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Caucho, explotación y guerra: configuración de las fronteras nacionales y

expoliación indígena en Amazonía


Rubber, Exploitation and War: the Configuration of National Borders and the Pillaging of Indigenous
People in the Amazon
Borracha, exploração e guerra: configuração das fronteiras nacionais e espoliação indígena na Amazônia

Tomás Uribe Mosquera


Master in Business Administration, Universi- El presente artículo es resultado del proyec-
dad de Harvard. Consultor independiente, co- to de investigación para escribir el capítulo
lumnista de Portafolio. del libro colectivo Ecuador: relaciones exterio-
Correo electrónico: consuelouri@gmail.com res a la luz del Bicentenario, editado por Beatriz
­Zepeda para flacso (2010).

Resumen Abstract Resumo


El trazado de la frontera común entre países The border shared by the countries of the O traçado da fronteira comum entre países
amazónicos se reconfigura en la época repu- Amazon was reset in the republican period not amazônicos reconfigura-se na época republica-
blicana con alguna dificultad en vista de la le- without some difficulty due to its remoteness. na com certa dificuldade à vista do longínquo
janía de estas regiones. Esta reconfiguración se Such reconfiguration was motivated by the destas regiões. Esta reconfiguração vê-se mo-
ve movida por intereses privados de agriculto- private interests of farmers, exporters and bu- vimentada por interesses privados de agricul-
res, exportadores y comerciantes, de los cuales sinessmen, of which the most important one tores, exportadores e comerciantes, dos quais o
el más connotado para la frontera común en- in the common border between Peru, Colom- mais distinto na fronteira comum entre o Peru,
tre Perú, Colombia y Brasil es la Casa A ­ rana. bia and Brazil was the Casa Arana. The author a Colômbia e o Brasil é a Casa Arana. O au-
El autor repasa el caso de la expoliación de los reviews the case of the pillaging of indigenous tor repassa o caso da espoliação dos indígenas
indígenas de ese eje geográfico por parte de groups in that geographical axis carried out desse eixo geográfico por parte de tal compan-
dicha compañía en centros como La Pedrera, by such company in places like La Pedrera, El hia em centros como La Pedrera, El Encanto e
El Encanto y La Chorrera, y relata las viven- Encanto and La Chorrera, and describes the La Chorrera e relata as vivências de uma indí-
cias de una indígena uitoto al respecto. La gue- related experiences of a uitoto woman. The war gena Uitoto ao respeito. A guerra entre a Co-
rra entre Colombia y el Perú es analizada en between Colombia and Peru is thus analysed lômbia e o Peru é analisada no marco desta
el marco de esta reconfiguración y del contex- from the perspective of this reconfiguration reconfiguração e do contexto da geopolítica do
to de la geopolítica del momento. En la par- and the geopolitical context at the time. The momento. Na parte final propõe a necessida-
te final se propone la necesidad de una agenda final section highlights the need for an agen- de de uma agenda de justiça e reparação para
de justicia y reparación de los grupos indígenas da for the justice and reparation of the indige- os grupos indígenas objeto de este genocídio.
objeto de este genocidio. nous groups that were victims of this genocide.

Palabras clave Keywords Palavras chave


Amazonia, explotación del caucho, indígenas Amazon, Rubber Exploitation, Uitoto Indige- Amazônia, exploração da borracha, indígenas
uitoto, Casa Arana. nous Tribe, Casa Arana Uitoto, Casa Arana

Palabras clave descriptor Keywords plus Palavras descriptivas


Amazonas, caucho, explotación, pueblos indí- Amazon River Region, rubber, exploitation, Amazonas, borracha, exploração, povos indí-
genas indigenous peoples genas

SICI: 0122-5197(201301)17:34<34:CEGCFN>2.0.TX;2-X

34 / Mem.soc / Bogotá (Colombia), issn 0122-5197, 17 (34): 34-48 / enero-julio 2013

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Introducción granadina, de Colombia, Ecuador y Perú. Jaén
revierte al Perú, pero la suerte de Maynas que-
La conformación de los límites territoriales a lo lar- da suspendida entre los derechos jurisdicionales
go de la región amazónica empieza a perfilar- que Colombia y Ecuador esgrimen en un ámbi-
se cuando la corona española en 1718 elimina to diplomático y político, y la vigorosa expansión
la Audiencia de Quito y adscribe su territorio a selvática de Perú, seguida más al este por Bra-
Santafé de Bogotá. Incide igualmente la expedi- sil. Venezuela también tiene intereses al respec-
ción de una cédula real en 1803 que “separa al to. Desde la era republicana temprana, en efecto,
Gobierno de Guayaquil y a la Comandancia Ge- Perú y Brasil vienen desarrollando una política
neral de Maynas (Mainas) de la jurisdicción de ‘expansiva’ hacia el espacio amazónico, de fronte-
Quito, entonces sujeto a la autoridad de [San- ras mal definidas, contrariamente a Colombia y
ta Fe de] Bogotá, y los subordina directamente a Ecuador. Allí donde la indefinición pudiera frenar
Lima”1. Otra Cédula restituye Guayaquil y May- una ocupación agresiva, los civiles toman el relevo.
nas al Virreinato de Nueva Granada en 1819. La forma en la cual, “desde un centro comercial e
Los vastos territorios amazónicos de la Provincia industrial tan importante como Iquitos Perú
de Maynas corren la suerte de Guayaquil y pasan irradia su obra de expansión y colonización so-
así a depender sucesivamente de Quito, Bogo- bre la margen septentrional del Amazonas [alar-
tá, Lima y, de nuevo, Bogotá, capital del Virrei- ma] a los plenipotenciarios de la Nueva Granada,
nato de Nueva Granada y próxima a convertirse Ecuador y Venezuela en Lima”3. Este imperio
en la capital de la República Neogranadina o de comercial llegará a ser conocido, como la Casa
Colombia, hoy referida comúnmente por los his- Arana, por el impulso que, a fines del siglo xix e
toriadores como la “Gran Colombia”. Conforme inicios del xx, le da el empresario cauchero y con-
al mandato del Congreso de Angostura (diciem- gresista peruano Julio César Arana del Águila.
bre de 1819), esta República la integran cuatro El desarrollo de la navegación a vapor por el Ama-
entidades territoriales: Ecuador y Panamá, ya zonas acompaña el de las especies amazóni-
adscritas al anterior Virreinato y otrora Reales cas comercialmente apetecidas en el mundo. El
Audiencias, la Capitanía de Venezuela y la caucho americano se conoce con ese nombre,
Colombia actual.La “Ley de División Territorial”de de origen indígena (‘cauchuc’, quizás), desde el
Colombia de 1824 es juzgada lesiva por Ecuador comienzo del siglo xv. El comercio de caucho
y Perú, cuyas ambiciones abarcan a Guayaquil y extraído por indígenas de la selva tropical sura-
al “Distrito del Sur” –desde  la  guerra de 1822- mericana se viene dando desde inicios del siglo
1830 con Colombia–, refleja la jurisdicción san- xix en forma de pequeñas manufacturas expor-
tafereña sobre Popayán, Pasto, Maynas y otros tadas clandestinamente a ee.uu. para la fabrica-
territorios selváticos como Jaén. ción de calzado, globos y tubos4. Se produce un
La implosión de la Gran Colombia tiene lugar en auge importante a mediados del mismo, cuando
los años 1830-31. Tan vasto territorio “distaba de se abren los puertos brasileños a la navegación
cumplir virtualmente todas las condiciones para internacional con el Tratado de Libre Navega-
la  construcción de una identidad nacional”2, lo ción de 1851 entre Brasil y Perú y se eleva el co-
cual genera reclamos contrapuestos de todos los mercio amazónico de doble vía con Europa. El
Estados concernidos en cuanto a la Amazonía primer socio europeo es Inglaterra, quien domi-
na los principales rubros de exportación e impor-
tación de materias primas. Al tiempo, el impacto
1 Tomás Uribe Mosquera, “Ecuador y Colombia: afirmación autoi-
dentitaria y conflicto en la era republicana temprana”, en Ecuador:
Relaciones Exteriores a la Luz del Bicentenario, ed. Beatriz Zepe-
da, Quito: flacso, 2010), 156. 3 Germán Cavelier, Política Internacional de Colombia 1903-1953
Se agradece la importante información de contexto recibida de (Tomo iii) (Bogotá: Universidad Externado de Colombia, 1997), 183.
parte de Jorge R. Pulecio Reinel y la asistencia editorial de Ma- Exposición del diplomático y jurisconsulto Antonio José Uribe Gaviria
ría del Pilar Mejía. Las referencias a las estrategias de ocupación ante la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores de Colombia.
territorial de los caucheros peruanos provienen de la entrevista a 4 Delia del Pilar Otero, “Fronteras, etnocidio y comercio mundial.
Andrés M. Peñate Giraldo. La Amazonía peruana-colombiana durante el boom cauchero”, Revista
2 Uribe Mosquera, “Ecuador y Colombia: afirmación...”, 161. Estudios Avanzados no. 11. Universidad Santiago de Chile (2009): 85.

