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EL ADULTO FRENTE AL NIÑO DE 0 A 3 AÑOS

RELACIÓN PSICOMOTRIZ Y FORMACIÓN DE LA PERSONALIDAD


UNE EXPERIENCIA EN LA GUARDERÍA
André y Anne Lapierre

CONCEPCIONES TEÓRICAS

LA EXPRESIÓN SIMBÓLICA
Los niños a través del juego libre, improvisado, no estructurado actúan espontáneamente según sus impulsos revelando
las tensiones internas nacidas se las carencias, de los conflictos, de los fantasmas que la realidad no le permite expresar
y que se plasman en la simbología del juego.
El juego libre y espontáneo crea una situación similar a la " asociación libre" del psicoanálisis.
En Psicomotricidad Relacional el "decir corporal" sustituye al "decir verbal" y asume du función. Se trata de estar a la
escucha de "lo que se dice sin ser dicho".

ANTES DEL NACIMIENTO (antes de los 18 meses): LA VIVENCIA FUSIONAL


La vida psíquica se inicia tan pronto como la diferenciación celular permite la constitución de un sistema nervioso cerebral
capaz de transformar los estímulos en sensaciones, de grabarlas y de conservar su huella. Esto tiene lugar
aproximadamente en el quinto mes de vida intrauterina.
Estos estímulos no son sensaciones conscientes, sino sensaciones difusas grabadas en el inconsciente (sensaciones de
contacto con el saco vitelino y la pared uterina, respiración y latidos del corazón de la madre, balanceo de su marcha,
etc.). En esta condición el feto no puede disociar su cuerpo del de su madre (sensaciones fusionales). Esta vivencia
fusional, que es biológica en un primer momento, con el nacimiento sufre una ruptura ( el bebé se encuentra con un
mundo externo muy diferente al mundo interno acogedor que le brindaba la panza de su mamá) y como resultado tiene
una sensación de perdida, de falta, de incompletud que va a hacer que el bebé busque fusionarse con su mamá, por lo
que en un segundo momento la vivencia fusional va a ser psicológica ya que el bebé no se distingue como un ser
diferente de su madre (o de quien cumpla con la función materna). Esta "capacidad" para responder a la necesidad
fusional del niño es un elemento fundamental para su desarrollo psicológico. El mero contacto físico no es suficiente,
lo que importa es la calidad de dicho contacto, es la respuesta tónica de la madre o de quien lo sustituye.
Reacciones del niño ante la frustración:
- Se muestran incansables en la búsqueda afectiva, demandan permanentemente contacto (mimos).
-Compensan la falta con la posesión de un objeto sustituto (o transicional) o coleccionando objetos.
- Renuncian a sus deseos y se encierran en sí mismos, rehusando toda comunicación tanto con otros niños como con los
adultos.
- Expresan su frustración mediante la agresividad.
- Producto de una fusionalidad exclusiva con la madre, rechazan cualquier relación con otras personas.
A los 18 meses, los niños deberían haber podido superar este estadio, donde el deseo fusional se expresa por la
búsqueda de contacto corporal. Pero esto no significa que los niños dejen tener esa necesidad. Frente a ese deseo de
fusión el papel de los educadores debe ser el de responder a esta demanda del niño, sea tanto "normal" como "excesiva".
Si el niño va vivenciando esta situación colmando su necesidad, se irá alejando por sí mismo.

