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ARTÍCULO

PSICOLOGÍA APLICADA A LA INVESTIGACIÓN


CRIMINAL

Rodrigo Torres Vicent*

HACIA UNA CONSTRUCCIÓN DISCIPLINARIA


En términos generales, consensualmente se entiende que la Psicología
es la ciencia que se ocupa del estudio del comportamiento humano y
los procesos mentales. Desde mucho antes que deviniera como cuerpo
científico autónomo, especialmente de la mano de Wilhem Wundt en
1878, otros estudiosos dieron cuenta previa de la necesidad de incorporar
al estudio del delito y los delincuentes concepciones basadas en
desarrollos psicológicos, por ejemplo Johann Hoffbauer y su publicación
de 1808 de La Psicología en sus principales aplicaciones a
la administración de justicia o J. B. Friedrich con el Manual
Sistemático de la Psicología Judicial de 1835.
29
Es precisamente en esos quehaceres desde donde se sostiene el primer
pilar de nuestra disciplina, la Psicología Jurídica y Forense, comprendida
como “toda psicología, bien experimental o clínica, orientada a la
producción de investigaciones psicológicas y a la comunicación de sus

resultados, así como a la realización de evaluaciones y valoraciones


psicológicas para su aplicación en el contexto legal” (Urra, 2002). Una
segunda vertiente conceptual que hace posible comunicar a las ciencias
psicológicas con la investigación criminal, proviene de la Criminalística,
definida como “una disciplina auxiliar del derecho penal, que se ocupa
del descubrimiento y la verificación científica del delito y la persona del
delincuente” (López-Rey y Arrojo, 1942)1.

En esta conjunción de perspectivas nace lo que se reconoce como


psicología criminal, psicología policial, psicología investigativa o, de
forma más integrativa, psicología criminalista, y entendemos por ésta
al “conjunto de principios, métodos y técnicas de la psicología científica
que, aplicados al conocimiento del delito en general y del crimen en

*
Comisario. Psicólogo. Academia Superior de Estudios Policiales.
1
Definición dada en la conferencia intitulada “Criminalística (Ensayo de sistematización)”
el día 14 de abril de 1942 ante la Sociedad Chilena de Criminalística, Santiago de Chile.

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particular, contribuyen a la investigación de los hechos delictivos, la
identificación de sus perpetradores y la seguridad ciudadana” 2.

Entendiendo que hablar de psicología criminalista es hacerlo de un


híbrido, aún no existe cabal consenso en torno a su objeto de estudio
específico, muy cercano a los problemas que debió enfrentar por lustros
la criminología –que ya creemos, superados por Garrido, Stangeland
y Redondo en sus Principios de Criminología (1999)-. En tal sentido y
sin pretender certezas, pero tampoco ahogándonos en profundidades
retóricas, adherimos a las ideas que promueven como base de la práctica
en psicología criminalista aquello que en nuestra jerga denominamos
“evidencia conductual”, que de forma bastante acertada vincula y resume
los ejes más gravitantes tanto de la psicología como de la criminalística,
es decir, los comportamientos humanos y las evidencias.

Comprendemos por evidencia conductual “cualquier acto u omisión


30 indicativo de una conducta o patrón conductual que queda como vestigio
psicológico impreso en el modo en que un agresor realiza un delito, y
es susceptible de revelarse por medio del estudio de la víctima, del sitio
del suceso, la criminodinámica y los efectos del hecho” 3. Las evidencias
conductuales son mayormente aprehensibles en delitos violentos como
el homicidios y los delitos sexuales, así como en cualquier otro tipo de
hecho delictual que exhiba alguna serialidad (Turvey, 1996).

Ante el cúmulo de conocimientos que implican disciplinas tan abarcativas


como la psicología y, especialmente, la criminalística, podemos resumir
las áreas de interés de la psicología criminalista de la siguiente manera:

- Victimología: Desde ésta nos ocupamos de todo cuanto diga relación


con la persona ofendida y su perfil victimológico, su historia, sus hábitos,
las rutinas, los conflictos vitales e interpersonales; intentando responder
por qué esa víctima y no otra resultó ser la afectada del delito.

- Sitio del suceso (escena del crimen, en otras nomenclaturas): Lo


comprendemos como aquel lugar y su rededor en el que ocurre un

2
Sobre la definición de Psicología Criminalista, compartimos ampliamente la formulación
dada por el Profesor Manuel de Juan Espinosa y su equipo de la Universidad Autónoma de
Madrid el año 2005, al introducir y formular las bases para su plan de estudios del Máster en
Ciencias Forenses con Mención en Psicología Criminalista.
3
Definición que resume las formulaciones conceptuales propuestas por Turvey, 1996; Douglas
et al., 1986 y la Universidad Autónoma de Madrid, 2005.
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hecho materia de investigación policial y sus ramificaciones probables
(Rodríguez, 1991), con énfasis en el tipo de sitio de suceso, el contexto
ambiental de éste, sus condiciones de accesibilidad y geografía; todo lo
cual nos debe llevar a la comprensión de por qué el delito se cometió en
ese lugar y no en otro, así como por qué dicho escenario fue el elegido por
el delincuente para su acción.

- Criminodinámica del delito: Se refiere a los despliegues activos o


pasivos del agresor y la víctima antes, durante y después de cometido
el hecho, visualizándolo como proceso e intentando develar la manera
en que dinámicamente ocurrieron los acontecimientos materia de
investigación, recreándolos desde las evidencias físicas y conductuales,
así como desde los testimonios obtenidos.

