unos aparatos de la marca Sie-
mens que eran «tan fiables que cuarenta años después siguen funcionando como
el primer día. ¡Menudos ventiladores, cuando fallan se les cambian los rodamien-
to, y listos!».
La evolución de los cultivos del Zorro siguió en 1972 con la construcción de
otros siete caños. Tres años después acometió una gran obra porque levantó la frio-
lera de 17 más, así que para el año en el que murió Franco, esta empresa familiar
que había comenzado su singladura cinco años antes, ya disponía de 34 caños, un
dato que nos da por sí solo una idea del avance y la importancia económica y social
de este sector en Pradejón en el inicio de la década de los setenta.
En 1990 construyó sus primeras 16 naves de bloque en dos plantas y las
últimas cinco naves datan de 1996-1997. En la actualidad, todo el cultivo sigue en
funcionamiento, aunque como se ha relatado antes los 17 primeros caños ahora
se destinan a setas. Cuando el Zorro dejó de suministrarse y elaborar su propio
compost comenzó a introducirlo en los cultivos con sacos de diversas proceden-
cias de plantas que estaban ya en funcionamiento, tales como la de Jesús Vicioso
o la de Rioja Cavijo. Continuó así hasta que pasó a formar parte de la SAT Com-
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aunque la sorpresa fue comprobar cómo habían brotado champiñones por los
paramentos que se habían visto afectados por la humedad de la riada. Un cura
de Autol vio el espectáculo de aquellos champiñones y declaró: «¡Esta cueva está
encantada!». En aquellos tiempos, a los champiñones que brotaban por los huecos
de las paredes se les llamaba «topos». Uno de los hermanos Sánchez Marco, al ver
aquellos champiñones por todos los sitios, decidió dejar uno para observar hasta
dónde era capaz de crecer. Parece que cuando pesaba entre 250 y 300 gramos
se desprendió y cayó al suelo. A José María Jiménez le propusieron trasladarse a
Milagro y continuar explotando las bodegas, pero rechazó la oferta.
El cultivo lo llevaba a cabo colocando el compost en caballones en el sue-
lo de la bodega. La primera semilla que utilizó la consiguió en Tudela, donde
alguien había empezado a cultivar champiñones en aquellas mismas fechas.
También logró la dirección de la casa francesa de micelio, que desde ese mo-
mento se lo empezó a enviar en ferrocarril hasta la estación de Rincón de Soto,
donde lo recogía en su propia moto. Este micelio venía en cestaños de mimbre
y en trocitos de forma cilíndrica ya preparados para sembrar. La propia casa de
semillas francesa lo equipó de forma gratuita con un termómetro de un metro
de longitud para controlar la temperatura de las pilas de estiércol durante la
elaboración del compost. Más adelante y cuando se asoció con Paulino Calvo,
comenzó a utilizar semilla valenciana de Bétera cuyo micelio venía en las ya
conocidas y siempre peligrosas botellas de cristal.
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LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
107
II. LOS PROTAGONISTAS DEL SECTOR
a José María le gustaba mucho más la venta en fresco. Además, como también
cultivaba espárragos, formó parte en calidad de socio de la Cooperativa Nues-
tra Señora de Yerga, de Autol, donde llevó champiñones aunque en muy poca
cantidad. La primera bodega de arco de Autol la hiceron ellos. Parece que luego
llegaron García, de Pradejón y Gutiérrez Solana, de Calahorra. Las cultivó durante
más de veinte años, con dos cosechas por temporada y, aunque al principio los
rendimientos no eran mucho mayores que en las bodegas de vino, con el tiempo
logró duplicar la producción.
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LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
ni un hongo. Pero como Jesús Baroja estaba dotado de un acento innovador más
que llamativo, en 1960, inventó, con la ayuda de Juan el Colorao, un artefacto para
darle vuelta al estiércol; es decir, una especie de fresa a la que apoyaron con un
motor eléctrico. Era un poco lenta, ya que lo que hacía un operario en una hora,
a la máquina le llevaba media jornada. Como dato cabe señalar que al estiércol lo
enriquecían con superfosfato. En 1967 comenzaron a construir las bodegas en arco,
y tal y como recuerdan los hermanos Luis y Jesús Baroja, una nave de 40 metros
de largo, con una anchura de 4,5 metros y una altura de 2,75 tenía un coste de
250.000 pesetas. Se las hizo el Chesman a destajo, sin calefacción, y en el precio
final no se incluyó ni la cimentación del patio ni de las bodegas ni tampoco el
coste de los terrenos, que en este caso eran de su padre.
Durante los primeros tres años de la producción de champiñón en estas
bodegas de arco, la elaboración del compost se realizaba solo con estiércol de
caballo, que traían a una peseta el kilo desde los cuarteles de Pamplona o de cua-
dras de caballería como las de Faustino Ruiz sitas en Sartaguda (Navarra). Desde
1970 se comenzó a incluir paja y urea en el compost. Así, para ochenta tonela-
das de estiércol de caballo se utilizaban unas 150 pacas de paja. La elaboración
consistía en darle cuatro o cinco vueltas y, según cómo fuera el olor, llegaba un
momento determinado que lo colocaban en la bodega en arco y lo sembraban.
En los comienzos de esta década ya usaban termómetro y cuando el compost
llegaba a los 50 ó 60 grados comenzaban a darle la vuelta. El compost alcanzaba
esta temperatura aproximadamente cada ocho días. Lo cierto es que estos culti-
vadores actuaban en función de cuanto habían aprendido de los primeros que
empezaron y con muchas dotes de perspicacia, prueba y error e intuición. Nadie
les asesoraba y se cuenta que, en una ocasión, se hizo un curso para probar un
determinado compost realizado con basuras de población. Lógicamente, no reco-
lectaron ni un solo hongo.
La familia Baroja detallaba todos los costes de producción de su aventura
empresarial y varios de los precios más significativos eran estos a principios de
los años setenta: 150 pacas de paja, más el porte: 2.450 pesetas; un saco de urea
de 50 kilos, 380 pesetas; un saco de yeso, 10 pesetas; y el jornal de una peonada,
de 225 a 250 pesetas. El champiñón se recogía al amanecer antes de ir al campo.
El precio en fresco era de 65 a 70 pesetas kilo/raíz cuando se destinaba a Otazu,
un sargento de la Guardia Civil de San Sebastián. Como dato conviene resaltar
que el champiñón para fábrica (es decir, para conserva) se pagó en 1979 a unas
60 pesetas el kilo de primera y a 37 el de segunda.
El compost se realizaba totalmente a mano y el olor más o menos desagrada-
ble indicaba cuándo estaba preparado para la siembra. Ese mismo año de 1970,
y gracias a los consejos del pradejonero Ángel López, adquirieron un remolque
109
II. LOS PROTAGONISTAS DEL SECTOR
110
LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
tor. Sin duda, la relación de esta familia con el mundo de la construcción facilitó
que se tomara la decisión de redactar un proyecto arquitectónico. De hecho, fue
el propio arquitecto el que les aconsejó esta fórmula constructiva y la utilización
de aislamiento de lana de vidrio bajo el tejado. El presupuesto de aquella obra fue
de 700.000 pesetas; para contextualizar y comprender la magnitud de la inversión
realizada baste decir que el jornal de un peón al mes rondaba las 200 pesetas.
Un productor de semillas de Arganda, Alberto Pla, les comentó que, de todas
las construcciones que se estaban erigiendo en ese momento en Autol, la suya
era la más eficaz para este cultivo. Los dos primeros años no cimentaron el suelo
porque no podían invertir más, pero el negocio les fue tan bien que con las ga-
nancias que lograron en su primera cosecha (vendida íntegramente a Conservas
La Aldeana, que les pagaba 65 pesetas por kilo) amortizaron el conjunto de la
inversión. Al año siguiente construyeron otras cuatro naves más en las que culti-
varon en dos alturas, con baldas laterales y también en estanterías de uralita de
un metro de anchura en el centro. Otro paso muy importante fue la instalación
de radiadores. Con todo ello lograron dos cosechas por año; además, Dionisio se
refería al cultivo de invierno como superior al de la primavera.
La semilla, al principio, y como hacían mucho cultivadores riojanos, la traían
de Bétera, en este caso a través de Ángel López. Este representante, además, bus-
caba buen estiércol de caballo por los pueblos para utilizarlo como soporte para
la producción de micelio. Dionisio y sus hermanos suministraron compost a Mice-
lios Bétera. De hecho, cuando tenían estiércol de gran calidad la propia empresa
valenciana mandaba un camión a Autol para abastecerse. «Pagaban muy bien»,
recuerda Dionisio. Con el tiempo abastecieron a otras empresas de semillas como
Torrens, Pla y Gurelan. Sin embargo, seguían elaborando el compost de manera
rudimentaria y totalmente manual, con horquillo y con las penalidades habituales
de este durísimo trabajo. La tierra de cobertura la conseguían de un paraje llama-
do La Lomba y la remataban mezclándola con tierra blanca, carbonilla y ladrillo
molido. Aunque al ver en la Víter de Jesús Vicioso en Pradejón la utilización de
la tierra de turba con gravillín decidieron utilizar esta novedosa mezcla. «Si no ves
no cambias», comentó el propio Dionisio.
En 1975, Dionisio y sus hermanos partieron el negocio y él, con los dos más
pequeños, construyó ocho naves más y solo la mano de obra les supuso una in-
versión de 100.000 pesetas. Comenzaron colocando calefacción a través de radia-
dores, pero cuando vieron los tubos calefactores en cultivos de Gaezgu (García,
Ezquerro y Gutiérrez), de Pradejón, desecharon los radiadores por este nuevo
sistema: «Si no ves no cambias», repitió. Dos años después, en 1977, colocaron
suelo de cemento tanto en el patio como dentro de las naves y pusieron baldas
de hormigón en las paredes para aumentar la superficie de cultivo.
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II. LOS PROTAGONISTAS DEL SECTOR
Dionisio Martínez no se quiso quedar atrás en uno de los momentos más im-
portantes del sector champiñonero riojano: la revolución tecnológica que supuso
entre 1976 y 1977 la construcción de las primeras plantas de compostaje con sus
cámaras de pasteurización y su posterior cultivo en sacos. Es decir, la superación
de los compostajes manuales, tan duros y penosos, así como el cultivo posterior
en caballones en el suelo. Con este nuevo compostaje se entró en la era de los
sacos. Dionisio Martínez y los dos hermanos con los que seguía trabajando fueron
a Cuenca con la idea clara de comprar dos camiones de sacos. No les vendieron.
Regresaron a La Rioja y fueron a Pradejón a pedírselos a Conservas Víter. También
sin suerte porque el ingeniero agrónomo que estaba encargado de la planta se
los negó. Sin embargo, se lo solicitaron a Jesús Vicioso, el propietario, con el que
tenían buena relación por anteriores ventas de estiércol. Dionisio y sus hermanos
compraron 600 sacos, los metieron en sus naves y llegaron a producir 6,5 kilos
por saco. Aquello significó un verdadero acontecimiento en Autol y muchos ve-
cinos se pasaban por las naves para ver con sus propios ojos el impresionante
número de champiñones que florecía en cada uno de los sacos. Dionisio tenía
muy claro el camino que había que seguir y no dudó ni un momento en contarle
a sus dos hermanos la idea que tenía de emprender por su cuenta una planta de
compostaje, para la que contó con la asesoría de Peraile en un primer momento,
y tiempo después de Miguel Ángel Muez, de Gurelan.
Un grupo de cultivadores autoleños empezó a reunirse para sondear la posi-
bilidad de realizar una planta de compostaje entre todos y crear la SAT Champi-
rioja. Entre ellos estaba Dionisio, que también participó en el viaje que realizaron
todos ellos a Cuenca, a ver en primera persona la planta de compostaje y cultivos
de Joaquín Peraile. Obviamente, se entusiasmaron con lo que vieron y tomaron
la firme decisión de dar este paso en La Rioja. Sin embargo, uno de los hermanos
de Dionisio no aceptaba pertenecer a ningún tipo de sociedad. La clave residía
en que, al entrar en sociedad con todos, estaban obligados a hacer particiones y
separarse previamente para entrar cada uno con su parte en la SAT Champirioja.
Ellos formaban parte de una única explotación y decidieron emprender el cami-
no por su cuenta y construirse su propia planta. Intentaron recibir subvenciones
del Ministerio de Agricultura pero no tuvieron éxito. Así que al final hicieron su
planta en sociedad con el Júper en un terreno propiedad de su nuevo socio, con
su cámara de pasteurización y una nave. Llegaron a comprar una ensacadora sin
compostadora. Para dar la vuelta al estiércol utilizaron un remolque distribuidor
y fueron los primeros en utilizar el orujo de vinificación, gracias a una idea que
les proporcionaron desde Gurelan. Hacían un compost tan «cojonudo», como re-
cuerdan popularmente en Autol, que llegaron a recolectar 7,5 kilos por cada saco.
Dos años después se convencieron y acabaron entrando en la SAT Champirioja.
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LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
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II. LOS PROTAGONISTAS DEL SECTOR
y mano de obra, pero eran celosísimos con todos sus saberes sobre un cultivo
que para la mayoría de los autoleños era algo así como un inescrutable misterio.
Lo que sabían Landaluce y Castillo lo habían aprendido de su padre, y éste, de
las primeras enseñanzas de aquel desconocido pero crucial pionero francés que
introdujo en los años treinta del siglo XX los primeros champiñones en La Rioja,
en las cuevas del Monte Cantabria de Logroño.
José Cuevas apenas era un muchacho de quince años que observaba con
absoluta atención todos y cada uno de los pasos de este cultivo: él sabía que
nadie le iba a enseñar y que tenía que aprender cada lección por sí mismo,
preguntándose todo y comprendiendo los errores a medida que fueran apare-
ciendo los fracasos. José Cuevas formó su primera sociedad con Aniceto López
durante dos años (1957 y 1958). Iban a medias y cultivaron siete bodegas el
primer año y dos más en la segunda temporada de la sociedad. Todo el fruto
que conseguían lo vendían a Chistu, una conservera de San Adrián con la que
Aniceto tenía buenas relaciones. Se lo pagaban a 33 pesetas el kilo, una verda-
dera fortuna teniendo en cuenta que por aquellos años el espárrago andaba por
las 12 rubias. Según el propio José Cuevas, ganaban el jornal de cinco o seis
obreros, que en aquellos años se situaba en 80 ó 90 pesetas.
José Cuevas tuvo que cumplir con el servicio militar obligatorio, aunque an-
tes ya había comenzado a cultivar en solitario y a pequeña escala tras deshacer su
feliz encuentro con Aniceto López. Pero fue al regreso de su estancia en el ejérci-
to cuando comenzó su auténtica historia en este mundo, cultivando en sociedad
con su cuñado Emérito Calvo dos túneles de las antiguas minas de carbón de
Préjano, y después desparramando el micelio en más de treinta bodegas de vino
por diversos pueblos de Rioja Baja, como Herce, Tudelilla, Santa Eulalia y Autol,
entre otros. Alberto Andrés recuerda que una familia de Murillo de Río Leza, co-
nocida como los Morcillas, cultivaron sus cuevas en sociedad con José Cuevas.
Como siempre sucedía en esta época rudimentaria del cultivo del cham-
piñón, el problema mayor era la elaboración del compost, tanto en lo que se
refería a la consecución de la materia prima como a su posterior fermentación. El
estiércol equino lo traían desde la Academia Militar de Zaragoza a un precio que
incluyendo los portes era de una peseta por kilo. Delfín Pardo, que también llegó
a cultivar champiñón en una bodeguita de Ainzón, cerca de la zaragozana Borja,
era la persona que se encargaba de transportarlo y suministrarlo. José Cuevas
recuerda las penalidades de aquellos traslados con una anécdota que no tiene
desperdicio: «En una ocasión, un camión marca Mercedes de quince toneladas
recién estrenado hizo un viaje desde Sevilla a Zaragoza con garrafas de aceite.
En la capital aragonesa, la agencia encargada de los portes le dijo que antes de
regresar hasta la capital de Andalucía tenía que llevar un viaje de estiércol a Autol.
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LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
Llenaron la caja del camión con estiércol demasiado húmedo, y los purines em-
pezaron a escurrir por todas las aberturas de la máquina dejando el camión con
un aspecto desolador. Y encima, como no era basculante, hubo que descargarlo
palada a palada. Pensé en el conductor y en la bronca que le iba a caer si se
enteraba el dueño. Así que aquel porte me costó 1.100 pesetas. En estos tiempos,
solo lavar el camión cuesta mucho más que aquel viaje».
José y Emérito cultivaban en Préjano en túneles de antiguas minas de carbón
de más de cien metros de profundidad cada uno. Estas minas de carbón, que
explotaba la compañía de capital francés Hulleras del Ebro, funcionaron hasta
los años cincuenta del siglo pasado. Tal y como explicaba Gloria Medel en un
artículo publicado en el diario El Correo, estas minas aseguraban el sustento y la
prosperidad de la población. En sus túneles llegaron a trabajar hasta trescientas
personas y la explotación de este carbón mineral conllevó, en los años más prós-
peros, la construcción del ferrocarril de vía estrecha que enlazaba Calahorra con
Arnedillo y la mina de Préjano. Los trabajadores recibían más de quinientos kilos
de carbón al año y los jóvenes podían completar el servicio militar si trabajaban
durante dos años en las minas. Años de prosperidad en los que funcionaron en
Préjano dos salones de baile. El origen de estas explotaciones se remonta nada
menos que hasta el 6 de septiembre de 1609, cuando se expidió carta para que
las justicias del reino dejasen a Pedro de León y Juan Sánchez Vallejo «beneficiar
una mina de carbón de piedra en término de esta villa».
El compost lo elaboraban José Cuevas y Emérito Calvo en Autol, en un sitio
que le llamaban La Plana y que disponía de agua. La forma de trabajarlo era tan
manual como durísima y cuando estaba en condiciones de cultivarlo lo llevaban
a Préjano para formar los caballones. Aunque cultivar el champiñón suponía un
trabajo agotador, el propio José decía sentirse sobradamente compensado por los
excelentes resultados económicos que conseguía.
Pero veamos lo que sucedía en esos túneles de más de cien metros. En uno
de ellos, más o menos a mitad de profundidad, manaba mucha agua y encharcaba
todo el compost. No les quedó más remedio que ingeniárselas, agudizar todos sus
sentidos, y se les ocurrió construir una especie de balsa de agua en ese mismo
lugar para recoger el líquido elemento. Cada dos días la balsa se rebosaba y co-
locaron una manguera de más de cincuenta metros para expulsar el agua que se
acumulaba en su interior hasta el barranco que se desplomaba en el río Cidacos.
Además, no tenían otra opción que cebar la manguera periódicamente porque
sufría toda suerte de atascos. Si en unos sitios sobraba agua, en otros túneles
escaseaba, así que con un Renault 4 (el inolvidable «Cuatro latas»), y con cuatro-
cientos litros en garrafas, iban desde Herce hasta Santa Eulalia para realizar dicho
cometido. Por si todo esto fuera poco, en las bodegas carecían de iluminación
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II. LOS PROTAGONISTAS DEL SECTOR
eléctrica y dada la longitud de las cuevas, a unos cinco o seis metros la oscuridad
se apoderaba de todo. Así que José y Emérito se armaron de candiles de carburo
para la recolección nocturna. Más que champiñoneros parecían auténticos mine-
ros, con las caras ennegrecidas, la lucecita y esos ojos que parecen multiplicarse
de tanto buscar la luz del día en semejante oscuridad.
Además, no les quedaba otro remedio que realizar la recolección por la noche
porque era obligatorio tener el champiñón fresco y totalmente ordenado y prepa-
rado en cajas de fruta (14 ó 15, sumando en total 200 kilos cada día) antes de las
diez de la mañana para llevarlo hasta La Estellesa, que iba todos los días de ruta
por Navarra y Guipúzcoa hasta San Sebastián, que era donde salía al mercado a un
precio que discurría entre las 40 y 50 pesetas el kilo. Casi todo el champiñón que
recogían entre José y Emérito se destinaba a la venta en fresco, ya que las fábricas
de conserva apenas les compraban. Se dio el caso de que en las ocasiones que les
sobraba algo de champiñón lo repartían entre amigos o familiares, aunque una vez
llegaron a vender a una fábrica pequeñita que estaba en la manzana de la parte del
ábside de la Catedral de Calahorra.