ESPACIO DE COMUNICACIÓN
Antes de los 18 meses: para el recién nacido la comunicación pasa esencialmente por el contacto corporal (dialogo
tónico). Pero luego van a ir apareciendo MEDIDORES DE LA COMUNICACIÓN que romperán con esa fusionalidad que el
niño tiene con su madre. Una fusionalidad que pasará a ser simbólica y que compensará la frustración del contacto.
 VOZ: Es el mediador más arcaico. La voz de la madre es ya percibida por el feto en el útero.
Hacia los 2 o 3 años, la voz se irá convirtiendo progresivamente en lenguaje.
 MIRADA: Hasta alrededor de los 9 meses el bebé no es consciente de la globalidad de su cuerpo, ni de la del cuerpo del
otro. Sólo la percibirá cuando acceda al "estadio del espejo". Mientras, lo que percibe del adulto es una cara, unas
manos, un seno (si es criado a pecho), objetos parciales, no integrados en una imagen global.
También los primeros intercambios son intercambios de mímicas.
Lo que atrae especialmente su interés en la cara del adulto son la boca y los ojos, orificios de la comunicación, y los
explora largamente con la mirada antes de avanzar para tocar.
Más tarde, a la mímica se le sumará la actitud y el gesto, expresando las tensiones tónicas, que originarán en el otro una
respuesta corporal y motriz.
 OBJETO: Hay varias etapas en su utilización
- Mediador de contacto: cuando el objeto es intercalado entre dos cuerpos (el del niño y el del que esté en contacto con
él) llenando el espacio que los separa. Permite "sentir" el cuerpo del otro, sus gestos, sus tensiones y transmitirle las
suyas.
Es utilizado por el niño de 8 a 10 meses durante el periodo de explotación (manual y oral).
Cuando un niño de 8 a 10 meses le tiende un objeto al adulto y no lo suelta, no es que se lo da realmente, sino que
desea que el adulto establezca también un contacto con este objeto.
- Objeto sustitutivo (o transicional según Winnicot): cuando reemplaza simbólicamente a la madre, compensando su
ausencia.
Son los ositos de peluche, trapos, u otros objetos de los cuales el niño no puede separarse por eso lo lleva para todos
lados, lo necesita para poder dormirse, etc.
No hay que quitarles este objeto ya que no es la causa de su aislamiento sino una de sus consecuencias. Hay que llevar
al niño a separarse por sí solo. El niño puede aceptar separarse del objeto si encuentra en un adulto un sustituto materno
donde pueda transferir su deseo. Uno de los medios es el de integrar el objeto en la comunicación, dándole in valor
simbólico tan importante como el que le concede el niño, pero distinto. Al estar integrado en una relación afectiva, el
objeto va a perder su estatus de sustituido único de la madre y convertirse en objeto relacional, espacio de encuentro
con el otro.
- Objeto relacional: cuando el objeto deja de ser sustituto de la madre, pero integrado simbólicamente al cuerpo del
niño que lo tiene se convierte en sustituto de sí mismo, de su propio cuerpo.
Se da entre los 14 y 18 meses cuando la primera comunicación que establece el niño con el adulto es dándole un objeto.
A través del objeto es él mismo el que se da, se confía. El niño se muestra plenamente satisfecho cuando el adulto no
solo mantiene el objeto en sus manos sino que lo aprieta contra su cuerpo, mostrando así que ha comprendido la
significación real, aunque inconsciente.
A partir de los 18 meses: se da un quiebre por la construcción del lenguaje que permite en nuestra construcción del
psiquismo mediar las acciones con el pensamiento permitiendo comunicar deseos y necesidades de maneras más
simbólicas (a través del juego principalmente), comunicar cosas más complejas y establecer una comunicación con
otros.