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de la navegación a vapor es intraamazónico, por- Caquetá, se propone inaugurar una nueva ruta
que da acceso al circuito de producción gomífera. exportadora que evite pasar la cordillera de los
Se reducen los tiempos y aumentan conmensu- Andes y utilice la cuenca del Amazonas, cuya
radamente los volúmenes de carga, incluidos principal vía de acceso es el río Putumayo. Sue-
el caucho y materiales y equipos para la cons- ña con un vasto sistema de navegación, de cerca
trucción de campamentos. La fiebre de la quina, de 1800 km o más, hasta la desembocadura del
primero, y del caucho, luego, impulsan el creci- Amazonas. Pero Brasil venía negando el ingre-
miento de Iquitos y la apertura del río Putumayo so a buques de bandera extranjera e inhabilita así
a la navegación comercial. También trae consi- el uso del Putumayo hasta el mar por barcos co-
go un patrón generalizado de explotación feroz lombianos. En 1875, Reyes se reúne en Río con
de los indios amazónicos, en Bolivia, Brasil, el emperador Pedro ii de Braganza y logra que se
Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela. autorice la navegación de ambos ríos por buques
Iquitos, fundado en 1757 por los jesuitas, se con- brasileños y colombianos8. El acuerdo antecede
vierte en 1864 en la capital de la entonces pro- en once años a la declaratoria de libre circulación
vincia peruana de Loreto, en el antiguo territorio del río Amazonas por Brasil.
de Maynas. Más importante aún, según Lagos5,
es la llegada al puerto de dos vapores, una goleta La conformación del imperio del caucho
y un bergantín (británico), que la historia recuer-
da ante todo por su carga: traen toda suerte de Desde fines del siglo xix, con el boom del automóvil,
provisiones, maquinarias y objetos de gran utili- la industria occidental se vuelca hacia el caucho
dad para un asentamiento joven, con afán de cre- o “jebe”, entonces originado tanto en el Heveas
cer. No resulta “casual que la llegada de los navíos brasiliensis, proveniente del Amazonas brasileño,
inici[e] una nueva era”, marcada por un “comer- como en el Castilloa ulei, abundante en la región
cio desaforado” con el continente europeo6. Dos del río Putumayo9. El armamentismo que ante-
años más tarde nace formalmente Leticia como cede y acompaña a la Primera Guerra Mundial
parte de la misma Provincia de Loreto. arrecia la demanda de caucho. El caucho des-
La búsqueda de sustancias tropicales codiciadas plaza la quina del primer lugar y tendrá su apo-
por el Occidente alienta esta colonización ‘infor- geo poco antes de dicha guerra10. El comerciante
mal’ peruana –y, en menor grado, brasileña– de la cauchero Julio C. Arana se muda de Rioja hacia
Amazonía granadina. Al comienzo, el mayor ali- el este, a Yurimaguas, capital del Alto Amazonas,
ciente es la quina, corteza del “quino” y cuyos al- con presencia de firmas comerciales como la de
caloides, incluida la quinina, poseen virtudes Manuel Morey e Hijos. Da el primer paso para
terapéuticas y particularmente antipalúdicas, ya convertirse en cauchero, comprando una “estrada”
conocidas por las culturas precolombinas del Perú. de árboles gomeros. Decepcionado con los ingre-
En la década del setenta se inicia la explotación sos del negocio, la revende, con todo y sus reco-
comercial de la quina amazónica en el vasto terri- lectores, prefiriendo la ocupación de ­“aviador”, o
torio de lo que había sido la Provincia de Maynas. sea, de proveedor de quienes trabajaban en la sel-
El futuro presidente Rafael Reyes había descubier- va, endeudando a los patrones caucheros y siendo
to la Amazonía cuando era joven adolescente y, pagado con caucho en vez de dinero. Esta moda-
junto con sus hermanos, es uno de los primeros lidad era más rentable y le permite figurar como
‘quineros’ o agricultor de la quina, hasta la quie-
bra de su empresa familiar, en 18857. Como co-
merciante de quina y socio de la Compañía del 8 Lagos, Arana, 70.
9 Aunque el Castilloa rendía noventa kilos de caucho, hacia 1890 se
había extinguido. El Hevea brasiliensis, prolijamente sangrado y
5 Ovidio Lagos, Arana, Rey del Caucho (Buenos Aires, Emecé Edito- con las incisiones correctas, podía suministrar tres kilos al año de
res, 2005), 47. caucho seco (Lagos, Arana, 37).
6 Lagos, Arana, 47. 10 Roberto Pineda, “La casa Arana en el Putumayo. El Caucho y el
7 Presidencia de la República de Colombia. “General Rafael Reyes Proceso Esclavista”, Revista Credencial Historia, no. 160 (2003):
Prieto (1904-1909)” http://www.presidencia.gov.co/prensa_new/ 97-98, www.lablaa.org/blaavirtual/revistas/credencial/abril2003/1
historia/rafareyes.htm (consultado el 27 de febrero de 2011). raro.htm (consultado el 10 de mayo de 2011).

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comerciante de una materia prima asociada con arbitrariamente un precio elevado, que este no
empresarios importantes11. alcanza a cubrir, con lo cual el siringuero que-
A finales de la década del ochenta Arana se traslada da  atado de por vida al sistema de “endeude”.
hacia el nordeste, a Iquitos donde arma una im- Una relación afín ata entre sí a los demás actores
presionante infraestructura comercial y logísti- de la cadena en cada eslabón: el cuadrillero al in-
ca. También acepta comprar y transportar quina. termediario y, este, a la “firma” o “casa”.
Aprende de los caucheros colombianos asentados Los brasileños siguen un patrón similar en su país
en el margen del río Caraparaná, donde más tar- pero, en la zona del Putumayo; se les recuerda
de operará la estación de El Encanto, que a la ca- ante todo por su compra de niños indígenas a las
lidad del caucho amazónico se suma otra ‘ventaja comunidades a cambio de hachas. Los niños ‘ad-
competitiva’ imbatible: una mano de obra indíge- quiridos’ son desarraigados para siempre de sus
na que nada cuesta cuando es esclavizada. Ya sabe familias, su comunidad y su tierra, y llevados a
transportar y comercializar el caucho que le ven- las  vastas zonas caucheras de Brasil e inclusive
den peruanos y colombianos. Ahora, tiene claro Bolivia en donde laboran como mano de obra es-
en qué condiciones podrá producirlo con lucro. clava de por vida16.
No tarda en configurarse una organización ama- Desde 1896 Arana goza de una posición económica
zónica singular que va desde “las grandes fir- respetable y cubre un gran número de áreas cau-
mas compradoras y las casas comerciales”12, hasta cheras de las cuales es el único “aviador”. Las
los siringueros o caucheros. Aquellas tienden grandes firmas comerciales de Iquitos lo respal-
a  ser alemanas o peruanas y estar radicadas en dan y le otorgan un crédito de más de 40 000 li-
Manaos, principalmente, pero también en Iquitos bras esterlinas17. En ese mismo año constituye la
y Yurimaguas. Arana se hace socio con bolivianos sociedad J. C. Arana y Hermanos con conexiones
(Nicolás Suárez), españoles (Nicolás Vaca Díez) y comerciales en Lisboa, Nueva York, Londres y
franceses (Charles Mouraille), entre otros. otras ciudades europeas18. Uno de sus socios será
Arana trata con intermediarios comerciales quie- el colombiano Juan Vega, futuro cónsul en Iqui-
nes  les compran el caucho a los “cuadrilleros”. tos (1904-1905). Dos años después se inaugu-
Estos últimos organizan centros caucheros, ba- ran dos rutas directas de vapores británicos entre
rrancas o barrancones13 y emplean cuadrillas in- Iquitos y Liverpool, eliminando la necesidad de
dígenas u ocasionalmente blanco-mestizas que un transbordo en Belén de Pará (Brasil)19.
extraen el látex de la siringa. De allí obtienen el Arana ubica un río poco explotado en 1899 has-
caucho, que les venden a las “firmas” y “casas”. ta aquel entonces, navegable en cerca de sus
En toda la cadena impera una práctica generaliza- tres cuartas partes y cuya cuenca de 520 000
da de explotación llamada el “endeude”14. En el km2,  controvertida por Colombia, Ecuador y
nivel más básico, el cuadrillero o cauchero aven- Perú, pero sin control efectivo de ninguno, en-
tajado le adelanta al siringuero “la comida, la cierra una gran cantidad de caucho: el Putuma-
ropa y la pólvora necesarias para la subsistencia yo20, Desde entonces, este será su ‘nicho’.
en la selva”, junto con sus herramientas de traba- A partir de entonces, Arana busca hacerse elegir en
jo, y las descuenta del valor de la compra15. Fija cargos públicos y empresariales; así, en 1902 es
elegido alcalde de Iquitos y, un año después,
presidente de la Cámara de Comercio. De allí
11 Lagos, Arana, 31. en  adelante, cuenta con la colaboración activa
12 Alfredo Molano, Selva adentro (Bogotá: El Áncora Editores, 1987), de las autoridades civiles y militares de la ciudad
24-29.
13 Figueroa para 1901 relaciona veintidós “centros caucheros” loca- para apoyar y expandir sus adquisiciones. Un año
lizados en las cabeceras u orillas de once ríos, entre el Caquetá y
el Putumayo, con mano de obra de la etnia Uitoto, Uitoto - Emeraí
y Uitoto - Amenani (Mary Figueroa, Misioneros Indígenas y Cau- 16 Fany Kuiru, entrevistada por el autor, junio, 2011.
cheros región del Caquetá-Putumayo (Siglo xvi-xix) (Tesis de An- 17 Richard Collier, The River that God Forgot. (Nueva York: E. P. Dul-
tropología, Universidad Nacional, Bogotá, 1986), 99. ton, 1968), 59.
14 Molano, Selva Adentro, 25. 18 Otero, “Fronteras, etnocidio y comercio...”, 87.
15 José Eustasio Rivera, La Vorágine (Ciudad de México: Editorial Po- 19 Lagos, Arana, 44.
rrúa 1984), 93. 20 Otero, “Fronteras, etnocidio y comercio...”, 87.

