Vous êtes sur la page 1sur 30

La ganadería amenaza el medio ambiente

Es necesario encontrar soluciones urgentes


29 de noviembre de 2006, Roma – ¿Qué produce más emisiones de gases causantes del efecto
invernadero, criar vacas o conducir automóviles?. La respuesta puede suponer una sorpresa para
muchos:

Según un reciente informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la


Alimentación (FAO), el sector ganadero genera más gases de efecto invernadero –el 18 por ciento,
medidos en su equivalente en dióxido de carbono (CO2)- que el sector del transporte. También es una
de las principales causas de la degradación del suelo y de los recursos hídricos.

“El ganado es uno de los principales responsables de los graves problemas medioambientales de hoy
en día. Se requiere una acción urgente para hacer frente a esta situación”, asegura Henning Steinfeld,
Jefe de la Subdirección de Información Ganadera y de Análisis y Política del Sector de la FAO, y uno de
los autores del estudio.

Como señal de prosperidad, cada año la humanidad consume más carne y productos lácteos. Está
previsto que la producción mundial de carne se duplique desde los 229 millones de toneladas en
1999/2001 a 465 millones de toneladas en 2050, al tiempo que la producción lechera se incrementará
en ese período de 580 a 1 043 millones de toneladas.

Un precio elevado

El sector pecuario es el de crecimiento más rápido en el mundo en comparación con otros sectores
agrícolas. Es el medio de subsistencia para 1 300 millones de personas y supone el 40 por ciento de la
producción agrícola mundial. Para muchos campesinos pobres en los países en desarrollo, el ganado
es también una fuente de energía como fuerza de tiro y una fuente esencial de fertilizante orgánico
para las cosechas.

Pero este rápido desarrollo tiene un precio elevado para el medio ambiente, según el informe de la
FAO La sombra alargada de la ganadería-aspectos medioambientales y alternativas. “El coste
medioambiental por cada unidad de producción pecuaria tiene que reducirse a la mitad, tan sólo para
impedir que la situación empeore”, advierte el documento.

Si se incluyen las emisiones por el uso de la tierra y el cambio del uso de la tierra, el sector ganadero
es responsable del 9 por ciento del CO2 procedente de la actividades humana, pero produce un
porcentaje mucho más elevado de los gases de efecto invernadero más perjudiciales. Genera el 65 por
ciento del oxido nitroso de origen humano, que tiene 296 veces el Potencial de Calentamiento Global
(GWP, por sus siglas en inglés) del CO2. La mayor parte de este gas procede del estiércol.

Y también es responsable del 37 por ciento de todo el metano producido por la actividad humana
(23 más veces más perjudicial que el CO2), que se origina en su mayor parte en el sistema digestivo
de los rumiantes, y del 64 por ciento del amoniaco, que contribuye de forma significativa a la lluvia
ácida.

El informe de la FAO explica que la ganadería utiliza hoy en día el 30 por ciento de la superficie
terrestre del planeta, que en su mayor parte son pastizales, pero que ocupa también un 33 por ciento
de toda la superficie cultivable, destinada a producir forraje. La tala de bosques para crear pastos es
una de las principales causas de la deforestación, en especial en Latinoamérica, donde por ejemplo el
70 por ciento de los bosques que han desaparecido en el Amazonas se han dedicado a pastizales.

Tierra y agua

Los rebaños provocan al mismo tiempo daños en el suelo a gran escala, con cerca del 20 por ciento de
los pastizales degradados a causa del sobrepastoreo, la compactación y la erosión. Esta cifra es aún
mayor en las tierras áridas, en donde unas políticas erróneas y una gestión ganadera inadecuada han
contribuido al avance de la desertificación.

La actividad ganadera figura entre los sectores más perjudiciales para los cada día más escasos
recursos hídricos, contribuyendo entre otros aspectos a la contaminación del agua, la eutrofización
(proliferación de biomasa vegetal debido a la excesiva presencia de nutrientes, ndr) y la destrucción
de los arrecifes de coral. Los principales agentes contaminantes son los desechos animales, los
antibióticos y las hormonas, los productos químicos utilizados para teñir las pieles, los fertilizantes y
pesticidas que se usan para fumigar los cultivos forrajeros.

El sobrepastoreo afecta al ciclo del agua, e impide que se renueven los recursos hídricos tanto de
superficie como subterráneos. La producción de forraje obliga a desviar importantes cantidades de
agua.

Se considera que la ganadería es la principal fuente terrestre de contaminación de fósforo y nitrógeno


en el Mar del Sur de China, contribuyendo a la pérdida de biodiversidad en los ecosistemas marinos.

Los animales para la producción de carne y leche suponen ya el 20 por ciento de toda la biomasa
animal terrestre. La presencia de ganado en grandes extensiones de tierra y la demanda de cultivos
forrajeros también contribuyen a la pérdida de biodiversidad. En la lista de 24 tipos de ecosistemas
importantes, los estudios indican que hay 15 que se encuentran amenazados por esta causa.

Soluciones

El informe, que ha sido producido con la ayuda de la Iniciativa para la Ganadería, Medio ambiente y
Desarrollo (LEAD, por sus siglas en inglés), propone de forma clara que se tengan en consideración
estos elevados costes mediombientales y sugiere una serie de medias para enderezar la situación,
entre ellas:

Degradación del suelo- Controlar los accesos y eliminar los obstáculos a la movilidad en los pastos
comunales. Utilizar métodos de conservación del suelo y el silvopastoreo, junto la exclusión controlada
del ganado en áreas delicadas y el pago por servicios medioambientales en el uso del suelo para la
ganadería para limitar su degradación.

Atmósfera y clima- Incrementar la eficiencia de la producción ganadera y de la agricultura forrajera.


Mejorar la dieta de los animales para reducir la fermentación intestinal y las consiguientes emisiones
de metano. Establecer plantas de biogas para reciclar el estiércol.

Agua- Mejorar la eficacia de los sistemas de riego. Hacer pagar el coste total del agua e introducir
impuestos para desincentivar la concentración de la industria ganadera a gran escala junto a las
ciudades.

Estas cuestiones centran los debates en una reunión que organiza la FAO esta semana en Bangkok,
que deberá marcar las pautas para la industria ganadera a nivel mundial. El encuentro servirá también
para debatir los riesgos para la salud pública relacionados con el rápido crecimiento del sector
ganadero, ya que las enfermedades animales afectan en forma creciente a los humanos. Otro riesgo
potencial de este crecimiento veloz es el de dejar fuera del mercado a los pequeños campesinos.

¿Necesitan tomar leche los adultos?


Controversia sobre el consumo de lácteos en la edad adulta por su posible
relación con ciertos tumores
Otros
Enviar por correo
Imprimir
ANGELA BOTO
Madrid 21 DIC 2004
Algunos científicos sostienen que tomar leche en la edad adulta puede ser
perjudicial, pues este hábito dietético, muy arraigado en Occidente pero no
en otras partes del mundo, se asocia con un mayor riesgo de desarrollar
algunos tipos de cáncer. Sin embargo, otros especialistas consideran que
todavía no hay pruebas suficientes.

Algunos pueblos de la antigüedad empleaban la leche para elaborar


brebajes que según sus creencias les proporcionarían la inmortalidad. El
líquido blanco es la representación de los cuidados maternos y como tal se
considera un nutriente imprescindible de la dieta. Sin embargo, algunos
científicos sugieren que los productos lácteos son efectivamente un
alimento casi sagrado durante la infancia, pero cuando se consume en la
edad adulta sus bondades se pueden convertir en trampas capaces de
desencadenar patologías como el cáncer de mama en las mujeres y los
tumores de próstata en los varones. Otros especialistas consideran, por el
contrario, que todavía no hay suficientes pruebas.

El hombre es el único mamífero que después de la


lactancia materna sigue tomando leche

PUBLICIDAD
inRead invented by Teads

Investigadores como Jeffrey Holly, catedrático de Ciencias Clínicas de la


Universidad de Bristol (Reino Unido) y coautor de un libro publicado hace
algunos meses bajo el título IGF y nutrición en la salud y en la
enfermedad,asegura que la leche ha sido diseñada durante la evolución de
los mamíferos como el alimento imprescindible para el crecimiento y
particularmente para cubrir el periodo de tiempo entre el nacimiento y la
maduración del sistema digestivo. "Más tarde no es deseable que los tejidos
del organismo crezcan rápidamente porque en ese caso se produce un
cáncer", explica Holly.

El ser humano es el único mamífero que después de la lactancia materna


continúa consumiendo derivados de la leche. Esta práctica es especialmente
frecuente entre los individuos de raza caucásica (la predominante en
Europa), mientras que "la mayoría de la población del mundo (incluidos
China y Japón) consume ninguno o muy pocos lácteos, y en estos
individuos los cánceres de mama y próstata son extraordinariamente raros.
Se dan muchísimo menos que en las sociedades occidentalizadas", asegura
el experto británico. "La evidencia de la asociación entre la ingesta de leche
y el cáncer viene fundamentalmente de las comparaciones entre
poblaciones de diferentes partes del mundo".

