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La derrota visigoda en la batalla de Guadalete - WIKIMEDIAALEJANDRO GARCÍA SANJUÁN

«Negar que los musulmanes


conquistaron la Península Ibérica es un
disparate»
Hoy, más que nunca, se necesita comprender la historia del Islam y desprender los mitos de
lo ocurrido durante la invasión musulmana de la Península Ibérica

En los últimos años, una teoría sin resonancia académica ha tomado


forma en ciertos círculos andalucistas: los musulmanes nunca
conquistaron la Península Ibérica. ¿Tiene algún fundamento este
peculiar negacionismo? El profesor titular de Historia Medieval de la
Universidad de Huelva, Alejandro García Sanjuán, se ha encargado de
desmontar estas ideas basadas en «disparates» y «sin consistencia»
histórica. En un libro escrito en 2013, «La conquista Islámica de la
Península Ibérica y la tergiversación del pasado» (Marcial Pons),
García Sanjuán sale al paso de este nuevo negacionismo y, además,
desmitifica muchos episodios sobre lo que fue Al-Ándalus y la llamada
Reconquista cristiana.
–¿Cuál es el propósito de las teorías que niegan que los
musulmanes conquistaron la península?
–Estas teorías negacionistas nacieron de un historiador aficionado,
Ignacio Olagüe, que intentó potenciar las características autóctonas de lo
andalusí frente a la naturaleza árabe e islámica de la sociedad de Al-
Ándalus. Fue una formulación de carácter nacionalista y españolista.
Quería vincular los grandes logros de Al-Ándalus a algo autóctono, y no
foráneo. Con este propósito, Olagüe planteó una hipótesis donde afirma
que el Islam es una evolución del arrianismo —una versión del
cristianismo que practicaron los visigodos y otros pueblos germánicos en
la Península Ibérica –. No en vano, son unas ideas inconsistentes, sin
respaldo en los testimonios históricos, que se basan precisamente en el
soslayo de ciertos testimonios y en la tergiversación de otros.
–¿Y quién toma el relevo a Olagüe, que falleció en 1974?
–Las ideas de Olagüe nunca tuvieron resonancia a nivel académico, hasta
que hace diez años un arabista de la Universidad de Sevilla decidió
retomar la hipótesis. El interés de Emilio González Ferrín (profesor
titular de Historia del Islam de la Universidad de Sevilla) se explica por
sus conexiones con el político andalucista Manuel Pimentel. De hecho,
González Ferrín publicó un libro con estas teorías en la editorial de
Pimentel, Almuzara.

El andalucismo siempre ha visto con buenos ojos las teorías de Olagüe,


puesto que les permite dotar de un sentido autóctono a Al-Ándalus,
siendo la época más dorada de la nación andaluza. Además, niegan que el
origen de Al-Ándalus tenga un componente de conquista, sino una visión
más amable. Por otra parte, el que Ferrín haya recuperado estas teorías
obedece simple y llanamente al afán de protagonismo. Su notoriedad no
responde a su resonancia académica.

–Uno de los argumentos que emplea González Ferrín para


negar la invasión es que el Corán no estaba codificado en ese
periodo y no se puede hablar de los musulmanes como tales.
–González Ferrín dice disparates enormes y sus ideas están
completamente desacreditadas a nivel académico. En muchos casos son
medias verdades y, en otros, se acoge solo a los testimonios históricos
que a él le interesan. Desde el punto de vista historiográfico, sus obras no
son consistentes. El Islam, como todas las religiones, protagonizó una
evolución y un proceso de elaboración de los textos sagrados (el Corán y
la tradición profética de Mahoma). En las épocas omeya y abasí ya existía
el inicio de ese desarrollo de la tradición religiosa, pero todavía no estaba
conformada por completo. Los textos de Olagüe y Ferrín se dedican a
soslayar los testimonios históricos que acreditan que en el año 711 se
produjo una conquista de la península por contingentes militares
bereberes enviados por el gobernador omeya del norte de África.
Ignorando, a su vez, las evidencias arqueológicas, cada vez más
numerosas.
–Si bien hay evidencias para confirmar esta invasión, ¿cómo se
explica la derrota tan fulminante de los visigodos?
–El Islam era en ese momento una fuerza expansiva que avanzó desde el
Próximo Oriente, conquistando Siria, Palestina, Egipto, hasta el Norte de
África. Allí los árabes se entretuvieron bastante con los bereberes, pero
luego se lanzaron de golpe a por la Península de la mano de esos
contingentes bereberes. La explicación del derrumbe visigodo, más allá
de esa fuerza expansiva, está en que la Monarquía visigoda era un estado
muy débil en proceso de feudalización, donde existían facciones
nobiliarias enfrentadas contantemente entre sí. Cuando los musulmanes
llegaron a la zona del Magreb más occidental, la Monarquía visigoda
estaba viviendo precisamente una de esas situaciones de crisis periódica.
Había muerto el rey Witiza y se estaba produciendo un enfrentamiento
interno. La intervención musulmana se produjo en el contexto de esa
disputa interna por el poder.

