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¿Ser o Parecer?

El arte de la comunicación no verbal

Gina Murillo

Copyright © 2014 Gina Murillo

All rights reserved.

ISBN:-10: 1494875993
ISBN-13: 978-1494875992

INDICE:

Prólogo……………………………………………………………3
Primeros pasos de la comunicación no verbal….11 Herramientas innatas
Explicación preliminar de la teoría de la comunicación no
verbal…………………………………………………………37
Teoría de la comunicación no verbal……………….55
Kinesia

Paralingüística

Proxémica

La comunicación no verbal y expresión afectiva…91


Engaño

La intimidad
Comunicación no verbal y autenticidad………………97
Dificultad de controlar la comunicación no verbal

La comunicación no verbal cómo código natural

Conclusión………………………………………………………….101
Bibliografía…………………………………………………………103
Sinopsis
¿Cuántas veces hemos querido ser invisibles, creyendo que sin emitir una palabra lo
conseguíamos? Pues esto es imposible. Las palabras silenciosas, a través de los gestos,
mirada, sonrisa, imagen y actitudes nos lo impiden.
A menudo, las situaciones, actitudes, emociones, sentimientos… no son lo que parecen.
¿Cuántas veces hacemos preguntas y nos quedamos con más dudas?
La comunicación no verbal se utiliza para comunicar estados y actitudes personales.
Tratar de conocerla, nos ayuda a reconocer en cierta manera, la enigmática y solapada
en ocasiones, sincera y franca en otras, y siempre fascinante comunicación humana.

¿Ser o Parecer? La vida es un largo camino para cambiar de parecer.


Gina Murillo 2014
Agradecimientos:
Al autor Norman M. Reeley por la gran ayuda prestada en la composición del libro, y
por soportar el lado más oscuro de mi alma.
A mis hijos Viri y Oki, por su generosidad, al permitidme entrar en sus almas
A la psicóloga Maria Carbonell por su colaboración y aporte de información
Al diseñador gráfico Vicente Lujan
A la fotógrafa Gaby Contreras
A la asociación de Mujeres Emprendedoras de Javea (MEJ) por prestarme su apoyo
y… como no a los que estáis en la habitación de al lado, que aunque no os puedo ver,
os siento y sé que sois mis ángeles de la guarda.
PRÓLOGO

A lo largo de mi vida, aprender de las palabras silenciosas, así me gusta denominar a la


comunicación no verbal, ha sido una gran aventura interior. En este tema, me considero
absolutamente autodidacta, quizá sea por mi carácter, soy mujer de pocas palabras y
siempre he disfrutado más observando y escuchando. Aunque enfermera especializada
en análisis clínicos, pronto cambié de profesión. Tras un periodo de aprendizaje, di un
vuelco a mi vida laboral. Colgué la bata blanca y me vestí con todo un mundo de color
y fantasía: la moda, la imagen y la venta.
Es a partir de este momento, cuando las palabras silenciosas, comienzan a subir de
volumen. En un universo, en que la imagen es la gran protagonista, junto con el arduo,
competitivo, interesante, emocionante, en fin apasionante cosmos de la venta, la
comunicación no verbal es un socio indispensable.
En mis primeros viajes a Paris, Milán y Roma, hablo de mediados de los ochenta, una
época en que mi dominio de los idiomas era escaso, tuve que echar mano
inconscientemente, de esas palabras silenciosas que dominan todas las lenguas.
Pronto me percaté que era difícil abrirme camino, en este nuevo reto que me había
marcado, si no era capaz de practicar la intuición. He tenido el gran privilegio de
aprender a practicar ese sexto sentido de manera muy natural. Me he movido en un
planeta pleno de creatividad y ello me ha llevado a tener una actitud llena de
inquietudes y curiosidades. He absorbido tantas imágenes y sobre todo sensaciones, que
aún hoy día, cuando pongo en funcionamiento mi olvidadiza memoria, puedo sentir el
aroma de aquellos salones de moda, rebosantes de emociones vibrantes. En este
enloquecedor escenario que es la moda, la imagen y por supuesto la venta, tuve que
aprender rápidamente a distinguir lo real de lo ficticio, al que era o parecía, en fin
emprendí la gran aventura interior de SER O PARECER.
PRIMEROS PASOS DE LA COMUNICACIÓN NO
VERBAL… HERRAMIENTAS INNATAS

¿Ser o parecer...? La vida es un largo viaje para cambiar de parecer.


