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Thornas Aº Sebeok
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bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por
cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático,
y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público.
Agradecimientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Introducción, Marce! Danesi . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
3. Signos sintomáticos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57
El significado del síntoma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 58
El punto de vista de Peirce . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 62
Síntomas y orígenes médicos de la semiótica . . . . . . . . 64
Interpretación de los síntomas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67
4. Signos indexicales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75
Indexicalidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 76
Características de la indexicalidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . 80
Manifestaciones de la indexicalidad . . . . . . . . . . . . . . . . . 83
El estudio de la indexicalidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 88
5. Signos icónicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95
La iconicidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95
La incidencia de la iconicidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97
Características de la iconicidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99
El estudio de la iconicidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103
6. Signos fetiches . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107
El origen del fetichismo como «desviación» . . . . . . . . . 108
El fetiche en psicología y sexología . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 O
El fetiche en semiótica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115
7. Signos del lenguaje ....................... : . . . . . . . 119
El estudio del signo verbal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 120
Signos verbales y no verbales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 126
8. ¿La lengua como un sistema primario de modelización? 131
Sistema de modelización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 132
Retorno al modelo de Uexküll . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 136
La lengua como sistema de modelización . . . . . . . . . . . 138
Observaciones finales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 140
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 143
Índice analítico . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 159
Agradecimientos
THOMAS A. SEBEOK
Introducción
Thomas A. Sebeok y la ciencia de los signos
MARCEL DANES!
Universidad de Toronto, 1993
l. El estudio de los signos
medida del pez que pueda capturar está limitada por la morfología
de la red, pero este hecho no le convierte en especialista o experto
en ictiología. El concepto de «sistemas de modelización» ha sido
muy importante para la semiótica de la llamada escuela Moscú.:fartu
desde la década de los sesenta, pero, por el hecho de proceder de
una representación de la lengua en estructuras lingüísticas, se ha
enfocado hacia la cultura de la exclusión del resto de la naturaleza.
En la antiquísima investigación filosófica de la realidad, se han su-
gerido dos puntos de partida alternativos: el de que la estructura
del ser está reflejada en estructuras semióticas que se constituyen
en modelos o mapas de la realidad, o por el contrario el de las es-
tructuras semióticas variables e independientes en donde la reali-
dad se convierte en la variable dependiente. Aunque ambos puntos
de vista están rodeados por numerosas dificultades, una versión del
segundo, propuesta por el destacado biólogo alemán Jakob von Uex-
küll (1864-1944) bajo el nombre de Umwelt-Forschung-traducida
aproximadamente como «investigación en universos subjetivos»-,
está mucho más en consonancia con la semiótica moderna (así como
con la etología). La misma actitud fue expresada por Niels Bohr
cuando, al responder a la objeción de que la realidad tiene más fun-
damento que la lengua que le sirve de base, Bohr replicó: «Es tal
nuestra incertidumbre en lo que a la lengua se refiere que no po-
demos decir qué hay arriba y qué hay debajo» (French y Kennedy
1985, pág. 302). Los signos han adquirido su efectividad a través
de una adaptación evolutiva a las extravagancias propias del signo
y de la Umwelt de quien lo maneja. Cuando la Umwelt cambia,
estos signos pueden convertirse en obstáculos, y su transmisor ex-
tinguirse.
actúan como mediadores entre los órganos y entre ellos mismos (el
sistema inmunológico de defensa y el sistema nervioso central es-
tán íntimamente entrelazados mediante un denso flujo de doble ver-
tiente); también una variedad de mensajes verbales y no verbales
conectan entre sí organismos en una red de relaciones así como con
el resto de su entorno. Como Franc;ois Jacob describió de forma
pintoresca (1974, pág. 320), la progresión «de la organización fa-
miliar al estado moderno, del grupo étnico hasta la coalición de
naciones, toda esta serie de integraciones está basada en una varie-
dad de códigos culturales, morales, sociales, políticos, económicos,
militares y religiosos. La historia de la humanidad es más o menos
la historia de estas integraciones y el modo en que se configuran
y cambian». La semiosis en un nivel superior en la jerarquía de in-
tegraciones es irreductible a ese nivel inferior que denominamos fí-
sica (Popper y Eccles, 1977).