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más tarde, consolidada ya su posición en Iquitos señala, en particular, la quema alucinante de tres-
y convencido de que el escenario más importante cientos uitotos en su maloca, a inicios del siglo
es Manaos, Arana se traslada allí y funda una su- por orden del colombiano Rafael Larrañaga, en-
cursal de J. C. Arana y Hermanos. En el quinque- tonces asociado con los hombres de Arana. Con
nio que sigue, impulsa una ‘integración vertical’ esta masacre, queda exterminado el Clan Rïeni-
novedosa bajo su mando que va desde el sirin- zaï de los uitoto. Duycuï, tatarabuelo de Kuiru y
guero hasta la “casa” propiamente dicha, en Ma- jefe del Clan Aynenï, le había dado originalmen-
naos. Acapara las rentas del negocio a punta de te la bienvenida a Benjamín Larrañaga, padre de
sembrar desolación y muerte en la selva. Rafael, quien llevaba consigo “espejos y cuentas
La inescrupulosidad de Arana es la regla antes que la de color”. Según la misma fuente, los crímenes de
excepción. Los caucheros de toda raigambre en lesa humanidad contra los indios amazónicos
la región del Putumayo, de los cuales los primeros empezaron con la llegada de Arana, así participa-
habían sido colombianos pero, también allí y en ran en ellos caucheros de otras nacionalidades23.
otras latitudes brasileños, bolivianos, ecuatoria- Por la persuasión o la fuerza, Arana también ad-
nos, peruanos y venezolanos, habían esclavizado quiere las caucherías de sus rivales, peruanos,
al indio amazónico para la extracción y el trans- primero; colombianos luego24. Usa la prácti-
porte del látex. La Casa Arana, sin embargo, va ca del “enduede” para sobrefacturar diez a vein-
más lejos. Contrata en Barbados, en 1904, unos te veces el valor de sus ventas, sumar intereses
doscientos capataces antillanos de nacionalidad de usura y reclamar deudas impagables. Termi-
británica para ‘encuadrar’ a los indígenas. Se les na haciéndose a sus propiedades como ‘dación
denomina “racionales”, quienes se señalan como en pago’, así lo describa todo, eufemísticamen-
autores materiales de múltiples atrocidades que la te, como “entrar en relación de negocios”25. Le
historia registrará. Cuentan con indígenas huér- presta refuerzo,  en ocasiones, la guarnición de
fanos, enseñados a brutalizar a sus congéneres y Iquitos. Entre las colombianas, resaltan La Cho-
denominados “boys” o “muchachos”, como cola- rrera, cedida bajo presión por Larrañaga en 1905,
boradores efectivos en su labor represiva. En pa- quien muere al poco tiempo; y El Encanto, ven-
labras de Lagos, Arana “introduce la violencia y dido por los hermanos Calderón en 1907. Estas
el terror pero sin desvirtuar la transacción entre serán las principales ‘oficinas’ y centros de acopio
patrón y peón”21. Al norte del río Putumayo, ca- de la Casa Arana. El despojo sangriento de los
sas colombianas y británicas toman el relevo de la últimos caucheros colombianos radicados en el
compra del caucho –a los colonos en este caso– Caraparaná es observado por el joven ingeniero
hasta la conclusión de la Segunda Guerra22. El canadiense Walter E. Hardenburg y forma parte
endeude es aplicado luego, idénticamente y du- de sus extensos relatos orales y escritos sobre los
rante tres décadas, a la carne, al pescado y a las crímenes y sevicias de la Casa Arana, cometidos
pieles: de tigrillo, perro de agua, caimán, chigüiro, principalmente contra indígenas26. El número
[animales] de plumas y adornos exóticos . Ampa- de caucheros colombianos muertos por orden de
radas en la ficción de una transacción comercial, Arana puede ser del orden de 15027. Sus quejas
estas prácticas también reproducen la explotación
del indio americano por el colonizador europeo
en Latinoamérica desde inicios de la Conquista.
En tiempos modernos, una masacre afecta cuatro 23 Fany Kuiru, entrevistada por el autor, junio, 2011.
personas o más según el gobierno de Colombia, 24 Lagos, Arana, 63.
25 Lagos, Arana, 62-63.
tres o más según las Naciones Unidas. El alcance 26 Selected Committee on Putumayo. “Blue Book on Putumayo” Lon-
de las masacres de indígenas a manos de la Casa dres: N. Thomson & Co, 1912. http://es.scribd.com/doc/47435358/
putumayoredbook (consultado en marzo 11 de 2011).
Arana alcanzaba hasta cien veces más. Kuiru 27 Estimación basada en Ospina, Mariano. “El Paraíso del Diablo,
la Casa Arana” en Historia del Siglo xx, en su portal “Caballeros
Andantes”, 2006a, http://www.caballerosandantes.net/index.php
21 Lagos, Arana, 130. ?cid=21&page=16 (consultada el 22 de abril del 2011). Walter E.
22 Como la Compañía de Colombia, H. y U. Rubber and Coffee States Hardenburg, The Putumayo: The Devil’s Paradise, ed. C. Reginald
Ltda. y la Rubber Corporation. Enock (London: T. Fisher Unwin,1912).

