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Por: Laura Peláez Upegui.

La inclusión educativa, un proceso en construcción, un camino de humanidad.

La inclusión educativa se enmarca en el derecho fundamental de todas las personas a


acceder y permanecer en la educación regular en igualdad de oportunidades. Implica la
PARTICIPACION de todos en el escenario educativo; el RECONOCIMIENTO Y REMOCIÓN DE
BARRERAS de todo tipo que impiden el goce pleno del derecho a la educación; y por
supuesto LOS APOYOS Y ADAPTACIONES necesarias para que todas las personas
independiente de sus características cognitivas, étnicas, religiosas, socioeconómicas, etc
disfruten de un escenario de aprendizaje donde la diversidad se considere un valor positivo
en el proceso educativo.

Una escuela inclusiva implica construir una cultura de RESPETO Y ACEPTACIÓN AL OTRO, se
ha asociado generalmente a la discapacidad, pero trasciende las necesidades educativas
especiales y se convierte en un concepto abarcante de la naturaleza humana. La educación
intercultural, la educación que promueve la igualdad de géneros, la educación en la
ruralidad y las apuestas que pretenden responder a las necesidades educativas especiales
o a las necesidades específicas de apoyo educativo responden a los principios de la
educación inclusiva. Por tal razón hablar de educación inclusiva no es hablar de una ruta
trazada per sé para lograr el acceso, participación, adaptación y permanencia de los
estudiantes “diferentes”, por el contrario HABLAR DE INCLUSIÓN ES RECORRER UN CAMINO
INACABADO DE RUPTURA DE LOS ESTÁNDARES SOCIALES a los que estamos acostumbrados
para apostar a una construcción social que posibilite el cambio y movilice procesos de
transformación donde se asuma el presupuesto básico de la dignidad humana
independiente de las características personales de los sujetos.
La inclusión educativa implica generar nuevas rutas, estrategias, metodologías y didácticas
con el fin de asumir que, si el mundo es diverso y plural, la escuela es el escenario donde
debemos aprenderlo.

Para avanzar en este reto es menester trabajar con todos los actores implicados en el acto
educativo, pero muy especialmente con los docentes. Encontrarse con la diversidad de
lenguas, capacidades, creencias o cosmovisiones se convierte en un elemento retador y
difícil para el maestro, por tal razón responder a la diversidad del alumnado implica abordar
este fenómeno desde el paradigma de la complejidad, profundizando en la comprensión de
la naturaleza humana; pero en primer lugar se debe asumir la posición de humanidad del
maestro, se le debe reconocer como sujeto atravesado por una historia, una experiencia,
unos paradigmas y unas construcciones. Desde mi perspectiva la revalorización del rol
docente es el primer paso en la construcción de una escuela distinta que responda a los
ideales de la inclusión escolar, este reconocimiento se verá reflejado en la valoración del rol
del profesor y por supuesto en la formación continua y permanente que le facilite su
accionar; este cambio es el primer paso para lograr un clima de centro educativo inclusivo
que responda a la normativa internacional y nacional de la educación con calidad para todos
y todas.

El centro educativo a su vez tiene autonomía para definir su proyecto educativo


institucional y en él reflejar la respuesta a la diversidad, a partir de un análisis
contextualizado se deberán definir los objetivos de formación y la identidad pedagógica del
centro, una vez más en la construcción de este documento es de vital importancia la
reflexión y análisis de los docentes y la revisión de su rol en la vida de los educandos, se
debe enmarcar la necesidad de formación continua del profesorado y entender que la
INCLUSIÓN ES UN PROCESO PAULATINO, ORGANIZADO Y CONSCIENTE.

En el proyecto educativo institucional se debe enmarcar como se identificarán y evaluarán


las necesidades educativas especiales y las barreras para la participación efectiva de algunos
individuos, como se construirá el plan individual de ajustes razonables a partir de la
evaluación psicopedagógica y como se coordinarán acciones y seguimientos con otros
actores externos e internos importantes en el proceso educativo (docentes de apoyo,
psicólogos, orientadores, familia, etc.)

Otro documento importante en la respuesta a la diversidad es el proyecto curricular del


centro donde el profesorado puede adoptar las decisiones adecuadas para responder a las
necesidades diversas de los estudiantes. Diseñar el proyecto curricular implica nuevamente
una reflexion sobre los logros en el aprendizaje, las metodologias, contenidos y
evaluaciones que se impartirán; la respuesta a la diversidad amerita en primer lugar la
caracterización del estudiante para contextualizar el curriculo y a partir de ahí lograr el
diseño de las competecias basicas que le permitan a los educandos alcanzar mediante un
aprendizaje permanente su plena realización y desarrollo de su personalidad y la posibilidad
de construir lazos de convivencia sanos, con esta finalidad se podrán priorizar contenidos y
se definirán las estrategias a implementar en los procesos de enseñanza.

Para finalizar esta reflexión considero necesario reiterar en la diversidad humana, en la


necesidad de reconocernos en nuestras diferencias y en la posibilidad de asumir que
independientemente de nuestra condición la diferencia es un valor positivo en los procesos
de enseñanza y aprendizaje, que lograr una escuela inclusiva no solo beneficia a la persona
que experimenta una barrera en el aprendizaje, sino a todos los estudiantes. Que la
inclusión implica la convivencia y en este sentido es necesario asumir un rol activo en los
procesos educativos y crear desde el día a día la posibilidad de crear una sociedad inclusiva.

Es menester naturalizar la diversidad, valorarla, aprender de ella, entender que tenemos


diferentes maneras de percibir, comprender y estar en el mundo, que todas son legítimas y
que en esa pluralidad podemos construir comunidad y lograr sociedades cada vez más
equitativas, incluyentes y realmente humanas.

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