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Sacramentos
P. Ricardo Valenzuela P., SL.D.
Objetivo General
Tomar conciencia, desde una perspectiva histórico - teológica, que los Sacramentos y lo
que ellos significan, llevan a la santificación del hombre, a la edificación de la Iglesia y a
la glorificación de Dios.
Introducción
C
uando se hace un análisis sobre la Liturgia y se consideran las propuestas pre-
sentadas por la Sacrosanctum Concilium, vemos la Liturgia está constituida esen-
cialmente por los Sacramentos, es decir, toda ella es un signo sagrado, como lo es
la misma Iglesia1: el elemento visible es signo eficaz de una realidad sobrenatural, efica-
cia que es diversa según se trate de los signos, pero que es análoga: presencia de Cristo y
acción del Espíritu Santo. Por lo tanto, es un sacramentum, un «misterio», en el sentido en
que los Padres empleaban tales expresiones2.
El lugar y naturaleza exacta de la liturgia quedan bien iluminados cuando se la sitúa en
la economía de la salvación, puesto que realiza en el misterio de los signos lo que el AT
anunciaba en figuras, y lo que aparecerá en la liturgia del cielo: por ello el Concilio in-
sistió ampliamente en esas perspectivas en las primeras páginas de la constitución3.
Al hablar de signo, se habla también de asamblea litúrgica que es la manifestación más
expresiva, una verdadera Epifanía de la Iglesia: la muestra y la revela4. Es de tal manera
su signo que la misma palabra designa en Pablo una y otra; en los Hechos, la Iglesia de
los primeros días aparece como una reunión de oración casi permanente. De este modo
la acción litúrgica es un signo a través del cual la fe tiene que llegar hasta el misterio
divino que realiza.
Sin embargo es necesario e indispensable que los fieles comprendan fácilmente los sig-
nos sacramentales5 que están íntimamente ligados a la Escritura de la que reciben su sig-
nificado6.
Veamos con mayor detenimiento el desarrollo del signo en la sacramentaria.
1 SC 20 y 5; cf. LG 1, 9.
2 Cf. SC 33, 59. 60. No se puede aceptar la opinión que RIGHETTI M. proponía en su Manuale di storia liturgica
I, Ancora, Milán 31998, p.6, según la cual el elemento material, sensible, sería solamente «integrante e acce-
sorio». El sabio autor rehizo por entero su estudio en la tercera edición, ibid. 1964.
3 SC 5-8. Cfr. BUGNINI A, La liturgia è l’esercizio del sacerdozio di Gesù Cristo per mezzo della Chiesa, «Aspernas»
6 (1959) 4.
4 SC 41. Ciertamente no es la única expresión visible: están el concilio general, la peregrinación a Roma, la
enseñanza de los pastores fuera de la asamblea, los servicios caritativos de la comunidad, sobre todo el
envío de misioneros a los infieles; sin embargo la asamblea litúrgica es la manifestación más común, más
ordinaria y accesible de la Iglesia.
5 SC 59.
6 DV 15-16.
4 Liturgia de los Sacramentos
Notas preliminares.
En la liturgia, mediante signos sensibles, se significa y se realiza, según el modo
propio de cada uno, la santificación del hombre7.
De acuerdo con lo que establece la SC, la celebración litúrgica aparece como un conjun-
to de signos que comunican una realidad. “En la perspectiva de la expresión, los signos
de la liturgia han sido elegidos para comunicar el mundo interior de quienes toman
parte en la acción litúrgica, y como mediaciones para la experiencia religiosa. Pero los
signos litúrgicos están ante todo al servicio de la presencia y de la realización de una
salvación que está destinada a los hombres en sus circunstancias históricas y existencia-
les”8. Es por ello que necesitamos poner en claro algunos conceptos antes de dar el paso
definitivo en la exposición teológica de cada Sacramento en cuanto a su significación.
Empezaremos con la distinción entre signo y símbolo por la semejanza que hacemos de
ambos términos en el lenguaje ordinario, a fin de evitar confusiones conceptuales9.
7 SC 7.
8 LÓPEZ MARTÍN J., La Liturgia de la Iglesia, en Sapientia Fidei (Serie de Manuales de Teología) 6 BAC, Madrid
1994, 141.
9 Cf. BERNARD GH A., «Panorama des études symboliques», Gre 55 (1974), 379-392; RAHNER K., Para una
teología del símbolo, en Escritos de Teología 4, Madrid 1964, 283-321; RUIZ F., Símbolo, DE 3, 393-395; SARTORE
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Liturgia de los Sacramentos 5
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V Gelasiano Vetus
En general
D
esde los comienzos del movimiento litúrgico, y sobre todo a partir de los publi-
cación del célebre libro de Guardini, Los signos sagrados, historiadores y teólogos
han destacado la importancia y la función de los signos en la liturgia. Digamos
de entrada que la antropología moderna prefiere el término de «símbolo» para indicar el
poder evocador natural de la realidad significante, por oposición a la significación con-
vencional y arbitraria atribuida al «signo»10. Sin embargo, hay que recordar que el nú-
cleo de todo el simbolismo litúrgico está constituido por los Sacramentos cristianos. Y la
teología clásica los define como «signos» eficaces de los que significan (significando
causant); por ello, parece conveniente conservar el término tradicional de «signo».
Hablamos ante todo de «signo» entendido como una realidad que revela en sí misma
una carencia y conduce a otra realidad ausente o no presente al mismo modo11. En otras
palabras «signo» es «una cosa que, además de la forma propia que imprime en los sen-
tidos, lleva al conocimiento de otra distinta en sí»12. Es así que en signo se verifican va-
rias condiciones:
• Que éste sea distinto del significado, que está más allá del significante;
• Depender de alguna manera del significado y, por tanto ser menos perfecto
que éste;
• Guardar alguna relación de semejanza con el significado y ser, a la vez, de-
semejante;
• Y ser más conocido que el significado. El valor de un signo depende preci-
samente de estas condiciones.
De la relación entre el signo y el significado nace la clasificación de los signos en reales y
de razón.
Los signos son reales cuando la relación es real; por ejemplo, una relación de causa a
efecto. En estos casos el signo contiene y expresa el significado. Los signos reales se divi-
den, a su vez, en
• Reales naturales, cuando la relación depende de la naturaleza de aquello que
expresan; y en
10 ISAMBERT F., Rite et efficacité symbolique, essai d’antropologie sociologique, en Rites et symboles 8, Cerf, París
1979, 160-165.
11 Por otro lado, con el término significante se entiende el elemento mismo, con el término significado la
realidad evocada, con el término significación la relación que se establece concretamente entre un significante
y un significado. Sin embargo en el significante se presenta una dificultad, y es el hecho de que los códices no
siempre corresponden con la misma convención. Algunos autores prefieren entonces hablar de señal, índice,
icono, imagen, emblema, etc.
12 AUGUSTINUS, De Doctr. christ. 2, 1: PL 34, 35.
12 Liturgia de los Sacramentos
• Reales libres, cuando la relación depende de una voluntad que elige los signos
y les confieren un significado.
Los signos de razón son aquellos en que la relación es totalmente arbitraria o convencio-
nal.
Los signos litúrgicos constituyen ante todo un lenguaje que prolonga o intensifica la
palabra: su poder evocador facilita la inteligencia del mensaje, y por otra parte, expre-
san la fuerza de los sentimientos interiores. Pero la liturgia no es sólo palabra, diálogo
entre Dios y su pueblo; es acción, alianza; Dios actúa y el pueblo se compromete; la ac-
ción de Dios y sus dones se realizarán a través de los signos y esencialmente por los Sa-
cramentos; el compromiso del pueblo de Dios se sella en gestos, en ritos y no únicamente
por medio de palabras. Más aún, palabra y acción están vinculadas de modo que consti-
tuyen un solo y único signo. La escolástica decía: materia y forma.
¿Qué es un símbolo?
O
riginalmente, «símbolo» significó las mitades partidas de un todo, las dos partes
de un objeto dividido. Así cuando las dos partes se unieron (sumba/llein), el
símbolo sirvió para significar un reconocimiento. Pero esta no era toda la con-
cepción del símbolo para la gente de la antigüedad, sino que también significó “una
realidad completa”, o bien, “la realidad visible del todo que estaba presente”.
Desde la Edad Media se llegó a definir el símbolo como “algo que representa lo que sig-
nifica y no un substituto de otra realidad, sino que es realmente lo que representa y
significa; en otras palabras, se comunica y preserva a sí mismo presentándose y mos-
trándose a sí mismo”. Sólo cuando comenzó a presentarse el símbolo como algo que no
significaba la realidad que se presentaba a sí misma, sino una débil muestra de la reali-
dad, fue cuando se dieron controversias en torno a la Eucaristía13.
Por símbolo se entiende, en sentido religioso litúrgico, el conjunto de conceptos o reali-
dades que expresan un misterio a través de un rito14 o una profesión de fe.
En todo símbolo se advierten los siguientes elementos:
• Una realidad sensible, es decir, un ser, un objeto, una palabra;
• Una correspondencia o relación de significado o de analogía con otra realidad
superior con la que se entra en contacto a través del elemento significante; y
13 RICHTER K., The meaning of the sacramental symbols. Answers to today’s questions, The Liturgical Press, Col-
legeville 1990, 13-15; versión original en alemán Was die sakramentalen Zeichen bedeuten. Zu Fragen aus der
Gemeinde von heute, Herder 1988.
14 El rito se puede definir como una acción simbólica, constituida por un gesto y por una palabra interpreta-
tiva y que tiene una estructura institucionalizada de carácter tradicional, que favorece la participación
común y la repetición. Las acciones simbólicas más típicas de las religiones, en particular, están general-
mente ligadas a los momentos clave de la vida del hombre, con referencia constituida a los más grandes
problemas de la existencia humana. Por lo que se refiere al comportamiento interior, en general, se traduce
normalmente en un comportamiento cotidiano, se reconoce en la actividad simbólico ritual, una función de
expresión más integral, de intensificación, de socialización, de sostén, de formación permanente.
Liturgia de los Sacramentos 13
• La realidad significada con la que se contacta está de tal manera presente y
unida al significante, que sin él no podría ejercer su influencia.
El simbolismo es un proceso que hacer pasar de las cosas visibles a las invisibles, y es a
la vez el resultado de este proceso.
¿Qué es el misterio?
P
ara entender el concepto del Sacramento, es necesario antes que nada, presentar el
desarrollo histórico y teológico que tuvo el término muste/rion hasta que se tra-
dujo al latín cristiano como sacramentum que fue lo más común en las primeras
centurias del cristianismo.
El misterio en el culto.
El plural muste/ria designaba, ya desde el siglo VII a. C., en primer lugar a todo un
grupo de cultos secretos que se desarrollaron entre los griegos y el oriente helénico,
usualmente al margen de las religiones comúnmente conocidas15. Dichos misterios se
desarrollaron casi exclusivamente en torno a los cultos de la fertilidad. Una característi-
ca de estos misterios, era que sólo podían participar los iniciados (con tres grados: los
místicos, los jerofantes y los mistagogos) y los consagrados16.
El misterio en la filosofía.
Fue tal la importancia de los cultos mistéricos, que los filósofos de la época se abocaron
a la tarea de entender la verdad de dichos cultos. Tal sea el caso de Platón que en su
libro Symposion presenta en Diotima el rol de una jerofante, que abandona la búsqueda
filosófica por la visón del ser puro. Es un abandono, una ascensión de lo visible, del
mundo de los objetos mutables a lo invisible, al mundo inmutable de realidad (que para
Platón es la única realidad verdadera) que toma forma de una iniciación al misterio, de
una “mistagogía”. Para Platón y sus seguidores, se trata de una cuestión de sabiduría
que es capaz, en los objetos visibles de espacio y tiempo, para comprender los som-
breados contornos del invisible: único, bueno y bello que hace conciso lo simbólico en
una función integradora de los objetos del mundo y de la naturaleza. En la visión cós-
mica platónica, todo lo tangible se hace un símbolo de lo auténtica y celestialmente real,
y de la divina Realidad17.
fico o profano18 que cultual. De cualquier manera, podemos considerar sólo dos libros:
Sabiduría y Daniel.
Un texto clave es Sabiduría 2, 22 en el que se expresa que los impíos “no conocen los
secretos de Dios” donde secretos corresponde en la traducción de los LXX a muste/ria
que permanecen escondidos para los impíos que son aquellos que siguen cultos paga-
nos secretos19. En oposición a esto, Dios revela sus misterios a todos aquellos que se
abren y buscan la Sabiduría, que es la que revela los divinos misterios siendo ella mis-
ma un secreto que hay que revelar20. En el libro de Daniel, en cambio, aparece la idea
del misterio escatológico, que consiste en inquirir acerca de “lo que sucederá al fin de
los días” y lo que será revelado por Dios mismo, pues él es el único que puede revelar
los misterios del futuro21. Por supuesto que a partir de esta concepción del misterio, se
producirá una fuerte literatura apocalíptica en la que los misterios de la última fase la
historia se objetivizan de manera intensa.
En aquellas instancias en las que los textos del NT hablan de muste/rion, ellos revelan
de manera más frecuente una influencia apocalíptica y tiene un acento fuertemente es-
catológico.
Particularmente, Mc 4, 11 combina el misterio con la clave conceptual de la proclama-
ción escatológica de Jesús: “A vosotros se os ha dado el misterio del Reino (basilei/a)
de Dios”. El texto puede verse como una palabra auténtica de Jesús22, de la que pode-
mos asumir que Jesús entendió el Reino de Dios en un sentido apocalíptico.
Para Pablo el misterio es esencialmente el evento de Cristo mismo. El misterio se identi-
fica con la persona de Jesús. En él se comprende el misterio de Dios23. Un misterio reve-
lado por el Espíritu de Dios24 y que debe ser proclamado por los apóstoles como admi-
nistradores de los misterios de Dios25.
18 Algunos ejemplos de su uso profano los tenemos en: Tb 12, 7, 11; Jd 2, 2; Sir 22, 22; 27, 16-17, 21; 2 Mac 13,
21.
19 Sab 14, 15, 23; cf. 12, 5.
20 Cf. BORNKAMM G., «Mysterion», 820.
21 Dan 2, 28. 47. 18-19.
22 Cf. WREDE W., Das Messiasgeheimnis in den Evangelien, Gottingen 1901, 5 ss.; BULTMANN R., Die Geschichte
San Agustín
Con San Agustín ocurrió un verdadero cambio en el punto de entendimiento del Sacra-
mento cristiano. Usando una epistemología y una ontología neoplatónica, él fue capaz
de construir una teología sistemática y consistente de los Sacramentos. Mientras Tertu-
liano determinó todo desde una base de conducta práctica y los teólogos griegos habla-
ban del Bautismo y de la Eucaristía en términos de cultos mistéricos, San Agustín una
teoría filosófico teológica de la sacramentalidad. En este sentido él enriqueció la dimen-
was translated by the Latin word sacramentum. This occurred first in the African version of the Bible and in
the European version referred to as the “Itala”. It was a lawyer, Tertullian, the educated son of a Roman
officer, who was able to combine this translation with a newly attempted theological interpretation, which
could only serve to aid the reception of Christianity in the Roman cultural world. For the Romans, the term
sacramentum had a double meaning: the taking of an oath, and the giving of a monetary guarantee. In both
cases the Roman idea of self-obligation as an important component of morality is here present. In addition,
the relationship of such acts of self-commitment to the practice of oath-taking in the mystery cults played
an important role”; cf. SODEN H. VON, «Mysterion und sacramentum in den zwei Jahrhunderten», ZNW 12
(1911) 188-227; cf. KOLPING A., Sacramentum Tertullianum, Regensburg-Munster 1948; MICHAELIDES D., Sac-
ramentum chez Tertullien, Paris 1970.
16 Liturgia de los Sacramentos
sión de la conducta ética y de la experiencia ritual con aquello del entendimiento teóri-
co.
San Agustín no escribió un tratado concerniente a los misterios o a los Sacramentos, co-
mo lo hizo por ejemplo San Ambrosio de Milán35. Mas bien, su ensayo De Magistro 36,
que trata de los signa, considera a los signos como fundamentales para entender la teo-
logía sacramental en general. En este trabajo presenta su teoría neoplatónica de los sím-
bolos, en la que hace una amplia reflexión sobre varios objetos, que él llama sacramenta.
Sacramentum es para él una especie específica de la familia de los símbolos pertenecientes
a “las cosas divinas” y que tiene que ver con lo específico de lo sagrado37. En pocas pa-
labras podemos decir que enseña un realismo sacramental38.
¿Qué es un Sacramento?
E
l término Sacramento en su concepción cristiana se deriva del concepto precris-
tiano de misterio. Es necesario considerar que en los primeros siglos del cristia-
nismo la palabra sacramentum fue la más usada para traducir el término griego
muste/rion, pero que no fue suficiente dada la riqueza del término en cuanto tal. Ahora
bien, esta complejidad le viene de los diversos momentos que enriquecieron el término
empleándolo en los varios contextos históricos por los que pasó. De este modo pasamos
a la definición clásica del “Sacramento”.
Un Sacramento “es un signo eficaz del misterio de la salvación de Cristo”: es en concreto,
la actuación en el «tiempo de la Iglesia». Para comprenderlo es necesario tener una
exacta visión del valor soteriológico de Cristo, de la posición de la obra de la salvación
de Cristo en la historia de la salvación en cuanto dimensión temporal de una actuación
del designio divino por lo que toca al hombre. De este modo, mientras la cristología nos
da la exacta visión del misterio de Cristo «cabeza del cuerpo de la Iglesia»39, la cons-
ciencia de los Sacramentos como actuación de la salvación en el tiempo nos hace descu-
brir a la Iglesia en su crecimiento y formación como «cuerpo de Cristo» en la historia.
La doctrina de los Sacramentos es una de las partes más vivas e incluso más atormenta-
das de la tradición de la Iglesia, pero el punto básico, es decir los Sacramentos, es el
vehículo de comunicación con la obra salvífica de Cristo, no ha sido de ninguna manera
afectado en su contenido esencial. Fue sólo en la época de la Reforma protestante que
este punto central fue puesto en duda con la afirmación que dice que “la sola fe es causa
de la justificación”, por esta razón la Iglesia se ve en la necesidad de afirmar categóri-
camente en Trento la doctrina de los Sacramentos, doctrina que desde que fue propuesta
llegó hasta nuestros días con la misma fuerza y consistencia, pese a que dicha formula-
ción obedecía a una apología de la Iglesia misma en favor de los Sacramentos contra las
phische Voraussetzungen und Implikationen in Augustinus Lehre von den Sacramenta», Augustiniana 22
(1972) 53-79.
38 AUGUSTINUS, Ep 98, 9; PL 33, 363-364; cf. SCHUPP F., Glaube-Kultur-Symbol. Versuch einer kritischen Theorie
40 DS 1600: “Ad consummationem salutaris de iustificatione doctrinæ, quæ in præcedenti proxima sessione uno
omnium patrum consensu promulgata fuit, consentaneum visum est, de sanctissimis Ecclesiæ sacramentis agere, per
quæ omnis vera iustitia vel incipit, vel cœpta augetur, vel amissa reparatur. Propterea sacrosancta œcumenica et
generalis Tridentina Synodus… ad errores eliminandos, et exstirpandas hæreses, quæ circa ipsa sanctissima
sacramenta hac nostra tempestate, tum de damnatis olim a Patribus nostris hæresibus suscitatæ, tum etiam de novo
adinventæ sunt, quæ catholicæ Ecclesiæ puritati et animarum saluti magnopere officiunt: sanctarum Scripturarum
doctrinæ, apostolicis traditionibus atque aliorum conciliorum et Patrum consensui inhærendo, hos præsentes canones
statuendos et decernendos censuit, reliquos, qui supersunt ad cœpti operis perfectionem, deinceps (divino Spiritu
adiuvante) editura”.
41 Cf. MARSILI S. – SARTORE D., «Sacramenti», L 1750-1764.
42 SC 59.
18 Liturgia de los Sacramentos
cui tende l’azione della chiesa e insieme la fonte de cui promana tutta la sua virtù» (SC 10); esso è anche il
luogo più appropriato per definire questa chiesa. In esso infatti la chiesa prende coscienza di essere una
comunità segnata da queste cinque note: 1) La chiesa appare anzitutto come comunità battesimale, cioè una
chiesa di santificati che non sono del mondo…; 2) La liturgia rivela la chiesa come comunità nuziale, cioè
come sposa del Cristo: nel senso di una comunità di fede che risponde «sì» al Cristo nella sua parola…; 3)
La liturgia rivela la chiesa come comunità cattolica…; 4) Ancora il culto rivela che la chiesa è pure una comu-
nità diaconale…; 5) Infine la chiesa si manifesta nella liturgia come comunità apostolica missionaria…”.
Liturgia de los Sacramentos 19
que la obra de Cristo en su Iglesia, está orientada a la edificación dela Iglesia, que su-
pone complexivamente el nacimiento de la Iglesia con la capacidad necesaria para po-
der crecer internamente, la promoción de la fidelidad al seguimiento del Señor, tanto de
toda la comunidad como de cada uno de sus miembros49.
Los Sacramentos de la fe
Otro elemento que es importante analizar, a partir de la definición que ofrece la Sacro-
sanctum Concilium es la categorización que hace de los Sacramentos como signos de la fe,
llamándolos justamente Sacramentos de la fe50.
Fenomenológicamente los Sacramentos se nos presentan en sus celebraciones como un
sistema de signos sensibles51, por ello que el mismo Concilio indica la “importancia de
su comprensión” por parte de los fieles. Esta es la dimensión que la Sacramentología en
toda su historia ha mantenido más claramente, apoyada en la afirmación de Sto. Tomás:
“el Sacramento pertenece al género del signo”52, añadiendo que es un sistema acomoda-
do a la condición del hombre53, que es la de expresarse mediante signos.
Estas constataciones nos permiten afirmar que los Sacramentos son simultáneamente un
sistema de comunicación específica del pueblo creyente. O de otra manera: que el sis-
tema de comunicación sacramental de la fe tiene como infraestructura —el género del
que hablaba Sto. Tomás con categorías aristotélicas— el sistema de la comunicación
humana54. Nos encontramos así ante dos cuestiones básicas para la comprensión inicial
de los Sacramentos: qué es la comunicación humana y cómo se realiza, y en qué consiste
la especificidad de los “signos de la fe”55.
La fe en el Misterio de Cristo es el acontecimiento que explica históricamente el origen
de la Iglesia en el mundo y que teológicamente especifica su propia sacramentalidad, por
ello se puede afirmar que la Iglesia es la Iglesia de la fe y los Sacramentos, aunque sin
bre…”.
52 SANTO TOMÁS, Summa Theologica III, q. 60 resp.
53 SANTO TOMÁS, Summa Theologica III, q. 61 resp.
54 CEC 1145: “Una celebración sacramental está tejida de signos y de símbolos. Según la pedagogía divina de
la salvación, su significación tiene su raíz en la obra de la creación y en la cultura humana, se perfila en los
acontecimientos de la Antigua Alianza y se revela: PLenitud en la persona y la obra de Cristo”; LÓPEZ
MARTÍN J., La liturgia, 143: “El símbolo no es el producto racional. La mayoría de los autores reconocen que el
origen del simbolismo se encuentra, por una parte, en la capacidad del hombre para relacionar las realida-
des visibles con su propio mundo interior, y por otra en la necesidad de recurrir a las formas sensibles para
expresar y revivir ciertas experiencias o situaciones que de otro modo no lograría reconocer, rehacer o
representar. El comienzo de este proceso simbolizador se suele situar al final del paleolítico al menos,
cuando la naturaleza enseñó al hombre a trascender lo inmediato y visible… Por eso los símbolos forman
parte del bagaje humano, cultural y religioso de todas las épocas de la historia, pero con referencia siempre
al mundo psíquico, es decir, a la fantasía, los sueños, la inspiración poética y la fascinación religiosa”; JUNG
C., El hombre y sus símbolos, Madrid 1967, 21; ID., Simbología del espíritu, México 1964; cf. CEC 1147-1148;
MARTIMORT A. G., «Estructura y leyes de la celebración litúrgica. Simbolismo litúrgico», en ID., La Iglesia en
oración, Herder, Barcelona 1987, 199.
55 Cf. GONZÁLEZ DORADO A., Los Sacramentos, 113.
20 Liturgia de los Sacramentos
terminada por la de la asamblea que lo realiza. La Iglesia de Cristo se reconoce a sí misma como el cum-
plimiento mesiánico del pueblo de Dios, manifestación entre los hombres del misterio de Dios Salvador,
comunidad comprometida en la alianza definitiva por la que plugo a Dios vincularse con un pueblo objeto
de una elección gratuita, para que fuera el beneficiario y el testigo entre las naciones de la economía de la
salvación. Por lo tanto, la liturgia de la Iglesia tiene la función, no sólo de tributar a Dios el culto que se le
debe, sino de hacer presente y activo entre los hombres el misterio de salvación, cuyas características debe-
rían quedar determinadas”; 1 Tm 3, 16; LG 9-13.
59 CEC 1141.
60 Cf. LG 9; cf. SAN CIPRIANO, Epist. 69, 6; PL 3, 1142 b; RICHTER K., The meaning, 40-41: “We have already
said that the assembly of the community is in itself the fundamental sacramental symbol. It is, in its entirety,
the subject and bearer of the liturgical action, for «liturgical services are not private functions, but are cele-
brations of the Church, which is the ‘sacrament of unity’, namely, a holy people united and organized un-
der their bishops» (SC 26). This is the true in the first instance because, in the sequence of ways in which
Jesus Christ is present in the liturgical celebration…”.
61 RICHTER K., The meaning, 16-17: “The distinction between sacraments and sacramentals was first proposed
in the Middle Ages as part of a process of theological systematizing. But the early Church applied the word
sacramentum to the whole of God’s saving activity. This word was used to translate the New Testament
Greek term mysterion (“mystery —cf. Rom 16, 25-26). Mysterion could be used to refer to God’s plan of
salvation as a whole as well as the several phases of realization of that plan, whose center is Jesus Christ.
Christ is the real mystery of divine saving action, a fact which in itself makes clear that the translation of
this concept with the English “mystery” is incapable of conveying the meaning of this idea in its fullness.
Liturgia de los Sacramentos 21
Así toda la liturgia es la puesta en práctica del signo: la asamblea, como vimos, es signo:
y también el obispo o el presbítero que la preside y los diáconos que cumplen en ella su
ministerio. El tiempo, con su ritmo periódico del día, de la semana y del año es igual-
mente signo. En cuanto a los Sacramentos y los principales sacramentales, que están en el
corazón de la liturgia, serán objeto de nuestro estudio.
De todas formas, hay que reconocer que la presencia y la comprensión de los signos
litúrgicos han experimentado en nuestra época una profunda revisión. A veces en
nombre de un religión «en espíritu» que se opondría al ritualismo, a veces en nombre
de una espontaneidad que sería incompatible con la reglamentación de los signos. Tam-
bién está la reacción individualista contra el compromiso comunitario, la tendencia de
nuestras sociedades modernas secularizadas y de las mentalidades técnicas63. Pero di-
cha revisión se imponía también por la fidelidad a la misma tradición de la Iglesia, para
eliminar las excrecencias con que el pasado había sobrecargado los signos y las interpre-
taciones artificiales que había proyectado sobre ellos64. De ahí las consignas de concilio
Vaticano II:
Los textos y los ritos se han de ordenar de manera que expresen con ma-
yor claridad las cosas santas que significan65.
Los ritos deben resplandecer con una doble sencillez; deben ser breves,
claros, evitando las repeticiones inútiles; adaptados a la capacidad de los
fieles y, en general, no deben tener necesidad de muchas explicaciones66.
Habiéndose introducido en los ritos de los Sacramentos y sacramentales, con
el correr del tiempo, ciertas cosas que actualmente obscurecen de alguna
manera su naturaleza y su fin, y siendo necesario acomodar otras a las ne-
cesidades presentes, el sacrosanto Concilio determina su revisión67.
Finalmente, la adaptación de la liturgia a los pueblos de cultura no europea cuestiona el
significado de ciertos signos en el ámbito de dichas culturas. La reforma del concilio
Vaticano II y las necesidades de adaptación exigen, por lo tanto, un estudio más pro-
Since Christ is the central sacrament of salvation, and since he continues his work in the sacrament of the
Church”; GANOCZY A., An introduction, 44.
62 LG 1: «Cum autem Ecclesia sit in Christo veluti sacramentum seu signum et instrumentum…»; n. 9: «Deus…
convocavit et constituit Ecclesiam, ut sit universis et singulis sacramentum visibile huius salutiferæ unitatis»; cfr.
COFFY R - VARRO R., Église signe de salut au milieu des hommes, Le Centurion, París 1972. 11-72.
63 LENGELING E. J., «Wort, Bild und Symbol in der Liturgie», LJ 30 (1980) 234-235.
64 RICHTER K., The meaning… 27: “It is clear enough that at the present time there are difficulties involved in
dealing with liturgical symbols. Does it necessarily follow that these symbols should become a focus on
liturgical education? A basic openness to comprehending symbols is part of human education in general
and precedes liturgical education as such. Anyone who cannot forgive and ask for forgiveness, accept gifts
and give them, give thanks, celebrate, and share a meal with others, will not be able to appreciate liturgical
symbols either. But undoubtedly the understanding and carrying out of sacramental symbols are among the
essential elements of liturgical education… Since liturgical action involves the whole person, the body must
be understood as a symbol, the only locus in which the spiritual can express itself. Every kind of one-sided
spiritualization must be avoided…”.
65 SC 21.
66 SC 34.
67 SC 62.
22 Liturgia de los Sacramentos
fundo de las leyes del simbolismo litúrgico, con la ayuda de las aportaciones de las
ciencias modernas del hombre68.
C
uando se habla de eficacia69 de los Sacramentos, se presupone un tema abundan-
temente conocido en el tiempo de la teología escolástica como uno de los puntos
culminantes de la especulación teológica que se le conoce bajo la rúbrica ‘causa-
lidad de los Sacramentos’; ello encuentra su expresión en la fórmula corriente: «Los Sa-
cramentos son medios eficaces de gracia»70.
Dado el contexto de origen veterotestamentario en el cual el NT se mueve y que consi-
deraba completamente normal que ciertos gestos más o menos rituales fuesen conside-
rados como portadores de una potencia divina que actúa. Vemos en el caso de Jesús y
de los apóstoles que se sirven de gestos o incluso de cosas materiales, en el realizar cier-
tas acciones —con un valor siempre espiritual—ya sea milagros o de hechos interiores,
para la comunicación del Espíritu Santo71. También para los Padres de la Iglesia el uso
de cosas materiales para obtener efectos espirituales no crea problemas. El elemento
material adquiere un nuevo poder por efecto de la Palabra de Cristo que consagra, que
lleva la presencia del Espíritu que hace operante en el signo o elemento a la Trinidad
misma. En los siglos XII - XIII la escolástica se plantea, específica y especulativamente el
problema de la ‘causalidad’ de los Sacramentos preguntándose lo siguiente:
• ¿Qué cosa son los Sacramentos?;
• ¿De qué manera causan los Sacramentos?
A la primera se responde: «Los Sacramentos causan la gracia que significan»72. A la se-
gunda pregunta los escolásticos (Sto. Tomás) responden en general que los Sacramentos
actúan al nivel de causas instrumentales: son instrumentos de los cuales se sirve Cristo
para comunicar la gracia.
La causalidad de los Sacramentos, entonces, sucede ex opere operato, es decir, que al mo-
mento en que a un elemento material (materia) se une una palabra (forma) que le de-
termina su significado de manera unívoca a nivel de revelación, el Sacramento se consti-
68 MARTIMORT A. G., «Estructura y leyes de la celebración litúrgica. Simbolismo litúrgico», en ID., La Iglesia
en oración, 195-197.
69 GANOCZY A., An introduction, 32-43: “The victory of sacramental realism in the Aristotelian synthesis of
Thomas, and its Tridentine defense against diverse questions raised by the Reformers (Zwingli), explains
purely historically why the question of the efficacy and effect of the sacramental symbols has received such
predominant attention. This complex includes two questions: How does a sacrament work? What does it
effect?…”.
70 CEC 1127, 1131.
71 Por ejemplo la imposición de las manos para bendecir (Mc 10, 16), para sanar (Mc 8, 23 ss.; 16, 18; Lc 4,
40; 13, 13; Hch 9, 12; 28, 8), para conferir el Espíritu (Hch 8, 17; 19, 6).
72 DS 1605-1606: “Si quis dixerit, hæc sacramenta propter solam fidem nutriendam instituita fuisse: an. s. Si quis
dixerit, sacramenta novæ Legis non continere gratiam, quam significant, aut gratiam ipsam non ponentibus obicem
non conferre [cf. 1451], quasi signa tantum externa sint acceptæ per fidem gratiæ vel iustitiæ, et notæ quædam
christianæ professionis, quibus apud homines discernuntur fideles ab infidelibus: an. s.”.
Liturgia de los Sacramentos 23
tuye en el ser y en el actuar, es causa se la gracia que significa, independientemente de
las disposiciones subjetivas de ministro y de quien lo recibe73. Es justamente en esto,
que el Sacramento difiere de otras acciones sagradas cuyo efecto está determinado y es
proporcional al modo de actuación moral o espiritual del sujeto (opus operantis). Para
entenderlo mejor, distíngase la obra del Sacramento (opus operatum) que es la gracia, que
alcanza siempre a quien lo recibe, siempre condicionada a las disposiciones (opus
operantis) con las cuales se recibe el Sacramento. Si estas disposiciones subjetivas falta-
sen, es claro de acuerdo a lo explicado, el Sacramento produce objetivamente su efecto;
el don de la gracia, pero el don no es acogido debidamente y por lo tanto la gracia pro-
ducida por el Sacramento permanece estéril74.
Vamos adelante sin detenernos en las disputas medievales y tridentinas, lleguemos más
bien a un discurso teológico que supere esta inútil discusión. Para valorar completa-
mente la gracia conferida por los Sacramentos75 y, consecuentemente, tener una idea más
completa del Sacramento, mantengámonos en la línea, sea del valor del Sacramento, sea
de su origen. Tal línea proviene de la relación existente entre los Sacramentos de la Igle-
sia y el Sacramento Cristo con las siguientes proposiciones.
1ª. Los Sacramentos no sólo producen lo que significan sobre el plano na-
tural, sino aquello que significan en el plano revelado de la salvación se-
gún la realidad de Cristo76.
2ª. Los Sacramentos son eficaces en cuanto realizan en nosotros el misterio
de Cristo; según los distintos momentos que diversifican e integran la his-
toria de la salvación77.
3ª. Los Sacramentos no tienen como efecto la producción de una doble
gracia: santificante y sacramental; sino que son actuación del único miste-
rio de Cristo, o sea de la única gracia santificante, que en fuerza del diver-
so signo sacramental es actuación diversificada del único misterio de Cris-
to ya mencionado78.
Concluyendo, se puede decir, que cada Sacramento comunica la gracia santificante, que
es participación al único misterio de Cristo según una relación cualitativamente dife-
renciada sobre la base de la diversidad entre cada signo sacramental. Por lo tanto ‘la gra-
cia sacramental’ no es una gracia que se añade al Sacramento, como ‘gracia actual’ distin-
ta de la ‘gracia santificante’, ni constituye un don particular que cree en el sujeto el ‘de-
recho’ de obtener ayudas especiales necesarias para mantener la ‘gracia santificante’
recibida en el Sacramento. Si se piensa de este modo la ‘gracia sacramental’ se empobrece
79 CEC 1129; DS 1604: “Si quis dixerit, sacramenta novæ Legis non esse ad salutem necessaria, sed superflua, et sine
eis aut eorum voto per salom fidem homines a Deo gratiam iustificationis adipisci, licet omnia singulis necessaria non
sint: an. s.”.
80 Cf. AMBROSIUS, Apología proph. David 1, 2, CSEL 32, 339.
Liturgia de los Sacramentos 25
Sacramentos de Iniciación
Perspectiva general de la Iniciación Cristiana
E
l punto de vista litúrgico, en el modo concreto de tratar la Iniciación Cristiana,
consiste en el poner de relieve en los varios aspectos —bíblico, histórico y teológi-
co— los elementos rituales, más propiamente hablando, de los cuales han de de-
rivarse las conclusiones teológicas. Se pretende, entonces entender la praxis vivida, que
se verifica en la palabra escrita y litúrgicamente transmitida.
Tradición bíblica
En Levítico 11-16 se presenta la legislación de la pureza legal donde se contienen los
temas del lavado, de la ablución o del baño.
Tradición profética
Algunos textos tales como Is 1, 16-17; Ez 36, 22-29 nos presentan la idea de que Dios es
el que lava, bajo tres modalidades:
• Baño de los prosélitos (Yebamot) que es un rito de iniciación y no solo
una purificación legal.
• Baño de purificación de Qumrâm entendido en varios sentidos: el proféti-
co como consecuencia de la conversión; el escatológico como una ablución
suprema y definitiva; el iniciador subdividido en momento de prueba (1
año) y el noviciado de dos años donde son considerados hijos de la alian-
za.
• Bautismo de Juan como cumplimiento de toda justicia (Mt 3, 14-15) bajo
tres aspectos: el profético ligado a la predicación (Mc 1, 4-11), el escatológi-
co de purificación definitiva (Mt 3, 6-11) y el comunitario universal (Lc 3,
10-14).
Conclusiones
• Cristo ha instituido el Bautismo haciéndose bautizar;
• En Cristo fueron bautizados todos los hombres;
26 Liturgia de los Sacramentos
Sinópticos
En los sinópticos, vemos el tema de la misión de la predicación apostólica ligada al bau-
tismo (Mc 16, 15-16) y el discipulado y bautismo en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo (Mt 28, 16-28).
Hch 1-2
Con el Bautismo del Espíritu y la evangelización se nos dice qué cosa hay que hacer81
cuando se suscita la conversión y el deseo del bautismo82. Se presenta, además ya un
pequeño ritual en el bautismo de Pablo83 y en el bautismo de Cornelio84 se habla de los
días de ayuno y oración.
Conclusiones
• Ligamen entre el rito y la palabra con la prioridad de un anuncio, segui-
do de una adhesión personal de fe;
• Introducción en la comunidad de los últimos tiempos;
• Globalidad de la conversión cristiana: la vida según el Espíritu.
Tradición patrística
Siglos I-II
La Didaché
En el 7, 1-4 habla del bautismo en estos términos: 1. Peri\ de\ tou= bapti/smatoj, ou(/tw
bapti/sate! tau=ta pa/nta proeipo/ntej, bapti/sate ei)j to\ o)/noma tou= ui)ou= kai\ tou=
a(gi/ou pneu/matoj e)n u(/dati zw=nti. 2. e)a\n de\ mh\ e)/x$j u(/dwr zw=n, ei)j a)/llo u(/dwr
ba/ptison! ei) d ) ou) du/nasai e)n yuxr%=, e)n Jerm%=. 3. e)a\n de\ a)mfo/tera mh\ e)/x$j,
e)/kxeon ei)j th\n kefalh\n tri\j u(/dwr ei)j o)/noma patro\j kai\ ui(ou= kai\ a(gi/ou
pneu/matoj. 4. pro\ de\ tou= bapti/smatoj pronhsteusa/tw o( bapti/zwn kai\ o(
baptizo/menoj kai\ ei)/ tinej a)/lloi du/nantai! keleu/eij de\ nhsteu=sai to\n
baptizo/menon pro\ mia=j h)\ du/o 85 y en el 9, 5 dice: mhdei\j de\ fage/tw mhde\ pie/tw
81 Hch 2, 37.
82 Hch 2, 38-39.
83 Hch 9, 1-19; 22, 6-16 pregunta ritual, acogida, sanación, etc.
84 Hch 10, 29-43; 11, 17.
85 AYAN CALVO J. J., Didaché. Doctrina Apostolorum, en (ed.) ROMERO POSE E., Fuentes Patrísticas 3, Ciudad
Nueva, Madrid 1992, 94-97: “En cuanto al bautismo, bautizad de esta manera: Después de haber dicho
previamente todas estas cosas, bautizad en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo en agua
viva. Si no tienes agua viva, bautiza con otra agua. Si no puedes con agua fría, con agua caliente. Y si no
tienes ninguna de las dos, derrama tres veces agua en la cabeza en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo. Antes del bautismo ayune el que bautiza y el que va a ser bautizado así como algunos otros
Liturgia de los Sacramentos 27
a)po\ th=j eu)xaristi/aj u(mw=n, a)ll ) oi( baptisJe/ntej ei)j o)/noma kuri/ou! kai\ peri\
tou/tou ei)/rhken o( ku/rioj! Mh\ dw=te to\ a(/gion toi=j kusi/86.
La carta de Bernabé
Es un tratado escrito después de la destrucción del templo. El capítulo 6 presenta al
hombre puesto en un estado paradisiaco a través del bautismo. Hace una descripción
del paso a la vida que el hombre realiza por el bautismo88.
El pastor de Hermas
Se piensa que sea un escrito hecho por varios autores, donde se aprecia que el bautismo
está precedido por un período de penitencia que perdona por completo los pecados. Se
simboliza a la Iglesia en una torre construida sobre el agua, sin embargo, es una con-
cepción bautismal un poco obscura. Con todo, se presenta la imagen de hombre sellado
que al entrar en la torre, lo hace vestido de blanco portando una corona89.
San Justino
En la Apología 61-66 —escrita en Roma hacia el año 150— habla de aquellos que con-
ducen al catecúmeno al bautismo, haciendo una descripción del bautismo mismo, para
cuya preparación, es necesario cumplir con 4 puntos: creer en lo verdad de lo enseñado;
aprender a orar; saber ayunar; toda la comunidad ora y ayuna con los catecúmenos. Por
lo que se refiere al ritual en cuanto tal Justino escribe: “Los candidatos son conducidos
allí donde haya agua y son regenerados como nosotros lo hemos sido. Son lavados en el
agua en el nombre de Dios Padre y Maestro de todas las cosas, de Jesucristo crucificado
bajo Poncio Pilato y del Espíritu Santo”. La comunidad en el tiempo de Justino, entien-
de ya que el bautizado se inserta en la comunidad y puede participar de la Eucaristía90.
Ireneo de Lyon
Dos obras de Ireneo son las que interesan particularmente: La Demostración Apostólica
y el Adversus Hæreses. En el primero encontramos una lectura catequética bastante
que puedan. Pero ordena que el que va a recibir el bautismo ayune uno o días antes”; cf. IUSTINUS, Apología
i, 61, 2; TERTULLIANUS, De baptismo 20; HYPOLLITUS, Traditio Apostolica 20.
86 AYAN CALVO J. J., Didaché… 98-99: “Nadie coma ni beba de vuestra eucaristía a no ser los bautizados en el
nombre del Señor, pues acerca de esto también dijo el Señor: No deis lo santo a los perros”; QUASTEN J.,
Patrologia I, Casale Monferrato, 1980, 42-43; NOCENT A., I tre sacramenti dell’iniziazione cristiana, Anamnesis
3/1, Marietti, Genova 31992, 25.
87 Para una amplia bibliografía ver QUASTEN J., Patrologia I, 150.
88 QUASTEN J., Patrologia I, 85-89.
89 QUASTEN J., Patrologia I, 99-100; NOCENT A., I tre sacramenti dell’iniziazione, 27-28.
90 NOCENT A., I tre sacramenti dell’iniziazione, 29-30; QUASTEN J., Patrologia I, 179-181, 187-188, 194.
28 Liturgia de los Sacramentos
Clemente de Alejandría
Se interesa del muste/rion, es decir, del “Sacramento”. Considera el bautismo como una
regeneración o un renacer92. No podría ser mejor expuesta, además, la cuestión de la
adopción filial que recibimos en el Sacramento de la regeneración. Clemente usa aún
para el bautismo los términos sello (sfragi/j), iluminación, baño, perfección y misterio.
Describe en el pedagogo los efectos de este Sacramento: To\ de\ au)to\ sumbai/nei tou=to
kai\ peri\ h(ma=j, w(=n ge/gonen u(pografh\ o( ku/rioj! baptizo/menoi fwtizo/meJa,
fwtizo/menoi ui(opoiou/meJa, ui(opoiou/menoi teleiou/meJa, teleiou/menoi
a)paJanatizo/meJa! e)gw/, fhsi/n, ei)=pa, Jeoi/ e)ste kai\ ui(oi\ u(yi/stou pa/ntej 93.
Conclusiones
Se da una estructura ritual con los siguientes elementos: inmersión, unción, signación
(sfragi/j), vestición, coronación, tomar leche y miel 94.
Siglo III.
Cipriano
Habla del tema del bautismo de niños como generación del Iglesia madre95.
Tertuliano
Aun cuando Tertuliano hubiera escrito un tratado completo sobre el bautismo, para
comprender su pensamiento es necesario leer también el Avdersus Marcionem 96, el De
Corona 97 y el De carnis resurrectione98. Como es ya sabido, el De Baptismo 99 es una
apología contra un cierto dualismo maniqueo, es decir, se presenta la consideración
negativista de la materia que es vista como mala y perversa, por lo que se deducía que
no era necesario utilizar el agua para el bautismo, sino que era suficiente la fe. De ahí la
fuerte insistencia de Tertuliano sobre el agua. De hecho toda su catequesis patrística
Ciudad Nueva, Madrid 1994, 128-129: Ped., 1, 26, 1: “Esto es lo que ha ocurrido con nosotros, cuyo modelos
fue el Señor: tras ser bautizados, hemos sido iluminados; iluminados, hemos sido adoptados como hijos de
Dios; adoptados, somos perfeccionados; hechos perfectos, hemos adquirido la inmortalidad. Está escrito:
Yo os he dicho: dioses sois e hijos todos del Altísimo”; cf. Hb 6, 4; 10, 32; Sal 81, 6; ID., Strom. 2, 125, 4; 149, 8.
94 LODI E., Liturgia, 663.
95 Ep. 64; LODI E., Liturgia, 664; QUASTEN J., Patrologia I, 574ss.
96 KROYMANN A. (ed.), CSEL 47, 290-650; CCL 1, 441-726.
97 KROYMANN A. (ed.), CSEL 70, 152-188; CCL 2, 1039-1085.
98 KROYMANN A. (ed.), CSEL 47, 25-125; CCL 2, 921-1012 (De resurrectione mortuorum).
99 REIFFERSCHED A. (ed.), CSEL 20, 201-208; CCL 1, 277-295.
Liturgia de los Sacramentos 29
tiene como punto de partida el agua, ya que ella es el signo propio de bautismo. El De
Baptismo comprede dos partes: la primera que comprende el simbolismo del agua (3-6),
el ritual del bautismo comentado (7-8), una tipología bíblica y la segunda que toca
diversos problemas teológicos (10-16) y disciplinares (17-20). El bautismo, entonces,
supone una preparación del candidato; de hecho aquellos que reciben el bautismo
deben orar, ayunar, velar en oración, confesar sus pecados. El día por excelencia del
bautismo es el día de Pascua. Hace mención de un laico puede bautizar en ausencia del
obispo, del presbítero o del diácono, pero siempre con el consentimiento del obispo, sin
embargo no puede hacerlo una mujer. El agua para el bautismo se bendice en la aurora
de la Pascua. El candidato entra en la piscina, renuncia al diablo y a sus pompas100 y
prefesa su fe101. Después del bautismo siguen la unción y la imposición de manos con la
invocación del Espíritu102.
Tradizione Apostolica. Oltre a lla Didaché, è la più antica e la più importante delle Constituzioni eclesiastiche
dellàntichità. Ripota un rituale rudimentale, che fissa determinate regole e forme per l’ordinazione e per le
funzioni delle diverse classi della gerarchia, per la celebrazione dell’eucaristia e per l’amministrazione del
battesimo. Il titolo di quest’opera è riportato sulla cattedra della statua di Ippolito, eretta nel secolo III. La si
credeva perduta, ma E. Schwartz affermò nel 1910 e R. H. Connolly dimostrò nel 1916 che il testo latino
della Costituzione della Chiesa Egiziana rappresenta sostanzialmente la Tradizione apostolica di Ippolito.
Questo titolo di Costituzione della Chiesa egiziana dipendeva solo dal fatto che il mondo moderno aveva
dapprima conosciuto l’opera in traduzioni in lingua etiopica e copta. La scoperta si rivelò di importanza
considerevole. Apportava infatti una nuova base alla storia della liturgia romana. E rappresenta ancha la
nostra fonte più ricca, sotto tutti gli aspetti, per la conoscenza della costituzione e della vita della Chiesa
durante i primi tre secoli. La sua composizionerisale all’incirca al 215”; Para profundizar el estudio de este
documento es necesario recurrir al autor que actualizare los estudios sobre esta obra recientemente, BOTTE
B., «La tradition apostolique de Saint Hippolyte», en LQF 39 (Veröffentlichungen des Abt - Herwegen der
Abtei Maria Laach), Aschendorff, Münster 1989; NOCENT A., I tre sacramenti dell’iniziazione…, 32-39; BOUHOT
J.-P., La confirmation, Lyon 1968, 38-45; CABIÉ R., «L’initiation chez Hippolyte», en AA. VV., Mens concordet
voci, in onore MARTIMORT A.-G., Paris 1983, 544-558.
30 Liturgia de los Sacramentos
104 BOTTE B., «La tradition apostolique», 32-38: “15 Qui autem adducuntur noviter ad audiendum verbum,
adducantur primum coram doctores priusquam omnis populus intret, et interrogentur de causa (ai)ti/a)
propter quam accedunt ad fidem. Et dent testimonium super eos illi qui adduxerunt eos an sit eis virtus ad
audiendum verbum. Interrogentur autem de vita (bi/oj) eorum qualis sit: an sit ei mulier vel an sit servus.
Et si quis est servus alicuius fidelis, et dominus non dat testimonium de eo quia bonus est, reiciatur. Si
paganos (e)Jniko/j)est dominus eius, doce eum placere domino suo, ne blasphemia (blasfhmi/a) fiat. Si
autem aliquis habet mulierem, vel mulier virum, doceantur contenti esse vil muliere et mulier viro. Si quis
autem non vivit cum muliere, doceatur non fornicari (porneu/ein), sed sumere mulierem secundum legem
(kata\ no/mon), vel manere sicut est. Si quis autem dæmonium habet, ne audiat verbum doctrinæ donec
purus sit. 16 Inquiretur autem de operibus…”
105 BOTTE B., «La tradition apostolique», 38-40: “17 Catechumeni per tres annos audiant verbum. Si quis
autem sollicitus (spoudai=oj) est et instat (proskarterei=n) rei bene (kalw=j), non iudicabitur (kri/nein)
tempus (xro/noj), sed conversatio (tro/poj) sola est quæ iudicabitur tantum. 18 Quando doctor cessavit
instructionem dare (kathxei=sJai), catechumeni orent seorsum, separati a fidelibus, et mulieres fideles
sive mulieres catechumenæ. Cum autem desierint orare, non dabunt pacem; nondum enim osculum eorum
sanctum est. Fideles vero salutent (a)spa/zesJai) invicem, viri cum viris et mulieres cum mulieribus; viri
autem non salutabunt mulieres. Mulieres autem omnes operiant capita sua pallio (pa/llion); sed non
tantum per genus (ei)=doj) lini, non enim est velum (ka/lumma). 19 Cum doctor post precem imposuit
manum super catechumenos, oret et dimittat eos. Sive clericus (e)kklhsiastiko/j) est qui dat (doctrinam),
sive laicus (lai+ko/j), faciat sic. Si apprehenditur catechumenos propter nomen domini, ne faciat cor duplex
propoter testimonium. Si enim violentia ei infertur et occiditur, cum peccata sua nondum remissa sunt,
iustificabitur. Accepit enim baptismum in sanguine suo”.
106 BOTTE B., «La tradition apostolique», 42-44: “20 Cum autem eliguntur qui accepturi sunt baptismum,
examinatur vita (bi/oj) eorum: an vixerint in honestate (-semno/j) dum essent catechumeni, an honraverint
viduas (xh/ra), an visitaverint infirmos, an fecerint omnem rem bonam. Et cum illi qui adduxerunt eos
testantur super eum: fecit hoc modo, audiant evangelium (eu)agge/lion). A tempore quo separati sunt,
imponatur manus super eos quotidie dum exorcizantur (e)corki/zein). Cum appropiquat dies quo
baptizabuntur, episcopus exorcizet unumquemque eorum ut sciat an purus sit. Si quis autem non est bonus
(kalo/j) aut non est purus (kaJaro/j), ponatur seorsum, quia non audivit verbum in fide (pi/stij), quia
impossibile est ut alienus se abscondat semper. Doceantur qui baptizandi sunt abluantur [et se faciant]
Liturgia de los Sacramentos 31
4ª etapa: En esta sección vamos más allá del rito del bautismo en cuanto tal, para
describir toda la iniciación.
Bautismo:
• Al final del capítulo anterior se dice que los bautizados no llevan nada
consigo por ser considerados dignos.
• La bendición del agua se hace en el momento del canto del gallo. Se bau-
tiza en el agua de una fuente, o con agua de lluvia, o con cualquier
agua107.
• Los candidatos se quitan los vestidos108.
• Antes que nada, se bautizan los niños: los que son capaces de responder
por sí mismos a su fe responden a las preguntas sobre la fe; en cambio lo
que no son capaces, lo hacen sus papás o familiares por ellos. Después se
bautizan los hombres, luego las mujeres que llevarán los cabellos sueltos
y sin portar ni anillos ni ningún objeto de oro o plata109.
• Se bendicen los Óleos sagrados. En el momento fijado para el bautismo el
obispo da gracias sobre el óleo que pone en un recipiente: es el Óleo de ac-
ción de gracias. Después exorciza con otro óleo: el Óleo del exorcismo110.
• Un diácono toma el óleo del exorcismo y se sienta a la izquierda del
presbítero; otro diácono se sienta a la derecha del sacerdote con el Óleo
de acción de gracias111.
• El presbítero llama a cada candidato que debe pronunciar la renuncia,
cuya fórmula es la siguiente: «Yo renuncio a ti Satanás, a tu servicio y a
tus obras»112.
liberos et se lavent die quinta hebdomadæ (sa/bbaton). Si autem mulier est in reguli mulierum, ponatur
seorsum et accipiat baptismum alia die. Ieiunent (nhsteu/ein) qui accipient baptismum in parasceve
(paraskeuh/) sabbati; et sabbato, qui accipient baptismum congregabuntur in locum unum in voluntate
(gnw/mh) episcopi. Iubeatur illis omnibus ut orent et flectent genua. Et imponens manum suam super eos,
exorcizet omnes spiritus alienos ut fugiant ex eis et non revertantur iam in eos. Et cum cessaverit
exorcizare, exsufflet in faciem eorum et cum signaverit (sfragi/zein) frontem, aures et nares eorum,
suscitabit eos. Et agent totam noctem vigilantes, et legetur eis et instruentur. Baptizandi ne adducant secum
ullam rem, nisi solum quod unusquisque adducit propter eucharistiam (eu)xaristi/a). Decet enim ut qui
dignus effectus est offerat oblationem (prosfora/) eadem hora”.
107 BOTTE B., «La tradition apostolique», 44: “21 Tempore quo gallus cantat, oretur primum super aquam. Sit
aqua fluens in fonte vel fluens de alto. Fiat autem hoc modo, nisi sit aliqua necessitas. Si autem necessitas
est permanens et urgens, utere aquem quam invenis”.
108 BOTTE B., «La tradition apostolique», 44: “21 Ponent autem vestes”.
109 BOTTE B., «La tradition apostolique», 44-46: “21 …et baptizate primum parvulos. Omnes autem qui
possunt loqui pro se, parentes eorum loquantur pro eis, vel aliquis ex eorum genere. Postea baptizate viros,
tandem autem mulieres quæ solverunt crines suos omnes et deposuerunt ornamenta auri et argenti quæ
habent super se, et nemo sumat rem alienam deorsum in aqua”.
110 BOTTE B., «La tradition apostolique», 46: “21 Tempore autem statuto ad baptizandum, episcopus reddat
gratias super oleum quod ponit in vase et vocat illud oleum gratiarum actionis”.
111 BOTTE B., «La tradition apostolique», 46: “21 Diaconus autem fert oleum exorcismi et se sisit ad sinistram
presbyteri, et alius diaconus sumit oleum gratiarum actionis et se sisit ad dexteram presbyteri”.
32 Liturgia de los Sacramentos
112 BOTTE B., «La tradition apostolique», 46: “21 Et cum presbyter sumpsit unumquemque recipientium
baptismum, iubeat eum renuntiare dicens: Renuntio tibi, Satana, et omni servitio tuo et omnibus operibus
tuis”.
113 BOTTE B., «La tradition apostolique», 46: “21 Et cum renuntiavit unusquisque, ungat eum oleo exorcismi
dicens ei: Omnis spiritus abscendat a te. Et hoc modo tradat eum episcopo nudum vel presbytero qui atat
ad aquam qui (quæ?) baptizat”.
114 BOTTE B., «La tradition apostolique», 48: “21 Descendat autem cum eo diaconus hoc modo. Cum ergo
descendit qui baptizatur in aquam, dicat ei ille qui baptizat manum imponens super eum sic: Credis in
deum patrem omnipotentem? Et qui baptizatur etiam dicat: Credo. Et statim… Et sic tertia uice
baptizetur”.
115 BOTTE B., «La tradition apostolique», 50: “21 Et postea cum ascenderit, ungueatur a presbytero de illo
oleo quod sanctificatum est dicente: Ungueo te oleo sancto in nomine Ie(s)u Chr(ist)i”.
116 BOTTE B., «La tradition apostolique», 50-52: “21 Et ita singuli detergentes se induantur et postea in
ecclesia ingrediantur. Episcopus uero manu(m) illis imponens inuocet dicens: D(omi)ne D(eu)s, qui dignos
fecisti eso remissionem mereri peccatorum per lauacrum regenerationis sp(irit)u(s) s(an)c(t)i, inmitte in eso
tuam gratiam, ut tibi seruiant secundum uoluntatem tuam; quoniam tibi est gloria, patri et filio cum
sp(irit)u<s> s(an)c(t)o, in sancta ecclesia, et nunc et in sæcula sæculorum. Amen”.
117 BOTTE B., «La tradition apostolique», 52: “21 Postea oleum sanctificatum infunde <n> s de manu et
inponens in capite dicat: Ungeo te s(an)c(t)o oleo in d(omi)no patre omnipotente et Chr(ist)o Ie(s)u et
sp(irit)u s(an)c(t)o”.
118 BOTTE B., «La tradition apostolique», 54: “21 Et consignans in frontem offerat osculum et dicat:
D(omi)n(u)s tecum. Et ille qui signatus est dicat: Et cum sp(irit)u tuo”.
Liturgia de los Sacramentos 33
• Entonces, los bautizados orarán junto con todo el pueblo, y será sólo
cuando hayan recibido todos los signos, que podrán orar con todos e in-
tercambiar la paz119.
Eucaristía:
• Los diáconos presentan la oblación al obispo que da gracias sobre el pan,
de modo que sea el símbolo del cuerpo de Cristo; sobre el cáliz del vino,
de modo que sea imagen de la sangre que ha sido versada para todo el
que crea en él, sobre la leche y la miel…; sobre el agua ofrecida para sig-
nificar el baño…120.
• De todas estas cosas el obispo hablará a quienes reciban la comunión.
Cuando él ha partido el pan, le presenta a cada cual un pedazo y dice:
«El pan del cielo en Cristo Jesús». Quien recibe el pan responde: «Amén».
Si los presbíteros no fueren suficientes, los diáconos sostienen el cáliz: el
primero presenta el agua; el segundo, la leche; el tercero el vino. El que
presenta al cáliz dice: «En Dios Padre omnipotente». Quien lo recibe res-
ponde: «Amén». «Y en el Señor Jesucristo» y se responde «Amén». «Y en
el Espíritu Santo y la santa Iglesia» y se responde: «Amén». Se hará todo
de tal manera para cada cáliz y por cada bautizado y confirmado121.
5ª etapa: Mistagogía. Cuando todo haya terminado, cada uno debe esforzarse en
hacer buenas obras, agradar a Dios y a comportarse bien, estando lleno de celo
por la Iglesia, poniendo en práctica cuanto se ha aprendido y progresado en la
piedad. Se sigue un ritual que prepara la mistagogía y que proporciona algunos
elementos para la teología mistagógica:
• Se encuentran algunos problemas en la unicidad del autor de este Ordo, pre-
sentando ciertas incoherencias. Primero una serie de ministros que varían en
su actuar. Después en la bendición de los óleos, pareciera que haya un retro-
ceso; el lugar de esta bendición no resulta del todo claro, ya que se asiste a
dos unciones hechas con el mismo Óleo de Acción de Gracias: una que realiza
119 BOTTE B., «La tradition apostolique», 54: “21 Et postea iam simul cum omni populo orent, non primum
orantes cum fidelibus nisi omnia hæc fuerint consecuti. Et cum orauerint, de ore pacem offerant”.
120 BOTTE B., «La tradition apostolique», 54: “21 Et tunc offeratur oblatio a diaconibus episcopo et gratias
agat panem quidem in exe(m)plum, quod dicit gr(a)ecus antitypum, corporis Chr(ist)i; calicem uino
mixtum propter antitypum, quod dicit græcus similitudinem, sanguinis quod effusum est pro omnibus qui
crediderunt in eum…”.
121 BOTTE B., «La tradition apostolique», 56: “21 De uniuersis uero his rationem reddat episcopus eis qui
percipiunt. Frangens autem panem, singulas partes porrigens dicat: Panis cælestis in Chr(ist)o Ie(s)u. Qui
autem accipit respondeat: Amen. Præsbyteri uero si non fuerint sufficientes, teneant calices et diacones, et
cum honestate adstent et cum moderatione: primus qui tenet aquam, secundus qui lac, tertius qui uinum.
Et gusten qui percipient de singulis ter dicente eo qui dat. In d(e)o patre omnipotenti. Dicat autem qui
accipit: Amen. Et d(omi)no Ie(s)u Chr(ist)o. Et sp(irit)u s(an)c(t)o et sancta ecclesia. Et dicat: Amen. Ita
singulis fiat. Cum uero hæc fuerint, festinet unusquisque operam bonam facere…”.
34 Liturgia de los Sacramentos
un presbítero sin saber dónde la haga exactamente, y después una que hace el
obispo sobre la cabeza y la frente122.
• La estructura y disciplina del catecumenado en este siglo, determinará a la li-
turgia romana sobre los escrutinios, que perdura incluso en el nuevo Ritual
de la Iniciación Cristiana de Adultos.
• Otro punto interesante es la exigencia y severidad que comporta para el ini-
ciado el camino en la fe, dada la importancia.
• El beso de paz se dará después del bautismo, no antes.
• Se nota que la imposición de manos hache por el catequista, laico o presbítero
se ha retomado en nuestro Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos.
122 Conviene aclarar que solamente en la tradición romana existen estas dos unciones y es posible que ha-
yan resultado unidas como fruto de una mezcolanza de dos rituales de proveniencia diversa; cf. MARTI-
MORT A. G., Dix ans de travaux sur le sacrament de la confirmation, en Bulletin de Littérature Ecclésiastique
(1978), 127-130; BOUHOT J. P., La confirmation, sacrement de la communion ecclésiale, Lyon 1968; CABIE R.,
L’initiation chez Hippolyte, en AA.VV., Mens concordet voci, en honor de MARTIMORT A. G., París 1983, 544-558.
123 Sin embargo, el De Catechizandis rudibus 26, 50: PL 40, 344; CCL 46, 173 de San Agustín, se nos señala la
1933.
Liturgia de los Sacramentos 35
• El tocar las orejas para adquirir la inteligencia; el tocar las narices para recibir el
bonus odor Christi.
• Se toca también el pecho que es sede y tabernáculo del corazón.
Sacramentario Gelasiano
El ritual del Sacramentario Gelasiano125 sobre la Iniciación Cristiana es antiguo pero no
anterior a la segunda mitad del siglo VI, aun cuando contiene formularios más antiguos
y cuya última redacción no podría situarse antes del siglo VII126. Pasemos a presentar
del modo más sucinto el esquema de la Iniciación en dicho Sacramentario.
• La inscripción del nombre que se da en el momento del inicio del catecumena-
do127. Dicho ritual está compuesta en buena parte para infantes como denotan
las pruebas de inscripción por parte de los padres de los niños128.
• La insuflación129.
• La signación que contiene elementos de una glorificación propia del catecú-
meno en esta etapa y que no siempre fue correctamente traducida, al punto
125 Del Sacramentario, llamado «Gelasiano», se conserva un sólo códice manuscrito hasta ahora conocido, y
el de la Biblioteca Vaticana registrado como Reginensis laitnus 316. Parece que éste haya sido transcrito de
un códice anterior al 750. El lugar de la transcripción fue Chelles en las afueras de París. MOHLBERG L. C.,
Liber Sacramentorum romanæ ecclesiæ ordinis anni circuli, en RED, Series Maior, Fontes IV, Herder, Roma
31981; DUCHESNE L., Origines du culte chrétien, París 51920; BAUMSTARK A., Untersuchungen, en el apéndice de
MOHLBERG K., «Die älteste ereichbare Gestalt des Liber Sacramentorum anni circuli der römischen Kirche»,
LQF 11/12, Münster 1927; ANDRIEU M., «Les messes du jeudi de Carême», RevSR 1929, 185-298; SCHMIDT
H., «De lectionibus variantibus in formulis identicis sacramentariorum leoniani, gelasiani et gregoriani»,
Sacris Erudiri 4, 1952, 103-172; CAPELLE B., «Le Sacramentaire romain avant S. Grégoire», RBén 64, 1954, 157-
167; COEBERGH C., «Le sacramentaire gélasien ancien. Une compilation de clercs romanisant du VII siècle»,
ALW 7/1, 1961, 45-88; GAMBER K., «Das kampanische Meßbuch als Vorläufer des Gelasianums», SE 1961, 6-
111; MARTELLI A. M., «Contributi allo studio del sacramentario gelasiano», Studia Paviana 1973; VOGEL C.,
Medieval Liturgy. An Introduction to the Sources, en Studies in Church Music and Liturgy, The Pastoral Press,
Washington DC 1986, 64-69.
126 Pare el estudio del Sacramentario Gelasiano y sus varios problemas recurrir a los siguientes autores que
han detallado su estudio y dificultades. CHAVASSE A., Le Sacramentaire gélasien, Tournai 1958; VOGEL C.,
Introduction aux sources de l’histoire du culte chrétien au Moyen Âge, Spoleto 1966, 48-57; NOCENT A., «I
Sacramentari. Il sacramentario gelasiano», Anamnesis 2, 150-152.
127 De ahora en adelante cuando cite un número del Sacramentario Gelasiano, simplemente usaré la abre-
viación «V», por tratarse del Sacramentario Gelasiano antiguo (Vetus) y el número que corresponde a la
sistematización presentada por Mohlberg. V 287: “Deus, qui humani generis ita es conditor, ut sis eciam
reformator: propiciare populis adoptiuis ut nouo testamento sobolem noui prolis adscribe, ut filii promissionis, quod
non potuerint adsequi per naturam, gaudeant se recipisse per graciam”.
128 V nn. 195. 284, 289, 311, 419, 443.
129 V 285: “Omnipotens sempiternæ deus, pater domini nostri Iesu Christi: respicere dignare super hos famulos tuos,
quos ad rudimenta fidei uocare dignatus es. Omnem cæcitatem cordis ab eis expelle, disrumpe omnes laqueos satanæ,
quibus fuerant conligati, aperi eis, domine, ianuam pietatis tuæ; et signum sapienciæ tuæ inbuti omnium cupiditatum
fedoribus careant, et suaui odore præceptorum tuorum læti tibi in ecclesia deseruiant, et proficiant de die in diem, ut
idonii efficiantur accedere ad graciam baptismi tui perceptæ medicinæ”.
36 Liturgia de los Sacramentos
130 V 286: “Præces nostras, quæsumus, domine, clementer exaudi [ƒ. 39v] et hos electos tuos crucis dominicæ, cuius
inpræssione signamur, uirtute custodi, ut magnitudinis gloriæ rudimenta seruantes per custodiam mandatorum
tuorum ad regeneracionis peruenire gloriam mereantur”.
131 V 288: “Exorcizo te, creatura salis, in nomine dei patris… Exorcizo te per deum uiuum et per deum uerum, quæ te
ad tutelam humani generis procreauit, et populo ueniente ad credulitatem per seruos suos consecrare præcepit.
Proinde rogamus te, domine / Deus noster, ut hæc creatura salis in nomene trinitatis [ƒ. 40r] efficiatur salutare
sacramentum ad effugandum inimicum. Quem tu, domine, sanctificando sanctifices, benedicendo benedicas, ut fiat
omnibus accipientibus eorum: in nomine domini Iesu Christi, qui uenturus est iudicare uiuos et mortuos et sæculum
per ignem”.
132 V 285.
133 V 289: “Post hanc orationem pones sal in ore infantis et dicis: Accipe ille sal sapiencie propiciatur in uitam
æternam”.