Cuando hablamos de ser el concepto es muy amplio: naturaleza, espécimen, individuo,
sujeto, existir, vivir, quedar, haber, yacer, subsistir, pasar, acontecer, suceder. Todos
estos sinónimos se refieren a acciones que en ocasiones se nos presentan y a partir de
ellas organizamos nuestro parecer.
Parecer, su concepto se reduce a opciones: dictamen, consejo, informe, sugerencia,
creencia, juicio, asemejarse.
El balance entre ambos conceptos es lo que en mi opinión resume: la vida es un largo
viaje para cambiar de parecer.
¿Por qué quiero yo asociar esta teoría a la comunicación no verbal?
La respuesta para mí es sencilla. La comunicación no verbal comunica de una manera
más espontánea, pura y sincera las actitudes personales.
¿Qué es la comunicación no verbal? Hay diversas definiciones, algunas de ellas muy
complicadas; yo he elegido la del investigador Albert Meharabian (1972), para quien
“en sentido restringido, la comunicación no verbal hace referencia a un conjunto de
comportamientos no lingüísticos como los gestos, las posturas corporales o los
movimientos; en sentido amplio incluye también aspectos más sutiles del propio
lenguaje como los errores lingüísticos, las pausas o la entonación”.
Meharabian descompuso el porcentaje del mensaje: 7% verbal, 38% vocal (tonos y
matices…) y 55% señales y gestos.
Fue Menéndez (1988), que incluye también el uso del espacio al definir la
comunicación no verbal como “un nuevo campo de investigación y un nuevo análisis
del comportamiento espacial del hombre, del movimiento y de la gestualidad, de los
cambios de mirada, en la expresión de la cara, en el aspecto exterior del cuerpo, y en
los aspectos no estrictamente lingüísticos del lenguaje verbal”.
Después de estas teorías debemos aceptar que todo comunica, no solamente las
palabras: nuestros gestos, postura, tono y volumen de voz también se encargan de
comunicar. Distintas áreas del cuerpo tienden a trabajar unidas para enviar el mismo
mensaje.
El componente de la comunicación no verbal se utiliza para comunicar estados y
actitudes personales.
Todas estas explicaciones y teorías científicas nos llevan de nuevo a la pregunta: ¿ser o
parecer?
Haciendo un breve repaso a los períodos de la vida observamos, en primer lugar, lo
que ocurre en la edad temprana. Los bebés, con tan sólo unos pocos meses de vida, son
capaces de distinguir entre una cara sonriente y feliz y un rostro tenso y crispado, y
todos sabemos que el modo en que responden es del todo diferente. Este sencillo
ejemplo nos lleva también a introducir una pieza más de la comunicación: el
interlocutor.
El interlocutor, en este caso el bebé, también reacciona gestualmente, con señales de
agrado o desagrado.
Esta forma tan directa de comunicación, ausente de palabras, nos lleva a añadir una
nueva característica del lenguaje no verbal: la interpretación gestual y, en consecuencia,
la manipulación que podemos ejercer sobre la persona, que en este caso llamamos
hablante.
La manipulación gestual, es capaz de variar las actitudes de ambos.
Hemos comprobado que a través de un simple gesto cambia una actitud, pero detrás hay
algo más. Unas herramientas indispensables e innatas en el humano, que junto con los
gestos, nos llevan a descifrar con mayor facilidad la actitud humana: la mente y el alma
La mente es responsable del entendimiento, la capacidad de crear pensamientos, la
creatividad, el aprendizaje, el raciocinio, la memoria, la imaginación, la voluntad y
otras habilidades cognitivas.
Hay quienes piensan que la mente es el cerebro o alguna otra parte o función del
cuerpo, pero esto es incorrecto. El cerebro es un objeto físico: se puede ver, fotografiar
y someterse a una operación quirúrgica.
En cambio la mente no es un objeto material, no se puede operar. No hay nada en
nuestro cuerpo que pueda identificarse con nuestra mente porque son entidades
diferentes. Como ejemplo, nuestro cuerpo está quieto y tranquilo y nuestra mente puede
estar ocupada con diversos pensamientos, lo que indica que nuestro cuerpo y nuestra
mente no son la misma entidad.
¿Qué es el alma? Una palabra tan simple y tan difícil de definir. Si te preguntas a ti
mismo, ¿quiénes somos realmente? ¿Qué dirías? ¿Somos sólo cuerpo o sólo tenemos un
cuerpo? ¿Somos mente o tenemos una mente?
Está claro que no somos ni lo uno ni lo otro. Nuestro cuerpo y mente son herramientas
para vivir en el planeta, para movernos, pensar, hablar, etcétera.
Entonces, ¿qué es lo que somos?
El alma es lo que realmente somos. Es energía, chispa, es lo que nos hace estar vivos
en el cuerpo, en el planeta, aquí y ahora.
En estas cuatro líneas sencillas y, a través de nuestra edad temprana, también hemos
interpretado: bienestar y felicidad, estrés y enfado, emociones que más tarde
convertimos en sentimientos y que hemos sido capaces de expresar con gestos básicos,
esas palabras silenciosas que son capaces de alterar emociones, sentimientos y
actitudes.
¿Qué son las emociones? Son reacciones psicofisiológicas que representan modos de
adaptación a ciertos estímulos ambientales o de uno mismo.
¿Qué son los sentimientos? Es simplemente el resultado de una emoción.
Este breve ejemplo, sobre nuestra primera edad, nos ha servido para conocer la
importancia de la comunicación no verbal y para entender que, sin saber la teoría, todos
somos expertos en comunicación no verbal, pues viene innato en el ser humano; es el
primer modo que usamos para comunicarnos con nuestro entorno.
Hasta que comenzamos a hablar la comunicación no verbal es todo lo que tenemos y la
desarrollamos instintivamente, sin darnos cuenta.
Algo más tarde, ese niño es capaz de distinguir, cuando mira un cuento, o se limita a ver
unos dibujos animados, quién es el bueno o el malo, sin saber o entender lo que dicen,
pone de manifiesto nuestra gran capacidad de entender lo que ocurre en nuestro entorno.
Nos sorprende esa capacidad de conocimiento, sin conocimiento.
Es evidente que las personas, a una edad muy temprana, adquirimos intuitivamente una
gran pericia en interpretar lo que sucede a nuestro alrededor.
De este modo, añadimos a nuestro recorrido otro factor decisivo para desarrollar la
capacidad de descifrar esa palabra silenciosa, cargada de mensaje: la intuición
¿Qué es la intuición y cómo reconocerla?: ¿Alguna vez os ha sucedido que estuvisteis a
punto de tomar la decisión, de ir por un camino distinto a casa pero no lo hicisteis y te
encontraste con un atasco o algo desagradable en el trayecto? Y, en el momento en que
te lo encuentras dices: yo sabía que tenía que irme por el otro lado. Bueno, pues eso es
la intuición hablándote, pero como no estamos acostumbrados a escucharla,
normalmente no le hacemos caso y simplemente la dejamos pasar.
Reconocer la intuición puede ser una gran herramienta para tomar mejores decisiones,
libres de prejuicios, a la que podemos acceder, si así lo queremos.
Pero como no podemos reconocer algo que nunca hemos conocido, comenzaré a
contaros lo que No es la intuición:
1) La intuición no es mental, es sabiduría que viene desde otra parte de
nuestra existencia.
2) La intuición no es el cuerpo hablando, aunque podría manifestarse a
través de él.
3) La intuición no es la voz del corazón ni la emoción que sentimos al
percibir una situación.
La intuición es el primer chispazo que nos viene a la cabeza cuando queremos tomar
una decisión, es tener la certeza más que conocimiento sobre algo más allá de la lógica
mental.
Aprender a reconocer ese chispazo es una cosa de práctica, porque ocurre solo por
unas milésimas de segundo, antes de que la máquina mental empiece a funcionar y de
comienzo todo el proceso lógico al que estamos acostumbrados. Por eso para acceder a
ella debemos aprender a acallar a la mente, o al menos controlarla, del mismo modo
que es necesario tener consciencia de nuestras emociones y de nuestro cuerpo en el
momento en que queremos usarla. La intuición es sabiduría a la que podemos acceder.
Está fuera del tiempo y del espacio en que vivimos, es contacto espiritual con nuestra
esencia y la posibilidad de actuar desde ahí, pero sin ser impulsivos. La intuición es un
sexto sentido. Aprender a desarrollar el sexto sentido es posible. No importa la edad,
el género o el nivel cultural: absolutamente todos tenemos el poder de hacer de la
intuición nuestra brújula infalible para tomar decisiones acertadas, solucionar
problemas y tener más éxito en cualquier aspecto de nuestras vidas. Piensa en la
intuición como si fuera un músculo: si no lo ejercitas se vuelve débil e ineficaz, pero
con la práctica y dedicación se fortalece.
NO HAY CASUALIDADES, SINO CAUSALIDADES
Practicar el sexto sentido es un ejercicio que ayuda a recuperar confianza, a conocer
mejor la personalidad y, por consiguiente, reconocer con mayor habilidad el entorno
próximo.
1) Relajar la mente e iniciarse en la meditación mejora notablemente la intuición.
Tomarse un tiempo para serenar la mente aporta un estado de calma y silencio interior
y, además, prepara a la consciencia para recibir información.
2) Ser consciente de los sentimientos propios: prestar atención al interior, a las señales
del cuerpo, a los sentidos y a las reacciones. Ser conscientes de cómo te sientes en cada
momento. Cada vez que percibimos alguna sensación en alguna parte del cuerpo, es que
está intentando decirte algo: intenta saber qué es, reflexiona y escucha para captar los
mensajes que están intentando transmitir esas señales.
3) Anotar los pensamientos. Muchas veces se trata de buenas ideas, emociones; otras
señales que terminamos pasando por alto.
Confiar en la intuición es un punto clave para lograr su desarrollo. Es probable que
muchas veces dudes de las impresiones que recibas y que intentes razonar de manera
lógica, pero debes saber que la intuición y la lógica son incompatibles. Si al principio
te resulta complicado, empieza poco a poco: deja que tu intuición te guíe en momentos
que no sean cruciales y cada vez tendrás más confianza y podrás usarla en situaciones
más importantes. Piensa que cuanto más se practica, mejor se detecta y los resultados
son más precisos.
4) Jugar con la intuición es una buena práctica. Hacer juegos intuitivos es interesante.
Un pequeño ejemplo: acertar cómo se sienten los demás a través de sus “expresiones y
gestos” o intentar predecir qué van a decir.
5) Prestar atención a los sueños. Intentar recordarlos e interpretarlos, ya que mientras
dormimos la intuición está más activa y nos puede dar información sobre nuestra
situación. Trata de distinguir qué sueños sí merecen una reflexión.
6) Creer en ti: hablar de intuición es hablar de autoconfianza y seguridad en uno mismo.
Así que en momentos que debas decidir, permítete confiar en que harás bien las cosas.
Deja las dudas a un lado y déjate guiar por ti mismo.
7) Prestar atención al arte: muchas obras de arte tan solo pueden ser interpretadas a
través de la intuición. Por eso al observarlas, intenta también sentirlas y recuérdate que
la intuición tuvo un papel importante mientras el autor las creó. No importa si son
musicales, teatrales, cinematográficas o plásticas: vívelas, siéntelas e intenta
comprender el significado.
Hay muchas maneras divertidas de practicar la intuición y todas nos sirven para
desarrollarla.
Einstein dijo: “La mente intuitiva es un regalo sagrado y la mente racional es un fiel
sirviente” “Hemos creado una sociedad que honra al sirviente y ha olvidado el regalo”
No dejes que el enorme potencial que esconde la intuición te deje a medio camino de la
vida que deseas.
LA INTUICIÓN: UN ATAJO HACIA TUS METAS
La intuición es la que nos impulsa a arriesgar y a superar posibles obstáculos; la que
nos ayuda a descubrir oportunidades que se nos presentan a lo largo de la vida; la que
está detrás de muchos logros y éxitos. Es el radar que nos ayuda a anticipar el resultado
de una decisión; el sexto sentido de nuestro cuerpo; esa especie de chispazo en la
consciencia que trae la solución sin que uno sepa cómo o por qué. Ella es la intuición:
“Es capaz de guiarnos hacia nuestras metas” y todos tenemos la capacidad para
desarrollarla.
EL INCREÍBLE PODER DE LA INTUICIÓN
LO DIJO EINSTEIN: “LA ÚNICA COSA REALMENTE VALIOSA ES LA
INTUICIÓN”
¿Cuántas veces tuviste que tomar una decisión y, sin más, tuviste clara la respuesta?
¿Cuántas veces tu cerebro te regaló una idea sin que supieras bien de dónde salió?
Todo eso se lo debes a ella: la intuición y, cuanto más la desarrolles, más fácil te será
saber si vas por el camino correcto y si debes avanzar, retroceder o cambiar de
dirección. Esa brújula a la que llamamos intuición, es un atajo del cerebro para que
tomemos decisiones de manera rápida y, confiar en ella, nos permite acceder al poder
ilimitado que como ser humano tenemos. Gracias a ella podemos encontrar solución a
problemas que por medio de la razón y la lógica no sería posible o, dicho de otro
modo, podemos saber sin usar la razón. La intuición, además, está relacionada con el
lado derecho del cerebro, el mismo hemisferio que se ocupa de la creatividad, la
imaginación, las sensaciones, los sentimientos o las habilidades especiales. Es por lo
que debemos escuchar a nuestra intuición.
Fijaos bien las herramientas tan bien diseñadas que tenemos instaladas en nuestro
cuerpo desde el primer momento que llegamos a este mundo. La sabiduría innata que
tenemos es infinita.
Este es realmente nuestro ser: una serie de posibilidades de avanzar por nosotros
mismos desde el primer momento que abrimos los ojos. Luego la máquina conoce más
datos para mejorar su producción y, en ocasiones, no hace el uso debido o, dicho de
otro modo, no saca partido de las herramientas que posee. Deja que se ensucien y
contaminen, hasta llegar a parecer lo que no es, de modo que su producción deja de ser
única y con un valor incalculable y se convierte en un producto fabricado en serie; su
valor cae en picado.
Con esta sencilla metáfora, he vuelto a mencionar ¿SER O PARECER? Como si con
esta interrogante afirmo que el arco iris está formado por sólo dos colores: blanco y
negro. Nada más lejos de mi intención. Con esta pregunta quiero señalar la importancia
de SER cómo la maquinaria dotada de herramientas de gran calidad, que se tienen que
engrasar constantemente ante los cambios de mercado y competencia. Cuando hablo de
PARECER doy a entender que la maquinaria se acomoda, y no es capaz de competir
con los cambios constantes de los intereses del mercado. Esos intereses, llenos de
inquietudes, errores, éxitos, tristeza, alegría, que la vida en su largo viaje repleto de
vaivenes nos depara. Dejo al viajero esta pequeña reflexión como una opción para el
largo viaje que ha emprendido, desde el momento que llega a la primera estación.
En estos primeros meses de nuestra vida en los que el único conocimiento que tenemos
del exterior es a través de las palabras silenciosas, hemos aprendido a distinguir
emociones, sentimientos, actitudes de la parte hablante, y nosotros como interlocutores
hemos aprendido a responder ante las emociones, sentimientos que percibíamos, del
único modo que lo podíamos hacer, nuestros gestos. Hemos sido capaces de cambiar
actitudes de la parte hablante.
Una vez ha quedado claro que en nuestra primera andadura de nuestra vida y, que sólo a
través de nuestros gestos hemos sido capaces de ganar cuota de poder, quiero añadir
otro factor importante que también es capaz de cambiar actitudes, mostrar emociones y,
por consiguiente, sentimientos: la expresión facial, la mirada, la sonrisa, los sonidos, la
demarcación del propio territorio y ambiente que le rodea.
La expresión facial: es sorprendente ver cómo un bebé, ante estímulos externos de seis
emociones básicas: alegría, tristeza, miedo, sorpresa y asco; reacciona con una
expresión emocional, idéntica a la que expresan los adultos, sin que todavía haya tenido
tiempo de imitar las expresiones de los más próximos. Es por lo que podemos
considerar que estas expresiones emocionales son innatas.
La mirada: es la primera puerta que abre la comunicación. Es capaz por sí misma de
establecer jerarquías. La mirada expresa mucho de lo que siente la persona. Con la