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al Gobierno Nacional ilustran la inanidad de los La Chorrera (campamento central) y otros más
esfuerzos para protegerlos de la “Casa” 28. pequeños31.
La Casa Arana organiza a la población indíge- La aproximación de las autoridades colombianas a
na para colonizar la que hoy se reconoce como este vasto espacio tiende a plasmarse ‘en el pa-
selva colombiana mediante la construcción y el pel’, mediante folios que registran los acuerdos
mantenimiento de largas trochas y “varadores” internacionales suscritos con gobiernos vecinos
o paso entre ríos diferentes29, conectando entre de la cuenca amazónica para resolver con Brasil,
sí los grandes ríos de la cuenca orinoco-ama- Ecuador, Venezuela y Perú diferendos limítro-
zónica. Estos corren del oeste al este, mientras fes heredados de la Colonia. En dichos acuerdos
que las trochas y los varadores van generalmen- no consta interés explícito en proteger a la po-
te de sur a norte. En esta forma, ocupan de facto blación indígena. Las iniciativas individuales de
una proporción ingente de la región amazóni- funcionarios y pobladores colombianos tampoco
ca colombiana, así ‘cuadriculada’: Leticia, Ama- reciben apoyo de su Cancillería.
zonas, Bajo Caquetá y Putumayo Oriental. De Varios argumentos suenan una y otra vez para ‘ex-
esta superficie, del orden de 135 000 km2, ex- plicar’ el abandono en el cual las autoridades de
plotan efectivamente poco menos de la mitad Bogotá mantienen históricamente a la región
(60 000 km2) según Molano30. amazónica colombiana: distancia del poder cen-
En el ‘mapeo’ cartográfico que sigue se identifican tral; inexistencia o precariedad de vías y me-
más de cuarenta campamentos caucheros de la dios de transporte hasta muy entrado el siglo xx
Casa Arana, incluidos cuatro “centrales” o  de – aunque hoy sigue siendo aérea la única vía di-
“embarque”. Entre estos resaltan El Encanto, recta Bogotá-Leticia–; incomodidades y peligros
resultantes para trasladarse tan lejos; superiori-
dad en número y capacidad bélica de las fuerzas
militares peruanas, a las cuales se suman curtidos
28 Augusto Gómez; Ana Cristina Lesmes y Claudia Rocha, Cauche- colonos y efectivos civiles amazónicos del país
rías y conflicto colombo-peruano (Bogotá, Disloque Editores, vecino; y desprecio colombiano hacia la pobla-
1995), 69-74.
29 Gómez, Augusto y Domínguez, Camilo. “Caminos Reales de Colom- ción local, compuesta por una mayoría indígena
bia” y “Caminos y varadores de la Amazonía, quinerías y cauche-
rías del Amazonas”. www.lablaa.org/blaavirtual (consultada el 15
de febrero de 2011). 31 Augusto Gómez; Ana Cristina Lesmes y Claudia Rocha, Caucherías
30 Molano, Selva Adentro. y conflicto, 127-128.

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caricaturizada como ‘salvaje’ y una minoría de lesa humanidad que aquellas cometen contra los
blancos y mestizos marginales del interior del indios amazónicos, en el vasto territorio ubicado
país. Estos huyen de la ‘civilización’ por distintas entre los ríos Caquetá y P­ utumayo, en la mitad
causas: deudas y problemas con la justicia, servi- occidental del actual departamento colombiano
cio militar obligatorio, penas de amor, escándalos del Amazonas.
sociales o simple búsqueda de la aventura, como Hacia la misma época, Gïku bisabuela de Kuiru34,
los personajes Arturo Cova y Alicia, de La Vorági- obligada a cultivar su parcela o chagra para los
ne de José Eustasio Rivera. caucheros, es aprisionada en un cepo por funcio-
Valida este último argumento la tranquilidad con la narios de la Casa Arana con su hijito mayor ce-
cual los civiles peruanos, secundados por algunos ñido a su espalda en su carguero o cincha. Le
integrantes de la Fuerza Pública del vecino país, parten la quijada a patadas, latigazos y puñeta-
ocupan territorio colombiano, desarrollan sus ac- zos. Ella se desmaya y, al volver en sí, encuen-
tividades y cometen impunemente crímenes de tra a su pequeño muerto de hambre. Sobrevive a
lesa humanidad contra los indios amazónicos, la tortura y, desde entonces, su aspecto singular
muy bien descritas por Vargas Llosa32. causará temor entre su prole.
La compañía J. C. Arana y Hermanos es substituida en Las dos cámaras del Congreso de Colombia aprue-
1907 por la sociedad británica Peruvian Amazon ban en 1911, a instancias del senador liberal
Rubber Company, recién constituida en Londres. Rafael Uribe Uribe, una Resolución particular-
Entre sus socios principales resaltan figuras pres- mente diciente que evoca el establecimiento, “por
tantes de la sociedad británica, junto con un viejo conquista y despojo”, de “caucheros peruanos,
asociado de Arana, el colombiano Diego Enrique primero, y autoridades de ese país, después”35. La
Cortés, a quien el presidente Reyes ha acreditado misma declara que dicha presencia “ha sido con
en 1905 como ministro plenipotenciario (embaja- desconocimiento de los derechos de Colombia” y
dor) de Colombia en Washington, D. C. “sin que ésta haya renunciado a reivindicar su do-
Una Comisión oficial británica, presidida por el ir- minio en esos territorios”36.
landés Roger Casement, investiga entre 1910 y En marzo de 1911 sale el Informe sobre el Putuma-
1911 el tráfico de caucho e indios esclavos por yo de Roger Casement para la cancillería britá-
parte de la Peruvian Amazon Rubber Company, nica, en donde relata con precisión los crímenes
sociedad británica inscrita en la bolsa de Londres, de la Casa Arana y su ocupación de oficio (sin
y comprueba que la correspondiente “invasión” títulos) de los vastos territorios que explota al
comenzó en el siglo xix, al iniciarse la década norte del río Putumayo.
del noventa33. También descubre los crímenes de Catorce meses más tarde se publica el Blue Book on
Putumayo, como se denominan el Informe e In-
forme Especial de la Comisión Selecta sobre el
32 Mario Vargas Llosa, El sueño del celta (Bogotá: Alfaguara, 2010),
202-251. Mucho antes de la obra de Vargas Llosa, José Eustasio
Putumayo de la Cámara de los Comunes. El Blue
Rivera e Ignacio Escallón dan a conocer en la Colombia ‘interbéli- Book lo reseña todo en detalle. Sin embargo, la
ca’ las atrocidades de los colonos peruanos y de otras nacionalida- singular falta de afán de las autoridades perua-
des contra nuestros indígenas amazónicos, divulgadas urbi et orbi
hace un siglo por el irlandés Roger Casement, según Cavelier nas, salvo excepción, para investigar e inhabili-
[Germán Cavelier, Política Internacional de Colombia 1903-1953 tar a las 237 personas denunciadas por crímenes
(Tomo iii) (Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 1997),
177]; Ignacio Escallón, Proceso Histórico del Conflicto Amazónico
presuntos37 y las tensiones crecientes que escue-
(Bogotá: Editorial Nueva, 1934), 27; Rivera, La Vorágine, 84. Del in- cen a Europa y anteceden a una cada vez más
forme de Casement, Escallón, extrae la siguiente cita: “Se castiga-
ba a los indígenas con látigos y correas de cuero. Se usaba el cepo
y se crucificaba a mujeres y niños. Se fusilaba a los desgraciados
indígenas por docenas; a otros, se les quemaba vivos, bañando sus 34 Fany Kuiru, entrevistada por el autor, junio, 2011.
cabellos en kerosene” (Escallón, Proceso Histórico, 27). 35 La Resolución sigue a un breve conflicto diplomático y mili-
33 En 1893, según apuntes del explorador francés Eugène Robu- tar ­binacional, en 1911, en torno a la apertura de una aduana
chon, consignados por Roger Casement en su Diario y citados por ­colombiana en un punto fluvial limítrofe: Puerto Córdoba o La Pe-
Vargas Llosa, El sueño, 247. La referencia a la Comisión de In- drera (Caquetá), en donde confluyen y se unen al Orinoco los ríos
vestigación del Parlamento británico se halla en Cavelier Política Caquetá (Colombia), desde el oeste, y Japurá (Brasil), desde el sur.
Internacional, 57. Casement es tomado por Mario Vargas Llosa 36 Cavelier, Política Internacional, 177.
como personaje principal en su novela El sueño del celta. 37 Vargas Llosa, El sueño, 308.

