Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
Figura 1
Darin McNabb
2
Hegel. Fenomenología del Espíritu
3
Darin McNabb
4
Hegel. Fenomenología del Espíritu
5
Darin McNabb
6
Hegel. Fenomenología del Espíritu
7
Darin McNabb
8
Hegel. Fenomenología del Espíritu
9
Darin McNabb
10
Hegel. Fenomenología del Espíritu
11
Darin McNabb
12
Hegel. Fenomenología del Espíritu
germánicos bajo su mando no era más que una estrategia para hacer frente
con los poderes de Prusia y Austria. No obstante, su victoria en Jena
constituyó un parte aguas histórico que transformaría profundamente a la
cultura alemana.
¿Alguna vez has conocido a un alemán que tuviera una complejo de
inferioridad? ¡Yo tampoco! La economía alemana, su cultura académica, el
estado de derecho del que gozan, es la envidia del mundo. Sin embargo, en
el siglo XVIII los alemanes pasaban por una fuerte crisis de identidad. Su
lugar en el mundo, su misión cultural, no estaba ni remotamente tan claro
como el de los franceses y los ingleses. Robert Solomon ha dicho que los
franceses no tenían necesidad de un libro como la Fenomenología del
espíritu, ¡porque ellos tenían Napoleón! Esta afirmación ilustra bien las
diferencias entre los dos países. La identidad francesa se basaba en la
política y en la acción; la consigna era el cambio y la revolución, con la
mirada dirigida hacia el futuro. La mentalidad alemana, en cambio, estaba
impregnada del pasado y de su legado cultural. El pasado teutónico, el
ethos del guerrero, la sombra del bosque, lo gótico y lo misterioso es lo
que figuraba en su perspectiva, a diferencia de la imagen ilustrada, liberal
y urbana de los franceses. No es que los alemanes no tuviera una
identidad, sino que era insular; se arropaban en su pasado con el afán no de
cambiar su presente sino de redimirlo. El punto es que esto no servía de
modelo para nadie menos para los alemanes. El mundo respetaba a los
franceses y a los ingleses porque su discurso ilustrado se extendía más allá
de las fronteras nacionales y culturales. Hablaba del hombre en tanto
hombre. La cultura alemana, no.
Aunque los alemanes no tenían a un Napoleón, contaban con el filósofo
más famoso del siglo XVIII, uno de sus compatriotas, Immanuel Kant. El
detalle es que él no compartía para nada esta mentalidad alemana que he
descrito, sino todo el contrario. Mucho más que Voltaire o Diderot, Kant
era la voz filosófica de mayor peso en el planteamiento de la Ilustración.
En sus célebres críticas, defendió el uso individual de la razón frente a la
autoridad religiosa y política y concibió la acción humana como
13
Darin McNabb
14
Hegel. Fenomenología del Espíritu
15
Darin McNabb
necesidad del conocimiento científico que Hume puso en tela de juicio con
su análisis de la causalidad. Para asegurar la validez de este conocimiento,
Kant efectuó su famosa revolución copernicana que dice que el
conocimiento va en función no de nosotros conformándonos a la
naturaleza del objeto, sino del objeto conformándose a nuestra manera de
saber. Las facultades del conocer, a saber, la sensibilidad (que produce
intuiciones) y el entendimiento (cuyos conceptos se aplican al contenido
de esas intuiciones) en efecto “formatean” los objetos del conocimiento
haciendo que sean universales y necesarios dado que todo sujeto cuenta
con el mismo aparato cognoscitivo. Para que esto sea el caso, nuestro
conocimiento puede ser sólo de fenómenos, o sea, de aquello que puede
aparecer en una intuición. La sensibilidad que produce la intuición es una
facultad pasiva, es decir, no crea la intuición, sino que la recibe como algo
dado por la acción de algo en el mundo más allá del sujeto. En términos
kantianos, este algo es la cosa-en-sí- misma, el noúmeno. De eso no
podemos tener conocimiento. Con esta distinción básica entre fenómeno y
noúmeno, Kant logró asegurar no sólo el conocimiento científico, sino
también la libertad humana. El empleo teórico de la razón se lleva a cabo
en el mundo fenoménico de la naturaleza, lo cual es un mundo de
necesidad.
El empleo práctico de la misma se lleva a cabo en el mundo nouménico,
libre precisamente de toda determinación externa como las leyes de la
naturaleza.
Bien, Fichte admiraba mucho la gran innovación de Kant y en lo general
estaba de acuerdo con su planteamiento idealista. Por cierto, antes de
seguir, hablemos un poco del idealismo, dado que todos estos filósofos son
idealistas. Puede entenderse de dos formas: ontológica y epistemológica.
El idealismo ontológico sostiene que toda la realidad en su fondo es
mental en su naturaleza, llámese mente, espíritu, razón, voluntad. La
versión epistemológica tiende a ser dualista y, como en el caso de Kant,
admite que parte de la realidad es material. Lo que sostiene es que todo
nuestro conocimiento de esa realidad es condicionado por nuestra forma
16
Hegel. Fenomenología del Espíritu
17
Darin McNabb
Antes de pasar al tercer principio, hay que tener claro que Fichte no habla
aquí de tú o yo creando físicamente los objetos de nuestra experiencia.
Comparemos este yo de Fichte que se auto-postula con el res cogitans de
Descartes y “la unidad trascendental de apercepción” de Kant. Ninguno de
estos dos autores piensan en el yo como algo empírico, sino como algo
puro o inteligible. Para Descartes, es una cosa pensante, una cosa que es
una sustancia. Kant sigue a Descartes pero elimina la noción de sustancia.
El yo para él es pura actividad espontánea, la de aplicar conceptos a
intuiciones. Pero no es un yo personal, el ego individual, sino más bien “la
consciencia en general” dice. Sin embargo, distintos egos comparten esta
consciencia espontánea. En palabras más comunes, se podría decir que
cada ser humano tiene su propia mente, la cual es formalmente idéntica
con las demás. Fichte lleva a su conclusión lógica el razonamiento de sus
dos predecesores. El gran salto que hace consiste en ver ese yo
trascendental como un solo yo, un Yo absoluto que es inmanente en todos
nosotros. Sin yoes particulares, este yo absoluto no puede manifestarse, sin
embargo no es reducible a o dependiente de ningún grupo particular de
yoes. El yo absoluto es como los conceptos según Charles Sanders Peirce
los entiende. El concepto de “gato” por ejemplo es lo que llamaba un
“tipo” que se manifiesta por muchos “tokens”, o sea, cada impresión o
enunciación de la palabra “gato” en un escrito o en una conversación. Sin
embargo, el concepto o tipo “gato” no puede reducirse a cualquier cúmulo
finito de sus tokens. Muchos son nominalistas con respecto a los
conceptos, es decir, los ven como meras conveniencias mentales, pero sin
realidad ontológica. Peirce cree en la realidad de los conceptos de la
misma manera que Fichte cree en la realidad de esta consciencia o espíritu
o yo general que, quizá parecido a la pulsión freudiana, actúa o habla por o
a través de nosotros. De hecho, se puede ver en este salto fichteano el
precursor no sólo del espíritu en Hegel, sino la Voluntad en Schopenhauer
y lo dionisíaco en Nietzsche.