Sin embargo, no todos los especialistas están de acuerdo. "Estos estudios


demuestran una asociación, pero no necesariamente una relación causal",
afirma Ramón Colomer, jefe de servicio del Instituto Catalán de Oncología
de Girona. La relación entre la leche y el cáncer "es una hipótesis que
tendría que ser confirmada", dice.

Las miradas acusadoras se centran fundamentalmente sobre uno de los


muchos componentes de la leche, la proteína IGF-1 (siglas en inglés de
factor de crecimiento similar a la insulina), que puede favorecer la
aparición del cáncer. El papel fundamental de esta molécula es estimular el
crecimiento. Por este motivo, una vez que se ha rebasado la adolescencia
sus niveles en sangre descienden, sin llegar evidentemente a anularse. De
hecho, las deficiencias del factor de crecimiento están asociadas a un
aumento de los trastornos cardiacos y del deterioro cognitivo.

En cuanto a su exceso, su acción sería la siguiente. En nuestro organismo se


producen células potencialmente cancerígenas de forma continua, pero hay
mecanismos de reparación del ADN y de muerte programada para destruir
los elementos alterados y restablecer la normalidad. Si una célula
cancerígena escapa a los controles mencionados y se encuentra con un
exceso de IGF-1, éste le prestará sus propiedades de forma que le facilitará
el crecimiento y la formación de una masa tumoral.

En los últimos años, varios grupos de investigación, entre ellos el de Holly


y otros de las universidades de Harvard (EE UU) y Montreal (Canadá), han
presentado en diversas publicaciones resultados que sugieren que los
individuos que tienen los niveles más altos de IGF-1 en sangre presentan un
riesgo entre tres y cuatro veces superior de desarrollar cáncer de mama o de
próstata que aquellos que tienen concentraciones normales. Su conclusión,
tras analizar los diferentes factores dietéticos, es que "la leche y sus
productos derivados son los únicos alimentos en los que se ha detectado
una importante relación con los niveles de IGF-1 en sangre". Según Holly,
que es vicepresidente de la Sociedad Internacional de IGF, "la asociación es
comparable a la bien conocida relación entre los niveles en sangre de
colesterol y lípidos y el riesgo de patologías cardiovasculares".
Colomer explica que "el cáncer es un conjunto de enfermedades cada una
de ellas con un origen distinto. Se sabe que su aparición depende de la
interacción de múltiples mecanismos, entre ellos la genética y por supuesto
la dieta, pero para afirmar rotundamente que existe una relación entre la
leche y el cáncer se deberían hacer estudios controlados con individuos que
toman leche, otros que la consumen desnatada y un último grupo que no la
ingiere" y añade que "la leche tiene multitud de componentes, entre ellos
grasa, y también se sabe que la grasa animal puede contribuir al desarrollo
de tumores".

Paralelamente, el mencionado grupo de Harvard en una revisión de diversos


estudios publicada este verano concluía que la leche, fundamentalmente
debido a su contenido en calcio, reduce el riesgo de cáncer de colon.

En general, los expertos son cautos a la hora de hacer recomendaciones,


pero insisten en que si se reduce la ingesta de productos lácteos es necesario
asegurar una dieta suficientemente rica que supla las necesidades de otros
nutrientes importantes para la salud como el calcio o las vitaminas, aunque
en opinión de Colomer "las evidencias no son suficientes para dejar de
tomar leche".

El consejo de Holly es que "aquellos que estén preocupados por su riesgo


de padecer alguno de estos tumores limiten el consumo de leche a menos de
un vaso por día. Eso sí, siempre que sigan una alimentación equilibrada", y
añade: "una buena dieta variada no necesita incluir derivados de la leche".

En la dieta media de los españoles, los lácteos aportan el 66% del calcio
necesario, pero existen otras fuentes: los cereales, las legumbres, las
verduras de hoja verde, las semillas y las nueces son también ricos en calcio
y la absorción del elemento es comparable a la de los derivados de la leche.

LACTOSA Y CÁNCER DE OVARIO


El pasado noviembre, un grupo de investigadores del Karolinska Institute (Suecia)
publicó en el American Journal of Clinical Nutrition los hallazgos de un estudio que
sugería una relación entre el consumo de más de dos vasos de leche al día y un
notable incremento del riesgo de uno de los tipos de cáncer de ovario más comunes.
En esta ocasión, los científicos apuntaban a la lactosa, un azúcar que se encuentra en
los lácteos, como responsable, puesto que, según su teoría, estimula la
superproducción de hormonas.

Aunque no es la primera vez que se apunta esta relación, los expertos consultados no
están de acuerdo con sus colegas suecos. Para Colomer, la recogida de datos es poco
rigurosa pues no se trata de diarios de alimentación, sino de cuestionarios
retrospectivos. Holly, que defiende una relación entre la leche y el cáncer de mama y
de próstata, afirma en lo relativo a los tumores de ovario que se trata de
"especulaciones basadas en muy pocas pruebas científicas reales". Por otro lado, la
mencionada revista publicó hace unos meses una revisión de la literatura médica que
concluía que no hay pruebas de una asociación entre la leche y cáncer de ovario.

Uno de los primeros indicios de la asociación entre la leche, su contenido en IGF-1 y


el cáncer surgió a finales de la década de 1990 en EE UU. Algunos años antes la
FDA (la agencia estadounidense de los alimentos y fármacos) había aprobado la
comercialización de leche de vacas tratadas con una hormona de crecimiento
sintetizada por ingeniería genética. El objetivo era aumentar la producción de los
animales. Sin embargo, al mismo tiempo que se incrementa la cantidad de leche, la
hormona estimulaba la síntesis de IGF-1, de modo que el producto final podía tener
hasta cinco veces más cantidad del factor de crecimiento asociado al cáncer que la
normal.
LA LECHE, ESE PRODUCTO
PERNICIOSO PARA LOS SERES
HUMANOS
El ser humano es el único mamífero que ingiere leche procedente de otro animal pasado el
periodo de lactancia. Y lo hace a pesar de saberse que la leche que produce cada mamífero
es específica para su especie.
610
La leche animal y sus derivados -nata, queso, yogures, helados, batidos, etc.- se encuentran
actualmente entre los alimentos de mayor consumo del mundo. Se alaban sus propiedades
nutritivas, lo ricos que son y lo imprescindibles que resultan para mantener los huesos sanos
merced a su riqueza en proteínas, vitaminas y minerales, especialmente el calcio. Pero, ¿es eso
verdad, o más bien se trata de productos no precisamente saludables que causan muy diversas
patologías?

El ser humano es único en la naturaleza por múltiples razones, destacando entre ellas el hecho de
que se trata del único mamífero que ingiere leche procedente de otro animal pasado el periodo de
lactancia. Y lo hace a pesar de saberse que la leche que produce cada mamífero es específica
para su especie y que la naturaleza la ha hecho idónea para las necesidades de su cría y no para
las de otra. Es más, la madre Naturaleza previó que los mamíferos -es decir, los animales que
maman- obtengan la leche directamente de las mamas de sus madres sin contacto con agente
externo alguno ya que se trata de una sustancia que se altera y contamina con gran facilidad. Los
humanos, sin embargo, en el convencimiento de que es sano seguir tomándola siendo ya adultos,
hemos alterado hasta las leyes de la naturaleza para poder mantenerla en condiciones adecuadas
de consumo. Y, sin embargo, son muchas las evidencias que indican que tan preciado líquido está
detrás de muchas de las dolencias que hoy nos aquejan.

Obviamente, la composición de cada leche varía en función del animal, de la raza, del alimento que
haya recibido, de su edad, del periodo de lactancia, de la época del año y del sistema de ordeño,
entre otras variables. Y si bien su principal componente es el agua su presunto interés nutritivo
radica en que además contiene grasas (ácidos grasos saturados y colesterol), proteínas (caseína,
lactoalbúminas y lactoglobulinas), hidratos de carbono (lactosa, fundamentalmente), vitaminas
(cantidades moderadas de A, D y del grupo B) y minerales (fósforo, calcio, zinc y magnesio). Las
proporciones dependen ya del tratamiento que se haya dado a la materia prima por lo que no
contiene la misma grasa la "leche entera" que la "leche descremada". Ahora bien, ¿es realmente
saludable ingerir leche y productos lácteos? Porque, no sólo son muchos los investigadores que
discrepan de esa opinión, sino que hay cada vez más estudios que cuestionan esa aseveración.