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cercana ‘Primera’ Guerra Mundial, traen inac- hacia el Perú, dejando prácticamente vacío el gran
ción y desidia de todos los países concernidos, territorio localizado en el actual departamento
incluida Colombia. Esta incuria afecta por igual del Amazonas”41.
la explotación peruana de la Amazonía colom- En su exposición citada al inicio de este capítulo,
biana y peruana y de sus pobladores, incluidos Antonio José Uribe destaca “la historia de las
acaso 10 000 indígenas supérstites de sus 40 000 ocupaciones territoriales de las comarcas amazó-
a 100 000 antepasados que allí moraban al ini- nicas durante los últimos setenta años”, tiempo
ciarse la colonización peruana en 189338. este que, a su juicio, “es factor muy favorable a
A inicios del año 1913, un juez británico pide el Perú y obra en contra nuestra”42.
cese de actividades de la sociedad inglesa Peru-
vian Amazon Rubber Company, por mandato de La guerra contra el Perú
la Corte Suprema de Justicia39. Esta se derrum-
ba cuando su propio gerente general confiesa La firma secreta del tratado de delimitación fron-
­públicamente la carencia de títulos sobre las tie- teriza Lozano-Salomón por Colombia y Perú en
rras que explota en el Putumayo, por mero “dere- 1922 deja en manos colombianas el llamado Tra-
cho de ocupación”40. El descrédito general de la pecio Amazónico, cuyo punto más austral es la
Casa Arana también le cierra puertas en el con- ciudad de Leticia, capital del departamento del
tinente europeo. El desprestigio que traen sus Amazonas, “a cambio de recibir como contra-
prácticas genocidas hace inevitable la disolución partida el triángulo de Sucumbíos, valiosa fran-
de la británica Peruvian Amazon Rubber Com- ja territorial de importancia estratégica para el
pany, que solo se logra en 1920. Perú”43. El intercambio forma parte del ‘dominó’
Al tiempo, empieza a declinar el negocio del cau- de diferendos limítrofes que con maestría arma
cho amazónico por la competencia que le pro- y maneja el presidente Augusto B. Leguía y Sal-
pinan las nuevas plantaciones de Malasia, Java y cedo, cuyas gestiones aseguran mediante tratado
Sumatra, a donde los mismos británicos han lle- cuatro de las cinco fronteras del Perú. ee.uu. in-
vado una cantidad masiva de semillas de Heveas terpone sus buenos oficios a favor de Colombia,
brasiliensis o siringa. También se perfilan distin- aún ‘dolida’ por la pérdida de Panamá, y Leguía
tas materias sintéticas que lo tornarán desueto. aprovecha esta postura porque está “dispuesto a
Parece ser el fin de la “Casa” pero no lo es. Los dilatar la ratificación del tratado hasta que... se
preparativos de la Guerra Mundial generan un hubiera resuelto el asunto del plebiscito de Tac-
nivel de demanda suficiente para mantener un na y Arica”, cuyo laudo arbitral ha de ser firmado
precio estable para el caucho amazónico y per- por el presidente estadounidense44.
mitir su supervivencia, lejos del ‘mundanal ruido’ Como lo afirma Garay, el Perú republicano es una
internacional y sin que salga a relucir el apelli- réplica en pequeño del Virreinato del Perú. Su
do Arana, pero con el respaldo persistente de la interés por la Amazonía solo ocurre a finales del
clase dirigente de Manaos, Iquitos y Lima. Bajo
otros nombres, “la Casa Arana subsist[e] hasta fi-
nales de la década del treinta” y, “pocos años an-
tes del conflicto colombo-peruano, la compañía 41 Pineda, “La casa Arana..”.
42 Cavelier, Política Internacional, 183.
desplaz[a] la población indígena sobreviviente 43 El mismo Triángulo de Sucumbíos es cedido luego a Ecuador por el
presidente peruano Manuel Prado Ugarteche, como parte esencial
del Protocolo Castro Oyanguren-Ponce de 1924 sobre delimitación
fronteriza y del Protocolo de Río de Janeiro de 1942 que le sigue,
38 La estimación atribuida por Casement a Robuchon es de 100 000 del cual son países garantes Argentina, Brasil, Chile y Estados Uni-
personas, recogida por Vargas Llosa (Vargas Llosa, El sueño, 248), dos. Félix C. Calderón, El Tratado de 1929. La otra historia, www.vol-
y juzgada creíble por Kuiru (2011). Otras fuentes, acaso más con- tairenet.org/article153653.html (consultado el 6 de abril de 2011).
vincentes a juicio del autor, hablan de 40 000 a 50 000. 44 El Tratado de Lima, suscrito y ejecutado en 1929, devuelve Tacna,
39 Lagos, Arana, 353. Tarata y las aguas del Uchusuma y del Maure a Perú y le permite
40 “… confesión propia del Gerente General” de la Peruvian Amazon a Chile conservar Arica, previa compensación monetaria a aquel.
Rubber Company ante la Comisión Selecta de Investigación sobre Félix C. Calderón, Los peruanoides y la verdad sobre el trapecio
las Atrocidades del Putumayo (1913), según Vargas Llosa (Vargas de Leticia. www.voltairenet.org/article144724.html (consultado el
Llosa, El sueño, 334). 6 de abril de 2011).

Caucho, explotación y guerra: configuración de las fronteras nacionales y expoliación indígena en Amazonía / Tomás Uribe Mosquera / 41

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siglo xix, ligado a la expansión cauchera en la Amazonas”48. Una consideración afín había asis-
posguerra del conflicto del Pacífico45. tido a Perú en el conflicto de La Pedrera más de
En 1925 se publica La Vorágine, novela memorable dos décadas antes.
de José Eustasio Rivera, que narra las desventu- El gobierno peruano se opone a que las cañone-
ras del colombiano Arturo Cova, quien busca a la ras colombianas apostadas en el río Putumayo se
selva y termina tragado por ella. Rivera describe trasladen a Leticia para restablecer el orden. Al
en detalle la inmisericorde esclavización de los poco tiempo, el 17 de septiembre de 1932, Co-
indios amazónicos por la Casa Arana y sus so- lombia le declara la guerra al Perú. ¿Por qué tan-
cios46 al norte del río Putumayo y la feroz com- ta demora, tratándose de una ocupación de facto
petencia entre caucheros de varios países como que venía desde hacía tres decenios?
Colombia y Venezuela, en un entorno en don- En otros términos ¿por qué termina la ‘indiferen-
de el fuerte atropella y elimina al débil. La in- cia’ de Bogotá? Olaya Herrera consulta la po-
formación esencial de Casement (1911-1912) y larización del país y organiza un gobierno de
otros testigos de la época es referida o aludida en unidad nacional. Qué mejor causa para unir a las
­Rivera47, si bien con estilo novelesco y de la boca dos corrientes políticas tradicionales que la lu-
de uno de sus personajes, Clemente Silva. cha contra el enemigo externo, en un país aún
Tras 44 años de hegemonía conservadora, en traumatizado por la pérdida de Panamá (1904).
1930 es elegido presidente el liberal Enrique La misma desfachatez peruana también impacta
­Olaya Herrera y entra en vigor el Tratado Lo- el imaginario colectivo colombiano. Leticia era
zano-Salomón. Como canciller de Colombia en peruana para todos los efectos prácticos, inclui-
1910-1911, Olaya había tenido a su cargo la ne- da la circulación de la moneda (el sol). ¿Para qué,
gociación diplomática del caso de La Pedrera. El entonces, formalizar este control de facto, como lo
1º de septiembre de 1932, 49 ciudadanos iqui- pretenden los 49 ‘expedicionarios’? Parecería un
teños y pucallpinos al mando del ingeniero Ós- error táctico de la autoridad peruana apoyar di-
car Ordóñez y del alférez Juan La Rosa se toman cha expedición, como lo demuestra su interdic-
a Leticia, azuzados por el peruano Enrique A. ción al traslado de las cañoneras. De no ser por
­Vigil Chopitea y, detrás de bambalinas, por el este apoyo, el Perú habría podido declinar toda
mismo Julio C. Arana, y declaran su incorpora- responsabilidad oficial en la materia. Cuando se
ción al Perú. Enrique Vigil es descendiente pre- lo impide, se desboca el patriotismo colombiano.
sunto de uno de los fundadores de Leticia, de El irredentismo peruano se explica por otra causa:
mismo nombre, y dueño del vasto ingenio azuca- la tardía entrada en vigor del Tratado Lozano-­
rero La Victoria, establecido en el llamado Tra- Salomón, ratificado por nuestros vecinos en 1927,
pecio Amazónico colombiano a escasos veinte tras intensos debates en el Congreso peruano. Un
kilómetros de la ciudad. arancel colombiano ahora entra a gravar las ven-
“Días después y por orden expresa del Presiden- tas de azúcar del ingenio precitado, cuyo único
te peruano Sánchez Cerro, la pequeña localidad mercado es Iquitos, capital amazónica del Perú.
de Tarapacá, sobre la margen sur del río Putuma- Una circunstancia afín merma la rentabilidad
yo”, es “tomada también por fuerzas militares pe- de los caucheros peruanos y, en primer lugar, de
ruanas y convertida en fortín atrincherado”. Al la antes llamada Casa Arana, cuyo principal ac-
ser Tarapacá un “lugar estratégico por su proxi- cionista sigue siendo Julio C. Arana. Este se ha
midad a... Brasil y sus características topográfi- opuesto férreamente a la ratificación del trata-
cas”, con dominarla “se controlaba la navegación” do, junto con otros congresistas a quienes lidera,
río abajo “por este importante tributario del río y, finalmente, tanto él como el presidente perua-
no Luis Miguel Sánchez Cerro, parece haber es-
45 Cristián Garay, “El atributo amazónico del Perú. La construcción de
perado inhabilitar el tratado de 1922 por medio
una soberanía 1903 – 1942”, Historia Crítica, no. 39, (2009): 108.
46 “Más de treinta mil indios” han sido esclavizados por él y Larra-
ñaga, le indica el viejo Clemente Silva a Arturo Cova. Rivera, La 48 Álvaro Valencia et al., Conflicto Amazónico 1932/1934, www.ban-
Vorágine, 84. repcultural.org/blaavirtual/revistas/credencial/noviembre2005/
47 Rivera, La Vorágine, 76-99. guerras_peru.ht (consultado en marzo 10 de 2011).