Pero bueno, regresando al argumento, cuando Fichte habla de la
postulación de un no-yo, el yo que lo postula es puro acto. Fichte procede
18
Hegel. Fenomenología del Espíritu
19
Darin McNabb
20
Hegel. Fenomenología del Espíritu
21
Darin McNabb
22
Hegel. Fenomenología del Espíritu
23
Darin McNabb
24
Hegel. Fenomenología del Espíritu
25
Darin McNabb
26
Hegel. Fenomenología del Espíritu
27
Darin McNabb
28
Hegel. Fenomenología del Espíritu
no puede darse en una sola proposición. Dado que Hegel tiene que escribir
de forma proposicional para comunicar sus ideas, la solución que
encuentra es un modo de escribir cuya unidad básica no es la simple
oración, sino párrafos, secciones y capítulos enteros.
Estas unidades de discurso más amplias le permiten evitar las limitaciones
de la proposición y poner en acto un movimiento dialéctico que ocupará a
fin de cuentas toda la Fenomenología del espíritu. Lo verdadero es la
totalidad, por lo que su meta no es una serie de proposiciones, sino un
sistema holístico en el que todas las relaciones y dependencias
conceptuales del mundo que conocemos se hacen explícitas. Como había
comentado, esta sistematización es la finalidad de su siguiente libro, La
ciencia de la lógica. La finalidad de la Fenomenología es preparar el suelo.
Un último detalle antes de terminar. Para Hegel, hacer ciencia de verdad es
difícil. No hay camino fácil, como leyendo prólogos, reseñas, entradas en
enciclopedias, ni tampoco viendo vídeos en YouTube. Dice que hay que
“asumir el esfuerzo del concepto”. ¿Qué significa eso? Significa conseguir
el libro, leer, no entender nada, leer más, entender un poco, leer más, luego
llorar, y así sucesivamente. No es por nada que Hegel llamaba este viaje de
la conciencia “el camino de la desesperación”. Sin embargo, te aseguro
que se siente bien rico captar de repente una de las ideas de Hegel. Lo
interesante es que tu captación, esta ampliación de tu conciencia, será una
ejemplificación de la misma idea que Hegel trata de comunicar. La forma
y el contenido, el pensar y el ser en la filosofía de Hegel son en el fondo
unidos. Sólo que cuesta llegar a ese punto. Bueno, en el próximo vídeo una
breve revisión de la Introducción y luego al primer capítulo.
29
Darin McNabb
30
Hegel. Fenomenología del Espíritu
31
Darin McNabb
32
Hegel. Fenomenología del Espíritu
33
Darin McNabb
34
Hegel. Fenomenología del Espíritu
35
Darin McNabb
36
Hegel. Fenomenología del Espíritu
37
Darin McNabb
38
Hegel. Fenomenología del Espíritu
medio de una inversión de la conciencia misma”. Sin duda, hace falta una
experiencia de
choque entre el concepto y nuestro experiencia del objeto, pero lo que
genera el nuevo objeto para la conciencia, lo que permite que veamos el
objeto de una nueva manera y que sigamos refinando nuestra experiencia
de él, es esta inversión de la conciencia, o sea, una nueva configuración,
un nuevo concepto o teoría, o lo que C.S. Peirce llamaba una abducción.
Como él decía, la abducción es la única operación lógica que introduce
cualquier idea nueva. Sin ideas o conceptos, el mundo no sería más que un
presente que sentimos. Es sólo con el concepto que el mundo, al dirigirnos
hacia ella, nos regresa una mirada racional.
39
Darin McNabb
40
Hegel. Fenomenología del Espíritu
Ya por fin vamos a iniciar nuestro viaje, y para que no nos perdamos,
echemos primero un ojo al mapa. El índice que nos proporciona Hegel es
largo y complicado. Los números romanos que encuentras ahí indican los
capítulos, ocho en total, que van desde la “certeza sensible” hasta “el saber
absoluto”. Estos capítulos, con sus secciones, están repartidos en tres
grandes divisiones indicadas con letras mayúsculas: A. Conciencia, B.
Autoconciencia, y C., que no tiene un título propio, sino que consta de
cuatro grandes secciones indicadas con letras doble: AA. Razón, BB. El
espíritu, CC. La religión, y DD. El saber absoluto. ¡Bastante confuso! Eso
de las letras doble lo explico cuando llegamos a ese punto, pero de
momento, si hacemos caso omiso de las divisiones y secciones y
subsecciones, etc., y ponemos en una lista los ocho capítulos, se puede
descifrar un patrón. En los primeros cinco capítulos, de la certeza sensible
a la razón, Hegel está tratando la experiencia de la conciencia individual.
En el sexto, sobre el espíritu, la dinámica tratada tiene lugar no en la
conciencia de un individuo, sino a nivel socio-cultural. Y en los últimos
dos capítulos, se va más allá de lo cultural a tratar la manifestación de la
conciencia en términos absolutos, de la realidad en toda su extensión. De
lo individual a lo cultural a lo absoluto - eso es lo que nos indica el mapa.
Pues el primer capítulo se llama “La certeza sensible”. La palabra
“certeza”, por ser el sustantivo de esa frase, podría entenderse como el
tema del capítulo. Pero no es así. Lo que está en tela de juicio en éste y en
los demás capítulos no es la confianza que la conciencia tiene en su
conocimiento del mundo, sino su forma de explicarlo. Hay que ver la
Fenomenología como un diálogo de Platón con Hegel en el papel de
Sócrates que va señalando problemas en las afirmaciones de su
41
Darin McNabb
42
Hegel. Fenomenología del Espíritu
43
Darin McNabb
44
Hegel. Fenomenología del Espíritu
45
Darin McNabb
46
Hegel. Fenomenología del Espíritu
47
Darin McNabb
3) “Pero lo que ha sido no es; supero lo que ha sido o el ser superado, esto
es, la segunda verdad, negando con ello la negación del Ahora y
retornando así a la primera afirmación: el Ahora es”. Lo que ha sido, dice,
no es, sin embargo la verdad tiene que ser, por lo que se niega la primera
negación y retorna a la afirmación de que el Ahora es. El punto importante
es que esta nueva afirmación de que el Ahora es, no es equivalente a la
primera. Lo que hemos presenciado en estos tres momentos es un
movimiento en el que el verdadero Ahora se manifiesta. ¿En qué sentido?
Pues si siguiéramos con la dinámica, el nuevo Ahora pasaría igual y
llegaría con la negación a postular un nuevo Ahora y se daría cuenta de
que la constante negación o superación de lo que ha sido genera un
continuo de Ahoras. Hegel dice que el primera Ahora a que se ha retornado
“está reflexionado dentro de sí [y] no es exactamente lo mismo que
primeramente era, es decir, algo inmediato”. El segundo Ahora ya es un
Ahora mediado o ampliado debido a que ha sido dialécticamente
relacionado consigo mismo mediante el intento de señalarlo. Se revela
precisamente como un Ahora universal en el que caben todas las horas,
minutos y segundos que van surgiendo y desvaneciendo.
