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INSTITUTO POLITECNICO NACIONAL

Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y


Eléctrica
“Culhuacán”

Carrera: Ingeniería en Sistemas Automotrices

Grupo: 2SV15

Alumno: Del Toro Guardado Yahir

Profesora: Oviedo Sandoval Leslie Vianey

Tema: Leyes de Newton


2SV15 Del Toro Guardado Yahir

Leyes de Newton

Isaac Newton
Newton desarrolló la dinámica, ciencia que trata de las relaciones entre las fuerzas y los
movimientos que éstas originan. En la segunda sección de los Principios matemáticos de
la filosofía natural (1687), publicados por la insistencia de su gran amigo y
astrónomo Edmond Halley, Newton estableció, tras una serie de definiciones, las tres leyes
del movimiento.
La primera es la Ley de la inercia: un cuerpo se mantiene en reposo o en movimiento
rectilíneo y uniforme de forma indefinida si sobre él no actúa ninguna fuerza.
La segunda es conocida como la Ley fundamental de la dinámica: la aceleración que
produce una fuerza en un cuerpo es directamente proporcional a la magnitud de la fuerza
e inversamente proporcional a su masa; la expresión F = m·a es la formulación matemática
de esta ley.
Por último, la Ley de acción y reacción establece que si un cuerpo ejerce una fuerza sobre
otro (acción), el otro ejerce exactamente la misma fuerza, pero en sentido contrario, sobre
el primero (reacción).
Las leyes de Newton expresan la relación entre movimientos y fuerzas. Una manera de
definir la idea de fuerza es como empuje o atracción; si se empuja una pieza de madera
sobre la superficie de una mesa, se ejerce una fuerza sobre la pieza; sin embargo, la
formulación de Newton posee la ventaja de ofrecer una definición más precisa del concepto
de fuerza.
Primera ley de Newton o Ley de la inercia
En los Principios matemáticos de la filosofía natural, Newton simplemente numeró sus
leyes; los nombres con que son habitualmente conocidas son designaciones posteriores.
De este modo, la primera ley es llamada Ley de la inercia: «Todos los cuerpos perseveran
en su estado de reposo o de movimiento uniforme en línea recta, salvo que se vean
forzados a cambiar ese estado por fuerzas impresas».
Conforme a esta ley, un cuerpo móvil mantiene su movimiento rectilíneo uniforme (o sea, a
velocidad constante) mientras ninguna fuerza externa actúe sobre él. Así, una flecha se
moverá en la dirección del disparo con su velocidad original mientras ninguna fuerza
externa actúe sobre ella. En la superficie de la Tierra, sin embargo, hay dos fuerzas que
actúan sobre la flecha: el rozamiento del aire y la gravedad. Por ello, a medida que se
mueva, la flecha irá más despacio; el roce con las moléculas del aire que atraviesa le harán
perder rapidez. Además, a causa de la fuerza gravitatoria, la trayectoria seguida por la
flecha se irá inclinando hacia el suelo. Si el disparo se hubiese realizado en el vacío casi
perfecto del espacio exterior, la flecha habría seguido moviéndose siempre en la misma
dirección y a igual velocidad. Sin la presencia del aire y fuera del alcance de la atracción
gravitatoria terrestre, el movimiento de la flecha no habría experimentado variación.
Naturalmente, la Ley de la inercia también se aplica a los cuerpos en reposo. Un cuerpo en
reposo no es otra cosa que un objeto cuya velocidad es nula; dicho objeto continuará en
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reposo mientras ninguna fuerza actúe sobre él. La primera ley es llamada Ley de la inercia
porque no hace sino describir la propiedad de los cuerpos que se conoce como inercia. Los
cuerpos son inertes (inactivos), y en virtud de esta propiedad que los caracteriza,
permanecen en el estado de movimiento en que se hallan (en reposo o en movimiento
rectilíneo uniforme) mientras ninguna fuerza externa actúe sobre ellos: si se mueven,
seguirán haciéndolo de la misma manera, y si están en reposo, permanecerán en reposo.

