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EVALUACION DE LAS SITUACIONES DE RIESGO

Los servicios de protección infantil, salvo en los programas preventivos, actúan después de que
un daño se haya producido, intentando evitar que el daño se repita. La intervención se
produce cuando el daño es infligido por las figuras parentales o tutores del niño.

Evaluación: Se trata de una evaluación acerca de lo que puede ocurrir en un futuro, y no sobre
lo que haya sucedido en el pasado, aunque estos datos se tomen para realizar dicha
valoración.

La metodología utilizada es de dos tipos:

- Observación directa por técnicos de servicio de menores:


 Entrevistas al niño y a su familia.
 Visitas al domicilio, con el fin de evaluar las condiciones de habitabilidad,
seguridad e higiene en la vivienda, así como la previsión en aspectos básicos
como alimentación, escolarización y aseo.

- Evaluación indirecta a través de otros profesionales implicados:


 Solicitud de informes a todas las instituciones que puedan estar implicadas,
como pueden ser, servicios sociales, sanitarios, colegios, policía, unidad de
tratamiento de toxicomanías…

1. OBJETIVIDAD DE LAS EVALUACIONES


1.1 TIPOS DE ERRORES

En las evaluaciones nos podemos encontrar con dos tipos de riesgos:

 Error tipo 1 (falsos negativos): Ocurren cuando se predice que un menor no


sufrirá maltrato y posteriormente este se produce.
 Error tipo 2 (falsos positivos): Consiste en pronosticar que un niño será
maltratado, sin que esto suceda.

El énfasis en la actualidad se centra en evitar los errores tipo 1 o falsos positivos, es decir evitar
que el maltrato ocurra, pero este objetivo es muy complicado ya que puede llevar a un
aumento del error tipo 2 o falsos positivos, es decir pronosticar maltrato cuando este no va a
suceder.

Las consecuencias de intervenir en un entorno en el que no existe maltrato pueden acarrear


estigmas judiciales, sociales y personales, que en todo momento deben ser evitados, como
pueden ser:

 Supone una violación de la privacidad y los derechos de la familia del niño, así como
un posible daño al estatus social y la reputación de estos.
 Puede crear un ambiente de incertidumbre e intranquilidad en el grupo, que acabe
provocando un estado de crisis desestabilizadora de los involucrados.
 Cuando se adopta una medida preventiva de apartar al niño de una familia en la que
no hay desprotección, se produce una decisión equivocada e innecesaria que puede
llevar a un trastorno emocional para los afectados.

Por lo tanto, es necesario actuar con una precaución extrema ya que tan mala praxis
institucional es que un menor desamparado no sea protegido, como separar del entorno a
aquel que no sufre desprotección.

1.2 FUENTES DE ERROR

En la evaluación existen tres posibles fuentes de error:

 Sesgo en las informaciones: El escaso contacto directo con el medio en el que se


producen las condiciones de inseguridad, constituye un obstáculo importante para una
adecuada evaluación, pues el manejo de información insuficiente (junto con la
precipitación en la actuación) constituye los factores de mayor distorsión en la toma
de decisiones. Las denuncias e informes pueden contener los siguientes errores:

a) Profesionales poco entrenados en evaluar estas situaciones: En lugar de


reflejar los hechos observados, se dedican a hacer interpretaciones y
valoraciones de estos.
b) Parcialidad: Reflejar unos datos y obviar otros. Sobre todo, la evaluación
únicamente desde la perspectiva de las deficiencias, limitándose a reseñar las
carencias y olvidando los posibles recursos del núcleo de origen, la familia
extensa y el propio menor.
c) Informaciones genéricas, poco claras e inconcretas: Algunos escenarios como
las denuncias anónimas, sospechas de la escuela o de un pediatra o denuncias
de vecinos, colocan a los profesionales en el deber de actuar sin una base
firme.
d) Notificaciones de presencia de factores de riesgo en el entorno del niño
(situación laboral precaria, alcoholismo o escasez de recursos), como supuesta
evidencia de existencia de maltrato: Los factores de riesgo no prueban los
malos tratos, si estos no se confirman de manera fehaciente.