mirada nos encontramos o nos ocultamos. La mirada puede crear desconcierto y, en
muchas ocasiones, perturbar emociones, sentimientos, actitudes, por parte del hablante
e interlocutor, tratada únicamente de manera pura, espontánea, sencilla, franca, como
ocurre en los primeros meses de la vida. Imaginaos a medida que pasa el tiempo, el
poder que tiene en nuestras vidas y su capacidad de manipular situaciones.
La sonrisa: la mueca innata, pura, espontánea, sincera, franca, que sin que nadie nos
haya enseñado, usamos en nuestros primeros días de vida, es lo que llamamos sonrisa.
La sonrisa en estado puro denota alegría, simpatía, felicidad. Atrae la sonrisa de los
demás y serás un foco de atención, es lo que todos hemos experimentado en nuestros
inicios. Es lo que podemos denominar ser sonrientes. Más tarde, cuando nuestras
herramientas se empiezan a contaminar, la sonrisa pierde su significado puro de ser, a
parecer que es sonriente. La sonrisa tiene muchas lecturas en la comunicación no
verbal, cuando pierde su espontaneidad.
Los sonidos: la primera señal de vida que emitimos y denota que estamos vivos, no, no
son las palabras, es un sonido. En un primer momento colma de felicidad al
interlocutor, pero pronto llega a convertirse en una auténtica pesadilla. Ese primer
sonido que llamamos llanto, también ofrece diversos tonos, y estos diferentes tonos que
usan, en la mayoría de los casos, dejan bien claro, junto la expresión facial y gestos, el
mensaje que quieren lanzar. El poder que tienen estos sonidos, la expresión facial y el
lenguaje del cuerpo, son capaces de alterar situaciones, emociones, sentimientos y, por
supuesto, actitudes.
La demarcación del propio territorio: es también bastante curioso observar a un bebé,
cómo sin saber, intuitivamente marca su propio espacio. Normalmente, ofrece
proximidad a los más íntimos. No conoce el terreno que pisa y prefiere mantener la
distancia ante los desconocidos. A medida que va entrando en sociedad, permite más
familiaridades. Este mecanismo innato, lo podemos adaptar a la vida adulta, aunque
después, con las reglas convencionales que ofrecen las diferentes culturas, todo cambia.
Ambiente que le rodea: es obvio que el ambiente que se establece incita a las
emociones, sentimientos y actitudes, que expresamos con brevedad a través de la
expresión facial, muecas, miradas y gestos. Ejemplo: No sabe igual un biberón entre los
brazos de alguien querido, que solo en la cuna. El ambiente te produce bienestar,
proximidad, calidez, indiferencia, frialdad, rechazo…
Con este relato, carente de teoría técnica, pero repleto de experiencias que, estoy
segura, muchos de vosotros compartís con una servidora, he querido explicar de modo
conciso y práctico, la comunicación no verbal. Esta comunicación que los expertos
denominan pieza cable en nuestro comportamiento ante los demás y, que contribuye
activamente en la comprensión del mensaje verbal.
Queda claro que nuestro comportamiento no verbal en los primeros pasos de la vida es
sincero, puro, espontáneo. Es, en estos momentos, lo que en realidad somos y el único
modo que tenemos para expresarlo es a través de la comunicación no verbal.
Poco tiempo después, comenzamos a tomar contacto más directo con la sociedad que
nos rodea y comienza nuestro viaje en solitario. Un viaje de aprendizaje, en el que en
ocasiones olvidamos, todas las herramientas que poseemos. Vamos perdiendo ese
sentido particular y único de ser tú mismo, para convertirnos en marionetas de las
circunstancias. Las estaciones del viaje emprendido van alterándose con demasiada
frecuencia. Los tiempos de espera y los cambios de ruta, en demasiadas ocasiones,
éstos nos exasperan, con lo que perdemos el control de nuestra comunicación no verbal.
Lo que era una sonrisa fresca y sincera, en demasiadas ocasione, la transformamos en
un mecanismo de defensa, la usamos como escudo protector de nuestra falta de control.
Ocultamos la mirada franca y la suplimos por una mirada opaca. De este modo
podríamos referirnos a todos los componentes de la comunicación no verbal, esas
palabras silenciosas que denotan: emociones, sentimientos y actitudes, que difícilmente
podemos ocultar. Comienza la lucha diaria entre el SER O PARECER.
Esa lucha es dura, eterna y, sobre todo, muy costosa en tiempo y perseverancia. A
diario se nos presentan constantes contratiempos. Algunos de ellos los podremos
mantener a raya y otros quizá, por no saber reconocer la procedencia, se nos escapen de
nuestra mano. Pero todo ello, sin lugar a dudas, dificulta nuestra manera natural de
comunicación no verbal. Ejemplo: Nuestra actitud positiva se convierte en negativa. El
control de emociones lo pasamos por alto y dejamos a la luz las crisis personales. El
problema no es que dejes al aire el control de las emociones, aunque tus palabras digan
lo contrario y las palabras silenciosas te desmientan. No, el problema es que estás
enfadado.
Mi pregunta es la siguiente: ¿cómo afrontamos los problemas emocionales, que se
expresan con tanta claridad a través de las palabras silenciosas?
Albert Ellis, psicólogo estadounidense, nos hace reflexionar con un modelo muy
simple, para mostrar cómo dejamos que nos afecten diferentes sucesos desagradables
de nuestra vida:
A) Suceso activador: ejemplo, pérdida de trabajo.
B) Creencias y pensamientos: “sin ese trabajo no valgo para nada”.
C) Consecuencias emocionales y conductuales: depresión y retraimiento.
En un primer momento nuestro pensamiento se inclinaría a definir que A, ha sido el
problema de C. Es bastante difícil no deprimirse cuando uno pierde un trabajo, pero los
expertos hablan del alto grado de variaciones individuales del problema. Unos podrían
mostrarse preocupados por una falta de ingresos, otros se sentirían heridos en su amor
propio y su autoestima se vería afectada, pero para otros sería un respiro. Una forma de
cortar con una situación laboral que no era de su agrado, y esa era su oportunidad para
desarrollar otras de sus cualidades. Esta conclusión nos deja el componente B. Esto no
quiere decir que el problema personal que ocasiona no se vea con toda la magnitud que
merece. El suceso desagradable de A contribuye sin lugar a dudas a nuestros problemas
emocionales, pero es el factor B, es decir, nuestros pensamientos y creencias, lo que
nos hacen sentir lo que se expone en C: depresión y retraimiento.
Fue el psiquiatra Viktor Frankl el que, después de pasar por tremendas penalidades en
un campo de concentración en Auschwitz, escribió la siguiente frase: “A un hombre se
le puede quitar todo salvo una cosa, la última de las libertades humanas: elegir su
actitud ante cualquier circunstancia dada, elegir su manera de ser” (1985).
A menudo un problema acarrea otro. Esta frase común está cargada de razón. Me remito
de nuevo al planteamiento sencillo de Albert Ellis:
A) Suceso activador del problema: ejemplo, la petición de un informe extra en una
fecha límite. Esta petición me ocasiona un esfuerzo imprevisto y aumenta el volumen de
mi trabajo.
B) Creencias creadoras de problemas: -Dirección no tendría que encargarme este
trabajo extra, con todo el trabajo que tengo acumulado. ¡No me da la gana de hacerlo!
¡No tiene que cargarme siempre a mí con toda la responsabilidad, nunca ofrece nada a
cambio! No hay derecho.
C) Consecuencias emocionales y conductuales: ira, agitación que cada minuto que pasa
va a más y, sin lugar a dudas, falta de productividad.
En este ejemplo, muy frecuente en la vida laboral, nos llevaría a culpabilizar, a primera
vista, A de las consecuencias emocionales de C. Si pensamos de este modo, siempre un
problema nos traerá otro. Es el problema de B, el que tenemos que abordar. Ello no
indica que nos resignemos a las órdenes y nos convirtamos en víctimas. La realidad es
que el informe tiene que salir y que yo me veo envuelto en problemas emocionales que
no me dejan ver lo que tengo delante. En este caso, las palabras silenciosas dejarán
señales profundas en la expresión facial.
Estas teorías que Albert Ellis explica con toda sencillez y claridad, abren la puerta a
importantes reflexiones, quizá costosas de conseguir en el tiempo, pero adoptando una
actitud perseverante, las emociones, actitudes y sentimientos, serán abordadas con
mayor serenidad y, sin lugar a dudas, la comunicación no verbal se verá beneficiada.
El control del tiempo y la organización: Hay mucha bibliografía que define el tiempo y
su valor. Yo he elegido la siguiente:
“El tiempo en sí es infinito, pero nuestro tiempo es limitado”.
En muchas ocasiones la mala organización del tiempo lleva unida una fuerte dosis de
estrés, que sin lugar a dudas se traslada a la expresión facial, la mirada, la sonrisa y
gestualidad; es decir, las palabras silenciosas suben de volumen.
Quiero exponer la regla 80/20, también conocida como “principio Pareto” (estoy
segura que os hará pensar), según la cual el 20% de las actividades produce el 80% de
los resultados y el 80% de las actividades produce el 20% de los resultados. Expuesto
esto, cada cual que saque sus propias conclusiones.
Continuando con la bibliografía: Davis y otros (1995) ofrecen algunos indicadores de
en qué consiste una mala organización del tiempo:
Prisas constantes, por ejemplo: entre reuniones o tareas.
Retrasos frecuentes, por ejemplo: al asistir a reuniones, visitar clientes
o cumplir plazos.
Poca productividad, energía y motivación, por ejemplo: “parece que
nada me estimula aparte de cobrar la nómina”.
Frustración, por ejemplo: “parece que siempre tenga que estar a
disposición de los demás”.
Impaciencia, por ejemplo: “¿dónde demonios está la información que te
he pedido? Por tu culpa no puedo seguir con mi trabajo.
Vacilación crónica entre alternativas, por ejemplo: “llevo dos semanas
devanándome los sesos con esto. Elija lo que elija saldré perdiendo. Ya no
sé qué hacer”.
Dificultades para marcarse objetivos y lograrlos, por ejemplo: “no sé
bien cuál es mi función ni qué se espera de mí”.
Indecisión, por ejemplo: aplazar continuamente el inicio de una tarea o
actividad. Esto puede ocurrir porque tememos no hacer un buen trabajo o
porque nos negamos a realizar el esfuerzo necesario.
Esta lista es interminable, pero yo he elegido otras cuatro más, porque me parecen muy
comunes:
Perfeccionismo, es decir, la búsqueda constante de unos niveles de
rendimiento excepcionalmente elevados. El perfeccionismo suele conducir
a la indecisión.
Enredarse con los detalles, es decir, no poder abordar las cuestiones
principales porque prestamos una atención excesiva a los detalles.
Sentirse agobiado por los detalles.
Falta de seguridad, es decir, no hacernos valer; por ejemplo: “no me
gustan las discusiones, así que lo haré aunque no me corresponda”.
Delegar poco trabajo, por ejemplo: “si quiero un trabajo bien hecho,
será mejor que me encargue yo mismo”.
Para sacar una pequeña conclusión he escogido una reflexión de Fontana, que para mí
guarda un gran significado: “las personas que en su vida profesional parecen estar
siempre a merced de las circunstancias suelen ser aquellas que esperan a que las cosas
ocurran para luego reaccionar ante ellas. Las que parecen dominar la situación suelen
ser las que ven venir las cosas y actúan con tiempo para protegerse o beneficiarse de
ellas.
Como se nos recuerda constantemente en la bibliografía, cuando se trata este tema el
tiempo es un recurso valiosísimo y cada segundo, cada minuto y cada hora que pasan no
se pueden recuperar. Así pues, utilicémoslo con buen criterio.
He expuesto la importancia de las creencias y pensamientos, un problema acarrea otro,
el control y organización del tiempo, y todos tienen un denominador común: la
alteración de emociones, actitudes y, como consecuencia, esas palabras silenciosas, que
comunican sin querer con el exterior, también se ven alteradas.
Ahora surge el siguiente planteamiento: ¿cómo conseguir cambios en lo que yo
considero es la base de problema, para conseguir la meta propuesta?
La infalible, costosa, valorada y, a menudo, ignorada PERSEVERANCIA, es nada más
y nada menos una de las cualidades esenciales para el éxito, en el sentido más amplio
de la palabra.
¿Cuántas veces hemos hecho propósitos para conseguir algo, que tiene un sentido
especial para nosotros y, a la semana, lo hemos olvidado? El sujeto que nos motivó a
realizarlo, dejó de motivarnos con demasiada prontitud. Muchas veces, aunque digamos
que estamos motivados para hacer un cambio, ello no significa que el cambio se
produzca inevitablemente.
Según Arnold y otros: la motivación consta de tres componentes:
1) Dirección: lo que intentamos hacer o lograr.
2) Esfuerzo: hasta qué punto lo intentamos.
3) Perseverancia: cuánto tiempo lo seguimos intentando.
Según Butler y Hope, si queremos acabar con lo que creemos es un mal hábito,
debemos tener totalmente claro si queremos cambiar. No sólo deberemos estar
motivados para acabar con lo que nos proponemos, sino también para perseverar.
Con el fin de dejar bien claro el tema de la perseverancia me remito al famoso
comentario de Thomas Edison: “EL GENIO ES UN 1% DE INSPIRACIÓN Y UN 99%
DE TRANSPIRACIÓN”.
Con estos datos aportados por los expertos, creo que no es una mala idea destacar la
importancia de incorporar la infalible, costosa, valorada y, a menudo, ignorada
perseverancia a las herramientas de nuestra máquina. La próxima vez que decidamos no
perseverar en una actitud importante para nosotros, es muy probable que las
consecuencias de no perseverar sean peores, que la presunta comodidad de abandonar.
Una vez ha quedado claro que aprender a manejar las emociones y actitudes es base
importante para afrontar los problemas, y que la perseverancia juega un papel
fundamental para dominar las situaciones, quiero añadir la importancia que tiene
aceptar y comprender el proceso de cambio personal.
La vida no es estática, no, es un viaje con numerosas estaciones y cambios de rumbo y,
cada estación tiene demasiadas puertas para encontrar la salida más cercana a nuestros
intereses.
Como señalan Dryden y Gordon:
“La vida no es utopía ni aflicción porque no es estática. No podemos detener el flujo
del cambio. El cambio es la única continuidad que experimentaremos mientras
vivamos. Pero la gran ventaja del cambio es que conlleva la incesante oportunidad de
modificar y conformar el cambio mismo. Y cuando aceptamos que nosotros mismos
somos productos y agentes de cambio en un mundo incierto, se nos ofrece la posibilidad
de lograr un verdadero crecimiento personal”.
El cambio siempre abraza al riesgo. El riesgo nos permite desarrollar confianza y
aceptación ante los contratiempos. Nos permite aprender de los errores y esforzarnos
en superar las metas. Nos ofrece abrir la puerta a la intuición, a la imaginación; se abre
la ventana a la creatividad. En mi opinión, esta avalancha de sensaciones es positiva,
pero también debemos tener clara la idea de poner los pies en la tierra y sopesar. Las
decisiones impulsivas no son aconsejables. Podemos evaluar estas nuevas ideas, desde
el punto de vista de su utilidad, para ayudarnos a superar los obstáculos de nuevas
maneras de pensar y de actuar.
Algunos lectores pueden preguntarse: ¿qué tiene que ver todo este proceso expuesto,
con la comunicación no verbal, con las palabras silenciosas?
La pedagogía que he empleado para entender la comunicación no verbal, prescindiendo
de la teoría específica y desarrollada por los expertos en la materia, es demostrar, que
a diferencia de la comunicación verbal, nos viene dada y la aplicamos desde el primer
instante que aterrizamos en este mundo. Las palabras silenciosas, en estado puro, son la
esencia de nuestra alma, ellas son las que van configurando la imagen que proyectamos
al exterior.
La comunicación no verbal actúa directamente desde lo más profundo de nuestro ser. Es
nuestra mente, alma, corazón e intuición.
Si nuestra esencia interior está en paz, de acuerdo con nuestra manera de actuar, no
entablaremos luchas entre lo que somos o queremos parecer.
“EL ROSTRO ES EL ESPEJO DEL ALMA”
EXPLICACIÓN PRELIMINAR DE LA TEORÍA DE LA
COMUNICACIÓN NO VERBAL