- Efectos del delito: Las consecuencias y resultados del hecho delictivo,


tanto materiales –físicos- como conductuales, ya sea en la víctima –
patrimonio afectado, lesionología, autopsia, etc.- como para el propio 31
ofensor; intentando develar el para qué, o la utilidad del delito.

CONCEPTOS DE RELEVANCIA CONDUCTUAL

Gracias a la sistematización de experiencias en investigación criminal, la


psicología criminalista se sirve también de ciertos conceptos destacados
como relevantes para comprender la criminodinámica de los hechos
delictivos.

Enfocándose en el autor de un delito, el FBI (Douglas et al., 1997) creó


una categoría dicotómica para dar cuenta de ciertas particularidades
de los delincuentes, refiriéndose a estos en términos de “organizado” o
“desorganizado”, aunque sin exclusiones, ya que es frecuente encontrar
ciertos matices entre uno y otro tipo. El delincuente organizado, por lo
general, actúa con premeditación; utiliza medios de transporte propios;
aborda a víctima con un guión más que recurriendo a la fuerza; podría
no tener vínculo con la víctima; controla los movimientos propios y los
de su objetivo; despliega agresiones antes y durante el acto; altera el
sitio del suceso y deja pocas evidencias físicas; frecuentemente utiliza

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un arma propia; actúa sobre seguro, con planificación y cuidado; en
homicidios tiende a remover o trasladar el cuerpo de la víctima. El
delincuente desorganizado, por el contrario, actúa mayormente motivado
por impulsos incontrolables y de forma más espontánea; actúa bajo
condiciones de alto estrés; por lo general cerca de su domicilio; conoce a
la víctima al menos de vista; tiende a usar armas obtenidas desde el propio
lugar; realiza un mínimo despliegue verbal, sin guión; deja abundante
evidencia física e incluso el arma; en homicidios generalmente abandona
a la víctima o el cadáver en el mismo lugar del hecho.

Un segundo aspecto apela al despliegue de agresividad del ofensor sobre


su víctima, pudiendo categorizar éste en “violencia expresiva” y “violencia
instrumental” (Salfati, 1999). La violencia expresiva es aquella que va
más allá de la estrictamente necesaria para vencer las resistencias de la
víctima o lograr el objetivo del delito, donde, en ocasiones, la víctima
podría adquirir un carácter simbólico, como en el caso de los despliegues
32 sádicos o rituales; comúnmente lo asociamos a ensañamiento con la
víctima. En este tipo de despliegue, la violencia puede ir acompañada
de una importante carga emocional que se tramita y libera en el acto
violento, quedando registro de éste en los objetos que la reciben.
Casos paradigmáticos de violencia expresiva que se ven en la experiencia
policial chilena son los homicidios con arma cortante de homosexuales,
así como con elemento contundente en intoxicados alcohólicos. La
violencia instrumental, por su parte, es aquella puesta al servicio sólo
del propósito delictivo o para vencer las resistencias de la víctima; por
ejemplo: un golpe contundente para dejar imposibilitada a la víctima
que se opone a un robo.

Violencia instrumental Violencia expresiva

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ÁREAS DE DESARROLLO EN PSICOLOGÍA CRIMINALISTA

El psicólogo criminalista, con sus conocimientos en ciencias del


comportamiento así como en criminalística, debiera ser capaz de
desenvolverse en una amplia gama de procedimientos, aunque nunca
más allá de sus reales capacidades y formación profesional. En tal
sentido, sus principales ocupaciones dicen relación con:

• Orientación de estado mental de víctimas, sospechosos y testigos


• Interpretación de sitio del suceso y criminodinámica delictiva
• Estudio de modus operandi, firma y montajes –alteraciones
• Evaluaciones psicológicas reconstructivas: perfilación de
delincuentes, análisis de muerte equívoca y autopsia psicológica
• Análisis de vinculación de casos (análisis operativo de casos) en el
rol de perfilador

33
Orientación de estado mental de
víctimas, sospechosos y testigos

Por lo general, estas actividades se orientan a acompañar a los


investigadores en entrevista a víctimas, sospechosos o testigos, con
el propósito de evaluar de forma preliminar la incidencia de factores
psicopatológicos en los testimonios o en la capacidad para declarar o
testificar. Asimismo, desarrollar estrategias de orientación, afrontamiento
y derivación de personas con dificultades comunicativas por factores
emocionales o procesos mórbidos de salud mental.

Este acompañamiento no tiene un propósito pericial psicológico, es decir,


evaluar de forma pormenorizada a las personas vinculadas a un delito
con el objeto de comunicar sus resultados en el foro judicial; se trata de
valorar, para efectos de la propia investigación y en una etapa indagatoria,
a las personas que interactúan con los equipos de investigación, valorando
su condición mental o emocional actual, capacidades, potencialidades
o problemas sobrevinientes que sugieran concentrar esfuerzos o abrir
la investigación hacia otros frentes, a medida que se van trabajando los
primeros.

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Interpretación de sitios de suceso y
criminodinámica delictiva

Es el análisis interpretativo de un hecho materia de investigación a partir


del sitio del suceso, victimología, secuencia de hechos, testimonios,
evidencias, informes policiales u otros, que permita una reconstrucción
del comportamiento desplegado por el autor, bajo una perspectiva
procesal de los acontecimientos y efectos del delito, de manera que sea
posible deducir líneas de acción y mejores evidencias que apoyen las
hipótesis investigativas.