El cultivo se hacía colocando el compost en el suelo formado los caballones
y la tierra de cobertura la conseguían en los campos de alrededor, utilizando una
variada y amplísima gama de tierras y mezclas, en unas ocasiones con tierras
arenosas y en otros, más yesosas. En Autol se abastecían en La Lomba, lugar en el
que Dionisio Martínez también sacaba su tierra de cobertura. La cernían con una
zaranda para separar las partes de tierra de mayor grosor. Recuerda José Cuevas
que, en una ocasión, utilizaron una tierra de yeso que al regarla se cuajó por com-
pleto formando una especie de capa endurecida sobre el caballón. Obviamente,
tuvieron que reemplazarla: «Nunca hemos tenido mejor cosecha que aquella».
En cuanto a la semilla, en primer lugar utilizó la de su primer socio Aniceto y
después la de Bétera, de la que llegó a hacerse distribuidor y vendedor en Autol.
El representante de esta casa de micelio era José Linares, que además colocó a
Ángel López como su mediador en Pradejón.
La sociedad con Emérito se prolongó durante unos cuatro años, justo hasta
que se empezaron a producir dos fenómenos que tuvieron gran importancia en
el sector, la construcción de edificios expresamente diseñados para cultivar el
champiñón, con el consiguiente abandono de las bodegas de vino, y la decisión
de las fábricas de conservas de elaborar champiñón. Posiblemente la primera que
lo hizo en Autol fue Conservas El Cidacos, una empresa familiar que comenzó su
andadura en el año 1940 dedicándose desde su inicio a la fabricación y comer-
cialización de conservas vegetales en general.
En 1968 construyó José Cuevas sus primeras bodegas en arco, es decir, diez
años después de su primera sociedad con Aniceto López. Tenían unos cuarenta
116
LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
117
II. LOS PROTAGONISTAS DEL SECTOR
creación años después de Ayecue (acrónimo formado por los apellidos de sus dos
socios fundadores Ayensa y Cuevas).
Las relaciones entre los socios de Champitol y José Cuevas comenzaron a
deteriorarse por no estar de acuerdo con la propuesta que les hizo Cuevas de
adquirir entre todos el cincuenta por ciento de las instalaciones de la antigua Coo-
perativa de Nuestra Señora de Yerga. Como no se vio respaldado por los socios
de Champitol, tomó la decisión de salirse de la SAT (cuestión que se materializó
sin percibir compensación económica alguna) y comenzó su relación con Juan
Ayensa. Formaron sociedad y compraron entre ambos las instalaciones de la an-
tigua cooperativa. Éste fue el germen y el punto de partida de lo que hoy es el
gran Grupo Ayecue.
Ese año de 1978, José Cuevas construyó 30 nuevas naves destinadas a culti-
vos, con lo que la superficie alcanzó los 9.000 metros cuadrados aproximadamen-
te. La recolección aumentó hasta las 800 toneladas. Desde ese momento, práctica-
mente toda la producción se destinó a la conserva en las instalaciones de Ayecue.
Conservas Ayecue, S. A. elaboró el primer año 1.000 toneladas de champiñón y,
en tan solo cuatro años, logró superar las 4.000 toneladas.
Rememora José Cuevas que durante su vida de cultivador siempre ha buscado
la manera de avanzar, tanto en su actividad como en otras nuevas que se le han ido
presentando. En ocasiones con malos resultados y en otras, con mejores, tal y como
le sucedió con el gravillín. En una visita a Óbanos comprobó que en los cultivos de
Goñi, que además era el alcalde, se utilizaba piedritas minúsculas como cobertura
y, aunque no producían un excesivo número de champiñones, los que nacían eran
grandes y de buena calidad. Así que José Cuevas decidió probar en sus propios
caballones pero mezclándola con algo de turba (exactamente una bala por cada
tonelada de gravillín). Fue un éxito y el primero que lo hizo en Autol.
José Cuevas también fue el primero que cultivó setas (Pleurotus) en Autol. El
que en aquellos años fuera el ingeniero de Conservas Víter, Luis González Mas, le
telefoneó explicándole que había preparado una cámara con compost específico
para setas. Es más, le dijo que si le interesaba podía venderle algunos paquetes.
José Cuevas aceptó y se trajo 200, que sembró en unas instalaciones que tenían
ventanas, y que había construido con la intención clara de dedicarlas a las setas en
un momento todavía indeterminado. Así logró su primera cosecha de setas, que
recuerda que no fue mala teniendo en cuenta que los paquetes que se quedaron
en Conservas Víter no tuvieron la más mínima producción.
Pero también hubo fracasos, y uno de los primeros tuvo que ver con la elabo-
ración por su cuenta de compost para producir setas. Se le ocurrió empacar la paja
de una finca y llevárselas a una de sus naves. Hizo varios agujeros en cada uno de
los fardos por donde introducía un puñado de semilla antes de tapar cada fardo
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LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
con plástico con la idea de que fermentara. Días después obtuvieron una excelente
cosecha… de trigo. Eso sí, años después, cuando ya se había convertido en un
cultivador de setas en toda regla, en una de las siembras en las que metió unos mil
paquetes de Fungisem logró 16 toneladas de setas, con «peyucones» (agrupación
de setas) tan sobresalientes que uno de ellos llegó a pesar la friolera de 17 kilos
en una siembra en la que abundaban los de 10 y 12. José Cuevas sabía que como
semejante proeza no se la iba a creer casi nadie empezó a llamar a otros cultivado-
res para que la contemplaran con sus propios ojos. Como no se sentía satisfecho
con ello, cogió el «peyucón» de 17 kilos y lo fue enseñando a los cultivadores más
importantes del momento para que lo pesaran y vieran lo extraordinario de aquella
descomunal seta.
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II. LOS PROTAGONISTAS DEL SECTOR
Sistema de cultivo holandés, el que utiliza Herchamp en sus instalaciones actuales. CARLOS MARÍN
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LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
tenía carácter bianual: uno en primavera (de enero a mayo) y otro en invierno
(de septiembre a diciembre). Una tonelada por caño cultivado se consideraba
una gran producción en aquellos tiempos. El champiñón lo vendían para fá-
brica a la Cooperativa La Aldeana y el fresco tenía tres destinos: Calvo, Macías
(que cogía los martes y los jueves) y Vítores Marín, que compraba en cantidades
más pequeñas y también en días concretos. Hasta el año 1978 lo siguió hacien-
do así, pero esa temporada se creó la SAT Champitol, fundada con la idea de
comercializar en común el champiñón de los socios. Más adelante, alrededor
de 1980, dio el paso de hormigonar el suelo de las bodegas, además de colocar
uralitas. Empezó a cultivar en dos alturas y logró ganar 400.000 pesetas con las
dos bodegas en la cosecha de la primavera.
Alfredo López de Murillas, casado con una hija de Victoriano, era un agricul-
tor autoleño que antes de dedicarse al mundo del champiñón vivía de la agricul-
tura en plena naturaleza: «Básicamente mis cultivos eran la vid y el espárrago. Yo
era feliz y veía muy lejano el mundo de los champiñones; es más, no me gustaban
mucho porque el cielo abierto no se paga con nada», explica. Sin embargo, en
1981, decidió convertirse en cultivador de champiñones tras comprobar de cerca
el trabajo y los resultados económicos que estaba consiguiendo su suegro, el
histórico cultivador autoleño Victoriano Herce Jiménez.
Alfredo López de Murillas entró en sociedad primero con uno de los hijos
de Victoriano, Jesús Adrián, y poco tiempo después se les unió otro hijo llamado
Ángel, que había estudiado Magisterio y que no encontraba trabajo en el mundo
de la docencia. Entre los tres formaron la que con el tiempo se ha convertido en
una de las mayores empresas de champiñón de La Rioja, Herchamp, aunque en
los primeros años de andadura el nombre de la firma era Hermanos Herce.
La empresa dio sus primeros pasos en el verano de 1981 con las dos naves
que tenía Victoriano, a las que incorporaron seis nuevas naves de cultivo (en
concreto se trataba de pabellones de 35 por 5,05 metros), con una ocupación de
1.200 paquetes por sala y con tres ciclos de siembra. Alfredo explica que en ese
momento todavía compatibilizaban sus labores como agricultores tradicionales
con el cultivo del champiñón.
En 1982, año concreto en el que se incorporó a la empresa el hijo pequeño
de Victoriano, construyeron dos pabellones más. Además, ese mismo año, otro
cultivador autoleño, Saturnino Calvo (en esos momentos presidente de Champitol
tras la salida de José Cuevas), le propuso a Alfredo López de Murillas convertirse
en el presidente de esta sociedad, la única cooperativa comercializadora de Autol
y a la que pertenecían en esos momentos sus cultivos. «En menos de dos meses
salí elegido porque Saturnino se encargó de convencer a todo el mundo», admite
el propio Alfredo.
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II. LOS PROTAGONISTAS DEL SECTOR
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LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
tal Castillo, de Logroño (en realidad era José del Castillo, que fue uno de los
socios fundadores de la primera cooperativa champiñonera de La Rioja, la que
formó con Salustiano Rioja, Felipe e Ignacio Landaluce, Juan Lumbreras, Jesús
Echeverría y José Luis Martínez Bernedo)– buscó a su progenitor, Paulino,
para cultivar a medias en unas bodegas de vino en 1963. Saturnino Calvo, que
fue pastor de ovejas desde los 10 hasta los 18 años, compatibilizaba el trabajo
con el ganado y el riego nocturno de aquellos caballones en los que germi-
naba el micelio de Bétera que venía en las tradicionales botellas de vidrio. El
compost lo apañaban en una era cercana con estiércol de caballo que les traía
un tal Reinares de Zaragoza. Para conseguir que el compost quedara lo mejor
posible, aplicaban urea, mucha cantidad de yeso y lo refrescaban a base de
calderazos de agua que obtenían en una fuente próxima que se llamaba La
Camorra. Todo lo hacían a ojo: le daban al montón una vuelta cada semana,
a mano, a base de horquillos, por capas y formando pilas de basura. Con una
horca bajaban el compost y con un bieldo lo encaramaban después. Posterior-
mente, fue el primero que empezó a utilizar un tractor armado con una pala
para darle vueltas al compost.
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II. LOS PROTAGONISTAS DEL SECTOR
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LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
las de su padre, todo ello sin dejar de comprar y vender champiñones por su
cuenta. Los compraba en Autol y en otras localidades de la comarca, especial-
mente en Ausejo, y los vendía por toda España, desde Madrid hasta Barcelona
pasando por Valencia y Bilbao. Los champiñones que no vendía para fresco los
enviaba para conservas a diferentes fábricas. En una ocasión suministró cham-
piñón para conserva a Abilio Rodríguez, de Calahorra. Llegó a importar desde
Francia de tres a cuatro tráileres con quince toneladas de champiñón francés a
la semana. Desde Autol hasta Barcelona un camión de tres ejes capaz de cargar
siete toneladas costaba alrededor de 45.000 pesetas. Saturnino Calvo manda-
ba champiñones a Sevilla, completando los camiones con otros géneros tales
como chorizo. Ganó dinero, pero tuvo que soportar algún que otro impagado
importante.
En 1979, junto con su cuñado Felipe Hernando, Saturnino Calvo fundó en
Autol Micelios Fungisem, con el objetivo de producir semillas de champiñón
en granos de cereal (centeno). Comenzó a funcionar en 1980. Empezaron tra-
bajando con autoclaves de diseño casero. Más adelante fue la primera empresa
española en dotarse de un autoclave horizontal, y la adquirió en Lodosa de la
firma Marrodán. Los primeros años no fueron fáciles, pero le sirvieron para con-
tinuar aprendiendo de sus fracasos y sobresaltos. Suele recordar el propio Satur-
nino que al principio les llamaban los rompecabezas porque al champiñón que
brotaba de su semilla se le desprendía el sombrero con sorprendente facilidad.
Como explica Felipe Hernando, «en nuestra comunidad autónoma fuimos
pioneros pero en Navarra había dos. Nosotros empezamos a hacer semillas y los
principios también fueron muy complicados. Justo cuando decidimos decantar-
nos por esta iniciativa hubo un cambio de ley en la que se aprobó que no se
podía traer semillas de otros lugares. Fueron meses muy duros, porque de Francia
se traía mucha semilla y nosotros no podíamos dar abasto a producir semillas y
pasamos momentos muy malos. En cualquier negocio, los comienzos son muy
difíciles pero nosotros lo pasamos realmente mal. Tuvimos que abrir las fronteras
porque no había semillas suficientes para todos y aprender a puro instinto porque
esto sí que era secreto. La elaboración inicial era cociendo el grano, una porción
de semilla madre, esterilizarlo e inocularlo en la botella. Una vez que el micelio
había invadido la botella y hacía una masa compacta, se rompe y los granitos
sueltos se meten al compost. Era toda una odisea», rememora Felipe Hernando,
que se mantuvo en Fungisem hasta 1993.
El propio ingeniero decidió realizar un viaje a Hungría para ver in situ todo
lo relacionado con la producción de compost específico para setas, así como di-
versas variedades de semillas. Entre los años 1984 y 1985 construyeron la planta
para la producción de compost (para Pleurotus), realizando dos cámaras de
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II. LOS PROTAGONISTAS DEL SECTOR
pasteurización y envasando los sacos a mano, con una cadena humana, hasta
que pudieron adquirir la primera empaquetadora.
En un segundo paso, compraron buena parte de la maquinaria, incluso un
tractor, a una planta que había en Viana y que producía compost y cultivaba setas.
En 1992, Saturnino Calvo dio un paso impresionante, ya que construyó en Polonia
una planta de producción de compost para champiñón, que al deshacerse la so-
ciedad con Felipe Hernando quedó en manos de éste. Construyó 45 invernaderos
en Plana Cecíos para el cultivo de champiñones abasteciéndose con su propia
planta de compostaje y decidió salir de Champirioja en 1995. Desde 1997 a 1998
construyó 91 invernaderos en Livillos para el cultivo de setas, además de un al-
macén para acondicionamiento, envasado y comercialización del producto. Estas
estructuras tienen una dimensión de 30 por 10,5 metros, excepto once de ellas,
que alcanzan los 66 metros de longitud. En 1999 construyó una planta para la pro-
ducción y cultivo de champiñón de sistema francés de 13.600 metros cuadrados,
totalmente mecanizada y con una capacidad de producción de cinco millones de
kilos. El cultivo se realizaba en cajas metálicas de 1,72 por 3,50 metros (6 metros
cuadrados), en cámaras climatizadas con capacidad para 200 cajas. La mayoría del
champiñón producido en estas instalaciones se vendía a Ultracongelados Azagra,
Virto, con contrato de 1,50 euros por kilo de champiñón de primera; el de segunda
lo llevaba a la fábrica de Ayecue. En 2001 construyó invernaderos climatizados para
el cultivo de champiñón en Palma de Mallorca, con una capacidad de producción
de un millón de kilos. El compost que utiliza en Palma lo llevaba desde Autol y
una vez realizado el cultivo lo vendía como abono para el campo. En 2006 vendió
casi todo al Grupo Ayecue y se quedó con Micelios Fungisem: planta de hongos
exóticos, centro de investigación y fabricación de semillas, y las plantas de compost
de champiñón y setas.
Las razones por las que empezó a extenderse el cultivo de champiñones en Au-
sejo y en su entorno fue el escaso rendimiento que se obtenía con otras produ-
ciones más tradicionales, especialmente la viña. Los vecinos tenían necesidades y
aspiraciones y vieron en el champiñón una rendijita por la que intentar acceder
a un futuro mejor. En la zona de influencia de Ausejo las primeras bodegas se
construyeron entre 1966 y 1967: Francisco Royo y Pedro Churruca, en Corera;
al mismo tiempo, en Ausejo, se decidieron a cultivar champiñón Moisés Tejada
(Moite), los hermanos Delfín y Félix Merino San Juan, Eliseo Espinosa, Teófilo
Chandro, Jesús San Juan y Jesús Merino Romeo.
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rección a Alcanadre. Colocaban una criba en las cartolas del tractor y la llevaban
ya cribada hasta las champiñoneras, descargándola con pala y mezclándola con
ladrillo molido y carbonilla. Con el tiempo, acabaron utilizando una tierra roja
que recogían en El Villar de Arnedo. Los hermanos López de Pradejón (a cambio
de la venta de semilla de Bétera), Antonio Sáez, de El Redal, y Moisés Tejada,
Moite, de Ausejo, fueron las primeras personas que les enseñaron algo de las
técnicas de cultivo. La semilla la compraban en Pamplona, de la casa Torrens,
luego en Albacete y, posteriormente, a través de Gurelan.
La elaboración del compost también era muy rudimentaria, aunque ya uti-
lizaban, además del estiércol, paja y urea. Le daban cinco o seis vueltas ponién-
dose ellos mismos el límite cuando calculaban que ya estaba hecho. Para este
trabajo utilizaban un tractor al que se le acoplaba un remoque repartidor que
trajeron desde Pamplona y que compartían todos los primos. Los caballones los
sembraban a base de trozos de micelio, ahuecando como podían el compost.
Los dos primeros años de cultivo lo hacían sin calefacción, pero al comprobar
que otros lograban mejores resultados aplicando calor, un buen día de 1973 se
fueron a la plaza Cascorro de Madrid y en su pintoresco rastro compraron varios
radiadores. Para llevarlos a Ausejo fueron necesarios dos viajes en el camión
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LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
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II. LOS PROTAGONISTAS DEL SECTOR
3.4.4. Jesús San Juan Merino, hasta el Rastro a por una calefacción
Jesús San Juan Merino comenzó a cultivar champiñones con su padre al inicio
de los años sesenta. El compost lo elaboraban para sí mismos merced al es-
tiércol que compraban (a cinco pesetas el cesto) de las cuadras de familiares,
conocidos y amigos. En el precio no estaba incluido el porte y Jesús San Juan
y su padre se las tenían que arreglar para llevarlo hasta las eras donde lo trans-
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Guerra Civil, cuando un cura llamado Honorio, que era tío de Jaime Rioja, miem-
bro de una de las familias pioneras, empezó con el hongo en esta localidad de
Rioja Baja. Honorio, al parecer, había visto en Francia cómo se cultivaba el curio-
so hongo y no quería revelarle a nadie las claves de tan singular misterio. Hasta
tal punto llegó su actitud que provocó un agrio enfrentamiento con un vecino de
Ausejo, un tal José, una persona que debía de ser muy religiosa y que encima le
unía bastante amistad con el propio cura. José estaba todo el día inquiriéndole al
sacerdote que le explicara lo del champiñón, pero Honorio no soltaba prenda, así
que, como castigo, el bueno de José decidió dejar de ir a misa.
Teófilo Chandro debutó cultivando champiñones en los años 1957-1958 en
una bodega de vino que había adquirido su padre por 14.000 pesetas. Aunque era
de piedra arenisca, la bodega de Teófilo Chandro era un poco más grande que las
habituales (22 por 4 metros) y contaba hasta con una tobera de ventilación. En la
primera cosecha sacó la nada despreciable cifra de 20.000 pesetas y teniendo en
cuenta que el kilo se pagaba a 20 pesetas, no es difícil deducir que había logrado
una producción excelente para una época rudimentaria en técnicas y condiciones
de cultivo. El segundo año la cosecha descendió de forma más que sensible. El
futuro suegro de Teófilo le dejó una bodega de 10 por 2,5 por 2 metros, sin ven-
tilación y además muy incómoda porque tenía muchas escaleras y estaba dotada
de un gran número de recovecos. Con las 7.000 pesetas que ganó cultivándola le
compró a su futura mujer el vestido de novia. En este punto conviene recordar
que ambos iban a la cueva por la noche, entre otras cosas, a recoger los champi-
ñones y a regarlos con una sulfatadora.
Teófilo Chandro coincide con Félix Merino San Juan en que los primeros
cultivadores reales del champiñón en Ausejo fueron los hermanos Terete, Al-
berto y José Andrés, que habían venido desde Briones y alquilaban por poco
dinero las bodegas de vino que quedaban en desuso al constituirse la Bodega
Cooperativa de Ausejo. En aquella época, el padre de Teófilo había formado
una especie de cooperativa, que además presidía, en la que se agruparon los
cultivadores que habían decidido sembrar en sus bodegas. El fruto que obte-
nía lo vendía al padre de Eliseo Espinosa, que era comisionista, y luego a la
logroñesa María Rencurren. El kilo se pagaba a un precio que rondaba las 18
ó 20 pesetas. Esta fórmula duró de 1957 a 1959 porque se contaminaban las
bodegas y bajaba drásticamente la producción de hongos. Después de este
fulgurante y corto inicio, solo quedaron en Ausejo los hermanos Terete, de los
que todo el mundo creía que poseían un desinfectante que les permitió prose-
guir con el cultivo durante un tiempo.