LA AGRESIVIDAD Y LA BÚSQUEDA DE LA IDENTIDAD


Antes de los 18 meses la única forma de agresividad que se observa en los niños es la agresividad de posesión; la lucha
entre 2 los niños por la "posesión" del adulto (celos) o por la posesión de un objeto. Pero a partir de los 18 meses hasta
aproximadamente los 2 años la agresividad toma un aspecto muy diferente: se ejerce contra el adulto, de manera
sistemática y sin motivo aparente. Esta agresividad contra el adulto es una fase normal en el proceso de individuación
(del Yo) necesario para la conquista de la identidad.
Es la etapa de los berrinches donde la agresividad es utilizada por el niño como una forma de expresar sus deseos y
necesidades a través de la acción y no por la palabra, ya que el niño aún no ha adquirido el lenguaje como forma de
comunicación (que se da alrededor de los 2 años).
Factores determinantes:
- La falta de disponibilidad de la madre (a medida que su hijo crece deja de estar pendiente de él) frustra los deseos
posesivos del niño, frente a los que reacciona con agresividad.
- La fase anal (desarrollada por Freud y que se caracteriza por el desarrollo del control muscular y en particular el control
del esfínter anal) permite la aparición de la "pulsión de dominio", el deseo de dominar el entorno, de afirmar su poder
sobre el mundo. De allí el deseo de destruir todo lo que se opone a esta toma de poder y en particular el cuerpo del
adulto, símbolo de su potencia.
- La naturaleza de la relación agresiva depende también de la calidad de la relación "fusional": su carencia puede
provocar una reivindicación agresiva como demanda afectiva, por el contario su exceso (madre demasiado posesiva y
sobreprotectora) puede suscitar un deseo agresivo de liberación.
Este es el período clásico del "no" y del "yo no quiero" que manifiesta la oposición al deseo del adulto, pero sobre todo
al de los padres y principalmente al de la madre. Oposición sistemática hasta el punto de que el niño puede rechazar
incluso lo que desea.
La agresión en el plano psicológico se sustituye a la agresión en el plano corporal. Asume la misma función, es decir la
destrucción del poder del adulto y la afirmación de su propio poder. En este sentido aparece como búsqueda de
identidad.
Frente a esta etapa renunciar a toda autoridad para permitir la "autonomía" del niño no es una solución. La autonomía
no se da, se conquista. El niño necesita al adulto para oponerse a él. Necesita el conflicto para reforzar su
autodeterminación. De hecho, busca también a través de éste conflicto los límites de su poder.
Esto mismo que le sucede al niño, se vuelve a reproducir en la adolescencia y será tanto más violenta cuanto que la
de los 2 años haya sido mal asumida. Ante todo, hay que aceptar la confrontación desdramatizándola. En el juego es
posible cuando el niño agrede al adulto corporalmente, este se defiende, valorando así la agresión, pero termina por
ser vencido, matado y encerrado.
La agresividad que manifiestan los niños entre ellos es a menudo la reconducción de la agresión que no han podido
ejercer contra el adulto. Por otra parte, la agresividad entre ellos no es de la misma naturaleza que la que expresan
hacia el adulto. Está motivada por el deseo de posesión de los objetos pero responde también a lo que los autores
llaman "pulsión hegemónica" que es la expresión social de la pulsión de dominio. Por eso es necesario que el niño
aprenda a defenderse y elabore sus propias estrategias defensivas y ofensivas, con el mínimo de protección por parte
del adulto La sobreprotección del niño "débil" sólo le fragiliza más de cara al futuro.
Contrariamente Freud que sitúa la agresividad entre las pulsiones de muerte, Ios autores la consideran como una
PULSIÓN DE VIDA. Lucha y competición hacen parte de la vida, individual y social. No debe pues ser culpabilizada y
reprimida en el inconsciente, sino asumida y dominada por el yo consciente, para orientarla hacia investiduras positivas
y constructivas, en vez de hacia la destrucción y la violencia.
Las consecuencias de esta represión pueden ser las siguientes:
- Una explosión de violencia incontrolada.
- La constitución de un carácter agresivo de oposición, reivindicativo, o hacia una
oposición pasiva e inconsciente, a todo deseo del adulto, incluso al deseo de educación y de enseñanza.
- A la inversa, el niño puede renunciar a la lucha, a toda reivindicación de identidad, aceptar esta "castración" de su
personalidad. Será por eso dócil y apagado, sumiso, sin originalidad ni creatividad.
- El problema puede complicarse si además de Ia represión del deseo agresivo, se reprime también la culpabilidad que
engendra. Esta culpabilidad inconsciente se manifestará por comportamientos que implican una búsqueda de castigo;
actitudes masoquistas, de víctima, de mártir, de autocastigo, de autoagresión, conductas de fracaso, conductas suicidas,
somatizaciones.
Estos diferentes comportamientos constituyen una de las primeras bases de la personalidad. Las fases ulteriores de la
evolución psicológica, fálica y edípica, se desarrollarán sobre esta base sin modificarla en profundidad.