Estudio de modus operandi

El modus operandi es un comportamiento aprendido desplegado por


uno o más delincuentes en un delito o una serie de delitos, y que se
34 cumple con cierto patrón característico, necesario para asegurar el éxito
de la acción y la indemnidad de quien lo realiza (Douglas et. al., 1986). El
modus operandi es reiterativo, pero de ninguna manera estático. Según
estimaciones éste puede variar en promedio cada tres meses. Como todo
comportamiento aprendido, tiende a perfeccionarse y modificarse según
la experiencia del delincuente, su nivel de madurez, el tiempo requerido
para la acción, la edad del autor, la reacción de la víctima, la influencia de
los medios de comunicación (TV y cine), las condiciones del ambiente,
entre otras variables.

Si bien los policías mejor que nadie están familiarizados con el concepto
y características de lo que en la práctica se expresa como modus
operandi, para ejemplificar éste en el público no iniciado podemos citar
una secuencia de siete robos con intimidación ocurridos en Santiago
entre los meses de marzo y julio de 2007. En todos los delitos el agresor
elegía víctimas varones de 15 a 28 años; operaba sólo entre 11:30 y 13:00
horas, en días hábiles, preferentemente en los accesos a las estaciones
del Metro. En todos ellos expresó ser ex miembro de un antiguo grupo
subversivo local y que portaba una pistola calibre 9 mm –la cual nunca
exhibía--; argumentaba que acababa de asaltar un camión de transporte
de valores de una empresa específica, necesitando a la víctima para

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huir de la policía que le seguía los pasos. Luego, la obligaba a caminar
en un radio no superior a dos calles, mientras interrogaba a la víctima
acerca de si tenía tarjetas de crédito bancarias o de tiendas comerciales,
obligándola a hacer giros en cajeros automáticos o compras, dándose a
la fuga con el dinero o las especies obtenidas.

Estudio de firma

La firma es un patrón conductual repetitivo que despliega un agresor


y que va más allá de las acciones necesarias que se requieren para el
éxito del delito (Douglas, ob. cit.), lo que constituye su diferencia más
esencial respecto del modus operandi. En algunos delitos, especialmente
violentos o seriados, el autor revela en la firma fantasías o rituales que
otorgan un carácter único y particular a cada hecho. El delito mismo no
satisface necesidades psicológicas del agresor y éste necesita invertir
energía adicional para ello, mediante actos accesorios, como por ejemplo:
sadismo, tortura o mutilaciones; aunque también verbalmente, como en 35
el caso de un violador en serie que obliga a sus víctimas a decirles que él es
el mejor, o el caso de un asaltante que luego de sustraer las pertenencias
de alguna mujer la obliga a exhibirle los glúteos. En el último ejemplo
se refleja más claramente la necesidad psicológica predominante, que se
impone independientemente de la voluntad del sujeto, y cuyo despliegue
va más allá de la mera sustracción de bienes materiales.

La firma puede evolucionar de igual manera que el modus operandi, pero


más lentamente dado que implica modificaciones más estructurales en
el psiquismo del sujeto, en función de sus necesidades, motivaciones e
intereses por satisfacer; aunque en muchos casos bien puede que nunca
se haga visible.

Desde el punto de vista de los homicidios, es posible visualizar la firma


en algunos tipos de expresiones rituales o atípicas, a la usanza de ciertas
mafias y pandillas, donde es necesario hacer una lectura doble cuidadosa,
por ejemplo: de las mutilaciones que presente un cadáver (amputaciones,
extracciones de órganos, ataduras, decapitaciones, etc.) que, además,
pudiera tener un rol comunicativo dirigido a bandas rivales, a la policía
o a terceros indeterminados.

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Extracción de órbitas oculares y ligadura bucal (izq.). Amputación de falangeta (der.)
Gentileza: Ps. Carlos Igual G., CGC.

36 Estudio de montajes

El montaje ocurre cuando alguien deliberadamente altera el sitio


del suceso previo al arribo de la policía, sea removiendo evidencias,
limpiando el lugar del hecho, alterando la apariencia de las cosas o de la
víctima para simular un delito diferente, o destruyendo el sitio del suceso
por incendio o inundación. A la base de cualquier sospecha de alteración
en el sitio del suceso se debe tener en consideración las características
propias del hecho que se investiga, así como la posibilidad de que al
servicio de éste se hallen las siguientes hipótesis.

- Para ocultar o alterar evidencias


- Para evitar la identificación del autor
- Para confundir a la policía desviando la atención del verdadero móvil
- Por incidencias emocionales o psicopatológicas en alteraciones
post mortem
- Para proteger la reputación de una víctima o su familia

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Ataduras post-mortem en un caso de homicidio.
Gentileza: Dr. José Belletti B.

Evaluaciones psicológicas reconstructivas

Las evaluaciones psicológicas reconstructivas –también llamadas


retrospectivas-- son un tipo de investigación que combina el análisis 37
clínico de salud mental con conocimientos forenses --especialmente
criminalísticos y de medicina legal--, cuya característica fundamental es
la de realizarse en ausencia del sujeto de estudio, ya sea porque se trata de
una persona fallecida o porque nos resulta desconocido. En este terreno
de investigación se incluyen: la perfilación criminal o de delincuentes, el
análisis de muertes equívocas y la autopsia psicológica (Poythress et al.,
1993).

a) Perfiles delictivos

“Perfil delictual”, “perfil psicológico”, “perfil criminal” o “perfil de


personalidad criminal” son diferentes términos con los que es posible
describir una misma técnica, la cual se basa en la premisa de que el
comportamiento humano se expresa y exhibe a través un delito --o una
serie de delitos-- y el estudio de tal comportamiento permite realizar
inferencias acerca del autor que más probablemente pudo haber cometido
ese hecho. El supuesto en que reside tal definición dice relación con que
la adecuada interpretación de las evidencias en un delito puede indicar
el tipo de personalidad del individuo que lo cometió; de tal modo que se

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asume que la personalidad exhibe patrones regulares de comportamiento
y que conocer tales patrones puede ayudar en el diagnóstico de un
potencial sospechoso (Jackson y Bekerian, 2004).