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de un conflicto bélico. Hoy no cabe duda de que gestiones diplomáticas del general Vásquez
Arana ha sido uno de los principales impulsores Cobo, aún ministro plenipotenciario (emba-
de la toma de Leticia y la guerra con Colombia. jador) en Francia, presiden al nacimiento de la
Durante el conflicto y antes del mismo, Alemania armada. Para el de la aviación, surge una ayu-
y ee.uu. favorecen a Colombia. Brasil se decla- da inesperada, la de Scadta, la única empresa aé-
ra formalmente neutral, pero también se inclina rea comercial que poseía aparatos adecuados para
hacia nuestro país. En cambio, el Reino Unido acuatizar, la cual se involucraría en la defensa del
mantiene una actitud de simpatía hacia la cau- país como una “segunda” fuerza aérea52.
sa peruana. Las gestiones del general Vásquez El mayor reto para un país como Colombia, con mí-
Cobo para adquirir naves de guerra prosperan en nima presencia oficial y civil en su frontera ama-
Francia y Alemania, mas no en el Reino Unido, zónica, es el enorme esfuerzo logístico necesario
España e Italia, por cuenta de las eficaces ges- para llegar hasta el teatro de operaciones con naves,
tiones diplomáticas peruanas. Sin embargo, logra tropas, personal médico, armamento, ­municiones,
contratar la fabricación de dos destructores por suministros, provisiones, medicinas, material de
una firma británica, pero en Portugal. intendencia, etc53. Es dable contornear hacia el
Son muy desiguales las fuerzas militares en el con- este la cabeza de Suramérica hasta la desemboca-
flicto. Se está lejos de los 12  000 a 15 000 efec- dura del Amazonas y remontar el río a lo largo de
tivos regulares de la otrora Gran Colombia, un 3300 kilómetros de selva, siguiendo el curso del
siglo antes, más otros tantos milicianos49. Según río. Por el suroeste, se llega al Putumayo por “tro-
Mariano Ospina Peña, las fuerzas regulares pe- chas inverosímiles” y “a marchas forzadas” se cons-
ruanas suman más de 17 000 hombres, contra truyen “vías de penetración”54.
6000 para las colombianas, incluidos 220 hom- Ambos itinerarios son largos, riesgosos y costosos
bres en la Amazonía50. Su armada y fuerza aérea en vidas, salud y dinero: la construcción de las
son apenas incipientes. Perú cuenta en cambio vías “cobra la vida o quebranta la salud de mu-
con una marina de guerra de mucha tradición y chos otros colombianos, desde obreros de pica y
poderosos equipos bélicos: terrestres, aéreos, na- pala hasta ingenieros”. En ambos casos, el trans-
vales, e inclusive, submarinos. Finalmente, las porte termina siendo “multimodal”: se apela
ff.mm. de Colombia se hallan desmoralizadas a la fuerza humana, con “columnas de cargue-
por la depuración reciente de su oficialidad, juz- ros en la selva... indígenas, soldados y colonos;
gada favorable al conservatismo por la adminis- a los ferrocarriles; al parque automotor civil para
tración liberal de Enrique Olaya Herrera. las carreteras; a recuas de mulas para los cami-
Sobre la marcha, Colombia debe fortalecer su ejér- nos de herradura; al transporte fluvial para zo-
cito, formar también una marina de guerra y nas navegables con remolcadores y planchones y
“convertir la naciente Arma Aérea en una avia- al transporte aéreo para movilización urgente de
ción militar que superara la decrepitud de los personal, servicio de correos, abastecimientos y
­pocos aparatos de escuela adquiridos en el dece- evacuaciones de emergencia”55.
nio precedente y que [son], para 1932, poco más Un itinerario ‘ideal’ por tierra consiste en: salir de
que milagros volantes”51. Para ello, necesita tiem- Bogotá; llegar por ferrocarril y carretera hasta Ba-
po, ayuda y logística. raya; seguir por carretera hasta Andalucía; tomar
Para ganar tiempo, Colombia deja de responder un camino de herradura hasta Venecia y n ­ avegar
militarmente a la provocación peruana (toma de los ríos Orteguaza y Caquetá, hasta La Tagua. En
Leticia), mientras no esté ‘lista’. Las precitadas otro, se parte de Bogotá por ferrocarril y se prosi-
gue por carretera a Ibagué, Cali y B ­ uenaventura.
Luego, se navega por mar hasta Tumaco y se
49 Ejército de Colombia, http://es.wikipedia.org/wiki/Ejército_Nacio-
nal_de_Colombia (consultado el 10 de febrero de 2011), 1.
50 Mariano Ospina, “Guerra del Amazonas (Colombia-Perú: 1932-
1933)”, Portal “Caballeros Andantes”, 2006b, http://mundosgm. 52 Valencia et al., Conflicto Amazónico.
com/smf/index.php?topic=5590.0;wap2 (consultado el 10 de fe- 53 Valencia et al., Conflicto Amazónico.
brero de 2011). 54 Valencia et al., Conflicto Amazónico.
51 Valencia et al., Conflicto Amazónico. 55 Valencia et al., Conflicto Amazónico.

Caucho, explotación y guerra: configuración de las fronteras nacionales y expoliación indígena en Amazonía / Tomás Uribe Mosquera / 43