Teófilo Chandro y la mayor parte de los que sembraron las bodegas de vino
con champiñones acabaron abandonando el mundo de los hongos durante varios
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II. LOS PROTAGONISTAS DEL SECTOR
años porque no les parecía rentable. Teófilo estuvo alejado trece años y con 36
reanudó su actividad de la mano de Jesús San Juan. Años después y con Honorio
Royo y otros cultivadores, fue uno de los impulsores de la fundación de la SAT
Unichamp.
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LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
cinco a seis vueltas, primero a mano con el horquillo y después con un tractor
armado con una pala. En las tres primeras echaban agua, introducía el compost
en el interior de las bodegas aprovechando una tobera con el objetivo suplemen-
tario de ir calentando las naves con la última maceración. El compost se colocaba
finalmente en dos caballones laterales y dos tandas de tres centrales. La siembra
se realizaba dos días después de su colocación. La semilla con la que cultivaban
al principio era de Bétera y venía en aquellas botellas de vidrio tan extendidas en
la época. Más adelante comenzó a abastecerse con la de Le Lyon y Somycel. Un
representante de esta última casa, de Aranjuez, le mandaba la semilla vía férrea
hasta la estación de Calahorra, donde la recogía. Más tarde las trajo de Torrens
y Gurelan, primero en botellas y después en bolsas de papel. La siembra se rea-
lizaba a tresbolillo, con dos operarios preparando los trozos del micelio y uno
sembrando. La desinfección de los sótanos del palacio del marqués de Santillana
se realizaba aplicando cal viva disuelta en agua con añil, rociando las paredes y
los techos con ramas de tomillo. Al suelo le echaban cal viva o cloro en polvo.
En una ocasión tuvo una desagradable experiencia ante la incompatibilidad
del cloro y del formol porque estuvo a punto de perecer. Él mismo se encargó
de dar la voz de alarma a otros cultivadores ante semejante amenaza. Hacían dos
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Las pilas las preparaba Jesús en el patio y les daba vueltas con una máquina
compostadora que le construyeron a medida los Marrodanes de Lodosa a cambio
de paquetes de compost. La primera máquina compostadora que vio Jesús María
Ruiz Flaño fue en Murchante, en los cultivos del tudelano Javier Díez. La había
comprado en Holanda y los hermanos Madorrán la copiaron de arriba abajo para
Jesús. Antes, habían realizado un viaje a Holanda para comprarla, pero resulta-
ba inalcanzable económicamente, por eso decidieron ladinamente replicarla. Los
fabricantes holandeses se enteraron y les denunciaron por copiar algunos de los
mecanismos sin tener la patente. Los hermanos Madorrán se vieron obligados a
modificar algunos sistemas, tales como el variador de la velocidad de marcha y el
arranque «estrella». En estos momentos, esta compostadora sigue funcionando en
unas instalaciones sitas en Barranquilla (Colombia).
Por su parte, el tudelano Javier Díez había instalado en Murchante un sis-
tema totalmente novedoso que pasteurizaba el compost en unas cajas que se
llenaban de forma totalmente automática con un tren que, además, servía para
colocar la tierra de cobertura. La incubación del compost la conseguía en unas
cámaras específicas en las mismas cajas. De hecho, y con las miras puestas en
rentabilizar al máximo este sistema, llegó a invertir más de 16 millones de pe-
setas en un equipo de frío para poder cultivar todo el año.
Jesús María Ruiz Flaño relata que el Gobierno Foral de Navarra le pro-
puso a él y a su padre cultivar las minas de Potasas de Pamplona, pero, por
lo visto, Faustino no lo vio claro al temer que los problemas de la sal iban a
resultar insuperables. Sin embargo, accedió Javier Díez, subvencionado por el
Gobierno de Navarra. Díez le pidió a Jesús María Ruiz Flaño que preparara
una remesa de sacos de compost, pero de 12 kilos cada uno. Introdujo la frio-
lera de 11.000 sacos, pero al estar el aire de la mina completamente impregna-
do de sal, las condiciones ambientales no eran las más propicias (el compost
se resecaba muy rápidamente) y, por problemas con los operarios del cultivo,
la operación fue un fracaso absoluto.
Las instalaciones de Jesús María Ruiz Flaño (planta de compostaje y cámara
de pasteurización) estaban en el centro de Sartaguda y esto le generó diversos y
severos problemas con los vecinos y con el propio Ayuntamiento de la localidad.
Así que por estas cuestiones y también influido por la propia obsolescencia de
las instalaciones, decidió entrar como socio en alguna de las plantas creadas en
forma de cooperativa en la zona. No lo consiguió. Se unió entonces con unos
cuantos cultivadores de Pradejón y se convirtió en uno de los fundadores de
la SAT Planta de Compostaje Cantarroyuela, en Pradejón. Alrededor de 1988 y
durante un año, se formó una sociedad compuesta por Jesús María Ruiz Flaño,
Juan Lumbreras (de Lardero), Ambrosio Ezquerro y su hermana (de Pradejón) y
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LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
Fernando Bosch (de Tamarite de Litera, Huesca), para hacer conserva de cham-
piñón «a maquila» en una fábrica de Cervera del Río Alhama. Duró muy poco por
problemas económicos al producirse varios impagos.
Víctor Hernández, el Chiné, primero por la izquierda, visitando unos laboratorios en Cuenca.
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del champiñón. Ibarrola vendía productos del campo y posiblemente lo que sa-
bía de los champiñones llegó a su conocimiento a través de Francia. Parece que
Ibarrola, junto con Yoldi, Cortés y Martín, comenzaron a alquilar bodegas de vino
que se habían quedado vacías al constituirse la bodega cooperativa de Óbanos.
Su pequeña historia parece indicar que estos primeros cultivadores navarros co-
menzaron alquilando bodegas en ciudades como Puente la Reina, Añorbe y Óba-
nos. Además, lo llevaban todo muy en secreto porque estaban ganando mucho
dinero y no querían compartir aquellos rendimientos dinerarios con otros posi-
bles cultivadores. Cuando llegó este grupo a Óbanos, alquiló una bodega para
cultivar cien metros cuadrados que era propiedad de la familia Goñi. Uno de los
peones que tenía el grupo de Ibarrola trabajando en aquella bodega estableció
una gran amistad con Goñi y acabó contándole todo lo que sabía, especialmente
lo que se refería a la preparación del compost con el estiércol de caballos.
Juan Ignacio Goñi comenzó realizando una pequeña prueba en un cultivo
de apenas veinte metros cuadrados y le salió muy bien, por lo que se animó y, al
año siguiente, llegó a cultivar trescientos metros en diferentes bodegas de vino.
Aunque aquellas producciones eran muy pequeñas, sin embargo constituían un
excelente negocio, por lo que muchos vecinos de Óbanos continuaron su ejem-
plo y le imitaron cultivando champiñones en bodegas, lagares, bajeras y casi en
cualquier sitio que tuviera –o no– las mínimas condiciones para hacerlo. De he-
cho, fue como una especie de fiebre del champiñón que muy pronto comenzó a
extenderse por los pueblos de alrededor.
Juan Ignacio Goñi adquiría el estiércol de las caballerías de diferentes
cuadras de los pueblos más cercanos pagando cinco pesetas por cada cesto
de 30 kilos de capacidad y con la ayuda de un corredor que iba realizando la re-
cogida de la basura en todos y cada uno de los pueblos en los que había ajustado
dicho acuerdo. El compost lo elaboraba echando desde el principio al estiércol
algo de paja y amoniaco. Hacía montones de 3 por 3 por 1 metros de altura, ro-
ciando sus orillas con un poco de agua con lejía. Más o menos, a la vuelta de una
semana, cuando consideraba que las pilas habían alcanzado una temperatura de
unos setenta grados, les daba la vuelta con el fin de que la fermentación fuera lo
más homogénea posible. Esta operación la repetía al menos en tres ocasiones. A
continuación, metía el compost en la bodega y lo tenía tres días de reposo hasta
que formaba los tradicionales caballones para realizar la siembra.
La inoculación de la semilla en el compost lo realizaba con tacos secos
de micelio de 18 por 3 centímetros; es decir, en una especie de cilindros que
venían envueltos en papel y que había que trocear antes de introducirlo para
que germinara. El micelio lo compraba a un tal Semper, que era de Irún y re-
presentaba a la casa Le Champion, que tenía la gentileza de enviar con cada
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Recogida de champiñón.
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te tuvo que dejarlo pronto por la escasa salida comercial que en aquellos años tenía
este producto. Sin embargo, pocos meses después comenzó con las setas un leonés
de un pueblo cercano a La Bañeza llamado Aníbal Castro, al que Goñi le suminis-
traba cada semana una caja de semillas Somycel. Otra aventura empresarial de Goñi
fue la distribución de la turba holandesa, que la vendía como tierra de cobertura con
algunas indicaciones sobre las mejores fórmulas para mezclarla y utilizarla.
La planta de compost pasteurizado le permitió vender muchos sacos a diversos
cultivadores riojanos que se quedaban tan impresionados por el nuevo y revolu-
cionario sistema que, además, realizaban viajes a Óbanos para conocer el proceso
de fabricación in situ. Comenzó vendiendo cada saco de compost a 130 pesetas
y durante los tres primeros años el negocio iba francamente bien, logrando tener
clientes fijos en varios lugares de España, algunos tan alejados como Viladecans
(Barcelona), Estepona (Málaga) o varios municipios de Palencia. Sin embargo, a
partir de 1978, empezaron a brotar como hongos diferentes impagados en un mo-
mento en el que, además, el champiñón tenía serios problemas en su comercializa-
ción: unos no le pagaban los sacos, otros la semilla y otros la turba. Tan dura fue la
crisis que al final no le quedó más remedio que cerrar la planta más o menos en el
mismo momento en el que cerró la Víter.
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llenas de una especie de trozos en forma de prisma de compost seco que se podían
dividir en cuatro porciones alargadas con solo reblandecerlos. Manuel Ransé lleva-
ba la representación de semillas Roca para toda España y, como vendía muy poco,
propuso a la familia Torrens que compartieran con él la representación de estas
semillas y de esta forma revitalizar el negocio. Sin embargo, Pascual se dio cuenta
muy pronto de que Manuel Ransé no tenía ni idea y el proyecto se vino abajo. A
partir de 1965, padre e hijo Torrens empezaron en serio la fabricación de semilla
con nombre propio: Micelios MT. Su representante era Isidoro de Artazo, que desde
1965 hasta 1970 llegó a vender semilla en Valdegoñi y los pueblos de alrededor
por un valor que llegó a superar las 400.000 pesetas. A los cultivadores a los que
les vendían la semilla les compraban después el champiñón. Boni Torrano, que
colaboraba con Nicasio en Óbanos, se dedicaba a la compra del champiñón para
llevarlo íntegramente a la fábrica. Aquellos años la producción era muy irregular y
podía oscilar entre los tres y los cinco kilos por metro lineal de caballón.
En los albores de la elaboración de sus primeras semillas las envasaban en
botellas de cristal (tipo botellas de leche con boca muy amplia) y se presentaban
en cajas de diez unidades. Con el paso del tiempo comenzaron a hacerles botellas
más específicas en Zaragoza y, más adelante, en bolsas de plástico que rellenaban
de forma totalmente artesanal. A medida de que fueron adquiriendo experiencia
lograban reducir el trabajo ideando nuevas fórmulas de elaboración mecanizando
los procesos a su manera; de hecho, llegaron a inventar un cilindro de fabricación
propia, aunque su ingenio siempre iba detrás del de los franceses y en el fondo
aprendían de ellos. Los cultivadores de champiñón de Legarda, Lana y Zuazo fueron
los primeros que compraron una clase de semilla francesa en grano que veía envasa-
da en botes. Pascual Torrens les visitaba, vaciaba los botes de semilla y se los llevaba
a su casa para estudiarlos. Más o menos un año después logró preparar la semilla
en grano en esta clase de envases, para lo que se llegó a fabricar su propio troquel.
Según Pascual Torrens, Micelios MT fue el primer fabricante de España que
vendió la semilla de champiñón en grano. Tanto es así que adquirió dos calderas
grandes de chatarra para poder cocer el grano y prepararlo. El micelio germinado
en grano se utilizó en España de una forma generalizada en el momento que em-
pezaron a funcionar las plantas de compostaje. Micelios Bétera, de Valencia, dejó
de hacer semilla en el momento que se produjo el cambio al presentar el micelio
germinado en el grano. De hecho, y aunque estuvo viendo cómo lo hacía y lo
preparaba Torrens, no llegó a asimilar la fórmula de trabajo y no le quedó más
remedio que cerrar. Se llegó a constituir una asociación de semillas a nivel na-
cional, de la que fue presidente Alberto Pla (de semillas Pla, de Arganda del Rey,
en Madrid). Hubo un periodo de tiempo en el que lograron que no se importara
semilla del extranjero a pesar de que hubo escasez de micelio.
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Capítulo 4. Las plantas de compostaje
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ción de los suelos de todas y cada una de las naves de cultivo, así como la meca-
nización del llenado y el vaciado de las bodegas. La mayoría de los cultivadores
decidieron inclinarse por el sistema de jaulas, que era muy eficaz y que sustituyó
con impresionante eficacia a los caballetes realizados con tubos y barras sueltas.
Las naves fueron equipadas con puertas más anchas y se mejoró en gran medida
todo el sistema de ventilación reforzándolo, además, con humidificadores. Todas
estas modificaciones en la elaboración supusieron un cambio total en la forma de
trabajar de los cultivadores y un aumento importante tanto en la calidad como en
la cantidad de las cosechas.
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ra planta de La Rioja que contó con las cámaras de fermentación cerradas hermé-
ticamente. Con estas reformas se aumentó drásticamente la producción. Además,
ese mismo año entraron en la sociedad los descendientes de Juan Lumbreras,
que coincidiendo con esas fechas cerraron su planta de compostaje en Lardero.
En ese momento salieron los socios que no eran cultivadores. Con los años, la
producción de esta planta ha ido descendiendo de forma significativa por el cese
de varios de sus socios en el cultivo del champiñón.
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presupuesto que ya ascendía a 28 millones) con el fin de hacer frente a los gastos
de construcción de la obra civil en la que se ubicarían las instalaciones de la planta
y la compra de la maquinaria necesaria. Como garantía, decidieron escoger el aval
bancario a concretar con la Caja Rural Provincial de Logroño y, si fuera necesario,
los socios se comprometieron a «aportar solidaria y mancomunadamente» el valor
de sus explotaciones de cultivo de champiñón como garantía.
A continuación, se eligieron a las personas que formarían parte de la trami-
tación, gestión y formalización del préstamo, quedando de nuevo Hilario Gonzá-
lez como presidente del grupo. Tras fijar las fechas, se abordó también que el
dinero que faltara sería puesto de forma proporcional a los metros cuadrados
de bodega que cada socio poseyera en su propiedad. Tras estas reuniones ini-
ciales, en las que el principal interés se sustentaba en resolver los problemas
de la construcción de la planta y elaborar el compost necesario para el cultivo de
los champiñones, posteriormente –tal y como se muestran en las actas de la coo-
perativa– se fueron abordando diferentes asuntos, como la admisión de nuevos
socios, las ventajas e inconvenientes de admitirlos e, incluso, comenzaron los
problemas con otros socios antiguos por infringir los estatutos o por hacer activi-
dades contrarias a los intereses del grupo. Así, en una de esas reuniones de mayo
de 1977, se decidió por unanimidad prescindir de dos personas del grupo por no
cumplir los estatutos de Champirioja.
Tras estos pequeños infortunios, los temas más recurrentes en las reuniones
estaban relacionados con la situación económica del grupo y las gestiones para
conseguir el aval bancario, ya que las negociaciones con la Caja Rural Provincial
de Logroño no llegaron a buen puerto. Finalmente, comenzaron a hablar con el
Banco Hispano Americano para ver si conseguían sus objetivos, porque sin esos
avales no podían gestionar de ninguna manera el crédito del BCA.
Comenzaban así las complicaciones porque, dado lo avanzado que se en-
contraban las obras ya en esas fechas (septiembre de 1977), había que empezar
a pagarlas. Tras muchas discusiones se pensó que lo mejor era que los socios
hicieran frente a los pagos más inminentes porque, en aquellos momentos, «no
quedaba otra». Fechas duras en las que se llegó a pensar hasta si era bueno seguir
con la obra o no porque los socios no podían hacer frente a todos los pagos pen-
dientes; aún así, finalmente continuaron adelante con sus objetivos.
Los meses fueron pasando y las reuniones poco a poco continuaron abor-
dando diferentes asuntos, como la forma de reparto de sacos o el sorteo del
orden en el que había que entregarse dichos sacos y las admisiones de nuevos
socios. Otra de las cuestiones planteadas fue el precio que se debía poner a los
sacos. En un principio, los socios de Champirioja consideraron que el mejor pre-
cio era de 140 pesetas, debido, sobre todo, a los problemas económicos por los
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LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
que atravesaban, aunque posteriormente ese precio bajó hasta las 125 pesetas por
saco. Durante esas reuniones también eran continuas las discusiones sobre los
problemas de la venta del champiñón y se pensó en las ventajas e inconvenientes
de venderlos conjuntamente o por libre. Tras votar de forma secreta, se estableció
y acordó que era mejor venderlos en grupo. Éste fue el germen del nacimiento de
Champitol, la futura sociedad comercializadora ligada a Champirioja.
Los primeros tiempos de Champirioja fueron dificultosos en extremo por
la absoluta falta de financiación. De hecho, como no había dinero y había que
hacer frente a todos los pagos, cuando comenzaron a salir los primeros sacos de
compost producidos por esta planta, los socios los tenían que pagar por adelan-
tado. Tanto es así, que los desembolsos tan importantes que tuvieron que hacer
provocaron en muchos casos graves conflictos matrimoniales y familiares entre
los socios. Sin embargo, como el coste de la producción del compost no era muy
elevado, Champirioja comenzó su primera campaña cobrando el saco de compost
a 120 pesetas; a mitad de la misma lo bajaron a 105 pesetas.
Tuvo que comenzar el año 1978 para que Champirioja recibiera el aval soli-
citado gracias a la Caja de Ahorros de Zaragoza, Aragón y Rioja por importe de
10 millones como garantía necesaria para el préstamo del BCA. Comenzaba, de
esta manera, una nueva era en la cooperativa que durante los siguientes meses
continuó trabajando duramente para conseguir sus objetivos.
En dicha época, también hubo tiempo para obtener beneficios, ya que, tras
saber el número de sacos que iba a necesitar cada socio, el ingeniero de la plan-
ta, Felipe Hernando, pensó que, según la lista de aquel año, quedaban fechas
libres para el mes de marzo y, definitivamente, se creyó conveniente vender
los sacos que sobraban aquel mes a personas de fuera porque podría aportar
numerosos beneficios para el grupo. Gracias al buen hacer de la planta y a las
mejoras económicas, el precio del saco iba bajando a las 105 pesetas (cada saco
contenía 16 kilogramos de compost).
Durante los meses siguientes, tuvieron que hacer frente a muchas discusio-
nes por el estado de los champiñones que daban los sacos, entre otros asuntos.
Además, se abordó la necesidad de acudir a diferentes reuniones por otros pue-
blos de La Rioja para conocer cómo funcionaban las demás fábricas, y crear un
Agrupación de Productores Agrarios (APA), así como los cambios pertinentes de
la junta rectora.