El perfilador se constituye una pieza más dentro del staff asesor de la


investigación, pero en modo alguno es el conductor de la investigación.
Su rol es ayudar a los investigadores a resolver tres interrogantes: qué
sucedió; qué tipo de persona es la que con mayor probabilidad pudo
haberlo hecho y cuáles son las características de personalidad más
próximas a tal individuo.

El objetivo último de la perfilación criminal es ofrece respuestas


tentativas, pero no soluciones; el perfilador no resuelve los crímenes, es
una herramienta útil para guiar y desarrollar estrategias investigativas o
de entrevista a sospechosos, apoyar el manejo de información y brindar
comprensión del caso (Poythress et al., ob cit). Se utiliza cuando las
38 técnicas tradicionales de investigación son insuficientes y cuando las
características de los delitos permean información o evidencia conductual
del autor. No se trata de una técnica forense, sus conclusiones sólo son
hipótesis de trabajo y no deben formar parte del expediente de evidencias
probatorias.

Conforme al modelo del FBI, la perfilación consta de las siguientes


etapas:

Etapa 1: Recolección de información de la mayor cantidad de fuentes


posibles: testimonios, evidencias, informes, inspecciones
oculares u otras.
Etapa 2: Clasificación del delito según su tipo (para este efecto se
utiliza preferentemente el texto Crime Classification
Manual).
Etapa 3: Reconstrucción del delito. Hipótesis del comportamiento
de la víctima y secuencias del delito seguida por el
perpetrador, con énfasis en el modus operandi y firma, si
es que hubiera.

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Etapa 4: Elaboración del perfil, incluyendo: aspecto físico,
información de rango etario, nivel académico y laboral,
procedencia sociocultural, habilidades, funcionamiento
intelectual, capacidades físicas, etc.

Una gráfica de la propuesta de Douglas et al. (1986) sistematizada por


Aramini (2006), con énfasis en el proceso de toma de decisión para el
perfil, podemos verla en el siguiente esquema:

IMPUTS DEL PERFIL


- Análisis del S.S. (evidencias, posición del cadáver, armas)
- Victimología (hábitos, experiencias, familia, última visión, ocupación, edad)
- Información forense (causa de muerte, lesiones pre/post mortem, actividad
sexual, autopsia, toxicológico)
- Informes policiales preliminares (denunciante, observación policial,
informes, cronología, nivel socioeconómico, delitos en el vecindario)
- Fotografías (aéreas, del S.S., de la víctima)

39

MODELOS DE DECISIÓN
FEEDBACK 1 - Tipo de delito y estilo
- Sitio del suceso - Intentos previos
- Evidencias - Riesgo para el agresor FEEDBACK 2
- Modelos de decisión - Riesgo para la víctima
- Recomendaciones de - Escalada Nuevas evidencias
investigación - Tiempo del delito
- Lugar del delito (abierto, cerrado,
aislado, público)

DIAGNÓSTICO DEL DELITO


- Reconstrucción PERFIL DELICTIVO
- Clasificación - Características sociodemográficas
- Tipo de delito (organizado / - Características físicas
desorganizado) - Hábitos
- Selección de la víctima - Comportamiento pre-delito
- Control de la víctima - Comportamiento post-delito
- Secuencia del delito - Recomendaciones a los
- Puesta en escena investigadores
- Motivación
- Dinámica del S.S.

Tomado y traducido de Aramini, 2006.

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Si bien existen diversas formas para enfocar el trabajo de perfilación
criminal, a continuación se mencionan brevemente algunos de los
tópicos más difundidos:

Douglas et al. (1986) proponen identificar las principales características


de personalidad y conducta de un individuo, basado en el análisis del
delito cometido. Copson (1995), señala que este tipo de perfilación
constituye una aproximación a la investigación policial por la cual se
intenta describir a un delincuente desconocido, basado en la evaluación
detallada del sitio del suceso, la víctima y las evidencias disponibles.
Estas propuestas enfatizan el estudio minucioso del sitio del suceso
--señales, indicios y evidencias-- de un caso particular, con el objeto
de aproximarse de forma deductiva a la mejor descripción de los
comportamientos ejecutados por el agresor, de manera previa, coetánea
y posterior al delito, a fin de proporcionar su mejor caracterización física,
psicológica, social, familiar, cultural, laboral y habitacional.
40
Un terreno denominado por algunos como “más científico”, corresponde
a los perfiles estadísticos basados en información de delincuentes
ya detenidos y con registros penitenciarios. Este tipo de perfilación
correlaciona elementos desprendidos de un delito o una serie de delitos
con las características socio-psicológicas de poblaciones penales con
registros criminales similares. En efecto, son productos de la casuística
criminológica, de la observación directa de delincuentes y de procesos
estadísticos rigurosos, a fin de describir un conjunto de características
más o menos compartidas entre una misma población infractora
(homicidas, delincuentes sexuales, ladrones, secuestradores, etc). Estos
procedimientos permiten la creación de tipologías de delincuentes y son
útiles para la elaboración de perfiles inductivos, a partir del análisis de
ciertas características conductuales y demográficas compartidas por un
grupo de delincuentes ya estudiado en el pasado.