Segunda ley de Newton o Ley fundamental de la dinámica


La dinámica es la parte de la mecánica que estudia las relaciones entre las fuerzas y los
movimientos; la segunda ley de Newton establece de manera definida la proporcionalidad
de la relación entre fuerza y aceleración del movimiento, y por esta razón es llamada Ley o
Principio fundamental de la dinámica: «El cambio de movimiento [la aceleración] es
proporcional a la fuerza motriz impresa, y se hace en la dirección de la línea recta en la que
se imprime esa fuerza».
La expresión matemática de esta ley es F = m·a, donde F representa la fuerza ejercida
sobre un cuerpo, m es la masa del cuerpo y a es la aceleración que se le imprime. Es decir,
la aceleración que produce una fuerza en un cuerpo es directamente proporcional a la
magnitud de la fuerza e inversamente proporcional a su masa. Al golpear un balón con una
fuerza determinada, éste adquiere cierta aceleración; si la fuerza del golpe se duplica, la
aceleración adquirida por el balón también se multiplica por dos. Si se aplica la misma
fuerza sobre un balón muy liviano y sobre otro mucho más pesado, el primero adquirirá
mayor aceleración que el segundo.
Hay que subrayar que «aceleración» no significa velocidad, sino alteración de la velocidad.
Una fuerza puede aplicarse sobre un objeto en reposo (que dejará de tener una velocidad
cero para adquirir cierta velocidad) o también sobre un objeto en movimiento, cuya
velocidad se verá alterada por efecto de la fuerza; tal modificación es lo que llamamos
«aceleración». En la expresión matemática antes citada, el término aceleración (a) designa
la tasa con que varía la velocidad de un cuerpo, es decir, la relación entre la variación de la
velocidad (v) y el tiempo (t) en que su produce esta variación: a = v/t. Normalmente se
expresa en metros por segundo por cada segundo (m/s2).
Por ejemplo, la fuerza de la gravedad terrestre imprime a los cuerpos en caída libre una
aceleración constante de 9,8 m/s por cada segundo. Un segundo después de saltar del
avión, el paracaidista está cayendo a una velocidad de 9,8 m/s. Trascurridos diez segundos,
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su velocidad habría alcanzado los 98 m/s de no existir la resistencia del aire. Cuando con
cierto automóvil somos capaces de alcanzar los 100 km/h (27,7 m/s) en cinco segundos, su
motor desarrolla la fuerza necesaria para incrementar su velocidad a razón de 20 km/h (5,5
m/s) en cada segundo, es decir, el motor imprime al automóvil una aceleración de 5,5 m/s2.
La segunda ley permite dar una definición más precisa del concepto de fuerza:
una fuerza es cualquier causa capaz de alterar la rapidez con que un cuerpo se mueve o la
dirección de su movimiento. La unidad de fuerza en el Sistema Internacional de Medidas es
el newton, que se define como la fuerza necesaria para generar una aceleración de 1 m/s
por cada segundo en un cuerpo de 1 kilogramo de masa.

Tercera ley de Newton o Ley de acción y reacción


La tercera ley de Newton es también llamada Ley o Principio de acción y reacción: «Para
toda acción hay siempre una reacción opuesta e igual. Las acciones recíprocas de dos
cuerpos entre sí son siempre iguales y dirigidas en sentido opuesto». Dicho de otro modo,
cuando un cuerpo ejerce una fuerza sobre otro (acción), el segundo ejerce una fuerza de
igual intensidad y dirección, pero de sentido contrario, sobre el primero (reacción). Un
camión arrastra un remolque con una fuerza de la misma intensidad con la que el remolque
tira hacia atrás de él; al soltar el remolque, el camión se acelera. Un cañón o una escopeta
retroceden bruscamente al ser disparados. Sentimos ese mismo «retroceso» cuando,
dentro de una piscina, empujamos a alguien, aunque esa persona no se resista ni nos
empuje a nosotros.
El funcionamiento de un cohete ilustra de manera sencilla el significado de esta ley. Un
cohete consiste simplemente en un cilindro, abierto por un extremo y cerrado por el otro, en
cuyo interior arde un combustible; los gases calientes, formados como consecuencia de la
combustión, escapan por el extremo abierto. La salida de los gases en una dirección puede
considerarse la acción; la tercera ley establece que esta acción ha de ser contrarrestada
por una reacción, de igual magnitud y de dirección opuesta. La reacción es la responsable
del movimiento del cohete en dirección opuesta a la dirección de escape de los gases; es
decir, mientras los gases escapan del cohete dirigidos hacia atrás (acción), el cohete se
mueve hacia adelante (reacción).
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Ley de gravitación universal