EVOLUCIÓN DE LOS NIÑOS


A partir de la experiencia con un grupo de niños de 2 años a 2 años y medio, los autores explican que los niños
necesitaron mucho tiempo para dominar sus tensiones agresivas, reprimidas y culpabilizadas encontrando dificultades
para aceptar su deseo fusional, frustrado y reprimido, falsamente superado.
Determinaron que hasta los 2 años se dan una serie 6 de fases evolutivas en los niños con ritmos diferentes en cada
uno.
Pasar por estas fases es natural para el niño pero lo problemático y a lo que hay que estar alerta es cuando el niño
no pueda resolver estos conflictos, cuando alguna de estas fases se instala como una única forma de relación con el
otro y no puede pasar a la siguiente para poder construir su identidad.

Primera fase INHIBICIÓN

Frente al acercamiento corporal del adulto no hay respuesta por parte del niño (se
queda en principio como asombrado). Mantiene una prudente distancia del cuerpo de
los adultos, siendo la única comunicación la mirada.
Los objetos servirán para establecer la primera comunicación reduciendo
progresivamente la distancia al cuerpo.

Segunda fase AGRESIVIDAD


Comunica el deseo y la necesidad psíquica del niño de posicionarse frente al otro.
Muchos niños pasan inicialmente por esta forma de relación (los más pequeños o
dependientes o los más aislados). La agresión contra el adulto (símbolo de poder,
de autoridad y de frustración del deseo del niño) es inconsciente. Y se la lleva a
cabo de manera imaginaria jugando a ser el lobo, el león, el cocodrilo, la bruja, el
fantasma, la policía, etc.
Todos los tienen estos deseos agresivos y necesitan que el adulto los comprenda y los acepte. Las tensiones agresivas
se resolverán en un juego que irá haciéndose cada vez más simbólico y adquirirá progresivamente una aceptación
razonada, búsqueda de compromiso y armonización entre sus propios deseos y los deseos del otro.
Los autores manifiestan que el niño en cierto momento necesitará imponer ese deseo al adulto, posibilidad que
ofrecemos poniendo nuestro cuerpo a su disposición ya que al seguir siendo símbolo de poder del adulto sobre él no se
puede establecer una relación de igualdad. De esta manera poco a poco el niño observará como nosotros ya no le
imponemos nuestros deseos y se sentirá libre para expresar los suyos.
La agresión es progresiva: en las primeras sesiones se observó que al principio es tímida ya que el niño atacaba por detrás
y huía, y que después tapaba al adulto (con telas, papel, cartón) antes de agredirlo para no ser visto en esa transgresión.
Empieza a golpear pero manteniéndose a distancia; luego, al ver que el adulto acepta el juego atacaba abiertamente
(tirando el cabello, de la barba) y terminaba echándose sobre el adulto. Se dan entonces momentos ambivalentes, donde
se mezclan el placer por el contacto corporal (reminiscencias del contacto fusional con la madre) y el deseo agresivo.
Cuando el niño deja de jugar el juego simbólico y vive, ya en lo real, una especie de crisis de rabia buscando hacer daño
(en la experiencia de los autores algunos llegaban al mordisco o traban de asfixiar sentándose sobre sus caras), en este
momento hay que marcarle unos límites.
Los autores aclaran que estas crisis de violencia sólo se manifiestan entre niños de más edad de ambientes represivos o
hiperprotectores.
Asimismo, explican que su actitud de no intervención frente a la agresividad de los niños hizo que empezaran a agredirse
entre ellos, en principio por la posesión exclusiva del adulto y de no compartir el cuerpo de este con otros. Esta agresividad
productos de los celos del niño es en general siempre reprimida por el adulto, por eso es preferible que el niño exprese
siempre sus celos abiertamente, conscientemente. De esta manera podrán ser vencidos y dominados mejor, dejando
menos secuelas inconscientes.
La posesión de los objetos también genera conflictos entre los niños cuando se disputan el liderazgo al poseerlo. Por eso
era frecuente que niños se acercaran reclamando ayuda y protección con llantos y gritos, a lo que los autores intervienen
lo menos posible (salvo que la agresión sea demasiado violenta) animando al niño a defenderse solo, ya que esa
confrontación entre los niños es necesaria para que pueda establecerse entre ellos una verdadera socialización, una
verdadera convivencia en la que la mediación autoritaria del adulto no sea necesaria (esto se verá en la última fase).