El comportamiento semiótico incluso de las agrupaciones or-
gánicas más importantes, con diferentes estilos de vida, ha sido
estudiado de forma desigual. En la trama de la naturaleza, las plan-
tas son fundamentalmente los productores. Un estudio de su con-
ducta comunicativa, bajo la denominaciónphytosemiotics, comenzó
en 1981, cuando el semiótico alemán Martin Krampen publicó un
perspicaz artículo programático bajo ese título. El polo opuesto de
las plantas son los hongos, que actúan como agentes de descom-
posición; nuestro conocimiento de su comportamiento peculiar de
semiosis es incluso más rudimentario. Hasta ahora el interés pri-
mario se ha centrado en los animales (zoosemiótica), los que ingie-
ren, que están a medio camino entre ambos. Según lo que consu-
man, pueden ser catalogados como herbívoros o como predadores;
su conducta nutricional puede marcar el carácter de su dependen-
cia respectiva sobre la utilización del signo.
Es digno de destacar que el tráfico de mensajes en cuatro de
los cinco reinos es exclusivamente no verbal. Únicamente se han
encontrado mensajes verbales en los animales y en relación a ellos
únicamente en una sola de las subespecies existentes, el Horno sa-
piens sapiens. El rasgo más distintivo de los humanos es que sola-
mente ellos, por lo que a su vida terrestre respecta, tienen dos re-
pertorios de signos a su disposición: el no verbal derivado, como
se puede demostrar, de sus ancestros los mamíferos (en especial los
primates) y otro de carácter verbal, fruto exclusivo de su condición
humana. Este último constituye el tema fundamental de análisis
de una de las ramas más avanzadas de la semiótica, la lingüística
general, es decir, el estudio del intercambio verbal y de sus funda-
mentos gramaticales subyacentes.
24 SIGNOS: UNA INTRODUCCIÓN A LA SEMIÓTICA
Mensajes
El signo
Signos y «realidad»
El signo es bifacial
Signos cero
Señal/tipo, denotación/designación
Señal
Síntoma
Icono
Índice
Símbolo
Nombre
Un dominio léxico
Desde el instante en que una persona reconoce por primera vez sus
síntomas hasta el momento en que se lamenta de ellos, siempre trans-
curre un intervalo, más o menos breve, dependiendo del caso, en el que
se pregunta a sí mismo si es conveniente comentar esta dolencia a al-
guien conocido, o a un experto... En un momento u otro todos noso-
tros hemos sido víctimas del dolor y del sufrimiento. Probablemente
hemos observado alteraciones del peso, la complexión y la función cor-
poral, cambios en la potencia, capacidad y deseo, innumerables cam-
bios de humor. Pero por regla general les damos un tratamiento simi-
lar al que le daríamos a las alteraciones atmosféricas.
64 SIGNOS: UNA INTRODUCCIÓN A LA SEMIÓTICA
Indexicalidad
Fue Rulon Wells (1967, pág. 104) quien, en un artículo que to-
davía hoy precisa ser estudiado con detenimiento por su extraordi-
naria fecundidad, hizo estas interesantes afirmaciones:
Peirce (2, pág. 289) apuntó que «un grito de ayuda no se emite
únicamente para poner en conocimiento de la mente la necesidad
de la misma, sino para forzar al deseo a aceptarla». Como vimos
en el capítulo anterior, quizás el mejor ejemplo conocido de Peirce
de reagent -aunque nos desconcierte porque parece escapar a la
SIGNOS INDEXICALES 79
sión sostenida por Russell en 1948 y más tarde desarrollada por Qui-
ne, en el sentido de definición ostensiva. El semiótico de teatro checo
Ivo Osolsobe (1979) ha analizado extensamente este concepto en
un contexto diferente, el de la «comunicación ostensiva». También
se le ha llamado «presentación» o «exposición». Osolsobe quiere
distinguir claramente ostensión de indexicalidad, deixis, signos na-
turales, comunicación por objetos y así sucesivamente. Sin embar-
go, yo encuentro su paradójica afirmación de que «la ostensión es
el uso cognitivo de los no signos», y su elaboración de una teoría
de los no signos, confusas y complicadas.
La sucesión temporal, las relaciones de una causa con su efecto
o de un efecto con su causa, o incluso el vínculo espacio/tiempo
entre un índice y su objeto dinámico, como Berkeley y Hume ya
habían descubierto, pero Peirce elaboró con más amplitud, se es-
conden en el corazón de la indexicalidad. Los epidemiólogos res-
ponsables de la investigación del brote de una enfermedad (es de-
cir, un efecto), que afecta a un gran número de personas en una
localidad dada, investigan un agente transmisor (es decir, un agen-
te causativo) al que de acuerdo con los principios de su jerga profe-
sional denominan «caso índice» en quienes y sólo en quienes ha-
bían estado expuestos a una reserva viral desconocida. En este
sentido un auxiliar de vuelo canadiense, Gaetan Dugas, conocido
como el infame «paciente cero», fue supuestamente identificado
como el caso índice de infección por SIDA en Norteamérica.