En la reunión del 11 de abril de 1978, el presidente Hilario González dimitió
de manera irrevocable, así como el resto de su junta rectora. Luis Baroja resultó
elegido como nuevo presidente y le acompañaron en la nueva junta Nicolás He-
rreros, Jesús María Jiménez, Jesús Baroja, Vítores Marín, Félix Arnedo y Salvador
Calvo. Tras analizar los balances mensuales, la idea de pertenecer a la Asociación
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Felipe Hernando comenzó en Champirioja, tal y como él explica, «casi por casua-
lidad». Recién licenciado en Ingeniería Agrónoma en el año 1976, Hernando entró
en el Ministerio de Agricultura en 1977. En ese momento, y tras varios meses de
prácticas en el laboratorio regional de Madrid, su misión iba a ser trabajar en San-
tander como director de centro de laboratorios regionales, en donde debía realizar
análisis de tierras. Sin embargo, la crisis que azotaba a aquella época no le permi-
tió continuar por ese camino. Su padre, además, había muerto en el año 1976 y la
situación económica en su hogar, con sus hermanos pequeños, no era demasiado
boyante. Ante tal panorama, Felipe Hernando decidió volver a su casa porque,
como él dice, «no tenía otra opción». Así, de casualidad, una amiga le indicó que
su padre (López Araquistáin, uno de los socios fundadores de Champirioja) estaba
buscando un ingeniero agrónomo para realizar la construcción de dos plantas de
elaboración de compost para champiñones en Ausejo y Autol. Felipe Hernando
no pudo decir que no. Aunque en un primer momento iba a dedicarse a trabajar
en estas dos plantas, eso sí, «sin conocer nada del mundo del champiñón», final-
mente la planta de Autol necesitaba mucho más esfuerzo y dedicación que la de
Ausejo, ya que ni siquiera tenía un proyecto redactado y precisaban un ingeniero
a tiempo completo. Así que, tras muchas reuniones y debates, Felipe Hernando se
quedó sólo para la planta de Autol.
Como recuerda Felipe Hernando, en aquellos años, «el cultivo y el sector eran
muy primitivos» y visto con la perspectiva actual, la situación se agrava mucho más.
«Yo llegué aquí sin tener ni idea del mundo del champiñón y aquí me encontré
con gente que tampoco sabía nada. Vine sin visión de lo que era esto, no tenía
ni idea ni había visto un cultivo de champiñón en mi vida y me encontré aquí en
Autol con un cultivo muy manual, rústico y marcado por el voluntarismo de sus
protagonistas. El principal problema que había cuando yo llegué era la elaboración
del compost, ya que cada vez era más difícil conseguir la materia prima».
165
II. LOS PROTAGONISTAS DEL SECTOR
Felipe Hernando comenzó sin saber nada y tuvo que poner en marcha un
proceso de aprendizaje muy completo para poder realizar el proyecto de la planta
leyendo y conociendo cómo se trabajaba en este sector. Momentos muy difíciles
porque tampoco sabía a quién acudir… Felipe Hernando recuerda que cuando
conoció a los primeros agricultores «te quedabas realmente atónito al ver cómo
realizaban el trabajo porque aquellas personas trabajaban básicamente a ojo, por
el boca a boca y el ingenio. Solo repetían lo que mejor les funcionaba a otras
personas que quizá sabían más. Los agricultores no conocían siquiera las bases
de la fermentación». Incluso había muchas leyendas y supersticiones en aquellos
años porque, por ejemplo, se llegaba a pensar que «las mujeres con menstruación
no podían entrar porque estropeaban el compost».
Como recuerda, los comienzos no fueron fáciles. «Muchos cultivadores no
conocían ni la importancia del amoniaco en el compost para las cámaras de
pasteurización. No sabían ni qué era eso ni para qué servía ni cómo influía. Solo
sabían que tenía que coger temperatura pero tampoco cómo, y trabajaban en
muchas ocasiones sin saber en realidad qué es lo que estaban haciendo». Felipe
Hernando reconoce que cuando empezó en el mundo del champiñón desconocía
todo lo relacionado con los fundamentos técnicos de su cultivo; de hecho, visto
con la perspectiva actual la pregunta es obvia: ¿cómo era posible que en aquella
situación se pudiera producir algo de champiñón? Era tan acusado el desconoci-
miento que parecía que era cosa de magia, de brujas… O más bien del ingenio
que nace de la desesperada necesidad.
Quizá por todo eso, cualquier crisis, por pequeña que fuera, se llevaba por
delante a muchos cultivadores. Así, cuando se hacía el compost a mano uno de los
grandes problemas era el llamado moho «verde-gris» (Myceliopthera lutea), que no
eran capaces de quitarlo ni tenía tratamiento. Los fracasos provocados por este hon-
go obligaron a algunos cultivadores a abandonar el champiñón, aunque una vez
que se comenzó a pasteurizar el compost, desapareció y dejó de ser un problema.
Ante esta tesitura, Felipe Hernando tuvo que estudiar él mismo la situación
del champiñón y proceder a crear una planta. Para ello, la información, difícil de
obtener en esa época, era necesaria y así, leyendo en revistas y libros, consiguió
conocer poco a poco cómo funcionaba este mundo. Por ejemplo, descubrió el
sistema de la elaboración de compost en túneles, un invento italiano que rápi-
damente se implantó en Francia y que es conocido como Fase II. Este sistema
permitió pasar de hacer la pasteurización de forma manual a hacerla en túneles,
fermentar en cámaras y meterlos finalmente en bolsas de plástico. Un sistema que
tuvo mucho éxito sobre todo en las cuevas o canteras francesas. De esta manera,
tras comenzar a implantar este sistema en Francia, España no podía competir
con ellas debido a que las producciones españolas eran muy escasas y Francia
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II. LOS PROTAGONISTAS DEL SECTOR
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podías controlar, podía salirte muy mal la cosecha y perderlo todo. Ahora, con las
plantas, se conseguía una regularidad que antes no había y que con los sistemas
primitivos era imposible conseguir».
Para Felipe Hernando, y después de sus años de experiencia al frente del
sector, lo primordial para estar en el día a día del champiñón era «encontrarse
a menos de 50 kilómetros del Montecarlo, un bar de Autol en donde los culti-
vadores se reunían y había mucha información. Casi en cada pueblo había un
bar así y allí se hablaba de todo lo relacionado con el sector y de la forma de
cultivar y se intercambiaba mucha información; si tú estás solo te quedas fuera
de la pomada».
Inicialmente Champirioja arrancó con un volumen de 185.000 sacos. Con
el paso de los años, en sus buenos momentos, ha llegado a producir más de
dos millones de sacos. La explosión del cultivo del champiñón llegó a su auge
en los años 1983 y 1984, fechas en las que el sector riojano pudo exportar sus
productos a Estados Unidos a muy buenos precios y en gran cantidad. En esos
momentos, como recuerda Hernando, «no había pegas de calidad ni de nada».
Años muy buenos en los que los cultivadores y socios de cooperativas decidie-
ron «ampliar a lo loco» y muchas personas ajenas al sector, «al ver lo bien que
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II. LOS PROTAGONISTAS DEL SECTOR
iba el negocio, se quisieron sumar a él. Fueron años de mucho negocio, mucha
venta y mucho dinero». En la planta de Autol, recuerda, «fueron años muy bue-
nos y se multiplicó la producción. Pasamos de 300.000 sacos en 1979 a más de
1.300.000 en el año 1984».
Asegura Felipe Hernando que «como en esos años no se ha vuelto a ver nada
parecido en el sector del champiñón. Después, años más tarde, aunque la calidad
del champiñón fuera mejor, no se ha vuelto a ver esa situación. A partir de 1984,
todo fue cuesta abajo, en un principio, la gente ganaba mucho dinero y quería
construir instalaciones e incluso pagártelas en menos de un año, pero después
todo eso acabó. No era una situación normal, pero aquellos años fueron muy
buenos tanto para los cultivadores como para su negocio».
La planta de Champirioja tenía un fallo de base estructural en cuanto a la
viabilidad de sus ampliaciones, ya que «por la carretera y el barranco que la ro-
deaban no podía crecer más. Pensamos en hacer otra planta enfrente, pero eso
suponía muchos problemas porque lo primordial hubiera sido ampliar en torno a
la planta que ya teníamos. Crear una planta nueva eran palabras mayores y enci-
ma la demanda iba bajando, por lo que no era una buena opción».
De aquellos buenos años, Hernando recuerda una excursión a Italia. «Desde
Francia nos llegó información del tema de los paquetes y queríamos saber en qué
consistía aquello. Por eso, con la visera de champiñoneros viajamos a Italia, y jun-
to a nosotros vinieron también fabricantes de maquinaria disfrazados de cultiva-
dores para ver el sistema. Ellos fueron los que “fusilaron” las máquinas italianas y
después, nos las hicieron a nosotros. Nosotros compramos las máquinas a los Ma-
dorrán de Lodosa y al principio fue toda una odisea. Unas máquinas que daban
muchos problemas al principio porque los cultivadores estaban obsesionados con
los sacos. El cambio entre los sacos y los paquetes era que éstos últimos te venían
en palés y permitían un manejo mucho más sencillo. El compost era el mismo, lo
que pasa es que antes era un compost abierto que había que manejarlo a mano y
ahora con los paquetes no había ese problema. A los de Ausejo, por ejemplo, no
les gustó esta innovación y no la quisieron. Ellos querían sacos porque eran muy
tradicionales e incluso se compraron una máquina para los paquetes que al final
la adquirimos nosotros porque ellos no la querían. El paso del saco al paquete
permitía la mecanización de todo el proceso manual. Arreglar los sacos, cortar el
plástico, ponerlo todo llanito costaba un tiempo importante y utilizar paquetes
nos permitió mejorar bastante la producción, pero los de la planta de Ausejo no
quisieron dar ese cambio.»
Poco a poco el cultivo del champiñón fue introduciendo mejoras que permi-
tieron obtener grandes beneficios para el trabajo y desarrollo de estas funciones.
Así, se pasó de las pilas de compost al cambio tecnológico que supuso el sistema
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Indoor con sus cámaras cerradas. Se pasó del saco al paquete, que aunque el
proceso de producción apenas variaba permitió un gran avance. Definitivamente,
uno de los mejores cambios fue utilizar el sistema Indoor. Como recuerda Her-
nando, comenzaron a utilizar este sistema en Champirioja en el año 1998. Él ya no
se encontraba en Champirioja (terminó en 1991) pero pudo conocer la situación
gracias a las buenas relaciones que mantenía con los cultivadores y socios de la
cooperativa.
Este método también provenía de Italia, y cambió el sistema de la fermen-
tación en pilas a la fermentación en masa, que era «mucho más seguro y más
productivo». Antes, todo el sistema que había de fermentación era al aire libre
y este proceso permitía realizarlo con cámaras cerradas y experimentaba dos
ventajas, la primera era que la temperatura era homogénea y esto permitía que
todo el compost estuviera igual. El sistema Indoor, explica, «es un proceso total-
mente controlado mientras que el manual dependía de nosotros. Ahora con el
ordenador se controlaba todo y esto permite, además, acortar el ciclo de manera
importante, lo que era imprescindible para gastar menos en materia prima, algo
también muy beneficioso».
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Desde que se firmó la primera acta hasta que comenzó la obra de la planta de
Cantarroyuela pasó casi un año. En esos meses, los socios se afanaron en organi-
zar y construir una planta diferente al resto y completamente innovadora. «Hasta
que llegamos nosotros, todas las plantas eran tradicionales y nosotros queríamos
cambiar esa visión. Unos cuantos habíamos viajado a Holanda a ver cómo se ha-
cían las cosas allí, leíamos revistas y así conocimos el sistema Indoor, queríamos
saber exactamente en qué consistía y saber si era una buena opción crear una
planta con ese sistema en Pradejón.»
Dicho y hecho. Tras el viaje a Holanda, Ambrosio Moreno y otros socios
como Armando Ezquerro Férnandez y un intérprete, Félix Ramírez Cordón, ulti-
maron los preparativos para viajar a Italia, en concreto a Verona (zona champiño-
nera del norte de Italia por excelencia) y conocer de primera mano cómo era el
funcionamiento de una de sus plantas. Según recuerda Ambrosio Moreno, duran-
te esos días «nos enseñaron las oficinas, el exterior de la planta, pero en realidad,
no veíamos nada. Yo llevaba mis apuntes para hablar de la gallinaza, las materias
primas… y fijarme en todo, pero fue bastante difícil. Cuando conseguimos que
nos explicaran un poco en qué consistía el sistema Indoor nos dimos cuenta de
que dicho sistema permitía ahorrar el 30 por ciento de la materia prima. Una can-
tidad que, evidentemente, suponía un gran avance».
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muy difícil entrar en una planta ya constituida, las acciones eran muy caras y las
opciones eran entrar conjuntamente en la fábrica, en la planta y en el almacén,
y nosotros no podíamos permitirnos ese coste. La situación fue muy complicada
porque cada vez había más demanda de compost y entrar como socio en alguna
de las cooperativas que ya existían también era muy difícil», asegura.
Ante esta situación, Iberchamp comenzó su andadura a principios de 1998.
Tras crear la sociedad, buscarle un nombre y formalizar los documentos, inmedia-
tamente después se estableció el proyecto para empezar a trabajar cuanto antes.
Así, en menos de un año, consiguieron sus objetivos. «El modelo de producción
estaba muy claro porque partíamos de una base, queríamos ser muy parecidos
a la sociedad Cantarroyuela. Sabíamos que funcionaban muy bien y, además,
contamos con la ayuda de un profesional italiano que fue el que había puesto en
marcha dicha planta y así lo hicimos». Aun así, recuerda, «los principios no fueron
fáciles. Sabíamos que el compost salía mucho mejor con la técnica que utilizaba
Cantarroyuela (sistema Indoor) pero también había que tener en cuenta que los
socios fundadores de Iberchamp éramos muy jóvenes y apenas habíamos tenido
contacto con este mundo. Cuando eres joven y nuevo, tienes muchas ilusiones
pero no sabes cómo van a funcionar las cosas. Nosotros decidimos apostar por
ello y, a pesar de que teníamos miedo, al final conseguimos nuestros objetivos».
El capital social –tal y como aparecen en los documentos aportados por la
SAT– fue de 41.280.000 pesetas, con un desembolso inicial por parte de los socios
del 25 por ciento que iba en función de la participación que cada socio tenía en la
SAT, determinada por sus necesidades de siembra. Para Iberchamp, lo bueno de
esta cooperativa es que «nunca hemos cerrado las puertas a nadie y siempre he-
mos intentado dar posibilidades y opciones a todos aquellos que querían entrar
con nosotros. Era mucho dinero pero siempre ofrecíamos facilidades para que
cada uno aportara el capital que debía».
Con esta política expansiva, Iberchamp ha pasado de los 36 socios del co-
mienzo a los 55 con los que cuenta en la actualidad (2013). La producción, en
todos estos años, también ha aumentado. Así, si en 1998 la producción de paque-
tes ascendía a un 1.200.000, en 2013, «estamos preparados para llegar a los tres
millones de paquetes».
Durante estos quince años de funcionamiento, Iberchamp ha pasado mo-
mentos dulces y otros no tanto. Con el valor de la experiencia adquirida, desde
esta cooperativa tienen claro que si algo no funciona eso es «trabajar a medio
gas». «Con los champiñones se han pasado años fastidiosos cuando las fábricas
no te cogían el champiñón de conservas. En esos años queríamos continuar con
nuestra misma política, ir a medio gas duplica costes y no nos beneficia. Tener
aquí a todo el mundo trabajando y que salga un 70 por ciento de la capacidad
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para la Fase III se seguirán usando para la Fase II, pero es mejor adelantarse y
adaptarse a las necesidades y a los tiempos. Por eso creemos que ha sido una
buena idea meternos en la incorporación de estas cámaras porque pueden dar
numerosos beneficios.»
Echando la vista atrás, los socios de Iberchamp están muy contentos con lo
que han conseguido. «Somos una sociedad que se lleva bien con todo el mundo.
No queremos hacernos ricos, solo que funcione la planta y por ello es por lo
que vamos a seguir trabajando día a día. Nuestros socios están contentos y eso es
suficiente para tirar hacia adelante y seguir mejorando.»
Aun así, no pueden evitar recordar sus comienzos. «En la creación de la socie-
dad inicial tuvimos muchas reuniones. El principal problema que teníamos era el
económico, no teníamos ni un duro y, además, fue un año malo para el champiñón.
Fueron momentos duros e intentamos acogernos a diferentes subvenciones.» En
esas negociaciones, recuerdan su trato con el consejero de Agricultura del Gobier-
no de La Rioja de ese momento, Javier Erro, quien les dijo que podían conseguir
subvenciones individuales para cada socio de 300.000 pesetas para la aportación
del capital social. Lo demás salió de los bolsillos de los agricultores y también de los
bancos. «Caja Rioja e Ibercaja confiaron en nosotros. Fue muy difícil porque nos tu-
vieron que avalar abuelos, padres o incluso, muchos de nosotros, nos avalamos con
nuestro propio hogar, pero con todo ello, pudimos sacar nuestra planta adelante.»
Una planta que, además, también tuvo problemas al inicio de su construc-
ción. «Durante las obras hubo errores muy importantes que tuvimos que pagar
nosotros, a las cámaras les entraba aire por abajo en la zona de la pasteurización
del compost, no podían con ese peso, había que llenarlas menos y eso suponía
una bajada importante de producción, hubo que modificar hasta los desagües, y
los conductos también estaban mal medidos… Éramos muy nuevos y confiába-
mos en gente experta pero, a veces, las cosas no salen como uno quiere. Ahora
sabemos lo que necesitamos y somos nosotros quienes les decimos cómo que-
remos las cosas.»
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Capítulo 5. La comercialización: el fenómeno
asociativo desemboca en la gran alianza del sector
La primera cooperativa nacida con afán de unir sus fuerzas para la comerciali-
zación nació en Varea a principios de los años sesenta y, como se ha explica-
do anteriormente, fue obra del núcleo de los primeros cultivadores del entorno
de Logroño: Salustiano Rioja, Felipe e Ignacio Landaluce, Juan Lumbreras, Jesús
Echeverría, José Luis Martínez Bernedo y José del Castillo. La verdad es que duró
poco pero fue una auténtica rareza histórica y de alguna forma, la precursora de
un modelo que a mediados de los años setenta se fue extendiendo por Rioja Baja
a medida que se iban regularizando los cultivos y la producción se modernizaba
con el nacimiento de las plantas de compostaje. En el sector siempre ha habido
un debate claro entre qué era primero, la planta o el almacén; la realidad es que
fueron dos fenómenos paralelos que en cada caso tuvo una historia diferente.
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«Yo sufría mucho con ello. Cuando no había para todos, había que repartir las
cantidades entre todos como fuera y luego, cuando salían muchos, intentabas
repartir de más y dar el doble a algunos para que estuvieran contentos. Eran
tiempos complicados porque había veces que yo he vendido el champiñón a
menos diez pesetas. Es decir, en ocasiones tenías que responder tú mismo y a
mí, en una ocasión, en Barcelona me pidieron daños y perjuicios y eran situa-
ciones bastante incómodas. Ahora es todo mucho más seguro», recuerda.
Poco a poco Champitol fue consiguiendo una red de clientes bastante im-
portante. Entonces se llegó a mandar champiñones a Barcelona, Bilbao, Vitoria
y Zaragoza, sobre todo por el norte. Los mercados principales eran Bilbao y
Zaragoza. En un plano inferior se situaban San Sebastián (con Íñigo Juaristi) y
Barcelona (a través de los hermanos García). Los precios en 1982 iban de 110
a 120 pesetas por el kilo en plancheta y de 120 a 130 pesetas por el kilo en
bolsa. El kilo de segunda para fábrica se vendía a unas 75 pesetas y se llevaba a
Árguedas (Navarra) a una conservera llamada Toko, de propiedad alemana. José
Cuevas recuerda, además, que a la hora de pagar era todo muy rudimentario.
«A final de cada mes echábamos las cuentas. Según lo que habíamos vendido,
a quién…, entonces se trabajaba mucho a comisión. De lo que sacábamos cada
mes quitábamos los gastos, el sueldo… La verdad es que nunca tuve proble-
mas en ese sentido. Todos los que estaban en Champitol nunca dudaron de
mi voluntad ni de mi honradez, todo lo contrario. He tenido muchos amigos y
buena relación con todos. Incluso yo les decía, soy el jefe de aquí pero cuando
tuvieran dudas de mi gestión siempre les hacía hincapié para que me lo dijeran
e incluso les animaba a que vieran cómo se trabajaba en otros lugares porque
si la competencia lo hacía mejor, yo era el primero que hubiera querido irme
por el bien de todos.»
Con el paso de los años (alrededor de 1982), José Cuevas comenzó otra aventura.
