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Burnham.
La motivación debe estar en sintonía con las metas de la organización. Los autores
consideran que los ejecutivos se pueden clasificar en 3 grupos motivacionales:
Si las investigaciones pintan un cuadro complejo sobre el papel que juega el poder en el buen
management, también demuestran el amplio potencial de mejoramiento una vez que los
gerentes se familiarizan con sus propias motivaciones y estilos. Como muestran muchos
ejemplos, los altos ejecutivos pueden aprender a reconocer quiénes llegarán a ser buenos
gerentes y a entrenar a los actuales a ser más efectivos.
Un buen gerente es aquel que, entre otras cosas, ayuda a los subordinados a sentirse fuertes
y responsables, los recompensa adecuadamente por su buen desempeño y se preocupa de que
las cosas estén organizadas de tal manera que los subordinados sientan que saben lo que
deberían estar haciendo. Un buen gerente, sobre todo, debería fomentar un fuerte espíritu de
equipo entre sus empleados, el orgullo de formar parte del grupo. Si un gerente crea e
incentiva este espíritu, sus subordinados ciertamente deberían desempeñarse mejor.
El factor poder
El liderar grupos no se basa solamente en cumplir y mostrar resultados, el reto es llevar a las
personas a su propio crecimiento, entrar en el corazón y motivarlos a hacer las cosas por ellos
mismos, sin la necesidad de tener un capataz que los este vigilando, tampoco en ser una
madre protectora que es permisiva en todo lo que hacen sus hijos, el liderazgo no es una
tiranía, pero tampoco es un concurso de popularidad.
Pero la búsqueda de poder no es lo mismo que la búsqueda de gloria. La gente que quiere el
poder sólo para promover sus propias carreras, en lugar de las metas de la organización,
tienden a tener subordinados que son leales a ellos, pero no a la compañía, lo que los hace
menos efectivos en general. Y querer poder no es lo mismo que dárselas de dictador. Las
correlaciones entre la moral de los empleados y las cifras de ventas indican que los individuos
que administran por decreto son menos efectivos que aquellos cuyo estilo es más
democrático.
Entre todos los estilos gerenciales la orientación hacia el poder crea mejor ánimo en sus
subordinados que uno con orientación hacia las personas, debemos considerar que la
preocupación por el poder es esencial para una buena gestión. El poder sin disciplina con
frecuencia se dirige hacia el engrandecimiento personal del gerente, no hacia el beneficio de
la institución.
Los gerentes son capaces de cambiar su estilo de management, después de aprender más
sobre sí mismo y aceptar su propio estilo de gerencia, para influir sobre las personas hacia la
obtención de las metas.
Los mejores gerentes poseen dos características que actúan como reguladores: gran madurez
emocional, con poco egoísmo, y un estilo de gestión democrático, de coaching. Si la
motivación de poder institucional es equilibrada por la madurez, no lleva a una expansión
agresiva y egoísta. Esto significa que los gerentes pueden controlar a sus subordinados e
influenciar a otros a su alrededor sin tener que recurrir a la coerción o a un estilo de gestión
autoritario.
Para concluir, los mejores ejecutivos son aquellos a los que les gusta el poder y lo usan, entre
estos están los ejecutivos institucionales, ya que reconocen que para hacer cosas dentro de la
organización hay que influenciar a la gente, por lo que ellos se preocupan de acumular poder
a través de la influencia y no con sus logros individuales.