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ANTROPOLOGÍA,
PATRIMONIO, DIVERSIDAD Y
DESARROLLO
1
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
CONTENIDO
Presentación ...................................................................................................................... 11
Referencias bibliográficas................................................................................................. 19
1. AFRICAMÉRICA ......................................................................................................... 21
Presentación ...................................................................................................................... 21
Referencias bibliográficas................................................................................................. 44
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Presentación. ..................................................................................................................... 45
Varonía.............................................................................................................................. 51
Género-ficción .................................................................................................................. 53
Referencias bibliográficas................................................................................................. 57
Presentación ...................................................................................................................... 58
Referencias bibliográficas................................................................................................. 77
Presentación ...................................................................................................................... 78
Breve reflexión sobre las religiones y los dioses que vuelven si alguna vez se fueron. ... 78
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Referencias bibliográficas................................................................................................. 99
Elementos para la gestión institucional de los conflictos de, entre y con indígenas ...... 123
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
La espiral de las violencias y los conflictos en Colombia y la memoria histórica. ........ 132
La crisis del desarrollo, su terquedad y lo que se agita por fuera, en contra o a pesar del
mismo.............................................................................................................................. 143
La crisis del desarrollo y los grupos étnicos. El caso colombiano .............................. 148
El desastre de Tierradentro (Cauca, Colombia) y la gestión social de una tragedia. ...... 152
Los dioses y la naturaleza hablan con el capital trasnacional y con los estados
contemporáneos. ............................................................................................................. 166
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
La acción del Estado frente a las diferentes configuraciones societales de los indígenas
en ciudad. .................................................................................................................... 188
Los intercambios con los territorios y las comunidades de origen ............................. 194
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
El juzgamiento............................................................................................................. 252
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
PRESENTACIÓN GENERAL
Este texto recoge en su mayoría una serie de ensayos escritos a lo largo del Máster de
Antropología: Gestión del Patrimonio, la Diversidad y el Desarrollo, cursado en la
Universidad de Sevilla (España) entre los años 2015 y 2016. Carecen del rigor que le podría
aportar una extensa revisión bibliográfica de cada uno de los temas abordados, pero en
cambio acusa de cierta libertad narrativa propia de quien se asoma interesadamente en el
infinito mundo de las diversidades y prevalido de la distancia geográfica se piensa el país
con nostalgia y hasta con rabia.
A través de trece (13) capítulos la preocupación central es precisamente la multidiversidad,
referida al género, a lo étnico, a lo religioso, a lo cultural, y a los sellos que impone la
violencia, el marco jurídico nacional y la exclusión en la vivencia de la misma.
En efecto, no hay diversidad y singularidad construida en el vacío de las relaciones y de la
historia, tampoco por fuera de la capacidad que tienen los seres humanos de dotar la vida de
sentido. En el caso colombiano el sino ha sido precisamente la impronta que han dejado las
armas en los territorios, las identidades, las memorias y hasta el cuerpo mismo.
Sin embargo el caleidoscopio que hoy se constata evidencia que la vida es terca y que pese
a tantas omisiones, vacíos y hasta planes siniestros, los colombianos insistimos en dibujar
fronteras con las temperas de los derechos humanos, las culturas ancestrales, cierto sentido
de trascendencia espiritual y mucha imaginación.
La diversidad pensada con nuestra gramática nos permite asumir el discurso antropológico
como una excusa para el dialogo social y la reinvención de pasados, presentes y futuros
(capítulo1); ver a África especularmente en la afrocolombianidad y afroamericanidad
(capítulo 2); polemizar con los feminismos de origen europeo para repensar la masculinidad
y esa pulsión machista que nos ha conducido a tantas desgracias (capítulo 3); asumir a los
habitantes de calle como un segmento de la población del tamaño de varias ciudades, cuya
existencia desafía la libertad y las políticas sanitarias (capítulo 4).
Es gracias a esa diversidad que los dioses y los espíritus acuden a escenarios prosaicos de
negociación intercultural y glocal, invocados por los derechos humanos y la vitalidad de
muchas culturas afros e indígenas (capítulos 5 y 9). Pero también es una realidad
conflictiva que obliga a algún tipo de gestión institucional por algunos costos humanitarios
o de convivencia que se generan (capítulo 6).
Los fenómenos culturales, mejor dicho las culturas vivas generan derechos y obligaciones a
los Estados, más allá de políticas de protección de bienes culturales. Implica restricciones al
desarrollo, nuevos enfoques o simple abandono del mismo (capítulo 8). Comporta la
obligación de la protección y reparación cultural, y una debida atención a los portadores o
creadores de las culturas amenazadas (capítulos 7 y 12).
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
De otro lado la diversidad está hecha también de prácticas de momento y de lugar (capítulo
13), o realidades que incursionan o se manifiestan en espacios urbanos e industriales a
pesar de que desde hace mucho se han considerado territorios poco fértiles para las culturas
y las identidades (capítulo 10).
Finalmente el giro lingüístico que hace unos años dieran las ciencias sociales, también nos
ha invitado a ver a los violentos como sujetos dotados con discurso, es decir portadores y
generadores de un locus y de una capacidad de justificar a sus acciones en contraste a los
nuevos discursos sobre el terrorismo que niegan la humanidad del contradictor y lo reifican
como el mal supremo a extirpar (capítulo 11).
Cada capítulo puede ser leído entonces de forma independiente. Incluso todos los capítulos
se pueden leer en el orden que se prefiera. Reamente no hay una lógica clara en la manera
como han sido ordenados, lo importante es que haya disposición y algo de paciencia para
asomarse a una o muchas ventanas perfiladas gracias a una corta estancia en el extranjero y
a evocaciones de casi dos décadas de trabajo con grupos indígenas y rurales.
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Presentación
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
horizonte ideológico de las revoluciones obreras que de suyo debían romper la cosificación
y la fetichización de la mercancía. Desde este punto de vista era un romántico empedernido
y en sus teorías subyacía la reivindicación de una estética de lo simple.
En cambio los profesionales modernos suelen tomar irreversible distancia en virtud a la
construcción académica de su objeto y a las disputas en general tan inútiles por definir un
campo especializado para su hacer, en algunos casos parcialmente superadas por la
interdisciplinariedad y la erudición.
Cooperación interdisciplinaria que sin embargo suele parecerse al diálogo de aquellos siete
sabios ciegos a los que a cada uno se le permitió palpar una parte específica de un elefante,
para que luego mediante los recursos del dialogo y la comunicación disertaran entre sí
sobre la totalidad del animal. Nunca se pusieron de acuerdo porque cada quien pretendía
convencer a los demás que el bicho tenía la forma exacta de la representación de la parte
que por azar le había correspondido. Representación que por supuesto no era fiel y quizá ni
aproximada, porque estaba mediada por lo que cada sujeto tenía en la cabeza y por el
lenguaje que utilizaba para categorizarla y comunicarla.
La ceguera que pretende no serlo parecería ser entonces el camino de las profesiones,
resarcida acaso por el relativo poder instrumental que tengan, pues claramente algunas
participan en la construcción de puentes, edificios y bombarderos, y otras son conjuntos de
enunciados y métodos de abordaje de algo tan esquivo como las realidades sociales,
históricas y culturales, que incluso pueden servir para naturalizar y justificar el uso de los
bombarderos.
Felizmente ha quedado demostrada la inutilidad de que las ciencias humanas o sociales (o
del espíritu) insistan en parecerse a las llamadas ciencias naturales o exactas, lo cual
obviamente no descarta la legitimidad de algunas escuelas de sociología americana que se
ocupan de construir modelos sociales y parametrizar conductas para su medición y
proyección, porque especialmente los miembros de sociedades urbanizadas tienden a
ajustar sus preferencias de acuerdo a unos patrones susceptibles de identificación mediante
métodos cuantitativos.
Después de un largo camino las ciencias sociales parecen haber concluido que más que un
objeto o un método necesitan un sentido, y que este es precisamente la construcción de
sentido.
Este giro lingüístico, como ha sido llamado, asume que la realidad es un cruce de hechos
discursivos frente al cual proceden opciones analíticas deconstructivas para develar el
entramado con el que están montadas algunas prácticas, o ejercicios libertarios orientados a
la construcción de consensos mediante el uso de la comunicación directa, el dialogo y la
concertación honesta a partir de la inevitabilidad de proposiciones que se impongan por la
fuerza de la razón.
Las pretensiones de objetividad ceden así a los lugares de enunciación, que deben ser
problematizados a través de la crítica que ejerza quien estudie los complejos discursivos de
otros, o evidenciados mediante la autoreflexividad de quien los observa pues en el dato de
lo observado hay tanto de los otros como de quien lo construye.
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
sino que al calor de la globalización puede fluir, transnacionalizarse y hasta generar nuevos
localismos; D. que la descolonización política requiere de diferentes formas de
decolonización epistemológica por parte de los sujetos que durante mucho tiempo fueron
objeto pasivo de la antropología, y que para ello se requiere no solo que ellos lo hagan de
forma directa, sino que se doten de sus propios marcos teóricos y metodológicos; y E. que
las narrativas antropológicas y etnohistóricas independientemente de su veracidad científica
pueden contribuir al empoderamiento de sectores subalternos y a su acción colectiva, con la
construcción de consensos y de verdades necesarias en vez de verdades objetivas de
anaquel.
A mi manera de ver hay algunas vertientes de esta antropología repotenciada que expresan
bien el cambio de mirada. Por ejemplo la antropología del derecho y sus debates sobre los
fundamentos de la pretendida universalidad de los Derechos Humanos, las tensiones de
estos con la diversidad cultural (Santos, 2015) y el efecto performativo de su observancia.
La antropología del desarrollo que cuestiona el constructo discursivo sobre la noción
hegemónica de desarrollo mismo y las diferentes formas de ejercicio del poder que se
ejercen sobre el tercer mundo (Escobar, 1999). La antropología de género y su análisis
sobre como en sociedades occidentales y no occidentales la identidad (de género) es
vinculada de forma simbólica y coercitiva a una identidad de sexo y a una particular
dotación física y biológica, a la vez que sanciona las disidencias. La antropología de la
multiculturalidad y sus aportes en torno a la refundación de los Estados modernos sobre la
base de la inclusión, la tolerancia, la descentralización del poder y la convivencia
(Kymlicka, 2002), (Taylor, 1994).
Sin embargo todos estos giros no tienen sentido sin una revisión del oficio del antropólogo
y el lugar que debe ocupar lo que podríamos llamar la imaginación antropológica,
parafraseando los términos de Bourdeau (Bourdieu, Chamboredon, & Passeron, 2002) y
otros para el primero, y de Wright Mills para lo segundo. Ambos sociólogo preocupados
por la disciplina sociológica (Mills, sin año)
En contraste con el oficio del sociólogo de Bourdeau y sus colegas, que sugieren una
disposición mental del profesional sobre su labor investigativa que imponga una vigilancia
epistemológica constante orientada a constatar las condiciones de validez de lo que hace, en
vez de la aplicación ortodoxa de un instrumental de métodos y técnicas bajo el entendido
que así está saldada su responsabilidad con el conocimiento, el oficio del antropólogo
debería orientarse a complementar los ingentes esfuerzos que hoy se hacen en demostrar
que casi todo cuanto existe es un constructo discursivo al servicio de estructuras
hegemónicas de poder, con una labor esperanzadora que, por ejemplo, anime procesos
contrahegemónicos que proporcionen sentido a muchas vidas atrapadas en el fatalismo de
la globalización, las guerras, el mercado, las corporaciones trasnacionales y la eterna
relativización.
En términos de Castoriadis existe una dimensión activa de la subjetividad y de la
subjetivación de las estructuras hegemónicas de poder, que interpelando a la autonomía, a
la libertad de las personas si se quiere, permite imaginar mundos disidentes o posibles y
expresarlos en narrativas y acciones no solo de resistencia sino de creatividad (Tovar
Gómez, 2007).
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
consideraban incuestionadas, irían descifrando esa gramática implícita del poder, incluso
podrían concluir que no es incompatible, etc, y en cuestión de poco tiempo “descubrir” que
se han operado cambios importantes de sentido, por lo que la postura ante el mundo
también sería distinta: el elefante continuaría siendo un animal, pero también podría ser el
símbolo de una causa o una forma identitaria altamente movilizadora.1
Que este constructo sea más libertaria o conservadora dependerá de la moralidad e
ideología instaladas, pero lo que sí resultaría significativo es que la imaginación radical, la
imaginación antropológica y el oficio del antropólogo ya descritos hayan podido prestar sus
servicios.
Luego la promesa de la antropología no se agota en la descripción densa de las maneras
como los otros producen y reproducen sentido, está principalmente en la posibilidad de
participar en esos procesos, en especial los orientados a propiciar cambios importantes de
sentido. Tarea que a pesar de la fábula que hemos utilizado no se debe circunscribir
exclusivamente al trabajo de campo y a la observación de grupos exóticos.
El discurso etnográfico y sus efectos están en muy buena medidas determinados por las
condiciones o el contexto en que se elabora la escritura como bien lo señala Bruno Lutz
(2008), y por la estructura del texto y los recursos literarios que se empleen para hacer
creíble lo que se cuenta y para persuadir al lector a que concluya lo que el investigador
concluyo de haber estado en las mismas circunstancias y ante los mismos hechos (Geertz,
1989).
En tal sentido ni la labor antropológica ni sus productos son ingenuos o neutrales. Por el
contrario se inscriben en tramas de juegos, relaciones, posiciones e intereses que se
encargan de quitarle a los informes de investigación la castidad que muchos antropólogos
auténticamente sienten tener. Certeza que invariablemente nos conduce a una dimensión
ética y política del trabajo antropológico, como bien lo señala Teresa San Román (San
Román, Sin año)
Diré por lo tanto que toda antropología, se pretenda o no, es una antropología aplicada
independientemente de su desarrollo instrumental, porque al final termina sirviéndole a
algún dios.
Esta sospecha no puede recaer solamente en los estudios que se hicieron en la época del
colonialismo europeo, aplica a los estudios inscritos en el denominado decolonialismo, en
la investigación acción participante en boga en los años 70, 80 y 90 en América Latina,
etcétera.
1
Práxedes Muños en la literatura sugerida proporciona un buen ejemplo de trabajo colaborativo al servicio de
propósitos colectivos.
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
De hecho entre más valor económico, jurídico y político tengan los argumentos culturales y
los relativo a las diferencias identitarias, más litigioso será el argumento antropológico.
Deseo proponer varios ejemplos de ello:
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A manera de conclusión
Referencias bibliográficas
19
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
San Román, T. (Sin año). Antropología aplicada y relaciones étnicas. Reis, 175-183.
Santos, B. (2015). Derechos humanos, democracia y desarrollo. Bogotá: Colección
DeJusticia.
Stavenhagen, R. (2001). Conflictos étnicos y estado nacional. Estudios sociológicos .
México, volúmen XIX, n. 1, 3-25.
Taylor, C. (1994). La etica de la autenticidad. Barcelona: Paidós.
Tovar Gómez, M. (2007). Desarrollos postestructuralistas en la teoría antropológica
norteamericana. Themata, revista de filosofía No. 89, 567-572.
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
1. AFRICAMÉRICA
Presentación
De hecho cuando dos espejos se ponen ante sí todo lo que se ubique en el medio se
reproduce infinitamente, dejando la sensación que abandona el espacio y el tiempo mismo,
por lo que adquiere una textura cercana a las imágenes de la memoria
Ofrezco disculpas por estar escrito en primera persona y por tantas ligerezas explicables
porque apenas me asomo al tema, pero en vista que es un texto netamente exploratorio y
sistematizador de estímulos intelectuales he preferido dejarlo así, en la voz de un
enunciador cercano y angustiado.
Con mi llegada a España hace muy poco tiempo el tema de África se me ha manifestado
con una fuerza inusitada. La proximidad física a este continente, sumada a unas muy
afortunadas referencias académicas y políticas en la Universidad de Sevilla, ha hecho que
lo que durante mucho tiempo fue para mí en Colombia un metarrelato más o menos
abstracto, más o menos reificado o reificador, asociado a los discursos sobre la trata
2
El volumen de estudios y ensayos sobre lo africano en las Américas es copioso, sin embargo por ser la
lectura que estaba a mi alcance he tomado como referencia inicial para el título del texto el libro de Mintz y
Price sobre el origen de la cultura africano-americana. (Mintz & Price, 2012)
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Bajo el influjo de este fenómeno, que entiendo espiritual, los sentidos y las percepciones
comenzaron a cambiar y con ello ha venido una pregunta tras otra cuando el peluquero
marroquí me corta el cabello cada quince días, los senegaleses me ofrecen en la calle gafas,
pañuelos o música; o cuando me entero que Ceuta pertenece a España, que el archipiélago
de Gran Canaria (para tomar la isla más central del complejo de islas canarias) está a tan
solo 234 kilómetros de las costas de Marruecos y a un poco más de 1300 kilómetros del
Golfo de Cádiz, o que el mar Mediterráneo es el escenario donde mueren miles de
migrantes africanos que intentan cruzarlo todas las semanas buscando alguna quimera u
obedeciendo algún tipo de ritual de sacrificio.
Luego, con la ayuda de lecturas un poco más detalladas, vengo a enterarme de la virulencia
y persistencia de algunos conflictos armados, de las atrocidades del hambre, de la
perversidad de algunas misiones de paz y de la misma cooperación internacional, de la
incidencia del SIDA y de otras epidemias virales como la del ébola, de la corrupción de
algunos gobiernos, del saqueo sistemático de sus recursos naturales no renovables, y de
modelos de desarrollo que paradójicamente prometen acentuar las situaciones de crisis. El
sabor de boca que queda al confrontar todas estas realidades es que un tipo de mala suerte
se ha desatado sobre esta región del mundo, que la maldición de Noé recae sobre los
africanos como un sino trágico.
