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EPISTEMOLOGÍA 2

Selección de textos

1. Declaro expresamente que yo no admito ninguna otra materia de las cosas corpóreas que
aquella divisible, figurable y móvil que los geómetras llaman cantidad, y que ellos toman
como objeto de sus demostraciones; que no considero en ella nada más que las divisiones, las
figuras y los movimientos; y que acerca de éstos no admito nada como verdadero, sino lo que
de esas nociones comunes, de cuya verdad no podemos dudar, se deduzca tan evidentemente
que pueda considerarse como una demostración matemática. Y como de esta manera pueden
explicarse todos los fenómenos de la naturaleza... pienso que no hay que admitir, ni siquiera
desear, otros principios de la Física. R.Descartes PRINCIPIOS DE LA FILOSOFIA II, 64

2. Ahora, pues, ya que hemos dicho que de todas las disciplinas conocidas sólo la aritmética y
la geometría están exentas de todo vicio de falsedad o incertidumbre, para exponer con más
exactitud la razón de tal afirmación debe tenerse en cuenta que podemos llegar al
conocimiento de las cosas por dos caminos: por la experiencia o por la deducción. Hay que
notar además que las experiencias que se refieren a las cosas son con frecuencia engañosas,
mientras que la deducción o, en otros términos, la pura operación de inferir una cosa de otra
puede, sin duda, faltar en el caso de que no se perciba, pero nunca puede hacerla mal incluso
el entendimiento menos razonable... De todo esto se ve claramente por qué la aritmética y la
geometría son mucho más ciertas que las demás disciplinas, a saber: porque sólo ellas poseen
un objeto tan puro y simple que no es necesario hacer ninguna suposición que la experiencia
haya hecho incierta, sino que ambas consisten absolutamente en una serie de consecuencias
que deben deducirse por vía racional... Pero de todo esto se ha de concluir no que sólo hay
que aprender aritmética y geometría, sino únicamente que los que buscan el recto camino de
la verdad no deben ocuparse de ningún objeto que no ofrezca una certeza igual a la de las
demostraciones aritméticas y geométricas. R.Descartes REGLAS PARA LA DIRECCION
DEL ESPIRITU II

3. En la labor científica del presente siglo seguimos todavía, en esencia, el método


descubierto y desarrollado por Copérnico, Galileo y sus sucesores en los siglos XVI y XVII.
En ocasiones se interpreta mal este método, al contraponerlo a la ciencia especulativa de
siglos anteriores y denominarlo ciencia empírica. Galileo se apartó en realidad de la ciencia
tradicional de su época, basado en Aristóteles, y recurrió a las ideas filosóficas de Platón.
Sustituyó la ciencia descriptiva de aquél por la ciencia estructural de éste. Cuando
argumentaba a favor de la experiencia se refería a una experiencia esclarecida por conexiones
matemáticas (...) El nuevo método no aspiraba a describir lo visible sino a diseñar
experimentos, provocar fenómenos que normalmente no se ven y calcularlos sobre la base de
la teoría matemática. Dos rasgos son por lo tanto característicos del nuevo método: el intento
de diseñar experimentos nuevos y muy exactos que idealizan y aíslan la experiencia, y con
ello crean realmente nuevos fenómenos, y la comparación de estos fenómenos con relaciones
matemáticas que se denominan leyes de la naturaleza. [...]
Dios creó el mundo según sus ideas de la creación. Estas ideas son las formas
arquetípicas puras que Platón llamara ideas, y para el hombre son inteligibles en calidad de
relaciones matemáticas. Y son comprensibles porque el hombre fue creado a semejanza
espiritual de Dios. La física refleja las ideas creativas de Dios. W.Heisenberg La tradición
en la ciencia (en Encuentros y conversaciones con Einstein y otros ensayos Madrid,
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Alianza, 1979 pp.14-15)