Tercera fase DOMESTICACIÓN


Una vez destruido el poder del adulto, el niño afirmará su propio poder en una
inversión de papeles. Es una etapa hacia la conquista de la identidad donde el niño
invierte los papeles, pero no los suprime sino que los fortalece, manteniendo una
relación de dominación-dependencia.
Los autores manifiestan que cuando el adulto "vencido", echado en el suelo, con los
ojos cerrados, "Está muerto", en esta situación simbólica donde el adulto ha perdido
el poder el niño se siente libre. Pero a esta libertad tan fácil conseguida el niño no
puede disfrutarla porque le angustia al seguir necesitando al adulto, es por eso que lo
"despierta" haciéndolo revivir. A esto lo aceptamos con una sonrisa de complicidad
que desculpabiliza al niño, afirmando que estamos en su juego y que puede agredirnos
y matarnos simbólicamente, aunque sin destruirnos realmente, sin destruir nuestro
amor.

Cuarta fase FUSIONALIDAD


Es a veces la fase inicial para los niños más pequeños o más dependientes. Para
otros, que han liberado su carga agresiva, constituye la regresión de una etapa
anterior mal superada.
Estando seguro de que el adulto no le impone ya su deseo, el niño no necesita
agredirlo ni dominarlo abandonando así sus deseos fusionales sin temor de
ser "poseído".
Los autores manifiestan que en su experiencia los niños buscaban un contacto
íntimo con su cuerpo: a él se apegaban, se acurrucaban a menudo en posición
fetal, trataba de ser envuelto chupándose el pulgar con los ojos cerrados o con
la mirada al vacío, o nos tumbaban en el suelo echándose entero sobre
nosotros. Y una vez encontrada la posición, no se movían, su cuerpo se relajaba
y se unía al nuestro.
El niño que no ha satisfecho su deseo fusional persigue sin cesar una limosna (demanda) afectiva. Se hace "pegajoso",
"lloriqueando" tras los adultos con su solicitud… o por reacción se vuelve agresivo.

Quinta fase AGRESIVIDAD SIMBÓLICA


Los placeres fusionales llevan al niño a una dependencia del adulto de la
que debe liberarse, a través de una agresividad diferente de la segunda
fase.
El niño al ya establecer con el adulto una relación de mayor confianza ya
no le teme por lo que ya no busca hacerle daño, sino que lo simula.
Es por eso que en esta fase la agresión se convierte en un juego de
provocaciones, demandas y respuestas, donde el niño domina su
agresividad simbolizándola. Es en general en esta fase donde aparece el
grito como amenaza simbólica y afirmación de sí, conquista del espacio
sonoro.
Es también en esta fase donde los niños juegan entre ellos, se agreden se enfrentan y se miden, recurriendo menos al
adulto para que intervenga en sus querellas tendiendo cada vez más a asumirlas ellos mismos. Es a través de estas
confrontaciones que se establecerán entre ellos "las reglas del juego", estructuras relacionales del grupo.

Progresivamente, las relaciones van haciéndose más fluidas, los niños diversifican sus modos de comunicación tanto con
el adulto, como con sus compañeros. Juegan un momento con el adulto, lo agreden después simbólicamente, se alejan,
van a jugar con los otros, regresan a buscar in momento de "cariño", de "mimo" y vuelven a jugar solos.