 Indeterminación de la normativa: Las situaciones en las que la ley describe como


maltrato, riesgo o desamparo en muchas ocasiones pecan de indeterminación y falta
de concreción: cada evaluación se debe llevar a cabo mediante juicios en los que se
compara el cuidado que recibe el niño con un supuesto estándar normal de cuidado y
atención de menores. Los problemas que nos encontramos son:

a) No hay consenso en relación con los cuidados mínimos que requiere el niño,
excepto en rasgos generales.
b) No existe la familia modelo ni en los miembros que la componen, ni en sus
valores, normas y conductas.
 Evaluación en sí misma: En este sentido debe ponerse atención sobre determinados
aspectos de la evaluación:

a) Sesgo del observador: En ocasiones solo los aspectos de la evaluación que se


adaptan al marco conceptual son tenidos en cuenta, quedando excluidos los
demás. De esta manera, observaciones idénticas conducen a formulaciones
radicalmente diferentes, cuando se parte de modelos conceptuales diferentes.
b) Cuando mayor es el nivel de abstracción de una hipótesis, menor es la
posibilidad de verificarla o rechazarla con los datos de la evidencia empírica:
De esta manera se incrementa la posibilidad de realizar suposiciones o
inferencias alejadas de los hechos y datos objetivos, en base a
interpretaciones derivadas de modelos teóricos o suposiciones personales.
c) En contextos de fuerte presión social los profesionales deben ser
extremadamente cuidadosos en sus apreciaciones y conclusiones: Esta presión
puede provocar percepciones distorsionadas.

2. REQUISITOS DE LA EVALUACIÓN.
Desde una epistemología constructivista, se piensa que los valores personales e ideológicos,
junto con el marco teórico del evaluador, tamizan las observaciones y convierten en un hecho
subjetivo el acto de evaluar. El profesional percibe, selecciona y clasifica los datos activamente
de tal manera que avalen las tesis previamente asumidas, lo que imposibilita la visión aséptica
y neutral.

Con el fin de evitar estas posibles fuentes de error, consideramos que la evaluación debe
cumplir los siguientes requisitos:

1) Exhaustiva: Implica postergar las conclusiones y decisiones hasta disponer de toda la


información posible, procedente de entrevistas, informes y visitas al domicilio.
Es preferible aproximarse a la situación sin ideas preconcebidas acerca de la existencia
o no del posible maltrato, verificando con los implicados los hechos conocidos y
cualquier información de quien deriva o de otros profesionales. Se trata de prguntar
sin dar nada por supuesto. Esta medida:
a) Previene de ideas preconcebidas: Que pueden contaminar la evaluación y la
relación con los usuarios.
b) Evita que el técnico establezca hipótesis previas: Antes de contar con todos los
datos.
c) Ayuda a que los clientes perciban que el profesional no hereda automáticamente
las actitudes y percepciones anteriores.
2) Rigurosa: Centrarse en los datos y hechos objetivos, demostrados, lógicos y
razonables, y no hacer inferencias ni interpretaciones de los hechos.
3) Visión amplia de la realidad social: Compresión y respeto a las diferencias culturales,
religiosas, étnicas, familiares o personales. Habría que tener especial cuidado con el
etnocentrismo cultural y con el nivel de exigencia a los usuarios.
4) Global: Tener en cuenta todo el medio familiar (nuclear y extenso) y otros estamentos
implicados en la red social: servicios sociales, sanitarios y educativos.
5) Énfasis en el presente: Centrarse en la situación y las circunstancias actuales que
rodean el entorno, evitando buscar las causas en el pasado. Investigar acerca del
“porqué” de lo sucedido puede provocar que el interlocutor se sitúe a la defensiva y
que se instaure un clima de enfrentamiento y competitividad.

3. DOS MODELOS DE EVALUACIÓN


En el presente punto vamos a presentar dos maneras diferentes de enfocar el análisis de la
situación problemática:

 Evaluación tradicional: Cuya filosofía es valorar la gravedad de las condiciones con el


objetivo de analizar si los niños pueden permanecer o no en el hogar. Este se centra en
corregir los errores.
 Centrada en la competencia (postura constructivista): Basado en los recursos y en la
competencia, incide sobre los recursos de las personas y las posibles soluciones, con el
fin de que los niños permanezcan en el hogar y evitar que salgan del mismo. Este
enfoque se centra en fomentar los recursos.