4. La filosofía está escrita en este enorme libro -el universo- continuamente abierto a nuestros
ojos; pero que resulta incomprensible si no se entienden previamente la lengua y los
caracteres en que está escrito. Su lenguaje es la matemática y sus caracteres son triángulos,
círculos y demás figuras geométricas; sin los cuales medios es humanamente imposible
entender palabra alguna. Sin esto, todo es un agitarse vanamente en un oscuro laberinto.
Galileo IL SAGGIATORE

5. Estoy convencido de que la construcción matemática pura nos capacita para descubrir los
conceptos y las leyes que los conexionan, que a su vez nos dan la clave para comprender
fenómenos de la naturaleza. La experiencia puede guiarnos, desde luego, en la elección de
conceptos matemáticos aprovechables, pero no puede ser en manera alguna la fuente de
donde éstos proceden; la experiencia nos proporciona el criterio para estimar la utilidad de la
construcción matemática en materia de física, pero el verdadero principio creador reside en la
matemática. A.Einstein (cit.en Ch.De Koninck El Universo vacío Madrid, Rialp, 1963,
p.55)

6. La diferencia más importante entre las ciencias modernas de la naturaleza y la filosofía


antigua de la naturaleza estriba en los métodos empleados. Mientras en la filosofía antigua se
consideraba suficiente el conocimiento empírico de los fenómenos naturales para deducir
conclusiones sobre los principios fundamentales subyacentes, es rasgo característico de la
ciencia moderna el planteamiento experimental, es decir, el dirigir preguntas específicas a la
naturaleza, cuya respuesta debe constituir el punto de partida para las legalidades naturales.
Este método, tan diferente del antiguo, tiene como consecuencia el que impone puntos de
vista muy diferentes para la consideración de los fenómenos. La atención del científico se
orienta no tanto a las leyes fundamentales cuanto a las regularidades que se observan en los
hechos particulares. La ciencia natural, por así decirlo, se ha desarrollado desde el extremo
contrario, no a partir de leyes generales, sino de grupos particulares de fenómenos, en los
cuales la naturaleza ha respondido ya a las cuestiones planteadas experimentalmente. Desde
la época en que, según la leyenda, Galileo dejó caer una piedra desde la torre inclinada de
Pisa para estudiar las leyes de la caída, la ciencia ha dedicado especialmente su atención a las
singularidades que se dan en los distintos fenómenos; por ejemplo, en la piedra que cae, en el
movimiento de la Luna alrededor de la Tierra, en las ondas producidas en la superficie del
agua, en los rayos de luz que a través de un prisma se difractan, etc.... Lo exacto, es decir, la
concordancia del resultado con la experiencia hecha a partir de conclusiones derivadas de las
singularidades, servía como criterio decisivo para la exactitud de la teoría. Este cambio
radical en el enfoque de la consideración científica tuvo, además, otras consecuencias
importantes. El conocimiento exacto de las particularidades puede ser útil en la práctica.
Capacita al hombre para canalizar los fenómenos a voluntad, dentro de ciertos límites. Las
aplicaciones técnicas de la ciencia natural moderna arrancan por ello del conocimiento de
tales particularidades. Y así, poco a poco, va cambiando el concepto de "ley natural"; el
acento principal no recae ya sobre lo general sino sobre las consecuencias derivadas de lo
particular... El rasgo más importante de la ley natural es ahora el hecho de que permite
predecir el resultado que tendrá un experimento determinado. W.Heisenberg LEY
NATURAL Y ESTRUCTURA DE LA MATERIA n.2

