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Viviendo en la Ley o
en
la Gracia
Capitulo 3
Cristo nos redimió,
no la Ley
Gálatas 3:13. “Cristo nos
redimió de la maldición de
la ley, hecho por nosotros
maldición (porque está
escrito: Maldito todo el que
es colgado en un madero),
14. para que en Cristo
Jesús la bendición de
Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe
recibiésemos la promesa del Espíritu”
En “otro tiempo” el judío no esperaba ir al cielo sino ser
resucitado y reinar con el Mesías en la tierra. Estas eran las
promesas hechas a los Patriarcas. Pero hoy en día, al morir,
el creyente gentil espera ir al cielo porque estas son las
promesas hechas al cuerpo de Cristo.
Cristo nos redime de la maldición. La maldición era el no
poder cumplir con la observancia de la ley de Dios. Nadie
podía hacerlo. Inclusive si hubiese alguien que observara la
ley de Dios perfectamente, como Dios lo requería, pero
fallase en un solo aspecto, de nada le servía. Era
considerado culpable de haber quebrantado y desobedecido
toda la ley de Dios.
Ezequiel 18: 24. “Mas si el justo se apartare de su justicia y
cometiere maldad, e hiciere conforme a todas las
abominaciones que el impío hizo, ¿vivirá él? Ninguna de las
justicias que hizo le serán tenidas en cuenta; por su rebelión
con que prevaricó, y por el pecado que cometió, por ello
morirá”
De nada le servía a un judío guardar toda su vida la ley de
Dios si al final pecare, de nada le contaba toda su
obediencia.
Santiago 2: 10. “Porque cualquiera que guardare toda la ley,
pero ofendiere en un punto, se hace culpable de todos”
Por ello, la solución ante la imposibilidad del hombre en
guardar la ley perfecta, justa y santa de Dios, fue guardarla
El mismo por nosotros. Lo hizo a través de Su Hijo, nuestro
Señor Jesucristo.
Capitulo 4
Cristo, hecho bajo la Ley
Gálatas 4: 4. “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo,
Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, 5.
para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de
que recibiésemos la adopción de hijos. 6. Y por cuanto sois
hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo,
el cual clama: ¡Abba, Padre!”
Nuestro Amado Señor Jesucristo fue hecho bajo la ley.
Estuvo sujeto a los Diez Mandamientos. En los días de su
ministerio terrenal, Cristo vino solo a cumplir lo que estaba
determinado en el tiempo de Dios.
El Logos o Verbo de Dios, se encarna y nace de una virgen. No
nace de padre humano, para no heredar la naturaleza
pecaminosa que todos los seres humanos hemos heredado
de nuestros padres Adán y Eva cuando pecaron y
desobedecieron a Dios en el huerto del Edén. Cuando el
pecado entro al Edén.
Cristo vivió y murió bajo el antiguo testamento, bajo la ley
de Dios. Es por ello que lo que nos narran los Evangelios, no
son ni pueden ser doctrina para el creyente cristiano hoy en
día. Lo eran antes de que Cristo ascendiese y fuese
glorificado a la diestra de Dios. Pero, ahora no lo son .
Hebreos 9:16. Porque donde hay testamento, es necesario
que intervenga muerte del testador.
17. Porque el testamento con la muerte se confirma; pues
no es válido entre tanto que el testador vive.
Juan 7:37. “En el último y gran día de la fiesta, Jesús se
puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed,
venga a mí y beba. 38. El que cree en mí, como dice la
Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.
39. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que
creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu
Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado”
Capitulo 5
Cristo es la Simiente
Dios había prometido,
desde el huerto del Edén,
la solución
ante el pecado de nuestros
padres Adán y Eva:
la simiente es un simbolo
que anunciaba el sacrificio,
cruxifixiòn, muerte,
sepulture, resurrecciòn y
glorificadciòn del Mesías
Cristo. Esto lo
vemos, en la antigua
dispensación de la Profecía
a la cual se le añadió la
ley, en el sacrificio que
Jehová hizo con nuestros
padres al vestirlos con túnicas de pieles.
Génesis 3: 7. “Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y
conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de
higuera, y se hicieron delantales. 8. Y oyeron la voz de
Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el
hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová
Dios entre los árboles del huerto. 9. Mas Jehová Dios llamó
al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? 10. Y él respondió: Oí
tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y
me escondí. 11. Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas
desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no
comieses? 12. Y el hombre respondió: La mujer que me diste
por compañera me dio del árbol, y yo comí.
13. Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has
hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí. 14.
Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste,
maldita serás entre todas las bestias y entre todos los
animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo
comerás todos los días de tu vida. 15. Y pondré enemistad
entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya;
ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.
16. A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores
en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo
será para tu marido, y él se enseñoreará de ti. 17. Y al
hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y
comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de
él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de
ella todos los días de tu vida. 18. Espinos y cardos te
producirá, y comerás plantas del campo. 19. Con el sudor de
tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra,
porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo
volverás. 20. Y llamó Adán el nombre de su mujer, Eva, por
cuanto ella era madre de todos los vivientes. 21. Y Jehová
Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los
vistió”
Capitulo 7
Un Solo Mediador
Es a través del sacrificio y la obra redentora de nuestro
amado Señor Jesucristo que uno que cree en El puede llegar
a ser hecho UNO con Dios.
Solo a través de Cristo. No a través de hombres o ídolos.
Solo a través del Hombre Jesucristo. Su sangre pago mi
reconciliación con Dios.
1 Timoteo 2: 5. “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador
entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, 6. el cual se
dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio
testimonio a su debido tiempo. 7. Para esto yo fui
constituido predicador y apóstol (digo verdad en Cristo, no
miento), y maestro de los gentiles en fe y verdad. 8. Quiero,
pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos
santas, sin ira ni contienda”
Hubo un tiempo pasado, un tiempo antiguo en el que nuestro
Señor Jesucristo aún no había derramado su sangre en la
cruz. Pero, ahora, su sangre ha sido derramada. Por ello, no
debemos confesarnos con ningún hombre o buscar la ayuda
de algún otro hombre para llegar a Dios. Solo el Hombre
Jesucristo ha dado su vida y ha resucitado.
En esta dispensación actual de gracia, en esta nueva
administración del obrar de Dios, se exhorta a que “los
hombres oren en todo lugar, levantando manos santas”
porque sus vidas han sido reconciliadas con Dios. Pero, en
tiempo antiguo solo unos podían buscar a Dios.
Mateo 20: 28. “como el Hijo del Hombre no vino para ser
servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por
muchos”
En este pasaje, vemos que nuestro Señor Jesucristo en los
días de su carne durante su ministerio terrenal a Israel,
ofrece salvación no a todos, sino a muchos. Los muchos aquí
son el Israel creyente. Los todos, ahora son las naciones
gentiles que crean en el Hijo de Dios.
Romanos 5: 8. “Mas Dios muestra su amor para con nosotros,
en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”
Gálatas 3: 21. “¿Luego la ley es contraria a las promesas de
Dios? En ninguna manera; porque si la ley dada pudiera
vivificar,la justicia fuera verdaderamente por la ley.
22. Mas la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que
la promesa que es por la fe en Jesucristo fuese dada a los
creyentes. 23. Pero antes que viniese la fe, estábamos
confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a
ser revelada. 24. De manera que la ley ha sido nuestro ayo,
para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados
por la fe. 25. Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo,
26. pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús”
Ahora, en Cristo Jesús, todos somos hechos hijos de Dios por
medio de la fe. Vivimos bajo un nuevo régimen. Un régimen
en el cual todas las cosas han sido hechas nuevas. Ya no
conocemos al Hombre Jesucristo en los días de su carne,
durante su ministerio terrenal a Israel.
Ahora le conocemos glorificado y exaltado hasta lo sumo y
sentado a la diestra de Dios siendo la cabeza de todo
principado y de toda potestad visible e invisible.
2 Corintios 5: 16. “De manera que nosotros de aquí en
adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo
conocimos según la carne, ya no lo conocemos así. 17. De
modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las
cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. 18. Y
todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo
mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación;
19. que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al
mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados,
y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación”
El futuro presente para el gentil creyente es vivir para la
gloria del Señor Jesucristo. En Cristo, ahora tenemos: vida,
paz, perdón, misericordia, bondad y gracia de Dios. Vivir en
la administración de la gracia, como Dios lo ha planeado y
diseñado es posible a través del estudio y del saber distinguir
lo que Dios ha distinguido y separado en su palabra. De otro
modo, estaremos engañándonos creyendo vivir bajo los
términos del antiguo régimen y siendo o actuando como
creyentes sin saber realmente quienes somos en Cristo.
Pero, en Cristo sabemos, entre otras grandes verdades que:
Nuestra vida esta escondida con Cristo en Dios
Colosenses 3:1 “Si, pues, habéis resucitado con Cristo,
buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la
diestra de Dios. 2. Poned la mira en las cosas de arriba, no
en las de la tierra. 3. Porque habéis muerto, y vuestra vida
está escondida con Cristo en Dios”