EVALUACIÓN TRADICIONAL CENTRADA EN LA COMPETENCIA


Existe una realidad objetiva que puede ser La realidad es construida por el
aprehendida. observador de manera subjetiva y
Epistemología autorreferencial.
de la evaluación
La valoración de una situación surge de los datos El observador selecciona y valora los
objetivos datos en función de su modelo del
mundo.
Histórica: En el pasado se pueden encontrar las Actual: Centrada en el presente y en la
causas y las claves. búsqueda de soluciones.

Naturaleza y La evaluación de los déficits determina la La intervención se establece en


objetivos de la intervención. función de los objetivos a conseguir.
evaluación
Objetivo: Revisar la gravedad de la situación y de Subrayar los recursos y los factores de
los factores de riesgo. protección: lo que evita o puede evitar
el problema.
Experto: Determina lo que hay que cambiar y lo Los objetivos o soluciones se acuerdan
Papel del que hay que hacer. con la familia.
profesional
Relación jerárquica. Relación de igualdad, basada en la
colaboración.
La visión de la La familia puede ser reticente a colaborar. Presta atención a los aspectos de
familia ante la cooperación y colaboración.
evaluación
Las familias de riesgo cambian muy difícilmente. El cambio es constante e inevitable.

Desde el modelo constructivista, el técnico es una parte activa de la evaluación: la


determinación de la gravedad de la situación es influida, conformada y moldeada durante el
proceso de evaluación.

Es necesario desde el primer contacto, connotar positivamente la actuación de la familia


(como personas capaces de solucionar su problema y dotados de recursos), con el fin de
salvaguardar su autoestima y su imagen de eficacia.
4. ASPECTOS A EVALUAR

A continuación, se presenta los elementos que tenemos que tener en consideración a la hora
de analizar las posibles circunstancias de la desprotección. Estos aspectos tienen que ver con
los siguientes factores:

 La gravedad de la situación.
 Los objetivos a lograr.
 Los recursos necesarios.

4.1 GRAVEDAD DE LA SITUACIÓN.


Gravedad de la situación: Está delimitada por un continuum cuyos extremos están definidos
por los indicadores y los factores de riesgo, además de los factores de seguridad.

INDICADORES DE RIESGO

Encontramos tres indicadores:

- Gravedad y urgencia del maltrato:

1) Intensidad, frecuencia y duración.


2) Incidentes anteriores y cronicidad.

- Grado de cobertura de las necesidades del niño: necesidades biológicas, cognitivas,


emocionales y sociales.
- Posible peligro futuro: Probabilidad de que el menor sea dañado en el futuro.
Analizamos este indicador más detalladamente en un apartado posterior.

FACTORES DE RIESGO ASOCIADOS

Factores de riesgo asociados: Son variables que se encuentran asociadas a los ambientes de
maltrato y que facilitan su aparición.

Entre los factores de riesgo que encontramos tendríamos:

- Vulnerabilidad del niño: Mayor peligro a menor edad (sobre todo inferior a 5 años) o
presencia de déficits físicos o psíquicos.
- Cronicidad de la situación, condiciones evidentes de precariedad e inseguridad de la
violencia.
- Falta de habilidades parentales: Padres adolescentes o desconocimiento de las
necesidades del niño, negativa de los adultos a colaborar.
- Crisis familiares o de pareja: Trastornos psíquicos o déficits intelectuales o
emocionales, también desadaptación social, conducta violenta, abuso de drogas o
alcohol.

FACTORES PROTECTORES, DE SEGURIDAD O DE COMPETENCIA

Se trata de evaluar aquellos aspectos que reducen o pueden reducir y contrarrestar los
factores de peligro. Los factores protectores que podemos encontrar son:
 Indicadores de seguridad que existen en la familia:

1) Aspectos positivos en la familia en el cuidado de niños.


2) Capacidades que tienen para superar las circunstancias difíciles.
3) Apoyo en las situaciones difíciles de solventar.