EL PROBLEMA DEL CALCIO


La razón fundamental por la que los nutricionistas occidentales -no así los orientales- recomiendan
tomar leche y sus derivados es porque la consideran muy nutritiva y especialmente rica en calcio,
agregando que la ingesta periódica de ese mineral es imprescindible para mantener la salud, sobre
todo la de los huesos. Y en ese convencimiento muchas personas beben cantidades importantes
de ella al punto de que algunas -es el caso de millones de norteamericanos- prácticamente la
toman en lugar de agua. Sin embargo, es precisamente en Estados Unidos, el mayor consumidor
mundial de leche, donde más incidencia de osteoporosis hay entre su población. ¿Alguien puede
explicar razonadamente tan singular paradoja?

Lógicamente, no puede extrañar que cada vez más expertos alcen su voz abiertamente afirmando
que la leche y sus derivados no sólo no son alimentos adecuados para el ser humano sino que ni
siquiera constituyen una buena fuente de calcio porque una cosa es la cantidad de ese mineral
presente en ella y otra muy distinta su biodisponibilidad. Además, está por ver si la necesidad de él
que precisa el organismo es la que publicitan las empresas lácteas.

Resultan ilustrativos a ese respecto los resultados del estudio que con 78.000 mujeres de entre 34
y 59 años llevaron a cabo durante 12 años varios profesores de la Universidad de Harvard en
Estados Unidos y que fue publicado en el American Journal of Public Health en 1997. Porque sus
conclusiones desmienten la tesis de que un mayor consumo de leche u otras fuentes alimenticias
de calcio por mujeres adultas las proteja de fracturas propias de la osteoporosis como son las de
cadera o antebrazo.

También es interesante recordar el Proyecto Cornell Oxford-China de Nutrición, Salud y Medio


Ambiente que se inició en 1983 con un estudio pormenorizado de los hábitos cotidianos de 6.500
habitantes de 65 provincias dispersas de la China rural ya que constituye una de las
investigaciones más rigurosas y concluyentes efectuadas en materia de salud. Y ese trabajo
demostró -entre otras cosas- que la leche animal desmineraliza a los adultos. Es decir, se
comprobó que las mujeres que no tomaban leche de vaca y su único alimento eran el arroz, los
vegetales, la soja y sus derivados no padecían osteoporosis. Y que, sin embargo, si dejaban esa
dieta e introducían la leche de vaca sus niveles de calcio bajaban y aumentaba la incidencia de esa
patología.

Gracias a las investigaciones llevadas a cabo por el doctor John McDougall -médico nutricionista
del St Helena Hospital de Napa (California, Estados Unidos)- sabemos también que la mujeres de
la etnia bantú no toman leche pero sí calcio procedente de fuentes vegetales y, sin embargo, a
pesar de que tienen una media de 10 hijos y los amamantan durante largos periodos, no padecen
osteoporosis.

Otro ejemplo de la relación entre leche y osteoporosis lo constituye el trabajo del doctor William
Ellis, ex presidente de la Academia Americana de Osteopatía Aplicada, quien estableció que las
personas que toman de 3 a 5 vasos de leche diarios presentan los niveles más bajos de calcio en
sangre. Agregando que tomar mucha leche implica ingerir grandes cantidades de proteínas lácteas
y éstas producen un exceso de acidez que el organismo intenta compensar mediante la liberación
de minerales alcalinos.

En esa misma línea se expresa un estudio publicado en el American Journal of Clinical Nutrition
que afirma que el exceso de proteínas de la leche es uno de los factores más importantes en el
avance de la osteoporosis. En dicho estudio -publicado ya en 1983- se demostraba que hasta la
edad de 65 años las mujeres que no toman leche y son vegetarianas tienen un 18% de pérdida de
hueso mientras las omnívoras padecen una pérdida ósea del 35%.

Y estudios más recientes muestran que con una ingesta de 75 gramos diarios de proteína láctea se
pierde más calcio en la orina del que se absorbe a través de la dieta.

A todo esto hay que añadir que la relación calcio/fósforo de la leche de vaca no es adecuada para
el ser humano, pues su contenido es demasiado elevado en fósforo y por eso su ingesta acidifica
el organismo. Con las numerosas implicaciones negativas para la salud que ello implica.

LA OPINIÓN DE JEAN SEIGNALET


El finado doctor Jean Seignalet -hematólogo, inmunólogo, biólogo, catedrático de Medicina de la
Universidad de Montpellier durante muchos años y autor de más de doscientas publicaciones en
prestigiosas revistas médicas- denunció en su obra La Alimentación, la 3ª Medicina que muchas
patologías y la proliferación actual de otras se debe básicamente a cinco razones: el consumo de
cereales domésticos, la ingesta de leche animal y sus derivados, la cocción de los alimentos, el
refino de los aceites y la contaminación alimenticia con la consiguiente carencia de vitaminas y
minerales. Afirmando en lo que a la leche se refiere lo siguiente: "Muchas personas piensan que
prescindir de la leche puede provocarles pérdida de calcio y problemas como la osteoporosis pues
la televisión, la prensa y la mayoría de los médicos repiten que la solidez de los huesos depende
de su cantidad de calcio y sólo el consumo diario de productos derivados de la leche puede
aportarles en cantidad suficiente ese precioso calcio. Sin embargo, yo digo firmemente que NO. El
peligro de la falta de calcio es una ilusión. Es cierto que la leche de vaca es rica en calcio pero una
vez en el tubo digestivo humano la inmensa mayoría del mismo es precipitado en forma de fosfato
de calcio y expulsado a través de las heces fecales. Sólo una pequeña parte es absorbida. El
calcio asimilable es aportado en cantidad más que suficiente por los vegetales: hortalizas,
legumbres secas, verduras, carnes crudas y frutos secos y frescos. Además el calcio es un mineral
muy abundante en el suelo donde es recuperado por las raíces de las plantas. En definitiva,
eliminar de la alimentación la leche animal no provoca carencia de calcio. Al contrario, el régimen
hipotóxico -desprovisto de derivados de la leche- acompañado de magnesio y silicio bloquea 70
veces de cada 100 la evolución de la osteoporosis e incluso permite a veces recuperar parte del
terreno perdido".

LA CASEÍNA DE LA LECHE
Mencionábamos al describir la composición de la leche que una de sus proteínas principales es la
caseína. Pues bien, se sabe que el niño lactante asimila completamente las caseínas de la leche
materna... pero no las de la leche de vaca. Tales proteínas sólo se digieren parcialmente por el
efecto neutralizador de la leche sobre la acidez gástrica, indispensable para su ruptura.

¿Y qué efectos provoca esa sustancia viscosa que es la caseína animal en nuestro organismo?
Pues hay que decir que en algunas personas se adhiere a los folículos linfáticos del intestino
impidiendo la absorción de otros nutrientes (de hecho la caseína se utiliza como pegamento para
papel, madera, etc.). Además su hidrolización parcial tiene otras consecuencias. Por ejemplo,
desembarazarse de sus residuos metabólicos supone un gasto energético suplementario para el
organismo y puede provocar problemas inmunológicos. Así, en personas que presentan
deficiencias de inmunoglobulinas IgA esta proteína pasa al torrente sanguíneo y genera gran
variedad de reacciones autoinmunes (las mencionaremos más adelante al hablar de las
enfermedades relacionadas con el consumo de leche). Y si tenemos en cuenta -como se recoge en
un informe del Memorial Kettering Hospital de Nueva York (Estados Unidos)- que la deficiencia de
antígenos IgA es uno de los problemas más comunes en cuanto a deficiencias inmunitarias el
problema pasa a tener dimensiones mucho más preocupantes.

LAS GRASAS DE LA LECHE


La leche humana contiene 45 gramos de lípidos por litro, de los que el 55% son ácidos grasos
poliinsaturados y un 45% saturados. Y tiene, sobre todo, un elevado contenido en ácido linoleico,
precursor de prostaglandinas y leucotrienos antiinflamatorios. En cambio la leche de vaca -la más
consumida- contiene un 70% de ácidos grasos saturados y un 30% de poliinsaturados. Una
estructura que favorece la formación de prostaglandinas y leucotrienos inflamatorios. Además, ese
30% de poliinsaturados pierde sus propiedades cuando por efecto del calor -entre 40 y 45 Cº- se
desnaturalizan y ya no pueden ser precursores de sustancias antiinflamatorias. Por lo que la leche
tratada para poder ser consumida es ¡una sustancia 100% inflamatoria!

Por otra parte, la pasteurización y la homogeneización provocan que las grasas saturadas
atraviesen las paredes intestinales en forma de pequeñas partículas no digeridas, lo que
inexorablemente aumenta los niveles de colesterol y grasas saturadas en sangre. Además, el
contenido en colesterol de la leche es superior al de otros alimentos famosos por ser ricos en ese
elemento. De hecho, algunos países ya han retirado la leche de la lista de alimentos
fundamentales para la dieta porque se ha observado que los niños que acostumbran a tomar
varios vasos de leche al día tienen sus arterias en peores condiciones que los que no la toman.
Una información que, curiosamente, no parece haber llegado a Estados Unidos, pues según su
Departamento de Agricultura casi el 40% de la comida diaria que ingieren los norteamericanos
consiste en leche y/o productos lácteos. Lo cual significa que un estadounidense medio toma
diariamente sólo con los productos lácteos 161 miligramos de colesterol. Y eso es tanto como
ingerir ¡53 lonchas de tocino al día! Y luego se extrañan de que la cuarta parte de la población
norteamericana sea obesa o padezca sobrepeso.

