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INTELIGENCIA EMOCIONAL PARA EL LIDERAZGO EFECTIVO

Nureya Abarca
Profesora

Escuela de Administración

Pontificia Universidad Católica de Chile

Clase 4

Tomando conciencia de quien soy

En clases anteriores hemos analizado distintos dominios de la inteligencia destacando la


importancia de la inteligencia social y emocional. Uno de los precursores de estos
conceptos es Howard Gardner quien introduce el término de inteligencias múltiples, para
resaltar que son un número desconocido de capacidades humanas que van desde la
inteligencia musical hasta la aplicada al conocimiento de uno mismo. Este autor pone
énfasis en que estas capacidades son tan fundamentales como las que tradicionalmente
detectan los test que miden el coeficiente intelectual (C.I). Gardner está convencido de que
es posible desarrollar estas diferentes inteligencias de manera independiente mediante un
esfuerzo sostenido. También se puede percibir a los componentes de las inteligencias
múltiples como diferentes talentos o habilidades.

En esta clase revisaremos la inteligencia personal en sus dos formas: la inteligencia


interpersonal, capacidad para entender a las otras personas, lo que les motiva, como
trabajan, como trabajar con ellos de forma cooperativa y la inteligencia intrapersonal,
capacidad relacionada a la anterior, pero orientada hacia dentro. Esta es la capacidad de
formarse un modelo ajustado, verídico de uno mismo y de ser capaz de usar este modelo
para desenvolverse eficazmente en la vida.

Las Inteligencias Personales constituyen la base de las competencias personales punto de


inicio de cualquier cambio en el aprendizaje emocional, se manifiestan más tarde en el
desarrollo de una persona y pueden considerarse capacidades de procesamiento de la
información, una dirigida hacia dentro -Inteligencia Intrapersonal- y la otra hacia fuera -
Inteligencia Interpersonal. La Inteligencia Interpersonal se construye a partir de una
capacidad nuclear para sentir distinciones entre los demás: en particular contrastes en sus
estados de ánimo, motivaciones e intenciones. A un adulto le permite leer las intenciones y
deseos de los demás. Por otro lado, la Inteligencia Intrapersonal se refiere al conocimiento
de los aspectos internos de una persona, el acceso a la propia vida emocional, la capacidad
para discriminar entre las emociones, ponerles nombre y recurrir a ellas como medio de
interpretar y orientar la propia conducta. Podemos observar que hay una interacción
continua entre estos dos tipos de inteligencias personales, en la medida que avanzamos en
el conocimiento de nosotros mismos podemos empezar a comprender mejor lo que le
sucede a otros y también puede suceder a la inversa, es decir a través de la interacción con
los demás profundizamos mejor acerca de lo que somos y queremos realizar.

La importancia del autoconocimiento

“La clave para gestionar a otros de manera efectiva es manejarse uno mismo primero.
Cuanto más conoces de ti mismo, más puedes relacionarte con los demás, desde una
posición de confianza, seguridad en uno mismo y fortaleza1.

Esta es la primera aptitud de la Inteligencia Emocional (IE). Parte de que, si usted no


logra conocerse bien a sí mismo, a estar consciente de cuáles son sus fortalezas y
debilidades, aprende a identificar sus estados de ánimo y las consecuencias que estos
pueden tener en su comportamiento, difícilmente podrá controlar sus reacciones y
utilizarlas productivamente. Tampoco podrá comprender bien el comportamiento de
los que le rodean, identificar sus sentimientos y emociones, ni podrá actuar con
efectividad en sus relaciones interpersonales, todo lo cual resulta esencial en el
trabajo de dirección.

Las habilidades de autoconocimiento son posibles gracias a que la persona se percibe


como parte de un todo social: su grupo. Entonces, la auto-conciencia o la conciencia de
sí mismo no puede surgir en aislamiento, no es concebible en un vacío social. La
autoconciencia, es posible porque el individuo se experimenta como parte de un todo
social constituido por otros individuos.

1
Hendrie Weisinger “La inteligencia emocional en el trabajo”
¿Cómo está usted? es una pregunta importante, tanto si nos la hacemos a nosotros
mismos como si nos la formulan otros. ¿Cómo está usted? nos pide que seamos
capaces de describir nuestros sentimientos con palabras, que les coloquemos unas
etiquetas que reflejen su variedad.

Una vez que somos capaces de reconocer nuestros diferentes sentimientos, nuestra
posibilidad de controlarlos es mucho mayor. ¿Por qué es importante hacerlo? Porque
su estado anímico influye en gran medida lo que uno hace. Cuando usted está triste,
se mostrará retraído. Cuando está contento, derrochará buen humor. Pero si usted no
sabe cómo está, entonces tampoco sabrá cuál es la forma de actuar más adecuada, y
por tanto, no estará seguro de cómo ponerla en práctica.

Escuchando nuestras emociones2

Nuestras emociones pueden proporcionarnos información valiosa sobre nosotros


mismos, sobre otras personas y sobre determinadas situaciones. Ser consciente de
nuestros sentimientos y comportamiento, así como de la percepción que los demás
tienen de nosotros, puede influir sobre nuestras acciones de forma que repercutan en
beneficio propio.