«Me propusieron comprar al cincuenta por ciento una cooperativa que se llamaba
Nuestra Señora de Yerga. Cuando conocí la situación, lo primero que hice fue
decírselo a los socios de Champitol y les propuse que se vinieran conmigo. Era
una gran ocasión pero ellos no dieron el paso. Muchos no podían por el tema
económico pero yo creía que era una buena oportunidad y la aproveché. Hubo
alguno que renegó, igual consideraba que no era un buen negocio. Se realizó una
votación y todos dijeron que no, pero yo pensaba que era el camino correcto y
decidí comprarla.»
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Los inicios de Ayecue (acrónimo formado con los apellidos de los socios
compradores José Cuevas y Juan Ayensa) no fueron muy buenos. «Con el paso
del tiempo te das cuenta de las cosas que has hecho y yo estoy muy orgulloso
de todo lo que hice, pero fue muy difícil». La verdad es que los agricultores de
Nuestra Señora de Yerga «como Dionisio, los Baroja y David, me animaron mucho
a realizar esa compra, ellos me ayudaron y me echaron una mano para poder
comprarla. Ellos no querían entrar porque ya habían pasado mucho con la ante-
rior cooperativa, pero les agradezco infinitamente la ayuda que me dieron».
Para José Cuevas la producción del champiñón «de antes a ahora ha cambia-
do en todo». Incluso, aún con las novedades y nuevas tecnologías actuales, para
José Cuevas es más complicado en la actualidad cultivar el champiñón que antes.
«Ahora hay mejores máquinas y más adelantos, ahora tenemos fábricas modernas,
las técnicas han avanzado mucho, pero ahora se exige más preparación. Ahora
hay otra calidad de champiñón, antes solo había blanco o negro, no había donde
elegir, ahora sí. Las setas, por ejemplo, antes solo había una variedad y ahora hay
muchísimas.»
Si hay algo que tiene claro es que «si fuera joven otra vez, volvería a cultivar
champiñón. Para mí fue como una droga, pensaba todo el día en el champiñón.
No era ni mucho menos por el dinero que se ganaba, era porque lo sentía así. He
tenido mucha suerte porque he coincidido con personas que me han enseñado
mucho, recuerdo a un hombre de Pradejón, Ángel Churruca, y esos conocimien-
tos me han ayudado mucho. He sido muy feliz en este mundo, aunque también
se ha pasado muy mal».
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A lo largo del periodo que discurrió entre 1980 y 1984, el champiñón riojano
vivió una verdadera edad de oro, tanto en lo que se refiere al cultivo como
a su comercialización, gracias a la expansión que experimentó con la expor-
tación hacia el mercado norteamericano. Este periodo fue muy importante y
se creó un buen número de cultivos en las zonas de Autol y Pradejón. Sin
embargo, esta fase de crecimento dejó de ser tal a lo largo de 1984 y un gran
número de nuevos cultivadores comenzó a tener problemas para colocar sus
productos y para hacer rentables sus negocios, muchos de ellos de nueva
planta y con las inversiones todavía sin amortizar. Con este panorama, en un
primer momento no les quedó más remedio que vender sus champiñones a
fábricas como Ayecue (en concreto, las instalaciones de lo que fue la Coope-
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de vender en un lugar muy poco trillado. Fui al resto de los asentadores y les
ofrecí a ellos nuestro champiñón directamente, sin ninguna clase de interme-
diarios». SAT El Molino estableció un acuerdo con un transportista andaluz
radicado en Santander llamado José que disponía de un camión de poco tone-
laje que hacía dos viajes por semana (martes y jueves) y trasladaba los cham-
piñones desde Autol hasta el merca de la capital cántabra. En poco tiempo,
esta sociedad autoleña se hizo con el 80 por ciento del mercado de Cantabria.
La realidad estaba clara y se explicaba por la calidad de unos champiñones
producto de dos circunstancias decisivas: unos cultivadores que los mimaban
y el envasado en frío sin retractilar que permitía mucha mayor durabilidad de
los mismos. En 1987, El Molino participó en una feria agrícola que se realizó
en Torrelavega con una degustación de sus exquisitos champiñones, algo casi
inaudito en aquella época.
Aquel viaje de José Antonio Jiménez continuó dando frutos y logró abrir
nuevos mercados para los champiñones de la SAT El Molino en lugares tan leja-
nos como Galicia y Asturias, donde incluso salió un reportaje de la empresa en
el rotativo La Voz de Asturias. En Vigo consiguió entrar en la ruta de abasteci-
miento de la empresa Isidro de la Cal, una firma que llevaba pescado y marisco
de Galicia al interior de la península y que aprovechaba sus viajes de vuelta para
transportar otros productos, entre ellos los champiñones frescos de El Molino.
José Antonio Jiménez recuerda, a modo de anécdota, que dispuso en aquellos
años de un Renault 21 con el que hizo más de 600.000 kilómetros.
Para comprender un poco la forma de trabajar de esta SAT, desde 1984 hasta
el año 1988, la ratio de comercialización de El Molino era un 80 por ciento de su
producción para el mercado fresco y el 20 por ciento restante para las fábricas
conserveras. Los mercados del norte pagaban a mejor precio y eso implicó a la
larga que comenzaran a ampliarse los cultivos. Poco a poco eso fue mermando
la calidad y aquella variable de 80 a 20 sobre el destinado a fresco y a conserva
varió hasta llegar a la mitad para ambos destinos. Los mercados lo notaron y,
como rememora José Antonio Jiménez, «la competencia más. Fueron cuatro años
de sueños muy dulces, pero las cosas habían cambiado y en 1990 tomamos la
decisión de enviar toda nuestra producción a fábrica».
La SAT El Molino llegó a un acuerdo con la conservera de Calahorra Villa-Cam-
po para trabajar «a maquila» (es decir, a tanto el kilo). En ese momento comenzó
un nuevo reto, emprender la búsqueda de nuevos mercados para los champiño-
nes. Si al principio había sido para el fresco, ahora llegó el turno de la conserva.
Se hizo por Andalucía y para la exportación, que se realizaba a través de terceras
personas. En uno de los viajes de José Antonio Jiménez a Suiza conoció en Zúrich
a Sinforiano de Mendieta, un bróker del champiñón con el que unos años después
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petencia las unas a las otras: «En Francia había una sola fábrica y en Holanda,
dos. Competir con ellos era imposible si no éramos capaces de unirnos, había
que crear un sector de una sola pieza. Ya con la empresa en marcha y pasados
unos meses, intentamos un acercamiento con Ayecue, la propuesta fue muy bien
aceptada en un principio, pero las condiciones que pusieron José María Ayensa y
Eduardo Cuevas eran inasumibles en ese momento. En aquella ocasión cada uno
continuó por su camino».
Alfredo López de Murillas, en ese momento presidente de Champitol, fue
una de las personas más activas del proceso: «En el año 1991 comenzamos a
fabricar y al año siguiente se consolidó notarialmente y oficialmente la creación
de Champiunión, en la que entraron a participar 17 cooperativas (todas las que
había en La Rioja) menos Unichamp (la SAT de Ausejo)». Sin embargo, López de
Murillas relata que el paso de la creación de Champiunión significó un cambio
extraordinario para el sector champiñonero riojano: «Creamos una verdadera
autopista cuando hasta ese momento vivíamos en un camino repleto de preci-
picios. La respuesta positiva de todo el asociado del champiñón fue extraordi-
naria», subraya. Los objetivos que se habían propuesto se superaron con creces:
«Comenzamos a elaborar 1.600 toneladas y para el año 1994 se superaron las
4.000 toneladas ofreciendo unos beneficios muy importantes, lo que sirvió para
actualizar toda la tecnología de la planta y, en 1995, se elaboraron más de 20.000
toneladas. La verdad es que esos años que pasaron de 1992 a 1995 supusieron
un salto de gigante para el sector».
El primer presidente de Champiunión fue José Antonio Jiménez, que per-
maneció en el cargo durante nueve meses; le sustituyó en 1993 Ángel López, re-
presentante de Comprachamp (Pradejón). Champiunión se constituyó legalmente
como una SAT, con la salvedad que los asociados en vez de ser personas físicas
serían personas jurídicas. Como lo define José Antonio Jiménez, «una especie de
cooperativa de cooperativas».
Esta empresa nació el 1 de septiembre del año 2000 con la fusión de Champiunión
y la SAT de Ausejo, Unichamp. En el momento de su fundación, se alzaba como
líder nacional en el sector transformador champiñonero, con un volumen de
negocio superior a los 6.000 millones de pesetas y una previsión de crecimiento
anual del 15 por ciento. Eurochamp producía el primer año 27.000 toneladas de
champiñón transformado, el 48 por ciento del volumen nacional, unas cifras que
también situaban a esta empresa entre las diez primeras del sector de conservas
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Lavado de los champiñones antes de su corte en una máquina Turatti. CARLOS MARÍN
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En 1982 José Cuevas y Juan Ayensa (propietario de Conservas JA’E de San Adrián)
formaron una sociedad para la adquisición de una industria cooperativa autoleña
llamada Nuestra Señora de Yerga. Hay que situarse en la época y en la visión de
negocio de José Cuevas, que salió de Champitol de Autol al ver la posibilidad
de crecimiento de este sector y le ofreció a Juan Ayensa (tras negarse sus socios
de Champitol a hacerlo) formar una nueva sociedad. Juan Ayensa había fundado
en San Adrián (Navarra) Conservas JA’E en 1970 con el propósito de satisfacer
un segmento de mercado entonces todavía poco desarrollado: las conservas de
legumbres. Con anterioridad, varias empresas del sector conservero habían inten-
tado producir y comercializar este tipo de productos sin grandes resultados. Fue
precisamente Conservas JA’E quien dio con la fórmula para conservar legumbres
de la más alta calidad de forma industrial; y fue JA’E quien elaboró la primera le-
gumbre perfectamente cocida. Esa experiencia empresarial de Juan Ayensa, unida
a su seriedad, fue la que le hizo decidirse a José Cuevas proponerle entrar en esta
nueva aventura empresarial.
Conservas Ayecue elaboró el primer año 1.000 toneladas de champiñón y en
solo cuatro ejercicios cuadruplicó su producción y llegó a las 4.000 toneladas. Así
que, debido al gran incremento de la producción de Ayecue y a que la oferta de
materia prima cada vez se hacía más insuficiente, se tomó la decisión de comprar
champiñones en Cuenca, la otra gran zona productora de champiñones en Espa-
ña. Esta situación se matuvo durante varias campañas en las que el champiñón
llegaba a La Rioja en fresco desde Cuenca para su transformación en conserva en
su fábrica de Autol. En 1989 Ayecue tomó la decisión de fundar su propia fábrica
en el municipio conquense de Iniesta. Gracias a este paso estratégico se consi-
guió comenzar a transportar el champiñón hasta la fábrica autoleña ya escaldado,
de manera que el género llegaba en muchas mejores condiciones y se aseguraba
mucho más su calidad final. Pasados los años, la fábrica de Cuenca fue ampliada
para asumir todo el proceso.
Ayecue siguió su evolución y en 1996, es decir, siete años después de
fundar la primera fábrica en el exterior de La Rioja pero dentro de España,
tomó una decisión trascendental, su internacionalización con la apertura de las
instalaciones industriales de Las Vigas, en el estado mexicano de Veracruz. En
este país, las circunstancias económicas fueron las que marcaron su periplo:
en los noventa, las ventas en el mercado azteca constituían el 25 por ciento
del volumen total del negocio de Ayecue, pero la situación cambió con la cri-
sis de finales de 1994. «El llamado tequilazo trajo consigo la devaluación de la
203
II. LOS PROTAGONISTAS DEL SECTOR
204
LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
marca navarra.
Se puede asegurar, explica Eduardo Cuevas, que el Grupo Riberebro «es
fruto de la suma de compañías especialistas en champiñón y setas cultivadas, así
como en la fabricación de conservas de verduras y legumbres. Riberebro controla
la totalidad de los procesos productivos, desde el cultivo y la transformación de
materias primas hasta la comercialización final. Está presente en todas las áreas
de negocio del sector: cultivo, transformación y distribución. Riberebro es hoy
una de las compañías líderes entre los especialistas en vegetales transformados
de España».
205
II. LOS PROTAGONISTAS DEL SECTOR
206
LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
207
III. La vertebración del sector
Capítulo 6. La Asociación Profesional de Cultivadores
de Champiñón de La Rioja, Navarra y Aragón
211
III. LA VERTEBRACIÓN DEL SECTOR
212
LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
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III. LA VERTEBRACIÓN DEL SECTOR
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LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
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III. LA VERTEBRACIÓN DEL SECTOR
Zona de cultivo del centro donde se investigan técnicas y mejoras productivas. CARLOS MARÍN
216
LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
ra fase de este centro que posteriormente iba a ser el CTICH. El proyecto inicial
constaba de dos salas de cultivo totalmente climatizadas y un invernadero para
setas. El presupuesto de esta fase ascendió a los 450.000 euros y los primeros
champiñones cultivados en estas naves se recogieron en el 2000, año en el que
también se aprobó el primer programa de I+D+i del Centro Experimental del
Champiñón, que fue como se denominó en un primer momento el germen de
lo que ahora es este centro.
En 2002 se acometió la segunda fase del Centro Tecnológico, que consistió
en la construcción de todas aquellas instalaciones necesarias para dotarlo de su
verdadero carácter investigador: administración, laboratorios de análisis e investi-
gación, salas de formación y salas de reuniones. El nuevo centro amplió los con-
tenidos y los objetivos del inicial Centro Experimental del Champiñón añadiendo
a las funciones de investigación otras de carácter formativo y de servicios para el
sector riojano.
El 29 de febrero de 2003, el presidente del Gobierno de La Rioja, Pedro
Sanz, inauguró el Centro Tecnológico de Investigación del Champiñón de La
Rioja (CTICH) que sería gestionado por la Asociación Profesional de Cultivado-
res. Unos meses antes se había nombrado a José Antonio Royo, presidente de la
asociación de cultivadores, como director-gerente del nuevo centro.
La estructura del CITCH se divide en tres grandes áreas de trabajo que es-
tán absolutamente interconectadas con los intereses del sector del champiñón
en La Rioja. El primer nivel de trabajo del centro es el laboratorio, en el que se
realizan los análisis de compost (sustratos y materias primas) de todas las plantas
de compostaje riojanas de champiñón. En este servicio se garantizan los mismos
parámetros analíticos para todas las plantas con resultados comparables y con el
objetivo de la mejora de las técnicas de compostaje en La Rioja. Para entender la
evolución de este servicio del CTICH y su interconexión con el sector baste decir
que se ha pasado de las 1.000 muestras enviadas al centro en 2004 a las 5.000
de 2012. Como explica Margarita Pérez, la directora del CTICH, la evolución de
la calidad de los procesos de compostaje en La Rioja ha sido fundamental para
aumentar la producción y la calidad del champiñón, sin olvidar, además, que el
personal de las plantas también ha multiplicado su formación y la ha incorporado
a los métodos de producción de compost.
La formación es otra de las grandes áreas del CTICH y, tal y como resalta la
directora del centro, constituye un punto esencial para el sector: «Tenemos dos
grandes líneas de trabajo, la referida a las técnicas de compostaje y la que se
dedica especialmente a los cultivos. Nos hemos dado cuenta de que todo ese co-
nocimiento que se ha ido generando a través de estos programas formativos del
CTICH se ha incorporado al sector de forma automática». La primera campaña de
217
III. LA VERTEBRACIÓN DEL SECTOR
El centro mantiene una actividad formativa continua para los profesionales del sector. CARLOS MARÍN
formación del CTICH se remonta al año 2003, con la celebración de unas jorna-
das técnicas con la presencia de especialistas holandeses de la Asesoría Advisie,
que impartieron cursos de cultivo y compostaje que fueron muy bien aceptados
y muy útiles para los cultivadores y los técnicos de las plantas de compost que
asistieron. También en ese mismo año dieron sus primeros pasos las reuniones
técnicas en las que se trataba de que los técnicos de las plantas tuvieran un punto
de encuentro y pudieran dar su punto de vista sobre los problemas y la situación
del compostaje. En aquel primer año se impartieron cinco cursos y dos jornadas
y desde aquella iniciativa hasta la actualidad se han celebrado más de 90 acciones
formativas con una asistencia de unos 2.000 profesionales del sector.
La actividad formativa del CTICH (además de los temas específicos del sector
como las técnicas de cultivo, el compostaje, la calidad postcosecha, el medioam-
biente) también se dirige a otros aspectos orientados para conseguir una mayor
capacitación de los profesionales riojanos del champiñón: uso de herramientas
informáticas, gestión empresarial, manipulación de alimentos, productos fitosa-
nitarios y trazabilidad. Toda esta formación se imparte en las instalaciones del
centro, que está dotado con un aula formativa con capacidad para 60 alumnos,
equipamiento multimedia, además de doce salas de cultivo (champiñón y setas)
para la demostración práctica de todos los contenidos teóricos.
Para la directora del CTICH, la I+D+i es el núcleo de trabajo del centro y
su actividad más importante: «Desde nuestros inicios nos hemos centrado en la
investigación práctica y transmisible al sector de hongos cultivados de La Rioja
mediante diferentes proyectos de investigación científica y desarrollo tecnológico,
tanto de carácter público como los que realizamos por contrato». El CTICH se ha
218
LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
219
III. LA VERTEBRACIÓN DEL SECTOR
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LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
La experimentación con hongos exóticos es una de las líneas prioritarias del centro actualmente. CARLOS MARÍN
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III. LA VERTEBRACIÓN DEL SECTOR
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LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
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III. LA VERTEBRACIÓN DEL SECTOR
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III. LA VERTEBRACIÓN DEL SECTOR
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LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
227
III. LA VERTEBRACIÓN DEL SECTOR
Los mayores problemas con los que se encuentran son la humedad con la
que el sustrato sale del cultivo (recordemos que el champiñón es un alimento con
un gran porcentaje de agua) y las condiciones climatológicas adversas, ya que la
lluvia dificulta el proceso de reciclado. Sin olvidarnos que la planta se hizo con
capacidad para gestionar 50.000 toneladas y se está triplicando su entrada. Las
primeras inversiones que acometió Sustratos de La Rioja para gestionar la planta
piloto durante los dos primeros años fueron, según palabras de Julio Fernández,
«acondicionar los accesos, asfaltando un camino que cedió el Ayuntamiento de
Pradejón. Se cubrieron más de 600 metros cuadrados para resguardar parte del
compost ante las inclemencias del tiempo. Además, se repararon los tromels con
los que la planta piloto contaba, y se adquirieron tres palas cargadoras para mo-
ver el sustrato. Todo ello supuso una inversión que rondó los 250.000 euros el
primer año y los 350.000 el segundo».
El proceso que se realiza en la planta tiene varias etapas. En primer lugar, se
recepciona el compost clasificándolo en tres tipos, en función de si ha sido em-
pleado para cultivar champiñón con tierra de cobertura que incluye gravillín, sin
gravillín o si se ha empleado para cultivar setas. Este último se elabora principal-
mente a base de paja de distintos cereales. El siguiente paso consiste en separar el
sustrato del plástico. Para ello se introducen todos los paquetes en un tromel que
realiza dicha función. Una vez separado el plástico del sustrato, se quita la mayor
parte de humedad posible al compost con cobertura sin gravillín y al de setas, que
pueden llegar a la planta con una humedad del 75 por ciento. Para ello se mezcla
con maderas en grandes montones y se les va dando vuelta cada 15 días para airear
todos estos materiales. Este proceso dura en torno a dos meses y medio en función
del compost. Una vez terminado este paso, que se denomina recompostado, se
criba mediante un tromel para separar la madera que antes se había añadido. Con
este proceso se logra reducir en torno a un 25 por ciento la humedad, dejándola
en niveles próximos al 50 por ciento Así, este compost ya está listo para vender en
jardinerías o utilizarse para mezclar con otras materias primas y obtener abonos a
la carta.
Otra opción es que una vez cribado y con un 50 por ciento de hume-
dad, se puede extender en unas naves y aplicar aire mediante unas turbinas.
Cuando la humedad ha bajado a niveles del 23-28 por ciento ya está listo para
pelletizar. Esta operación consiste en compactar el sustrato recompostado so-
metiéndolo a altas temperaturas para obtener granos del tamaño deseado, lo
que permite su aplicación a la agricultura mediante abonadora. Para ello fue
necesaria la adquisición de una pelletizadora, financiada por el Gobierno de
La Rioja (mediante fondos europeos) y cedida a Sustratos de La Rioja a través
de Asochamp.