134 V 290: “Deus patrum nostrorum…”.
135 V nn. 291-298.
136 V 310: “Dilectissimi nobis, accepturi sacramenta baptismatis et in nouam creaturam sancti spiritus procreandi,
fidem quam credentes iustificandi estis, toto corde concipite et animis uestris ueram conuersationem mutatis ad deum,
qui mentium nostrarum est inliminator, accedite suscipientes euangelicæ symbuli sacramentum, a domino
inspiratum, (ab) apostolis institutum, cuius pauca quidem uerba sunt sed magna mysteria… Adnuntia fidem
ipsorum qualiter credunt…Pisteu/w ei)j e(/na Jeo/n...”.
137 V 319-328. Por lo que se refiere al comentario se entiende que el autor del Gelasiano tuvo dos fuentes
para inspirarse Tertuliano y Cipriano, cf. PUNIET P. DE, «Les trois homélies catéchétiques du sacramentaire
gélasien», RHE 5 (1904) 770-786.
138 V 419: “Mane reddunt infantes symbulum. Prius catacizas eos, inposita super capita eorum manu, his verbis: Nec
te latet, satanas, inminere tibi pœnas, inminere tibi tormenta, inminere tibi diem iudicii, diem suplicii, diem qui
uenturus est uelut clibanus ardens, in quo tibi atque uniuersis angelis tuis aeternus ueniat interitus. Proinde,
damnate, da honorem deo uiuo et uero, da honorem Iesu Christo filio eius et spiritui sancto, in cuius nomine atque
uirtute præcipio tibi, ut exeas et recedas ab hoc famulo dei, quem hodie dominus deus noster Iesus Christus ad suam
sanctam gratiam et benedictionem fontemque baptismatis dono uocare dignatus est, ut fiat eius templum per aquam
regenerationis in re-/missionem omnium peccatorum: in nomine [ƒ. 67r] domini nostri Iesu Christi, qui uenturus est
iudicare uiuos et mortuos et sæculum per ignem”.
Liturgia de los Sacramentos 37
• Sigue la renuncia al mal precedida de una unción en el pecho con el Óleo del
Exorcismo140.
• Finalmente los elegidos son enviados a recitar el Símbolo mientras el sacerdo-
te impone la mano sobre la cabeza141.
El Ordo Romano XI
El Ordo XI es prácticamente contemporáneo al Sacramentario Gelasiano antiguo y nos
ofrece una descripción nueva de la organización del catecumenado142. Es una nueva
disciplina fruto de una adaptación necesaria, ya que para ese momento, son más los
niños a bautizarse. Pese a esto, la redacción de este Ordo parece que los bautizados sean
adultos, mientras que todo ha sido preparado para niños. Surgen varias interrogantes
en torno al tema de los escrutinios, que si bien están dirigidos a los adultos, todo parece
indicar, que se trate de los papás y padrinos y no precisamente los niños dado que no
pueden responder, quizá la multiplicación de estos corresponda a una catequesis más
exhaustiva para los adultos que acompañan a los niños. La estructura de los escruti-
nios143 queda como sigue:
• Primer escrutinio realizado durante la tercera semana de Cuaresma, que se-
gún el Ordo corresponde al miércoles144. Se hace la signación en la frente, lue-
go viene la imposición de manos, se hace la bendición de la sal, imposición de la sal
en la boca del infante, se hace la oración Da quæsumus, domine, electis…, signa-
ción en la frente por parte de los padrinos y del acólito, se hace una imposición
de manos primero a los hombres y luego a las mujeres, viene a continuación
un exorcismo con signación e imposición de manos por parte del presbítero, se
hace la lectura del profeta Ezequiel 36, 25-29, se pide que los catecúmenos
139 V 420: “Inde tanges ei nares et aures de sputo, et dicis ei ad aurem: Effeta, quod est adaperire, in odorem
suauitatis. Tu autem effugare, diabule, adpropinquauit enim iudicium dei”.
140 V 421: “Postea uero tangis ei pectus et inter scapulas de oleo exorcizato, et uocato nomine singulis dicis:
Abrenuncias satanæ?…”.
141 V nn. 421-424.
142 ANDRIEU M., Les Ordines Romani du haut moyen âge II, en SSL 23, Louvain 1971, 365-447; CHAVASSE A., «Le
carême romain et les scrutins prébaptismaux avant le IXième siècle», RechScRel 35 (1948) 325-381; ID.,
L’initiation à Rome dans l’antiquité et le haut moyen âge, en Communion solennele et profession de foi (Lex Orandi
14), Paris 1952, 1-32; ID., «La discipline romaine des sept scrutins baptismaux», RechScRel 48 (1960) 227-240;
FISCHER J. D. C., Christian initiation: Baptism in the medieval West, a study in the designation of the primitive rite
of initiation, en Alcuin Club 47, London 1965.
143 ANDRIEU M., Les Ordines… II, 383: “Le terme scrintinium évoque aussitôt une idée d’examen, d’épreuve,
d’enquête préalable à l’admission. Les plus anciens textes où il apparaît ne le définissent pas. Ils en laissent
seulement entrevoir le sens exact. Nous y voyons que les scrutins avaient lieu devant l’assemblée des fi-
dèles et comportaient surtout des exorcismes, par lesquels on «scrutait» le corps et l’âme des candidates
pour s’assurer que le démon ne s’y était pas réservé de refuge”.
144 Al hablar de cualquier Ordo Romano emplearé la abreviación OR de ahora en adelante. OR XI, 1:
“Scrutinium dilictissimi fratres, quo electi nostri divinitus instruantur, imminere cognoscite; ibidemque sollicita
deuotione, succedente sequenti quarta feria, circa horam tertiam, convenire dignemini, ut celeste mysterium, quo
diabolus cum sua pompa destruitur et ianua regni cælestis aperitur, inculpabile, domino iuvante, ministero peragere
valeamus”.
38 Liturgia de los Sacramentos
salgan del templo, se lee el evangelio de Mateo 11, 25-30 y continúa la euca-
ristía como de costumbre145.
• Segundo escrutinio se realiza el sábado retomando la liturgia del escrutinio
anterior.
• Tercer escrutinio en un día no señalado de la cuarta semana de Cuaresma. Se
realiza como los escrutinios precedentes con lecturas tituladas Ad aurium
apertione y se añade la entrega de los evangelios y la entrega del Símbolo de la Fe y
de la del Pater noster146.
• Cuarto y quinto escrutinios se celebran durante la quinta semana en un día no
establecido, repitiendo lo que en los otros escrutinios147.
• Sexto escrutinio que se desarrolla en la sexta semana en un día no fijado y re-
pitiendo lo del primer escrutinio.
• Séptimo escrutinio se constituye de los ritos que van desde el Effeta148.
• Se añade la bendición del agua bautismal y se procede al bautismo. Se nota
en el Ordo que los fieles pueden llevar a casa el agua bautismal149.
catecizantur et reddunt symbolum et baptizantur et complebuntur septem oblationes eorum. Ordo vero qualiter
catecizantur ita est: Post tertiam horam sabbati, procedunt ad ecclesiam et ordinentur per ordinem sicut scripti sunt,
masculi in dexteram <partem>, feminæ in sinistram. Et faciens crucem sacerdos in frontibus singulorum, postea
imposita manu super capita singulorum dicit: Nec te latet, Satanas. Ipsa expleta, tangit eos presbiter singulorum
nares et aures de sputo oris sui et dicit uniusquisque ad aurem: Effeta, quod est adaperire, in odorem suavitatis, et
reliqua. Hac expleta, ambulat in circuitu, inposita manu super capita eorum, decantando excelsa voce: Credo in unum
Deum, et reliqua. Vertit se ad feminas et facit similiter. Postea dicitur eis ab archidiacono: Orate electi… Expleta
autem lætania, adstante omni clero vel populo in circuitu fontis, facto silentio, dicit, dicit pontifex: Dominus
vobiscum, respondentibus cunctis: Et cum spiritu tuo. Et dicit: Oremus, et dat benedictionem: Omnipotens
sempiterne Deus… Hæc omnia expleta, fundit crisma de vasculo aureo intro in fontes super ipsam aquam in modum
crucis. Et cum manu sua miscitat ipsum crisma cum aqua et aspergit super omnem fontem vel populum
circumstantem. Hoc facto, omnis populus qui voluerit accipiet benedictionem unusquisque in vase suo de ipsa aqua,
antequam baptizentur parvuli, ad spargendum in domibus eorum vel in vineis vel in campis vel fructibus eorum.
Deinde pontifex baptizat unum aut duos vel quantos ei placuerit de ipsis infantibus, cæterique a diacono, cui ipse
iusserit, baptizantur. Levantes autem ipsos infantes in manibus suis offerunt eos uni presbitero. Ipse vero presbiter
facit de crisma crucem cum police in vertice eorum, ita dicendo: Deus omnipotens pater domini nostri Iesu Christi, et
reliqua. Et sunt parati qui eos suscepturi sunt cum linteis in manibus eorum et accipiunt ipsos a pontifice vel
diaconibus qui eos baptizant. Pontifex vero egreditur a fonte, habens conpositam sedem in ecclesia, ubi voluerit,
sedens in eam. Et deportatur ipsi infantes ante eum et dat singulis stola, casula et crismale et decem siclos et
vestiuntur. Induti vero ordinantur per ordinem, sicut scripti sunt, in circuitu et dat orationem pontifex super eos,
confirmans eos cum invocatione septiformis gratiæ spiritus sancti. Oratione expleta, facit crucem cum police et
chrisma in singulorum frontibus, ita dicendo: In nomine patris et filii et spiritus sancti. Pax tibi. Et respondent:
Amen”. Es necesario hacer notar que las lecturas de los domingos, concuerdan con nuestro actual ciclo A: la
Samaritana el domingo III, el Ciego de nacimiento el domingo IV y el de Lázaro domingo V.
Liturgia de los Sacramentos 39
Sacramentario Gregoriano Adriano y el Gelasiano del siglo VIII
El Sacramentario Gregoriano Adriano150, que fuera enviado a Carlo Magno a finales del
s. VIII, ya no comprende auténticos escrutinios sino más bien grupos de exorcismos: el
primero con la bendición de la sal, la oratio ad Catechumenum faciendum ligada a la Cua-
resma151; el segundo grupo se caracteriza por la entrega de los evangelios celebrada
durante la Cuaresma152; el tercer grupo comprende lo que se celebra el sábado santo153.
El Sacramentario Gelasiano del siglo VIII154, que pese a las modificaciones que presenta
el anterior, no descarta los escrutinios apareciendo entonces los siete del Gelasiano an-
tiguo, conservando muchas de las fórmulas de su antecesor.
La Iniciación Cristiana del Pontifical Romano - Germánico del siglo X a los Ordines del Vati-
cano II
150 VOGEL C., «La réforme liturgique sous Charlemagne», en BISCHOFF B., Karl der Grosse II, Düsseldorf 1965,
217-232; DESHUSSES J., Le Sacramentaire grégorien ses principales formes d’après les plus anciens manuscrits I, en
SF 16, Fribourg 31992; ID., «Le “Supplément” au sacramentaire grégorien: Alcuin ou Saint Benoît
d’Aniane», ALW 9 (1965) 1, 48-71; ID., «L’Ordo baptismal du Gellone», en Liber Sacramentorum Gellonensis,
Introductio, CCL 159 A, XXX-XXXII.
151 El Sacramentario Gregoriano se abreviará con la sigla Gr 356-357: “Benedic omnipotens deus hanc creaturam
salis… Omnipotens sempiterne deus, respicere dignare super hunc famulum tuum quem ad rudimenta fidei…”.
152 Gr 358: “Aeternam ac iustissimam pietatem tuam deprecor domine sanctæ pater…”.
153 Gr 359-360: “Nec te latet satanas imminere tibi pœnas… Post hoc tangit singulis nares et aures et dicit eis:
Effeta…”.
154 DUMAS A. - DESHUSSES J. (ed.) , Liber Sacramentorum Gellonensis, Turnhout, CCL 159.
155 DESHUSSES J., Le sacramentaire grégorien… III, en SF 28, Fribourg 21992, 95-112; MARTIMORT A. G., La
documentation liturgique de Dom Edmond Martène, en StT 279, Città del Vaticano 1978; LOEWENBERG B., Das
Rituale des Kardinals J. A. Sanctorius, München 1937; ZANON G., Il catecumenato e il battesimo nel rituale de G.A.
Card. Santori, Tesi di Laurea in stampa, Pont. Istit. Lit. Sant’Anselmo, Roma 1984; FAMOSO S., «Accipe
lampadem ardentem», RL 42 (1955) 193s.
156 Gr 1065-1089.
157 Gr 1087: “Et vestitur infans vestimentis suis”.
158 Gr 1088.
159 VOGEL C. - ELZE R. (edd.), Le Pontifical romano-germanique du Xième siècle, en StT 226, Città del Vaticano
El RICA
Mucho se puede decir acerca de este Ritual166, pero considero necesario exponer sólo su
esquema general a fin de que podamos encontrar lo hasta ahora expuesto en la nove-
dad de un rito:
• Primer grado que está constituido por la entrada al catecumenado que intere-
sa a toda la comunidad167. Se hace una oración, después la Signación168. Luego
160 PRG, vol. 2, XCIX, 81: “Tanguntur aures et nares catechuminorum digitis presbiterorum. Eadem die instruuntur
de actoribus et initiis IIIIor evangeliorum. Eadem die percipiunt orationem dominicam et simbolum ad reddendum in
sabbato sancto Paschæ”.
161 PRG, vol. 2, XCIX, 372 Fuente C.
162 PRG, vol. 2, XCIX, 373 Fuente K que omite la renuncia.
163 PRG, vol. 2, XCIX, 383, 385.
164 PRG, vol. 2, XCIX, 387-389.
165 SC 64.
166 Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos reformado según los decretos del Concilio Vaticano II, pro-
mulgado por mandato de su Santidad Pablo VI, aprobado por la conferencia del episcopado mexicano y
confirmado por la Sagrada Congregación para los Sacramentos y el culto divino, Conferencia del Episcopa-
do Mexicano, Obra Nacional de la Buena Prensa, México 1996. Será abreviado con las siglas RICA.
167 RICA 68-82.
Liturgia de los Sacramentos 41
se introduce al candidato a la iglesia para que participe de la mesa de la Pala-
bra de Dios169. Se hace la entrega de los evangelios170. Debe entenderse el ca-
tecumenado como un momento para profundizar la fe durante tres años. Los
catecúmenos no son llamados aún electos, ya que lo serán después171.
• Segundo grado que comprende el rito de la elección o de la elección del nombre172
como una preparación inmediata a la Iniciación Cristiana. Se inicia el primer
domingo de Cuaresma tomando las lecturas del ciclo A, cuya temática se
desarrolla precisamente a partir de la tradición de la Iniciación Cristiana173; el
período de la purificación y de la iluminación con algunos elementos174 de apoyo
tales como los escrutinios —que son parte de la disciplina del catecumenado—
; las entregas sea del símbolo175, la oración dominical (Padre nuestro)176; los ritos
preparatorios próximos a la iniciación, con la Redditio symboli, el Rito del Effeta, la
elección del nombre cristiano y la unción con el óleo de los catecúmenos177.
• Tercer Grado que comprende los Ritos propios de la Iniciación misma178, con
los siguientes momentos: la celebración del bautismo con la bendición del agua,
la fórmula de bendición del agua, la renuncia, la profesión de fe, el bautismo,
la unción post bautismal, la entrega de la vestidura blanca, la entrega del ci-
rio179; la celebración de la confirmación y de la eucaristía que se celebran ensegui-
da180 y se termina con el período de la mistagogía para asegurar la inserción de
los neófitos en la comunidad y de ayudarlos en sus debilidades181.
168 RICA 83
169 RICA 90.
170 RICA 93.
171 RICA 100-130.
172 RICA 133-135.
173 RICA 135-145. Es importante la figura de los padrinos que serán llamados sponsores hasta este momento.
174 RICA 152-180.
175 RICA 183-187.
176 RICA 188-192.
177 RICA 193-207.
178 RICA 208-234.
179 RICA 210-226.
180 RICA 227-234.
181 RICA 235-239.
42 Liturgia de los Sacramentos
ciación Cristiana, reciben cada vez con más abundancia los tesoros de la vida divi-
na y avanzan hacia la perfección de la caridad”182.
Bautismo
S
obre este Sacramento se ha dicho ya bastante en lo tocante a los Sacramentos de la
Iniciación Cristiana, por este motivo, todo lo que se refiere a la tradición antigua,
no será tratado por razón de su presentación previa. A partir de la propuesta Tri-
dentina, analicemos el desarrollo de la propuesta esquemático escolástica de los Sacra-
mentos, es decir, materia, forma, ministro, etc.
182 PABLO VI, Const. Apost. Divnæ consortium naturæ; cf. RICA Prænotanda 1-2.
Liturgia de los Sacramentos 43
• Can. 10. Si alguno dijere que todos los pecados que se cometen después del
bautismo, con el solo recuerdo y la de del bautismo recibido o se perdonan o
se convierten en veniales, sea anatema.
• Can. 11. Si alguno dijere que el verdadero bautismo y debidamente conferido
debe repetirse para quien entre los fieles hubiere negado la fe de Cristo,
cuando se convierte a penitencia, sea anatema.
• Can. 12. Si alguno dijere que nadie debe bautizarse sino en la edad en que se
bautizó Cristo, o en el artículo mismo de la muerte, sea anatema.
• Can. 13. Si alguno dijere que en los párvulos por el hecho de no tener el acto
de creer, no han de ser contados entre los fieles después de haber recibido el
bautismo, y, por tanto, han de ser rebautizados cuando lleguen a la edad de
discreción, o que más vale omitir su bautismo que no bautizarlos en la sola fe
de la Iglesia, sin creer por acto propio, sea anatema.
• Can. 14. Si alguno dijere que tales párvulos bautizados han de ser interroga-
dos cuando hubieren crecido, si quieren ratificar lo que al ser bautizados
prometieron en su nombre los padrinos, y si respondieren que no quieren,
han de ser dejados a su arbitrio y que no debe entretanto obligárseles por
ninguna otra pena a la vida cristiana, sino que se les aparte de la recepción de
la Eucaristía y de los otros Sacramentos, hasta que se arrepientan, sea anatema.
183 Rituale Romanum Pauli Quinti Pontificis Maximi iussu editu, Typographia Balleoniana, Venetis 1744, 2:
“…Pius Papa V. Prædecesor noster, hujus nostri, tunc sui, officii memor, ad restituendam sacrorum rituum
observationem in sacrosancto Missæ sacrificio, divinoque Officio, & simul ut Catholica Ecclesia in fidei unitate, ac
sub uno visibili capite beati Petri successore Romano Pontifice congregata, unum psalendi & orandi ordinem,
quantum cum Domino poterat, teneret, Breviarium primum, & deinde Missale Romanum, multo studio & diligentia
elaborata, pastorali providentia edenda censuit. Cuius vestigia eodem sapientiæ spiritu secutus similis men[o] [3]
Clemens Papa VIII etiam Prædecessor noster, non solum Episcopis & inferioribus Ecclesiæ Prælatis accurate
restitutum Pontificale dedit, sed etiam complures alias in Cathedralibus & inferioribus Ecclesiis cæremonias
promulgato Cæremoniali ordinavit. His ita constitutis, restabat, ut uno etiam volumine comprehensi, sacri & sinceri
Ecclesiæ Catholicæ ritus, qui in Sacramentorum administratione, aliisque Ecclesiasticis functionibus servari debent,
ab iis qui curam animarum gerunt, Apostolicæ Sedis auctoritate prodirent; ad cujus voluminis præscriptum, in tanta
Ritualium multitudine, sua illi ministeria tamquam ad publicam & obsignatam normam peragerent, unoque ac fideli
ductu inoffenso pede ambularent cum consensu … longo [4] studio, multaque industri & labore plenissimum
composuerat, rebusque omnibus mature consideratis, demum divina adspirante clementia, quanta oportuit brevitate,
Rituale confecerunt. In quo cum receptos & approbatos Catholicæ Ecclesiæ ritus suo ordine digestos conspexerimus,
illus sub nomine Ritualis Romani merito edendum publico Ecclesiæ Dei bono judicavimus …”.
44 Liturgia de los Sacramentos
184 RR 1614, 5: “Sacrum Baptisma, Chrsitianæ religionis & eternæ vitæ janua; quod inter alia novæ legis Sacramenta
a Christo insituta primum tenet locum … Cum autem ad hoc Sacramentum conferendum alia sint de Jure divino
absolute necessaria, ut materia, forma, minister; alia ad illius solemnitatem pertineant, ritus ac cæremoniæ, quas ex
Apostolica & antiquissima traditione acceptas & approbatas, nisi necessitatis causa, omittere non licet; de iis aliqua
præmonenda sunt, ut sacrum hoc ministerium rite ac sancte peragatur”.
185 RR 1614, 6: “Ac primum intelligat Parochus, cum hujus Sacramenti materia sit aqua vera ac naturalis, nullum
alim liquorem ad id adhiberi posse. Aqua vero solemnis Baptismi sit eo anno benedicta in Sabbato sancto Paschalis, vel
Sabbato Pentecostes, quæ in Fonte mundo nitida & pura diligenter conservetur: & hæc, quando nova benedicenda est,
in Ecclesiæ, vel potius Baptisterii sacrarium effundatur. Si aqua benedicta tam imminuta sit, ut minus sufficere
videatur, alia non benedicta admisceri potest, in minori tamen quantitate. Si vero corrupta fuerit, aut effluxerit, aut
quovis modo defecerit, Parochus in fontem bene mundatum ac nitidum, recentem aquam infundat, eamque benedicat
ex formula quæ infra præscribitur…”.
186 RR 1614, 7: “Quoniam Baptismi forma his verbis expressa: Ego te baptizo in nomine Patris, & Filii, & Spiritus
Sancti, omnino necessaria est; ideo eam nullo modo licet mutare, sed eadem verba uno & eodem tempore, quo fit
ablutio, pronuntianda sunt. Latinus Presbyter Latina forma semper utatur … Baptismus licet fieri possit aut per
infusionem aquæ, aut per immersionem, aut per aspersionem; primus tamen, vel secundus modus, qui magis sunt in
usu, pro Ecclesiarum consuetudine retineantur; ita ut trina ablutione caput baptizandi perfundatur, vel immergatur
in modum crucis uno & eodem tempore quo verba proferuntur, & idem sit aquam adhibens, & verba pronuntians …”.
187 RR 1614, 8: “Legitimus quidem Baptismi minister est Parochus, vel alius Sacerdos a Parocho vel ab Ordinario loci
delegatus; sed quoties infans aut adultus versatur in vitæ periculo, potest sine solemnitate a quocumque baptizari in
qualibet lingua, sive clerico sive laico etiam excomunicato, sive fideli sive infideli, sive catholico sive hæretico, sive viro
sive femina, servata tamen forma & intentione Ecclesiæ…”.
188 RR 1614, 9: “Opportunitate Parochus hortetur eos, ad quos ea cura pertinet, ut natos infantes sive baptizandos,
sive baptizatos, quamprimum fieri poterit, & qua decet Christiana modestia sine pompe vanitate deferant ad
Ecclesiam, ne illis Sacramentum tantopere necessarium nimium differatur cum periculo salutis, & ut iis, qui ex
necessitate privatim baptizati sunt, consuetæ cæremoniæ ritusque suppleantur. omissa forma & ablutione. Nemo in
utero matris clausus baptizari debet. Sed si infans caput emiserit, & periculum mortis immineat, baptizetur in capite;
nec nec postea si vivus evaserit, erit iterum baptizandus. At si aliud membrum emiserit, quod vitalem inicet motum,
in illo, si periculum impendeat, baptizetur; & tunc si natus vixerit, erit sub conditione baptizandus, eo modo quo
supra dictum est: Se non es baptizatus, ego te baptizo in nomine Patris, &c. Si vero ita baptizatus, deinde
mortuus prodierit ex utero, debet in loco sacro sepeliri. Si mater prægnans mortua fuerit, fœtus quamprimum caute
caute extrahantur, ac si vivus fuerit, baptizetur, si fuerit mortuus, & baptizari non potuerit, in loco sacro sepeliri non
debet. Infantes expositi, & inventi, si re diligenter investigata de eorum Baptismo non constat, sub conditione
baptizentur. In monstris vero baptizandis si casus eveniat, magna cautio adhibenda est: de quo, si opus fuerit,
Ordinarius loci, vel alii periti consulantur, nisi mortis periculum immineat. Monstrum quod humanam speciem non
præseferat, baptizari non debet: de quo si dubium fuerit, baptizetur sub hac conditione: Si tu es homo, ego te
baptizo, &c. Illud vero, de quo dubium est, unane aut plures sint personæ, non baptizetur, donec id discernatur.
Discerni autem potest, si habeat unum vel plura capita, unum vel plura pectora: tunc enim totidem erunt corda, &
animæ, monisque distincti, & eo casu singuli seorsum sunt baptizandi, unicuique dicendo. Ego te baptizo, &c. Si
vero periculum mortis immineat, tempusque non suppetat, ut singuli separatim baptizentur, poterit minister
singulorum capitibus aquam infundens omnes simul baptizare, dicendo: Ego vos baptizo in nomine Patris, & Filii,
& Spiritus Sancti…”.
189 RR 1614, 11: “Parochus antequam ad baptizandum accedat, ab iis, ad quos spectat, exiquirat diligenter, quem, vel
quos Susceptores seu Patrinos elegerint, qui infantem de sacro Fonte suscipiant, ne plures, quam liceat, aut indignos
vel ineptos admittat. Patrinus unus tantum, sive vir sive mulier, vel ad summum unus & una adhibeantur ex Decreto
Concilii Tridentini: sed simul non admittantur duo viri, aut due mulieres, neque ipsius baptizandi pater aut mater.
Liturgia de los Sacramentos 45
• De Tempore190.
• De sacris oleis191.
El Rito mismo se desarrolla de la siguiente manera: la petición de la fe, enseguida la insu-
flación en la cara del infante192, la signación en la frente y en el pecho del niño193, la ora-
ción por el elegido194, la imposición de la mano sobre la cabeza del niño195, la bendición de
la sal y la colocación de ésta en la boca del niño196 seguida de una oración, después se
hace el exorcismo197 y la signación en la frente198, viene luego otra imposición de mano en la
cabeza con una oración199, después de lo cual se hace la entrada al templo. Una vez den-
tro se hace la profesión de fe y la oración dominical. Antes de acceder al bautisterio se hace
un exorcismo200, luego, mojándose el dedo con saliva, el presbítero toca los oídos y las
narices del niño para realizar el Effeta. Se siguen la renuncias y la unción con el óleo de los
Catecúmenos201. Después de que se hace lo anterior, se manifiesta la fe en Dios a lo que
se sigue el bautismo. Luego se realiza la crismación con el santo Crisma en la parte supe-
rior de la cabeza202. El Rito termina con la recepción de la vestidura blanca y la vela encen-
dida.
Hos autem Patrinos saltem in ætate pubertatis, ac Sacramento Confirmationis consignatos esse maxime convenit.
Sciant præterea Parochi, ad hoc munus non esse admittendos infideles, aut hæreticos, non publice excommunicatos
aut interdictos, non publice criminosos aut infantes, nec præterea qui sana mente non sunt, nec qui ignorant
rudimenta fidei; hæc enim Patrini spirituales filios suos, quos de Baptismi Fonte susceperint, ubi opus fuerit,
opportune docere tenentur. Præterea ad hoc etiam admitti non debent Monachi vel Sanctimoniales, neque alii cujusvis
Ordinis Regulares a sæculo segregati”.
190 RR 1614, 12: “Quamvis Baptismus quovis tempore, etiam interdicti & cessationis a divinis, præsertim si urgeat
necessitas, conferri possit; tamen duo potissimum ex antiquissimo Ecclesiæ ritu sacri sunt dies, in quibus solemni
cæremonia hoc Sacramentum administrari maxime convenit: nempe Sabbatum sanctum Paschæ, & sabbatum
Pentecostes, quibus diebus Baptismalis Fontis aqua rite consecratur…”.
191 RR 1614, 13:”Sacrum Chrisma, & sanctum Oleum, quod & Catechumenorum dicitur, quorum usus esi in
Baptismo, eodem anno sint ab Episcopo de more benedicta Feria quinta in Cœna Domini. Curet Parochus, ut ea suo
tempore quamprimum habeat, & tunc vetera in Ecclesia comburat…”.
192 RR 1614, 17: “Exi ab eo, immunde spiritus, & da locum Spiritui sancto Paraclito”
193 RR 1614, 17: “Accipe signum crucis tam in fronte, X quam in corde, X sume fidem cœlestium
præceptorum, & talis esto moribus, ut templum Dei jam esse possis”.
194 RR 1614, 17: “Preces nostras…”.
195 RR 1614, 17: “Omnipotens sempiterne Deus, Pater Domini nostri Iesu Christi, respicere…”.
196 RR 1614, 18: “Exorcizo te creatura salis…”.
197 RR 1614, 19: “Exorcizo te immunde spiritus, in nomine Patris…”.
198 RR 1614, 19: “Et hoc signum sanctæ Crucis…”.
199 RR 1614, 20: “Aeternam ac iustissimam pietatem tuam deprecor…”.
200 RR 1614, 21: “Exorcizo te, omnis spiritus immunde…”.
201 RR 1614, 22. “Ego te linio X Oleo salutis in Christo Iesu Domino nostro, ut habeas vitam æternam”.
202 RR 1614, 23: “Deus omnipotens, Pater Domini nostri Iesu Christi, qui te regeneravit ex aqua & Spiritu
Sancto, quique dedit tibi remissionem omnium peccatorum: (hic inungit) ipse te liniat Chrismate salutis X
in eodem Christo Iesu Domino nostro in vitam æternam”.
46 Liturgia de los Sacramentos
203 Rituale Romanum ex Decreto Sacrosancti Oecumenici Concilii Vaticani II instauratum auctoritate Pauli PP. VI
promulgatum Ordo Baptismi Parvulorum, Editio typica altera, Libreria Edictrice Vaticana, Città del Vaticano
1986. Se abreviará OBP de ahora en adelante. Para la traducción en Castellano se puede recurrir al Nuevo
Ritual para el Bautsimo de los Niños, Obra Nacional de la Buena Prensa, México 21996.
204 OBP 1-3.
205 OBP 4-7: “Populus Dei, hoc est Ecclesia, comunitate locali repræsentata, sicut in adultorum, ita in parvulorum
sanctum baptisma, quod vitæ spiritualis ianua est: per ipsum enim membra Christi ac de corpore efficimur Ecclesiæ.
Et cum per primum hominem mors introierit in universos [cf. Rom 5, 12], nisi ex aqua et Spiritu renascamur, non
possumus ut inquit Veritas, in regnum cælorum introire [Io 3, 5]”.
Liturgia de los Sacramentos 47
Confirmación.
E
s el segundo de los Sacramentos214 en la lista septenaria y se sitúa dentro de los
Sacramentos de la Iniciación Cristiana. Su naturaleza depende directamente del
Bautismo, del que se separó después de siglo IV, “fue —como dice Borobio—
durante mucho tiempo un Sacramento olvidado y marginado, que se celebraba más bien
de forma masiva cuando llegaba la visita pastoral del obispo”215 por razón de que el
obispo llegó a ser un personaje importante. Fue así, que a partir de la paz Constantinia-
na, el presbítero quedó delegado para el bautismo y el obispo se reservó la administra-
ción de la confirmación216, separando de este modo la única Iniciación Cristiana217.
214 Concilio de Florencia del 1439 en DS 1317: “Secundum sacramentum est confirmatio”.
215 BOROBIO D., Sacramentos en Comunidad. Comprender, celebrar, vivir. Para una catequesis a jóvenes y adultos,
DDB, Bilbao 51984, 81.
216 AUSTIN G., The Rite of Confirmation. Anointing with the Spirit. The Rite of Confirmation: The use of Oil and
Chrism, Pueblo Publishing Co., New York 1985, 12: “The completion of the postbautismal anointing by the
presbyter lies in the anointing of the candidate’s forehead by the bishop. Pope Innocent I in a letter to De-
centius, the bishop of Gubbio, in the year 416 sets the rule quite firmly... This papal insistence on Roman
tradition had enormous influence in shaping the development of confirmation in the West by reserving to
the bishop the «signing of the brow»“; INNOCENZO I, «Lettre à Decentius de Gubbio», en CAIBÉ R. (ed.), La
lettre du Pape Innocent Ier à Decentius de Gubbio, Publications Universitaires de Louvain (Bibliothèque de la
RHE 58), Louvain 1973: “Nam presbyteris... cum baptizant, chrismate baptizatos ungere licet, sed quod ab episcopo
fuerit consacratum, non tamen frontem ex eodem oleo signare, quod solis debetur episcopis, cum autem tradunt Spiri-
tum Sanctum”.
217 BOROBIO D., Sacramentos... 85: “Las razones por las que se llega a la ruptura de la unidad de la Iniciación,
y a la separación de los ritos postbautismales del conjunto iniciático pueden resumirse así: por un lado, la
conversión de muchos paganos, la generalización del bautismo de niños considerado como necesario, la
multiplicación de las comunidades en áreas extensas y alejadas de la ciudad, vinieron a crear nuevas nece-
sidades pastorales y a exigir una nueva praxis; por otro lado, el que los presbíteros vinieran a asumir la
función de presidencia dentro de la comunidad concreta, así como las diversas funciones sacramentales en
otro tiempo reservadas al obispo (v. gr. bautismo de niños), junto con la reivindicación episcopal de inter-
venir en la Iniciación Cristiana, reservándose el rito postbautismal para el don del Espíritu o «confirmatio»,
de modo que se garantizara la unidad y comunión eclesial, condujeron a una inevitable separación ritual y
cronológica de los ritos de la iniciación”.
218 V 450-451: “Deinde ab episcopo dautr eis spiritus septiformis. Ad consignandum inponit eis manum in his verbis:
Deus omnipotens, pater domini nostri Iesu Christi, qui [ƒ. 74v] regenerasti famulos tuos ex aqua et spiritu
sancto quique dedisti eis remissionem omnium peccatorum: tu Domine, inmitte in eos spiritum sanctum
tuum paraclytum et da eis spiritum sapientiæ et intellectus, spiritum consilii et fortitudinis, spiritum
48 Liturgia de los Sacramentos
riormente vendrá la signatio en la frente con el santo crisma y concluye con el beso de
paz que el obispo da al neófito219.
El Ordo XI
El “Ordo” indica simplemente que el pontífice recita sobre los confirmandos una ora-
ción en la que invoca la gracia del Espíritu septiforme220, sin embargo el Ordo no señala
la imposición de manos, pero podría parecer que se trate solamente de una omisión. Se-
guirá la signatio y el signo de paz221.
scientiæ et pietatis; adimple eos spiritum timoris dei: in nomine domini nostri Iesu Christi, cum co uiuis et
regnas deus semper cum spiritu sancto per omnia sæcula sæculorum. Amen”.
219 V 451-452: “Postea signat eos in fronte de chrismate dicens: Signum Christi in uitam æternam. Respondet:
et spiritu sancto, quique dedisti eis remissionem omnium peccatorum, emitte in eos spiritum tuum
sanctum paraclitum de cœlis, <spiritum sapientiæ et intellectus> spiritum consilii et fortitudinis, spiritum
scientiæ et pietatis; adimple eos spiritu timoris domini et consigna eos signo crucis in uitam propitiatus
æternam”.
223 Sup 1088: “Si uero episcopus adest statim confirmari eum oportet chrismate et postea communicare”.
224 PRG II, 383, 108: “Pontifex vero veniens ad infantes, tenente archidiacono chrisma, involutis scapulis et
brachiis ex panno lineo, elevata et imposita manu super capita omnium, det orationem super eos cum
invocatione septiformis gratiæ”.
225 PRG II, 387, 109: “Confirmo et consigno te in nomine patris et...”.
226 ANDRIEU M. (ed.), Le Pontifical romain au moyen-âge 1, en StT 86, Città del Vaticano 1938.
227 PR XII, 31, 247: “Infantes quidem in brachiis dextris tenentur. Maiores vero pedem ponunt super pedem
patrini sui. Quibus per ordinem dispositis ante pontificem, ipse pontifex, imposita manu super capita
Liturgia de los Sacramentos 49
confirmandos. Acto seguido, se hace la fórmula del Gelasiano precedida por un saludo
y a cada invocación del Espíritu se responde amén. La fórmula de la signación expresa
la gracia transmitida por la unción228.
singulorum, dat orationem super eos cum invocatione septiformis gratiæ spiritus sancti, sic dicens: Spiritus
sanctus super vos descendat et virtus altissimi sine peccato vos custodiat. Amen”.
228 PR XII, 33, 247: “Tunc pontifex, intincto pollice in chrismate et interrogato uniuscuiusque nomine, faciat
crucem in frontibus singulorum sic dicens: N. Signo te signo crucis, confirmo te chrismate salutis, in nomine
patris...”.
229 ANDRIEU M. (ed.), Le Pontifical romain au moyen-âge. Le Pontifical de Guillaume Durand 3, en StT 88, Città
pluviali albi coloris et mitra, premittit admonitionem prout dicetur in Titulo de visitandis parrochiis.
Deinde, loto prius et terso pollice dextre manus, confirmandis genua flectentibus, et iunctis ante pectus
manibus, stans, mitra deposita, iunctis similiter ante pectus manibus, dicit: Spiritus sanctus superveniat in vos
et virtus altissimi custodiat a peccatis. Resp. Amen. ... Et tunc elevatis et super confirmandos extensis manibus,
dicit: Omnipotens sempiertene ... Tunc sedens super faldistorium coram altari vel alibi paratum, inquisito
sigillatim nomine cuiuslibet consignandi sibi per patrinum vel matrinam flexis genibus presentati, et
summitate pollicis dextre manus crismate intincta, pontifex facit crucem in fronte illius dicens: Iohannes, vel
Maria, vel quovis alio nomine, Signo te signo crucis et confirmo te crismate salutis. In nomine X patris et X filii et
spiritus X sancti, ut replearis eodem spiritu sancto habeas vitam eternam ... Et dicendo: in nomine patris ...
producit signum crucis ante faciem illius. Et deinde dat sibi leviter alapam super genam, dicens: Pax te-
cum.”.
231 AUSTIN G., The rite of Confirmation, 22: “And then he gives him a light blow (alapa) on the cheek, saying,
‘Peace be with you’. This addition represents, as was said, a stage in the journey of seeing confirmation less
as part of the initiatory rite (symbolized by welcoming kiss of peace) and more as a separate gesture of
preparing for the struggles of the Christian life (symbolized by a blow on the cheek). It is interesting to note
that this alapa is also used in Durando’s Pontifical for the blessing of a new soldier”; PGD 28, n. 11, p. 450:
“Et mox dat sibi alapam leviter dicens: Exciteris a sompno malitiæ et vigila in fide Christi et fama laudabili X.
Amen.”
232 PGD 1, n. 8, p 335.
50 Liturgia de los Sacramentos
233 DS 1317-1319.
234 DS 1628.
235 DS 1629.
236 DS 1630.
237 SODI M. – TRIACCA A. M. (edd.), Pontificale Romanum, Editio princeps (1595-1596), MLCT 1, Libreria Editri-
Homilía
Después de la Liturgia de la Palabra se prevé una breve homilía, que puede ser tomada
de la alocución ya hecha o se puede hacer según la ocasión, pero que en cualquier caso,
ilustra y explica el misterio de la Confirmación243.
238 GASPARRI, Codicis Iuris Canonici Fontes 2, parr. 52, p. 509: “Quod itaque extra controversiam est, hoc
dicatur: nimirum in Ecclesia Latina Confirmationis Sacramentum conferri, adhibito Sacro Chrismate, seu
Oleo Olivarum, Balsamo conmixto, et ab Episcopo benedicto, ductoque signo Crucis per Sacramenti
Ministrum in fronte suscipientis, dum idem Minister Formæ verba pronunciat”.
239 CIC ’17 cc. 780-781: “Sacramentum confirmationis conferri debet per manus impositionem cum unctione
chrismatis in fronte et per verba in pontificalibus libris ab Ecclesia probatis præscripta. Unctio autem ne fiat
aliquo instrumento, sed ipsa ministri manu capiti Confirmandi rite imposita”.
240 AUSTIN G., «The essential Rite of Confirmation», EL 86 (1972) 214-224.
241 Rituale Romanum ex Decreto Sacrosancti Oecumenici Concilii Vativani II instauratum auctoritate Pauli PP. VI
promulgatum Ordo Confirmationis, Editio typica altera, Typis Polyglottis Vaticanis, Città del Vaticano 1973.
242 KLEINHEYER B., «Le nouveau rituel de la confirmation», LMD 110 (1972) 51-71; LIGIER L., «La confirma-
tion en Orient et en Occident du nouveau rituel romain», Gregorianum 53 (1972) 267-321; NOCENT A., «Una
catéchèse difficile: la confirmation», Lumen Vitæ 27 (1972) 625-638; ID., «Vicissitudes du rituel de la confir-
mation», NRTh 94 (1972) 705-720; ID., «Riflessioni sul Nuovo Ordo confirmationis», RL 59 (1972) 625-638;
FALSINI R., «Confermazione», L 438-463.
243 OC 22: “Apostoli, qui die Pentecostes, secundum Domini promissionem, Spiritum Sanctum acceperant,
potestatem habebant opus Baptismi per donationem Spiritus Sancti perficiendi, sicut legimus in Actibus
Apostolorum. Cum santus Paulus super quosdam baptizatos manus imposuisset, venit Spiritus Sanctus
super eos, et loquebantus linguis et prophetabant... Donatio Spiritus Sancti, quem accepturi estis,
52 Liturgia de los Sacramentos
La crismación
La nueva fórmula de la crismación es muy rica, ya que expresa una teología un poco
más profunda del Sacramento247. Se sigue el beso de paz en substitución de la palmada
en la mejilla, como signo de agregación a la Iglesia.
dilectissimi, signaculum erit spiritale, quo vos Christi conformes et Ecclesiæ eius membra perfectius fietis...
Vos ergo, qui iam baptizati estis, nunc accipietis virtutem Spiritus eius et cruce eius in fronte signabimini.
Testimonium igitur Passionis et Resurrectionis eius coram mundo perhibere debebitis, ita ut conversatio
vestra, ut ait Apostolus, sit in imno loco bonus odor Christi. Cuius mysticum corpus, quod est Ecclesia, Dei
populus, diversas ab eo accipit gratias, quas idem Spiritus Sanctus singulis dividit ad ædificationem
corporis in unitate et caritate...”.
244 OC 23.
245 OC 24-25.
246 “Deus omnipotens, Pater Domini nostri Iesu Christi, qui hos famulos tuos regenerasti ex aqua et Spiritu
Sancto, liberans eos a peccato, tu, Domine, inmitte in eos Spiritum Sanctum Paraclitum; da eis spiritum
sapientiæ et intellectus, spiritum consilii et fortitudinis, spiritum scientiæ et pietatis; adimple eos spiritu
timoris tui. Per Christum Dominum nostrum. Amen.”
247 OC 26-29.
248 OC, Prænotanda 1: “Baptizati iter christianæ initiationis prosequuntur per sacramentum confirmationis,
quo effusum accipiunt Spiritum Sanctum qui super apostolos die Pentecostes a Domino missus est”.
249 CEC 1285; LG 11; cf. OC Prænotanda 2: “Ac donatione Spiritus Sancti fideles perfectius Christo
Eucaristía
L
a Iniciación Cristiana sin Eucaristía no era posible concebirla en la antigüedad
cristiana —por ser la Eucaristía el culmen de la Iniciación Cristiana—, donde se
procuraba subrayar tanto el ligamen de los tres Sacramentos como su orden. Co-
mo bien se sabe, esta tradición se conserva aún en las liturgias orientales lo mismo que
en el esquema de las liturgias occidentales, salvo algunas modalidades. Por ejemplo un
ritual parisino, junto con otros rituales de la época, en torno al siglo XIV, menciona
también la comunión del niño256. Recordamos, además, el particular ritual de comunión
de la Tradición Apostólica de Hipólito de Roma257. Al inicio del siglo VI en Roma, las cos-
tumbres descritas por Hipólito se practicaba aún258. La catequesis de los Padres, como
por ejemplo la de san Ambrosio, muestran que la Eucaristía realiza plenamente la in-
corporación a Cristo, que el Bautismo y la Confirmación han comenzado259.
gratias agat panem quidem in exe(m)plum, quod dicit gr(a)ecus antitypum, corporis Chr(ist)i; calicem uino
mixtum propter antitypum, quod dicit græcus similitudinem, sanguinis quod effusum est pro omnibus qui
crediderunt in eum; lac et melle mixta simul ad plenitudinem promissionis quæ ad patres fuit, qua[m] dixit
terram fluentem lac et mel, qua[m] et dedit carnem suam Chr(istu)s, per quam sicut paruili nutriuntur qui
credunt, in suauitate uerbi amara cordis dulcia efficiens; aquam uero in oblationem in indicium lauacri, ut
et interior homo, quod est animale, similia consequa[n]tur sicut et corpus. De uniuersis uero his rationem
reddat episcopus eis qui percipiunt. Frangens autem panem, singulas partes porrigens dicat: Panis cælestis
in Chr(ist)o Ie(s)u. Qui autem accipit respondeat: Amen. Præsbyteri uero si non fuerint sufficientes, teneant
calices et diacones, et cum honestate adstent et cum moderatione: primus qui tenet aquam, secundus qui
lac, tertius qui uinum. Et gusten qui percipient de singulis ter dicente eo qui dat. In d(e)o patre
omnipotenti. Dicat autem qui accipit: Amen. Et d(omi)no Ie(s)u Chr(ist)o. Et sp(irit)u s(an)c(t)o et sancta
ecclesia. Et dicat: Amen. Ita singulis fiat. Cum uero hæc fuerint, festinet unusquisque operam bonam
facere”.
258 CHAVASSE A., «La liturgie de la Ville de Rome du Ve au VIIIe siècle. Une liturgie conditionnée par
l’organisation de la vie in Urbe et extra muros», AnLit 18 (StAns 112) Roma 1993, 253-259.
259 OBP Prænotanda 2; cf. Jn 6, 55; AUGUSTINUS, De civitate Dei X, 6: PL 41, 284; LG 11; PO 2.
54 Liturgia de los Sacramentos
260 DS 812: “Omnis utriusque sexus fidelis, postquam ad annos discretionis perveniret, omnia sua solus
peccata saltem semel in anno fideliter confiteatur proprio sacerdoti, et iniunctam sibi pænitentiam pro
viribus studeat adimplere, suscipiens reverenter ad minus in Pascha Eucharistiæ sacramentum, nisi forte
de consilio proprii sacerdotis ob aliquam rationabilem causam ad tempus ab eius perceptione duxerit
abstinendum...”.
261 Mt 26, 26 ss.; Mc 14, 22 ss.; Lc 22, 19 s.
262 1 Cor 11, 23 ss.
263 1 Tm 3, 15.
264 DS 1636-1637.
265 Sal 110, 4.
266 1 Cor 11, 25.
Liturgia de los Sacramentos 55
do. Ahora bien, quiso que este Sacramento se tomara como espiritual alimento de las
almas267 por el que se alimenten y fortalezcan268 los que viven de la vida de Aquel que
dijo: El que me come a mí, también él vivirá por mí269, y como antídoto por el que seamos
liberados de las culpas cotidianas y preservados de los pecados mortales. Quiso tam-
bién que fuera prenda de nuestra gloria futura y perpetua felicidad, y juntamente sím-
bolo de aquel solo cuerpo, del que es El mismo la cabeza270 y con el que quiso que noso-
tros estuviéramos, como miembros, unidos por la más estrecha conexión de la fe, la
esperanza y la caridad, a fin de que todos dijéramos una misma cosa y no hubiera entre noso-
tros escisiones 271.
La santísima Eucaristía tiene en común con los demás Sacramentos «ser símbolo de una
cosa sagrada y forma visible de la gracia invisible»272; mas se halla en ella algo de exce-
lente y singular, a saber: que los demás Sacramentos entonces tienen por vez primera
virtud de santificar, cuando se hace uso de ellos; pero en la Eucaristía, antes de todo
uso, está el autor mismo de la santidad273. Todavía, en efecto, no habían los Apóstoles
recibido la Eucaristía de mano del Señor274, cuando Él, sin embargo, afirmó ser verda-
deramente su cuerpo lo que les ofrecía; y esta fue siempre la fe de la Iglesia de Dios: que
inmediatamente después de la consagración está el verdadero cuerpo de Nuestro Señor
y su verdadera sangre juntamente con su alma y divinidad bajo la apariencia del pan y
del vino; ciertamente el cuerpo, bajo la apariencia del pan, y la sangre, bajo la aparien-
cia del vino en virtud de las palabras; pero el cuerpo mismo bajo la apariencia del vino
y la sangre bajo la apariencia del pan y el alma bajo ambas, en virtud de aquella natural
conexión y concomitancia por la que se unen entre sí las partes de Cristo Señor que resu-
citó de entre los muertos para no morir más275; la divinidad, en fin, a causa de aquella su
maravillosa unión hipostática con el alma y con el cuerpo276. Por lo cual es de toda ver-
dad que lo mismo que lo mismo se contiene bajo una de las dos especies que bajo am-
bas especies. Porque Cristo, todo e íntegro, está bajo la especie del pan y bajo cualquier
parte de la misma especie, y todo igualmente está bajo la especie de vino y bajo las par-
tes de ella277.
Cristo Redentor nuestro dijo ser verdaderamente su cuerpo lo que ofrecía bajo la apa-
riencia de pan; de ahí que la Iglesia de Dios tuvo siempre la persuasión y ahora nueva-
mente lo declara en este santo Concilio que por la consagración del pan y del vino se
realiza la conversión de toda la substancia del pan en la substancia del cuerpo de Cristo
Señor nuestro, y de toda la substancia del vino en la substancia de su sangre. La cual
legendo ea «in onmibus Scripturis quae de ipso erant» (Lc. 24, 27), Eucharistiam celebrando in qua «mortis eius
victoria et triumphus repraesentatur» , et simul gratias agendo «Deo super inenarrabili dono» (2 Cor. 9, 15) in
Christo Iesu, «in laudem gloriae eius» (Eph. 1, 12), per virtutem Spiritus Sancti.”; Conc. Trid., Sess. XIII, 11
Oct. 1551, Decr. de ss Eucharistia, c. 5: Concilium Tridentinum, Diariorum, Actorum, Epistolarum,
Tractaruum nova collectio, ed. Soc. Goerresiana, t. VII Actorum pars IV, Friburgi Brisgoviae 1961, p. 202;
MEYER H. B., Eucharistie. Geschichte, Theologie, Pastoral, Verlag Friedrich Pustet, Regensburg 1989,29-30: “Die
Eucharistiefeier ist das Zentrum des christlichen Gottesdienstes, ja des ganzen Lebens der Kirche und ihrer
Gemeinden. Denn in ihr versammeln sich die Christen immer wieder zur Feier des Pascha-Mysteriums,
empfangen das Heil, das Christus erwirkt hat, verherrlichen Gott, werden in der Kraft des Geistes Christi
zu seinem Leib, zur Kirche zusammengefügt, damit sie sein Gedächtnis feiern und sein Werk fortführen,
bis er wiederkommt... Die Feier der Eucharistie ist von Christus gestiftet «quo Sacrificium Crucis in
saecula, donec veniret, perpetuaret, atque adeo Ecclesiae dilectae Sponsae memoriale concrederet Mortis et
Resurrectionis suae: sacramentum pietatis, signum unitatis, vinculum caritatis, convivium paschale, in quo
Christus sumitur, mens impletur gratia et futurae gloriae nobis pignus datur» (SC 47)... Die Feier der
Liturgia de los Sacramentos 57
litúrgica de la Iglesia, no podemos menos que hablar del mismo ejercicio del sacerdocio
de Cristo285 quien realiza en su Iglesia la obra de la redención286.
Eucharistie ist demgemäß der zentrale Anlaß, zu dem sich die Christen seit den Tagen der Apostel
versammeln, um sich mit Christus und in ihm auch untereinander zu verbinde, seines ein für allemal
vollbrachten Heilswerkes sowie seiner Verheißungen teilhaft zu werden und Gott durch ihr lobpreisendes
Gedenken zu verherrlichen”.
285 SC 7: “Merito igitur Litugia habetur veluti Iesu Christi sacerdotalis muneris exercitatio, in qua per signa
sensibilia significatur et modo singulis proprio efficitur sanctificatio hominis, et a mystico Iesu Christi
Corpore, Capite nempe eiusque membris, integer cultus publicus exercetur. Proinde omnis liturgica
celebratio, utpote opus Christi sacerdotis, eiusque Corporis, quod est Ecclesia, est actio sacra praecellenter,
cuius efficacitatem eodem titulo eodemque gradu nulla alia actio Ecclesiae adaequat”.
286 SC 2: “Liturgia enim, per quam, maxime in divino Eucharistiae Sacrificio, «opus nostrae Redemptionis
exercetur» summe eo confert ut fideles vivendo exprimant et aliis manifestent mysterium Christi et genui
[98] nam verae Ecclesiae naturam...”; cf. Secreta dominicae IX post Pentecosten. [MR 1975: Super oblata
feriae V in Cena Dominicae II per anum.]
287 SC 7: “Ad tantum vero opus perficiendum Chritus Ecclesiae suae semper adest, praesertim in actionibus
liturgicis, Praesens adest ne Missae Sacrificio cum in ministri persona, «idem nunc offerens sacerdotum
ministerio, qui seipsum tunc in cruce obtulit», tum maxime sub speciebus eucharisticis. Praesens adest virtute
sua in Sacramentis, ita ut cum aliquis baptizat, Christus ipse baptizet”; Conc. Trid., Sess. XXII, 17 Sept. 1562
, Doctr. de ss. Missae sacrificio, c 2: Concilium Tridentinum, ed. cit., t. VIII. Actorum pars V, Friburgi
Brisgoviae 1919, p. 960; cf. S. Augustinus, In Ioannis Evagelium tract. 6, cap. I, n. 7: PL 35, 1428.
288 EuMy 9: “Ad pentiorem intelligentiam eucharistici mysterii assequendam instruantur fideles etiam circa
modos præcipuos quibus ipse Dominus Ecclesiæ suæ, in celebrationibus liturgicis, præsens adest. Præsens
semper adest in cœtu fidelium in suo nomine congregato (cf. Mt 18, 20). Præsens etiam adest in verbo suo,
siquidem ipse loquitur dum sacræ Scripturæ in Ecclesia leguntur. In eucharistico vero Sacrificio præsens
est cum in ministri persona «idem nunc offerens sacerdotum ministerio, qui se ipsum tunc in Cruce
obtulit», tum, ac quidem maxime, sub speciebus eucharisticis. In illo enim Sacramento, modo singulari,
adest totus et integer Christus, Deus et homo, substantialiter et continenter. Hæc præsentia Christi sub
Speciebus «realis dicitru non per exclusionem, quasi aliæ reales non sint, sed per excellentiam»“; cf. SC 7;
Conc. Trid. Sess. XXII, Decr. de Missa, cap. 2: DS 1743; cf. PAULUS VI, «Littera encyclica Mysterium fidei»:
AAS 57 (1965) 746.
289 PO 5; SC 33.
290 Cf. Conc. Trid., Sesión XXII, cap. 1: DS 1740; cf. PABLO VI, Solemne profesión de fe, del 30 de junio de
Ofrenda de la Iglesia
En orden a la Celebración Eucarística, la comunidad se reúne en torno al altar junta-
mente con el sacerdote quien resalta en su persona el sujeto de la Eucaristía291, por esta
razón que a través de Cristo la comunidad, unida por la fe y la caridad292, agradece y
ofrece en un misma acción sagrada, de esto se desprende que293:
En la celebración de la Misa, los fieles constituyen la nación consagrada, el
pueblo que Dios adquirió para sí y el sacerdocio real, que da gracias a
Dios, ofrece, no sólo por manos del sacerdote, sino juntamente con él, la
hostia inmaculada y aprende a ofrecerse con ella294. Procuren pues
manifestar eso por el profundo sentido religioso y por la caridad hacia los
hermanos que toman parte en la misma celebración.
Conclusión
En la Eucaristía la Iglesia entra en la dimensión de la auto donación u ofrenda de sí que
Cristo realizara, por ello que todos y cada uno de nosotros estamos llamados a entrar en
la misma dinámica —en la medida de lo posible—, para vivir aquel binomio que me
impresiona por sus implicaciones de vida y santidad: agradecer y ofrecerse. Al hacerlo
así, la Celebración se convierte en nuestro propio sacrificio, la expresión completa de
nuestro rendirnos a Dios y a su voluntad, de otro modo, tendríamos una participación
meramente hipócrita o inconsciente295 —en el mejor de los casos— y lo que se pide es
que la participación sea activa296.
291 Cf. IGMR, Proemio 5; EuMy 3 c: “Celebratio eucharistica, quæ fit in Missa, est actio non solum Christi,
sed etiam Ecclesiæ. In ea enim Christus, incruente per sæcula perpetuans sacrificium in cruce peractum,
seipsum Patri in salutem mundi ministerio sacerdotum offert. Ecclesia vero, sponsa et ministra Christi, una
cum ipso munere fungens sacerdotis et hstiæ, eum Patri offert et simul seipsam totam offert cum eo. Hoc
modo Ecclesia, præsertim in magna prece eucharistica, una cum Christo, gratias agit Patri in Spiritu Sancto
pro omnibus bonis quæ in creatione et, præclaro quidem modo, in mysterio paschali hominibus confert,
illumque pro adventu” regni sui obsecrat”; cf. SC 47-48; cf. DS 1741; cf. LG 11; PO 2, 5; cf. PIUS XII, «Litt.
encycl. Mediator Dei»: AAS 39 (1947) 552; PAULUS VI, «Litt. encycl. Mysterium fidei»: AAS 57 (1965) 761.
292 EuMy 12: “effectum non habet nisi in illis qui Passioni Christi coniunguntur per fidem et caritatem... Illis
tamen prodest plus vel minus, secundum modum devotionis eotum”; S. THOMÆ AQ., Summa Theol. III, q.
79, a. 7, ad 2.
293 IGMR 62;
294 Cf. SC 48; EuMy 12: “Explanetur igitur, omnes qui ad Eucharistiam congregantur esse illam plebem
sanctam, quæ una cum ministris in sacra actione partem habet. Solus quidem sacerdos, prout Christi
personam gerit, panem et vinum consecrat. Actio tamen fidelium in Eucharistia in eo est posita ut memores
passionis, resurrectionis et gloriæ Domini, gratias Deo agant, et immaculatam hostiam non tantum per
sacerdotis manus, sed etiam una cum ipso offerant; et, per susceptionem corporis Domini, communio
illorum cun Deo, et inter se, ad quam participatio sacrificci Missæ ducere debet, perficiatur. Nam perfectior
Missæ participatio habetur cum ipsi, rite dispositi, in ipsa Missa sacramentaliter corpus Domini sumunt,
obtemperantes verbis ipsius dicentes: «Accipite et mnducate»“; cf. SC 55.
295 EMMINGHAUS J. H., The Eucharist. Essence, Form, Celebration, The Liturgical Press, Collegeville 1992, xxi.
296 SC 14: “Valde cupit Mater Ecclesia ut fideles universi ad plenam illam, consciam atque actuosam
quam populus christianus, «genus electum, regale sacerdotium, gens sancta, populus adquisitionis» (1 Petr. 2, 9;
cf. 2, 4-5), vi Baptismatis ius habet et officum. Quæ totius populi plena et actuosa participatio, in
instauranda et fovenda sacra Liturgia, summopere est attendenda: est enim primus, isque necessarius fons,
e quo spiritum vere christianum fideles hauriant; et ideo in tota actione pastorali, per debitam
institutionem, ab animarum pastoribus est sedulo adpetenda”; EuMy 12; EMMINGHAUS J. The Eucharist,
xxiii: “A principal mark of the Mass liturgy, then, is its community character. It brings Christians together
in the name of Jesus and involves the active participation of God’s people in the Eucharist. A fundamental
principle governing this participation is that each person should do that, and only that, which in keeping
with «his proper role»“.
297 LG 11; CEC 1324.
298 CEC 1325.
299 Lc 22, 19: “kai\ labw/n a)/rton eu) x aristh/ s aj e)/klasen kai\ e)/dwken au)toi=j le/gwn! tou=to/ e)stin
to\ sw=ma/ mou to\ u(pe\r u/mw=n dido/mevov! tou=to poiei=te ei(j th\n e)mh\n a)na/mnhsin”; 1 Cor 11, 24: “kai\
eu) x aristh/ s aj e)/klasen kai\ ei)=pen! tou=to/ mou/ e)stin to\ sw=ma to\ u(pe\r u(mw=n! tou=to poiei=te ei(j
th\n e)mh\n a)na/mnhsin”.
300 A propósito de nombres dados a la Eucaristía, presento algunos autores que tocan ampliamente el tema:
CASEL O., «Mysterium und Martyrium in den römischen Sakramentaren», JLW 2 (1922), 18-38,
especialmente 18-23; LECLERQ H., «Messe XL. Les nomes de la mese», DACL 11/1, 1933, 766-770; BETZ J.,
«Sacrifice et action de grâce», LMD 87 (1966), 78-96; BLAISE A., Le vocabulaire latin des principaux thèmes
liturgiques. Ouvrage revue par A. DUMAS, Turnhout 1966, 379-410; ASHWORTH H., «De Cena Domini», Not 6
(1970), 141-149; JUNGMANN J. A., «“Abendmahl” als Name der Eucharistie», ZKTh 93 (1971), 91-94; FISCHER
B., «“Realisieren”, was Eucharistie ist», TThZ 86 (1977), 1-10; KRETSCHMAR G., «Abendmahl III/1. Alte
Kirche», TRE 1 (1977), 59-89; SCHERMANN T., «Eucharistia und eucharistein in ihrem Bedeutungswandel bis
200 n. Chr.», Ph 69 (1910), 375-410; TALLEY T. J., «De la “berakah” à l’Eucharistie», LMD 125 (1975), 11-39;
GY P.-M., «Eucharistia et “ecclesia” dans le premier vocabulaire de la liturgie chrétienne», LMD 130 (1977),
19-34; HÄUßLING A. – BIEDERMANN H. M., «Eucharistie», LMA 4 (1987), 68 s.; DÖLGER F. J., «Zu den
Zeremonien der Meßliturgie III. Ite, missa est in kultur- und sprachgeschichtlicher Beleuchtung», AuC 6
(1940/1950), 81-132; JUNGMANN J. A., «Zur Bedeutungsgeschichte des Wortes missa», ZKTh 64 (1940), 26-37;
PAX E., «Zur Deutung des Wortes missa ‘Messe’», Die Sprache 1 (1949), 87-100; PAGLIARO A., Da missa est a
Missa “Messa”, en Atti della Accademia nazionale dei Lincei, Rendiconti, Classe di scienze mor., stor. e filol.
10, 3-4, Roma 1955, 104-135; COPPO A., «Una nuova ipotesi sull’origine di “Missa”», EL 71 (1957), 225-267;
JIMENES DELGADO J., «Interpretación semántica de la palabra ‘misa’», Salmanticensis 4 (1957), 461-473;
MOHRMANN CH., «Missa», VigChr 12 (1958), 67-92; GAMBER K., «Die Bedeutung von missa als Opfer (des
Lobes) – hostia (laudis)», HlD 14 (1960), 90-93; JUNGMANN J. A., «Von der “Eucharistia” zur “Messe”»,
ZKTh 89 (1967), 29-40; VON ALLMEN J. J., Ökumene mit Herrenmahl, Kassel 1968, 120s.; PINELL J., «Missa II»,
LitWo 2 (1968), 1731s.; GRIFFE E., «La Signification du mot “Missa”», BLE 75 (1974), 133-138.
301 CEC 1328-1332; cf. 1 Cor 11, 20; cf. Ap 19, 9; cf. Mt 14, 19; 15, 36; Mc 8, 6. 19; Lc 24, 13-35; cf. Hch 2, 42. 46;
20, 7. 11; 1 Cor 10, 16-34; Hch 13, 15; cf. 1 Pe 2, 5; Constituciones Apostólicas 8, 13, 12; Didaché 9, 5; 10, 6; MEY-
ER B. H., Eucharistie, 34-43.
60 Liturgia de los Sacramentos
En cuanto tal la Eucaristía es un signo de salvación que se sitúa dentro del mismo con-
texto salvífico, en fuerza del único sacrificio de Cristo celebrado por una comunidad
que se mueve sobre dos grandes ejes302: el primero como anuncio de salvación que se
representa en la Liturgia de la Palabra303 y el segundo que actualiza el misterio de nues-
tra salvación en la Liturgia Eucarística304. A este propósito será conveniente detallar las
diversas partes de la celebración Eucarística con algunos esbozos de su desarrollo a lo
largo de la historia305.
Con la finalidad de que el Rito de la Celebración Eucarística sea estudiado en la mayo-
ría de los detalles posibles, emplearé la nomenclatura del Ordo Missæ del Missale
Romanum306; posteriormente haré uso del Ceremonial de Obispos307 a fin de que tenga-
mos la oportunidad de tener una visión general de cada momento celebrativo. Por lo
que se refiere a los Ordenamientos generales de la Celebración, anexo la Instrucción
General para el uso del Misal Romano —a la que me referiré frecuentemente— de mo-
do que tengamos todos los lineamientos a la mano.
302 IGMR 8.
303 BOROBIO D., Sacramentos, 117-118: “Puede decirse que, en condiciones normales, no hay encuentro hu-
mano, ni reunión, ni asamblea, en los que la Palabra o comunicación oral no juegue un papel importante.
La palabra es expresión de la interioridad, medio de comunicación, llamada al encuentro y al diálogo, epi-
fanía personal y puerta de acceso al misterio del otro. Pero la palabra cobra muchos sentidos según la in-
tención y la forma como se pronuncia o proclama. También en la asamblea Eucarística tiene un puesto
primordial la Palabra. En la Eucaristía la Palabra se proclama y se anuncia, se explica y se aplica, se hace
oración y canto, diálogo y respuesta, acontecimiento y celebración. Esta Palabra, aun siendo palabra huma-
na, no es sólo palabra de hombre, es sobre todo «Palabra de Dios». Y esto, no sólo porque nos habla de Dios
y sobre Dios, sino porque en ella y a través de ella habla Dios mismo. Por ello, el carácter dialógico, la ver-
dad y la inteligibilidad de esta Palabra son especiales, y no pueden identificarse con la Palabra simplemen-
te humana”; cf. IGMR 8, 9, 33, 34, 41; SC 35, 51; DV 21.
304 BOROBIO D., Sacramentos, 127-133; IGMR 48, 49.
305 En este punto evito tratar concienzudamente el origen y la evolución de la celebración eucarística, ya
que ello nos llevaría concretamente a otro punto del tema en cuestión. Sin embargo, en atención al interés
que la materia produce, quiero ofrecer algunos puntos de apoyo para una reflexión y estudio: VISENTIN P. –
SARTORE D., «Eucaristia», L 736-760; BENOÎT P, I racconti dell’Istituzione dell’Eucaristia e loro portata, (Esegesi e
teologia) Paoline, Roma 1964, 165-204; GALBIATI E., L’Eucaristia nella bibbia, Jaka Book, Milán 1968; BOUYER
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306 MISSALE ROMANUM ex decreto Sacrosancti Oecumenici Concilii Vaticani II instauratum auctoritate PAULI
Pp. VI promulgatum IOANNIS PAULI Pp. II cura recognitum, Editio Typica tertia, Typis Vaticanis, Ciudad
del Vaticano 2002.
307 Ceremonial de los Obispos. Renovado según los decretos del Sacrosanto Concilio Vaticano II y Promulgado por la
autoridad del Papa Juan Pablo II. Versión Castellana para América Latina, Consejo Episcopal Latinoamericano,
Departamento de Liturgia, Centro de publicaciones del CELAM, Bogotá 19912.
Liturgia de los Sacramentos 61
Ritos iniciales
«La finalidad de estos ritos es hacer que los fieles reunidos constituyan una comunidad
y se dispongan a oír como conviene la Palabra de Dios y a celebrar dignamente la Euca-
ristía»308. Esta parte preparatoria se compone de canto de entrada309, saludo310, acto pe-
nitencial311, Kyrie eleison312, Gloria313 y Oración Colecta314. Ahora bien, sin entrar en los
detalles, indicaré los elementos que con el tiempo se fueron incluyendo a un esquema
muy sencillo.
Preparación
Por la naturaleza de la Celebración Eucarística, es menester significar de manera sim-
ple, digna y solemne que ella resume en sí misma toda la tradición de fe de la Iglesia,
por esa razón que los elementos con los que se cuenta para la celebración, deben propi-
ciar dicho encuentro de la siguiente manera315:
117. Altare una saltem tobalea albi coloris cooperiatur. Super ipsum vero aut iux-
ta ipsum duo saltem in omni celebratione, vel etiam quattuor aut sex, praesertim
si agitur de Missa dominicali vel festiva de praecepto, vel, si Episcopus dioecesis
celebrat, septem candelabra cum cereis accensis ponantur. Item super altare vel
prope ipsum habeatur crux, cum effigie Christi crucifixi. Candelabra autem et
crux effigie Christi crucifixi ornata in processione ad introitum afferri possunt.