La incapacidad de la conciencia de señalar un Ahora instantáneo se repite
en su incapacidad de señalar un Aquí absolutamente atómico. Hegel dice:
“El Aquí señalado que yo retengo es también un este Aquí que de hecho no
es este Aquí, sino un Delante y un Detrás, un Arriba y un Abajo, un A la
derecha y A la izquierda”. ¿Qué quiere decir con eso? Pues imagínate que
el objeto que se señalara fuera la letra M mayúscula. ¿Podrías tú con la
mirada especificar dónde está el Aquí de este objeto?
¿Dónde cae exactamente tu mirada? ¿En el vértice en medio, en una de las
líneas, o una de las puntas que empieza y termina el objeto? ¿No te das
cuenta que donde te fijes la mirada, hay otro punto Delante y Detrás,
Arriba y Abajo? Como dice Hegel:
“El Aquí que se trataba de señalar desaparece en otros Aquí, pero también
éstos, a su vez, desaparecen; lo indicado, retenido y permanente es un Esto
negativo, que sólo es en cuanto que los Aquí se toman como deben
48
Hegel. Fenomenología del Espíritu
49
Darin McNabb
50
Hegel. Fenomenología del Espíritu
51
Darin McNabb
Cosas de este tipo son los muebles por así decirlo que llenan el espacio de
nuestro mundo. Sin embargo, por intuitivo que parezca la idea de que
nuestro conocimiento se refiere primordialmente a cosas compuestas de
propiedades, el asunto no es tan sencillo – obviamente – si fuera así de
sencillo, ¡Hegel no habría escrito el resto del libro, verdad!
El problema reside en cómo se concibe “una cosa”. ¿En qué consiste la
“coseidad”? Por un lado, una cosa es una cosa, es un Uno, una unidad. Por
el otro lado, debido a sus propiedades, es un Múltiple. El tema de la
relación entre lo Uno y lo Múltiple es muy viejo, iniciado en Grecia
Antigua. El punto aquí es que, dado que la cosa es la unidad epistémica
básica, o sea, lo que se conoce es la cosa, estos dos aspectos de la cosa no
pueden contradecirse. Pues vamos a ver qué pasa.
La dialéctica de la percepción parte de la p. 62. Recuerda que estamos
usando la traducción de Wenceslao Roces del Fondo de Cultura
Económica revisada por Gustavo Leyva. Ahí Hegel dice que la coseidad se
entiende como un “conjunto simple de muchos; pero estos muchos son
ellos mismos, en su determinidad, universales simples”. Estos “muchos”
se refieren a las propiedades, cosa que podemos ver en el ejemplo que da
Hegel de un pedazo de sal. Es blanca, tiene un sabor salino, una forma
cúbica, cierto peso, etc. Estas propiedades no están ubicadas en diferentes
partes del pedazo de sal, sino que están todas “en un simple Aquí, en el
que se compenetran”. Al mismo tiempo, dice Hegel, “no se afectan las
unas a las otras [...] lo blanco no afecta o hace cambiar lo cúbico, ni el Uno
al otro al sabor salino, etc”. Cada propiedad se relaciona sólo consigo
mismo y se vincula con las demás sólo por medio del “indiferente
también”. O sea, la cosa es simplemente blanco, y también salino, y
también cúbico, etc. De esta manera, la cosa no es más que un medio vacío
y pasivo en el que ocurren las propiedades, siendo así no una unidad o
totalidad, sino un agregado. Esta forma de entender la cosa la ve como un
bulto o haz, no más que la suma de sus partes, o sea, de las propiedades.
Sin embargo, dice Hegel, “si las múltiples propiedades determinadas
fueran sencillamente indiferentes y sólo se refieran a sí mismas, no serían
52
Hegel. Fenomenología del Espíritu
53
Darin McNabb
54
Hegel. Fenomenología del Espíritu
55
Darin McNabb
56
Hegel. Fenomenología del Espíritu
57
Darin McNabb
58
Hegel. Fenomenología del Espíritu
60
Hegel. Fenomenología del Espíritu
61
Darin McNabb
Pues esto es lo que Hegel está diciendo, sólo con otras palabras. La postura
epistémica que maneja la conciencia ahora es el entendimiento – por eso el
capítulo se llama “Fuerza y entendimiento”. Lo que Kant maneja como
“concepto” Hegel expresa con el término “universal”. El universal que
surgió al final del primer capítulo fue un universal condicionado,
condicionado por los sentidos – o sea, conceptos como rojo o duro.
Terminando el segundo capítulo, surgió el universal incondicionado, es
decir, no condicionado por nada externo, sino proporcionado por el sujeto,
lo que en Kant es propiamente una categoría – como “sustancia”,
“relación” o “causa”.
Obviamente, hay fuertes diferencias entre Hegel y Kant. Hegel no está
nada de acuerdo en que haya algo simplemente dado, como aquello que la
Sensibilidad kantiana intuye o las categorías con las que se lo piensa. Para
Hegel, todo eso es producto de un desarrollo dialéctico. Y tampoco acepta,
desde luego, su dualismo que implica una cosa en sí misma. Esto nos
regresa a nuestra discusión al principio.
El ser-en-sí para Kant es el noúmeno que no se conoce, y la cosa para-si-
misma (aunque no usa este terminología) es el fenómeno que sí
conocemos. Para Hegel, se trata de una y la misma cosa manifestando su
ser dialécticamente sobre el tiempo.
Con su revolución copernicana, Kant previó las aporías de la conciencia en
los primeros dos capítulos, sin embargo, con su ontología aristotélica de
sustancia y accidente, se vio obligado a postular la existencia de la cosa en
sí. Evitó la frustración de la conciencia en el capítulo sobre la percepción
al simplemente descartar la posibilidad de conocer la totalidad. Hegel,
obviamente, no acepta eso. El primer paso en evitar esta consecuencia
kantiana es dejar esa ontología de cosas a favor de una ontología de
relaciones, expresada con la idea de fuerza.
Todo eso es algo que podemos comentar desde nuestro punto de vista. Sin
embargo, la Fenomenología de Hegel es precisamente eso, una
fenomenología, una descripción de la experiencia de la conciencia, y no
62
Hegel. Fenomenología del Espíritu
63
Darin McNabb
64
Hegel. Fenomenología del Espíritu
65
Darin McNabb
66
Hegel. Fenomenología del Espíritu
67
Darin McNabb
68
Hegel. Fenomenología del Espíritu
69
Darin McNabb
70
Hegel. Fenomenología del Espíritu
71
Darin McNabb
de esta inteligibilidad, una inteligibilidad que Hegel aquí llama ley. La ley,
dice, “es la imagen constante del fenómeno inestable”.
Estamos en un nivel más sofisticado y refinado que la certeza sensible, sin
embargo, vemos repetido aquí la relación entre lo uno y lo múltiple, entre
el objeto o individuo que se conoce y el universal que permite que se
conoce. El problema es que en esta sección sobre la ley la dialéctica da
vueltas a cada rato y a gran velocidad. A grandes rasgos sucede de la
siguiente manera.
La ley es lo Uno y el juego de fuerzas es lo Múltiple – la unidad estable e
inteligible de la dinámica de las diferencias en el fenómeno. Un primer
problema es que el concepto de la ley en general es demasiado abstracto –
no tiene contenido o determinación, mientras que el fenómeno está
sumamente concreto y determinado.
