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Detrás de la valentía de Malala está Ziauddin Yousafzai, su padre. Aunque los talibanes
prohibían que las mujeres de Pakistán se educaran, Yousafzai tenía una escuela en la que se
permitía niñas. Por supuesto, Malala asistía a clases y escribía en un blog en la web de la BBC
sobre las dificultades que debía enfrentar para estudiar.
Bajo un seudónimo hizo en su blog una encendida defensa del derecho de las niñas a ir a la
escuela. Además explicaba cómo, a pesar de las prohibiciones de los talibanes, ella y otras
niñas burlaban los obstáculos y seguían asistiendo a clases. Esta actitud hizo que los terroristas
intentaran matarla el 2012.
Pero ni siquiera ese ataque bastó. El 2013, Malala y su padre crearon una fundación para
concienciar acerca del impacto social y económico que tiene la educación de las niñas. Al poco
tiempo, los talibanes de Pakistán fueron derrotados.
- Empieza desde temprano. Los cinco años es una edad recomendable para promover
conductas que sentarán bases emocionales y cognitivas positivas.
- Lo que le haga feliz. Encuentra aquello que le gusta o apasiona a tu hija, como el papá de
Malala que detectó que a ella le gustaba escribir. Estas actividades le darán seguridad sobre
sus habilidades.
- La influencia de papá. La formación de una líder no solo es tarea de las madres sino de los
padres. Son ellos los que influyen en la percepción que las niñas tienen del género masculino y
en su relación con él.
- Reflexión. Comenta con tu hija sobre los contenidos de los medios de comunicación para que
sepa qué es lo que está viendo. Anímale a ver programas y películas donde las mujeres
destaquen por su protagonismo positivo.
- Confianza. Motívala a participar con sus opiniones en la resolución de problemas cotidianos
en el hogar. Se reforzará su confianza y le motivarás a tomar la iniciativa en otros ámbitos.
El acceso a la educación es una oportunidad para que las niñas aprendan conceptos en pro de
la igualdad de género desde las aulas ya que la actual currícula escolar promueve la valoración
igualitaria de los diferentes comportamientos, aspiraciones y necesidades de hombres y
mujeres. Esto ayuda a contrarrestar los estereotipos y conductas machistas a temprana edad.
Es recomendable que los padres alienten a las niñas a estudiar diversas materias y a hacer
diferentes actividades
Yo soy Malala Malala Yousafzai Ha nacido una niña Cuando nací, los habitantes de nuestra aldea se
compadecieron de mi madre y nadie felicitó a mi padre. Llegué al alba, cuando se apaga la última
estrella, lo que los pashtunes consideramos un buen augurio. Mi padre no tenía dinero para pagar
un hospital o una comadrona, así que una vecina ayudó a mi madre. El primer hijo que mis padres
habían tenido nació muerto, pero yo nací llorando y dando patadas. Era una niña en una tierra en
la que se disparan rifles al aire para celebrar la llegada de un hijo varón, mientras que a las hijas se
las oculta tras una cortina y su función en la vida no es más que preparar la comida y procrear.
