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La angustia

El ser humano al elegir su existencia no solo es responsable de ella, sino de toda la


humanidad, ya que al elegirse elige un modelo de ser humano, un modelo de existencia;
por lo que, el hombre es responsable de toda la humanidad, puesto “que el hombre que
se compromete y que se da cuenta de que es, no sólo el que elige ser, sino también un
legislador, que elige al mismo tiempo que a sí mismo a la humanidad entera, no puede
escapar al sentimiento de su total y profunda responsabilidad”1. El hombre no es nada,
por lo que, con acto que realiza define la existencia, define lo que el ser humano es; de
manera que, él es el responsable de la noción de hombre y de existencia.

La absoluta responsabilidad del ser humano de elegirse y a la vez elegir a la humanidad


en plena libertad es la fuente de la angustia existencial, es decir, la toma de conciencia de
la libertad que soy, produce la angustia. Por tal motivo, la mayoría de los existencialistas
suelen declarar que el hombre es angustia. Bien lo expresa Sartre: ”(…) la angustia soy
yo, puesto que, por el solo hecho de que me transporto a la existencia como conciencia
de ser, me hago no ser ese pasado de buenas resoluciones que soy”2. (Ser y nada., pág.
35). Partiendo de lo anterior se deduce que el hombre es angustia porque este plenamente
libre para darse su ser, darse su esencia.

El ser humano “toma conciencia de su libertad en la angustia, o, si se prefiere, la


angustia es el modo de ser de la libertad como conciencia de ser, y en la angustia la
libertad está en su ser cuestionándose a sí misma”3. ( s n, pág., 32). Es evidente que la
vida del hombre carece de sentido ya que es una nausea, una pasión inútil y esto provoca
en el hombre la angustia. El hombre es quien le da sentido a su vida mediante la elección
ante sus posibles. La angustia se enraíza con la posibilidad de mi propio ser, por lo que,
está inscrita en la condición humana. Si la libertad es la esencia del hombre y la angustia

1
J. P. Sartre, “El Existencialismo es un Humanismo”. Óp. cit., pág. 63.
2
J. P. Sartre, ´´El ser y la nada´´. Óp. cit., pág. Buscar en libro
3
Ibíd., buscar en libro
es la toma de conciencia de la libertad, entonces la angustia está en el fondo del ser del
hombre, pues es el sentimiento del mismo hombre, de su libertad.

“Ante lo que se angustia la conciencia es ante la imprevisibilidad de su propia libertad,


ante la certidumbre de que toda toma de partido es revocable, de que toda regla impuesta
puede ser infringida por el hecho mismo de haber sido libremente propuesta (…) La
angustia no es otra cosa que este sobrecogimiento, este traspié de la conciencia ante su
porvenir que todavía no es, que va a realizar y que es totalmente libre de realizar”4.

La angustia es un sentimiento que reside en el temor de no conseguir el proyecto que se


ha anhelado. Sentimiento este que proviene de la libertad. Este sentimiento permanecerá
por la falta de realización de sus sueños En la angustia adquiere el ser humano conciencia
de su libertad o, mejor dicho, la angustia es el modo de ser de la libertad como conciencia
del ser. La angustia es la forma que tiene el ser humano de darse cuenta de lo que es, es
decir, la forma de darse cuenta de que no es nada.

Para Kierkegaard la angustia se caracteriza como angustia ante la libertad, pero en


Heidegger la angustia es caracteriza como la captación de la nada. Sartre expresa que ha
de darse toda la razón a Kierkegaard ya que para este “la angustia se distingue del miedo
en que el miedo es miedo de los seres del mundo mientras que la angustia es angustia
ante mí mismo”5 (S Y N pág., 33). Un ejemplo contundente de esto se ve claramente
cuando Sartre expresa:

“El zafarrancho de artillería que precede al ataque puede provocar miedo en el


soldado que sufre el bombardeo, pero comenzará la angustia en él cuando intente prever
las conductas que ha de oponer al bombardeo, cuando se pregunte si podrá «aguantar».
Análogamente, el movilizado que se incorpora a su campamento al comienzo de la guerra
puede, en ciertos casos, tener miedo de la muerte; pero, mucho más a menudo, tiene
«miedo de tener miedo», es decir, se angustia ante sí mismo”6. Pág. 33

4
C. Audry, “Sartre y la realidad humana”. Edit. Mondial, Paris, 1966, pág.62-63
5
J. P. Sartre, ´´El ser y la nada´´. Óp. cit., pág. Buscar en libro
6
Ibíd., pág. Buscar en libro
La presencia de la angustia se debe a la toma de conciencia de mi libertad, bien a la
captación de la nada que soy. La libertad que es manifestada por la angustia se define por
una obligación perpetuamente renovada de trabajo del yo que distingue al ser libre. La
angustia es el reconocimiento de una posibilidad como mi posibilidad, puesto que se
constituye cuando la conciencia se ve cortada de su ser por la nada. Según Sartre:
“Llamaremos angustia, precisamente, a la conciencia de ser uno su propio porvenir en
el modo del no serlo”7 (pág. 34). De manera que, el ser humano está siempre separado
de su esencia por una nada debido a que la angustia es la manifestación de la libertad
frente a sí mismo.