Barbarie y miseria se siguen insinuando como la términos que mejor describen lo que
sucede allí, y junto con ello el mensaje vedado que los africanos no pueden consigo
mismos, de modo que el encierro y el tutelaje, en esta ocasión burocratizados y refinados
por el discurso de la asistencia humanitaria, las medidas sanitarias, el desarrollo moderno y
el control programado de sus fronteras con Europa, continúan siendo las fórmulas más
promocionadas para sacar a estas sociedades del atolladero.
No obstante es fácil imaginar dos cosas: A) que estos dramas no agotan ni el pasado, ni el
presente, ni el futuro de África, y que su exaltación mediática, sumada a la ignorancia del
resto de mundo de lo que es esta región, se presta a representaciones o imaginarios
estereotipados fundados en las versiones más primarias del racismo y el mismo
colonialismo; y B) que son la punta del iceberg de un fenómeno más profundo y complejo
que hunde sus raíces en la historia no solo de África, sino de Occidente y de los múltiples
procesos (violentos casi todos) de occidentalizar esta y otras fronteras. Es decir que se
pueden y deben explicar históricamente.
3
En 1991 Colombia se dio una nueva Constitución Política, superando la enmendada Constitución de 1886.
Por primer vez es país reconoció su diversidad étnica y cultural, incluyendo a las comunidades negras y
grupos afrodescendientes, significando para ellos un nuevo y determinante episodio dentro de sus procesos de
construcción, afirmación y defensa de sus identidades.
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
En efecto, una mirada general de la historia cercana permite concluir que el rumbo de las
sociedades africanas comenzó a girar hacia el abismo desde la llegada de los primeros
europeos entre los siglos XIV y XV, para luego acentuarse dramática y continuamente con
la instauración del comercio transatlántico de esclavos en el siglo XVI y más intensamente
en los siglos XVII, XVIII y XIX; las primeras versiones del colonialismo que le siguiera a
la abolición de la esclavitud por el imperio inglés en la primera mitad del siglo XIX (1807-
1833); el reparto del continente por los europeos a finales del siglo XIX y comienzos del
siglo XX; la consecuente fractura de sus formas de organización territorial y sociopolítica,
junto con la imposición de fronteras y modelos de estado-nación que no se corresponden
con sus tradicionales, además de la explotación desmedida de sus recursos naturales; los
procesos de descolonización a veces violentos, a veces no violentos que se dieron en los
años 60, 70 y 80 incluso, con frecuencia afectados por la lógica internacional de la guerra
fría; las guerras civiles y conflictos internos que desde entonces hasta ahora se han dado
para dirimir las contradicciones y divisiones que generara el colonialismo durante seis, siete
y ocho décadas en algunos casos. En total han sido alrededor de 400 años de extravío de los
africanos de su propia historicidad.
Toda esta sucesión de hechos amerita, a mi manera de ver, una narrativa que trascienda las
interpretaciones economicistas (como la del saqueo puro y duro) o las típicas teorías de la
conspiración, tan rentables para determinadas posturas políticas, que si bien dan buena
cuenta de dimensiones ciertas no son suficientes para explicar, por ejemplo, la persistencia
de una gran diversidad cultural y lingüística; la claves espirituales de las nacionalidades y
culturas contra toda evidencia aún se encuentran; las diferentes epistemologías en las que
quizá se hallen otras formas de comprensión y explicación de su historia; y que a pesar de
tantas y continuas tragedias África comprometa elementos sensibles de la globalización
económica y hasta la perspectiva de futuro como de pasado de la humanidad.
Quizá el primer paso hacia la construcción de una nueva narrativa sobre África sea repensar
las claves o premisas con las que las ciencias sociales, en particular la antropología, la
historiografía y el derecho vienen abordando la cuestión (africana), tanto como la cuestión
latinoamericana y la del llamado Sur en general, porque ha sido precisamente este tipo de
disciplinas las que durante décadas han prestado sendos favores discursivos para legitimar,
naturalizar e inevitabilizar la dominación de los europeos sobre África y otras regiones.
Hasta ahora, atrapadas acaso en viejas pretensiones de cientificidad, estas disciplinas del
espíritu, como fueron llamadas en algún momento, se han encargado de documentar las
tragedias, las rupturas, las crisis, incorporando en el mejor de los casos innovaciones en el
uso de las fuentes; y con ello han reforzado lecturas catastróficas con poco poder
movilizador, o lecturas que respondiendo al interés legítimo de obtener justicia histórica
inconscientemente exacerban sentimientos sociales de agravio y/o de autoconmiseración
que podrían estar aplazando la construcción de relatos compartidos en torno al futuro y el
desarrollo de prácticas transformadoras por las personas y las autoridades.
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Digo con esto que, como es propio de la Modernidad (y África puede y debe estar
asumiendo y viviendo la Modernidad a su manera), cualquier noción de la realidad de este
continente no es en últimas una constatación empírica objetiva, sino un hecho discursivo
que se construye, bien por las antiguas metrópolis, sus intelectuales o medios de
comunicación (como ha sucedido hasta ahora), o bien por las mismas sociedades a través
de sus instituciones y pensadores.
La frase atribuida a George Orwell resume bien lo que quiero decir: “El que controla el
pasado controla el futuro; y el que controla el presente controla el pasado.”
Para que sea posible habría que invocar esos nuevos paradigmas desarrollados por Husser
con su propuesta fenomenológica, el denominado giro lingüístico4 liderado por
Wittgenstein, la teoría de la acción comunicativa de Habermas, entre otras, que en su
conjunto descartan la posibilidad del conocimiento objetivo en la medida que la los seres
humanos siempre aprehenden las cosas y las construyen con alguna intencionalidad en el
plano de la conciencia, y por eso mismo desconfían de la neutralidad valorativa de las
ciencias sociales.
Para las ciencias sociales estos planteamientos implican necesariamente una ruptura
respecto a la manera convencional de producir conocimiento, y les plantean un rol
inspirado ya no en la verdad descubierta o por descubrir (por el investigador “riguroso” y
“objetivo”), sino en la verdad a construir, conveniente y deseable, vinculada a procesos
sociales e históricos, antes que la elaboración de construcciones abstractas, impersonales y
sin efecto social.
4
Para una comprensión del concepto se recomienda: López, Frank. El giro lingüístico de la filosofía y la
historiografía contemporánea. http://servicio.bc.uc.edu.ve/postgrado/manongo37/art09.pdf
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Habermas (1987) fiel a este predicado ha ido más allá al proponer una suerte de programa
político según el cual la Razón en tanto su uso transparente y consecuente por los sujetos
sociales en interacción, puede agenciar consensos que a la vez operen como verdades
necesarias, como discursos que generen sentido y habiliten acciones transformadoras.
La deconstrucción de la historia de África pasa, pues, por develar los sesgos y estereotipos
con los que hasta ahora se ha hecho desde lugares hegemónicos de enunciación, como lo
han sido las metrópolis con todo y su pensamiento colonialista y teorías legitimadoras; e
implica la no fácil tarea de tejer un discurso histórico que preste su servicios a una causa u
orden, así como las historias oficiales han servido a la construcción de los proyectos de
estado-nación, o las teorías del darwinismo social y la eugenesia, junto las nociones de
salvaje, tierra baldía o vacía, y carga del hombre blanco5 convencieron a los europeos de su
supuesta superioridad; o como el mito de la maldición de Noé a uno de sus hijos sirvió
junto con muchos otros factores para justificar la esclavitud de los africanos por parte de los
europeos.
5
Concepto tomado del título del poema de Joseph Rudyard Kipling publicado en 1899, premio Nobel de
literatura de 1907. En éste exalta el sacrificio que supone civilizar a los salvajes.
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
(supuesta) carencia de historia endógena, o que de tenerla ésta en todo caso habría
comenzado con la llegada del hombre blanco con su poder de enunciación, nominación y
narración escrita.
“Con esto abandonamos el tema de África, por cuanto no se trata en nuestro análisis
de un continente histórico. No nos ofrece, en razón de su estatismo y de su falta de
desarrollo, material de alcance constructivo.[....] Lo que entendemos como África es lo
segregado y carente de historia, o sea lo que se halla envuelto todavía en formas
sumamente primitivas, que hemos analizado como un peldaño previo antes de
incursionar en la historia universal. (citado por Bou, Sin año)
El tiempo especular
Atendiendo este reto, el de la ubicación en alguna escala temporal por cuenta de los
discursos o los relatos, deseo proponer una reflexión sobre las potencialidades de explorar
otras conexiones que busquen hilar hechos aparentemente inconexos, o de una conexión
disuelta, en una cadena de secuencias que podrían resultar relevantes. Específicamente
propongo poner en un mismo entramado hechos de la afroamericanidad, la
afrocolombianidad y la africanidad contemporáneas, que si bien tiende a ser vistos como
procesos divergentes o en divergencia no obstante tener raíces común, su vinculación en
una misma narrativa podría inducir a algún tipo de praxis y/o de sentido políticamente
relevante.
Prefiero darle de momento crédito a los griegos6 que asumieron el Tiempo como la
revelación del destino en el encadenamiento de los hechos, y al tenor de ello presumir que
6
Recordemos que para los antiguos griegos existieron dos mitos que dan cuenta del tiempo en general y del
tiempo para los humanos. Chronos, dios del tiempo abstracto, era un ser incorpóreo con forma de serpiente de
tres cabezas (una con forma de hombre, otra con forma de toro y la última con forma de león), que antes de la
creación del mundo se entrelazó con la Inevitabilidad (diosa Ananké) rodeando al huevo primigenio hasta
dividirlo en tres partes que a su vez fueron el origen de los niveles del universo: la tierra, el mar y el cielo. Su
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
el azar no existe en las múltiples cruces que se dan entre África y América (Colombia por
lo tanto), así en algunos casos la diferencia sea de más de 150 años y la distancia entre uno
y otro esté entre 5 mil y 6 mil quinientos kilómetros, dependiendo de los puntos en las
respectivas costas que se intenten unir en línea recta7.
Ese tiempo imparte a otros tiempos, y cada uno a su manera insiste el revelar que ambos
continentes están llamados a dialogar, haciendo que la palabra, que a su vez es tiempo,
acerque lo que por haber sido hermanados por una suerte de repartición hemisférica aún no
se miran por el influjo que cada uno tiene de su norte. Esos tiempos son geológicos,
mitológicos, historiográficos, discursivos y probables. Cada uno a su manera dice lo suyo, y
en la búsqueda que cada continente haga de su tiempo tarde o temprano sus ecos van a
llegar al otro como cuando en la oscuridad de parajes desconocidos la voz de un paisano
nos redime de la soledad de viajes largos e inciertos.
Un discurso contrageológico
En los años 60, cuando en África se libraban intensos procesos de independencia respecto a
los poderes coloniales, el alemán Alfred Wegner plateó la teoría de la Deriva Continental
(Wergener, 2012) según la cual en algún momento de la historia de la tierra existió un solo
continente llamado Pangea, que producto de violentos movimientos de las placas tectónicas
vínculo con la fuerza de lo inevitable desde el origen mismo de los cosas le imprimió al discurrir de los
hechos el sentido de destino; y fue en observancia precisamente de lo que no se podía evitar que Crono, hijo
de Gea (diosa de la tierra) y de Urano (dios de todo, del cielo), dirimió por la vía del parricidio las tensiones
surgidas entre sus padres. Fue ella la que lo dotó del valor y del arma con la que ejecutó el asesinato mediante
castración, haciéndose de esta manera al trono de su padre. Con Rea, su hermana, tuvo una serie de hijos
(Demeter, Poseidón y otros), que se iba devorando en la medida que nacían para evitar que la predestinación
de ser derrocado por uno de ellos se cumpliera, tal y como Gea se lo había advertido. Finalmente su propia
madre propició que Zeus, uno de sus hijos, se salvara al hacerle creer junto con Rea que una piedra envuelta
era la criatura. Con el tiempo Zeus liberó a sus hermanos de las entrañas de su padre, y juntos lo derrocaron
materializado así la fuerza del destino. Chronos devino así como la fuerza que rodea al universo y conduce el
comportamiento de los planetas, y Cronos como el dios de los calendarios, de la agricultura, del orden de las
actividades humanas
7
Me puse de frente a Google Earth y abusando de la imaginación que me hace creer un tipo dios global,
comienzo a calcular distancias entre la costa brasilera y la costa Occidental de África, traté de unir los puntos
que en algún momento de la historia de la tierra fueron una sola superficie y hoy, producto de la separación de
los continentes y de la reciente invención de las naciones, se llaman Ceará, Río Grande, Paraiba, Pernambuco,
Algoas, Sergipe y la misma Bahía, con lo que del otro lado se llaman Akua Ibom y Rio Cross de Nigeria,
Región Sudoeste, Litoral, Bioko (norte y sur), y Sur de Camerún, y Litoral de Guinea Ecuatorial. Ambos
puntos son el cóncavo y el convexo. Unidos en línea recta, aunque sorteando la curvatura de la tierra da
alrededor de 5 mil kilómetros de distancia, es decir un poco más de 6 horas de viaje en avión, prácticamente
la misma distancia que hay entre Bogotá y Buenos Aires. Seguí con esta suerte de especulación geográfica y
encuentro que entre la región del río Congo y la Amazonía colombo-peruana existe una distancia
aproximadamente 10 mil kilómetros, y que entre esta región y la que resulta ser el cóncavo para África en
América hay alrededor de 5 mil kilómetros.
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
hace unos 300 millones de años se dividió, dando origen a un bloque norte llamado
Laurasia y un bloque sur llamado Gondwana, que su vez 200 millones de años más
adelante, producto del mismo fenómeno, dio origen a lo que hoy es África, América del
sur, Australia, Madagascar, Antártida e India8.
Para la época se carecía de suficientes pruebas científicas más allá del ensamble cóncavo-
convexo que a simple vista se advierte entre la costa orientan de Brasil y la costa occidental
del Nigeria, Camerún, Guinea Ecuatorial y Gabón, gracias a los avances cartográficos de
entonces; pero solo hasta 1985 la teoría fue ampliamente verificada en virtud al desarrollo
de modelos de simulación y a la realización de pruebas de laboratorio que en particular
demostraron la casi milimétrica coincidencia entre ambas líneas de costa si se incluyen los
fondos oceánicos no perceptibles en las fotografías ordinarias.
También se confirmó que ambos continentes comparten fósiles de los mismos reptiles de
agua dulce y terrestres, igual que de la misma variedad de helechos. Incluso se pudo
constatar que entre Brasil y África existe una gran y continua mancha de un tipo de
sedimentos (tillitas), que solo se produjeron en zonas cercanas al polo sur.
El fenómeno de la Deriva Continental continúa de modo que América del Sur y África se
siguen alejando, y este último se aproxima a Euroasia a una velocidad que fluctúa entre los
2,6 y 4,1 centímetros al año. Australia se desplaza en dirección al Pacífico a una velocidad
que está entre 5,5 y 7,0 centímetros al año, y la gran placa de Nazca empuja hacia los
Andes a una velocidad promedio de 7,0 centímetros al año.
En el diapasón de los tiempos geológicos, los continentes son una especie de barcos que
navegan a la deriva en océanos de magma, o una galleta de hojaldre flotando sobre
chocolate que se fractura con la sola mirada (del gran dios Tiempo), y sus habitantes
devenimos como migrantes inconscientes convencidos que el suelo es firme, que tiene la
consistencia para soportar las construcciones que todas las civilizaciones han levantado en
la búsqueda de la eternidad.
Desde la perspectiva del tiempo de la tierra la historia de las culturas, los estados y las
personas son papelillos efímeros que se desvanecen espontáneamente apenas nacen. Pero
desde la perspectiva de éstas la tierra es un gran paquidermo petrificado cuyos movimientos
lentísimos no alcanzan a ser registrados por la conciencia ordinaria, excepto cuando un
terremoto esculpe su violencia en la memoria cultural de las sociedades, frecuentemente
con la gramática de los mitos, tan proclives a subvertir las reglas de la cronología lineal y el
relato explícito.
Entiendo que en ninguna cultura americana o africana ha quedado inscrita alusión alguna a
esta primitiva unidad telúrica, porque claramente todo sucedió mucho antes del surgimiento
del primer humano y de la Cultura propiamente dicha, pero como los mitos son tercos y se
8
https://www.youtube.com/watch?v=c8iTKLBwJ_
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
No habría que abusar de la imaginación para ello. La historia compartida de forma pendular
entre América y África desde el siglo XVI, sumada a que dentro de los órdenes mundiales
ensayados por Occidente ambas han ocupado lugares parecidos (en tanto proveedores de
recursos naturales no renovables, paraísos de satán, expiadores de culpas, y esquizofrénica
diversidad), advierte que se han tendido unos hilos y establecido unos puntos con la
suficiente línea de vista9 como para que se emitan recíprocas señales en clave del espejo
retrovisor, el vidrio panorámico o la guía de viaje tipo GPS. Solo faltaría un relato de tipo
habermasiano para que emerja el sentido de esta quimera.
Varios líderes y movimientos políticos y religiosos han advertido este horizonte, con
resultados relativamente débiles aún.
Es el caso por ejemplo del rastafarianismo jamaiquino y su vínculo espiritual con Etiopía; o
el intento desafortunado de Fidel Castro y el Che Guevara de implantar su sentido de la
revolución en Argelia. Angola, Argelia, Siria y el Congo; o los informes del Irlandés R.
Casement relativos a las tragedias simultáneas de las caucherías del Congo y la Amazonía
colomboperuana; o la pluma del nobel Vargas Llosa que noveló la vida de Casement en El
Sueño del Celta, o los pobladores de San Basilio de Palenque en Cartagena que salvaron o
reinventaron el único idioma de ascendencia africana en América del Sur, o las decenas de
dioses africanos que viajaron a las Américas en el corazón de los esclavos y hoy se recrean
en religiones como en candomblé, la santería, el obeah, el batuque y otras más; o los
millones afrodescendientes (entre 80 millones y 150 millones) de América Latina y el
Caribe (Anton, Bello, Del Popolo, Paixao, & Rangel, 2009) que en sus procesos de
construcción y afirmación de identidad hacen de África un referente estético y discursivo; o
los tantos paisajes urbanos y rurales que evocan a la Gran África; o los cientos de
senegaleses (entre otros) que migran a Brasil y Argentina siguiendo rutas no muy
estudiadas aun por demógrafos y antropólogos.