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toma la carretera a Pasto, para seguir por trocha (Puerto Saravia), base aérea de Perú sobre el río
a Sibundoy, Mocoa y Puerto Umbría. Desde allí, Algodón y en su territorio58.
se llega al río Putumayo por uno de sus afluen- El puerto estratégico de Tarapacá es ocupado por
tes y, río abajo, hasta Puerto Asís, Puerto Ospina civiles peruanos armados. Cuando rehúsan des-
y Caucayá, (ahora Puerto Leguízamo)56. alojarlo e intervienen aviones de guerra perua-
A todo ello se suma el reto económico para un Es- nos, se produce el exitoso ataque colombiano (14
tado cuyos recaudos son frágiles. El esfuerzo de y 15 de febrero de 1933): aéreo, naval, anfibio.
guerra es colosal y solo se suple movilizando a La intervención militar peruana contra sus tro-
la población civil. En un entorno de patriotis- pas, en territorio colombiano, lleva a Colombia
mo encendido, donan todos los que tienen ca- a romper relaciones con el Perú (15 de febrero).
pacidad para donar. El aporte y la posterior No prospera en cambio el ataque naval y terres-
fundición de argollas matrimoniales quedan tre de Colombia en el otro punto del Trapecio
grabados en la imaginería popular. Otros com- (17 de marzo), y se repliega su flota.
pran naves, aviones, armamento, municiones o Los combates en la zona de Chavaco, Güepi y La
dotación en el exterior, costean su traslado tran- Zoila, muy cerca de la frontera con Ecuador, es-
soceánico hasta Colombia y lo aportan todo a tán espaciados en el tiempo: el 18 de febrero, la
la Nación. Hay quienes, finalmente, pagan el aviación peruana bombardea en vano una guar-
transporte multimodal o atienden obras urgen- nición colombiana acantonada en la isla; el 26
tes de infraestructura. de marzo, la flota, artillería e infantería colom-
En menos de cuatro meses el país tiene armada, bianas atacan la vecina guarnición peruana de
aviación y ejército en pie de lucha. Estos logros Güepi y la fuerzan a retirarse; el 26 de mayo,
son tan importantes como llevar la presencia del soldados colombianos capturan efectivos pe-
Estado hasta el sur amazónico. Superan con cre- ruanos acampados en La Zoila.
ces el significado del conflicto bélico en sí pero En Calderón (16 de abril) y, río arriba, en Yabuyanos
este, en todo caso, ya puede empezar57. (29 de abril), las acciones son desarrolladas por la
El presidente Enrique Olaya Herrera y su Minis- infantería peruana contra su homóloga colom-
tro de Guerra deciden no retomar a Leticia por biana (Calderón) y una fuerza naval de C ­ olombia
la fuerza, en vista del importante contingente que transporta por el Putumayo refuerzos hacia
peruano que la ocupa (280 hombres) y de su dicho puerto. Se retira la fuerza peruana.
preparación militar contra un ataque colom- El 1º de mayo ocurre la acción ofensiva más audaz
biano entonces visto como muy probable. Más de Colombia, cuya aviación y flota se internan en
que batallas, se producen acciones localizadas y territorio peruano y toman la base aérea de Puca-
breves. Abarcan dos puntos del Trapecio Ama- Urco. Esta es la penúltima operación del conflicto.
zónico colombiano ocupados por Perú (Tarapa- Monágaba Kuiru, abuelo de Kuiru (2011) y uno
cá, sobre el río Putumayo, y un puesto sobre el de los últimos indígenas ‘empacados’ por Arana
río Cotuhé, cercano a Buenos Aires) y tres zo- rumbo al Perú, es liberado por soldados colombia-
nas aledañas al mismo río al oeste del Trapecio: nos. El último encuentro bélico, ya referido, ocurre
Güepi-Chavaco-La Zoila, en el extremo occi- el 26 de mayo en La Zoila, cuando los dos países
dental de la frontera fluvial entre los dos países ya han firmado el cese de hostilidades en Ginebra.
y con sendas guarniciones (colombiana en la isla Estos pocos escenarios bélicos transcurren en
de Chavaco; peruana en Güepi y La Zoila), hoy tres meses y se inician menos de seis meses des-
en el departamento del Putumayo; Calderón- pués de la ocupación peruana de Leticia. Aún si, a
Yabuyano, en territorio y bajo control colom- ojos vistas, no le va mal a Colombia, difícilmente
bianos y al sur del río Caraparaná; y Puca-Urco puede hablarse de ‘guerra’ ni de ‘batallas’ decisivas

58 Jorge Basadre, Historia de la República del Perú 1822-1933, Tomo


56 Valencia et al., Conflicto Amazónico. 13 (Lima: Diario La República y Universidad Ricardo Palma, 1933).
57 Alberto Donadio, La guerra con el Perú (Medellín: Hombre Nuevo Álvaro Valencia Tovar, Historia de las Fuerzas Militares de Colom-
Editores, 2002), 230-232. bia. Ejército, Tomo iii (Bogotá: Planeta, 1993).

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por uno u otro lado. Las operaciones no cesan a los cuales la ‘guerra’ binacional, una vez arran-
porque cualquiera de las partes haya sido derro- ca, trae notoriedad y tiene que poner fin. Tanto
tada sino porque se ha cerrado el espacio para un o más que la hábil estrategia bélica de Colom-
conflicto bélico y vuelven a cobrar fuerza la di- bia, apoyada por ciudadanos colombo-alemanes,
plomacia y la política. Este último escenario, a su juega el oprobio suscitado por la ocupación no-
vez, favorece a Colombia: está vigente el Tratado toria de territorios ajenos –en una era en la cual
Salomón-Lozano desde hace más de cinco años esto mismo se le reprochaba a Italia en Etiopía–
y no sufren duda los derechos territoriales de Co- y los crímenes de ciudadanos peruanos contra los
lombia sobre el Trapecio y las tierras de la antigua indios amazónicos precipitan el fin de la guerra.
Provincia de Maynas al norte del río Putumayo. Ambas circunstancias debilitan la anterior sim-
De alcanzar el Perú una situación de hecho con- patía británica hacia el Perú y arrecian las pre-
clusiva a su favor en el terreno amazónico, aca- siones de ee.uu., la Sociedad de Naciones y, en
so  podría alegar el principio uti possidetis iure menor grado, Brasil a favor de Colombia.
pero ello no ha ocurrido. No ha habido victoria Las condiciones están dadas para una solución di-
‘relámpago’ peruana y, antes bien, se han confor- plomática cuando muere asesinado el presiden-
mado una aviación y armada colombianas a par- te Sánchez Cerro (abril de 1933) y le sucede el
tir de la nada que ‘reequilibran’ el juego. Además, general Óscar Benavides, amigo personal del
Perú tiene intereses más importantes para aten- presidente electo de Colombia, Alfonso López
der y el conflicto con Colombia no solo lo dis- Pumarejo. Con los buenos oficios de la Sociedad
trae de estas prioridades, sino que podría influir de Naciones, ambos países firman la paz y re-
negativamente en su desenlace. Es políticamen- frendan el Tratado de 1922.
te decisiva, en particular, la actitud de ee.uu.,
cuyo peso ha inclinado la balanza, escasos años Nuevas estrategias de ocupación
antes (1929), hacia la reversión de Tacna a Perú. y recuperación de la memoria
Ahora se siente ‘en deuda’ con Colombia por la
pérdida de Panamá y presiona por el cumpli- La victoria de Colombia pone fin a la inmisericor-
miento del Tratado Salomón-­L ozano, en cuya de explotación peruana del indígena y a los ante-
gestación participó. El factor ‘colombo-alemán’ cedentes y el ‘acompañamiento’ colombianos de
de la ‘guerra’ trae consigo cierta simpatía alema- la misma pero –hasta el día de hoy– no le trae
na hacia Colombia, a la cual se suma una nue- ­reparación ni justicia. Tampoco acaba la preci-
va postura, moderadamente favorable, de Brasil tada práctica del “endeude” contra indígenas y
y el Reino Unido. colonos. Explotación y atrocidades contra los in-
Ahora como antes, en la época del presiden- dios tienen viejos antecedentes en la Colonia y la
te ­Leguía, para Perú importa ante todo evitar República temprana. Las que relata Las Casas en
alianzas internacionales en contra suya, suscep- 1552 ya prefiguran las de la Casa Arana59.
tibles de alentar las pretensiones de sus vecinos Aún falta mucho, también, para una ‘interconexión
del Pacífico (Chile y Ecuador) con el respaldo de efectiva’ de estos vastos territorios con Colombia.
estadounidenses o europeos. Por todo ello, fina- En cambio, la Panamericana, cuya expansión ha-
liza una guerra que responde a argumentos his- cia el sur ha sido apresurada por el conflicto, con-
tórica y jurídicamente sustentables en vista del tribuirá a la integración directa o indirecta de no
complejo itinerario jurisdiccional de la antigua menos de cuatro departamentos al resto del país:
Provincia de Maynas en la Colonia y la Repúbli- Caquetá, Cauca, Huila y Nariño.
ca temprana, pero que nunca habría debido ocu- Nada justifica tanto sufrimiento humano. El re-
rrir tras el Tratado Salomón-Lozano. conocimiento dado al heroísmo de los indi-
La ocupación civil peruana del territorio amazóni- viduos no es más que eso: un reconocimiento
co colombiano y la esclavización indígena que la individual. El que reclaman los indígenas por
potencia no causan la declaración de guerra de
Colombia, pero son hechos inaceptables para la
opinión pública local, británica e internacional, 59 Lagos, Arana, 126.