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Un ejemplo de su aplicación se refleja en la tipología de delincuentes
sexuales creada por INTERPOL (2003) como herramienta de apoyo para
la investigación policial, según se muestra en la siguiente tabla:

Delincuente sexual situacional Delincuente sexual preferencial

Menos inteligente Más inteligente


Estrato socioeconómico inferior Estrato socioeconómico superior
Psicopatía Parafilia
Comportamiento delictivo variado Comportamiento delictivo orientado
Pornografía violenta Pornografía temática
Impulsivo Compulsivo
Tiende al riesgo Tiende al control y exigencias
Errores por descuido Errores por exigencia
Dirigido por una reflexión Dirigido por la fantasía
Espontáneo o planeado Utiliza un guión
Pauta de comportamiento MO Pauta de comportamiento ritual
41

De la mano con las nuevas tecnologías surgen también los perfiles


geográficos o georreferenciados de delitos (SIG). Gracias a
programas computacionales especialmente diseñados, frente a una serie
de delitos es posible establecer puntos de anclaje en un tiempo y espacio
determinado, útiles para aproximarse a un posible sospechoso, a sus
rutinas, a las zonas de seguridad en que opera y a su sector residencial,
pudiendo además predecir la incidencia de futuros eventos.

Desde esta perspectiva existen dos vertientes ampliamente difundidas; la


primera, obra del detective y doctor canadiense Kim Rossmo (en Jackson
y Bekerian, ob cit), quien define el perfil geográfico como un manejo
estratégico de la información diseñado para apoyar la investigación de
delitos violentos seriados (homicidios, violaciones, incendios, atentados,
robo a bancos, secuestro, etc.). Su propuesta se enfoca a determinar
el comportamiento espacial de un delincuente o una serie de delitos
dentro de un determinado contexto y lugar, así como las relaciones
probables entre varios sitios de sucesos. Utiliza información cuantitativa
(estadística descriptiva e inferencial) y cualitativa (perfil psicológico y
reconstrucción del mapa mental del delincuente); vinculando casos y

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levantando una cartografía tridimensional de la incidencia delictiva,
según ilustra la siguiente imagen4:

La segunda propuesta proviene de Inglaterra con los desarrollos


del profesor David Canter y colaboradores, quienes trabajan bajo
las concepciones de la criminología ambiental y, específicamente, el
comportamiento ambiental de los delincuentes. Su hipótesis se basa en
la idea de que aquellos lugares donde se cometen ciertos crímenes están,
de alguna manera, vinculados con el lugar de residencia del autor, en
42 razón de lo cual, a partir de parámetros geográficos como la distancia y
el modus operandi, es posible obtener mejores conclusiones que la sola
diferenciación entre tipologías de delincuentes. Esta premisa parte del
supuesto de que, en el caso de delincuentes seriales, existiría una base
local fija –espacio domiciliario-- circundada por un espacio geográfico
mayor que no por azar estaría en relación con dicha base, siendo en último
término aquel territorio amplio el lugar escogido por el delincuente para
cometer sus crímenes o su “zona de seguridad”.

Aplicación de perfil geográfico en el modelo de Dr. Maurice Godwin5.


4
Tomada de: http://nuweb2.neu.edu/math/cp/blog/?action=get_events_for_date&date=2009-05-06
5
Tomado de: http://www.investigativepsych.com/Michelle%20Bullard.htm

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En términos generales, el proceso de perfilación geográfica se elabora en
razón de:

- La ocurrencia de una serie de delitos


- Aplicación de técnicas tradicionales de investigación
- Análisis de vinculación de casos
- Preparación del perfil psicológico
- Elaboración de un perfil geográfico
- Desarrollo y proposición de nuevas estrategias de investigación

Las operaciones a practicar en este enfoque son:

a.- Estudio de cada caso (informes, testigos, declaraciones,


autopsia, perfil psicológico, etc.)
b.- Inspección del sitio del suceso, fotografías del área y alzamientos
planimétricos
c.- Discusión con los investigadores y analistas acerca de las 43
víctimas, objetivos del delito y estilo predatorio del agresor
d.- Visita a los sitios de suceso
e.- Análisis de estadísticas delictivas del área e información
demográfica
f.- Estudio de calles, zonas de tránsito y mapeo del territorio
g.- Análisis de la información
h.- Informe escrito

Una de las más recientes estrategias de perfilación criminal puesta a


prueba por ingenieros de la Universidad de Duke (Estados Unidos) dice
relación con la aplicación de complejos modelos matemáticos basados en
redes Bayesianas de probabilidades (Baumgartner et al, 2007), las que
permitirían combinar datos duros con apreciaciones de expertos, para
realizar inferencias estadísticas de variables interrelacionadas. Este tipo
de estrategia utiliza fórmulas algorítmicas y programas computacionales
con los cuales, en teoría, se superarían las estrategias tradicionales de
perfilación basadas en la intuición, inducción, deducción o la mera
experiencia policial, a fin de ofrecer mayor precisión en los resultados, al
tiempo que minimizar los márgenes de error. Si bien esta técnica puede

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ser promisoria, particularmente en cuanto a la predicción de incidencia
delictiva, requiere aún de mayor sistematización para constituirse en
una herramienta práctica, amable y aprehensible en el terreno de la
investigación criminal.