En este orden de ideas también debemos mencionar la llegada del café a América, cuyo
consumo se remontan a la lejana Etiopía, y en Brasil por alguna paradoja del dios del
tiempo su cultivo se convirtió en violento escenario de la esclavitud negra; o la llegada del
maíz y la mandioca o casabe al oriente de África.
El tema desde nuestro punto de vista no es patrimonial, como lo sugieren las preguntas por
el aporte cultural de los afros en América y en la construcción de los estados-nación, que de
hecho es constatable, sino qué puede decirle un continente al otro en dentro de una lógica
9
Línea de vista es un concepto empleado en la ingeniería de las comunicaciones para referirse a la posibilidad
que un punto quede a la vista de otro, sin obstáculos que impliquen alguna distorsión a la hora de emitir una
señal. Normalmente se emiten reflejos con espejos para tener certeza de la vista.
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
especular (de espejos) que reclamo como metodológicamente válida por la vía de los
estudios comparativos y el dialogo político, en todo caso débil hasta ahora porque para los
gobiernos el tema no pasa por las cancillerías o las cumbres sur-sur, sino en el mejor de los
casos por los agregados culturales, la promoción turística de zafaríes, el control sanitario a
los pocos viajeros y las referencias de cursos de inglés en Sudáfrica. También se suele
incluir en este combo el tema de la justicia transicional y su promesa de reconciliación,
verdad y convivencia para las sociedades en conflicto como la colombiana.
La realidad es que los términos del intercambio entre América y África son débiles, y eso
es contrario a la evidencia histórica que a gritos ha insistido tercamente en enlazarlos.
Esta pretensión (la del dialogo América-África bajo la metáfora del espejo) en modo alguno
puede desconocer las diferencias notables que existen entre ambas realidades continentales,
y que un conocido líder africano anotara espontáneamente al responder “¡cousin¡” al
efusivo saludo de un escritor afro colombiano que lo llamó “¡brother¡”, que es la manera
como se saludan en América para invocar una hermandad fundada en el tiempo y en la
tragedia transatlántica10. Basta recordar que:
10
“mi sangre” es otro término muy difundido entre los negros, utilizado para reconocerse mutuamente como
poseedores de las mismas características físicas y de una suerte de linaje originado por la traída a América.
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
La memoria social y política del colonialismo en América se dibuja como algo que
cada vez es más lejano, excepto para los indígenas que reclaman derechos y
legitimidades contemporáneas basados en el hecho de ser los primeros habitantes y
en algunas figuras de la época colonial; y en África la impronta del colonialismo
aún se deja sentir como una realidad que pareciera no haberse superado del todo
sino refinado o actualizado, basta ver las presencia administrativa y fiscal que aún
tienen los franceses en Argelia y Marruecos. Los líderes de las independencias
americanas ya murieron, la mayoría pasaron al olvido y unos pocos entraron a hacer
parte de la iconografía a la que los Estados vincularon sus sentimientos nacionales.
Los líderes de las independencias africanas, vindicados o no, están vivos aún, y los
que ya murieron es probable que su historia e imagen sigan atrapados en intrigas
contemporáneas que impiden ver su aporte o traición.
Estas y otras diferencias parecen hacer parte del mismo Telos expresado en la progresiva
separación geológica de África y América entre sí, pero como ya dijimos el tiempo en el
mito, en la memoria social y en el relato histórico suele intrigar urdiendo lo que
aparentemente es ajeno, indiferente o paralelo.
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Un primer péndulo
La llegada de los europeos a América fue intensa, progresiva y devastadora para las
poblaciones indígenas, que en menos de 70 años muchas fueron diezmadas por las
enfermedades que de por sí implicó en contacto, el sometimiento militar en ocasiones
favorecido por guerras internas previas, y las extremas condiciones de explotación que les
fueron impuestas.
La constatación de esta crisis por los cronistas, algunos funcionarios y la misma iglesia no
solo generó un sentimiento de conmiseración, sino una discusión de carácter religioso y
ético en torno a si (los indígenas) podían considerarse hijos de Dios y, por lo tanto,
poseedores de alma. La conclusión sobre su condición humana y estatus religioso relativo a
la posesión de un alma pequeña, de algún modo replanteó los términos de la relación con la
administración y, desde entonces, devinieron como una realidad de la que debían dar cuenta
figuras como la del encomendero para los asuntos civiles, y la del cura para su asimilación
progresiva a la vida civilizada por la vía de la concentración espacial, el adoctrinamiento y
la educación.
“El remedio de los cristianos en este, mui cierto, que S.M. tenga por bien prestar á
cada uno de estas islas quinientos ó seiscientos negros , ó lo que paresciere que al
presente bastaren para que se distribuyan por los vecinos, é que hoy no tienen otra
cosa sino Yndios… se los fien por tres años, apotecados los negros á la misma
deuda …Una, Señores, de las causas grandes que han ayudado á perderse esta
tierra, é no se poblar más de lo que se han poblado…es no conceder libremente á
todos quantos quisieran traer las licencias de los negros” (Citado por Rivera
Pagán, Sin año, P. 1)
El movimiento pendular de estas dos realidades parece quedar explicado por la racionalidad
económica de los explotadores de oro, traficantes de esclavos, cultivadores de caña y café,
que ciertamente se hicieron a enormes capitales; sin embargo va más allá de esto porque de
esta manera se comenzaron a dibujar los primero trazos del tema étnico y, en general, de la
11
Autores como Rivera Pagán sostienen que el papel jugado por Las Casas en la intensificación de la
esclavitud en América fue menor de lo que normalmente se cree. Mediante extensas citas explica cómo sus
palabras solo recogían las creencias de la época.
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Un segundo péndulo
La paradoja pendular entre África y América vuelve a aparecer con la prohibición del
tráfico de esclavos a comienzos del siglo XIX por los ingleses, y la abolición formal de la
esclavitud en las colonias europeas en América y en las nacientes repúblicas a mediados del
mismo siglo, porque mientras estos fenómenos se verifican en el otro continente las mismas
metrópolis, después de algunos arreglos de carga entre sí, intensifican su presencia más allá
de las costas a las que habían llegado en los siglos XV y XVI.
12
Mintz y Price hablando de la cultura africano-americana cuestionan la supuesta homogeneidad cultural de
los africanos traídos a América y, en esa misma línea de argumentación exaltan la gran diversidad (cultural)
que entró a hacer parte del mosaico americano.
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
La voracidad de este otro colonialismo debió ser arbitrada por los europeos mediante una
fórmula que indudablemente trajo más desgracias a los africanos, como fue el reparto del
continente en la Conferencia de Berlín (1885) y su implementación en la primera parte del
siglo XX.
Este altercolonialismo, para darle algún nombre a este juego de relevos de dos realidades
continentales que se superponen en el tiempo, emparentadas por el mismo influjo
occidental, insinúa una matriz común que conviene explorar por el potencial discursivo que
representa.
“Llegará un tiempo, sin duda, en que tales animales sabrán cultivar la tierra,
embellecerla con casas y jardines, y conocer la ruta de los astros: hace falta su
tiempo para todo.(Voltaire citado por Ki-Zerbo, 1980 y Bau, sin fecha)”
-------
Esta aparente incongruencia solo podría ser explicada por la manera como tales referentes
dividieron los mundos, constituyéndose Occidente como el centro, el depositario exclusivo
34
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Segundo, la impronta del pensamiento europeo y su relación con esas otras formas de
pensamiento parcialmente colonizadas en ambos continentes. Cuando se constata el peso de
lo intuitivo, de lo mágico incluso, de la reciprocidad, de la oralidad, de otras éticas frente al
trabajo, de otras temporalidades no exclusivamente indígenas, debo creer que ahí se
encuentran diálogos posibles.
La cauchería africamazónica
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Entre estos dos casos no hay ni casualidad, ni paralelismo. Por el contrario se revela una
filigrana con claros contornos comunes:
Pocos africanos han debido leer la Vorágine de José Eustasio Rivera, quizá unos pocos más
en América hayan leído el Corazón de las Tinieblas de Conrad pero sin advertir que sus
referentes de horror estuvieron en el Congo, porque para muchos solo es la novela que
inspiró la película Apocalipsis Now; y quienes hayan leído el Sueño del Celta de Vargas
Llosa de uno y de otro lado tiendan a creer que solo es la invención de un escritor dotado de
una enorme imaginación.
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
procesos preñados de guerras que de una u otra manera fueron repartiendo las cargas de
unas élites nativas ávidas de poder, movidas por ideales distintos respecto a lo que debía ser
el orden emergente. En casi todas partes hubo más territorio que Estado, y las mismas
fronteras internacionales en nada se parecieron a las realidades territoriales pre-existentes.
Bajo las reglas de juego que inauguran los nuevos Estados, categorías como Raza, Etnia,
Cultura, entraron a operar como criterios de reconocimiento de las realidades
socioculturales persistentes, operándose un efecto performativo en la medida que los
diferentes grupos las internalizan o instrumentalizan como criterios endógenos (propios) de
adscripción y pertenencia a fin de adquirir el estatus de existencia que las normas jurídicas
requieren.
Para el caso de África las precisiones de Anna María Gentilli resultan esclarecedoras de lo
que estamos señalando (Gentilli, 2012; p. 32).
Tal fenómeno compartido, aunque diferido en (o por) el tiempo, plantea un tema de política
pública respecto a lo que debe ser el tratamiento a la diversidad étnica y cultural contenida
inestablemente en los países, bien por su maleabilidad, bien por las cuotas de autonomía
que reclaman los diferentes grupos, la no coincidencia de muchas tradiciones con los
valores más caros de los sentimientos nacionales, o bien porque subsisten dinámicas étnicas
que desbordan o sobrepasan las fronteras internacionales.
Esta agenda, típica de pluralismo político y jurídico, puede constituir otro referente en el
que el alma de países africanos y americanos se pueda ver. Las tensiones valorativas son
virtualmente las mismas, y ciertamente tienden a ser más intensas en la medida que las
identidades étnicas reclaman y ejercen derechos, o el mapa de la diversidad se superpone
con el mapa del desarrollo o de los conflictos sociopolíticos.
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
La libertad castigada
No obstante representar capítulos emblemáticos de libertad, ambos países son de los países
más empobrecidos del mundo. En 2013, por ejemplo, el Índice de Pobreza
Multidimensional de las Naciones Unidas mostraba a Haití como la nación más pobre de
América Latina y el Caribe, mientras que Etiopía es el segundo país más pobre del mundo
dentro de los diez más más pobres que en su totalidad son africanos (Níger, Malí, Burkina
Faso, Burundi, Somalia, República Centro Africana, Liberia, Guinea)
Qué sino trágico ha hecho que las bases de la libertad en uno y en otro no coincidan con las
sendas del progreso y el desarrollo? La teoría económica clásica atribuiría este contraste a
la inestabilidad institucional, a la mala gestión de los recursos disponibles, a la precaria
integración diferencial a la economía mundial, etcétera. Otros preferimos creer que en el
orden mundial que emergió después de la Segunda Guerra Mundial y el fracaso del
socialismo realmente existente, cuando el eje este-oeste de entonces dio paso al eje norte-
sur, el enriquecimiento de las naciones europeas (no todas) y de los Estados Unidos guarda
una estrecha y directa relación con el empobrecimiento de naciones como las africanas y
Haití.
Dentro de este tipo de reparto aparecen dos tesis adicionales que ameritan una mayor
elaboración teórica: a. que la constitución de los estados-nación no han redimido a las
sociedades en su conjunto, aun cuando los indicadores macroeconómicos se muestren
favorables; y b. que la pobreza opera como una suerte de castigo por la “mano invisible”
del mercado a quienes apostaron tercamente por la autonomía, o que ésta no otorga ni
ventajas comparativas ni competitividad a los negros. No olvidemos que a los haitianos los
países europeos obligaron a indemnizar a los franceses por los perjuicios ocasionados por
su la revolución (negra), y que a Etiopía, además de ser una país de por sí endeudado, le
aplazaron préstamos sensibles en momentos de las mayores crisis por sequía y hambrunas.
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Sobre ello tendrán que seguir hablando estos dos países y el Sur mismo, si algún día se
decidieran a hacerlo, y para ello probablemente sea necesario elaborar una nueva teoría
económica.
Por qué los desastres naturales se ensañan con los más pobres? Se preguntaron alguna vez
los desastrólogos a instancias de foros como los promovidos por Naciones Unidas y
organizaciones de la llamada Sociedad Civil, y después de múltiples rodeos concluyeron
que esta correlación no es ni aleatoria, ni determinada por castigos divinos, pues en general
los pobres, atrapados en espirales que perpetúan su condición, suelen ubicarse en las zonas
más frágiles que la lógica del Capital ha dejado de algún modo descubiertas por carecer de
valor mercantil, y allí desarrollan prácticas no sostenibles por razones de elemental
supervivencia, o porque los modelos tradicionales de interacción con la naturaleza se
hicieron inviables o porque simplemente se olvidaron por la inversión de valores
tradicionales. Los desastres responden a causas humanas e históricas y las diversas causas
son acumulativas.
Nació así la teoría del riesgo como el resultante de las diversas maneras como las amenazas
se potencian con la vulnerabilidad de las comunidades humanas, desnaturalizado las
tragedias y los desastres.
Entre África y varias regiones de América Latina donde los negros descendientes de
esclavos se establecieron se da otra correlación extraña que debe ser igualmente
desnaturalizada: la existencia de grandes recursos naturales no renovables, violencia y
empobrecimiento.
Este fenómeno realmente constituye una regularidad histórica, y su incidencia en uno y otro
lado sugiere que quizá la lógica de la colonización es como la termodinámica: solo se
transforma. La independencia sigue siendo una asignatura pendiente y los estados-nación
(nuevamente) entraron a sustituir a empresas como las de Leopoldo II o Peruvian Amazon
Company, sofisticando los procedimientos bajo promesas de progreso, o son invenciones
inconclusas a la espera de ser llenadas de nuevos contenidos. Prefiero asumir lo segundo.
13
Hablamos de oro, platino, maderas finas, marfil vegetal (tagua), y recientemente hidrocarburos .
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Pero la paradoja no cede, la riqueza que es extraída se realiza fuera del país, y el retorno de
las rentas obtenidas se disuelve como por arte de magia en manos de los corruptos.
Me temo que esta distorsión también describe la realidad africana en esta materia, con el
coltán, el petróleo, las esmeraldas, los diamantes.
Algunos lectores del Corazón de las Tinieblas coinciden en señalar que ese corazón no es
otro que el del hombre blanco enfrentado al dilema de decidirse entre el Bien o el Mal, o el
triunfo de este último cuando dicho hombre se escinde asegurándose de dejar su conciencia
en Europa antes de emprender las campañas civilizatorias allende los mares, los ríos y los
bosques.
En la Vorágine esta afección es resumida en las dos primeras líneas: “antes que me hubiera
apasionado por mujer alguna, jugué mi corazón al azar y me lo ganó la Violencia”
(Rivera, 1946, P. 11)
Fácil es presumir una perversidad innata y a la luz de los valores desarrollados en alguna
época o ideología actual calificar el proceder de otros sujetos atrapados otra temporalidad,
pero eso sería poco riguroso y podría perpetuar odios de manera indefinida.
Más bien habría qué intentar una lectura comprensiva de los hechos, intentando develar los
resortes mentales, cognitivos, discursivos que operaron, sin caer en todo caso en la
justificación histórica y, menos, en la apología; aunque un ejercicio con estas pretensiones
igualmente terminaría prestándole servicios a algún dios.
De manera que haciendo una abstracción no muy lícita de las sociedades europeas, que con
diferencias entre si construyeron dos capítulos del colonialismo, uno en América y otro en
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
África, podemos intuir que por una serie de circunstancias Europa occidental se asumió
como el CENTRO de la tierra, y el hombre europeo como el centro de la civilización.
Prueba de ello son las cartografías entonces elaboradas y la representación del mundo como
un eje cierto rodeado de vacíos.
José Luis Romero en el Estudio de la mentalidad burguesa señala una serie de momentos y
de rasgos ideológicos característicos de estas sociedades, que resultan relevantes para
comprender las estructuras mentales que operaron en los colonialismos, entre muchas otras
cosas. Subrayamos tres fenómenos (Romero, 1999):
Luego vino una sumatoria de mitos, creencias y teorías como la maldición de Noé, la
iconografía religiosa (católica) que asigna rasgos físicos definidos a lo divino y a lo santo,
el alma como un atributo que se puede tener o no, el destino manifiesto, la carga del
hombre blanco y la misión civilizatoria del europeo, el darwinismo social y la certeza de un
progreso inevitable, la eugenesia o ciencia del buen nacer, la poligénesis que niega la
posibilidad que negros y blancos compartan el mismo origen, la frenología, el racismo en
sus diferentes versiones que asocia atributos morales a determinados rasgos físicos, las
dualidades como iluminismo-oscurantismo, lo fiel-infiel, lo civilizado-bárbaro, etcétera.
Con un fin ilustrativo me permito retomar del texto de Bau algunas frases relativas a los
africanos, atribuidas a diferentes pensadores europeos notables de los siglos XVIII y XIX:
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
42
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
“El africano utiliza muy poco sus lóbulos frontales. Todas las particularidades de
la psiquiatría africana pueden atribuirse a una pereza frontal... El africano normal
es un europeo lobotomizado.” (Fanon, l969:280, citado por Bau, sin año, p. 42)
--------
“El canibalismo se encuentra en su forma más simple en África. En ese continente
la mayoría de las tribus caníbales comen carne humana porque les gusta, y no por
cualquier motivo mágico o por carencia de otra carne animal.” (Encyclopedia
Britannica, 1911, citada por Bau, sin año, p. 34)
Estas mentalidades escindidas, como lo sugiere Romero, contribuyó a que por mucho
tiempo las sociedades occidentales no vieran lo que pasó cuando pasó; y con el tiempo
cuando tienen noticias diferidas de las tragedias las ve bajo la distorsión de un prima
trizado o de narrativas heroicas contadas por abuelos.