Consecuentemente, dice Hegel, “se da una multiplicidad indeterminada de
leyes”, y así la diversidad de casos y circunstancias pueden cubrirse. Esto
resuelve un problema, pero de inmediato crea otro. La multiplicación de
leyes permite la unificación de una gama de fenómenos de distinto tipo
desde la caída de una piedra hasta fenómenos de la termodinámica y el
electromagnetismo, etc., sin embargo, la sencilla unidad de la ley se
pierde. Para recuperarla, la conciencia postula una super- ley, por así
decirlo, la ley de atracción universal. Seguramente Hegel estaba pensando
aquí en la famosa ley de Newton sobre la gravitación.
Dice Hegel: “La atracción universal nos dice que todo tiene una diferencia
constante con lo otro”. Eso de la “diferencia constante” une la
individualidad de la diferencia con la universalidad de la ley. Sigue
diciendo: “El entendimiento supone haber descubierto aquí una ley
universal que expresa la realidad efectiva universal como tal, pero sólo ha
descubierto el concepto de la ley misma, algo así como si declara que toda
realidad efectiva es en ella misma conforme a la ley”. Esta ley de la
atracción universal no es tanto una ley como la idea de ley, la idea de que
todo es conforme a ley. Esta “legalidad”, por así decirlo, es ahora el
72
Hegel. Fenomenología del Espíritu
73
Darin McNabb
circunstancias. ¿Pero qué explica esto? Aún no se sabe por qué estos
químicos alteran a la conciencia. Sólo han llevado la pregunta a otro nivel
sin contestarla.
Hegel describe la actividad de explicación como tautológica porque la
explicación simplemente repite en otras palabras lo que ya se sabía. Dice
que “pone una diferencia que no sólo no es para nosotros ninguna
diferencia, sino que él mismo supera como diferencia. Es el mismo cambio
que se presentaba como el juego de fuerzas”. ¡Esto es fascinante! La
explicación, que la conciencia postula para unir y entender las diferencias
que se cancelan en el juego de fuerzas, resulta mostrar la misma estructura
o dinámica que esas fuerzas. Esto nos lleva a la idea más extraña del la
Fenomenología, la del mundo invertido. Veamos de qué se trata.
Primero, el mundo al que se refiere es el mundo suprasensible, el mundo
de la ley que rige el juego fenoménico de las fuerzas. Se describía como la
imagen estable de este último porque expresaba una relación o diferencia
constante entre los cambios. Sin embargo, con la actividad tautológica de
la explicación, la conciencia llega a una nueva ley, una cuyo contenido
dice Hegel “se contrapone a lo que antes llamábamos ley, es decir, a la
diferencia que permanecía constantemente igual a sí misma; en efecto, esta
nueva ley expresa más bien el convertirse lo igual en desigual y el
convertirse lo desigual en igual”. La primera ley decía que en el fondo del
fenómeno cambiante había constancia y estabilidad. Esta nueva ley dice el
contrario, que el fondo del fenómeno es inconstante e inestable.
Curiosamente, lo que bajo la primera ley tiene cierta identidad o
estabilidad, se convierte, bajo la segunda ley, en su opuesto. La primera
ley constituía la unidad tras el juego de fuerzas, por lo que tenía que
mantenerse distinto de éste y encontrarse en un mundo más allá de la
sensibilidad, un mundo suprasensible de la inteligibilidad. La nueva ley
echa por abajo esa distinción, esa oposición entre lo sensible y lo
inteligible, entre el mundo fenoménico y el mundo nouménico. De este
modo, dice Hegel, “lo que en la ley del primero era dulce es en la de este
invertido amargo, y lo que en aquella ley era negro es, en éste, blanco”.
74
Hegel. Fenomenología del Espíritu
75
Darin McNabb
76
Hegel. Fenomenología del Espíritu
77
Darin McNabb
78
Hegel. Fenomenología del Espíritu
80
Hegel. Fenomenología del Espíritu
81
Darin McNabb
82
Hegel. Fenomenología del Espíritu
83
Darin McNabb
84
Hegel. Fenomenología del Espíritu
85
Darin McNabb
tiene que ser un objeto que también sea capaz de desear. En las palabras de
Hegel: “La autoconciencia sólo alcanza su satisfacción en otra
autoconciencia”. Con esto podemos pasar, ahora sí, a la famosa dialéctica
entre amo y esclavo.
86
Hegel. Fenomenología del Espíritu
87
Darin McNabb
88
Hegel. Fenomenología del Espíritu
Bueno, antes de entrar en escenario estos dos deseos que van a enfrentarse,
Hegel, como de costumbre, dirige unas palabras al público, a nosotros
observadores.
La primera cosa que dice es: “La autoconciencia es en y para sí en cuanto
que y porque es en sí y para sí para otra autoconciencia; es decir, sólo es en
cuanto se la reconoce”. Si te acuerdas, varios vídeos atrás hablamos del ser
en sí, para sí, y en y para sí. Un ser en sí es sólo potencial, como el roble
implícito en la bellota. Un ser en y para sí es explícito y actual,
completamente manifiesto. La autoconciencia ya está llegando a ese punto.
Al principio, como vimos en el último vídeo, la autoconciencia
experimenta sí misma de forma inmediata pero meramente formal, la
tautología sin movimiento del Yo = Yo. En un segundo momento, para
comprobar y hacer actual esta unidad consigo mismo, se pone en
movimiento, el movimiento del deseo que consiste en la negación de
objetos externos. Pero como vimos, el deseo no encuentra satisfacción de
esta manera ya que, al negar al otro, al objeto, vuelve la necesidad de que
haya otro objeto para negar y así sucesivamente. El problema, dice Hegel,
es la relación negativa que guarda con el objeto. Gracias a ella, cada
negación produce nuevamente el objeto, y también el deseo, un deseo en
constantemente movimiento sin satisfacción. Sólo puede lograr
satisfacción, dice Hegel, “en cuanto que este objeto mismo cumple en él la
negación”. ¿Qué tipo de objeto podría hacer eso? Otra autoconciencia. La
autoconciencia sólo alcanza su satisfacción en otra autoconciencia.
Imagínate que andas paseando en el campo, disfrutando el paisaje, los
árboles, el canto de los pájaros, los olores, etc., como si todo estuviera
arreglado ahí para tu goce. De repente, aparece otra persona paseando
también y cambia por completo tu experiencia. Hasta ese momento, te
sentías independiente, tranquilo y unido con el entorno, pero ahora es
como si la naturaleza se hubiera desgarrado en el lugar donde está esa
persona. Aun cuando mires por otro lado, es como si esa otra
autoconciencia fuera un agujero negro chupando toda tu atención. Antes de
que apareciera, tú eras un deseo consumiendo objetos, constituyéndote
89
Darin McNabb
90
Hegel. Fenomenología del Espíritu
rápidamente que esto los pone en conflicto con otros. Para que no correr el
peligro de una guerra y de posiblemente morir, emplean su razón, la cual
les lleva a hacer un contrato entre sí para establecer la paz.