7. Es ella (la hipótesis) la que permite ir al encuentro de esta indeterminación donde nos
habría dejado la sola experiencia, si la inteligencia no tomase la iniciativa de la conjetura. En
ausencia de principios evidentes, afirmamos un principio que parece al menos semejante a lo
verdadero, que es una manera provisoria de explicación, sin perjuicio de sostenerlo por el
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criterio de una experiencia subsecuente. E.Simard L'HYPOTHESE en LTP III n.1 p.100
8. ... la hipótesis sería en verdad estéril si no tuviese una referencia a la experiencia más que
en las proposiciones empíricas que está llamada a explicar. Su rol más importante es predecir
hechos hasta ahora desconocidos, sugerir nuevas experiencias. Estas podrán obligar al
científico a modificar la hipótesis, pero los hechos descubiertos constituirán resultados
definitivamente adquiridos por la ciencia (...) La hipótesis cumple entonces un rol análogo al
de los principios evidentes. Pero mientras que la verdad de estos últimos es vista a partir de la
consideración de sus términos, la hipótesis, por el contrario, no será reconocida como
plausible sino cuando las deducciones que se extraigan de ella concuerden con la experiencia.
ib. pp. 94 y 101

9. ... el físico que acaba de renunciar a una de sus hipótesis debería estar, por el contrario,
lleno de alegría, pues el acaba de encontrar una ocasión inesperada de descubrimiento. Su
hipótesis, imagino, no había sido adoptada a la ligera, sino que tenía en cuenta todos los
factores conocidos que parecían poder intervenir en el fenómeno. Si la verificación no se ha
realizado, es que hay algo inadvertido, extraordinario. Es que se va a encontrar lo
desconocido, lo novedoso. H.Poincaré LA CIENCIA Y LA HIPOTESIS p.178 cit. ib. n.2

10. Quien ha creado una teoría nueva es también, en la mayoría de los casos, quien mejor
advierte las lagunas y oscuridades de esa teoría y quien mejor conoce sus límites. Por eso hay
ocasiones en que discípulos imprudentes o cegados por un entusiasmo mal entendido
transforman en dogma rígido y definitivo lo que, a la mente más crítica del maestro, parecía
sólo un eslabón incompleto y provisional de la cadena sin fin de tentativas y aproximaciones
sucesivas que el pensamiento científico ha realizado a lo largo de su avance. L.de Broglie
CONTINU ET DISCONTINU EN PHYSIQUE MODERNE, cit. en E.Simard
NATURALEZA... pp. 120-121.

11. Debemos ver el estado presente del universo como el efecto de su estado anterior y como
la causa del que va a seguir. Una inteligencia que en un momento dado conociera todas las
fuerzas de las que la naturaleza está animada, y la situación respectiva de los seres que la
componen, si además fuera tan vasta como para someter a estos datos al análisis, abrazaría en
la misma fórmula, los movimientos de los cuerpos más grandes del universo y los del más
ligero átomo: nada sería incierto para ella, y el porvenir tanto como el pasado estarían
presentes a sus ojos. P.Laplace TRATADO ANALITICO DE LAS PROBABILIDADES,
Introd.

12. Hay que admitir como un axioma experimental que en los seres vivientes, lo mismo que
en los cuerpos inertes, las condiciones de existencia de todo fenómeno están determinadas de
una manera absoluta. Lo que quiere decir, en otros términos, que una vez conocida y
cumplida la condición de un fenómeno, el fenómeno debe reproducirse siempre y
necesariamente a voluntad del experimentador. La negación de esta proposición sería nada
menos que la negación de la ciencia misma. En efecto, como la ciencia no es más que lo
determinado y lo determinable, se debe forzosamente admitir como axioma que en
condiciones idénticas todo fenómeno es idéntico, y que tan pronto como las condiciones no
son ya las mismas, el fenómeno cesa de ser idéntico... El sentimiento del determinismo
absoluto de los fenómenos de la vida lleva... a la ciencia real, y nos da una modestia que
resulta de la conciencia de nuestros escasos conocimientos y de las dificultades de la ciencia.
A su vez, este sentimiento es el que nos incita a trabajar para instruirnos, y en definitiva, es a
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él solamente al que la ciencia debe todos sus progresos (...)