Añadiremos finalmente un dato importante que aporta el ya mencionado doctor John McDougall:
en el afán por aumentar sus ventas la industria lechera relaciona el contenido de grasa de la
leche... con el peso. Lo que le permite decir que la de vaca contiene "sólo" un 2% de grasa por
cada 100 gramos. Y, claro, dicho así parece que estemos hablando de un producto bajo en grasa.
Sin embargo debemos entender que el 87% de la leche es agua por lo que si descartamos ésta el
porcentaje real de grasa sobre la sustancia sólida es mucho mayor. ¡Y no hablemos ya de la leche
condensada!

LA CARGA HORMONAL
Conviene saber también que la leche contiene aproximadamente 59 tipos diferentes de hormonas -
pituitarias, esteroideas, adrenales, sexuales, etc.- siendo las más importantes las hormonas del
crecimiento cuya acción, unidas a la riqueza proteica de la leche de vaca, hacen posible el rápido
crecimiento de los terneros de forma que en breve plazo llegan a doblar su peso. Y es evidente
que los humanos no tenemos precisamente esa necesidad. Además, niveles elevados de esa
hormona, unidos a otros tóxicos, se consideran hoy causa de la aparición de diversas
enfermedades degenerativas.

Hay que añadir a ese respecto que resulta kafkiano tener que reseñar que ya en 1994 la Food and
Drug Administration (FDA) -es decir, la agencia del medicamento norteamericana- aprobó que la
compañía Monsanto usara la Hormona Recombinante de Crecimiento Bovino (rBGH) -también
conocida como bovine somatotropin o rbST- para aumentar la producción de leche en las vacas
entre un 10 y un 25%. Porque según se publicó en The Ecologist en 1998 "el uso de rBGH
incrementa los niveles de otra hormona proteica -el factor de crecimiento 1 tipo insulina (IGF-1)- en
la leche de las vacas. Y dado que el IGF-1 es activo en los humanos -causando que las células se
dividan- algunos científicos piensan que una ingesta de leche tratada con altos niveles de rBGH
podría dar paso a la división y crecimiento incontrolados de células en los humanos. En otras
palabras: cáncer". De hecho, son tantos los peligros potenciales de esa hormona que su uso está
prohibido actualmente en Canadá y la Unión Europea, así como en otros países.

La profesora Jane Plant, autora del libro Your life in your hands (Tu vida en tus manos), explica en
él que el IGF-1 es además especialmente activo durante la pubertad y el embarazo. En el caso de
las niñas púberes -explica- esta hormona estimula el tejido de la mama para que crezca. Y durante
el embarazo ensancha los tejidos mamarios y los conductos de la leche materna para favorecer la
lactancia. Agregando con rotundidad: "Niveles altos de esta hormona incrementan hasta tres veces
el riesgo de padecer cáncer de mama o de próstata por parte de quienes consumen tanto la leche
como la carne de las vacas lecheras. Y en contra de la afirmación de que la pasteurización la
destruye entiendo que la caseína evita que eso ocurra y que la homogeneización facilita que la
IGF-1 alcance el torrente sanguíneo. Asimismo, los propios estrógenos que se añaden a la leche
bovina son otro de los factores que estimulan la expresión nociva de esta hormona y que,
indirectamente, acaban provocando la aparición de tumores".

TÓXICOS EN LA LECHE
Debemos añadir que la leche puede además estar contaminada por productos químicos,
hormonas, antibióticos, pesticidas, pus procedente de las mastitis -tan frecuentes en la vacas
ordeñadas permanentemente-, virus, bacterias, priones... Sin olvidar que hoy se "enriquece" tanto
la leche como los productos lácteos con aditivos, vitaminas y minerales sintéticos, semillas,
plantas, frutas, proteínas, ácidos grasos... En algunos casos, por cierto, con grasa de animales
distintos. Con lo que uno puede estar ingiriendo leche de vaca enriquecida con grasa de cerdo...
sin saberlo.

¿Y cuáles son las sustancias tóxicas que con más frecuencia puede uno encontrarse en un vaso
de leche de vaca, la más consumida? Pues son éstas:

 Metales y plásticos. El equipo utilizado en la explotación ganadera para obtener, conducir


o almacenar la leche puede contaminarla. De hecho se ha llegado a detectar en ella hierro,
cobre, plomo, cadmio, zinc, etc., o sus aleaciones. Lo que puede provocar una actividad
catalítica nefasta sobre las reacciones de oxidación que se producen en ella.
 Detergentes y desinfectantes. Hablamos de formol, ácido bórico, ácido benzoico, sales
alcalinas, bicromato potásico, etc., sustancias que se emplean en la limpieza y
desinfección del material que se pone en contacto con la leche. Su uso está justificado ya
que el agua por sí sola es incapaz de arrastrar los restos de materia orgánica y destruir las
bacterias que contaminan las instalaciones y que pueden pasar a la leche.
 Pesticidas y fertilizantes. En la comida que se da a las vacas se pueden encontrar
compuestos químicos con los que se ha procurado tanto el incremento de las cosechas
como su mejor conservación. En este grupo se incluyen acaricidas, nematicidas,
fungicidas, rodenticidas y herbicidas. Compuestos químicos -DDT, dieldrin, lindano,
metoxiclor, malation, aldrín, etc.- que pueden ocasionar cáncer.
 Micotoxinas. Procedentes del alimento que se da a las vacas cuando éste está
contaminado por mohos, muy especialmente por el aspergillus flavus.
 Antibióticos y otros fármacos. Actualmente se emplean de forma habitual en el
tratamiento y prevención de las enfermedades infecciosas y parasitarias de las vacas pero
pueden pasar a la leche contaminándola. Un problema que se agrava al saber que el uso
excesivo y continuado de estos fármacos en animales ha acabado provocando que
determinadas cepas de gérmenes patógenos se hayan hecho resistentes y al pasar a los
humanos éstos encuentren dificultades para superar la enfermedad con antibióticos. Por
eso es peligroso el consumo de leche extraída de vacas así tratadas. Ya en 1976 el diario
Daily Herd Management publicaba que "la mayoría de las fábricas [de leche] usan cerca de
60 clases de tratamientos químicos [antibióticos] para tratar la hinchazón de pezón
después de cada ordeñada y para reducir la propagación de mastitis (inflamación de ubres)
en sus rebaños. Hay evidencia de que algunas de esas zambullidas químicas dejan
residuos en la leche que pueden ser peligrosos para los humanos". Diez años después
todo seguía igual y el prestigioso The New York Times afirmaba que "los residuos de
antibióticos en la leche están causando reacciones alérgicas en algunas personas debido a
tratamientos rutinarios para prevenir la hinchazón de los pezones de las vacas y
programas de infusión en las fábricas lecheras."
 Contaminación radioactiva. Es otro de los problemas que preocupan en la actualidad y si
bien los residuos producidos por el uso específico de la energía nuclear no ocasionan
problemas más que en raras ocasiones es necesario prestar atención.
 Dioxinas. Estos derivados del cloro merecen atención especial. Además de estar
relacionados con el cáncer de pulmón y los linfomas la exposición a las dioxinas se ha
relacionado con la diabetes, los problemas de desarrollo del niño y diversos desarreglos
del sistema inmune.