En el mundo hobbesiano, el hombre no aprende, no crece – pues ya es
autosuficiente; sólo ve la forma de promover sus deseos. El modelo
psicológico que explica su conducta es el de apetito y razón, la razón
viendo cómo satisfacer deseos.
En el mundo hegeliano, el hombre (o la conciencia) está cada rato
transformándose, topándose con limitaciones y cambiando de perspectiva.
Su perspectiva ahora es la del deseo egoísta, pero veremos que no es tan
sencillo satisfacer su deseo a través de un pacto político con el otro. Su
psicología es más compleja. Veamos por qué.
Hegel dice: “Cada una de ellas [las autoconciencias] está bien cierta de sí
misma, pero no de la otra, por lo que su propia certeza de sí no tiene
todavía ninguna verdad, pues su verdad sólo estaría en que su propio ser
para sí se presentase ante ella como objeto autosuficiente”. La forma de
lograr esta verdad dice Hegel es “al ponerse a prueba a sí mismas y la una
en la otra mediante una lucha a vida o muerte”.
Aquí llegamos a la famosa lucha que plantea Hegel, y uno podría pensar
que la finalidad de semejante lucha sería que una muriera para que la otra
volviera a ser el jefe absoluto de su experiencia. Pero no es así. El punto de
la lucha no es simplemente el de eliminar un problema objetivo allá fuera,
a saber, la existencia de la otra autoconciencia, sino también el de eliminar
un problema interno, a saber, la duda con respecto a la absoluta
independencia de uno. La autoconciencia se siente cierto de ello, pero
necesita demostrarlo a sí mismo. Sentirte seguro de tu nivel académico es
una cosa, pero otra es saberlo de verdad mediante una prueba, un examen.
La lucha de vida o muerte es ese examen para la autoconciencia. Dice
Hegel que ninguna de las dos ha “ejecutado el movimiento de la
abstracción absoluta consistente en aniquilar todo ser inmediato para ser
solamente el ser puramente negativo de la conciencia igual a sí misma”.
91
Darin McNabb
92
Hegel. Fenomenología del Espíritu
93
Darin McNabb
94
Hegel. Fenomenología del Espíritu
“Cogito, ergo sum”. Con estas tres palabras, Descartes deriva el yo. Kant,
igual desde un punto de vista teórico, infiere el “Yo pienso”. Hume no
encuentra ningún yo, sino sólo una flujo de impresiones. En filósofo tras
filósofo, encontramos análisis muy interesantes del yo, pero ninguno da
cuenta de su aparición o génesis; todos lo toman como un fenómeno dado.
Y luego está el parte aguas que es Hegel. Hoy en día, es de lo más común
ver el yo como un fenómeno relacional, producido por estructuras, sean
económicas, lingüísticas, semióticas, narrativas o en general fuerzas como
Nietzsche nos enseñó con su noción de la Voluntad de Poder. Pero quien le
enseñó a Nietzsche fue Hegel. Con la dialéctica del señorío y la
servidumbre, Hegel da cuenta del yo, de la auto-conciencia, como un
fenómeno formado por una dinámica de conflicto y oposición con un otro
en un entorno no teórico sino práctico y social.
Seguramente has leído casos de niños abandonados en el bosque y criados
por lobos. Gente que luego los descubre encuentra que son más animal que
humano. Como cualquier animal, estos niños son conscientes de su
entorno, pero no de sí mismos, no tienen auto-conciencia, no tienen una
identidad. Hegel dice que la auto-conciencia existe sólo al ser reconocido
por un otro, ojo, no por un lobo, sino sólo por otra auto-conciencia. ¿Por
qué? Pues a Hegel le gusta explicar el papel del otro en términos lógicos.
Dice que una auto-conciencia es para otra un término medio. En el clásico
silogismo sobre Sócrates, hay tres términos: un individuo – Sócrates; un
universal – la mortalidad; y una clase particular incluido en el universal, en
este caso – los hombres. Lo que el silogismo hace es unir en la conclusión
el individuo con el universal: Sócrates es mortal. Ahora bien, este dato no
es algo que percibimos de forma inmediata y evidente, sino que es inferido
95
Darin McNabb
96
Hegel. Fenomenología del Espíritu
Todo esto cambia, como vimos, cuando se topa con otra auto-conciencia.
Como los objetos, este otro amenaza su independencia, por lo que, en tanto
deseo, trata de aniquilarlo. Entran los dos en la lucha a vida o muerte. Pero
los dos se dan cuenta de que si uno muere, el otro estará en la misma
situación que antes. Esto no puede ser. Lo que realmente desea no es la
aniquilación del otro, sino el deseo del otro, que el otro lo reconozca. La
postura pasa entonces del deseo al reconocimiento, y la lucha termina
cuando uno teme una muerte violenta y elige vivir en vez de morir. El
ganador es el señor, y el que se rinde, el siervo. Lo que éste pierde y el
señor gana es el honor, el reconocimiento de ser-para-sí como absoluto.
Muchos llaman esta famosa sección del libro la dialéctica del amo y el
esclavo, pero es incorrecto. Si se tratara de un esclavo, Hegel hubiera
usado la palabra der Sklave, cosa que hace de hecho en su libro La
filosofía del derecho. La palabra que usa aquí es Knecht, que significa
siervo. ¿Cuál es la diferencia? Un esclavo es la propiedad de alguien, tiene
amo, y se libera al escapar o rebelar. El siervo, en cambio, no es un mero
objeto sino que tiene un yo, aunque no es independiente sino determinado
por otro, el señor. A diferencia del esclavo, el siervo se libera mediante el
trabajo, como pronto veremos.
Bueno, analicemos la relación entre señor y siervo. Como puedes
imaginar, el señor lo está pasando de maravilla o, como dice Hegel de
forma más conceptual, el señor es ahora un ser para sí e independiente, a
diferencia del siervo que, habiendo sucumbido a su miedo, es dependiente,
un ser para un otro. Antes, el señor intentaba demostrar su independencia
con la postura del deseo, negando o consumiendo los objetos que le
rodeaban. Pero seguían apareciendo, manifestando así la independencia de
la esfera de los objetos, y poniendo en tela de juicio la suya.
Lo genial del siervo es que el señor no tiene que negarlo, sino que el siervo
niega a sí mismo, es decir, su derrota en la lucha significa que no es
absoluto e independiente sino que el señor lo es, Al reconocer al señor de
esta forma, está en efecto negando a sí mismo. Y no sólo eso. El señor
97
Darin McNabb
ahora puede disfrutar los objetos o cosas que antes le causaban tanto
problema porque el siervo se ocupa de ellos. En esta relación, el señor, al
ser independiente, es el término esencial y el siervo no esencial; el primero
domina al segundo, consumiendo lo que produce; el primero goza y el
segundo labora. Para el señor, parece ser una situación perfecta.
Antes, cuando el señor trataba los objetos directamente, vimos que su
deseo quedaba constantemente insatisfecho. Comentamos que lo que
realmente deseaba era no la aniquilación del otro, sino el deseo de ese otro,
su reconocimiento. Y ahora que lo tiene, ¿está satisfecho el deseo del
señor?