Super ipsum altare poni potest, nisi in processione ad introitum deferatur, Evan-
geliarium a libro aliarum lectionum distinctus.
118. Item parentur:
• iuxta sedem sacerdotis: missale et, pro opportunitate, libellus cantu-
um;
• in ambone: lectionarium;
nas de todas aquellas cosas que se necesitan para la Celebración, a saber: “a) En el presbiterio y en su lugar
correspondiente: El Misal, el Leccionario, Plegarias Eucarísticas para los concelebrantes, Texto para la oración
universa, tanto para el Obispo como para el diácono, Libro de cantos, Cáliz de suficiente capacidad, corpo-
ral, purificadores, palangana, jarra con agua y toalla, recipiente con agua para ser bendecida cuando se usa
en el acto penitencial, patena para la comunión de los fieles; b) En un lugar adecuado: Pan, vino y agua; c) En
el «secretarium»: El Evangeliario, incensario y la naveta con incienso, Cruz para ser llevada en la procesión,
siete (o por lo menos dos) candeleros con cirios encendidos; y además: para el Obispo: Palangana, jarra con
agua y toalla, amito, alba, cíngulo, cruz Pectoral, estola, dalmática, casulla (palio, para el metropolitano),
solideo, mitra, anillo, báculo; para los concelebrantes: amitos, albas, cíngulos, estolas, casullas; para los
diáconos: amitos, albas, cíngulos, estolas, dalmáticas; para los demás ministros: amitos, albas, cíngulos; o
sobrepellices para revestirlas sobre la sotana; u otras vestiduras legítimamente aprobadas. Las vestiduras
litúrgicas deben ser del color de la Misa que se celebra, o de color festivo (IGMR 310)”.
62 Liturgia de los Sacramentos
Canto de entrada
Historia
Para entrar en el desarrollo histórico, será menester hablar en un primer momento del
introitus en cuanto tal. Para ello veamos la primera referencia que encontramos en los
OR317 sobre el introitus:
Et mox incipit prior scolae antiphonam ad introitum, subdiaconi de scola levant
planetas cum sinu, quorum vocem diaconi dum audierint, continuo intrant ad
pontificem in secretarium.
Se aprecia cómo en este OR I se menciona claramente el inicio de una antiphona ad
introitum cantada por la schola cantorum, en un ambiente de celebración romana, con la
presencia del pontífice y otros “órdenes” jerárquicos y dignatarios, mientras se celebra
la misa pontifical. El tiempo de composición del OR I, se le ubica en torno al 775-787 y
presenta la liturgia en la ciudad de Roma de los siglos V al VII318. De este modo logra-
mos apreciar como en aquella época ya aparecía clara la noción de una antiphona ad in-
316 Cf. Instructio interdicasterialis de quibusdam quaestionibus circa fidelium laicorum cooperationem
sacerdotum ministerium spectantem, Ecclesiae de mysterio, diei 15 augustii 1997, art. 6: AAS 89 (1997) 869.
317 OR I, 44.
318 NIKEL E., Geschichte der Katholischen Kirchenmusik, Franz Goerlich, Breslau 1908, nos presenta una versión
de aparición del introitus que sería muy rebatida: “In der römischen Liturgie dürfte der Introitus erst durch
den Papst Coelestin I. (432) eingeführt worden sein... Ein späteres Zeugnis sind die römischen Ordines”.
Liturgia de los Sacramentos 63
troitum. Es en este momento cuando hay que delimitar los términos que nos presentan
las fuentes, como por ejemplo ‘antiphona’ e ‘introitus’. Bien, la ‘antiphona’ es, según los
libros con notación, una pieza de canto, generalmente breve (uno o dos versos), tomada
de la Escritura, preferentemente un salmo319 y que se canta alternantemente320.
El canto de ingreso321 se le atribuye al Papa Celestino I (422-431) por el Liber
Pontificalis322 que presenta un esquema simplísimo de la celebración. Como quiera que
sea, el canto de entrada muestra la preocupación pastoral de invitar a la asamblea a
participar. El uso de incensario en este momento, proviene del mismo Ordo I323 y que
fue tomado de la usanza civil de preceder con incienso carburante y cirios a las
autoridades.
Sentido
El canto en la Iglesia tiene una dimensión propia de alabanza que pone de manifiesto la
alabanza dirigida a Dios, de modo que en cada momento en que la liturgia alaba a su
Señor, lo hace en relación con el momento celebrativo mismo. Es por lo tanto «la prime-
ra expresión de la fe, la unidad, el sentido de la celebración y la alegría de hermanos
que se reencuentran entre ellos y con su Padre Dios»324.
Qui [...] cantat laudem, non solum laudat, sed etiam hilariter; qui cantat laudem,
non solum laudat, sed et amat eum quem cantat325.
El pueblo que peregrina lo hace en atención a una llamada de Cristo que congrega a su
pueblo, por ello que el canto de entrada tiene propiamente el tinte de himno que pro-
clama al Señor victorioso que nos reúne en su nombre.
319 HUGLO, M., Les livres de Chant liturgique, Brepols, Turnhout 1988, 21. 23-25: “Dans le graduel de la messe,
le premier et le dernier chant du Propre sont des antiennes un peu plus développées qu’à l’Office: ad
introitum et ad communionem”.
320 Cf. JUNGMANN, The Mass of the Roman rite (Missarum sollemnia), I, Christian Classics, Inc, Westminster
Maryland 1992, 321: α)ντιϕωνη/ en el griego antiguo consistía en cantar octavas a dos coros que cantaban la
misma melodía, sea alternadamente o juntos; PALAZZO E., Le Moyen Age. Des origines au XIIIe siècle,
Beauchesne, Paris 1993, 86: “Parmi les chants de la messe, il faut distinguer ceux dont la pièce change d’un
jour á l’autre (cantos del propio) de ceux invariables quelle que soit la fête (cantos del ordinario)”;
HARNONCOURT, P., Was sind “Meßgesänge?”, en Mehr als Worte sagt ein Lied, Hsg. von Schützeichel H.,
Herder, Freiburg-Basel-Wien 1990, 72: “Die liturgischen Meßgesänge (mit genau vorgeschreibenem
lateinischem beziehungweise griechischem Text) waren die bleichbleibenden Stücke des Ordinariums
Missae (Kyrie, Gloria, Credo, Sanctus, Agnus Dei) und die von Messe zu Messe veränderlichen Stücke des
Proprium Missae (Introitus, Graduale, Alleluja oder Tractus, eventuell Sequenz, Offertorium, Commu-
nio)”.
321 CABROL F., «L'Introït de la Messe», RGr 25, Desclée 1936, 41-44, 81-90; STÄBLEIN B., «Introitus», MGG VI,
1375-1382; LECLERCQ H., «Introït», DACL 7, 1213; CALLEWAERT C., «Introitus», EL (1938) 487; JUNGMANN, J.
A., The Mass, 320-333; PALAZZO, Le Moyen Âge. Des origines au XIIIe siècle, Beauchesne, Paris 1993, 86; FROGER
J., «Le chant de l’introït», EL 21 (1948) 248-255.
322 “Hic ... constituit ut psalmi David CL ante sacrificium psalli antephoniam ex omnibus, quod ante non
Comisión Episcopal de Pastoral Litúrgica, Obra Nacional de la Buena Prensa, México 1989; IGMR 25.
325 AUGUSTINUS, Enarr. in ps. 72,1 (ed. Dekkers Fraipont: CCL 39, 986 44ss).
64 Liturgia de los Sacramentos
Modo de celebrar
La rúbrica del MR 2000326 nos presenta lo siguiente:
Populo congregato, sacerdos cum ministris ad altare accedit, dum cantus
ad introitum peragitur.
En concreto, se sugiere tomar en cuenta todo lo que los documentos post conciliares
han propuesto sobre el canto de entrada. Es decir la Constitución Dogmática sobre la
Sagrada Liturgia define la naturaleza del canto así como las condiciones necesarias para
que se hable de canto litúrgico327 como canto de la Iglesia que ha atravesado por diver-
sas etapas de formación y de constitución del repertorio musical, que en la SC 112 lee-
mos así:
Musica traditio Ecclesiae universae thesaurum constituit pretii inaestimabilis,
inter ceteras artis expressiones excellentem, eo praesertim quod ut cantus sacer
qui verbis inhaeret necessariam vel integralem liturgiae sollemnis partem efficit.
Cuando se habla de Musica traditio Ecclesiæ universæ, se entiende justamente aquella
tradición de alabanza, basándose en himnos y cánticos espirituales328 que la hacen ora-
ción sonora y continua, gesto y glorificación que resuenan donde nació: en el culto de la
comunidad329. Por lo tanto es una expresión de carácter eclesiológico y soteriológico,
pues es la asamblea que canta la obra salvadora del resucitado330.
Procesión
Historia
La procesión de entrada tuvo en la antigüedad una nota característica, es decir, la nor-
ma era acceder al presbiterio por el lugar más corto posible, pero conforme se fue desa-
rrollando el rito y en atención a algunas festividades o solemnidades, la procesión se
fue haciendo cada vez más larga, hasta que se realizó a través del pasillo central de la
iglesia. En los primeros siglos la sacristía y otros cuartos de servicio se localizaron cerca
de la entrada del templo, pero en la Edad Media se colocaron cerca del ábside del san-
tuario. Esto fue hecho especialmente en las catedrales e iglesias monásticas donde había
obligación de realizar el oficio en el ‘coro’, por lo que se hizo más sencillo acortar dis-
tancias entre la sacristía y el coro. Incluso, por esta razón que en muchas iglesias cate-
drales y monásticas, el santuario cambió su nombre a “coro”. A causa de este motivo, la
326 OM 1.
327 El canto litúrgico es el canto de la Iglesia que como ministerio litúrgico, brota del ser mismo de la litur-
gia y se nutre de la Palabra de Dios, con la finalidad de santificar a la asamblea y dar gloria a Dios, a través
de una participación activa, consciente y total, que produce frutos de vida eterna.
328 Ef 5, 19-20. Tema que es la fundamentación de San Jerónimo —que pedía no se cantase con la boca— al
Sentido
La procesión de ingreso tiene un significado propio que le viene de la actividad y vida
de la Iglesia en cuanto tal, es decir, caminamos hacia el encuentro de Aquel que nos
llama y que es Señor de la historia, por lo tanto en la procesión se pone de manifiesto la
realidad de la convocación que define a la Iglesia (e)kklesi/a): Comunidad de congre-
gados en torno a Cristo por medio del Espíritu Santo. En otras palabras, la grey se reú-
ne en torno a su Pastor porque oye su voz y responde.
Por otra parte, se resalta la corporeidad mística de la Iglesia que se hace evidente en el
pueblo y en los ministros, donde la diversidad de dones brilla dentro de la única di-
mensión del amor congregante, santificante y edificante.
Modo de celebrar
Quiero en este momento presentar el esquema que nos ofrece el CE, a fin de que poda-
mos tener en cuenta algunos signos importantes de este momento celebrativo333:
Mientras se canta el canto de entrada, se hace la procesión desde el “secretarium”
hacia el presbiterio. Se ordena de esta manera:
331 JUNGMANN J., op. cit., I, 270; EMMINGHAUS J. H., The Eucharist, 107-108; AIGRAIN R., Liturgia. Encyclopedie
populaire des connaissances Liturgiques, Libraire Bloud et Gay, Paris 1930, 520-521.
332 ANDRIEU M., Le Pontifical Romain au Moyen-Age III, Le Pontifical de Guillaume Durand, en StT 88, Biblioteca
334 OR I, 49: “Tunc peraccedens, antequam veniat ad scolam, dividuntur cereostata, <quattuor> ad
presbíteros de quienes presento la semblanza que hace el CE 1984 a propósito del ministerio de que
desempeñan: CE 1984, 20-26: Los presbíteros. “Los presbíteros, aunque no tengan la suprema cumbre del
pontificado y dependan del Obispo en el ejercicio de su potestad, están, sin embargo unidos con él en el
honor del sacerdocio. «Los presbíteros, próvidos cooperadores del orden episcopal y ayuda e instrumento
suyo, llamados para servir al pueblo de Dios, forman, junto con su Obispo, un solo presbiterio. Ellos, bajo
la autoridad del Obispo, santifican y rigen la porción de la grey de Señor a ellos encomendada» (LG 28).
Por consiguiente se recomienda en gran manera que en las celebraciones litúrgicas el Obispo tenga presbí-
teros que lo asistan. Más aún, en la celebración eucarística presidida por el Obispo, los presbíteros concele-
bran con él, para que en la Eucaristía se manifieste el misterio de unidad de la Iglesia, y ellos aparezcan
ante la comunidad como presbiterio del Obispo. Los presbíteros que participan en las celebraciones episco-
pales, hagan sólo aquello que les corresponde como presbíteros (SC 28); si no hay diáconos, suplan algunos
de los ministerios de éste, pero nunca lleven vestiduras propias del diácono. Los diáconos. Entre los minis-
tros ocupan el primer lugar los diáconos, cuyo orden ya desde los primeros tiempos de la Iglesia ha sido
tenido en gran honor. Los diáconos, hombres de buena fama, llenos de sabiduría (Hch 6, 3), ayudados por
la gracia de Dios, deben obrar de tal manera, que sean reconocidos como verdaderos discípulos (Jn 13, 35)
de Aquel, que no vino a ser servido, sino a servir (Mt 20, 28) y que estuvo en medio de sus discípulos como
el que sirve (Lc 22, 27). Fortalecidos con el don del Espíritu Santo, ayudan al Obispo y a su presbiterio en el
ministerio de la Palabra, del altar y de las obras de caridad. Constituidos ministros del altar, anuncian el
Evangelio, sirven en la celebración del Sacrificio y reparten el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Los diáconos
consideren al Obispo como padre y préstenle su ayuda como al mismo Señor Jesucristo, Pontífice eterno,
presente en medio de su pueblo. Pertenece a los diáconos en las acciones litúrgicas: asistir al celebrante,
servir al altar, tanto en lo referente al libro, como al cáliz, dirigir oportunas moniciones al pueblo, proponer
las intenciones de la oración universal y proclamar el Evangelio. Si no está presente ningún otro ministro,
supla él según la necesidad los oficios de los demás (IGMR 71, 127). Si en alguna parte el altar no está de
cara al pueblo, el diácono siempre debe volverse a la asamblea cuando le dirige moniciones. En la celebra-
ción litúrgica que preside el Obispo, haya por lo menos tres diáconos: uno sirva al Evangelio y al altar, y
otros dos que asistan al Obispo. Si son varios, distribuyan entre sí los diversos ministerios, y por lo menos
uno de ello preocúpese de la participación activa de los fieles.
336 CE 1984, 71: “Asimismo hacen genuflexión todos lo que pasan delante del Santísimo Sacramento, a no
Historia
Aparece entorno al siglo V. Las noticias que tenemos son un poco insipientes, pero el
testimonio del OR I —del siglo VIII— presenta la disposición de que antes del saludo a
los fieles se hace una profunda inclinación al altar338, seguida de una signación. Todo
ello fruto de una serie de Ritos que de se desarrollaron en el siglo VII. Curiosamente,
dos son los elementos que en la época recibían especial veneración: Evangeliario y
Altar. Sin embargo, sólo el Altar mantuvo este gesto de veneración al inicio de la
Celebración. Por otra parte, el signo del beso, en el alto Medioevo se extendió hasta el
celebrante que era saludado por algunos de los ministros que le acompañaban, práctica
que se extendió en Francia en varias iglesias no catedrales. El gesto se lo realizó después
del Confiteor 339.
A partir del s. XII se añadió un nuevo objeto de veneración estando de frente al altar, en
concreto hablo del crucifijo, pero a lo largo del Alto Medioevo, este gesto fue pasando
del crucifijo a la pequeña imagen del Señor crucificado que se encontraba al inicio del
Canon Romano en el Misal 340. Dicha imagen se fue desarrollando con esta intención
reverencial y pasó a formar toda una página en el Misal del Pio V sufriendo el efecto de
una “pregnancia”, es decir, de la “T” de Te igitur, a la cruz reverenciable.
337 CE 1984, 119: “Esta Misa, llamada estacional, manifiesta tanto la unidad de la Iglesia local, como la di-
versidad de ministerios alrededor del Obispo y de la Sagrada Escritura”; SC 41: “Quare omnes vitam
liturgicam dioeceseos circa Episcopum, praesertim in ecclesia cathedrali, maximi faciant oportet: sibi
persuasum habentes praecipuam manifestationem Ecclesiae haberi in plenaria et actuosa participatione
totius plebis sanctae Dei in iisdem celebrationibus liturgicis, praesertim in eadem Eucharistia, in una
oratione, ad unum altare cui praeest Episcopus a suo presbyterio et ministris circumdatus”; Cf. IGNATIUS
ANTIOCHENUS, Ad Magn. 7; Ad Phil. 4; Ad Smyn. 8: FUNK F. X. (ed.), cit., I, pp 236, 266, 281.
338 OR I, 49: “...et pertransit pontifex in caput scolae et inclinat caput ad altare, surgens <et orans> et faciens
crucem in fronte sua, et dat pacem uni episcopo de ebdomadariis et archipresbitero et diaconibus omni-
bus.”
339 JUAN DE AVRANCHES, De off. eccl., PL 147, 32 D.
340 Cf. JUNGMANN J., The Mass, 311-313; El Ordo – Missæ de Ausburgo en el siglo XV y XVI dice que con las
palabras Pax Christi besa el Evangelio del día, luego con las palabras Tuam crucem, besa la imagen del Cru-
cificado en el misal.
68 Liturgia de los Sacramentos
Posteriormente se regresó al beso original del altar y se fue revistiendo de una idea de
purificación.
Al solemne beso del altar sigue la incensación que de acuerdo a la IGMR es opcional y
puede ser usado en cualquier tipo de cleberación341, cosa que no sucedía en el Misal de
Pio V, que restrigía su uso a celebraciones solemnes solamente.
Una vez que el paganismo hubo desaparecido, el incienso fue incluido —después del
390— en la celebración dominical en Jerusalen, de modo que en la iglesia de la
Resurrección se encuentra ya una abundante presencia del incienso, conforme al
testimonio de Egeria342. Por su parte san Ambrosio —en el 397— menciona la
incensación del altar343. Otro testimonio es el turíbulo que existe en el bautisterio
lateranense de oro puro y que fuera un regalo del Emperador Constantino. Asimismo la
celebración papal descrita por el OR I, nos ofrece el testimonio del turiferario que
precede al Papa344. Alrededor del siglo IX, el incienso fue usado definitivamente para el
inicio de la Misa, para que después de la confesión del celebrante, ofrece incienso. El
Sacramentario de Amiens presenta dos plegarias para la pertinente benedictio incensi.
Formalmente una incensación del altar se menciona a inicios del siglo XI345. El misal
tridentino hace mención de una incensación al altar, la cruz y las reliquias
Sentido
Dada la especial vinculación existente entre el ministro ordenado y la Eucaristía que
celebra, se puede decir que el altar es el lugar específico de dicha vinculación, ya que es
sobre el altar que el ministro ordenado desarrolla su ministerio, sea de servicio o de
conmemoración —con la confección de las especies consagradas—. Por esta razón que
el beso al altar expresa la específica unión del ministro con el misterio; manifiesta, en-
tonces, la intimidad propia entre el ministro y el misterio. Es un saludar reverentemente
a quien hemos de celebrar346.
La incensación “expresa reverencia y oración, como se da entender en el salmo 140, 2 y
en el Apocalipsis 8, 3”347, por lo que podemos decir que dado que el altar representa a
Jesús, el Señor, entonces se venera con el incienso como un signo externo de la natura-
leza venerable del altar.
Modo de celebrar
Llegando a este punto la rúbrica del MR 2000348 nos dice:
la nueva Alianza, y es el centro de la asamblea sacerdotal que renueva ese mismo Sacrificio”.
347 CE 1984, 84.
348 OM 1; IGMR3 50.
Liturgia de los Sacramentos 69
Cum ad altare pervenerit, facta cum ministris profunda inclinatione,
osculo altare veneratur et, pro opportunitate, crucem et altare incensat.
Postea cum ministris sedem petit.
Por su parte el CE 1984 propone algunos detalles que clarifican un poco mejor el proce-
dimiento349 cuando preside un Obispo:
Todos al entrar al presbiterio, de dos en dos, hacen profunda reverencia al altar.
Los diáconos y los presbíteros concelebrantes suben al altar [presbiterio], lo besan
y luego se dirigen a sus sitios.
Cuando el Obispo llega al altar, entrega al ministro el báculo pastoral, y dejada la
mitra, junto con los diáconos y los otros ministros que lo acompañan, hace una
profunda reverencia al altar. En seguida sube al altar y, a una con los diáconos, lo
besa. Después, si es necesario, el acólito pone de nuevo incienso en el incensario y
el Obispo, acompañado por los dos diáconos, inciensa el altar y la cruz350. Una vez
incensado el altar, el Obispo acompañado por los ministros se dirige a la cátedra
por la vía más corta. Dos diáconos se colocan de pie, uno a cada lado, cerca de la
cátedra para estar preparados a servir al Obispo. Si estos faltan, los suplen dos
presbíteros concelebrantes.
Historia
Que se demuestra en su forma primitiva por un saludo de los fieles antes de las
lecturas, como lo presenta san Agustín351 y que aparece de modo un poco incipiennte en
el OR I, 49:
surgens <et orans> et faciens crucem in fronte sua, et dat pacem uni episcopo de
ebdomadariis.
En el antiguo misal, la señal de la cruz se hacía al principio de las oraciones al pie del
altar, de modo que el signo actual puede ser considerado como una reliquia de este
antiguo rito de las oraciones introductorias. Con todo, el signo de la cruz tiene una
larga tradición a las espaldas, así como una serie de significados, concretamente: la
frente que representa la sede del entendimiento; el pecho la sede del corazón y de los
sentimientos; de hombro a hombro como signo del punto del que surgen los brazos que
serán las herramientas con las que el hombre obtendrá el fruto de su trabajo. Se puede
hablar de que se trata de un gesto elocuente y expresivo de oración, fe y devoción.
Sentido
Con este saludo de corte bíblico, el presidente toma contacto más personal con el pue-
blo de Dios y lo introduce en la liturgia del día, mostrando el vínculo entre la celebra-
ción que se inicia y la vida352.
Por lo que se refiere a la señal de la cruz se puede decir que se trata de un signo de con-
sagración de las personas y de los objetos. Más aún, en el caso de un bautizado, se esta-
blece un vínculo particular entre la signación del bautismo y la de la celebración de un
sacramento, donde se actualiza el don de Dios. Por desgracia, no es un punto profundi-
zado suficientemente por muchos cristianos, de modo que resulta una práctica mera-
mente externa y sin un sentido auténtico.
Modo de celebrar
De acuerdo a lo que nos ofrece el MR 2000353 leemos:
Cantu ad introitum absoluto, sacerdos et fideles, stantes, signant se signo crucis,
dum sacerdos, ad populum conversos, dicit: In nómine Patris, et Fílii, et
Spíritus Sancti. Populus respondet:Amen.
Deinde sacerdos, manus extendens, populum salutat, dicens: Grátia Dómini
nostri Iesu Christi, et cáritas Dei, et communicátio Sancti Spíritus sit cum
ómnibus vobis.
Por su parte el CE 1984 a lo anterior simplemente añade:
Luego el Obispo, extendiendo las manos, saluda a la asamblea, diciendo: La paz
sea con vosotros, u otra de las fórmulas que se encuentran en el Misal. Después el
mismo Obispo, el diácono o uno de los concelebrantes puede hacer a los fieles una
breve introducción sobre la Misa del día354.
El acto penitencial
Historia
En la liturgia sinagogal se celebraba un momento penitencial antes del servicio normal.
A este propósito la Didachê nos habla de confesar los pecados antes de partir el pan355:
Kata\ kuriakh\n de\ kuri/ou sunaxqe/ntej kla/sate a)/rton kai\
eu)xaristh/sate, proecomologhsa/menoi ta\ paraptw/mata u(mw=n,
o(/pwj kaqara\ h( qusi/a u(mw=n $)=.
de haber confesado vuestros pecados para que vuestro sacrificio sea puro”.
Liturgia de los Sacramentos 71
En el antiguo misal se encuentra este acto envuelto con los ritos introductorios. Otro
tipo de ritos penitenciales se realizaban durante la postración del viernes santo.
Aparece en un primer momento en los Ordines VI y X determinando su significado356,
hasta llegar a indicar claramente que el celebrante debe orar por sus propios pecados357.
Nacerá después una fórmula que al inicio era breve e iniciaba con la palabra Confiteor.
Sentido
Así como cada Rito tiene un “leitmotiv”, el Acto Penitencial tiene una dimensión muy
peculiar que se asocia a la acción redentora del Señor Jesús, por lo que es menester en-
trar en una dinámica de conversión y vida358:
La Asamblea inicia la Celebración expresando su conversión a Dios o penitencia.
Responde así a la invitación del Señor: «Conviértanse y crean en la Buena Nue-
va» (Mt 1, 15). También es necesario reconciliarse con los hermanos antes de pre-
sentar la ofrenda del altar (Mt 5, 25). El presidente procura despertar el sentido
personal y comunitario de la Penitencia, o conversión evangélica, pero evita el
examen de conciencia tipo moralista. Se trata de confesar preferentemente la mise-
ricordia de Dios, más bien que confesar los pecados. Es toda la Celebración la que
nos hace salir del pecado y lleva la comunidad a la vida en el Espíritu.
Modo de celebrar
El OM nos propone tres formularios, cada una de las cuales acentúa un carácter propio
del arrepentimiento359; la rúbrica dice360:
Deinde sequitur actus pænitentialis ad quem sacerdos fideles invitat.
Cada una de las fórmulas de invitación denotan la necesidad de conversión, por lo que
conviene aprovechar la riqueza de la Iglesia en el texto Unificado para las naciones de
habla hispana.
El CE 1984361 simplemente añade lo siguiente:
Enseguida el Obispo invita al acto penitencial, que concluye diciendo: Dios todo-
poderoso tenga misericordia. Si es necesario el ministro sostiene el libro. Cuando
y de los hermanos: Yo confieso... En ella pedimos la oración de toda la Iglesia, de los Santos y de la Asam-
blea. Es recomendable para días y tiempos penitenciales. La segunda nos hace esperar la manifestación de
la misericordia de Dios y de su salvación. Es una expresión de confianza del hombre fiel, a partir de su
conciencia de pecado y de mal. Su uso puede ser oportuno en las comunidades más maduras en su fe. La
tercera, de origen oriental, nos lleva a confesar y reconocer que la misericordia de Dios es mayor que nues-
tros pecados. Cristo Señor, vence con su Resurrección la realidad de nuestro pecado. Su uso, sería reco-
mendable los domingos (Día del Señor) y las fiestas. Convendrá que las invocaciones litánicas vayan pre-
cedidas de oportunas invitaciones (tropos) penitenciales que resaltan la idea de nuestro reconocimiento del
señorío de Cristo sobre la historia del pecado del hombre”.
360 Cf. OM 3-6.
361 CE 1984, 132.
72 Liturgia de los Sacramentos
se emplea la tercera fórmula del acto penitencial, el Obispo, el diácono, u otro mi-
nistro idóneo dice las invocaciones.
Kyrie eleison
Historia
Es un punto complicado pues es necesario unirlo en sus comienzos con la oración de los
fieles, dado que era la respuesta propia, empero, podemos dar algunas indicaciones
sobre su origen e ingreso en esta parte de la celebración. Su uso era pagano como una
aclamación de honor dirigida al Emperador o a un dios, y de suyo, no tiene una conno-
tación penitencial363.
De este modo podemos decir que el Ku/rie e)le/hson es una «antigua fórmula en que se
proclama que el Hijo (Ku/rie) conoce nuestra condición humana (e)le/ison), pero que
venció al pecado del mundo, por lo que recibe el nombre de “Señor”»364. De cualquier
modo en sus inicios el Ku/rie e)le/hson era una aclamación bastante conocida para los
primeros cristianos. Será en el s. V que un predicador menciona que los cristianos cla-
maban al sol naciente con la expresión e)le/hson h(ma=j. Propiamente la historia de nues-
tra plegaria cristiana tiene inicio en torno al siglo IV. Ya Egeria nos da algunos testimo-
362 El MR 2000 propone lo siguiente: “Die dominica præsertim tempore paschali, loco consueti actus pæni-
tentialis, quandoque fieri potest benedictio et aspersio aquæ in memoriam baptismi, ut in Appendice II (pp.
1249-1252)”. El apéndice II está bajo el nombre Ordo ad faciendam et aspergendam aquam benedictam que inclu-
ye seis números donde se contiene todo el Rito.
363 DÖLGER F. J., «Sol salutis. Gebet und Gesang mi christlichen Altertum», en LQF 4-5, Münster 1925, 60-
103.
364 La Celebración de la Eucaristía, n. 41.
Liturgia de los Sacramentos 73
nios de su uso en la Jerusalén del año 390, donde el diácono después de las vísperas
intercalará el Ku/rie e)le/hson a cada una de las peticiones que se hagan365. En Antio-
quía al mismo tiempo se dio la modalidad de responder con el Ku/rie e)le/hson después
de las peticiones que varían de acuerdo a cada caso366. Hablamos entonces de una ora-
ción de tipo litánico que adquirió fuerza en la costumbre de la Iglesia.
Sentido
«La liturgia latina conservó esta fórmula en lengua griega para subrayar el sentido
oriental de hexomologuesis, confesión y proclamación del Señorío de Cristo Resucitado
sobre la humanidad y su historia, por lo que tiene un sentido laudativo. Por eso esta
aclamación no es trinitaria, sino cristológica, dirigida a Cristo, Señor por excelencia»367.
Modo de celebrar
La rúbrica del MR 2000 nos dice368:
Sequuntur invocationes Kýrie, eléison, nisi iam præcesserint in aliqua
formula actus pænitentialis.
Gloria
Historia
En el siglo V el primer elemento que entró fue el canto del Gloria in excelsis Deo369 que se
cantaba antes de la celebración de la Navidad, únicamente, y solo cuando el obispo es-
taba presente. Conviene tener presente que el himno del Gloria se hubo compuesto jus-
365 Itinerarium Egeriæ 24, 5: “Et at ubi perdicti fuerint iuxta consuetudinem, lebat se episcopus et stat ante
cancellum, id est ante speluncam, et unus ex diaconibus facit commemorationem singulorum, sicut solet
esse consuetudo. Et diacono dicente singulorum nomina semper pisinni plurimi stant respondentes
semper: kyrie eleyson, quod dicimus nos: miserere Domine, quorum voces infinitæ sunt”.
366 Const. Ap., 8, 6, 9.
367 La Celebración de la Eucaristía, n. 41.
368 OM 7.
369 NOCENT A., Storia della celebrazione dell’Eucaristia, en Anamnesis 3/2, 204-205: “Il Gloria è una delle più
antiche composizioni della Chiesa. Queste venivano chiamate «psalmi idiotici», canti di composizione per-
sonale, mentre i salmi sono ispirati. È noto che quest’inno era cantato nella Liturgia bizantina all’Ufficio del
mattino, l’Orthros. Era così anche a Gerusalemme nel V secolo, secondo la testimonianza del Codex Ale-
xadrinus della Bibbia. … Solo il Vescovo intona quest’inno, a Natale, e mantiene il privilegio per lungo tem-
po: lo nota ancora il Sacramentario gregoriano di Adriano, nella rubrica introduttiva all’Ordinario della Messa
(n. 2: Item dicitur gloria in excelsis deo, si episcopos fuerit, tantummodo die dominico, siue diebus festis). Il Liber
pontificalis attribuisce al papa Simmaco (498-514) l’estensione del Gloria alle domeniche e alle feste dei mar-
tiri. Anche il sacramentario gregoriano nota l’estensione, ma il canto è sempre riservato al vescovo. Il Mi-
crologio di Bernoldo di Costanza, verso la fine dell’XI secolo, ci avverte che anche il semplice prete può into-
narlo, quando lo fa il Vescovo (Micrologus 2; PL 149, 979). Ma si sa dalla rubrica del gregoriano che il prete
poteva farlo anche prima, però solo a Pasqua. Alla fine del XIII secolo, nel Pontificale di Guilaume Durand,
troviamo una serie di ordinamenti che limitano il canto del Gloria e lo proibiscono in certi tempi dell’anno e
in alcune celebrazioni. È noto che il messale romano attuale ne ha ridotto ulteriormente l’uso, abolendolo
nelle celebrazioni semplici e nelle feste minori”; ANDRIEU M., Le Pontifical romain au moyen-âge 3, en StT 88,
Città del Vaticano 1960, 649-651: “Quando Gloria in excelsis Deo dicendum sit vel non…”·
74 Liturgia de los Sacramentos
tamente para la celebración de la Natividad del Señor. Después se difundirá su uso por
concesión papal o episcopal.
Sentido
«El Gloria es un antiquísimo y venerable himno con que la Iglesia congregada en el
Espíritu Santo glorifica a Dios Padre y al Cordero y le presenta sus súplicas»370. Su sen-
tido propio es el de dar Gloria al Señor por su omnipotencia, por su poder y por su mi-
sericordia a favor de su pueblo al que ha bendecido con un sinnúmero de dones, sin
embargo, este sentido es fruto de un desarrollo ulterior dado su origen y uso, por lo que
conviene tener muy en cuenta dichos elementos para no crear falsos sentidos.
Modo de celebrar
En lo tocante a la rúbrica del MR 2000371 se lee:
Deinde, quando præscribitur, cantatur vel dicitur hymnus: Gloria in excel-
sis Deo...
Las precisiones que se hacen a la entonación o recitación, atañen directamente a aque-
llos puntos que es importante recordar: «Lo canta o la asamblea de los fieles, o el pueblo
alternando con los cantores solos. Si no se canta, al menos lo han de recitar todos, o
juntos o alternativamente. Se canta o se recita los domingos, fuera del tiempo de
Adviento y Cuaresma, las solemnidades y fiestas y en algunas peculiares
celebraciones»372.
Oración Colecta
Historia
Tiene un origen un poco difícil de precisar en la Liturgia de la Palabra, ya que se puede
constatar que san Agustín no la conocía, ya que en su tiempo se iniciaba directamente
con las lecturas. En líneas generales se piensa que haya sido introducida en la época de
san León Magno (440-461). Esto cambia un poco la perspectiva teológica de la Liturgia
de la Palabra, pues sabemos por san Justino que la primera oración era la Oratio
fidelium373, era por lo tanto la escucha de la Palabra de Dios que provocaba la oración.
Por su parte el término “Colecta”, crea ciertas dificultades para entender su su
significado teológico, ya que el término en cuanto tal no indica una «oración» sino una
«reunión», y en este sentido conviene observar que los Sacramentarios Veronense y
Gelasiano no le dan este nombre. La primera vez que aparece con este nombre es en
Sacramentario Gregoriano Adriano en la Oración Colecta propia de san Adrián.
Modo de celebrar
La oración Colecta forma parte de los textos de la Eucología Menor por lo que su es-
quema hace explícita la petición concreta de la Iglesia universal que presenta al Padre
su intención, por esta razón que me parece oportuno ofrecer el texto completo de la
rúbrica, con la finalidad de clarificar el modus orandi de la comunidad en este momento
particular:
Quo hymno expleto, sacerdos, manibus iunctis, dicit: Orémus. Et omnes una
cum sacerdote per aliquod temporis spatium in silentio orant. Tunc sacerdos,
manibus extensis, dicit orationem; qua expleta, populus acclamat: Amen374.
Deinde sacerdos populum ad orandum invitat; et omnes una cum sacerdote pa-
rumper silent, ut conscii fiant se in conspectu Dei stare, et vota sua in animo pos-
sint nuncupare. Tunc sacerdos profert orationem, quae solet «collecta» nominari,
et per quam indoles celebrationis exprimitur. Ex antiqua traditione Ecclesiae, ora-
tio de more ad Deum Patrem, per Christum in Spiritu Sancto, dirigitur et conclu-
sione trinitaria, idest longiore concluditur, hoc modo:
si dirigitur ad Patrem: Per Dóminum nostrum Iesum Christum Fílium tu-
um, qui tecum vivit et regnat in unitáte Spíritus Sancti, Deus, per ómnia
sáecula saeculórum;
si dirigitur ad Patrem, sed in fine ipsius fit mentio Filii: Qui tecum vivit et reg-
nat in unitáte Spíritus Sancti, Deus, per ómnia sáecula saeculórum;
si dirigitur ad Filium: Qui vivis et regnas cum Deo Patre in unitáte Spíritus
Sancti, Deus, per ómnia sáecula saeculórum375.
Liturgia de la Palabra
«Las lecturas tomadas de la Sagrada Escritura, con los cantos que se intercalan,
constituyen la parte principal de la liturgia de la Palabra; la homilía, la profesión de fe y
la oración universal u oración de los fieles, la desarrollan y concluyen. En las lecturas,
que luego desarrolla la homilía, Dios habla a su pueblo376, le descubre el misterio de la
Redención y Salvación, y le ofrece el alimento espiritual; y el mismo Cristo, por su
Palabra, se hace presente en medio de los fieles377. Esta Palabra divina la hace suya el
pueblo con sus cantos y mostrando su adhesión a ella con la profesión de fe; y una vez
374 OM 9.
375 IGMR3 54.
376 Cf. SC 33.
377 Cf. SC 7.
76 Liturgia de los Sacramentos
nutrido con ella, en la oración universal, hace súplicas por las necesidades de la Iglesia
entera y por la salvación de todo el mundo»378.
Historia
La Liturgia de la Palabra nos la presenta Justino de modo sucinto en la 1ª Apología en
el cap. 67379:
Se leen las memorias de los Apóstoles y los escritos de los profetas, tanto tiempo
como es posible.
Obviamente, no era intención de Justino darle a Antonino un curso detallado de liturgia
cristiana, más bien quiere detallar la estructura de la celebración en su tiempo. Al prin-
cipio del desarrollo litúrgico, será muy difícil saber cuántas y cuáles lecturas debían
hacerse, pues se nota que dependerá del tiempo a disposición, por esta razón las dife-
rentes liturgias presentarán una gran variedad en el número y elección de lecturas. Para
en siglo III, la Tradición Apostólica nos presenta indicios de una Liturgia de la Palabra
en la Liturgia Bautismal380. De cualquier manera resulta obvio que la Liturgia de la Pa-
labra tiene toda su influencia de la liturgia sinagogal. Será hasta el Leccionario de
Würzburg —del siglo VIII— que habrá noticias claras sobre la disposición de las lectu-
ras, pero aunque éste contiene un «Epistolario» y un «Evangeliario» no existe una co-
rrespondencia entre ellos. En las solemnidades nos presenta una lectura del profeta,
otra del apóstol y el Evangelio. De esta manera y dando un enorme salto en la historia
de doce siglos, llegamos al actual Leccionario que fuera propuesto por el Concilio Vati-
cano II y fuera organizado siguiendo una temática catequético litúrgica a lo largo de
tres ciclos para los Domingos y dos años para las ferias.
Sentido
La Liturgia de la Palabra, por su naturaleza teológica y por su estructura ritual es un
diálogo o conversación entre Dios y su Pueblo. La Palabra proclamada, entonces, no
sólo instruye al pueblo y revela el misterio de la salvación que se realiza a través de la
historia, sino que hace al Señor realmente presente en medio de su pueblo381. «En las
lecturas se dispone la mesa de la Palabra de Dios a los fieles y se les abren los tesoros
bíblicos382».
examinatur vita (bi/oj) eorum: an vixerint in honestate (-semno/j) dum essent catechumeni, an honraverint
viduas (xh/ra), an visitaverint infirmos, an fecerint omnem rem bonam. Et cum illi qui adduxerunt eos
testantur super eum: fecit hoc modo, audiant evangelium (eu)agge/lion)”.
381 La Celebración de la Eucaristía, 49; SC 7, 33: “In Liturgia enim Deus ad populum suum loquitur; Christus
adhuc Evangelium annuntiat. Populus vero Deo respondet tum cantibus tum oratione”.
382 Cf. IGMR3 57-59; cf. SC 51.
Liturgia de los Sacramentos 77
Modo de celebrar
Conforme a la rúbrica el MR 2000 propone:
Deinde lector ad ambonem pergit, et legit primam lectionem, quam omnes
sedentes auscultant. Ad finem lectionis significandam, lector subdit: Verbum
Dómini. Omnes respondent: Deo grátias.
Psalmista, seu cantor, psalmum cantat vel dicit, populo responsum proferente.
Postea, si habenda sit secunda lectio, lector eam in ambone legit, ut supra. Ad
finem lectionis significandam, lector acclamat: Verbum Dómini. Omnes
respondent: Deo grátias.
Sequitur Allelúia, vel alter cantus a rubricis statutus, prouti tempus liturgicum
postulat.
Interim sacerdos incensum, si adhibetur, imponit. Postea diaconus, Evangelium
prolaturus, ante sacerdotem inclinatus, benedictionem petit, submissa voce dicens:
Iube, domne, benedícere. Sacerdos submissa voce dicit: Dóminus sit in corde
tuo et in lábiis tuis: ut digne et competénter annúnties Evangélium suum:
in nómine Patris, et Fílii, ✠ et Spíritus Sancti. Diaconus signat se signo crucis
et respondet: Amen.
Si vero non adest diaconus, sacerdos ante altare inclinatus secreto dicit: Munda
cor meum ac lábia mea, omnípotens Deus, ut sanctum Evangélium tuum
digne váleam nuntiáre.
Postea diaconus, vel sacerdos, ad ambonem pergit, ministris pro opportunitate
cum incenso et cereis eum comitantibus, et dicit: Dóminus vobíscum. Populus
respondet: Et cum spíritu tuo.
Diaconus, vel sacerdos: Léctio sancti Evangélii secúndum N., et interim signat
librum et seipsum in fronte, ore et pectore. Populus acclamat: Glória tibi,
Dómine.
Deinde diaconus, vel sacerdos, librum, si incensum adhibetur, thurificat, et
Evangelium proclamat.
Expleto Evangelio, diaconus, vel sacerdos acclamat: Verbum Dómini. Omnes
respondent: Laus tibi, Christe. Deinde librum osculatur dicens secreto: Per
evangélica dicta deleántur nostra delícta383.
La Homilía
Historia
La homilía está estrechamente ligada a la proclamación de la Palabra, y nos es presen-
tada por Justino en estos términos:
383 OM 10-16.
78 Liturgia de los Sacramentos
Sentido
La Homilía es parte de la Celebración Litúrgica y deriva su sentido de la propia etimo-
logía de la palabra, es decir, en su naturaleza profunda y teológica se trata de una con-
versación familiar (o(mile/in) que tiene la finalidad de aplicar y explicar el mensaje de
Dios a un Pueblo creyente concreto e introducir a este pueblo en la celebración o actua-
lización de este misterio de salvación que se ha anunciado. Tiene, además, un carácter
mistérico sacramental que lo une íntimamente al ministerio presidencial del sacerdote,
signo y sacramento de Cristo – Cabeza386. Se puede decir que la Homilía es el alimento
que nutre la vida cristiana387. Puebla define la Homilía como «parte de la liturgia y oca-
sión privilegiada para exponer el misterio de Cristo en el aquí y ahora de la comunidad,
partiendo de los textos sagrados, relacionándolos con el sacramento y aplicándolos a la
vida concreta»388.
Modo de celebrar
El MR 2000 simplemente nos dice389:
Deinde fit homilia, quæ a sacerdote vel diacono habenda est omnibus diebus
dominicis et festis de præcepto; aliis diebus commendatur.
El CE 1984 a propósito del Obispo sólo añade390:
Luego, estando todos sentados, el Obispo, con mitra y báculo, si lo considera opor-
tuno, y sentado en la cátedra, hace la homilía, a no ser que haya otro lugar más
adecuado para ser visto y oído cómodamente por todos. Terminada la homilía, se
puede tener algún momento de silencio.
384 SC 52.
385 SC 53.
386 La Celebración de la Eucaristía..., 72; SC 35, 2: “Locus aptior sermonis, utpote partis actionis liturgicæ,
prout ritus patitur, etiam in rubricis notetur; et fidelissime ac rite adimpleatur ministerium prædicationis.
Haec vero imprimis ex fonte sacræ Scripturæ et Liturgiæ hauriatur, quasi annuntiatio mirabilium Dei in
historia salutis seu mysterio Christi, quod in nobis præsens semper adest et operatur, præsentim in
celebrationibus liturgicis”.
387 IGMR 65.
388 Puebla 930.
389 OM 17.
390 CE 1984, 142.
Liturgia de los Sacramentos 79
Los cantos interleccionales
Historia
El gradual391 que después se llamó salmo responsorial ha tenido un lugar importante en
la celebración. Su nombre de gradual le viene de la necesidad del cantor o salmista de
ascender un gradus o escalón para proclamar dicho salmo.
Por su parte el aleluya392 ha sido siempre considerado como un canto que anuncia el
Evangelio, lo mismo que la Secuencia en las grandes fiestas, por esta razón en la Litur-
gia actual el contenido del canto aleluyático anuncia el contenido del Evangelio y se
pide que dicho contenido sea respetado.
Por lo que se refiere a la Secuencia393, que es una obra poética desarrollada a partir del
siglo X, resulta difícil interpretarla con su genio original. Las secuencias394 fueron escri-
391 HESBERT R.J., «Le graduel. Chant responsorial», EL 95 (1981) 316-350; HABERL, F., Der responsoriale Gesang
des Gregorianischen Graduale, Pontificio Istituto di Musica Sacra, Roma 1979; HUCKE H., «Gradual I», Grove
VII, 598-601; ID., Das Responsorium, en Gattungen der Musik I; Grundfragen der Musik in Einzeldarstellun-
gen. Gedenkschrift L. Schrade (ed.) W. Arlt, Bern-München 1973, 144-191; STÄBLEIN, B., «Graduale», MGG
5, 622-629; BOMM U., «Graduale», LThK 4, Herder, 1960; SCHMID H.- BIERBRAUER K., «Graduale», LMA IV,
Artemis, München und Zürich 1988; HUGLO M., «Gradual II», Grove VII, 601-609; FROGER, J., Les chants de la
messe aux VIIIe. et IXe. siècles, Desclée et Cie, Tournai 1950; VOGEL C., Medieval Liturgy: an introduction to the
sources, Revised and translated by William G. Storey, and Neils Krogh Rasmussen, op, The Pastoral Press,
Washington 1986, 357: “The term Gradale (Graduale) derives from the word gradus, the steps of the ambo
where the cantor stood to sing what came between the epistle and gospel”; El gradual, en su origen es decir
en el último cuarto del siglo VIII, contemporáneo al sacramentario, habría incluido un total de 560 piezas
(70 antífonas de ingreso, 118 graduales-responsorios, 100 versos aleluyáticos, 18 tractos, 107 ofertorios y 150
antífonas de comunión). Con todo lo anterior, podríamos hacernos la pregunta que se plantea CHAVASSE:
“Comment en est-on venu, dans la Ville de Roma, à transcrire et consigner en des Livres, les ‘textes’ qui
appartiennent de façon ou d’autre à l’Acte de célébration que sont les sacra missarum solemnia: Lectures
bibliques (choix et découpage), textes des pièces de chant (la mélodie resta des siècles transmise de bouche
à oreille), enfin pièces euchologiques”, CHAVASSE A., «La liturgie de laVille de Rome du Ve. au VIIIe.
Siècle», AnLit 18 (StAns 112) Roma 1993, 153; “Mit dem Gradualresponsorium wenden wir uns den Meßge-
sängen zu, die einem Solisten (Kantor) anvertraut waren, und die, wenn es die konkreten Mittel möglich
machten, einen musikalischen Höhepunkt der Messe darstellen”: EKENBERG, Cur Cantatur. Die Funktionen
des Liturgischen Gesanges nach den Autoren der Karolingerzeit, en Bibliothecae Theologiae Practicae 41, Stock-
holm 1987, 61.
392 KURZSCHENKEL, W., Die theologische Bestimmung der Musik: neure Beitrage zur Deutung und Wertung des
Musizierens im Christlichen Leben, Paulinus Verlag, Trier, 1971, 128-129; SCHLAGER, «Alleluia I», Grove I, 268-
274; JAMMERS E., Das Alleluia in der Gregorianischen Messe: Eine studie über seine Entstehung und Entwicklung,
Aschendorff, Münster 1973, 29-30; FROGER J., «L'Alleluia dans l'usage romain et la réforme de Saint Grego-
ire», EL 62 (1948) 6-48; GLIBOTIC J., «De cantu “Alleluia” in patribus sæculo VII antiquoribus», EL 50 (1936)
94-123; MARTIMORT, A-G., Origene et signification de l'Alleluia de la messe romaine. Mens concordet voci pour
Msgr M-G Martimort, Paris 1983; STÄBLEIN, «Alleluia», MGG I, 334.
393 GIHR N., Die Sequenzen des Römischen Meßbuches, dogmatisch und ascetisch erklärt, Herdersche Verlags-
handlung, Freiburg 1887; HUGENROTH, H., Hymnen und Sequenzen, nebst Auswahl aus der weltlichen lateini-
schen Literatur des Mittelalters, 2 durchgesehene Auflage, Aschendorff, Münster 1973; NEALE, J.M., Sequentiæ ex
missalibus germanicis, anglicis, gallicis, aliisque medii ævi, collectæ, Joh. Gul. Parker et Filium, Londini 1852;
SCHWERD A., Hymnen und Sequenze; Ausgewält und erläutert von Andreas Schwerd, Kösel Verlag, München
1954; WOLTERS F., Hymnen und Sequenzen, Otto V. Holten, Berlin 1914; ANGLES H., Die volkstümliche Melodien
in den mittelalterlichen Sequenzen, en “Festschrift für W. Wiora”, Kassel 1967, 214-220; EVANS P., The Tropi ad
Sequentiam, en “Festschrift O. Strunk”, Princeton 1968, 73-82; HUSMANN H., Sequenz und Prosa, en Annales
Musicologiques 2 (1954) 61-91; id., Tropen- und Sequenzenhandschriften, en Repertoire International de
80 Liturgia de los Sacramentos
tas en un estilo rítmico libre, un cierto tipo de prosa395 elevada, incluso fueron llamadas
‘prosas’ que repetían el motivo musical con diferentes textos, teniendo como resultado
una serie de estrofas pares que se cantaban con un cierto embellecimiento por coros
alternantes. Como quiera que sea, la primera y la última, así como la introducción y la
conclusión no estaban usualmente apareadas. Su desarrollo fue increíble al punto tal
que se llegan a contar hasta 5000 secuencias396. De tal cantidad de secuencias que eran,
Pío V las redujo sólo a 5: Victimae paschali laudes, Veni Sancte Spiritus, Lauda Sion, Stabat
Mater, Dies Irae. Posteriormente, con el Concilio Vaticano II, será eliminada incluso la
secuencia Dies Irae, quedando así sólo cuatro secuencias.
Sentido
Las intervenciones participativas de la Asamblea son importantes y expresan su res-
puesta al Dios que se le manifiesta. En concreto, por medio del canto interleccional, la
Asamblea se contagia de la alegría de su Señor.
Credo
Historia
El Credo entró tarde en la Liturgia Romana. Un dato interesante nos lo presenta la peti-
ción que el Emperador Enrique II le hiciera al Papa Benedicto VIII para que se introdu-
jera el canto del Credo397, ello en torno al 1012-1024, sin embargo parece que entrara de-
finitivamente hasta el siglo XII, pero de manera limitada a algunas fiestas y algunos
domingos. Esta noticia hace curiosa la cuestión, ya que mientras en oriente y en otras
iglesias latinas el Credo ya se cantaba en Roma no se tenía como uso normal. La respues-
ta estriba en la declaración que el mismo Benedicto VIII hace ante el desuso, y afirma
que en no existiendo herejías en Roma, no era necesario reafirmar la fe de los fieles. Por
otra parte, en oriente, el canto del Credo se reservaba para el bautismo y se incluiría pos-
teriormente a la Eucaristía. Su texto proviene del Concilio de Nicea (325), pero por las
precisiones que hicieran los Concilios de Constantinopla y Calcedonia recibirá el nom-
bre de Símbolo Niceno - Constantinopolitano398. Lo introdujo en la Liturgia Timoteo de
Constantinopla hacia el 515 antes del inicio de la Eucaristía. Este uso se difundió por
todo el Oriente y el Emperador Justino lo promulgó para su uso en el 568. A finales del
siglo VI este Credo pasó a España, ya que algunos arrianos convertidos deseaban mani-
festar públicamente su fe y reparar por ende los daños causados por su herejía. De este
Sources Musicales B V, München-Duisburg 1964; SMITS VAN WAESBERGHE, Zur ursprünglichen Vortragsweise
der Prosulen, Sequenzen und Organa, en “Siebten musikwissenschaftlerisches Kongress”, Köln 1958, 251-254;
STÄBLEIN B., «Sequenz», MGG XII, 522-549; SCHLAGER K., «Tropen und Sequenzen», GkKm I, Kassel 1972,
297-305; COSTA E., Tropes et sequences dans le cadre de la vie liturgique au moyen age, Ed. Liturgiche, Roma 1979;
DANIELS H.A., «Die Sequenzen», AH LIV (1915), (ed) Clemens Blume, Minerva, Leipzig.
394 JUNGMANN, The Mass, 436-441.
395 HUGLO, Les livres de Chant liturgique, 31: “«prose» est adapteée sous les melodiae ou sequentia de
l’alleluia: elle est habituellement intitulée prose dans les pays de langue romane; sequentia dans les pays
germaniques”.
396 Se pueden ver innumerables secuencias en los trabajos realizados por BLUME-DREVES en AH.
397 Ver De quibusdam rebus ad missæ officium spectantibus; PL 142, 1060.
398 DS 150.
Liturgia de los Sacramentos 81
modo se introduce en dicha región el Credo Niceno - Constantinopolitano y que se hu-
biera aprobado por el Concilio de Toledo en el 589399. Con todo, el Credo fue cantado
antes del Padre Nuestro. Sin embargo, pese a que la fórmula era la oriental, en el mo-
mento en que se profesaba la fe en el Espíritu Santo, se introducía la fórmula: ex Patre et
Filio procedentem, mientras que la fórmula oriental dice: qui ex Patre procedit. La profe-
sión de fe occidental, en su doble procesión, no fue aceptada por el papa, no obstante
los diversos concilios de Toledo, llegando a ser motivo de grande descontento para los
griegos. Entre el final del siglo VI y el inicio del VIII el Misal Céltico de Stowe, contiene
en el Ordo el Credo en el momento del ofertorio y sin el Filioque. A finales del siglo VIII
(780-802), Carlo Magno y san Paulino de Aquilea son ampliamente responsables de la
introducción del Filioque en el Credo de la Iglesia de Roma. Por una parte Paulino lo veía
muy importante en la lucha contra el adopcionismo400 e insistió sobre la aceptación del
Filioque en el sínodo de Francfort en el 794401. No contento con esto pidió a sus sacerdo-
tes que se lo aprendieran de memoria con la fórmula del Filioque. Por su parte, Carlo
Magno envió a algunos embajadores a hablar con el Papa León III, para discutir sobre la
introducción del Filioque, a lo que contestó diciendo que en Roma el Credo no se cantaba
sino que se recitaba y no se pretendía hacer ninguna inclusión, sin embargo en Galia y
en Germania el uso de cantar el Credo con el Filioque se extendió rápidamente, tanto que
en el siglo X su presencia en el Ordo V402.
Sentido
«El Credo, profesión de fe de la Iglesia, es una respuesta a la Palabra de Dios. Tiene un
valor de tradición que expresa la unidad de la Iglesia en la misma fe»403.
Modo de celebrar
La rúbrica del MR 2000404 nos propone lo siguiente:
Homilia expleta, cantatur vel dicitur, quando proescribitur, symbolum seu
professio fidei.
Partiendo de su sentido cabe mencionar que «ningún canto religioso puede reemplazar
la fórmula de la fe señalada por la Iglesia. El Misal propone el símbolo bautismal o
Símbolo de los Apóstoles y también el símbolo Niceno – Constantinopolitano; es bueno
utilizar ambas fórmulas por razones ecuménicas y catequísticas. La fórmula puede ser
cantada, rezada en común o en forma alternada405».
cantatur”.
403 La Celebración de la Eucaristía, 79; IGMR3 67.
404 OM 18.
405 La Celebración de la Eucaristía..., 80-81.
82 Liturgia de los Sacramentos
La Oración Universal
Historia
En un inicio no estuvo unida a la Liturgia de la Palabra, sino a la Liturgia de la Eucaris-
tía tal como aparece en Justino y en la Tradición Apostólica. El nombre Oratio fidelium,
le ha sido dado en la modernidad pues no se sabe cómo que nombre se le daba. El ori-
gen es, sin duda, hebreo y se apoya en la Shemoneh Esreh que contiene 18 bendiciones
comparables con las oraciones solemnes de las Constituciones Apostólicas406 y del Sa-
cramentario Gelasiano407. La primera Carta a Timoteo nos hace mención de una oración
de tinte universalista408. Después Policarpo de Esmirna escribe a los Filipenses al inicio
del siglo II: «Oren por todos los santos. Oren también por el Rey, por las autoridades y
los príncipes y por todos los que los persiguen y los odian, así como por los enemigos
de la cruz; de este modo, el fruto que presentarán será visible a todos, y ustedes serán
perfectos en él»409. En la actualidad, sería conveniente darle a esta Oración un ritmo que
parta de la Palabra de Dios misma y el sentir de la asamblea, para presentarla completa
en su esencia y contenido, a fin de que fomente la participación de los fieles410.
Sentido
Para encontrar el auténtico sentido del ejercicio del sacerdocio común de los fieles411,
conviene tener en cuenta que «la comunidad cristiana, reunida en Asamblea Santa, ejer-
ciendo de modo relevante su sacerdocio bautismal, pide a Dios que la salvación que se
acaba de proclamar se haga una realidad. Esta pieza litúrgica pretende hacer real el
plan salvífico universal de Dios: salvar a todos los hombres y a todo el hombre. Hasta
ahora los elementos de la Celebración se centraban en la comunidad celebrante o
Asamblea. En este momento, en cierto modo, se rompen los límites de la comunidad
que está celebrando para dar a la salvación que se actualiza en los signos sacramentales,
la dimensión universal que el mismo Dios le ha dado412».
Modo de celebrar
Claramente, el MR 2000 nos ofrece una detallada descripción del modo en el cual se
debe realizar la Oración de los fieles, así como el orden de las preces, a fin de que se ore
en el modo en el que la Iglesia suele hacerlo:
In oratione universali, seu oratione fidelium, populus, verbo Dei in fide suscepto
quodammodo respondet et sui sacerdotii baptismalis munus exercens, preces Deo
offert pro salute omnium. Expedit ut huiusmodi oratio in Missis cum populo de
more habeatur, ita ut obsecrationes fiant pro sancta Ecclesia, pro iis qui in potes-
Historia
En el II siglo san Justino nos da la primera descripción precisa, aunque muy breve, de
dicha preparación:
Luego se lleva al que preside a los hermanos pan y una copa de agua y de vino
mezclados.
Este gesto no se acompaña de ninguna oración, al menos por cuanto podemos leer en la
Apología de Justino. Por su parte san Agustín nos presenta el rito de llevar pan y vino
para que el sacerdote los ofrezca al Señor. Este signo se acompañaba con un salmo can-
tado418. Por otro lado, Cesáreo de Arlés hablará de la obligación de llevar las ofrendas
para el sacrificio, y que se ofrecerán antes de la celebración419. Pasando ahora, a la actual
práctica de la presentación de los dones, conviene considerar que deben ser los fieles
mismos quienes presenten la ofrenda, tocando al celebrante la acción de ofrecerlos me-
diante el signo de la deposición del pan y vino sobre el altar, sosteniéndolos un poco
elevados sobre el altar mientras hace la oración de bendición, proveniente de la Berakâh
en la liturgia hebrea de la cena. Hay un particular en la preparación que se llama inmix-
tión y que no es otra cosa, sino la mezcla, de la que habla Justino de agua y vino para
significar la Encarnación y, por ende, la unión Hipostática en el Verbo encarnado, sien-
do el vino representación de la naturaleza divina de Cristo y el agua de la naturaleza
humana420. Se dice además de la oración de la inmixtión una apología que proviene del
antiguo ofertorio y una tercera que expresa el deseo de purificación, pero siempre con
carácter apologético421 introducido como tal en el siglo IX. Para el siglo XIII, las apolo-
gías serán muy numerosas y que corresponderán a una mentalidad penitencial de la
época422.
Sentido
En un principio, la preparación de los dones, corresponde al gesto tan simple del Señor
de Tomar el pan y de preparar la copa con vino, pero con el pasar del tiempo fue adqui-
riendo algunas significaciones más elaboradas a partir de los varios elementos que se
fueron incluyendo —incluso como moda— en este momento de la celebración. Empero,
el sentido profundo que acompaña este momento, es el de compartir entre los herma-
nos de los mismos bienes que él nos ha dado423, que no sólo se sitúan en un ámbito me-
ramente material, sino espiritual, para hablar de una dimensión profundamente hu-
mano – espiritual.
Modo de celebrar
No es fácil determinar un modo de celebrar este momento, ya que las diferentes confe-
rencias episcopales, pueden dictaminar distintamente de acuerdo a las diferentes tradi-
ciones locales. Con todo, presento y comento la rúbrica del MR 2000 en cada una de sus
que nos has dado, el sacrificio puro, inmaculado y santo: pan de vida eterna y cáliz de eterna salvación”.
Liturgia de los Sacramentos 85
partes para unificar criterios celebrativos424 y encontrar el sentido en la acción de la
Iglesia que se ofrece a sí misma en el sacrificio de Cristo:
His absolutis, incipit cantus ad offertorium. Interim ministri corporale,
purificatorium, calicem, pallam et missale super altare collocant425.
Expedit ut fideles participationem suam oblatione manifestent, afferendo sive
panem et vinum ad Eucharistiæ celebrationem, sive alia dona, quibus
necessitatibus Ecclesiæ et pauperum subveniatur. Sacerdos, stans ad altare,
accipit patenam cum pane, eamque ambabus manibus aliquantulum elevatam
super altare tenet, sumissa voce dicens: Benedíctus es, Dómine, Deus univérsi,
quia de tua largitáte accépimus panem, quem tibi offérimus, fructum terræ
et óperis mánuum hóminum: ex quo nobis fiet panis vitæ.
Este momento, por su propia naturaleza, es una bendición de origen judío y toma el
mismo esquema ritual de la Berakâh, por eso que al tratarse de una bendición específica
sobre un elemento que es el “pan”, no puede unirse a aquella del vino, ya que se trata
de dos momentos diferentes, es decir, de dos dones complementarios426.
Otro punto que me interesa resaltar, es el gesto de elevar un poco sobre el altar427, como
dice la rúbrica, y que se remonta a la antigua nomenclatura litúrgica y que en función
del ofrecimiento se le llamó elevación menor, distinta de la elevación mayor que se verifica
en la doxología.
Deinde deponit patenam cum pane super corporale. Si vero cantus ad offertorium
non peragitur, sacerdoti licet hæc verba elata voce proferre; in fine populus
acclamare potest: Benedíctus Deus in sæcula.
Diaconus, vel sacerdos, infundit vinum et parum aquae in calicem, dicens secreto:
Per huius aquae et vini mystérium eius efficiámur divinitátis consortes,
qui humanitátis nostræ fíeri dignátus est párticeps.
Este signo tan sencillo llamado inmixtión o infusión428 envuelve en sí la doble naturale-
za de Cristo que se expresa, como lo sabemos, en la unión hipostática que sustenta el
Verbo429.
424 OM 21-23.
425 IGMR3 73; cf. S. CONGR. DE RITOS, «Instrucción Inter Oecumenici», del 26 de sept. de 1964, n. 91: AAS 56
(1964) p. 898; S. CONGR. DE RITOS, «Instrucción Eucharisticum mysterium», del 25 de mayo de 1967, n. 24: AAS
59 (1967) 554.
426 La Celebración de la Eucaristía, 99: “Para esto, las ofrendas deberán elevarse muy poco sobre el altar. Se
presentan por separado el pan y el vino porque son dos signos complementarios”.
427 La Celebración de la Eucaristía, 99: “No se debe hacer una «elevación» de las ofrendas, sino una simple
agua unida al vino”; La anterior IGMR, en el n. 133 decía: “La preparación del cáliz y la infusión del vino y
del agua pueden también hacerse en la credencia”.
429 Es un signo que tuvo algunas dificultades en su interpretación por alguna corriente maniquea del siglo
Historia
Constituye el segundo canto procesional dentro de la liturgia, aparte del canto de ingre-
so ya considerado. Así como había una procesión de entrada, se aplicó la misma idea al
ofertorio: una procesión del pueblo que ofrece y se dispone a vivir y celebrar la comu-
nión. Esta manera de hacer comunidad fue bien entendida en el medio evo, razón por la
cual el canto obtuvo el mismo nombre de la acción de la presentación de los dones:
Offerturium433, offerenda.
Es de notar también que en esta época, el ofrecer los dones, y por ende, acompañar esta
acción con cantos, entra en sintonía con la alegría que representa el dar al Señor lo que
él generosamente nos ha dado434. Una vez que los dones han sido presentados, se da
(1948) 57-61; BAROFFIO B.-STEINER, «Offertory», Grove XIII, 513-517; SCHARNAGL, «Offertorium», MGG IX,
1901-1907; HUGLO M., «Offertory Antiphon», NCE X, 651-652; PALAZZO E., Le Moyen Âge, 87.
434 2 Cor 9, 7.
Liturgia de los Sacramentos 87
una señal a los cantores para que dejen de cantar. Así nos lo testimonian algunos
Ordines Romani:
OR I, 84 Quas dum posuerit pontifex in altare, levat archidiaconus calicem de
manu subdiaconi regionarii et ponit eum super altare iuxta oblatam pontificis ad
<dextris>, involutis ansis cum offerturio, quem ponit in cornu altaris, et stat post
pontificem.
OR I, 85 Et pontifex, inclinans se paululum ad altare, respicit scolam et annuit ut
sileant.
OR I, 87 Et subdiaconi regionarii, finito offertorio, vadunt retro altare, aspicientes
ad pontificem...
OR IV, 51 Et annuit pontifex scola, ut faciant finem, et revertitur scola subtus
tabula
OR V, 56 Et pontifex inclinans se paululum ad altare respicit scolam et innuit ut
sileant. Et convertit se ad populum, dicens: Orate
OR XV,133 In die vero dominica, vel in aliis precipuis solemnitatibus sanctorum,
quando publice missas caelebrant ad sanctam Mariam maiore sive ad presepe, vel
in monastiria monachorum, p[re] antephona vel Kyriaeleison, p[re] lectionem
apostoli aut profete sive actus apostolorum vel apocalipsi, secundum tempus, et
responsurio vel Alleluia atque evangelium, cum debent offerre, habent in sacrario
p[re]paratas oblationes in turres tres aut duas vel una, aut, si turres non habent,
patena ipsa p[re]parata ubi corpus domini confrangere debent.
OR XV 134 Egrediuntur de sacerdotibus qui circumstant altare unus aut duo, vel
quanti necesse fuerint; cum diaconibus ingrediuntur sacrario et accepit sacerdus
in manibus suis turrem vel patena cum oblationibus. Similiter diaconus calicem et
elevant eos contra capita sua.
OR XV 135 Antequam ingrediantur in ecclesia dicu[n]t antephona alta voce
prolexe, hoc est Laudate dominum de celis. Et respondit ipsa clerus in ecclesia.
De tal modo se coloca el canto del ofertorio en un momento histórico donde la proce-
sión ofertorial tenia una importancia particular en la vida de la comunidad, y no sólo
esto, era de tal manera importante presentar los dones al Señor, que la comunidad me-
ditaba este gesto de la providencia divina con un silencio santo después del canto. Es
interesante notar como no hay una referencia de la oración super oblata, sino más bien,
un silencio litúrgico que prepara la recitación del canon: es entonces un silencio de ora-
ción435. Posteriormente con el desarrollo del rito, la procesión perdió importancia, y
como consecuencia lógica, el silencio se desvaneció y el canto se hizo más breve que-
dando reducido a la antífona que tenemos actualmente436.
435 INNOCENTIUS
III, De s. alt. mysterio, II, 54 PL 217, 831.
Existe un pequeño resabio de esto en el GT 674-675 Liturgia defunctorum. Antiphona ad offertorium:
436
Sentido
Su sentido estriba en el hecho de acompañar con nuestra oración este momento que
significa el ofrecimiento integral del hombre; en su ser, en su obrar y en su creer. Por lo
tanto, la bendición que se hará de los dones, es una bendición que repercute en el hom-
bre de una manera completa.