Hay que reconocer en toda ciencia dos clases de fenómenos: los unos, cuya causa está
actualmente determinada, los otros, cuya causa está aún indeterminada. En todos los
fenómenos cuya causa está determinada, la estadística no tiene nada que hacer; hasta sería
absurda. Así, desde que las circunstancias de la experiencia están bien esetablecidas, no se
puede hacer ya estadística; no se irá, por ejemplo, a reunir casos para saber cuántas veces
ocurre que el agua esté formada de oxígeno y de hidrógeno; para saber cuántas veces ocurre
que cortando el nervio ciático se produzca la parálisis de los músculos a los que se dirige. Los
efectos se producirán siempre, sin excepción y necesariamente, porque la causa del fenómeno
está exactamente determinada. Sólo cuando un fenómeno encierra condiciones aún
indeterminadas es cuando se puede hacer con él estadística; pero lo que hay que saber es que
se hace la estadística sólo porque se está en la imposibilidad de hacer otra cosa; porque nunca
la estadística, a mi juicio, puede dar la verdad científica, ni puede constituir, en consecuencia,
un método científico definitivo. C.Bernard (extr.de J.Pi Sunyer EL PENSAMIENTO
VIVO DE C.B. pp.137, 139 y 170)

13. Mas, en cuanto hube adquirido algunas nociones generales de física, y al comenzar a
probarlas en diversos problemas particulares, he visto a dónde pueden conducir y cuánto
difieren de los principios que se usaban hasta el presente y creí que no podía tenerlos ocultos
sin pecar gravemente contra la ley que nos obliga a procurar, en la medida de nuestras
fuerzas, el bien general de todos los hombres. Pues me han hecho ver que es posible llegar a
conocimientos que sean muy útiles en la vida, y que en lugar de esa filosofía especulativa que
se enseña en las escuelas, se puede encontrar una filosofía práctica por medio de la cual,
conociendo la fuerza y las acciones del fuego, del agua, del aire, de los astros, de los cielos y
de todos los demás cuerpos que nos rodean tan distintamente como conocemos los diversos
oficios de nuestros artesanos, podríamos emplearlos, del mismo modo, en todas las
ocupaciones que les son propias, haciéndonos así señores y dueños de la naturaleza. R.
Descartes DISCURSO DEL METODO VI parte