Una última gama de perfilación, no profesional, corresponde a aquellos


estudios elaborados a partir de una serie de observaciones sucesivas,
mayormente de fuentes abiertas (prensa), que ofrecen caracterizaciones
de un conjunto de delincuentes que comparten ciertas cualidades en un
tiempo y lugar determinados. Estos no se basan en un análisis estadístico
riguroso y pueden ser elaborados por cualquier persona, presentándose
especialmente en medios de comunicación y prensa bajo titulares como:
“el perfil del nuevo delincuente juvenil”, “perfil del femicida”, etc.

Para resumir, los perfiles criminales con fines investigativos se apoyan


en información conductual desplegada por el autor de un delito en el
44 sitio del suceso. Su objetivo es orientar hacia el tipo más probable de
delincuente capaz de cometer un tipo particular de delito; no persigue
identificar al ofensor. Su aplicación es limitada a casos que muestren
serialidad u otros delitos cuyas características sugieran implicancias
psicopatológicas, signos de tortura, sadismo, comportamientos rituales,
lesiones post-mortem, entre otras; requieren formación en salud
mental por parte del realizador, quien es solo un miembro consultor
del equipo investigador y cuyas conclusiones sólo adquieren un valor de
“posibilidad”.

b) Análisis de muertes equívocas

Por muerte equívoca comprendemos cualquier deceso en que existiendo


una causa médico-legal no es posible, sin embargo, establecer el modo en
que aquélla se produjo (NASH: natural, accidental, suicida, homicida).

Las investigaciones de muertes equívocas son todas aquellas que quedan


a la libre interpretación o donde pudiese haber dos o más posibilidades de
deceso. El problema más usual lo representan aquellos fallecimientos en
que es difícil dilucidar si una muerte se trata de un suicidio u homicidio,

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toda vez que las circunstancias de ésta resultan ambiguas o las evidencias
son insuficientes.

El análisis de muertes equívocas, a diferencias de la autopsia


psicológica, no se nutre de información colectada directamente por los
investigadores, sino que utiliza la evidencia lograda por una unidad
policial, fiscalía o medios forenses (informes, peritajes, estudio del sitio
del suceso, declaraciones y testimonios, informes externos de salud y
salud mental), intentando reconstruir la historia de conflictos, estresores
y estilo de vida de la víctima, en orden a develar las circunstancias del
deceso. Conforme ello, se realiza un análisis psicológico y se formulan
opiniones vinculadas con el modo en que se produjo la muerte. En este
tipo de evaluaciones los análisis pueden ser llevados a cabo por una
persona distinta del investigador policial o del profesional clínico, como
por ejemplo: reporteros del área policial, caso en el cual el psicólogo o
psiquiatra es sólo un consultor externo.
45
Las investigaciones de muertes equívocas no cuentan con un diseño o
metodología específica, toda vez que se trabaja sola y exclusivamente
con el material disponible. No obstante, contemplan una estrategia de
abordaje que incluye los siguientes pasos:

1.- Diagnóstico victimológico. Descripción lo más completa posible de


la víctima, intentando deducir por qué murió en ese tiempo y lugar
específico, y no en otro.
2.- Evaluación de hallazgos médico-legales, con énfasis en las lesiones
y su posible conexión con el agente causante.
3.- Inspección personal en el sitio del suceso.
4.- Estudio de las evidencias.
5.- Evaluación de los comportamientos pasados y coetáneos al deceso,
tanto de la víctima como de eventuales sospechosos.
6.- Establecer el perfil psicológico de la víctima por medio de personas
conocidas que han declarado y/o documentación personal allegada
a la investigación.
7.- Reconstrucción y evaluación de los hechos.
8.- Comparar los hallazgos médico-legales con información médica
histórica.

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9.- Estudio y contraste de las declaraciones prestadas por los
intervinientes entre sí, así como con las evidencias disponibles, en
función de la consistencia y coherencia discursiva.
10.- Conducir y procesar toda la información “como si” se tratara de un
homicidio.
11.- Conclusiones. Tomando en consideración los distintos tipos
de muerte (NASH), desde lo menos probable hasta lo menos
descartable, argumentando cada una a la luz de los antecedentes
recopilados.

Hecho lo anterior, se evacua un reporte escrito basado en un análisis


comprehensivo del caso y que incluye los siguientes tópicos:

I.- Antecedentes: bajo los cuales se consigna el requerimiento.


II.- Metodología: describiendo los procedimientos de análisis.
III.- Documentación recibida: incluyendo la totalidad de declaraciones,
46 informes periciales y documentos adicionales personales de la
víctima como notas, diarios, cartas, fichas clínicas, informes
comerciales, etc.
IV.- Reconstrucción biográfica y contextual de la víctima.
V.- Síntesis de los hechos: exponiendo las actividades desarrolladas
por la víctima durante sus últimas 48 horas hasta el hallazgo
del cadáver, así como otros eventos importantes susceptibles de
vincularse al deceso.
VI.- Análisis integrativo del sitio del suceso, evidencias y pericias.
VII.- Análisis de declaraciones y testimonios.
VIII.- Conclusiones y sugerencias investigativas.

En resumen, los estudios de muerte equívoca se apoyan en información


proveniente de fuentes policiales u otras próximas a la investigación. El
análisis psicológico del fallecido se realiza en función de las características
victimológicas y circunstancias vitales de la persona al momento
del deceso; lo puede ejecutar cualquier persona con conocimientos
criminalísticos y sus conclusiones pueden ser más o menos categóricas
según se logre claridad en cuanto a los hechos, u ofreciendo, si es
pertinente, nuevas líneas de investigación al equipo de trabajo.