ENFERMEDADES RELACIONADAS CON EL


CONSUMO DE LECHE
Ante todo lo expuesto son cada vez más las voces que alertan de la posible relación -más o menos
directa- entre el consumo de leche y las dolencias que se relacionan a continuación:

 Anemia ferropénica. El doctor Frank Oski -director del Departamento de Pediatría de la


Escuela de Medicina de la Universidad de Johns Hopkins (Estados Unidos)- asevera en su
libro Don't Drink Your Milk! (¡No bebas tu leche!) que en su país entre el 15 y el 20% de los
niños menores de 2 años sufren anemia por deficiencia de hierro y que la mitad del resto
de las anemias que se producen en Estados Unidos están relacionadas con el consumo de
leche y sus derivados por los pequeños sangrados gastrointestinales que la leche puede
provocar.
 Artritis Reumatoidea y Osteoartritis. Está constatado que los complejos antígeno-
anticuerpo generados por la leche se depositan a veces en las articulaciones provocando
su inflamación y entumecimiento. Estudios realizados en la Universidad de Florida
(Estados Unidos) confirman que los síntomas se agravan en pacientes con Artritis
Reumatoidea que consumen leche. Por otro lado, en un artículo publicado en la revista
Scandinavian Journal of Rheumatology se afirmaba que en personas afectadas de esa
patología que dejaron de ingerir lácteos y tomaron sólo agua, té verde, frutas y zumos
vegetales entre 7 y 10 días la inflamación y el dolor disminuyeron significativamente.
Agregando que cuando alguno volvía a una dieta lacto-ovo-vegetariana los síntomas
reaparecían. Por su parte, un grupo de investigadores israelíes demostró en 1985 -por
primera vez- que la leche puede inducir también la artritis reumatoidea juvenil. La
asociación de la leche con la artritis reumatoidea del adulto ya se había establecido
anteriormente pero no se había hallado ninguna asociación con la juvenil hasta el hallazgo
de esos científicos.
 Asma. Se sabe que la leche puede estimular la producción excesiva de moco en las vías
respiratorias y que la alergia a la leche es causa de asma. Además está completamente
demostrado que los niños con exceso de moco y dificultades respiratorias a los que se les
retira la leche de vaca mejoran de forma sorprendente.
 Autismo. Investigadores italianos descubrieron que los síntomas neurológicos de los
pacientes autistas empeoran cuando consumen leche y trigo. Se cree que los péptidos de
la leche pudieran tener un efecto tóxico en el sistema nervioso central al interferir con los
neurotransmisores. En sus investigaciones los doctores de la Universidad de Roma
notaron una mejoría marcada en la conducta de esos enfermos tras dejar de ingerirla ocho
semanas. En su sangre había altos niveles de anticuerpos contra la caseína, la
lactoalbúmina y la betalactoglobulina.
 Cáncer de estómago. Investigadores del Instituto Nacional de Salud Publica de Morelos
(México) encontraron un aumento significativo del riesgo de contraer cáncer de estómago
en pacientes que consumían productos lácteos. En los que además consumían carne el
riesgo se triplicaba.
 Cáncer de mama. La leche está considerada por muchos expertos causa directa de este
"tipo" de cáncer. Si a ello añadimos la influencia que tiene la hormona insulínica las
probabilidades de sufrirlo aumentan considerablemente en las grandes consumidoras de
leche (Discovery DSALUD publicará el mes que viene un artículo sobre este importante
asunto que tanto preocupa a las mujeres).
 Cáncer de ovarios. La galactosa -uno de los azúcares de la leche- se ha relacionado
también con el cáncer de ovarios. Algunos investigadores consideran que las mujeres que
beben más de un vaso de leche entera al día tienen tres veces más probabilidades de
contraer cáncer de ovarios que las que no lo ingieren.
 Cáncer de páncreas. Investigadores de la Universidad de Harvard (Estados Unidos)
afirman que existe una relación "positiva y fuerte" entre el cáncer del páncreas y el
consumo de leche, huevos y carne.
 Cáncer de próstata. Un estudio presentado hace más de veinte años en una reunión de la
American Association of Cancer Research en San Francisco y publicado en Oncology
News ya revelaba, según el doctor Chan -epidemiólogo de la Universidad de Harvard-, que
el consumo de mucha leche y sus derivados está asociado con un incremento del riesgo
de cáncer de próstata en los hombres. Explicando que ello se puede deber a que el alto
contenido de calcio de la leche hace disminuir la cantidad de vitamina D del cuerpo,
encargada de proteger del cáncer de próstata a pesar de que la propia leche la contiene.
Epidemiólogos italianos del Aviano Cancer Center calcularon ese aumento del riesgo y
establecieron que es 1,2 veces mayor entre quienes beben de 1 a 2 vasos de leche diaria
que entre los que no la consumen. Sin embargo, si se toman dos o más vasos de leche al
día el nivel de riesgo de padecer ese cáncer aumenta a 5.
Otro estudio -realizado por el mismo equipo de investigadores de la Universidad de
Harvard- descubrió que los hombres que consumen grandes cantidades de leche y/o
lácteos tienen un 70% de riesgo de contraer cáncer de próstata. Opinión que comparte un
grupo de científicos noruegos de la Universidad de Oslo quienes afirman que consumir
leche es un riesgo para contraer cáncer de próstata. Añadiendo que, sorprendentemente,
el consumo de leche desnatada está asociado con un mayor incremento que la leche
entera.
 Cáncer de pulmón. Investigadores holandeses concluyeron en 1989 que las personas que
toman tres o más vasos de leche diaria tienen dos veces más probabilidad de desarrollar
cáncer de pulmón que los que no la toman. Y que, sin embargo -contra lo que afirman sus
colegas noruegos- las personas que toman esa misma cantidad pero de leche desnatada
parecen estar más protegidas. También se coligió en el Roswell Park Memorial Institute de
Nueva York que entre las personas que beben tres o más vasos de leche entera al día
aumenta el riesgo de desarrollar cáncer de pulmón en un 200% (comparado con aquellos
que nunca la toman). Además se ha documentado que existe relación directa entre la
hormona somatotropina y el cáncer de pulmón, y entre éste y las dioxinas que contaminan
la leche.
 Cáncer de testículos. Investigadores británicos descubrieron que también hay relación
entre el cáncer testicular y el consumo de leche. El riesgo encontrado fue 7,19 veces
mayor que en la población general y aumenta en un 1,39 por cada cuarto de leche
adicional que se consume.
 Cataratas. Hay una creciente evidencia de la relación entre el consumo de leche y las
cataratas. Según diversos estudios científicos las poblaciones humanas que consumen
grandes cantidades de productos lácteos tienen mayor incidencia de cataratas que
aquellos que los evitan. Este defecto se ha relacionado con la lactosa y la galactosa.
Siendo la relación más evidente entre la mujeres que entre los hombres. El tipo más
frecuentemente es la catarata cortical.
 Colitis ulcerosa. También el consumo de leche se ha asociado a esta dolencia.
 Colon irritable. Hay diversos estudios que vinculan igualmente la ingesta de leche con el
desarrollo de esta patología.
 Diabetes Mellitus Tipo I. Diferentes investigaciones demuestran que los lactantes
alimentados con leche de vaca presentan un mayor riesgo de padecer diabetes
insulinodependiente -conocida como diabetes tipo I- ya desde su niñez. Un estudio
publicado en la Revista de Medicina de Nueva Inglaterra identifica la leche como "elemento
responsable o factor desencadenante en algunas personas genéticamente sensibles" . Los
médicos que realizaron la investigación descubrieron que los diabéticos analizados tenían
unos niveles de anticuerpos más altos de lo normal que reaccionaban con una proteína de
la leche llamada suero de albúmina bovina atacándola como invasora y destruyéndola.
Pero resulta que -¡fatal coincidencia!- una sección de esa proteína es casi idéntica a una
proteína de la superficie de las células productoras de insulina por lo cual, según afirman,
las defensas de las personas sensibles a ella terminan atacando a sus propias células
causando así su autodestrucción. Por lo que coligen que eliminar la leche y sus derivados
de la dieta infantil podría disminuir drásticamente la incidencia de este tipo de diabetes.
 Dolores abdominales sin intolerancia a la lactosa. Existe una estrecha correlación -no
discutida- entre la indigestión que causa la lactosa, la intolerancia a la lactosa y la
intolerancia a la leche.
 Enfermedad de Crohn. El doctor John Hermon-Taylor -director del Departamento de
Cirugía de la Escuela de Medicina del Hospital St. George (Gran Bretaña)- afirma tras
estudiar la enfermedad de Crohn durante 20 años que la Paratuberculosis -una subespecie
delMycobacterium Avium- está indudablemente asociada a esa patología. Y que ese
microorganismo se transmite fundamentalmente a través de la leche porque la
pasteurización no la destruye. En un estudio realizado entre 1990 y 1994 sobre envases
para leche se encontró con que el 7% estaba contaminado con la Paratuberculosis.