En el corazón de las tinieblas reina un dios con un gran poder de enunciación, tan poderoso
como el dios del Cristianismo, que al ir por la vida dándole a cada cosa un nombre la dota
de una luminosidad fantástica para sus seguidores.
Ese dios creó y sigue creando demonios sin alma y sin futuro, dotados de barbarie,
canibalismo, terrorismo.
Con esas narrativas era inevitable para el europeo sentirse superior y salvador. Su
construcción del “otro” bajo estos términos tuvo como correlato la construcción de una
“mismidad” arraigada en la base de sus arquetipos mentales, de manera que la
descolonización de África (y de América Latina) no es solo una tarea de los intelectuales de
las antiguas colonias, sino un esfuerzo conjunto por confrontar en el otro lado las premisas
y supuestos con las que aún los líderes políticos y algunos sectores sociales europeos
abordan la diferencia, más cuando a la sala de sus casas esta llega antecedida por aires
enrarecidos de terrorismo y enfermedad.
Cuál puede ser el correlato de este corazón en África y América Latina?. Claramente no es
el odio, ni la xenofobia.
Puede ser que sus espíritus fueron completamente colonizados y asumen que en efecto son
partos del demonio. También puede ser que el rapto de su tiempo estuvo tan bien
consumado que no pueden recordar más que las necesidades de vivir cada día, o que
acordaron olvidar porque de lo contrario les depararía la misma enfermedad cardiaca de los
europeos.
Prefiero creer que con los recursos de la memoria histórica y los aportes de ciencias
sociales, en este otro corazón gobiernan los dioses festivos, que no profesan una tolerancia
volteriana por aburrida y reglamentaria, y simplemente reclaman un espacio (y un tiempo)
para poder ser.
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Referencias bibliográficas
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afrodescendientes em América Latina y el Caribe, del reconocimiento estadístico a
la realización de sus derechos . Santiago de Chile: Naciones Unidas-Cepal.
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sobre las atrocidades en el Putumayo. Lima: IWGIA-CAAAP.
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Universidad Iberoamericana.
Rivera Pagán, L. (Sin año). Bartolomé de las casas y la esclavitud africana.
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Wergener, A. (2012). El origen de los continentes. Enseñanza de las ciencias sociales de la
tierra.
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Presentación.
Debo comenzar haciendo una declaración personal: hace algunos años en horas de la
madrugada salía de un bar con un amigo que había sido dirigente guerrillero y su nombre
de clandestinidad sugería un carácter decidido y sagaz a la hora de acudir a las armas para
el logro de algún propósito político. No estábamos ebrios porque precisamente la obsesión
del momento nos obligaba a ser mesurados excepto en el uso de la palabra y de los malos
chistes.
La calle estaba desierta no solo por la hora sino porque desde hacía algunos meses se había
extendido el rumor que los paramilitares habían llegado a hacer “limpieza social”, práctica
con la que instauraban su particular noción de justicia, orden social y estética. Consistía en
la eliminación de todas aquellas personas que a su entender representaban lo más
degradado e indeseable de la sociedad como habitantes de calle, ladrones, drogadictos,
prostitutas, homosexuales. Reclamaban para sí el mérito de ser más rápidos y eficaces que
el Estado en materia de lucha contra la inseguridad. Luego, de forma inmediata, con la
connivencia de algunos miembros de las fuerzas armadas, comenzaban a perseguir a las
personas que a su entender eran cercanas a la guerrilla, lo que solía incluir a activistas de
izquierda, intelectuales, estudiantes, proveedores de servicios de alimentación y transporte,
etcétera.
Pues bien, esa noche, a la vuelta de una esquina nos topamos con un par de hombres que
golpeaban violentamente con pies y manos a un travesti que con seguridad se encontraba
ejerciendo la prostitución. Recuerdo que no gritaba ni se defendía, solo gemía y se cubría
inútilmente con sus manos muy adornadas con pulseras, anillos y uñas pintadas. Cada
embestida estaba acompañada por el cascabeleo algo macabro de sus joyas.
Mi amigo y yo retrocedimos instintivamente ante ese cuadro para tomar otra calle, pero
recordé que me encontraba con un hombre de guerra, que durante muchos años se había
refugiado en un seudónimo algo temerario, y le dije con las pocas palabras que encontré
que hiciéramos algo ya, en ese preciso momento. En realidad pensaba en algo parecido a ir
a fajarnos con esos dos y ver qué pasaba, yo que jamás he peleado a golpes con alguien,
que jamás he usado un arma, pero que a veces sí he jugado con la fantasía poder hacerlo,
como esa vez.
Él estuvo de acuerdo de forma inmediata, dimos dos o tres pasos de regreso pero algo nos
detuvo. Debo creer ahora que fue la sensatez la que se impuso; nos miramos, algo que no
recuerdo nos dijimos y seguimos nuestro camino.
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
No sé qué fue de aquella víctima. A la salida del sol ya lo habíamos olvidado todo,
seguramente porque la violencia, en un país que lleva por lo menos 50 años transitando por
las violencias más inimaginables y que ha aprendido a olvidarlas, justificarlas o
minimizarlas porque de lo contrario simplemente odiaríamos nuestro origen hasta el límite
del mayor de los extrañamientos, había surtido un efecto anestésico.
Ahora este episodio ha vuelto a mi memoria invocado por inquietudes en torno a la
diversidad sexual y de género, y las múltiples formas de injusticia que se anidan en
cualquier idea institucionalizada de normalidad, natura o corrección.
A pesar de la proximidad de las violencias los colombianos siempre hemos parcelado el
asunto reduciéndolo a la vida privada de las víctimas, mediante artilugios como “algo
habrá hecho”. Constituyen una especie de fuerza volcánica que se explica así misma y
quienes padecen su destrucción son responsables de sus desgracias por sobreexposición
conductual: estaban en el lugar y con las personas equivocadas.
¿Qué habrá hecho la persona del episodio que acabo de relatar?, ¿es lo mismo que han
hecho los incontables travestis, homosexuales, trasngénero, intersexuales que han caído en
esta profilaxis social y de los que nadie se acuerda?14
La genealogía de este odio es prácticamente la misma que la descrita por Foucault (1977):
una moral y un discurso que además de negar, satanizan, patologizan, criminalizan,
marginan la diferencia disidente.
Particularmente hablamos de un régimen que asume como normales, naturales, mutuamente
excluyentes, estáticas e inevitables solo dos identidades de género (masculino y femenino),
la heterosexualidad, la monogamia, la fijación del género al sexo; y desde lugares
privilegiados de enunciación no solo consideran ilegítima la existencia de otras formas, de
otras identidades, de vivencias ambiguas o de transito permanente, sino que despliegan toda
suerte de mecanismos simbólicos, disciplinarios, coercitivos para su aconductamiento,
asignación o, en su defecto, la extirpación.
En medio de todo ello hay una gran dosis de violencia institucionalizada y habituada
(socialmente hablando), que autoriza agresiones como la que presencié en esa ocasión.
Esa noche solo fuimos testigos de un momento nodal, de los tantos con los que se teje este
frágil manto de normalidad que informa a las sociedades occidentales.
¿Qué temores son los que afloran ante este tipo de diferencias?, ¿a qué es que se le teme
tanto al punto de fundar odios viscerales, heredados y gratuitos?
No lo sé, pero si analizamos el despliegue tan grande y constante que se hace para
encuadrar el género al sexo y viceversa es posible que encontremos algunas pistas.
14
Según informe de la ONG Colombia Diversa entre 2013 y 2014 se registraron 164 homicidios de la
población LGBT. http://www.elespectador.com/noticias/bogota/no-cesa-violencia-contra-lgbt-articulo-
565655
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
En los últimos años ha surgido un abanico de diferencias que en general son bien vistas
porque otorgan a las sociedades un aire de apertura, juventud y tolerancia; en cambio hay
otras que parecen excitar a los más grandes temores de la humanidad. Por ejemplo, las
identidades étnicas y la diversidad religiosa en general corresponden a las primeras, no sin
dificultades obviamente porque en más de una ocasión ponen en crisis a los Estados que
intentan contenerlas; pero las identidades relativas al sexo y al género, que en estricto son
de carácter individual, corresponden a las del segundo tipo.
En efecto, este tipo de construcciones corresponde a los terrenos de cruce entre la Cultura y
la Personalidad, lo estructural y las vidas personales, lo público y lo privado. En todos ellos
lo que se constata es un entramado en el que cualquier modelo de sociedad busca
consagrarse como sensibilidad, mentalidad, habitus, relaciones sociales básicas (incluidas
las del parentesco) y, en general, en un tipo particular se subjetividad que a la postre sirve a
la reproducción física de la misma. Sin esto la obra quedaría sin ser consumada.
De modo que cualquier proceso que de algún modo toque estas fibras tan sensibles se va a
enfrentar a una conmoción realmente fuerte.
Lo pondré en otros términos.
Como lo ha demostrado ampliamente el sicoanálisis y la antropología, el cuerpo humano es
probablemente la construcción más refinada de las culturas. Desde este territorio se pueden
gobernar los reinos del deseo, de la procreación, de las mentalidades, de la estética y otra
serie de pulsiones. De ahí el afán de amarrar el género a una particular dotación biológica,
porque le asigna (al cuerpo) unas funciones y hasta una especial ubicación en el espacio,
introduciéndolo a un universo simbólico del que es muy difícil escapar.
En el momento que la Razón y la Libertad sobre todo, le arrebaten a la cultura el control del
cuerpo y lo conduzcan a territorios desanclados, como podría entenderse del discurso
emancipador que subyacen en las teorías de género, muchas claves de las relaciones
intersubjetivas tendrían que ser ajustadas, de la misma manera como la idea de amor
(pasional) condujo a un ajuste de las relaciones de pareja respecto a cuando los vínculos se
establecían por conveniencia o decisión de los padres.
Pero eso no lo sabía el par de energúmenos de la historia con la que comencé este texto.
Tampoco lo sabía la victima de ocasión, ni yo, ni mi amigo; y nuestro modesto potencial de
violencia en ese momento tampoco habría cambiado las cosas.
Cuestiones conceptuales
Es una tesis de común aceptación que la identidad de género, tanto como la identidad
sexual, es un constructo social, cultural e histórico, no un hecho inherente y naturalmente
dado por la constitución física o biológica (Scott, 1990). Como tal es lícito aceptar que
pueden existir tantos complejos genéricos como culturas existan, y que en estricto nadie
puede establecer cuál es más o menos legítimo, aún si algunos resultan contrarios a
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
cargas distintas a unos y a otras. Es decir que se corresponde con unas costumbres y normas
específicas, cuya infracción puede llegar a ser muy costosa. Dependiendo de quién analice
estos ordenamientos y de las metodologías empleadas, se puede llegar a concluir que las
cargas asignadas a hombres y mujeres son complementarias y equiparables, o por el
contrario son asimétricas y desiguales, normalmente para estas últimas.
Por lo antes dicho, las formas de construcción y recreación de las identidades de género
también tienden a ser vistas como unidades básicas de las sociedades, porque informan las
mentalidades, estructuran relaciones sociales, definen cosmovisiones, consagran rasgos de
la moralidad, etcétera; y en atención a ello cada vez más entran a hacer parte de corrientes
teóricas críticas y de programas políticos inspirados en modelos distintos de sociedad y
Estado. En pocas palabras cualquier ideario que incorpore la plataforma de un nuevo ser, de
un nuevo Hombre (tomado en su acepción de especie humana) inevitablemente pasa por
reformular los códigos de las reglas genéricas (Gayle, 1989).
También son categorías (las identidades de género) que no se definen per sé, sino en el uso,
en la relación con otro. Toda asignación, en cualquier contexto, lleva implícita su alteridad,
a la vez que sugiere pautas de relacionamiento.
Varias de esas corrientes críticas impulsadas por la sociología, el psicoanálisis, la
antropología y la historiografía, entre otras disciplinas, han podido demostrar, primero, que
efectivamente las mujeres y todos aquellos que profesen una vivencia distinta padecen los
rigores de las cargas asimétricas, de la invisibilidad y de la violencia, constituyendo un
problema humanitario del que ninguna agenda política de cambio puede ser indiferente; y,
segundo, que el imperativo mutuamente excluyente de ser Hombre o Mujer, internalizado
por los que por diferentes causas sienten no encajar, genera una vivencia de enajenación o
de escisión. El trámite subjetivo de esta experiencia puede traducirse en enfermedades
mentales, conductas autolesivas, búsqueda desesperada de asignación, reasignación o
fijación de uno de los dos sexos, etcétera.
Los planteamientos feministas tan disímiles que en respuesta a esa constatación se vienen
elaborando han abierto un frente realmente basto de reflexión, que bien podría constituirse
en un nuevo paradigma en las ciencias sociales, no exento en todo caso de tensiones con
realidades como la diversidad cultural, la globalización, entre otros (Maqueira, 2011).
Alguno teóricos han creído encontrar una fuerte relación funcional entre el desarrollo del
capitalismo, el patriarcado y el sometimiento de las mujeres, lo cual podría corresponder
con la manera violenta como se generó este sistema en sus primeras etapas, y habría que
estudiar más a fondo si a la luz del capitalismo financiero globalizado esta tesis se puede
sostener.
De otro lado las teorías de género comportan una teoría de la Sociedad, la Cultura y el
Estado. Su potencial analítico es realmente amplio y su estatus como paradigma está más
que justificado. (Scott, 1990)
Como es usual en las ciencias sociales, estos planteamientos tienen la doble cualidad de ser
crítica social y programa político, y teoría y enfoque metodológico; lo que impone una
ambigüedad y hasta una sospecha bien porque compromete el ideal de objetividad en la
producción de conocimiento, tan caro al discurso científico, o bien porque le puede restar
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
15
Lourdes Ménez de manera acertada cuestiona el hecho que la mujer ser sea “objeto” de estudio, porque eso
se refuerza la cosificación de las mujeres, además que limita en análisis al no abordar la dimensión histórica y
relacional (Mendez, 1989)
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Varonía
Sin obviar la contradicción a la que las teorías de género conducen al feminismo como
enfoque y teoría, deseo proponer que también se piense brevemente el tema de la
masculinidad, algo así como un masculinismo, porque como ya se dijo son categorías
relacionales, que dependiendo como se definan y asuman inducen a complejos relacionales
recíprocos.
Es decir, la emancipación de las mujeres, la supresión de la identidad como algo reificado,
o la afirmación de una esencia única, tendrían necesariamente efectos en quienes vivimos y
asumimos la identidad masculina. Ser mujer (o no mujer) de una manera implica una
postura respecto a ser hombre (o no hombre), sobre todo en sociedades en las que los
procesos de género se resuelven de manera dual (masculino-femenino).
Preguntémonos: lo planteado por el feminismo en torno a la situación de las mujeres no
puede ser pertinente también para los hombres?. ¿es la subalternidad de las mujeres un
privilegio perenne para los hombres?, ¿ el supuesto dado por cierto del androcentrismo no
esconde una cierta esencialización de nosotros los hombres?
Quiero darle un poco de crédito a lo contrario, tomando incluso algunos riesgos éticos.
Para ello propondré dos imágenes. La primera la planteó un cronista colombiano en la
segunda década del siglo XX, llamado Luis Tejada. Decía rogándole a Dios que si tuviera
la oportunidad de volver a nacer, quisiera reencarnar en una mujer, pero no en cualquier
mujer, sino en una (mujer) casada con un fierabrás, machista y cafre, a la que le estuvieran
negadas todas las libertades, porque su vida estaría llena de minúsculos y encantadores
detalles. Si no se le estuviera permitido asomarse a la ventana, cuántas emociones podría
experimentar si un día cualquiera quebrara el precepto a hurtadillas. Lo mismo pasaría con
las salidas a los parques o con la más furtiva mirada. Todo eso, dice Tejada, está negado a
los hombres porque precisamente lo han hecho toda la vida, perdiendo con ello el encanto
de lo minúsculo, de lo que debe ser bebido a cuentagotas con un hálito de vértigo y
transgresión a la vez.
La segunda imagen proviene de una noticia más o menos típica: la de un hombre celoso que
después de propinarle cinco disparos a su compañera ultima su vida con uno en su cabeza.
En ambas imágenes hay una anomalía, si se quiere un padecimiento que naturalmente solo
se les reconoce a las mujeres bajo el supuesto que el hombre goza de una posición
privilegiada, confortable y hegemónica.
En un esquema victimario-hombre, victima-mujer, trasladado irreflexivamente al ámbito de
las relaciones intersubjetivas, no sería posible una conclusión distinta a la de la perversión
Es lo que se infiere cuando aparecen publicaciones hablando por ejemplo del desarrollo con “mirada de
16
mujer”
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
innata o adquirida del primero respecto a la segunda; pero desde un punto de vista más
complejo la cuestión se torna más dilemática.
No, la cosa es menos deliberativa como que un buen día los hombres dijimos “muchachos
vamos a ser unos malparidos”.
El tipo de sometimiento y anulación que efectivamente han padecido las mujeres, tiene
como correlato un tipo de hombre-masculino que ha sido engendrado por un sistema
cultural y axiológico que no estoy seguro haya sido decretado por alguien alguna vez. Solo
existe y es producto de un acumulado de circunstancias que al final sí puede servirle a
muchos (Jiménez Guzmán).
Ese complejo valorativo informa por igual a hombres y a mujeres, y de manera diferenciada
acarrea costos a unos y a otras con intensidades parecidas, especialmente en épocas de
crisis o de cambios cuando las certezas se derrumban.
También genera consensos tácitos, como cuando una mujer exige a su hijo o esposo que sea
el hombre que debe ser; o como algunas mujeres sienten confirmar que el hombre las ama
solo cuando las maltrata.
En muchas ocasiones lo más agobiante es justamente responder a lo que socialmente se
espera de ser un hombre-masculino, traducido en demandas simbólicas o materiales,
incluso de las mismas mujeres.