Modo de celebrar
La rúbrica del MR 2000437 dice:
His absolutis, incipit cantus ad offertorium.
La preparación de los dones puede ser acompañada con un canto apropiado438, como lo
muestra la rúbrica. Inclusive se puede guardar silencio. Se sugiere que los cantos litúr-
gicos tengan su fuente de inspiración en las Sagradas Escrituras o en la Tradición de la
Iglesia.
Orate fratres
Historia
En el antiguo Misal, la oración sobre las ofrendas estaba precedida por una invitación
del celebrante a los clérigos presentes y posteriormente a toda la Asamblea reunida, de
modo que todos oraran por el celebrante y su sacrificio439, a fin de que fuera aceptable a
Dios. Esta invitación es una de las más antiguas adiciones hechas al Ordo Romano en
territorio franco. Lo atestigua por primera vez Amalario de Metz (ca. 850)440. Esta cere-
monia tiene su paralelo, y posiblemente su modelo, en las liturgias orientales donde su
sentido parece el mismo441. De cualquier manera, aparece en todas las invitaciones de
este tipo durante el medioevo el carácter personal deprecativo442, mismo que fue va-
437 OM 21.
438 IGMR3 74.
439 Breviarium eccl. ord. (Silva Tarouca 198): Tunc vero sacerdos dextera lævaque aliis sacerdotibus porstulat pro se
orare.Probablemente este pasaje no es Romano en su origen dada su similitud con el texto paralelo que se
encuentra en el Capitulario del Archicantor Juan
440 AMALARIUS, De eccl. off. III, 19. PL 150, 1132: HANSSENS I. M., Amalarii episcopi opera Liturgica Omnia: Liber
officialis, t. II, en StT 139, BAV, Città del Vaticano 1948, 311-322. Amalario vinculo este gesto con la identi-
dad pontifical del sacerdote, en la que él está delante de Dios a favor del pueblo como mediador;
cf.EMMINGHAUS J., The Eucharist, 168; JUNGMANN J., The Mass, 82-90.
441 En la liturgia griega de San Marcos se encuentra una conexión similar en el saludo del sacerdote
“Proseu/casqe u(pe\r tw=n prosfero/ntwn”, es una introducción a la anáfora. En la Celebración del oriente
y del occidente sirio hay una costumbre tradicional, común a ambas y consecuentemente antigua, y que
está íntimamente ligada a la práctica occidental. En la primera liturgia (Sirio Jacobita) el sacerdote dice:
“Mis hermanos y maestros, oren por mí para que este sacrificio sea aceptado”. En el segundo rito (Nesto-
riano) su oración es más larga: “Oren por mí, mis hermanos y mis amados, a fin de que yo sea considerado
digno para ofrecer delante de nuestro Señor Jesucristo este sacrificio vivo y santo por mi mismo y por todo
el cuerpo de la santa Iglesia por la gracia de su compasión para siempre. Amén”.
442 PL 78, 993 B; 1194 A; 1165 B; 1187 B.
Liturgia de los Sacramentos 89
riando hasta incluir el aspecto de la promesa por parte del sacerdote a favor de la
asamblea443.
Por lo que se refiere a la respuesta hay varios testimonios que nos ofrecen diversas res-
puestas por parte del pueblo. Remigio de Auxerre (c. 908) dice que la respuesta se hacía
con las palabras del salmo 19, 2-4 o con las palabras: Sit Dominus in corde tuo et in ore tuo
et suscipiat sacrificium sibi acceptum de ore tuo et de manibus tuis pro nostra omniumque
salute. Amen444. La segunda respuesta incluye nuestro actual suscipiat con una inclusión
al inicio. En otros casos la respuesta era hecha con el salmo 19, 4-5, sin embargo las fór-
mulas del suscipiat, que se fueron desarrollando posteriormente, prevalecieron en el uso
de la liturgia hasta llegar a la fórmula que conocemos y que estaría en uso después del
s. XI en Italia y que entraría al Missale Romanum ulteriormente.
Sentido
Es una invitación o monición a entrar en la acción eucarística y en la que asamblea
permanece sentada445. A este propósito quisiera comentar en el siguiente punto lo que
ha creado un poco de confusión en la postura de este gesto.
Modo de celebrar
El MR 2000446 simplemente propone:
Stans postea in medio altaris, versus ad populum, extendens et iungens manus,
dicit: Oráte, fratres: ut meum ac vestrum sacrifícium acceptábile fiat apud
Deum Patrem omnipoténtem. Populus surgit et respondet: Suscípiat
Dóminus sacrifícium de mánibus tuis ad laudem et glóriam nóminis sui,
ad utilitátem quoque nostram totiúsque Ecclésiæ suæ sanctæ.
Por lo que se refiere a la confusión mencionada anteriormente propongo: En primer
lugar y atendiendo a la IGMR, la Asamblea permanece sentada hasta que responde a la
invitación del sacerdote, de hecho la rúbrica dice «surgit et respondet». Esto pone de ma-
nifiesto la diferencia que hay entre una invitación o una monición, y una oración presi-
dencial, cosa que no queda muy clara en La Celebración de la Eucaristía cuando dice que
el «Orad hermanos es un oremos un poco más desarrollado... ya que forma parte de
una oración presidencial, la oración sobre las ofrendas». Al menos desde el punto de
vista de la redacción no aparece claro si la oración presidencial empieza con el orate
fratres o con la Oración sobre las ofrendas. En segundo lugar, la rúbrica de este momen-
to claramente expresa que el sacerdote extiende y junta las manos, por lo que no hay ra-
zón para realizar el gesto tan habitual de sacar las manos desde debajo del altar, crean-
do con ello un condicionamiento en la Asamblea de levantarse por un gesto mal ejecu-
443 “Orate pro me, fratres et sorores, et ego orbo pro vobis...” Misal de S. Pol de León en MARTÈNE, 1, 4 34 (I,
663 C).
444 REMIGIUS, Expositio, PL 101, 1252.
445 IGMR3 43: “En todas las Misas, a no ser que se diga lo contrario, queden de pie: desde el principio del
Canto de entrada, mientras el sacerdote se acerca al altar, hasta el final de la colecta; al canto del Aleluya
que precede al Evangelio; durante la profesión de fe y la oración de los fieles; y desde que empieza la
oración sobre las ofrendas hasta el fin de la Misa”.
446 OM 29; CE 1984, 151.
90 Liturgia de los Sacramentos
Super Oblata
Historia
Precedida por el Orate frates, la Oración sobre las ofrendas es la oración que concluye la
preparación de los dones. Se la encuentra introducida en Roma en el siglo VIII, siendo
entonces la única oración. Conviene considerar además que este momento, antes de la
aparición de la oración, no se acompañaba con ningún tipo de plegaria, sino con un
canto ofertorial simplemente.
Un punto que es menester clarificar, es el intrincado problema de la transformación de
la Oratio super oblata que llegó a ser recitada en secreto por el sacerdote, por lo que cam-
bió su nombre a secreta. La primera evidencia de una recitación silenciosa de esta ora-
ción, la encontramos a mediados del siglo VIII en territorio franco, en la tradición de
Juan el Archicantor447, por lo que nos encontramos ante la opinión de que el nombre de
secreta apareció al norte e indicó la recitación silenciosa que ya se usaba y que, por otra
parte, la identificaba448. En la tradición Romana la primera evidencia de la secreta la en-
contramos en el Sacramentario Gelasiano antiguo, cuyo origen manuscrito se lo puede
orientar hacia el Misal de Bobio, al menos unos 50 años antes. Con todo, hay que tener
cuidado con crear confusiones en aquello que se refiere a la absolutización de teorías
que no pueden comprobarse. Lo cierto, es que un elemento que se fue añadiendo la
expresión oremus antes de la oración como lo manifiestan los Statuta antiqua de los Car-
tujos449. Hay que mencionar, además que el Oremus fue equivalente del Orate fratres en
algún momento de la historia (en torno a la segunda mitad del s. XIII), o equivalente al
Dominus vobiscum que se empleaba al inicio de cualquier oración.
Sentido
Dentro de los textos de la Eucología menor, es la oración que presenta a Dios las ofren-
das para el sacrificio eucarístico con una idea bien definida: Hacer que dichas ofrendas
sean signo de nuestra disposición al encuentro con el Señor y al mismo tiempo, por el
signo y la oración, nos dispongan a obtener las gracias que el Señor quiera ofrecernos.
Se trata, pues, de un momento presidencial donde el sacerdote realiza de nueva cuenta
su ministerio sacerdotal ante el Padre, por el Hijo en el Espíritu, y a favor de la comuni-
dad.
Modo de celebrar
El MR 2000 curiosamente no hace mucho hincapié en gestos ni describe demasiado el
momento, en cambio, pone especial interés en la conclusión de la oración. Quizá sea
447 Capitulare eccl. ordinis: Tunc pontifex inclinato vultu in terram dicit orationem super oblationes ita ut
nullus præter Deum et ipsum audiat nisi tantum Per omnia sæcula sæculorum.
448 AMALARIUS, Liber off., III, 20, 1; HANSSENS I. M., Amalarii episcopi opera Liturgica Omnia: Liber officialis, t. II,
en StT 139, BAV, Città del Vaticano 1948, 322 ss.: “Secreta ideo nominatur, quia secreto dicitur”.
449 MARTÈNE E., 1, 4, 25 (I, 663 A).
Liturgia de los Sacramentos 91
bueno tener en consideración este particular. Por su parte el CE 1984 no ofrece una gran
diferencia450.
Plegaria Eucarística
«Con la Plegaria Eucarística, oración de acción de gracias y de consagración llegamos al
corazón y a la cumbre de la celebración»451.
Durante el curso de la historia litúrgica, la Plegaria Eucarística ha tenido varios nom-
bres, enfatizando con ello, algunos aspectos de la plegaria en consonancia con la teolo-
gía de la época. El nombre más antiguo es )Euxaristi/a y hace referencia directa a la
oración de acción de gracias452 que el Señor Jesús dirige al Padre durante la última Ce-
na. En el oriente se la llamó )Ana/fora o Pro/sfora que hacen referencia a la ofrenda.
En occidente le fueron dados, además, otros nombres tales como Prex, Oratio oblationis y
el término que prevaleciera ulteriormente sería Canon missæ.
Un dato que me interesa precisar, es el de la textualidad y el género literario propio de
la Plegaria Eucarística, ya que será la nota característica para definirla en su globalidad,
pues cada una de las partes de la Plegaria Eucarística, por su género literario, pueden
ser encontradas autónomamente en otros momentos litúrgicos, pero por el complejo de
elementos constitutivos y armónicos de la Plegaria Eucarística, es que ella se identifica
como tal, siendo distinta y propia.
Pasando un poco al texto, habría que decir que presentaré algunas líneas conductoras
que darán una idea al menos de la Plegaria Eucarística I y, dentro de un esquema com-
parativo, a las composiciones post conciliares.
Historia
Desde el siglo I al III se encuentran algunas alusiones a la Plegaria Eucarística, per solo
tenemos un texto completo en la Tradición Apostólica de Hipólito453, que propone des-
450 CE 1984, 152: “El Obispo con las manos extendidas, canta o dice la oración sobre las ofrendas. Al final el
pueblo aclama: Amén”.
451 CEC 1352. El nuevo Catecismo usa la palabra Anáfora para introducir este tema, pero conviene recordar
que dicho término, pertenece a las liturgias orientales que así llaman al punto central y el momento culmi-
nante de toda celebración, nosotros en cambio lo llamamos Plegaria Eucarística; cf. IGMR 54; MAZZA E., The
Eucharistic prayers, 1: “In the last decade or so, anaphora has also won acceptance in the West as a technical
term for the eucharistic prayer. The reason is clear, since the new texts are based on ancient texts which are
called anaphors in the Antiochene liturgy”.
452 JUNGMANN J., The Mass 2, 101: “In our study of the history of the Mass we have come to recognize that
the core of the Mass and the inner area within which Christ’s institution is fulfilled is plainly and simply
the Eucharistia. A thanksgiving prayer rises from the congregation and is borne up to God by the priest; it
shifts into the words of consecration, and then into the oblation of the sacred gifts, and this oblation, in
turn, concludes with a solemn word of praise”.
453 BOTTE B., «La tradition», 4, 10-16: “Qui cumque factus fuerit episcopus... Dominus vobiscum. Et omnes
dicant: Et cum Spiritu tuo. Sursum co<r>da. Habemus ad dom(inum). Gratias agamus d(omi)no. Dignum
et iustum est. Et sic iam prosequatur: Gratias tibi referimus d(eu)s, per dilectum puerum tuum Ie(su)m
Chr(istu)m, quem in ultimis temporibus misisti nobis saluatorem et redemptorem et angelum uoluntatis
tuæ, qui est uerbum tuum inseparabile[m], per quem omnia fecisti et beneplacitum tibi fuit, misisti de cælo
in matricem uirginis, quiq(ue) in utero habitus incarnatus est et filius tibi ostensus est, ex sp(irit)u s(an)c(t)o
et uirgine natus. Qui voluntatem tuam conplens et populum sanctum tibi adquirens extendis manus cum
92 Liturgia de los Sacramentos
pués de la consagración del obispo que celebraba por primera vez la Eucaristía con su
propia comunidad. Dicho texto que proviene aproximadamente del año 215, no repre-
senta aún la Liturgia Romana. El texto es el más antiguo de la Plegaria Eucarística que
tenemos. El esquema es sencillo: Después del diálogo inicial, una síntesis de la historia
de la salvación que termina con la narración de la cena del Señor; le sigue la Anámnesis
del misterio pascual; luego la Epíclesis sobre la Iglesia para que se congregue en la uni-
dad; termina con la doxología. La estructura de esta plegaria es antioquena454 y desdi-
chadamente no será bien recibida en Roma, por lo que resultaría ilusorio pensar que sea
el origen del Canon Romano.
Justino ya presentaba algunas menciones de la Plegaria Eucarística en los capítulos 65-
67 de su primera Apología y la presenta compuesta de una alabanza, de una acción de
gracias (e)uxaristi/an) al Padre a través del Hijo y del Espíritu Santo. Se concluye con
un Amén455. El tema de la acción de gracias es con relación a la creación que encuentra
su plenitud en el misterio pascual, tal y como nos lo narra en el Diálogo con Trifón456.
A partir del siglo IV algunos fragmentos nos pueden orientar hacia el inicio de la Plega-
ria Eucarística romana. Por ejemplo, en el caso de san Ambrosio, en su obra De
sacramentis, presenta la plegaria que él conoce y que tiene un tinte de anáfora alejandri-
na, pero con notables semejanzas con nuestro Canon Romano457. Otro documento que
pateretur, ut a passione liberaret eos qui in te crediderunt. Qui cumque traderetur uoluntariæsioni, ut mor-
tem soluat et uincula diabuli dirumpat, et infernum calcet et iustos inluminet, et terminum figat et resur-
rectionem manifestet, accipiens panem gratias tibi agens dixit: Accipite, manducate, hoc est corpus meum
quod por uobis confringetur. Similiter et calicem dicens: Hic est sanguis meus qui pro uobis effunditur.
Quando hoc facitis. Memores igitur mortis et resurrectionis eius, offerimus tibi panem et calicem, gratias
tibi agentes quia nos dignos habuisti adstare coram te et tibi ministrare. Et petimus ut mittas sp(iritu)m
tuum s(an)c(tu)m in oblationem sanctæ ecclesiæ: in unum congregans des omnibus qui percipiunt sanctis
in repletionem sp(iritu)s s(an)c(t)i ad confirmationem fidei in ueritate, ut te laudemus et glorificemus per
puerum tuum Ie(su)m Chr(istu)m, per quem tibi gloria et honor patri et filio cum s(an)c(t)o sp(irit)u in
sancta ecclesia tua et nunc et in sæcula sæculorum. Amen.
454 Las anáforas orientales se dividen en dos grupos: las anáforas de tipo alejandrino que tienen una interce-
sión y una Epíclesis antes de la consagración, y una segunda Epíclesis (quizá no primitiva) después de la
consagración y la Anámnesis; las de tipo antioqueno por su parte, contienen una Epíclesis y una plegaria de
intercesión sólo después de la consagración. Existe además un tipo de anáfora siro - oriental. Ver anáforas
de tipo alejandrino en HÄNGGI A. - PAHL I., Prex Eucharistica, 101-203, anáforas de tipo antioqueno en IB.
204-373 y anáforas de tipo siro-oriental en IB. 374-419.
I. Canon Romano II. Tipo Alejandrino III. Tipo Antioqueno IV. Tipo Siro - oriental
Prefacio (Galicano: Contestatio; Prefacio Prefacio (acción e gracias teocéntrica) Prefacio
Hispánico: Illatio) Santo
Santo (Kushapa) Santo
Intercesiones (Dípticos) Intercesiones — —
Acción de Gracias Acción de Gracias Acción de Gracias
Santo Santo Cristológico Santo (+ Kushapa)
Primera Epíclesis Primera Epíclesis — —
Narratio Narratio Narratio Doxología e intercesiones
Anámnesis y ofrenda Anámnesis Anámnesis Anámnesis
Segunda Epíclesis Segunda Epíclesis Epíclesis Epíclesis
Intercesiones
Doxología Doxología Doxología Doxología
455 IUSTINUS, Apol. I, 65-67, en HÄNGGI A. - PAHL I., Prex Eucharistica. Textus e variis liturgiis antiquoribus selecti,
Sentido
«La Plegaria Eucaristía, por su naturaleza, es como el culmen de toda la celebración, es la
oración de acción de gracias y de santificación, y busca que la Asamblea entera se una a Cristo
en la proclamación de las maravillas de Dios y en la oblación del Sacrificio. Esta plegaria la
pronuncia el sacerdote ministerial, quien es a la vez voz del pueblo dirigida a Dios. Sólo
debe escucharse la oración del sacerdote: el pueblo que se ha congregado para celebrar
la sagrada Liturgia, guarda mientras tanto un religioso silencio462».
Modo de celebrar
A continuación haré un breve análisis del Canon Romano. A cada parte463 del Canon
presento una tabla comparativa con relación a las nuevas Plegarias Eucarísticas para
valorar su género literario y su armonía teológica464.
Prefacio
Historia
En su composición, el prefacio inicia con un diálogo que ya se encuentra referido en la
Tradición Apostólica del siglo III y su presencia en las demás liturgias será constante,
458 Fragmentum anonymum arianum e Codice Bibliothecæ Vaticanæ Lat. 5750, en HÄNGGI A. - PAHL I., Prex
Eucharistica, 422.
459 V 1242-1255.
460 Sto 9-16, en HÄNGGI A. - PAHL I., Prex Eucharistica, 463.
461 VOGEL C., Medieval liturgy. An introduction to the Sources, The Pastoral Press, Washington DC, 1986, 67.
462 La Celebración de la Eucaristía, 108; Carta de la Congregación del Culto sobre las Plegarias Eucarísticas, 27
de abril de 1973, n. 8.
463 La Celebración de la Eucaristía, 110.
464 Para una mayor profundización del tema, invito al lector a tomar en consideración la siguiente biblio-
grafía —y la que en ella se encuentra— que presento a continuación: EMMINGHAUS J., The Eucharist, 170-188;
MAZZA E., The Eucharistic, 1-224; NOCENT A., «Storia della Celebrazione», Anàmnesis 3/2, 229-257;
JUNGMANN J., The Mass, 101-274; HÄNGGI A. - PAHL I., Prex Eucharistica, 423-438; CABIÉ R., La Eucaristía, 392-
414; 451-454; 470-471; 510-517; LODI E., Liturgia della Chiesa, EDB, Bologna 1981, 349-537.
94 Liturgia de los Sacramentos
aunque con algunas variantes, pero jamás desaparecerá465; le sucede al diálogo una par-
te central que engloba la dimensión laudativo teológica del prefacio; la conclusión pre-
para de manera universal la alabanza que se le tributa al Creador por todas sus maravi-
llas. En la historia se encuentran numerosos prefacios con temas laudativos extraordi-
narios que en una acción de gracias inicial, preparan la grande acción eucarística.
Sentido
«En el prefacio, la Iglesia da gracias al Padre, por Cristo, en el Espíritu Santo, por todas
sus obras, por la creación, la redención y la santificación»466. En otras palabras, el Prefa-
cio es el «Himno de acción de gracias al Padre por habernos dado a Jesucristo, su Hijo
amado. El motivo de esta acción de gracias se desarrolla en cada Prefacio: como Jesu-
cristo es autor y síntesis de toda la salvación, cada fórmula motiva la acción de gracias
de la Asamblea según el tiempo litúrgico o las circunstancias de la Celebración»467.
Modo de celebrar
Actualmente contamos con más de 70 prefacios que acompañan el misterio bajo el as-
pecto que la liturgia hace resaltar. Conviene poner atención y respetar la unidad teoló-
gica que algunos prefacios guardan con la Plegaria Eucarística a la que pertenecen y de
la nunca han de separarse: me refiero a la Plegaria Eucarística IV, Por diversas necesi-
dades I-IV, de Reconciliación I y II, así como las de Niños I-III.
La estructura de un Prefacio es necesario considerarla en este momento, a fin de que no
se propaguen errores o dudas sobre cada parte constitutiva del mismo.
465 A este propósito, se pueden analizar todas las anáforas que presenta el trabajo de Mons. Hänggi y de
Mons. Pahl en cuyo esquema habrá siempre un diálogo. La Plegaria Eucarística va precedida en toda la
tradición de un diálogo, inspirado en usos judíos, entre el presidente y la asamblea. Es en primer lugar un
saludo, conservado en su forma más simple y ciertamente más antigua en las iglesias de Occidente y en las
liturgias de tipo alejandrino. En las regiones influidas por la metrópolis antioquena, el deseo es substituido
por una adaptación más o menos arreglada de 2 Cor 13, 13; de esta manera se invita a la asamblea a la
actitud espiritual que la preparará para la Eucaristía. Esta fórmula simple, conservada en las liturgias lati-
nas, es ciertamente la más antigua; está atestiguada en las catequesis de Jerusalén y a veces también se
encuentra en Oriente, pero tiene variantes: «Arriba los corazones», «Arriba los espíritus», «Levantemos el
espíritu y los corazones», sin hablar de mayores ampliaciones entre los sirios orientales. Animado, por así
decir, por la respuesta del pueblo que acaba de recibir, el celebrante puede invitar a éste a decir o a hacer la
Eucaristía; pues se trata a la vez de una plegaria y de una acción en las que entramos en seguimiento de
Cristo. Era la formulación de Hipólito, incluso en Roma donde la tradición posterior añadirá: «... nuestro
Dios»; pero Oriente permaneció fiel a la redacción primitiva atestiguada tanto en Jerusalén como en Antio-
quía, Constantinopla y Alejandría. La respuesta es universal: ambos calificativos, de significación muy
parecida, dicen todo el alcance de la acción de gracias, todo su peso, podríamos decir, según la etimología
del vocablo griego a)/cioj; es, por lo tanto, como la cumbre de todo diálogo: el pueblo sacerdotal está «con»
su Señor, cuya presencia es simbolizada por aquel que por la ordenación recibió su «espíritu»; y todos
están orientados hacia las «alturas», allí donde Cristo resucitado vive en la gloria, a fin de entrar con él en
su mismo movimiento «de este mundo al Padre» (Jn 13, 1). Y la plegaria empalma con la introducción por
medio de las mismas palabras: «Sí, es digno y justo...».
466 CEC 1352.
467 La Celebración de la Eucaristía..., 110.
Liturgia de los Sacramentos 95
En primer lugar el diálogo que es, como decía anteriormente, un elemento que no puede
quitarse, cambiarse o mutilarse pues proviene de una antiquísima tradición468 anterior
aún al mismo Canon Romano, o al Cordero de Dios, o al Gloria, etc. Tiene un profundo
sentido de participación y disposición de la Asamblea al momento central.
En un segundo lugar quiero presentar, lo que yo llamaría la introducción a la alabanza
que se tributa a la Trinidad y que prepara el ambiente laudativo que se dirige a Dios
Padre en el Hijo, por el Espíritu Santo.
El tercer punto, es a mi parecer el punto central porque incluye el motivo de la acción
de gracias y desarrolla de un modo sucinto la temática laudativa de ese prefacio en par-
ticular. He aquí donde la Iglesia post conciliar ha tenido grandes posibilidades de crea-
tividad y enriquecimiento en la textualización litúrgica.
Por último, viene el trozo preparatorio del Sanctus y que no es otra cosa que una men-
ción de la gloria de Dios que merece alabanza superlativa con el himno triságico isaíti-
co.
Sanctus
Historia
Si el Sanctus encuentra su lugar adecuado en las anáforas bien elaboradas, en cambio,
en muchas otras da la impresión de un añadido. Perece que no pertenece a la forma
primitiva de la Plegaria Eucarística y ello no debe sorprendernos ya que la acción de
gracias cristiana debe su origen a los ritos judíos de la mesa, en los que no figura. Saca-
do de la visión inaugural de Isaías469, pertenece a la liturgia de la Sinagoga: en el oficio
de la mañana, por lo menos desde el siglo II de nuestra era, el Shemah Israel va precedi-
do de una bendición por la luz y la creación en la que aparece el himno de los serafines.
¿Pasó de ahí a las anáforas? En todo caso, se vio ampliado con la mención del cielo que,
con la tierra, está lleno de la gloria de Dios. El Sanctus siempre es introducido por una
evocación de la liturgia celestial, a veces mal ensamblada con lo que la antecede. Y a la
cita de Isaías se añade una aclamación sacada del evangelio, que, sin embargo, es igno-
rada por las plegarias egipcias y etíopes: «¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!
468 JUNGMANN J., The Mass, II, 110: “In this introductory dialogue we have a most ancient Christian tradi-
tion. Cyprian already comments on the Sursum corda and sees in these words the expression of the mood in
which the Christian should properly begin every prayer: every fleshly and worldly thought should be
suppressed, and the mind bent solely upon the Lord (Cogitatio omnis carnalis et sæcularis abscendat nec
quicquam animus quam id solum cogitet quod precatur. Ideo et sacerdos ante orationem præfatione præmissa parat
fratrum mentes dicendo: Sursum corda, dum respondet plebs: Habemus ad Dominum, admoneatur nihil aliud se
quam Dominum cogitare debere). Augustine takes occasion, time after time, to speak of the Sursum corda. For
him the words are the expression of a Christian attitude, much the same as St. Paul’s admonition to those
who have risen with Christ: quæ sursum sunt quærite (Col 3, 1); our head is in heaven, and therefore our
hearts must also be with Him, and the gladsome consciousness of this, as expressed in the common re-
sponse of the faithful, Habemus ad Dominum, is basically the factor which, according to St. Augustine, urges
the priest on to the Gratias agamus”; AUGUSTINUS, Serm. 227; PL 38, 1100 ss.
469 Is 6, 3.
96 Liturgia de los Sacramentos
Sentido
«Toda la asamblea se une entonces a la alabanza incesante que la Iglesia celestial, los
ángeles y todos los santos, cantan al Dios tres veces santo...»472.
Modo de celebrar
Una vez terminado el prefacio, la liturgia no ofrece una rúbrica que indique la entrada
del Sanctus, sobre todo por el texto mismo del præ Sanctus ya lo introduce: «Por eso, con
todos los ángeles y santos nos atrevemos a decir».
Post – Sanctus
Historia
Este punto, en cuanto a la historia, no tiene grandes antecedentes, ya que en la liturgia
romana no tuvo especial desarrollo, pues durante siglos el Canon Romano fue la plega-
ria de la Iglesia Latina y al pasar del Sanctus al Te igitur, entonces no se dio un énfasis
particular a la transición con el tema de la santidad de Dios como lo presentan las ple-
garias modernas.
Sentido
El post Sanctus es un elemento que sirve de enlace entre el prefacio y el resto de la Plega-
ria Eucarística. Resume la alabanza a la santidad de Dios y la enmarca, para invocar su
poder transformador. Por la forma primitiva de alabanza a la majestad de Dios nos pre-
senta, en algunos momentos una imagen trinitaria en el Trisagion, que fuera una inter-
pretación particular. La función esencial del post Sanctus es la de crear, entonces, un
pasaje entre la alabanza del nombre de Dios, que culmina en el Sanctus y en el memorial
de Cristo. Ello se observa brotar en la medida en la que se expone más ampliamente la
obra de Cristo.
PE I PE II PE III PE IV
Vere Sanctus, es, Domine, fons Vere Sanctus es, Domine, et merito te Confitemur tibi, Pater sancte, quia mgnus
omnis sanctitatis. laudat omnis a te condita creatura, quia es et omnia opera tua in sapientia et
per Filium tuum, Dominum nostrum caritate fecisti. Hominem ad tuam
Iesum Christum, Spiritus Sancti imaginem condidisti, eique commisisti
operante virtute, vivificas et sanctificas mundi curam universi, ut, tibi soli
universa, et populum tibi congregare Creatori serviens, creaturis omnibus
non desinis, ut a solis ortu usque ad imperaret. Et cum amicitiam tuam, non
occasum oblatio munda offeratur odœdiens, amisisset, non eum dereliquisti
nomini tuo. in mortis imperio. Omnibus enim
misericorditer subvenisti, ut te quærentes
inveniret. Sed et fœdera pluries hominibus
obtulisti eosque per prophetas erudisti in
exspectatione salutis. Et sic, Pater sancte,
mundum dilexisti, ut completa
Te igitur
Historia
La primera oración que nosotros encontramos en el texto del Canon Romano después
del Sanctus es un ofrecimiento de los dones a través de una solemne súplica que espera
una aceptación graciosa por parte de Dios. Con todo y que es un ofrecimiento, no resul-
ta clara una explicación de la plegaria en cuanto tal, más aún, algunos autores piensan
que sería una super oblata más desarrollada. En otras liturgias, queda clara su función
ofertorial después del Sanctus a manera de una inserción de intercesiones que prepara
el motivo central de la acción de gracias en las palabras de institución, desarrollando un
tema cristológico particular como es el caso de las liturgias Siro occidentales y el de los
formularios Bizantinos. Por lo que se refiere a otro tipo de formularios, este momento se
lo puede parangonar con la alabanza propia del post sanctus de las liturgias galicanas473.
La transición entre el Sanctus y el ofrecimiento del Te igitur ha sido considerada un poco
abrupta, además que la misma palabra igitur no ha sido del todo inteligible en su cone-
xión externa474, inclusive ya en épocas recientes la palabra tuvo interpretaciones muy
variadas, dada su falta de ligamen entre las oraciones a las que precede y sucede475. En
otro ejemplo, es el mismo igitur que hace la transición entre la primera sección del Exul-
tet del sábado santo, el laus cerei, con la oblación que se sigue476, notándose una unión
más cercana y natural entre los elementos. Por ello que resulta necesario establecer una
conjunción de los elementos que resulte más acorde a la antigua tradición de la Iglesia,
donde los conceptos acción de gracias y ofrecimiento estaban íntimamente unidos. De
hecho en el s. III la palabra eu)xaristi/a fue posteriormente llamada oblatio, por la razón
de que la Eucaristía es la acción de gracias en la que se da el ofrecimiento de los dones
santos. Las expresiones sacrificium laudis y oblatio rationabilis acentúan en el Canon Ro-
mano la espiritualidad del sacrificio, ya que el gratias agere de la comunidad cristiana es
473 MOHLBERG L. C., Missale Gothicum. Vat. Reg. Lat. 317, en Rerum Ecclesiasticarum Documente (Fontes 5),
Herder, Roma 1961, n. 4: “Collectio post sanctus. Uere sanctus, uere benedictus dominus noster Iesus
Christus filius tuus, manens in cælis manifestatus in terris, ipse enim pridie quam pateretur”.
474 DREWS P., Zur Entstehungsgeschichte des Kanons in der römischen Meße, Tubinga 1902, 23.
475 JUNGMANN J., The Mass 2, 149 n. 5.
476 In huius igitur noctis gratia suscipe, sancte Pater, incensi huius sacrificium vespertinum.
98 Liturgia de los Sacramentos
una acción de gracias que termina con la oblación de Cristo mismo477. En resumidas
cuentas, el Te igitur es una plegaria de aceptación de la ofrenda que se presenta, que
empieza desde el prefacio y que tiene la mirada puesta en los dones sagrados478.
A continuación se presentan una serie de intercesiones generales que se introdujeron a
finales del siglo cuarto dentro de la gran oración incluso en Roma, tal y como sucedió
en oriente y que ahora es una costumbre. Conviene notar la brevedad e incisión de cada
intercesión que tienen como finalidad enmarcar el momento de ofrecimiento con un
sentido de aplicación concreta del ofrecimiento que se está realizando en el único con-
texto de la “gran oración de la Iglesia”.
PE I PE II PE III PE IV
Te igitur, clemetissime Pater, per
Iseum Christum, Filium tuum,
Dominum nostrum, supplices
rogamus ac petimus, uti acceptaa
habeas et benedicas hæc dona, hæc
munera, hæc sacnta sacrificia
illibata, in primis, quæ tibi
offerimus por Ecclesia tua sancta
catholica: quam pacificare,
custodire, adunare et regere
digneris toto orbe terrarum: una
cum famulo tuo Papa nostro N. et
Antistite nostro N. et omnibus
orthodoxis atque catholicæ et
apostolicæ fidei cultoribus.
Communicantes, et memoriam
venerantes, in primis gloriosæ
semper Virginis Mariæ, Genitricis
Dei et Domini nostri Iesu Christi:
sed a beati Ioseph, eiusdem Virginis
Sponsi, et beatorum Apostolorum
ac Martyrum tuorum, Petri et Pauli,
(Andreæ, Iacobi, Ioannis, Thomæ,
Iacobi, Philippi, Bartholomæi,
Matthæi, Simonis et Thaddæi: Lini,
Cleti, Clementis, Xysti, Cornelii,
Cypriani, Laurentii, Chrysogoni,
Ioannis et Pauli, Cosmæ et
Damiani) et omnium Sanctorum
tuorum; quorum meritis
precibusque concedas, ut in
omnibus protectionis tuæ
muniamur auxilio.
477 En la anáfora de San Marcos la oración de acción de gracias en los fragmentos del siglo IV, se enlazan de
una vez por todas a la ofrenda: “Ihsou= Xristou=, di ) ou(= soi\... eu)xaristou=ntej prosfe/romen th\n
qusi/an th\n logikh/n, th\n a)nai/makton latrei/an tau/thn”.
478 Conforme a la rúbrica anterior el Te igitur iba acompañado de una serie de cruces, a lo largo de la plega-
ria, con la finalidad de mantener una categoría simétrica en las afirmaciones que se hacen del misterio: Tres
acompañaban la oración inicial, tres cerraban la doxología, cinco acompañaban la segunda oración de pre
consagración y cinco más para la Anámnesis después de la consagración.
Liturgia de los Sacramentos 99
Hanc igitur oblationem servitutis
nostræ, sed et cunctæ familiæ tuæ,
quæsumus, Domine, ut placatus
accipias: diesque nostros in tua
pace disponas, atque ab æterna
damnatione nos eripi et in
electorum tuorum iubeas grege
numerari.
Epíclesis
Historia
Siguiendo el esquema de la Plegaria Eucarística I, y tocando al mismo tiempo la evolu-
ción de la Epíclesis, llegamos al punto denominado Quam oblationem que forma una
unidad con la narración de la institución de la Eucaristía. Se trata de una oración que
enlaza perfectamente la oración precedente con la parte principal de la Plegaria, más
aún, no sólo sirve de enlace, sino que adquiere por sí misma una altura propia dada la
acción del Espíritu Santo pero que desafortunadamente, en la Iglesia latina no tuvo la
misma fuerza que en la Iglesia de Oriente por los vaivenes teológicos entre ambas igle-
sias por lo que se refiere al momento principal de la celebración tan discutido.
Veamos un poco de historia para comprender mejor esta plegaria. Un testimonio tem-
prano de dicha oración lo encontramos en San Ambrosio, que busca la manera de expli-
car el sentido introductorio de la oración, así como la oración en cuanto tal. El Señor
mismo habría hecho una oración similar —guardando las evoluciones ulteriores— para
explicar cómo los dones terrenos se convertirían en el cuerpo y la sangre de Cristo479:
Accipe quæ, sunt verba. Dicit sacerdos: Fac nobis, inquit, hanc oblationem
adscriptam, ratam, rationabilem, acceptabilem, quod figura est corporis et
sanguinis Domini nostri Jesu Christi. Qui pridie quam pateretur, in sanctis
manibus suis accepit panem, respexit in cælum ad te, sancte Pater omnipotens
æterne Deus...
En la Eucaristía de Hipólito una nota preliminar de este tipo subyace. El relato de la
institución se sigue de una palabras de alabanza que contemplan la redención dentro
del curso de una oración de acción de gracias.
La oración Quam oblationem de la primera Plegaria Eucarística tiene un tinte de súplica
de santificación de los dones de la tierra que se ofrecen y presentan, y que realiza para
nosotros el cambio admirable del pan y vino en Cuerpo y Sangre del Señor Jesús. La
expresión del texto hace referencia a esta idea, pero no la manifiesta de modo tan explí-
cito. Lo cierto es que el punto central de nuestra plegaria es la consagración, o más exac-
tamente, la transformación de nuestro don sacrificial, es decir, denota el aspecto epiclé-
tico de la misma.
De aquí se deriva que la actividad litúrgica de la Iglesia se sitúa en dos momentos que
destacan su sacramentalidad: la consagración y la comunión, que son como los medios
a través de los cuales, el hombre entra en contacto con la acción de Dios. Ambos modos
de acercamiento, fueron designados en la antigüedad cristiana como e)pikalei=sqai y
480 CASEL O., «Zur Epiklese», JL 3 (1923) 100-102; CASEL O., «Neue Beiträge zur Epiklesenfrage», JL 4 (1924)
169-178.
481 TERTULLIANUS, De Bapt. 4, CSEL 20, 204.
482 La Eucaristía es una Epíclesis, como cualquier oración de dedicación, principalmente por la invocación
del Divino nombre sobre los elementos materiales. En este sentido San Ireneo habla del pan que recibe th\n
e)pi/klhsin tou= qeou= ya no es un pan ordinario cf. CASEL O., «Neue Beiträge», 173 s.
483 SERAPION, Euchologion 13, 15: “Epidhmhsa/tw qee\ th=j a)lhqei/aj, o( a(/gio/j sou lo/goj e(pi\ to\n a)/rton
tou=ton, i(/na ge/nhtai o( a)/rtoj sw=ma tou= lo/gou”; Justino en su primera Apología I, 66 dice que el pan se
convierte en el cuerpo de Cristo di ) eu)xh=j lo/gou tou= par ) au)tou=.
484 CYRILLUS JEROS., Catequesis mistagógica V, 7: Entonces, invocamos la bondad de Dios para que envíe al
Espíritu Santo sobre estos dones, a fin de que este pan se convierta en el cuerpo de Cristo y el vino en la
Sangre de Cristo.
485 GELASIUS I, Ep. fragm. 7: “quomodo a divini mysterii consecrationem cœlestis spiritus invocatus adveniet,
si sacerdos (et) qui eum adesse deprecatur, criminosis plenus actionibus reprobetur?”; cf. CASEL O., «Neue
Beiträge», 175-177.
Liturgia de los Sacramentos 101
Sentido
«En la Epíclesis, Iglesia pide al Padre que envía su Espíritu Santo sobre el pan y el vino,
para que se conviertan por su poder, en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo»486.
La evolución de la Epíclesis se puede reconstruir de los textos de la primera Epíclesis
alejandrina que se situó entre el Sanctus y la Narratio. Metodológicamente resulta válido
el principio de que si un texto litúrgico es menos antiguo, puede ser que contenga ele-
mentos más arcaicos y menos desarrollados; la Epíclesis aparece, entonces, como un
Embolismo (desarrollo) del «Santo», porque es un comentario de la frase: «llenos están
el cielo y la tierra de tu gloria». Esta transposición de la Epíclesis como elemento de la
Anáfora tuvo un fuerte influjo en todo el Occidente. Tal influjo alejandrino, se ve plas-
mado en el Canon Romano que presenta la Epíclesis antes de la Narratio, quedando
como una frase, más o menos vaga. En los ritos occidentales, galicano e hispano, ordi-
nariamente la Epíclesis aparece después de la Anámnesis, aunque de pronto se presente
antes, en este caso, ha originado la interpretación occidental de la consagración que se
reduce a la repetición de las palabras propias y esenciales: este es mi cuerpo; esta es mi
sangre487.
El gesto propio de la Epíclesis es el de la xeirotoni/a, que consiste en la imposición de
manos sobre las ofrendas significando con ello la invocación misma del Espíritu Santo.
Se trata de uno de los signos más antiguos en la liturgia para indicar dicha petición del
poder del Espíritu de Dios.
PE I PE II PE III PE IV
Quam oblationem tu, Deus, in Hæc ergo dona, quæsumus, Spiritus tui Supplices ergo te, Domine, Quæsumus igitur, Domine, ut
omnibus, quæsumus, benedictam, rore sanctifica, ut nobis Corpus et deprecamur, ut hæc munera, quæ tibi idem Spiritus Sanctus hæc munera
adscriptam, ratam, rationabilem, Sanguis fiant Domini nostri Iesu sacranda detulimus, eodem Spiritu sanctificare dignetur, ut Corpus et
accetabilemque facere digneris: ut Christi. sanctificare digneris ut Corpus et Sanguis fiant Domini nostri Iesu
nobis Corpus e Sanguis fiat Sanguis fiant Filii tui Domini nostri Iesu Christi, ad hoc magnum
dilectissimi Filii tui, Domini nostri Christi, cuius mandato hæc mysteria mysterium celebrandum, quod
Iesu Christi. celebramus. ipse nobis reliquit in fœdus
æternum.
Narratio
Historia
En todas las liturgias conocidas el centro de la Eucaristía está conformado por la narra-
ción de la Institución y las palabras de consagración. La primera consideración que ha-
ré, tiene que ver con el hecho contundente de que los textos de la narración de la Insti-
Sentido
«En el relato de la Institución, la fuerza de las palabras y la acción de Cristo y el poder del
Espíritu Santo hacen sacramentalmente presentes bajo las especies de pan y de vino su
Cuerpo y su Sangre, su sacrificio ofrecido en la cruz de una vez para siempre»488.
Las anáforas contienen por su obvia naturaleza, las palabras de la Institución, pero de
una manera estilizada respecto a la versión neotestamentaria, con una referencia nota-
tos litúrgicos con dos signos diferentes, para matizar la naturaleza del momento: invo-
cación con la xeirotoni/a y la indicación del misterio con la xeiroqesi/a.
PE I PE II PE III PE IV
Qui, pridie quam pateretur, accepit Qui cum Passioni voluntarie Ipse enim in qua nocte tradebatur Ipse enim, cum hora venisset ut
panem in sanctas ac venerabiles traderetur, accepit panem et gratias accepit panem et tibi et tibi gratias glorificaretur a te, Pater sancte, ac
manus suas, et elevatis oculis in agens fregit, deditque discipulis suis, agens benedixit, fregit, deditque dilexisset suos qui erant in mundo,
cælum, ad te Deum Patrem suum dicens: discipulis suis, dicens: in finem dilexit eos: et cenantibus
omnipotentem, tibi gratias agens illis accepit panem, benedixit ac
benedixit, fregit, deditque discipulis Accipite et manducate ex hoc Accipite et manducate ex hoc fregit, deditque discipulis suis,
suis, dicens: omnes: hoc est enim Corpus meum, omnes: hoc est enim Corpus meum, dicens:
quod pro vobis tradetur. quod pro vobis tradetur.
Accipite et manducate ex hoc omnes: Accipite et manducate ex hoc
hoc est enim Corpus meum, quod pro Simili modo, postquam cenatum est, Simili modo, postquam cenatum est, omnes: hoc est enim Corpus meum,
vobis tradetur. accipiens et calicem, iterum gratias accipiens calicem, et tibi gratias quod pro vobis tradetur.
agens dedit discipulis suis, dicens: agens benedixit, deditque discipulis
Simili modo, postquam cenatum est, suis, dicens: Simili modo accipiens calicem, ex
accipiens et hunc præclarum calicem Accipite et bibite ex eo omnes: hic genimine vitis repletum, gratias egit,
in sanctas ac venerabiles manus suas, est enim calix Sanguinis mei novi et Accipite et bibite ex eo omnes: hic deditque discipulis suis, dicens:
item tibi gratias agens benedixit, æterni testamenti, qui pro nobis et est enim calix Sanguinis mei novi et
deditque discipulis suis, dicens: pro multis effundetur in æterni testamenti, qui pro nobis et Accipite et bibite ex eo omnes: hic
remissionem peccatorum. Hoc facite pro multis effundetur in est enim calix Sanguinis mei novi et
Accipite et bibite ex eo omnes: hic est in meam commemoratio-nem. remissionem peccatorum. Hoc facite æterni testamenti, qui pro nobis et
enim calix Sanguinis mei novi et in meam commemoratio-nem. pro multis effundetur in
æterni testamenti, qui pro nobis et Mysterium fidei: remissionem peccatorum. Hoc facite
pro multis effundetur in Mysterium fidei: in meam commemoratio-nem.
remissionem peccatorum. Hoc facite Mortem tuam annuntiamus,
in meam commemorationem. Domine, et tuam resurrectionem Mortem tuam annuntiamus, Mysterium fidei:
confitemur, donec venias. Domine, et tuam resurrectionem
Mysterium fidei: confitemur, donec venias. Mortem tuam annuntiamus,
Domine, et tuam resurrectionem
Mortem tuam annuntiamus, Domine, confitemur, donec venias.
et tuam resurrectionem confitemur,
donec venias.
Anámnesis y ofrenda
Historia
En casi todas las liturgias fueron usadas dos ideas para definir el misterio, y ambas,
fueron utilizadas a la par y, por otra parte, contrastadas en varios modos. Se entendió el
misterio como Conmemoración o como Anámnesis, pero también se entendió como
Oblación o como Sacrificio. En pocas ocasiones la oblación es mencionada primero, co-
mo sucede en la celebración armenia, donde, después de pronunciar las palabras de la
Institución, el sacerdote desarrolla la idea del mandato de hacer lo que Cristo hizo489. Se
puede decir, que a manera de regla la remembranza se menciona primero con una clara
nota —en forma de participio— de íntima relación con la oblación, misma que se decla-
ra con el verbo offerimus, prosfe/romen490. Ambas ideas presentan la realidad de tener
en las manos un memorial491 y una ofrenda u oblación, donde dicha oblación debe ser
realizada con nosotros mismos en “espíritu y en verdad”.
489 CHOSROE, Explicatio precum missæ, VETTER (ed.), Friburgo 1880, 32s.: “Et nos igitur, Domine, secundum
illud mandatum, offerimus istud salutiferum sacramentum corporis et sanguinis Unigeniti tui,
commemoramus salutares eius pro nobis passiones”.
490 La más antigua liturgia bizantina presenta el ofrecimiento en la forma gramatical del participio:
“Memnhme/noi ou)=n... ta\ sa/ e)k tw=n sw=n soi\ prosfe/rontej, se\: se\ u)mnou=men”. Posiblemente el sacerdo-
te se unía a una aclamación por parte del pueblo.
491 CASEL O., «Das Mysteriumgedächtnis der Meßliturgie im Lichte der Tradition», JL 6 (1926) 113-204. Este
autor ha recogido algunos testimonios sobre el carácter real de la conmemoración desde fuentes litúrgicas y
Liturgia de los Sacramentos 105
El memorial tiene en sí una dimensión cristológica y se sitúa dentro de toda una acción
de gracias que la Iglesia ha celebrado desde siempre dentro del marco del Misterio Pas-
cual de Cristo. Se deduce que, entonces, que la muerte del Señor es su victoria, es su
triunfo sobre la muerte. La celebración galicana hace una mención particular de la Pa-
sión. Inclusive en Hipólito la Resurrección se añade: Memores igitur mortis et
resurrectionis eius. En el texto del canon que presenta Ambrosio, hay una adición sobre
la Ascensión, mientras que la passio se caracterizó con la palabra gloriosissima.
El texto actual de la Anámnesis sigue las mismas líneas. El adjetivo gloriosa se lo ha refe-
rido a la Ascensión, mientras que passio ha adquirido el atributo tam beata, ya que la
Pasión es bendita por el hecho de que es la fuente de nuestra Salvación.
Sentido
«La Iglesia hace memoria de la pasión, de la Resurrección y del retorno glorioso de
Cristo Jesús; presenta al Padre la ofrenda de su Hijo que nos reconcilia con Él»492.
La Anámnesis aplica formalmente el significado de la Eucaristía a los dones ofrecidos y
pone en relación lo que se ve con aquello que significa, es decir, la Eucaristía. La pala-
bra «recordando» traduce de hecho el mandato de Cristo, y además evoca no sólo aque-
llo que ha sucedido, sino también aquello que se espera suceda. Es por lo tanto, el reco-
nocimiento confiado y la proclamación de aquello que es la Eucaristía: la memoria pro-
clamada y la respuesta al mandato de Cristo. Dicha orden del Señor se cumple en la
acción litúrgica: por ello haciendo memoria de Cristo, ofrecemos su sacrificio. Es lo que
expresan claramente el Canon Romano y las liturgias de tipo antioqueno, con la misma
significación que en Hipólito: Unde et memores ... Memnhme/noi ou)=n. El objeto del memo-
rial es el misterio pascual: los textos más concisos van directo a lo esencial: la muerte y
la Resurrección, pero a menudo se evocan también otros «acontecimientos» sobre todo
la ascensión y el retorno al fin de los tiempos. Como ejemplo claro está el Canon Ro-
mano, asimismo la anáfora siriaca de los XII apóstoles que rompiendo con su presenta-
ción habitual, se dirige al mismo Cristo.
En la expresión Offerimus..., prosfe(romen, vemos que lo que se presenta al Padre es
designado en términos sacramentales, no se dice de modo realista «el cuerpo y la san-
gre de Cristo», sino, en lenguaje simbólico «lo que es tuyo (sacado) de lo que es tuyo»,
Ta\ sa\ e)k tw=n sw=n (de las anáforas de Basilio y Crisóstomo), «este sacrificio tremendo
y no sangriento» (Santiago), «de los mismo bienes que nos has dado, el sacrificio puro,
inmaculado y santo: pan de vida eterna y cáliz de eterna salvación». El don que el mis-
mo Señor hace de su vida se convierte en un hoy en el acto de la Iglesia que celebra.
Destaquemos la primera persona del plural, el «nosotros» que precisa la plegaria de
Gregorio Magno: «Nosotros, tus siervos y todo tu pueblo santo».
extra litúrgicas, a través de su interpretación sobre la real conmemoración nos encontramos en un punto
controversial. De cualquier modo, los formularios individuales ofrecen claramente el hecho de que una
conmemoración objetiva está presente de algún modo.
492 CEC 1354.
106 Liturgia de los Sacramentos
PE I PE II PE III PE IV
Unde et memores, Domine, nos Memores igitur mortis et Memores igitur, Domine, eiusdem Filii Unde et nos, Domine, redemptionis
servi tui, sed et plebs tua sancta, resurrectionis eius, tibi, Domine, tui salutiferæ passionis necnon nostræ memoriale nunc celebrantes,
eiusdem Christi, Filii tui, Domini panem vitæ et calicem salutis mirabilis resurrectionis et ascensionis in mortem Christi eiusque descensum
nostri tam beatæ passionis, necnon offerimus, gratias agentes quia nos cælum, sed et præstolantes alterum eius ad inferos recolimus, eius
et ab inferis resurrectionis, sed et in dignos habuisti astare coram te et tibi adventum, offerimus tibi, gratias resurrectionem et ascensionem ad
cælos gloriosæ ascensionis: ministrare. referentes, hoc sacrificium vivum et tuam dexteram profitemur, et,
offerimus præclaræ maiestati tuæ sanctum. exspectantes ipsius adventum in
de tuis donis ac datis hostiam gloria, offerimus tibi eius Corpus et
puram, hostiam sanctam, hostiam Sanguinem, sacrificium tibi
immaculatam, Panem sanctum vitæ acceptabile et toti mundo salutare.
æternæ et Calicem salutis
perpetuæ.
2ª Epíclesis
Sentido
«Y quienes toman parte en la Eucaristía sean un solo cuerpo y un solo espíritu»493. La
Epíclesis es el reconocimiento explícito que, sin la acción de Dios, no puede realizarse la
Eucaristía; y representada una profesión de fe de su poder sacramental. La súplica ex-
presa de la expresión supplices deprecamur, u otros sinónimos, está ligada con la Anám-
nesis que le precede. Dicha súplica consta de estos elementos:
• Una mención expresa del Espíritu Santo, en ocasiones invocado con otros
nombres tales como: potencia divina, bendición de Dios, invisible Sacramento
de santificación;
• Una petición para que el Espíritu «venga», «descienda sobre», o bien que el
Padre lo «mande», o lo «infunda en nosotros»;
• Invocación del Espíritu sobre los dones: santifique, manifieste, transforme;
• Acción que lo haga digno de participar o de ser un solo cuerpo. De esta ma-
nera la doble finalidad del Espíritu consiste en hacer que los dones del me-
morial sean Sacramento de salvación para la asamblea; y que la asamblea sea
signo auténtico del Sacramento494.
PE I PE II PE III PE IV
Et supplices deprecamur, ut Coporis et Respice, quæsumus, in oblationem Respice, Domine, in Hostiam
Sanguinis Christi participes a Spiritu Ecclesiæ tuæ et, agnoscens Hostiam, quam Ecclesiæ tuæ ipse parasti, et
Sancto congragemur in unum. cuius voluisti immolatione placari, concede benignus omnibus qui ex
concede, ut, qui Corpore et Sanguine hoc uno pane participabunt et
Filii tui reficimur, Spiritu eius Sancto calice, ut, in unum corpus a Sancto
repleti, unum corpus et unus spiritus Spiritu congregati, in Cristo hostia
inveniamur in Christo. viva perficiantur, ad laudem
gloriæ tuæ.
Intercesiones
Historia
Según el esquema antioqueno, las intercesiones suceden a la Epíclesis y son un desarro-
lla de la Epíclesis misma, para que la asamblea corresponda a la función sacerdotal
propia en el sacrificio y sea digna de recibir el Sacramento. El carácter de universalidad
Sentido
«La Iglesia expresa que la Eucaristía se celebra en comunión con toda la Iglesia del cielo
y de la tierra, de los vivos y de los difuntos, y en comunión con los pastores de la Igle-
sia, el Papa, el Obispo de la diócesis, su presbiterio y los diáconos y todos los obispos
del mundo entero con sus Iglesias»497.
Después de la segunda Epíclesis, se implora de nuevo la presencia del Espíritu Santo
para que por una parte haga grata al Padre la ofrenda de la Víctima y por otra, la acción
del Espíritu aúne en una sola familia de hermanos a todos los que se alimentan de esta
misma Víctima.
La Eucaristía tiene también un contenido escatológico: su efecto salvador se nos va apli-
cando en esta vida, pero tendrá su plenitud en el cielo. Por eso se hace una conmemora-
ción de los santos del cielo: mirándolos a ellos podrá el creyente oferente comprender al
plan Salvador de Dios que, a través de las vicisitudes de la vida, nos conduce a la parti-
cipación plena de la Resurrección de su Hijo.
Toda Eucaristía so ofrece por toda la Iglesia. Por eso en la Plegaria Eucarística hay una
intercesión por todos ellos: el Papa, el Obispo, la jerarquía, los oferentes, los que están
reunidos, los ausentes, los difuntos: se pide que a todos ellos alcance la salvación de
Cristo que la Eucaristía representa y actualiza498.
PE I PE II PE III PE IV
Supra quæ propitio ac sereno vultu Recordare, Domine, Ecclesiæ tuæ Ipse nos tibi perficiat munus Nunc ergo, Domine, omnium
respicere digneris: et acceppta habere, toto orbe diffusæ, ut eam in caritate æternum, ut cum electis tuis recordare pro quibus tibi hanc
sicuti accepta habere dignatus es perficias una cum Papa nostro N. et hereditatem consequi valeamus, in oblationem offerimus: in primis
munera pueri tui iusti Abel, et Episcopo nostro N. et universo clero. primis cum beatissima Virgine, Dei famuli tui, Papæ nostri N., Episcopi
sacrificium patriarchæ nostri Abrahæ, Genitrice, Maria, cum beatis nostri N., et Episcoporum ordinis
et quod tibi obtulit summus sacerdos Memento famuli tui (famulæ tuæ) Apostolis tuis et gloriosis Martyribus universi, sed et totius cleri, et
tuus Melchisedech, sanctum N., quem (quam) (hodie) ad te ex hoc (cum Sancto N.) et omnibus Sanctis, offerentium, et circumstantium, et
sacrificium, immaculatam hostiam. mundo vocasti. Concede, ut, qui quorum intercessione perpetuo apud cuncti populi tui, et omnium, qui te
(quæ) complantatus (complantata) te confidimus adiuvari. quærunt corde sincero.
Supplices te rogamus, omnipotens fuit similitudini mortis Filii tui, simul
Deus: iube hæc perferri per manus fiat et resurrectionis ipsius. Hæc Hostia nostræ reconciliationis Memento etiam illorum, qui obierunt
sancti Angeli tui in sublime altare proficiat, quæsumus Domine, ad in pace Christi tui, et omnium
tuum, in conspectu divinæ maiestatis Memento etiam fratrum nostrorum, totius mundi pacem atque salutem defunctorum quorum fidem tu solus
tuæ; ut, quotquot ex hac altaris qui in spe resurrectiois dormierunt, Ecclesiam tuam, peregrinantem in cognovisti. Nobis omnibus, filiis tuis,
participatione sacrosanctum Filii tui omniumque in tua miseratione terra, in fide et caritate firmare clemens Pater, concede, ut cælestem
Corpus et Sanguinem sumpserimus, defunctorum, et eos in lumen vultus digneris cum famulo tuo Papa nostro hereditatem consequi valeamus cum
omni benedictione cælesti et gratia tui admitte. N. et Episcopo nostro N., cum beata Virgine, Dei Genitrice, Maria,
repleamur. episcopali ordine et universo clero et cum Apostolis et Sanctis tuis in
Omnium nostrum, quæsumus, omni populo acquisitionis tuæ. Votis regno tuo, ubi cum universa
Memento etiam, Domine, famulorum miserere, ut cum beata Dei Genitrice huius familiæ, quam tibi astare creatura, a corrptione peccati et
famularumque tuarum N. et N., qui Virgine Maria, beatis Apostolis et voluisti, adesto propitius. Omnes mortis liberata, te glorificemus
nos præcesserunt cum signo fidei, et omnibus Sanctis, qui tibi a sæculo filios tuos ubique dispersos tibi,
dormiunt in somno pacis. placuerunt, æternæ vitæ mereamur clemens Pater, miseratus coniunge.
esse consortes, et te laudemus et
Ipsis, Domine, et omnibus in Christo glorificemus Fratres nostros defunctos et omnes
quiescentibus, locum refrigerii, lucis et qui, tibi placentes, ex hoc sæculo
pacis, ut indulgeas, deprecamur. transierunt, in regnum tuum
benignus admitte, ubi fore speramus,
Nobis quoque peccatoribus famulis ut simul gloria tua perenniter
tuis, de multitudine miserationum satiemur
tuarum sperantibus, partem aliquam
et societatem donare digneris cum tuis
sanctis Apostolis et Martyribus: cum
Ioanne, Stephano, Matthia, Barnaba,
(Ignatio, Alexandro, Marcellino, Petro,
Felicitate, Perpetua, Agatha, Lucia,
Doxología
Historia
Como atestigua Hipólito, Roma conocía una costumbre parecida a aquella de que habla
en África, el concilio de Cartago del 397499. Todas las anáforas concluyen con una fór-
mula trinitaria cuyo tono es claramente cristológico. Aparecen las mismas palabras:
alabanza, gloria, honor, bendición, bendición, adoración. Ello denota la doxología que
la Iglesia presenta a la Trinidad. Expresa el punto culminante de la alabanza y de la
glorificación que toda la anáfora pretende elevar al Padre, Hijo y Espíritu Santo.
La conclusión introduce en todas partes esa participación de los fieles, subrayada ya
por san Justino, manifestación significativa del sacerdocio bautismal que se una a la
acción eucarística. Dionisio de Alejandría, en el siglo III, creía que no había necesidad
de volver a bautizar a un hombre iniciado ya en la herejía, puesto que «había escuchado
la eucaristía y respondido el Amén (sunepifJegza/menon to\ Amh\n)».
Sentido
La segunda intercesión de la celebración romana termina con la fórmula: «Por él sigues
creando todos los bienes, los santificas, los llenas de vida, los bendices y los repartes
entre nosotros». Estas palabras no se aplican al cuerpo y la sangre de Cristo. Se trata de
una bendición de primicias, del óleo de los enfermos, y, en Pascua, de leche y miel.
PE I PE II PE III PE IV
Per Christum Dominum nostrum, per Filium tuum Iesum Christum. per Christum Dominum nostrum, per per Christum Dominum nostrum,
per quem hæc omnia, Domine, quem mundo bona cuncta largiris. per quem mundo bona cuncta
semper bona creas, sanctificas, Per ipsum, cum ipso, et in ipso, est largiris.
vivificas, benedicis et præstas tibi Deo Patri omnipotenti, in unitate Per ipsum, cum ipso, et in ipso, est tibi
nobis. Spiritus Sancti, omnis honor et gloria Deo Patri omnipotenti, in unitate Spiritus Per ipsum, cum ipso, et in ipso, est
per omnia sæcula sæculorum. Amen. Sancti, omnis honor et gloria per omnia tibi Deo Patri omnipotenti, in
Per ipsum, cum ipso, et in ipso, est sæcula sæculorum. Amen. unitate Spiritus Sancti, omnis
tibi Deo Patri omnipotenti, in honor et gloria per omnia sæcula
unitate Spiritus Sancti, omnis honor sæculorum. Amen.
et gloria per omnia sæcula
sæculorum. Amen.
499BOTTE B., «La Traditionapostolique», 21: “Et tunc offeratur oblatio a diaconibus episcopo et gratias agat
panem quidem in exe(m)plum, quod dicit gr(a)ecus antitypum, corporis Chr(ist)i; calicem uino mixtum
propter antitypum, quod dicit græcus similitudinem, sanguinis quod effusum est pro omnibus qui
crediderunt in eum; lac et melle mixta simul ad plenitudinem promissionis quæ ad patres fuit, qua[m] dixit
terram fluentem lac et mel, qua[m] et dedit carnem suam Chr(istu)s, per quam sicut paruili nutriuntur qui
credunt, in suauitate uerbi amara cordis dulcia efficiens; aquam uero in oblationem in indicium lauacri, ut
et interior homo, quod est animale, similia consequa[n]tur sicut et corpus.”; Concilio de Cartago en CCL
149, 40.
110 Liturgia de los Sacramentos
La II Plegaria Eucarística
La II plegaria es breve, con conceptos concisos y simples que proviene de la anáfora de
san Hipólito de principios del s. III —la más antigua que conocemos— en cuanto a es-
tructura501, pero con añadidos propios y con un prefacio propio que puede ser cambia-
do502. Resume sintéticamente la teología de la Eucaristía y, como toda su síntesis, no
siempre es clara en su expresión.
500 Organismo establecido por el Papa Pablo VI el 13 de enero de 1964 para la puesta en práctica de la Cons-
comes from the anaphora of Hippolytus. The sentences have, however, in part been reordered in accord-
ance with the schema just given or else brought into closer accord with «the spirit of the Roman liturgy».
Thus, Hippolytus’s listing of God’s saving deeds in creation and in the slightly condensed Christological
history of salvation down to Jesus’ death and resurrection now fron the preface; the Sanctus has been add-
ed. It can be said that the new prayer makes good use of Hippolytus’s model, but also that it is somewhat
heavy-handed in the rearrangements it introduces. For example, in Hippolytus’s prayer the Father, work-
ing in Christ, is on the scene throughout. The new preface retains this theology, but the is dropped after the
Sanctus. The formula of offering corresponds both to Hippolytus and to the Roman Canon, but after that
the structure of the Roman Canon becomes almost the sole norm. On the other hand, this last choice is
quite meaningful and logical, especially since it allows the entire Church and not just the immediate com-
munity to be brought into the intercession. The Mass, after all, is not only a communion of the individual
with Christ but a communion with the entire Church as well”.
502 El prefacio de Hipólito reza así: “Gratias tibi referimus d(eu)s, per dilectum puerum tuum Ie(su)m
Chr(istu)m, quem in ultimis temporibus misisti nobis saluatorem et redemptorem et angelum uoluntatis
Liturgia de los Sacramentos 111
La III Plegaria Eucarística
La III plegaria es de una mediana duración, con una estructura clara, con una unidad
temática entre un momento y otro, con la posibilidad de unirse a cualquier prefacio que
pudiera abrazar cualquier estilo prefacístico, su característica propia es la Eclesiología
que maneja. Conserva en su mayoría las líneas generales del tradicional Canon Ro-
mano. Por el hecho de que no contiene un prefacio propio, puede ser empleada en feria
o en fiesta, ya que muchas de sus afirmaciones se toman del modelo Romano. Se puede
decir que el Canon Romano fue reacomodado de acuerdo a las exigencias de las nuevas
leyes celebrativas, pero mientras conserva el sabor tradicional se enriquece con otras
tradiciones litúrgicas. Tiene como base la Anáfora de Serapión, por lo que trata de una
Plegaria de corte oriental que fuera compuesta a mediados del siglo IV.
La IV Plegaria Eucarística
La IV plegaria se caracteriza por presentar un esquema romano503, pero con un amplio
desarrollo del tema de la economía salvífica, siendo, por su estilo la que más se parece a
las anáforas de tipo antioqueno. Al mismo tiempo que se presentan estas tres plegarias,
se presenta para revisión la anáfora alejandrina de san Basilio que pudiera dar la idea
de un típico y noble ejemplo de la tradición oriental, que une elegantemente todos los
elementos que la componen, siendo además la plegaria que gozara de más popularidad
en Oriente, por su completez y simplicidad, pero cuando se sometió a votación esta
última el resultado le fue desfavorable: 16 non placet y 15 placet, así que se sometió al
parecer del Santo Padre504.
Se trata de una larga narración de las intervenciones de Dios en la Historia. Tiene un
prefacio invariable que nos habla de la creación inicial y de la creación de los ángeles.
Después del Santo, nos entrega una síntesis completa de la Historia de la Salvación.
tuæ, qui est uerbum tuum inseparabile[m], per quem omnia fecisti et beneplacitum tibi fuit, misisti de cælo
in matricem uirginis, quiq(ue) in utero habitus incarnatus est et filius tibi ostensus est, ex sp(irit)u s(an)c(t)o
et uirgine natus. Qui voluntatem tuam conplens et populum sanctum tibi adquirens extendis manus cum
pateretur, ut a passione liberaret eos qui in te crediderunt”.
503 EMMINGHAUS J. H., The Eucharistic, 188: “This composition has many good points. Viewed in purely
external terms, it is not unlike the Latin liturgy, since it has a preface, Sanctus, and Canon. However, the
fact that the preface is not variable but is an integral part of an unbroken Eucharistic prayer is rather a
Greek trait. Also a Greek characteristic is the fact that the Eucharistic prayer looks less to an individual
festal mystery than to the entire saving action in which the Father is the one who disposes and acts”.
504 Para más datos del desarrollo de estas propuestas ver BUGNINI A., La riforma liturgica (1948-1975), en BEL
Rito de Comunión
Padre Nuestro
Historia
Es la primera oración después de la Doxología que prepara a la comunión508. Forma
parte de la liturgia en el s. IV y de ello nos dan testimonio san Jerónimo509, san Ambro-
third part of the Eucharistic Liturgy in the Latin Rite. It functions as a prayer before meals for the commu-
Liturgia de los Sacramentos 113
sio510 y san Agustín511, por lo que se refiere a Occidente; por lo que se refiere al Oriente,
nos dan testimonio Cirilo de Jerusalén,512 sin embargo, cambió su lugar en la liturgia
romana varias veces, como por ejemplo después de la fracción, es decir cuando había
acabado propiamente el momento sacrificial y se entraba al momento de comunión,
pero Gregorio Magno no consideró adecuado ese lugar y la incluyó a la conclusión del
momento sacrificial, después de la Plegaria Eucarística y ligando con el Pater el final de
la celebración. En su momento fue hecho sólo por el sacerdote confiriéndosele un carác-
ter de plegaria sacerdotal. En el Concilio de Toledo (633)513 se insistió que el P. N. se
dijera diariamente y no sólo los domingos. Durante mucho tiempo se le llamó Oratio
Dominica, por tratarse de la oración que hiciera el Señor Jesús. Algunos santos padres la
mencionan en sus escritos; en la Catequesis Mistagógicas de Jerusalén tiene especial
énfasis y mención.
