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CONSTITUCION Y ECONOMIA DE MERCADO

INTRODUCCIÓN
La orientación pragmática de las políticas económicas que predominan en nuestros
tiempos, ha conducido cierta forma, a generar inestabilidad en materia económica,
con lo cual evidentemente no hay necesidad de explicar que sin principios un país se
conduce a la deriva.

Toda Constitución debe de contar con tres partes: preámbulo, parte dogmática y
parte orgánica. El preámbulo suele tener un conjunto de enunciados solemnes de
introducción que señalan quien hace la Constitución, cuáles son sus fines, cuál es la
tendencia y el espíritu del texto constitucional; no tiene carácter normativo vinculante,
pero tiene el carácter inspirador de una declaración de principios y valores que sirve
de guía para la interpretación y la elaboración de normas. La parte dogmática
contiene los derechos fundamentales de las personas y precede a la parte orgánica
como mensaje de su supremacía sobre la sociedad y el Estado. La parte orgánica
contiene las normas que determinan la forma de Estado y de gobierno, su
organización, funciones, competencias, responsabilidades y demás aspectos.

De ahí que resulta necesario comprender la trascendencia de los principios generales


del régimen económico de la Constitución Política del Perú, los cuales constituyen
criterios fundamentales que orientan e informan el modelo económico del país.

Nuestro régimen es el de una Economía Social de Mercado, dentro de los cuales la


regla es la iniciativa privada libre y la excepción la intervención del poder estatal. En
efecto, la libre iniciativa privada implica que toda persona natural o jurídica, tiene el
derecho de iniciar y posteriormente desarrollar, con autonomía plena, la actividad
que prefiera dentro de los límites que establece la ley.

Dentro de este contexto, el objetivo del estudio consiste en explicar las normas
constitucionales y principios que han orientado en gran medida la estabilidad y el
crecimiento económico sostenido en el Perú.

EL PRINCIPIO DE SUBSIDIARIEDAD O SUPLETORIDAD DEL ESTADO

El Estado peruano puede intervenir subsidiariamente en el ámbito de la producción


u distribución de bienes o en la prestación de los llamados servicios, solo cuando se
encuentre fehacientemente acreditado que, por la inacción de la iniciativa privada,
dicha provisión no atiende las demandas de la población.
Este principio es, en primer lugar, un límite al poder estatal: la autoridad pública no
puede participar libremente en la actividad económica. Solo lo puede hacer sujeta a
la subsidiariedad, que debe ser entendida como una función supervisora y correctiva
o reguladora del mercado. La regla general es, entonces, la libre actuación de las
personas, pero al mismo tiempo el Tribunal reconoce que hay ámbitos de la vida
social que no pueden regularse exclusivamente a partir del mercado. Por ello, la
función de regulación y corrección debe pertenecer al Estado.1
Debemos tener en cuenta que, de acuerdo a lo antes señalado, no significa que el
Estado quede excluido de desempeñar permanentemente su función de orientar el
desarrollo sostenible del país, motivo por el cual nuestra carta magna le impone el
deber de ocuparse principalmente en áreas de salud, educación, infraestructura, etc.

EL PRINCIPIO DE LIBRE INICIATIVA PRIVADA EN UNA "ECONOMIA SOCIAL


DE MERCADO"

La iniciativa privada es el derecho fundamental de toda persona natural o jurídica a


participar, en forma individual o asociada, en la vida económica del país. Esto implica
que toda persona natural o jurídica tiene el derecho de iniciar y posteriormente
desarrollar con autonomía plena la actividad que prefiera dentro de los límites que
establece la ley. En tal sentido, puede producir bienes, prestar servicios o dedicarse
a la distribución de los bienes actividades que se encuentran en línea con la
Economía Social de Mercado

Consiste en el predominio de la empresa privada, libre empresa o sector privado de


la economía sobre el sector público y el intervencionismo del Estado; en el
predominio de la propiedad privada (libre propiedad o propiedad individual) sobre la
propiedad pública; y en la libertad económica o libre competencia, es decir: el libre
juego de la oferta y demanda que determina la actividad de cada agente económico
según el principio del mano invisible definido por Adam Smith.

LA LIBRE CONCURRENCIA Y LA POLITICA ANTIMONOPOLICA

La libre competencia es incompatible con las posiciones dominantes o monopólicas.


Este artículo establece que no hay concertación que, constitucionalmente hablando,
pueda autorizar ni establecer monopolios, ni por decisión de personas particulares ni
por decisión gubernamental.

La competencia produce una adaptación a innumerables circunstancias que en su


totalidad no son ni pueden ser conocidas por ninguna persona o autoridad, de suerte
que esa adaptación no puede lograrse a través de la dirección centralizada de toda
la actividad económica.2

1
RUBIO, M.- “La interpretación de la Constitución según el Tribunal Constitucional”. Tercera
edición. Fondo Editorial PUCP. Lima. 2013. Pág. 293
2
HAYEK, F. “Estudios de Filosofía, Política y Economía”. Segunda edición. Unión Editorial S.A.
España. 2012. Pág. 362
El Estado tiene un deber fundamental en este tipo de actividades que es vigilar y
facilitar la libre competencia, además de la protección de los consumidores que se
constituyen como agentes económicos de importancia para el mercado.

CONCLUSIONES
 En el Perú existe un marco jurídico de rango constitucional que establece el
sistema económico vigente y regula la actividad económica del Estado y de los
particulares, que condicionan su validez a la observancia de sus principios,
derechos y libertades.

 La libre iniciativa privada constituye un principio esencial que orienta el modelo


económico del Perú, el mismo que se encuentra en línea con el principio de
actuación subsidiaria del Estado en la economía

 El principio de subsidiariedad es un límite al ejercicio del poder de los gobiernos


de turno. No obstante, para contribuir a fortalecer el orden constitucional en
materia económica es necesario disponer expresamente otros límites a la
coacción arbitraria del poder estatal, de tal forma que prevalezca la libertad
individual.

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