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GÉNESIS 1,28Y los

bendijo Dios diciéndoles:


–Crezcan y
multiplíquense; llenen la
tierra y sométanla;

Matrimonios abiertos a la vida


Todo un sistema de anticonceptivos
más o menos eficaces han hecho
posible lo que un experto describió con
tres simples palabras: “amor sin hijos”.
• VIDA, el don más grande de todos.
• Vida al amor de los esposos.
• Vida a una nueva persona creada de la nada y
llamada a la existencia por una comunión de
amor divino y amor humano
• Hech 17,28 Porque en Dios vivimos, nos
movemos y existimos; como también algunos
de los poetas de ustedes dijeron: 'Somos
descendientes de Dios.
• Rom 14,8 Si vivimos, para el Señor vivimos; y
si morimos, para el Señor morimos. Así que,
ya vivamos ya muramos, del Señor somos.
sométanse unos a otros a otros en el
temor de Cristo (Efesios 5:21
• Te he tomado en mis brazos, y te amo y te
prefiero a mi propia vida.
• Porque la vida presente no es nada, mi deseo
más ardiente es pasarla contigo de tal manera
que podamos estar seguros de no estar
separados en la vida que nos está reservada...
• Pongo tu amor por encima de todas las cosas, y
nada sería más doloroso o amargo para mí que
no tener los mismos pensamientos que tú
(Homilía sobre Efesios
• se entiende normalmente que el esposo y la
esposa son ministros de la gracia de Dios y
confieren mutuamente el sacramento del
matrimonio, declarando su consentimiento
ante la Iglesia.
• Ellos son instrumentos elegidos por Dios en la
vida del otro y no sólo el día de la boda, sino
hasta que la muerte los separe.
• Ellos, literalmente, se ayudan uno al otro a
llegar al cielo.
• Más aún, su vocación implica no nada más ser
uno solo en su amor mutuo, sino también ser
instrumentos de Dios como pareja, y muy
especialmente los instrumentos de su poder
creativo dando vida a los hijos.
• Su amor ve más allá de sí mismo y busca crear
nuevas vidas.
• En realidad, usar métodos anticonceptivos
para impedir la llegada de un hijo va contra un
aspecto muy profundo del amor.
• Lo propio del amor es darse sin reservas,
acoger plenamente al otro, sin condiciones,
sin límites, con generosidad, con alma grande.
• Acoger y darse, en el acto sexual dentro del
matrimonio, significa decir: soy todo para ti.
• Decirlo con una “voz mutua”, pronunciada
por los dos, con cariño, con respeto, con gozo.
• Pero también produce daños al amor el darse
y el acogerse “a medias”.
• Aunque los dos estén de acuerdo en usar
métodos artificiales que impiden la
concepción.
• Aunque por un tiempo no vean nada extraño
en lo que hacen.
• Lo importante es recordar que en todas las
prácticas anticonceptivas el amor resulta
manipulado, al perder su horizonte propio,
natural y espiritual: la apertura a nuevas vidas
humanas, a los hijos.
• El amor de los esposos no tiene que sentirse
amenazado por la posibilidad de que inicie un
embarazo.
• Cada nuevo hijo no es un rival, sino un
continuador, una plenitud del amor que existe
entre sus padres.
• Los métodos naturales, en ese sentido,
permiten a los esposos respetarse
plenamente, y respetar la riqueza de su
sexualidad, que no es engañada, manipulada
o vivida de modo artificial con el uso de
“técnicas” que implican, en el fondo, falta de
respeto hacia uno mismo o hacia el otro, y una
herida (aunque al inicio nadie se dé cuenta) al
amor.
• Viven así la fecundidad esponsal que es “el
fruto y el signo del amor conyugal, el
testimonio vivo de la entrega plena y recíproca
de los esposos” (Juan Pablo II, “Familiaris
Consortio” n. 28).
• Esa fecundidad explica la existencia de
millones y millones de hijos, que recibimos el
amor de Dios desde la generosidad alegre de
unos padres que se aman y que nos aman
• Estos dos significados o valores del matrimonio
cristiano –el unitivo y procreativo–están
íntimamente, inseparablemente ligados; no
pueden ser separados sin afectar a la vida
espiritual de los esposos y poner en peligro su
matrimonio y el futuro de su familia.
• De hecho, si una persona entra en matrimonio
con la intención deliberada de excluir a los niños
del matrimonio, el consentimiento no es válido.
• Así como las personas de la Trinidad son
fructíferas en el amor mutuo y en la creación,
así el amor de los esposos está diseñado para
ser fecundo en el amor y su descendencia.
• Las parejas casadas son cooperadoras del
amor de Dios Creador y son, en cierto sentido,
sus intérpretes.
• Ser cooperadores e intérpretes del amor creador
de Dios trae alegrías extraordinarias así como
extraordinarias responsabilidades.
• Una responsabilidad especialmente íntima y
personal de cada pareja es tomar decisiones
sobre la regulación de los nacimientos.
• Así como la joya de la creación fue la vida
humana, el don supremo del matrimonio es una
persona humana, y la vocación de los esposos
exige honrar esta capacidad de su amor con
especial cuidado.
Paternidad Responsable
• 1. Los esposos y las esposas tienen la
responsabilidad de entender y honrar la
sabiduría del cuerpo, incluyendo sus
procesos biológicos.

• 2. Los seres humanos comparten ciertos


instintos y pasiones, y los cristianos han de
custodiarlos y controlarlos a través de
la razón y la voluntad.
• 3. Teniendo en cuenta las condiciones físicas,
económicas, psicológicas y sociales de su
matrimonio, las parejas ejercen
una paternidad responsable por una
decisión prudente y generosa de tener una
familia numerosa, o por una decisión (por
motivos graves y tomada conforme a la ley
moral) de evitar un nuevo nacimiento, por el
momento, o incluso por un
período indefinido.
• 4. La paternidad responsable tiene sus raíces en
la verdad sobre el bien y el mal establecida por
Dios, y los esposos tienen la obligación de
formar sus conciencias y tomar decisiones de
acuerdo con esta verdad.
• Los esposos y las esposas reconocen sus
deberes para con Dios, ellos mismos, su familia y
la sociedad, y están llamados a mantener un
balance adecuado de prioridades.
• 5. Ofreciendo su matrimonio en discipulado al
Señor Jesús, las parejas no toman decisiones
puramente arbitrarias o subjetivas con respecto
a ser padres, sino que utilizan la sabiduría de Dios
como su guía.
• Al igual que en todos los demás aspectos de su
vida, las parejas cristianas siempre permanecen
abiertas a la sabiduría y providencia en relación
con la vida familiar, incluyendo el tamaño de su
familia en particular.
• Puesto que Dios los unió y comparte su amor
con ellos, él siempre les guiará por los
caminos que son mejores para ellos.
• Un amor que es completo y fiel, un amor que
no niega nada al otro, permanecerá abierto al
plan creador de Dios, Dueño de la Vida,
Después de todo, es el amor de Dios, antes
que nada.

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