Sentido
«El Padrenuestro, con su embolismo sintetiza en cierto modo y expresa sentimientos
semejantes a los de la Plegaria Eucarística. La moción mistagógica que introduce el Pa-
drenuestro es otro esquema propuesto que no conviene repetir invariablemente. Es otra
oportunidad para el Presidente (no es moción del diácono) para vincular Palabra, Vida
y Eucaristía según la celebración del día»514.
Modo de celebrar
La rúbrica del MR515 nos ofrece lo siguiente:
Calice et patena depositis, sacerdos, iunctis manibus, dicit: Præcéptis
salutáribus móniti, et divína institutióne formáti, audémus dícere:
Extendit manus et, una cum populo, pergit...
«No está previsto o señalado ningún gesto que deba realizar la asamblea para acompa-
ñar la recitación del Padrenuestro. Si los fieles hacen algún gesto, éste debe ser ocasio-
nal. El tomarse de las manos expresa fraternidad y unidad. Este sentimiento tendría
lugar más adecuado en el rito de la paz. Levantar las manos extendidas puede ser una
buena expresión de filiación y dependencia de Dios»516.
nicants, especially because of the fourth petition: «Give us this day our daily bread». As early as Cyprian
and Augustine, this petition was given a Eucharistic interpretation. The fifth petition: «And forgive us our
trespasses as who forgive those who trespass against us» sounds the note of unity and peace and at the
same time introduces the note of concern for worthiness in receiving the Eucharist, which is explicit in the
sixth and seventh petitions for freedom from temptation and evil”.
509 IERONIMUS, Dialogus adversus Pelagianos, III, 15; PL 23, 612’613.
510 AMBROSIUS, De sacramentis, VI, 5, 24, en SCh 25 bis 150-152.
511 AUGUSTINUS, Epist., 149; PL 33, 636.
512 CYRILLUS IEROS., Cat. myst., V, 11-18, en SCh 126, 160-168.
513 Can. 10 en MANSI X, 621.
514 La Celebración de la Eucaristía, 139-140.
515 OM 124.
516 La Celebración de la Eucaristía, 141.
114 Liturgia de los Sacramentos
El Embolismo
Historia
El embolismo517 es un suplemento a la oración del Señor que aparece en todas las litur-
gias excepto en la Bizantina. Se lo menciona ya en el OR V, 66-67 como algo novedoso,
es como continuar pidiendo perdón, y al mismo tiempo liberación que desde el interior
afectado por el mal en sus varios aspectos.
Sentido
Como se dice en el párrafo anterior, el embolismo es simplemente una ampliación de la
última oración del Padrenuestro, que tuvo, en su momento, una significación exorcísti-
ca, pero que quedó como una inclusión, interpolación o ampliación al texto.
Modo de celebrar
A este propósito el MR 2000518 dice:
Manibus extensis, sacerdos solus prosequitur, dicens: Líbera nos, quæsumus,
Dómine, ab ómnibus malis, da propítius pacem in diébus nostris, ut, ope
misericórdiæ tuæ adiúti, et a peccáto simus semper líberi et ab omni
perturbatióne, secúri: exspectántes beátam spem et advéntum Salvatóris
nostri Iesu Christi.
La Pax Domini
Historia
El deseo de paz está ligado al beso de paz que le sigue. Como ya se ha dicho, el momen-
to del intercambio de la paz se realizaba antes de comenzar la Liturgia Eucarística; será
hasta el siglo V que se coloque después del Pater519. La Traditio Apostolica establece que
los catecúmenos no pueden intercambiar el beso de la paz, ni siquiera después de haber
hecho la oración, ya que su beso no es santo520. Ya en las Constituciones Apostólicas,
inmediatamente después de la doxología que concluye la anáfora, el obispo anuncia el
deseo de la paz pero sin beso, pues en ese tiempo el beso de paz continuaba anterior a
la Liturgia Eucarística. Hay, sin embargo, noticias de un beso de paz, en África, después
del Pater, como lo expresa san Agustín: «dicitur Pax vobiscum et osculantur se Christiani in
osculo sancto. Pacis signum est»521. En Roma se tiene noticia, que hacia el siglo V, el beso
de la paz se daba post confecta mysteria, como se refiere en la carta del Papa Inocencio I al
catechumeni orent seorsum, separati a fidelibus, et mulieres fideles sive mulieres catechumenæ. Cum
autem desierint orare, non dabunt pacem; nondum enim osculum eorum sanctum est. Fideles vero salutent
(a)spa/zesJai) inivem, viri cum viris et mulieres cum mulieribus; viri autem non salutabunt mulieres.
Mulieres autem omnes operiant capita sua pallio (pa/llion); sed non tantum per genus (ei)=doj) lini, non
enim est velum (ka/lumma)”.
521 AUGUSTINUS, Sermo 227; PL 38, 1101; SCh 116, 240.
Liturgia de los Sacramentos 115
obispo de Gubbio522. Así se mantuvo este uso hasta nuestros días conforme al esquema
que sintetiza su evolución y que presento a continuación:
• El beso de paz después de la plegaria universal;
• Canon, doxología, Pater, fracción, beso de paz y comunión;
• Canon, doxología, Pater, fracción, Agnus Dei, beso y comunión;
• Canon, doxología, Pater, deseo y beso de paz, fracción durante el Agnus Dei
y comunión.
Sentido
«La paz que se pide a Cristo, Señor de la Paz, y que se desea entre hermanos, tiene un
contenido profundamente humano y evangélico. Este gesto de la paz debe llevar consi-
go un compromiso de trabajar por la paz y la unidad, y no sólo en el momento y ámbito
de la celebración: dar la paz, no es sólo manifestarla, es compromiso de construirla»523.
Modo de celebrar
El MR 2000524 nos dice:
Deinde sacerdos, manibus extensis, clara voce dicit: Dómine Iesu Christe, qui
dixísti Apóstolis tuis: Pacem relínquo vobis, pacem meam do vobis: ne
respícias peccáta nostra, sed fidem Ecclésiæ tuæ; eámque secúndum
voluntátem tuam pacificáre et coadunáre dignéris. Iungit manus. Qui vivis
et regnas in sæcula sæculórum. Populus respondet: Amen.
Sacerdos, ad populum conversos, extendens et iungens manus, subdit: Pax
Dómini sit semper vobíscum. Populus respondet: Et cum spíritu tuo. Deinde,
pro opportunitate, diaconus, vel sacerdos, subiungit: Offérte vobis pacem.
«El sacerdote prepara el gesto con una oración que recuerda la promesa de Cristo en
vísperas de su muerte. Es una oración presidencial y no debe recitarla la Asamblea. La
invitación para darse la paz la hace el diácono, si lo hay: monición diaconal breve. El
gesto es libre: apretón de manos, abrazo, o puede ser también el tomarse todos las
mano. No es necesario decir palabras. Este gesto no debe confundirse con otras formas
de saludos, como felicitaciones en acontecimientos alegres, o condolencias en las cele-
braciones de funerales. Fundamentalmente se trata de un signo de comunión y amistad
cristiana que hay que compartir con las personas más cercanas. Sería preferible no can-
tar nada durante el rito de la paz para que el saludo pueda ser más espontáneo. Pero si
hay algún canto, éste no debe reemplazar el Cordero de Dios que acompaña el rito de la
Fracción del Pan y de la Conmixtión y que tiene un simbolismo muy rico de unidad de
toda la Iglesia en un mismo pan compartido y en un mismo Cáliz. Tampoco se debe
prolongar el canto de paz y el saludo, con el peligro de romper el equilibrio de los ges-
tos. De hecho, el Cordero de Dios es un canto sacrificial que da sentido al gesto de Jesús,
que partió el pan diciendo: Tomad y comed... bebed todos de él. Además, el que preside
debe esperar que haya terminado de darse la paz525, para iniciar el rito de la Fracción y
Conmixtión: No empalmar los ritos»526.
La Fracción y la Conmixtión
Historia
La historia de un rito que al inicio era muy simple, unía a la utilidad de partir el pan
para la distribución una teología significativa del unum corpus multi sumus, y que como
tal se llamaba fractio panis. Con el pasar del tiempo se convirtió en algo muy complicado
que intentaré resumir, partiendo de su antecedente. Me refiero al rito del frumentum que
se relata en su uso y disciplina en la ya famosa carta de Inocencio a Decencio. Los sa-
cerdotes titulares de Roma, al celebrar para sus fieles no pueden tomar parte en la cele-
bración papal, lo que no quiere decir que se sienten separados de la comunión por lo
que el papa manda a cada uno de ellos un fragmento del pan eucarístico (fermentum),
consagrado por él527. Dicho fragmento era depuesto en el cáliz en el momento del Pax
Domini528. Se subraya entonces la unidad que la Eucaristía pide en el ministerio del su-
mo pontífice o del obispo y del presbiterio. Existe otro rito llamado Sancta, que según lo
relata el Ordo I, se trata de la presentación de las oblaciones consagradas en las píxides
abiertas por parte de los acólitos. El pontífice o el diácono saludan y verifican la canti-
dad de las santas especies que sobraron. En el momento del Pax Domini, el Ordo I tiene
la siguiente rúbrica: Cum dixerit Pax Domini sit semper vobiscum, mittit in calicem de sancta.
Los Sancta fueron presentados al pontífice cuando se dirigía hacia el altar, al inicio de la
celebración. Después es posible que introduzca en el cáliz un pedazo, se tratará de una
primera conmixtión. Lo cierto es que hasta este momento no se ha hablado de ninguna
fracción, es posible que este rito esté en relación con el fermentum. Sin lugar a dudas,
cuando celebraba el papa mismo no había motivo alguno para realizar este rito. Luego
el papa parte un pan eucaristizado en dos partes. Deja la parte derecha sobre el altar y
la izquierda sobre la patena que tiene el diácono y va a sentarse529. Se canta el Agnus
525 De acuerdo al CE 1984 (99-103) hay un orden para darse la paz: “El Obispo celebrante, después de que
diácono dijo: Daos fraternalmente la paz, da el saludo de paz por lo menos a los dos concelebrantes más cer-
canos y después al primer diácono. Mientras tanto los concelebrantes, los diáconos, los demás ministros y
también los Obispos acaso presentes, se dan de modo semejante unos a otros el saludo de paz. También los
fieles se dan el saludo de paz, según el modo determinado por las Conferencias Episcopales. Si el que Pre-
side la Nación, viene por oficio a la sagrada celebración, el diácono o algunos de los concelebrantes se acer-
ca a él y le da el saludo de paz, según la costumbre de los lugares. Mientras se dan el saludo de paz, puede
decirse: La paz sea contigo, a lo cual se responde: Y con tu espíritu. También pueden usarse otras palabras
según las costumbres locales”.
526 La Celebración de la Eucaristía,142-145.
527 “De fermento vero quod die dominica per titulos mittimus, superflue nos consulere voluisti, cum omnes
ecclesiæ nostræ intra civitatem sint constitutæ. Quarum presbyteri, quia die ipso propter plebem sibi
creditam nobiscum convenire non possunt, idcirco fermentum a nobis confectum per acolytos accipiunt, ut
se a nostra communione maxime illa die non iudicent separatos. Quod per parochias fieri debere non puto,
quia nec longe portanda sunt sacramenta, nec nos per cœmeteria diversi constitutis presbyteris destinatus
et presbyteri eorum conficiendorum ius habeant et licentiam”.
528 OR II, 6.
529 OR I, 97-98: “Tunc pontifex rumpit oblatam ex late dextro et particulam quam ruperit <partem> super
altare relinquit; reliquas vero oblationes suas ponit in patenam quam tenet diaconus. Pontifex vero statim
ascendit ad sedem suam”.
Liturgia de los Sacramentos 117
Dei. Los panes consagrados se llevan al obispo y a los presbíteros, que lo parten durante
el canto. El pedazo de pan dejado por el papa sobre el altar se queda ahí. El papa co-
mulga en la sede; desprende un pedazo de pan consagrado y lo deja caer en el cáliz. Se
trata de la segunda conmixtión como lo refiere la rúbrica más adelante530. El significado,
es la unión del cuerpo y la sangre de Cristo, y se la veía como la resurrección operada
en el momento mismo de la ofrenda del sacrificio. El gesto se siguió reiterando y pasó
sin mayor modificación al Misal de Pío V. El actual Ordo, ha restablecido una estructura
más antigua y más lógica: después del embolismo del Pater el celebrante dice la plega-
ria por la paz deseándola a todos y luego se intercambia el beso de paz.
Sentido
El rito reproduce la acción de Cristo en la Ultima Cena, pero con el contenido doctrinal
profundo que formula san Pablo: “Cristo es el único Pan Partido; los que comemos de
un mismo Pan, formamos un solo cuerpo”531. Este gesto bien de los tiempos apostólicos:
incluso le dio el nombre a toda la acción.
El rito de la conmixtión simboliza que la unidad de la Iglesia Universal se realiza y re-
cibe nuevo impulso en la celebración de la única Eucaristía, en la comunión de la fe, en
la fraternidad que anima y edifica el Cuerpo del Señor por la fuerza del Espíritu. Todo
este gesto es ritual que pasa inadvertido para los fieles, es acompañado por el canto o la
recitación del Cordero de Dios por parte de la Asamblea. Su canto o recitación no corres-
ponde al Presidente532.
Modo de celebrar
De acuerdo al Rito el MR 2000533 dice:
Deinde accipit hostiam eamque super patenam frangit, et particulam immittit in
calicem, dicens secreto: Hæc commíxtio Córporis et Sánguinis Dómini nostri
Iesu Christi fiat accipiéntibus nobis in vitam ætérnam. Interim cantatur vel
dicitur:
Agnus Dei, qui tollis peccáta mundi: miserére nobis.
Agnus Dei, qui tollis peccáta mundi: miserére nobis.
Agnus Dei, qui tollis peccáta mundi: dona nobis pacem.
Quod etiam pluries repeti potest, si fractio panis protrahitur. Ultima tamen vice
dicitur: dona nobis pacem.
Sacerdos deinde, manibus iunctis, dicit secreto: Dómine Iesu Christe, Fili Dei
vivi, qui ex voluntáte Patris, cooperante Spíritu Sancto, per mortem tuam
mundum vivificásti: líbera me per hoc sacrosánctum Corpus et Sánguinem
530 OR I, 107: “Fiat commixtio et consecratio corporis et sanguins Domini nistri Iesu Christi accipientibus nobis in
vitam æternam. Amen”.
531 Cf. 1 Cor 10,17.
532 La Celebración de la Eucaristía...,147.
533 OM 130-133.
118 Liturgia de los Sacramentos
La Comunión
Historia
Las Constituciones Apostólicas representan un resumen de los diversos aspectos que
hallamos, con pequeñas variaciones en todas las tradiciones litúrgicas537, pero que se
mantendrán a lo largo de los siglos. Aunque la comunión bajo la única especie del pan
160.
537 Constituciones Apostólicas VIII, 13, 14-17: “Después de esto (sancta sanctis), que el obispo comulgue y
luego los presbíteros, los diáconos... y finalmente todo el pueblo en buen orden, con respeto, en adoración y
sin ruido. Y que el obispo dé la oblación diciendo: cuerpo de Cristo. Y el que la recibe diga: Amén. Y que el
diácono sostenga al cáliz y diga al darlo: la sangre de Cristo, cáliz de vida y el que bebe diga Amén. Que
se diga el salmo 33 durante la comunión de todos los demás”.
Liturgia de los Sacramentos 119
se practicó posteriormente en los casos en que se hacía fuera de la misa, en la celebra-
ción eucarística siempre se ofrecieron el pan y el vino, pues el simbolismo del alimento
para el camino y de compartir una misma mesa, viene completado con el cáliz, que po-
ne de manifiesto la alianza sellada en la sangre y la alegría de la fiesta escatológica. Be-
ber de la copa es ciertamente la forma más expresiva de este rito, pero en ciertos casos
por razones de higiene o comodidad se recurrió a la cánula (se sorbe como en la vida
corriente con una pajita) o a la intinción. En la economía cristiana la presencia del Señor
nunca quedó significada únicamente por medio de cosas, por más sagradas que fuesen,
independientemente de un ministerio confiado a personas, incluso las santas especies
en el acto privilegiado en que se reciben, no descartan el servicio de aquellos que las
toman del altar para darlas a sus hermanos. También en todas las liturgias el presidente
comulga primero, luego el clero y finalmente los demás fieles. Normalmente es el obis-
po o los presbíteros quienes distribuyen el pan y los diáconos se encargan de presentar
el cáliz. Esta misión comporta una responsabilidad en relación con la eucaristía538 por
parte de comulgante. El orden jerárquico de comulgar es un signo de la Iglesia, ese
cuerpo con los miembros diversos, en que Dios quiere tener necesidad de los hombres
para el servicio de la comunidad. No hay que darle otro alcance539. Con todo, la actitud
de aquel que recibo el Sacramento de salvación debe presentar el más profundo respeto,
actitud que ya desde el siglo IV era exigida540. Estos gestos se hallan en todo el mundo
cristiano. Los fieles acercaban a su boca las manos juntas como era la usanza. Las muje-
res las recubrían a veces con un velo. A menudo se señalan actos devocionales, como
tocar los ojos con el cuerpo de Cristo. Para recibir la comunión, los fieles se adelantaban
hasta la puerta del santuario, y quizá incluso en ciertos lugares hasta el altar, por lo
menos si debemos tomar al pie de la letra ad altare.
Sentido
La invitación inspirada en el Apocalipsis: Dichosos los invitados a la Cena del Señor541, pro-
clama que la participación en la Cena escatológica, proclama además que la comunión
sacramental es participación y que el Reino está presente. Se trata, por otra parte, de
538 IOANNES CHRYSOSTOMUS, In Matthæum hom. 82, 5-6; PG 58, 744-745: “Debo dirigirme a vosotros que
distribuís estos dones con mucho cuidado. No es pequeño el castigo para vosotros si, sabiendo que un
hombre es pecador lo admitís a participar en la mesa ...”.
539 El obispo de Constantinopla se complace en subrayarlo de la siguiente manera: “Yo no tengo una parte
mayor y vosotros otra menor en la mesa del Señor; vosotros y yo participamos del mismo modo. Si soy el
primero, ¡qué más da! Entre los niños, el mayorcito es el primero que acerca la mano al plato; pero su parte
no es por ello mayor... Yo no recibo mi parte de un cordero y vosotros vuestra parte de otro; todos juntos
participamos del mismo” IOANNES CHRYSOSTOMUS, Epist. 2 ad Thessal. hom. 4, 4; PG 62, 492.
540 Cuando te acerques, no avances con las manos extendidas ni con los dedos separados, sino haz de tu
mano izquierda un trono para la derecha, porque esta debe recibir al Rey, y recibe el cuerpo de Cristo en la
palma de tu mano derecha diciendo: Amén. Después de haberte santificado los ojos con el contacto del
santo cuerpo, tómalo con cuidado y procura no perder ni una migaja. Si perdieses alguna, sería como per-
der uno de tus propios miembros. Ya que, dime, si alguien te diera unos granitos de oro, ¿no los recogerías
con todo interés procurando no perder ni uno solo y que ninguno se estropeara? ¿No velarás, pues con
mucha mayor solicitud por algo más valioso que el oro y las piedras preciosas, a fin de no perder ni una
sola migaja? Cuando hayas ya participado del cuerpo de Cristo, acércate al cáliz de su sangre” CYRILLUS
IEROS., Catech. mystag. V, 27.
541 Ap 19, 9.
120 Liturgia de los Sacramentos
una monición mistagógica que indica una pasaje de concreto: Palabra, Vida y Eucaris-
tía.
La comunión nos une a la Iglesia de todos los lugares y de todos los tiempos, realiza en
sí misma la comunión de los santos. Se da una compenetración con Cristo. Como signo,
la comunión expresa también la Alianza que se ratifica comiendo el Cuerpo de Cristo y
bebiendo su sangre. La Alianza es con la Iglesia y con cada uno de los cristianos.
Modo de celebrar
El MR 2000542 nos dice:
Et sacerdos, ad altare versus, secreto dicit: Corpus Christi custódiat me in
vitam ætérnam. Et reverenter sumit Corpus Christi. Deinde accipit calicem et
secreto dicit: Sanguis Christi custódiat me in vitam ætérnam. Et reverenter
sumit Sanguinem Christi.
Postea accipit patenam vel pyxidem, accedit ad communicandos, et hostiam
parum elevatam unicuique eorum ostendit, dicens: Corpus Christi.
Communicandus respondet: Amen. Et communicatur. Eo modo agit et diaconus,
si sacram Communionem distribuit.
Si adsint sub utraque specie communicandi, servetur ritus suo loco descriptus.
Dum sacerdos sumit Corpus Christi, inchoatur cantus ad Communionem.
Distributione Communionis expleta, sacerdos vel diaconus vel acolythus purificat
patenam super calicem et ipsum calicem. Dum purificationem peragit, sacerdos
dicit secreto: Quod ore súmpsimus, Dómine, pura mente capiámus, et de múnere
temporali fiat nobis remédium sempitérnum.
Tunc sacerdos ad sedem redire potest. Pro opportunitate sacrum silentium, per
aliquod temporis spatium, servari, vel psalmus aut canticum laudis aut hymnus
proferri potest.
El sacerdote que preside debe dar la comunión, por lo menos a una parte de los fieles.
Siempre ha sido una tradición en la Iglesia que el que reparte el pan de la Palabra repar-
ta también el Cuerpo del Señor. No es normal, entonces, que Presida, Consagre y luego
se siente dejando a otros el oficio que es tan propio del padre de familia: partir y com-
partir el Pan543. En este sentido la comunión es un don que se entrega a los fieles, por
medio de un ministro autorizado, por esta razón «no se admite que los fieles tomen por
sí mismos el pan consagrado y el cáliz sagrado; y mucho menos que se lo hagan pasar
de uno a otro»544. Lo que es preferible, en todo caso, multiplicar el número de ministros
para la distribución de la comunión. Conviene entonces recordar que en la Iglesia el
ministro ordinario de la Eucaristía es el diácono, el presbítero y el obispo; el ministro
extraordinario, en cambio, es un laico que ha recibido una instrucción que lo forma
542 OM 133-138.
543 Inæstimabile Donum n. 10: “Es reprobable la actitud de sacerdotes que aun estando presentes en la Cele-
bración, se abstienen de distribuir la comunión dejando la incumbencia a los seglares”.
544 Inæstimabile Donum n. 9.
Liturgia de los Sacramentos 121
adecuadamente para el desarrollo de dicho ministerio. Sólo en el caso en el que la nece-
sidad lo amerite, se puede designar un ministro extraordinario ad casum sin olvidar el
Rito ad actum.
Es recomendable que los fieles se acerquen a comulgar en procesión —que indica el pe-
regrinar hacia el Banquete eterno y la fuerza que se obtiene de él para caminar hacia el
encuentro del Señor— avanzando hacia el altar.
En cuanto a la Comunión por intinción resulta más práctico que el que reparte la co-
munión tenga el Cáliz en su mano y moje en el Cáliz la hostia que un ministro le pre-
senta.
Ritos conclusivos
Historia
En Egipto, en el eucologio de Serapión propone una oración después de la comunión
del pueblo y esto se halla en otras partes en oriente. En la liturgia romana los Sacramen-
tarios incluyen una oración post communinem que el Gregoriano llama ad complendum.
Implora para la asamblea los efectos de la Eucaristía, especialmente contenidos en el
último acto de la celebración; la recepción (sumpsimus, suscepimus, percepimus, accepimus,
communicavimus, o vegetati, satiati, inebriati, repleti, participes effecti) del cuerpo y de la
sangre de Cristo (panis, potus, esca, alimonia, cibum, dapes, viaticum, o mensa, calix,
convivum, cœna, o deliciæ, subsidia, medicina, pignus vitæ æternæ).
Sentido
La Oración después de la Comunión tiene un sentido de aplicabilidad de la gracia reci-
bida por los méritos de Cristo en la actualización de su misterio pascual, de modo que
todo aquello que se representa en la Eucaristía, tiene un efecto concreto en el fiel que la
recibe consciente y activamente. Normalmente las fórmulas de esta Oración harán refe-
rencia directa al efecto que produce la gracia del sacramento.
Modo de celebrar
Los ritos de la Comunión terminan con la Oración Presidencial, precedida de la invita-
ción: ¡Oremos! Si se hubiera hecho el silencio sagrado después de la Comunión, el Pre-
sidente recita la fórmula de oración, sin que medie el momento de silencio545.
Deinde, stans ad altare vel ad sedem, sacerdos, versus ad populum iunctis
manibus, dicit: Orémus. Et omnes una cum sacerdote per aliquod temporis
spatium in silentio orant, nisi silentium iam præcesserit. Deinde sacerdos,
manibus extensis, dicit orationem post Communionem. Populus in fine acclamat:
Amen546.
La Bendición
Historia
Es un anuncio no sólo de disolución de la asamblea. En la liturgia romana se utiliza una
fórmula de carácter jurídico (Ite missa est), que no tiene contenido religioso, un poco
como si se dijera: se levanta la sesión. No tenemos testimonios litúrgicos de dicha fórmula
anteriores al Ordo I, aunque el vocablo missa, sirviera ya desde hacía tiempo para de-
signar la despedida del pueblo. Las iglesias de oriente tienen expresiones distintas ge-
neralmente: id en paz. En la mayoría de las iglesias esta proclamación diaconal está in-
mediatamente precedida por una bendición del celebrante. En Roma, según el Ordo I,
no existía algo completamente similar, simplemente el papa decía benedicat nos
dominus547. Se nota que en ninguna parte existe el canto de salida.
Sentido
Indica la fuerza que el cristiano recibe para dar testimonio del misterio del que ha parti-
cipado, de modo que al ser enviado, contraiga intensamente el compromiso de fideli-
dad para poner en práctica lo celebrado.
Modo de celebrar
El Misal ofrece una variedad de bendiciones más solemnes según los tiempos litúrgicos
y las fiestas. El diácono, a falta de éste el mismo sacerdote, dice el invitatorio: ¡Inclina-
mos la cabeza para recibir la bendición!, u otra fórmula semejante. Y con las manos exten-
didas sobre la Asamblea el sacerdote pronuncia una triple bendición a la cual se res-
ponde Amén.
También se puede utilizar, extendiendo las manos, una de las 26 oraciones sobre el pueblo.
Estas oraciones enriquecen el sentido de la Bendición y llaman habitualmente a un
compromiso de salir y llevar la Liturgia a la vida diaria. La tradición de la Liturgia ro-
mana las recomienda para los días penitenciales, especialmente en Cuaresma548.
547 OR I, 126.
548 La Celebración de la Eucaristía..., 163.
Liturgia de los Sacramentos 123
Sacramentos de sanación.
“P
or los Sacramentos de iniciación cristiana, el hombre recibe la vida nueva de
Cristo. Ahora bien, esta vida la llevamos en «vasos de barro» (2 Cor 4, 7).
Actualmente está todavía «escondida con Cristo en Dios» (Col 3, 3). Nos
hallamos aún en «nuestra morada terrena» (2 Cor 5, 1), sometida al sufrimiento, a la
enfermedad y a la muerte. Esta vida nueva de hijo de Dios puede ser debilitada e inclu-
so perdida por el pecado.
El Señor Jesucristo, médico de nuestras almas y de nuestros cuerpos, que perdonó los
pecados al paralítico y le devolvió la salud del cuerpo, quiso que su Iglesia continuase,
con la fuerza del Espíritu Santo, su obra de curación y de salvación, incluso en sus pro-
pios miembros. Esta es la finalidad de los dos Sacramentos de curación: el Sacramento de
la Penitencia y de la Unción de los enfermos549”.
Penitencia.
Antigua disciplina y liturgia de la Penitencia
D
esde la antigüedad veterotestamentaria, el pecado se considera como una rup-
tura con la Alianza que Dios pactó con su pueblo donde el hombre rompe el
diálogo de amor que Dios quiere tener con el hombre. En la nueva Alianza, las
connotaciones del pecado empiezan a tener una explicación en fuerza de la obra reden-
tora de Cristo. La necesidad de dejar el pecado y unirse al Salvador, se hace mayor. De
este modo se presentan propuestas concretas de conversión a lo largo del NT.
todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la
tierra, quedará desatado en el cielo551.
Otro texto que nos ayudará a entender y fundamentar nuestro estudio es el mandato
pascual que el Señor Jesús les da a los apóstoles:
Les dijo de nuevo: «La paz esté con ustedes. Así como el Padre me envió, así los
envío yo». Y dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Reciban el Espíritu Santo, a
aquellos a quienes les perdonen los pecados, les quedarán perdonados, y a quienes
no se los perdonen, les quedaran sin perdonar»552.
Yendo más adelante, nos encontramos que Pablo presenta las actitudes de la comuni-
dad de frente al pecador y la actuación de la comunidad misma de frente al pecado:
• Exclusión de la comunidad por motivos graves553,
• La readmisión que tiene un carácter oficial que comporta tres elementos im-
portantes: el jefe de la comunidad excomulga; la comunidad excomulga en
unión con el jefe; la excomunión es medicinal554.
• Cuando se lee el texto de la institución de la Eucaristía presenta, además, el
perdón de los pecados. Lo cierto es que debemos tener en cuenta la intención
del Señor Jesús, la naturaleza de la penitencia según Trento, la apreciación
del pecado en los nuevos documentos de la Iglesia, para obtener una respues-
ta adecuada y justa.
La Didaché
Este documento nos presenta la disciplina cristiana en la exigencia de un vivir confor-
me a Cristo, según la elección de la vía buena. En el capítulo 2, retoma el punto de los
551 Mt 16, 18-19: “ka)gw\ de/ soi le/gw o(/ti su\ ei)= Pe/troj, kai\ e)pi\ tau/t$ t$= pe/tr# oi)kodomh/sw mou th\n
e)kklhsi/an kai\ pu/lai #(/dou ou) katisxu/sousin au)th=j. dw/sw soi ta\j klei=daj th=j basilei/aj tw=n
ou)ranw=n, kai\ o(/ e)a\n dh/s$j e)pi\ th=j gh=j e)/stai dedeme/non e)n toi=j ou)ranoi=j, kai\ o(/ e)a\n lu/s$j e)pi\ th=j
gh=j e)/stai lelume/non e)n toi=j ou)ranoi=j”.
552 Jn 20, 21-23: “ei)=pen ou)=n au)toi=j pa/lin! ei)rh/nh u(mi=n! kaJw\j a)pe/stalke/n me o( path/r, ka)gw\ pe/mpw
u(ma=j. kai\ tou=to ei(pw\n e)nefu/shsen kai\ le\gei au)toi=j! la/bete pneu=ma a(/gion! a)/n tinwn a)fh=te ta\j
a)marti/aj a)fe/wntai au)toi=j, a)/n tinwn krath=te kekra/thntai”.
553 2 Tes 3, 6-15; 1 Cor 5, 1-13.
554 2 Cor 2, 5-11; 1 Tim 5, 19-22.
555 FUNK F. X., Patres Apostolici, Tübingen 1901; GALTIER P., L’Eglise et la rémission des péchés aux premiers
siècles, París 1932; ID., «Aux origines du sacrement de la pénitence», Analecta Gregoriana 54, Roma 1951; JOLY
R., «La doctrine pénitentielle du Pasteur d’Hermas et l’exégèse récente», Revue d’Histoire des Religions 147
(1955) 32-49; RAHNER K., «Die Bußlehre mi Hirten des Hermas», ZKTh 77 (1955) 385-431; POSCHMANN B., La
pénitence et l’onction des malades. Histoire de Dogmes IV, París 1966; LORIAT R., La penitenza nei secoli. La peni-
tenza, dottrina, storia, catechesi e pastorale, Turín 1967, 176-187; VOGEL C., Il peccatore e la penitenza nella Chiesa
antica, Turín 1970; KARPP H., La pénitence. Textes et commentaires des origines de l’ordre pénitentiel, Neuchâtel
1970; VISENTIN P., «Penitenza», L 1471-1492.
Liturgia de los Sacramentos 125
pecados graves. Más adelante, se habla de la exomologuesis, que es una confesión en
público:
e)n e)kklhsi/# e)comologh/s$ ta\ paraptw/mata/ sou, kai\ ou) proseleu/-
s$ e)pi\ proseuxh/n sou e)n suneidh/sei ponhr#= 556.
Una confesión, hecha el domingo, que prepara el momento de la fracción, para que el
sacrificio sea puro:
Kata\ kuriakh\n de\ kuri/ou sunaxJe/ntej kla/sate a)/rton kai\
eu)xaristh/sate, proecomologhsa/menoi ta\ paraptw/mata u(mw=n,
o(/pwj kaJara\ h( Jusia u(mw=n $)= 557.
La Carta de Bernabé
Esta carta no hace ninguna alusión a algún gesto litúrgico, más bien presenta una larga
lista de los pecados que hay que evitar. Se recuerda la perspectiva escatológica del jui-
cio.
El Pastor de Hermas
Este documento nos permite entrar dentro de las reacciones de la Iglesia de los dos
primeros siglos, que será la base de una disciplina que se prolongará en la praxis de la
Iglesia. Algunos puntos de interés en lo que concierne a la penitencia son: la perspecti-
va escatológica, la conversión, la única posibilidad —no reiterable— de recibir el per-
dón559.
ford 1959.
560 VANBECK A., «La pénitence dans les écrits des premières généretions chrétiennes», Revue d’Histoire et
Littérature Religieuses 1 (1910) 436-465; AMMAN E., «Pénitence-sacrement», Dictionnaire de Théologie catholique
12 (1933) 748-845; GALTIER P., «L’Eglise et la remission des péchés. A propos de la pénitence primitive»,
RHE 30 (1934) 797-846; ID., Aux otigines de la pénitence, Roma 1951; RAHNER K., «La doctrine d’Origene sur la
126 Liturgia de los Sacramentos
El Sacramentario Veronense
Nos ofrece solamente una oración por los penitentes difuntos que no se pudieron re-
conciliar, ya que la muerte les sorprendió durante el período de la penitencia, de este
modo, se pide que obtengan el perdón por medio del sacrificio:
Omnipotens sempiterne deus, qui contulisti fidelibus tuis remedia uitæ post
mortem: presta, quæsumus, propitius ac placatus, ut anima famuli tui illius a
peccatis omnibus expiata[m] in tuæ redemptionis sorte requiescat: per. Hostias
tibi, domine, humili supplicatione deferimus, ut anima famuli tui illius per hæc
piæ placationis officia perpetua<m> misericordia<m> consequatur: per: Hanc
igitur oblationem illius famuli tui, quam tibi offeret pro animam famuli tui illius,
quæsumus, domine, propitiatus accipias, et miserationum tuarum largitate
concedas, ut quidquid terrena conuersatione contraxit, his sacrificiis emundetur,
ac mortis uinculis absolutis transitum mereatur ad uitam: per562.
Ireneo de Lyon
No parece prever algún obstáculo a la reconciliación de los heréticos desde el momento
en que se arrepienten, pero pide que no se tenga contacto con el pecador. Se trata de
una cierta excomunión para el bien de los fieles. Concluye diciendo que todo pecador
debe hacer penitencia para toda la vida563.
pénitence», RechScRel 37 (1950) 47-97, 252-286, 422-456; ID., «Bußdiziplin altkirchliche», LThK 2 (1958) 805-
815.
561 Didascalía 2, 10; 1, 2.
562 Ver 1138-1140.
563 IRENEUS, Adv. Hær. 1, 13, 3; 1, 16, 3; 1, 13, 5; 3, 3, 4.
Liturgia de los Sacramentos 127
Clemente de Alejandría
Clemente no pone ningún límite a la misericordia de Dios. Subraya la dificultad de ad-
mitir a la penitencia a quien se cree que pueda abandonarse de nuevo al pecado. La
excomunión es necesaria de vez en cuando, pero es sobre todo medicinal564.
Tertuliano
En la última fase de su montanismo, piensa que la reconciliación es una grande tenta-
ción para incurrir de nuevo en el pecado, por eso aconseja no recurrir a ella. En ese
mismo período considera que los pecados graves no pueden ser perdonados. En el pe-
ríodo de su catolicidad, escribe el tratado sobre la Penitencia, en el que describe que la
confesión es necesaria para el perdón de los pecados, por otra parte, cualquier oración
es una e)comologh/sij, o bien, el reconocimiento de nuestra debilidad. No se puede
pensar en volver a pecar, ya que el perdón ha sido concedido por la Iglesia una sola
vez, por ello que la reconciliación atañe a los pecados remisibles, no a los irremisibles565.
Hipólito de Roma
Atribuye el obispo el poder de perdonar los pecados, ya que es uno de sus poderes es-
pecíficos:
“Da, cordis cognitor pater, super hunc seruum tuum, que elegisti ad
episcopatu(m), pascere gregem sanctam tuam, et primatum sacerdotii tibi exhibere
sine repræhensione, seruientem noctu et die, incessanter repropitiari uultum
tuum et offerre dona sanctæ ecclesiæ tuæ, spiritum primatus sacerdotii habere
potestatem dimittere peccata secundum mandatum tuum, dare sortes secundum
præceptum tuum, soluere etiam omnem collegationem secundum potestatem
quam dedisti apostolis, placere autem tibi in mansuetudine et mundo corde,
offerentem tibi odorem suauitatis, per...”566.
Es bien sabido que Hipólito fue muy severo con los lapsi al punto que casi se crea un
cisma cuando Calixto se mostraba benigno con los que se arrepentían.
Orígenes
Afirma que el perdón se puede obtener a través del sacrificio cultual, la limosna y el
perdón recíproco. Distingue, además, los pecados que conducen a la muerte y los que
pueden ser redimidos. Piensa que el perdón puede obtenerse sólo una vez, así que el
pecador queda fuera de la comunidad.
Inocencio I
En su carta a Decencio de Gubbio, hace depender la penitencia al pecador, conforme a
la gravedad de su falta, siendo el obispo el juez, de modo que no se debe conceder la
564 CLEMENS ALEX., Stromata 6, 14, 109; 1, 171, 2-4; 4, 155, 3; 4, 154, 4; 7, 3,1-4; 7, 12, 3-5; Pedagogo, 1, 64, 4; 1,
65,2.
565 TERULLIANUS, De pœnitentia 8, 9, en CSEL 76, 1957.
566 BOTTE B., «La Tradition apostolique», 3, 6-10.
128 Liturgia de los Sacramentos
Agustín de Hipona
La valoración que Agustín hace de los pecados no corresponde a lo hasta ahora presen-
tado, de modo que los malos pensamientos no se deben someter a la penitencia pública,
son mas bien otros los que se someten. Si hubo ignorancia en el cometer algún pecado,
no se debe siquiera someter al poder de las llaves. Nos demuestra la existencia de los
penitentes, pero expresa también, que no viven conforme a la penitencia que hacen.
Critica, por otro lado, a los que habiendo sido excomulgados, tienen algún lugar en la
Iglesia y no lo quieren abandonar, por considerarlo un honor. Dice también que la Igle-
sia no debe negar la absolución bajo ninguna circunstancia567.
Los Concilios
Sin mucho detenimiento, propongo algunas de las preocupaciones de la Iglesia expre-
sadas en ciertos concilios. Por ejemplo el caso de los clérigos que han caído en el pecado
concierne a tres concilios: Elvira (306)568, Epaona (517)569 y Arlés (524). Un obispo, un
sacerdote o un diácono que han cometido adulterio serán encerrados en un monasterio:
podrán recibir la comunión como simples laicos: No podrá ser ordenado un ex peniten-
te. Los clérigos no pueden entrar en el orden de los penitentes. Los siguientes concilios
tratarán el problema —que no se puede evitar— de los reincidentes: Tours (416)570,
Vanne (465)571 y Orleáns (511)572. Quien reincide, entonces, será excomulgado y no po-
drá tomar parte en la vida cotidiana de los fieles. Se puede observar una cierta unifor-
midad en la disciplina y en los usos de la reconciliación.
574
También se habla, en algunos casos, de una recitación de una larga fórmula de confesión. Pero esto no
permitiría la aplicación de una tarifa penitencial, por lo cual, no quedaría clara su función. Además no se
sabe si seguiría una confesión propiamente dicha de los pecados.
575
Los principales fueron los penitenciales bretones, irlandeses, anglosajones y continentales. El más antiguo es el
irlandés de Vinniai, de la primera mitad del s. II, que estaba constituido por 53 cánones, divididos en dos
partes, una para los laicos y la otra para los clérigos.
576
Por ejemplo, si alguien robaba, se le pedía penitencia durante siete años.
577
Para sustituir un ayuno de una año, había que pasar tres días en una Iglesia, sin comer, ni beber, ni
dormir, totalmente desnudo, de pie y cantando salmos y rezando; haciendo genuflexiones, durante las
oraciones, después de haber confesado sus pecados ante el sacerdote y ante el pueblo.
578 Como se ve en el Penitencial del Pseudo Teodoro, alrededor del s. IX.
579 Pecados públicos, penitencia pública, según la enseñanza de Rábano Mauro.
130 Liturgia de los Sacramentos
La Conmutación
Si bien es cierto, el siglo VII había conocido una evolución importante en la disciplina
de la penitencia, las satisfacciones impuestas eran aún demasiado pesadas. La satisfac-
ción debe ser cumplida, pero debe ser cambiada por otro distinto al penitente. Presento
una lista irlandesa proveniente del siglo VI, a este tenor: por dos días de ayuno se po-
dían cambiar o bien por, 100 salmos, o bien 100 genuflexiones, o incluso 1500 genufle-
xiones con la recitación de siete cánticos de la Escritura. Por otro lado, un año de ayuno
se podía permutar por un mes de penitencia corporal hasta llegar al punto de la muer-
te585.
580 V 78-83.
581 V 349-374.
582 V 1657-1661.
583 V 1701-1704.
584 V 1726-1785.
585 VOGEL C., Il peccatore e la penitenza, 99-103.
Liturgia de los Sacramentos 131
Las Apologías
La conmutación y la costumbre de hacer celebrar misas en lugar de la satisfacción im-
puesta, permitieron la introducción en la misa de ciertas oraciones para pedir perdón:
las apologías.
Ellas aparecerán al inicio de una manera tímida, a partir del siglo IX, proliferaron des-
pués de siglo X y XI. Aparecían y desaparecían en conexión con la disciplina de la con-
mutación. Dichas oraciones fueron introducidas por el sacerdote que celebra la misa
por los vivos y los difuntos, donde se pide el perdón de sus culpas. Los modelos son
muy variados y correspondientes a los diversos ambientes y situaciones, de modo que
no podría hacerse, dada la naturaleza de este trabajo, la mención detallada en los varios
rituales de la época. Lo cierto, es que la carga emotiva de las apologías tienen su parti-
cular fuerza en el sentir del sacerdote atemorizado en el momento de cumplir el minis-
terio de la consagración.
En el momento en el que estas apologías tienden a desaparecer, se ve aparecer, después
de la homilía, un acto penitencial comunitario con una absolución general586. Sin em-
bargo, a estas absoluciones no se les da en general un valor sacramental, pero se obser-
va su uso todavía en la celebración romana a fines del siglo XVI587.
La reflexión escolástica
Alrededor de la segunda mitad del s. XI, el signo sacramental ya se había centrado en la
acusación del pecado, como penitencia por excelencia, y en la absolución. Aunque ape-
nas a finales del siglo anterior el Pontifical romano germánico habla de un rito para la
penitencia pública desde el miércoles de ceniza (cuyo origen se remonta al siglo IV),
hasta el jueves santo. Para los escolásticos del siglo XII el perdón era obtenido por el
esfuerzo de conversión. La absolución era considerada como necesaria, sin embargo no
como un elemento constitutivo del signo sacramental, sino únicamente con un valor
declarativo. En el siglo XIII se emplearon las categorías aristotélicas para definir la es-
tructura del signo sacramental. Se concluyó que los actos del penitente, influyen real y
eficazmente en la obtención del perdón divino y forman por tanto parte esencial del
signo sacramental; más en concreto, son su materia o cuasi materia. También la absolu-
ción es parte constitutiva o esencial del signo sacramental de la penitencia: más aún, es
la forma, elemento determinante, que no puede tener valor sin los actos del penitente.
Se trata pues, de dos elementos de un mismo signo.
Juan Duns Escoto (
1308) dijo que el signo era la absolución sola. Los actos del peniten-
te son una condición pero no una parte constitutiva del signo. También propuso el ca-
mino extra sacramental, más difícil, y que requería el dolor perfecto. Mientras que el
camino sacramental era más fácil, puesto que la absolución llevaba a cabo la justifica-
590
Una de las más antiguas se halla ya a finales del siglo IX: «Dios te perdone». Las deprecativas iban más
en la línea de decir «Dios, perdona». En ambos casos se sabe que es una súplica, mediante su ministro, y
por ello mismo, que será, sin duda, escuchada por Dios. Las fórmulas indicativas comenzaron a esbozarse
hacia el siglo IX, pero se ven con más claridad en el siglo siguiente.
Liturgia de los Sacramentos 133
ción del pecador ex opere operato (por la eficacia del Sacramento); por lo tanto se necesita-
ba solamente un dolor imperfecto.
Abelardo opinaba que la absolución del sacerdote tenía un valor de intercesión para
ayudarlo en su esfuerzo penitencial, siendo éste el único factor que obtiene el perdón
divino. La contra parte la representó Hugo de San Víctor para quien dentro de la confe-
sión se ejerce propiamente el poder de perdonar los pecados.
Muy interesante es la distinción de tres elementos en el Sacramento: el sacramentum
tantum, es decir, el rito, eran los actos exteriores del penitente; la res sacramenti, la gracia;
y la res et sacramentum, una realidad intermedia, que es al mismo tiempo efecto del rito
exterior y signo eficaz de la res sacramenti. Este último era, para la penitencia interior,
causa y signo eficaz del perdón divino (es decir de la res sacramenti). Como se ve, el signo
de la penitencia interior constituye el meollo del Sacramento.
En los siglos XI y XII, los pecados eran considerados una injuria a la Iglesia. La absolu-
ción, aunque no tuviera un efecto directo en el perdón divino, sí era fundamental para
la reconciliación con la Iglesia. De cualquier forma, esto hacía que la oración de la Igle-
sia le ayudara en su conversión.
Para Tomás de Aquino, la penitencia interior es la verdadera res et sacramentum. Pero
ella incluye una ordenación ontológica a la Iglesia y al poder de las llaves, lo cual impli-
ca una exigencia de reconciliación con la Iglesia, porque la justificación la da la caridad,
la cual tiene una dimensión eclesial. Pues bien, aquí estaría la esencia del signo. No obs-
tante, esto dificultó el poder argüir en favor de la necesidad de la confesión. Duns Sco-
to, que como expliqué hablaba de dos caminos, decía que por obligación hay que buscar
el más fácil, el de la penitencia.
Hay algo más, que es muy interesante respecto al signo. Me refiero a la confesión a los
laicos, usada entre los siglos VIII y XIV. Dado que lo esencial del signo era el acto del
penitente, sobre todo la confesión de los pecados, los laicos eran impelidos a confesarse
con otro laico en ausencia del ministro. De hecho, los diáconos tenían el poder de oír
confesiones, empero no de absolver. La práctica se iba encaminando al perdón de los
pecados por parte de Dios, incluso sin la absolución del sacerdote, debido a su ausen-
cia.
También hay que mencionar que el alcance sacramental de las absoluciones generales
está lejos de ser claro. Fue hasta el siglo XIII que se aclaró que «tales absoluciones se
dan solamente a contritis et confessis y, por tanto... equivalen, más o menos, a nuestras
actuales “indulgencias plenarias”. Sin embargo, la práctica ciertamente excepcional de
las absoluciones generales sin confesión —incluso en casos colectivos— permanece en
vigor»591. Por otro lado no se tienen noticias de esto en la época precedente.
591
BOROBIO D., La celebración en la Iglesia II, 468.
134 Liturgia de los Sacramentos
592 DS 1323.
593 DS 1667-1679.
594 DS 1671-1672.
595 DS 1673-1675.
596 DS 1676-1678.
597 DS 1679-1683.
598 DS 1684-1685.
599 DS 1686-1688.
Liturgia de los Sacramentos 135
• De las obras de satisfacción que producen un descarga de las culpas y penas
ganadas por el pecado601.
Posteriormente se presentan los quince cánones referentes al Sacramento, con la manera
propia de este Concilio602.
600 DS 1689-1692.
601 DS 1693.
602 DS 1701-1715.
603 RR 1614, 60-65: Sanctum Pænitentiæ Sacramentum, ad eso qui post Baptismum lapsi sunt, in gratiam Dei
restituendos a Christo Domino institutum, eo diligentius administrandum est, quo frequentior est eius usus, & quo
plura requiruntur ad illud recte digneque tractandum ac suscipiendum. Cum autem ad illud constituendum tria
concurrant, materia, forma & minister: illius quidem remota materia sunt peccata, proxima vero sunt actus
pœnitentis, nempe contritio, confessio, & satisfactio. Forma autem, illa absolutionis verba: ego te absolvo, &c.
Minister denique est Sacerdos, habens potestatem absolvendi vel ordinariam vel delegatam. Sed si periculum mortis
immineat, approbatusque desit Confessarius, quilibet Sacerdos potest a quibuscumque censuris & peccatis absolvere.
In eius ministro requiruntur etiam bonitas scientia, atque prudentia, cum sigillo secreta confessionis sub exacto
perpetuoque silentio. Quibus & aliis ad id opportunis, ut optime sint instructi, omni studio curare debent Confessarii.
In primis meminerit Confessarius, se judicas pariter & medici personam sustinere, ac sivinæ justitiæ simul &
misericordiæ ministrum a Deo constitutum esse, ut tamquam arbiter inter Deum & homines, honori divino &
animarum saluti consulat. Ut ergo recte judicare queat, discernens inter lepram & lepram, & tamquam peritus
medicus animarum morbos prudenter curare, & apta cuique remedia applicare sciat, quantam potest maximum ad id
scientiam atque prudentiam, tum assiduis ad Deum precibus, tum ex probatis Auctoribus, præsertim e Catechismo
Romano, & prudenti consilio peritorum, studeat sibi comparare. Sciat casus & censuras Sedi Apostolica & ordinario
suo reservatas, & suæ cujusque Ecclesiæ constitutiones, easque diligenter observet. Denique hujus Sacramenti
doctrinam omnem recte nosse studebit, & alia ad ejus rectam administrationem necessaria. Atque in hoc ministerio ita
procedat, ut infra præscribitur.
Ordo Ministrandi Sacramentum Pœnitentiæ. Sacerdos ad audiendam confessionem vocatus, promtum
facilemque se præbeat: ac priusquam ad audiendam accedat, si tempus suppetat, ad hoc ministerium recte sancteque
obeundum, divinum auxilium piis precibus implorabit. In Ecclesia, non autem in privatis ædibus confessiones audiat,
nisi ex causa rationabili, quæ cum inciderit, studeat tamen id decenti ac patenti loco præstare. Habeat in Ecclesia
sedem confessionalem, in qua sacras confessiones excipiat: quæ sedes patenti, conspicuo, & apto Ecclesiæ loco posita,
crate perforata inter pœnitentem & Sacerdotem sit instructa. Superpelliceo & stola violacei coloris utatur, prout
tempus vel locorum feret consuetudo. Pœnitens, si opus fuerit, admoneatur, ut qua decet humilitate mentis & habitus
accedat, & flexis genibus signo Crucis se muniat. Mox Confessarius inquirat de illius statu (nisi aliter notus fuerit) &
quampridem sit confessus, & an impositam pœnitentiam adimpleverit, num rite atque integra alias confessus fuerit,
num conscientiam suam, ut debet, prius diligenter discusserit. Quod si pœneitens aliqua censura vel casu reservato
sit ligatus, a quo ipse non possit absolvere, non absolvat, nisi prius obtenta facultate a Superiore. Si vero Confessarius,
pro personam qualitate, cognoverit pœnitentem ignorare Christianæ fidei rudimenta; si tempus suppetat, eum breviter
instruat de articulis Fidei, & aliis ad salutem cognitu necessariis, & ignorantiam ejus corripiat, illumque admoneat,
ut ea postmodum diligentius addiscat. Tum pœnitens confessionem generalem Latina vel vulgari dicat; scilicet,
Confiteor, &c. vel saltem utatur his verbis: Confiteor Deo omnipotenti, & tibi Pater. Peccata sua exinde confiteatur,
adjuvante, quotiescumque opus fuerit, Sacerdote: qui consistentem non reprehendet, nisi finita, ut dicetur,
confessione; neque interpellabit, nisi opus fuerit aliquid melius intellegere: proinde fiduciam ei præbeat, & humaniter
suggerat, ut omnia peccata sua rite & integre confiteatur, remota stulta illa quorumdam verecundia, qua præpediti,
suadente diabolo, peccata confiteri non audent. Si pœnitens numerum, & species, & circumstantias peccatorum
explicatu necessarias non expresserit, eum Sacerdos prudenter interroget. Sed caveat, ne curiosis aut inutilibus
136 Liturgia de los Sacramentos
interrogationibus quemquam detineat, præsertim juniores utriusque sexus, vel alios, de eo quod ignorant,
imprudenter interrogans, ne scandalum patiantur, indeque peccare discant. Demum, audita confessione, perpendens
peccatorum, quæ ille admisit, magnitudienm ac multitudinem, pro eorum gravitate, ac pœnitentis conditione,
opportunas correptiones ac monitiones, prout opus esse viderit, paterna charitate adhebit, & ad dolorem &
contritionem efficacibus verbis adducere conabitur, atque ad vitam emendandam ac melius instituendam inducet,
remediaque peccatorum tradet. Postremo salutarem & convenientem satisfactionem, quantum spiritus & prudentia
suggesserit, injungat, habita ratione status, conditionis, sexus, & ætatis, & item dispositionis pœnitantium.
Videatque, ne pro peccatis gravibus levissimas pœnitantias imponat, ne si forte peccatis conniveat. Alienorum
peccatorum particeps efficiatur. Id vero ante oculos habeat, ut satisfactio non sit tantum ad novæ vitæ remedium, &
infirmitatis medicamentum, sed etiam ad præteritorum peccatorum castigationem. Quare curet, quantum fieri potest,
ut contrarias peccatis pœnitentias injungat: veluti avaris eleemusynas, libidinosis jejunia vel alias carnis afflictiones,
superbis humilitatis officia, desidiosis devotionis studia. Rarius autem vel serius confitentibus, vel in peccata facile
recidentibus, utilissimum fuerit consulere, ut sæpe, puta semel in mense, vel certis diebus solemnibus confitentur, &
si expediat, comunicent. Pœnitentias pecuniarias sibi ipsis Confessarii non applicent, neque a pœnitentibus quidquam
tamquam ministerii sui præmium petant vel accipiant. Pro peccatis occultis, quantumvis gravibus, manifestam
pœnitentiam non imponant. Videat autem diligenter Sacerdos, quando, & quibus conferenda, vel neganda, vel
differenda sit absolutio, ne absolvat eso, qui talis beneficii sunt incapaces: quales sun qui nulla dant signa doloris, qui
odia & inimicitias deponere, aut aliena, si possunt, restituere, aut proximam peccandi derelinquere, & vitam in melius
emendare nolunt; aut qui publicum scandalum dederunt, nisi publice satisfaciant, & scandalum tollant: neque etiam
eso absolvat, quorum peccata sunt Superioribus reservata. Si vero quis confiteatur in periculo mortis constitutus,
absolvendus est ab omnibus peccatis & censuris, quantumvis reservatis; (cessat enim tunc omnis reservatio;) sed
prius, si potest, cui debet, satisfaciat: ac si periculum evaserit, & aliqua ratione Superiori, a quo alias esset
absolvendus, se sistere teneatur; cum primum poterit, coram eo se sistat, quidquid debet præstiturus. Quod si inter
confitendum, vel etiam antequam incipiat confiteri, vox & loquela ægro deficiat, nutibus & signis conetur, quoad ejus
fieri poterit, peccata pœnitentis cognoscere; quibus utcumque vel in genere vel in specie cognitis, vel etiam si
confitendi desiderium sive per se, sive per alios ostenderit, absolvendus est. Meminerit porro Sacerdos, ægris non esse
injungendam gravem aut laboriosam pœnitentiam; sed indicendam tamtum illam, quam, si convaluerint, opportuno
tempore peragant. Interim juxta gravitatem morbi, aliqua oratione, aut levi satisfactione imposita, & accpetata,
absolvantur, prout opus fuerit.
604 RR 1614, 66: “Cum igitur pœnitentiam absolvere voluerit, injuncta ei prius, & ab eo acceptata salutari
pœneitentia, primo dicit: Misereatur tui omnipotens Deus, & dimissis peccatis tuis perducat te ad vitam
æternam. Amen. Deinde dextera versus pœnitentem elevata, dicit: Indulgentiam, absolutionem, & remissionem
peccatorum tuorum tribuat tibi omnipotens & misericors Dominus. Amen. Dominus noster Jesus Christus
te absolvat; & ego auctoritate ipsius te absolvo ab omni vinculo excommunicationis, suspensionis, &
interdicti, in quantum possum, & tu indiges. Deinde ego te absolvo a peccatis tuis, in nomine Patris, X &
Filii, & Spiritus sancti. Amen”.
605 RR 1614, 66: “Si pœnitens sit laicus, omittitur verbum, suspensionis. Passio Domini nostri Jesu Christi,
merita beatæ Mariæ virginis, & omnium Sanctorum, quidquid boni feceris, & mali sustinueris, sint tibi in
remissionem peccatorum, augmentum gratiæ, & præmium vitæ æternæ. Amen. In confessionibus autem
frequentioribus & brevioribus omitti potest, Misereatur, &c. & fatis erit dicere: Dominus noster Jesus Christus, &c.
ut supra usque ad illud, Passio Domini nostri, &c. Urgente vero aliqua gravi necessitate in periculo mortis, breviter
dicere poterit: Ego te absolvo a peccatis tuis, in nomine Patris, X & Filii, & Spiritus sancti. Amen”.
Liturgia de los Sacramentos 137
• Si, por otro lado, se presenta el caso de excomunión el ritual ofrece las nor-
mas de absolución para el fuero externo, una letanía, penitencia física (flage-
lación)606, oración607 y absolución de excomunión608.
606 RR 1614, 67-68: “Si potestas absolvendi ab ecommunicationis sententia Sacerdoti commissa fuerit a Superiore, &
in mandato certa forma sit præscripta, illa omnio servanda est: si vero in mandato seu commissione dicitur: In forma
Ecclesiæ consueta absolvat; hæc servanda sunt. Primo, ut excommunicatus ei, ob cujus offensam in
excommunionem incurrit prius, si potest, satisfaciat. Quod si tunc non possit, sufficientem cautionem præbeat, aut
saltem, si eam præstare non potest, juret se, cum primum poterit, satisfacturum. Secundo, si crimen, ob quod in
excommunicationem incidit, sit grave, juramentum ab eo exigatur de parendo mandatis Ecclesiæ, quæ illi fient pro
tali causa: ac præcipue, ne deinceps delinquam contra illum Canonem vel decretm, contra quod faciendo, censuram
incurrit.
Deinque hunc absolvendi ritum observabit. Pœnitentem coram se utroque genu flexo, in humero (si vir fuerit) usque
ad camisiam exclusive denudato, virga aut funiculis sedens leviter percutit, dicendo totum Psalmum Miserere mei
Deus, &c. cum Gloria Patri, &c. Deinde surgit, & aperto capite dicit; leatnía...”.
607 RR 1614, 68: “Deus, cui proprium est misereri semper, & parcere: suscipe deprecationem nostram; ut
hunc famulum tuum, quem excommunicationis sententia constringit, miseratio tuæ pietatis clementer
absolvat. Per Christum Dominum nostrum. R. Amen”.
608 RR 1614, 69: “Mox sedet, & coperto capite dicit: Dominus noster Jesus Christus te absolvat: & ego
auctoritate ipsius, & sanctissimi Domini nostri Papæ (vel Reverendissimi Episcopi N. vel talis Superioris)
mihi commissa absolvo te a vinculo excommunicationis, in quam incurristi (vel incurrisse declaratus es)
propter tale factum, vel unitati fidelium, & sanctis Sacramentis Ecclesiæ, in nomine Patris, X & Filii, &
Spiritus sancti”.
138 Liturgia de los Sacramentos
salutat. Deinde pænitens et, pro opportunitate, etiam sacerdos, signat se signo crucis, dicens: In nomine Patris, et
Filii, et Spiritus Sancti. Amen. Sacerdos pænitentem ad fiduciam in Deum invitat his vel similibus verbis: Deus,
qui illuxit in cordibus nostris, det tibi ut in veritate agnoscas peccata tue et suam misericordiam. Pænitens
respondet: Amen”.
140 Liturgia de los Sacramentos
La fórmula
“La fórmula de absolución en uso en la Iglesia latina expresa el elemento esencial de
este Sacramento: el Padre de la misericordia es la fuente de todo perdón. Realiza la re-
conciliación de los pecadores por la Pascua de su Hijo y el don de su Espíritu, a través
de la oración y el ministerio de la Iglesia:
Dios, Padre misericordioso, que reconcilió consigo al mundo por la muerte y la re-
surrección de su Hijo y derramó el Espíritu Santo para la remisión de los pecados,
te conceda, por el ministerio de la Iglesia, el perdón y la paz. Y yo te absuelvo de
tus pecados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”619.
P
odría establecerse como finalidad de este estudio, llegar a una teología del Sacra-
mento de la Unción de los Enfermos, empleando ciertos instrumentos como las
fuentes litúrgicas, los concilios de Florencia y Trento así como los escritos de San-
to Tomás620. Todo ello, nos dará un marco referencial concreto para realizar un acerca-
miento a este Sacramento cuya importancia para el bien de las almas es notable.
615 OP 43-44.
616 OP 44: “Sacerdos, si opus est, pænitentem adiuvat ad integram confessionem peragendam, præbet ei consilia apta,
eumque hortatur ad contritionem culparum suarum, in eius memoriam revocan christianum per sacramentum
Pænitentiæ, moriendo et resurgendo cum Christo, renovari in paschali mysterio. Deinde ei opus pænitentiæ proponit,
quod pænitens accipit ad satisfactionem pro peccato faciendam et ad emendationem vitæ. Curet sacerdos ut se in
omnibus ad condicionem pænitentis accomodet, sive in modo loquendi, sive etiam in consiliis præbendis”.
617 OP 45: “Deinde sacerdos pænitentem ad contritionem suam manifestandam invitat, quod pænitens potest facere
his vel similibus verbis: Deus meus, ex toto corde me pænitet ac doleo de omnibus quæ male egi et de bono
quod omisi, quia peccando offendi te, summe bonum ac dignum qui super omnia diligaris. Firmiter
propono, adiuvante gratia tua, me pænitentiam agere, de cetero non peccaturum peccatique occasiones
fugiturum. Per merita passionis Salvatoris nostri Iesu Christi, Domine, miserere. Tunc sacerdos, manibus
super caput pænitentis extensis dicit: Deus, Pater misericordiarum, qui per mortem et resurrectionem Filii sui
mundum sibi reconciliavit et Spiritum Sanctum effudit in remissionem peccatorum, per ministerium
Ecclesiæ indulgentiam tibi tribuat et pacem Et ego te absolvo a peccatis tuis in nomine Patris, et Filii, ✠ et
Spiritus Sancti. Pænitens respondet: Amen”.
618 OP 47: “Post absolutionem, sacerdos prosequitur: Confitemini Domino quoniam bonus. Pænitens concludit:
Quoniam in sæculum misericordia eius. Deinde sacerdos pænitentem reconciliatum dimittit, dicens: Dominus
dimisit peccata tua. Vade in pace”.
619 CEC 1449.
620 SCICOLONE I., «Unzione degli infermi», Anamnesis 3/1, 207-242; CHAVASSE A., Étude sur l'onction des in-
firmes, Lyons 1942; ORTEMANN, Il Sacramento degli infermi, Torino Leumann 1972.
Liturgia de los Sacramentos 141
El sufrimiento salvífico
Hombre
La primera cosa que hace un hombre al nacer es llorar, la vida está acompañada mu-
chas veces con el dolor y el sufrimiento, pero aun cuando haya alegrías, el hombre es
afligido por enfermedades así dice el salmo 89. “Los años de nuestra vida son 70 y 80 para
el más robusto, pero casi todos son fatiga y dolor, pasan rápido y nos desilusionamos” ¿Cómo
entender la experiencia de la enfermedad humana, del sufrimiento y por qué el hombre
debe sufrir? Esta es la pregunta de Job y la pregunta de siempre. La respuesta del evan-
gelio tendrá un influjo notable sobre nuestra comprensión de la unción de los enfermos
y sobre nuestro ministerio pastoral. La gente quiere tener una respuesta. El hombre
sufre, Cristo sufrió.
Cristo
Tomaremos algunos pensamientos del Papa Juan Pablo II “Salvifici doloris”. En el libro
de Isaías el sufrimiento es muy fuerte y brillante, quizá más que en los propios evange-
listas621. Esta descripción de los sufrimientos de la pasión de Cristo que sufre voluntaria
e inocentemente, pero el sufrimiento es vencido por el amor622. El Padre da su hijo al
mundo y en esto se manifiesta el amor. El amor infinito del Padre hacia el Hijo, del Hijo
unigénito hacia el Padre y de Dios hacia el mundo. El Hijo tiene una misión específica:
proteger al hombre del mal definitivo y del sufrimiento definitivo, es decir, contra el
pecado y la condenación. Las raíces del mal se fijan en el pecado y en la muerte que son
la pérdida de la vida humana. Cristo ha venido para vencer el pecado con la muerte y la
muerte con la resurrección, el medio para vencer es su propio sufrimiento y es cons-
ciente de esta fuerza salvífica, por lo que se une al Padre. “Me ha amado y se ha dado a
sí mismo por mi”623, dice san Pablo. El sufrimiento de Cristo es salvífico, éste se partici-
pa a nosotros en la vida cotidiana y en los Sacramentos.
621 Is 53, 2b-4a: “No tenía figura ni esplendor para llamar la atención de nuestros ojos ni prestancia como
para poderlo apreciar. Despreciado, repudiado por los hombres, hombre de dolores, conocedor del sufri-
miento, semejante a uno delante del cual uno se cubre la cara, despreciado al punto que no le hicimos caso
alguno. Con todo el cargó nuestras enfermedades y se echó encima nuestros dolores”.
622 Jn 3,16.
623 Gal 2,20.
624 Especialmente en el Sacramento de la unción.
625 Sermón 63.
142 Liturgia de los Sacramentos
Sagrada Escritura
Visión general
Uso natural del óleo. Abundancia de óleo que signo de la abundancia de la bendición de
Dios, signo de gozo y esperanza. El óleo en la escritura, sirve para significar la consagra-
ción del rey y sacerdote, como signo del Espíritu de Dios, que penetrando como el óleo
en los miembros de un individuo, lo consagra para una misión especial. El óleo sirve
también para curar las heridas, lo que habla de una sanación y de una purificación.
Enfermedad y sufrimiento
La enfermedad en el AT, es vista en la luz del sufrimiento general, y se lo entiende co-
mo fruto de una culpa, hay una relación de causalidad entre sufrimiento y pecado per-
sonal. Tal es el caso de Job a quien sus consejeros buscan la manera de hacerle entender
su sufrimiento diciendo que él ha pecado, por eso sufre. En el AT el sufrimiento es una
prueba para el justo. Para Job el sufrimiento es una prueba.
Hay aplicación del valor redentor del sufrimiento en el siervo doliente628.
En el NT Jesús sana como manifestación de la presencia del Reino de Dios. General-
mente para una sanación se pide solamente la fe, por eso que frecuentemente repite:
“Tu fe te ha salvado”. Esta misión de sanación la confía a los apóstoles como una misión
de la Iglesia.
El Concilio de Trento y las premisas a nuevo rito, distinguen en el NT algunos textos:
Mc 6,13 que insinúa algunos elementos de la institución.
“Quibus verbis, ut ex apostolica traditione per manus accepta Ecclesia didicit”: Concilio. Tridentino sesión XIV,
629
DS 1695.
144 Liturgia de los Sacramentos
La TA 5 632
Es un texto bien conocido, el contexto de la bendición es el de la anáfora de la misa.
Tenemos una reconstrucción del texto, por lo que se debe tener cuidado en el utilizar el
texto por tratarse de una reconstrucción. El texto dice así:
Si quis offert, secundum panis oblationem et uini, et non ad sermonem dicat sed
simili uirtute, gratias referat: Ut oleum hoc sanctificans das, deus, sanitatem
utentibus et percipientibus, unde unxisti reges, sacerdotes et profetas, sic et
omnibus gustantibus confortationem et sanitatem utentibus illud praebeat.
• Significado: Dios mismo santifica este óleo, por lo que después de la bendi-
ción el óleo tiene el poder de santificar633. Este óleo puede ser utilizado para
la unción de los reyes o para la unción de los enfermos, por lo que no es claro.
• Ministro: no está indicado claramente, pero se piensa que en el contexto de la
misa, el ministro es o el obispo o el sacerdote.
• Aplicación: parece que es aplicada por los mismos fieles (que lo llevan para
bendecirlo) y es usado como medicina interna o externa (bebido o untado).
