Vous êtes sur la page 1sur 10

EI DILEMA

de la interpretación constitucional

RODRIGO UPRIMNY YEPES{'

I debate sobre la interpretación constitucional se encuentra hoy


en el centro no sólo de la teoría constitucional sino de la teoría
lurídica en general. Esto sucede no sólo en Colombia, sino en la
mayoría de los países en donde existe justicia constitucional, y existen
al menos dos razones que explican esa importancia creciente de las
discusiones sobre hermenéutica constitucional. De un lado, si admiti-
mos que la Constitución es no sólo la norma superior, sino además
una disposición directamente aplicable en todos los casos, entonces
en cierta medida ha operado una constitucionalización de todo el or-
denamiento jurídico, que hace de la interpretación constitucional un
momento de la aplicación del derecho en todos los campos. Y de otro
lado, si las sentencias de los jueces constitucionales tienen un impacto
jurídico y político considerable, es muy importante que sus decisiones
no dependan de su puro capricho, sino que puedan ser fundamenta-
das y controladas racional y normativamente. Por ello hoy podemos
decir que la interpretación constitucional ocupa, en el derecho y en la
discusión política, el papel que tenía en el pasado la interpretación en

. nUog¡o de la Universidad Externado de Colombia. Catedrático de la Universidad Nacio-


nal de Colombia. Magistrado Auxiliar de la Corte Constitucional de Colombia. Autor de
varios artículos sobre derecho constitucional.

fl dilema de la interpretación constitucional 455


derecho civil. Así, ha dicho al respecto el constitucionalista español
Francisco Rubio Llorente:
"Lo Teoría de lo lnterpretoción es hoy el núcleo centrol
de la Teorío de Io Constitución. Voldría oñodir que en lo
medido en que el Estodo contemporóneo es precisomen-
te Estodo Constitucionol, el problemo de lo interpreto-
ción es también el problemo centrol de Io Teorío del
Estodo e incluso, me otreverío o decir, en olguna medido,
de lo Teorío del Derecho.tea"

A pesar de esta centralidad de la interpretación constitucional, lo cierto


es que en los países latinoamericanos, y en especial en Colombia, la
literatura académica sobre el tema es bastante reducida. Y esto tiene
consecuencias perjudiciales no sólo para la práctica jurídica, sino incluso
parala discusión política y ciudadana sobre las labores de los jueces. Así,
en muchas ocasiones, la Corte Constitucional colombiana ha sido criti-
cada porque, en vez de limitarse a interpretar estrictamente la norma
constitucional, se habría dedicado a legislar. Sin embargo, la mayor par-
te de estos críticos no indican cuál es -si es que existe- el método co-
rrecto de interpretación constitucional que eltribunal colombiano habría
abandonado, con lo cual gran parte de su ataque pierde su fundamento,
pues si no precisamos con claridad en qué consiste una hermenéutica
constitucional correcta, entonces difícilmente podemos cuestionar a un
juez por supuestamente legislar en vez de interpretar adecuadamente
la norma fundamental. O tal vez estos críticos suponen que la aplicación
judicial de la Constitución no suscita mayores interrogantes, y que en
ese campo pueden aplicarse, sin dificultad, las viejas reglas hermenéuticas
diseñadas por el derecho civil en el siglo XlX, bajo el influjo de la escuela
de la exégesis o de la metodología propuesta por Savigny. Sin embargo,

ñGiFon.ir.o Rubio Llorente. "La interpretación de Ia Constitución" en La forma del po-


der. Madrid: Centro de Estudios Constitucionales, 1993, p 605. Esta afirmación de Rubio
Llorente, hecha a mediados de los ochenta, contrasta con la observación adelantada por el
const¡tucionalista argentino, Segundo Linares Quintana, en los años sesenta, para quien la
interpretación constitucional era una "materia generalmente descuidada por los estudiosos
de nuestra ciencia, y en Ia cual es dable comproba¡ no pocas veces, confusión cuando no
anarquía". (Ver Segundo Linares Quintana. La constitución interpretada. Buenos Aires:
Depalma, 1960, p l).

456 Rodrigo Uprimny Yepes


como intentaré mostrarlo posteriormente, la interpretación constitu-
cional no se adapta fácilmente a esos cánones hermenéuticos, cuya per-
tinencia -dicho sea de paso- también se encuentra en entredicho en las
otras disciplinas jurídicas.

