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Trucos para fomentar la amistad entre los niños

La situación imaginaria que supone el juego proporciona un contexto protegido que permite a
los niños ensayar determinadas habilidades necesarias para su vida adulta, sin los riesgos que
supondría comenzar a practicarlas en la vida real.

La comunicación con amigos sobre lo que cada uno siente suele ser un excelente medio para
comprenderse mejor, aprender a controlar las emociones y poder así prevenir problemas
posteriores.
Las habilidades necesarias para hacerse amigos son:

1. Llevarse bien al mismo tiempo con adultos y con iguales. Los niños más aceptados por sus
compañeros se diferencian de los rechazados por ocupar una posición positiva en el sistema
escolar, logrando hacer compatible su relación con tareas y profesores con la solidaridad hacia
sus compañeros.
2. Colaborar e intercambiar el estatus. De los 6 a 8 años, los niños suelen aprender a colaborar
en tareas con otros niños. Desde estas edades se observa que los niños a los que sus
compañeros piden más información (dándoles un estatus superior) son también los niños a los
que más información les dan (que dan a los demás un estatus superior).
3. Expresar aceptación: el papel de la simpatía. Los niños más aceptados por sus compañeros
de clase se diferencian de los niños rechazados por ser mucho más sensibles a las iniciativas
de los otros niños, aceptar lo que otros proponen y conseguir así que los demás los acepten.
4. Repartir el protagonismo y la atención. Uno de los bienes más valorados en las situaciones
sociales es la atención de los demás. Comprenderlo y aprender a repartirla sin tratar de
acapararla de forma excesiva (como hacen los niños que resultan pesados y por eso
rechazados), ni pasar desapercibido (como sucede con los niños aislados), es una de las más
sutiles habilidades sociales.

Cadena de amigos
Otra actividad divertida para los estudiantes es hacerlos participar en una
cadena de amigos. Primero discute con los niños las cualidades de un buen
amigo, como la honestidad, lealtad y confianza. Luego dale a los estudiantes
pequeñas tiras de papel para manualidades, que pueden formar fácilmente una
cadena. Los estudiantes tienen que escribir el nombre de amigos y sus
cualidades como amigos en las tiras de papel. Luego hacer su propia cadena
corta e individual de la amistad. Después todos tendrán que unir sus cadenas
individuales para hacer una gran cadena de toda la clase. Otra variación sería
que a cada estudiante se le dé una tira de papel con el nombre de otro
estudiante, debiendo escribir las cualidades que tiene esa persona como amigo
y luego juntar cada tira haciendo una cadena de la amistad grande.
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La edad de la amistad
íntima (7 a 12 años)
Suscribir

"Es mi mejor amigo", será una frase que comenzaremos a


escuchar muy a menudo. Pronto no oiremos hablar más que
de Marcos o de Rocío y, en seguida, le tendremos durmiendo
en casa alguna noche que otra. Bueno, es un decir, porque se
pasarán varias horas hablando de sus mil cosas.

Tener un amigo es siempre tener un tesoro, pero encontrar


un amigo íntimo en la infancia hace que el valor de esta
relación se incremente en muchos quilates.

Alrededor de los ocho años, los amigos "íntimos" o


"especiales" comenzarán a desempeñar un papel importante.

Ahora, con el nacimiento de su intimidad y su apertura al


mundo exterior, la relación con los amigos del colegio y de la
zona será más personal e íntima.

Tenderá a formar grupos de amigos de su mismo sexo, pero


muy probablemente congenie especialmente con uno: su
mejor amigo.

Cuenta conmigo

A estas edades, un amigo íntimo proporciona una seguridad


adicional a la que nuestro hijo encuentra en casa.
Comprobará que en la calle, en el colegio, también puede
encontrar personas de las que fiarse: su mejor amigo. Así,
crecerá confiado, seguro y equilibrado. Al apoyarse uno a
otro, su autoestima (la de los dos) se verá incrementada.

El gran argumento que le llenará de satisfacción será "es mi


mejor amigo". Como puede contar con su amigo íntimo,
nuestro hijo será capaz de comportarse de maneras
insospechadas en el colegio o en la calle. Sin embargo,
delante de los padres o en casa parecerá un angelito.

