Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
CAPITULO 1
Empieza con la frase: aquel estaba siendo el invierno mas largo que los mas ancianos
del lugar podian recordar
Heliogabalus, una ciudad relativamente nueva, de anchas calles y casas nuevas
Crecida rapidamente tras la guerra, prospera gracias al heliotropo, un mineral poco
valioso intrinsecamente, pero con muchas propiedades magicas, por lo que se exporta y
tiene mas valor
Cuenta un poco la historia reciente, el rey gareth, la invasión del rey brujo, la guerra, etc
Entonces centra la imagen en el presente, en el invierno mas largo
Las calles llenas de refugiados, de mendigos, la escasez de alimentos y los numerosos
graneros de la ciudad vacios. La perdida de valor del dinero, ya que lo importante es
comer. Hace falta mucho dinero para poder comprar alimento y la gente hace tiempo
que lucha por llevarse algo a la boca. Hasta las ratas escasean.
La guardia tiene muchos problemas para mantener el orden y si no se abren los pasos de
montaña cerrados por la nieve y el invierno, la situación puede reventar en breve.
Entonces se presenta al personaje del gnomo
Malvive en la ciudad, muerto de hambre, con sus gracias y sus canciones, alegre y jovial
a pesar de todo.
Buscando comida averigua que en las afueras hay una orden de gente que parece que
vive bien alimentada y sigue la pista
Llega a una comunidad extraña de gente rara pero amigable que le invita a quedarse con
ellos y le ofrecen comida.
Le llevan ante su lider medio loco que le empieza a contar su historia de cómo en un
viaje llego a un bosque susurrante y alli vio a una hermosa dama verde invocando un
ritual en lo alto de unas rocas en una montaña. El ritual traeria el invierno mas largo a
esta region, pero esto solo debe intuirse ligeramente.
La mujer, alegre de verlo se dirigio a el diciendole algo asi “el gran invierno se acerca,
alimentaros los unos de los otros y los que sobrevivais tal vez podreis ser dignos de
servirme
Se le quedo tan grabada su belleza y fuerza que se volvio loco por ella. Al llegar a
heliogabalus estaba comenzando el invierno, pero cuando este empezo a ser demasiado
largo se dio cuenta que la mujer tenia razon y comenzo a predicar el canibalismo.
Entonces entraran de repente la guardia de la ciudad. La secta se rebelara y comenzara
una batalla. Lucha y muerte. Un cadáver caera sobre el gnomo que quedara inconsciente
y atrapado. Al despertar vera a todos muertos y buscara al lider. Este en su estertor final
le dira: alimentate de mi, yo no he sobrevivido, pero tal vez tu si y seas digno de la
reina. Asi acabara el capitulo, sin saber si el gnomo come o no come.
CAPITULO 2
Introducira al resto de personajes, entre ellos hakim y el druida. Hakim es leal y bueno.
El druida es la naturaleza, neutral autentico y su filosofia es que la lluvia es beneficiosa
pero puede se tambien perjudicial, aun asi sigue siendo vapor de agua condensado, por
lo que no existe el bien ni el mal, solo dos caras de la misma moneda que siempre estan
en equilibrio. Mas adelante habra una discusión entre ambos en la que hakim, con su
peculiar acento moro le dira que son hermanos y que daria su vida por el, a lo que el
druida se extrañara, porque hakim es callado y reservado y no se esperaba esto de el,
sino tambien porque el no piensa igual, la supervivencia es lo primero y no hay
equilibrio en ofrecer tu vida por otro, un animal no hace eso, pero hakim le insistira
diciendo que esta seguro que haria lo mismo por el.
En el capitulo 2 se comenzara con la oferta de trabajo de la compañía (buscar un
nombre) hablaran varios hombres reunidos antes de las pruebas y uno que parece saber
mucho dira los peligros del viaje y hablaran de que si merece la pena y que desde luego
que merece por salir de aquel congelador en el que al escupir el esputo llega al suelo
congelado.
Hablaran de hakim el tres brazos, la gente dira que porque se llama asi y le
preguntaran, el no aclara nada dira que pregunten a sus compañeros (los que mas llevan
con el contestaran que no lo saben, que ya lo llamaban asi de antes y empezaran las
especulaciones. Unos diran que es por su rabo, lo que llevara a comentarios jocosos
sobre mariconerias, que casi acaban en pelea pero se calmaran los animos gracias al
gnomo que pondra paz diciendo que solo era una pregunta estupida. Otros diran que es
por sus armas. Le preguntaran al druida que si las ha visto alguna vez y este dira que no,
que solo en las manos de hakim, que son armas sureñas y que no esta seguro como se
llaman… cimarras? Le corregiran jocosamente que se llaman cimitarras, afiladas como
cuchillas que maneja dos a la vez (otra manera extraña de pelear por estos lares) y que
es tan agil y rapido y las maneja tan rapido que parece que tenga tres brazos.