Un objeto dado puede funcionar momentáneamente, hasta cierto
punto y dependiendo de las circunstancias en las que se manifieste,
como un icono, un índice o un símbolo. Es el caso, por ejemplo,
de las barras y estrellas:
Manifestaciones de la indexicalidad
Si uno quiere extender esta tricotomía a las plantas, por una parte,
hacia los animales y humanos, por otra, la ausencia del ciclo de la fun-
ción [que en los animales conecta los órganos receptores, vía sistema
nervioso, con los órganos ejecutores] nos sugeriría que en las plantas
la indexicalidad predomina con toda seguridad sobre la iconicidad ...
La indexicalidad, en el nivel vegetativo, se corresponde con la signifi-
cación y regulación, en un ciclo de retroalimentación, de simulación
significativa directamente contigua a la forma de la planta.
El estudio de la imlexicalidad
debe haber cierto sutil parecido entre el olor y la impresión que perci-
bo de la naturaleza de esta o aquella mujer.
La iconicidad
La incidencia de la iconicidad
Características de la iconicidad
El estudio de la iconicidad
Un ser vivo L fabrica, durante cierto tiempo, otro ser vivo L', iso-
mórfico con L. L' pronto suplantará a L. Thom dice que esta ca-
racterística de la plasticidad activa el código genético, originando
un sistema molecular autorreplicante y mutable que también es sen-
sible al entorno. Este complicado proceso está prefigurado en el tipo
de explosión local que tiene lugar en la emulsión fotográfica. Se
hace particularmente simple en el desarrollo embriológico que puede
existir entre las formas más dramáticas de iconización: es el diseño
de la naturaleza para expandir el crecimiento y la diferenciación de
· una estructura isomórfica con respecto a la matriz en virtud de una
operación de traducción espacio-temporal. A nivel molecular, se pro-
duce este mismo mecanismo cuando una hélice doble de ADN se
reproduce para generar dos hélices conteniendo cada una de ellas
un elemento viejo y otro nuevo de reciente creación.
En el otro extremo de la escala ontogenética de la vida, Thom
nos invita a considerar el fenómeno de la percepción: éste puede
ser entendido como una modificación de la competencia dinámica
a partir del impacto sensorial de la realidad externa, como Sócra-
tes había enseñado a Teeteto. Cualquier sistema competente, por
ejemplo, los componentes mecánicos e hidrodinámicos del córtex
acústico o de la retina y el córtex visual, etc., recuperan rápidamente
su penetrante virginidad, indispensable para una competencia per-
manente y completa, siempre que su facultad de plasticidad garan-
tice que las impresiones de los sentidos sigan almacenadas en la
memoria.
En un resumen panorámico de Thom, la formación de los ico-
nos aparece a través de toda la escala de la naturaleza como lama-
nifestación de una dinámica universal de carácter irreversible: un
modelo se ramifica en una réplica isomórfica de sí mismo. Con fre-
cuencia, sin embargo, este proceso implica una interacción reversi-
ble, debido a la perenne oscilación de los físicos termodinámicos
entre el punto de vista conservador hamiltoniano (expresado en la
Primera Ley) y el punto de vista de Heráclito, «la flecha del tiem-
po» (expresado en la Segunda Ley). En todas las interacciones en-
tre las dos mitades indispensables del signo, la relación entre el sig-
nificado y el significante debe obedecer a este flujo universal: el
significado engendra al significante en un eterno proceso de rami-
ficación. Pero el significante reengendra al significado cada vez que
nosotros interpretamos el signo. En términos biológicos se podría
decir que el descendiente como significante puede convertirse en
el padre como significado, dado el lapso de una generación.
Thom tiene mucho más que decir, aunque en este punto no nos
106 SIGNOS: UNA INTRODUCCIÓN A LA SEMIÓTICA
El fetiche en semiótica
Con respecto a este último punto, hay que decir que una conse-
cuencia importante del modelo semiótico del fetiche es que no es
necesario para el objeto representado estar absolutamente presente
en el organismo antes de que la información sobre él pueda tener
influencia sobre la semiosis interna («pensamiento») e inducir lo
que Peirce (7, pág. 372) llamaba acción grafitic.