Los humanos nos servimos, de distintos lenguajes complementarios en sí, para


comunicarnos y expresar con mayor precisión lo que queremos decir.
Como ya he comentado anteriormente, pero lo reitero, por la importancia que en mi
opinión tiene, el investigador Albert Maharabian: descompuso en porcentaje el impacto
del mensaje:
7% es verbal, 38% vocal (tonos, matices…) y 55% señales y gestos.
El componente de la comunicación no verbal se utiliza para comunicar estados y
actitudes personales.
Todo comunica, no solamente las palabras: nuestros gestos, posturas, tono y volumen de
voz se encargan de comunicar. Distintas áreas del cuerpo tienden a trabajar unidas para
enviar el mismo mensaje.
Los psicólogos y psiquiatras han reconocido hace ya mucho tiempo, que la forma de
moverse de una persona proporciona indicaciones sobre su carácter, sus emociones y
sus reacciones hacia la gente que le rodea.
Mucha gente cuando se entera de que la comunicación no verbal es una vía de
comunicación, toma conciencia de sí misma y esto se convierte en un problema.
Uno puede enfrentarse a la comunicación no verbal al menos de tres formas:
1/ Puede intentar inhibir cada uno de la comunicación no verbal que, de acuerdo a su
conocimiento o creencia, significa algo en la interacción: con mucha tensión, o de una
forma poco expresiva.
2/ También puede sentirse liberado al reconocer cómo deja traslucir sus emociones,
darse cuenta de que la gente conoce acerca de uno intuitivamente, mucho más de lo que
uno mismo es capaz de decir, en palabras, sobre cómo se siente.
3/ Y por último, uno puede sentirse simplemente despreocupado, al tomar conciencia de
que es inevitable comunicar algo, que es algo que se capta sobre todo, intuitivamente, y
que en realidad nadie mantiene una interacción pendiente de fijarse en cada
comportamiento no verbal y analizar su significado, a no ser que sea un movimiento
realmente inusitado.
No está tan desarrollada la investigación no verbal como para poder hacer
afirmaciones claras en forma de recetas, respecto al significado emocional indudable
de cada comportamiento no verbal, pero estos sí dan señales y son expresión de
intenciones emocionales, de ahí la importancia de comprender su papel en la
interacción.
El análisis de la comunicación no verbal requiere al menos tener en cuenta tres criterios
básicos:
1/ Cada comportamiento no verbal está ineludiblemente asociado al conjunto de la
comunicación de la persona. Incluso un solo gesto es interpretado en su conjunto, no,
como algo aislado por los miembros de la interacción.
2/ La interpretación de los movimientos no verbales se debe hacer en cuanto a su
congruencia con la comunicación verbal. Normalmente la intención emocional se deja
traslucir por los movimientos no verbales, e intuitivamente somos capaces de sentir la
incongruencia entre éstos y lo que verbalmente se nos dice. La comunicación no verbal
necesita ser congruente con la comunicación verbal y viceversa, para que la
comunicación total resulte comprensible y sincera.
3/ El último criterio de interpretación del sentido de la comunicación no verbal, es la
necesidad de situar cada comportamiento no verbal en su contexto.
Sería pretencioso enseñar a interpretar la comunicación no verbal, es mejor, sólo hacer
tomar conciencia de su importancia en la interacción. Todo el mundo tiende a
interpretar lo que otro ha querido realmente decir. El estudio de la comunicación no
verbal puede generar la sensación de que se está más capacitado para acertar.
Con esto se puede ceder ante la tentación de interpretar cada gesto, e incluso se puede
lograr captar pistas de comportamiento de los otros. Pero, cuidado, hay que ser
consciente, que por mucha habilidad que se tenga en la observación de los otros, es
necesario ser muy cauto en cualquier interpretación. La comunicación humana es
extremadamente compleja (no tiene reglas fijas y simples), y en ausencia de reglas
claras, todos tendemos a ver, y prestar atención a lo que nos interesa. Esto no debe
negar, que si después de la práctica y la experiencia, somos capaces de sentir
intuiciones sobre las intenciones emocionales de alguien, nos dejemos llevar por esa
intuición, sobre todos si somos capaces de especificar que movimientos corporales nos
han llevado a esa intuición.
A todos nos gustaría tener una mayor influencia sobre los demás para poder lograr
nuestros objetivos. También nos encantaría saber lo que piensan los demás de nosotros
y sus intenciones. Aunque no podemos leer la mente, ni es deseable, sí tenemos
conocimientos suficientes para mejorar nuestra comunicación no verbal, pieza
fundamental para alcanzar nuestros objetivos y lograr una mayor satisfacción y como
consecuencia un mayor grado de felicidad.
La forma de entender y utilizar estos conocimientos, también son determinantes para
elegir una forma de vivir. Es fundamental mantener una actitud positiva, honesta,
generosa hacia los demás. Por esa razón es tan importante comunicarse bien, y por
supuesto leer correctamente lo que comunica los demás.
La comunicación no verbal es una buena herramienta para poder interpretar nuestro
lenguaje corporal, como así también el de otros a través de los:
La expresión facial
Gestos
Miradas
Sonrisas
Actitud corporal
Voz: tonos y ritmos
Y estas herramientas las podemos utilizar en lo laboral, social, en el trato de amigos,
conocidos, también en el vínculo más íntimo, en el cual podemos detectar mediante
observación, cambios de actitudes, de comportamientos, para mejorar nuestras
relaciones. Es obvio que dominar el lenguaje no verbal otorga beneficios como: lograr
posicionamiento positivo; comunicar ideas con más fuerza; ganar influencia; evitar ser
dominado; negociar con confianza…
Aunque el tema es largo y complicado, intentaré despertar el gusanillo de la curiosidad,
antes de meterme de lleno en la explicación meramente teórica.
Se sabe que cuando hay disonancia e incongruencia entre lo que una persona dice y lo
que expresa a través de las palabras silenciosas, se genera confusión o peor aún, se le
hace más caso a lo que hace con sus gestos o pose que a lo que dice. Por ejemplo,
cuando una madre regaña a su hija que acaba de embadurnarse todo un pintalabios
sobre la cara, diciéndole: qué barbaridad “la próxima vez que lo hagas te castigo”,
pero el rostro de la madre muestra una sonrisa complaciente, (como suele pasar), la
niña percibirá que “hizo gracia” con su travesura y probablemente repetirá su acción.
La expresión facial es uno de los principales puntos focales para su interlocutor. Se
sabe que un gran porcentaje de la atención se centra en el rostro, y éste es un escenario
lleno de actores: los ojos, los labios, el ceño (frente) las cejas. Todo esto se confabula
para bien o para mal, en la comunicación no verbal.
Las expresiones faciales, tienen un alto grado de interés en la comunicación no verbal,
(la mayor parte de las veces, actúan desde el plano de la subconsciencia) para el
interlocutor. Por medio de la posición de las cejas, la inclinación de la cabeza o cuán
abiertos o cerrados estén los ojos en un momento dado de la conversación, se estará
comunicando diferentes mensajes. Hay que intentar presentar una expresión facial
positiva, de acuerdo con su objetivo y la situación misma. Por ejemplo abrir un poco
los ojos ante una información “novedosa” que traiga el interlocutor, proyectará hacía él
una señal de “sorpresa”. Por el contrario cerrar los ojos, achicarlos, podría proyectar
la sensación de “tengo dudas, no le estoy creyendo”
La mirada es el primer punto de atracción, dicen que “los ojos son la ventanas del
alma” y es que los ojos han sido objeto de observación, de estudio y de mención por
parte de poetas, historiadores, psicólogos, artistas y… la humanidad entera, desde
tiempos inmemorables. Los estudios comprueban que no mirar a los ojos del
interlocutor genera una serie de ideas que hablan mal de la proyección de la persona.
“Que es tímido” “Que no le interesa lo que estoy diciendo, que me está ocultando algo”,
“Que es inseguro”, “Que es mal educado”, “Que es irrespetuoso”, “Que me está
mintiendo”. Las personas percibidas como “Seguras de sí mismas” son aquellas que
hacen más contacto visual positivo. Quienes no manejan este poderoso hábito, de mirar
a los ojos, hacen contacto visual a penas un treinta por ciento del tiempo. Y al revés:
quienes sí proyectan bien en este ámbito, suelen hacer contacto visual aproximadamente
el setenta por ciento del tiempo y juegan teatralmente el treinta por ciento. ¿Qué
significa jugar teatralmente?: que realizan movimientos de ojos acordes con lo que
quieren transmitir. Es decir son estrategias y utilizan los ojos como una poderosa
herramienta de comunicación. Saben que incluso en ese treinta por ciento del tiempo en
que hay contacto visual, están siendo observados y, lo quieran o no, están comunicando
algo. Un buen comunicador mantiene de modo adecuado el contacto visual con su
interlocutor al menos durante el setenta por cien de la conversación, y “juega” con el
restante
treinta. Se debe tratar de llevar una buena dinámica comunicativa, los ojos juegan el
papel de facilitadores de información.
ME ESTÁ MINTIENDO
¿Has estado conversando con alguien, y has tenido la sensación de que esa persona no
te está diciendo la verdad? Puedes pensar: no sé, pero siento que esa persona me está
engañando. Hay algo raro en ella… “Podría ser por el movimiento de sus ojos”. Los
ojos hablan, y aunque no hayamos estudiado nada sobre la ciencia del movimiento de
los ojos y del contacto visual, de alguna manera natural lo percibimos claramente.
Cuando pillan a un ladronzuelo robando, ¿qué hace al verse descubierto? Rápidamente
mira hacia los lados, buscando una salida. Bueno pues igual pasa con las personas que
mienten mucho o que están inventando una respuesta convincente: realizan movimientos
laterales con los ojos, los globos oculares se mueven horizontalmente de un lado a otro
mientras nos contestan. ¡Están pensando qué contestar!
Los estudios demuestran que cuando estamos buscando información en nuestro cerebro
que sabemos, que está ahí (es decir no vamos a inventarla), generalmente no miramos a
los lados, sino que miramos hacia arriba. Volvemos los ojos hacia la base de datos que
tenemos en el cerebro.
Está comprobado y me reitero los ¡Los ojos hablan!, insisto: utilizar la mirada
adecuadamente, facilitará la interpretación del mensaje y con los movimientos oculares
sinceros, conseguirás los objetivos propuestos.
Quiero añadir una pequeña curiosidad con respecto a la famosa frase: ¡Los ojos hablan!
En países árabes, los hombres suelen hablar entre sí a una distancia mucho más corta de
lo que lo hacemos en el mundo occidental. ¿Por qué?, porque para ellos, por siglos han
conocido algo que a menudo ignoramos en el mundo occidental: que los ojos hablan.
Saben que al ir a regatear, costumbre muy arraigada en su cultura, sus ojos pueden
delatar interés, haciéndoles perder un precio mejor. Al hablar de cerca, están “leyendo”
los ojos del interlocutor. ¿Pero qué parte de los ojos es la que miran?
En la universidad Ucla en los Ángeles (California), estudios realizados rigurosamente
durante muchos años, han comprobado que cuando estamos ante algo que nos interesa,
¡La pupila! Se dilata, se hace más grande y al revés, cuando estamos ante algo que nos
disgusta, ¡La pupila! Se hace más pequeña.
LA SONRISA, esa preciosa mueca que se utiliza para expresar simpatía, alegría o
felicidad, “Atrae la sonrisa de los demás y es una forma de relajar tensión”, tiene
también otras lecturas, en ocasiones, no solo expresa alegría, pueden indicar ansiedad,
inseguridad e incluso hostilidad enmascarada. Del mismo modo, sus interpretaciones
también pueden ser diferentes.
¿Es realmente la cara el espejo del alma? ¿Las expresiones faciales se aprenden o son
innatas en todos los seres humanos y culturas?
Paul Ekman, gran experto en comunicación no verbal, ha pasado más de cuarenta años
investigando los gestos faciales y las emociones humanas y ha logrado responder a esas
preguntas.
Las conclusiones son claras: las expresiones de alegría, tristeza, ira, sorpresa, asco,
miedo, y desprecio, son universales, independientemente a la sociedad o cultura a la
que se pertenezca. El resto de los gestos sí son aprendidos. Vamos a describir groso
modo las características más básicas:
ALEGRIA: contracción del músculo cigomático (que va del pómulo al labio superior) y
del orbicular que rodea el ojo. Las mejillas se elevan y surgen las famosas “Patas de
gallo”
TRISTEZA (PENA): muy duradera. Caen los párpados y el ángulo de las cejas se
eleva. Además el entrecejo se arruga y los labios se estiran horizontalmente.
IRA: la emoción más peligrosa para los demás, porque puede generar violencia.
Mirada fija, ojos feroces, y las cejas juntas y hacia abajo. Tendencia a apretar la
mandíbula y en ocasiones enseñar los dientes caninos.
SORPRESA: es la emoción más breve y puede fundirse en otras. Los párpados
superiores suben, pero los inferiores no están tensos. La mandíbula suele caer.
ASCO: ligera contracción del músculo que frunce la nariz y estrecha los ojos. El gesto
de la nariz arrugada es simultáneo al de la elevación del músculo superior.
MIEDO: sigue a la sorpresa. Párpados superiores elevados al máximo e inferiores
tensos. Las cejas levantadas se acercan. Los labios se alargan hacia atrás.
DESPRECIO: es una expresión parecida al asco, porque la acción sólo se produce a un
lado de la cara. La comisura del labio está más tensa y algo elevada.
He estado describiendo, las expresiones universales e innatas en el ser humano, ahora
doy paso a gestos desarrollados individualmente y que van marcando inevitablemente
la imagen.
La comunicación gestual: cada gesto, cada mueca, cada movimiento de la cara o el
cuerpo, pueden expresar y comunicar, creo que esto está quedando claro. Algunas
personas comunican sin sonido o en completo silencio. No hablan pero expresan un
universo de emociones.
En un mundo tecnológico, con más comunicación a través de medios tecnológicos como
internet, cada vez nos embarcamos menos en el “cara a cara” de una relación. Pero
algunos todavía abren los ojos y absorben cada gesto.
Antes de caer en la lejanía y en la falta de comunicación, entendamos la importancia de
una mueca, de una sonrisa sincera, de un gesto de malestar, para comunicarnos mejor,
aún cuando estamos en silencio. A menudo la gente interpretamos más los gestos que las
palabras.
En nuestro cerebro tenemos mucha información que llevamos a nivel interpretativo y
por eso nos comunicamos y por eso le creemos más a lo que dice el cuerpo que a lo que
dice la boca.
¿Cuáles son los gestos más delatores? Hay muchos, pero todo comienza en la cara y
continúa con las manos. Como he dicho anteriormente, la cara está llena de actores: las
cejas, ojos, músculos, pómulos y a medida que estamos entablando comunicación, son
recibidas por el interlocutor.
Cuando alguien está diciendo algo que nos interesa, levantamos la vista y queremos leer
su cara, como por ejemplo, cuando los niños pequeños vuelven a mirar a sus padres
para saber cómo deben comportarse, y en cuestión de un instante, leen si la persona que
se está acercando a ellos es amigo o enemigo, al igual que lo hacen los animales, este
simple comportamiento pone en evidencia, la capacidad interpretativa que nuestro
cerebro posee.
Paso a hacer una interpretación básica de actitudes, podríamos decir más comunes.
¿Cómo se expresa la inconformidad?
Dependiendo de la cultura, puede ser: moviendo los dedos, echándose hacia atrás,
dejando claro que quiere marcar distancia y en ocasiones se detecta una mueca. Hay
micro expresiones, que normalmente la gente no ve, pero que los especialistas sí lo
pueden hacer, como mover una ceja o torcer la boca.
¿Cómo se expresa el rechazo?
Nos echamos para atrás, quitamos la mirada y cruzamos los brazos.
¿Cómo se expresa la falta de interés?
Mirando hacia abajo, pecho hundido, y evitando el contacto visual.
¿Cómo se expresa la beligerancia?
Puños cerrados, si estamos de pie, las piernas se separan, y se levanta la barbilla.
Quiero poner tres ejemplos de cómo esas palabras silenciosas, pueden subir de
volumen, al interpretar el lenguaje corporal, y pueden servir de ayuda tanto en el ámbito
laboral, como en el social o más íntimo:
Un cliente, o amigo… con brazos cruzados, con las piernas cruzadas y echado hacia
atrás, podría estarnos “gritando” con su cuerpo que no le convence el producto o la
presentación que le queremos vender; o que la conversación o el tema que mantiene con
su interlocutor no le interesa.
Otro, moviendo sus manos, tamborileando los dedos y sentado en el borde de la silla,
como a punto de levantarse, podría estar diciendo que le estamos quitando su tiempo.
Otro, mientras tanto, inclinado hacia nosotros, realizando leves movimientos
ascendentes – descendentes de cabeza, podría estar diciendo que está preparado para
cerrar el trato; o que realmente está atento a la conversación y da muestra de su interés.
¿Cuál es el impacto de todo lo que se ha explicado en los cinco sentidos?
Uno puede decidir dejar de hablar, pero no puede dejar de comunicar. He hablado antes
de este concepto, pero al exponer el impacto en los sentidos, su significado es más
claro, y es que los complementos, la ropa que vestimos, los movimientos y apariencia
física, dan voz continuamente a las palabras silenciosas, emitiendo constantemente
mensajes a las personas que nos rodean.
Estamos captando información con los cinco sentidos:
Vista: “Todo entra por la vista”, nos dicen. Eso realmente no es así. Pero sí es un hecho
que un altísimo porcentaje del impacto personal que se ejerce, es a través de los ojos
de las personas. El ochenta por ciento de la atención visual que se logre se centrará en
la cara, especialmente en las expresiones. Pero no debemos olvidar que también entra
por la vista, cómo se camina, cómo se ve físicamente, la apariencia personal, la ropa
que se lleve, el peinado, los complementos; desde gafas, reloj, bolígrafo que se use...
etc. Si sonríe o no, la pose y por supuesto los gestos en general.
Oído: éste es el segundo receptor más importante de la proyección personal. Las
personas llegaran a una conclusión sobre cómo eres, basado también en cómo se habla,
las palabras que se utilizan. Los temas que se tocan y otros aspectos de fondo que
entran por los oídos. Pero también impacta, aspectos de forma, como el timbre de voz,
acento, velocidad o ritmo al hablar, el volumen de voz, y por supuesto, el tono o el
modo en que se dicen las cosas.
Tacto: cuando se da la mano, se efectúa el impacto más importante de dicho sentido. Se
recibe información sobre las personas: de la calidez o seguridad del apretón, de la
temperatura corporal e incluso de cuantos segundos quieres conceder a ese contacto.
Pero hay otro aspecto del tacto, el modo en que se maneja las “distancias personales”.
Si se invade innecesariamente al interlocutor, o si por el contrario, “guarda una
distancia” mayor a la necesaria. Eso también es tacto.
Olfato: uno se puede ver bien, escucharse adecuadamente, tener un agradable manejo
del contacto físico. Pero, si por alguna razón, se desprende un olor poco agradable, el
impacto positivo logrado se pierde al instante. Los olores corporales, perfumes… etc.
Aliento… darán la voz de alarma a los interlocutores.
Gusto: este es el más sutil e incluso el más complicado de medir. Sin embargo, se sabe
que también entra en juego en el momento, en que nos interrelacionamos.

La actitud corporal, emana emociones, sensaciones, actitudes. De la palabra emana


datos, ideas… cuando la actitud corporal habla de tristeza, cansancio, dejadez,
pesimismo, pasotismo, falta de energía, rendición falta de entusiasmo… el cuerpo
presenta unas características: cabeza baja, cuerpo hundido, brazos caídos, pasos
débiles, todos lo hemos experimentado. Necesitamos darnos cuenta y ser capaces de
cambiar la actitud de los movimientos corporales: pecho fuera, nos indica que somos
capaces de enfrentarnos a las dificultades. Cabeza alta indica que estamos orgullosos y
satisfechos. Brazos en movimiento al compás de los pies, pasos firmes transmitiendo
seguridad, capacidad de desprender energía, optimismo. Este cambio de actitud está
compensada por cómo nos perciben los demás y sobre todo cómo nos percibimos a
nosotros mismos. Debemos conseguir adosarla a nuestros hábitos diarios, como
ducharse y lavarse los dientes, es decir interiorizar la actitud positiva hasta hacerla
propia. Ser no parecer.
El cuerpo mismo, su pose, el dónde coloques las manos y cómo muestres las piernas,
también puede ayudar o a bloquear la comunicación. Por ejemplo, si estás intentando
proyectar que eres una persona de mente abierta, a escuchar y retroalimentarte del
interlocutor, pero te muestras con los brazos cruzados sobre el pecho, ese gesto podría
más bien proyectar el mensaje de que “estoy cerrado”, me estoy protegiendo de lo que
dicen, el mensaje no está calando en mí, no lo estoy aceptando”. Al hablar hay que
procurar mantener una pose “abierta” sin cruzar los brazos sobre el pecho. Otro gesto
igualmente negativo es poner ambas manos a la cintura, especialmente si estás llamando
la atención a alguien o intercambiando información “tensa”. La gallina “clueca”
despliega sus alas y sus plumas para demostrar “mire, soy más grande, le puedo hacer
daño”. El hombre de las cavernas, según los antropólogos, abría sus brazos y erizaba
sus vellos, mostrando mayor tamaño con el fin de asustar al animal que le atacaba. En
nuestros tiempos, ponerse las manos a la cintura, se emplea cuando se va a dar una
advertencia “seria” al interlocutor.
Otro gesto considerado negativo para la comunicación no verbal es apuntar con el dedo
índice, especialmente cuando éste se mueve de arriba abajo sobre la cabeza o cara del
interlocutor. A nadie le gusta que le señalen y “sentencien” con el dedo índice. En el
tiempo de las cavernas, cuando algo no les gustaba tomaban el garrote y le daban a la
testa del enemigo. Hoy el dedo se convierte en ese “garrote psicológico” que (mal)
usamos cuando algo no nos gusta. Es preferible no usarlo, pondría a su interlocutor a la
defensiva.
Así que es importante recordar… que somos actores, constantemente en escena.