Para la mayoría de los pashtunes, cuando nace una niña es un día triste. El primo de mi padre
Jehan Sher Khan Yousafzai fue uno de los pocos allegados que vino a celebrar mi nacimiento e
incluso hizo un generoso regalo de dinero. No obstante, trajo un gran árbol genealógico de
nuestro clan, el Dalokhel Yousafzai, que se remontaba hasta mi tatarabuelo y que sólo mostraba la
línea masculina. Mi padre, Ziauddin, es distinto de la mayoría de los hombres pashtunes. Cogió el
árbol y trazó una línea que bajaba desde su nombre como una piruleta y en el extremo escribió
Malalaa Su primo se rio asombrado. A mi padre no le importó. Cuenta que, cuando nací, me miró
alos ojos y se enamoró. Decía a la gente: Sé que esta niña es distinta. Incluso pidió a los amigos
que echaran frutas secas, dulces y monedas en mi cuna, algo que normalmente sólo se hace con
los niños varones. Me pusieron el nombre de Malalai de Maiwand, la mayor heroína de
Afganistán. Los pashtunes somos un pueblo orgulloso compuesto de muchas tribus repartidas
entre Pakistán y Afganistán. Vivimos como lo hemos hecho durante siglos, de acuerdo con el
código pas/Jtunu/ali, que nos obliga a ser hospitalarios con todo el mundo y cuyo valor más
importante es el nung u honor. Lo peor que le puede ocurrir a un pashtún es quedar en ridiculo. La
vergüenza es algo terrible para un hombre pashtún. Tenemos un dicho: Sin honor, el mundo no
vale nada. Luchamos y disputamos tanto entre nosotros que la palabra para primo -tarbur-
también significa enemigo. Pero siempre nos unimos contra los extraños que intentan conquistar
nuestras tierras. Todos los niños pashtunes conocen la historia de cómo Malalai exhortó al ejército
afgano a derrotar a las tropas británicas en 1880 en una de las mayores batallas de la Segunda
Guerra Anglo-Afgana. Malalai era hija de un pastor de Maiwand, un pueblo en las polvorientas
llanuras al oeste de Kandahar. Cuando era muy joven, tanto su padre como el hombre con el que
estaba prometida se encontraban con los miles de afganos que estaban luchando contra la
ocupación británica de su país. Malalai fue al campo de batalla con otras mujeres de la aldea para
atender a los heridos y darles agua. Vio que sus hombres estaban perdiendo y cuando cayó el que
llevabala bandera, ella levantó su velo blanco mientras dirigía a las tropas al campo de batalla.
¡Joven amor! Si no caes en la batalla de Maiwand, entonces, por Dios, alguien te ha destinado a
ser un símbolo de la vergüenza. Malalai murió bajo el fuego, pero sus palabras y su valentía
incitaron a los hombres a dar un vuelco a la batalla. Aniquilaron a una brigada entera enemiga:
una de las peores derrotas del ejército británico. Los afganos estaban tan orgullosos que el último
rey afgano construyó un monumento a la victoria de Maiwand en el centro de Kabul. En el
instituto leí algunas historias de Sherlock Holmes y me reí cuando vi que era la misma batalla en la
que el doctor Watson había resultado herido, antes de convertirse en compañero del gran
detective. Malalai era para los pashtunes nuestra de Arco. En Afganistán muchas escuelas de niñas
llevan el nombre de Malalai. Pero a mi abuelo, que era un erudito religioso y clérigo de la aldea, no
le gustó que mi padre me llamara así. “Es un nombre triste –dijo. Significa ‘afligida’”. Cuando era
pequeña, mi padre solía cantarme una canción escrita por el famoso poeta Rahmat Shah Sayel de
Peshawar. Termina así: Malala de Maiwana’, Levántate una vez máspam que lospas/otunes
comprendan lo canción del honor Tús poéticas palabras tranforman mundos enteros, Te lo pido,
levántate de nuevo Mi padre contaba la historia de Malalai a todos los que venían a casa. A mí me
encantaba escucharla, lo mismo que las canciones que me cantaba mi padre, y la forma en que mi
nombre flotaba en el viento cuando 1a gente me llamaba. Vivíamos en el lugar más hermoso del
mundo. Mi valle, el valle de Swat, es un reino celestial de montañas, cascadas y lagos de agua
clara. Bienvenido al paraíso, dicen las señales cuando se llega al valle. Antaño Swat se llamaba
Udclyana, que signifìca jardín. Tenemos campos de flores silvestres, huertos de frutas deliciosas,
minas de esmeralda y ríos llenos de truchas. Con frecuencia se dice que Swat es la Suiza de
Oriente; incluso tuvimos la primera estación de esquí de Pakistán. Los ricos de Pakistán venían de