En cualquier caso, la facilidad de la conquista a nivel militar se explica en


que el rey Rodrigo murió en batalla y no hubo posibilidad de reconstruir
la Monarquía visigoda. Se desencadenó una especie de sálvese quien
pueda. Amplios sectores de la nobleza visigoda optaron por pactar con
los musulmanes acuerdos ventajosos antes de continuar la lucha.

–Se han conformado muchos relatos para interpretar esa


conquista. Todavía hoy están cargados de mitos
–En todos los conflictos históricos coexisten dos visiones, la del vencedor
y la del vencido. Los perdedores vieron en la derrota la señal de un
castigo divino. Esa visión catastrofista ya aparece registrada en los textos
latinos inmediatamente posteriores a la invasión, que hablan de «la
ruina de Hispania» para referirse a la conquista musulmana. Esta visión
catastrofista es recogida por la historiografía del siglo XIX, que estaba
imbuida por el concepto de Reconquista, hasta convertir a los
conquistadores en bárbaros que producen «una catástrofe nacional». El
primer error es no matizar la diferencia histórica entre Hispania y
España, que son dos nombres con un vínculo etimológico similar pero
que no pueden equipararse.

–La visión de los conquistadores tampoco se corresponde con


lo que realmente ocurrió
–Todo conquistador tiene que justificar sus actos. Los musulmanes
desarrollaron una visión providencialista que interpreta los éxitos
militares de los musulmanes como la mejor prueba de la veracidad del
mensaje religioso del Islam. No en vano, la historiografía árabe actual ha
dado continuidad a ese mismo discurso. Ellos se ven como los
civilizadores, es decir, como exportadores de la civilización árabe, que
ciertamente alcanzó hasta el siglo XII niveles de desarrollo cultural,
pensamiento y desarrollo científico mucho más adelantados de lo que se
conocían en Europa. Pero eso en el momento de la conquista no se podía
saber o prever. Esta visión mitificada trata de explicar el pasado a través
del presente, y eso nunca es válido.

–¿Esa religión que movió a los musulmanes a invadir la


península era violenta? ¿Lo era, en cualquier caso, más que el
Cristianismo?
–Ambas religiones tienen tradición de sacralizar la guerra. En eso se
diferenciaban poco. Lo que se suele olvidar es que hubo importantes
sectores de la aristocracia laica y la eclesiástica visigoda que, ante la
desarticulación del estado, optaron por entenderse con el invasor. Esto
facilitó la conquista y probablemente redujo en muchos niveles la
violencia. Sin olvidar que, en cualquier caso, toda invasión está
protagonizada irremediablemente por contingentes militares.

–¿Hubo una conversión masiva al Islam por parte de la


población?
–La masa de la población no tuvo protagonismo destacado en los hechos.
Hay que hablar de la actuación de las élites sociales, que, a largo plazo, se
vieron influenciadas por el proceso de islamización y arabización que
vivió la sociedad. Es la consecuencia habitual del predominio de los
parámetros socioculturales de las élites conquistadoras, como ocurrió
con los romanos o con los españoles en América. Los árabes, la élite
conquistadora, hicieron exactamente lo mismo. Al-Ándalus se puede
definir como un país árabe e islámico en la Península Ibérica

–¿Y esa élite visigoda se ve forzada a convertirse al Islam?