 Indicadores de seguridad razonable:

1) Cuáles son los requisitos que necesita la familia para alcanzar un nivel de
seguridad razonable.
2) Fuentes de información que nos proporcione la seguridad de que esté bien
atendido.

 Medidas concretas que pueden aplicarse:

1) Cambios que son necesarias para que la situación se normalice.


2) Existencia personal capacitado para aplicar medidas o aumentar la seguridad.
3) Recursos del entorno o institucionales que se pueden aportar.
4) El proceso por el que se llevarían a cabo.

4.2 DETERMINACIÓN DE LOS OBJETIVOS


Después de analizar los factores de inseguridad y los factores protectores, pasamos a
determinar las señales que nos permitirían saber que las condiciones han mejorado y que los
niños y están seguros en casa. Estos indicadores hacen referencia a uno de los siguientes
requisitos básicos:

 Nivel de seguridad del menor en la familia.


 Condiciones de habitabilidad de la vivienda.
 Precisión y control de la salud y de los hábitos diarios de los niños (higiene,
alimentación, sueño, ocio…).
 Cuidado, trato y atención que recibe el menor en la familia.
 Normas de convivencia, costumbres y hábitos de vida de los adultos.
 Adaptación del chico en el medio escolar y social.

En función de las características de cada caso, se concretan estos objetivos en indicadores más
específicos. Estos criterios, que se establecen juntamente con los padres de forma que sepan
claramente lo que se espera de ellos.

4.3 EVALUACIÓN DE LOS RECURSOS


En el caso de los recursos nos podemos encontrar:

 Intrafamiliares: Implicación de los miembros del grupo en la intervención, recursos


con los que cuenta la familia, y/o búsqueda de la progresiva autonomía del menor.
 Extrafamiliares: Procedentes de la red social (parientes, vecinos, voluntarios, escuela,
comunidad).
 Institucionales: Soporte económico, técnico, psicoeducativo, atención de día,
educador, guarda temporal.

La colaboración de la familia la consideran algunos autores como el “reconocimiento del


problema” y la “motivación para el cambio”. La colaboración está en función de la relación que
se establezca con ellos, y depende en parte también de ellos. Asumimos entonces como
nuestra responsabilidad el lograr su participación, así como de movilizar sus recursos y de
lograr suplir los déficits y carencias.

4.4 ELEMENTOS BÁSICOS


Entre todos los aspectos a evaluar, hay algunos que conforman un mínimo a tener en cuenta,
antes de adoptar cualquier medida y con independencia de las circunstancias puedan variar y
las medidas ser revisadas posteriormente. Los elementos que se consideran de este tipo son:

 Determinar la gravedad y la urgencia de la situación del maltrato.


 Evaluar el nivel de seguridad actual y el cuidado que recibe el menor en la familia.
 Precisar los indicadores que marcarían un nivel de seguridad razonable, así como los
elementos que se necesitan para lograrlo.
 Evaluar los recursos del propio niño, del medio de origen, del entorno y de los
institucionales que pueden ser útiles, examinando las posibilidades existentes para
que permanezca o retorne a su hogar.
 Investigar si hay parientes que se puedan hacer cargo de un menor, cuando hayan
fracasado las medidas previas de intervención con la familia. La evaluación de un
posible acogimiento debe preceder a otras medidas, como el internamiento.

5. EL RIESGO FUTURO
Riesgo en protección infantil: Consiste en la probabilidad de que un niño que haya sido
maltratado en el pasado, sufra de nuevo un daño en el futuro, así como la probabilidad de
que ese daño sea o no grave.

La evaluación del “nivel de riesgo” es un concepto sobre el que no existe consenso entre
los profesionales. La evaluación y concreción de la probabilidad del peligro futuro surge a
partir de las respuestas a las siguientes cuestiones:

 Condiciones necesarias para reducir el riesgo de maltrato futuro.


 Factores que se precisan para mantener los cambios y el nivel de seguridad
actual.
 Elementos que puede aportar la familia para evitar la recaída.
 Evaluar la posible necesidad de algún tipo de apoyo, y cuáles son y durante
cuánto tiempo.

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