“Mientras que nuestros pensamientos son totalmente privados, la mayoría de nuestras


emociones se detectan por una señal distintiva que ayuda a los demás a comprender
cómo nos sentimos”
Paul Ekman

TEORÍA DE LA COMUNICACIÓN NO VERBAL


(Interacción social y comunicación, por Enrique Berjano (2001)
Diferentes apartados de la comunicación no verbal: KINESIA, PARALINGÜÍSTICA y
PRÓXEMICA.
KINESIA:
Cuando hablamos de kinesia nos referimos a aquellos elementos de la comunicación no
verbal que implican movimiento corporal. El prefijo griego “kine”, que da origen al
término, significa precisamente movimiento. La kinesia se ocupa de la comunicación no
verbal expresada a través de los movimientos. Dentro de la kinesia suelen considerarse
la postura corporal, los gestos, las expresiones faciales y la mirada. Por su relación con
algunos de sus elementos citados, voy a incluir también en este apartado el aspecto
externo, aunque no implique necesariamente movimiento corporal, por lo que no forma
parte estrictamente de la kinesia, sí en mi opinión, guarda relación.
LA POSTURA CORPORAL:
Es la orientación de un elemento del cuerpo respecto a otro o del cuerpo en su conjunto
respecto a una referencia externa. La postura corporal es en realidad un elemento
fronterizo entre la kinesia y la proxémica, (la percepción y el uso del espacio por el
hombre) que más tarde desarrollaré. Por un lado, utiliza el movimiento corporal como
elemento de comunicación, pero por otro se evalúa en relación o estructuración del
espacio. A diferencia de otros gestos más rápidos y precisos, la postura es una
disposición del cuerpo relativamente duradera en el tiempo, aunque también es
susceptible de cambio.
El autor más clásico en las investigaciones acerca de la orientación del cuerpo es
Sommer (1969). Este autor pensaba que mediante la disposición de nuestro cuerpo con
respecto al cuerpo del interlocutor, fundamentalmente transmitimos información sobre
la naturaleza de nuestras relaciones; en ocasiones esa transmisión de información puede
no ser intencional, pero los otros interpretan nuestra postura en esos términos. Así,
parece frecuente que dos personas que compiten entre sí se sienten frente a frente, y en
cambio, si se sientan, uno al lado del otro, es más indicativo su intención a cooperar.
Cuanto más de frente a nosotros se sitúa alguien, más implicado percibimos que se
encuentra en la interacción o la conversación; ángulo recto u oblicuo con respecto al
cuerpo del interlocutor parece menos comprometedor porque reduce la obligatoriedad
de la mirada directa y nos proporciona más espacio “propio” fuera del alcance del
otro. Tal vez por ese motivo es la orientación que con más frecuencia elegimos para una
conversación relajada.
Si la relación del cuerpo parece revelar algo sobre la naturaleza del vínculo entre el
hablante e interlocutor, el grado de movimiento afecta sobre todo a la interferencia que
hacemos sobre los estados emotivos del emisor y a la atención que le prestamos. Un
grado de movimiento mayor o más rápido transmite sensación de mayor nerviosismo o
excitación. Aunque un cierto grado de movimiento parece necesario para captar la
atención del oyente, un movimiento excesivo puede distraer e interferir en la atención
que se presta al mensaje verbal.
RESUMEN DE LA POSTURA CORPORAL:
QUE ES…
La orientación de un elemento del cuerpo respecto a otro o del cuerpo en su conjunto
respecto a una referencia externa.
QUÉ FUNCIONES PRINCIPALES CUMPLE…
Expresa la naturaleza y el grado de implicación en la relación. Se utiliza para inferir
estados emotivos del hablante.
Orientación corporal
Grado de movimiento

LOS GESTOS:
EL GESTO: es el movimiento corporal propio de las articulaciones, principalmente los
movimientos corporales realizados con las manos, brazos y cabeza.
Gesticular es hablar, los gestos acompañan la palabra. Los gestos nos proporcionan
más control de la comunicación.
Los gestos dependen de la cultura, hábitos familiares y del grado de familiaridad de la
situación. Ej. no se utilizan del mismo modo en el ámbito profesional que en el familiar
o social.
Tipos de gestos descritos:
GESTOS INNATOS: corresponden a aquellos gestos que compartimos todos los
humanos, sin importar nuestro origen cultural o social. Ej. tristeza, alegría, asco…
GESTOS ADQUIRIDOS: son aquellos que aprendemos por medio de la imitación de
los gestos que hacen las personas que nos rodean.
Estos tipos de gestos, no hace falta que los expertos los definan, la propia experiencia
se encarga por sí sola de hacerlo.
Ahora sí, los expertos hablan de cinco tipos de gestos, definiéndolos de la siguiente
manera:
EMBLEMÁTICOS, EMBLEMAS O GESTOS SIMBÓLICOS: representan una palabra
o un conjunto de palabras bien conocidas. Son señales emitidas intencionadamente. Su
significado es muy claro. Son gestos que tienen un significado arbitrariamente asignado;
es decir, que se pueden traducir por palabras con precisión. Son gestos propios de cada
cultura, como las palabras son propias de cada idioma. El aplauso, como gesto de
reconocimiento y alabanza, es un gesto emblemático, aunque es común a muchas
culturas; asentir inclinando la cabeza hacía delante o negando la cabeza hacia los lados
también lo son; y también hay emblemas generalizados, como el signo de hacer autostop
o el signo de OK.
GESTOS ILUSTRADORES O ILUSTRATIVOS: se producen durante la comunicación
verbal y sirven para ilustrar lo que se está diciendo. Son aquellos que acompañan el
discurso hablado y lo precisan o complementan. Saber qué hacer con las manos al
romper un silencio o comenzar una intervención, es la base para después actuar con más
naturalidad. Para comenzar el discurso se aconseja: mantener los dedos unidos de
ambas manos y después continuar ilustrando el mensaje con su movimiento. Ej. marcar
dirección o indicar una posición global…
Damos por hecho que la postura corporal apoya los gestos y las palabras. No olvidar
nunca: mantener la cabeza alta, el pecho fuera y pies firmes y en equilibrio. El
movimiento de las manos debe actuar entre el cuello y la cintura.
Los gestos ilustradores han generado mucha investigación y despertado mucho interés
porque están relacionados con el lenguaje verbal; con su estudio se pretendía resolver
la polémica de la naturaleza del pensamiento humano, si pensamos en enunciados
verbales o mediante imágenes, y qué relación hay entre ambos mecanismos de
representación (Fernández Dols, 1994)

GESTOS REGULADORES: los reguladores son gestos que cumplen la función de


controlar la interacción, provocar una reacción de determinado tipo en el interlocutor.
Esto no significa que siempre sean conscientes, con mucha frecuencia son gestos
relativamente automáticos. La mirada, por ejemplo, cumple una función reguladora de
primer orden: con una simple mirada invitamos a alguien a hablar o le hacemos callar,
le sugerimos que se acerque o provocamos que se aleje, solicitamos ayuda y mil cosas
más. Otros muchos gestos de cabeza o manuales pueden cumplir también todas estas
funciones. Entre los reguladores más sutiles, y que se han estudiado con más detalle, se
encuentran los patrones o combinaciones de gestos que regulan la cesión del turno de
palabra en las conversaciones.
EXPRESIONES EMOCIONALES: son gestos que tienen como función básica
comunicar un sentimiento o estado de ánimo al interlocutor. Apretar los puños de rabia,
por ejemplo, es uno de ellos.
GESTOS ADAPTADORES O DE ADAPTACIÓN: Se utilizan para manejar emociones
que no queremos expresar. Se emplean cuando nuestro estado de ánimo es incompatible
con la situación. Ej. pasarse los dedos por el cuello de la camisa, en señal de agobio;
frotarse los ojos demostrando cansancio…
RESUMEN DE LOS GESTOS:
QUÉ SON…
Movimientos breves de partes específicas del cuerpo
QUÉ FUNCIONES ESPECÍFICAS CUMPLEN…
Transmiten información verbal específica ---------- gestos emblemáticos
Clarifican o apoyan el mensaje verbal --------------- gestos ilustradores
Regulan el curso y ritmo de la interacción ----------- gestos reguladores
Permiten inferir sentimientos o emociones --------- expresiones
emocionales
Ayudan a auto-regular nuestros sentimientos y respuestas –-- gestos adaptadores
LAS EXPRESIONES FACIALES:
Las expresiones faciales son movimientos de los músculos del rostro, en particular de
la zona de los ojos y cejas, la nariz y la boca.
En el estudio de la expresión facial se suele citar como pionera la obra de Darwin
(1872) titulada “La expresión de las emociones en los animales y el hombre”. En
opinión de Darwin, las expresiones emocionales son una clara prueba de su hipótesis
evolucionista: son vestigios de conductas que en el pasado filogenético (estudio del
desarrollo y evolución general de una especie) tenían una función adaptativa para la
especie y que actualmente han cambiado de función. Debido a su estatus de herencia
filogenética, las expresiones emocionales son relativamente universales y activación
relativamente automática e instintiva. La tesis de Darwin es fácil de ilustrar, con la
expresión de la ira.
El carácter instintivo de la expresión emocional se ha intentado probar por tres medios
fundamentales: la comparación transcultural, es decir si todas las culturas se expresan
del mismo modo determinadas emociones básicas; el estudio de niños recién nacidos,
para ver si ante determinados estímulos responden con expresiones faciales
equiparables a las de los adultos aunque todavía no han podido aprenderlas; y el
estudio de personas ciegas, que difícilmente pueden haber aprendido por imitación la
expresión facial de las emociones. Los resultados no son excesivamente concluyentes.
La obra de Ekman y sus colaboradores parece indicar que existen seis emociones
básicas innatas: alegría, tristeza, miedo, ira, sorpresa y asco, relativamente universales
tanto en su expresión facial como los estímulos que la desencadenan.
Fridlund (1991), por ejemplo, considera que la expresión emocional sirve para fines
interactivos, es decir para comunicar con los demás un estado interno, que es
relativamente consciente y se exhibe en función de factores sociales. Según él hay
conductas reflejas como arrugar la nariz ante determinados olores que aparecen mucho
más en público que cuando el sujeto está solo.
RESUMEN DE LAS EXPRESIONES FACIALES:
QUÉ SON…
Movimientos de músculos del rostro
QUÉ FUNCIONES CUMPLEN…
Forman parte de la reacción emocional espontánea a determinados estímulos.
Regulan la interacción, comunicando al otro, estados afectivos.
INVESTIGACIONES MÁS RELEVANTES…
Sobre la hipótesis del feedback facial
Sobre la universalidad de la expresión emocional: comparaciones transculturales,
estudios en recién nacidos, estudios en personas con déficits sensoriales.

LA MIRADA:
La mirada es la orientación de los ojos en dirección al interlocutor. La mirada es
especial dentro de los canales de la comunicación no verbal porque tiene una doble
naturaleza: es a la vez instrumento y canal de captación de la comunicación no verbal.
La mirada como instrumento de comunicación no verbal: por un lado, la mirada es un
modo de emitir información, como lo son otros elementos de la comunicación no
verbal. En este sentido, cumple algunas de las mismas funciones que otros canales de
comunicación no verbal; y, a pesar de que la variedad de movimientos posibles de los
ojos y su área cercana es muy limitada si la comparamos con las expresiones faciales o
con gestos, lo cierto es que la mirada cumple muchas funciones y muy diversas.
LA MIRADA COMO INSTRUMENTO:
A/ La mirada sirve para regular los turnos de palabra: miramos al otro cuando estamos
esperando la respuesta y retiramos la vista cuando vamos a empezar a hablar nosotros.
B/ La mirada se utiliza para inferir el grado de atención o de implicación de nuestro
interlocutor. Se sabe desde hace mucho tiempo que la dilatación pupilar aumenta con el
interés por otro, y por ese motivo las personas que nos miran con la pupila más dilatad
nos resultan más atractivas. Las mujeres de la cultura grecorromana, conscientes de
esto, ingerían como parte de su arreglo personal, una sustancia que incrementaba el
grado de dilatación pupilar, a la cual le dieron el nombre de belladona por sus efectos
sobre el atractivo femenino percibido.
C/ La mirada sirve para expresar emociones o establecer jerarquías en la interacción,
del mismo modo que la expresión facial o el tono de voz.
D/ Utilizamos también la mirada como ilustrador deíctico, es decir, para señalar algo
de lo que estamos hablando. Ésta es una función que suelen cumplir los gestos
manuales, pero la mirada habitualmente los suple o complementa.
LA MIRADA COMO CANAL DE CAPTACIÓN DE LA COMUNICACIÓN NO
VERBAL:
Por otra parte, es el canal por medio del cual tomamos conciencia de casi toda la
comunicación no verbal de nuestro interlocutor. En este sentido, la mirada tiene una
función que sólo a ella le corresponde: la de captar la información y recibir
retroalimentación acerca de la relación. Esta circunstancia tiene dos tipos de
consecuencias: (a) provoca problemas y cambios en las situaciones que impiden la
mirada y (b) induce también cambios en nuestra conducta cuando nos sentimos mirados.
Cuando las circunstancias de la interacción nos dificultan o nos impiden ver al otro, la
regulación y sincronización de la interacción se dificultan: los ratos de silencio son más
largos, los solapamientos en el turno de palabra son más probables y el equilibrio o
simetría en la duración de las intervenciones de uno y otro es menor (Rimé y
Schiaratura, 1991). Por este motivo, hablar por teléfono nos resulta generalmente más
complicado y menos fluido que hablar cara a cara y, por consiguiente, nos resistimos a
discutir por teléfono temas que ya en sí entrañan cierta dificultad: al desaparecer la
información reguladora que transmiten los gestos del otro, tenemos que guiarnos sólo
por elementos paralingüísticos como la entonación, y la sincronización se entorpece.
Además, cuando no podemos ver al otro se modifica la estructura del discurso verbal,
haciéndose más precisa y diferenciada: utilizamos un vocabulario más variado y una
sintaxis más compleja, tendemos a utilizar un lenguaje más parecido al escrito
(Moscovici, 1967). Al vernos privados de gran parte de los medios no verbales que
solemos usar para matizar el contenido de lo que decimos, nos vemos obligados a
traducir en palabras lo que en una situación cara a cara comunicaríamos con gestos. En
definitiva, lo que estos resultados parecen mostrar es que entre el lenguaje verbal y no
verbal hay una cierta relación de complementariedad, aunque las posibilidades de
traducción de uno y otro tiene sus límites.
Por otra parte, la función de captación de la información de la mirada convierte “la
experiencia de sentirse mirado” en una experiencia singular, con profundos efectos en
la conducta del actor. Estos efectos son principalmente de dos tipos:
A/ El hecho de sentirse mirado parece uno de los más poderosos inductores de
autoconciencia pública: es decir, nos hace conscientes y centra nuestra atención en los
aspectos públicos y observables de nosotros mismos. Eso tiene consecuencias en la
conducta porque tendemos a comportarnos de manera diferente dependiendo de en qué
centremos nuestra atención. Cuando somos muy conscientes de la parte observable de
nosotros mismos, nuestra conducta se orienta en función de los estándares de quien nos
mira (Carver y Scheier, 1981). Éste es uno de los motivos por los que la mirada y la
vigilancia tienen un sorprendente poder de inducir conformidad a las normas.
B/ Por otro lado, tanto la mirada excesivamente insistente como la mirada
excesivamente esquiva nos resultan incómodas. La ausencia de mirada por parte del
interlocutor es desconcertante y perturbadora: no ser mirados equivale a ser ignorados,
y todos parecemos necesitar un mínimo reconocimiento básico de nosotros mismos que
se manifiesta en la mirada del otro. Pero ser mirados con excesiva insistencia es
también una experiencia molesta, que con frecuencia se experimenta como expresión de
hostilidad o, al menos, de falta de tacto. Nadie puede desarrollar en una interacción
social su papel de un modo perfecto, sin cometer ningún error y manteniendo en todo
momento un control absoluto de todos los aspectos de su conducta. Una mirada
excesivamente insistente no pasa por alto ningún error potencial en nuestra “actuación”
social, y por eso resulta bastante amenazante, sobre todo cuando no nos sentimos muy
seguros y/o no tenemos mucha práctica en el papel que nos corresponde representar
(Argyle, 1972).

RESUMEN DE LA MIRADA:
QUÉ ES…
La orientación de los ojos en dirección al interlocutor
QUÉ FUNCIONES PRINCIPALES CUMPLE…
Recibir retroalimentación acerca de la interacción
Regular los turnos de palabra en las conversaciones
Expresar emociones
Definir la naturaleza de la relación
¿CUÁLES SON LAS INVESTIGACIONES MÁS RELEVANTES?
Sobre la expresividad de la mirada
Sobre la experiencia de sentirse mirado

EL ASPECTO EXTERNO:

Vamos a llamar aquí aspecto externo a los elementos relativamente estables de la


apariencia corporal, tales como la constitución física y la vestimenta. El aspecto
externo tiene una naturaleza distinta a las cosas que he estado comentando hasta ahora.
En realidad, aún cuando está asociado al cuerpo, no debería incluirse dentro de la
kinesia, puesto que no implica movimiento. Por emplear una metáfora teatral, si hasta
ahora hemos estado hablando de elementos de la actuación, el aspecto externo es en
cambio un elemento de la escenografía: no es algo que el actor “hace”, sino algo que el
actor “aparece”. Sin embargo proporciona una información muy valiosa sobre el actor,
sobre el rol que va a representar y sobre las pautas que debe seguir la relación; y, como
lo sabemos, la manipulamos deliberadamente para causar una determinada impresión
acerca del tipo de persona que somos: en este sentido, el aspecto externo tiene
indudable valor comunicativo.
El aspecto externo comprende dos facetas sobre las cuales no tenemos el mismo grado
de control:
El tipo físico en general y el vestido y complementos. Aun cuando ambas son
susceptibles de modificación, la segunda ofrece mucho más margen de manipulación
por parte del actor (Muñoz y Avello, 1991). Aún así, el manejo del vestido y el adorno
con fines informativos es complejo por dos motivos: (a) porque la impresión global
causada por un atuendo responde a reglas implícitas del vestir que hay que conocer y
que son muy complejas, dado que articulan elementos tan variados como colores,
texturas, tejidos, corte, adornos, tallas, etc.; y (b) porque, además, estas reglas de la
vestimenta no permanecen fijas, sino que están sujetas a constante variación en función
de los parámetros de la moda. Así pues, la función comunicativa del aspecto externo se
basa en conocimientos socialmente compartidos que alcanzan una estructura compleja.