• Efecto: es el alivio, la confortatio y la salud.
630 Para cada fórmula usaremos el siguiente esquema de preguntas con el fin de hacer más fácil la estructu-
firmes, 15-16.
632 BOTTE B., «La tradition apostolique», 18.
633 CHAVASSE A., Etude sur l`onction, 31-39; BOTTE B., «La tradition apostolique», 18 ver nota 2.
Liturgia de los Sacramentos 145
Testamentum Domini (s. IV-V)
Es un documento del ambiente monofisita en Siria y sería una especia de amplificación
de la TA en lengua siriaca. La oración parece que se dirige al Padre y al Hijo. Se puede
imaginar el problema cristológico según su dirección, es una acentuación monofisita.
• Significado: La bendición tiene que ver con la participación del E.S., la ora-
ción dice que el Padre no ha concedido este mismo E.S. y Cristo nos ha santi-
ficado, nos ha hecho sabios, nos ha mandado el conocimiento del E.S. por
medio de la misma santidad cuando nos ha concedido el poder del E.S. La
bendición del óleo comunica la santidad del E.S. y tiene que ver también que
ver con la participación de la abundancia de la bondad de Cristo. Se habla de
esta participación con el ES y con la abundancia.
• Ministro: es el sacerdote según el texto: si sacerdos consecrat oleum.
• Aplicación: no hay ninguna indicación específica, excepto que el óleo está
destinado para los enfermos: ad sanationem eorum qui patiuntur.
• Efecto: son muchos, entre ellos se cuentan el alivio y la sanación. El óleo ben-
dito libera, sana y santifica: ut liberat laborantes, sanet aegrogantes, et sanctificet
redeuntes. Al final de la oración se dice que el óleo santifica a quienes vienen
en la fe.
Eucologio de Serapión:
Era obispo de Thmuis en Egipto en la mitad del siglo IV y parece que el manuscrito sea
de él mismo. El manuscrito se descubrió en 1944 en Monte Athos. La bendición se hace
146 Liturgia de los Sacramentos
en nombre del unigénito. Se ve una teología de la oración dirigida al Padre por medio
del Hijo. La segunda oración comienza así:
Te invocamos para que toda potestad, oh Salvador de todos los hombres, Padre del
Señor nuestro Salvador Jesucristo y te pedimos, manda desde el cielo la fuerza sal-
vadora del Unigénito sobre este óleo, de modo que sea para aquellos que reciben es-
tas tus criaturas, la expulsión de cualquier debilidad, de toda enfermedad, remedio
contra todo demonio, la expulsión de todo espíritu inmundo, la separación de todo
espíritu maligno, la erradicación de toda fiebre o resfriado e imbecilidad, sea para
ellos una buena gracia y el perdón de los pecados, remedio de vida y salud para la
sanidad e integridad, del cuerpo y del espíritu.
La segunda parte es un exorcismo y la tercera continúa diciendo:
Y se vayan del interno y del externo de estos tus siervos, de modo que sea glorifi-
cado el nombre de aquel que fue crucificado por nosotros y fue resucitado y se llevó
nuestros dolores y nuestra enfermedad, Jesucristo que vendrá a juzgar a vivos y
muertos.
• Significado: En general una oración de este tipo se refiere al E.S. para que
mande el poder que es la fuerza sanadora del unigénito. Se ve una teología
trinitaria, donde la oración se dirige al Padre en la que se pide la sanación del
unigénito Hijo y que incluye la acción del E.S.
• Ministro: no hay indicaciones específicas pero se trata de una oración sacer-
dotal.
• Aplicación: la primera oración dice: perceptio harum creaturarum in nomine
unigeniti tui Iesu Christi, más adelante establece que sea aplicado como bebida
o como unción. En la segunda oración hay algunas indicaciones también: qui
tuis creaturis unguntur vel eas percipiunt, e. d., aquellos que se ungen de estas
cosas, aquellos que las reciben; et abeant ab internis et externis servorum tuorum
horum, e. d. para que sean expulsados del interior y del exterior del enfermo.
• Efecto: Sanación física, expulsión de los demonios, la remisión de los peca-
dos, la salud perfecta de alma, cuerpo y espíritu. Al final de esta oración se
hace referencia al sufrimiento salvífico de Cristo y la unción del óleo nos hace
partícipes a estos sufrimientos salvíficos de Cristo que es glorificado y que
juzga a vivos y muertos.
Gelasiano antiguo
• Significado: la oración comienza: Emitte, quaesumus, domine, spiritum sanctum
paraclytum de caelis in hac pinguidine olei, se trata de una plegaria epiclética en
la que se pide que el Espíritu santifique. En la línea 17 dice: unde uncxisti
sacerdotes reges et prophetas et martyres, chrisma tuum perfectum; el contexto es la
unción de sacerdotes, profetas y reyes e incluso mártires. Elemento común
entre sacerdotes, profetas, reyes y enfermos es el E.S. en sus varias manifesta-
ciones. La oración termina in nomine Domini nostri Iesu Christi, e. d., se trata de
Liturgia de los Sacramentos 147
una oración dirigida al Padre, por la mediación de Cristo sumo y eterno sa-
cerdote pidiendo el E.S., en la que vemos una teología trinitaria.
• Ministro de la bendición: como se dice en el inicio de la oración en un rúbrica
infra actionem, se trata de una oración incluida dentro del canon y que por lo
tanto es hecha por el obispo y el sacerdote.
• Aplicación: et tua sancta benedictio sit omni unguenti, gustanti, tangenti
tutamentum corporis animae et spiritus; e. d., el destinatario es cualquiera que
sea ungido, que lo beba o lo aplique. El gregoriano omite la expresión “beber-
lo” por lo que se notan usos diversos.
• Efecto: la unción del óleo bendito es ad refectionem mentis et corporis, e. d., para
la restauración de la mente y del cuerpo. En el Gregoriano se hace referencia
sólo al cuerpo ad refectionem corporis. Otra indicación del efecto la vemos en el
Gelasiano es esta: tutamentum corporis animae et spiritus, e. d., que es un reme-
dio para el hombre entero en toda su alma, cuerpo y espíritu. El Gregoriano
restringe nuestro cuadro y subraya el aspecto físico antes que el espiritual:
tutamentum mentis et corporis. En el Gelasiano se dice ad euacuandos omnes
dolores, omnem infirmitatem, omnem egritudinem, e. d., es para sacar cualquier
dolor y es interesante el significado de la palabra evacuandos que se refiere a
un cierto tipo de exorcismo del hombre como tal. El efecto es la sanación del
hombre total, de todas sus enfermedades634.
Galicana Visigótica
Se aplica a todo tipo de desgracias físicas de la vida cotidiana, lo que nos refleja la vida
de aquella sociedad en la que el aspecto bendicional se había desarrollado ampliamen-
te, por lo que se nos presente toda una lista de enfermedades, desgracias y sucesos va-
rios. La bendición del óleo se realiza dentro de la celebración eucarística de acuerdo a la
rúbrica item ultimo, antequam dicat. La bendición como tal dice así: Emitte quaesumus
domine spiritum sanctum paraclitum de caelis in hanc pinguidinem olei, quam de uiride ligno
procedere dignatus es ad refectionem mentis et corporis.
• Significado: la oración es epiclética que se dirige al Padre pidiendo el Espíritu
Santo Paráclito para bendecir el óleo.
• Ministro: es el sacerdote o el obispo dado el ámbito de la celebración eucarís-
tica.
• Aplicación: el destinatario es aquel que es ungido, que bebe o toca el óleo.
• Efecto: es físico por lo que pide la evacuación de enfermedad mental o corpo-
ral y que tiene además una repercusión espiritual.
634En cambio el Gregoriano dice solamente omnes dolores, omnesque infirmitates, omnem ægritudinem corporis,
lo que indica la referencia corporal.
148 Liturgia de los Sacramentos
Escritores eclesiásticos
Inocencio I
Carta a Decencio de Gubbio escrita en el 416. El papa responde a la pregunta de Decen-
cio que dice: “si Santiago habla de los presbíteros, ¿puede el obispo dar la unción a los
enfermos?” Resulta algo extraño pero esta respuesta da elementos sobre el uso y usan-
zas de esta época635.
• Significado: no se habla mucho del significado.
• Ministro: es el obispo que confecciona, que consagra el óleo, lo hace.
• Aplicación: el destinatario es un fiel enfermo no catecúmeno, no penitente
porque no pueden recibir ningún Sacramento. El ministro de la aplicación
puede ser el obispo, el sacerdote o todos los cristianos. Se ve claramente que
los fieles aplican el óleo bendito.
• Efecto del óleo: pertenece al género de los Sacramentos. No se puede hacer la
unción a los penitentes porque pertenece a los Sacramentos. La palabra Sacra-
mento, en esta época, tiene un significado muy amplio, como algo sacro. La
unción pertenece a los Sacramentos en sentido amplio, no al número septena-
rio de los Sacramentos.
Cesáreo
Arzobispo de Arlés en Galia del sur (ciudad romana) en el 502 se convirtió en obispo.
Era un famoso predicador. Habla de la unción de los enfermos en tres sermones 13, 51 y
184 exhorta los fieles, de huir de las prácticas mágicas, en caso de enfermedad636.
• Significado: Hay un tipo de paralelismo con la eucaristía, habla del cuerpo y
sangre de Cristo y de la unción con óleo como remedio para el enfermo. El
enfermo ponga su confianza en la misericordia divina, reciba con devoción la
635 No hay duda que esto (Santiago 5,14-15) se deba entender y comprender en lo que se refiere a los fieles
enfermos que pueden ser ungidos con el óleo santo del crisma. Consagrado por el obispo, se permite hacer
uso de él no sólo a los sacerdotes, sino también a todos los cristianos, para hacer la unción en sus necesida-
des personales o en aquellas de sus seres queridos. Por otra parte, esta añadidura nos parece superflua: se
nos pregunta si el obispo puede aquello que está ciertamente permitido a los sacerdotes. De hecho, el moti-
vo por el que se habla de los sacerdotes, es que los obispos, impedidos por otras ocupaciones, no pueden
andar al encuentro de todos los enfermos. Sin embargo, si un obispo tiene la posibilidad, y si piensa que
alguno merece el ser visitado por él, lo puede bendecir y aplicarle el crisma sin la más mínima excitación,
ya que es él el que hace (conficit = confecciona) el crisma. Pero no se puede hacer la unción a los penitentes,
porque ésta pertenece a los Sacramentos (genus est sacramenti). De hecho, cómo pensar que se pueda conce-
der uno de esta especie a aquel a quien se niegan los demás Sacramentos. PL 20, 559 = DS 216.
636 En el sermón 13 tenemos el texto: “Cuando viene una enfermedad, el enfermo recibe el cuerpo y la san-
gre de Cristo; humildemente pide el óleo bendito por los sacerdotes; luego unja su cuerpo de modo que
todo lo que está escrito se cumpla en él (sigue la cita de Santiago). Ustedes ven hermanos, que aquel que en
una enfermedad corre a la Iglesia, merecerá recibir la salud del cuerpo y obtener la remisión de los peca-
dos. Ya que los dos bienes los podemos encontrar en la Iglesia, entonces ¿cómo es que hombres infelices se
empeñan en hacerse un mal inmenso recurriendo a los magos, a los hechiceros o adivinos?” (PL 39, 2238-
2239).
Liturgia de los Sacramentos 149
eucaristía como cuerpo y sangre de Cristo y sea fiel en el pedir a la Iglesia el
óleo bendito. La idea no es muy desarrollada. El ligamen es que la eucaristía
es consagrada por medio de la palabra de Cristo y tiene el poder del E.S.
• Ministro: el óleo está hecho por el sacerdote; se corre a la Iglesia por este óleo.
• Aplicación del óleo: según el texto los fieles deben pedir a la Iglesia el óleo,
con el cual, el fiel, ungirá su cuerpo, por ello que la aplicación se hace por el
enfermo mismo.
• Efecto: el texto de Santiago se cita y los efectos son: la sanación del cuerpo, li-
beración de las tentaciones del diablo y la remisión de los pecados. El reme-
dio cristiano para la enfermedad, es la eucaristía y la unción que procuran la
salud del alma y cuerpo637.
637 Se hace mención al texto de Casiodoro. En cuanto a aquel que recibe un daño por parte de otros, o que
ha sido golpeado en su cuerpo por una enfermedad, pide llamar al sacerdote: éste con la oración de la fe y
la unción del óleo santo, salvará a aquel que parecía afligido. Prometió también que los pecados serán per-
donados aquellos que han recibido la oración de los visitantes.
638 En cambio el enfermo ponga su confianza en la única misericordia divina, reciba con fe y devoción la
eucaristía del cuerpo del cuerpo y de la sangre de Cristo, y sea fiel en el pedir a la Iglesia el óleo bendito
con el cual ungirá su cuerpo en nombre de Cristo. Y según el apóstol, la oración con fe devolverá la salud al
enfermo y el Señor lo aliviará y recuperará no sólo la salud del cuerpo, sino también la del alma. PL 70,
1380
639 De aquí resulta con evidencia que esta usanza de la Santa Iglesia de ungir a los obsesionados o cualquier
otro enfermo con óleo consagrado por la bendición episcopal, ha sido enviada por los apóstoles. Cf.
SCICOLONE I., «Unzione degli infermi», Anamnesis 3/1, 222-223; PL 92, 188
150 Liturgia de los Sacramentos
• Aplicación: se ve una exhortación que puede ser útil a los sacerdotes, pero se
ve que Beda cita la epístola de Inocencio I, en la que encontramos que a todos
los cristianos está permitido hacer uso del óleo, sin ser necesariamente sacer-
dotes640. La palabra presbíteros aparece entre interrogación, y según Cha-
vasse, estas personas que aplican el óleo no son necesariamente sacerdotes,
sino personas más sabias y ancianas que saben aconsejar a los jóvenes.
• Efecto: la unción es vista como exorcismo. El mal puede ser espiritual o cor-
poral, lo que se puede ver en la extraña expresión: "sea en su cuerpo, sea en
su fe". Chavasse dice que fides equivale a vida de gracia, se puede identificar
la enfermedad con el pecado que afecta la fe. San Beda dice, en un tercer pa-
rágrafo no citado, que muchos, por pecados internos, son afectados en la en-
fermedad por el pecado y la muerte, de ahí que la confesión es de ayuda
completa para la ejecución del Sacramento.
Síntesis
Chavasse nos ayuda a hacer la distinción entre la bendición del óleo por una parte, y la
aplicación del óleo al enfermo por otra. ¿Cuál es la relación entre estas dos realidades?
• El óleo usado para la unción de los enfermos, debe ser un óleo bendito, pero
no es siempre claro si este óleo es diferente de otros óleos. El papa Inocencio I
y San Beda, insisten en la consagración sacerdotal; Cesareo y Eligio insisten
en que los fieles piden este aceite a la Iglesia, de ahí que el óleo debe ser ben-
dito, en otras partes se insiste que sea diferente.
• Ya que la bendición y la unción, sean elementos necesarios, la bendición tiene
una importancia primaria de lo que depende la efectividad. La fórmula ro-
mana emitte que continua con ut tua sancta benedictione sit oleum tutamentum
mentis et corporis, e. d., para que este óleo sea remedio para la mente y el
cuerpo, por medio de tu santa bendición que da poder al óleo. Papa Inocen-
cio habla del conficere del óleo. A través de esta bendición el óleo toma parte
entre los Sacramentos, según Inocencio. Por esta bendición, el óleo participa de
la potencia divina. El que consagra invoca al E.S. que confiere esta energía
sanadora. Se hace referencia al E.S. en todas la fórmulas hasta ahora vistas, Si
hay un exorcismo del óleo mismo, no de la persona, tiene la finalidad de ex-
pulsar al demonio del elemento natural, para dar lugar al E.S. y sea lleno de
su presencia. La bendición entonces, tiene una importancia primaria.
• ¿Qué sucede cuando se aplica a un enfermo? El óleo tiene esta potencialidad
de sanar, porque está lleno del E.S. y esta potencia se pone en acto. En rela-
ción con el que consagra el óleo —el obispo o el sacerdote—, el que lo aplica
tiene un rol particular y secundario, ya que en este tiempo el ministro no tie-
ne una gran importancia, lo importante es la bendición misma. En san Beda
640 Quien ha sido golpeado por la enfermedad sea en su cuerpo, sea en su fe de pensar, él que sufre un mal
más grave, recurra a la asistencia de personas deputadas (¿presbíteros?) y no someter el caso de la enfer-
medad a personas más jóvenes y menos prácticas. PL 93,39.
Liturgia de los Sacramentos 151
se dice que se necesitan personas maduras, sabias, no necesariamente sacer-
dotes.
• La aplicación de óleo no está reservada a la jerarquía sacerdotal. Hasta el final
del s. VIII, todos —obispos, sacerdotes y laicos— tenían la facultad de ungir a
los enfermos, las pruebas de esto, se ven en la literatura hagiográfica en la
que varios santos toman el óleo bendito de la Iglesia y lo aplican. Tenemos
además pruebas en lo ya estudiado. En la carta de Inocencio se ve la insisten-
cia de que si los fieles pueden aplicar el óleo necesariamente, lo pueden hacer
los ministros mismos. Hay un texto en san Cesareo que habla de la madres de
los enfermos que corren llorando a los magos para los remedios, deben correr
a la Iglesia por el óleo bendito. Eligio de Noyón que dice que el enfermo se
unge a sí mismo. San Beda dice otro tanto. En Roma en el s. VII la bendición
del óleo fue fijada en el jueves santo. El hecho de que en la tradición romana
hay un día para la bendición, no cambia el efecto; los fieles vienen para pedir
esta bendición.
• La bendición está estrictamente reservada a la jerarquía sacerdotal —sea sa-
cerdote u obispo—; en Hipólito el óleo es bendecido por el obispo. En
Inocencio el obispo hace el óleo bendito. En el OR 30 la bendición es hecha
por el pontífice y el clero. En Galia los sacerdotes hacen la bendición. La ben-
dición reservada a la jerarquía es sin excepción.
• Los efectos son la sanación física y la espiritual. La liberación del mal, la par-
ticipación del E.S., la participación de Cristo.
Rituales
Del s. VIII al s. XII encontramos una rica documentación sobre rituales, sin embargo de
esta fecha en adelante, hay una tendencia hacia la simplificación. Es interesante notar
que hasta el siglo VIII no hemos encontrado rituales sobre la unción, sino sólo fórmulas
sobre la bendición del óleo.
Características
Primer tipo:
Son los más antiguos (surgen de la mitad del s. VIII al inicio del s. IX).
• Por cuanto difieran entre ellos, tienen en común una sola fórmula para todas
las unciones.
• Su número no está precisado, de vez en cuando se limita a decir "donde el
dolor es más fuerte". Se habla de los cinco sentidos.
• La formula del primer tipo es indicativa e indica más que nada el efecto el
efecto corporal.
152 Liturgia de los Sacramentos
Segundo tipo:
Estos van del siglo IX al s. XII.
• Se distinguen de los primeros por el hecho de que a cada unción corresponde
una fórmula indicativa, si hay siete unciones, habrá siete fórmulas.
• Las unciones son muchas y no limitadas a los cinco sentidos.
• Las fórmulas piden el perdón de los pecados, la fuerza contra el demonio, la
salud corporal.
Tercer tipo:
Surgieron del s. X en adelante. Hay una tendencia hacia la simplificación.
• Para cada unción hay una fórmula.
• En general las unciones son limitadas a los 5 sentidos.
• La fórmula es deprecativa, e. d., con el verbo en subjuntivo. En vez de decir
ungo te (indicativa) se dice per istam... Dominus quidquid (deprecativa).
641Una lista de estas fuentes se puede encontrar en cualquier concordancia. Hay referencias en el artículo
de P. CHAVASSE de la primera edición de L'Eglise en prière donde indica las fuentes.
Liturgia de los Sacramentos 153
• Esquema de la estructura del rito.
• Se ve si las características son correctas o no y si corresponden o no.
• Buscamos los efectos sea corporales o espirituales de la unción.
643Ver segunda columna del texto entre letras “C” y “D”: Multi enim sacerdotes infirmos perunguunt insuper
in quinque sensus corporis.
Liturgia de los Sacramentos 155
Segundo tipo644.
• Estructura
Ø Antequam unguatur infirmus, confiteatur omnimodis Deo et sacerdoti suo
pariter. Se comienza con la confesión para que el enfermo sea más
digno de la unción espiritual. Hay una relación entre unción y peni-
tencia mucho más fuerte de lo que hemos visto antes.
Ø Después de la confesión, está la aspersión del agua acompañada con
la antífona y el salmo 50. Aspersión del enfermo y de la casa con una
oración que se refiere al texto de Santiago que dice que hay que lla-
mar a los presbíteros para que oren sobre el enfermo.
Ø Hay una segunda oración que no está. Todo forma parte del rito de la
aspersión.
Ø No están los siete salmos penitenciales, ni la letanía sino, que se pasa
de inmediato a la imposición de las manos645. El enfermo se pone de
rodillas a la derecha del sacerdote, mientras tanto se canta una antí-
fona, se dice un salmo y se hace una oración a razón de tres veces. La
segunda vez, entre salmo y oración se imponen las manos646. Es se-
guida de una oración647, y lo mismo se repite. Continúan una antífo-
na648, un salmo y una oración649 donde se inserta la imposición de las
manos.
Ø Et sic perunguant singuli sacerdotes infirmum de óleo sanctificato650. Se en-
tiende que hay varios sacerdotes. La unción se hace de la siguiente
manera. Hay una mezcolanza de los cinco sentidos, del concepto
mismo, y una unción bastante más general que se hace con óleo santi-
ficado haciendo cruces en las cinco partes ya citadas. Hay una expli-
cación de la unción en los cinco sentidos. Pero ¿por qué en los cinco
sentidos? Si hay una mancha espiritual o culpa del pecado que está
adherida o aferrada, se debe ungir cada sentido para que sea sanado.
Ø Tenemos una oración651 para el momento de la unción.
Ø Sigue una fórmula por cada unción652.
Ø Hay un himno que sigue653. Este himno hace una referencia bíblica,
de Cristo que sana a los enfermos, y que subraya los efectos corpora-
644 Elegimos el Pontifical Romano Germánico del siglo X, CXLIII Ordo ad unguendum.
645 Ver nn. 4-11.
646 n. 7: Hic imponat manus super infirmum omnes sacerdotes et ministri eorum.
647 n. 8: sequitur oratio.
648 n. 9.
649 n. 10.
650 En el n 12 tenemos la misma unción. ¿Cómo se hace?
651 n. 13.
652 nn. 14-28: unctio ad caput, ad oculos, aures, ad nares, ad labia, in collo, in gutture, ad pectus, ad cor, ad scapulas,
653 n. 31: Christe, caelestis medicina... Cristo, medicina del Padre celeste, verdadero médico de la salvación
humana, causa de la fe de tu pueblo abre con tu poder tu favor a sus súplicas. Te suplicamos por los en-
fermos, que una dañina enfermedad sacude, para que tú piadoso liberes a los que yacen a causa de este
mal. Tú que por la potestad te muestras, repentinamente sana a la suegra de Pedro que yace por la fiebre,
que salvas a la hija del centurión. Sana el alma y los males de los cuerpos, pon un remedio que se contra-
ponga a las heridas, de modo que el tormento no queme nuestros cuerpos sin fruto. Refuerza a tu pueblo
que languidece, infunde sobre tu pueblo la salvación y la salud abundantes, como habitualmente restable-
ces a los enfermos al vigor de los sanos. Ora Dios nuestro, con llanto suplicante, te pedimos que sanes, de
modo que todo enfermo que yace, experimente tu remedio. Retira todo impulso destructivo, se desate todo
ímpetu amenazante y el vigor de la deseada salud reanime los miembros del doliente. Mientras son purifi-
cados a través de los males afligidos, puedan los enfermos que participan del lugar y del número de los
instruidos, entrar en el reino de los cielos llenos de gozo. Gloria a ti Padre y tu unigénito Hijo y a ti siempre
igual entrambas las personas, el nombre trina deidad única, los cielos te aclamen. Amén.
654 nn. 32-36.
655 n. 38-40.
656 n. 44.
657 n. 47.
658 n. 48.
Liturgia de los Sacramentos 157
Tercer tipo659
• Estructura
Ritual de los enfermos dividido en tres ritos:
ad visitandum infirmum
Ø Se hace una procesión de la Iglesia a la casa del enfermo y se presu-
pone una sociedad con todas las casa en torno a la Iglesia. Se toma el
óleo santo, el agua bendita, la cruz, las velas, las cenizas y van a la ca-
sa del enfermo cantando el miserere.
Ø Ingreso. Hay un saludo, un diálogo660.
Ø Después se indican siete oraciones que deben ser elegidas661.
Ø Luego viene la aspersión del enfermo y de la casa con agua bendita662
acompañada con la antífona asperges me.
Ø Hay un rito de confesión que comienza con un tipo de diálogo con el
enfermo663. El penitente hace una petición. Hay una pregunta que es-
tablece: si el Señor da la salud, el enfermo cumplirá la penitencia que
en el entonces eran muy severas.
Ø El sacerdote hacía una señal de la cruz sobre el pecho del penitente y
le imponía el silicio664.
Ø Luego sigue la confesión misma. Hay tres proyectos (alfa, beta,
gamma) de las que seguiremos el gamma, que es la más tardía y se
encuentra en la historia de los libros litúrgicos posteriores. Esta pri-
mera parte es para la confesión.
ordo compendiosus ad ungendum infirmum
Ø El segundo rito es un Ordo abreviado que tuvo un grande éxito.
Ø Están los ritos iniciales, los siete salmos penitenciales, dos oraciones
que citan el texto de Santiago.
Ø Imposición de manos sobre la cabeza del enfermo que es una oración
deprecatoria y exorcística.
Ø Después está la unción que está muy bien organizada. Se debe notar
que en el texto, intincto police oleo infirmorum, se establece la existencia
de un óleo específico para la unción de los enfermos. Unción de siete
lugares, de los cuales se mencionan los cinco sentidos665. (En el tacto
659 Pontifical de la Curia Romana del s. XIII. XLVIII Ordo ad visitandum infirmorum.
660 n. 2.
661 nn. 3-9.
662 n. 10.
663 ad quid me vocasti, frater?
664 n. 12.
665 nn. 7-11.
158 Liturgia de los Sacramentos
están consideradas las manos, los pies y los riñones). Para la santa
unción se usa el conjuntivo, tal es el caso de la unción de los ojos:
“para que el Señor perdone cualquier cosa que se haya hecho por
causa del pecado cometido con el sentido de la vista”. Cada unción
tiene esta fórmula deprecatoria.
Ø Después se sigue con la oración que hace el sacerdote y con esto aca-
ba el rito. Este rito que a través de los rituales posteriores llega al ri-
tual oficial del 1614.
ordo ad communicandum infirmum
Ø Comunión que es un tipo de viático.
• Características
Ø A cada unción corresponde una fórmula deprecativa, e. d., con el
verbo en conjuntivo.
Ø Todas las unciones están limitadas a los cinco sentidos.
Ø Hay un exorcismo por lo cometido con los cinco sentidos y se hace
una referencia a la salud del cuerpo.
• Efecto
Ø Es el perdón de los pecados y
Ø la salud del cuerpo.
Conclusiones
• Tenemos un lento pero gradual progreso en la concepción del argumento.
• En el primer tipo se ve la unción como una medicina que pide la ayuda divi-
na contra los efectos dolorosos de la enfermedad.
• En el segundo tipo, la unción se entiende con sus efectos corporales y pide el
perdón de los pecados que tienen una repercusión en las varias partes del
cuerpo.
• En el tercer tipo, los efectos no tienen el mismo nivel pero la fórmula de un-
ción, se convierte y adquiere un sentido de unción penitencial.
• Se trata de organizar de modo lógico, un progreso, que va del primer al tercer
tipo, en progreso en el que se ve la pérdida del sentido del efecto corporal y
del efecto espiritual: la purificación y el perdón de los pecados.
• Se puede decir que no se debe exagerar pues las cosas son más complejas e
impiden la categorización de los efectos sean espirituales o materiales, no
obstante hay un cambio, y el motivo de este cambio es el ligamen estrecho en-
tre unción y penitencia. La penitencia se hacía al final de la vida y se pospone
la unción. Hay una confusión en el significado de la unción y de la peniten-
Liturgia de los Sacramentos 159
cia. En ciertos lugares, un tipo de unción formaba parte del rito mismo de la
penitencia y esta penitencia tenía consecuencias en un cambio radical de la
vida: abstinencia de relaciones conyugales, ayuno, etc. Por eso la unción se
cambiaba por varias razones al final de la vida. La praxis de la unción al mo-
ribundo y no al enfermo no corresponde a las directivas de la Iglesia, en
cuanto a la naturaleza del Sacramento como remedio, lo que manifiesta un
desarrollo espontáneo. Simplemente sucede. A causa de este cambio, el efecto
corporal no tiene el mismo relieve, ya que al final de la vida se espera la
muerte y no la plena salud. La unción final se consideraba como
consumativum paenitentiæ. Prevalece el aspecto espiritual no el corporal. El
cambio es muy interesante, ya que la lex orandi, e. d. la praxis establece la lex
credendi. Hay una relación profunda. Se subraya el aspecto de una purifica-
ción, así que se espera una sanación espiritual. Con la teología escolástica la
lex orandi coincide e incide en la lex credendi.
Teología Escolástica
Como contexto histórico iremos a los teólogos precedentes a Sto. Tomás.
Pedro Lombardo
Llama al Sacramento unctio infirmorum que se hace en la extremidad de la vida. También
es el Sacramento de los moribundos.
• Efecto: es la remisión de los pecados, el alivio de la enfermedad corporal si
esto conviene a la salvación espiritual del enfermo.
Alberto Magno
Lo llama el Sacramento de los que se van.
• Efecto: preparación a la gloria, quita los restos del pecado. Las reliquias son la
debilidad espiritual que el pecado deja a su paso en el alma. Hay un efecto
corporal sólo si conviene al alma.
San Buenaventura
• Efecto: Perdón de los pecados veniales del moribundo. Los pecados mortales
son remitidos por la penitencia y los pecados veniales por las buenas obras,
pero el moribundo no es capaz de las buenas obras. Debe ser administrado en
el último momento para que el enfermo no pueda cometer más pecados.
Duns Scoto
Dice que se debe administrar el Sacramento cuando el enfermo está privado de sentidos,
no se puede mover ni hacer nada, para que no pueda pecar más.
Sto. Tomás
Tiene una posición más equilibrada (n. 1225-1274) y sigue la línea de su maestro San
Alberto. Su enseñanza sobre el Sacramento de la unción de los enfermos, está en el co-
160 Liturgia de los Sacramentos
mentario sobre las sentencias de Pedro Lombardo, escrito a la edad de 25 años. Otra
fuente es la summa contra Gentiles IV c 73. No ha terminado la obra sino que quedó in-
conclusa. Su discípulo Reinaldo de Piperno quería rellenar estas lagunas, tomando ele-
mentos de las sentencias de Pedro Lombardo.
Reflexión teológica
671Et ideo nihil prohibet quin remissa culpa, remaneat dispositiones ex præcedentibus actibus causatæ, quæ dicuntur
peccati reliquiæ. IIIa, q. 86, a. 5, resp.
162 Liturgia de los Sacramentos
In genere q. 29 a. 5, respondeo
Este Sacramento confiere una plenitud de gracia, que quita la culpa y las reliquias, y si
conviene, la enfermedad corporal.
principalis q. 30 a. 1, respondeo
Este Sacramento se confiere como medicina, cuyo efecto principal es el de expeler el pe-
cado o la enfermedad del pecado. El efecto principal es el de ser medicina espiritual.
Este Sacramento es un remedio para los defectos que debilitan al hombre, quitándole el
vigor perfecto en su interior, y que impiden la vida de gracia y de gloria y no son otra
cosa, que un tipo de debilidad o incapacidad. El Sacramento por lo tanto, refuerza al
hombre contra esta debilidad. Algunos llaman a la debilidad reliquiaæ peccatum.
672 En el Sacramento hay algo objetivo, los Sacramentos comunican el amor divino en un modo objetivo. ¿Qué
es lo que sucede? El enfermo (en modo concreto) se conforma con Cristo sufriente (hay una participación
del sufrimiento de Cristo). El esquema funciona mejor para algunos Sacramentos que para otros, ya que el
aspecto de la mediación, resbala un poco delante de todos los Sacramentos.
Liturgia de los Sacramentos 163
secundario q. 30 a. 1, respondeo
Esta fuerza se comunica por la gracia, que no puede existir junto al pecado, por eso que
la gracia quita el pecado u obstáculo (obex). La gracia que actúa para quitar las reliquias
(efecto primario), pero encuentra si otro pecado, entonces el Sacramento quita incluso
este pecado venial o mortal si la persona se ha arrepentido (efecto secundario). El efecto
principal del Sacramento es la remisión de los pecados como reliquiaæ peccati y del peca-
do visto como culpa.
673 Se trata de una realidad escatológica, e. d. la incorrupción de la gloria o resurrección del cuerpo.
164 Liturgia de los Sacramentos
La finalidad principal era la reunión con la Iglesia griega, ya que Grecia buscaba una
ayuda militar contra los turcos. La unión de los griegos no llegaba lejos, pues había
grande oposición en Constantinopla.
El Concilio trató de los Sacramentos, lo que se expresaba en el decreto contra los arme-
nios, en la sesión VIII del 22 noviembre de 1439.
Concilio de Trento
Con el Concilio de Florencia (decreto a los armenios) la autoridad de la Iglesia ha pro-
vocado una visión sintética. Delante del reto protestante, en lo que se refiere a los Sa-
cramentos, la reacción católica fue rápida y decisiva. Había una comprensión general de
la doctrina de los Sacramentos, suficientemente clara para responder de inmediato. Al
mismo tiempo, había una diversidad entre las varias escuelas de teología676, que impe-
dían la unanimidad, por esto el Concilio de Trento decidió el no presentar una teología
674 DS 1324-1325.
675 Es la misma forma vista en Sto. Tomás palabra por palabra: Per istam sanctam unctionem et suam piissimam
misericordiam indulgeat tibi Dominus, quicquid deliquisti per visum.
676 Escuela dominica, franciscana, etc.
Liturgia de los Sacramentos 165
global de los Sacramentos, sino condenar los errores protestantes677. No había un acuer-
do adecuado para proponer la teología global de los Sacramentos, por eso que se eligió
otro método de condenar los errores.
Desde 1545 al 1563 con intervalos varios debidos a la política, guerra, peste, etc. El pri-
mer periodo es 1545-1547, sesiones I-VIII; segundo periodo 1551-1552, sesiones IX-XIV;
tercer periodo 1562-1563, sesiones XV-XXV.
La sesión XIV habla de la extrema unción678. El Concilio tenía un doble fin: primero co-
rregir los abusos de la Iglesia y segundo definir la doctrina católica de frente a los erro-
res protestantes. Más de la mitad de los decretos doctrinales, hablan de los Sacramentos
en contra de los protestantes Lutero y Melanchthon679.
Hay dos periodos de preparación, uno que comienza el 8 de marzo de 1547. Se quería
tratar los Sacramentos faltantes (penitencia, extrema unción, orden y matrimonio —unos
días antes de la transferencia a Bolonia—) y el 26 de abril se ve que se logra acabar lo
que se refiere a la penitencia.
Sobre la extrema unción había dos artículos. Uno de ellos dice: “Los protestantes dicen
que la unción es algo inventado por el hombre, o un rito aceptado por los padres, pero
diverso de los Sacramentos, ya que los Sacramentos tienen una institución divina y pro-
meten la gracia”. El segundo artículo se expresa así: “Dicen que la extrema unción de la
Iglesia Romana, no está hecha de acuerdo a la palabra del evangelio ni según la carta de
Santiago, por lo que se puede cambiar el rito”. Los artículos se discutieron por los pa-
dres al final de julio. A inicios de agosto hubo otra discusión sobre los cánones de la
extrema unción. Se habla de una magna disputatio en relación a la institución del Sacra-
mento. Se habla del Sacramento Promulgatum & Commendatum por Santiago, no se ponían
de acuerdo, ni podían decidir. La segunda cosa fue una maxima disputatio en relación al
sujeto del Sacramento, e. d., por qué la Iglesia administra el Sacramento sólo a los mori-
bundos, pues los textos hablan de los enfermos en general. Al fin de la sesión680 se daba
el resultado de la discusión en cánones, en este caso fueron tres. El Concilio en Bolonia
se detuvo por el Papa Paulo III en septiembre, razón por la cual no se pudo terminar al
trabajo. Reunido otra vez en Roma con Julio III, se trabajaba con la sesión XIII De Eucha-
ristia el 11 de octubre de 1551, pero el 15 de octubre la comisión discutía la penitencia y
677 Cf. SCICOLONE I., «Unzione degli infermi», Anamnesis 3/1, 231; GÖRRES GESELLSCHAFT, (ed.), Concilium
Tridentinum: Diariorum, Actorum,Epistolarum, Tractatuum Nova Collectio, vol. 7/1 (B. Herder), Freiburg 1961,
239-240.
678 DS 1694-1700 doctrina; 1716-1719 cánones.
679 Hic articulis est Lutheri in lib. de captivitate Babilonica [cap. de Sacramento extremæ unctionis: “Quare hanc
unctionem eandem ego esse arbitror, quæ Marc. 6 de apostolis scribitur: Et ungebat oleo multos ægrotos et sanabat,
ritum scilicet quendam primitivæ ecclesiæ, quo miracula faciebant super infirmis, qui iam dudum defecit... Non ergo
sacramentum est extrema ista, id est ficta, unctio, sed consilium Iacobi, quo possit qui velit uti, sumptum et relictum
ex evangelio Marc. 6] et Melanchthonis in apologia confessionis Augustanæ, cap. de numero de Sacramentorum
[Confirmatio et extrema unctio sunt ritus accepi a patribus, quos ne ecclesia quidem tamquam necessarios ad salutem
requirit, qui non habent mandatum Dei. Propterea non est inutile hos ritus discernere a superioribus, qui habent
expressum mandatum Dei et claram promissionem gratiæ].
680 En este caso fue el 12 de agosto de 1547.
166 Liturgia de los Sacramentos
la extrema unción. Se publicó un elenco de cuatro cánones que son la base para el texto
conciliar.
Texto mismo
El texto está en dos partes: cánones y artículo de doctrina. Es un lenguaje solemne y
elevado.
Sacrosancta æcumenica et generalis Tridentina Synodus..., quamvis in decreto de
iustificationes [*1542 s 1579] multus fuerit de pænitentiæ Sacramento propter
locorum cognationem necessaria quadam ratione sermo interpositus: tanta
nihilominus circa illud nostra has ætate diversorum errorum est multitudo, ut
non parum publicæ utilitatis retulerit, de eo exatiorem et pleniorem definitionem
tradisse, in qua, demonstratis et convulsis Spiritus Sancti præsidio universis
erroribus, catholica veritas perspicua et illustris fieret; quam nunc sancta hæc
synodus Christianis omnibus perpetuo servandam proponit683.
2º canon
• Si alguno dijese que la unción sagrada de los enfermos (hay un fuerte con-
traste y fácilmente observable) no confiere la gracia, no perdona los pecados
y no alivia a los enfermos, sino que ya se encuentra en desuso, o que casi un
tiempo haya sido la gracia de las sanaciones, sea anatema.
Corresponde exactamente al efecto del Sacramento contra Melanchton y Calvino.
3er canon
• Si alguno dijese que el rito y el uso de la extrema unción, así como lo practica
la Iglesia católica, está en contraste con lo que afirma Santiago apóstol y que,
por lo tanto, se debe cambiar y que puede ser tranquilamente despreciado
por los cristianos, sea anatema.
Cuál es la relación de la usanza de la Iglesia y el texto de Santiago. Corresponde al ter-
cer artículo de la comisión preparatoria.
4º canon
• Si alguno dijese que los presbíteros de la Iglesia, que el bienaventurado após-
tol Santiago exhorta para que acudan al enfermo para ungirlo, no son sacer-
dotes consagrados por el obispo, sino más bien los ancianos de cada comuni-
dad y que por esto el ministro propio de la extrema unción no es únicamente
el sacerdote, sea anatema.
Se habla del ministro del Sacramento y del sujeto. En los cánones hay un breve resumen
de las controversias con el fin de mantener la fe de la Iglesia Católica. Cuando se crea
un recinto, un muro, no significa que lo que está dentro no sea espacioso, significa so-
lamente que hay límites. Los argumentos se presentarán con más desarrollo en la doc-
trina.
684 Mc 6, 13
685 Stgo 5, 14-15.
168 Liturgia de los Sacramentos
Presentación general
La extrema unción es el perfeccionamiento de la penitencia consummativum y de toda la
vida cristiana, que debe ser una penitencia constante686. Hay una comprensión de la
vida, como una vida de ascetismo en la vida penitencial. Se indica la institución del
Sacramento como remedio contra los asaltos de los enemigos, una munición para el final
de la vida, una fuerte defensa, pues al final de la vida habrá una lucha fuerte contra el
diablo que quiere el alma, por ello se necesita una gracia más grande para reforzar. Se
necesita para reforzar al moribundo para ayudar al moribundo. Se considera el Sacra-
mento como de los moribundos.
1er capítulo
Hay algo interesante ya que el título es la unctio infirmorum. ¿Por qué? Había ciertas
controversias, había puntos de vista diversos que se aceptaban en el texto en algunas
ocasiones lado a lado. La institución del Sacramento, se insinúa por Marcos y por San-
tiago, recomendada y promulgada. Tres palabras distintas: insinuatum, commendatum &
promulgatum. La Iglesia está siempre en continuidad con la escritura y así ha aprendido
las usanzas de este Sacramento, por medio de la tradición apostólica transmitida de
mano en mano. Con estas palabras de Santiago, la Iglesia ha entendido lo siguiente:
• Materia el óleo bendecido por el obispo.
• Forma “por esta santa unción...”.
• Ministro no está indicado en el texto.
• Efecto la unción representa la gracia del E.S. que unge el alma de enfermo.
2do capítulo
Habla de estos efectos. El argumento es un poco extraño, e. d., está el texto de Santiago
que se puede dividir en tres partes. Se comienza el argumento con la última frase: “si se
encontrase en pecados, le serán perdonados”. La gracia del E.S. es la res del Sacramento
o realidad misma del Sacramento, que borra los pecados si los hay y las consecuencias
del pecado, e. d., las reliquias del pecado: ac peccati reliquias abstergit. El efecto es la res.
La segunda parte del texto: “y el Señor lo aliviará”. Alivia y refuerza el alma del enfer-
mo suscitando en él una gran confianza por la divina misericordia. Esto tendría que ver
con el res & sacramentum del sistema escolástico. El encuentro con el Señor, que produce
en el alma una disposición. Con cada verso de Santiago, se establece una relación con el
efecto del enfermo.
Finalmente, “la oración de la fe sanará al enfermo”. El enfermo así aliviado soporta las
molestias del mal, resiste más fácilmente a las tentaciones del demonio y de vez en
cuando, si conviene a la salud del alma, se recupera la salud del cuerpo. Por lo tanto, los
efectos del Sacramento, se ponen en relación estrecha con el texto de Santiago.
686 San Benito cuando habla de la Cuaresma, dice que la vida debe ser siempre una Cuaresma.
Liturgia de los Sacramentos 169
3er capítulo
Habla del ministro del Sacramento de aquello que se dice en Santiago, la Iglesia usa los
elementos conclusivos por lo que se refiere al ministro, que es el presbítero de la Iglesia:
son los presbíteros y obispos regularmente ordenados por la imposición de manos del
obispo.
El sujeto son los enfermos, “especialmente” los que están enfermos con peligro de
muerte. En el texto latino se ve la expresión præsertim, qui tam periculose decumbunt. Se
puede interpretar la expresión en modo estrecho o amplio687. La palabra præsertim se
usa para ser más fieles al texto de Santiago, como una respuesta a la acusa protestante,
que la Iglesia no era fiel al texto de Santiago. El motivo no era tan pastoral, sino doctri-
nal. Se piensa que el Sacramento se da sólo a los enfermos con una justificación para la
praxis actual. Para tener una fuerza en la declaración y para estar más ligados a la sa-
grada escritura, se añade la famosa palabra. La praxis de la Iglesia era la misma. El CIC
del 17 sustituye el præsertim por “solamente” y SC 73 dice “no solamente”, por lo que se
ve un juego de palabras que busca el interpretar el texto de Santiago, en relación con la
praxis.
Se ve la posibilidad de repetir el Sacramento si la persona recae. Tenemos una polémica
contra los protestantes.
Conclusión del tercer capítulo, dice que ni el desprecio de un Sacramento así, se podría
tener problema de lograrlo. Los cánones siguientes, serán inviolablemente observables,
y deberán anatematizar a los que digan lo contrario.
El Concilio tenía como finalidad refutar los errores protestantes, con tal finalidad, se
hizo un cierto espacio entre muros, algunas cosas tenían que definirse, como en el caso
de la institución hecha por Cristo, está definido, el cómo no. La materia se sabe que es
óleo bendecido por el obispo, pero en el ámbito post conciliar hubo muchas discusio-
nes. La aplicación se ponía en contraste, ¿cuántas unciones podían realizarse? El Conci-
lio de Florencia en cuanto a la fórmula presentaba una entera, el Concilio de Trento,
presenta sólo las primeras palabras. Estas indicaciones de formularios, son descriptivas
o prescriptivas, dicen el cómo son o el cómo deben ser. Por lo que se refiere al ministro,
se dice que en caso de necesidad otro puede hacer la unción, v. gr. un diácono, un laico.
Quizás en este momento la acción litúrgica no sería más un Sacramento sino un sacra-
mental. Los efectos se dibujan en el qué cosa serían las reliquiæ peccati. El sujeto en qué
momento debe recibir la unción. Todas estas cosas eran discutidas por los teólogos en el
periodo del post concilio. Dentro el muro de las definiciones, había bastante espacio.
Aun cuando el Concilio de Trento era más flexible de lo que aparece a primera vista, ya
que la finalidad era la de defender la praxis actual contra los protestantes, tan es así que
la praxis no cambió gran cosa, sólo se codificó y reforzó esta praxis, quedando así hasta
nuestros días. En la doctrina del Concilio, en lo que se refiere a este Sacramento, se daba
una discusión sobre el sujeto y el objeto, y sobre si se trataba de enfermo o moribundo.
Se incluían ambos en la definición.
687 En el artículo de P. SCICOLONE (p. 232) se indica un esquema preparatorio con ambos textos.
170 Liturgia de los Sacramentos
688 RR 1614: “Extremæ Unctionis Sacramentum a Christo Domino institutum, tamquam cœlestis medicina, non
animæ solum, sed etiam corpori salutaris, omni studio ac diligentia periculose agrotantibus adhibendum est; & eo
quidem tempore, si fieri possit, cum illis adhuc adhuc integra emns & ratio viget: ut ad uberiorem Sacramenti gratiam
percipiendam, ipsi etiam suam fidem, ac piam animi voluntatem conferre possint, dum sacro liniuntur Oleo. In quo
illud in primis ex generali Ecclesiæ consuetudine observandum est, ut si tempus, & infirmi conditio permittat, ante
Extremam Unctionem, Pœnitentiæ & Eucharistiæ Sacrmenta infirmis præbeantur. Habeat igitur Parochus loco
nitido & decenter ornato, in vase argenteo seu stanneo, diligenter custoditum sacrum Oleum infirmorum, quod
singulis annis Feria V. in Cœna Domini ab Episcopo benedictum, veteri combusto, renovandum est. Id tamen, si forte
infra annum aliquo modo ita deficiat, ut sufficere non posse videantur, neque aliud benedictum ahberi queat, modico
Oleo non benedicto in minori quantitate superinfluo, reparari potest. Oleum porro ipsum vel per se solum, vel in
bombacio, seu re simili servari potest: sed ad evitandum effusionis periculum multo commodius ad infirmos defertur
in bombacio. Debet autem hoc Sacramentum infirmis præberi, qui cum ad usum rationis pervenerint, tam graviter
laborant, ut mortis periculum imminere videatur, & iis qui præ senio deficiunt, & in diem videntur morituri, etiam
sine alia infirmitate. Infirmis autem, qui dum sana mente & integris sensibus essent, illud petierunt, seu verisimiliter
petissent, seu dederint signa contritionis, etiamsi deinde loquelam amiserint, vel amentes effecti sint, vel delirent, aut
non sentiant, nihilominus præbeatur. Sed si infirmus, dum phrenesi aut amentia laborat, verisimiliter posset
quidquam facere contra reverentiam Sacramenti, non inungatur, nisi oericulum tollatur omnino. Impœnitentibus
vero, & qui in manifesto peccato mortali moriuntur, & excommunicatis, & nondum baptizatis penitus denegetur.
Non ministretur etiam prælium inituris, aut navigationem, aut peregrinationem, aut alia pericula subituris, aut reis
ultimo supplicio mox afficiendis, aut pueris rationis usum non habentibus. Si quis autem laborat in extremis, &
periculum immineat, ne decedat antequam finiantur Unctiones; cito ungatur, incipiendo ab eo loco: Per istam
sanctam Unctionem, &c. ut infra, deinde si adhuc supervivat, dicantur Orationes prætermissæ, suo loco positæ. Si
vero dum inungitur, infirmus decedat, Presbyter ultra non procedat, & prædictas Orationes omittat. Quod si dubiet
an vivat adhuc, Unctionem prosequatur, sub conditione pronuntiando formam dicens: Si vivis, & per istam
sanctam Unctionem, &c. ut infra. Si autem acciderit, infirmum post peccatorum suorum confessionem ad exitum
vitæ properare, tunc cum sacro Viatico poterit & Oleum infirmorum ad eum deferri, per ipsum Sacerdotem qui defert
sacram Eucharistiam. Si tamen alius Presbyter vel Diaconus, qui Oleum sanctum deferat, haberi possit, per ipsum
deferatur: qui superpelliceo indutus, cum Oleo sacro occulte delato sequatur Sacerdotem Viaticum portantem, &
postquam infirmus Viaticum sumpserit, inungatur a Sacerdote. In eadem infirmitate hoc Sacramentum iterari non
debet, nisi diuturna sit, ut cum infirmus convaluerit, iterum in periculum mortis incidit. Quinque vero corporis
partes præcipue ungi debent, quas veluti sensuum instrumenta homini naturi tribuit; nempe oculi, aures, nares, os, &
manus: attamen pedes etiam & renes ungendi sunt; sed renum unctio in mulieribus, honestatis gratia, semper
omittitur: atque etiam in viris, quando infirmus commode moveri non potest. Sed sive in mulieribus, sive in viris, alia
corporis pars pro renibus ungi non debet. Manus vero, quæ reliquis infirmis interius ungi debent, Presbyteris exterius
ungantur. Dum oculos, aures, & alia corporis membra quæ paria sunt, Sacerdos ungit, caveat ne alterum ipsorum
inungendo, Sacramenti formam prius absolvat, quam ambo hujusmodi paria membra perunxerit. Si quis autem sit
aliquo membro mutilatus, pars loco illi proxima inungatur, eadem verborum forma. Hujus autem Sacramenti forma,
qua Sancta Romana Ecclesia utitur, solemnis illa precatio est, quam Sacerdos ad singulas unctiones adhibet, cum ait:
Per istam sanctam Unctionem, & suam piissimam misericordiam, indulgeat tibi Dominus quidquid per
visum, sive per auditum, &c. deliquisti”.
689 RR 1614: “Ordo Ministrandi Sacramentum Extremæ Unctionis. Sacerdos igitur Sacramentum
ministraturus, quatenus fieri poterit, paravi curet apud infirmum mensam mappa candida coopertam, item vas, in
quo sit bombacium, seu quid simile in septem globulos distinctum, ad abstergendas partes inunctas; medullam panis
ad detergendos digitos; & aquam ad abluendas Sacerdotis manus; ceream item candelam quæ deinde accensa ipsi
ungenti lumen præbeat. Denique operam dabit ut quanta poterit munditia ac nitore hoc Sacramentum ministretur.
Liturgia de los Sacramentos 171
Rito de la Celebración
Se inicia con un saludo al que le sigue una oración690. Después viene propiamente la
unción, con una fórmula propia para la administración del Sacramento de la Extrema
Unción691. Pero, como una evocación de las múltiples unciones practicadas en el pasa-
do, el Ritual de Pablo V, ofrece la posibilidad de ungir los ojos692, los oídos693, las nari-
ces694, la boca y los labios695, la manos696, los pies697 y los riñones698.
Deinde convocatis Clericis seu ministris, vel saltem uno Clerico, qui Crucem sine hasta, Aquam benedictam cum
aspersorio, librum Ritualem deferat, ipse Parochus decenter accipit vas sacri Olei infirmorum sacculo serico violacei
coloris inclusum, illudque caute defert, ne effundi possit. Quod si longius iter peragendum, aut etiam equitandum sit,
vel alias adsit periculum effusionis, vas Olei sacculo aut bursa inclusum, ut dictum est, ad collum appendat, ut
commodius & securius perferat. Procedat autem sine sonitu campanulæ. Cum perventum fuerit ad locum ubi
jacet infirmus, Sacerdos intrans cubiculum dicit: Pax huic domui. R. Et omnibus habitantibus in ea. Deinde
deposito Oleo super mensam, superpelliceo stolaque violacea indutus, ægroto Crucem pie deosculandam porrigit: mox
in modum crucis cum Aqua benedicta, & cubiculum & circumstantes aspergit, dicens Antiphonam, Asperges me
Domine, &c. Quod si ægrotus voluerit confiteri, audiat illum, & absolvat. Deinde piis verbis illum consoletur, & de
hujus Sacramenti vi atque efficacia, si tempus ferat, breviter admoneat; & quantum opus sit, ejus animum confirmet,
& in spem erigat vitæ æternæ”.
690 RR 1614: “Postea dicat V. Adjutorium nostrum in nomine Domini. R. Qui fecit cœlum et terram. V.
Dominus vobiscum. R. Et cum spiritu tuo. Oremus. Introeat, Domine Jesu Christe, domum hanc sub nostræ
humilitatis ingressu, æterna felicitas, divina prosperitas, serena lætitia, charitas fructuosa, sanitas
sempiterna: effugiat ex hoc loco accessus dæmonum; adsint Angeli pacis, domumque hanc deferat omnis
maligna discordia. Magnifica, Domine, super nos nomen sanctum tuum; & benedic X nostræ conversationi:
santifica nostræ humilitatis ingressum, qui sanctus & pius es, & permanes cum Patre & Spiritu sancto, in
sæcula sæculorum. Amen. Oremus, & deprecemur Dominum nostrum Jesum Christum, ut benedicendo
benedicat X hoc tabernaculum, & omnes habitantes in eo, & det eis Angelum bonum custodem, & faciat
eos sibi servire ad considerandum mirabilia de lege sua: avertat ad eis omnes contrarias potestates: eripiat
eos ab omni formidine, & ab omni perturbatione, ac sanos in hoc tabernaculo custodire dignetur. Qui cum
Patre & Spiritu sancto vivit & regnat Deus in sæcula sæculorum. Amen. Exaudi nos, Domine sancte, Pater
omnipotens, æternæ Deus: & mittere digneris sanctum Angelum tuum de cœlis, qui custodiat, foveat,
protegat, visitet, atque defendat omnes habitantes in hoc habitaculo. Per Christum Dominum nostrum.
Amen”.
691 RR 1614: “Antequam Parochus incipiat ungere infirmum, moneat adstantes, ut pro illo orent; & ubi commodum
fuerit, pro loco & tempore, & adstantium numero vel qualitate, recitent Septem Psalmos Pœnitentiales cum Litaniis,
vel alias Preces, dum ipse Unctionis Sacramentum administrat, Mox dicat: In nomine Patris, X & Filii, X &
Spiritus X sancti, extinguatur in te omnis virtus diaboli per impositionem manuum nostrarum, & per
invocationem omnium sanctorum Angelorum, Archangelorum, Patriacharum, Prophetarum,
Apostolorum, Martyrum, Confesorum, Virginum, atque omnium simul Sanctorum. Amen. Deinde intincto
pollice in Oleo sancto in modum Crucis ungit infirmum in partibus hic subscriptis, aptando proprio loco verba formæ
in hunc modum”.
692 RR 1614: “Per istam sanctam Unctionem X & suam piissimam misericordiam, indulgeat tibi Dominus
quiquid per tactum deliquisti. Amen. Et adverte quod Sacerdotibus, ut dictum est, manus non inunguntur
interius, sed exterius”.
697 RR 1614: “Per istam sanctam Unctionem X & suam piissimam misericordiam, indulgeat tibi Dominus
Sigue una letanía y una oración699. Estos elementos confortan al enfermo y lo disponen
a la recepción de la gracia que el Señor le quiere conceder. Dentro del rito se contempla,
además la bendición con agua bendita y el beso del crucifijo como signo de liberación y
arrepentimiento700.
La historia del desarrollo del rito, se presenta de la siguiente manera. Al inicio el rito de
la unción ha sido inserto en medio a las oraciones de los sacramentales. Se ve una ten-
dencia en este tiempo, de añadir otros elementos y largas oraciones. Entre algunos de
estos rituales serían necesarias varias horas para la realización del rito. En reacción a
este desarrollo, otra tendencia de simplificación del rito, se manifestaba especialmente
en las iglesias parroquiales, que no tenían ni el tiempo, ni los ministros para un rito
complejo como en los monasterios. Este rito simplificado fue adoptado por Clunny y
después tuvo una grande difusión por toda Europa. Se convirtió en la base del rito
abreviado que se encuentra en el Pontifical de la Curia romana del s. XIII. La difusión
de este rito, continuaba por medio de los obispos, utilizado en los pontificales y em-
pleado por los franciscanos que incluyeron el pontifical en sus libros litúrgicos. Este
Ordo fue recogido por Alberto Castellani, en su ritual de 1523, y en el de Cardenal San-
tori publicado en el 1602. El rito del Pontifical de la Curia pasó al ritual romano de 1614.
Hay una relación bastante estrecha, entre nuestro ritual del 1614 y el de la Curia roma-
na.
En el ritual tenemos el Título V con ocho capítulos que se refieren a este Sacramento.
Capítulos
• Prænotanda
• El rito mismo
698 RR 1614: “Per istam sanctam Unctionem X & suam piissimam misericordiam, indulgeat tibi Dominus
quiquid per lumborum delectatione deliquisti. Amen. Hæc autem unctio ad lumbos, ut dictum est, omittitur
semper in feminis, & etiam in viris, qui ob infirmitatem vix, aut sine periculo moveri non possunt”.
699 RR 1614: “Oremus. Domine Deus, qui per Apostolum tumm Jacobum locutus es: Infirmatur quis in
vobis? inducat Presbyteros Ecclesiæ, & orent super eum, ungentes eum Oleo in nomine Domini: & oratio
fidei salvabit infirmum, & alleviabit eum Dominus: & si in peccatis sit, remittentur ei: cura, quæsumus,
Redemptor noster, gratia sancti Spiritus languores istius infirmi, eiusque sana vulnera, & dimitte peccata,
atque dolores cunctos mentis et corporis ab eo expelle, plenamque interius & exterius sanitatem
misericorditer redde, ut ope misericordiæ tuæ restitutus, ad pristina reparetur officia. Qui cum Patre &
Spiritu sancto vivis & regnas Deus in sæcula sæculorum. Amen. Oremus. Respice, quæsumus Domine,
famulum tuum N. in infirmitate sui corporis fatiscentem, & animam refove, quam creasti: ut
castigationibus emendatus, se tua sentiat medicina salvatum. Per Christum Dominum nostrum. Amen.
Oremus. Domine sancte, Pater omnipotens, æterne Deus, qui benedictionibus tuæ ægris infundendo
corporibus, facturam tuam miltiplici pietate custodis: ad invocationem tui nominis benignus assiste, ut
famulum tuum ab ægritudine liberatum, & sanitate donatum, dextera tua erigas, virtute confirmes,
potestate tuearis, atque Ecclesiæ tuæ sanctæ, cum omni desiderata prosperitate restituas. Per Christum
Dominum nostrum. Amen”.
700 RR 1614: “Denique Aquam benedictam, & Crucem, nisi aliam habeat, coram eo relinquet, ut iliam habeat, coram
eo relinquet, ut illam frequenter aspiciat, & pro sua devotione osculetur & amplectatur. Admoneat etiam domesticos
& ministros infirmi, ut si morbus ingravescat, vel infirmus incipiat agonizare, statim ipsum Parochum accersant, ut
morientem adjuvent, ejusque animam Deo commendet: sed si mors immineat, priusquam discedat, Sacerdos animam
Deo rite commendabit”.
Liturgia de los Sacramentos 173
• Los siete salmos penitenciales y la letanía de los santos
• La visita de los enfermos y su cura pastoral
• Cómo ayudar a los moribundos
• Bendición apostólica e indulgencia plenaria in articulo mortis
• Ordo de la recomendación del alma
• Qué se hace ritualmente en el momento de la muerte.
Prænotanda
Para ver cómo se presenta en el ritual una teología de la praxis. La primera parte del
documento es una definición a grosso modo; una descripción del Sacramento y los efectos
del mismo. La extrema unción es el Sacramento instituido por Cristo como medicina
celeste, saludable no sólo para el alma, sino también para el cuerpo. Aun cuando no sea
necesario este Sacramento para la salvación, ninguno debería descuidarlo. Los que están
gravemente enfermos: periculose ægrotantibus, deberían recibir el Sacramento mientras
tienen la mente sana y obtener la gracia del Sacramento con mayor fruto. Se ve una po-
lémica contra los protestantes.
Hay una problemática sobre el sujeto, sea el enfermo o sea el moribundo, porque el
efecto corporal está subrayado junto con el espiritual. Se ve también que se busca de
corregir los abusos, como el caso tan común (incluso ahora), de esperar a que el enfer-
mo haya perdido la consciencia. Es mejor si la persona se encuentra bien en lo posible,
para que pueda recibir el Sacramento.
Se habla, en el segundo parágrafo, del orden en el cual se deben recibir los Sacramentos.
De ser posible, se propone antes de la extrema unción, la penitencia y la eucaristía.
Los §§ 3-5 tienen que ver con el óleo. En qué lugar se debe conservar, en qué tipo de
vaso, cómo obtener el óleo. Es así que los parágrafos se refieren a la materia remota701.
Los §§ 6-7 hablan del ministro. El párroco es el ministro ordinario y puede delegar la
administración del Sacramento a otro sacerdote.
Del § 8 al 15, se habla de sujeto del Sacramento. El sujeto es un cristiano, un bautizado,
después de la edad de razón in periculo mortis, sea por enfermedad, sea por la vejez. No
se puede repetir el Sacramento durante la misma enfermedad, si la persona se recupera
y luego recae en la misma enfermedad. Se habla (§ 9)de la administración del Sacramen-
to sub conditione, cuando el sacerdote no está seguro si la persona posee el uso de razón,
o no está seguro si la persona está viva o muerta. Se podría en estos casos, administrar
el Sacramento sólo sub conditione. No se puede administrar el Sacramento (§ 10) a quien se
obstina en ser impenitente, o que vive en el pecado mortal. Si alguno (§11), mientras
poseía el uso de razón, ha expresado el deseo de recibir el Sacramento, aun cuando pos-
teriormente la haya perdido, le sea conferido el Sacramento. Está además la fórmula
breve (§12) en caso de urgencia. Si alguno muere durante el rito (§13), no se continúa. Si
no está seguro si la persona vive o no (§14), úsese la fórmula sub conditione. La extrema
unción y el viático (§15), son dos visitas pastorales diversas, incluso hecha por dos sa-
cerdotes diferentes, pero en caso de necesidad, se puede administrar la unción inmedia-
tamente después del viático, incluso por el mismo sacerdote.
En el § 16 y 17 se habla de la materia próxima, e. d., la aplicación del óleo. Son cinco las
partes que se ungen. Los laicos se ungen en la palma de la mano, en cambio los sacer-
dotes en el dorso, pues ha recibido la consagración de las manos.
El § 18 se refiere a la fórmula: per istam sanctam unctionem, que debe ser pronunciada
por cada unción, e insiste sobre este punto por la flojera del sacerdote que hace una
fórmula apresuradamente mientras unge.
El § 19 dice que si alguno tiene un miembro mutilado, únjase la parte más cercana al
miembro. Se ve un interés en el detalle.
El § 20 habla de la forma.
El § 21 habla de la forma brevior en caso de urgencia.
En el § 22, se presentan las instrucciones cuando se trata de ungir varias personas al
mismo tiempo.
Conclusiones:
Se ve una grande atención a todos los pequeños detalles, ¿por qué? Hay que corregir los
abusos cuando los hay.
Aun cuando la descripción del Sacramento en el primer parágrafo incluye una referencia
al enfermo, no sólo el moribundo, el efecto corporal además del espiritual. No obstante
esto, se centra la atención sobre el moribundo o sobre la persona gravemente enferma.
Los Prænotanda, presentan todo el proceso de desarrollo teológico y doctrinal, pero el
rito como tal, refleja estas mismas preocupaciones.
Ritos de introducción
Aquello que presenta el Pontifical de la Curia romana, son dos ritos: ordo ad visitandum
infirmum y la unción. Lo que en el Pontifical eran dos ritos, el ritual de 1614 los pone en
un mismo rito. En el ritual de 1614, vemos que la oración facultativa (siete salmos peni-
tenciales) es realmente facultativa, y si se hace, se hace durante la unción, no como ofi-
cio aparte. Esta oración se dice como oficio en sí mismo, mientras que en el ritual es
facultativa e inclusiva.
La unción misma, nos hace ver que había cambios entre el Pontifical y el ritual, pero a
grosso modo, se conserva en continuidad con el Pontifical. A pesar de las variantes, sin
embargo, hay una continuidad.
Para el análisis del texto y de los gestos, se hace referencia a Chavasse quien hace más
referencias sobre el tema.
Liturgia de los Sacramentos 175
Saludo
Pax huic domui. En el Pontifical este saludo se sigue de la expresión: adiutorium nostrum
in nomine Domine. En el Ritual de 1614 intervienen otras cosas. El orden se ha cambiado
y un asperges abre el rito de introducción. Se ve en la rúbrica del n. 4, que en este mo-
mento, después de la aspersión, se puede confesar al enfermo: si ægrotus velit confiteri...
Sigue una exhortación pastoral para fortalecer el alma del enfermo. Después el sacerdo-
te muestra al enfermo un crucifijo para que el enfermo tenga en mente, la centralidad
de Cristo crucificado.
Diálogo
Adiutorium nostrum in nomine Domine...
Oraciones
Son tres. Las primeras dos son bastante raras, se encuentran en algunos rituales del s. X
o XI, en una fuente galicana. En la primera oración: Introeat, Domine Iesu Christe... vemos
una bendición de la casa, de modo que entre en la casa una divina prosperidad y otras
bellas cosas de las que se tienen necesidad. Después de esta bendición, entra un exor-
cismo: effugiat ex hoc loco accessus dæmonum. Se pide, en lugar de la presencia de los de-
monios, la presencia de los ángeles. Hay una bendición del nombre de Dios y una peti-
ción, para que el Señor sane nuestras conversationes. No está claro, si esta expresión ha-
bla del modo de vivir o bien, habla de conversación en el sentido moderno de la expre-
sión. De cualquier modo, es una bendición por la acción sacra que se realiza. Se trata de
una oración de un ritual monástico del siglo X o siglo XI.
La segunda oración tiene un contenido similar: una bendición: benedicat hoc
tabernaculum, se pide la presencia de los ángeles en lugar de la presencia de los demo-
nios. Tenemos una oración para bendecir la casa y sacar al demonio.
La tercera oración viene del Gelasiano 1557, y se trata de una bendición de la casa con
agua bendita. La oración se dice mientras se hace el asperges. Se encuentra también en el
Supplementum en el n. 1456. El contexto es precisamente este, mientras se hace la asper-
sión. No tiene nada de especial por lo que se refiere al enfermo. Estas oraciones son
para una visita pastoral. No se dirigen específicamente al enfermo.
Confesión general
La rúbrica del n. 6 quæ orationes, si tempus non patiatur, establece que si no hay suficiente
tiempo, se puede omitir la oración. Luego tunc de more, según las usanzas, después de la
confesión general, no en el sentido sacramental, sino general con la fórmula del confi-
teor, sea en latín o en lengua vulgar. Entonces el sacerdote da la absolución general con
la fórmula misereatur, de la misma manera se de la indulgencia. Esta confesión general
forma una unidad que encontramos en las completas hoy día.
Oración de la comunidad
Es facultativa y depende del número de los fieles que estén presentes, así como su ca-
pacidad de recitar la oración en latín, etc. Se encuentra esta oración en el tercer capítulo
176 Liturgia de los Sacramentos
del título V en el número 7. El ritual sigue el Pontifical de la Curia romana, con la dife-
rencia de esta oración que es facultativa y se hace en un oficio aparte. En el Pontifical de
la Curia romana hay dos oraciones: Omnipotens sempiterne Deus, qui per beatum Iacobum
apostolum tuum..., y Domine Deus, qui per apostolum tuum locutus. En el ritual de 1614 se
pasa de inmediato a la imposición de las manos.