228
LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
Sustrato postcultivo del champiñón listo para utilizar como abono orgánico.
229
III. LA VERTEBRACIÓN DEL SECTOR
Como explica Julio Fernández, «el compost en el que los cultivadores utilizan
el gravillín como componente de la tierra de cobertura es el hándicap al que nos
enfrentamos para poder revalorizar el cien por cien del nuevo sustrato que ge-
neramos. Una posible solución sería el empleo de otras materias como tierra de
cobertura distintas al gravillín, pero este cambio supondría un sobrecoste añadido
para el cultivador».
A finales del año 2012, Julio Fernández, junto a Gonzalo Villalba, ingeniero
agrónomo de la planta, realizaron un viaje a Austria para ver in situ las posibi-
lidades que ofrece la microbiología aplicada a este sector. «Consiste en aplicar
microorganismos al sustrato mediante pulverización, que favorecen el proceso
de compostaje y a la vez aceleran el proceso de degradación, reduciendo así el
tiempo de obtención de sustrato recompostado y aportando un extra de vida al
suelo en el que se deposita.»
En diciembre de año 2012 se hizo una presentación de los beneficios de
aplicar el sustrato postcultivo (SPCH) con la presencia de Íñigo Nagore, consejero
de Agricultura, y José María Infante, director general de Calidad Ambiental. En
ella, Fernández comentó que «lo que era un problema puede convertirse en una
bendición para el campo». A lo largo de los meses posteriores se realizaron una
serie de encuentros profesionales con cultivadores por varias localidades en los
que se prestó asesoramiento sobre el sustrato a los agricultores. En junio de 2013
230
LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
Sustratos de La Rioja recibió las certificaciones ecológicas, «lo que supuso un valor
añadido para los agricultores que buscan con este sustrato la riqueza de la que
carecen tierras menos fértiles a precios más competitivos que los fertilizantes quí-
micos». Este sustrato postcultivo de champiñón y setas (SPCH) mejora la estructu-
ra y calidad del suelo, aumentando la retención de agua en el subsuelo. Además,
puede resultar de especial interés para cultivadores de productos ecológicos que
tienen que acudir a la fertilización orgánica. Tales han sido los resultados obteni-
dos hasta el momento que se acaban de incorporar, formando parte Sustratos de
La Rioja, algunos de los cultivadores que no habían entrado desde el inicio, ya
que «esta es una empresa que pretende dar cabida a todo el sector».
Julio Fernández avanza que «las investigaciones no cesan y prueba de ello
son las innovaciones que se están planteando». Una de ellas es la generación de
biomasa aplicada al sector de los hongos: «Son varios los proyectos que nos han
presentado para quemar el compost y generar así una fuente de energía tras esta
combustión. Además, la misma biomasa generada en la planta podría utilizarse
para secar parte del compost que luego se destinaría al campo en forma de pe-
llets, reduciendo considerablemente el coste del proceso. Otra línea de trabajo
está siendo la obtención de tierras de cobertura en las cuales el sustrato postcul-
tivo tenga una gran presencia».
El responsable de Sustratos de La Rioja destaca el compromiso y buen ha-
cer que el Gobierno de La Rioja ha mostrado hacia el sector: «Con esta planta se
demuestra que la I+D+i aplicada está dando sus frutos, de los cuales nos apro-
vecharemos tanto los cultivadores de champiñón y seta como los agricultores,
así como la sociedad riojana en general porque estamos convirtiendo en sustrato
postcultivo lo que antes era un problema, demostrando el compromiso que el
sector ha adquirido con el reciclaje y el medio ambiente».
El proceso del reciclaje del compost llevado a cabo por Sustratos de La Rioja
«lleva a dar un paso más con el compromiso hacia el medio ambiente», apostilla
Julio Fernández. Una de las grandes ventajas para el agricultor es que en esta
planta de reciclaje se separa el sustrato postcultivo del plástico que contienen
los paquetes de champiñón y de seta. «En la planta estaba claro cuáles eran los
objetivos: dar un valor añadido al compost y que pudiera reutilizarse para la
agricultura. Pero con el paso del tiempo observamos que también generábamos
muchas toneladas de plástico a las que había que buscar una salida». De esta
forma, la SAT Recipra (integrada por todos los cultivadores de Pradejón), que os-
tenta la mayoría de las participaciones de Sustratos de La Rioja, realizó un estudio
para obtener la solución al tratamiento de este nuevo subproducto, siempre bajo
la supervisión del Gobierno de La Rioja a través de la Consejería de Agricultura,
Ganadería y Medio Ambiente.
231
III. LA VERTEBRACIÓN DEL SECTOR
232
Anexo. Cronología de la Asociación Profesional
de Cultivadores de Champiñón de La Rioja,
Navarra y Aragón (1987-2013)
1987
• A lo largo de este año se produjo en el ámbito europeo la prohibición del uso de adi-
tivos en el champiñón en conserva y fue uno de los primeros logros que consiguió el
Grupo Europeo de Productores de Champiñón (GEPC).
• El 21 de diciembre fueron redactados los estatutos de Asochamp por Julio Olano Mar-
tínez, secretario de la Federación Catalana de Sociedades Agrarias de Transformación.
233
III. LA VERTEBRACIÓN DEL SECTOR
1988
• El 10 de marzo fueron depositados en el Servicio del Depósito de Estatutos de la
Subdirección General de Programación y Actuación Administrativa el Acta de Consti-
tución y los Estatutos de la entidad Asociación Profesional de Cultivadores de Cham-
piñón de La Rioja, Navarra y Aragón y fue publicado su depósito en el BOE nº 73, de
25 de marzo.
• En marzo Asochamp asistió a la Feria Alimentaria de Barcelona, en el estand institu-
cional del Gobierno de La Rioja, y se editó para dicho acto un tríptico con recetas de
distintos platos de champiñón y setas. Posteriormente, también se participó en la feria
Euroalimentación, de Bilbao, y Eurofruit, de Lérida.
• En abril se eligió la junta directiva definitiva de Asochamp, que relevó a la junta pro-
visional, presidida por Santiago Fernández, que se había formado para legalizar la
asociación. El primer presidente elegido fue Jesús María Ruiz Flaño.
• En junio se inició la defensa del sistema agrario en las cotizaciones de la Seguridad
Social de los trabajadores del champiñón y plantas de compostaje (REASS).
• También en junio se dotó a Asochamp de un local en Pradejón (calle Carretera, 119)
con el fin de convertirse en su primera sede social. En este local se continuó hasta su
paso a las instalaciones del CTICH en 2003.
Primera junta directiva de Asochamp, con Jesús María Ruiz Flaño (al fondo) como presidente.
234
LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
• Por vez primera se participa en la mesa negociadora del convenio agropecuario, que
afectaba a los trabajadores del champiñón. (La representación de Asochamp, a pesar
de tener la mayoría de los trabajadores del sector, solo contaba con un voto de los
cinco que tenía la parte empresarial.)
• Se realizaron gestiones a nivel local y provincial para que las instalaciones de cultivo se
incluyeran en la Contribución Territorial Rústica y no en la Urbana.
1989
• El 13 de marzo se acordó por primera vez parar las siembras en las plantas durante
un mes y medio en verano, para lo cual todas ellas pusieron un aval de un millón de
pesetas por planta.
• En verano nació Agruprachamp SAT en Pradejón, constituida por 28 cultivadores para
comercializar su champiñón en conjunto.
• Se solicitó la modificación de las normas para la construcción de champiñoneras (solo
se autorizaba una planta) y se logró rectificar esta normativa al año siguiente.
1990
• El 15 de enero se aprobaron las nuevas cuotas de los asociados: una peseta por saco
para cubrir el presupuesto de Asochamp de dicho año, que ascendió a 5.385.000 pe-
setas.
• El 4 de abril tuvo lugar la primera reunión de la junta directiva de Asochamp con la
Consejería de Agricultura del Gobierno de La Rioja y su titular Ana Leiva, en la que se
trataron los temas más importantes del sector en aquellos momentos.
• En primavera, Unichamp pidió la baja en Asochamp motivando que su participación en
la misma no le reportaba ninguna ventaja.
235
III. LA VERTEBRACIÓN DEL SECTOR
1991
• El 18 de enero se renovó la junta rectora de Asochamp y fue elegido como presidente,
en sustitución de Jesús Ruiz Flaño, José Antonio Jiménez Hernández, y como miembros
de su junta, Víctor Hernández Villoslada, Alfredo López de Murillas y Juan Rosáenz
Montiel y los representantes de cada una de las empresas asociadas.
José Antonio Jiménez (al fondo) preside la nueva junta rectora de Asochamp.
• Nuevamente, se decidió parar la actividad de las plantas de compost durante dos me-
ses en verano.
• El 8 de mayo Asochamp consiguió dos votos de los cinco que ostentaba la patronal en
la mesa del convenio agropecuario.
236
LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
237
III. LA VERTEBRACIÓN DEL SECTOR
1992
• El boletín de Asochamp publicó un editorial en el que José Antonio Jiménez, en ese mo-
mento presidente de la Asochamp y primer presidente de Champiunión, relataba cómo
fueron los acontecimientos que motivaron el nacimiento de esta nueva SAT de SAT. En
dicho texto, publicado en marzo y titulado «La fuerza de la unión», hacía las siguientes
reflexiones: «Tan solo hace un par de meses nadie lo podía imaginar (…). Pero hay veces
que las ideas, por muy de ficción que parezcan, pueden convertirse en realidad, como
esta unión de champiñoneros, tantas veces soñada y anhelada como meta de futuro
en las tertulias de café (…). Qué duda cabe que nos dolía el alma de tanto escuchar las
adversidades por las que atravesaba el cultivo y los lamentos sobre los precios y ver cómo
en las reuniones oíamos decir “hay que hacer algo”. Y de momento, por esta vez, se
hizo. ¿Cómo? Pues tal vez empujados por las circunstancias, o porque hemos ido des-
cubriendo la buena voluntad de todos o, quizá, porque era la única salida lógica. Fuese
lo que fuese, lo cierto es que en este primer trimestre los cultivadores han dado un giro
radical en su actitud para la unión, olvidando rencillas, rivalidades, cediendo parte de sus
intereses, en una noche memorable, con la firma de un documento y un apretón de ma-
nos ha surgido un pacto entre caballeros para conseguir la mayor unión de productores
de champiñón alcanzada en España. Así inicia su andadura la nueva empresa Champiu-
nión. (…) Posiblemente, nadie lo pone en duda, nos hayamos embarcado en la mayor
“aventura” profesional y del resultado de ésta depende nuestro futuro como champiño-
neros. No va a ser fácil convivir en armonía y respetar nuestras posturas y opiniones con
educación, pero todos los que vamos en el pequeño espacio de este “barco” tenemos la
238
LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
obligación de intentarlo, porque en otros países otros lo han hecho antes que nosotros
y… funcionan (…). Hagamos una excepción, por lo menos esta vez, y unamos nuestros
esfuerzos, formando una piña para así poder evitar que los cañonazos que vengan de
fuera derriben nuestras esperanzas. El futuro del champiñón bien merece este esfuerzo».
José Antonio Jiménez, antes de terminar este artículo, incluyó un apartado dirigido a
todos aquellos que pudieran sentir «recelos» ante la fundación de Champiunión: «No
es intención nuestra formar un grupo que monopolice la producción y la transforma-
ción del champiñón de la región, sino mantener una estabilidad en la producción y un
equilibrio en el sector que nos permita, al menos, amortizar las fuertes inversiones que
hemos tenido que realizar con un dinero muy caro. Las empresas que hasta ahora tenían
un suministro continuado de champiñón seguirán teniéndolo, y otros, que no lo tenían,
tendrán acceso a él. Y todo esto en unas condiciones en línea con el mercado, aceptables
para todos y con la filosofía de incrementar el consumo del champiñón en nuestro país.
A nadie interesa entrar en un conflicto que únicamente va a acarrearnos quebrantos eco-
nómicos y pérdida de mercados, sobre todo si intentamos engañar a éste con productos
de baja calidad y de dudosa sanidad. No es necesario que nadie vaya a comprar retales
fuera teniendo en casa la pieza completa para cortarla por donde convenga. Lo que no
ponemos en duda es que la mutua colaboración, dentro de las normas de mercado,
proporcionará mayores y mejores beneficios que un enfrentamiento sin control».
• El 18 de junio se aprobó la celebración del Primer Día del Champiñón de La Rioja, co-
incidiendo con el concurso de masas corales de Autol.
• La Asociación de Cuenca se incorporó a las reuniones del GEPC, a través de su repre-
sentante Joaquín Peraile.
Incorporación del representante de la Asociación de Cuenca, Joaquín Peraile (segundo por la derecha) al GEPC,
al que ya pertenecía La Rioja (cuarto por la derecha).
239
III. LA VERTEBRACIÓN DEL SECTOR
• En julio, Fungisem construyó una planta de elaboración de micelio en Polonia, con una
inversión de 105 millones de pesetas.
• El 8 de septiembre se celebró en Autol el Primer Día del Champiñón, con asistencia de
la prensa y autoridades locales y regionales. Con intención de poner en valor nuestro
producto se instauró el Premio Champiñón de Oro, que se otorgó a Víctor Merino Va-
llejo, fallecido en accidente de tráfico el 13 de octubre de 1987, natural de Autol, y un
gran chef que realizó su trabajo en El Molino, de Santander, y Cabo Mayor, en Madrid.
El reconocimiento se debió a su trabajo y aportación al consumo del champiñón. El
galardón lo recogió su hijo Antonio, que tras la muerte de su padre estaba al frente
del restaurante El Molino, de Puente Arce (Santander). A este acto asistieron, además
de los alcaldes de Pradejón, Ausejo y Autol, la consejera Ana Leiva y el consejero de
Agricultura de la Comunidad Foral de Navarra.
El hijo de Víctor Merino Vallejo recoge el Premio Champiñón de Oro otorgado a su padre que le entregan el
presidente de Asochamp y la entonces consejera de Agricultura.
240
LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
1993
• En enero se encargó a un equipo de abogados del despacho de Faustino Cordón,
decano de la Universidad de Navarra, un estudio sobre la inclusión o no del sector del
champiñón en el REASS, dados los problemas que de nuevo estaban suscitándose para
la incorporación de los trabajadores del champiñón en dicho régimen.
• En el primer trimestre, Asochamp mantuvo diversas reuniones con las distintas fuerzas
políticas con representación en La Rioja, explicándoles a cada una de ellas la situación
del sector y su problemática.
• Seguía la lucha de Asochamp con las administraciones públicas. Se llegó a hablar con
Francisco Panizo, director general del Régimen Jurídico de la Seguridad Social, quien
estuvo de acuerdo, de palabra, en cuanto a las reclamaciones del sector, pero, de he-
cho, al final no se movió nada.
• Se consiguió que un diputado del Partido Popular (entonces en la oposición) presen-
tara una proposición de ley al respecto de la Seguridad Social Agraria en el cultivo del
champiñón, que fue tumbada por el PSOE y CiU.
241
III. LA VERTEBRACIÓN DEL SECTOR
1994
• Se recibió una carta de Francisco Panizo, director general del Régimen Jurídico de la
Seguridad Social, comunicando que en las próximas modificaciones del REASS se iban
a contemplar las peticiones de Asochamp en cuanto a los cambios en la legislación
necesarios para incluir a todos los trabajadores del sector en dicho régimen.
• Después de un tiempo de conversaciones y petición por parte de Asochamp a
las autoridades regionales competentes, se celebró una reunión con el director
del Laboratorio de La Grajera, José Antonio García Morrás, con el fin de acordar
una colaboración entre dicho laboratorio y Asochamp, que se inició en agosto y
continuó hasta la puesta en marcha del CTICH. Así, se comenzaron a hacer los
primeros análisis de compost elaborado por las plantas de La Rioja y se colaboró
en el estudio de las distintas patologías del champiñón, su control y tratamiento.
De esta manera, el Laboratorio Regional de La Grajera y, en especial, su director
tomaron una implicación en el desarrollo tecnológico del sector nunca vista hasta
ese momento.
• El inicio de la campaña 1994-1995 trajo consigo una importante mejora en el sector,
cambiando la perspectiva que reinaba hasta ese momento. Estos avances se sustenta-
ron en dos pilares. Por un lado, la devaluación de la peseta, que hizo más competitivas
las exportaciones y, por otro, las continuas gestiones del GEPC ante la Comisión Euro-
pea, que al final se sustanciaron en el mantenimiento y prórroga de los contingentes
de importación de terceros países.
• El 4 de octubre, el presidente de Asochamp, José Antonio Jiménez, presentó su dimi-
sión con carácter irrevocable.
• Se propuso la formación de una ATRIA, con la contratación de un técnico a tiempo
parcial para el asesoramiento del sector en lo que se refería a los problemas técnicos y
fitosanitarios.
242
LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
Nueva junta rectora de Asochamp, encabezada por José Antonio Royo (al fondo).
1995
• El 16 de enero se convoca una reunión con un diputado y un senador del Grupo So-
cialista para hablar de la tributación en módulos en el sector. Reunión que hubo que
suspender por la imposibilidad a última hora de que éstos asistieran a dicho encuentro.
• Por esas fechas se habló de que la Consejería de Medio Ambiente montaría una planta
de reciclaje de residuos del champiñón en Pradejón.
• En marzo, ante la inquietud surgida por conocer el sistema de compostaje Instant o
Indoor, se organizó un viaje a Italia, cuna de este sistema, que posteriormente dio pie a
la reforma de las plantas de La Rioja y a la construcción de las más modernas con este
mismo sistema.
243
III. LA VERTEBRACIÓN DEL SECTOR
244
LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
1996
• El 31 de mayo se informó de que los proyectos de los vertederos controlados de Autol
y Pradejón estaban terminados y quedaba pendiente el de Ausejo. Estos vertederos
estuvieron financiados por la Comunidad Autónoma en lo referente a su construcción
y fue responsabilidad de los cultivadores de cada zona hacerse cargo económicamente
de su funcionamiento y mantenimiento.
• Tras conversaciones mantenidas con el consejero de Agricultura, Javier Erro, y el di-
rector general de Investigación, Íñigo Nagore, se planteó la necesidad de construir un
centro piloto donde se estudiaran las nuevas tecnologías del cultivo del champiñón y
su adaptación a los cultivos de La Rioja. Se acordó redactar un proyecto y conocer su
costo para que Asochamp diera un compromiso formal.
• El 17 de julio, los técnicos de Asochamp y el director del Laboratorio Regional de La
Grajera informaron de la aparición de un ácaro (Pirophagus) en los cultivos de Cuenca y
los desastres que estaba originando en las explotaciones donde había aparecido. Ante
esta situación, se redactó una hoja informativa que se hizo llegar a todos los cultivado-
res con los métodos de prevención para evitar esta peligrosa plaga.
245
III. LA VERTEBRACIÓN DEL SECTOR
246
LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
1997
• El 6 de febrero se decidió que el centro de experimentación del champiñón se ubicaría
definitivamente en Autol. La instalación se la disputaron Pradejón, Calahorra y Autol.
En principió consistía de un cultivo con sistema holandés de dos naves. La inversión fue
de alrededor de 25 millones de pesetas. Se esperaba que estuviera finalizado en unos
seis meses. La inversión correría a cargo de la Consejería y la gestión y su mantenimien-
to la asumiría Asochamp.
• Entre finales de 1996 y principios de 1997, a nivel europeo, hubo que destacar el na-
cimiento de France Champignon, fruto de la unión de Champillandu y la Royal Cham-
pignon. Esta nueva empresa gestionaría una producción de más de 150.000 toneladas
(dos veces la producción total española de entonces).
• En Holanda, las empresas conserveras de champiñón Lutece y Kronen se fusionaron y
crearon la que probablemente en ese momento era la mayor industria conservera de
champiñón en Europa.
• En abril se envió al Simposium sobre tricoderma celebrado en Pensylvania (EE UU) al
director del Laboratorio Regional, José Antonio García Morrás, y al técnico de la ATRIA,
Felipe Hernando, ya que esta enfermedad estaba comenzando a ser un problema im-
portante en La Rioja.
• Asochamp reedita el recetario que había impreso hace unos años para su distribución
entre los consumidores, y así seguir divulgando el consumo del champiñón.