Pocos se preguntan, por ejemplo, qué drama esconde para un hombre el rol consagrado de
proveedor de la familia en tiempos de crisis económica; o sentir como la virilidad decae
con los años; o consumir los sentimientos más tiernos en actos de suficiencia y control; o
partir a la guerra tragándose el miedo; o ser hombre viejo en una familia machista; o
reemplazar al padre en los roles tradicionales más allá de la revalidad de origen narcisista
que según el sicoanálisis hemos sostenido con el pobre viejo; o ver cómo las mujeres nos
abandonan porque se hacen libres ella solitas, mientras que nosotros seguimos aferrados a
una imagen de masculinidad que ya poco sirve y no complace a nadie.
Ser hombre en estos tiempos es como estar abandonado en un camino que de tanto haber
sido transitado en vehículo nunca aprendimos cómo era en realidad, y ahora cuando toca
andarlo (o desandarlo) no sabemos para dónde ir y regresar, porque lo desconocemos en la
nueva perspectiva del peatón
No tengo ninguna duda que la llamada revolución sexual de los años 60s y 70s, la inserción
laboral de la mujer, la reducción del tamaño de las familias, las conquistas de tipo jurídico y
político de las mujeres están cambiando al mundo y que esto trae consigo anomia, desajuste
valorativo.
Creo también que sin que haya habido una reivindicación emancipadora de los hombres,
como sí de las mujeres, estos cambios nos obligan a una reinvención de la masculinidad.
Lo cierto es que ese imperativo de ser hombre-masculino en los términos convencionales,
no solo nos trae problemas, sino que desde el punto de vista sicológico está en la base de
múltiples conflictos internos y francas patologías, además de mucha infelicidad.
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Considero que ese potencial de análisis crítico que tiene el feminismo debe ser rápidamente
matizado en lo que respecta a los masculinos. Veamos solo tres situaciones.
Primero, al tenor de las diversidades culturales y de clases no existe una esencia masculina,
como fácilmente puede inferirse de categorías como el androcentrismo. Presumir que existe
una mirada masculina predominante que permea el discurso sobre lo real y lo posible a la
vez que niega o subsume a lo femenino, no se compadece del hecho que los hombres-
masculinos estamos también influenciados por la posición social, la etnia, la cultura, la
religión y muchas otras variables.
Segundo, la emancipación de las mujeres sin un desarrollo complementario de
emancipaciones masculinas puede conducir a paradojas potencialmente regresivas, como lo
fue la inserción al mundo laboral y la consecuente sobrecarga de roles para ellas,
precisamente porque no estuvo acompañada de ajustes en las relaciones de pareja o ajustes
institucionales.
Tercero, la exaltación del valor de la vida de las mujeres y la denuncia del juego selectivo y
simbólico que subyace en la violencia que se ejerce sobre ellas, no puede conducir a la
banalización de la vida de los hombres, como parece estar sucediendo en regiones afectadas
por conflictos sociales y políticos con la categoría de feminicidio. Es cierto que hay
violencias específicas por su intención de negar y ultrajar los atributos que definen a una
persona como mujer, pero igualmente existe una amplia tanatonomía de castraciones,
decapitaciones, abusos dirigidas a los hombres como tal, pero la falta de categorización al
respecto hace que opere el mismo fenómeno que el feminismo ha denunciado en cuanto a la
invisibilización de las mujeres.
El hecho, por ejemplo, que más del 90% de combatientes en conflictos como el colombiano
sean hombres constituye un auténtico masculinicidio. El hecho que en comunidades locales
pequeñas el índice de masculinidad17 se haya bajado a unos niveles alarmantes por cuenta
de las confrontaciones armadas, los asesinatos selectivos, el desplazamiento forzado,
etcétera, es también otra expresión del masculinicidio que acabo de mencionar.
Pero quizá lo conveniente sea no trizar el análisis de la realidad, hasta convertirlo en un
asunto de parcelas temáticas, ni dejar de ver la lógica y los órdenes que subyacen aún en
fenómenos diferenciados o aparentemente inconexos u opuestos
Género-ficción
Es posible que una sociedad o cultura, de las tantas que existen, pueda prescindir de sus
particulares construcciones de género, y, consecuentemente, renuncie a los múltiples
mecanismos de socialización y aculturación que cotidianamente son ejercidos sobre los
individuos para que internalicen pautas de conducta hasta convertirlas en hábitus,
disposición mental, control moral, conciencia crítica, sensibilidad, concepción del cuerpo?
17
Es un indicador compuesto utilizado en los análisis demográficos para establecer una relación de hombres
respecto a las mujeres en una determinada sociedad y en un determinado momento.
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Vamos a suponer por un momento que sí es posible eliminar todos los marcadores de
género, que desde el lenguaje hasta la educación formal no hay nada, ni la más ligera
insinuación sobre cómo debe ser asumido el deseo sexual, la dotación biológica o física, u
otro rasgo naturalmente dado o circunstancial. A esa sociedad la llamaremos A-G (A-
Género).
Por sus características no es una sociedad histórica, sino un proyecto político al que se llegó
después de verificar los efectos desastrosos que producían los conflictos, las imposiciones
disciplinarias del sistema. Es pues resultado de un consenso social.
Eso sí, en su relato fundacional quedó inscrita la alusión de una pasada sociedad
generofílica de la que proviene.
En la Asamblea Constituyente que diera origen a A-G fueron convocados los más
reputados intérpretes y seguidores de Freud, Foucault, Peaget, Lacan, Simón de Beauvoir a
fin de que asesoraran la elaboración del código ético que regiría todos los sistemas, en
especial los sistemas educativo, jurídico y médico.
Todos coincidieron en que lo primero a neutralizar era el lenguaje, quitándole acepciones,
denominaciones, estructuras gramaticales que contuvieran solo dos identidades posibles:
masculino-femenino. En reemplazo se instauró una suerte de esperando diseñado por
lingüistas y antropólogos del lenguaje, de modo que así como a las voces nasalizadas o
palatales corresponde una convención gráfica precisa, para liberar las palabras del género
se reemplazaron los artículos terminados en “a” y “o” por un símbolo mixto, acompañado
de una fonética intermedia entre ambas vocales .
Los niñ@s en modo alguno serían tratados como poseedores de género. No se les asignaría
siquiera un nombre, excepto aquellos (nombres) que sean suficientemente andrógenos
como Ariel, Azahir, Dani, Ale, Fer, porque en A-G el ideal de vida es de absoluta libertad
de género y solo cuando los ciudadanos tengan la mayoría de edad podrán decidir libre y
autónomamente si van a tener uno, o si este éste será definitivo, provisional o ambiguo.
Hasta podrían darle el nombre que cada quien guste.
Después de mucho discutir acordaron que habría un portafolio de correctivos y sanciones
para constreñir a todos aquellos que incurrieran en el delito de “inducción al género”.
En A-G los individuos al momento de nacer solo son primates sin pelo, seres desprovistos
de cultura, tabula rasa, con una dotación biológica específica (macho, hembra o
intermedia), que en modo alguno significará inscripción en una identidad de género. Todos
serán registrados como “ser en proceso de formación a humano” según una escala de
aculturación que va de 0 a 10, en el que 10 es la plena condición humana.
En ausencia de marcadores de género que induzcan cómo vivir la sexualidad o cómo
asumir el manejo de su cuerpo de determinada manera, la única restricción será la que
imponga la moral pública para todos por igual. Luego toda exploración y expresión de la
sexualidad será legítima y no tendrá un alter ego que escinda a las personas haciéndolas
sentir culpables, pecadoras o sucias.
54
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Las reglas del parentesco, que suelen ir de la mano con la reproducción biológica de la
especie humana, tendrán que ser reinventadas, particularmente en lo relativo a los vínculos
matrimoniales heterosexuales, aunque el tabú del incesto sí se mantendría intacto.
No obstante la experiencia cotidiana, las ciencias biológicas y las estadísticas se encargarán
de demostrar que un muy buen porcentaje de los ciudadan@s de A-G tienen una de dos
configuraciones genéticas y físicas: macho o hembra, y si bien no se les asigna unas
funciones o lugares derivadas de un género, van a experimentar necesidades e impulsos
asociadas a su dotación, y sobre esa base construirán algunas categorías diferenciadoras,
vaya un a saber cuáles porque los hechos sociales y culturales son virtualmente
ingobernables.
El caso es que unas personas tendrán erecciones, otras menstruarán. Unas podrán quedar en
embarazo, otras no pero podrán aportar los espermatozoides necesarios para las primeras.
En A-G las posibilidades tecnológicas de inseminación in vitro no están al alcance de
todos, por lo que todo aquel ciudadano que desee reproducirse tendrá que acudir a alguien
más para que contribuya con lo que la naturaleza le ha proporcionado. Unos establecerán
vínculos permanentes y hasta puede que se amen, otros en cambio no, pero la mutualidad
para la reproducción será en todos los casos una condición imprescindible.
Si en esta sociedad no hay prosperidad económica, mucho me temo que las personas
tenderían a establecer pocos vínculos con vocación reproductiva, y si a eso le sumamos que
los ciudadanos con útero funcional pueden decidir no tener hijos porque adoptan otras
preferencias existenciales, igual que aquellos que poseen semen, entonces A-G podría en
algún momento verse de frente a una crisis demográfica que comprometa su existencia,
porque hasta ahora una condición esencial para que una cultura persista es que tengan
personas que la recreen y para eso ellas deben reproducirse de una u otra manera.
También sería una posibilidad que quienes decidan asumir los roles masculino y femenino
hagan coincidir su identidad con su dotación biológica, y además constituyan un número
suficientemente grande como para que el futuro demográfico no se vea comprometido. Pero
eso no se sabe en ausencia de las regulaciones que imponen las identidades de género ya
superadas en esta sociedad ideal.
Finalmente una sociedad de este tipo debe ser totalmente secularizada, en la que las
religiones tienen poca relevancia en la formación de las personas.
Probablemente he llevado este tipo ideal de sociedad al extremo, pero lo que he
querido cuestionar con esto es el alcance del programa político que subyace en la crítica a
la manera como se producen y recrean las identidades de género en las sociedades
modernas y tradicionales.
A mi entender no existe una cultura que carezca de la dimensión de género, ni creo siquiera
que sea un ideal razonable y viable. Lo que si resulta necesario, al menos para las
sociedades de Occidente, es revisar el conjunto de paradigmas que constriñen o inhiben la
expresión de otras formas identitarias y de sexualidad, distintas a las predominantes, es
decir el trato a la diferencia.
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Me refiero a la violencia como son impuestas las consideradas normales y como son
sancionadas las transgresoras, como también a la espiral de exclusiones y estigmas que se
tejen en torno a lo diferentes, que más que eso es diversidad.
Hace algunos años Marshall Berman (1982) citando una frase de Marx describía la manera
cómo bajo el influjo de la Modernidad todo los sólido se desvanece, se vuelve aíre. Todo
aquello que la tradición había consagrado como cierto e inmutable resulta ser provisional y
relativo, trayendo consigo una sensación de vértigo y desencanto a la vez.
Las teorías de género se inscriben en estas corrientes modernizantes. Han llegado para
develar que aún las identidades más fundamentales, como las de género y sexo, asumidas
como obvias y naturales no son tal, sino constructos cargados de violencia e injusticia
(también de encantos), por lo tanto susceptibles de cuestionamiento, revisión y ajuste, por
vía de la Razón y la Libertad; de suerte que no se nace mujer u hombre, sino que se puede
llegar a ser una cosa otra, u otra cosa, o todo lo contrario, o a veces una cosa y luego otra.
Esta constatación describe una tendencia histórica y promueve una eticidad inspirada en la
posibilidad de que la Libertad pueda ser llevada a los límites de la invención de otras
formas de identidad.
Este desanclamiento hace aún más porosas las fronteras e inaugura y complejiza el mapa de
las diferencias sociales.
El modelo de sociedad bajo estos términos no puede ser el de unas mayorías generosas que
otorgan un lugar a las minorías envilecidas, sino el de una tolerancia como principio rector.
Estamos realmente ante un fenómeno incontenible, y más vale que vayamos liberando los
velos de la moral confesional antes que los que se reclaman guardianes de ella generen
nuevas formas de segregación, acaso más refinadas que la de los dos sujetos con los que me
topé hace algunos años, pero tanto o más violentas.
El tema no se despacha permitiendo, por ejemplo, el cambio de identidad en la cédula de
ciudadanía (DNI), incluyendo la reasignación de sexo en los planes públicos de salud, con
un sistema de cuotas en la distribución de los cargos públicos, o autorizando el matrimonio
homosexual, aunque ciertamente son avances; porque paradójicamente estas
reivindicaciones perpetúan el modelo hegemónico de a un cuerpo un sexo, y a un sexo un
género de los dos disponibles.
La sociedades deben en todo caso prepararse a reclamos más radicales y transgresores si se
quiere, como aquella mujer transgénero lesbiana, que se somete a una reasignación
quirúrgica de sexo para estar con la mujer que ama; o la de aquella persona que tiene asume
un género durante unas jornadas y en otras otro o ninguno; y así sucesivamente, porque más
que un juego de combinaciones y probabilidades, son una serie de impulsos que existen y
que aún no se resuelven por el peso de las talanqueras predominantes.
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Referencias bibliográficas
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Presentación
Mi llegada a su contexto requirió tiempo a pesar de su inherente amabilidad. Fue
necesario acogerme a los ritmos de sus actividades cotidianas, caminar en ocasiones días
enteros acompañándolos en sus faenas de subsistencia, y cuando era necesario ayudarles
con el maneo de todo lo que alcanzaban a recoger por ahí a pesar de resultarme tan ajeno
a mis hábitos alimentarios. Varios de ellos tienen la costumbre de moverse en compañía de
perros, que si bien no son de caza están dotados de un instinto muy particular que los
protege las embestidas de los coches en los que se suelen mover otros grupos humanos con
los que regularmente se cruzan. Dan la impresión que leen el pensamiento de su amo, que
conocen sus rutinas al dedillo, porque sin que medie gesto alguno saben dónde esperarlo,
de qué amenazas defenderlo, cuándo está enojado. A cambio son retribuidos
generosamente con comida, que reciben primero que nadie, y con el honor de compartir la
cama con su dueño, en la que juntos disipan las inclemencias del frío de la gran sabana
cundiboyacense.
Sospecho que con estos animales existe una especie de relación sublimada de parentesco.
La especificidad de su lenguaje, lleno de inflexiones, tonos, giros y acepciones, de entrada
me resultó virtualmente inaccesible. Las palabras más comunes no dicen lo que deberían
decir, a pesar de que compartimos el mismo idioma; por lo que decidí aplicar viejas
técnicas de la paciencia aprendidas con los indígenas Nasa años atrás: con la ayuda de
José, mi informante y guía, solemos apartarnos del grupo para ir armando poco a poco un
diccionario que confronto en la práctica a la menor oportunidad. Después de 4 semanas
creo estar superando por fin esta barrera.
En las noches, cumpliendo los dictámenes de alguna costumbre, de todos los lados van
llegando a los mismos sitios de encuentro con sus aperos, animales, bolsas de carga, y al
calor de una fogata comparten diferentes tipos de sustancias con las que experimentan
estados alterados de conciencia tan exclusivos como la personalidad de cada quien. En
ocasiones algunos lloran, otros cantan y bailan, otros más guardan un profundo silencio,
pero en común hay una nostalgia por los que ya murieron en alguna batalla o en las manos
de algún enemigo, aunque también por los familiares que viven en otras comarcas, cuyas
fotografías guardan en algún bolsillo de su traje o en la billetera…
Estas podrían ser las notas de campo de algún antropólogo que se hubiera dispuesto
a hacer etnografía de los habitantes de calle de Bogotá o de cualquier otra ciudad, bajo la
perspectiva exotista que normalmente se tiene de los grupos indígenas ubicados en zonas
rurales. El resultado narrativo probablemente sería, por un lado, la sugerencia que los
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habitantes de calle son una especie moderna de grupo étnico; y, por el otro lado, la
percepción de La Ciudad como un territorio trizado en el que coexisten, se superponen y
hasta pueden entrar en conflicto varias configuraciones societales (tribales incluso) dotadas
de sentidos específicos de lo urbano. Es decir que eso que llamamos ciudad sería en
realidad la sumatoria tensa y compleja de muchas otras ciudades en la medida que emergen
vivencias, narrativas, fronteras y estéticas distintas.
Tal perspectiva supone una o varias teorías que fácilmente podrían remontarse a la llamada
Escuela de Chicago. Se requeriría por ejemplo asumir que en los contextos urbanos:
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través de los cuales se construyen y afirman diferencias de todo tipo, como las relativas al
género, la etnia, la religión, etcétera.
Así, los contenidos universales del predicado han debido ser matizados por el peso evidente
de las situaciones y las identidades.
Vista de forma esquemática, la exclusión social supone la existencia de un “orden”, de un
“núcleo” respecto al cual alguien puede estar más o menos excluido. Axiológicamente es
una condición deficitaria, un estado de carencia, de deprivación, de pérdida o deterioro de
la dignidad y del mismo estatus de ciudadano (a)18.
Su correlato la inclusión social viene a ser la instauración de ese orden, la búsqueda de un
deber ser ya prefigurado, y la integración de quien la padece a un estatu quo en el que la
vida adquiere sentido.
La inclusión así planteada conserva ese tufillo disciplinario que se le ha reprochado a las
respuestas concebidas en otras épocas para el tratamiento de los vagabundos, menesterosos
y ociosos.
Los contenidos de ese universo al que se busca incluir a los “desprendidos” por el sistema
no son del todo claros, pero en general son una serie de atributos personales y colectivos
asignados al ideal de ser ciudadano que regularmente no se cuestionan, excepto por
algunos antropólogos que han intentado develar los rasgos de humanidad y de individuo
que el discurso predominante (de los Derechos Humanos y de la ciudadanía) promueve y
hasta instaura con la ayuda de diversas instituciones de control.