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c) Autopsia psicológica

La autopsia psicológica puede ser definida como un procedimiento


seguido en el ámbito de la salud mental, complementario a la medicina-
legal –por su origen--, en la investigación de una muerte cuya etiología
resulta insuficiente para determinar el modo o forma por la cual se ha
producido, enfocado hacia el papel que el fallecido hubiera tenido en su
propio deceso 6.

La autopsia psicológica debe ser conducida por un profesional de la


salud mental, para evaluar de manera retrospectiva la vida psíquica de
una persona, a fin de colaborar en la mejor clarificación y certificación de
una muerte cuya modalidad resulta inicialmente desconocida, ambigua
o equívoca. Sin pretender certezas y ofreciendo tan solo hipótesis de
trabajo, puede colaborar en la orientación de algunos casos de muertes
indeterminadas, tanto como en otros donde habiendo una causa de
defunción acreditada, las ambiguas circunstancias del deceso dificultan 47
establecer el tipo médico-legal de la muerte y, consecuentemente,
la tipificación legal de la misma como natural, accidental, suicida
u homicida; v.g.: precipitaciones de altura, asfixias por sumersión,
choques, desastres ferroviarios o aéreos, explosiones, intoxicaciones por
drogas o medicamentos, etc.

Este tipo de investigación retrospectiva se utiliza principalmente para


describir aspectos vinculados a un modo de muerte, pero en función de la
condición mental de la víctima, sus motivaciones, hábitos y circunstancias
particulares en momentos previos y coetáneos al deceso. Se enfoca
hacia la persona fallecida e implica reconstruir sus características de
personalidad a partir de entrevistas a informantes cercanos al fallecido,
como diferencia más sustantiva respecto de los estudios de muertes
equívocas; también se ocupa de la revisión de documentación personal
del difunto y la proveniente de las actuaciones judiciales y policiales, así
como el examen del sitio del suceso. Una característica común a todas las
evaluaciones psicológicas reconstructivas es el hecho que se realizan en
ausencia del evaluado; por tal motivo, han sido fuertemente criticadas en
cuanto a su validez y confiabilidad como procedimientos científicos. Sin
embargo, a partir de la premisa criminalística que “nunca una muerte es
6
Para mayor profundidad ver los artículos del autor en Cuadernos de Criminología Nº 14, 2004, PDI,
Santiago de Chile, y en Anuario de Psicología Jurídica, Nº 17, 2007, C.O.P., Madrid.

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igual a otra”, tampoco las realidades intrapsíquicas de personas vivas o
muertas podrían ser homologables.

El procedimiento se nutre de dos fuentes de información: documentos


y entrevistas a informantes clave. Los primeros incluyen todo cuanto se
derive de la investigación policial o judicial del deceso: peritajes, informes
policiales, declaraciones, entre otros; así como documentos relativos al
fallecido tales como: informes laborales, académicos, médicos, penales,
fotografías, objetos, cartas, notas, títulos leídos, parafernalias, etc. La
segunda fuente corresponde a entrevistas con informantes clave en
relación al sujeto de estudio, que pueden ser familiares, amigos, colegas,
compañeros, parejas, etc., pero que sean capaces de dar cuenta cabal del
desenvolvimiento del sujeto en múltiples áreas: historia vital, relaciones
familiares, relaciones sentimentales, enfermedades físicas y/o mentales,
hábitos y costumbres, relaciones con el alcohol y/o drogas, modos de
reacción al estrés, círculo de amigos, entre otros. De esta forma, la autopsia
48 psicológica combina el análisis clínico con la lectura criminalística del
caso que se aborde.

Para Schneidman (1994), la autopsia psicológica debe ser tan objetiva e


imparcial como una autopsia médico-legal, de manera que pueda asistir
al médico-legista para clarificar muertes inicialmente ambiguas, inciertas
o equívocas en cuanto a su modo de producción –natural, accidental,
suicida u homicida--, buscando determinar de manera razonable aquello
que había en la mente de una persona al momento de enfrentar la muerte.
Para este objetivo se propone desarrollar una pauta de entrevista abierta
o semi-estructurada que adquirirá mayor o menor énfasis según los
objetivos y profundidad que se le otorgue al procedimiento, abarcando
las siguientes áreas de interés:

 Identificación de la víctima
 Detalles del deceso
 Desarrollo de la historia vital
 Historia de fallecimientos en la familia
 Descripción de la personalidad y estilo de vida de la víctima
 Patrones de reacción al estrés
 Conflictos, presiones, tensiones o reciente anticipación de problemas

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 Papel del alcohol o drogas en la vida de la víctima
 Relaciones interpersonales
 Fantasías, sueños, pensamientos, premoniciones o miedos
 Cambios en la víctima previos a su deceso (hábitos, rutinas,
sexualidad, alimentación)
 Propositividad vital (mejoras, éxitos, planes)
 Evaluación de la intencionalidad suicida
 Estimación de la letalidad del deceso
 Reacción de los informantes ante el deceso
 Información adicional

Si bien no existe un modelo universal, único y consensuado de autopsia


psicológica, sí es posible dar cuenta de dos enfoques metodológicos
claros: cuantitativos y cualitativos; cada uno con ventajas y limitaciones
que necesariamente deben ser juzgadas según los propósitos que se tenga
para desarrollar el procedimiento. Los métodos cuantitativos se utilizan 49
mayormente en grandes muestras, para estudios epidemiológicos
de suicidio, adscribiendo a una visión psiquiátrica con énfasis en el
diagnóstico (DSM IV–TR o CIE –10), a partir del cual caracterizar
problemas individuales y proyectar prevalencias de mortandad en
distintas poblaciones; sirven para identificar factores de riesgos
asociados al suicidio u otros de decesos violentos; para comparaciones
de muestras o para orientar políticas vinculadas a salud mental. Utilizan
por lo general cuestionarios de preguntas cerradas de selección múltiple,
de respuestas si / no o escalas tipo Likert; aplicados directamente sobre
los informantes y valorando la información documental bajo parámetros
cuantificables, principalmente estadísticos.