247
III. LA VERTEBRACIÓN DEL SECTOR
1998
• Durante este año se concretaron los contratos de suministro con la empresa FERSA y
el retorno económico que iban a percibir los cultivadores en función de su distancia
al punto de descarga. En estos momentos existía una gran preocupación en el sector
ya que los vertederos proyectados después de un año de uso estaban casi llenos y la
empresa FERSA no daba señales de vida.
1999
• El 13 de abril se planteó en Asochamp la idea de crear una «interprofesional» del sec-
tor con la idea de contar con un organismo y una voz única de representación nacional
ante las distintas instituciones públicas. Esta «interprofesional» estaría formada por
cultivadores, comercializadores y transformadores de las dos zonas productoras.
• El consejero de Agricultura, Javier Erro, expuso la idea de construir un edificio que
albergara la sede social de Asochamp, y que estuviera dotado de laboratorio, sala de
juntas, salón de actos, biblioteca y oficinas, anexo al centro experimental del champi-
ñón y al que inicialmente se dedicarían unos 70 millones de pesetas.
248
LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
El Grupo Europeo de Cultivadores de Champiñón celebra en Calahorra su primera reunión anual fuera de París.
249
III. LA VERTEBRACIÓN DEL SECTOR
2000
• El 3 de febrero, la planta de biomasa, que estaba a punto de iniciar las obras, paralizó
su actividad, ya que Avengoa, que poseía el 55 por ciento de FERSA, decidió no con-
tinuar con el proyecto. Con esta situación inesperada, el problema de la saturación de
los vertederos tomó una dimensión muy preocupante.
• En el ámbito europeo, en el primer trimestre del año, destacó la compra del 60 por
ciento de Lutece (fábrica de conservas) por la cooperativa de producción de compost
holandesa CNC.
• El 1 de septiembre nació Eurochamp, la empresa resultante de la fusión de las socie-
dades Unichamp y Champiunión. Esta nueva empresa se convirtió en líder nacional
en producción de champiñón, con un 48 por ciento del total de producto transfor-
mado y un 40 por ciento del total absoluto. La nueva entidad elaboraba 27 millones
de toneladas de champiñón con un volumen de negocio de 6.200 millones de pese-
tas y su capital inicial fue de 900 millones de pesetas. Fue la agrupación de dos SAT
para constituir la mayor empresa nacional de carácter cooperativo en el sector del
champiñón.
• El 9 de noviembre se alcanzó un convenio entre la Consejería de Medio Ambiente
y Asochamp para el tratamiento de los residuos de champiñón y el proyecto Eco-
Sustratos.
• El 27 de diciembre se reunieron en Madrid el ministro de Agricultura, Miguel Arias Cañe-
te, y dos miembros de su equipo con las Asociaciones de La Rioja y Castilla-La Mancha
representadas por sus respectivos presidentes y dos miembros de sus juntas rectoras. Se
trataron dos puntos de suma importancia para el sector: en primer lugar, los contingen-
tes arancelarios de importaciones de champiñón en la UE y, en segundo lugar, la promo-
ción del consumo de champiñón en España.
• El 29 de diciembre se alcanzó el acuerdo para que los cultivadores de champiñón
gestionaran la planta piloto de compostaje de Pradejón por un periodo inicial de
cinco años a través de un convenio que se firmaría posteriormente con el Gobierno
de La Rioja.
250
LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
2001
• En el primer trimestre del 2001 tuvo lugar una nueva reunión del Grupo Europeo
(GEPC) en la que, además de los temas habituales, se habló especialmente de su opo-
sición a la liberalización de los contingentes para Polonia. Y a la vista de los recientes
cambios de criterio de la Comisión Europea con los programas de promoción que vol-
vían a estar subvencionados por Bruselas en un 50 por ciento y por el estado miembro
en un 25 por ciento, se decidió retomar el proyecto de promoción del consumo de
champiñón en Europa.
• Se detectó un fraude con el champiñón importado de China durante los años 1999
y 2000 en España. Además de entrar lo que correspondía dentro del contingente ta-
rifario, y a través del tráfico de perfeccionamiento, se detectó una entrada irregular a
través de la partida arancelaria «los demás», declarando el champiñón con Calocybe
(una seta parecida en su forma).
• A mediados de este año y ante la situación de los vertederos, instados por la Consejería
de Medio Ambiente, se contrató (previa selección) a Ingenica (Ingeniera de Zaragoza)
para hacer un estudio sobre la ampliación de los vertederos y las medidas correctoras
que había que aplicar. A la vez se decidió la compra de un tromel para instalar en la
planta de reciclado del compost, a fin de separar el plástico del compost y poder utilizar
éste una vez limpio como abono agrícola u otros fines.
2002
• El 19 de febrero tuvo lugar en el Ayuntamiento de Autol una reunión del sector con el
ministro de Agricultura Arias Cañete. El presidente de Asochamp, José Antonio Royo,
expuso al ministro la situación del sector, su problemática a nivel nacional, la preocupa-
ción por la próxima entrada de China en la Organización Mundial del Comercio (OMC),
251
III. LA VERTEBRACIÓN DEL SECTOR
El consejero de Agricultura y el director general de Investigación en aquellos años, Javier Erro e Íñigo Nagore,
respectivamente, durante la presentación del futuro CTICH.
252
LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
• Se presentaron las dos propuestas que había hasta ese momento para la explotación de la
Planta de Reciclaje, una era de SUFI S.A. –Sinae, Factor Verde– y otra de Adoss Organics.
• El 22 de agosto fue aprobado por la Comisión Europea el primer programa de pro-
moción de champiñón de Europa, presentado por el GEPC, al amparo del Reglamen-
to 94/2002, por un importe total de 5.938.300 euros. Fue el segundo programa en
cuantía económica de todos los aprobados. La duración era de octubre de 2002 a
diciembre de 2004 y los participantes: Francia, Italia y España. Para nuestro país el
presupuesto fue de 2.195.550 euros, con una aportación del sector (La Rioja y Cuen-
ca) de 674.138 euros.
• Se construyó en Lodosa una nueva planta de compost, con tecnología holandesa y
preparada para elaborar compost en Fase III, se llamaría Germinados del Compost.
2003
• El 29 de febrero se inauguró el CTICH de Autol con la presencia del presidente del
Gobierno de La Rioja, Pedro Sanz, y el consejero de Agricultura, Javier Erro, entre otras
autoridades. El centro tecnológico disponía, además de las salas de cultivo, de un la-
boratorio preparado para la analítica del compost de champiñón y setas, un aula para
la celebración de cursos y jornadas, un edificio de oficinas dedicado a administración y
una sala de reuniones para las necesidades de Asochamp, ya que desde este momento
el CTICH sería su domicilio social.
• El 6 de marzo se mantuvo en la sede del Ministerio en Madrid una reunión del sector
con el ministro de Agricultura, Miguel Arias Cañete, y parte de su equipo. Asistieron
el consejero riojano de Agricultura, Javier Erro, y el director general Íñigo Nagore. Por
Asochamp fueron su presidente José Antonio Royo, Felipe Hernando y Eduardo Cue-
vas. Se trataron los siguientes asuntos: contingentes arancelarios, situación y evolución;
armonización del control fronterizo e intercambio de datos aduaneros a la entrada en
la UE, coyuntura del sector, medio ambiente, situación de los residuos, publicidad,
continuidad futura de la promoción y fitosanitarios.
• En mayo, y tras varias negociaciones con dos empresas interesadas en gestionar la
planta de reciclaje de Pradejón sin llegar a buen puerto, entró en juego una tercera:
Biocompost Riojano S.L., con la que se propuso firmar un acuerdo para la gestión de
dicha planta.
• En cuanto a la campaña de promoción, los cultivadores no estaban muy conformes con
los resultados del spot de televisión ya que, en su opinión, había tenido poca resonan-
cia entre los consumidores. Sin embargo, los programas emitidos por Karlos Arguiñano
sí estaban teniendo impacto en el consumidor, por lo que este tema se iba a tener en
cuenta de cara al próximo año.
• La contratación de trabajadores extranjeros para el cultivo de champiñón era una
preocupación constante de Asochamp. Tras múltiples reuniones con las autoridades
de Inmigración y Trabajo, consideró como la mejor fórmula el contrato en origen .
253
III. LA VERTEBRACIÓN DEL SECTOR
• Con la apertura del CTICH, comenzaron una serie de cursos dirigidos al sector que se
impartían en sus aulas. Las primeras fueron unas jornadas técnicas sobre el champiñón
que se impartieron entre el 19 y 23 de mayo por el profesor Henk Van Gerwen, de la
consultora Advisie. Tal fue el éxito de estas jornadas que se programaron dos cursos
más para septiembre, con carácter más especializado. El primero fue sobre compostaje
y el segundo sobre técnicas de cultivo. A partir de aquí, estos cursos se han venido
celebrando anualmente. De hecho, han pasado por el CTICH los mejores especialistas
mundiales tanto de compost como de cultivo.
• El 14 de noviembre, en el marco de la reunión del GEPC, se aprobó la incorporación
de Suiza como nuevo socio del grupo. Se dio noticia de la solicitud de Alemania en el
Comité de Gestión de Frutas y Hortalizas sobre el aumento del contingente de origen
chino. Esta solicitud fue contestada por el delegado español (Isidoro de Salvador) por
lo que se aplazó la decisión a este respecto.
• Al fin, la empresa Biocompost Riojano, S.L. fue la encargada de poner en marcha la
planta de reciclaje de Pradejón coincidiendo con el inicio de la compaña 2003-2004.
Su actividad consistía en recibir y pesar los paquetes de compost, pasarlos por el tromel
donde se separa el compost del plástico. Este último es comprimido en una máquina
formando fardos para su venta. El compost limpio puede tener dos destinos, direc-
tamente para utilizarlo en agricultura, o compostado durante varias semanas, para
obtener un producto más selecto.
• El 28 de noviembre tuvo lugar un acontecimiento sencillo, pero muy importante para
el sector, se reunieron en el CTICH los técnicos de todas las plantas de compostaje de
254
LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
• Durante los meses de noviembre y diciembre de 2003 y enero de 2004, habían llegado
a La Rioja 130 trabajadores de procedencia rumana y contratados en origen mediante
las gestiones realizadas por Asochamp, dado que la Administración se negaba a incluir
al sector champiñonero en el contingente de extranjeros que anualmente llegaban a
España.
2004
• En enero se reunieron en Madrid las Asociaciones de Castilla-La Mancha y La Rioja y
la agencia publicitaria Agropubli para concretar los presupuestos y las acciones que se
iban a desarrollar en la segunda campaña de promoción del champiñón en Europa.
• También en enero se tuvo un primer contacto con el sector: fabricantes de micelio,
representantes de las Organizaciones Profesionales y Administraciones central y auto-
nómicas para elaborar un reglamento técnico de control y certificación del micelio de
hongos.
• Desde el uno de febrero de 2004 ya estaba en funcionamiento el laboratorio del cen-
tro y para dirigirlo, Asochamp contrato a Margarita Pérez Clavijo, doctora en Ciencias
255
III. LA VERTEBRACIÓN DEL SECTOR
• En noviembre se aprobó realizar una auditoría de cuentas que comenzaría con ese mis-
mo ejercicio y que en adelante se efectuaría anualmente. En cuanto a la fiscalidad del
sector, se presentó un informe sobre la situación realizado por un importante gabinete
de letrados de Logroño. Este informe sería presentado en el Ministerio de Economía
y Hacienda con el fin de razonar la solicitud de disminución del índice de estimación
objetiva del 26 al 20 por ciento que Asochamp hizo para el sector.
2005
• A principios de 2005 se volvió a hablar del Plan Estratégico del Champiñón y se apun-
taron las cuatro alternativas que presentaba este proyecto:
– Fase III y IV en planta conjugado con cultivos modernos.
– Un cultivo que puede incorporar las Fases II, III y IV.
– Unidad de Fase III y IV en planta con cultivos actuales.
– Fase III en planta y cultivo en estantes.
256
LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
El modelo adoptado por los cultivadores iría en función del destino que se iba
a dar al cultivo. El plan estratégico explicaría cuál era el costo de cada una de estas
alternativas.
• Como despedida de Asochamp del presidente y después de algo más de diez años al
frente de la misma, los dos últimos como secretario técnico del CTICH, la junta de la
Asociación acordó ofrecer una cena y una placa conmemorativa al presidente saliente,
José Antonio Royo, que se entregó en un acto al que acudieron todos los miembros de
la junta rectora de la Asociación.
La junta rectora de Asochamp celebra una cena de despedida del anterior presidente José Antonio Royo.
257
III. LA VERTEBRACIÓN DEL SECTOR
• El 10 de mayo se puso sobre la mesa el proyecto de una nueva planta de compost que
realizara las fases II, III y IV y que aglutinaría a la mayor parte de las plantas de compost
existentes en este momento. El proyecto comenzaría como una planta piloto e iría
creciendo modularmente en función de la demanda. Este proyecto estaría auspiciado
por la Consejería de Agricultura y la ADER, siempre que participaran al menos el 50 por
ciento de las plantas en funcionamiento en esa fecha.
• Se recordó la normativa europea por la cual todos los vertederos debían estar clausu-
rados en 2006, con el problema que esto supondría para el sector, ya que la planta
de reciclaje no acababa de funcionar adecuadamente, y la empresa que la gestionaba
Biocompost Riojano, S.L., mantenía cerrada la entrada de compost por estar saturada
de material. Las perspectivas eran las de seguir así al menos a medio plazo, por lo que
se propuso la rescisión del contrato que se mantenía con dicha sociedad. Se informó,
además, que había dos nuevas sociedades interesadas en gestionar la explotación de
la planta de residuos de Pradejón.
• También se informó de que el Ministerio de Hacienda había denegado la solicitud de
rebajar el porcentaje impositivo del 26 por ciento en la estimación por módulos.
• En una reunión con la Dirección General de Aduanas en Madrid, se entregó un dossier
fotográfico y con analíticas para que se enviaran a las aduanas de los puertos y se pudiera
distinguir entre el champiñón y el Calocybe, objeto del fraude que se estaba produciendo
en los últimos tiempos. Esta intervención tuvo éxito ya que las aduanas se incautaron de
varios envíos y este tipo de importaciones fraudulentas comenzó a desaparecer.
258
LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
• Del 10 al 12 de junio se celebró en Motilla del Palancar (Cuenca) la reunión anual del
GEPC, como es habitual en estas reuniones, se hizo un repaso a la estadística y a la
situación del mercado país por país, interviniendo cada uno de sus representantes.
Además, se habló de la reglamentación comunitaria y su aplicación, del expediente
fitosanitario, de presupuestos y de la promoción.
• El 26 de junio, la junta de Asochamp recibió y escuchó por separado las ofertas que las
empresas Intraval y Biogenics hicieron sobre la Planta de Reciclaje de Pradejón. Tam-
bién se dio audiencia al encargado de Biocompost Riojano, empresa que la gestionaba
hasta ahora. Éste expuso la imposibilidad de cumplir con lo pactado por la escasez de
medios. Escuchadas y debatidas la ofertas de las empresas, se decidió dar la gestión de
la planta a la empresa Intraval y preparar el contrato y las correspondientes fianzas.
• El 29 de septiembre se mantuvo una reunión en Lérida con Tomás García Azcarate,
miembro de la Comisión de Agricultura de la UE. Asochamp le puso al corriente de la
situación de las importaciones fraudulentas en España y se le entregó documentación
al respecto, que juzgó como suficiente para que la OLAF (Oficina Antifraude Europea)
tomara cartas en el asunto. También requirió la documentación que Asochamp había
enviado a la Dirección General de Aduanas y que tan buenos resultados había causado,
con el fin de distribuirla entre todos los organismos aduaneros de los países europeos.
Al día siguiente, los representantes de Asochamp se desplazaron a Madrid, a la Direc-
259
III. LA VERTEBRACIÓN DEL SECTOR
ción General de Aduanas, para mantener una reunión con el subdirector general de
Aduanas, Tomás Hernández, y su equipo. Se trató de la situación de la importación
fraudulenta y lo acontecido a partir del mes de mayo, cuando Aduanas tomó cartas
en el asunto. Se comprobó cómo estas importaciones se habían reducido a la mínima
expresión.
• También a finales de septiembre se reunió en Bruselas el Grupo Europeo de Fitosanita-
rios (al que pertenece Asochamp) para tratar de los problemas que se originan en los
cultivos «menores», con la desaparición de fitosanitarios por no actualizar los registros
al no compensarles económicamente a las casas comerciales.
• Para impulsar el Plan Estratégico del Champiñón y lanzar la planta piloto, se organizaron
dos viajes para ver in situ los dos sistemas que existían para el cultivo y para poder decidir
cuál de ellos elegir. El primero fue a Francia del 14 al 16 de noviembre, al que asistieron el
consejero de Agricultura, Javier Erro, el director de la ADER, Arturo Fernández y la junta
rectora de Asochamp en pleno. Se realizaron visitas a la central de compostaje coopera-
tiva La Lamde, que elaboraba compost hasta Fase IV en cajas y tenía una capacidad de
producción equivalente a nueve millones de paquetes. También se visitaron cultivos desti-
nados a fresco y cultivos de fábrica, totalmente mecanizados, donde se pudo comprobar
la importante reducción en los costos de mano de obra. Del 27 al 30 de noviembre, la
junta rectora de la Asochamp viajó a Alemania y a Holanda: en Alemania se visitó una
central de compostaje (Weser-Champignon) que compraba el compost en Fase I y en sus
instalaciones elaboraba Fase II y III con sistema holandés. Además tenía cultivos con siste-
ma de cajas o francés. En Holanda se visitaron cultivos con sistema holandés para fábrica,
totalmente automatizados y otros destinados a congelados, donde se buscaba más la
calidad de primera, aunque también estaba todo el proceso totalmente mecanizado.
2006
• El 24 de marzo la empresa Intraval, adjudicataria de la Planta de Reciclaje de Pradejón,
tras realizar las inversiones previstas (unos 800.000 euros), ya estaba recepcionando el
compost usado en sus instalaciones.
• En la primavera de 2006, la Asociación acudió por primera vez (y ya lo haría de forma
ininterrumpida hasta la actualidad) a la Semana de la Verdura de Calahorra, con un es-
tand donde expuso los distintos tipos de champiñón y setas que se cultivan en La Rioja,
así como material divulgativo, tanto gastronómico como relacionado con la salud. El
estand levantó gran interés y fueron muchas las explicaciones que se dieron sobre los
distintos productos expuestos. Se despidió la feria con una degustación de champiño-
nes que dejó muy buen sabor de boca.
• Se introdujo una novedad en la campaña de promoción del champiñón 2005-2006:
Antonio de Benito, escritor afincado en Logroño, escribió un cuento para niños titula-
do La maravillosa aventura de Champ y Ñon, que fue distribuido junto con un recetario
y una tarrina de champiñón en 80 colegios de Madrid, llegando a más de 8.000 niños.
260
LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
261
III. LA VERTEBRACIÓN DEL SECTOR
2007
• Del 27 al 30 de marzo tuvo lugar una nueva edición de Salical, a la que asistió la
Asociación, que además del estand donde se exponían los productos, tanto fresco
como en conserva, montó un mini cultivo donde se podían ver las condiciones
de cultivo tanto del champiñón como de distintas variedades de setas y que, por
desconocido y curioso, resultó ser la gran atracción de la feria. También en Salical,
se celebró la Segunda Jornada sobre las Propiedades Saludables del Consumo de
Champiñón, para informar a consumidores y prescriptores de los beneficios del
consumo de hongos cultivados. Las conferencias de esta jornada fueron impartidas
por Clenn Carwell, reconocido nutricionista australiano; Dionisio García, profesor
del Departamento de Bioquímica de la Universidad de Sevilla; Cristina Soler Rivas,
doctora en Tecnología de los Alimentos de la Universidad Autónoma de Madrid, e
Yvonne Colomer Xena, directora de la Fundación Triptolemos. Tras las conferencia,
tuvo lugar una mesa redonda que trató sobre el champiñón y sus propiedades sa-
ludables.
• El 6 de junio, Asochamp y la Asociación de Cuenca mantuvieron en Madrid una re-
unión con AGR, la empresa publicitaria encargada de las campañas publicitarias del
champiñón. Se constató el éxito obtenido con el cambio de modelo publicitario al pa-
sar de los anuncios en revistas a programa de cocina de Karlos Arguiñano. La estrategia
publicitaria quedó clara para próximas campañas.