Pero en general podríamos señalar los siguientes rasgos:
Tener identidad individual jurídica, única, intransferible, fija e irremplazable.
Estar integrado a, hacer parte de…diversas formas de vida societal como la familia
y la comunidad de la que se obtiene solidaridad y respaldo.
Tener ciertas facultades cognitivas, sicológicas, mentales, comunicativas que
faculten para comprender la perspectiva de otros, vincular lo global a lo personal,
aplazar lo egoísta en pos de causas generales, entre otros.
Poseer clara noción de la diferencia entre lo público y lo privado, reservando para
este segundo ámbito tareas y funciones exclusivas, referidas a la sexualidad, el
manejo del cuerpo, etc.
Tener internalizada la noción del Estado como un tercero mediador, una madre
bondadosa o un padre estricto.
18
Casi todos los teórocos de la exclusión social coinciden en señalae que la exclusión es en última instancia la
negación de la ciudadanía a ciertas personas, es decir, un tema de garantía y disfrute de derechos.
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Ser productivo y mostrar vocación al trabajo como valor y medio para lograr y
conservar la independencia, el autodesarrollo, hasta la sensación de dignidad y valía
personal19.
Poseer un lugar fijo de residencia respecto al cual todos los movimientos espaciales
son provisionales y periféricos.
Poseer un estado de salud física y mental, acompañada con cierta estética de lo
limpio, que haga funcional la vida en comunidad.
Obviamente vivir en la calle plantea una situación diametralmente opuesta a este prototipo
de rectitud ciudadana, razón por la cual resulta comprensible que su sola existencia ofenda
la conciencia de los humanistas y sea interpretada como una tragedia que excede la
voluntad del implicado, como un estado de carencia y vacío.
A pesar de lo dicho, la exclusión social como categoría de análisis comporta una propuesta
interesante al trascender lecturas determinísticas y economicista de lo que en términos
generales podríamos llamar marginalidad o marginalización. En primera instancia relativiza
la pobreza como un asunto referido a los ingresos económicos y a la satisfacción de
necesidades básicas, y muestra como en todos los casos es una realidad multidimensional.
En segunda instancia advierte que diferentes tipos de injusticia social se suelen
corresponder con sujetos de determinadas características identitarias, situacionales,
regionales, de género, señalando que dicha correspondencia no es ni casual ni producto de
decisiones divinas, sino una lógica que informa a muchos sistemas sociales. En tercer lugar
precisa que es un proceso dinámico y variable, en doble sentido si se quiere, que se puede
configurar paulatinamente tanto como superarse con el concurso de diferentes agentes
como la persona que la padece, su entorno social inmediato, el Estado, instancias de la
sociedad, entre otros.
No es claro que en todos estos planteamientos subyazca una teoría crítica del cambio social,
pero sí una teoría de la Sociedad y del Estado en general según la cual la exclusión es una
probabilidad más o menos lejana pero inmanente al inestable juego social y al ejercicio de
la libertad (en los negocios, en la economía, en los afectos…), cuya sensación cotidiana es
una combinación de riesgo e incertidumbre.
Solo bastaría un traspié para que la ruleta de la vida social nos expulse, llevándonos de
príncipes a mendigos con una velocidad aterradora. Y a la inversa la misma ruleta puede
redimir a vagabundos y mendigos convirtiéndolos en estrellas de la música o de la
actuación, como sucede en tantos reality show de la televisión.
Estas sociedades del riesgo y de la vulnerabilidad, como las han denominado varios
sociólogos, tienen como rasgo característico la existencia de fuerzas que pueden operar
tanto en un sentido como en el otro, creando una gama de situaciones o sujetos con una
19
La lógica de organizar elorden social en torno al trajo no tiene más de 200 años, y se sustenta en una serie
de valores muy arraigados que así loconsagran. Devino desde entonces como la principal fuerza integradora.
Ver “la lógica de la exclusión social y el mercado de trabajo” (sin autor ni fecha)
64
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20
Lesbianas , gays, bisexuales, transexuales e intergeneristas
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VULNERABILIDAD INTRINSECA
CONDICION
SITUACIÓN
INMIGRANTE/REFUGIADO
VICTIMAS DE CONFLICTO
DEPRIVACIÓN
JOVENES
TERCER EDAD
EN PARO
EN CALLE
DROGODEPENDIENTE
POBREZA
CON DISCAPACIDAD
Si las variables relativas a la SITUACIÓN se dan más de una vez en sujetos portadores de
una CONDICIÓN identitaria altamente proclive a la exclusión por la historia de
marginalidad de una sociedad dada, encontraremos que se pueden dar varios tipos de
exclusión desde el punto de vista cualitativo y cuantitativo, bien por el tipo de variable que
más peso tengo, o bien por la frecuencia o intensidad que acusen.
Probablemente un sociólogo osado podría encontrar la manera de medir estos perfiles.
Los habitantes de calle reúnen prácticamente todas estas condiciones y situaciones. Son por
lo mismo los moradores por excelencia del inframundo moderno, de la periferia. Ya no son
personas que vivan aterradas en los bordes del bienestar y el abismo. Ellos ya están del otro
lado y ese tránsito no se define por lo que pierden, sino por lo que desarrollan en ese
terreno de penumbra, de sombras si se le mira desde la luminosidad prometida de una
ciudadanía plena. Estar allí, vivir esa conversión, comporta un desprendimiento y una
inversión valorativa que desafía la estética, las reglas, la vivencia del cuerpo, el uso del
lenguaje y, obviamente, la experiencia misma de la ciudad.
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La antropología de la exclusión
21
Se recomienda consultar El Suicidio de Emilio Durkheim porque logra documentar la relación de este
fenómeno con procesos de exclusión tradicionales.
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Creemos que su principal tarea se acerca mucho más a la literatura, tomada en la acepción
de C. Geertz, es decir generar la posibilidad de hacer comprensible la vida de los otros
mediante una serie de artilugios narrativos de manera que el lector asimile el punto de mira
del observador y siguiendo unas reglas comprehensivas llegue a las mismas conclusiones
como si hubiera estado allí.
Ese es la promesa emancipadora de esta ciencia, que más que eso es un oficio, un arte: el
arte empático de la convivencia.
La descripción antropológica de las condiciones de vida de este segmento de la población
podría dedicarse a varias tareas, como:
Mostrar cómo, bajo qué lógica se construye la exclusión social.
Describir las diferentes maneras como las diferentes culturas generan exclusión,
cuáles son los sentidos asociados y cuáles son los efectos.
Hacer comprensible la vivencia de los excluidos, señalando las formas de
tramitación y de resiliencia, así como los lenguajes y sentidos asociados.
Desarrollar la noción de núcleo duro, por darle algún nombre, respecto al cual se
define lo marginal, lo periférico en diferentes contextos.
Estudiar los mecanismos de los que se vale el Estado para la inclusión, develando
los procedimientos normativos, disciplinarios y los modelos de vida que promueve.
Proponer maneras alternativas de tratar este asunto, quizá más libertarias y
consecuentes con los principios de libertad y autonomía personales, advirtiendo los
costos de una inclusión estándar y estandarizante.
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En el año 2011 la Veeduría Distrital aplicó tres (3) tipos de encuestas a esta población: a
169 personas no vinculadas a ningún proyecto de la Secretaría Distrital, a 259 personas
beneficiarias de la modalidad Hogar de Paso, y a 72 personas beneficiarias de la modalidad
Abordaje Terapéutico. Veamos rápidamente los resultados obtenidos con el primer grupo
comparándolos con los resultados del 2010 (Veeduría Distrital de Bogotá, 2011).
Predomina población joven y masculina entre los habitantes de calle. En el 2010 los
hombres representaban el 66% y en el 2011 fue el 84%. Por su parte los menores de
30 años pasaron del 39% al 41% entre un año y otro. La población mayor de 54
años en cambio bajó del 7% al 1%.
La gran mayoría sostiene haberse ido a la calle a temprana edad. En el 2010 el 80%
dijo haberlo hecho siendo menor de 21 años y en el 2011 este porcentaje pasó al
61%, sugiriendo con ello que la opción de tomar la calle está fuertemente asociada a
problemas intrafamiliares de la infancia y la adolescencia.
Las causas reportadas para tomar la calle son diversas, predominando entre ellas el
consumo de drogas (32% en el 2010 y 31% en el 2011), las malas amistades y el
maltrato. Las razones económicas se han mantenido en un nivel relativamente bajo
(6% en el 2010 y 10% en el 2011)
Alrededor del 93% en el 2011 (y 86% en el 2010) expresó el deseo de mejorar su
condición. En este último año las dos principales expectativas fueron aprender algún
oficio y buscar ayuda en programas institucionales; mientras que en el 2010 las
opciones fueron más diversas, destacándose en todo caso la búsqueda de asistencia
institucional.
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“por la cual se establecen los lineamientos para la formulación de la política pública
social para habitantes de la calle y se dictan otras disposiciones”
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Y la ruptura con el núcleo familiar no es tal, porque siempre, sin importar el tiempo y la
distancia, están recordando a padres, hermanos, hijos, esposas, abuelos, sobrinos y hasta la
mascota, por los que lloran en silencio y si se les da la gana a grito herido también.
Con todo, hay una misma fuerza leviatánica que se sobrepone a su voluntad y raciocinio,
arrastrándolos como cuando en las películas de ficción algunas personas son velozmente
arrastradas por la cola de un dragón dejando tras de sí el destello de una mirada
desesperanzada.
Parafraseando la metodología de los tipos ideales de Max Weber23, queremos sugerir la
idea de crear una ciudad autónoma con estos 10 mil habitantes de calle, pero con una
autonomía política y administrativa incrementada, de modo que observando sus principios
y reglas se puedan dar un ordenamiento que les resulte acorde.
Lo primero en establecerse sería la estratificación larvada que existe entre ellos. La minoría
de profesionales y descendientes de clase media y alta del país, habitantes en todo caso del
lado oscuro, se las arreglarían para hacerse al poder. La distribución y consumo de drogas
sería legal; la pena de muerte estaría permitida en casos excepcionales; la violencia
intrafamiliar no sería necesariamente un problema social del que deban ocuparse las
autoridades judiciales; probablemente su economía estaría centrada en actividades
artesanales y artísticas; la alimentación y la
vivienda estarían subsidiadas, lo mismo que la
drogas; el estigma del drogadicto, el vago y el
loco se reducirían al mínimo; los derechos de
los niños serían de los valores más caros y el
abuso de menores sería quizá el peor de los
crímenes. La policía sería amigable y estaría
vestida de color negro.
Finalmente sería el destino licencioso preferido de hombres y mujeres del resto del país,
para perderse un poco tras el humo de un porro o una línea de perica24, y luego volver a sus
vidas de nobles caballeros y damas.
No podemos decir que sería una sociedad ideal, porque habría conflictos y crisis como en
todas; pero lo que quedaría demostrado es que ese mundo oscuro solo existe porque el
mundo de la luz lo crea, lo reproduce y perpetúa, pues una cosa es la drogodependencia y
otra es esta invención colectiva llena de delirio.
Si nos acogemos a la perspectiva de las diferencias y el relativismo cultural, y de paso
prescindimos de la carga estigmatizante y envilecedora que le acompaña, realmente
estaríamos ante una sociedad divergente, transgresora y disidente, que a fuerza de ser
atomizada, patologizada y segregada, termina morando los extramuros de la ciudad,
viviendo debajo de los puentes, en las alcantarillas y en los edificios abandonados, donde se
23
Entendimos la metodología de los tipos ideales como una construcción racional e hipótetica que sirve para
poner a prueba la coherencia lógica de algunos argumentos y sus necesarias consecuencias.
24
Cocaína
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reproducen pequeños monstruos salidos de las mentes pequeñoburguesas, que no por eso su
manifestación deja de sentirse con menor violencia.
Ese mundo del lado oscuro reta la noción de lo limpio y aséptico que informa a las clases
medias que gobiernan y diseñan las ciudades, por lo que no es casual que el habitante de
calle insistentemente sea asociado a la basura, a lo sucio. Durante largos años escuadrones
de la muerte (guerrilla, paramilitares, organizaciones criminales) se han especializado en
“limpiar” las ciudades de gente indeseable, obteniendo una macabra legitimidad social tan
expedita como la justicia que ofrecen. Estas campañas las llaman de “limpieza social”.
Aún hoy a los habitantes de calle se les llama desechables, en alusión a ese patrón
consumista urbano que se especializa en generar desechos después de un uso mínimo de las
cosas, sin reparar a donde van a parar.
La administración distrital parece resignada a aceptar que el único oficio congruente del
habitante de calle es la manipulación de basuras y la recolección de material reciclable.
La filantropía social y las acciones institucionales periódicamente ofrecen servicios aseo y
acicalamiento a personas en esta condición (ducha, afeitada, corte de cabello, estreno de
ropa usada) en una analogía con las campañas de salud e higiene ejecutadas desde la edad
media y la Colonia.
Estos ciudadanos derrumban, cual muro de Berlín, esa muralla extraña que la Modernidad
creó para separar la esfera de lo público de la esfera de lo privado. Casi todos esos actos
reservados para la intimidad de esta segunda esfera, como la realización de necesidades
fisiológicas, masturbarse, bañarse, acariciar a la pareja, preparar la cama, despertarse,
drogarse, incluso morirse, se suelen desarrollar a la vista de muchos testigos no convidados,
precisamente porque su casa es la calle.
Han tomado tanta distancia de lo social y políticamente correcto, que ir y venir de uno y
otro lado plantea una transformación radical de todos aquellos rasgos que otorgan
distintividad personal. Es como si fueran y volvieran de un tiempo a otro obrándose una
reconfiguración casi que biológica, así como le sucedió a ese científico de Hollywood
cuando se desfragmentaba para viajar en ondas de radio de una cabina a otra, y en uno de
esos trayectos una mosca se infiltró de suerte al reconfigurarse nuevamente se generó un
híbrido de uno y otro ser.
Esto lo comprueban los familiares cuando logran raptar a un pariente de la calle por unas
semanas o meses, en un intento por incluirlo (en el sentido de la inclusión social), para
luego volverlo a perder en una esquina. También lo verifica la opinión pública cuando
descubre en cualquier gueto a una persona famosa como un cantante, una modelo, un
jugador de fútbol, un prestigioso abogado que traspasó una de las ventanas astrales por
donde se comunican ambos mundos. Todos pierden los dientes, la estatura física, el tono de
la voz, la firmeza de los músculos, los movimientos finos, el gusto y la profundidad de su
mirada. Como si el alma los hubiera abandonado.
Cuesta trabajo creer que este mundo realmente existe, y más trabajo cuesta aceptar que es
un constructo social e histórico que podría evitarse si ese coctel de pobreza, exclusión
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Referencias bibliográficas
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Veeduría Distrital.
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Presentación
El propósito de estas notas es describir la manera como la nueva Constitución Política
colombiana adoptada en 1991 no solo favoreció la diversidad religiosa, sino que al tenor
del reconocimiento y protección de los derechos especiales de los grupos étnicos, en
particular los derechos a la autonomía jurisdiccional y a la participación, propició que los
dioses y espíritus indígenas comenzaran a tener una figuración cierta más allá de los
endógenos terrenos “espirituales” o inmateriales, puesto que de alguna manera se hacen
sentir a propósito de cuestiones relativas al desarrollo y las políticas públicas.
Esta tarea hace necesario hacer una rápida ronda sobre el tema de las religiones en general,
su correlato en las realidades indígenas y las nuevas dinámicas generadas con ocasión de
las reglas de juego que trajera la Carta Política.
Breve reflexión sobre las religiones y los dioses que vuelven si alguna vez se fueron.
Un mundo sin religiones, si alguna vez llegara a existir, ciertamente sería muy aburrido y
desde el punto de vista existencial carente de muchos sentidos.
No pretendo discutir con el racionalismo ni con todas las escuelas que le han sucedido, pero
basado en mi particularísima experiencia y en algunas observaciones, he podido establecer
que la Razón, es especie de reglamentación matemática y lineal de consecuencias
inevitables a partir de unas premisas aceptadas, erosiona, banaliza, le quita a las cosas ese
hálito de misterio y profundidad que en cambio otorgan las nociones de lo sagrado, de lo
trascendente, de lo espiritual en últimas.
La explicación de los hechos que al final tejen todas las vidas individuales y colectivas a
partir de la probabilidad estadística, la inferencia razonable, las causas eficientes, nos
introducen en un influjo de obviedades desencantadoras.
Si nos atuviéramos exclusivamente a los dictámenes de la Razón y solo concediéramos
crédito a las cosas a condición de que sean precisamente razonables, muchos territorios
quedarían baldíos en espera que la ciencia o la filosofía los colonicen, y eso tardaría
demasiado porque ellas todas se encuentra ocupadas inventando mundos paralelos,
modélicos, matemáticos que solo sirven para comunicarse entre sí en clave de sabios,
porque poco o nada le dirían a la gente común que cada día tienen que lidiar con los rigores
de la existencia y de las carencias decretadas por unos pocos.
Es normal que la gente se muera, pero de qué sirve a los deudos venir a decirles que los
indicadores sociodemográficos y la ciencia médica ya lo habían advertido, o que si aspiran
a algún tipo de trascendencia humana deben autorizar la donación de algunos órganos que
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Contra todo pronóstico las religiones no han desaparecido, por el contrario varias se han
globalizado, otras más se han diversificado, reeditado, hasta racionalizado,
institucionalizado y relocalizado, pese a que las ciencias sociales y políticas las han
declarado opio del pueblo y enemigas de la emancipación, o les han endilgado el carácter
de premodernas e irracionales, y dentro de concepciones teleológicas y evolutivas las han
ubicado como representativas de las etapas más primitivas del pensamiento humano, en
inevitable proceso de superación por la ciencia, la técnica y la razón. También han sido
relegadas al ámbito de la vida privada, ese anaquel donde pueden desatarse todas las
invenciones y caprichos del hombre libre a condición de no afectar la vida de otros
hombres libres, ni ofender la conciencia moral de la especie humana.