Los modelos cualitativos, de corte psicobiográfico, proponen una


recolección documental y entrevistas abiertas o semi-estructuradas
acerca de la historia vital de una persona estudiada, para ser analizadas
mediante un enfoque fenomenológico, destacando el valor del caso
único, bajo una mirada comprehensiva y teórica. Ponen énfasis en el
material subjetivo proveniente de los informantes, para configurar en el
marco de sus interacciones con el fallecido, aspectos que mejor reflejen
el funcionamiento psíquico de aquél y permitan, a la vez, comprender sus

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circunstancias y contexto particular al momento del deceso. Estos estudios
abordan mayormente casos individuales de manera comprehensiva
y no generalizables, con el fin de proponer una hipótesis acerca de las
características psicológicas de una persona fallecida, orientándose hacia
el modo o forma más probable --o menos descartable-- de un deceso,
evitando clasificar a priori a un sujeto como víctima de alguna anomalía
psíquica o psicopatológica.

Podríamos resumir así una pauta de entrevista típica para desarrollar un


abordaje cualitativo con enfoque psicobiográfico en autopsia psicológica:

I.- Antecedentes Preliminares:


• Informes policiales, judiciales, de S.S., peritajes
• Inspección ocular
• Informes médico-legales
50 • Informes institucionales (laboral, médicos, salud mental,
académicos, comerciales, penales)
• Efectos personales (diarios, notas, correspondencia, fotografías,
posesiones, títulos leídos, vídeo-grabaciones, música, vestuario,
parafernalias, etc.)

II.- Pauta de entrevista semi-estructurada


Elementos remotos:
• Antecedentes del fallecido
• Visión del informante acerca del fallecido
• Historia vital
• Historial médico (físico y mental)
• Vida marital o parejas
• Historia familia extensa (genograma)
• Situaciones de conflicto o de estrés; modos de reacción
• Historia laboral, militar, académica, financiera, legal
• Rol del alcohol y/o drogas
• Intentos suicidas

Elementos próximos al deceso:


• Reacciones al estrés

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• Cambios de conducta y estados de ánimo
• Relaciones interpersonales
• Contactos con instituciones públicas o privadas
• Elementos circunstanciales y contextuales al deceso
• Explicaciones (hipótesis) de los entrevistados acerca del
fallecimiento
• Información complementaria
• Información vinculada a conductas presuicidas

III.- Instrumentos complementarios de diagnóstico:


• Escala de intencionalidad suicida
• Escala de letalidad del deceso
• Escala de Evaluación General de Actividad Relacional
• Escala de Evaluación de Actividad Social y Laboral

Una autopsia psicológica bajo el anterior enfoque teórico y metodológico 51


demanda en promedio dos meses de dedicación exclusiva, lo que implica
recolectar información, planificar el trabajo, coordinar visitas, traslados
para realizar entrevistas, transcripción de las anteriores, análisis de la
información, discusión grupal y elaboración de informe. Eventualmente,
este tipo de procedimiento genera desmesuradas expectativas en el
solicitante tanto como en los deudos, especialmente cuando no se tiene
claridad de la causa o modo de un deceso, de tal modo que la autopsia
psicológica debe ser conducida responsablemente y advirtiendo a los
participantes de sus limitaciones. Por otra parte, no es una herramienta
de uso indiscriminado, debiendo limitarse a casos muy justificados;
primero, por su alto costo en tiempo y recursos y, luego, porque muchas
veces el propio sitio del suceso provee de material y evidencias suficientes
como para colegir de modo plausible la forma en que se produjeron los
hechos, bastando sólo leerlos e interpretarlos criminalísticamente.

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CONCLUSIÓN

La psicología aplicada al terreno de la investigación criminal o, como


la definimos en el presente artículo, la “Psicología Criminalista”, tiene
un pasado histórico palpable y un presente promisorio, dependiendo de
las inquietudes profesionales de quienes se vean motivados a cultivarla,
así como se cuente con nichos que la avalen, sistematicen, fomenten
y respalden, especialmente dentro de las instituciones policiales o
coadyuvantes de la persecución penal. Su potencial es aún ilimitado,
pero quienes se interesen por ella deben mantener un apego irrestricto
a las normas éticas inherentes a la ciencia que los cobija, así como su
legalidad, asegurando respeto permanente hacia los sujetos de estudio,
garantizando la imparcialidad, calidad y rigurosidad metodológica,
nunca prometiendo procedimientos o soluciones que van más allá de
las reales competencias profesionales. La psicología criminalista es
una herramienta de ayuda, un elemento de staff que no pretende ni
52 intenta reemplazar la experiencia, los conocimientos y la sabiduría de
los investigadores policiales; está concebida para servir, allí donde sea
requerida, como un humilde eslabón de la gran cadena que representa la
investigación criminal.

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