La aplicación judicial de la Constitución es pues mucho más compleja


de lo que a primera vista se cree, con lo cual la justicia y el derecho en
general se han vuelto más interesantes, dinámicos y creativos, pero
más difíciles y polémicos. En tal contexto, la finalidad de este artículo
es poner en evidencia las particularidades de la interpretación consti-
tucional y mostrar cómo ellas conducen a un dilema difícil de resolver.

Mi punto de par^tida es entonces que la interpretación constitucional


comparte ciertos rasgos y dificultades con la práctica hermenéutica en
los otros campos del derecho, pues en todos los casos se trata de una
labor jurídica, en donde unos jueces, por medio de procedimientos
institucionalizados, resuelven controversias, invocando para ello unos
patrones normativos relativamente predeterm nados y com partidos es .
i
I

Sin embargo, la interpretación constitucional tiene ciertas particularida-


des, que conviene destacar, por cuanto plantean problemas específicos.
La interpretación constitucional es pues, como dice Wroblewski, un
caso especial de la interpretación jurídicare6. Estas peculiaridades se re-
lacionan tanto con las características de la norma a ser interpretada (el
texto constitucional), como con el lugar que ocupa el juez constitucio-
nal en el sistema político y el posible impacto de sus decisionesreT.

* Erto rignifi." que en este texto la expresión "interpretación constitucional" se limita a la


interpretación judicial de la misma. Por consiguiente, dejo de lado las discusiones que suscitan
las relaciones entre esa hermenéutica iudicial de la norma fundamental y su interpretación
por la ciudadanía y por los órganos políticos, puntos que han suscitado una importante con-
troversia en ciertos países, en especial en Estados Unidos. Ver, por ejemplo, Mark Tushnet
"Marbun¡ v lYadison and the Theory of Judicial Supremacy" en Robert George (Ed) Great
Cases in Constitutional Law. Princeton, Princeton University Press, 2000, pp l7 y ss.
e6
Yer )erzy Wroblewski. Constitución y teoría general de la interpretación iurídica.
Madrid: Civitas, 1988, p 18.
e7
En este aparte, me baso en parte en las observaciones de Luis Prieto Sanchís "Notas sobre
la interpretación constitucional" en Revista del Centro de Estudios Constitucionales No 9.
Madrid, 199 I, aunque las reorganizó para plantear el dilema específico de la interpretación
constitucional.

El dil_ema de la interpretación constitucional 457


l. La especificidad del texto constitucional.

Los textos const¡tucionales contemporáneos tienen al menos tres ras-


gos que los distinguen profundamente de las normas legales ordinarias.
De un lado, una parte importante del articulado constitucional está in-
tegrada por nociones muy abiertas y elásticas, que no tienen contornos
definidos, como las expresiones "dignidad humana", "igualdad" o "libre
desarrollo de la personalidad", por no citar sino algunas. Esto no signifi-
ca que las categorías de las leyes ordinarias sean totalmente cerradas
pues, como lo ha mostrado Hart, todo concepto jurídico, por estar
expresado en un lenguaje natural, tiene una textura abierta y una zona
de penumbrares. S¡n embargo, basta comparar la definición civilista de
servidumbre o de usufructo, con la cláusula constitucional sobre el de-
recho al libre desarrollo de la personalidad del constitucionalismo ale-
mán o colombiano, y podemos comprender que existe una diferencia
profunda entre el grado de determinación de los conceptos const¡tu-
cionales, y aquel que presentan las categorías legales.

De otro lado, las constituciones contemporáneas son "principialistas",


pues sus normas, en especial aquellas relativas al reconocimiento y
protección de los derechos fundamentales, no suelen tener la estruc-
tura clásica de la regla jurídica, en donde a una cierta hipótesis fáctica
se adscribe una consecuencia normativa determinada, sino que están
formuladas en términos de principios, esto es, indican que un deter-
minado valor debe ser protegido en la mayor medida posible, pero sin
especificar las condiciones de aplicación de ese mandato, ni las conse-
cuencias que derivan de su incumplimientoree. Estas normas
principialistas son entonces, como dice Zagreblezky, elásticas y flui-
das pues const¡tuyen nociones de contenido variable2oo.

'*V"r. Fl".b"* Hart. The concept of Law (2 Ed) Oxford: Oxford, 1994, capítuloVll.
ree
Sobre la extensa literatura en torno a la distinción entre principios y reglas, Ronald Dworkin.
Los derechos en serio. Barcelona: Ariel, 1984. O ver igualmente Cfr Robert Alexy, Teo-
ría de los Derechos Fundamentales, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1993.
200
Gustavo Zagrebelsky. El derecho dúctil. Le¡ derechos, justicia. Madrid: Trotta. I 995.
p 146.