En otra terminología, un fetiche podría ser considerado como
un modelo (aliquid), pero de tal manera que el simulacro sea más
potente que el objeto (aliquo) por el que está (stat pro). Su referen-
cia (renvoz) recuerda la caricatura del sujeto al que representa. Esto
concuerda con el punto de vista de Morris (1969, pág. 209) de que
el arte de la caricatura tiene mucho que ver cori el proceso de un
estímulo extremo. Por regla general, las características que suelen
exagerarse en las caricaturas son equivalentes supernormales de las
características juveniles normales o de las partes sexuales, como el
pecho y las piernas de la mujer.
Como hemos podido ver hasta ahora, el término «fetiche» ha
sido utilizado fundamentalmente en los campos de la antropología
y de la psiquiatría (incluyendo especialmente el psicoanálisis) y de
forma más concreta -aunque extensamente- en estudios de con-
ducta erótica y sexual de los humanos. La noción de fetiche tiene
que ver, de acuerdo con todos estos conceptos, con la conservación
obsesiva de la propia imagen.
En mi opinión, solamente Christian Metz (1985), hasta ahora,
ha reflexionado sobre el fetiche en términos semióticos, aunque lo
ha hecho en relación a un entorno estrictamente técnico, a saber,
el de la fotografía. Metz opina que debido a dos características -la
de unas medidas relativamente pequeñas y la posibilidad de verlas
116 SIGNOS: UNA INTRODUCCIÓN A LA SEMIÓTICA
Sistema de modelización
Pensamiento o referencia
Correcto Adecuado
Simboliza Se refiere a
(una relación causal) (otras relaciones causales)
Verdadero
Ausdruck Appell
Fuente de
información Transmisor Receptor Destino
Signo
Mensaje Mensaje
Fuente de ruido
IV. Canal
tamente), deberíamos decir, de nuevo con Peirce (2, pág. 261), que
la col tiende a ser un Rhematic Symbol o un Symbolic Rheme, como
un nombre común. En la visión mucho más simplificada de Jakob-
son (1980, págs. 11, 22), un modelo M, una col, funcionaría como
renvoi de la cosa T, un rey, y este referente podría ser icónico en
virtud de una semejanza efectiva -después de todo, como Morris
(1971, pág. 273) nos enseñó, la iconicidad es un «asunto de grado».
O en virtud de una contigüidad habitual, convencionalmente atri-
buida, el referente podría ser simbólico, como sucede en el caso del
perro experimental del paradigma de Pavlov, en donde el sonido
de un metrónomo se convierte en un símbolo asociado arbitraria-
mente (un reflejo condicionado) con el alimento seco.
Extremo del
transmisor
perceptivo
Receptor Estructura
de sentido objetiva de Transmisor
(Sujeto) conexión de sentido
(objeto)
Extremo del
transmisor
efector
Efector
Observaciones finales
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-y semiótica, 55 Endosemiosis, 24, 89
Comunicación animal, 40, 42 -reacciones humorales, 24
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Conan Doyle, Arthur, 29, 72-73, 77, 85 Erasistratus, 41
Concepto, 26, 57 Escoto, Duns, 77
Connotación, 35 Escritura pictórica, 37
Escuela Moscú-Tartu, 21, 131, 142
Crusoe, Robinson, 48, 64, 85 Etimología, 57
Cultura, 21, 50 Etiología, 67
Etología, 21
Chomsky, Noam, 126, 133, 139 Extensión, 49
-clase extensional, 52
Dalgrano, George, 24 -definición de, 52
-Ars signorum, 24
Dante, 33 Feromona, 46
-De vulgari eloquentia, 33 Fetiche, 15, 80, 107-118
Darwin, Charles, 42 -etimología del término, 107-109
Descodificación, 25 Figura retórica, 25
Deducción, 76 Figuras del discurso, 36
-en Peirce, 76 Fitosemiótica (phytosemiotics), 23, 83
Deiconización, 37 Foucault, Michel, 41
Deíctico, 77, 90 Freud, Sigmund, 85, 87, 112, 113, 116
Deixis, 47, 77, 90 Fuente, 22, 24
Delofónico, 48
-vs delotrópico, 48 Galeno, 11, 26, 66, 67, 85
Denotación, 35 Gato (doméstico), 25
-denotados, 41, 44, 49 Genitales, 116
Designación, 35-36, 40, 79 Glosemática, 61
-designado, 49 Goffman, Erving, 50, 53, 112
Destinatario, 41, 60 Gombrich, E.H., 29, 101
-vs expedidor, 41, 60 Goodman, Nelson, 89
Diagnosis, 67 Gradación de los signos, 37
-diagnóstico, 41, 67, 68
Dolor, 63 Heráclito, 28, 105
ÍNDICE ANALÍTICO 161