14. Según esta doctrina fundamental todas nuestras especulaciones, cualesquiera que sean,
tienen que pasar sucesiva e inevitablemente, lo mismo en el individuo que en la especie, por
tres estados teóricos diferentes, que las denominaciones habituales de teológico, metafísico y
positivo podrán calificar aquí suficientemente, al menos para aquellos que hayan entendido
bien el verdadero sentido general de las mismas. El primer estado, aunque indispensable por
lo pronto en todos los aspectos, debe ser concebido luego como puramente provisional y
preparatorio; el segundo, que no constituye en realidad más que una modificación disolvente
del primero, no tiene nunca más que un simple destino transitorio para conducir
gradualmente al tercero; es en éste, único plenamente normal, donde radica en todos los
géneros el régimen definitivo de la razón humana.
En su primera fase, necesariamente teológica, todas nuestras especulaciones
manifiestan espontáneamente una predilección característica por las cuestiones más
insolubles, por los temas más radicalmente inaccesibles a toda investigación decisiva (...)...
en un tiempo en que la inteligencia humana está todavía por debajo de los más sencillos
problemas científicos, busca ésta ávidamente, y de una manera casi exclusiva, el origen de
todas las cosas, las causas esenciales, ya primeras, ya últimas, de los diversos fenómenos que
la impresionan, y su modo fundamental de producción: en una palabra, los conocimientos
absolutos. (...)... esa filosofía inicial ha sido tan necesaria a los primeros pasos de nuestra
sociabilidad como a los de nuestra inteligencia, bien para establecer primitivamente algunas
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doctrinas comunes, sin las cuales el vínculo social no hubiera podido adquirir ni extensión ni
consistencia, bien suscitando espontáneamente la única autoridad espiritual que entonces
pudiera surgir.
(...) Las especulaciones dominantes han conservado [en el estado metafísico] el
mismo esencial carácter de tendencia habitual a los conocimientos absolutos: sólo la solución
ha sufrido una transformación notable, propia para facilitar la marcha de las ideas positivas.
En realidad, la metafísica, como la teología, trata sobre todo de explicar la naturaleza íntima
de los seres, el origen y el destino de todas las cosas, el modo esencial de producción de
todos los fenómenos; pero en lugar de operar con los agentes sobrenaturales propiamente
dichos, los reemplaza cada vez más por esas entidades o abstracciones personificadas cuyo
uso, verdaderamente característico, ha permitido a menudo designarla con el nombre de
ontología.
(...) ... [tal aparato filosófico], por su naturaleza, sólo es espontáneamente capaz de
una simple actividad crítica o disolvente, incluso mental, y, con mayor razón, social, sin que
pueda nunca organizar nada que le sea propio. Radicalmente inconsecuente, este espíritu
equívoco conserva todos los principios fundamentales del sistema teológico, pero restándoles
cada vez más el vigor y la fijeza indispensables a su autoridad efectiva. (...) Puede, pues,
considerarse finalmente el estado metafísico como una especie de enfermedad crónica
inherente por naturaleza a nuestra evolución mental, individual o colectiva, entre la infancia y
la virilidad.
(...) De esta manera, durante los últimos cinco siglos, el espíritu metafísico ha
secundado negativamente el desarrollo fundamental de nuestra filosofía moderna,
descomponiendo poco a poco el sistema teológico, que se había hecho finalmente retrógrado,
desde que, a finales de la Edad Media, quedó esencialmente agotada la eficacia social del
régimen monoteísta. Desgraciadamente, la acción excesivamente prolongada de las
concepciones ontológicas, después de haber cumplido en cada género ese cometido
indispensable pero transitorio, hubo de tender a impedir también cualquier otra organización
real del sistema especulativo; de suerte que el obstáculo más peligroso para la instauración
final de una verdadera filosofía proviene hoy, en realidad, de ese mismo espíritu que con
frecuencia se abroga todavía el privilegio casi exclusivo de las meditaciones filosóficas.
(...) En lo sucesivo, la lógica reconoce como regla fundamental que toda proposición
que no es estrictamente reducible al simple enunciado de un hecho, particular o general, no
puede tener ningún sentido real e inteligible. Los principios mismos que emplea no son a su
vez más que verdaderos hechos, sólo que más generales y abstractos que aquellos a los que
deben servir de vínculo. Por otra parte, cualquiera que sea el modo racional o experimental de
proceder a su descubrimiento, su eficacia científica resulta exclusivamente de su
conformidad, directa o indirecta, con los fenómenos observados. La pura imaginación pierde
así irrevocablemente su antigua supremacía mental, y se subordina necesariamente a la
observación, constituyendo un estado lógico plenamente normal, sin dejar no obstante de
ejercer, en las especulaciones positivas, un oficio tan capital como inagotable, para crear o
perfeccionar los medios de relación, ya sea definitiva, ya sea provisional. En una palabra, la
revolución fundamental que caracteriza la virilidad de nuestra inteligencia consiste
esencialmente en sustituir en todo la inaccesible determinación de las causas propiamente
dichas por la simple averiguación de las leyes, o sea de las relaciones constantes que existen
entre los fenómenos observados. Trátese de los menores o de los más sublimes efectos, del
choque y del peso lo mismo que del pensamiento y la moralidad, nosotros no podemos
conocer verdaderamente más que las diversas relaciones mutuas propias de su complimiento,
sin penetrar nunca en el misterio de su producción...
... la verdadera ciencia, lejos de estar formada de simples observaciones, tiende
siempre a dispensar, en lo posible, de la exploración directa, sustituyendo ésta por la
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previsión racional que constituye, en todos los aspectos, el carácter principal del espíritu
positivo... Una previsión tal, consecuencia necesaria de las relaciones constantes entre los
fenómenos, no permitirá nunca confundir la ciencia real con esa vana erudición que acumula
inútilmente hechos sin aspirar a deducir unos de otros... De suerte que el verdadero espíritu
positivo consiste, sobre todo, en ver para prever, en estudiar lo que es para deducir lo que
será, según el dogma general de la invariabilidad de las leyes naturales...
... la nueva filosofía asigna directamente, como destino necesario a toda nuestra
existencia, a la vez personal y social, el mejoramiento continuo, no sólo de nuestra condición,
sino también y sobre todo de nuestra naturaleza, hasta donde lo permite, en todos los
aspectos, el conjunto de las leyes reales, exteriores o interiores. Erigiendo así la razón del
progreso en dogma verdaderamente fundamental de la razón humana, sea práctica o teórica,
le imprime el carácter más noble y al mismo tiempo el más completo. A.Comte DISCURSO
SOBRE EL ESPIRITU POSITIVO frag.