Siempre me ha resultado muy llamativo el fenómeno de un político que
acarrea gente del campo para que estén en la plaza de la ciudad a escuchar
su discurso y para que lo aplaudan y lo aclamen. El político sonríe y los
saluda con emoción. Sin embargo, él, la gente en la plaza y cualquier
observador, todos saben que esto no es genuino, sino falso, que la gente
está ahí por miedo o por algún pago que le hicieron o beneficio que
recibirá. ¿Puede el dinero o el poder comprar el reconocimiento de los
ciudadanos o el amor de una pareja? Sabemos que no, y aquí en el famoso
giro dialéctico de esta sección Hegel nos enseña por qué.
Recuerda que al principio del libro Hegel dijo que el camino de la
conciencia terminará cuando haya una correspondencia entre el concepto
que maneja y la experiencia del objeto. En la p. 99 del texto Hegel dice:
“Para el señor, la conciencia no-esencial [es decir, el siervo] es aquí el
objeto, el cual constituye la verdad de la certeza de sí mismo. Pero
claramente se ve que este objeto no corresponde a su concepto [ya que] es
algo totalmente otro que una conciencia autosuficiente”. El otro en que la
verdad de su certeza como independiente descansa es un ser insignificante
y no-esencial, una conciencia dependiente – ¡un siervo pues! Por tanto, el
señor de repente no tiene la certeza de ser-para-sí. Es importante entender
que la verdad de cada quien está en el otro. El señor ahora se da cuenta de
la consecuencia negativa de esta situación. ¿Qué valor tiene el
reconocimiento de un ser sumiso y miedoso? Casi ninguno. Pero por el
98
Hegel. Fenomenología del Espíritu
otro lado, la verdad del siervo está en su otro, el señor, lo cual tendrá como
consecuencia que encontrará su libertad e independencia.
Veamos cómo.
Recuerda que en la lucha de vida o muerte las dos autoconciencias
efectuaron lo que Hegel llama una “abstracción absoluta”, es decir,
hicieron abstracción de todo lo que pudiera determinar su ser o su
identidad: un trabajo, una relación humana, incluso la naturaleza y la vida
misma. Con esa actitud, el señor ganó, pero ahora que tiene la vida hecha,
todo es fácil, no tiene que esforzarse en nada y por tanto su existencia
resulta aburrida. Materialmente lo tiene todo, pero espiritualmente no. Su
espíritu se rebaja al mero consumo de cosas, al nivel material de la vida de
la que en la lucha hizo tan tajante abstracción.
Y el siervo, ¿qué permite que se independice, que salga de su
servidumbre? Bueno, su servidumbre consiste en tres cosas: el miedo, el
servicio y el trabajo. En la lucha de vida o muerte el siervo sintió miedo,
un miedo no tanto a su oponente, el que ahora es el señor, sino miedo,
como dice Hegel, “a la muerte, el señor absoluto”.
Todos hemos sentido miedo, y algunos el miedo de una muerte inminente
que a fin de cuentas no llegó a pasar. En todo caso, se experimenta como
algo muy negativo, pero para Hegel tiene un aspecto positivo. Dice que
esta experiencia de miedo le ha “disuelto interiormente, le ha hecho
temblar en sí misma y ha hecho estremecerse cuanto de fijo había en ella.
Pero este movimiento universal puro, la fluidificación absoluta de toda
subsistencia, es la esencia simple de la autoconciencia, la negatividad
absoluta, el ser-para-sí-puro”.
La autoconciencia no es ninguna cosa determinada, sino, en su pureza, un
puro movimiento indeterminado. La experiencia de la misma provocada
por el miedo es la forma en que el siervo está, subjetivamente, consciente
de su independencia. Esta conciencia subjetiva se vuelve objetiva o
explícita con los otros dos aspectos de la servidumbre: el servicio y el
trabajo. Al estar al servicio del señor, el siervo rinde control de su
99
Darin McNabb
existencia material al señor, de todo lo que tiene que ver con la naturaleza
de su cuerpo y sus necesidades, pero justo por eso se acentúa su
independencia, su ser-para-sí que no es corporal sino espiritual.
Pero lo que realmente efectúa la transformación en el siervo es el trabajo.
En el prólogo Hegel dijo que alcanzar el conocimiento divino es un
proceso arduo que implica “seriedad, dolor, paciencia y el trabajo de lo
negativo”. Esto lo vemos prefigurado en el trabajo del siervo, cosa que las
otras formas de la conciencia que hemos visto hasta ahora no han podido
hacer. En los primeros tres capítulos, la conciencia, en tanto certeza
sensible, percepción y entendimiento, guardaba una relación pasiva con el
objeto. La idea o concepto que manejaba era que el objeto revelaría su
naturaleza a la conciencia así dando cuenta de su conocimiento. En el
cuarto capítulo, la autoconciencia se dio cuenta de que ella misma, el
sujeto, era la fuente del conocimiento, y para demostrarlo, para asegurar su
absoluta independencia cognitiva, buscaba aniquilar los objetos para que
no le amenazaran con su independencia.
Lo que distingue a la conciencia del siervo es que su actividad, el trabajo,
no aniquila los objetos, sino que los transforma, con lo que forja un mundo
en su imagen y semejanza. Con el trabajo de lo negativo, el siervo plasma
su propia subjetividad en el objeto, convirtiéndolo en un producto ya no
natural sino humano. El señor dejaba que el siervo se lidiara con el objeto,
ya que era la constante independencia del objeto lo que dejaba su deseo
insatisfecho. Pero ahora el siervo experimenta esa independencia del
objeto de forma diferente y positiva ya que, mediante su trabajo, encuentra
a sí mismo en el objeto que permanece independiente. En pocas palabras,
en el producto independiente de su trabajo, el siervo ve su propio ser-para-
si, su propia independencia. Al ver el mundo a su alrededor tomar la forma
que él lo da, deja de sentirse enajenado del mismo. Es curioso ver esta
inversión de la relación. El siervo se siente más como señor, más
independiente, y el señor se siente más como un siervo, más dependiente.
Sería muy fácil pensar que es el siervo quien sale ganando, sin embargo,
desde el punto de vista fenomenológico, hacia finales de esta sección no
100
Hegel. Fenomenología del Espíritu
hay mucha diferencia entre el señor y el siervo ya que ninguno de los dos
es completamente independiente ni dependiente. El señor es muy cómodo
pero aburrido, y el siervo experimenta su independencia en el trabajo, pero
aun así no puede disfrutar de los productos de su trabajo (esto por cierto es
lo que Marx después llamaría la enajenación del trabajo). A lo que voy es
que la dialéctica no ha producido aún lo que los dos buscan, la
independencia. Buscarla mediante el reconocimiento del otro es el camino
correcto, es sólo que aquí ese reconocimiento ha sido sesgado y parcial, no
mutuo, cosa que ha dejado a los dos en una condición insatisfecha, infeliz.