 Enfermedades coronarias. Numerosos investigadores relacionan algunos componentes
de la leche -el colesterol, las grasas, su alto contenido en calcio, la presencia de xantina
oxidasa, etc.- con este tipo de dolencias. En el caso de la enzima bovina xantina
oxidasa se sabe que sólo causa problemas cuando la leche es homogeneizada y que su
daño se centra en los vasos sanguíneos. La posible explicación está en que esta enzima
atravesaría intacta las paredes intestinales, se trasladaría a través de la sangre y destruiría
el masmógeno, uno de los componentes de las membranas de las células que forman el
tejido cardiaco. Uno de esos investigadores es el doctor Kurt Oster, jefe del servicio de
Cardiología del Hospital Park City en Bridgeport (Estados Unidos). Durante un periodo de
casi cuatro años Oster estudió a 75 pacientes que sufrían angina de pecho y
arteriosclerosis. Pues bien, se eliminó la leche de sus dietas y se les dio ácido fólico y
vitamina C -ambas combaten la xantina oxidasa- y en todos los casos el dolor disminuyó.
Es más, a ese respecto el doctor Kurt Esselbacher -miembro de la Escuela de Medicina
de la Universidad de Harvard- afirma sin tapujos: "La leche homogenizada, debido al
contenido de xantina oxidasa, es una de las mayores causas de enfermedades coronarias
en Estados Unidos".
Hay también estudios realizados en Rusia según los cuales quienes beben tres o más
vasos de leche al día tienen 1,7 más probabilidades de padecer enfermedades isquémicas
cardíacas que quienes no la consumen. Igualmente se sabe que el consumo habitual de
productos lácteos aumenta el colesterol malo (LDL) sin afectar al bueno (HDL) por lo que
ya en sí mismos constituyen un factor de riesgo. Y debemos añadir que el consumo de
proteínas lácteas parece tener relación directa con la mortalidad coronaria ya que se ha
comprobado que los anticuerpos creados contra la caseína activan el sistema plaquetario
estimulando la trombogénesis. Además se las relaciona con la inflamación de las paredes
de las arterias favoreciendo así el proceso arteriosclerótico.
En cuanto al calcio de la leche cabe decir que parece existir relación entre el
endurecimiento de las arterias y el excesivo contenido de este mineral en sangre.
Añadiremos que la leche desnatada se ha asociado con enfermedades coronarias no
isquémicas en hombres mayores de 45 años y en mujeres mayores de 75. Se cree que las
proteínas de la leche contribuyen a la formación de la homocisteina. Para muchos la
conjunción de este tipo de leche, la lactosa, el calcio y la homocisteína podría ser
responsable de la calcificación de las arterias.
 Esclerosis múltiple. Científicos de la Universidad de Michigan (Estados Unidos) están
llevando a cabo en la actualidad extensos estudios acerca de los factores asociados con la
esclerosis múltiple y si bien hasta ahora sólo han obtenido conclusiones parciales han
podido establecer relación entre la esclerosis múltiple y un excesivo consumo de leche.
 Estreñimiento. La leche es causa conocida de estreñimiento en niños y ancianos. Su
eliminación de la dieta y un mayor consumo de vegetales y fibra suele resolver ese
problema. Asimismo, tanto el estreñimiento crónico como las lesiones perianales se han
asociado con una clara intolerancia a la leche de vaca.
 Fatiga crónica. Según un estudio realizado con niños en Rochester (Nueva York) en 1991
beber leche aumenta 44,3 veces el riesgo de padecer esta enfermedad.
 Fístulas y fisuras anales. Podría deberse al parecer a la alergia a una proteína de la
leche de cabra.
 Incontinencia urinaria. Muchos niños que mojan las sábanas ya crecidos dejan de
hacerlo en cuanto eliminan de su dieta la leche, los productos que la contienen y los
derivados lácteos.
 Intolerancia a la lactosa. Para poder ser utilizada por nuestro organismo este azúcar de la
leche debe ser previamente hidrolizado y eso se consigue gracias a una enzima
llamada lactasa que va desapareciendo lentamente cuando comienzan a salirnos los
dientes. Parece que en la raza blanca la lactasa permanece durante más tiempo que en la
raza negra. Algo que podría deberse a la relación existente entre la melanina y la lactasa.
Las personas que viven en lugares fríos tendrían por eso la piel más blanca a fin de
aprovechar al máximo las radiaciones solares y sintetizar vitamina D para fijar el calcio.
Se ha observado también que en la mayoría de las personas que no producen lactasa o lo
hacen a niveles muy bajos la lactosa no hidrolizada pasa al intestino donde es atacada por
las bacterias y las consecuencias son fermentaciones, meteorismo, cólicos, diarreas, etc.
Todo lo cual provoca la irritación de las paredes del intestino e incluso microheridas con
pérdida de sangre. Y si esas pequeñas hemorragias se producen de forma continuada
acaban provocando deficiencias de hierro.
Además la lactosa puede provocar otros trastornos no menos graves ya que es
responsable de la asimilación de metales pesados como el cadmio, el mercurio y el hierro
así como de otras sustancias tóxicas.
 Linfomas. Un estudio realizado en la Universidad de Bergen (Noruega) durante año y
medio con casi 16.000 pacientes observó que las personas que consumen dos vasos de
leche al día presentan un riesgo 3,4 veces mayor de padecer linfomas que los que beben
menos. El mecanismo por el cual eso se produce todavía no está claro a pesar de que se
sabe que la leche de vaca puede transmitir el virus de la leucemia bovina. Este mismo
estudio encontró una asociación, aunque débil, entre el consumo de leche y el cáncer de
riñones y de los órganos reproductivos femeninos.
Otro mecanismo por el cual se pueden contraer linfomas es a través de leche contaminada
con dioxinas. En un artículo publicado en el periódico norteamericano The Washington
Post se afirmaba que las personas que consumen grandes cantidades de grasa -como
carne y productos lácteos son 10 veces más propensas a contraer cáncer, especialmente
de pulmón.
 Migraña. Se ha comprobado experimentalmente que cuando se suprime la leche de la
dieta de pacientes afectos de migraña se reducen significativamente sus síntomas.
 Oídos, garganta y sinusitis. En 1994 la revista Natural Health publicaba una serie de
hallazgos que relacionan a la leche con el aumento de las infecciones de los oídos y la
garganta. Los estudios demostraron que las amígdalas y las adenoides reducían su
tamaño cuando se limitaba el consumo de leche.
 Reacciones alérgicas. La alergia a las proteínas de la leche de vaca se ha definido
como "cualquier reacción adversa mediada por los mecanismos inmunológicos a una o
más de las proteínas de la leche (caseína, alfa lacto-albúmina,
betalactoglobulina)". Actualmente muchos estudios médicos reconocen la relación entre la
leche y las reacciones alérgicas estableciéndose su prevalencia entre un 2 y un 5% de la
población mundial. La reacción alérgica puede ser inmediata -es decir, en menos de 45
minutos- o tardía -presentándose horas o días más tarde.
 Sangrado gastrointestinal. El sangrado gastrointestinal secundario a la intolerancia a las
proteínas de la leche de vaca en niños ha sido adecuadamente documentado. Tan serio es
el sangrado que se le coloca como una de las causas más comunes de anemia en niños.
 Síndrome de mala absorción. Investigadores de la Universidad de Helsinki (Finlandia)
han comprobado la relación entre las proteínas de la leche y el daño a la mucosa intestinal.
Este daño es el responsable del síndrome de mala absorción que se caracteriza por
diarreas crónicas, vómitos y retardo del crecimiento.
 Trastornos del sueño. Estudios realizados en la Universidad Free de Bruselas entre los
años 1986 y 1988 confirmaron la relación entre el consumo de leche y los trastornos del
sueño en los niños. Éste y otros estudios han hallado relación entre la alergia a la leche y
los problemas para dormir. Todos los síntomas mejoraban cuando se excluía la leche de la
dieta y empeoraban cuando era reintroducida. El tiempo promedio para notar la mejoría era
de cinco semanas. La agitación que manifestaban esos niños también mejoró.
 Úlceras pépticas. En el pasado se aconsejaba tomar leche a las personas que padecían
problemas estomacales, en especial en caso de úlceras. En la actualidad esa práctica se
desaconseja por considerarse peligrosa y porque se sabe que la leche y sus derivados
agravan todos los síntomas. El alivio temporal que sentían esos pacientes se podía deber
simplemente al hecho de que normalmente la leche se tomaba fría y era la temperatura del
líquido lo que hacía mejorar la situación transitoriamente.
 Otras reacciones provocadas por la leche. Además de las expuestas existen otras
situaciones y dolencias que se relacionan con la ingesta de leche. Por ejemplo la acidosis
láctica severa asociada a la alergia a la leche de vaca, el aumento del riesgo de
preeclampsia en mujeres sensibles, la dificultad de aprendizaje en niños o algunos casos
de infertilidad femenina. Por último es importante señalar que las madres que toman leche
de vaca durante el período de la lactancia exponen a sus hijos a los riesgos asociados a
este alimento.