"¡No es posible que mi hijo...!", podrá escapársenos. Sin


embargo, sí es posible, porque con su amigo puede llegar
hasta el fin del mundo. Se trata de un paso lógico y bueno en
su proceso de autonomía con respecto a los padres.

Un amigo: un espejo

Al amigo íntimo se confían todo tipo de secretos, de anhelos,


de aficiones, de primeros amores, de sueños, de enfados... Y
el modo de asimilar todas estas situaciones dependerá mucho
de la opinión del amigo y de su experiencia.

Un buen amigo íntimo puede ayudarle a pensar siempre bien


de los demás, a pensar siempre con optimismo ("lo
conseguiremos"), etc. Pero por la misma razón, también
puede deformarle si no hace más que criticar a sus
compañeros o si echa abajo todos los sueños del amigo.

Amplitud de miras

Una amistad íntima es, en principio, beneficiosa para nuestro


hijo. Pero si se lleva hacia alguno de sus extremos, puede
tener algún efecto negativo.

Por ejemplo, si en esa amistad se llega a un grado tal de


intensidad que se cierren en su mundo y no se abran, justo lo
contrario de lo que debería conseguir.

Así se convertirían en poco sociales y no tendrían amigos en


clase, irían siempre juntos sin comprobar la riqueza que
pueden aportar otros amigos distintos. En vez de ampliar su
radio de acción, una amistad íntima mal entendida puede
llegar a constreñir su visión del mundo.

Personalidades distintas

También puede ocurrir que en esa relación de amistad íntima


se produzca un desequilibrio de personalidades... en el que
puede salir perjudicado nuestro hijo.

Cuando el carácter, los puntos de vista, el empuje, etc. de los


dos chicos o chicas es fuerte, aunque con sus peculiaridades,
no hay problema alguno. Al revés, se van limando aristas,
aprenden a ceder, lo mismo que a llevar adelante lo que se
proponen.

Resulta problemático, por el contrario, cuando uno de los dos


tiene una personalidad débil, pues (sin mala fe por ninguna
parte) puede acabar dominado, sin poder desarrollar su
iniciativa, anulada su personalidad.

Siempre hará lo que el otro le diga, seguirá ciegamente a su


amigo, etc. Y esto es igual de negativo si nuestro hijo tiene
vena de dominador y encuentra una víctima ideal en su amigo
íntimo: no sabrá compartir, trabajar en equipo... sino
tiranizar.

¿Un tesoro?

Quien tiene un amigo, tiene un tesoro. Pero quizá habría que


glosar un poco más esta afirmación: Es quien tiene un buen
amigo, el que tiene un tesoro; el otro, el que cuenta con uno
malo, tiene un enemigo dentro de casa.

Si se trata de un buen chico, ambos se apoyarán y empujarán


para portarse bien y, aunque hagan travesuras, se
desarrollarán adecuadamente. Pero, por el mismo motivo,
también es más fácil portarse mal si el amigo tiene malas
inclinaciones.

Las conversaciones periódicas con el profesor de nuestro hijo


no sólo deben tratar sobre el rendimiento académico;
también hay que preguntar cuántos amigos tiene, cuál y
cómo es su mejor amigo, si domina a los demás chicos o, al
contrario, es dominador...

Tenga o no un amigo íntimo podemos procurar que se


relacione con más gente. Por ejemplo, ilusionándoles con
alguna actividad extraescolar, deporte de equipo etc. donde
encontrará más amigos. Deberán ser actividades más
colectivas que individuales, para que se interrelacione.

A estas edades, pasar la noche en casa del mejor amigo es


una de las experiencias más atractivas. No debe darnos
miedo dejarle: sólo hay que controlar que se porte bien y que
no se convierta en demasiado habitual.

Papel de los padres


Una relación de amistad especialmente íntima puede ayudar
mucho a nuestro hijo, siempre que no se convierta en
exclusiva. Preguntando a sus profesores del colegio, hablando
con él, invitando a sus amigos a casa de vez en cuando...
podremos ir conociendo como desarrolla sus amistades.

