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SIMPOSIO LITERARIO

GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ

SU OBRA

Desde el seno de su hogar en Aracataca, un remoto pueblo de la costa atlántica,


se irían formando en Gabriel García Márquez los primeros retoños de un genio
literario, gracias a su abuela Tranquilina Iguarán, quien solía llenar sus días de
relatos fantásticos, llenos de elementos fantasmagóricos que posteriormente
introduciría en su obra, y su abuelo Nicolás Márquez, coronel de la Guerra de los
Mil Días, el cual le mostraba la realidad circundante e historias de la guerra.

Curiosamente, Gabo no tendría como primera expresión artística a la literatura,


sino el dibujo y la pintura en el Colegio Jesuíta de San José, cuando su abuelo
falleció y pasó a vivir con sus padres a Barranquilla. Pero a pesar de que no había
escrito nada nunca, sus compañeros veían en él un aire de escritor. Empezarían
realmente estos aires cuando gracias a una beca pudo ir a estudiar al Liceo
Nacional de Varones de Zipaquirá donde leería para la clase su primer cuento
titulado “Sicosis excesiva”, y otras prosas y versos bastante sencillos gracias a la
guía que Carlos Calderón Hermida, su profesor de literatura le daría.

Pero fue más tarde mientras estudiaba derecho en la Universidad Nacional hacia
1947, que tendría las más fuertes y precisas influencias literarias que lo
introducirían en éste mundo, conociendo diversos escritores contemporáneos
gracias a algunos compañeros. Entre aquellas influencias se encuentra a Franz
Kafka, a quien conoce por medio de su gran obra “La Metamorfosis” y despierta en
él el deseo de ser escritor, expresa que “La primera línea casi me tira de la cama,
estaba tan sorprendido. De haberlo sabido, habría empezado a escribir mucho
antes. ”, además de Woolf, Sherezade (De las mil y una noches), e incluso la
Biblia.

Aunque decidido a escribir, su vida como escritor “comenzó a la fuerza”, dice él,
mientras trabajaba como columnista del diario El Espectador, donde Eduardo
Zalamea Borda le publica su primer cuento en el suplemento literario llamado “La
Tercera Resignación”.

Después del “Bogotazo” decide irse para la costa atlántica de nuevo, primero a
Cartagena, donde trabajó en el diario El Universal, y posteriormente a
Barranquilla, donde trabajó como columnista del diario El Heraldo, donde escribía
diariamente en un espacio denominado “La jirafa”, y sus más reconocidos escritos
son “Fastidios del Domingo” y “No era una vaca cualquiera”, los cuales firmaba
bajo el pseudónimo “Septimus”. Tiempo después de escribir sus grandes novelas
y cuentos diría “Mis libros son libros de periodista aunque se vea poco.”, lo que se
ve reflejado en su obra “Relato de un Náufrago”, que publicaría en 1970.

Pasado un tiempo, Álvaro Mutis le convence de devolverse a Bogotá, donde le


regala un ejemplar de “Pedro Páramo” de Juan Rulfo, un escritor mexicano que
tendría fuerte influencia en su obra. Continúa trabajando para El Espectador,
donde nacen varios de los cuentos de la colección “Ojos de Perro Azul” como “Eva
está dentro de su gato”, “La otra costilla de la muerte”, “Diálogos del Espejo”, entre
otras, y posteriormente aparecería en Bogotá la revista Mito, donde publicaría un
capítulo de su primera novela “La Hojarasca” finalmente publicada en 1955 y
“Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo” del mismo año, y es de esta
manera como se empieza a formar la verdadera vida literaria de García Márquez,
habiendo ya escrito una enorme cantidad de cuentos, columnas periodísticas e
incluso una novela.

Entonces este mismo año, sería enviado como corresponsal de El Espectador en


Europa a reportear la enfermedad del Papa Pio XII, y otros sucesos, y es entonces
cuando escribe “El Coronel no tiene quien le escriba” y “La mala hora” mientras
reside en París, y son publicadas en 1961 y 1962 respectivamente, y también “90
días en la cortina de hierro” que es una serie de reportajes acerca de los lugares
visitados en Europa, publicado en 1959.

También, hacia 1962 viajó por Cuba, donde tuvo relación con Fidel Castro, hecho
que ha generado cierta polémica acerca del autor, pues mientras algunos lo veían
como cómplice de revoluciones otros como amigo de dictadores y enemigo de la
democracia. Viajó a Venezuela, donde trabajó para la revista Momento y
finalmente México donde en 1965 comienza a escribir su más grande obra “Cien
Años de Soledad”, que estaría terminada en 1966 y finalmente publicada por la
editorial argentina Sudamericana en Buenos Aires en 1967, obra que “Convirtió
este territorio violento y desolado, en un país de ensueño, fabuloso, en el que los
malos son malos a pesar de ellos y en el que la dignidad, la decencia y la poesía
parecen siempre posibles.” dice Héctor Abad Faciolince.

Luego, el mismo año de la publicación se traslada a Barcelona, desde donde


escribe dos de sus más reconocidos libros “La increíble y triste historia de la
Cándida Eréndira y de su abuela desalmada” en 1972 y “El otoño del patriarca” en
1975 y se devuelve a México desde donde entonces se dedicó a escribir
numerosas publicaciones como “Crónica de una muerte anunciada” en 1981 en
memoria de un íntimo amigo suyo que murió tiempo atrás, y que habla de que una
joven de un pueblo de la costa del Caribe colombiano se casó con un forastero
rico y éste la devolvió a sus padres por no haber llegado virgen al matrimonio, y
los dos hermanos gemelos de la rechazada, después de saber por boca de ésta
quién fue el que la sedujo, salen armados de sendos cuchillos a buscar al
culpable. También “El general en su laberinto”, que nos narra los últimos día del
general Simón Bolívar y cómo muere absolutamente solo; “12 cuentos peregrinos”,
una colección de 12 cuentos que resultarían en notas periodísticas, guiones de
cine, e incluso una serie de Televisión; “Del amor y otros demonios”, que relata la
historia de una joven, Sierva María, que es mordida por un perro rabioso y creen
que se contagió de esta enfermedad y la encierran en un convento por creer que
está poseída; entre otras muchas.

Por último, cabe resaltar la clave de su éxito: su recurso literario, la magia y la


realidad conviviendo de la manera más común, que ha sorprendido y enamorado
fuertemente a los lectores, nutriéndose de lo real y logrando darle verosimilitud a
lo fantástico, en esto se fundamenta Gabriel García Márquez, el realismo mágico.

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