Al calor de la hogera se planteara el viaje, adonde va, porque se hace, porque van gente
sin experiencia y tantos. Hablaran del capitan y que es experimentado, que los entrenara
el y que si hacen lo que dicen sobreviviran
Otro dira que son muchos, que seguro moriran en el viaje 20 o 30, pero que al ser tantos
es poca probabilidad de que le toque a el
Sera una conversación entre gente curtida y poco refinada, con palabrotas y frio,
compartiendo gachas que hace mucho que no comen nadie, y esta es la principal razon
de que esten alli.
Hablaran de las pruebas que han hecho y que sabe hacer cada uno (la razon de que les
hayan escogido para el viaje).
El capitulo tiene que acabar con alguna frase chula, podria ser la de escupir sobre el
suelo y que llege congelado.
El valle prohibido
Como? El valle prohibido, el angosto desfiladero de los picos arrancados que esta llena
de tumbas de las eras pasadas? Quereis quedaros alli?
El valle prohibido debe seguir prohibido, nadie podra adentrarse en el…
Maegarn sospecha… si esta relatado como madre luna, como describir sus sospechas,
tal vez deberia relatarse como maegarn.
Piensa que se la esta jugando, que tal vez haya algo valioso alli, una mina, criptas con
tesoros o cualquier cosa similar,
es un lugar al que nadie desea ir, alli solo hay tumbas que mis gentes dicen que estan
malditas, si no hubierais dicho nada igualmente nadie se le ha perdido nada alli.
CAPITULO XX
EL JARDIN DE LAS MANDRAGORAS
La luz del perpetuo atardecer hacia que la muralla de ladrillo que tenían frente a
ellos tuviera aun un color más anaranjado. A través del arco que accedía a su interior, se
podía ver una zona que se asemejaba a un jardín, ya que la disposición de sus plantas,
rocas y caminos parecía hecha con un propósito artístico, no de una manera caótica y
aleatoria como hubiera sido el caso, si la naturaleza hubiera moldeado aquello.
Lo que si era evidente es que natural o no, las plantas que lo formaban no eran
corrientes. Casi todo lo que se veía desde aquí parecían hongos y setas, de tamaños,
colores y formas tan dispares que se podía pensar que probablemente no había dos
iguales. Lo primero que paso por la cabeza de la compañía es que seguramente muchas
de ellas serian venenosas o toxicas. Aun así, estaban obligados a avanzar a través del
jardín pues no existía otro camino. Las garras del bosque abrazaban por todos los lados
aquel cercado sin dejar ni un solo claro y ya sabían que ocurriría si intentaban penetrar
en él, así que o daban la vuelta por donde habían venido o no tenían más remedio que
pasar dentro de la muralla de baldosas naranjas. Armándose de valor, atravesaron la
arcada.
El camino serpenteaba entre las setas, la mayoría de las cuales tenían alturas
superiores a los 10 metros y un diámetro similar. Las que eran más pequeñas se
agrupaban en frondosos ramilletes de decenas o cientos, apretujadas contra las rocas o
saliendo directamente del suelo. Aun estas de menor tamaño eran más grandes que las
setas normales, pudiendo tener entre 30 centímetros y 1 metro de diámetro. Por
supuesto a nadie se le ocurrió tocarlas y mucho menos probarlas, pese a que algunas
tenían un aspecto apetitoso y comestible.
Aparentemente no había señales de ningún otro tipo de vida que no fuera vegetal,
sin embargo flotaba en el aire de manera ubicua lo que parecía ser esporas de tamaño
considerable que daban la impresión que no se desplazaban al son del movimiento del
aire, sino que parecían “revolotear” caprichosas, como si fueran insectos o algo dotado
de una cierta voluntad. Al principio recelaban de ellas e intentaban con bastante
dificultad no tocarlas voluntaria o involuntariamente, pero poco a poco se
acostumbraron a su presencia acabando por ignorarlas ya que no parecían tener ningún
efecto nocivo o peligroso.
Conforme la compañía avanzaba, pudieron apreciar que mas allá del manto de
caperuzas, se alzaba un montículo en cuya copa se veían unas setas gigantescas, más
altas que el palo mayor de un galeón. Junto a ellas se distinguía otra de las cadenas que
sostenían los mil alientos, alzándose hacia el cielo. Hasta ahora, el peligro siempre había
estado cerca de la cadena de anclaje, en forma de guardián. Aunque quiza aquella vez
fuera diferente, el dilema seguía siendo el mismo: aproximarse hasta allí y destruir la
cadena, siguiendo el consejo del libro de Zuddiger (arriesgándose a enfrentarse con el
guardián) o intentar evitar el peligro dando un rodeo y dejar intacto aquel anclaje. Al fin
y al cabo los héroes no tenían ni idea de que sucedería si lograban romper las suficientes
sujeciones como para que los mil alientos dejaran de estar mágicamente separados del
primer mundo. Tal vez caerían desde la enorme altura a la que se encontraban,
provocando la destrucción de aquella tierra y sus habitantes (incluido a ellos mismos) o
quizá descendiera suavemente como una pluma hasta ocupar el lugar al que pertenecía.