Como objeto de estudio han sido interpretadas como un epifenómeno humano, un
subproducto de la Cultura, una sublimación funcional de necesidades prácticas, o un
refugio a las crisis y a la incertidumbre de los cambios. Otros han visto en ellas, en sus
formas elementales, una realidad social, o un lenguaje por su poder de significación. Hasta
les han aplicado modelos económicos de mercado para explicar su persistencia y
funcionamiento en las sociedades contemporáneas.
Muchas de esas teorías se han dividido en dos perspectivas generales para abordar el hecho
religioso: las que hacen una ronda al contenido fenomenológico evitándolo y se ocupan de
las prácticas sociales vinculadas, del momento y el contexto en el que se dan, y de las
funciones prácticas que de algún modo cumplen en relación con la sicología, la política, las
relaciones de poder, etcétera; y las que en cambio se ocupan de la esencia del fenómeno
para diseccionarlo, traducirlo, identificar su estructura sincrónica o simbólica, o vivir la
conmoción del trance para luego volverla narrativa biográfica o literaria.
Pero no terminan de explicar la constancia, terquedad y universalidad de las religiones en la
era de la secularización.
Lo cierto es que cuando uno se imagina el mapa global de las religiones, sin agotarlo en las
más grandes, proselitistas y civilizatorias, es fácil ver que la humanidad toda continúa,
como siempre, hincándose en torno a lo sagrado. Toda insiste en atender leyes que existen
desde mucho antes de las normas jurídicas de los Estados, y su origen se pierde en las
profundidades del tiempo.
Ese Homo Religiosus no es exclusivo de una región, una época o una cultura. Millones de
personas leen y cantan textos sagrados; van regularmente a capillas, sinagogas, mezquitas y
templos; observan calendarios y dietas específicas; consultan o escuchan a sus líderes,
jerarcas, profetas y mediadores. También hacen masivas peregrinaciones y romerías, junto
con ayunos y sacrificios.
Otros más invocan el espíritu de sus ancestros o simplemente interactúan con las fuerzas de
la tierra, las plantas los animales, las aguas, los cielos, las montañas. Cantan y danzan
regularmente.
El mundo sigue siendo profundamente religioso, endiabladamente religioso. El paraíso
secular se hace esperar.
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Por eso lo que quizá mejor define este nuevo estado de cosas es la figura de la razón
hechizada planteada por Manuela Cantón (2009) en su libro sobre las religiones, o el
hechizo de la racionalidad, para significar como yo lo entiendo que se ha abierto un terreno
mixto, mestizo que no excluye lo uno ni lo otro.
Dentro de esa lógica diré que los dioses no se fueron, o si se fueron están regresando a
asumir los asuntos de siempre o a ocupar nuevos tronos, convocados por nuevas
ritualidades, como las que inaugura el derecho positivo con toda su carga simbólica y
performativa.
Samuel Huntington (2001) en su debate con quienes a finales del siglo pasado proclamaban
el fin de la historia y el advenimiento triunfal de la democracia y el pensamiento liberales,
ha venido diciendo no solo que la lógica de los conflictos en el mundo ha cambiado con la
superación de la guerra fría, sino que dentro de este fenómeno los choques de las
civilizaciones se ponen a la orden del día, y junto con ello en muy buena medida el tema
religioso que subyace como principio cohesionador o identitario en varias de las grandes
civilizaciones por él inventariadas, tales como la Occidental y el cristianismo en sus
diferentes denominaciones, la Hindú y la Islámica.
Obviamente pocos se atreverían a decir que las guerras actuales sean de carácter religioso,
excepto cuando los problemas nacionales coinciden con reclamaciones étnicas y éstas con
creencias religiosas, como ha sucedido en Medio Oriente y en países africanos como
Sudán; pero lo que sí se puede sostener es que no es un asunto accesorio y que tiene el
poder de poner los conflictos en una matriz histórica profunda en la medida que aporta
memoria sacra, haciéndolos complejísimos de resolver por vías corteses y diplomáticas.
A su manera Dios, Yahvé, Alá,…Tzerankua, Sebaseba, Karagabí, Maleiwa25… Oxalá,
Oxú, ….los profetas Jesús, Maoma, Buda, Smith, Ezequiel… siguen acá, trazando fronteras
e inspirando causas, junto con la PachaMama y los espíritus tutelares de los cerros y los
ríos, entre muchas otras fuerzas.
Su ámbito no es el recinto sagrado o las conciencias de los creyentes, seguramente nunca lo
han sido de forma exclusiva. Ellas colonizan la geopolítica, susurran mapas simbólicos que
luego quieren ser materializados mediante las artes de la guerra, esencializan reclamaciones
arrebatándoselas a la Razón. También definen en muy buena medida en carácter de los
pueblos, haciéndolos profundamente generosos y humildes.
Claramente las ciencias sociales no se ocupan de demostrar o refutar su existencia, porque
de hacerlo estarían abandonando la búsqueda de conocimiento, y mucho menos se
pronuncian sobre su protagonismo e influencia en la vida de las personas y de las
sociedades por las mismas razones. Sin embargo están ahí obrando a través de miles de
figuras y elementos. Redimen drogadictos, operan milagros, hacen apariciones en lugares
inesperados, supervisan conductas.
25
Corresponde respectivamente a los nombre de algunos dioses o espíritus creadores de los cuatro pueblos de
la Sierra Nevada de Santa Marta, Barí, Emberá y Wayú de Colombia
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mayoría de las afiliaciones políticas y de todas las regiones. Su trabajo estuvo acompañado
por un sinnúmero de reuniones sectoriales que operaban como consultas de doble vía, y
virtualmente nadie quedó por fuera de esta febril quimera. El texto final fue refrendado por
el país mediante un plebiscito que naturalmente movió una participación muy por encima
del promedio histórico.
Sin embargo la promesa de paz y transparencia que en buena medida implicaba la nueva
carta política no se ha cumplido después de 24 años. Por el contrario, desde su
promulgación Colombia se ha tenido que enfrentar a una nueva frustración en la búsqueda
de la paz negociada con las Farc y el consecuente giro de la política hacia la búsqueda de
una salida militar victoriosa, a una mayor degradación del conflicto con un costo
humanitario exponencial, y a un descrédito de prácticamente todas las instituciones
públicas por cuenta del poder corruptor de las mafias (el paramilitarismo incluido), la
vocación de corruptos de muchos dirigentes y las violaciones de Derechos Humanos.
En medio de esa paradoja también lograron prosperar algunos cambios significativos en la
nueva arquitectura del Estado y en las reglas de juego, que parcialmente incrementaron su
legitimidad y presencia. Esquemáticamente podemos mencionar las principales
innovaciones respecto a la anterior Constitución (1886):
La declaración de Colombia como un estado laico, no confesional26.
El reconocimiento del país como una nación pluriétnica y multicultural, con
la consecuente obligación de proteger la diversidad (art.7).
La consagración como Estado Social de Derecho y la preeminencia de los
derechos fundamentales, entre ellos la libertad de conciencia, la libertad de
culto y aquellos derivados del derecho a la diferencia.
La creación de la Corte Constitucional como máximo tribunal de cierre e
interpretación de lo que los juristas llaman el espíritu de la nueva
Constitución.
La incorporación de la Acción de Tutela como mecanismo expedito, libre de
mayores formalidades, al alcance de todos los ciudadanos, para la protección
y amparo de los derechos fundamentales, de modo que cualquier persona
puede acudir directamente ante cualquier juez para la salvaguarda de un
derecho que considere vulnerado, el cual debe ser resuelto en menos de un
mes calendario.
De un país declaradamente católico y confesional, en el que el Estado reconocía
jurisdicción eclesiástica y civil exclusivamente a la iglesia Católica para que administrara
cosas de la fe y de las personas, se comienza a transitar hacia un país en el que se autoriza y
respeta la libertad de cultos. Diríamos que se produce un descentramiento o una apertura,
26
A diferencia de la anterior Carta que consagraba la religión católica, apostólica y romana como la (religión)
de la nación (art.28) y autoriza al gobierno a realizar convenios con la “Santa Sede” (art.56) a la que de facto
reconocía su jurisdicción dentro del territorio para realizar actos religiosos y civiles.
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que en vez de darle vía libre a diferentes formas de secularización en tanto desapego a los
tradicionales mecanismos de sujeción político-religiosos, hay una eclosión de la diversidad
de credos sin que ello pase por acentuados conflictos interreligiosos, ni se invoque siquiera
el papel contradictorio jugado por el catolicismo en prácticamente todos los capítulos de la
violencia del país y de la historia sociopolítica en general.
Efectivamente, al tenor de los nuevos predicados, casi que de forma inmediata se comenzó
a desarrollar un entorno jurídico y jurisprudencial con importantes efectos sociológicos y
antropológicos. En algunos casos simplemente se instauraron unos cauces y procedimientos
institucionales para que las diferentes religiones y creencias ya instaladas en la sociedad se
expresaran; y en otros generó los espacios y las fuentes de legitimidad para que lo religioso
se reconfigurara y hasta de reinventara.
Desde nuestro punto de vista dos fenómenos marcaron estas pautas:
La promulgación de la Ley Estatutaria de Libertad Religiosa27 ; y
El cuerpo de sentencias de la Corte Constitucional en torno a los derechos de
los grupos étnicos.
La libertad religiosa
La relevancia de Ley de libertad religiosa debe ser vista rápidamente en perspectiva.
Con la independencia de la metrópoli española (1810-1819) el modelo colonial no comenzó
a cambiar sino hasta prácticamente la mitad de siglo XIX cuando sectores liberales se
plantean una auténtica reforma del Estado que incluía ideales de libertad religiosa,
separación de la iglesia católica, laicidad institucional radical e, incluso, la promoción del
protestantismo porque lo asociaban a la prosperidad económica de las naciones y de paso
servía para minar las bases del poder católico y granjearse amistades con organizaciones
inglesas.
Ante la extinción del Patronato en 1853 se comienza a generar una reacción conservadora
liderada por la misma iglesia católica, dando pie a lo que quizá fue la primera guerra de
tintes religiosos en la historia nacional (1876-1877). Los términos del diferendo eran
laicismo radical versus ultramonstismo conservador, en los que los liberales eran
vinculados al pensamiento protestante, sin que ello fuera necesariamente así porque los
protestantes eran en ese entonces una auténtica minoría (Arboleda Mora, 2002).
Con el posterior advenimiento al poder de los conservadores los ideales liberles de
pluralismo religioso son abortados y, por el contrario, se consolida un proyecto de país en
el que la religión católica está en la base de la identidad y la unidad nacionales, de suerte
que ser colombiano era sinónimo de ser católico, adscrito además a la iglesia apostólica y
romana. La Constitución Política de 1886 (que es la que antecede a la de 1991) es la
concreción de estos ideales.
27
Ley 133 de mayo 23 de 1994
86
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Hay que decir que el concurso de la iglesia católica y de su discurso en contra de “herejes”,
“masones”, “protestantes”, “gente en pecado”, “excomulgados”, es una de las varibles más
constantes en los conflictos de la segunda mitad del suglo XIX y en los capítulos de
violencia y persecusión experimentados en el país desde los años 40 del siglo XX.
Bajo el influjo del Concilio Vaticano II (1959-1965) de algún modo la rigidez de la iglesia
y del Estado cedió y progresivamente se fueron instaurando otras confesiones religiosas,
diversificando el mapa confesional del país. De hecho en 1962 el Instituto Lingüístico de
Verano firmó por primera vez un convenio con el gobierno para la investigación de los
idiomas indígenas, en especial de la Orinoquía y la Amazonía. Evento que tuvo grandes
repercusiones para los pueblos indígenas y sus prácticas religiosas debido a la llegada de
misioneros protestantes decididos a quedarse por décadas con las comunidades para
adelantar labores de organización, educación, adoctrinamiento y traducción de la biblia;
cuestiones que excedían los términos de lo convenido.
Obviamente la iglesia católica denunció el proselitismo protestante y reclamó la suerte de
monopolio “espiritual” que ejercía sobre los indígenas, sin mayores resultados en todo caso.
De modo que con la Constitución Política de 1991 y la posterior ley de libertad religiosa se
abren nuevos espacios para lo que Peter Lerger describe como una suerte de “mercado
religioso” caracterizado por:
El imperativo herético, es decir la lógica de decidir, reflexionar o
escoger a titulo individual la religión que más corresponda con las
expectativas de cada quien, sin dar nada por sentado. Se pasa del destino
a la elección en la experiencia religiosa.
Un cambio en las relaciones del clero con la feligresía, tornándose más
disuasiva y menos imperativa, y
Un replanteamiento de las relaciones intereclesiales girando a favor de
acuerdos de mutuo respeto y hasta de repartición del “mercado”.
El resultado ha sido idéntico en toda América Latina: la proliferación de toda tipo de
iglesias cristianas en su mayoría, la masificación y espectacularización de los actos
religiosos con ayuda de los medios de comunicación, y la instauración de una serie de
mecanismos administrativos de control como el registro de iglesias en el Ministerio del
Interior.
El tema de las religiones indígenas autóctonas, por darles algún nombre, quedó por fuera de
este fenómeno, ante todo porque se presumen inherentes a sus tradiciones y culturas
ancestrales, ya amparadas por el abanico de derechos especiales desarrollados por vía
jurisprudencial principalmente.
Aun así, la superposición de iglesias cristianas y religiosidades indígenas es de vieja data.
En primera instancia se remonta a las cuestionadas labores del Instituto Lingüístico de
Verano (ILV) a comienzos de los 60s, y , en segunda instancia, en el marco de la nueva
Constitución se ha expresado a través de dos fenómenos: la creación de iglesias o
denominaciones evangélicas indígenas, que si bien adoptan su propia estructura y
87
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
La Nueva Constitución Política coincidió con la ratificación del Convenio 169 de 1989 de
la OIT en 1991.
Estos dos hechos, sumados al fortalecimiento político de las organizaciones indígenas que
venían dándose desde los años 70 en unos casos y en los 80 en otros casos, favoreció el
desarrollo formal y material de varios tres bloques de derechos colectivos indígenas: A. los
derechos al territorio, B. los derechos a la autonomía en general y a la autonomía
jurisprudencial en particular, y los derechos a la participación. Veamos.
28
Sentencia SU-510 de 1998
88
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Desde el punto de vista estructural ese 32% del país tiene las siguientes características:
Se complementa con la figura de ámbito territorial, que comprende una
porción adicional e indefinida de tierras sobre las cuales los grupos étnicos
pueden alegar un uso y aprovechamiento tradicional, y el Estado si bien no
les reconoce derechos de propiedad, porque suelen pertenecer a terceros, les
garantiza otros derechos, entre ellos el derecho a la Consulta. Al sumar las
dos figuras (de las titulaciones jurídicas con la de ámbito territorial)
hipotéticamente podemos sostener que la proporción de la frontera étnica se
acercaría al 40% del territorio nacional.
Tiende a coincidir con regiones y ecosistemas estratégicos para el desarrollo
sostenible del país por la disponibilidad de los recursos naturales disponibles
e importancia ambiental, tales como el Chocó Biogeográfico, la Amazonía,
los Andes, la Orinoquía, las Serranías, los Valles Interandinos, el desierto
tropical.
29
Resguardo indígenas es una figura de origen colonial, que consiste en una porción de tierra de titularidad
jurídica colectiva, con vocación ambiental y cultural, asignada a perpetuidad a los grupos indígenas
30
La figura equivalente del resguardo indígena pero para las comunidades negras es la de territorio colectivo.
Ambos sin inembargables, imprescriptibles e inajenables.
89
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
31
Al respecto conviene señalar, por ejemplo, que los cultivos de coca en resguardos indígenas y territorios
colectivos de comunidades negras en el año 2013 representaban más de una cuarta parte del total nacional.
90
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
tutelado por algún chamán, consultas tradicionales a los espíritus y dioses tutelares,
etcétera.
A nuestra manera de ver el reconocimiento y la validación jurídico-política de estas
dimensiones (espirituales si se le quiere llamar así), sumada al tema territorial ya descrito,
han obrado a favor para que los complejos religiosos de los indígenas se reediten después
de cientos de años de mimetización, y sus principales figuras hayan comenzado a tener
mayor figuración en los procesos contemporáneos de reconstrucción, defensa y afirmación
de sus proyectos identitarios.
Naturalmente el efecto varía dependiendo de la tradición de cada pueblo, del lugar que
hayan ocupado sus religiones dentro de la organización interna, de algunas contradicciones
religiosas que persistan y del momento al que se enfrenten.
Pero en general los dioses vuelven o se reposicionan porque sus decisiones o señales puede
llegar a tener un poder vinculante más allá del ámbito comunitario o de sus jurisdicciones
territoriales, lo suficientemente fuerte como para que sus tradiciones sean reconocidas y
respetadas por los funcionarios públicos, inhibiendo la acción del Estado, por ejemplo, en la
definición jurídica de un procesado o en cualquier otra situación que en otrora lesionaba su
sentido de autonomía.
Una clara evidencia de lo que estamos señalando es la generalización del argumento de lo
sagrado en múltiples ámbitos de negociación con el gobierno y de dialogo con otros
sectores de la sociedad. Las plantas sagradas, las casas sagradas, los ríos sagrados, las
montañas sagradas, los cantos sagrados, …son hoy por hoy parte del repertorio
argumentativo para reclamar derechos de autonomía, de reconocimiento, de participación y
al territorio.
32
Suscrito por Colombia en 1991
91
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Muy seguramente el sex appeal que ha adquirido este derecho en el concierto nacional e
internacional no radica en su vocación protectora de la integridad étnica de indígenas,
negros y gitanos, sino en que es una obligación del Estado y de los particulares garantizar
su observación, y su eventual vulneración puede acarrear efectos más que simbólicos como,
por ejemplo, la suspensión de licencias ambientales a grandes proyectos mineroenergéticos
y de infraestructura, la suspensión de obras, sanciones pecuniarias, costos reputacionales,
pérdida de legitimidad de los gobiernos, conflictos socio-ambientales.
