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Nombres y apellidos: John Paul Rivas Alfaro

La Sociedad Liquida y el Rol del Maestro / Filosofía de la Educación


Fecha: 08/06/2018

La Escuela en la Sociedad Líquida.


Vivimos en medio de una realidad muy volátil, en constante perfeccionamiento,
un mundo acelerado en el que muchas veces el fin justifica los medios
(MAQUIAVELO.: El Príncipe.2001, pág. 37.), un mundo que está dirigido hacia
egocentrismo y al materialismo, predominando el producto y los logros, donde
los logros que se vuelven efímeros, son la principal causa de “éxito” y
“bienestar”.

Se dan cambios muy acelerados ya todo es veloz, “fast food”, aplicaciones


móviles, Internet, redes sociales, nos sumamos al consumismo y entramos en
un ritmo social que cada vez nos pide más y más, ir más “rápido” para alcanzar
algo, que una vez alcanzado, nos exigirá todavía un poco más, identificando
además el progreso con atajos.

Pero estos ritmos y cambios que sufre la sociedad, también nos ofrecen
oportunidades, nuevos y variados caminos de formación, acceso a una gran
cantidad de información y la opción de poder desarrollar distintas facetas tanto
profesionales como personales. Más contenido, y al alcance de todos. La clave
estará en cómo saber aprovecharlo.

Aquí entra en juego la educación líquida, concepto acuñado por Zygmunt


Bauman, para referirse a un tipo de educación que se adapta a los cambios, que
tiene en cuenta la gran cantidad de posibilidades que ofrece el mundo
contemporáneo, que rompe con la solidez establecida y nos prepara para vivir
en un mundo cambiante y lleno de información.Los sólidos son estables,
conservan su forma y persisten en el tiempo. En cambio los líquidos tienen la
capacidad de, manteniendo un volumen definido, cambiar de forma fácilmente.

Nos situamos ante nuevos retos, lo que lleva a cambios y exigencias en el


ámbito de la educación, y ante la oportunidad de pensar lo nuevo para inventar
otras maneras de decir y hacer.

Sin embargo, en el mundo de la modernidad líquida, la solidez se interpreta


como una amenaza. El apetito de conocimiento debería hacerse gradualmente
más intenso a lo largo de toda la vida, a fin de que cada individuo continúe
creciendo y sea a la vez una persona mejor. En la “Modernidad líquida” prevalece
la elección en lugar de la obediencia; existen opciones, no normas, y la
flexibilidad se ha convertido en el término correcto para llamar a la falta de
estructura.

Es por ello que se debe armonizar la relación entre maestro y alumno, puesto
que la relación del maestro con su alumno se ha deteriorado. Desde
antiguamente, la única vía de acceso al conocimiento que tenía un alumno era a
través de su maestro. El maestro no se limitaba únicamente a hablar o a leer de
un libro sino que ayudaba a su discípulo a forjar su carácter y a desarrollar una
actitud proactiva basada en el respeto y la confianza. Esa relación ha
desaparecido. Ahora el maestro tiene que competir con los medios sociales, y la
gran cantidad de información que estos suministran.

La práctica de la docencia se ha visto afectada por los “males” de la sociedad


líquida. Por parte de los estudiantes, se espera satisfacer las necesidades
formativas de forma inmediata, olvidando que es necesario un tempo y un
recorrido madurativo. Por parte de los docentes, se buscan siempre nuevas
fórmulas de transmisión de conocimientos que hagan cada vez más
competentes a los estudiantes.

El papel del docente cambia de ser un mero transmisor de contenidos de


aprendizaje a ser facilitador de los aprendizajes que llevan a cabo los propios
estudiantes. Se da más importancia al proceso, y los alumnos se responsabilizan
de los propios aprendizajes. Se busca trabajo en grupos heterogéneos para
aumentar la riqueza de las propuestas y de los intercambios del propio
alumnado.

El papel del alumno, por tanto, adquiere más autonomía, lo que supone un
mayor compromiso y siguiendo a Biggs ello supone una mayor motivación, lo
cual provoca una mejora de la calidad del aprendizaje. Se les prepara para que
sean capaces de adaptarse a la Modernidad líquida, donde deben superar el
modelo individual buscando apoyarse en comunidades de aprendizaje.

En cuanto a la metodología, se pasa de modelos pasivos a modelos más


activos. Se deja de creer en la exposición teórica como única vía de impartir
docencia (pasivo), donde los alumnos no tienen muchas opciones de aportar y
opinar, para fortalecer un modelo más abierto (activo) que genera múltiples
respuestas y requiere reflexiones, aplicaciones y elaboración de materiales en
grupos colaborativos.

Con todo esto, podemos concluir que es necesario repensar el tipo de


educación de nuestras sociedades de forma que ésta consiga adaptarse al
mundo actual, instantáneo y cambiante, de forma que el valor de la educación
recibida pase a ser el del proceso y herramientas de aprendizaje y no lo
aprendido en sí.

El camino hacia el éxito pasa por ser uno mismo, tener ideas nuevas,
proyectos originales, primar la calidad sobre la cantidad. Dejarse guiar y fluir,
aprender y desaprender, estar dispuesto al cambio y adaptarse a las
circunstancias. Convertirnos en sujetos líquidos y moldeables, pero con un
criterio propio adquirido a través de herramientas como la Educación Líquida.

Bibliografía

 Bauman, Z. (2005). Los retos de la educación en la modernidad líquida.


Barcelona. Editorial Gedisa S.A.
 Biggs, J. (2006). Calidad del aprendizaje universitario. Narcea: Madrid.
 Fernández March, A. (2006). Metodologías activas para la formación de
competencias. Educatio siglo XXI.
 Informa RN (2009). Zygmunt Bauman: la crítica como llamado al
cambio [Archivo de video], septiembre, 10. Tomado de
https://www.youtube.com/watch?v=X4YGdqgCWd8
 Molina Caballete, J.P. y López, C. (2015). Mutación digital. Claves para
el desarrollo de la docencia de la comunicación corporativa en el ámbito
de la educación líquida. Telos, 101, junio-septiembre 2015.
 Naval, C. (2000). Filosofía de la educación. Navarra: Ed. Universidad de
Navarra.
 Solís Delgado, J.J. (2013). Educación líquida - Zygmunt
Bauman [Archivo de video]. Mayo, 8. Recuperado de
https://www.youtube.com/watch?v=PSWQEiDBqWw

 Revistas:
 Buendía, C. A. (2010). ¿Es el maestro un filósofo? El riesgo de educar, 9,
13-32. Recuperado de https://www.ucss.edu.pe.

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