Partiendo de la segunda ley o principio fundamental de la dinámica (e intuyendo que los
cálculos dinámicos se simplificarían si suponía como equivalente el que toda la masa se
concentrara en el centro geométrico de los cuerpos, equivalencia que demostró) y de las
leyes del astrónomo alemán Johannes Kepler sobre las órbitas de los planetas, Newton
dedujo la Ley de gravitación universal, cuyo enunciado afirma que dos cuerpos cualesquiera
se atraen recíprocamente con una fuerza directamente proporcional al producto de sus
masas e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que los separa.
Matemáticamente se expresa así: F = G (m1 · m2 / d2). En esta formulación, F es la fuerza
de la gravedad, m1 y m2 son las respectivas masas de los cuerpos y d la distancia entre
ellos. La magnitud obtenida debe multiplicarse por G, constante gravitatoria que tiene un
valor muy pequeño (6,67 × 10-11). De ahí que la atracción no sea perceptible entre los
objetos de la vida cotidiana; es preciso que al menos uno de los cuerpos tenga una masa
ingente, como es el caso del nuestro planeta (5,974 × 1024 kg).
La gravedad, por consiguiente, es una atracción recíproca o una vía de dos sentidos entre
dos cuerpos. Una piedra cae al suelo porque la fuerza de la gravedad terrestre la atrae
hacia abajo (la masa de la Tierra es muchísimo mayor que la masa de la piedra). La piedra
también ejerce una atracción sobre la Tierra, pero tan pequeña que carece de efecto. Sin
embargo, cuando dos cuerpos de gran masa tienen tamaños más semejantes, esta doble
atracción resulta más notoria.
Es lo que se observa, por ejemplo, en el caso de la Tierra y la Luna. La fuerza de la gravedad
de la Tierra mantiene a la Luna en una órbita alrededor de ella. Si la Luna no estuviese
sometida a ninguna fuerza, seguiría un movimiento rectilíneo uniforme o estaría en reposo;
la combinación del movimiento en línea recta y de la fuerza de atracción explica la órbita de
la Luna. Pero, así como la Tierra ejerce una fuerza de atracción sobre la Luna, ésta ejerce
una fuerza de atracción sobre la Tierra. Ello explica el movimiento del agua que fluye
libremente en los océanos: el agua es atraída hacia el lado de la Tierra que queda frente a
la Luna; es lo que se llama marea alta o pleamar.
Las leyes de Newton permiten describir y predecir con exactitud los movimientos orbitales
de cualquier cuerpo celeste, ya sea un planeta, un cometa, un asteroide, un satélite artificial
o una nave espacial. Sin embargo, la solución aportada por Newton funciona de manera
ideal cuando sólo hay dos cuerpos involucrados (como la Tierra y la Luna). La situación se
hace increíblemente compleja cuando hay tres o más fuerzas separadas actuando entre sí
al mismo tiempo y todos los astros se mueven a la vez. En tal caso, cada astro se encuentra
sometido a pequeños cambios que se conocen como perturbaciones.
Con la Ley de gravitación universal, Newton mostró que todos los cuerpos, próximos o
lejanos, están sujetos a las mismas leyes, y que tales leyes pueden demostrarse en
términos matemáticos con una única teoría que permite explicar y predecir tanto los
movimientos en la superficie de nuestro planeta como las órbitas de los astros; la grandeza
de su genio reside precisamente en este admirable logro: la unificación de la física terrestre
y la mecánica celeste.

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