José Ramón Llorente, autor de este texto, es presidente de la Sociedad Española de Nutrición
Ortomolecular

No son pocas las personas que ponen en duda los beneficios del
consumo de leche en la edad adulta. Yo, particularmente, opino que a
una persona sin intolerancias específicas a los lácteos no le hace mal la
ingesta de leche.

__ ¿Qué descubrirás en este post? __


 Un alimento tradicional
o ¿La leche no es buena para la salud?
o NI LAS DESNATADAS NI LAS ENRIQUECIDAS

Un alimento tradicional
La leche de vaca, un alimento tradicional en muchos países, fue durante
años uno de los alimentos más cuestionados en relación con sus
beneficios y la nutrición, ya que si bien la mayoría de las personas
consideran que es una parte esencial de su dieta, estudios recientes han
demostrado que su consumo (en especial la desnatada) puede, de
hecho, ser perjudicial para la salud.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta de que “un consumo
excesivo y demasiado precoz de lácteos de vaca no modificados supone
una carga excesiva para el riñón y puede aumentar el riesgo de anemia
por el bajo contenido de hierro de la leche y porque causa pérdidas
intestinales de sangre”. La controversia surge a partir de los 12 meses
porque estos mismos organismos aconsejan introducirla, pero con
matices. Y empiezan a surgir las discrepancias entre expertos sobre las
bondades o no de su consumo, y que se proyectan hasta la necesidad de
que las personas mayores la tomen o no.

Para bajar de peso o mantenerse en forma, muchas personas optan por


consumir leche con bajo contenido de grasa o productos derivados, con
el fin de disfrutar de su delicioso sabor y sus “beneficios” sin ingerir
demasiada grasa. Sin embargo, David Ludwig, un científico de la
Universidad de Harvard, realizó un estudio que cuestiona sus supuestos
beneficios, especialmente la leche con bajo contenido de grasa.

¿La leche no es buena para la salud?


Los productos lácteos pueden llegar a mejorar la salud del corazón, la
diabetes, la absorción de vitaminas, reducir el riesgo de cáncer de colon,
entre otros. Sin embargo, antes de considerar que no es buena para la
salud, todo el mundo debería hacerse primero la misma pregunta: ¿la
leche actual proviene de vacas “sanas”?
El estudio, que fue publicado en el Diario de la Asociación Médica
Americana de Pediatría, reveló que, al extraer la grasa de la leche, esta
era sustituida por azúcares, que pueden ser potencialmente más
perjudicial a largo plazo. Aunque, desde entonces, la población ha sido
advertida sobre los peligros del consumo de bebidas azucaradas, nunca
habíamos incluido la leche con bajo contenido de grasa en esta lista. En
su estudio, el Dr. Luwig cuestiona la justificación que se le dio a la
promoción y difusión de la leche baja en grasa, teniendo en cuenta que
todos los líquidos que contienen calorías y azúcares deben ser tratados
con el mismo cuidado.

Científico de Harvard advierte del peligro del


consumo de leche (especialmente las desnatadas)
Las leches de crecimiento, por ejemplo, también son caras, innecesarias
y algunas llevan demasiados aditivos. El científico coincide con otros
estudios para considerar que los seres humanos no adquieren beneficios
nutricionales de la leche de vaca, y puede incluso llegar a ser muy
perjudicial para el cuerpo. Los expertos están de acuerdo en que la leche
lleva una importante cantidad de calcio, pero discrepan en si este calcio
es absorbido o no por el cuerpo humano y el efecto de otras sustancias
que acompañan al calcio. Hay otros alimentos que son más ricos en
calcio que la leche de vaca, y que no tienen los efectos negativos para la
salud que a largo plazo.
Si bien es cierto que la leche de vaca contiene altos niveles de calcio, el
mismo no es completamente asimilable por el ser humano. En su lucha
por procesarlo, el organismo termina depositándolo en las articulaciones,
generando artritis, artrosis, reumatismo, entre otras enfermedades según
el Dr. John F. Unruh. Neurological Rehabilitation Internacional
Consultants. Un claro ejemplo de esto es el brócoli, la col rizada, rúcula,
espinaca, entre otros, que tienen más de 160mg por porción. También
hay otras fuentes, como las sardinas, nueces, semillas y verduras, que
pueden ofrecer en cantidades significativas por porción. Por lo tanto,
nadie debe consumir necesariamente grandes cantidades de la bebida
láctea para mantener los huesos sanos. En su lugar, se debe optar por
aumentar el consumo de otros alimentos más saludables.

NI LAS DESNATADAS NI LAS ENRIQUECIDAS


Cuando nos referimos a la leche con bajo contenido en grasa, el
argumento para no consumirla se hace aún más claro. Como explica el
científico de Harvard, hay pocos ensayos clínicos en los que podamos
ver las diferencias claras de la leche desnatada en comparación con
leche entera, en relación con sus beneficios para mantener el peso y
otras ventajas para la salud.

Por el contrario, varios estudios han encontrado que las personas que
consumen leche con bajo contenido de grasa se sienten menos saciadas
y son más propensas a aumentar de peso, ya que tienen una mayor
necesidad de aumentar la ingesta de calorías.
Fuente: Mentira Podrida

En la actualidad, muchos nutricionistas siguen recomendando a sus


pacientes que sigan con el consumo de leche con bajo contenido de
grasa cuando se trata de perder peso. Sin embargo, los estudios son
cada vez más claros al afirmar que este producto no es tan bueno como
el mercado ha estado diciendo desde hace algunas décadas. También
hay quienes destacan que el problema no es tanto le leche en sí, siempre
y cuando se tome de forma moderada, como sus procesos de
transformación y cómo es tratado el animal. Y aconsejan tomar leche que
provenga de ganadería ecológica.

De esta manera el consumidor evita ingerir


contaminantes que pueda contener la leche
como antibióticos, desinfectantes, plaguicidas,
micotoxinas y la somatotropina bovina (una
hormona de crecimiento diseñada para que las
vacas produzcan más).
¿Leche de vacas felices o estresadas? Aquí te
damos las razones para escoger la primera
Los expertos sugieren que es mejor consumir leche entera, siempre que
sea orgánica o ecológica, es decir, procedente de técnicas agrarias que
excluye normalmente el uso, en la agricultura y ganadería, de productos
químicos de síntesis como fertilizantes, plaguicidas, antibióticos, etc., con
el objetivo de preservar el medio ambiente, mantener o aumentar la
fertilidad del suelo y proporcionar alimentos con todas sus propiedades
naturales.

La alimentación humana está rodeada de normas, ritos y costumbres que obedecen a


creencias muy diversas. Las costumbres alimentarias se impregnan de simbolismos y
significados culturales que cambian con el tiempo.

Las personas deciden sus opciones alimentarias por diversas razones: el modelo
familiar, las ideas imperantes en su entorno, las creencias sobre salud, los
conocimientos científicos, las normas religiosas, etc. Y en las últimas décadas se ha
sumado además la presión de la industria y la publicidad a través de todos los medios
de comunicación1. Estos, además, han contribuido a difundir tanto conocimientos
científicos como modas y opiniones, y el gran público no siempre tiene la capacidad de
distinguir los primeros de las segundas.

El escenario de la ciencia es por sí mismo cambiante. De forma continua se descubren


pruebas a favor o en contra de ideas que parecían sólidas. Las investigaciones no
cesan. Y en el terreno de la alimentación son especialmente difíciles porque, excepto
en la etapa de lactancia exclusiva, se suelen ingerir varios alimentos en un mismo día
y también en una misma comida. Esto hace difícil atribuir un determinado síntoma a
un alimento concreto. Además los hábitos de alimentación pueden ser muy diferentes
entre personas, familias, regiones o culturas. Puede haber factores individuales que
modifiquen el impacto de los alimentos en la salud (personas tolerantes o intolerantes,
con alergias, con vías metabólicas más eficientes o deficitarias...) y en cualquier caso,
los resultados en salud suelen ser detectados a bastante largo plazo y sin una
certidumbre clara sobre la fuerza de la causalidad.

Un último sesgo cabe señalar en este escenario: las fuentes de financiación de las
investigaciones no siempre son neutrales. Como señalaban desde la Universidad de
Harvad2, en la elaboración de la famosa pirámide nutricional americana influyeron de
forma notable los consorcios de empresas productoras de alimentos, dentro de las
cuales las dedicadas a los lácteos tienen un enorme poder.

Como ya se ha señalado, la leche de vaca forma parte de la alimentación humana, de


forma tradicional. Y en la etapa infantil ha llegado a considerarse esencial. Pero esto
solo es cierto en las personas de raza caucásica. Hay que tener en cuenta que en otras
latitudes, como el continente americano, no existía ese animal. Y que en Asia y áfrica
se tomaban otros tipos de leche, pero en general, fermentadas. Eso explica que el
grado de tolerancia a la leche de vaca varíe mucho entre razas 3. De modo que no
podemos considerar que las recomendaciones en un entorno concreto siempre son
extrapolables a otro diferente.

Los niños de hoy toman menos leche. ¿Es esto cierto? ¿Es esto peligroso?

Algunas publicaciones médicas señalan la preocupación acerca de que ha disminuido el


consumo de leche por parte de los niños y niñas españoles. Así lo confirma el Panel de
Consumo Alimentario4, que demuestra como desde el año 2000 al 2008 en los hogares
españoles el consumo de leche en su forma líquida había pasado de 4026 millones de
litros a 3528 (Tabla 1). O sea, un 12,36% menos. Sin embargo, no cuentan que en
cambio ha aumentado el consumo de otras formas de tomar leche: lácteos
fermentados (un 27,76%), batidos (un 29%), quesos (un 16,36%), yogures batidos
(un 28,20%) y otros (14,83%). Esto quiere decir que, en realidad, el consumo total de
leche ha aumentado muy notablemente. Y eso mismo ha confirmado el estudio
ALSALMA. A ciertas edades los niños ingieren más de cuatro raciones de lácteos al día,
aumentando mucho la proporción de proteínas5.