Haber descargado nuestro mal humor sobre un compañero de trabajo, puede


indicarnos que nos sentimos abrumados por un exceso de trabajo. Sentir ansiedad
ante una próxima exposición puede ser una señal de que necesitamos preparar mejor
nuestros datos. La frustración ante un cliente puede indicarnos que no estamos
transmitiendo bien nuestro mensaje, que no es el momento más oportuno, o que no
seleccionamos bien la presentación.

Si escuchamos la información que nos proporcionan las emociones, podemos


modificar nuestras conductas y pensamientos con el fin de transformar las situaciones.
Por ejemplo, en el caso de un exabrupto, podríamos ver la importancia de tomar
medidas para reducir nuestra carga de trabajo, organizar mejor la misma o regular su
proceso.

2
Alexis Codina “Autoconocimiento:_aptitud_de_la_inteligencia_emocional”
Para poder controlar nuestra irritabilidad debemos ser conscientes de cuál es el agente
desencadenante y cómo es que surge tan poderosa emoción, sólo entonces podemos
aprender a aplicarla y a utilizarla de forma apropiada.

En resumen, las emociones desempeñan un papel importante en el ámbito laboral. De


la ira al entusiasmo, de la frustración a la satisfacción, cada día nos enfrentamos a
emociones propias y ajenas- en el trabajo. La clave está en utilizar las emociones en
forma inteligente, que es lo que se quiere expresar con la inteligencia emocional: hacer
deliberadamente que nuestras emociones trabajen en beneficio propio, de modo que
nos ayuden a controlar nuestra conducta y nuestros pensamientos para obtener
mejores resultados. La inteligencia emocional se puede alimentar, desarrollar y
aumentar, no se trata, pues, de una cualidad que se tiene, o no se tiene.

Lo importante es saber sintonizar con la abundante información que nos proporcionan


nuestros sentimientos, sensaciones, valoraciones, acciones e intenciones. Esta
información nos ayuda a comprender cómo respondemos, nos comportamos,
comunicamos y funcionamos en diversas situaciones. Al procesamiento de toda esta
información es a lo que llamamos autoconciencia.

El poder de las intuiciones

En la vida, muchas veces nos enfrentamos a decisiones muy complejas y nada


parece tan claro como lo visto en forma teórica: “Dado esto, automáticamente se dará
esto otro…”. En el día a día tenemos que solucionar problemas como a quién
promover, con qué compañía fusionarnos, qué estrategia de marketing seguiremos,
etc.

Cuando tomamos este tipo de decisiones, nuestras “corazonadas” ―lo que


sentimos en lo más íntimo como correcto― nos dan información crítica que no
debemos desechar si no queremos arrepentirnos más tarde. La habilidad para saber
descifrar estos elementos tiene sus raíces en la evolución del cerebro humano. Las
áreas del cerebro involucradas en estas intuiciones son mucho más antiguas y
profundas que las áreas cognitivas. Estas intuiciones dependen de los centros
emocionales, específicamente de la amígdala y su red de conexiones. El cerebro
acumula diferentes aspectos de una experiencia en diferentes áreas y es en la
amígdala donde se encuentran las emociones y las experiencias adquiridas,. Cada vez
que tenemos una preferencia acerca de una experiencia, es la amígdala la que nos
proporciona esta información. Esta capacidad, como otros elementos de la inteligencia
emocional, se puede ir fortaleciendo con las experiencias de la vida. Por este mismo
hecho, no es tan fácil para las personas jóvenes como lo es para las personas mayores
tener estas intuiciones. Esto, habitualmente, es lo que llamamos “sabiduría”.

En síntesis, es muy conveniente incorporar al proceso de toma de decisiones la


consideración adecuada de nuestras corazonadas, lo que los americanos llaman “gut
feelings”.

Los gerentes de crédito deben ser capaces de sentir si un negocio puede salir
mal, aun cuando los números digan otra cosa; los ejecutivos tienen que decidir si un
nuevo producto vale el dinero y el tiempo invertido para desarrollarlo; las ejecutivos,
al seleccionar a un candidato, deben adivinar cuál de todos los postulantes se llevará
bien con el equipo al cual se incorpora. Para algunos ejecutivos, “una decisión intuitiva
no es más que un análisis lógico inconsciente”.

El uso adecuado de la intuición y las corazonadas tiene que ver con nuestra
capacidad para sentir los mensajes de nuestro ser interior y de nuestra memoria
emocional. En otras palabras, es ser capaces de usar exitosamente nuestra reserva de
sabiduría. Esta habilidad se encuentra en el centro del autoconocimiento, el cual es
esencial en tres de las competencias emocionales:

• Conciencia emocional. Reconocer las propias emociones y sus efectos.


• Auto-evaluación precisa. Conocer las fuerzas y debilidades propias.
• Confianza en uno mismo Certeza sobre los valores y facultades que uno tiene.
Las personas dotadas de esta aptitud:

• Saben qué emociones experimentan y por qué.


• Perciben los vínculos entre sus sentimientos y lo que piensan, hacen y dicen.
• Reconocen qué efecto tienen esas sensaciones sobre su desempeño.
• Conocen sus valores y metas y se guían por ellos.
RECUADRO

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