15. Cuando persuadidos de estos principios recorremos las bibliotecas, ¡qué estragos
deberíamos hacer! Tomemos en nuestra mano, por ejemplo, un volumen cualquiera de
teología o de metafísica escolástica y preguntémonos: ¿Contiene algún razonamiento
abstracto acerca de la cantidad y el número?¿No? ¿Contiene algún razonamiento
experimental acerca de los hechos y cosas existentes? ¿Tampoco? Pues entonces arrojémoslo
a la hoguera, porque no puede contener otra cosa que sofismas y engaño. D.Hume
Investigación acerca del entendimiento humano XII, 3

16. En la primavera de 1927 nacieron luego las relaciones de incertidumbre, que tendían
definitivamente el puente a la interpretación estadística de la teoría cuántica... Dichas
relaciones vienen a decir que dos determinantes de un sistema -cuyo conocimiento
simultáneo es necesario en la física clásica para determinar completamente el sistema- no
pueden ser conocidas, en la teoría cuántica, con precisión absoluta al mismo tiempo, o lo que
es lo mismo, que entre las incertidumbres o imprecisiones de esas magnitudes existen
relaciones matemáticas que impiden el conocimiento exacto de ambas a la vez (...) Einstein
no estaba dispuesto a concederle un papel tan fundamental a una teoría estadística. Admitía
que, teniendo en cuenta los conocimientos del momento, era el mejor resumen de los
fenómenos atómicos, pero no estaba dispuesto a aceptarla como formulación definitiva de
estas leyes de la naturaleza. La frase "Pero no va a creer Ud. que Dios juega a los dados" la
profería una y otra vez casi como un reproche. Las diferencias entre las dos concepciones
yacían en realidad más hondo. En la física anterior, Einstein podía arrancar siempre de la
imagen de un mundo objetivo que se desenvuelve en el espacio y en el tiempo y que
nosotros, en cuanto físicos, sólo observamos desde afuera, por así decirlo. Las leyes de la
naturaleza determinan su decurso. En la teoría cuántica ya no era posible esa idealización.
Las leyes de la naturaleza versaban aquí sobre la modificación de lo posible y de lo probable.
Pero las decisiones que conducen de lo posible a lo fáctico sólo cabe registrarlas
estadísticamente, no predecirlas. Lo cual es, en el fondo, como quitarle el suelo de debajo de
los pies a la representación de la realidad de la física clásica. A una modificación tan radical
no se podía acostumbrar Einstein... Pero estaba dispuesto a aceptar la situación sin ningún
asomo de amargura. Sabía las modificaciones tan ingentes que había introducido él en la
ciencia a lo largo de su vida, y sabía también lo difícil que es -en ciencia como en la vida-
acostumbrarse a cambios tan grandes. HEISENBERG W. ENCUENTROS Y
CONVERSACIONES CON EINSTEIN pp. 130-131