Para Sartre la angustia se refiere a la conciencia de ser uno su propio porvenir en el


modo de no serlo. Es decir, el hombre se angustia porque no es lo que es, no es aun su
posible ni su proyecto; el hombre se angustia porque es lo que será. El hombre es una
pasión inútil porque no puede ser para sí y en sí al mismo tiempo, no puede estar vacío
(para sí) y lleno (en sí) por igual. El ser para sí siempre tenderá a ser en sí pero nunca
llegará a serlo que quiere ser y por ello se angustia.

El hombre al no tener esencia, al no tener un ser que lo defina debe darle sentido a su
vida, debe darse su propia esencia. Ahora bien, ¿cómo el hombre se da su esencia? En
plena libertad, pero una libertad que lo responsabiliza de todas sus elecciones por lo cual
siente angustia de elegir, de elegirse a sí mismo. Según Sartre: “Y la angustia como
manifestación de la libertad frente a sí mismo significa que el hombre está siempre
separado de su esencia por una nada”8. (pág. 36). Partiendo de lo ante expuesto se
deduce que, la angustia es propia del ser humano por el hecho de que la existencia precede
la esencia, de que el hombre existe y luego es que se da su esencia. De manera que, para
este pensador francés, la angustia es la captación del sí mismo en cuanto este existe como
modo de arrancamiento de aquello que es, o mejor dicho, en cuanto se hace existir como
tal.

7
Ibíd., pág., Buscar en libro.
8
Ibíd., pág., Buscar en libro.
La angustia provoca que el hombre se encuentre comprometido en actos que revelan
sus posibilidades de ser mediante su elección. De manera que, la angustia es la conciencia
de la libertad. Para Sartre:

“La angustia es, pues, la captación reflexiva de la libertad por ella misma; en este
sentido es mediación, pues, aunque conciencia inmediata de sí, surge de la negación de
las llamadas del mundo; aparece desde que me desprendo del mundo en que me había
comprometido, para aprehenderme a mí mismo como conciencia dotada de una
comprensión preontológica de su esencia y un sentido prejudicativo de sus posibles; se
opone al espíritu de seriedad, que capta los valores a partir del mundo y que reside en la
sustantificación tranquilizadora y cosista de los valores. En la seriedad, me defino a
partir del objeto, dejando a un lado a priori como imposibles todas las empresas que no
voy a emprender y captando como proveniente del mundo y constitutivo de mis
obligaciones y de mi ser el sentido que mi libertad ha dado al mundo. En la angustia, me
capto a la vez como totalmente libre y como incapaz de no hacer que el sentido del mundo
le provenga de mí”9. (pág. 39)

La angustia es un sentimiento que se deriva de la acción misma por el simple hecho del
ser humano tener que elegir. En la angustia, el hombre se capta totalmente libre. Para
Sartre la angustia nace como estructura de la conciencia reflexiva en tanto que esta
considera a la conciencia refleja. Pero, el ser humano puede adoptar conductas de huida
ante la angustia. Pero “la huida ante la angustia no es solamente esfuerzo de distracción
ante el porvenir; intenta, además, desarmar la amenaza del pasado”10 (Pág. 40).

De manera que, lo que huye el hombre es su propia trascendencia. Según Sartre:


“Afirmo que soy mi esencia en el modo de ser del en-sí. Al mismo tiempo, empero, me
niego a considerar esa esencia como históricamente constituida y como implicando
entonces el acto al modo en que el círculo implica sus propiedades” 11. (pág. 40) por lo
anterior se puede evidenciar que, nunca el ser humano podrá suprimir la angustia ya que
él es angustia. Para Sartre:

9
Ibíd., pág. Buscar en libro.
10
Ibíd., pág. Buscar en libro.
11
Ibídem.
“(…) si soy mi angustia para huirla, esto supone que puedo descentrarme con respecto
a lo que soy, que puedo ser angustia en la forma del «no sería», que puedo disponer de
un poder nihilizador en el seno de la angustia misma. Este poder nihilizador nihiliza la
angustia en tanto que yo la rehúyo y se aniquila a sí mismo en tanto que yo la soy para
huiría. Es lo que se llama la mala fe. No se trata, pues, de expulsar la angustia de la
conciencia ni de constituirla como fenómeno psíquico inconsciente, sino de que pura y
simplemente, puedo volverme de mala fe en la aprehensión de la angustia que soy, y esta
mala fe, destinada a colmar la nada que soy en mi relación conmigo mismo, implica
precisamente esa nada que ella suprime”12. (pág. 42)

El ser humano huye de la angustia y de este modo trata también de sustraerse de su


libertad. Pero el ser humano no puede liberarse de la angustia, puesto que es su angustia,
y por eso tampoco puede escapar de su libertad. La angustia es la conciencia de la libertad.
Evidentemente la única solución para escapar de la angustia es la mala fe, lo cual implica
que el ser humano se olvide de que es una pasión inútil. El hombre es angustia para huirla,
y solo podrá escapar de ella mediante la mala fe. La manera por la cual el hombre puede
escapar de la angustia, aunque no la suprima ya que es angustia, es si “la conciencia toma
la actitud de desviar la mirada del objeto”13.

12
Ibíd., pág. Buscar en libro.
13
J. P. Sartre, “El Existencialismo es un Humanismo”. Óp. cit., pág. 30.

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