También se constata en la consulta diaria al realizar las encuestas dietéticas (con todos
los sesgos que estas pueden tener). Suelen declarar un alto consumo de lácteo la
mayoría de los niños que consultan por exceso de peso, estreñimiento, inapetencia o
hábitos “peculiares” de alimentación.

Los riesgos potenciales del consumo excesivo de leche y derivados pueden tener
relación con uno o varios de los siguientes hechos:

• Los lácteos desplazan o compiten con la ingesta de alimentos ricos en fibra tales
como frutas y verduras. Es lógico, pues si se han satisfecho con creces las necesidades
calóricas, el niño no tiene ya apetencia por tomar las cantidades recomendadas de
esos alimentos, tradicionalmente menos aceptados. Esto puede conducir a
estreñimiento. A eso se añade la formación de sales calcáreas en la luz intestinal 1.

• Además del pobre contenido en hierro de la leche, el calcio actúa como quelante del
hierro procedente de los alimentos, sobre todo en presencia de caseína, por lo que se
han descrito situaciones de ferropenia en niños de todas las edades con consumo
excesivo de lácteos6.

• Los lácteos elaborados en general contienen mayor proporción de azúcar que la


leche, siendo en forma de sacarosa añadida durante el proceso de fabricación (batidos,
yogures espesos o líquidos, natillas, batidos, postres...), de modo que se incrementa la
cantidad de sacarosa (azucares simples) en la dieta, incrementando el riesgo de
desarrollar caries, obesidad y, a largo plazo, diabetes tipo 2.

• Si bien ha disminuido el consumo de leche entera y mantequilla, los postres lácteos y


batidos se hacen con leche entera y, en ocasiones contienen nata añadida. También se
consumen más quesos, que aportan en general mayor proporción de grasas. De modo
que el perfil lipídico de la dieta se incrementa con grasa de origen animal.
¿Consumir mucha leche tiene algún riesgo? ¿Y tomar leche de vaca
concretamente?

Cuando se empezaron a establecer las recomendaciones de los determinados grupos


de alimentos, se intentaba asegurar que toda la población alcanzara un crecimiento
óptimo, pero se ponía el énfasis en los valores máximos (cualquier valor fisiológico
humano se mueve dentro de un rango de normalidad). Esto hizo que las
recomendaciones de ingesta diaria de energía y, sobre todo de proteínas, se hayan
calculado tradicionalmente por lo alto. A la leche se le atribuía un papel relevante en la
mejora del crecimiento y hubo publicaciones que observaban una relación lineal entre
el consumo de leche y los niveles séricos del factor de crecimiento similar a la insulina,
tipo 1 (IGF-1)7.

Se había observado que, sobre los cuatro meses de vida, los bebés amamantados
“bajaban” de percentil con respecto de las curvas de crecimiento previamente
existentes. Teniendo en cuenta que desde el punto de vista evolutivo, el patrón
debería ser el crecimiento de los bebés alimentados con lactancia materna (LM), la
Organización Mundial de la Salud (OMS) comenzó a desarrollar unos estándares de
crecimiento, en un estudio multicéntrico, con un gran número de bebés de distintas
razas, controlando al mismo tiempo que la madre no fumase, estuviera sana y tuviera
una alimentación suficiente. También se fue registrando la adquisición de
determinados hitos del neurodesarrollo8.

Las curvas de peso obtenidas fueron algo diferentes de las que estaban en uso,
realizadas en etapas en que predominaba la alimentación con fórmula artificial. Esto
hizo pensar que quizá la composición de las fórmulas estaba influyendo en la
composición corporal que favorecía una mayor ganancia de peso, pues parece que un
mayor consumo de proteínas en los primeros años de vida se asocia a aumento de la
adiposidad. Claro que no puede atribuirse solamente a las proteínas contenidas en la
leche, pero estas suponen una proporción importante en algunas etapas de la vida 5. En
este estudio, la mayor ingesta de proteínas e hidratos de carbono se relaciona con un
índice de masa corporal (IMC) significativamente mayor.

La nutrición en etapas tempranas de la infancia puede influir en los resultados


posteriores de salud, incluyendo el sobrepeso a través de una especie de
“programación” del metabolismo. Las revisiones sistemáticas sugieren que la lactancia
materna se asocia con una reducción modesta en el riesgo de sobrepeso y obesidad
más adelante. Como ya se ha comentado, los lactantes alimentados con LM son más
delgados que los que toman fórmulas artificiales. Esto puede obedecer a mecanismos
hormonales o conductuales. Parece que un exceso de proteínas programa
negativamente los principales componentes del síndrome metabólico en el niño (IMC,
presión arterial y lípidos sanguíneos), promoviendo la aceleración del crecimiento,
mientras que un crecimiento más lento protege de la enfermedad cardiovascular. Esto
se comprobó en los bebés con retraso de crecimiento intrauterino que hacían un
crecimiento rápido (catch-up)9.

Una alta ingesta de proteína tiene efectos endocrinos, tales como mayores niveles de
insulina y de IGF-1. Por estas razones en la actualidad se han modificado las
recomendaciones acerca del contenido proteico de las formulas infantiles y también las
relacionadas con la alimentación en otras edades, en las que se hace hincapié en la
importancia de los hidrocarbonos complejos de las verduras, legumbres y cereales
integrales (celulosas y almidones).

¿Qué relación tiene la leche de vaca con el cólico del lactante?

Partiendo del hecho de que se desconoce la etiología del cólico del lactante y que es
posible que sea el resultado de varios factores contribuyentes, las causas propuestas
tienen en cuenta la edad de inicio, la tendencia a aparición en un periodo del día
concreto y a desaparecer de forma espontánea, e incluyen factores gastrointestinales,
biológicos y psicosociales10.

Algunos estudios han atribuido el llanto a una intolerancia a la lactosa, puesto que la
leche humana tiene alta concentración en lactosa. Sin embargo, los ensayos aleatorios
de tratamiento lactasa para el cólico infantil muestran resultados contradictorios 10.

Otra teoría propone que el cólico se correlaciona con la absorción incompleta de los
carbohidratos en el intestino delgado por su inmadurez, y al llegar al intestino grueso,
las bacterias colónicas los fermentan. No ha podido ser comprobado. Como tampoco
que el intestino de los bebés tenga hipermotilidad por un supuesto desequilibrio
vegetativo10.

Por el momento, entre las explicaciones más plausibles, al menos para un subgrupo de
niños con cólico, puede ser la alergia a la caseína o al suero de la leche. Las revisiones
sistemáticas de ensayos aleatorios pequeños con limitaciones metodológicas (por
ejemplo, cegamiento inadecuado) sugieren que el uso de fórmulas hidrolizadas o una
dieta hipoalergénica en las madres que amamantan pueden reducir el tiempo de llanto
en los bebés con cólico10.

Las últimas publicaciones sugieren que puede tratarse de una forma precoz de
jaqueca. Y también parece haber una mayor asociación de los cuadros de cólico con el
consumo de tabaco por la madre tanto en la gestación como posteriormente10.

¿Tiene alguna base científica la teoría de que la leche produce mocos?

Esta hipótesis ha cobrado fuerza en la última década, si bien no se ha conseguido


demostrar científicamente que sea cierto ni tampoco que no lo sea. En un estudio
citado por Dalmau7, los sujetos que creían en esta teoría tuvieron más síntomas,
independientemente de que tomasen leche de vaca o de soja.

Uno de los problemas es cómo medir el moco. Cómo se puede cuantificar cuánto es
“mucho moco” o “más moco” que qué o que cuándo. Ante un resfriado o un cuadro
alérgico, unas personas producen más moco que otras, o la tos es de más fácil control
o por el contrario, la tos o carraspera son más constantes.

Se ha comprobado en estudios experimentales que la α-lactoalbúmina bovina estimula


la producción de moco en la mucosa gástrica, lo que explicaría su efecto
gastroprotector7. Pero ese moco, ¿cómo puede pasar a las vías respiratorias?
Un dato observacional propio, no analizado, es que los bebés que toman formula
artificial ingieren mayores volúmenes por toma que los que son amamantados y con
frecuencia consultan por cuadros de tos de forma muy temprana, independientemente
de la estación del año. Y la autora tiene la sospecha de que se producen pequeñas
regurgitaciones que, al ser de de pH ácido, aparte de producir tos, provocan que la
mucosas orofaríngea reaccione generando mucosidad para protegerse de esa agresión.

Conflicto de intereses

Los autores declaran no presentar conflictos de intereses en relación con la


preparación y publicación de este artículo.

Vous aimerez peut-être aussi