vacaciones para disfrutar de nuestro aire puro y del paisaje, y de nuestras fiestas sufíes de música
y baile. También venían muchos extranjeros y a todos los llamabamos angrezan, ingleses, con
independencia de su origen. Incluso vino la reina de Inglaterra y se alojó en el Palacio Blanco,
construido con el mismo mármol que el Taj Mahal por nuestro rey, el primer valí de Swat. También
tenemos una historia diferenciada. En la actualidad Swat forma parte de la provincia de Jaiber
Pashtunjua o KPK, como la llaman muchos pakistaníes para abreviar, pero antes estaba separada
del resto de Pakistán. Aunque nuestros gobernantes juraban lealtad a los británicos, junto con las
regiones vecinas de Chitral y Dir éramos un principado independiente. Pero cuando la India obtuvo
la independencia en 1947 y se dividió, nosotros nos integramos en el recién creado Pakistán, si
bien mantuvimos nuestra autonomía. Utilizábamos la rupia pakistaní, pero el gobierno de Pakistán
sólo podía intervenir en cuestiones de política exterior. El vali administraba la justicia, mantenía la
paz entre las tribus enfrentadas y recaudaba el ushur –un impuesto de diez por ciento de los
ingresos–, con e1 que se construían carreteras, hospitales y colegios. Sólo estábamos a 160
kilómetros de Islamabad, la capital de Pakistán, en línea recta, pero daba la impresión de que era
otro país. Por carretera el viaje duraba como mínimo cinco horas por e1 paso de Malakand, una
vasta cuenca entre montañas donde hace mucho nuestros antepasados, dirigidos por el mulá
Saidullah (un predicador al que los británicos llamaban el Faquir Loco), lucharon contra las fuerzas
británicas entre los escarpados picos. Uno de los británicos era Winston Churchill, que escribió un
libro sobre ello y todavía llamamos a uno de los picos el Churchill’s Picket, aunque no fue muy
amable al hablar de nuestra gente. En el extremo del paso hay un santuario con una cúpula verde
en el que la gente echa monedas en agradecimiento por haber llegado sana y salva. Yo no conocía
a nadie que hubiera estado en Islamabad. Antes de que empezaran los problemas, la mayoría de
los habitantes del valle, como mi madre, nunca había salido de Swat. Vivíamos en Mingora, la
población más grande del valle; de hecho, la única ciudad. Solía ser un lugar pequeño, pero habían
llegado muchos emigrantes desde las aldeas próximas y la habían convertido en un lugar sucio y
abarrotado. Tiene hoteles, universidad, un campo de golf y un mercado donde se pueden comprar
nuestros famosos bordados, piedras preciosas y cualquier cosa que se te ocurra. Lo atraviesa el río
Marghazar, cuyas aguas tienen un color marrón lechoso por las bolsas de plástico y la basura que
la gente arroja. No son cristalinas, como las corrientes de las zonas montañosas o como el gran río
Swat, que está fuera de 1a ciudad, donde se pescan truchas y adonde íbamos en vacaciones.
Nuestra casa estaba en una zona llamada Gulkada, que significa lugar de flores, pero antes se
llamaba Butkara, lugar de las estatuas de Buda. Malala Yousafzai, joven pakistaní que hace poco
más de un año recibió un disparo en la cabeza luego de regresar de la escuela, es actualmente una
activista se ha dedicado a defender el derecho de las niñas y jóvenes a la educación. En el libro
autobiográfico Yo soy Malala, relata las complicaciones que éstas enfrentan en su país debido a las
estrictas costumbres del Islam. La biografía saldrá a la venta en noviembre con el sello Alianza
Editorial, que autorizó a La Jornada la reproducción de algunos fragmentos del primer capítulo
titulado Antes de los talibanes
Nuevos derechos ciudadanos como respuesta política a los nuevos desafíos del territorio(1)
Jordi Borja
Ahora bien, en la medida que nos encontramos ante problemáticas nuevas se requiere también
una cultura política nueva que construya un discurso que proporcione legitimidad y coherencia a
los gobiernos locales y a los movimientos cívicos. Si no es así se corre el riesgo de acentuar la
fragmentación territorial y sociocultural, de dar una imagen anacrónica o corporativa de las
iniciativas cívicas (que puede ser real si les falta un anclaje universalista) y de depender
únicamente de cómo se resuelvan en cada caso las políticas públicas del sistema institucional
establecido.