Caucho, explotación y guerra: configuración de las fronteras nacionales y expoliación indígena en Amazonía / Tomás Uribe Mosquera / 45

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su sufrimiento colectivo es un reconocimiento por Arana y se los asigna a la Caja Agraria, ante-
de naturaleza muy distinta, afín al de las vícti- cesora del Banco Agrario. No hay saldo para las
mas del conflicto armado colombiano. víctimas, salvo la tardía cesión de estas tierras a
Sesenta años después de acabada la guerra, la estra- su favor por la entonces Caja Agraria.
tegia de ocupación territorial peruana es imita- El atroz maltrato a la inmensa población indíge-
da por las farc. Estas reaprenderán la estrategia na de la época como siringueros y cargueros en
peruana de ‘interconectar’ sistemáticamente ríos, la explotación del caucho y transporte del látex
trochas y ‘varaderos’ para ocupar el espacio ama- en territorio colombiano queda plasmado en la
zónico, como lo advierte la perspicaz Betancourt memoria colectiva de las etnias del norte del río
en el relato de su largo cautiverio en manos de Putumayo: Uitoto y Ocaina, principalmente (fa-
dicha guerrilla60. Como el antecedente peruano, milia lingüística Uitoto), pero también Bora, Bo-
esta estrategia de la guerrilla no trae beneficio al- ra-Miraña, Muinane y Nonuya (familia Bora), y
guno para los indios o la región amazónica. Andoke (familia lingüística aún por clasificar).
Julio C. Arana no expía sus crímenes. Según Roger Diversos estudios calculan entre 30 000 y 40 000
Rumrill, Arana reclama y recibe título de propie- los indígenas explotados, torturados y asesina-
dad formal sobre 57 740 km2 en desarrollo de su dos a principios del siglo xx. Otros hablan de
solicitud escrita al presidente Leguía de enero de 85 000  a 90 000. Según Rodríguez Garavito, el
192161, tendiente a ‘regularizar’ una “ocupación correspondiente genocidio redujo en un 84% la
de hecho”. Tras el fin del conflicto y la ocupación población indígena de la zona durante el perio-
efectiva del territorio concedido a Arana antes do 1910-193264. La verdad de su calvario aún es
de entrar en vigor el Tratado S ­ alomón-Lozano, desconocida por muchos. Más lejos aún quedan
aquel le pide indemnización pecuniaria al go- reparación y justicia. Este ingente costo huma-
bierno de Colombia por cerca de 104 millones no ocurre por cuenta de la extracción y exporta-
de libras esterlinas. En 1939, las partes a­ cuerdan ción que, según estimaciones del autor, ascienden
una compensación de 200 000 dólares que nada a medio millón de toneladas de caucho amazóni-
justifica: no solo son controvertibles el título y el co durante el siglo que va de 1830 a 1930.
derecho histórico aducidos sino que –increíble- La cadena de explotación descrita ‘vuelve y juega’ en
mente– nadie ha pensado en resarcir a los indíge- el tiempo y en el espacio. En cuanto a su repro-
nas de los crímenes etnocidarios que han sufrido ducción en el tiempo, basta leer el testimonio de
en carne propia durante cuatro décadas. Arana Molano65: las mismas prácticas de endeude, enga-
recibe inmediatamente 40 000 dólares y, su fami- ño, y trabajo inane de toda una vida para ‘repagar’
lia, 160 000 en 196962, cuando la figura de “cri- obligaciones fijadas arbitrariamente por las casas-
men contra la humanidad” ya lleva rigiendo cerca compradores no se limitan a la quina y al caucho
de un cuarto de siglo63. El gobierno de Colom- ni a la Primera Guerra Mundial y los indígenas.
bia asume la propiedad de los territorios ‘cedidos’ La Chorrera hoy pertenece al resguardo indíge-
na Predio Putumayo, en cuya declaratoria la lí-
der uitoto Fany Kuiru, abogada y directora de la
60 Ingrid Betancourt, Même le silence a une fin (Paris: Editions Ga-
llimard, 2010), 105. Rivera (Rivera, La Vorágine) también lo señala Fundación Mujer, Tejer y Saberes ha desempeña-
en distintos apartes de La Vorágine, referentes a 1925. Contrario do un papel esencial. Resalta su labor de conven-
sensu, Molano, describe los débiles intentos oficiales para la co-
lonización del espacio Orinoco-amazónico en el siglo xx, del año
cimiento: la Caja Agraria hubo de desprenderse
1968 en adelante (Molano, Selva, 56-57). de un dominio al cual se había aferrado mucho
61 La Resolución Suprema Nº 103 de 1921 le otorga título de propie- tiempo, reconocer el título colectivo indígena y
dad sobre el “Lote Putumayo” según Roger Rumrrill, “El sueño del
celta y El paraíso del diablo”, Blog del 2 de enero de 2011, http:// restituir el predio a las etnias victimizadas.
rafodiaz.blogspot.com/2010/12/el-sueno-del-celta-y-el-paraiso- Fany Kuiru desciende de dos sobrevivientes insig-
del.html (consultado el 5 de agosto de 2011).
62 Resolución 238, Numeral 2. Pago de la Caja Agraria a Víctor E. Is-
nes: su bisabuela, cuya cara fue destrozada por
rael, representante de la familia Arana, en desarrollo de la autori-
zación dada en 1938 al Banco Agrícola Hipotecario (antecesor de
la Caja) por el gobierno de Colombia (Ministerio de Cultura 2008). 64 César Rodríguez Garavito, “Los indígenas de Vargas Llosa”, El Es-
63 Según la Carta de Londres de 1945, por la cual se establece el pectador, [Bogotá], 13 de diciembre, 2010.
Estatuto del Tribunal de Núremberg. 65 Molano, Selva, 30.

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los hombres de Arana; y su abuelo, rescatado por Fuentes secundarias:
nuestras fuerzas cuando iba rumbo al Perú, en
uno de los primeros desplazamientos masivos del Araujo, Alfonso. Memoria del Ministro al Congre-
siglo pasado en Suramérica. Se dedica a la super- so. Bogotá: Ministerio de Obras Públicas,1932.
vivencia de las lenguas y culturas de la Colom- Araujo, Alfonso. Memoria del Ministro al Congre-
bia indígena y a rescatar la memoria histórica de so. Bogotá: Ministerio de Obras Públicas, 1933.
su comunidad y otras comunidades victimizadas Basadre, Jorge. Historia de la República del Perú
por la Casa Arana y el boom cauchero. 1822-1933, Tomo 13. Lima: Diario La Repúbli-
En su entender, los indios victimizados son “víc- ca y Universidad Ricardo Palma, 1933.
timas victoriosas” porque se han sobrepuesto al Betancourt, Ingrid. Même le silence a une fin, Paris:
horror y, para ello, lo han aceptado. Los hombres Editions Gallimard, 2010.
de su comunidad eran quienes más dificultad Calderón, Félix C. El Tratado de 1929. La otra his-
sentían para ello. La herida permanecía abierta, toria, Lima: Fondo Editorial Congreso del Perú,
de generación en generación, y preferían mante- 2000. www.voltairenet.org/article153653.html.
nerla oculta. Hoy, bajo el impulso de las muje- Calderón, Félix C. Los peruanoides y la verdad so-
res, todo ha cambiado y a Fany Kuiru se deben bre el Trapecio de Leticia. Lima: Fondo Editorial
las conmemoraciones que ya ha habido del cen- Congreso del Perú, 2007. www.voltairenet.org/
tenario transcurrido desde el Informe sobre el article144724.html.
Putumayo (1911) y el Blue Book (1912). Otras Cavelier, Germán. Política Internacional de Colombia
seguirán y en ellas participarán cada vez más in- 1903-1953, Tomo iii. Bogotá: Universidad Ex-
dígenas, motivados por Fany Kuiru, en busca de ternado de Colombia, 1997.
la verdad, la justicia y la reparación. Donadio, Alberto. La guerra con el Perú. Medellín:
Hombre Nuevo Editores, 2002.
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región del Caquetá-Putumayo (Siglo xvi-xix). Te-
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gotá, 1986.
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Caucho, explotación y guerra: configuración de las fronteras nacionales y expoliación indígena en Amazonía / Tomás Uribe Mosquera / 47

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sidencia.gov.co/prensa_new/historia/rafareyes.htm.
Rivera, José Eustasio. La Vorágine. Ciudad de
­México: Editorial Porrúa, 1984. Cómo citar este artículo
Uribe Mosquera, Tomás. “Caucho, explotación y gue-
Rodríguez Garavito, César. “Los indígenas de Var-
rra: configuración de las fronteras nacionales y
gas Llosa”, El Espectador [Bogotá],13 de di- expoliación indígena en Amazonía”. Memoria y so-
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columna-240231-los-indigenas-de-vargas-llosa

48 / Vol. 17/ issn 0122-5197/ Nº 34/ enero-julio de 2013

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