RESUMEN DEL ASPECTO EXTERNO:


QUÉ ES…
Los elementos estables de la apariencia corporal
La constitución física y la fisonomía
La vestimenta y adornos
QUÉ FUNCIONES PRINCIPALES CUMPLE…
Definir el rol del actor de modo genérico
¿CUÁLES SON LAS INVESTIGACIONES MÁS RELEVANTES?
Investigaciones de carácter sociológico y antropológico

LA PARALINGÜÍTICA O EL HABLA NO VERBAL:


Se suelen designar como paralingüística los aspectos no verbales del lenguaje vocal o
habla; es decir, el conjunto de características acústicas del habla. Hay algunos autores
(Street, 1990) que prefieren llamar habla no verbal a todos estos elementos acústicos y
reservar el nombre paralenguaje para algo más específico. Según estos autores, dentro
de los aspectos no verbales del habla se pueden distinguir dos grandes categorías:
A/ Los elementos que sólo admiten una codificación discreta; es decir, que se
caracterizan por aparecer sólo en determinados momentos del discurso hablado, y se
hacen por tanto significativos en función de su presencia o ausencia. A estos elementos
se les da el nombre de “prasodia”, y son los que regulan esencialmente el ritmo del
discurso. Los elementos prosódicos son el énfasis, las pausas o conectores y la
entonación o inflexiones de la voz.
B/ Los elementos que exigen una codificación “continua”; es decir, que acompañan
necesariamente en todo momento a la emisión vocal, y se hacen por tanto significativos
en función de los cambios que sufren con respecto a una línea base o patrón general.
Para estos elementos se reserva el término de “paralenguaje”, y caracterizan el patrón
general del discurso. Los elementos paralingüísticos son la intensidad vocal o volumen
del habla, el tono más grave o más agudo, la duración del discurso y la velocidad de
emisión del habla.
El habla no verbal es un sistema indisociablemente ligado al uso del lenguaje, que
siempre se produce en conexión con éste. Desde este punto de vista, la función
principal que los elementos no verbales del habla cumplen en relación al lenguaje
verbal es la de “facilitar la coherencia del intercambio verbal” al menos en dos
sentidos:
A/ Por una parte, la combinación de determinados elementos prosódicos y
paralingüísticos constituye para el receptor una señal de que el emisor está a punto de
ceder el turno de palabra, o por el contrario que se propone conservarlo; al regular la
“cesión de turnos de palabra”, el habla no verbal facilita la sincronización de la
interacción en las conversaciones.
B/ Por otra parte, el habla no verbal “clarifica, califica y matiza” el contenido del
mensaje verbal, proporcionando al receptos señales sobre cómo deben interpretarse las
palabras precisas que se pronuncian. El discurso hablado carece de signos formales de
puntuación o convenciones tipográficas, como los interrogantes, las comas, los
subrayados o las mayúsculas, que nos indiquen determinadas características funcionales
de las palabras y las frases. Los elementos “prosódicos y paralingüísticos como las
pausas, la entonación, los énfasis o los cambios de velocidad del habla cumplen esas
funciones de puntuar, acentuar o enfatizar las palabras y las frases de tal modo que sea
posible comprenderlas con precisión. Además, en un sentido más profundo nos indican
cómo debe entenderse aquello que se está diciendo. Y así, por ejemplo, un tono de voz
irónico nos señala que no debe tomarse en serio el contenido explícito, las dudas y las
vacilaciones al hablar señalan que lo que el emisor dice debe aceptarse con reservas,
una forma de hablar contundente señala que el emisor posee un alto grado de seguridad
en lo que se está diciendo y debe aceptarse literalmente.
Aparte de esta función de facilitar la coherencia de los intercambios verbales, las
personas también empleamos los elementos paralingüísticos del habla para inferir
motivaciones, estados emocionales o características de personalidad del actor, o para
sacar conclusiones acerca de la relación. Estas interferencias las hacemos a partir de
nuestra percepción del estilo de habla no verbal habitual de la persona y de los
cambios que éste va sufriendo a lo largo de la conversación.
Las personas mostramos cierta consistencia en nuestros estilos de habla no verbal, tanto
a lo largo de una misma interacción como a través de diversas interacciones. Los
diversos estilos de habla no verbal se asocian mediante estereotipos a diversos tipos de
persona, y por eso el estilo no verbal habitual del otro nos sirva para sacar
conclusiones sobre su “pertenecía a determinadas categorías sociales”.
Los cambios bruscos o alteraciones del estilo habitual de la otra persona nos sirven
para saber algo más sobre su “estado de ánimo”. El habla no verbal es bastante
susceptible de alteración en función del estado emocional: el aparato fonador es
relativamente sensible a los cambios “fisiológicos”. Y por eso éstos se revelan en la
forma de hablar; en particular, por ejemplo la ansiedad induce un estado de activación
fisiológica que afecta a la flexibilidad de las cuerdas vocales y altera los patrones
respiratorios, lo que se traduce a nivel manifiesto generalmente de una elevación del
tono de voz, que se vuelve más agudo de lo habitual (Scherer, 1986)
Finalmente, los cambios que va sufriendo el modo de hablar del otro en comparación
con nuestro propio modo de hablar nos sirve para aclarar su “actitud hacia nosotros”.
Howard Giles sostiene que los cambios que se producen en el habla no verbal de una
persona a lo largo de una conversación son, en gran medida, una reacción a las formas
no verbales de habla de su interlocutor; esto es, su tesis principal es que los hablantes
se van influyendo mutuamente en la forma de hablar a medida que progresa una
conversación (Giles, Coupland y Coupland, 1991). Lo normal es que en el curso de una
interacción se produzca un proceso de “convergencia lingüística”, por el cual el habla
no verbal de ambos interlocutores cada vez se hace más similar: el tono y volumen de
voz, la velocidad del habla, la forma de pronunciar los fonemas o la frecuencia y
longitud de las pausas tienden a asemejarse progresivamente. Como es lo habitual, la
convergencia es un proceso del que normalmente no somos conscientes, pero que
produce una evaluación más favorable de nuestro interlocutor; esto es lo que puede
estar sucediendo, por ejemplo, cuando un profesor modifica su forma de hablar e
incluso su léxico para asemejarse a sus alumnos veinte años más jóvenes, con el fin de
caerles mejor.
La “divergencia lingüística” es el proceso inverso, por el cual tendemos a
diferenciarnos progresivamente de la forma de hablar del otro. Como es menos
frecuente que la convergencia, es más probable que no nos demos cuenta cuando tiene
lugar. La “divergencia parece responder a dos motivaciones fundamentales (Giles,
Coupland y Coupland 1991): por un lado, es una estrategia para demostrar disgusto,
rechazo o falta de simpatía por el otro, para “guardar las distancias”: sería, por
ejemplo, el caso de alguien que baja deliberadamente el tono de voz para “poner en
evidencia” a otro que está gritando, y hacer patente que los gritos le molestan; por otro
lado, es un modo de reafirmar nuestra identidad social, expresando mediante nuestra
forma de hablar que pertenecemos a un determinado grupo social con el cual nos
identificamos, que valoramos mucho y que se caracteriza por ese modo de hablar: sería
el caso de un “pijo” que acentuase los rasgos típicos de la forma de hablar de su grupo de
referencia cuando está conversando con alguien perteneciente a otra “tribu urbana”.

RESUMEN DE LA PARALINGÜÍSTICA O HABLA NO VERBAL:


QUÉ ES…
Las propiedades acústicas de la comunicación
De carácter discreto--- prosodia
De carácter continuo—paralenguaje
QUÉ FUNCIONES PRINCIPALES CUMPLE…
Facilita intercambios comunicativos coherentes
Facilitando la interpretación del significado del discurso
Regulando la sincronización de las intervenciones
Se utiliza para conocer el carácter del actor y de la relación
El estado emocional
La actitud con respecto al interlocutor
¿CUÁLES SON LAS INVESTIGACIONES MÁS RELEVANTES?
Sobre la influencia de los estados emocionales en su producción
Sobre los proceso de acomodación interpersonal

LA PROXÉMICA:
Se llama “proxémica” a la disciplina que se ocupa del estudio de la percepción y el uso
del espacio por el hombre. Este término fue acuñado por el antropólogo Edward T.
Hall, es el autor que se ha ocupado con mayor extensión y profundidad de las
relaciones entre el espacio y la interacción humana. Como se refleja en el título de dos
de sus libros más populares, para Hall el espacio es “lenguaje silencioso” o “la
dimensión oculta” de la interacción: es inevitable que esté presente y que adopte una
determinada configuración, pero resulta muy difícil de estudiar porque es una
dimensión de la interacción de cuya influencia omnipresente no somos habitualmente
conscientes. Hasta tal punto suele estar alejada de la conciencia la influencia del marco
y los hábitos de uso espacial en nuestros patrones de relación que sólo nos damos
cuenta de ella cuando los contrastes culturales nos lo hacen muy patentes; y aun en estos
casos, la mayoría de las veces sólo somos conscientes de un sentimiento vago de
incomodidad o irritación, y nos cuesta advertir que su causa es que el otro nos está
hablando desde una distancia menor o mayor de la que es normativa en nuestra cultura,
o que alguien está invadiendo un territorio que consideramos propio.
El espacio:
Es simultáneamente “marco e instrumento de la comunicación”, y desde ambos puntos
de vista vamos a considerarlo. Por una parte, toda interacción interpersonal acontece en
un marco espacial que le otorga un determinado carácter: en este sentido, el espacio
opera como señal informativa para los participantes en la relación, como elemento a
partir del cual éstos infieren qué tipo de relación es posible o esperada en dicho marco
físico. Por otra parte, utilizamos constantemente en la interacción cara a cara señales
comunicativas que estructuran de un modo peculiar el espacio de interacción: en este
sentido, la conducta espacial opera como señal comunicativa acerca de la relación
misma, como manifestación de implicación, intimidad o dominancia respecto al otro
(Corraliza, 1994)
EL ESPACIO COMO MARCO PARA LA COMUNICACIÓN:
Casi ninguna de nuestras conductas cotidianas tiene lugar en un espacio “en estado
natural”, sino en espacios “producido” por el hombre, y el carácter del espacio
determina el carácter de la relación que en él tiene lugar: “nosotros, damos forma a
nuestros edificios, y después nuestros edificios nos “dan forma a nosotros” (Ventre,
1989). El espacio que nos rodea imprime carácter a la relación al menos en tres
sentidos:
A/ Por una lado y, porque configura los patrones de relación cotidianos. Es la estructura
espacial y arquitectónica de un determinado entorno la que establece lugares de
encuentro y vías de tránsito, y por consiguiente determina quiénes es probable que se
encuentren y se traten, y de qué modo. Se han estudiado mucho, por ejemplo, los
distintos patrones de relación social en medios urbanos y rurales, porque constituyen un
ejemplo modo en que la configuración física del medio espacial determina las formas y
posibilidades de relación de quienes lo habitan. Hall (1968), de un modo más general,
distinguía también los espacios “sociópetas”, que están estructurados de tal modo que
favorecen la comunicación entre los sujetos, y “espacios “sociófugos”, organizados de
manera que favorecen el aislamiento. Debido a las diferencias culturales, un espacio
que en una cultura parece acogedor y fomenta la relación interpersonal puede resultar
en cambio un espacio “sociófugo” en otra.
B/ Por otra parte, porque el espacio habla: es decir, el contexto nos “proporciona una
información sobre cómo debe interpretarse lo que se está diciendo”. En este sentido,
Hall (1966) distinguía entre culturas de contexto “alto” y “bajo”, según la proporción
de información que dejan al contexto en relación con el mensaje verbal: en las culturas
de contexto “alto” hay que decir muy pocas palabras para ser entendido, porque la
situación comunicativa y la conducta espacial están fuertemente ritualizadas y cargadas
de sentido; en culturas de contexto “bajo”, como las nuestras, casi todo debe ser
explicitado verbalmente para evitar malentendidos porque el entorno espacial tiene un
significado menos inequívoco y en el mismo contexto pueden mantenerse más tipos de
interacciones distintas. Parece que el contexto espacial y el lenguaje tienen una relación
complementaria, de modo que cuanto más “habla” el espacio, menos palabras explícitas
hacen falta (Muñoz y Avello, 1991)

EL ESPACIO ESTRUCTURADO DURANTE LA COMUNICACIÓN:


Pero no siempre los límites y la estructura del espacio están marcados por elementos
objetivos o por el tipo de arquitectura. El espacio de interacción es en gran medida un
sistema de “límites invisibles que se demarcan por procedimientos específicamente
comunicativos”: es decir, mediante nuestra conducta estamos constantemente
indicándole al otro dónde hay un límite que no debe traspasar. Se suelen distinguir dos
tipos de estos límites invisibles en la investigación proxémica (Ricci Bitti y Zani,
1983): los límites territoriales y los límites del espacio personal.
Los límites territoriales señalan la existencia de un área espacial que un sujeto ocupa o
considera propia, y que es fija; es decir, está siempre en el mismo lugar,
independientemente de que el sujeto se encuentre en ella o no. El territorio es un
espacio del que el sujeto se apropia y que defiende frente a la invasión de los extraños.
Entre los animales se establece muy rápidamente una fragmentación del espacio y una
asignatura de las unidades espaciales a los distintos individuos. Esta distribución
territorial cumple una función de regulación de la organización social.
En los seres humanos, la distribución territorial no es tan rígida, los límites son más
flexibles y hay mayor tolerancia a la invasión, porque el hombre es un animal social
además de territorial (Corraliza, 1994). Pero también tendemos a apropiarnos y a
personalizar el espacio que usamos. Hall (1959) se sorprende de lo fácilmente que se
regulariza la asignación de espacios en una reunión, en el comedor o en una aula; la
segunda vez que nos sentamos en torno a la misma mesa, la probabilidad de que lo
hagamos en el mismo sitio que la vez anterior es altísima. A medida que nos
“apropiamos” de un espacio o un territorio determinado, empleamos “medios para
personalizar” o “señalizarlo” como propio, y estos medios son variadísimos: desde
dejar una prenda de ropa en el asiento de un tren cuando vamos a la cafetería, aunque
hayan muchos más asientos libres, “ése” es el nuestro. Hasta las fotos que pinchamos en
la pared en torno a nuestra mesa de estudio o la forma en que miramos a quien va a
ocupar “nuestro” sillón favorito. De este modo informamos a los otros que
consideramos propia un área espacial determinada, y los otros se comportan en
consecuencia; de hecho, sin necesidad de señales explícitas, los otros tienden a respetar
nuestros espacios cuando los hemos venido ocupando por un tiempo suficiente. Ésta
forma de proceder permite que desarrollemos con mayor facilidad las rutinas
cotidianas, puesto que las llevamos a cabo siempre en los mismos lugares y con los
mismos movimientos.
El otro tipo de límites es el asociado al “espacio personal”. A diferencia del territorio,
el espacio personal es un área móvil en torno al sujeto que éste considera una
prolongación de sí mismo (Ricci Bitti y Zani, 1983, y cuya invasión también produce
incomodidad. El contacto corporal, la distancia de interacción, la orientación recíproca
de los hablantes y la postura que adoptan son elementos que se combinan y se
compensan entre sí para establecer estos “límites invisibles” del espacio personal
(Ricci Bitti y Zanni, 1983).
Hall (1968) llama la atención sobre las regularidades culturales en el establecimiento
de distancias de interacción: de todos es sabido, por ejemplo, que los latinos y árabes
consideran apropiada para la conversación una distancia menor que los miembros de
culturas anglosajonas, y eso hace que éstos consideren a los mediterráneos “pegajosos”
e invasivos, mientras los británicos son percibidos por los latinos como fríos y
“despegados”.
La distancia, a su vez, influye mucho en el contenido verbal de los mensajes, aun
cuando no seamos plenamente conscientes de ese efecto. Hay cosas de las que nos
resulta extraordinariamente incómodo hablar cuando la distancia es excesiva, de
manera que tratamos de acortarla o bien eludimos el tema; esto sucede, por supuesto,
con temas íntimos o personales, pero también cuando tenemos poca familiaridad con un
asunto y nos expresamos torpemente acerca de él: hablar de una cosa complicada o
vaga a gran distancia del otro puede hacerse imposible (Hall, 1959)
La distancia, pues, tiene una significación en el contexto de la conversación, y se usa a
su vez para señalizar. Hall (1966) ha descrito con una precisión incluso métrica la
existencia de cuatro distancias características de cuatro contextos y tipos de
interacción:
La distancia íntima: que es por ejemplo la del contacto sexual o la comunicación de
información confidencial.
La distancia personal, que es la de la conversación cara a cara.
La distancia social, que es la que puede haber entre funcionarios de una ventanilla y el
usuario de un servicio.
La distancia pública, como la de quien habla desde un escenario.
Cada una de ellas se considera apropiada para un tipo de relación determinada. Sin
embargo, a pesar de la precisión con que tienden a regularse las distancias
interpersonales, la distancia pertenece a lo que Hall (1968) llama “el nivel informal de
la cultura”, que no está formalmente regulado en ningún sitio y puede ser relativamente
cambiante. No parece haber mecanismo universal de establecimiento de las distancias,
sino que la distancia interpersonal resulta de un conjunto de señales sensoriales
codificadas de una forma determinada. Por eso, el dato sensorial, que en una cultura o
para una determinada persona indica distancia adecuada, en otra puede ser señal de que
hay que ampliar la distancia.
RESUMEN DE LA PROXÉMICA:
QUÉ ES…
La percepción y el uso del espacio por el hombre
QUÉ FUNCIONES PRINCIPALES CUMPLE…
Según el espacio producido para la relación:
Determina qué patrones de relación y conducta son posibles
Programa nuestro equipamiento sensorial de un modo particular
Según qué espacio se produce durante la interacción:
Regula la fijación de límites territoriales
Asigna significaciones a la ocupación de posiciones determinadas
Señaliza el carácter de las relaciones mediante la regulación de las distancias
¿CUALES SON LAS INVESTIGACIONES MÁS RELEVANTES?
Sobre la conducta territorial humana
Sobre la regulación de las distancias interpersonales en la interacción cara a cara

Concluida de un modo, sencillo y resumido la teoría sobre la comunicación no verbal,


me gustaría ampliar conocimientos, explicando la influencia y trascendencia de la
comunicación no verbal en los procesos sociales.
COMUNICACIÓN NO VERBAL Y PROCESOS SOCIALES:
Se suele establecer al hablar de las funciones de la comunicación no verbal una
posición entre la “función de la expresión emocional” y la “función de control social”:
con esta distinción se quiere señalar, que a veces mediante la comunicación no verbal
uno expresa lo que siente, y otras veces que la emplea para producir una determinada
reacción en el otro (Patterson, 1991; Musitu, Lila y Buelga, 1993). Sin embargo, en la
práctica no son tan fáciles de diferenciar: constantemente expresamos nuestros
sentimientos para provocar en la otra persona una determinada reacción, sea de
culpabilidad, de lástima y protección o de simpatía.
Además, se suelen asociar ambas funciones a contextos distintos de relación: en
concreto, la función de expresión afectiva de la comunicación no verbal se suele
considerar característica de las relaciones íntimas, y la función de control social típica
de relaciones que podríamos llamar “instrumentales” para el sujeto, como las
relaciones laborales o comerciales. En realidad, ambas se dan siempre conjuntamente y
entrelazadas en todo tipo de relaciones: hay intentos de influencia constante en las
relaciones íntimas, y hay “autenticidad” en las relaciones menos íntimas. Sin embargo,
es cierto que los supuestos en los que se basan ambos tipos de relaciones son distintos
y eso influye mucho en la forma en que interpretamos la conducta no verbal del otro.
Por eso vamos a analizar la función de control social sobre todo en conexión con las
relaciones laborales y comerciales y la función de expresión afectiva sobre todo en
conexión con las relaciones íntimas.
LA COMUNICACIÓN NO VERBAL Y EL CONTROL SOCIAL:
El uso de patrones de conducta no verbal con la intención explícita de influir en el otro
se ha estudiado en conexión con dos procesos distintos: la persuasión y el estatus
jerárquico. La investigación muestra los patrones de comunicación no verbal que
resultan eficaces y son muy diferentes en uno y otro caso.

EL ESTATUS JERÁRQUICO:
Aunque la influencia social siempre es recíproca, hay muchas ocasiones en que las
relaciones de influencia recíproca no son simétricas. Esto es lo que sucede, por
ejemplo, entre dos personas con distinto estatus jerárquico: ocupar un puesto relevante
en una empresa o ser el hermano mayor en una familia conlleva tener un cierto estatus,
una posición que otorga una cierta influencia relativa sobre la conducta de los otros, y
determina también el modo particular en que esta influencia se ejerce.
El análisis de estos patrones diferenciales de conducta no verbal entre superiores y
subordinados parece indicar esencialmente tres cosas:
A/ En primer lugar, el poder asociado al estatus jerárquico adquiere formas
“invasivas”, que respetan poco el espacio personal del subordinado y cortan sus
iniciativas de expresarse o actuar. Cuando el contacto físico no es recíproco se
interpreta como una violación de la intimidad (Schlenker, 1980), y se ha demostrado
que este tipo de conducta es significativamente más frecuente en los superiores
jerárquicos, que también son más tendentes a interrumpir y hablar sobre la voz de otros
(Henley, 1977).
B/ En segundo lugar, este tipo de poder, es un poder de alta visibilidad, y que requiere
de dicha visibilidad para su ejercicio. Son numerosas las investigaciones que muestran
que los superiores jerárquicos tienden a realizar conductas no verbales que les colocan
en el centro del escenario, garantizando así la atención del subordinado.
C/ En tercer lugar, el subordinado tiende a reaccionar prestando la atención que se le
requiere, y a mirar y escuchar al superior en mucha mayor medida que lo contrario.
Conocer bien y evaluar con precisión a quien controla su sueldo o destino parece
convertirse en una necesidad y un precio a pagar para quien depende de otro (Fiske,
1993)
LA PERSUASIÓN:
Se han estudiado también mucho las conductas no verbales que favorecen la eficacia de
la persuasión: desde los cursos de formación para vendedores hasta el entrenamiento en
estrategias de negociación en conflictos organizacionales, siempre ha parecido muy
obvio el interés práctico de saber qué patrones de conducta no verbal facilitan que una
persona consiga persuadir a otra. La investigación sobre esta cuestión muestra que estos
patrones son muy diferentes de los que favorecen la eficacia del poder jerárquico, y
revela algunos aspectos que son interesantes para comprender la naturaleza de la
persuasión como forma de influencia. También aquí son tres los resultados que parecen
confirmarse consistentemente en estos estudios:
A/ En primer lugar, a medida que se incrementa la voluntad de persuadir, se incrementa
también la gesticulación por parte de la fuente (persona que trata de persuadir a otra)
(Meharabian y Williams, 1969). Este incremento de la gesticulación tiene diversas
interpretaciones posibles: podría ser, por ejemplo, consecuencia de un incremento en la
activación de la fuente. Pero, independientemente de las especulaciones acerca de las
causas, ciertamente tiene un efecto, y es lograr un incremento de atención por parte del
blanco de influencia.
B/ En segundo lugar, Timney y London (1973) mostraron que el persuasor empleaba
más tiempo mirando al blanco de influencia que lo contrario, y Scherer (1979) mostró
que la eficacia de la persuasión estaba en la relación con la duración de la mirada. Así
pues, a diferencia de lo que veíamos en la influencia asociada a relaciones formales de
estatus, parece que la atención que la fuente presta al blanco es un elemento importante
en el proceso de persuasión.
C/ En tercer lugar, probablemente el resultado empírico más consistente a través de los
estudios se refiere a la gran cantidad de conductas no verbales afiliativas, que el
persuasor emplea, como son la sonrisa, el contacto visual, los movimientos afirmativos
de cabeza, el tono de voz cálido o la inclinación del cuerpo hacía el blanco de
influencia (Hall, 1980). La eficacia de la persuasión parece claramente asociada a esta
estrategia, de modo que consiguen persuadir en mayor medida quienes emplean estas
conductas afiliativas.
La persuasión es un proceso de influencia que se produce en el marco de relaciones de
interdependencia más simétricas que el control jerárquico. En la persuasión también
parece eficaz captar la atención del interlocutor, pero es importante a su vez prestarle
atención; y las conductas afiliativas son conductas orientadas a manifestar interés y
simpatía por el blanco de influencia, a hacerle patente que sus necesidades y sus
motivaciones son comprendidas, aceptadas y tenidas en cuenta. A diferencia del poder
jerárquico, la persuasión es un proceso de influencia entre iguales. Esta diferencia en el
marco socioestructural configura de modo diverso la forma que adquiere la influencia y
las estrategias no verbales que ambos interlocutores emplean.

LA COMUNICACIÓN NO VERBAL Y LA
EXPRESIÓN AFECTIVA

Muchos investigadores se han interesado por las conductas no verbales que son
expresiones espontáneas y no reguladas, de estados internos como emociones y afectos.
La conducta no verbal puede reflejar estos estados, y el conocimiento acumulado en
este ámbito así nos lo indica. Sin embargo, desde una perspectiva psicosocial, tal vez
uno de los aspectos más interesantes de la conducta no verbal es que muy rara vez
carece absolutamente de regulación. En las interacciones sociales, la mayoría de veces
la gente ejerce cierto grado de control sobre su conducta expresiva no verbal. Este
pretendido control no siempre es consciente y no siempre tiene éxito, pero es
omnipresente (De Paulo, 1992). Esta tensión constante entre espontaneidad y control a
que está sometida la conducta no verbal hace de ella un elemento clave en procesos
tales como la expresión de sentimientos íntimos y la detección del engaño.

LA INTIMIDAD:
Muchos de los modelos teóricos e investigaciones empíricas sobre comunicación no
verbal coinciden en afirmar que el grado de intimidad en una relación es un elemento
clave para determinar la densidad y la naturaleza del intercambio no verbal entre dos
personas. Algunos autores llaman a esta variable intimidad (Argyle y Dean, 1965),
otros inmediatez (Meharabian, 1968) y otros implicación (Patterson, 1991), pero todos
ellos están de acuerdo en tres conclusiones acerca de la conducta no verbal y las
relaciones de intimidad.
A/ La primera es que, a medida que se incrementa la intimidad entre dos personas, se
incrementa la proximidad y la densidad del intercambio no verbal entre ellas: la
distancia interpersonal se acorta, el contacto físico y visual se incremente, se considera
admisible una mayor variedad de expresiones faciales. Los teóricos asumen que esto
sucede porque, a medida que la relación entre dos personas gana en profundidad y en
implicación recíproca, la regulación de la interacción entre ambas descansa en mayor
medida que al principio en elementos no verbales. La sabiduría popular diría que,
llegado el punto, “no hacen falta palabras”.
B/ La segunda es que los patrones de comunicación no verbal en relaciones íntimas son
más variadas, más flexibles y menos predecibles que en relaciones menos íntimas. Los
teóricos deducen que al aumentar la intimidad disminuye el grado de regulación
consciente de la conducta no verbal, de modo que ésta deja de servir a una función de
influencia interpersonal y pasa a cumplir esencialmente una función de expresión
afectiva o emocional.
C/ La tercera es que los distintos elementos verbales y no verbales se combinan entre sí
para regular el nivel de intimidad que parece adecuado en cada situación. Y así, por
ejemplo, si estamos revelando algo que nos implica mucho personalmente, procuramos
no mirar directamente a otra persona; o si la distancia espacial nos parece excesiva,
tendemos a “ acortarla” tocando con más frecuencia a nuestro interlocutor Argyle y
Dean, 1965).
En resumen, la conclusión más general que puede extraerse de la investigación, es que
en el contexto de una relación íntima, la comunicación no verbal se interpreta
fundamentalmente como expresión afectiva espontánea y como reflejo del yo auténtico
del otro. Y esto tiene dos implicaciones:
1/ En el marco de las relaciones íntimas, la conducta no verbal se considera sincera; es
decir fiel representación de los pensamientos y sentimientos internos del actor. Por eso,
aunque al aumentar la intimidad aumenta el conocimiento detallado de los patrones de
conducta no verbal de la otra persona, se ha encontrado que en las relaciones íntimas es
más difícil detectar el engaño (MacCornack y Parks, 1986): cuanto más íntima es una
relación, más convencido está uno que “sabe” lo que está pensando el otro (Knapp,
1983); pero la capacidad de detectar la mentira disminuye, porque el engaño no entra
en las “reglas de juego”.
En el marco de las relaciones íntimas, a diferencia, por ejemplo, de las situaciones de
convención social, la conducta no verbal se considera libre de los condicionantes de
los roles sociales; es decir, reflejo de la individualidad, originalidad y singularidad
propia de cada persona, de aquello que la caracteriza como ser único y la distingue de
todas las demás.

