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Libro VII

(1) A partir de la lectura del mito de la caverna, explica cuáles son los estadios por los que
debe transitar el alma para alcanzar la liberación.
(2) Ofrezca una definición de educación y menciones los tipos de conocimientos
propuestos para la formación de los guardianes.
(3) Explicita el salto cualitativo que supone el pasaje de la astronomía a la dialéctica y
luego reflexiona sobre la especificidad de ésta última y su alcance filosófico.

(1)En el libro VII Platón desarrolla el mito de la caverna. Desde una persperctiva epistemológica,
hay un ascenso desde la doxa a la episteme. En el espacio interior de la caverna viven unos
hombres encadenados desde niños de espaldas a la salida. Su visión está limitada a la pared de la
caverna sobre la cual están obligados a dirigir su mirada. Alli se proyectan las sombras de diversos
objetos que pasan frente a una hoguera. También oyen sonidos que se proyectan como un eco
sobre la pared y consideran que estos provienen de las sombras. Para estos eso es lo real y
verdadero. Sócrates plantea la pregunta, siguiendo esta alegoría, respecto a qué sucedería si uno de
estos hombres fuera liberado y forzado a dirigir su mirada hacia el exterior.
Los estadios para llegar a la liberación del alma (516 a – 516 e) contituyen el camino que ha de
recorrer desde la ignorancia al conocimiento: Primero miraría con mayor facilidad las sombras de
los objetos y las figuras de los hombres y objetos reflejados en el agua, a través de la percepción
sensible. Luego, a través de la percepción directa los hombres y los objetos mismos. Hasta aquí, el
interior de la caverna representa el mundo sensible, en que se encuentran la multiplicidad y el
cambio, todo ello percibido por los sentidos. El conocimiento que alcanza en estos dos primeros
estadios es un conocimiento sensible y está ligado a la opinión (doxa). Si se los interroga acerca de
lo real, responderán que para ellos eso es lo real. Un tercer momento correspondería a contemplar
de noche lo que hay en el cielo y el cielo mismo, mirando la luz de los astros y la luna más
facilmente que, durante el día, el sol y la luz del sol y, finalmente podría percibir el sol, como es
en sí y por sí, en su propio ámbito. A partir de lo cual concluiría que es lo que produce las
estaciones, los años y que gobierna todo el ámbito visible y que es causa de las cosas que había
visto. De esto último, el espacio exterior de la caverna, el mundo inteligible, es donde se
encuentran las ideas o formas, las causas de las cosas, de todo lo recto y lo bello (517 b-c). De
este modo queda expresado el camino que debe recorrer el alma desde la ignorancia al
conocimiento. Y, si bien pueden ser liberados sólo aquellos que posean en el alma aquella
naturaleza excelente -filósofos guardianes- la liberación de éstos va a ser en beneficio de todos los
ciudadanos.
(2) Siguiendo lo expresado en el punto anterior, la educación del filósofo gobernante consistirá
en dirigir el alma hacia lo verdadero, un volverse desde lo que tiene génesis hasta ser capaz de
soportar la contemplación de lo que es. Este camino de ascenso hacia lo que es lo llama filosofía
(520 c). A partir de allí se ocuparán de aquellos “estudios que arranquen al alma desde lo que
deviene hacia lo que es” (521 d).
Respecto a la música, la gimnasia y demás artes, si bien las descartan inicialmente aunque luego
se plantean tomar aquello que pueda extenderse sobre todas ellas, esto es la matemática, “eso
común que sirve a todas las artes, operaciones intelectuales y ciencias, y que hay que aprender
desde el principio”(522 b)
Esta educación está dirigida a lo que poseen esta naturaleza excelente, volviendo útil lo que de
inteligente hay en sus almas. Para ello se propone una serie de estudios (mathema) de carácter
propedeútico antes de enseñar la dialéctica.
Comienza por la aritmética, enseñanza que requiere tanto el guardián –para ordenar su ejército-
como el filósofo –para escapar del ámbito de lo sensible y logra captar la esencia de las cosas-.
Estos conocimientos serán útiles más allá del empleo que de ellos hagan los aficionados (para
comerciar, por ejemplo), pues lo que interesa es que conducen a la verdad a través del examen y la
pregunta por lo que es. La aritmética lleva a un nivel de abstracción, deja los cálculos con cuerpos
sensibles o tangibles, obligando al alma a servirse de la inteligencia para alcanzar la verdad.
Un segundo estudio, la geometría, no sólo conviene al guerrero en lo que refiere a el despliegue
de las tropas o concentraciones, sino que, al igual que la aritmética, permite dirigir el pensamiento
hacia la verdad. Incluye dentro de la geometría a la estereometría.
Como cuarto estudio o enseñanza proponen la astronomía, la cual considera uno de lo estudios
más importante para la formación del filósofo en la medida que trata con lo que es y lo invisible.
Lo importante de estas enseñanzas va a ser tratar de comprenderlas más allá de la manipulación
de los objetos sensibles.

(3) El salto cualitativo de la astronomía a la dialéctica guarda relación con lo planteado


anteriormente. Así como en la geometría, la aritmética y estereometría, en la astronomía se deberá
ir más allá de lo visible, abandonando el estudio de los astros “bordados” en el cielo y atender
mediante la inteligencia a los movimientos mismos, a lo que causa el día y la noche, las estaciones
del año. A continuación retoma los estadios que recorre el alma hacia su liberación señalando los
conocimientos que en cada uno alcanzan: el recorrido que debe hacer el alma hasta llegar a la
dialéctica parte de la conjetura (eikasia), creencias (pistis) ambos conformando el ámbito de la
opinión; el pensamiento discursivo (dianoia) y la ciencia (nous), pertenecientes al ámbito de lo
inteligible. La dialéctica consistirá en recorrer todos estos estadios comenzando por lo sensible y
superando a medida que asciende los conocimientos de cada estadío hasta llegar a los
conocimientos que son causas de las cosas.

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