–Es algo que se desarrolla de forma progresiva. No es que la fuerza
invasora imponga su religión, sino que es el producto de la convergencia
natural entre élites. Una forma de integrarse en la nueva élite del estado
y adaptarse al nuevo orden social. Eso explica por qué la islamización y la
arabización fueron predominantes.

–Posiblemente el mito más extendido sobre Al-Ándalus es que


se vivió una convivencia ejemplar entre las tres religiones, ¿es
cierta esta coexistencia pacífica?
–Se ha abusado significativamente de esta idea de la tolerancia religiosa.
Los invasores no quisieron imponer sus creencias, porque no estaban en
condiciones de provocar una relación de tensión con la población local.
Además, el Corán establece que la fe islámica no se puede imponer por la
fuerza a nadie, y esto es un precepto que está claramente estipulado en la
tradición religiosa musulmana. Sin embargo, el concepto de tolerancia es
algo contemporáneo, que no podemos extrapolar a la Edad Media . Ni en
relación con los cristianos ni en relación con los musulmanes.
Evidentemente había una coexistencia, y había unos determinados
márgenes de tolerancia en ciertos aspectos, pero no hay que olvidar que
había una separación de carácter legal entre unas comunidades y otras.
–¿Se puede hablar de Reconquista para englobar un mismo
hecho histórico que se extendió durante 800 años?

Alejandro García Sanjuán


–El concepto historiográfico de la Reconquista ha tenido una proyección
importante en la tradición española. Es cierto que los cristianos de la
Edad Media tuvieron el proyecto ideológico de recuperar un territorio
que ellos consideraban que se les había sido arrebatado. No obstante, el
trabajo del historiador no consiste en legitimar cierta visión o proyecto
de guerra. Si hablamos de Reconquista estamos legitimando que esos
territorios les fueron realmente arrebatados. Por lo tanto, no soy
favorable a la utilización del concepto de Reconquista. Además la noción
de Reconquista es algo asociada a una determinada ideología.

–El tercer protagonista del periodo es la comunidad judía ¿cuál


fue su papel durante la invasión de 711?
–En la época visigoda se aprecia ya una intensa animadversión de los
cristianos hacia los judíos. Se puede comprobar en los textos legales de la
época visigoda y también en los textos de los concilios (las reuniones de
la jerarquía laica y eclesiástica que se realizaba en Toledo). Poco antes de
la conquista musulmana se llegó a acusar a los judíos de estar
conspirando con sus correligionarios del Norte de África para atacar a los
visigodos. A raíz de este clima se ha especulado con la opción de que, de
alguna forma, los judíos pudieron facilitar la llegada de los
conquistadores musulmanes. No tenemos constancia histórica de que
esto llegara a suceder, pero no sería algo discordante con la situación de
los judíos y la inestabilidad interna en la península. Las propias élites
cristianas fueron ampliamente colaboracionistas con los conquistadores,
como pone de relieve la figura del famoso obispo Don Opas , que es el
prototipo del obispo católico colaboracionista con los musulmanes.
–¿Qué opina usted cuando escucha a los grupos terroristas
reivindicar la recuperación de Al-Ándalus? ¿Es una forma de
asustar o realmente existe ese anhelo en la tradición árabe?
–No creo que hablen en broma. Son fanáticos y son capaces de cualquier
cosa. Pero ciertamente ha existido siempre en el imaginario árabe una
mitificación de Al-Ándalus como el paraíso perdido. Para los árabes, los
poetas y los logros de Al-Ándalus forman parte de su cultura. Los
extremistas solo han exagerado esa tradición árabe de interpretar Al-
Ándalus como el paraíso perdido. No en vano, es algo exclusivo de una
minoría. Si hablas con cualquier árabe con cierta capacidad o formación
cultural, lo de Al-Ándalus se queda en un ejercicio de nostalgia.

https://www.abc.es/historia/abci-alejandro-garcia-sanjuan-negar-musulmanes-conquistaron-
peninsula-iberica-disparate-201512070530_noticia.html

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