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EL GRUPO HUMANO
ENSAYO Y VISIÓN INTRODUCTORIA
La existencia del grupo como ente pareciera, para aquél que quiera pecar de reduccionista, una
característica innata del ser humano, en la medida en el que el ser humano también puede
considerar su propia existencia como real o imaginaria. La aseveración anterior radica en la
lógica de que, si retrocedemos a los albores del tiempo y dirigimos la vista a algún rincón en algún
lugar de la tierra, se podría encontrar seguramente a dos o más personas reunidas interaccionado
entre ellas.
Evidentemente, esta interacción no sería al azar, sino que tendría una finalidad específica. Esa
finalidad podría haber sido la reunión para la caza de animales para producir alimento o para
refugiarse de un clima salvaje y desconocido. Y no importa mucho el motivo real por el que haya
existido esa primera reunión interactiva entre seres humanos, porque ciertamente es que el grupo
es grupo desde que el hombre es hombre. ¡Sí! Y por esa misma razón es que su concepto cae en
una complejidad enorme —aunque no del todo incomprensible—.
Verán, pues, que el concepto del grupo humano es complicado por lo anteriormente dicho, pero
la verdad es que es complicado porque es un concepto que se encuentra en el medio de dos tipos de
análisis; uno puramente individualista y uno puramente social.
Porque, para empezar; la psicología ni siquiera había querido entender términos sociológicos o
antropológicos dentro de sus métodos, sino que se dedicaba a analizar las particularidades
individuales del hombre —como sus contenidos psíquicos y comportamientos individuales no
colectivos—, al menos no desde un punto completamente social, si se puede decir. Y, por su parte,
la sociología se encargaba de entender como se comportaba la sociedad vista como un todo
dinámico y funcional (recordemos que ese entendimiento pudo definir también a la ciudad, que es
donde se desenvuelve la sociedad).
Entre ese individualismo teórico y esa "antropología psicológica" se encuentra el concepto del
grupo; justamente por no ser ni lo uno ni lo otro. Y cuando se le pretende explicar, se lo hace desde
los extremos. ¡Lo que no debería hacerse!
Pero entonces... si su concepto no puede ahorillarse tanto a los extremos, ¿cómo lo definimos?
Primeramente, como a la unión de algo —de personas—, porque si no hay reunión, no hay
grupo. Además, esa unión tiene que darse en un lugar —un rincón del mundo en los albores del
tiempo—, por lo que ciertamente hay constantes espacio temporales que propician la unión de ese
algo. Y la reunión, a su vez, deja ya de forma implícita y explícita que hubo interacción para un
fin, y que ese fin, a su vez, exije una tarea determinada por cada uno de los miembros de ese algo.
Allí, en ese instante, es cuan