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Discurso del Día Internacional

contra la violencia hacia las mujeres


En lo que va de año, tres mujeres han muerto en Canarias.

Asesinadas. Víctimas de la violencia de género.

Tres mujeres.

Tres madres, hermanas, hijas o amigas.

Tres historias que estaban escribiéndose.

Tres proyectos de vida arrebatados.

Todavía hoy, en pleno siglo XXI, el simple hecho de nacer mujer puede suponer
un factor de riesgo para la propia vida.

Todavía hoy, en pleno siglo XXI, ninguna sociedad (tampoco la nuestra) ha


conseguido erradicar ese otro terrorismo –o “ese terrorismo”, a secas- que puede
llegar a sufrir el 51% de la población.

La violencia, cualquier clase de violencia, es detestable y condenable. Sin duda.

Pero la violencia en el ámbito familiar, contra la mujer y en muchos casos también


contra los hijos, debería avergonzar a cualquier sociedad que aspire a
denominarse justa.

Porque cada caso, cada situación, es un fracaso colectivo.

Un fracaso de todos. Pero también una razón de peso para, lejos de rendirnos,
plantar cara con más fuerza si cabe a la sinrazón.

La violencia contra la mujer nos aleja del objetivo de igualdad y justicia social.

Menoscaba el normal ejercicio de los derechos humanos.


Impide el desarrollo de las libertades más elementales.

Digo más.

Esa violencia en concreto, la que se ejerce en el seno de una vinculación afectiva


presente o pasada (el abuso ejercido por personas de las que cabría esperar cariño
y respeto) es una realidad especialmente grave, especialmente indigna.

Naciones Unidas definió en 1980 la violencia contra la mujer como “el crimen
encubierto más frecuente del mundo”.

Frente a esa realidad, estamos empeñados en acabar con esa lacra.

Un drama que no es un fenómeno lejano.

Tampoco exclusivo de un determinado segmento social económica y


culturalmente más débil.

La violencia verbal o física contra la mujer se produce muy cerca de nosotros.

De cada uno de nosotros.

En todos los estratos sociales.

Y no es, claro que no, fruto de ninguna enfermedad.

A veces leemos la expresión “crimen pasional”.

Tampoco es el caso. La pasión, en el trabajo como en la vida, es otra cosa bien


diferente.

El maltratador utiliza la violencia, la vejación, el aislamiento de la víctima, incluso


la violencia contra los hijos como forma de control sobre su pareja o su ex pareja.

Son selectivos en su violencia.

Por eso es tan difícil detectar esas situaciones que solo ocurren “de puertas para
adentro”.
Desgraciadamente, en muchos casos, cuando esas conductas trascienden es
porque ya es demasiado tarde.

En los últimos años, ese círculo que encierra y anula a la mujer maltratada está
comenzando a romperse.

Las medidas emprendidas desde todas las administraciones, la mayor


información que proporcionan las campañas y las políticas específicas que
promueven la igualdad han iniciado cambios de mentalidad que están dando sus
frutos.

Estamos logrando abrir una brecha, una luz en el túnel.

Desde el Gobierno de Canarias estamos haciendo efectivo nuestro compromiso


contra la violencia de género. Estamos trasladando nuestra condena y nuestra
repulsa al campo de la acción.

Por un lado, haciendo especial incidencia en la educación como forma de


preparar a las futuras generaciones en ese cambio de mentalidad en el que hoy
estamos luchando.

Estamos sentando las bases de una sociedad en la que las futuras generaciones
sean mejores ciudadanos, mejores personas.

Por otro, con campañas de sensibilización que hagan aflorar una situación que
históricamente se ha tapado y ocultado tras las puertas de los hogares.

Es esencial que los ciudadanos y ciudadanas comprendan que el maltrato contra


la mujer es un problema real, cercano, que nos afecta y compromete a todos.

Sólo desde el conocimiento de la realidad se puede llegar a transformarla.

La crisis no ha supuesto una disminución del esfuerzo que venimos realizando en


la erradicación de la violencia contra la mujer.

Tampoco en el apoyo que prestamos a las víctimas de maltrato.

Así, se mantienen durante 2012 las partidas destinadas al mantenimiento del


Servicio de Atención a Mujeres Víctimas de Violencia de Género.
Con ese compromiso, se abre una línea de subvenciones dirigida a dar
cumplimiento a lo establecido en la Ley Canaria de Igualdad (en relación al apoyo
al movimiento asociativo de mujeres).

Una línea que complementa la ya existente dirigida a organizaciones sin ánimo


de lucro para el desarrollo de proyectos dirigidos a mejorar la empleabilidad
femenina.

Nuestros objetivos son más ambiciosos. No nos quedamos ahí.

Elaboraremos y pondremos en marcha un Plan Estratégico de Igualdad de


Oportunidades que contemple todas las acciones y medidas destinadas a
promover una sociedad más igual.

Más solidaria. Más humana.

Seguiremos avanzando, entre otras muchas medidas, en el desarrollo


reglamentario de la Ley Canaria de Igualdad.

O en aspectos tales como el Decreto de organización y coordinación de todos los


departamentos del Gobierno de Canarias; en el observatorio de Igualdad y el
Consejo Canario de Igualdad o, por ejemplo, en la Comisión de coordinación de
las políticas autonómicas y locales para la igualdad de género.

Además, continuaremos con el apoyo al movimiento asociativo de mujeres.

O con el mantenimiento y la mejora de la Red de Servicios de Intervención en


materia de Violencia de Género.

Impulsaremos programas que atiendan a las distintas formas de violencia de


género, atendiendo a la diversidad y circunstancias específicas de las mujeres.

Vamos a desarrollar el Plan estratégico de Prevención y Sensibilización para


potenciar la condena social y aislar a los agresores.

Continuaremos las acciones emprendidas para animar a las víctimas a denunciar


y romper el círculo en el que se encuentran.

Hemos avanzado mucho.


No lo suficiente, sin duda. Pero hemos avanzado.

En los últimos años de la lucha contra la violencia, en la denuncia y en la


percepción social que se tiene de estas conductas, hemos dado pasos.

La sociedad está cambiando.

Las mujeres víctimas de maltrato, cada vez en mayor medida, están adquiriendo
consciencia del apoyo con el que cuentan.

No solo desde la Administración, sino desde los ámbitos policiales, jurídicos y


sociales para ayudarlas a romper con la situación en la que viven.

Pero hay que seguir trabajando.

Todavía sigue siendo necesario el compromiso de todos.

Nuestra denuncia, individual y colectiva, del maltrato, la discriminación y la


desigualdad.

Siguen siendo necesarios días como hoy, en el que todos y todas juntemos
nuestras voces para denunciar y condenar la violencia que aún hoy se sigue
ejerciendo contra la mujer.xd

Para lograr, en definitiva, una sociedad más justa, más libre, más igualitaria.

Una sociedad libre de violencia. Una sociedad, entonces sí, libre.

Muchas gracias

Santa Cruz de Tenerife – 25 de noviembre de 2011

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