El cambio económico, político y cultural que estamos viviendo es muy desigual. Los procesos
económicos (productivos y financieros) y tecnológicos van mucho másrápidos que los políticos y
culturales. Y en muchos aspectos las desigualdades sociales aumentan. Es preciso un cambio
político, orientado por valores básicos universales, que concrete nuevos derechos y deberes, para
responder a la vez a viejas y nuevas desigualdades y exclusiones. No hay procesos de cambio sin
un previo proceso de lucha por la legitimación y concreción de nuevos derechos. Hoy
dado regularmente desde el siglo XVIII. Cada siglo tiene su revolución a hacer, la
un periodista, contestó con dos palabras: “Es la justicia. Es la ciudad.” De esto se trata.
donde tiene sus relaciones sociales, en sus entornos significantes. O a tener otro de
su libre elección. Todas las personas que viven en un lugar que han contribuido a
construir, en el que están arraigadas y que proporciona sentido a su vida, deben poder
vulnerables que puedan sufrir procesos de expulsión por parte de las iniciativas
privadas.
metropolitana. Estos derechos son hoy indispensables para que las llamadas
poseer lugares con valor de centralidad y todos los habitantes deberían poder acceder
centros históricos no solo de la ciudad central sino también de las áreas periféricas, la
elementos de monumentalidad.
proximidad. En las regiones más urbanizadas este gobierno debe tener una dimensión
estos gobiernos para que adquieran una mayor legitimidad democrática. Y para
garantizar que se tienen en cuenta más a las personas que a los km2.
que sea cual sea el tamaño de la población y la capacidad de su gobierno local tengan
político-legal flexible que permita a los gobiernos locales o a los ciudadanos proponer
(o imponer en algunos casos vía referéndum o consulta popular) nuevas formas de
la justicia municipal, el cableado para todos. etc. Las relaciones entre Administraciones
y entre actores públicos y privados deben incorporar cada vez más formas
este derecho sino también utilizar las TIC (tecnologías de información y comunicación)
11. Derecho a la ciudad como refugio. La ciudad debe asumir áreas de refugio para
aquellos que por razones legales, culturales o personales necesiten durante un tiempo
protegerse de los aparatos más represivos del Estado, en tanto que las instituciones
democráticas no son capaces de protegerlos o integrarlos. Por otra parte estas áreasrefugios
forman parte de la oferta urbana como aventura transgresora. Esta protección
12. Derecho a la protección por parte del gobierno de proximidad ante las
tanto que personas sometidas a otras jurisdicciones y también en tanto que usuarios y
consumidores. Esta protección por parte de los gobiernos locales deberá compensar la
reducción de la función pública. Por otra parte la complejidad del consumo social
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hoy una demanda inaplazable de las mayorías ciudadanas, en la medida que puede
asegurar una prevención más eficaz y si es preciso una reacción sancionadora más
rápida.
(p.ej. para obtener la reversión de uso de espacio público congelado por una
“legítimas”, aunque no sean legales. Los ejemplos son las sentencias absolutorias de
droga, el uso social efímero o definitivo de espacios privados con vocación pública, etc.
sociales.
16. Derecho a la calidad del medio ambiente. Como derecho a una calidad de vida
integral y como derecho a preservar para las generaciones futuras. Este derecho
personales. Nadie puede sufrir discriminación según sus creencias, sus hábitos
culturales o sus orientaciones sexuales, siempre que se respeten los derechos básicos
de las personas con las que se relacione. Todo tipo de vínculo personal libremente
de vida personal o familiar que tenga derecho a más protección que otro.
18. Derecho de todos los residentes en una ciudad a tener el mismo status
estatuto legal.
19. Derecho a que los representantes directos de los ciudadanos tanto institucionales
que poseen los capitales privados y las instituciones públicas. Derecho a acceder a
incorporen los nuevos derechos urbanos. Véanse las recientes cartas y declaraciones
mismos.
En la medida que en muchos casos estos derechos aparecen como una novedad
vez como fuerza sociocultural y como colectivo capaz de definir los contenidos y las
desafío que el territorio plantea a la intelectualidad exige un gran coraje moral y una
Post scriptum
Otros derechos posibles y necesarios como el derecho a no aburrirse, ni a que
por lo menos manifestarse contra “el mal gobierno” (como diría Gil de Biedma)
Notas