{$$ Rodrigo Uprimny Yepes


En tercer término, las distintas ramas del ordenamiento jurídico tie-
nen tensiones normativas indudables, pero suelen estar estructuradas
en torno a algunos pocos principios que le confieren una cierta cohe-
rencia axiológica. Por ejemplo, el derecho privado, a pesar de la im-
portancia creciente de la función social de la propiedad y de los
principios de solidaridad y de buena fe, sigue confiriendo un peso pre-
ponderante a la autonomía de la voluntad. Por su parte, el derecho
penal sustantivo sigue teniendo como eje el principio de legalidad, se-
gún el cual sólo son punibles aquellas conductas estrictamente defini-
das en una ley previa. Frente a esa relativa coherencia de las distintas
ramas del derecho, lo propio de las constituciones contemporáneas
es que éstas se encuentran atravesadas por tensiones normativas per-
manentes y profundas, como aquella que existe entre la autonomía
individual y los deberes de solidaridad, y sin que la propia norma fun-
damental establezca jerarquías o preferencias entre esos principios.

Conviene finalmente destacar que las anteriores características no son


un defecto o virtud de tal o cual texto constitucional, sino que son
rasgos propios de toda constitución en una sociedad pluralista, y que
derivan de su misma naturaleza. En efecto, las constituciones aspiran a
convertirse en un pacto de convivencia democrática, por lo cual de-
ben ser un punto de consenso entre perspectivas políticas distintas y
aún contradictorias; por ello las cláusulas constitucionales tienden a
ser generales e indeterminadas, y todo texto constitucional incorpora
posturas filosóficas y políticas encontradas.

2. La posición política del tribunal constitucional


y el impacto de sus decisiones.

La iusticia constitucional también se diferencia de las otras disciplinas


lurídicas por ciertas características del sujeto que interpreta (el juez
constitucional) y por el efecto de sus decisiones. Así, de un lado, ro
propio de un juez constitucional es que éste tiene la posibilidad de
inaplicar (en los sistemas de control difuso) o anular (en aquellos de
control concentrado) una ley que vulnere las disposiciones constitu-
cionales, mientras que los jueces ordinarios deben sujetarse a los man-

H dilema de la interpretación constitucional 459


datos del legislador. En esa medida, la existencia misma de un juez
const¡tuc¡onal suscita dudas desde el punto de vista democrático, pues
es en principio contrario al principio de mayoría que un cuerpo for-
mado por personas no electas tenga la posibilidad de anular las deci-
siones de los representantes del pueblo. Es el llamado dilema
"contramayoritario", que ha suscitado enormes controversias sobre
la legitimidad misma de la justicia constitucional2or .

En segundo término, el tribunal constitucional aparece en general como


el órgano de cierre del ordenamiento jurídico, pues es el intérprete
último de la norma fundamental, y sus decisiones carecen de recursos
jurídicos, por lo cual suele tener la última palabra sobre las más disímiles
controversias. Sus eventuales errores o abusos carecen entonces de
posibilidades de rectificación, salvo la posibilidad de recurrir a una di-
fícil y dispendiosa reforma const¡tuc¡onal. Los jueces constitucionales
parecen entonces representar un poder cuyas decisiones suelen estar
desprovistas de controles, con lo cual devienen, en cierta medida, un
órgano jurídicamente infalible. En efecto, el Juez Jackson de la Corte
Suprema de Estados Unidos decía explícitamente: "No tenemos la
última palabra porque seamos infalibles pero somos infalibles porque
tenemos la última Dalabra"2o2.

20 Al respecto, ver Ver Alexander Bickel. The Least Dangerous Branch: The Supreme
CourtattheBarof Politics.(2Ed).NewHaven:YaleUniversityPress, 198ó.Laliteratu-
ra sobre el tema es muy extensa, sobre todo en Estados Unidos. Así, fuera del texto ya
clásico de Bickel, una de las obras más influyentes contemporáneas es John Hart Ely.
Democracy and distrust. A theory of judicial review. Cambridge: Harvard University Press,
1982, libro que fue recientemente traduc¡do por la Universidad de los Andes. Desde enfo-
ques diversos, ver John Elster y Rune Slagstrad (Comps). Constitutionalism and
Democracy. Cambridge: Cambridge University Press, 1988. En el marco europeo, ver
lYauro Cappeletti. "Necesidad y legitimidad de la lusticia constitucional" en Varios Auto-
res. Tribunales constitucionales europeos y derechos fundamentales. Madrid: Cen-
tro de Estudios Constitucionales, 1964. En latinoamérica, pueden consultarse los notables
trabajos de Carlos Santiago Nino. Ver por ejemplo La constitución de la democracia
deliberativa. Barcelona: Gedisa, | 997. Para una buenas síntesis del debate, ver Eduardo
García de Enterría. La Constitución como norma y el Tribunal Constitucional . Edito-
rial Civitas. Madrid, 1985, caps. l! VyVl. Y también ver Roberro Gargarella. La iusticia
frente al gobierno. Barcelona: Ariel, 1996.
202
Ver su voto concurrente en el caso Brown v. Allen, 344 U.S. 443, 540 ( | 953).