Unción misma
Vemos las cinco unciones ya tradicionales: ojos, orejas, narices, boca (labios), manos y
pies. Por cualquier motivo se puede omitir este gesto702. Se hacía facultativo este texto
en 1925. Antes el ritual anterior a la reforma de Pío XI, hay una bendición para los pies
y además para la zona lumbar o para los riñones. En el ritual de 1602, este gesto se pue-
de omitir cuando se trate de mujeres. En el de Paulo V (1614) puede ser omitido incluso
para los hombres. Se hace facultativo. En el CIC del 1917, se ha suprimido definitiva-
mente.
Veamos la rúbrica n. 12, sobre lo que se hace con la torunda de algodón o de pan, una
vez que se haya utilizado para limpiar la mano. Se debe quemar o conservar en lugar
digno, ya que se debe tratar con respeto pues se trata de cosas dignas. Sigue el Kyrie
eleison, Christe eleison, Kyrie eleison y el Padre Nuestro. Este es el modo de terminar el
oficio.
Continúa un grupo de respuestas que se llama capitula en número de siete y son bastan-
te tradicionales, se encuentran en cualquier rito litúrgico, de modo que la gente puede
participar respondiendo de memoria. Así se puede asegurar una participación activa.
Continúa el rito con tres oraciones. La primera: Domine Deus, qui per Apostolum tuum
Iacobum... está tomada del Pontifical del Curia romana, como lo podemos encontrar en
el cuadro comparativo al número 3703. Se hace una citación del texto de Santiago donde
se dice que hay que llamar a los presbíteros de la Iglesia. Después viene el imperativo,
e. d., qué cosa se pide: cura... languores, sana vulnera, et dimitte peccata, expelle dolores,
redde plenam sanitate (salud interior como exterior). Se ve un sano equilibrio entre efecto
corporales y espirituales. El efecto deseado ut, ope misericordiæ tuæ restitutus (-a), ad
702 11. Hæc autem unctio pedes, ut dictum est, ex qualibet rationabili causa omitti potest.
703 La fuente de esta oración es el Gregoriano n. 3988 y proviene del s. VIII o IX.
Liturgia de los Sacramentos 177
pristina reparetur officia; lo que se pide por lo tanto, es la mayor parte de la sanación cor-
poral, aun cuando se habla de la remisión de los pecados, de modo que una vez que se
ha restituido, el enfermo pueda regresar a sus empeños. La oración del s. VIII y XI, ha-
bla de la sanación corporal. El motivo del pedir esta sanación, es porque la liturgia es
muy conservadora y tiene elementos antiguos, a pesar de que la teología cambia.
La segunda oración: Respice, quæsumus, Domine famulum704. El contexto del Sacramenta-
rio, es la de visita del enfermo. Se quiere que Dios, voltee su rostro sobre ese siervo o
sierva y se pide el restaurar el alma que se ha creado. El efecto: ut castigationibus, e. d.
que el enfermo se sienta salvado por la medicina. Se habla un efecto corporal.
La tercera oración: Domine sancte, Pater omnipotens, æterne Deus, que corresponde al Pon-
tifical de la Curia romana705. El efecto es para restaurar la salud; ut ægretunine liberatum,
et sanitate donatum, e. d., liberado de la enfermedad, restaurado con la salud, se pide al
Señor que reavive, refuerce, custodie a este siervo, para que lo restituyas a tu Iglesia
santa por la posteridad, así el Señor toma a este a la Iglesia. Efecto de sanación corporal.
Con la finalidad de concluir lo anteriormente dicho, para poder así proseguir, se pre-
senta el siguiente esquema con la finalidad de centrar nuestra atención.
Eucología Enfermos Efecto corporal y espiritual
Patrística s. IX
Desarrollo del rito reteniendo la Moribundos Ligamen con la penitencia,
Escolástico eucaristía. efecto espiritual
La lex orandi establece la lex credendi, pero la realidad es más compleja que una fórmula,
porque se debe distinguir en la categoría de la lex orandi dos cosas diversas. Es decir, el
texto mismo y los ritos, y luego el cómo se aplica el rito en la praxis. Este conjunto for-
ma parte de la lex orandi.
En el tiempo antiguo o patrístico, se ve el desarrollo de la eucología, pero sin detalles
del rito. El sujeto era el enfermo y según la teología tomada de las oraciones, se ha visto
que el efecto es corporal y espiritual, aun si la teología no se había definido bien. La lex
orandi establece la lex credendi. Sin embargo, la praxis cambia a causa de la compleja
relación con el Sacramento de la penitencia pública, que se pospone hacia el final de la
vida. La praxis cambia pues el sujeto es el moribundo. El rito se va desarrollando, pero
conservando la eucología de este periodo. La teología reflexiona sobre la praxis actual,
no así sobre los textos, reflexiona sobre el modo en el cual se celebra el rito, de esta ma-
nera la praxis establece la lex credendi.
Los textos hablan del enfermo, no del moribundo, pero los teólogos de la época escolás-
tica, reflexionan sobre la praxis de conferir el Sacramento a los moribundos. Hay una
continuidad en el desarrollo del rito y hay un cambio en la teología de la praxis.
El Concilio de Trento refuerza la teología escolástica, por lo que se refiere a la unción, el
sujeto permanece el mismo, el moribundo. El rito se abrevia, pero se conserva una con-
tinuidad. Hay una cierta meditación de la teología especialmente con la palabra
præsertim. El sujeto del Sacramento es especialmente el moribundo, pero no es restringi-
do sólo para el moribundo. Por ello que debían ser un poco más flexibles en la teología
ya que han leído los textos de la Sagrada Escritura, en particular Santiago. Este texto
incluso está incluido en la eucología. La teología de Trento influye y refuerza la praxis,
pero en buena parte no toca el rito, por razón de que la teología es muy conservadora,
conserva las cosas antiguas, aunque si la teología cambia, el contenido del rito no cam-
bia, al menos en este periodo.
Cuando llegamos al Concilio Vaticano II, en la Constitución Sacrosanctum Concilium se
ve el deseo de renovar el Sacramento para tener una mayor correspondencia entre la
teología y la praxis. Se ve un cambio en la teología, del nombre del Sacramento, del suje-
to —no sólo el moribundo sino también el enfermo—. La SC no da muchas indicacio-
nes, le toca al trabajo post conciliar para formular las cosas de manera diversa. El Conci-
lio no sugiere otro rito, sino algunos cambios. En todo esto se ve una relación recíproca
entre la lex orandi & lex credendi. La praxis y el rito establecen la teología. Durante mu-
chos años, la teología determinó la praxis sin tocar mucho el rito.
Concilio Vaticano II
Introducción
Hubo cuatro sesiones del Vaticano II, cada una de ellas en el otoño, de modo que los
padres conciliares, pudiesen dejar sus diócesis para venir a Roma706. El documento fue
discutido en la primera sesión que duró del 11 de octubre al 4 de diciembre de 1962. El
Papa Juan XXIII murió el año sucesivo y Paulo VI fue elegido en junio. La segunda se-
sión comenzó en septiembre del 1963 y el Concilio fue promulgado el 4 de diciembre de
1963.
En el documento del primer esquema, fue presentado el 22 de octubre de 1962. Poste-
riormente fue enmendado y presentado en octubre de 1963. Este esquema enmendado
y con pocas modificaciones se convertía en el esquema definitivo.
Análisis de comparación:
El rito mismo
El primer esquema dice que sea adaptado el número de las unciones pro opportunitate y
después se pide que las oraciones se revisen con el fin de hacer que coincidan con la
situación del enfermo. El segundo esquema habla de que el número sea revisado, te-
niendo en cuenta las diferentes situaciones. La palabra “revisado” en latín sería
accomodetur, mientras que el § 59 dice aptetur. La diferencia entre ambas expresiones
aptatio & accomodatio709 es clara. El aptatio tiene que ver con las conferencias episcopales
y el accomodatio se refiere al celebrante mismo, según las exigencias pastorales inmedia-
tas. El hecho que se utilice accomodatio se ve no un cambio de rito, sino adaptación se-
gún las necesidades.
707 La nota 12 habla del Consummativum pænitentiæ, pero con una nueva teología que ayude al orden de la
recepción de los Sacramentos.
708 Santo Tomás presenta una teología para el orden en la Summa Theol. III, 65 n. 3.
709 CHUPUNGCO A., Liturgical inculturation, Liturgical Press Collegeville, Minnesota 1992, 23-24.
180 Liturgia de los Sacramentos
Conclusión:
¿Qué cosa quiere la S.C. en lo que mira a este Sacramento?
• Es mejor que se le cambie el nombre. No sólo los moribundos sino los que
están en peligro de muerte, sea por enfermedad o vejez . El Sacramento no es
para enfermedades no graves. Hay un principio, sobre todo cuando no se
sabe si la enfermedad es grave o no, se debe decidir en favor de la persona.
• El orden de la recepción de los Sacramentos se cambia: penitencia, unción y
comunión.
• Se requiere un rito continuado con el fin de tener un orden.
• Se puede hacer un juicio pastoral en lo que se refiere al número de las uncio-
nes.
• Las oraciones del rito sean revisadas.
L.G. 11
Sacra infirmorum unctione atque oratione presbyterorum Ecclesia tota
ægrogantes Domino patienti et glorificato commendat, ut eos alleviet et salvet,
immo eos hortatur ut sese Christi passioni et morti libere sociantes710, ad bonum
populi Dei conferant.
La Constitución habla de la actitud del enfermo y la actitud de la Iglesia. En este texto
hay que ver que el sujeto es el enfermo, no el moribundo. El contexto de todo el pará-
grafo, es el ejercicio del sacerdocio bautismal, se ve un redescubrimiento de la tradición,
o bien una continuidad con la tradición. Según Sto. Tomás, este ejercicio del sacerdocio
bautismal, es el significado del carácter bautismal. En la Summa Theol. en la III parte, q.
63 a. 3 respondeo, dice: “el carácter sacramental es en modo particular, el carácter de
Cristo, a cuyo sacerdocio son conformados los fieles según el carácter sacramental, co-
mo participación del sacerdocio de Cristo que proviene de él mismo”. El Sacramento de
la unción tiene algo que ver con el ejercicio del sacerdocio bautismal, en el sentido de
que el enfermo debería ser conformado a la pasión de Cristo que ejercita su sacerdocio
en la cruz. Se habla del res & sacramentum, aunque no aparece así identificado, e. d., la
participación a los sufrimientos salvíficos de Cristo disponen al enfermo a recibir con
mayor fruto la gracia del Sacramento. L.G. no habla del rito, habla del significado en el
Rito continuado
Se mencionen los puntos sobre los cuales el Consilium debía trabajar.
711 Para un mayor detalle cf. BUGNINI A. La riforma liturgica (1948-1975), BEL 30, Roma 1983, 665-675.
182 Liturgia de los Sacramentos
La SCCD aprobó el esquema en noviembre de 1970 y el texto fue enviado a otras cuatro
Congregaciones para tomar su parecer: SC Doctrina de la fe, SC Sacramentos, SC Clero y
C Propaganda fidei. Pasaron dos años antes de la publicación del ritual por los obstáculos
principales:
• conflicto de competencia712,
• cuestión doctrinal:
Ø fórmula sacramental
Ø reiterabilidad del Sacramento durante la misma enfermedad713.
Sólo después de estas respuestas dadas a las cuestiones, se podía reunir la comisión
mixta para preparar la Constitución apostólica. La comisión mixta ha corregido ciertos
elementos de los Prænotanda de modo que fuesen mayormente capaces de responder a
la doctrina de Trento y Vaticano II.
Finalmente, superadas todas las dificultades y tenido el bienestar de todos los organis-
mos interesados, el 7 de diciembre de 1972714.
Algunas observaciones
Los padres conciliares tenían una preocupación pastoral, por ejemplo, hemos visto las
palabras accomodatio & aptatio en lo que mira al número de las unciones. Así la preocu-
pación de los padres, era la de adecuar el ritual a las necesidades de las personas. Por
ello se ha querido tener la posibilidad de adaptar el número de las unciones.
Se ve en el texto conciliar un tono modesto, ya que las indicaciones son generales. Hay
un principio de interpretación, y si el intento de los padres no es solamente teológico,
sino pastoral, sería precario que de acuerdo a los principios de una sana hermenéutica,
por ello que al interpretar se debe tener en cuenta este aspecto.
Como en el Concilio de Trento, los padres del Vaticano II, no tenían la intención de en-
trar en las cuestiones teológicas menos claras, por ejemplo el parágrafo del primer es-
Padre A.M. TRIACCA, Unzione degli infermi. Contributo ad una rilettura dei documenti conciliari e postconciliari,
Salesianum, Roma 1974.
Liturgia de los Sacramentos 183
quema (n. 60), que habla de la reiterabilidad del Sacramento, se llegó a la conclusión de
suprimirlo. El Concilio no entra en quæstiones disputatæ 715.
Algunos principios
Se deben equilibrar las propuestas innovadoras y tradicionalistas para evitar extremos
en ambas partes716. El Vaticano II habla de la sana tradición y legítima progresión717. En
el n. 21 la S.C. habla de la liturgia que consta de una parte inmutable, porque es de ins-
titución divina y de partes susceptibles de cambio, que en el curso del tiempo pueden
cambiar. En la reforma, el reordenamiento de los ritos, se debe conducir de tal modo
que las santas realidades, en ellos significadas, sean expresadas más claramente. La
revisión de las partes concretas de la liturgia, debe ser precedida de una cuidadosa in-
vestigación teológica y pastoral. Finalidad es que no se introduzcan innovaciones a me-
nos que no lo requiera una verdadera y acertada utilidad de la Iglesia, con la adverten-
cia, que las nuevas formas broten de aquellas ya existentes. Hay documentos anteriores
al Concilio y del Concilio mismo para una reforma equilibrada.
Las tensiones vistas entre las Congregaciones, son fruto de la interpretación de estos
ritos. Se debe esperar hasta el nuevo Catecismo para una exposición tranquila y equili-
brada sobre la doctrina de este Sacramento. La formulación del rito, se hizo en un am-
biente de controversia.
Constitución Apostólica
Era necesaria una Constitución del estilo, ya que los cambios eran tan notables, que se
quería la autoridad papal para llevarlos a cabo.
El texto se puede dividir en dos partes. La primera es un resumen histórico y la segun-
da es una explicación de los nuevos ritos.
Se habla al inicio de la institución del Sacramento, que ha sido recomendado y promul-
gado por Santiago e instituido por el Señor. Hay una referencia a la carta de Papa
Inocencio I; una referencia sobre la fórmula de bendición del óleo en el Sacramentario
Gelasiano y Gregoriano: “Emitte, Domine, Spiritum Sanctum tuum paraclitum”. La cos-
tumbre de ungir en los “sentidos” y otras partes del cuerpo, con la fórmula tradicional
“Per istam sanctam Unctionem, et suam piisimam misericordiam, indulgeat tibi Dominus
quidquid deliquisti”. Pasa después a las decisiones del Concilio de Florencia y el Concilio
de Trento, y en lo que se refiere a este último, expresa la divina institución del Sacra-
mento, la res y la realidad del Sacramento que es la gracia del Espíritu Santo. Después
habla del sujeto que es quien está verdaderamente enfermo, y se debe hacer la unción
sobre todo, a los que se encuentran en una situación de peligro. Se refiere también al
ministro del Sacramento que es el sacerdote. El texto pasa a la SC 73 y dice que el sujeto
no es solamente el moribundo, sino que el enfermo gravemente enfermo. Hay una ex-
plicación de LG 11, con su contexto eclesiológico y cristológico.
715 Como fuentes de información sobre el quién ha desarrollado el rito, tenemos a BUGNINI, TRIACCA Y AL-
VAREZ, El sentido teológico de la unción de los enfermos.
716 Documento “Memoria sulla riforma liturgica” de tiempo de Papa Pío XII.
717 SC 23.
184 Liturgia de los Sacramentos
Todos estos elementos debieron estar muy presentes en la revisión del rito de la unción,
con el fin de adaptar mejor a las circunstancias actuales, los que eran sujetos a cambio.
La segunda parte introduce algunos cambios718. Hay un cambio en la forma con la fina-
lidad de hacer más explícitos los cambios del Sacramento. Hay un cambio tanto en la
materia próxima como en la remota. La materia remota era el óleo sólo de oliva, ahora
pro opportunitate se puede sustituir por otro óleo vegetal. La materia próxima, o sea, el
cómo aplicar el óleo. El número de las unciones se reduce. El motivo indicado es una
simplificación del rito. Se hace un resumen de las cosas esenciales, de las cuales una
muy importante es el sujeto:
Sacramentum Unctionis infirmorum confertur infirmis periculose ægrotantibus,
eos liniendo in fronte et in manibus óleo olivarum aut, pro opportunitate, alio óleo
e plantis, rite benedictio, hæc verba, una tantum vice, proferendo: “Per istam
Sanctam Unctionem et suam piisimam misericordiam adiuvet te Dominus gratia
Spiritus Sancti, ut a peccatis liberatum te salvet atque propitius allevet”.
Sigue un parágrafo sobre la reiterabilidad del Sacramento y otro sobre la abrogación del
rito anterior, con la aparición de éste.
Los cambios son cinco:
• fórmula
• materia
• modo de aplicar la materia
• sujeto
• reiterabilidad posible.
Contenido
Se divide en cinco partes:
• La enfermedad y su significado en el misterio de la salvación (§§ 1-4). Encon-
tramos una magnífica introducción al valor salvífico del sufrimiento, una
explicación cristocéntrica, explicando la participación del enfermo a la pa-
sión de Cristo720. En el ritual de 1614 hay un gesto significativo, e. d., cuando
el sacerdote entra, muestra al enfermo la cruz. Al final del rito se dice que el
sacerdote debe dejar la cruz si no tiene una el enfermo.
718 No se ve una auténtica relación entre la primera y la segunda parte del texto. La segunda no saca con-
clusiones de la primera parte. Parece que el texto tiene más de una mano.
719 AAS 65 (1973) 275-276.
720 Se añadiría la enseñanza del Papa Juan Pablo II en la Salvifici doloris y otras tantas acentuaciones.
Liturgia de los Sacramentos 185
• Los Sacramentos del enfermo (§§ 5-25). No sólo la unción sino también el viá-
tico. Se ven tantas referencias ya estudiadas. Se habla de la institución del
Sacramento, de la pasión de Cristo como parte de un enfoque cristológico del
Sacramento721, se habla del sujeto del Sacramento: periculoso ægrotans y hay una
descripción de las cosas esenciales. “Por medio de la imposición de las ma-
nos, hecha por los presbíteros de la Iglesia, se dice la oración de la fe y se
unge al enfermo con óleo santificado con la bendición de Dios. Con este rito
viene significada la gracia del Sacramento”. En el n. 6 se hace una relación del
efecto del Sacramento, del res722. Cómo se expresa esta gracia. Se enumeran
siete modos en los cuales esta gracia se expresa: ayuda para la salvación, el
hombre se siente reforzado, se obtiene fuerza contra el maligno y la ansiedad
de la muerte, se puede soportar y combatir el mal, se puede conseguir la sa-
lud corporal si conviene para la salvación, obtiene el perdón de los pecados,
confiere la consummationem poenitentiæ, lleva a fin el camino penitencial del
cristiano. Es un resumen de todos los efectos del Sacramento y se ve en este
número la mano de la SCDF. El n. 7 subraya que este Sacramento es una ex-
presión de la fe en Cristo, en el reino futuro. Los §§ 8-15 hablan del sujeto, se
cita de nuevo SC 73 que es el periculosa ægrotans. Se ve cómo se puede juzgar
si una enfermedad es peligrosa o no. Se necesita un juicio pastoral, sea pru-
dente y probable, e. d., para juzgar la gravedad de una enfermedad, basta un
juicio prudente y probable sin ansiedades inútiles ya que se debe decidir en
favor de la persona. Se propone la reiterabilidad del Sacramento y la posibili-
dad de recibirlo antes de una intervención quirúrgica, cuando el motivo de
ésta es un mal peligroso; se habla de la unción para los ancianos aun cuando
no haya un mal peligroso, sino sólo la debilidad extrema; así mismo se con-
sidera la unción de los niños que haya alcanzado el uso de razón; etc. Los §§
16-19 se refieren al ministro que es sólo el sacerdote. Los §§ 20-22 hablan de
la materia remota, óleo de oliva u otro tipo, bendecido normalmente por el
obispo el jueves santo. Los §§ 23-24 se refieren a la materia próxima, cómo
aplicar el óleo; la unción con posibilidad del adaptación. El § 25 presenta la
fórmula. Los §§ 26-29 hablan del Viático como el Sacramento del moribundo.
Los §§ 30-31 hablan del rito continuo.
• Sobre los oficios y ministerios acerca de los enfermos (§§ 32-37).
• Sobre las adaptaciones que competen a las Conferencias episcopales (§§ 38-
39).
• Sobre las “acomodaciones” que competen al ministro (§§ 40-41). El ministro
según las circunstancias concretas u otras necesidades, tenga en cuenta, so-
bre todo, el estado de postración del enfermo, por lo que puede el ministro,
abreviar la celebración en atención al estado físico del enfermo. En la cele-
bración, conservando la estructura del rito, sepa el ministro adaptarla a las
Ritus ordinarius723
• Pax huic domui es el mismo, pero se pueden usar otras palabras semejantes.
Se puede mostrar la cruz al enfermo.
• Asperges. Según la necesidad, tiene una nueva fórmula724: "Reviva en noso-
tros Señor el signo de esta agua bendita, el recuerdo del bautismo y nuestra
adhesión a Cristo Señor crucificado y resucitado por nuestra salvación". Es
un fórmula muy didáctica, mientras la forma tradicional ha sido un tipo de
exorcismo.
• Exhortación. Se puede usar esta u otra, que se encuentra en el apéndice n.
239: “Domine Deus, qui per apostolum tuum Iacobum, locutus est”725. Se encuen-
tra también en el rito de 1614, la primera parte se encuentra arreglada, pero
la primera parte es la misma de la oración antigua.
• Confesión. Está la posibilidad de la confesión como estaba en el rito preceden-
te, pero si no hay confesión, hay un acto penitencial.
• Lectura de la Sagrada Escritura. Es una novedad. Se encuentra una grande po-
sibilidad de elección en el apéndice. Si la persona no está muy enferma, se
puede hacer uso de toda esta variedad. Hay la posibilidad de hacer una bre-
ve explicación.
• Letanía. Corresponde a la oración de fe de Santiago en el capítulo 5. La es-
tructura es como al final de la letanía de 1614. El contenido es diverso, fue
hecho en atención al enfermo y a la unción. Esta se convierte en la praxis, en
un tipo de oración de los fieles.
• Imposición de las manos. En el rito precedente la rúbrica no habla de la mano
derecha, pero en el añadido de 1925, aparece con una oración de tipo exor-
cística. Este exorcismo fue suprimido, se hace la imposición de las manos
nihil dicens.
• Bendición del óleo. Sólo se es necesario. Se usa el que ha sido bendecido por el
obispo. La fórmula se basa en la oración “Emitte...” del Adriano 334 y Gela-
siano 382, sólo que adaptada. Si no se bendice el óleo, hay una cosa nueva, e.
d., se hace una acción de gracias por el óleo bendito. La estructura es trinita-
ria y de tipo hebreo, así mismo la respuesta.
723 Tenemos el esquema comparativo con el ritual de 1614 de modo que se pueda entender el desarrollo, y
726 Del Pontifical de la Curia romana, Clunniacense, de Sto. Tomás al Concilio de Florencia, Trento.
727 “Res etenim hæc gratia est Spiritus Sancti...” DS 1696.
728 Gregoriano (III vol.) 3988 del ritual de 1614.
729 CEC 1499.
730 CEC 1511.
188 Liturgia de los Sacramentos
Ministro
“Sólo los sacerdotes (obispos y presbíteros) son ministros de la Unción de los enfermos.
Es deber de los pastores instruir a los fieles sobre los beneficios de este Sacramento. Los
fieles deben animar a los enfermos a llamar al sacerdote para recibir este Sacramento. Y
que los enfermos se preparen para recibirlo en buenas disposiciones, con la ayuda de su
pastor y de toda la comunidad eclesial a la cual se invita a acompañar muy especial-
mente a los enfermos con sus oraciones y sus atenciones fraternas733”.
E
l Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía son los Sacramentos de la iniciación
cristiana. Fundamentan la vocación común de todos los discípulos de Cristo, que
es vocación a la santidad y a la misión de evangelizar el mundo. Confieren las
gracias necesarias para vivir según el Espíritu en esta vida de peregrinos en marcha
hacia la patria. Otros dos Sacramentos, el Orden y el Matrimonio, están ordenados a la
salvación de los demás. Contribuyen ciertamente a la propia salvación, pero esto lo ha-
cen mediante el servicio que prestan a los demás. Confieren una misión particular en la
Iglesia y sirven a la edificación del Pueblo de Dios. En estos Sacramentos, los que fueron
ya consagrados por el Bautismo y la Confirmación para el sacerdocio común de todos los
fieles, pueden recibir consagraciones particulares. Los que reciben el Sacramento del Orden
son consagrados para «en el nombre de Cristo ser los pastores de la Iglesia con la palabra
y con la gracia de Dios». Por su parte, «los cónyuges cristianos, son fortificados y como
consagrados para los deberes y dignidad de su estado por este Sacramento especial»734.
Orden Sacerdotal
Notas introductorias:
El estudio del Sacramento del Orden, implica la explicación y significación de los térmi-
nos que se emplean con mayor frecuencia, por esta razón me permito presentar dichos
términos a fin de que haya claridad de conceptos.
Ordo - ordinatio
La palabra Ordo no pertenecía al vocabulario religioso de la Roma antigua, sino que era
usado en las instituciones socio - políticas, por lo tanto no se trata de una palabra reli-
giosa. Designaba un grupo social distinto del resto de la población, es decir, un grupo
distinto que se llamaba Ordo. V. gr. el “senado romano” era un Ordo clarissimus. Surge
la idea de un grupo especial, donde todos aquellos que pertenecían a una categoría par-
ticular formaban parte del Ordo, así que el gobierno y el pueblo se llamaban conjunta-
mente Ordo como lo indica en este sentido la abreviación: “SPQR”735.
Los cristianos tomaron esta palabra para designar a esa clase de personas de la Iglesia
que tenían una cierta autoridad, del mismo modo que en el poder civil también en la
Iglesia se daban estas jerarquías que tenían una categoría de clase, de tal manera que en
siglo IV en la Iglesia existía el Ordus ecclesiasticus y que era reconocido por el gobierno.
Por ejemplo en la donatio Constantini que se encontrará en el liber pontificalis bajo el pa-
pado de Silvestre I, se hace una citación de la donatio en la que se daba al papa y suceso-
res el palacio Lateranense y al Ordo clarissimus que es el grupo eclesiástico.
Dentro de este orden se hacía referencia al Ordo episcoporum, Ordo presbiterorum et Ordo
diaconorum. Había una gran distinción. A este respecto Tertuliano con tono irónico, en
Ordinatio
Quiere decir “instalar”, “tomar posesión”, “instituir” a una persona en un oficio, en un
Ordo, por lo tanto, se da el nombre de ordinatio a una actividad así, lo que indica que tal
persona es incluida en el Ordo. Así que no hay estrictamente una ordinatio sacerdotalis y
no hay por lo tanto un Ordo sacerdotalis.
En la usanza cristiana esta ordinatio indicaba una “elección” para un oficio eclesiástico,
que se verá más claro con la palabra xeirotoni/a, y que se usaba como sinónimo de or-
dinatio. A este respecto dice san Jerónimo en su Commentarium ad Isaiam XV:
plurique nostrorum cheirotonian, id est ordinationem clericum quod non solum
ad imprecationum vocis se dat impositionem impletur manuus.
De esta manera Jerónimo presenta la cualidad de sentar a alguno pero sin la imposición
de manos, por eso que el término ordinatio es muy pobre y no incluye el sentido teológi-
co de la xeirotoni/a. Se puede ver entonces que la ordinatio es pobre en el sentido de
que no modifica como lo hace la imposición de manos. Jerónimo continúa con esto:
nesci dicitur ad inquibus [...] vocis imprecatio clandestina cleribus ordinem nescientes, es decir,
es ridículo que un modo clandestino un obispo ordenaba a una persona que no sabía
que fuese ordenada. Por esta razón es mejor hablar de xeirotoni/a para indicar el senti-
do completo de la acción que se enriquece con la gestualidad y la ritualidad.
736 En CCL 7.
737 Ve 942-954.
738 OR XXXIV, 10.
Liturgia de los Sacramentos 191
namque pontifex, quando benedicitur...739 Se crea una confusión pues siguiendo el texto el
diácono es consagrado y el papa bendecido. Lo mismo dice el Veronense 949:
oremus [...] super hos famulos suos, quos ad officium diaconii uocare dignatur,
benedictionem gratiae suae clementer effundat, et consecrationis indultae
propitius dona conseruet.
De este asunto se puede deducir, que no se puede hacer una teología a partir de los
textos medievales. Es sólo en el Pontifical Romano del siglo XII que encontramos la pa-
labra “consecratio” reservada al obispo por lo que se hablaba de consecratio episcopi 740 de
ordinatio presbyteri 741 y ordinatio diaconorum. Sin embargo, en 1968 cuando de hizo la
Editio typica, se empleó el término ordinatio para los tres grados. Cuando en 1978 se pen-
só hacer una revisión y se propuso regresar al esquema del siglo XII, pero, a final de
cuentas, se resolvió por conservar el término “ordinatio” para los tres grados. Cabe de-
cir, que la palabra “consecratio”, como tal, es una palabra más rica pues expresa de mo-
do más claro el significado del Sacramento como la acción de poner por separado o apar-
tar y santificar a estas personas para el ministerio de la Iglesia. Por lo tanto, como signi-
ficado, la palabra “consecratio” añade un poco más a la “ordinatio” que no refleja por sí
misma el aspecto teológico cristiano.
propter liturgiam744, diciéndolo en referencia a las viudas que reciben un encargo y son
incluidas en el Ordo viduarum, pero dice: Non autem imponetur manus super eam, quia non
offert oblationem neque habet liturgiam, recibían un ministerio o un encargo, pero no eran
ordenadas con el gesto de la xeirotoni/a lo mismo sucedía con las vírgenes que eran
consagradas, por este motivo añade la TA en la siguiente frase: Ordinatio autem fit cum
clero propter liturgiam. Por lo tanto la xeirotoni/a es el gesto que indica la ministeriali-
dad para la liturgia y para la eucaristía, y este gesto se significa por medio de la imposi-
ción de las manos.
• Xeirotoni/a: elección, imposición de manos y carácter litúrgico.
• Elección: es una praxis que ya se encuentra en 2 Cor 8,9 donde Pablo habla de la
elección de Tito delante de la comunidad ya que Tito fue elegido por el pueblo.
Lo mismo encontramos en Didaché 745cuando habla de la elección de obispo. En
las cartas de Ignacio de Antioquía a los filadelfios746; a los esmirniotas747; a Poli-
carpo 7, aparece este tipo de elección también.
• Imposición de manos: es sin lugar a dudas un gesto que aparece ya en la Bi-
blia748.
• Carácter litúrgico: Ya que la imposición de las manos era para el ejercicio de una
misión apostólica, dice la TA que el obispo, después de la ordenación offert
oblationem y esta oblationem 749 es la pro/sfora que se usaba para la eucaristía,
por lo tanto, el carácter litúrgico de la imposición de manos habilita al ministro
para el ministerio eucarístico. El clero es ordenado por la xeirotoni/a para el
ministerio litúrgico, por ende la liturgia, es la finalidad de la xeirotoni/a. Dis-
tingue los ministros ordenados de otros. Si la xeirotoni/a es propter liturgiam y
después de esto se dice la oblatio, se ve que si la xeirotoni/a es la acción princi-
pal de la ordenación, se entiende que el carácter litúrgico eucarístico de la
xeirotoni/a y por consecuencia la liturgia, se convierte en la motivación princi-
pal de la imposición de las manos y distingue un ministro del otro. Se convierte
en aquello que caracteriza al ordenado. En la Iglesia el ser cabeza se ejerce en la
liturgia. El ministerio litúrgico debe colorear el ministerio del ordenado; del mi-
nistro. La xeirotoni/a sin liturgia es un contrasentido. La liturgia debe ser lo que
caracteriza nuestro ministerio750.
• KaJi/stasJai que es la función de instituir un ministro como lo sería por
ejemplo el caso del diácono751:
744 TA n. 10.
745 Didaché 15, 1: “Xeirotonh/sate ou)= e(autoi=j e)pisko/pouj kai\ diako/nouj a)ci/ouj tou= kuri/ou...”.
746 A los Filadelfios 10,1: “...xeirononh=sai dia/konon ei)j to\ presbeu=sai e)kei= Jeou= presbei/an...”.
747 A los Esmirniotas 10,2.
748 Gen 48,14; Lev 9,22; etc.
749 TA 4.
750 SC 10.
751 TA 8.
Liturgia de los Sacramentos 193
diaconus vero cum ordinatur, eligatur secundum ea quae praedicta sunt, similiter
inponens manus episcopus solus sicuti praecipimus <L>, o Episcopus autem
instituet (kaJi/stasJai) <S(AE)>.
El autor distingue entre kaJi/stasJai y xeirotoni/a. La xeirotoni/a consiste en la
imposición de las manos y se hace en función del ministerio litúrgico, en cambio la
kaJi/stasJai se da por medio del verbum tantum, por ello que se excluye la impositio
manuum. La kaJi/stasJai se da a la persona, al candidato por el verbum tantum y no
por impositio manuum. Por ejemplo las viudas que se añaden a este orden de las viudas,
no se ordenan, sino que se instituyen para tal ministerio, por la razón de que no se les
impone la mano752.
Instituatur vidua per verbum tantum et se iungat cum reliquo. Non autem
imponetur manus super eam, quia non offert oblationem neque habet liturgiam.
Ordinatio autem fit propter liturgiam. Vidua autem instituitur propter
orationem.
Se distingue entre liturgia para la cual se necesita la imposición de las manos que con-
trasta con la oratio, para lo que no se necesita una imposición de manos, es para todos y
per verbum. Aún el lector753 al ser instituido recibe la porrectio instrumentorum, e. d. la
kaJi/stasJai o bien, la pertenencia a un ministerio sin imposición de manos; tal es el
caso de las vírgenes: Non imponetur manus super virginem754, lo mismo sucede con el
subdiácono755 y otros ministerios en el caso de los confesores756 que bastaba que hubie-
sen sufrido el martirio la persecución para convertirse en diáconos o presbíteros, no así
para ser obispos.
• Conclusión: Los clérigos tiene necesidad de recibir la imposición de las ma-
nos, no así otros ministros. Los carismas en la Iglesia no se deben institucio-
nalizar La institución sacramental o litúrgica no crea carismas. La Iglesia re-
conoce estos carismas.
752 TA 10.
753 TA 11.
754 TA 12.
755 TA 13.
756 TA 9.
757 TA 2.
194 Liturgia de los Sacramentos
timiento. Cada Iglesia local tiene una responsabilidad delante de las demás Iglesias lo-
cales, se vive un cierta colegialidad. La elección del obispo hecha por el pueblo es una
verdadera y auténtica Eclesiología. Postulat sancta mater ecclesiam. Habetis mandatum
apostolicus? ¿Quién es la santa madre Iglesia? ¿A quién postula? La Iglesia católica pide
la ordenación.
758 TA 3.: “ (O Jeojkai\ path\r tou= kuri/ou h(mw=n )Ihsou= Xristou=, o( path\r tw=n oi(tirmw=n kai\ Jeo\j
pa/shj paraklh\sewj, o( e)n u(yhloi=j katoikw=n kai\ ta\ tapeina\ e)forw=n, o( ginw/skwn ta\ pa/nta pri\n
gene/sewj au)tw=n, su\ o( dou\j o(/rouj e)kklhsi/aj dia\ lo/gou xa/rito/j sou, o( proori/saj te a)p ) a)rxh=j
ge/noj di/kaion e)c Abraa/m, a)/rxonta/j te kai\ i(erei=j katasth/saj, to/ te a(gi/asma sou mh\ katalipw\n
a)leitou/rghton, o( a)po\ katabolh=j ko/smou eu)dokh/saj e)n oi(=j $(reti/sw docasJh=nai kai\ nu=n e)pi/xee
th\n para/ sou du/namin tou= h(gemonikou= pneu/matoj, o(/per dia\ tou= h)gaphme/nou sou paido\j )Ihsou=
Xristou= dedw/resai toi=j a(gi/oij sou a)posto/loij, o(\i kaJi/drusan th\n e)kklhsi/an kata\ to/pon
a(gia/smato/j sou ei)j do/can kai\ ai)no\n a)dia/leipton tou= o)no/mato/j sou.
Kardiognw=sta pa/ntwn do\j e)pi\ to\n dou=lo/n sou tou=ton o(\n e)cele/cw ei)j e)piskoph\n <poimai/nein th\n
poimnh/n> sou th\n a(gi/an, kai\ a)rxierateu/ein soi a)me/mptwj, leitourgou=nta nukto\j kai\ h(me/raj,
a)dialei/ptoj te i(la/skesJai t%= prosw/p% sou kai\ prosfe/rein soi ta\ dw=ra th=j a(gi/aj sou
e)kklhsi/aj, kai\ t%= pneu/mati t%= a)rxieratik%= e)/xein e)cousi/an a)fie/nai a(marti/aj kata\ th\n e)ntolh/n
sou, dido/naiklh/rouj kat\ to\ pro/stagma/ sou, lu/ein te pa/nta su/ndesmon kata\ th\n e)cousi/an h(\n
e)/dwkaj toi=j a)posto/loij, eu)arestei=n te/ soi e)n prao/thti kai\ kaJar#= kardi/#, prosfe/ronta/ soi
o)smh\n eu)wdi/aj dia\ tou= paido/j sou I)hsou= Xristou= tou= kuri/ou h(mw=n, meJ ) ou(= soi do/ca, kra/toj,
timh/, su\n a(gi/% pneu/mati, nu=n kai\ ei)j tou\j ai)w=naj tw=n ai)w/nwn. A)mh/n”.
Liturgia de los Sacramentos 195
tibi gloria et potentia et honor, patri et filio cum spiritu sancto et nunc et in
sæcula sæculorum. Amen.
La Anámnesis comienza con Deus et Pater y termina en quos elegisti dari; la epíclesis con
nunc effunde hasta indeficientem nomini tuo y la intercesión con Da, cordis cognitor pater
hasta el final. La primera parte de la oración contiene elementos de Anámnesis que se
centran en la providencia de Dios que provee para su Iglesia y parte de esta providen-
cia es que ha dado las normas, los límites, leyes por medio de la palabra: tu qui dedisti
terminos [o(/rouj] in ecclesia per uerbum gratiae tuae. El o(/rouj significa la capacidad de
designar a los jefes y los sacerdotes por medio de la gracia759. La potencia de la predica-
ción que produce la gracia o verbum gratiae (eficacia del evangelio que edifica a su Igle-
sia) para designar a los jefes y sacerdotes. En su providencia ha dado jefes y sacerdotes,
de hecho se ve la descendencia de Abraham y se le compara con la Iglesia, porque de la
misma manera como ha dado al pueblo de Abraham jefes y sacerdotes (a)/rxontaij kai\
i(ere/ij), lo mismo hace con la Iglesia y ha querido que el santuario no esté carente de
sacerdotes, así se establece la tipología. El genus Abraham se convierte en la Iglesia y le
da gobernantes y sacerdotes, que son tipo de los actuales sacerdotes. El santuario se
refiere al ministerio litúrgico y hace referencia directa a la xeirotoni/a. Cuando dice
principes et sacerdotes se piensa en el gobierno de la Iglesia y en el culto. Basándose en
estos tipos del AT se puede concluir que el formulario ve a la Iglesia constituido como
pueblo por el verbum gratiæ, para continuar el genus Abraham mediante gobernantes y
sacerdotes (obispos) con una nueva forma de culto (santuario). El obispo se ve a la luz
de la doble tipología como princeps et sacerdos y cómo entra en la vida de la Iglesia por la
providencia de Dios.
La segunda parte contiene elementos de epíclesis. Pide a Dios que mande el Espíritu
Santo sobre la persona que él ha elegido para el ministerio episcopal. En un cierto sen-
tido, toda la oración tiene una meta, una finalidad que es la venida del Espíritu Santo:
Omnes autem silentium habeant, orantes in corde propter discensionem spiritus. En un cierto
sentido, después de haber hecho esta tipología, se pasa a la epíclesis y luego al Espíritu
Santo como para iluminar el por qué se pide el Espíritu Santo, pero cuál cualidad se
pide del Espíritu Santo y cuál relación aquella que establece con el obispo. Aquí hay
algo interesante cuando se pide el Espíritu Santo: nunc effunde eam uirtutem, quae a te es,
principalis spiritus. El Espíritu que has dado a tu Hijo, dalo a los apóstoles que han cons-
tituido la Iglesia: qui constituerunt ecclesiam per singula loca sanctificationem tuam. El for-
mulario demuestra el ligamen entre el obispo y los apóstoles, fundadores de la Iglesia,
pues se pide ese mismo Espíritu Santo que Cristo ha dado a sus discípulos. Parece que
la TA entiende doctrina de la sucesión apostólica como la conferencia/comunicación
del Espíritu Santo (en cuya persona se da la sucesión apostólica) que Jesús ha recibido a
los apóstoles. Es el Espíritu Santo el que hace la sucesión, no la imposición de las ma-
nos. El Espíritu Santo dado a Cristo, es dado a los apóstoles y estos a los obispos.
Padre Jesús à apóstoles à obispos.
tor que es responsable para la grey. El primer punto es ser pastor que no se trata sólo
con el hecho de ser pastor soberano. La expresión et primatus sacerdotii, significa ejercitar
el oficio del sumo sacerdote. En la tradición típica el ie(re/uj era el sumo sacerdote del
templo, que después se aplica766 al sumo sacerdote de la nueva alianza. Cristo no es el
nuevo sumo sacerdote del AT, es un nuevo sacerdote. En cambio la TA 34, ha aplicado
este título de sumo sacerdote al obispo: Infirmi enim consolatur cum vident summum
sacerdotem, e. d., el obispo debe ir a la casa de los enfermos que son consolados cuando
ven el sumo sacerdote. El obispo ejercita el oficio del sumo sacerdote y se convierte
después en el pontifex 767 que es el sumo sacerdote romano. Ello se refleja en la frase
spiritum primatus sacerdotii, no sólo spiritus principalis. La tipología hace ver que Cristo
ha constituido príncipes y sacerdotes. ¿Cuál es el Espíritu de este sacerdote? Reciben el
Espíritu Santo para el oficio del nuevo sacerdocio. No se repite el oficio por el hecho de
que se trata de una cosa nueva.
El primatum sacerdotii tibi exhibere o a)rxierateu/ein como parte de la unción del obispo
o sumo sacerdote que se une la idea del servir noche y día como leitourgou/nta y que
tiene un significado distintivo en la TA, ya que esta palabra es empleada —en dos oca-
siones— para significar la función oficial del clero768: liturgia en contraste con la oratio
que es común a todos. La viudas tienen un oficio concreto y particular. El obispo que
siendo sumo sacerdote, tiene el oficio de la liturgia. En este sentido dice noche y día, lo
que quiere decir que la liturgia se debe convertir en la cosa más importante de todo el
día, para lo que ha sido ordenado y por lo que es sacerdote, por ello que la expresión
servir del texto latino, no envuelve ampliamente la esencia fundamental del episcopado
o del sacerdocio. Offerre dona sancta ecclesiæ tuæ (kai\ prosfe/rein soi ta\ dw=ra), viene
como consecuencia del sumo sacerdocio (leitourgi/a) y como parte de la pro/sfora
parte del ministerio del obispo. Se habla en el n. 4 de las oraciones eucarísticas como
pro/sfora. Se puede observar como sea el offerre, la eucaristía, los dw=ra, ésta liturgia,
pertenecen a la Iglesia, pero es el obispo quien ofrece769. Hay una conexión entre el mi-
nisterio eucarístico del obispo y la ordenación. Por mucho tiempo la liturgia del obispo
era la eucaristía y la homilía. En este punto se entiende con mayor amplitud el Spiritus
primatus sacerdotii que es el don que el obispo recibe con la finalidad del gobierno para
ejercerlo en la Iglesia, por el espíritu de soberanía. El Espíritu Santo demuestra la fun-
ción concreta. El don del Espíritu Santo se explica a la luz de la función que debe haber.
Recibe el Espíritu Santo de la soberanidad, en vistas de la función soberana; se añade
entonces el spiritus primatus sacerdotii. Es interesante el ligamen entre el sacerdocio
(offerre dona sancta) y el ministerio del perdón de los pecados (postestatem dimittere
peccata secundum mandatum tuum). Aun aquí, se ve aquel ministerio de atar y desatar. Se
observa la capacidad de la eucaristía, de la reconciliación, de las llaves, y la gubernati-
va. A este respecto de entiende la función de ser gobernante y la otra que es función
766 Hb 4, 14-15; 5, 5.
767 Así lo expresa el PGD en varios momentos.
768 TA 3: “kai\ a)rxierateu/ein soi a)me/mptwj, leitourgou=nta nukto\j kai\ h(me/raj”.
769 TA 3, texto saírico: “Cum factus erit episcopus, omnes dent pacem (ei)rh/nh) ei in ore eorum, salutantes
(a)spa/zesJai) eum. Diaconi autem inferant oblationem (prosfora/) ad eum. Ille autem imponens manum
suam super oblationem (prosfora/) cum præsbyteris dicat gratias agens (eu)xaristei=n): (O ku/rioj meta\
pa/ntwn u(mw=n”.
Liturgia de los Sacramentos 199
propia del sacerdocio, en razón de que nuestra tipología habla de dos funciones queri-
das por Dios para su pueblo: príncipes y sacerdotes. Quedando clara le identidad del
obispo. La Editio princeps es más clara, ya que siempre se menciona que el episcopado
está bajo el Espíritu Santo.
Conclusiones
1. La ordenación episcopal consiste esencialmente en el don del sacerdocio. Se recibe el
Espíritu Santo y se define en relación a la función, e. d., recibe el Espíritu Santo de
adopción por el bautismo, de misión por la confirmación, del gobierno y del sacer-
docio, pero es el mismo Espíritu Santo que ha dado el Padre a Jesús, quien a su vez
se lo ha dado a los apóstoles. El obispo sucede a los apóstoles en el gobierno y culto
de la Iglesia porque ha recibido el Espíritu Santo, de aquí, entonces, se deduce la
función del obispo: El obispo recibe la gracia del Espíritu Santo —y el presbítero
también— siendo consejero del pueblo, recibe el Espíritu Santo como don del conse-
jo. El diácono recibe el Espíritu Santo como don del servicio y solicitud. Es interesan-
te ver qué teología del orden se hace y se define por su función en la Iglesia.
2. El formulario no distingue entre estas dos funciones netamente: el obispo ejecuta las
acciones del sumo sacerdote no sólo para las funciones de eucaristía y reconciliación,
sino también en la distribución de ministerios o servicios (munera). En este sentido la
santificación y gobierno no son funciones exclusivas, lo que sugiere que el gobierno
eclesiástico es el ejercicio de las acciones de culto como santificación del pueblo, o
bien, todos los ministerios del obispo se dirigen al culto. Por eso la predicación, la
santificación y el gobierno son mútuamente incluidos en ese centro de la propter
liturgiam. Por lo tanto la función no puede ser sólo una u otra, sino las tres. Se hacía,
sin embargo, esta dicotomía y se pensaba que algunos sacerdotes eran para un oficio
y otros para otro. de lo que se desprende una incapacidad de aceptar y vivir una
identidad. Según el principio fundamental de la TA la ordenación es propter litur-
giam.
De presbiteris: TA 7
Cum autem praesbyter ordinatur, imponat manun super caput eius episcopus,
contingentibus etiam praesbyteris, et dicat secundum ea quae praedicta sunt,
sicut praediximus super episcopum, orans et dicens.
El texto no menciona una elección por parte del pueblo, pero se puede presumir la elec-
ción con la palabra xeirotoni/a, de cualquier modo, el Missale Francorum nos sugiere
una elección cuando en la alocución se hace una mención particular, cuando el obispo
se dirige al pueblo: et ideo electionem vestram... voci pubblica profitere e. d., hay un sentido
de elección del presbítero por parte del pueblo. Para nosotros resulta interesante la ex-
presión contingentibus etiam præsbyteris (omnibus tangentibus eum); este ritual tiene un
gran interés para la teología del sacerdocio por la imposición de manos por parte de los
presbíteros presentes, no sólo del obispo. La TA 8 estudia este punto:
super praesbyterum autem etiam præsbyteri superinponant manus propter
communem et similem cleri spiritum,
200 Liturgia de los Sacramentos
el saírico dice:
quoad presbyterum autem, quia episcopus <et omnes presbyteri> participantur
(mete/xein) eius, imponant manum super eum, quia spiritus unus est qui
descendit super eum.
Los obispos y presbíteros participan del mismo espíritu que han recibido por la imposi-
ción de las manos. Este espíritu se le llama spiritus cleri y se clarifica cuando se añade
que los diáconos no reciben este espíritu, de cual son partícipes los presbíteros, y que es
spiritus magnitudinis —y que no es semejante al spiritus principalis—, como participación,
con los obispos, en la soberanía del obispo que es jefe y sacerdote:
Neque instituitur (kaJi/stasJai) ut accipiat spiritum (pneu=ma) magnitudinis
cuius presbyteri panticipantur (mete/xein) sed ut sit dignus (a)/xioj) ut
episcopus credat (pisteu/ein).
Según la TA los presbíteros cuando imponen las manos sobre el candidato, muestran
que participan al espíritu de soberanía del obispo, al espíritu principal, lo que crea una
confusión, por eso que no imponen las manos al diácono. Los presbíteros reciben pero
no conceden este espíritu: Praesbyter enim huius solius habet potestatem ut accipiat, dare
autem non habet potestatem. Quapropter clerum non ordinat. Todos participan del espíritu
de gobierno (obispos y presbíteros), excepto los diáconos que no participan del espíritu
de gobierno. Cuando se imponen las manos, los presbíteros no conceden el poder o la
potestad. Por esta razón nos podríamos preguntar, ¿qué significa spiritus magnitudinis?
Significa participar del espíritu del gobierno pues sólo el obispo confiere el Espíritu
Santo, por lo tanto al participar de este espíritu los presbíteros no se convierten en obis-
pos, por lo que son dependientes del obispo para el ejercicio de este ministerio, siendo
colaboradores. No da el espíritu, no ordena, sino que comunica en la potestad del obis-
po y gobierna con esa autoridad, así que no se trata de una monarquía, sino de un go-
bierno colaborativo. Encontramos este mismo aspecto en la plegaria eucarística, cuando
se habla de la concelebración770:
Quique (episcopus) inponens manus in eam (oblationem) cum omni praesbyterio
dicat gratians agens.
Es importante tener en cuenta que en esta época, no hay presbíteros, para la TA, que
presidan la eucaristía, sólo presidía el obispo. Habría que reflexionar aún más este ele-
mento del presbítero que impone las manos junto con el obispo en la eucaristía y en la
ordenación. Parece que en el pensamiento de la TA no es muy claro si los presbíteros
consagran el Sacramento de la Eucaristía. En la ordenación se dice claramente que el
presbítero no ordena. Por ello cabe preguntarse si en la celebración eucarística los pres-
bíteros consagran con el obispo o es sólo el obispo quien lo hace. Se quiere mostrar en la
TA una Eclesiología en la imagen de la jerarquía, donde los presbíteros están en unión
con el obispo. El sacerdocio del presbítero se asocia al sacerdocio del obispo. Por ello no
tiene sentido celebrar sin la comunión con el obispo. San Ignacio de Antioquía dice que
la eucaristía es válida sólo con la autorización del obispo.
770 TA 4.
Liturgia de los Sacramentos 201
Hay un orden diverso del habitual en la expresión de la oración: Anámnesis, epíclesis e
intercesiones, es una fórmula educativa que dibuja el ministerio de colaboración del
presbítero771:
Deus et pater domini nostri Iesu Christe, respice, super servum tuum istum et
(epíclesis) inpartire spiritum gratiæ et consilii præsbyteris (la versión etiópica
dice: consilium præsbyterii ut sustineat) ut adiubet et gubernet plebem tuam in
corde mundo.
El Spiritum gratia consilii no se refiere al Espíritu Santo, sino que por afinidad al AT,
indica que es uno de los dones del Espíritu para iniciar en la Iglesia. A la luz de la carta
a los Hebreos 10, 29 encontramos el to\ pneu=ma th=j xa/ritoj, espíritu de gracia, e. d., el
Espíritu Santo de donde proviene toda gracia, por lo tanto, según la expresión, se quie-
re ver la persona del Espíritu Santo como aquel que viene invocado y recibido en la
ordenación, y no una gracia del espíritu. Se puede observar que la dirección de las ora-
ciones en la TA, se centra particularmente en el Espíritu Santo, pero ¿cómo se puede
entender la ordenación de los obispos?, sólo en la persona del Espíritu Santo que da
sentido a la oración de ordenación, lo mismo podemos ver aquí, que se invoca sobre el
presbítero bajo el título de spiritus gratiæ et consilii. Hay una armonía entre las tres ora-
ciones, ya que para el obispo se pide:
• spiritus principalis, (para el gobierno de la Iglesia)
• spiritus summi sacerdotii & (para el culto)
cuando se habla del presbítero se pide:
• spiritus gratiæ et consilii.
El presbítero recibe la persona del Espíritu Santo, para un ministerio en la Iglesia que es
el del consilium, por eso si el obispo recibe el espíritu de soberanía (principalis) y de culto
(summi sacerdotii), entonces el presbítero recibe el espíritu de gratiæ et consilii, en otras
palabras, por la ordenación el Espíritu Santo establece con el presbítero, un tipo de rela-
ción que le concede la facultad de ejercitar el consejo en la Iglesia, y de esta manera se
distingue el oficio del presbiterado, del oficio del episcopado, es así que el Espíritu San-
to define la naturaleza del orden, se hace un tipo de relación con el presbítero y se en-
tiende esta definición del orden. Se tiene que ver el ligamen que establece el Espíritu
Santo con el presbítero y con el obispo. Por eso, en este contexto la palabra clave es
consilium, pero ¿qué quiere decir spiritus consilii?. Las constituciones apostólicas772 ha-
blan del consejo como sumbouli/aj, sea el que se da a una persona, o puede decir tam-
bién la decisión deliberativa que se hace el conjunto en consejo, por lo tanto el consilium
es el concilium. Por lo que se puede referir al consejo dado o al grupo que da el consejo.
La TA no dice a quien da el consejo. Los presbíteros forman una especie de consejo para
el obispo, así mismo el episcopado es un grupo de consejeros del papa, por ello se habla
de estructura monárquica. Los presbíteros fungen como corona del obispo. Parece que
esto no es algo conclusivo, e. d., que la sumbouli/a sea dada al obispo, parece que el
771TA 7.
77216,4: “e)/pide e)pi\ to\n dou=lo/n sou tou=ton .... kai\ e)/mplhson au)to\n penu=ma xa/ritoj kai\ sumbouli/aj
tou= a)ntilamba/nesJai kai\ kuberna=n to\n lao/n sou e)n kaJar#= kardi/# o(\n tro/pon e)pei=dej e)pi\ lao\n
e)xlogh=j sou kai\ prose/tacaj Mwu+sei= ai(rh/sasJai presbute/rouj ou(\j e)ne/plhsaj pneu/matoj”.
202 Liturgia de los Sacramentos
En esta nueva oración no se encuentra el hecho del gobierno que aparece en la TA, e. d.,
que los presbíteros están unidos al obispo en el gobierno de la Iglesia. No aparece el
consejo gubernativo. Se bromea diciendo a partir de esto, que el Vaticano I era para el
Papa, el Vaticano II para los obispos, y si hay un Vaticano III será para los presbíteros.
Regresando a la TA vemos lo que se refiere a las intercesiones:
“Et nunc, domine, præsta indeficienter conservari in nobis spiritum gratiæ tuæ et
dignos effice ut credentes tibi ministremus in simplicitate cordis”.
Es interesante ver como la Constitutio apostolorum habla de e)ne/plhsaj pneu/matoj o
sea estar lleno, e. d. que “serán llenos de la obra de sanación”. Más adelante se encuen-
tra un añadido que se refiere a los enfermos, y quizás sea una reflexión de aquella antí-
lepsis, o el ministerio sacerdotal para sostener los débiles. A este grupo de ministros del
antílepsis el obispo se asocia ut credentes tibi ministremus. Se ve la nota característica de la
TA donde el Espíritu Santo une al obispo y al presbítero en un ministerio común, es así
que la unidad en el servicio de la Iglesia, es una unidad provocada por el Espíritu. Se
subraya el don del Espíritu Santo en la ordenación. Se define el orden en la relación que
el Espíritu establece con el ordenado.
Partiendo de esta tesis, no se puede crear una teología coherente partiendo de este con-
junto de tradiciones, ya que las perspectivas son diferentes, así que convendrá analizar-
las conforme a su contexto y origen.
De Diaconis
“Diaconus vero cum ordinatur, eligatur secundum ea quæ prædicta sunt...” En el formulario
de ordenación de la TA se ve que es Dios mismo quien elige al diácono, como él mismo
quien elige al presbítero y al obispo. Curiosamente al final de la oración se acentúa en
hecho de la elección divina con la frase “tú Señor que has elegido”, pero en realidad se
trata del pueblo que elige. La praxis de la elección popular se modifica en el Missale
Francorum, donde se dice que el pueblo en invitado a confirmar la decisión hecha por el
obispo “ut arbitria nostra elegunt etiam vestræ ac dilectionis”, e. d. por la decisión libre del
obispo se confirma con el amor que el pueblo debe confirmar los que decidió el obispo,
para promover al candidato al orden del diaconado. Esto resulta como reacción a la
autoridad civil que interfiere en la paz de la Iglesia, por eso en el pontifical romano
germánico se ve que los presbíteros deben hacer la promesa de obediencia al obispo,
precisamente por estar seguros que los presbíteros no estarán bajo un príncipe, sino
bajo el obispo.
La oración continúa: “similiter inponens manus episcopus solus sicuti præcipimus”. ¿Por qué
es sólo el obispo que impone las manos sobre el candidato, y no los presbíteros? La TA
da tres razones:
• quia non in sacerdotio ordinatur (o bien el diácono no es ordenado sacerdote);
• non est enim participes consilii in clero (no son miembros del consejo);
• non accipiens communem præsbyterii spiritum (no participan del espíritu).
Liturgia de los Sacramentos 205
Parece que si los presbíteros impusiesen las manos sobre los diáconos sería el caso pen-
sar que los diáconos participan también del ministerio episcopal como los presbíteros.
Son sin embargo, son sólo parte del clero, pues reciben la imposición de las manos.
Es interesante la frase:
“propterea quia non in sacerdotio ordinatur, sed in ministerio episcopi, ut faciat
ea quæ ab ipso iubentur”.
Parecería que la naturaleza específica del diaconado, es el ministerio episcopi y por otro
lado: sed curas agens et indicans episcopo quæ oportet,... sed id quod sub potestate episcopi est
creditum” En este sentido los diáconos son ordenados concretamente para aquellas co-
sas que se refieren al ministerio del obispo, así parece que sea la cosa. Se ve que el mi-
nisterio diaconal, indica un ministerio pastoral en especial con los enfermos. TA apunta
sobre el ministerio litúrgico en el cual participa el diácono. Es muy reductivo, ya que la
idea principal para la TA, es la de servir únicamente al obispo para las cosas oficiales.
Se ven las tres famosas partes de Anámnesis, Epíclesis e Intercesiones.
• La Anámnesis:
Deus qui omnia creasti et verbo perordinasti, pater domini nostri Iesu Christi,
quem misisti ministrare tuam vountatem et manifestare nobis tuum desiderium.
• La Epíclesis:
da spiritum sanctum gratiæ et sollicitudinis et industriæ in hunc servum tuum,
quem elegisti ministrare ecclesiæ tuæ et offerre in sanctitate ad sanctuarium tuum
quæ offeruntur ad herede summi sacerdotii.
• Las Intercesiones:
ut, sine reprehensione et pure et munde et in mente pura ministrans, dignus sit
gradu hoc magno et excelso per voluntatem tuam.
Busquemos la manera de analizar. Iesu Christi, quem misisti ministrare nobis... esta parte
anamnética pone al diácono en una relación muy especial con Cristo que tenía la misión
de servir a la voluntad del Padre en su designio salvífico. Se ve que el diácono se pone
al servicio de Dios. Ignacio de Antioquía comparaba a los diáconos con Jesucristo, el
siervo por excelencia, pues estaba al servicio del Padre, de la misma manera entonces el
diácono está al servicio del obispo que en la imagen de Ignacio, representa al Padre. Así
se entiende que el diácono está ordenado in ministerio episcopi.
Por lo que se refiere a la epíclesis vemos ambas tradiciones, y se descubre que el palim-
psesto de Verona [L] incluye la palabra industria, que quiere decir lo mismo que
sollicitudo, e. d., el espíritu del celo, y se ve que por primera vez el Espíritu es llamado
Sanctum, así se invoca la presencia del espíritu del celo que se derrame sobre el candi-
dato. Se observa entonces, el tercer tipo de relación que el Espíritu Santo establece con
el ministro. El espíritu de celo significa la relación concreta con el diácono, e. d., se da el
Espíritu Santo para que el diácono pueda servir a la Iglesia con industria y con
sollecitudini. Es interesante como no se dirá para el diácono “el grado del diaconado”,
206 Liturgia de los Sacramentos
sino el servicio. El Espíritu Santo define la calidad del ministerio, que se desarrollará
hasta llegar a la expresión quem elegisti ministrare ecclesiæ tuæ et offerre, en cambio la ver-
sión etiópica [E] dice: quem elegisti ut diaconus sit in tua ecclesia et offerat que el final de
cuentas establecen la misma “ministerialidad” del diácono en favor de ecclesia tua. Po-
dría parecer una contradicción el servir al obispo con la finalidad de servir a la Iglesia,
ya que el texto con otra expresión más concreta, llegaría a ser más claro en lo que se
refiere al servicio a la Iglesia, por lo que se puede decir que los diáconos tienen el servi-
cio a la Iglesia y no sólo servidores personales del obispo, por lo tanto, tiene un servicio
público y no privado. Se añade una cosa interesante que no se dice del presbítero: et
offerre in sanctitate ad sanctuarium tuum quæ offeruntur ab herede summi sacerdotii en la ver-
sión L, sin embargo, la versión E es más clara pues lo presenta así offerat in sancto
sanctorum tuo quod tibi offertur a constituto principe sacerdotum tuo. El ministerio del diá-
cono se pone en relación con el ministerio eucarístico. Sabemos en la TA que el diácono
servía a la iniciación cristiana ocupándose del enfermo y al servicio de las mesas, pero
en la ordenación lo que se pone de manifiesto, no es la iniciación, ni los enfermos, sino
la función concreta que debe tener en la celebración eucarística. Regresamos de nuevo
al sanctuarium del que ya se habla en la ordenación episcopal. Se encuentra ahora en el
diácono. Este formulario no menciona otros ministerios para el diácono, quizás por el
hecho que la TA propone el oficio del obispo muy marcado sobre la eucaristía. De cual-
quier modo la TA da un énfasis a este ministerio eucarístico del diácono, sin excluir el
hecho de los otros servicios que presta el diácono. En el número 4 de la TA se presenta,
durante el ofertorio, el servicio del diácono: offerant diacones oblationes. Hay que poner
especial atención al verbo que se usa sea para la ofrenda que hace el diácono al obispo,
y la ofrenda que hace el obispo mismo. Lógico es pensar que el diácono presenta los
dones al obispo, mientras que el obispo recita una plegaria eucarística. Se presenta otro
problema en lo que se refiere al uso y significado del mismo verbo, pues se dice que
cómo puede la Iglesia ofrecer aquello mismo que ha presentado. El ligamen entre el
ministerio del obispo y el del diácono es muy estrecho. Ya que el ministerio del diácono
es comparado con el de Jesús, por ello debe ser impecable, la oración termina así: dignus
sit gradu hoc magno in excelso per voluntatem tuam. El ministerio es precioso, excelso y la
idea la podemos encontrar en 1 Tm 3,13, donde dice que los diáconos que han servido,
adquirirán un grado honorífico. La versión E dice que los diáconos que son fieles a su
oficio, obtendrán un mayor grado: gradum maioris ordinis assequatur, e. d., se ve el mo-
mento de transformación en el diaconado, surge el diaconado transitorio. Quizás sea
una interpretación ulterior de 1 Tm 3,13, donde ya se habla de grado mayor. Se insinúa
la adquisición de un rango superior. Se comienza a considerar el diaconado como una
fase preliminar. Sin embargo, 1 Tm no sugiere esa promoción subsiguiente, se dice que
si los diáconos han servido bien, obtendrán un grado honorífico, e. d. reciben el grado
de aquello que hacen, pues la dignidad del oficio no depende de la posición que uno
tenga en la Iglesia, sino más bien en la medida en la que uno se conforma con Cristo.
Como quiera que sea, no está muy claro el hecho que la versión E, sea original a la TA,
es posible que sea más reciente, por el hecho que la versión L no lo presenta.
Liturgia de los Sacramentos 207
Conclusión
1. Las tres fórmulas son una unidad teológica y litúrgica, estudiando uno, hay que es-
tudiar los demás, por eso que es un error proponer una fórmula sin considerar el
conjunto.
2. Se ve una unidad teológica en los tres formularios. En los tres encontramos la figura
del Espíritu Santo que se invoca sobre el candidato para el ministerio específico que
debe ejercitar en la Iglesia, e. d., es siempre la persona del Espíritu Santo:
• espíritu de soberanía
• espíritu de consejo
• espíritu de celo.
3. Estos títulos indican la relación que el Espíritu establece con cada ministro y define
la naturaleza del ministerio. De este modo se puede ver la naturaleza del ministerio
con el título del don espiritual que recibe el ministro, sabiendo así lo que tiene que
hacer. En las tres oraciones está la premisa litúrgica, pues en la ordenación por la
imposición de las manos del obispo, se ve el ministerio litúrgico del obispo. Para la
TA la liturgia caracteriza la vida, la actividad e identidad del clero. Sin la imposición
de las manos se pierde esta idea.
El Sacramentario Veronense
El lenguaje cultural influenció de tal modo la teología de la fórmula de ordenación, que
en un cierto momento la teología del orden se vio empapado de esta terminología.
Estas fórmulas entraron hacia el año 558, según Vogel, en el papado de Gelasio I, lo que
no excluye la posibilidad que estas fórmulas existiesen ya antes, y después de la refor-
ma del Vaticano II, en 1968, los tres formularios entraron en la Iglesia latina según las
recensiones mayores en el Veronense, Gregoriano, Gelasiano y M. Francorum. Pero
debido a las fuertes críticas a la fórmula de ordenación del obispo, Paulo VI pensó cam-
biarla por la de la TA El rito de 1989 que continuó usando la recensión del Veronense
para presbíteros y diáconos, ha hecho algunas añadiduras para el formulario de presbí-
teros y diáconos.
Al leer los formularios, se ve de inmediato que hay algunas palabras que salen siempre,
palabras que vienen de un sistema socio político romano: dignitas, honor & gradus.
Se puede decir que el autor ha entendido el rito de ordenación como tres grados ascen-
dentes que entraron por el influjo romano. El modo de pensar en estos tres grados, pa-
reciendo que sea del mismo autor por razón del lenguaje tan coherente, es siempre as-
cendente. Para cada grado hay una cierta dignidad, un cierto honor que corresponde
respectivamente. El autor se apoyaba en las tres palabras como núcleo de su teología,
en la cual se consolida también la relación entre cada grado.
Hay un cambio en la teología del ministerio del pastor, que se adapta a un sistema de
rango. En la TA lo que salta a la vista, es el ministerio del pastor, en cambio aquí preva-
208 Liturgia de los Sacramentos
lece la idea del sistema de rango. Esta asimilación cultural existe todavía en el clero y en
el pueblo. Veamos un poco este desarrollo775:
“Deus honorum omnium, deus omnium dignitatum quæ gloriæ tuæ...” .