• El 14 de junio, en la sede de la Delegación del Gobierno de La Rioja, se celebró una
reunión a la que asistió el director general de Agricultura, Francisco Mombiela, el sub-
director José Escartín y el delegado en La Rioja, Emilio Lázaro, así como los sindicatos
agrarios, la Federación de Cooperativas y la Asociación de Cultivadores de Champiñón.
El motivo de esta reunión fue comunicar la recién aprobada Organización Común de
262
LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
• El 22 de julio, el Ministerio de Fomento adjudicó las obras para construir el nuevo cruce
elevado de la carretera de Pradejón con la N-232. Con esta obra, el compost proce-
dente de Pradejón con destino a la planta de reciclaje dejó de ser un problema para
el que ya no había solución, ya que el propio Ministerio estaba a punto de cerrar esta
comunicación por los problemas que representaba para la seguridad vial.
• A mediados de septiembre tuvo lugar en Saumur (Valle de Loire, Francia) la reunión
anual del GEPC, en la que se trataron los siguientes asuntos:
– Evolución de la producción europea.
– Situación de los mercados fresco y transformado.
– Análisis Import-Export 2006.
– Organización Mundial de Comercio (OMC).
– Cuentas de 2006 y el presupuesto de 2007.
– Organización GEPC. Después de tratar este tema ampliamente, el grupo decidió
crear dos vicepresidencias: una de ellas para Frans Briene, representante de la dele-
gación holandesa, que se encargaría de las campañas de promoción del Grupo, y la
otra para José Antonio Jiménez, representante de la delegación española y que se
encargaría de los asuntos técnicos.
• Durante las fiestas de San Mateo de Logroño, Asochamp ofreció en el Espolón una de-
gustación de champiñón amparado por la marca de garantía «Champiñón y Setas de
La Rioja». Estas degustaciones se repitieron por distintas ciudades de norte de España
y por los pueblos de nuestra región.
• Los días 11 y 12 de diciembre tuvo lugar en Bruselas un encuentro del GEPC con tres
asuntos. En primer lugar, se reunió el GEPC promoción, compuesto por los países que
participaron en la campaña europea del champiñón 2005-2008 (Francia, Italia, Bélgica y
España). Se trató el cierre de la campaña 2006-2007 y las actividades que se iban a realizar
en la siguiente campaña, y que para España consistirían básicamente en el pack de Karlos
Arguiñano, que reunía nueve programas de Arguiñano, en Tele 5; seis programas de Eva
Arguiñano en la Sexta, once programas de Ramón Roteta en Punto TV y la publicación
de las recetas de Arguiñano en la revista Semana, además de presencia en internet en la
página karlosnet.com. Además se emitirían dos programas en España Directo, de TVE.
Posteriormente, tuvo lugar la reunión del Grupo donde se trataron los temas habituales
en estas reuniones. A media mañana de la última jornada, como viene siendo habitual, se
celebró la reunión con los miembros de la Comisión de Agricultura de la UE.
263
III. LA VERTEBRACIÓN DEL SECTOR
• El nuevo consejero de Agricultura, Íñigo Nagore, visitó el CTICH y se reunió con los repre-
sentantes del sector para oír de viva voz sus preocupaciones y hablar del futuro del sector.
2008
• El 11 de abril se entregó a los miembros de la junta rectora de Asochamp un estudio eco-
nómico de la macroplanta, elaborado por la consultora Beper de Logroño, con el fin de
replantearse si era económicamente viable seguir adelante con este proyecto, o convenía
posponerlo para más adelante. Este proyecto venía estudiándose desde el año 2006 y
había tenido múltiples variantes en su planteamiento. Los cultivadores no terminaban
de verlo por su alto coste y porque ya había invertido cada grupo en su propia planta.
José Antonio Jiménez destaca que «éste era uno de esos proyectos con el que uno no se
atreve y con el paso de los años se arrepiente de no haberlo llevado a la práctica».
• Entre el 11 y el 17 de mayo y organizado por la ADER tuvo lugar un viaje a China de
los Centros Tecnológicos de La Rioja. Esta misión tuvo como fin contactar con centros
chinos con el fin de establecer un intercambio tecnológico dentro del sector entre los
dos países. El grupo del sector del champiñón y setas estaba constituido por Enrique
Esteban (ADER), José Antonio Jiménez, presidente de la Asociación, Margarita Pérez,
directora del CTICH, y Juan Viejo, de FUDE. Se visitaron varios centros tecnológicos
dedicados a la investigación de los hongos comestibles, y con uno de ellos (Fujian
Academy of Agricutura Science Sol And Fertilizer Institute, FAAS) se consiguió hacer un
convenio de intercambio tecnológico.
• El 2 de julio el consejero Íñigo Nagore se reunió con los miembros de la junta rectora de
Asochamp para estudiar de nuevo el proyecto de la construcción de una macroplanta
que diera servicio a todo el sector y permitiera optimizar los costes de producción. «Ahora
es del momento de llevarla a cabo», dijo el consejero. Los asistentes atendieron atenta-
mente las explicaciones del consejero y quedaron en ir madurando el anhelado proyecto.
• El 12 de diciembre de nuevo se reunieron en el CTICH el consejero de Agricultura, el
director general de Calidad y Arturo Basurto, de la consultora Track, con los presidentes
de las plantas de compost y presentaron un estudio preliminar donde contemplaban
los aspectos de un futuro estudio en el que se reflejaran las debilidades y fortalezas, así
como el modelo de futuro del sector. Los miembros de la Asociación no quedaron muy
convencidos con esta exposición y menos aún por el importante esfuerzo económico
que esta inversión supondría, por lo que se acordó dejarlo de momento en suspenso.
• Entre el 1 y el 4 de diciembre representantes de FAAS visitaron el CTICH con la idea de
llegar a un acuerdo de colaboración tecnológica entre ambos centros.
• La Comisión Europea envió a la Oficina Europea de la Lucha Contra el Fraude (OLAF) un
expediente elaborado por el GEPC que desde hace tres años venía detectando la en-
trada en la UE, a través de Italia, de partidas de champiñón en salmuera que a efectos
legales se contemplaban como champiñón en vinagre, que estaba libre de aranceles y
no sujeto al contingente.
264
LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
2009
• El 30 de enero se dio contestación a la propuesta de las dos últimas reuniones con el
consejero de Agricultura, Íñigo Nagore, sobre el proyecto de la macroplanta. Mostra-
ron su interés: Unichamp, Cantarroyuela, Germinados del Compost, Fungisem, Rioja
Clavijo, Champirioja y Jimechamp; quedaron fuera de este proyecto por acuerdo de sus
juntas generales Champra e Iberchamp. De todas las formas, ante la delicada situación
del sector en particular y financiera en general, se decidió aplazar esta decisión hasta
que la cuyuntura se estabilizara.
• Ante la inminente clausura definitiva de los vertederos, Asochamp mantuvo múlti-
ples contactos con distintas empresas en busca de salida para el compost usado que,
después del cierre, debía ir a la planta de reciclaje. Estas iban desde la biomasa a la
utilización como fertilizante. También se estaba en negociaciones con Intraval (empresa
gestora de la planta) para realizar una ampliación de la misma.
• Se negoció con los conserveros de la zona la posibilidad de hacer contratos de suminis-
tro y la planificación anual de la producción.
• El 20 de abril, la Comisión Europea siguió de cerca la importación de champiñones pro-
cedentes de China, que entraban en el mercado comunitario principalmente a través
de Italia. Se valoraba si se había producido un fraude al entrar los champiñones por
distinta partida arancelaria para evitar el pago de los aranceles correspondientes, tal y
como declaró la comisaria europea de Agricultura Marian Fischer Boel.
• El 11 de junio tuvo lugar en Holanda la reunión Anual de GEPC y además de los temas
tratados habitualmente, se produjo el cambio de presidente del grupo. El actual pre-
sidente, que ya había manifestado su intención de dejar el cargo, fue sustituido por el
también francés Didier Motte, que fue elegido por unanimidad.
El 19 de junio se clausuraron definitivamente los vertederos. En la imagen, el técnico Antonio Sanz inspecciona
uno de ellos.
265
III. LA VERTEBRACIÓN DEL SECTOR
266
LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
2010
• En la reunión anual del GEPC en Bruselas, además de los asuntos habituales de dis-
cusión interna, se celebró la reunión con la Comisión de Agricultura de la UE, para
ponerla al día de la situación actual del sector. En esta reunión se comunicó el cambio
de responsable de la Dirección General de Agricultura, que hasta ahora había corres-
pondido a Tomás García Azcárate y que fue relevado por Emmanuel Jacquin.
• Como contestación a la propuesta del consejero sobre la macroplanta, la junta rectora
de Asochamp, después de un amplio debate, mostró interés por parte de todas la plan-
tas por participar en el proyecto, pero el mal momento por el que atravesaba el sector
y la economía, en general, no hicieron de ésta la situación más propicia para pensar en
grandes inversiones.
• Del 19 al 25 de abril se celebraron las Jornadas Gastronómicas de la Verdura en Ca-
lahorra, a las que Asochamp asiste desde hace varios años. En esta edición, además, se
participó en las I Jornadas Saludables de la Fundación Hospital de Calahorra, fruto del
convenio de colaboración firmado el año anterior por ambas entidades, por el que éste
promocionaba el champiñón entre sus pacientes y las visitas que los colegios realizan a
dicha institución.
• La marca de calidad «Champiñones y Setas de La Rioja» se incorporó como produc-
to cardiosaludable al programa de la Fundación Española del Corazón. El consejero
de Agricultura, Íñigo Nagore, y el presidente de la Fundación Española del Corazón,
Leandro Plaza, acompañados por el presidente de Asochamp, José Antonio Jiménez,
firmaron el acuerdo de colaboración para la incorporación del champiñón y las setas a
dicho programa por un plazo de tres años, en el que se podrían utilizar el distintivo de
la fundación en sus etiquetas y en los actos promocionales. Este acuerdo se firmó en el
marco de las XIV Jornadas Gastronómicas de la Verdura calagurritanas.
267
III. LA VERTEBRACIÓN DEL SECTOR
• El 4 de junio se reunieron en París los técnicos de los países que integran el GEPC para
tratar sobre los temas fitosanitarios que concernían al cultivo de champiñón en Europa
y ponerse de acuerdo en cuanto a la interpretación del reglamento europeo sobre ma-
terias activas. También se elaboró un listado europeo de materias activas para su uso
en champiñón, por plagas o enfermedades y por países. Se hizo una puesta en común
de los criterios de estos técnicos y se acordó una estrecha colaboración entre ellos a fin
de no duplicar trabajos en los distintos países.
• En el marco de la reunión del GEPC de junio, y dentro de los diversos puntos del orden
del día, se comunicó las actuaciones que tras la denuncia del GEPC había realizado la
OLAF en Italia sobre las importaciones de champiñón en vinagre. El resultado de estas
actuaciones no se hizo esperar bajando espectacularmente las importaciones de cham-
piñón chino y subiendo en la misma medida las importaciones de champiñón europeo
en este país.
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LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
269
III. LA VERTEBRACIÓN DEL SECTOR
2011
• Reunión en París de la Comisión Técnica, donde el Grupo de Trabajo del GEPC trató
los siguientes puntos: presentación por parte de cada delegación de las instalaciones y
medios técnicos disponibles para la realización de proyectos de investigación, situación
de las materias activas pendientes de revisión y tramitación de reconocimiento mutuo
en otros países, y la posibilidad de investigación con productos biológicos para el con-
trol de plagas y enfermedades en el champiñón.
• Los champiñones y setas de La Rioja protagonizaron una de las sesiones del ciclo de
catas de «Alimentos de La Rioja» en el Gran Casino de Logroño. Esta cata tuvo lugar el
13 de abril y fue impartida por técnicos del CTICH. En ella se habló de las características
organolépticas de cada uno de los hongos catados, y de los beneficios nutricionales y
saludables que los hongos ejercen en las personas.
• En junio tuvo lugar la reunión anual de GEPC en Monagan (Irlanda). Se trataron los
siguientes puntos: la producción y situación europea del compost, la situación del mer-
cado fresco, la interrupción de las importaciones rusas, la industria conservera, la evo-
lución de las cuotas, las negociaciones bilaterales, el informe de la reunión técnica y la
situación de la campaña de promoción.
• En julio las empresas Eurochamp SAT y el Grupo Riberebro realizaron una apuesta
valiente por el futuro del champiñón con la firma de una alianza estratégica que ga-
rantizara el futuro y la competitividad el sector español de champiñón.
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LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
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III. LA VERTEBRACIÓN DEL SECTOR
Autoridades locales y autonómicas con representantes del sector en las Jornadas del Champiñón y Seta
de Autol.
2012
• El 17 de enero el consejero de Agricultura Íñigo Nagore vistió el CTICH y las instalacio-
nes dedicadas a los hongos exóticos, planta de producción de compost esterilizado y
zona de cultivo. Este proyecto comenzó a finales de 2009 y en esa fecha ya se estaban
produciendo hongos exóticos con pleno éxito. Desde el CTICH, Nagore se acercó a la
planta de reciclaje de Pradejón, donde comprobó la instalación de una línea peletizado-
ra donde se hacen pellets con el compost de champiñón usado, destinado al abonado
en la agricultura y que servirá para dar salida a una parte de este compost para hacer
un fertilizante orgánico de gran calidad. El consejero también mantuvo una reunión
con los representantes del sector, en la que se repasaron cuestiones de interés, como el
futuro de la macroplanta o la planta de biomasa, además de analizar las perspectivas
de la campaña para el año en curso.
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LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
Reunión del consejero de Agricultura con los representantes del sector en el CTICH.
• Después de las múltiples ofertas habidas en los dos años anteriores para construir
una planta de biomasa de compost de champiñón en las inmediaciones de la planta
de reciclaje, de haber comprado los terrenos, unas 6 hectáreas, y de haber debatido
durante horas las opciones, al final, el 27 enero, se presentó el contrato con las em-
presa promotora, Factor Verde Rioja, S.C. Se dio inicio a los trámites administrativos
para autorizar la construcción de la planta de biomasa. Pero, en esta misma jornada,
el Consejo de Ministros acordó la supresión de las ayudas a los proyectos de energías
alternativas que no estuviera ya presentados. Esto supuso dejar sin validez el acuerdo
para la planta de biomasa y sin utilidad un sinfín de horas empleadas en múltiples
reuniones con distintas empresas para seleccionar la que finalmente se encargaría de
proyecto.
273
III. LA VERTEBRACIÓN DEL SECTOR
atención de la mayoría de los visitantes a la feria. Además, dentro del ciclo de charlas
saludables que se ofrece durante esta semana, un técnico del CTICH ofreció una de
ellas sobre el tema «Hongos cultivados y salud».
• El 5 de julio se presentó a Asochamp, fruto del trabajo estadístico realizado por Juan
Doménech (jefe del Servicio de Estadística y Registros Agrarios de la Consejería de Agri-
cultura) y su equipo, los datos de las explotaciones y las herramientas para su manejo
y control. Este encuentro contó con la presencia del consejero de Agricultura, quien
aprovechó la circunstancia para celebrar un contacto con el sector.
• Los días 15 y 16 de junio se desplazaron hasta Roma los miembros del GEPC, para
mantener la reunión de verano de este grupo donde trataron los temas habituales.
• Asochamp empezó a disponer de una amplia presencia en las redes sociales, a fin de
dar la mayor difusión y mejorar la comunicación entre todos los sectores involucrados.
Junto a su página web, que es el eje central de todas las comunicaciones, y su Blog,
también dispone de Facebook, Twitter, YouTube y Google+.
• El 28 de junio, dentro de la iniciativa de promoción agroalimentaria de la Consejería de
Agricultura «La Rioja Capital», un grupo de alumnos del Basque Culinary Center, proce-
dentes de varios países, realizó una visita al CTICH, donde se les mostró el proceso del
cultivo de distintos hongos que después pudieron comprobar en vivo en los cultivos.
• En agosto se celebró en Pekín el XVIII Congreso de la Sociedad Internacional para la
Ciencia de los Hongos. Este congreso es un foro permanente para los investigadores
de hongos del mundo. En esta edición técnica, el CTICH estuvo presente como cola-
borador en los proyectos de localización e identificación de sustancias anticancerosas
en extractos de hongos cultivados en La Rioja. La exposición la hizo el doctor Alfredo
Martinez, del Área Oncológica del CIBIR, con quien se sigue colaborando en esta ma-
teria. Su exposición se basó en los efectos de los principales hongos cultivados en La
Rioja sobre el metabolismo adipocitario.
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LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
2013
• En enero se reunió el GEPC en Bruselas en su cita de invierno para discutir los asuntos
que conciernen al sector a nivel europeo. Destacó, entre otras cuestiones, el documen-
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III. LA VERTEBRACIÓN DEL SECTOR
to que la comisión técnica hizo hecho llegar al Copa Cogeca, solicitando la admisión
del GEPC en el grupo de trabajo de expertos de la CE relativo al dossier de productos
fitosanitarios, y la propuesta de un futuro programa de promoción 2013/2015. Se
realizó la habitual reunión con los servicios de Agricultura de la Comisión Europea.
• El 12 de abril se celebró la segunda reunión del proyecto Biomush, esta vez en el centro
de investigación portugués IBET, sito en Lisboa.
• Científicos del CIBIR, en colaboración con el CTICH, buscan componentes anticancerí-
genos en los hongos cultivados.
• En abril se vuelve a participar en las Jornadas Gastronómicas de Calahorra y se mantie-
ne la colaboración con la Fundación Hospital de Calahorra.
• El primer fin de semana de mayo trajo consigo las nuevas fiestas organizadas por el
Ayuntamiento de Pradejón: Fungitur 2013, que pretenden ser un homenaje al champi-
ñón y la seta y al colectivo inmigrante, que en la localidad supone el 36% de la pobla-
ción repartida en más de veinte nacionalidades. Acontecieron actos destacables como la
exposición fotográfica «El cultivo en la memoria», la primera ronda de pinchos premiada
con el Fungi de plata al mejor restaurador, concurso de calderetas de champiñón y setas
entre las asociaciones locales que posteriormente darían a degustar entre el público asis-
tente o la exposición de varias muestras de cultivos reales de hongos exóticos. Así como
la integración en este fin de semana de la feria intercultural.
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LA HISTORIA DEL CULTIVO DEL CHAMPIÑÓN EN LA RIOJA
entre los turistas mediante la organización de rutas guidadas que muestren el proceso
completo del cultivo de estos hongos. Para ello contarán con unas instalaciones en las
que poder explicar y experimentar ciertas fases del proceso de cultivo y la visita a unos
cultivos reales, sin dejar de lado el aspecto gastronómico.
• El 14 de junio, el Grupo Europeo de Productores de Champiñón celebró su asamblea
anual en Logroño, en las instalaciones de la Bodega Institucional de La Grajera. Las
nueve delegaciones participantes expusieron la situación del sector en cada uno de los
países y abordaron cuestiones de interés relacionadas con el mercado del champiñón
europeo, la OCM, la futura PAC y los proyectos que se están desarrollando en materia
de investigación.
La Rioja acoge por segunda vez la reunión anual del Grupo Europeo de Productores de Champiñón.
277
Narrada a través de sus protagonistas, La historia del cul-
tivo del champiñón en La Rioja supone un recorrido de
más de ocho décadas por uno de los sectores más desta-
cados de la economía agraria regional.
Es una historia con muchas historias. La de aquellos pio-
neros, casi visionarios, que iniciaron la actividad en los
años treinta en Logroño; la de los primeros cultivadores
que, con escasos medios y mucha imaginación, asenta-
ron ya el cultivo en Rioja Baja en los años cincuenta; la
de los emprendedores de mediados de la década de los
setenta, que con su apuesta por el modelo asociativo aco-
metieron una revolución tecnológica en todo el proceso
productivo y comercializador, sentando las bases de lo
que hoy es el sector.
La reunión en esta publicación de los testimonios y he-
chos que han configurado esta historia singular viene a
conmemorar el 25 aniversario de la Asociación Profesio-
nal de Cultivadores de Champiñón de La Rioja, Navarra
y Aragón (Asochamp), cuyo trabajo ha sido esencial para
defender los intereses del sector e impulsar su desarrollo
con un papel destacado actualmente en el ámbito inter-
nacional.
Agricultura, Ganadería
y Medio Ambiente
www.larioja.org