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México
Universidad Nacional Autónoma de México
Instituto de Investigaciones Históricas / Silex Ediciones
2015
864 p.
Ilustraciones
(Serie Historia General, 34)
ISBN 978-607-02-7530-2 (UNAM)
ISBN 978-84-7737-888-4 (Sílex)
Formato: PDF
Publicado en línea: 8 de mayo de 2017
Disponible en:
http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital
/libros/mundo/conquistadores.html
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6 El trabajo clásico sobre esta operación es el de José María Lacarra, «La conquista
de Zaragoza por Alfonso I», Al-Andalus, Revista de las Escuelas de Estudios Árabes
de Madrid y Granada, v. XII, 1947, pp. 65-96.
7 Las expresiones referidas a la edificación de El Castellar en Antonio Ubieto Arteta
(ed.), Crónica de San Juan de la Peña, Valencia, Caja de Ahorros y Monte de Piedad
de Zaragoza, 1961, p. 57, y José María Lacarra, «Documentos para el estudio de
la reconquista y repoblación del valle del Ebro», en Estudios de Edad Media de la
Corona de Aragón, t. II, Zaragoza, Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
Escuela de Estudios Medievales, 1945, doc. n. 12, p. 472. Para Justibol, Antonio Ubie-
to Arteta: Colección Diplomática de Pedro I de Aragón y de Navarra, Zaragoza, Consejo
Superior de Investigaciones Científicas, 1951, p. 115 y doc. 100.
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13 Alfonso X: Espéculo, Gonzalo Martínez Díez y José Manuel Ruiz Asensio (eds.),
Ávila, Fundación Sánchez Albornoz, 1985, Lib. III, Tít. V, Ley V.
14 El testimonio directo de Alfonso VI en José Antonio García Luján, Privilegios
Reales de la Catedral de Toledo (1086-1462), Toledo, Torres imp., 1982, v. II, p. 17;
Lucas De Tuy, Chronicon Mundi, Francfurt, Hispania Illustrata, 1608, p. 100; Luis
Charlo Brea (ed.), Crónica Latina de los Reyes de Castilla, Cádiz, Universidad de
Cádiz, 1984, p. 2; Rodrigo Jiménez De Rada, Historia de Rebus Hispanie, Turnhout,
Brepols, 1987, lib. VI, cap. XXII, p. 204.
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16 Ubieto Arteta, Colección Diplomática de Pedro I, op. cit., pp. 48-49 (para
Montearagón), pp. 78-80 y doc. n.1 20 (para Pueyo de Sancho), p. 104 y doc. n. 63
(para Pueyo de Barbastro) y pp. 104-105 y doc. n 1 69 (para Trava). Para Gardeny véase
Ramón Menéndez Pidal, Historia de España, Madrid, Espasa-Calpe, 1998, v. IX, p. 307.
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17 Primera Crónica General, op. cit., caps. 891-892. La referencia textual en cap. 891,
p. 560.
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18Las referencias a Burriana y el Puig en Jaime I, Libro de los hechos, Madrid, Institución
Fernando el Católico-Gredos, 2003, 128-131, pp. 209-213. La cita textual en 131, p. 212.
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23 Randall Rogers, Latin Siege Warfare in the Twelfth Century, Oxford, Oxford Uni-
versity Press, 1992, pp. 177-188.
24 La descripción de los asaltos en De expugnatione Olisiponis A.D. MCXLVII, Portu-
galiae Monumenta Historica, Scriptores, Lisboa, 1856, vol. I, pp. 400-403.
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34 Primera Crónica General, op. cit., cap. 915, p. 586. Un análisis detallado de esta
operación en Francisco García Fitz, «El Cid y la guerra», en César Fernández Alonso
(coord.), Actas del Congreso Internacional, El Cid. Poema e Historia, España, Ayun-
tamiento de Burgos, 2000, pp. 404-410.
35 Ibn Abi Zar`, Rawd al-Qirtas, Valencia, J. Nacher, 1964, pp. 317-318; Emma Fal-
qué Rey (ed.), Historia Compostelana, Madrid, Akal, 1994, Lib. II, cap. IV, p. 306.
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36 Chronica Adefonsi Imperatoris, op. cit., Lib. II, 50-66. La cita textual procede de la
traducción ofrecida por Maurilio Pérez González, Crónica del Emperador Alfonso VII,
León, Universidad de León, 1997, Lib. II, 56.
37 Para Córdoba y Sevilla, Primera Crónica General, op. cit., caps. 1046 y 1121. En
el caso de Valencia –1238–, cabe recordar que aunque las tropas catalano-aragonesas
utilizaron al menos un trabuquete y varios fundíbulos y protagonizaron diversos
intentos de asaltos contra la muralla de la ciudad, los factores determinantes para la
rendición fueron, de un lado, la constatación de que el cerco casi se había completa-
do en torno a la urbe y, de otro, la escasez de víveres en el interior, Jaime I: Libro de
los hechos, op. cit., 269, pp. 335-336.
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se acercó para ayudar a los sitiados, y en este caso fue una batalla
campal la que dirimió, a favor de los norteafricanos, la suerte de
la fortaleza38.
En cualquier caso, lo que está claro es que si los cercados no
recibían este tipo de ayuda desde el exterior, su destino estaba
marcado desde el momento mismo en que fueran bloqueados:
era, pues, la conjunción del aislamiento físico con el aislamien-
to político-militar lo que determinada el éxito de una gran
conquista.
Queda por plantear una última reflexión en torno a las for-
mas de la guerra de conquista. Acabamos de comentar que una
batalla podía ser decisiva para la suerte de un punto asediado:
del éxito o del fracaso campal de un ejército de socorro podía
llegar a depender el destino de una conquista, de la misma forma
que del éxito o del fracaso de una salida masiva de los cercados
–dispuestos a arriesgarse en una colisión frontal y abierta contra
los asediantes– podía llegar a ser determinante en el curso de los
acontecimientos. En relación con este último supuesto, cabría re-
cordar, a modo de ejemplo, que eso es lo que hizo el Cid en 1094,
saliendo de Valencia para enfrentarse con éxito a los cercadores
almorávides en la batalla de El Cuarte, lo que le permitió conso-
lidar su dominio sobre la ciudad y retrasar varios años el control
de los norteafricanos sobre la zona levantina39.
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40 García Fitz, Castilla y León frente al Islam, op. cit., pp. 308-311.
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