La segunda parte del cuarto capítulo se llama “Libertad de la
autoconciencia; estoicismo, escepticismo y conciencia infeliz”. En ella, la
autoconciencia trata de superar las complicaciones y limitaciones de la
relación con el otro al rechazar al otro, al independizarse del él, así
tratando de volverse auto-suficiente y libre. ¿De qué manera? Al
encerrarse en el pensamiento. Pase lo que pase con las cosas del mundo o
con otras autoconciencias, nada ni nadie puede tocar tu interioridad. Ahí,
uno está realmente libre, tal como nos enseña el estoicismo. Empezando
con esta doctrina, Hegel nos muestra el intento de la autoconciencia de
alcanzar lo que no logró alcanzar en relación con el otro.
Esta segunda parte del capítulo cuatro es muy interesante y
dialécticamente importante, pero a fin de cuentas será un callejón del que
tendrá que salir. La salida será renunciar la idea de ser absolutamente
independiente. En el prólogo, Hegel dice que la verdad es la totalidad. La
verdad que la autoconciencia busca para demostrar y hacer efectiva la
certeza de sí misma no reside en ninguna cosa determinada, sino en la
relación con el otro, con todos los otros, una relación de dependencia que
es la condición de independencia de cada parte.
101
Darin McNabb
102
Hegel. Fenomenología del Espíritu
103
Darin McNabb
104
Hegel. Fenomenología del Espíritu
105
Darin McNabb
106
Hegel. Fenomenología del Espíritu
107
Darin McNabb
108
Hegel. Fenomenología del Espíritu
109
Darin McNabb
110
Hegel. Fenomenología del Espíritu
111
Darin McNabb
112
Hegel. Fenomenología del Espíritu
113
Darin McNabb
114
Hegel. Fenomenología del Espíritu
115
Darin McNabb
116
Hegel. Fenomenología del Espíritu
117
Darin McNabb
118
Hegel. Fenomenología del Espíritu
119
Darin McNabb
120
Hegel. Fenomenología del Espíritu
121
Darin McNabb
122
Hegel. Fenomenología del Espíritu
123
Darin McNabb
124
Hegel. Fenomenología del Espíritu
125
Darin McNabb
126
Hegel. Fenomenología del Espíritu
pensar así. Por cierto, basar las leyes de la lógica sobre observaciones
psicológicas se llama en lógica psicologismo, y fue fuertemente criticado
por gente como Frege, Husserl y Peirce.
Luego pasa a la observación de la auto-conciencia en su relación con su
entorno social para ver si en ella encuentra alguna ley que determine su
conducta.
La pregunta es si cierto estímulo siempre produce la misma respuesta.
¿Has oído hablar de eso de que el inglés es para hacer negocios, el alemán
para hacer ciencia, el francés para hacer el amor, y el español para hablar
con Dios? Hay otros variantes, pero lo que está implícito en este decir es
que el entorno socio-cultural determina a uno, de modo que si creces en un
país de habla hispana, serás religioso, por ejemplo.
Pues muchos mexicanos son religiosos, pero no todos. Todos hemos
crecido en familias donde todos los hermanos reciben básicamente la
misma educación y los mismos valores por parte de los padres. Sin
embargo, uno termina muy religioso, y el otro no cree; uno es de izquierda
políticamente, y el otro de derecha.
Estadísticamente, hay ciertas tendencias que pueden notarse, pero son
simples correlaciones, más no relaciones de causa y efecto, y eso debido a
las anomalías que acabamos de comentar. Sin duda, el entorno influye en
la conducta de los individuos, pero la respuesta que cada uno da a los
estímulos depende de las elecciones que cada quien haga. Y eso es algo
que el psicólogo no puede predecir de forma científica. De hecho, no hay
dos personas que sean totalmente iguales en su conducta, de modo que si
uno quiere sostener que el entorno determina la conducta, tendría que
concluir que hay una ley para cada quien, cosa que es absurdo.
Bueno, en esta segunda parte de la Razón Observante, la conciencia ha
buscado leyes que determinan la conducta (sea el pensar o el actuar) tanto
internamente como en el entorno externo de la sociedad, y no ha tenido
éxito.
127
Darin McNabb
128
Hegel. Fenomenología del Espíritu
129
Darin McNabb
130
Hegel. Fenomenología del Espíritu
131
Darin McNabb
132
Hegel. Fenomenología del Espíritu
133
Darin McNabb
134
Hegel. Fenomenología del Espíritu
135
Darin McNabb
136
Hegel. Fenomenología del Espíritu
137
Darin McNabb
138
Hegel. Fenomenología del Espíritu
140
Hegel. Fenomenología del Espíritu
141
Darin McNabb
142
Hegel. Fenomenología del Espíritu
143
Darin McNabb
geistige Tierreich und der Betrug”. Tierreich es, literalmente, reino animal,
en el sentido biológico, pero eso no es el sentido que Hegel expresa aquí.
La palabra Tiergarten significa zoológico, una ordenada exposición de
animales para el público. Sin embargo, más que un zoológico, el escenario
que Hegel describe se parece más a un circo, o Tierschau en el alemán,
literalmente un show de animales, expuestos no para la serena
contemplación ni para el estudio, sino como espectáculo. Pero lo que se
expone en esta sección del texto no son animales, sino formas del espíritu
(por eso la palabra geistige), formas que se hacen pasar por las formas
profundas y serias del espíritu humano pero que no son más que sombras
engañosas cuya finalidad es llamar la atención a sí mismas, como la gente
que trabaja en un circo o feria de pueblo que gritan algún rollo para que
pases a jugar o gastar dinero en su puesto.
Charlatanes del intelecto, pues.
Dice Hegel: “Una individualidad se dispone, pues, a llevar a cabo algo”.
En nuestro ejemplo del mundo académico de la filosofía podría ser dar una
ponencia sobre metafísica, por ejemplo. Ése sería el tema o “la cosa
misma”. Hay académicos que acuden a la plática porque ellos también
están interesados en “la cosa misma”.
En la ronda de preguntas, señala uno de ellos que esta cosa ya ha sido
llevada a cabo por él y que con todo gusto brinda y presta su ayuda para
que todos estén en la misma página, por así decirlo. Dice Hegel que “su
apresurarse para ayudar no era más [que un deseo de] ver y mostrar su
hacer, y no la cosa misma”. Éste es el engaño que se menciona en el título.
Hegel dice que “acuden volando como las moscas a la leche que se acaba
de poner sobre la mesa”, no con el afán de aportar sino de lucirse. Anda
cada profe como monarca en su propio reino de ideas, fingiendo interés en
los proyectos de otros pero sólo como pretexto para hacer que el otro se
interese en su propio proyecto. Así son pues los congresos de filosofía, una
sórdida exposición en la que los animales académicos rondan por las salas
y los pasillos posando en sus jaulas espirituales para atraer la mirada.
144
Hegel. Fenomenología del Espíritu
145
Darin McNabb
146
Hegel. Fenomenología del Espíritu
147
Darin McNabb
por imposición, sino de forma racional, o sea, cada quien usando su razón
para probar principios para ver si son universalizables. En el último vídeo
discutimos la crítica de Hegel a esta moral kantiana, a saber, que es
demasiado formal y que no da criterios lo suficientemente precisos para
tomar decisiones morales particulares. Con Kant, parece imposible pasar
de las alturas de la abstracción a las situaciones concretas.