¿Qué quiere decir el término dignitas? En el sistema socio político romano, la dignitas
denotaba el valor del oficio público y la importancia del que tenía este oficio, e. d. la
dignidad es la importancia para su propio valor, en otras palabras, quien detenta el
oficio, detenta la dignidad. Así por ejemplo la dignitas senatoria, se refería al oficio que
desempeñaba un senador. En el 318, Constantino dio una jurisdicción a los obispos para
gobernar y controlar a los cristianos, los obispos debían recibir el lugar correspondiente
en la jerarquía civil. De este modo en el imperio constantiniano, los clérigos obtenían
títulos honoríficos que pertenecían al estado de los dignatarios, y se convirtieron en los
dignatarios eclesiásticos correspondientes a los dignatarios civiles. Así podían gozar de
los privilegios y honores dados a los dignatarios civiles que tenían una responsabilidad
civil. La dignidad eclesiástica se comenzó a establecer en la vida civil, hasta alcanzar
niveles de una cierta supremacía. La dignidad sacerdotal, según el Veronense, viene de
Dios mismo y debe ser utilizado para su gloria: quæ gloriæ tuæ sacratis famulantur
ordinibus. Lo mismo se dice para el presbítero en el n. 954:
Domine, sancte pater, omnipotens æterne Deus, honorum omnium et omnium
dignitatem quæ tibi militant distributor.
El honor, es el respeto y estima que el pueblo dada a quienes tenían este oficio, el honor
viene del pueblo. Así se entiende el título honorable. En la mente del Veronense, el ho-
nor es la consecuencia y el efecto de ser promovido a la dignidad clerical, por lo tanto
recibe el honor, y el pueblo lo debe rendir porque hay una dignidad. En el tiempo im-
perial, la jerarquía comenzó a tomar insignias imperiales para significar la equivalencia
de grados y honores, así llegan hasta hace pocos años el manípulo, la mitra, el trono, y
tantos otros elementos propios de la corte imperial. La velatio constantini daba al clero el
título político reverendissimis clericis diversi ordinis, con las consecuentes derivaciones
como “reverendo” o “muy reverendo” y después excelencia, eminencia que son títulos
honoríficos de aquel tiempo, y lo importante es que el título se refiere al oficio no a la
persona.
El gradus se refería al curso que seguía una persona en su camino político de ascenden-
cia. La idea era la de subir un rango más. De aquí se desprende la expresión carrera
eclesiástica y la promoción episcopal. En el Ve el rango de diáconos conducía al potiora
(n. 951): dignisque succesibus de inferiori gradu per gratiam tuam capere potiora mereantur,
permanece esta idea en la que se considera el diaconado como inferiora, a diferencia del
excelsus de la TA, pero que expresa la posibilidad de ascenso. El autor del Ve se apoya
en esta tipología, para encuadrar la carrera eclesiástica en rangos o grados ascendentes.
Así la palabra Ordo designaba el clero como un grupo distinto de los fieles, reconocido
como institución por decreto imperial. La ordenación es la promoción y elevación a un
grado. Entonces cuando nos referimos al ejercicio eclesiástico como orden, estamos
usando el lenguaje del ámbito cultural romano.
775 Ve 947.
Liturgia de los Sacramentos 209
Analizando el texto hacemos la distinción ya conocida de Anámnesis, epíclesis e inter-
cesiones.
La obligación del obispo es la de servir a aquel de quien ha recibido la dignidad. Lo que
se ve aquí es que el formulario se construye sobre los conceptos de dignidad, honor y
grado con el grande esfuerzo por parte del compositor, de poder sublimar el sentido de
la dignidad del orden sagrado, es un honor en vista y función del ministerio, esto es lo
que salva a la oración pues le da un acento espiritual y eclesial, convirtiendo la gloria al
servicio de Dios. Después expresa la simbología tomada del AT dándole una interpre-
tación bíblica al sistema jurídico. El problema que aparece, es que se habla de Aarón
como tipo, pues con este tipo se da la praxis de invocar un sacerdocio veterotestamen-
tario para la realidad del sacerdocio cristiano. Se da un grande problema de asimilación
entrambas realidades, pues al ser Aarón el sacerdote, el axioma teológica y la praxis
litúrgica, vienen influenciadas por el tipo veterotestamentario. En la aplicación concreta
se verá lo siguiente: conple in sacerdotibus tuis mysterii tui summam, et ornamentis totius
glorificationis instructos cælestis unguenti fluore sanctifica. Hoc, domine, copiosæ in eorum
caput influat, hoc in oris subiecta decurrat, hoc in totius corporis extrema descendat... Se alude
al sacerdocio de Aarón y se lo aplica al obispo. Lo que más interesa al autor parece que
sean las insignias. La mayor parte del formulario se convierte en una catequesis y una
apología a todos los ornamentos episcopales. El obispo de Roma para su ordenación
episcopal, se vestía con todos los ornamentos imperiales y utilizaba las insignias de su
oficio, por ello que el autor del texto se siente en la necesidad de explicar su significado:
Illius namque sacerdotii anterioris habitus... (línea 21) llegando al punto de la afirmación
ornamentis glorificationis. Esto significa el interés en las cosas exteriores. Lo peor es que
se hace la teología a partir de estos textos. Nuestro autor quería explicar el hecho de las
vestiduras, se alude siempre a la figura de Aarón. Si vemos Lev 8 encontraremos los
ornamentos, las insignias, la túnica, etc. del sumo sacerdote. Esta descripción no res-
pondía a lo usado por el obispo de Roma, al usar las insignias imperiales, pero de cual-
quier modo había que darle alguna explicación tipológica a lo que se veía. El problema
de la tipología es este. Por ejemplo al hablar del mystico amictu que se usaba para los
servicios de templo, se convierte en una profecía del splendor animorum que el obispo
debe tener. Así se dice que la dignidad de estos vestidos, hablan del esplendor del al-
ma; las cosas se espiritualizan. Así el fulgore auri & nitore gemmarum eran representación
de la gloria. Lo curioso es que el autor, atraído por todo esto, hace una oración a partir
de las insignias. Sin embargo, el problema continúa siendo el hecho de encimar la idea
de dos sacerdocios para justificar un hecho externo como signo sacerdotal, que al final
de cuentas no tenían nada que ver con el sacerdocio en cuanto tal, sino con el gobierno.
Se le da significado sacerdotal porque el tipo es sacerdotal. Se la da todo en el contexto
del culto.
La segunda parte es la epíclesis conple in sacerdotibus tuis mysterii tui summam... sanctifica.
Se identifica el episcopado como mysterii tui summam que se traduce como plenitud, sin
embargo, se debe entender como el punto más alto (superlativo de super). Por ello que
no es plenitud, sino lo más alto del grado, así que el obispo está ordenado en este grado
superior. Podemos a este respecto, comparar lo que se dice del presbítero en el n. 954
línea 13:
210 Liturgia de los Sacramentos
Presbíteros
El estilo demuestra que se trata del mismo autor de la oración precedente. Utiliza pala-
bras claves como dignitas, honor & gradus, que influyen sobre la teología. Es difícil en-
tender esta oración sin el sistema socio político.
Antes de la oración misma está la invitación oremus dilectissimi, pero la oración propia
de ordenación, comienza con Domine, sancte Pater. En la invitación aparece la frase:
ut supra hos famulos suos, quos ad presbyterii munus elegit, cælestia dona
multiplicet,
Pero ¿qué significan los dones celestes? Lo podemos ver en la oración siguiente:
Exaudi nos, Deus salutaris noster, et super hos famulos tuos benedictionem sancti
spiritus et gratiæ sacerdotalis effunde virtutem.
Se pide la bendición del Espíritu Santo y la potencia de la gracia sacerdotal. La oración
del presbiterado, pide que se renueve en el ordenado el espíritu de santidad, e. d. se
pide el oficio del presbiterado y que Dios le dé la bendición celeste, o la bendición del
Espíritu Santo y la potencia sacerdotal. Se ve el presbyterii munus que significa que el
candidato está ordenado al munus presbiteral, es decir el oficio presbiteral, siguiendo el
sistema romano, donde munus significa el oficio público. Se significa que el oficio del
ordenado es un oficio público, o mejor dicho, el ordenado es oficial público de la Igle-
sia. Se lo ordena a este munus (que es de segundo grado) y se añade la expresión virtus
gratiæ sacerdotalis.
¿Qué sentido tendría la gratiæ sacerdotalis? El autor quiere mostrar que el presbiterado
tiene un encargo sacerdotal, así el formulario mismo se refiere a estos dos grados sacer-
dotales. En la fórmula misma se puede decir que el presbiterado es un rango que posee
un carácter sacerdotal. La persona es elevada al munus presbiteral, para ejercitar una
función sacerdotal, y así el presbítero que era el anciano de la sinagoga, adquiere el en-
cargo de consejero. Obtiene una función en el templo, entonces se asocia su ministerio.
Hay una modificación en la visión del sacerdote, pues se le incluye en el ámbito sacer-
dotal, entonces el presbítero de la sinagoga es el sacerdote del templo de los sacrificios.
El presbítero toma la función que le corresponde, de esta manera el sacerdotalis gradus,
que es un grado socio político romano al que se le da el grado del presbiterado. El gra-
dus es presbiteral, en cambio el munus es sacerdotal. Uno que es ordenado, viene orde-
nado como presbítero, e. d., al grado, pero luego se añade el munus. El grado se hace
sacerdotal, entonces tenemos dos grados, el presbiteral y el sacerdotal, y se identifica al
212 Liturgia de los Sacramentos
carácter sacerdotal del grado presbiteral. Los presbíteros gozan de este carácter sacer-
dotal y gozan de la plenitud del sacerdocio episcopal. No se excluye la posibilidad de
delegar al presbítero lo que es del obispo. El sacerdocio entra en la oración por la tipo-
logía. Tenemos el templo, el sacrificio y el sacerdote.
El tercer tipo es el de predicadores779, por lo que se participa también del don del obis-
po. Sólo para clarificar se expresa el siguiente esquema:
En el AT
• Moisés y 70 (Num 11,16-17) gobierno
• Aarón e hijos (Lev 9) culto
En el NT
• Apóstoles y 70 (Lc 10) predicación y sanación
• Apóstoles y ancianos (Hch 14) gobierno
“Apostolis filii tui doctores fidei comites addedisti, quibus illi orbem totum
secundis prædicatoribus impleverunt..”
El término comites se refiere al séquito que acompañaba a un magistrado romano o al
senador, posiblemente se habla así en Lc 10,1-10 cuando se refiere a los que seguían a
Jesús, pero serán los sacerdotes que los apóstoles han establecido para el servicio de la
comunidad, esto lo vemos en Hch 14,23. Los comites son también llamados segundo
predicadores, que predican en segundo orden respecto de los apóstoles y así nos encon-
tramos de nuevo con la idea del gradus. Los presbíteros son doctores fidei y ejercitan su
rol como ministri prædicatores, se les encarga este papel por parte del obispo. Siendo el
obispo equiparado a Moisés, a Aarón y a los apóstoles, el presbítero entra en esta diná-
mica como colaborador del obispo en el gobierno, predicación y santificación. En este
texto vemos una oración más desarrollada que la del obispo.
La Epíclesis viene después de esta Anámnesis que constituye la forma del Sacramento:
“Da, quæsumus, pater in hos famulos tuos presbyterii dignitatem. Innova in visceros eorum
spiritum sanctitatis” Lo que se pide es que el candidato sea elevado al segundo grado de
la jerarquía, e. d. se lo ordena en la dignidad del presbítero (para el gobierno, culto y
predicación). Se le confiere una dignidad eclesiástica de acuerdo a la del obispo o en
relación con este. Así las palabras clave de la epíclesis son:
• dignitas presbyterii
• munus secundi meriti
La segunda expresión se explica en la primera. Invocando el Espíritu Santo sobre los
que son ordenados, se dice spiritum sanctitatis, que tiene quizás un acento a la santidad
influenciado por el modo de ver el presbiterado como un sacerdocio.
La expresión censuramque morum muestra el modelo de vida de la misma manera que
conversationis exemplo.
Diáconos
La bendición es oremus dilectissimi, deum patrem omnipotentem, ut super hos famulos suos,
ad officium diaconi vocare dignatur, benedictioenm gratiæ suæ clementer effundat. Se pide en-
tonces que los diáconos sean llenos de la bendición celeste. El officium es igual al munus
que es el ministerio litúrgico de los ordenados.
Según la tipología veterotestamentaria, se lo equipara con los levitas, lo que establece
un retroceso absoluto, pues el ministerio levítico es aquel del servicio al altar, de hecho
son llamados servidores del santuario, no se habla de la eucaristía pero parece dibujada
en el altar.
Super hos quoque famulos tuos, quæsumus, domine, placatus intende, quos tuis
sacrariis servituros in officium diaconii suppliciter dedicamus.
Los diáconos sin ser presbíteros u obispos, ejercen un ministerio sacerdotal por su ser-
vicio a los que están en el munus sacerdotalis.
216 Liturgia de los Sacramentos
La epíclesis dice:
Emitte in eos, domine, quæsumus, spiritum sanctum, quo in opus ministerii
fideliter exequendi munere septiformi tuæ gratiæ roborentur.
Es el único formulario que pide la venida del Espíritu Santo sobre el candidato. Se ha-
bla de este don del Espíritu en el opus ministerii que es el servir al obispo y a los presbí-
teros en su rol sacerdotal. Hay un servicio a la mensa domini.
En la frase dignisque succesibus de inferiori gradu per gratiam tuam capere potiora mereantur,
se descubre la cualidad de tránsito del diaconado que posibilita a ascender al potiora.
• Can. 6. Si alguno dijere que en la Iglesia Católica no existe una jerarquía, instituida
por ordenación divina, que consta de obispos, presbíteros y ministros, sea anatema.
• Can. 7. Si alguno dijere que los obispos no son superiores a los presbíteros, o que no
tienen potestad de confirmar y ordenar, o que la que tienen les es común con los
presbíteros, o que las órdenes por ellos conferidas sin el consentimiento o vocación
del pueblo o de la potestad secular, son inválidas, o que aquellos que no han sido
legítimamente ordenados y enviados por la potestad eclesiástica y canónica, sino
que proceden de otra parte, son legítimos ministros de la palabras y de los sacra-
mentos, sea anatema.
• Can. 8. Si alguno dijere que los obispos que son designados por autoridad del Ro-
mano Pontífice no son legítimos y verdaderos obispos, sino una creación humana,
sea anatema780.
sido confiada, pero al mismo tiempo tiene colegialmente con todos sus hermanos en el episcopado la solici-
tud de todas las Iglesias: «Mas si todo obispo es propio solamente de la porción de grey confiada a sus cuida-
dos, su cualidad de legítimo sucesor de los apóstoles por institución divina, le hace solidariamente respon-
sable de la misión apostólica de la Iglesia»“.
786 CEC 1562: “«Cristo, a quien el Padre santificó y envió al mundo, hizo a los obispos partícipes de su
misma consagración y misión por medio de los apóstoles, de los cuales son sucesores. Estos han confiado
legítimamente la función de su ministerio en diversos grados a diversos sujetos en la Iglesia». «La función
ministerial de los obispos, en grado subordinado, fue encomendada a los presbíteros para que, constituidos
en el orden del presbiterado, fueran los colaboradores del Orden episcopal para realizar adecuadamente la
misión apostólica confiada por Cristo».”
787 CEC 1563-1564: “«El ministerio de los presbíteros, por estar unido al Orden episcopal, participa de la
autoridad con la que el propio Cristo construye, santifica y gobierna su Cuerpo. Por eso el sacerdocio de los
presbíteros supone ciertamente los Sacramentos de la iniciación cristiana. Se confiere, sin embargo, por
aquel Sacramento peculiar que, mediante la unción del Espíritu Santo, marca a los sacerdotes con un carác-
ter especial. Así quedan identificados con Cristo Sacerdote, de tal manera que puedan actuar como repre-
sentantes de Cristo Cabeza». «Los presbíteros, aunque no tengan la plenitud del sacerdocio y dependan de
los obispos en el ejercicio de sus poderes, sin embargo están unidos a éstos en el honor del sacerdocio y, en
virtud del Sacramento del Orden, quedan consagrados como verdaderos sacerdotes de la Nueva Alianza, a
imagen de Cristo, sumo y eterno Sacerdote, para anunciar el Evangelio a los fieles, para dirigirlos y para
celebrar el culto divino”.
788 CEC 1565-1566.
228 Liturgia de los Sacramentos
789 CEC 1567: “«Los presbíteros, como colaboradores diligentes de los obispos y ayuda e instrumento suyos,
llamados para servir al Pueblo de Dios, forman con su obispo un único presbiterio, dedicado a diversas
tareas. En cada una de las comunidades locales de fieles hacen presente de alguna manera a su obispo, al
que están unidos con confianza y magnanimidad; participan en sus funciones y preocupaciones y las llevan
a la práctica cada día». Los presbíteros sólo pueden ejercer su ministerio en dependencia del obispo y en
comunión con él. La promesa de obediencia que hacen al obispo en el momento de la ordenación y el beso
de paz del obispo al fin de la liturgia de la ordenación significan que el obispo los considera como sus cola-
boradores, sus hijos, sus hermanos y sus amigos, y que a su vez ellos le deben amor y obediencia”.
790 CEC 1568: “«Los presbíteros, instituidos por la ordenación en el orden del presbiterado, están unidos
todos entre sí por la íntima fraternidad del Sacramento. Forman un único presbiterio, especialmente en la
diócesis a cuyo servicio se dedican bajo la dirección de su obispo». La unidad del presbiterio encuentra una
expresión litúrgica en la costumbre de que los presbíteros impongan a su vez las manos, después del obis-
po, durante el rito de la ordenación”.
791 CEC 1569-1570.
792 CEC 1572.
793 CEC 1573.
Liturgia de los Sacramentos 229
apostólica de anuncio de la Palabra de Dios, de su fidelidad a la Iglesia, esposa de
Cristo, de su cargo de pastor del rebaño del Señor; entrega al presbítero de la pate-
na y del cáliz, «la ofrenda del pueblo santo» que es llamado a presentar a Dios; la
entrega del libro de los evangelios al diácono que acaba de recibir la misión de
anunciar el Evangelio de Cristo794”.
Matrimonio.
E
l Sacramento del Matrimonio ofrece un estudio vastísimo de investigación. La his-
toria de las costumbres de los diversos pueblos, su antropología, la sociología y la
psicología, la visión de la Escritura en el AT y en el NT, las diversas posiciones de
la Iglesia a lo largo de los siglos y la adaptación que se hube verificado en el desarrollo
de los varios ritos matrimoniales, hacen muy complejo este estudio. Por esta razón no
será posible entrar en los detalles de la historia, de las costumbres y sus variaciones, así
que trataré de entrar en los únicos detalles que nos interesan. Será cuestión de hacer
investigaciones ulteriores para profundizar en algunos puntos que le pudieran servir al
investigador795.
Del siglo I al IV
Le célebre frase de Diogneto:
“Los cristianos no se distinguen de los demás hombres ni por el país ni por la len-
gua ni los vestuarios: ellos se casan como todos los demás796”.
Debe aclararse, por lo demás, será Justino en el 150 en la misma época de la carta a
Diogneto, presenta la acusación hecha a los cristianos que se casa solamente en función
de la procreación, o de no celebrar las bodas por cuestiones de castidad797. Hacia el 177
Atenágoras, en su Supplica dirigida al emperador Adriano, explica que el cristiano re-
794 CEC 1574-1575: “Fue Cristo quien eligió a los apóstoles y les hizo partícipes de su misión y su autoridad.
Elevado a la derecha del Padre, no abandona a su rebaño, sino que lo guarda por medio de los apóstoles
bajo su constante protección y lo dirige también mediante estos mismos pastores que continúan hoy su
obra. Por tanto, es Cristo «quien da» a unos el ser apóstoles, a otros, pastores. Sigue actuando por medio de
los obispos”.
795 METZ R., La consécration des vierges dans l’Eglise romaine, Apéndice: Le rituel du mariage (Bibl. de l’Inst. de
Droit canonique de l’Univ. de Strasbourg, 4), Paris 1954, 367-410; RIGHETTI M., Storia liturgica, 4, Milán
19592, 453-472; RITZER K., «Formen, Riten und religiöses Brauchtum der Ehescließung in den christlichen
Kirchen des ersten Jahrtausends», LQF 38, Münster i. W. 19822; MOLLIN J. B. - MUTEMBE P., L rituel du
mariage en France du XIIe au XVIe siècle (Théologie historique, 26), Paris 1974; MOLLIN J. B., «L’Ordo
matrimonii», EL 93 (1979), 245-514; TRIACCA A. M., La celebrazione del Matrimonio, in Realtà e valori del
Sacramento del matrimonio, Roma 1976; NOCENT A., «Contribution à l’étude du rituel du mariage», en
Eulogia, Miscellanea liturgica in onore de P. B. Neuenheuser (Studia Anselmiana, 68 - Analecta Liturgica, 1),
Roma 1979, 243-266; STEVENSON K., Nuptial blessing. A study of christian Marriage rites (Alcuin collection, 64),
Society for promoting christian knowledge, London 1982; BARBIERI P., La celebrazione del matrimonio cristiano,
Roma 1982; DACQUINO P., Storia del matrimonio cristiano alla luce della Bibbia, Turín 1984; COLOMBO G. –
CIBIEN C., «Matrimonio», L 1150-1163; EVENOU J., «El Matrimonio», en MARTIMORT A. G., La Iglesia en
oración, 754-778; AA. VV., La celebratione cristiana del matrimonio. Simboli e Testi, Atti del II Congresso
internazionale di Liturgia, Roma 27-31 maggio 1985 (Studia Anselmiana, 93 - Analecta liturgica, 11), Roma
1986; KLEINHEYER B., «Die Feier der Trauung», en AA. VV., Gottesdienst der Kirche, Regensburg 1984, 69-150.
796 A Diognète, 5, 6, MARROU H. (ed.), SCh 33 bis, 62-63.
797 Apología 1, 28; PG 6, 371.
230 Liturgia de los Sacramentos
conocía como a su esposa a aquella que había conducido a su casa según a las leyes
establecidas. Evidentemente estos textos, no nos informan explícitamente sobre el modo
en el que los cristianos celebraba su matrimonio; presentan en cambio la manera de
considerar el matrimonio. Sin embargo, es algo legítimo remontarnos a las costumbres
de la época de dicho testimonio.
Debemos considerar los puntos esenciales del matrimonio, ante los griegos y los roma-
nos, ya que de vez en cuando hay cierto intercambios de costumbres de un país a otro.
Es también necesario notar los influjos bíblico judíos, padecidos por estas naciones.
798 LECLERQ H., «Mariage», DACL 10, 1891-1895; DELLING G., Eheschlisung, en Reallexikon für Antike und
Christentum 4, Stuttgart 1959, 724-725; RITZER K., Formen, Riten, 63-79; HARRISON A. R. W., The law of Athens,
Oxford 1968; VATIN C., Recherches sur le mariage et la condition de la femme mariée à l’époque hellénistique, Paris
1970.
799 “Antes de que vivieran juntos” Mt 1, 18.
800 2 Cor 11, 2.
801 Gen 34,12; Esd 12, 16; 22, 15; 1 Sam 18, 25; Os 3, 2.
802 Gen 29, 18.
Liturgia de los Sacramentos 231
spondeo” subrayan un compromiso. La dote, es por lo tanto, un elemento importante del
desposorio. Más tarde se añadirá, dado que no la encontramos en los documentos anti-
guos la “dexteram iunctio”cuyos testimonios proviene al final del primer siglo antes de
Cristo. Plinio nota, incluso, el envío de un anillo por medio del marido. Un anillo de
fierro “ferrus anulus” sin piedras preciosas “isque sine gema”. Tertuliano hablará de un
anillo de oro. Después de un intervalo, encontrado también en la Biblia, sea en el AT
como en el NT y en los usos judaicos, con los griegos se celebra la boda. Esta compren-
día, desde antes, un sacrificio ofrecido a las divinidades, tutelares del matrimonio:
Zeus, Apolo, Hera, Artémides y Afrodita. Dicho sacrificio se hace en la casa e inicial-
mente por el padre de familia. Más tarde intervendrán los sacerdotes y las sacerdotisas.
Después el sacrificio, tiene lugar el banquete nupcial. Los dos esposos llevan sobre la
cabeza una guirnalda o incluso una corona de metal. Después del banquete nupcial, ya
muy tarde, se forma un cortejo que conduce a la pareja a la casa del marido con música,
danzas y antorchas. Antes de dejar la propia casa, la esposa era entregada por el padre
a su marido (e)kdo/sij). Al momento de la e)kdo/sij los esposos eran coronados. Una vez
que han llegado a la casa del marido, la esposa era acogida a la entrada por los suegros.
Era coronada con frutas, dátiles, higos, nueces, como símbolo de prosperidad y de fe-
cundidad. Los dos esposos daban la vuelta al fuego doméstico o al fogón, tomándose
de la mano y en seguida eran conducidos por los parientes y por los amigos a la cámara
nupcial. Comían en el Tálamo una manzana, símbolo de fecundidad, después el esposo
desataba el cordón de la esposa. Los invitados se retiraban y emitían gritos para alejar a
los espíritus malignos.
En los romanos encontramos costumbres similares. Se denota, sin embargo, una acen-
tuación jurídica característica. La celebración de la boda presentaba diversos elementos:
El sacrificio ofrecido a los dioses y diosas, el banquete nupcial, la domum deductio, la
entrada a la casa del marido y finalmente en la cámara nupcial, la firma de las tablas
nupciales.
• Antes se ofrece en sacrificio una víctima, cerdo, buey, etc. a una de las divinidades
del matrimonio; además de los familiares, entre las divinidades a las que se ofrecía
el sacrificio estaban Venus, Júpiter, Juno y Mercurio. El sacrificio ofrecido primero
en casa y luego en el templo. Ya el día anterior comenzaban las fiestas. La novia ha-
bía consagrado a algunos de sus familiares sus juguetes, sus vestidos de juventud y
vestía una túnica recta, que era un vestido de color blanco que caía verticalmente
mientras la cintura era ceñida por un cordón blanco. La cabellera estaba ordenada
en seis trenzas, sostenidas con cordones de lana atravesados por hilos rojos y blan-
cos. La novia llevaba también el flammeum que es un velo nupcial rojo y una corona
de flores que ella misma había recogido. Antes de entrar en algunos de los detalles
del matrimonio debemos distinguir dos modos de celebrar la boda, de los cuales el
más característico es la confarreatio. Tal celebración tenía raíces antiguas. De hecho
se consagraba a Júpiter un poco de trigo (o algún cereal) que los esposos comían
como signo de comunión. El sacrificio, que constaba de oraciones y otros ritos com-
plicados, era ofrecido por un sacerdote a Júpiter en un templo dedica a él. En esta
celebración debían participar diez testigos. Se nota que el cereal era el alimento
principal de la civilización agrícola de la región del Lazio. A tal ritual, que era prac-
232 Liturgia de los Sacramentos
803 Jn 2, 8.
Liturgia de los Sacramentos 233
La celebración del matrimonio cristiano
El testimonio de la Carta a Diogneto debe ser comprendido en este contexto. Los cris-
tianos conocieron y practicaron los ritos que hemos descrito apenas con cierto detalle.
Lo curioso, es que los cristianos tuvieron un ritual muy pronto que se desarrolló paula-
tinamente y que constaba de ritos y oraciones. Este asunto no es fácil, ya que no se pue-
de pensar que los cristianos se hayan conformado solamente con los ritos paganos, por
lo que es posible imaginar que se hubieran compuesto algunas oraciones o algún gesto
simbólico, sin embargo, no resulta tan sencillo proponer hipótesis dogmatizantes en lo
que se refiere al matrimonio, al menos en los dos primeros siglos de la Iglesia, sería ne-
cesario irse más adelante en el tiempo para encontrar un rito propio del matrimonio con
la intervención del clero no antes del siglo XI, lo que no quiere decir que no se hayan
dado algunas expresiones rituales. Ello deriva una dificultad sobre la antigüedad de
una bendición nupcial sobre los esposos que no se la puede afirmar con certeza antes
del siglo IV804.
Según la carta a Diogneto los cristianos seguían los usos comunes a todos. Ya en el NT
encontramos algunas pistas de este hecho: la esposa que espera entrar en la casa de su
marido805; el banquete de la celebración nupcial se ha tomado como una imagen806. Se
menciona, además, el cortejo que se forma en la noche con antorchas hacia la casa del
esposo807. Es normal, incluso, que los cristianos de Palestina continuasen usando algu-
nas de las costumbres judías. En otras palabras, los cristianos empleaban los ritos que
eran comunes en sus ciudades o poblaciones, evitando aquello que no fuera coherente
con la fe y las exigencias morales del cristianismo, pero no estamos seguros de la pre-
sencia de alguna autoridad eclesiástica en la celebración misma antes del siglo IV.
Tenemos algunos indicios que sugerían el asentimiento del jefe de la comunidad para la
realización del matrimonio, pero no era práctica común808 ni obligatoria, ni tenía la idea
de una oración litúrgica. Por otro lado, existen dificultades por lo que se refiere a la
bendición y sus efectos, pero con ciertas dudas sobre el significado de la imposición de
manos y su validez809. Clemente de Alejandría imagina el engaño al marido cuya espo-
sa recibió la bendición con cabellos falsos. En los Hechos de Santo Tomás, un apócrifo
gnóstico del año 200-250, se imparte una bendición durante las nupcias810.
Dichos indicios, aun cuando carecen del valor científico para probar el uso general del
la Iglesia, no pueden ser descartados apriorísticamente. Puede mas bien, pensarse en un
uso Egipcio del siglo III, pero no podemos ni hacerlo fundamento de la liturgia matri-
monial, ni desdeñarlo indiferentemente811, ya que sería absurdo totalizar ambas pro-
haut moyen âge», en Il matrimonio nella società medievale, Spoleto 1977, 418-419.
811 MOINGT J., Le mariage des chrétiens. Autonomie et mission, 87-88; RITZER K., Formen, Riten, 106.
234 Liturgia de los Sacramentos
puestas. Otro texto de difícil interpretación está tomado del tratado Ad uxorem de Tertu-
liano, escrito hacia el año 200-206, en el cual se lee:
Unde sufficiamus ad enarrandam felicitatem eius matrimonii quod ecclesia
conciliat et confirmat oblatio et obsignat benedictio angeli renunciant, Pater rato
habet. Nam nec in terris filii sine consensu patrum rite et iure nubunt812.
Algunos autores ven en este texto y en algunas de sus expresiones un testimonio de la
existencia en tiempos de Tertuliano, de una bendición conferida por el sacerdote, sin
embargo esta interpretación no es aceptada por los liturgos.
Los problemas acerca de una clara afirmación de ritos son varios, ya que en otros textos
encontramos simplemente un silencio bastante elocuente. Por ejemplo Hipólito de Ro-
ma en la Tradición Apostólica habla de las viudas, pero no presenta ningún texto litúr-
gico a propósito del matrimonio, sólo hace alusión de esta manera:
Si quis non vivit cum muliere, doceatur non fornicari, sed sumere mulierem
secundum legem813.
Las Constituciones Apostólicas hacen referencia al texto de la TA para darle aplicación,
pero nada se añade.
Otro punto sobresaliente es el de la monogamia, tal como lo expresa el tratado del
mismo nombre de Tertuliano:
... id matrimonium postulans quod eis a quibus postulans non licet habere; ab
episcopo monogamo, a presbyteris et diaconis eiusdem sacramenti, a vivuis
quarum sectam in te recusasti. Et illi plane sic dabunt viros et uxores quomodo
buccellas? Hoc enim est apud illos: «Omni petenti te dabis» Et coniungent vos in
ecclesia virgine, unius Christi unica sponsa? Et orabis pro maritis tuis, novo et
vetere...814.
Se trata de prohibir, por parte de Tertuliano en su época montanista, unas segundas
nupcias, por lo que no hay que ver en el «coniungent vos» una imprescindible presencia
del clero. Sería abusivo interpretar, incluso, la presencia del Obispo en la celebración.
815 Liber questionum Veteris et Novi Testamenti; PL 35, 2207; CSEL 50, 400, 11-14; cf. POLLASTRI A.,
«Ambrosiaster», DPAC 1, 156-158.
816 JAFFÉ P., Regesta Pontificum Romanorum 1, Leipzig 1881-1888, nr. 260; PL 16, 1171.
817 PL 84, 632.
818 PL 16, 984.
819 AMBROSIUS, Hexameron, 5, 18; CSEL 30, 238-245: “...eodem iugo benedictionis utriusque colla sociantus,
etiamsi alter obeat separatum regionum longa divortia, quia non corporis cervice, sed mentis iugum gratiæ
receperunt”.
820 RITZER K., Formen, Riten, 419-420.
236 Liturgia de los Sacramentos
Dando un paso más. Tertuliano, en su Apologético, hace alusión al anillo que el esposo
enviaba a su esposa antes del matrimonio: se trata de un anillo de oro, que en otras tra-
diciones no es necesariamente precioso821.
• El formulario de la bendición nupcial y los formularios de la Misa.
Sin lugar a dudas las fórmulas de la bendición nupcial fueron compuestas aquel que las
utilizaba. Los textos de estas bendiciones que se conservaron, están unidos a los formu-
larios de la misa. Ello indica claramente estas bendiciones se empleaban ya desde su
composición durante la celebración eucarística. Los tres grandes tipos de sacramenta-
rios ofrecen algunos textos, que a pesar del lugar de su composición o de su transcrip-
ción, son en su mayor parte de origen romano.
• Sacramentario Veronense: Nos ofrece en el mes de septiembre un formula-
rio de misa con el título: XXXI Incipit velatio nuptialis y una bendición nup-
cial822. La velatio sigue a la bendición de las vírgenes y al formulario de la mi-
sa que se le une823. La bendición está precedida por una especie de invitato-
rio «Adesto, Domine, supplicationibus nostris». La oración que comienza con el
texto «Pater, mundi conditor» se compone de dos partes. Se nota en todo el
conjunto un estilo bastante pomposo y complicado. Mas aun, el texto está
lleno de errores y esto lo hace más difícil. Existen, además, numerosas refe-
rencias a la Escritura824. Constatamos que la teología de esta primera parte
refleja el pensamiento de algunos escritores eclesiásticos: se subraya que la
mujer fue creada a imagen del hombre creado a imagen de Dios. Se puede
decir, que se trata de una teología particularmente bíblica. La oración se cen-
tra en la mujer y en su condición: es débil pero forma una sola cosa con su
marido. En la segunda parte, después de un recuerdo y una petición de san-
tificación por la esposa, la oración se preocupa sobre todo de la mujer ofre-
ciendo el ejemplo de las santas mujeres. Se le recuerda por ende su fecundi-
dad y las obligaciones de su pudor. La oración concluye con un pensamiento
escatológico. El formulario de la misa es muy simple pero esencial en su teo-
logía. El celebrante es reconocido como ministro de la bendición del Señor.
El «Hanc igitur» hace mención de la fecundidad y de largos años de vida
conyugal.
• Sacramentario Gelasiano: En su estructura la, el Gelasiano ha substituido la
oración del Veronense con otra fórmula. El texto de la bendición es casi idén-
tico. El título de los formularios es «Actio nuptialis»825. El objeto directo de la
oración es la esposa y su fecundidad, pero insiste particularmente en la
unión de los cónyuges: «affectu compari, mente consimili, sanctitate mutua». La
rúbrica que sucede a la bendición indica que fue conferida antes del beso de
821 TERTULLIANUS, Apologeticum, 6, 6; PL 1, 302; ID., De cultu fœminarum, 1, 5; PL 1, 1310; ID., De virginibus
velandis, 11, 4; PL 2, 904; ID., De oratione, 22, 10, en CCL 1, 271; ID., De idolatri, 16, 1-4; PL 1, 685.
822 Ve 1105-1110.
823 Números 1103-1104.
824 Gen 1, 24. 28; 9, 1-7; 2, 18-24; Mt 19, 5; Mc 10, 7-10; Ef 5, 28-33.
825 V 1443-1455.
Liturgia de los Sacramentos 237
paz. En cualquier caso, la bendición se confiere después del Pater. En el alto
medioevo la bendición ha sido colocada antes del embolismo. La oración del
Gelasiano tiene como objeto directo a los dos esposos: «Domine, sancte Pater,
omnipotens æterne Deus, iteratis præcibus»826. Se pide la bendición divina a fin
de que tengan hijos, además, se pide que la alianza matrimonial sea sólida y
que puedan tender a la santidad. Se discute sobre el origen de la oración ya
que no se coloca, como otras oraciones episcopales entre el Liberanos y la Pax
Domini. Mas aun, no se la encuentra en ninguna lista de bendiciones episco-
pales. Ciertamente se puede decir que el Sacramentario Gelasiano ha enri-
quecido y transformado los formularios de la celebración.
• Sacramentario Gregoriano Adriano: Bajo el título «Orationes ad sponsas
velandas», presenta la bendición nupcial y los formularios de la Misa827. El
texto de la bendición, ha sido seriamente corregido y modificado, conser-
vando algunos elementos del Gelasiano y del Veronense, pero añadiendo
varios propios de la época y de la mentalidad. Se pone de relieve el origen
de la pareja y la indisolubilidad de la unión conyugal y la imagen de la
unión de Cristo con su Iglesia. Simplemente se añade la expresión «et videant
filios filiorum».
826 V 1454.
827 H 833-839.
828 LOWE E. A. (ed.), The Bobbio Missal, London 1920, 550-551.
829 DUMAS A. (ed.), Liber Sacramentorum gellonensis, en CCL 159, 2629-2639.
830 DACQUINO P., Storia del matrimonio cristiano, 262.
238 Liturgia de los Sacramentos
831 ISIDORUS HISP., De ecclesiasticis officiis, 11, 20; De coniugatis 8; PL 83, 812.
832 FÉROTIN M. (ed.), Liber Ordinum, 433, Paris 1904.
833 Liber Ordinum 434-435.
834 MANSI, 20, 34, can. 14.
835 RITZER K., Formen, Riten, 256 n. 144.
Liturgia de los Sacramentos 239
Algunos problemas teológicos y rituales
Los diversos títulos dados en los manuscritos a la celebración del matrimonio o a la
misma bendición nupcial denotan una cierta indiferencia o bien una incertidumbre. De
hecho, numerosos rituales franceses del matrimonio le dan el nombre de matrimonio a
todo el conjunto de ritos a celebrarse. Se trata, entonces, de algo que es más importante
que la bendición o los formularios de la misa, se trata del consentimiento manifestado
«in facie ecclesiæ», así como del anillo dado a la esposa, etc., que cambiaba el lugar del
consentimiento que antes se hacía en la casa paterna.
Ivo de Chartres insiste fuertemente en el consensus como fundamento del matrimonio
que puede expresarse a través de algún gesto que lo represente y que asegura la sacra-
mentalidad del matrimonio:
Fides consensus est, quando, etiamsi non constringat manum, corde et ore
consentit ducendæ, et mutuo se concedunt una alii et mutuo suscipiant 836.
Por su parte, Guillermo de París dice que el matrimonio sin la bendición no posee ni la
sacramentalidad ni la gracia que le es intrínseca. Esta idea perdurará hasta el concilio
de Trento, e incluso después, considerando de la misma manera la importancia de la
bendición. La redacción de los diversos títulos del ritual podría ser el indicio de una
preocupación particular de la sacramentalidad del matrimonio. Hidelberto de Tours, en
el siglo XIII, ve en el consensus la esencia del matrimonio, pero por otro lado compara el
Sacramento del matrimonio con el del bautismo bajo esta clave: así como el agua bau-
tismal se consagra y recibe una eficacia sacramental, de la misma manera la bendición
del sacerdote une a los que desean casarse837. Con todo, será necesario sortear una seria
de dificultades de orden teológico, para llegar a la conclusión de que no es la bendición
lo fundamental del Sacramento, sino el consentimiento de los esposos que fungen como
ministros.
836 BLIEMETZRIEDER F. P., Heiligenkreuz, en Recherches de théologie ancienne et médiévale I, Louvain 1929,
476 ss.
837 De ordinatione clericorum 7; PL 171, 207 A: «coniugium fit consensus»; 928 A: «Benedictio etiam sacerdotis unit
quos spectat qui & quales sint qui Matrimonium contrahere volunt: An inter eos sit aliquod Canonicum
impedimentum: Utrum sponte, libere, & secundum honestatem Sacramenti velint contrahere: Utrum sint in ætate
legitima; ut vir saltem quatourdecim, mulier vero duodecim annos expleverit, & uterque sciat rudimenta Fidei, cum
ea deinde filios suos docere debeant. Noverit exprobatis Auctoribus, quæ sint Canonica impedimenta Matrimonii
contrahendi, & quæ contractum dirimant; & qui sint gradus consanguinitatis & affinitatis, & item cognationis
spiritualis ex Baptismi vel Confirmationis Sacramento contractæ. Habeat in primis ipse bene cognita præcepta illa
omnia, quæ in Matrimoniis rite conficiendis servari oportere, sacri Canones, & præcipue sancta Synodus Tridentina
240 Liturgia de los Sacramentos
jussit, dabitque operam, ut illa in Parochia sua accurate exacteque serventur. Præsertim vero meminerit, Matromonia
inter raptorem & raptam, dum ipsa in raptoris potestate manserit, inita, necnon clandestina & quælibet Matrimonia,
quæ aliter quam præsente Parocho, vel alio sacerdote de ipsius Parochi vel Ordinarii lecentia, & duobus vel tribus
testibus contrahuntur, ex ipsius Concilii decretis irrita omnino ac nulla esse. Est autem proprius Parochus, qui adesse
debet, is, in cujus Parochia Matrimonium celebratur, sive viri, sive mulieris. Caveat præterea Parochus, ne facile ad
contrahendum Matrimonium admittat vagos & peregrinos, & qui incertas habent sedes, neque item eos, qui antea
conjugavit fuerunt; ut sunt uxores militum, vel captivorum, vel aliorum, qui peregrinantur; nisi diligenter de iis
omnibus facta inquisitione, & re ad Ordinarium delata, ad eoque habita de ejusmodi Matrimonii celebrandi licentia,
quæ gratis concedatur. Antequam Matrimonium contrahantur, ter a proprio contrahentium Parocho continuis diebus
festis in Ecclesia intra Missarum solemnia ad ipsius Concilii præscriptum publice denuntietur, inter quos
Matrimonium sit contrahendum. Si vero vir & mulier Parochiæ sint diversæ, in utraque Parochia fiunt
denuntiationes: quibus denuntiationibus factis, si nullum legitimum opponatur impedimentum, ad celebrationem
Matrimonii procedatur. Sed si quid obstat, ultra Parochus non procedat. Quod si aliquando probabilis fuerit suspicio,
vel alia rationabilis causa subsit, arbitrio Episcopi, Matrimonium malitiose impediri posse, si tot præcesserint
denuntiationes, tunc de licentia Ordinarii, vel una tantum fiat denuntiatio, vel saltem Parocho, & duobus vel trinus
testibus præsentibus Matrimonium celebretur. Deinde ante illius consummationem denuntiationes in Ecclesia fiant;
ut si aliqua subsunt impedimenta, facilius detegant, nisi aliter Ordinarius ipse expedire judicaverit. Has autem
denuntiationes Parochus facere non agrediatur, nisi prius de utriusque contrahendis libero consensu sibi bene constet.
Si vero infra duos menses post factas denuntiationes Matrimonium non contrahatur, denuntiationes repetantur, nisi
aliter Episcopo videatur. Denuntiationes autem fiant hoc modo, Inter Missarum solemnia Parochus populum
admoneat in hanc sententiam vulgari sermone. Notum sit omnibus hic præsentibus, quod N. vir, & N. mulier,
ex tali, vel tali familia, & Parochia, Deo adjuvante, intendunt inter se contrahere Matrimonium. Proinde
admonemus omnes & singulos, ut si quis noverit aliquod consanguinitatis, vel affinitatis, aut cognationes
spiritualis, vel quodvis aliud impedimentum inter eos esse, quod Matrimonium contrahendum invicem
impediat, illud quam primum nobis denuntiare debeat; & hoc admonemus primo, si fuerit prima; vel
secundo, si fuerit secunda; vel tertio, si fuerit tertia denuntiatio. Moneat Parochus conjuges, ut ante benedictionem
Sacerdotalem in templo suscipienda in eadem domo non cohabitent, neque Matrimonium consumment, nec etiam
simul maneant; nisi aliquibus propinquis, vel aliis præsentibus, quæ benedictio a nullo alio, quam ab ipso Parocho,
seu ab alio Sacerdote de ipsius Parochi vel Ordinarii licentia, fieri debet. Caveat etiam Parochus, ne quando conjuges
in primis nuptiis benedictionem accepirent, eos in secundis benedicat, sive mulier, sive etiam vir ad secundas nuptias
transeat. Sed ubi ea viget consuetudo, ut si mulier nemini umquam nupserit, etiamsi vel aliam uxorem habuerit,
nuptiæ benedicantur, ea servanda est. Sed viduæ nuptias non benedicat, etiamsi ejus vir numquam uxorem duxerit.
Matrimonium in Ecclesia maxime celebrari decet; sed si domi celebratum fuerit præsente Parocho & testibus, sponsi
veniant ad Ecclesiam benedictionem accepturi, & tunc caveat Sacerdos, ne iterum a contrahentibus consensum exigat;
sed tantum benedictionem illis conferat, celebrata Missa, ut infra dicetur. Admoneantur præterea conjuges, ut
antequam contrahant, sua peccata diligenter confiteantur & ad sanctissimam Eucharistiam, atque ad Matrimonii
Sacramentum suscipiendum pie accedant, & quomodo in eo recte & Christiane conversari debeant, diligenter
instruantur ex Divina Scriptura, exemplo Tobiæ & Saræ, verbisque Angeli Raphaelis eos edocentis, quam sancte
coniuges debeant convivere. Postremo meminerint Parochi, a Dominica prima Adventus usque ad diem Epiphaniæ, &
a Feria quarta Cinerum usque ad Octavam Paschæ inclusive, solemnitas nuptiarum prohibitas esse; ut nuptias
benedicere, sponsam traducere, nuptialia celebrare convivia. Matrimonium autem omni tempore contrahi potest.
Nuptiæ vero qua decet modestia & honestate fiant: sancta enim res est Matrimonium, sancteque tractandum. Quæ
omnia fere ex sacri Concilii Tridentini decretis desumpta, & item alia, quæ ibi de Matrimonio rite contrahendo
præcipiuntur, sunt diligenter servanda.”.
839 RR 1614 : “Parochus igitur Matrimonium celebraturus, publicationibus factis tribus diebus Festis, ut dictum est,
si nullum obstet legitimum impedimentum, in Ecclesia superpelliceo & alba stola indutus, adhibito uno saltem Clerico
superpelliceo pariter induto, qui librum & vas Aquæ benedictæ cum aspersorio deferat, coram tribus aut duobus
Liturgia de los Sacramentos 241
tro —en este caso, el sacerdos— participa con la bendición: “Yo los uno en matrimonio
en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo”840. Acto seguido, bendice el
anillo que será impuesto a los cónyuges841. Se concluye con una letanía y una oración842
y se ofrecen algunas indicaciones para la celebración de la Eucaristía, así como una ex-
plicación del asentamiento del acta por parte del párroco843.
testibus, virum & mulierem, quos parentum vel propinquorum suorum præsentia cohonestari decet, de consensu in
Matrimonium interroget utrumque sigillatim in hunc modum vulgari sermone. N. vis accipere N. hic præsentem
in tuam legitimam uxorem juxta ritum sanctæ Matris Ecclesiæ? Respondeat sponsus: Volo. Mox Sacerdos
sponsam interroget: N. vis accipere N. hic præsentem in tuum legitimum maritum juxta ritum sanctæ
Matris Ecclesiæ? Respondeat sponsus: Volo.”.
840 RR 1614 : “Nec sufficit consensus unius, sed debet esse amborum, & expressus aliquo signo sensibili, sive fiat per
se, sive per procuratorem. Mutuo igitur contrahentium consensu intellecto, Sacerdos jubeat eos invicem jungere
dexteras dicens: Ego conjugo vos in matrimonium, In nomine Patris, X & Filii, & Spiritus sancti. Amen.”.
841 RR 1614 : “Vel aliis utatur verbis juxta receptum uniuscujusque Provinciæ ritum: postea eos aspergat aqua
benedicta: mox benedicat annulum. V. Adjutorium nostrum in nomine Domini. R. Qui fecit cœlum & terram.
V. Domine exaudi orationem meam. R. Et clamor meus ad te veniat. V. Dominus vobiscum. R. Et cum
spiritu tuo. Oremus. Benedic X Domine annulum hunc, quem nos in tuo nomine benedicimus, X ut quæ
eum gestaverit, fidelitatem integram suo sponso tenens, in pace & voluntate tua permaneat, atque in mutua
charitate semper vivat. Per Christum Dominum nostrum. Amen. Deinde Sacerdos aspergat annulum aqua
benedicta in modum Crucis, & sponsus acceptum annulum de manu Sacerdotis imponit in digito annulari sinistræ
manus sponsæ, Sacerdote dicente: In nomine Patris, X & Filii, & Spiritus sancti. Amen. Mox subjungat, V.
Confirma hoc Deus, quod operatus es in nobis. R. A templo sancto tuo, quod est in Jerusalem”.
842 RR 1614 : “Oremus. Respice, quæsumus Domine, super hos famulos tuos, & institutis tuis, quibus
propagationem humani generis ordinasti, benignus assiste: ut qui te auctore junguntur, te auxiliante,
serventur. Per Christum Dominum nostrum. Amen”.
843 RR 1614 : “His expletis, si benedicendæ sint nuptiæ, Parochus Missam pro sponso & sponsa, ut in Missali
Romano, celebret, servatis omnibus quæ ibi præscribuntur. Ceterum, si quæ Provinciæ aliis, ultra prædictas,
laudabilibus consuetudinis & cæremoniis in celebrando Matrimonii Sacramento utuntur, eas sancta Tridentina
Synodus optat retineri. Peractis omnibus, Parochus manu sua describat in libro Matrimoniorum nomina
conjugum, & testium, & alia juxta formulam præscriptam; idque licet ejus Sacerdos, vel a se, vel ab
Ordinario delegatus Matrimonium celebraverit”.
844 Rituale Romanum ex decreto Sacrosancti Oecumenici Concilii Vaticani II renovatum auctoritate Pauli PP. VI
Editum Ioannis Pauli II cura recognitum Ordo Celebrandi Matrimonium editio typica altera, Typis Poliglottis
Vaticanis, Città del Vaticano 1991.
242 Liturgia de los Sacramentos
• Ritos iniciales846
• Liturgia de la Palabra847
• Celebración del Matrimonio848
• Interrogación o examen849
• Consentimiento850
• Recepción del Consentimiento851
• Bendición y entrega de los anillos852
• Oración Universal853
• Liturgia Eucarística
• Bendición Nupcial854
• Conclusión de la celebración855.
845 El OCM presenta además, en los capítulos sucesivos, la posibilidad de celebrar el matrimonio sin Misa, o
bien con un laico que preside, o entre una parte católica y otra no católica o catecúmena.
846 OCM 45-54.
847 OCM 55-57; 179-222.
848 OCM 58-69.
849 OCM 60: “Tunc sacerdos interrogat de libertate, de fidelitate et de suscipienda et educanda prole atque
singuli respondent: N et N venitisne huc sine caoctione, sed libero et pleno corde ad Matrimonium
contrahendum?...”.
850 OCM 61: “Sacerdos eos invitat ut consensum exprimant: Cum igitur sancti Matrimonii fœdus inire
intendatis, dexteras iungite et coram Deo eiusque Ecclesia consensum vestrum exprimite”.
851 OCM 64: “Deinde sacerdos excipiens consensum dicit sponsis: Hunc vestrum consensum, quem coram
Ecclesia manifestastis, Dominus benigne confirmet et benedictionem suam in vobis implere dignetur. Quod
Deus coniungit, homo non separet”.
852 OCM 66-68.
853 OCM 69; 251-252.
854 OCM 72-76; 242-244.
855 OCM 77-78; 249-250.
856 CEC 1601.
857 Cf. Ap 19, 7. 9; 1 Cor 7, 39; CEC 1602.
Liturgia de los Sacramentos 243
sia, su esposa amada por la que se entregó. Es, pues, conveniente que los esposos
sellen su consentimiento en darse el uno al otro mediante la ofrenda de sus propias
vidas, uniéndose a la ofrenda de Cristo por su Iglesia, hecha presente en el sacrifi-
cio eucarístico, y recibiendo la Eucaristía, para que, comulgando en el mismo
Cuerpo y en la misma Sangre de Cristo, «formen un solo cuerpo» en Cristo”858.
La celebración del matrimonio, en cuanto gesto sacramental de santificación debe ser
por sí misma válida, digna y fructuosa. Donde los esposos son quienes, como ministros
de la gracia de Cristo, se confieren mutuamente el Sacramento del Matrimonio expre-
sando ante la Iglesia su consentimiento859.
Los elementos constitutivos de la celebración del Matrimonio en los diferentes ritos son,
en general: oraciones de bendición y de epíclesis pidiendo a Dios su gracia y la bendi-
ción sobre la nueva pareja, especialmente sobre la esposa860.
El Consentimiento Matrimonial
“Los protagonistas de la alianza matrimonial son un hombre y una mujer bauti-
zados, libres para contraer el matrimonio y que expresan libremente su consenti-
miento. «Ser libre» quiere decir:
• no obrar por coacción;
• no estar impedido por una ley natural o eclesiástica” 861.
Aquí reside toda la importancia y centralidad del Sacramento, tanto que es el elemento
indispensable «que hace el matrimonio». Si el consentimiento862 falta, no hay matrimo-
nio863, pues consiste en «un acto humano, por el cual los esposos se dan y se reciben
mutuamente»: «Yo te recibo como esposa (como esposo)». Une a los esposos entre sí,
encuentra su plenitud en el hecho de que los dos «vienen a ser una sola carne». Es un
acto de la voluntad de cada uno de lo contrayentes, libre de violencia o de temor grave
externo. Ningún poder humano puede reemplazar este consentimiento. Si esta libertad
falta, el matrimonio es inválido864.
to y de la Iglesia. El Espíritu Santo es el sello de la alianza de los esposos, la fuente siempre generosa de su
amor, la fuerza con que se renovará su fidelidad.
861 CEC 1625.
862 CEC 1639 El consentimiento por el que los esposos se dan y se reciben mutuamente es sellado por el
mismo Dios. De su alianza «nace una institución estable por ordenación divina, también ante la sociedad».
La alianza de los esposos está integrada en la alianza de Dios con los hombres: «el auténtico amor conyugal
es asumido en el amor divino».
863 CEC 1626.
864 CEC 1629: “Por esta razón (o por otras razones que hacen nulo e inválido el matrimonio), la Iglesia, tras
examinar la situación por el tribunal eclesiástico competente, puede declarar «la nulidad del matrimonio»,
es decir, que el matrimonio no ha existido. En este caso, los contrayentes quedan libres para casarse, aun-
que deben cumplir la obligaciones naturales nacidas de una unión precedente anterior”.
244 Liturgia de los Sacramentos
865 CEC 1638. 1640: «Del matrimonio válido se origina entre los cónyuges un vínculo perpetuo y exclusivo
por su misma naturaleza; además, en el matrimonio cristiano los cónyuges son fortalecidos y quedan como
consagrados por un Sacramento peculiar para los deberes y la dignidad de su estado». Por tanto, el vínculo
matrimonial es establecido por Dios mismo, de modo que el matrimonio celebrado y consumado entre bau-
tizados no puede ser disuelto jamás. Este vínculo que resulta del acto humano libre de los esposos y de la
consumación del matrimonio es una realidad ya irrevocable y da origen a una alianza garantizada por la
fidelidad de Dios. La Iglesia no tiene poder para pronunciarse contra esta disposición de la sabiduría divi-
na.
866 CEC 1642: “Cristo es la fuente de esta gracia. «Pues de la misma manera que Dios en otro tiempo salió al
encuentro de su pueblo por una alianza de amor y fidelidad, ahora el Salvador de los hombres y Esposo de
la Iglesia, mediante el Sacramento del Matrimonio, sale al encuentro de los esposos cristianos». Permanece
con ellos, les da la fuerza de seguirle tomando su cruz, de levantarse después de sus caídas, de perdonarse
mutuamente, de llevar unos las cargas de otros, de estar «sometidos unos a otros en el temor de Cristo» (Ef
5, 21) y de amarse con un amor sobrenatural, dedicado y fecundo. En las alegrías de su amor y de su vida
familiar les da, ya aquí, un gusto anticipado del banquete de las bodas del Cordero”.
867 CEC 1643-1644: “El amor conyugal comporta una totalidad en la que entran todos los elementos de la
persona —reclamo del cuerpo y del instinto, fuerza del sentimiento y de la afectividad, aspiración de espí-
ritu y de la voluntad—; mira a una unidad profundamente personal que, más allá de la unión en una sola
carne, conduce a no tener más que un corazón y un alma; exige la indisolubilidad y la fidelidad de la donación
recíproca definitiva; y se abre a la fecundidad. En una palabra: se trata de características normales de todo
amor conyugal natural, pero con un significado nuevo que no sólo las purifica y consolida, sino las eleva
hasta el punto de hacer de ellas la expresión de valores propiamente cristianos. El amor de los esposos
exige, por su misma naturaleza, la unidad y la indisolubilidad de la comunidad de personas que abarca la
vida entera de los esposos: «De manera que ya no son dos sino una sola carne» (Mt 19, 6). «Están llamados
a crecer continuamente en su comunión a través de la fidelidad cotidiana a la promesa matrimonial de la
recíproca donación total». Esta comunión humana es confirmada, purificada y perfeccionada por la comu-
nión en Jesucristo dada mediante el Sacramento del Matrimonio. Se profundiza por la vida de la fe común y
por la Eucaristía recibida en común.”.
Liturgia de los Sacramentos 245
La Iglesia Doméstica
La pareja que ha establecido una alianza de amor, en aquel que es la fuente del amor, se
constituye en una comunidad; unidad común en el amor. Unidad que asistida por la
gracia santificante de un hombre y una mujer bautizados que recibieron por las aguas
bautismales y que les concedió un sacerdocio común870, ahora “con un nuevo Sacramen-
to los va a enriquecer y a dar nuevas fuerzas para que guarden mutua fidelidad, cum-
plan los mandamientos divinos y amen a Dios y a su prójimo como a sí mismos”. En
ese sentido se abre una dimensión innovadora en los esposos: en habiendo celebrado
un rito formal, se constituyen, por el consentimiento en Iglesia Doméstica871, lugar teo-
fánico del único amor creador de Dios, se convierten en ícono de la misma trinidad
cuando hacen fructificar ese amor. Desde esta comunidad, alimentarán a la Iglesia y a la
sociedad por medio de su amor mutuo y su colaboración en la creación.
868 CEC 1646-1647: “El amor conyugal exige de los esposos, por su misma naturaleza, una fidelidad invio-
lable. Esto es consecuencia del don de sí mismos que se hacen mutuamente los esposos. El auténtico amor
tiende por sí mismo a ser algo definitivo, no algo pasajero. «Está íntima unión, en cuanto donación mutua
de dos personas, como el bien de los hijos exigen la fidelidad de los cónyuges y urgen su indisoluble uni-
dad». Su motivo más profundo consiste en la fidelidad de Dios a su alianza, de Cristo a su Iglesia. Por el
Sacramento del Matrimonio los esposos son capacitados para representar y testimoniar esta fidelidad. Por el
Sacramento, la indisolubilidad del matrimonio adquiere un sentido nuevo y más profundo”.
869 CEC 1652-1654: “«Por su naturaleza misma, la institución misma del matrimonio y el amor conyugal
están ordenados a la procreación y a la educación de la prole y con ellas son coronados como su culmina-
ción»: Los hijos son, ciertamente, el don más excelente del matrimonio y contribuyen mucho al bien de sus
mismos padres. El mismo Dios, que dijo: «No es bueno que el hombre esté solo (Gen 2, 18), y que hizo
desde el principio al hombre, varón y mujer» (Mt 19, 4), queriendo comunicarle cierta participación espe-
cial en su propia obra creadora, bendijo al varón y a la mujer diciendo: «Creced y multiplicáos» (Gen 1, 28).
De ahí que el cultivo verdadero del amor conyugal y todo el sistema de vida familiar que de él procede, sin
dejar posponer los otros fines del matrimonio, tiende a que los esposos estén dispuestos con fortaleza de
ánimo a cooperar con el amor del Creador y Salvador, que por medio de ellos aumenta y enriquece su
propia familia cada día más. La fecundidad del amor conyugal se extiende a los frutos de la vida moral,
espiritual y sobrenatural que los padres transmiten a sus hijos por medio de la educación. Los padres son
los principales y primeros educadores de sus hijos. En este sentido, la tarea fundamental del matrimonio y
de la familia es estar al servicio de la vida. Sin embargo, los esposos a los que Dios no ha concedido tener
hijos pueden llevar una vida conyugal plena de sentido, humana y cristianamente. Su matrimonio puede
irradiar una fecundidad de caridad, de acogida y de sacrificio”.
870 CEC 1657: “Aquí es donde se ejercita de manera privilegiada el sacerdocio bautismal del padre de familia,
de la madre, de los hijos, de todos los miembros de la familia, «en recepción de los Sacramentos, en la ora-
ción y en la acción de gracias, con el testimonio de una vida santa, con la renuncia y el amor que se traduce
en obras». El hogar es así la primera escuela de la vida cristiana y «escuela del más rico humanismo». Aquí
se aprende la paciencia y el gozo del trabajo, el amor fraterno, el perdón generoso, incluso reiterado, y
sobre todo el culto divino por medio de la oración y la ofrenda de la propia vida”.
871 CEC 1656: “En nuestros días, en un mundo frecuentemente extraño e incluso hostil a la fe, las familias
creyentes tienen una importancia primordial en cuanto faros de una fe viva e irradiadora. Por eso el Conci-
lio Vaticano II llama a la familia, con una antigua expresión «Ecclesia domestica». En el seno de la familia,
«los padres han de ser para sus hijos los primeros anunciadores de la fe con su palabra y con su ejemplo, y
han de fomentar la vocación personal de cada uno y, con especial cuidado, la vocación a la vida consagra-
da»“.
246 Liturgia de los Sacramentos
Conclusión
El estudio de los sacramentos en su proyecto evolutivo – histórico – teológico, nos da
pautas para entender la riqueza celebrativa de la Iglesia; descubrir la grandeza del Mis-
terio de Cristo, es profundizar acerca del valor de los signos y la fórnulas que acompa-
ñan la celebración de cada uno de los sacramentos.
Liturgia de los Sacramentos 247
Bibliografía.
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Liturgia de los Sacramentos 265
Indice
Objetivo General 3
Introducción 3
Notas preliminares. 4
Abreviaciones 5
Bibliográficas 5
En general 10
Hacia una teología de la Liturgia Sacramental 11
¿Qué es un Signo? 11
¿Qué es un símbolo? 12
¿Qué es el misterio? 13
El misterio en el culto. 13
El misterio en la filosofía. 13
El misterio como término bíblico 13
El misterio en la Iglesia antigua 14
De los apóstoles a San Agustín 15
San Agustín 15
¿Qué es un Sacramento? 16
Aspecto teándrico eclesiológico de los Sacramentos. 17
Los Sacramentos de la fe 19
Origen, diversificación y estructura del signo sacramental 20
Los Sacramentos, encuentro privilegiado de gracia y libertad: eficacia simbólica y respuesta de fe 22
Sacramentos de Iniciación 25
Perspectiva general de la Iniciación Cristiana 25
Aspectos rituales provenientes de la tradición hebrea 25
Tradición bíblica 25
Tradición rabínica Mishnah (finales de s. II a. C.) 25
Tradición profética 25
Conclusiones 25
Estructura catecumenal emergente de la praxis vivida en la tradición bíblica 26
Sinópticos 26
Hch 1-2 26
Conclusiones 26
Tradición patrística 26
Siglos I-II 26
La Didaché 26
Las odas de Salomón 27
La carta de Bernabé 27
El pastor de Hermas 27
San Justino 27
Ireneo de Lyon 27
Clemente de Alejandría 28
Conclusiones 28
Siglo III. 28
Cipriano 28
Tertuliano 28
Hipólito de Roma: Tradición Apostólica 29
266 Liturgia de los Sacramentos
Sentido 88
Modo de celebrar 88
Orate fratres 88
Historia 88
Sentido 89
Modo de celebrar 89
Super Oblata 90
Historia 90
Sentido 90
Modo de celebrar 90
Plegaria Eucarística 91
Historia 91
Sentido 93
Modo de celebrar 93
Prefacio 93
Historia 93
Sentido 94
Modo de celebrar 94
Sanctus 95
Historia 95
Sentido 96
Modo de celebrar 96
Post – Sanctus 96
Historia 96
Sentido 96
Te igitur 97
Historia 97
Epíclesis 99
Historia 99
Sentido 101
Narratio 101
Historia 101
Sentido 102
Anámnesis y ofrenda 104
Historia 104
Sentido 105
2ª Epíclesis 106
Sentido 106
Intercesiones 106
Historia 106
Sentido 108
Doxología 109
Historia 109
Sentido 109
Las plegarias eucarísticas después de la Reforma del Vaticano II 110
La II Plegaria Eucarística 110
La III Plegaria Eucarística 111
La IV Plegaria Eucarística 111
La plegaria eucarística «pro variis necessitatibus» o del Sínodo Suizo 111
Las Plegarias Eucarísticas de la Reconciliación 112
Las Plegarias Eucarísticas para Misas de Niños 112
Rito de Comunión 112
Liturgia de los Sacramentos 269
Padre Nuestro 112
Historia 112
Sentido 113
Modo de celebrar 113
El Embolismo 114
Historia 114
Sentido 114
Modo de celebrar 114
La Pax Domini 114
Historia 114
Sentido 115
Modo de celebrar 115
La Fracción y la Conmixtión 116
Historia 116
Sentido 117
Modo de celebrar 117
La Comunión 118
Historia 118
Sentido 119
Modo de celebrar 120
Ritos conclusivos 121
La Oración después de la Comunión 121
Historia 121
Sentido 121
Modo de celebrar 121
La Bendición 122
Historia 122
Sentido 122
Modo de celebrar 122
Sacramentos de sanación. 123
Penitencia. 123
Antigua disciplina y liturgia de la Penitencia 123
Textos del NT. 123
Los primeros escritos cristianos 124
La Didaché 124
La Carta de Bernabé 125
La primera Carta de Clemente de Roma a los Corintios 125
El Pastor de Hermas 125
La reconciliación del siglo III al VI 125
La Didascalía de los Apóstoles 126
Las Constituciones Apostólicas 126
El Sacramentario Veronense 126
Ireneo de Lyon 126
Clemente de Alejandría 127
Tertuliano 127
Hipólito de Roma 127
Orígenes 127
Inocencio I 127
Agustín de Hipona 128
Los Concilios 128
La reconciliación del siglo VII al IX 128
270 Liturgia de los Sacramentos
Conclusión: 180
L.G. 11 180
Nombre del Sacramento 181
Tiempo oportuno para recibirlo. 181
Rito continuado 181
Número de las unciones 181
Texto del rito 181
Trabajo sobre el nuevo rito 181
Algunas observaciones 182
Algunos principios 183
Constitución Apostólica 183
Ordo Unctionis infirmorum 184
Contenido 184
Ritus ordinarius 186
El Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica 187
Naturaleza del Sacramento 187
El Rito de la Iglesia Apostólica 188
Materia y forma del Sacramento de la Unción de los Enfermos 188
Ministro 188
Sacramentos al servicio de la comunidad. 189
Orden Sacerdotal 189
Notas introductorias: 189
Ordo - ordinatio 189
Ordinatio 190
Consecratio & benedictio 190
Xeirotoni/a & kaJi/stasJai 191
La Teología Litúrgica del Orden en la TA 193
Análisis del formulario de la ordenación: tipología, epíclesis. 194
Conclusiones 199
De presbiteris: TA 7 199
De Diaconis 204
Conclusión 207
El Sacramentario Veronense 207
Presbíteros 211
En el AT 214
En el NT 214
Conclusiones 215
Diáconos 215
Teología del Concilio de Trento 216
Doctrina sobre el sacramento del orden 216
De la institución del sacerdocio de la Nueva Ley 216
Que el orden es verdadero sacramento 216
De la jerarquía eclesiástica y de la ordenación 216
Cánones sobre el sacramento del orden 217
El Nuevo Ordo Ordinationis Diaconorum, Presbyterorum & Episcopi 218
El Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica 226
Los tres grados del Sacramento del Orden 226
La Celebración de este Sacramento 228
Matrimonio. 229
Del siglo I al IV 229
El matrimonio en los griegos y los romanos 230
Liturgia de los Sacramentos 273
La celebración del matrimonio cristiano 233
El Matrimonio cristiano en Occidente del siglo IV al X 234
La «Velatio Nuptialis» 235
La liturgia matrimonial en otros países 237
El Matrimonio «in facie ecclesiæ» 238
Algunos problemas teológicos y rituales 239
El «Rituale Romanum» de Pablo V 239
Celebración del Sacramento del Matrimonio 240
El Nuevo Ordo celebrandi Matrimonium 241
El Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica 242
La Celebración del Matrimonio 242
El Consentimiento Matrimonial 243
La Iglesia Doméstica 245
Conclusión 246
Bibliografía. 247
Indice 265