Sexta fase JUEGO E INDEPENDENCIA


Al finalizar los dos años la presencia del adulto ya no le es indispensable
para jugar y agarran objetos, con los cuales juegan en una atmósfera de
calma y distensión. Esto no significa que excluyan al adulto ya que de vez
en cuando los niños los invita a jugar con ellos en una relación de igual a
igual.
Al estar menos absorbidos por sus tensiones internas, están más disponibles
para el otro en prestarle atención.
Es en esta etapa donde adquieren el lenguaje. La verbalización marca el
inicio de la "racionalización secundaria": cuando los niños le dan un motivo
racional a un comportamiento provocado por motivaciones inconscientes.
Ejemplo: un niño en la guardería que se había hecho caca acusa a André
diciéndole ¡Lapierre malo, se ha hecho caca!

CONDICIONES MATERIALES Y VIVENCIALES DE LAS SESIONES

Los autores describen la sala que utilizan en el estudio para posteriormente comentar cada material utilizado en la
sesión y su significado.
En el estudio que realizan emplean una sala amplia, vacía de materiales, excepto colchonetas apiladas, que
normalmente se emplea para la siesta, el suelo es liso y no demasiado frío. En cada grupo hay aproximadamente 15
niños dividido en dos grupos (de 18 meses a 2 años y de 2 a 3 años). Los objetos que utilizan son de dos tipos:
- Tienen la característica de favorecer la regresión afectiva son blandos, cálidos, suaves.
- Favorecen las vivencias estructuradas: Rígidos.
En las sesiones los juegos fueron espontáneos. El psicomotricista puede invitar a la imitación o participar en la acción
del niño, complementando su actividad, pero no proponiendo ni dirigiendo la sesión.
MATERIALES: Los materiales que aquí se describen no son exclusivos.
 Balones: Los primeros mediadores de la comunicación, facilitan la implicación, son mediadores para intercambios a
distancia, generan sonidos, ritmos, sirven como asientos en juegos de equilibrio.
 Colchonetas: Fomenta el contacto corporal, y es un material regresivo. Puede usarse como objeto agresivo, para
esconderse, para huir, para hacer desaparecer.
 Mantas de lana: Material para la regresión, contacto fusional, arropamiento y desaparición. Medio de transporte
para deslizarse por el suelo, balanceo, acunamiento.
 Telas de colores (ligeras, sedosas): Juegos de aparición-desaparición. Símbolo protector de casa, de retorno al
vientre materno.
 Pañuelos: Sirven para vestirse, disfrazarse
 Cartones de embalaje: Los fantasmas de la destrucción pueden manifestarse sin peligro, sin angustia ni culpabilidad.
 Cubos grandes de madera: Juegos de penetración- extracción con cajas de una o dos aberturas.
 Papel: Permite vivencias regresivas, agresivas y la explosión liberadora.
 Cuerdas de alpinismo de 2 metros de longitud: Despiertan deseos agresivos de dominación, rodear, atar e
inmovilizar, marcar límites. Marcan límites de espacio.
 Aros: Sirven para cazar a otro niño de forma afectiva, agresiva o seductora. Espacios cerrados donde entrar y salir o
moverse dentro de ellos como protección.
 Anillos de goma de 15 cm d diámetro: Sirven para hacer seriaciones espontáneas, apilarlas, crear y destruir
estructuras, y pueden ser usadas de sombreros.
 Tubos de cartón: Suscitan actividades agresivas menos peligrosas que los palos, permite juegos de comunicación por
la vista y el sonido.
 Bloques lógicos: Permite actividades de seriación, estructuración, construcciones ordenadas, actividades
espontáneas.
 Agua: Hace referencia al medio intrauterino, regresivo
 Tierra, barro: Material plástico, deformable y modelable, se vincula a la “caca”, y a la problemática con la fase anal.
 Calzado: El descalzarse genera confianza, intimidad, aceptar la vulnerabilidad, privarse de la seguridad de poder
salir, e incluso como órgano sexual.
 Cuerpo: Nuestro cuerpo es el objeto más importante, que nos genera deseos, placer, seguridad, confianza,
desconfianza, miedo, angustias, etc. Es importante identificar los mismos sentimientos propios de cada educador
para poder ser receptivos ante las demandas y neutros, evitando las proyecciones.

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