Y es más, todo intento hasta ahora de dar cuenta de las relaciones sociales,
de la relación con el otro – sea el intento del amo, del estoico, el escéptico,
la conciencia infeliz, el hedonista, el héroe romántico, el virtuoso, hasta
Kant mismo, se ha hecho partiendo del individuo. Y no cualquier
individuo como tú o yo, con nombre y de carne y hueso, sino un individuo
abstracto, aislado, un átomo considerado al margen de cualquier
comunidad concreta. Semejantes individuos atómicos son abstracciones
que presuponen un entorno social histórico y concreto del que fueron
abstraídos. Entonces, son dos las cosas que caracterizan esta transición.
Primero, para dar cuenta de la postura idealista que se introdujo en el
capítulo sobre la razón, hay que partir no del individuo abstracto sino del
tejido social concreto en el que individuos aparecen y realmente viven. Y
dos, esto implica que la conciencia o individuo que estamos observando
fenomenológicamente se desenvuelva en un contexto histórico efectivo, no
sólo lógicamente posible.
Otra forma de resaltar lo novedoso de este dimensión del espíritu es
compararla con lo que ha venido antes. En los primeros tres capítulos, la
conciencia consideraba que la verdad o lo absoluto era una cosa allá fuera.
En el cuarto capítulo sobre la autoconciencia, consideraba que la verdad
era sí misma, el yo. En el capítulo sobre la razón, es la unidad del yo y las
cosas. Ahora en la dimensión del espíritu la verdad es un mundo, no un
mundo físico de cosas sino un mundo social y histórico.
Bueno, este sexto capítulo también es muy largo, pero en cierto sentido es
más fácil leer y entender debido a que hace referencia a sucesos y épocas
históricas. Se inicia en Grecia Antigua con un análisis del importantísimo
término “Sittlichkeit” que básicamente describe el entorno social de esa
148
Hegel. Fenomenología del Espíritu
149
Darin McNabb
150
Hegel. Fenomenología del Espíritu
151
Darin McNabb
152
Hegel. Fenomenología del Espíritu
153
Darin McNabb
154
Hegel. Fenomenología del Espíritu
155
Darin McNabb
156
Hegel. Fenomenología del Espíritu
157
Darin McNabb
158
Hegel. Fenomenología del Espíritu
159
Darin McNabb
160
Hegel. Fenomenología del Espíritu
mayor del que era parte. El conjunto de todos estos conceptos parciales es
un agregado orgánico, la totalidad, cuyo concepto, que ahora la conciencia
maneja, es panóptico o absoluto, ya no parcial. Este concepto es el
movimiento dialéctico de las categorías de lo universal y lo individual, su
ínter-penetración, que hemos visto en diferentes niveles y contextos a lo
largo de la Fenomenología.
Lo importante en todo esto es que este concepto, que es el alma del
mundo, tiene la misma estructura que la autoconciencia humana. De modo
que, al conocer la realidad, la conciencia no conoce más que a sí misma.
Pero hay que recordar que al hablar del mundo o de la realidad, no se trata
simplemente de una dimensión de objetos físicos, sino también y
principalmente de un mundo social y histórico. El carácter histórico de la
dialéctica del espíritu es muy importante. Una de las citas más famosas de
Hegel es: “La filosofía es su tiempo aprehendido en pensamientos”.
Grecia Antigua tenía un espíritu que reflejaba su tiempo, igual Roma, y
también los demás pueblos y épocas que queramos mencionar, y podría
parecer que la historia no es más que una miscelánea de diferentes formas
de vivir, cada una surgiendo de forma contingente y dando lugar
eventualmente a otra.
Para Hegel, cada una de estas formas es sin duda parcial, pero no
contingente.
Lo que la fenomenología observa es que tras esta multiplicidad de formas
o perspectivas está la misma dinámica operando de forma necesaria. Si
uno piensa en términos del espíritu romano, por ejemplo, estará limitado a
esta forma temporal y por tanto la perspectiva será parcial. Pero si uno
piensa a partir del concepto absoluto, es decir, de manera netamente
conceptual en términos del movimiento dialéctico de las categorías de lo
universal y lo individual, verá no las piezas individuales del
rompecabezas, sino su relación entre sí en una totalidad sistemática.
161
Darin McNabb
162
Hegel. Fenomenología del Espíritu
163
Darin McNabb
164
Hegel. Fenomenología del Espíritu
Índice
VIDEO 1 – Hoy empezamos un análisis de esta célebre obra de Hegel..............................................3
VIDEO 2 – Hoy revisamos el contexto político, cultural y filosófico que la Fenomenología de
Hegel refleja.........................................................................................................................................9
VIDEO 3 – Hoy recapitulamos los idealismos de Kant, Fichte y Schelling y luego una revisión de
las ideas básicas del celebre prólogo..................................................................................................17
VIDEO 4 – Hoy revisamos la introducción y la importante idea de la negación determinada, motor
de la celebre dialéctica hegeliana.......................................................................................................23
VIDEO 5 – Empezamos nuestro viaje con el primer capítulo, sobre la certeza sensible. En él la
conciencia fracasa en explicar su conocimiento en términos de la particularidad sensible...............29
VIDEO 6 – Hoy el segundo capítulo y la dialéctica de la percepción...............................................37
VIDEO 7 – Hoy empezamos el tercer capítulo sobre la fuerza y el entendimiento...........................43
VIDEO 8 – Hoy terminamos el capítulo sobre la fuerza y el entendimiento al discutir la ley, la
explicación y las contradicciones del mundo suprasensible..............................................................49
VIDEO 9 – Hoy analizamos con detalle las primeras cinco páginas del cuarto capítulo, sobre la
transición a la autoconciencia y el muy importante concepto del deseo............................................55
CAPITULO 10 – Hoy la dialéctica del amo y el esclavo, ¡comenzando con una lucha a vida o
muerte!................................................................................................................................................61
VIDEO 11 – Hoy vemos el resultado de la lucha a vida o muerte en la relación entre el señor y el
siervo y el papel del reconocimiento en la constitución de la autoconciencia...................................67
VIDEO 12 – Analizamos el intento de la conciencia de liberarse de los limitantes del mundo a
través del estoicismo, el escepticismo y como final la conciencia infeliz.........................................73
VIDEO 13 – Hoy hablamos del idealismo que Hegel introduce en el quinto capítulo como la nueva
manera de que la conciencia tiene de relacionarse con el mundo......................................................81
VIDEO 14 – Capítulo 5: Razón observante, buscando la racionalidad con el empirismo científico.
............................................................................................................................................................87
VIDEO 15 – Hoy la segunda parte del quinto capítulo, sobre el hedonista, el rebelde romántico y el
caballero de la virtud..........................................................................................................................93
VIDEO 16 – Un recorrido gráfico del camino hasta ahora, y un examen de la última configuración
de la razón que dará paso al espíritu...................................................................................................99
VIDEO 17 – Hoy un resumen medio expres del sexto capítulo sobre el espíritu, como se distingue
de la razón y la naturaleza del mundo social e histórico que habita................................................105
VIDEO 18 - ¡Ya llegamos al final del camino! Hoy tratamos los últimos dos capítulos, sobre la
religión y el saber absoluto...............................................................................................................111
Índice................................................................................................................................................117
165