4ó0 Rodrigo Uprimny Yepes


En tercer término, las decisiones de los tribunales constitucionales no
se limitan a resolver un conflicto entre dos particulares, sino que tie-
nen un impacto general sobre la sociedad y sobre el ordenamiento
jurídico, ya sea porque explícitamente la norma fundamental lo facul-
ta para anular, con efectos ergo omnes,las leyes sometidas a su revi-
sión, como sucede en los sistemas de control concentrado, o ya sea
porque la doctrina que elabora debe ser respetada por los otros órga-
nos de poder. Por esa razón, las sentencias de los tribunales constitu-
cionales tienen un impacto considerable sobre la sociedad y el sistema
jurídico ya que, en cierta medida, constituyen una fuente de derecho y
modifican el ordenamiento2o3 .

En síntesis, aunque las competencias de los distintos tribunales consti-


tucionales no son idénticas, y algunos tienen más facultades que otros,
lo cierto es que estos jueces suelen ser órganos poderosos, pues pue-
den retirar del ordenamiento leyes o revocar sentencias de otros jue-
ces, y a su vez, sus decisiones no sólo carecen de recursos sino que
tienen efectos generales.

3. El dilema: entre el juez normativamente atado


y el libre activismo judicial

El anterior examen sobre las particularidades de la justicia constitu-


cional tiene consecuencias muy importantes sobre la interpretación
constitucional.

Así, por su propia naturaleza, es evidente que el texto constitucional


se encuentra sujeto a interpretaciones muy disímiles, por las siguien-
tes razones. De un lado, si las categorías constitucionales son muy
abiertas, entonces diferentes personas pueden adscribirle un sentido
distinto. Por ejemplo, un intérprete puede entender la dignidad hu-
mana en un sentido l<antiano, y por ende se centrará en la protección

20r
Sobre este punto, y en general sobre el alcance jurídico de las decisiones de los tribunales
constitucionales, ver Francisco Rubio Llorente. "La jurisdicción constitucional como forma
de creación del derecho" en La forma del poder. Madrid: Centro de Estudios Constitu-
cionales, l.993, p 495. Ver igualmente Eliseo Ala (ed) Las tensiones entre el tribunal
constitucional y el legislador en la Europa actual. Barcelona: Ariel, | 998.

El dilema de la interpretación consritucional 46 |


de la autonomía de la persona, que es a quien corresponde dotarse de
sus propios fines, por lo cual no puede ser instrumentada por terce-
ros, mientras que otro operador jurídico puede aproximarse a esa
noción desde una perspectiva tomista, según la cual, la dignidad del
ser humano deriva de su "perfectibilidad", al haber sido hecho a se-
mejanza de Dios. La incidencia de adoptar una u otra noción de digni-
dad humana puede entonces ser decisiva para la solución de casos
concretos, tal y como lo ha mostrado Tulio Chinchilla al analizar la
jurisprudencia colombiana2o4. De otro lado, si la Constitución alberga
tensiones normativas, y muchas disposiciones constitucionales tienen
una estructura de principios, entonces en un caso concreto un oPera-
dor jurídico puede concluir que la norma aplicable es el principio A,
mientras que otro intérprete puede privilegiar el principio opuesto.
Como es obvio, la adopción de uno u otro principio tiene consecuen-
cias prácticas enormes para la decisión de una controversia específica.
Por ello, concluye al respecto el profesor García Amado:

"EIproblemo, eyidentemente, es que siyo por sí los prin-


ciplos son fórmulos cuyo contenido unívoco previo o su
determinoción por el intérprete de turno es mós que du-
doso, y si, odemás, intérprete no sólo tiene que decidir
qué relevonte poro un coso concreto va implicodo en un
principio, s¡no tomb¡én conciliar ese principio en lo pro-
porción adecuodo con un princ¡pio de contenido opues-
to, no ocierto o imaginorme que pueda existir en esos

zfr Ver Tülio Elí Chinchilla. iQué y cuáles son los derechos fundamentales? Bogotá: Temis,
1999, pp I l5 y ss. Un ejemplo es la sentencia C-22 | de 1994, que despenalizó el consumo
de drogas. La posición mayoritaria asume una concepción kantiana de dignidad, y por ello
considera que el Estado no puede penalizar el consumo de drogas, ya que esa conducta no
afecta derechos de terceros y corresponde al individuo determinar su plan de vida y optar
por un modelo de virtud. Por el contrario, los magistrados disidentes adhieren a una visión
tomista, pues consideran que el consumo de drogas degrada a la persona, por lo cual el
Estado puede prohibir ese comportamiento sin afectar la dignidad ni la libertad individual.
Obviamente, la posición mayoritaria me parece más adecuada pues, como he intentado
mostrarlo en otros textos, en una sociedad pluralista, en donde coexisten diversos mode-
los de virtud, el Estado no puede imponer una determinada forma de excelencia personal

462 Rodrigo Uprimny Yepes


operoc¡ones el mós mínimo grodo de objetividod y no lo
puro, simple y descarnodo discrecionolidod, comuflodo,
eso sí, bojo ese e/egonte expediente metodológico de decir
que Io decisión recoe como resultodo de un objetivo e
imparciol "pesaje" de los principios en pugno, de modo
que hoy de coda uno lo proporción que corresponde o su
peso en lo bolanzo"2os .

Conforme a lo anterior, debido a las características del texto, el intér-


prete constitucional parece ser el más libre de los intérpretes, a tal
punto que algunos analistas, como Charles Hughes, quien fuera alguna
vez presidente del tribunal supremo de los Estados Unidos, han con-
cluido que la Constitución no tiene un significado propio, ya que su
sentido no es más que aquel que establecen los jueces constituc¡ona-
les en sus sentencias206. Sin embargo, la gran dificultad que plantea la
justicia constitucional es que esa enorme discrecionalidad del tribunal
constitucional es muy problemática en un Estado democrático de de-
recho, debido a que sus integrantes no son electos democráticamen-
te, pero ejercen un poder considerable y sus decisiones tienen un
enorme impacto sobre la vida cotidiana de las personas. Por ende, el
príncipio democrático y la prudencia para evitar la arbitrariedad su-
gieren que es necesario recortar al máximo la libertad interpretativa
del juez constitucional, pues si el poder de juzgar es siempre terrible
-como decía Montesquieu20T- pues afecta los derechos de la persona,
el poder del tribunal constitucional es particularmente terrible, ya que
suele constituir la última palabra en las discusiones jurídicas en una
democracia constitucional.

Conforme a lo anterior, la iusticia constitucional radicaliza las dificulta-


des de la interpretación jurídica en general y conduce al siguiente dile-
ma: por sus características, el texto constitucional parece muy difícil

losé Antonio García Amado. "iDuctibilidad del derecho o exaltación del luez?" en Revista
20s

Derecho del Estado, N" 3, diciembre 1997, pp 23 y 24.


206Así, según Hughes, "vivimos bajo una Constitución, pero la Constitución es lo que los jueces

dicen que es". Citado por Segundo Linares Quintana. Op-cit, p vii.
207
Ver Montesquieu. [Esprit des Lois. Libro XXIX.

El dilema de la interpretación ronstitucional 463


de ser sometido a reglas hermenéuticas rigurosas y está entonces su-
jeto a una gran libertad interpretativa, a tal punto que ningún funcio-
nario judicial parece gozar de tanta discrecionalidad hermenéutica
como el juez constitucional. Pero, por la función que ejerce el tribunal
constitucional y su enorme poder jurídico y político, parece necesario
reducir la discrecionalidad de estos jueces, pues en una democracia
ningún funcionario debería estar más limitado normativamente que el
juez constitucional.

En el fondo, la mayor parte de las controversias doctrinarias y judicia-


les sobre interpretación constitucional han estado marcadas por ese
dilema, que muestra que las labores de estos jueces es particularmen-
te difícil. Y creo que en estos años, la Corte Constitucional colombia-
na ha cumplido adecuadamente su tarea y ha enfrentado la complejidad
de la hermenéutica constitucional, pues ha sido un tribunal que ha
tomado en serio la Constitución y ha actuado con prudencia y con
vigor en la defensa de los derechos fundamentales.

{${ Rodrigo Uprimny Yepes

Vous aimerez peut-être aussi