17. Enfrentado con cierto problema, el científico ofrece, tentativamente, algún género de
solución: una teoría. La ciencia sólo provisionalmente acepta esta teoría si la acepta y es muy
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característico del método científico el hecho de que los científicos no ahorren esfuerzos por
criticar y someter a prueba la teoría en cuestión. Criticar y someter a prueba van a la par. La
teoría es criticada desde muy diversos ángulos para poner de manifiesto los puntos
vulnerables que pueda tener (...) Se elaboran teorías tentativamente y se las ensaya. Si el
resultado de un test muestra que la teoría es errónea, se la elimina; el método de ensayo y
error es, esencialmente, un método de eliminación (...) De esta manera, si tenemos suerte,
podemos asegurar la supervivencia de la teoría más apta por la eliminación de las que son
menos aptas...
La ciencia nunca persigue la ilusoria meta de que sus respuestas sean definitivas, ni
siquiera probables; antes bien, su avance se encamina hacia una finalidad infinita -y sin
embargo, alcanzable-: la de descubrir incesantemente problemas nuevos, más profundos y
más generales, y de sujetar nuestras respuestas, siempre provisionales, a contrastaciones
constantemente renovadas y cada vez más rigurosas.
... El antiguo ideal científico de la episteme -de un conocimiento absolutamente
seguro y demostrable- ha mostrado ser un ídolo. La petición de objetividad científica hace
inevitable que todo enunciado científico sea provisional para siempre: sin duda, cabe
corroborarlo. Pero toda corroboración es relativa a otros enunciados que son, a su vez,
provisionales...
Sólo hay un elemento de racionalidad en nuestros intentos por conocer el mundo: es
el examen crítico de nuestras teorías. Estas teorías son conjeturas. No sabemos, sólo
suponemos. (...) Tal es, según creo, la verdadera teoría del conocimiento (...), la teoría de que
el conocimiento avanza mediante conjeturas y refutaciones. K.Popper FRAGMENTOS

18. En los últimos siglos la ciencia ha recibido un gran impulso, ya sea porque por medio de
ella se esperaba comprender mejor la bondad y la sabiduría de Dios -principal motivo en el
alma de los grandes ingleses (como Newton)-, ya porque se creía en la utilidad absoluta del
conocimiento, sobre todo en el lazo más íntimo entre la moral, la ciencia y la felicidad
-principal motivo en el alma de los grandes franceses (como Voltaire)-, ya porque se creía
poseer y amar en la ciencia algo desinteresado, inofensivo, algo que se bastaba a sí mismo,
algo completamente inocente y desprovisto en absoluto de los malos instintos del hombre
-motivo principal en el alma de Spinoza que, en cuanto conocedor, se sentía divino-: por
consiguiente, por tres errores. F.Nietzsche La gaya ciencia L.Primero af.37

19. La exclusividad con la que, en la segunda mitad del siglo XIX, toda la cosmovisión del
hombre moderno se dejó determinar por las ciencias positivas, y se dejó deslumbrar por la
prosperity debida a ellas, significó un alejamiento indiferente de los problemas que son
decisivos para un auténtico humanismo. Meras ciencias de hechos hacen meros hombres de
hechos. El cambio de la apreciación pública fue inevitable sobre todo después de la guerra y
en la joven generación se transformó poco a poco en un sentimiento hostil. En el desamparo
de nuestra vida -así oímos decir- esta ciencia no tiene nada que decirnos. Justamente las
cuestiones que excluye por principio son los problemas candentes para los hombres
entregados a conmociones que ponen en juego su destino en nuestros tiempos infortunados:
las cuestiones acerca del sentido o del sinsentido de toda la existencia humana. ¿No requieren
también éstos, en su generalidad y necesidad para todos los hombres, reflexiones generales y
respuestas basadas en una perspectiva racional? E.Husserl La crisis de las ciencias europeas
p.11

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