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EL POLVO DE CARBON EN LAS MINAS SUBTERRANEAS

Los mineros del carbón sufren diversas enfermedades y procesos pulmonares


debidos a su exposición al polvo de las minas de carbón producido por los
diferentes procesos de explotación tales como arranque, transporte y
almacenamiento. Entre éstas se incluyen la neumoconiosis, la bronquitis crónica y
la enfermedad pulmonar obstructiva crónica. La aparición y la gravedad de la
enfermedad dependen de la intensidad y de la duración de la exposición al polvo.
La composición específica del polvo de las minas de carbón también influye en
cierta medida sobre las consecuencias para la salud.

En los países desarrollados, en los que en el pasado existieron elevadas


prevalencias de enfermedad pulmonar, las reducciones de los niveles de polvo
generadas por las normativas han conducido a un descenso sustancial en la
prevalencia de la enfermedad desde el decenio de 1970. Además, las importantes
reducciones del número de mineros en la mayoría de estos países en los últimos
decenios, debida en parte a cambios en la tecnología y a las mejoras resultantes
en la productividad, conducirán a mayores reducciones en los niveles globales de
enfermedad. Los mineros de otros países, donde la minería del carbón es un
fenómeno más reciente y los controles del polvo son menos enérgicos, no han
tenido tanta suerte. Este problema se ve exacerbado por el elevado coste de la
tecnología minera moderna que obliga a emplear a un elevado número de
trabajadores, muchos de los cuales presentan un alto riesgo de desarrollar
enfermedades.

Prevención
La única protección consiste en reducir al mínimo la exposición al polvo. Siempre
que sea posible, esto debe conseguirse mediante métodos de supresión de polvo,
como ventilación y pulverización con agua, en vez de con el uso de respiradores o
de controles administrativos, como por ejemplo la rotación del trabajador. En este
sentido, existen en la actualidad pruebas claras de que las acciones reguladoras
de algunos países destinadas a reducir el nivel de polvo, iniciadas en torno al
decenio de 1970, han reducido de forma marcada los niveles de esta enfermedad.
El traslado de los trabajadores con signos precoces de enfermedades a causa de
polvo de carbón deben tener una menor exposición al polvo es una acción
prudente, aunque existen escasas pruebas prácticas que indiquen que tales
programas hayan tenido éxito en la prevención de la progresión de la enfermedad.
Por esta razón, la supresión del polvo debe seguir siendo el método primario de
prevención de la enfermedad.

En las minas clasificadas como pulverulentas inflamables se tomarán las


siguientes medidas:

 Se deben retirar los depósitos de polvo;


 Se deben humedecer los frentes de arranque y puntos de cargue;
 En las galerías principales de ventilación y transporte se deben neutralizar
los depósitos de polvo de carbón que se formen sobre los pisos, paredes y
techos, con agua o material calcáreo de características apropiadas
 En las galerías principales de ventilación y transporte de carbón, se deben
ubicar barreras de polvo inerte o agua, cuando las condiciones locales lo
permitan;

Los frentes de carbón se deben aislar de los otros trabajos por medio de barreras
de polvo o agua.

Para efectuar los procesos de neutralización en caliza, se debe utilizar material a


malla 400 con un contenido de sílice menor del 3%, según las normas que emita la
Sección de Normas y Control del Ministerio de Minas y Energía.

Esta inertización, debe hacerse frecuentemente con polvo calcáreo, en tal forma
que el polvo de carbón sedimentado, no contenga más de 20% de partes
combustibles (método de empolvar con polvo calcáreo).

Cuando la neutralización se hace con agua, los depósitos de polvo combustible


deben mantenerse continuamente húmedos, de manera que este polvo tenga un
contenido mínimo de agua del 75%.

El control de la tasa de neutralización se efectuará con un procedimiento


adecuado establecido por las autoridades competentes y con periodicidad que
dependerá de la magnitud de los depósitos formados.

Contra la propagación de explosiones de polvo de carbón, se deben instalar


barreras de polvo inerte de caliza o recipientes con agua, en las cantidades y
características que se definen en el Título XII, Capítulo II del decreto 1335.

En los planos de ventilación y en los planos de las minas, debe estar indicada la
ubicación de las barreras de polvo y/o agua.

Los valores límites permisibles para concentraciones de polvo con contenido de


sílice superior al 5%, se fijarán mediante análisis químico de SiO2 que realicen
laboratorios especializados y las reglamentaciones que para este caso dicte la
Sección de Normas y Control de la División de Seguridad e Higiene Minera del
Ministerio de Minas y Energía.

Toda perforación mecanizada de barrenos en roca, debe realizarse con


inyecciones de agua.

En los frentes de trabajo donde se produzcan cantidades excesivas de polvo


nocivo para la respiración, es obligatorio el uso de las máscaras contra polvo.
Cada trabajador debe tener su propia mascarilla, suministrada por el propietario
de la mina o titular de derechos mineros. Al finalizar el turno de trabajo, debe
entregarla el empleado para su limpieza, lavado y esterilización correspondiente.

Los filtros deben ser revisados, secados y limpiados diariamente por la persona
designada por el propietario de la mina o por el titular de derechos mineros.

En las minas se deben tomar todas las medidas necesarias para evitar la
presencia de agentes químicos y biológicos, como polvo de roca en la atmósfera,
en concentraciones que puedan representar riesgos para la salud y el bienestar de
los trabajadores.

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