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El vértigo, una forma de huir

Este artículo ha sido verificado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas el 24
junio, 2016

Edith Sánchez · 24 junio, 2016

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El vértigo es un síntoma que un número creciente de personas presenta hoy en
día. En principio, se define como una sensación de pérdida del equilibrioy/o la
percepción de que “todo da vueltas”. Según un estudio publicado en la revista
“Mente y cerebro” (1), hasta en una tercera parte de las personas, el
vértigo no obedece a razones orgánicas, sino psicológicas. A la
vez, un estudio de neuropsicología realizado por M. Dietrich (2) reveló que
entre el 30 y 40% de los casos de vértigo son de origen mental.
Las personas que sufren de vértigo no orgánico lo definen de
varias maneras. Dicen que se trata de un cúmulo de sensaciones, entre las
cuales están: mareo, miedo, inseguridad, embotamiento, aturdimiento,
sensación de desvanecimiento o de irrealidad, debilidad, fatiga, aumento de las
palpitaciones, deseos de orinar y sensación de que van dentro de un barco o
caminan sobre algodones.
“Se trata, mas bien, de un vértigo mental, la conciencia de estar a
punto perder el equilibro interno (…); era un impulso de suicidio, un
impulso sutil y misterioso al que las personas se entregan muchas
veces sin darse cuenta”

-Yukio Mishima-

No se trata de una situación constante, sino que se da en brotes o


“ataques”, generalmente desatados o acentuados por alguna
circunstancia específica. Esa circunstancia puede ser una aglomeración
de personas, un piso brillante o con dibujos de figuras geométricas, una
autopista, un espacio inclinado y muchas más. Debido a que las crisis de
vértigo son impredecibles, esta condición es altamente incapacitante para las
personas, que muchas veces terminan refugiadas en sus casas y se niegan a
salir.

Así es el vértigo psicógeno o no orgánico


Parece haber un acuerdo entre los especialistas en cuanto a que el vértigo
que no se deriva de una enfermedad orgánica es producido por
un estado de ansiedad. En lo que no hay acuerdo es en la forma de
interpretar esa ansiedad y, por lo tanto, en el mejor camino para tratarla. En
todo caso, aunque no hay cifras exactas, se sabe que este síntoma suele
aparecer después de una crisis de estrés, derivada de pérdidas, separaciones,
enfermedad de alguien cercano o alta presión laboral.

A veces el vértigo es un componente de los ataques de pánico. En


otras ocasiones es un síntoma independiente que puede llegar a causar pánico
o convertirse en la fuente de nuevos síntomas como dolores de cabeza, o
náuseas frecuentes. Lo común, en todos los casos, es el hecho de que los
estudios diagnósticos no revelan ninguna enfermedad del oído o cerebral que
justifique esas sensaciones.
Los ataques de vértigo pueden ser leves o muy severos. No parecen seguir un
patrón determinado y esto atormenta más a quienes los experimentan, porque
nunca saben cuándo se van a presentar. Por lo general, alteran la vida
de una persona en diferentes grados, ya que subsiste el miedo a
desmayarse, “perder el control” o “caer” en cualquier momento.

Una interpretación del vértigo


Mientras que la psiquiatría y la psicología asocian el vértigo exclusivamente
con la depresión y el estrés, el psicoanálisis lo considera una representación
simbólica de un estado mental. Alfred Adler (3) estudió en detalle este síntoma
y llegó a la conclusión de que lo que expresa es un deseo oculto de
evadir alguna situación. Es un “rodeo” y, por eso mismo, se manifiesta
como una percepción de que “todo da vueltas”.
Adler señala que el síntoma surge ante una demanda externa, que
la persona experimenta como “excesiva” para sus propias
capacidades. Esta demanda puede ser laboral, familiar, sexual, afectiva o de
cualquier índole. El punto es que la persona no es consciente de todo esto. Por
esa razón, desarrolla un vértigo psicógeno.

En el fondo, la persona tiene miedo “de caer”, es decir, de hacer


evidente que no puede responder a la demanda externa. Esto
menguaría su prestigio y por eso lo percibe como una “caída”. Esta situación
nace de un sentimiento de inferioridad no consciente.

Interiormente la persona siente que no es capaz, pero esto no es


necesariamente cierto. Puede que sea capaz, y mucho, pero las dudas son
más fuertes. Lo más complicado es que no reconoce esta inseguridad y eso
hace que toda la situación se manifieste como vértigo.
En particular, las personas con vértigo psicógeno temen perder el
control cuando están en público o cuando están completamente
solos. Temen quedar en una situación de extrema vulnerabilidad. Para Adler
la salida está en asumir aquello de lo que están huyendo, pero es difícil que la
persona lo logre por sí sola. Lo recomendable es solicitar la ayuda de
un profesional y/o participar en un grupo terapéutico de risa.

(1) Tschan & J. Wiltink. Vértigos. En Revista Mente y Cerebro, nº 55, 2012,
Barcelona (76-79)

(2) Dieterich M, Eckhardt-Henn A. Neurological and somatoform vertigo


syndromes. 2004 ;75(3):281-302

(3) Alfred Adler. (1959). El carácter neurótico. Buenos Aires: Paidós

Un abrazo es un poema de amor escrito en la piel


Un abrazo tiene la capacidad de ensamblar todas nuestras partes
rotas, aquellas que se rompieron cuando los acontecimientos nos
resquebrajaron y anularon...

Edith Sánchez

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