Otra gran fuente de información son los padres del otro chico,
para actuar conjuntamente si es necesario. Nosotros
conocemos a nuestro hijo y sabemos si puede existir un
desequilibrio de personalidades pernicioso, en cualquiera de
los dos sentidos, pues salen perdiendo ambos amigos.

La amistad no es ni dominio ni sumisión. Si así ocurre, o si el


ejemplo del amigo resulta pernicioso, habrá que procurar
cortar esa relación a tiempo.

Del mismo modo, deberemos estar muy atentos al tipo de


amigos de nuestro hijo. Ya sabemos que tiene que
relacionarse con mucha gente distinta, pero debemos estar
atentos a aquellos que cercanos a su intimidad sean buenos
chicos.

Actuar en positivo

Si se da alguno de estos problemas con los amigos íntimos,


hay que actuar, aunque habrá que proceder de una manera
delicada e indirecta.

No podemos oponernos frontalmente porque podríamos


conseguir que nuestro hijo se rebele ante lo que considera
injusto bajo su punto de vista.

Al contrario, con cintura y mano izquierda podemos llegar a


ser más eficaces. Por ejemplo, ofreciéndole alternativas más
atractivas que irse con su amigo; relacionarse más con los
primos y familiares; ponerle en un grupo de trabajo distinto
de clase; organizar fiestas...

En varios casos, a los padres no les ha quedado más remedio


que actuar con contundencia, separando de clases, incluso de
colegios, a sus hijos.

Aunque al principio esta separación sea algo traumática,


enseguida se comprueba que era necesaria y beneficiosa. En
poco tiempo hacen más amigos y entienden, en la práctica,
los peligros de una amistad demasiado exclusivista.

A lo largo de su vida, chicos y chicas han de cultivar la


amistad con personas distintas y les costará más si ahora se
aíslan con su amigo íntimo.

La solución no reside siempre en cortar por lo sano esa


relación de intimidad cuando puede ser perjudicial. A veces es
mejor fomentar amistades paralelas, fuera de la exclusividad
del amigo íntimo. Lo importante es que aprovechen todas las
oportunidades de una buena amistad...

¿Varios amigos íntimos?

No es imprescindible que nuestro hijo tenga un amigo íntimo.


Todo depende de cada uno. Lo que resulta básico es que
cuente con varios amigos, mejor si se trata de "buenos
amigos".

Si nuestro hijo está integrado en el colegio y en el vecindario,


si tiene tres o cuatro amigos con los que puede contar,
aunque ninguno al que pueda llamársele íntimo... no hay que
actuar, sino cuidar, como es normal, de que sean amigos
convenientes.

Sin embargo, si nuestro hijo no esté realmente integrado en


los círculos normales, en este caso, un amigo íntimo puede
ayudarle. Pero el objetivo es que tenga amigos, no sólo uno
especial: lo importante es una amistad enriquecedora.

Les gusta pasar y organizar su tiempo con los amigos.


5. Mejora su capacidad de toma de decisiones y pueden pensar de forma independiente
sin dejarse influenciar por el pensamiento ajeno (en caso de que tenga una buena
autoestima).

6. Son capaces de reconocer las normas sociales básicas y pueden tener un


comportamiento adecuado.

7. Son capaces de entender y controlar sus emociones por lo que pueden controlar la ira
por más tiempo, siendo muy importante que no la repriman pero sí que la controlen.
8. Tienen empatía y son capaces de entender y ser sensible a los sentimientos de los
demás.
9. Habrán superado la mayoría de temores que eran más comunes en años anteriores en
la infancia.

10. Empiezan a experimentar ansiedad ante nuevas situaciones que antes no les
preocupaban tanto, como por ejemplo en el rendimiento escolar.
11. Son curiosos tanto en el entorno como hacia las relaciones con los demás.

12. Son capaces de diferenciar del sentido del bien y del mal con ayuda de los padres.

13. Podrá establecer sus propias metas y los padres deberán ayudarle a desarrollar sus
habilidades y capacidades.

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