EL ENGAÑO:
El engaño es aquel tipo de relación en el cual la persona da una imagen que ella misma
considera que no corresponde con su realidad interna. En este sentido, la comunicación
no verbal utilizada con fines de engaño es lo contrario de la función de expresión
afectiva.
Todos utilizamos constantemente la comunicación no verbal con fines de engaño; es
decir, sabiendo que nuestras manifestaciones externas no se corresponden con lo que
pensamos o sentimos. La mayoría de las veces que disimulamos o fingimos
cotidianamente se trata de un engaño socialmente aceptable, o incluso exigido por las
reglas de la cortesía y el tacto (Friedman y Tucker, 1990). En cambio hay otras formas
de engaño que son parcialmente dañinas o socialmente censurables, como la
manipulación y el fraude. La investigación se ha centrado normalmente en estas últimas,
porque son las que la gente se toma la molestia de intentar detectar.
Los datos sobre lo que nos hace sospechar engaño por parte del otro parecen indicar
varias cosas (DePaulo, Stone y Lassiter, 1985; Friedman y Tucker, 1990; DePaulo,
1992):
A/ El engaño se descubre o se supone cuando las informaciones que emite una persona
por diversos canales nos parecen contradictorios entre sí. Son muchos los trabajos que
indican que la inconsistencia es una de las claves fundamentales para detectar el
engaño. Parece, pues, que esperamos siempre que el otro ofrezca una imagen coherente,
y ante la contradicción ponemos en duda que esté expresando su “verdadera realidad”
interna.
B/ Las vacilaciones, las dudas o lo que podríamos llamar “errores de la puesta en
escena” son otro de los indicadores esenciales que nos hacen sospechar engaño; y en
este caso con razón, porque son también algo que sucede con más frecuencia a quien
está mintiendo que a quien dice algo que sea cierto. Parece que el actor que representa
un papel que no se cree o que no sabe del todo bien revela esa inexperiencia en un
deficiente control expresivo. Pero, paradójicamente, una puesta en escena que parece
“demasiado ensayada” también nos hace sospechar engaño. Parece, por tanto, que la
credibilidad se otorga a una actuación fluida y desarrolla facilidad, pero que contenga
elementos que la hagan aparecer como “espontánea” y no excesivamente controlada.
C/ La capacidad de detectar engaño es limitada. Pero mucho más limitada es todavía la
capacidad de inferir la verdad a partir de un mensaje engañoso; la mayoría de las veces
no podemos deducir la verdad simplemente asumiendo lo contrario de lo que el
mentiroso ha expresado, porque con frecuencia “el reverso de la verdad tiene cien mil
caras” (DePaulo, Stone y Lassiter, 1985)
Lo que parece muy claro es que los elementos en los que nos fijamos fundamentalmente
para detectar el posible engaño son conductas no verbales, con mucha diferencia sobre
las verbales. En realidad el engaño se manifiesta también en el contenido del discurso
(DePaulo, Stone y Lassiter, 1985); Friedman y Tucker, 1990), pero el discurso no nos
parece revelador. De nuevo parece confirmarse la creencia popular de que es más
difícil mentir con los gestos que con las palabras; y por eso, ante la contradicción,
creemos a los gestos.
COMUNICACIÓN NO VERBAL Y AUTENTICIDAD

El papel clave que las conductas no verbales desempeñan en la producción y detección


del engaño pone de relieve su enorme importancia en los procesos comunicativos. Por
algún motivo concedemos a la comunicación no verbal el papel de “prueba de fuego”
sobre la sinceridad del emisor, la consideramos más informativa y más reveladora que
la conducta verbal. Se han alegado diversos motivos de la mayor credibilidad que
concedemos a la comunicación no verbal, pero básicamente pueden resumirse en dos
argumentos: 1/ la conducta no verbal es más difícil de controlar que la verbal, y 2/ la
conducta no verbal es un modo de comunicación más primario que la verbal.

1/ LA DIFICULTAD DE CONTROLAR LA COMUNICACIÓN NO VERBAL:


Hay varias condiciones que hacen la comunicación no verbal más difícil de controlar
que la verbal. Uno de los motivos de esta dificultad es la “imposibilidad de recibir un
feedback completo acerca de nuestra ejecución no verbal. Cuando hablamos en voz
alta, “nos oímos” a nosotros mismos de manera muy parecida a la que nos oye nuestro
interlocutor: así podemos hacernos una idea bastante precisa del resultado de nuestra
vocalización e imaginar el efecto que causa en el otro. En cambio, nunca podemos ver
la cara que nosotros mismos ponemos, o el modo en que miramos, a no ser que nos
encontremos ante un espejo. Sin duda, recibimos una cierta retroalimentación de nuestra
conducta no verbal porque hay partes de nuestro cuerpo, como la gesticulación manual,
que sí podemos ver, y también a través de las sensaciones que nos transmiten los
músculos faciales, pero son señales informativas de naturaleza muy distinta a la imagen
visual que está percibiendo nuestro interlocutor, o desde una perspectiva muy diferente.
Podríamos decir que la información que recibimos acerca de nuestra propia conducta
no verbal es una información de “mala calidad”, que nos dificulta mucho hacernos una
idea precisa del resultado.
Otro de los rasgos que hacen la conducta no verbal difícil de controlar es su
“densidad”. Emitimos mensajes no verbales simultáneamente por muchos canales, a
diferencia de los verbales, que se emiten secuencialmente y por un único canal: la voz.
Estar pendiente a la vez del control de todos los elementos que constituyen lo que
hemos llamado comunicación no verbal es prácticamente una tarea imposible, sobre
todo si tenemos en cuenta que con frecuencia son gestos o señales muy fugaces, y muy
pequeños.
Otra causa de esta dificultas es que la comunicación no verbal, a diferencia de la
verbal, es un “proceso continuo”. Watzlawick, Bavelas y Jackson (1967) ya dijeron que
uno de los rasgos definitorios de la conducta no verbal es que siempre transmite
información positiva. Si queremos no transmitir un mensaje verbalmente, nos basta con
no hablar. Pero no podemos no poner una cara determinada, o no tener una apariencia
física. Esto hace que sea imposible no comunicarse por medios no verbales.

2/ LA COMUNICACIÓN NO VERBAL COMO CÓDIGO NATURAL:


Pero, además de mayor dificultad de controlarla y manipularla deliberadamente, hay
otro rasgo que ha llevado a considerar más auténtica y reveladora la comunicación no
verbal, y es que tiene a la vez un código menos preciso y más universal que la verbal.
Aunque lo que los gestos significan no está escrito en ninguna parte, mucha gente en
muchos lugares del mundo interpreta cosas muy similares a partir de gestos y
expresiones. Esta “relativa universalidad del código no verbal” ha hecho pensar con
frecuencia a los expertos que la comunicación no verbal está muy ligada a lo más
universal de la naturaleza humana; y lo más universal de la naturaleza humana, es por
definición, el sustrato biológico común a la especie. Así, se ha desarrollado un enfoque
sobre la comunicación no verbal que considera que la relación entre la expresión y
aquello que significa no es de carácter convencional, sino de carácter casi mecánico,
regido por la necesidad biológica. De este modo, los signos convencionales; y, como
signos naturales, son signos que revelan la naturaleza escondida de los seres humanos
(Muñoz y Avello, 1991).
CONCLUSIÓN

Después de hacer una exposición de la teoría de la comunicación a través de científicos


de prestigio, la siguiente estación con parada obligatoria, es una breve conclusión de la
importancia de la comunicación no verbal en nuestro día a día. A menudo las
situaciones, sensaciones, emociones, actitudes; no son lo que parecen. En este tema de
comunicación no verbal y su significado, no hay reglas directamente proporcionales, no
son reglas matemáticas, pero sí, nos permite tomar conciencia de la importancia que
tiene intuir nuestras actitudes y las de los demás a través de las palabras silenciosas. Es
un sistema más para conocer la extrañeza de la raza humana, llena de enigmas sin
resolver, y quizá por ello llena de fascinación.
Flora Davis, “decía lo siguiente acerca de la comunicación no verbal: el concepto de la
comunicación no verbal ha fascinado, durante siglos, a los no científicos. Escultores y
pintores siempre tuvieron conciencia de cuanto puede lograrse con un gesto o una pose
especial. El novelista que describe la forma en que el protagonista “aplastó con rabia el
cigarrillo” o “se rascó la nariz pensativamente” está penetrando en el terreno de la
comunicación no verbal. También los psiquiatras son agudos observadores que analizan
los gestos de sus pacientes y hacen una práctica constante estudiando e
interpretándolos.
Es una antigua broma decir que “Fulano quedaría mudo si se le ataran las manos”. Sin
embargo es cierto que todos estaríamos bastante incómodos si nos forzaran a no
realizar los pequeños movimientos con que acompañamos e ilustramos nuestras
palabras.
La mayoría de las personas son conscientes del movimiento de las manos de los demás,
pero en general lo ignoran, dando por sentado, que no se trata más que de gestos sin
sentido. Sin embargo los gestos comunican. A veces contribuyen a esclarecer,
especialmente cuando el mensaje verbal no es claro. En otros momentos pueden revelar
emociones de manera involuntaria. Las manos fuertemente apretadas o las que juguetean
constituyen claves sobre la tensión que otras personas pueden notar en nosotros. Un
gesto puede ser tan evidentemente funcional, que su sentido exacto es inconfundible.
Los movimientos corporales de un hombre son tan personales como su firma. Los
novelistas también lo saben, pues con frecuencia, describiéndolos, reflejan su carácter.
Las investigaciones acerca de la comunicación humana a menudo han descuidado al
individuo en sí. No obstante, es obvio que cualquiera de nosotros puede hacer un
análisis básico del carácter de un individuo, basándose en su manera de moverse,
(rígido, desenvuelto, vigoroso…) y que la manera en que lo haga representará un rasgo
bastante estable de sus características personales.

La forma más efectiva de afirmar el predominio, es la comunicación no verbal. Esto ha


sido demostrado por científicos mediante experimentos, empleando videos. Para
comenzar, se filmó a un grupo de personas leyendo tres mensajes diferentes. El
contenido del primero era autoritario; el segundo parecía pedir disculpas y el tercero
era neutral. También variaba sistemáticamente la manera de entregar los mensajes. El
comportamiento no verbal variaba y era según los casos dominante, subordinado o
neutral o no comprometido. Cuando se le pidió a ciertos árbitros que calificaran cada
una de las grabaciones en una escala de inferior a superior, de amistoso a hostil, se
describió que la forma en que se difundió el mensaje, la variable no verbal que lo
acompañaba, tenía mayor impacto que el contenido del mensaje en sí, más aun, cuando
el mensaje fue transmitido en forma autoritaria el contenido pasaba a ser irrelevante.
A pesar de que la comunicación humana es todavía virtualmente una ciencia en pañales,
ya ha generado su posición de profecías ambiciosas y predicciones. Los profetas del
pesimismo, por ejemplo, previenen acerca del poder que dará al futuro demagogo el
conocimiento de la comunicación no verbal. Les preocupa lo que podrá lograr un
político que pueda proyectar cualquier imagen de sí mismo, cualquier emoción que
prefiera.
¿Legará el día en que la gente emplee las técnicas de la comunicación no verbal para
manejar a los demás? Parece inevitable; pero ciertas personas siempre han manejado a
otras. Siempre ha habido demagogos e individuos capaces de mentir en forma
convincente, más persuasivos, y más hábiles para proyectar ante los demás, como lo
demuestran los estudios de Ekman. Puede ser que ahora se tornen más convincentes,
más persuasivos y más hábiles para proyectar ante los demás una falsa imagen de sí
mismos; pero al mismo tiempo, el público también será más capaz de captar las señales
no verbales, de modo que los beneficios del demagogo no serán muchos ni duraran
mucho tiempo.
A pesar de que el hombre común pueda aprender a mentir con más facilidad dudo que
pueda hacerlo a la perfección especialmente en encuentro frente a frente. Hay muchas
señales no verbales que operan a nivel subliminal (desde el juego de las palmas de las
manos hasta el movimiento en micro- sintonía con los mínimos gestos faciales) y las
señales subliminales, en su mayoría no se pueden controlar conscientemente. Hay
personas que pueden coordinar deliberadamente el comportamiento de su rostro, sus
manos, sus ojos y el cuerpo, al mismo tiempo que mantienen una conversación
inteligible. Uno se pregunta si esta capacidad no estará ligada a la habilidad de mentir y
convencerse a sí mismo, más que la capacidad de controlar conscientemente el lenguaje
corporal.
En abierto contraste, frente a los que ven “la comunicación no verbal” como un medio
de aprender a mentir con mayor facilidad, existe la tendencia entre los legos a verla
como “curalotodo”: si la gente pudiera realmente comunicarse entre sí, se cerraría el
abismo generacional, se disiparían las tensiones raciales y todos seriamos más felices y
libres.
Desgraciadamente, las motivaciones y relaciones humanas son más complicadas y su
cura no es tan simple. Realmente parece verdad que el hombre de bien se sentirá más
confiado e interesado en saber que existen diferencias culturales en el código corporal
y que éstas son las culpables de un sentimiento u otro. Pero el verdadero hipócrita es
difícil de influenciar. La hipocresía tiene raíces profundas, basadas generalmente en
temores y deseos que raras veces se expresan abiertamente: se basa en la necesidad de
dominar a otra, que sirva de blanco para sus odios y sus temores y en la necesidad de
sentirse superior”.
Después de transcribir la teoría de la comunicación no verbal que los expertos han
estudiado concienzudamente, quisiera recalcar que ésta no es un código exacto per se.
No debemos creer que podemos conocer a otra persona, simplemente aplicando las
reglas básicas de la comunicación no verbal, como si jugar con las manos, o cruzar los
brazos, o simplemente mover las piernas de una manera u otra, quisiera decir lo mismo.
La comunicación humana es demasiado compleja, es obvio que está llena de enigmas.
Sin embargo, todos tenemos cierta habilidad en descifrar diferentes gestos, muecas,
movimientos corporales o tonos de voz. A esta curiosa habilidad se le llama
“intuición”. Ésta se aprende en la primera infancia como ya he explicado en la primera
parte del libro y la utilizamos a nivel subconsciente durante toda la vida, otra cosa
diferente es que la queramos escuchar y la pongamos en práctica. En un instante, somos
capaces de interpretar un leve movimiento corporal, una mirada, una sonrisa, los
diferentes tonos de voz y lo leemos como parte de un mensaje total.
No cabe duda, de que el mensaje de las palabras silenciosas es por lo menos tan
importante como el mensaje oral. Ambos están estrechamente vinculados entre sí, ya
que cuando las personas nos encontramos en una cara a cara, nos comunicamos
simultáneamente, consciente e inconscientemente, empleando para ellos todos los
sentidos: la vista, el oído, el tacto, el olfato; luego somos capaces de integrar todas las
sensaciones, y es en este momento, cuando entra en juego el “sexto sentido: la
intuición”
A medida que aumente nuestro conocimiento sobre la comunicación no verbal y
aumente nuestra sensibilidad, comprenderemos más fácilmente las relaciones humanas,
que hasta este momento, sólo teníamos la capacidad de presentir.
Como conclusión podemos decir que los movimientos corporales, dan origen a una cadena de reacción de sentimientos
e impulsos hacia otras personas, basados en la observación y análisis de los movimientos (de manos, de brazos, pies,
tronco), de todo el cuerpo humano es “como una ciencia del comportamiento” (Birdwhistell, 1979) cuyo propósito es
ocuparse de deducir.

¡APRENDER A COMUNICAR SIN DECIR UNA


PALABRA!
Para cualquier sociedad es importante recalcar y tener la capacidad de percibir los
movimientos no verbales, y por supuesto que ésta sea manejada de manera
responsable, que genere confianza y credibilidad, ya que el comportamiento está
basado en percepciones.
“COMO ME VEN ME TRATAN”

¿SER O PARECER?, la vida es un largo viaje para cambiar


de parecer…
Bibliografía

Interacción social y comunicación


Capítulo II: La comunicación no verbal
Berjano, E y Pinazo, S (2001)

Coaching para vivir


Michael Neenan, Windy Dryden

Comunicación no verbal
Flora Davis

Wikipedia

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