O tal vez simplemente desaparecieran como si nunca hubiera existido. En aquel reino
mágico e irreal cualquier cosa, hasta la más ilógica y descabellada era posible.
La única pista o información que tenían eran los relatos de un bardo enloquecido
en los que contaba como una estatua parlante le había aconsejado que para salir vivo de
allí debía romper todas las cadenas que pudiera. Para una persona racional las
posibilidades de que aquello saliera bien eran de una entre un millón, pero para un
grupo de aguerridos aventureros que habían luchado contra un liche resucitado, habían
hecho un trato con un dragón blanco nacido hacia mil años y forjado un reino en la
región mas inhóspita, peligrosa y dejada de la mano de los dioses, parecía una
probabilidad más que razonable y a pesar de algunas voces discordantes en el grupo,
decidieron ceñirse al plan original.
El corazón les latía fuertemente, todos desenvainaron sus armas y agudizaron sus
sentidos preparados para cualquier ataque. Intentaron avanzar lo más sigilosamente
posible, ocultándose entre los enormes troncos de las setas con sus pasos orientados
hacia los eslabones que emergían por encima del bosque. Cuando finalmente llegaron a
las inmediaciones del lugar donde se encontraba el anclaje, se llevaron una sorpresa.
Bajo la copa de la seta más increíblemente enorme que podía existir, se
encontraba un pequeño anciano, enjuto y encorvado. Vestía unos sencillos ropajes de
color verde, con aspecto de usados y con varias manchas de tierra en las piernas. P
portaba unos anteojos para facilitar el trabajo de precisión que se encontraba realizando.
En una de sus manos había una botella llena de un líquido que sencillamente podía ser
agua, que tenía un pulverizador, como los botes de perfumes. En la otra había unas
pequeñas tijeras que manejaba con soltura al podar minuciosamente un extraordinario
olivo, que pese a ser un árbol en miniatura, debido a su porte y frondosidad ocupaba
toda la mesa de trabajo. El hombrecillo parecía tranquilo y abstraído en su trabajo por lo
que no sabían si había funcionado la aproximación sigilosa o simplemente les estaba
ignorando.
Dudaron por un instante. Parecía inofensivo, pero si en verdad no los había
detectado era una situación ideal para atacarle con una enorme ventaja. Sin embargo el
caballero no llego a darles la opción de aprovecharse de la sorpresa:
La pregunta tan directa dejo a la compañía perpleja, más que nada porque ni ellos
sabían la respuesta.
―Eso depende. Venimos a destruir la cadena que ayuda a sostener Los Mil
Alientos fuera del Primer Mundo. Si no nos intentas detener, no debes temer nada de
nosotros ―contesto Lestad tras unos segundos de tenso silencio.
―Se podría decir que trabajo para ella… yo le proporciono ciertos servicios y ella
me provee de todo lo que le pido. Reconozco que soy una pieza fundamental en sus
planes. Yo mismo diseñe varios de los brotes que invaden vuestro mundo y los hice
funcionar, pero todo con el único afán del conocimiento y la experimentación. Soy un
científico especializado en la biología vegetal y mis descubrimientos e investigaciones
harán que la humanidad de un paso de gigante en su evolución. Salvaran muchas vidas y
libraran a los hombres de la mayoría de sus males. Creedme cuando os digo que la única
manera de lograr semejante hito era valiéndose de alguien como Nyrissa… aunque ello
conllevara ciertos sacrificios. Espero que ustedes sepan entenderme y permitan que
lleve a buen término mi trabajo ya que no me queda mucho para completarlo
.
―¿Esos sacrificios de los que hablas sabes que son la muerte de miles y miles de
personas, no? ―le contesto con desprecio el caballero.
―No tiene porque. Vosotros habéis detenido la mayoría de los brotes por el
momento y la ninfa no podrá intentar una nueva invasión hasta dentro de un mes,
tiempo suficiente para que acabe mi trabajo. Cuando esto suceda, yo mismo me
comprometo a ayudaros a mitigar los daños colaterales que puedan haber provocado los
brotes e incluso os podría ayudar a acabar con Nyrissa, eso si, si llegamos a un trato
satisfactorio para ambas partes. Como veis estoy siendo muy sincero y amistoso, pero
con la misma sinceridad y opuesta virulencia os digo que no permitiré que se trunque un
trabajo de 30 años cuando estoy tan cerca del éxito. Vosotros decidís, pero no me
subestiméis y tened en cuenta mis palabras.
―¿Qué es lo que te falta para completar tus trabajos? ―le espeto con curiosidad
el Druida.
―Seguro que lo son, pero me interesa mucho ese tema. Soy un apasionado de la
ciencia y más si tiene que ver con los seres vivos. Ilústreme por favor, ilústreme…
―Insistió Kardel. Si alguien era el más apropiado para entenderlo, ese era el druida.