92
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Volviendo al objeto de este texto, debemos señalar que justo en estos escenarios el panteón
indígena ha pasado a ocupar un papel central en la definición de los pulsos que suelen
surgir mediante figuras y prácticas como:
Desde 1992 a la fecha el número de sentencias en torno a esta materia ronda las cien, y
entre todas se ha conservado un núcleo de directrices erga omnes, como que no existen
términos para su garantía, el procedimiento debe ser flexible y adecuado, amparado bajo el
principio de la buena fe y siempre buscando el consentimiento de las comunidades. No es
delegable y se ejerce directamente a través de las instancias representativas de cada una. Su
fin principal no es la participación de por sí, sino la protección de la integridad étnica y
cultural, considerada como uno de los valores de más alta jerarquía dentro del
ordenamiento jurídico del país.
En prácticamente todos los casos la Corte Constitucional ha asumido como prueba válida y
a veces suficiente el argumento cultural de las comunidades, relativo a cuestiones como sus
creencias, la ancestralidad, los lugares sagrados, los rituales, las narraciones, la
etnobotánica, etcétera. Por lo tanto no requieren demostración distinta a la manifestada por
las autoridades y líderes indígenas, aunque regularmente son contrastadas con conceptos de
33
Ministerio del Interior, Dirección de Consulta Previa. Informe de gestión año 2012
93
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Puestas las cosas en estos términos, en los escenarios de la Consulta Previa este tipo de
argumentos culturales deben ser aceptados por todos los interlocutores en observancia al
principio de Buena Fe, y ser tenidos en cuenta en la valoración de las posibles afectaciones,
como también en las medidas a tomar para evitar, mitigar o reparar los daños que se
llegaran a presentar.
Situación análoga ha sucedido en el sur del país cuando más de 10 mil indígenas sacaron
por la fuerza al ejército de un cerro alegando que era, entre otras cosas, un sitio sagrado.
Sin el ánimo de simplificar lo que estamos señalando, queremos proponer algunos ejemplos
que ilustran la variedad de situaciones y las encrucijadas que plantean.
La empresa X debió hacer la consulta de una torre piloto de generación de energía eólica a
una comunidad indígena de estructura clanil. Para ellos el espíritu de los muertos hacen
saber sus deseos y preocupaciones a través del sueño, y existe un abanico fuerzas creadoras
con las que ordinariamente no tienen contacto ni interacción alguna. También es costumbre
que todas las ofensas se paguen bajo el acuerdo tácito que si no se hace habrá una guerra de
consecuencias impredecibles, por lo que al final todo el mundo opta por algún tipo de
arreglo amistoso.
Una vez hecha la presentación del proyecto e identificadas las posibles afectaciones, uno de
los lideres reclamó una medida compensatoria específica para aquellos espíritus aéreos que
pudieran llegar a enredarse en las aspas de la torre, perdiendo su camino.
La situación dilemática era cómo evitar este incidente, qué ajustes debían tomarse en el
diseño del proyecto, o cómo manejar las afectaciones que se pudieran desatar
94
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
correspondía a un lugar sagrado y que, por lo tanto, se oponían al proyecto hasta cuando no
se garantizara la Consulta Previa.
Las jornadas de dialogo se adelantaron y al final las comunidades pidieron como medida de
reparación cultural la total financiación de un grupo de jóvenes para que durante varios
años aprendieran a ser autoridades espirituales, mientras tanto el proyecto debía seguir
suspendido.
No obstante este es un proyecto que todos ven como necesario, porque resolvería un
problema de comunicaciones que afecta a una población dispersa, aislada de las capitales y
con miles de familias viviendo por fuera.
Previendo esta situación tan singular, la Consulta Previa contempló la posibilidad que el
chamán del pueblo al que pertenece el cerro, le preguntara al dueño (espiritual) del mismo
si estaba de acuerdo o no con la ubicación de la antena. La respuesta en menos de dos
semanas fue afirmativa, a condición de no intervenir unas áreas precisas que fueron
cartografiadas por los técnicos para que así fuera.
Finalmente se acordó proporcionarle una dotación a otro chamán para que se comunicara
con los espíritus de los árboles a tumbar, y les invitara a que los abandonaran y se fueran a
morar otros árboles de la región.
95
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
El yagé es una planta con poder, visionaria, con espíritu, que se manifiesta en quienes la
beben a través de sueños de una gran carga de realidad empírica.
En una de las comunidades del sur del país, que tienen justamente esta concepción, se hizo
la consulta de una malla sísmica que permite mediante pequeñas detonaciones establecer
cuáles son las estructuras del subsuelo y qué probabilidades hay de que existan depósitos de
petróleo.
El proceso se hizo sin mayores sobresaltos, sin embargo cuando las cuadrillas de obreros se
encontraban removiendo la vegetación que las normas ambientales permiten, fue cortada de
forma involuntaria una planta de yagé, suscitándose un conflicto que condujo a la
suspensión de las obras y a abrir un nuevo espacio de negociación para reparar el daño
cultural ocasionado. Algunos jóvenes tasaron el arreglo en millón y medio de dólares.
Los cuatro pueblos de esta región responden al mismo origen espiritual. Su estructura de
gobierno es fundamentalmente religiosa, aunque tienen algunas figuras que se encargan de
atender los asuntos civiles pero casi siempre bajo su acompañamiento y dirección.
Responden al principio que existe una ley natural, la que entre otras cosas funda una
división del territorio y los linajes existentes a partir de lo sagrado. Los líderes espirituales
hacen adivinaciones y cuando es necesario hacen ayunos y retiros prolongados para
establecer qué se acomoda o no con su ley, es decir, qué dictamina su dios de cara a
consultas específicas. Su noción del territorio es más bien una concepción cósmica que
abarca una buena parte de la región norte del país, incluyendo lugares que a lo largo de los
últimos 500 años han quedado en manos de propietarios particulares, municipios, empresas,
sociedad mestiza, etcétera.
Una empresa obtuvo los primeros permisos para adelantar todos los trámites que fueran
necesarios a fin de materializar el proyecto de minería de carbón, vía férrea para su
transporte y puerto para su embarque a destinos internacionales. Eso incluía la Consulta
Previa a estos cuatro pueblos (y otros más ubicados hacia el norte).
De acuerdo a las primeras conversaciones, que duraron dos años aproximadamente, el área
del proyecto comprometía un número indefinido de lugares sagrados, de suerte que era
necesario hacer una gran consulta tradicional que implicara a no menos de 200 líderes
espirituales y políticos, durante un año, cuyos costos en todo caso debía sufragar la
empresa.
96
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
decenas de millones de dólares, por la incertidumbre que implicaba la resolución del dios
indígena y por problemas de financiamiento de la empresa.
En el que quizá ha sido el caso más renombrado a nivel internacional, una empresa
petrolera trasnacional en asocio con el gobierno decidieron hacer estudios de sísmica en un
área que si bien no estaba titulada como resguardo indígena en ese entonces, un pueblo
reclamaba como territorio ancestral.
Los parámetros jurisprudenciales sobre la Consulta Previa que hoy se tienen para esa época
eran inexistentes, por lo que se hicieron varias reuniones de concertación con resultados
bastantes disímiles. Los diálogos progresivamente se fueron radicalizando en medio de la
determinación de entrar al área a realizar actividades exploratorias, ante lo cual las
comunidades amenazaron con un suicidio colectivo pues para ellas la tierra es sagrada, en
la toponimia está inscrita la corporalidad espiritual de su creador y el petróleo equivalía a la
sangre de esa divinidad.
Los indígenas de una región del país se destacan por su organización política y
determinación de recuperación del territorio ancestral, incluso por las vías de hecho. Eso ha
significado en los últimos 40 años revertir la alta concentración de la tierra, además de un
saldo incalculable de víctimas.
Con todo, la región donde se encuentran es también uno de los teatros de guerra más
enconados en medio del conflicto armado que afecta al país, y sus territorios no escapan a
ser escenario de confrontaciones armadas, por lo que la presencia de actores regulares e
irregulares es constante.
Hace pocos años tomaron la determinación de tener su propia agenda de paz y declararon a
sus territorios fronteras de neutralidad. En más de una ocasión la guardia indígena se ha
enfrentado a la guerrilla haciendo valer esta declaración, y hace poco hicieron lo propio con
el ejército que se encontraba asentado en un cerro considerado por ellos un lugar sagrado.
Para ellos la presencia de la fuerza pública no solo exponía a las comunidades a las
acciones militares, sino que era fuente de desequilibrios y enfermedades.
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
No obstante, la comunidad indígena alegó que en uno de las áreas por donde pasaba en tubo
moraba un espíritu tutelar, y que alterarlo podía significar una cadena de enfermedades
sobre la misma. De hecho a este incidente le atribuyeron la muerte de un anciano.
El caso llegó a la Corte Constitucional que determinó la violación fragante del derecho a la
Consulta, ordenó suspender las licencias que amparaban el proyecto hasta cuando se hiciera
una consulta, a la vez que definió la obligación de hacer la reparación cultural a los
afectados.
A manera de conclusión
Ejemplos de este tipo abundan en el país. Los escenarios en los que las empresas y el
gobierno deben hablar con los dioses indígenas por interpuesta mediación de la figura que
sea, o cuando menos acogerse a los procedimientos espirituales y esperar sus
determinaciones resultan paradigmáticos y francamente fantásticos.
Si se extrapola un poco la situación, no resulta del todo absurdo pensar que las veleidades
de esos espíritus puedan llegar a afectar el mundo de la economía, como claramente le ha
pasado a varias empresas, cuando se les invoca o convoca a hablar en las ritualidades
formales que supone la garantía de derechos fundamentales.
Pensándolo bien los dioses nunca hablan de manera franca. Solo lo hacen a través de
médiums, profetas, señales, sueños o raptos, por lo que al final no podemos sorprendernos
de lo que está pasando en los intersticios que se dan en el cruce del mundo del derecho con
el mundo del dinero.
Son nuevos territorios, espacios que se actualizan y en los que los dioses, tercos ellos,
insisten en sentar su posición. Mucho me temo que son reacomodos de la misma estirpe
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
como el que hiciera un chamán ante el dilema que significaban los avances modernos y la
validez de su conocimiento, cuando dijo: lo que pasa es que los espíritus también viajan en
avión.
Referencias bibliográficas
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Presentación
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
modo que, por ejemplo, en ocasiones respondemos a creencias animistas, en otras nos
sentimos hombre o mujeres con derivaciones al sexo contrario, en otras más somos tan
ciudadanos del mundo como furibundos nacionalistas; pero también porque la idea de
identidades fijas, delimitadas y ancladas solo corresponde a discursos que insisten en ver y
disciplinar a las personas como seres unívocos y coherentes.
Es cierto también que todas estas pulsiones y dimensiones han sido contenidas o
tramitadas en sistemas culturales tradicionales primordiales, holistas las llama Lipovetsky
(2000), o comunitaristas (Durkheim, Tonnies), en los que el individuo se funde con los
dictámenes colectivos emergidos mecánicamente y autonomizados como fuerzas que
determinan las opciones existenciales; o en relatos modernos de emancipación, liberación,
igualdad y cambio que en aras de utopías universalistas y universalizadoras diluían o
diluyen las diferencias sociales y culturales con unos costos humanitarios enormes; o en
fenómenos con alto potencial homogenizante como la llamada globalización.
Sin embargo los muros de contención de la diversidad parecen estarse derrumbando.
Las culturas tradicionales han venido demostrando que no todas operan bajo las dictaduras
del comunitarismo, y de hacerlo han tenido que adecuarse a los encantos de ciertas formas
de individuación. De otro lado los relatos heroicos, teleológicos y homogenizantes de la
Modernidad comenzaron a colapsar (Lyotard, 1987) para dar paso a múltiples opciones y
condiciones identitarias y existenciales, algunas resultado de las posibilidades libertarias de
decidir ser, otras de la hiperindividualización, y otras más de la afirmación o simple
invención de identidades colectividades disidentes o funcionales a los sistemas nacionales o
globales.
Esta era de la pluridiversidad se plantea irreversible. Como ya dijimos, muchos
atribuyen este fenómeno a la caída de los grandes metarelatos de la Modernidad y al
consecuente replegamiento de las sociedades a múltiples nichos existenciales en los que de
algún modo obtienen sentido, incluidos nichos hedonistas y altamente personalizados.
También la interpretan como un problema de cálculo analítico en la medida que los
filósofos, antropólogos y sociólogos no advirtieron que la secularización de la vida y la
globalización económica no necesariamente implicaban una estandarización de los
patrones; y hay quienes la encuentran relacionada con la retórica de los derechos humanos
y la promoción simultánea del estado de bienestar, que alimentan y legitiman demandas
sociales en función de particularismos.
En el fono lo que sí se puede sostener es que el proyecto de estado-nación iniciado en
los siglos XVIII y XIX en su concepción inicial entró en crisis a pesar de su clarísima
extensión geográfica, particularmente en lo relativo al ideal monista de constituir un solo
territorio, una sola cultura, una identidad y hasta un mismo idioma y una misma religión.
De hecho actualmente solo una minoría (se dice que un 10%) de los países se puede
considerar culturalmente homogéneos, el resto acusa grados más o menos complejos de
diversidad cultural interna, a lo que vienen a sumarse otras formas de pluralidad34. Decía
Hobsbawn sobre el pluralismo cultural intranacional:
34
Trazadas por las religiones, las identidades étnicas, movimientos sociales que reivindican distintas identidades de
grupo, individuales y colectivas, etcétera.
101
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
“En un mundo donde es probable que a lo sumo una docena y pico de los
180 estados aproximadamente puedan afirmar de modo verosímil que sus
ciudadanos coinciden realmente con un solo grupo étnico o lingüístico, el
nacionalismo basado en la instauración de semejante homogeneidad no sólo
es indeseable, sino también, en gran parte, suicida” (Hobsbawn, 1992: 196)
Claramente la historia de los estados modernos ha sido violenta en cuanto a los sistemáticos
esfuerzos por negar, invisibilizar, asimilar, ordenar las diferencias que han contenido. En
varios casos lo lograron parcialmente, pero la eclosión reciente y en curso de las diferencias
fácilmente da para construir un índice de diversidad que permita ver la situación de cada
país, en el que a nuestro juicio deberían valorarse cuestiones como los estándares de
reconocimiento y garantía jurídica de protección y promoción (de las distintas diferencias),
y la vitalidad y densidad de los diferentes tipos de identidad, como podrían ser las
identidades colectivas, las identidades de grupo o asociativas y las identidades individuales,
si se definieran por el sujeto que las profesa; o identidades fijas o transitorias si se
definieran por su vocación de permanencia.
El dinamismo de este realidad multisituada, por darle un nombre, es tal que los
ciudadanos podrían vivir la superposición de diferentes tipos de identidad e, incluso,
transitar a lo largo de cada uno de ellas como sería el caso, por ejemplo, de un hombre
transgénero, que además vive y asume una identidad étnica, milita en una causa nacional,
ajusta sus conductas en función de una especial religión y responde a causas políticas
específicas, viéndose obligado a operar una síntesis para hacerlas compatibles en su vida
personal y social.
El cambio de un estado nacional de pretendida base única, a un estado nacional de
incontenible base plural viene conduciendo a transformaciones radicales en su proceder y
en las fuentes de su legitimidad. Quizá lo que mejor describe esta transformación es el
concepto de árbitro, que como tal debe preguntarse sobre qué ideal de vida buena debe
promover, si éste (cualquiera que sea) ampara o no a una determinada identidad en
detrimento de otras, si por el contrario debe investirse de una radical neutralidad identitaria
y restringir la vivencia de las diferencias a ámbitos exclusivamente privados.
Sin embargo la cuestión es axiológicamente más dilemática cuando en el mapa de
las diferencias se recogen realidades mutuamente excluyentes, o cuando desafían los
postulados básicos de la unidad nacional como puede pasar con prácticas culturales
abiertamente contrarias a los derechos humanos, o con movimientos etniconacionalistas
que propugnan por una secesión o revisión de las fronteras.
El reto de encuadrar tantas diferencias reales o potenciales en los límites de los
Estados no es una tarea fácil. Los más conservadores ven en ello un efecto corrosivo y
desestabilizador al punto que prefieren ni siquiera considerar gabela pública alguna a las
diferencias porque podría pasar como la gota de agua que al final derrumba la represa.
Otros en cambio plantean la posibilidad de refundar las bases de la cohesión social
102
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
35
Mínimos que se podrían establecer mediante el formas democráticas de dialogo intercultural, la adopción
por parte de los gobiernos o los jueces de categorías fundamentales, la instauración de procedimientos para
que de forma casuísitica pondere lo singular con lo general, etcétera.
36
Se estima que en el mundo existen unas 8 mil comunidades lingüísticas, y solo unas 200 se han convertido en naciones
con Estado propio (Gellner, citado por Castillo).
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
sólo exigen un espacio y respeto para sus estilos de vida diferentes (gays, lesbianas, etc.); 2)
diversidad de perspectiva, relativa a los que se muestran críticos respecto de ciertos
principios o valores de la cultura dominante e intentan reconstruirlo (feministas,
ecologistas, personas religiosas, etc.); y, 3) diversidad comunal, relativa a aquellos que
viven con arreglo a sus propios sistemas de creencias y prácticas (inmigrantes, grupos
religiosos, los judíos, los gitanos, los amish, los pueblos indígenas, vascos, catalanes,
escoceses, etc.
Para Young los grupos que configuran la multiculturalidad son los que denomina
grupos sociales, que a diferencia de los grupos agregativos y asociativos son anteriores a las
personas y tienen la fuerza de aglutinarlas en función de valores, creencias y atributos
profundos como la etnia, la religión, movilizando identidades colectivas que trascienden a
los individuos.
Para Will Kymlicka ( 1996), en cambio, existen dos modelos amplios de diversidad
cultural: las minorías nacionales y los grupos étnicos. Las primeras corresponden a aquellos
grupos que preexistían a un Estado mayor y pese a ser integradas a los mismos conservan el
propósito de ser sociedades distintas. Los segundos se configuran a partir de la migración
individual y local.
En general podríamos decir que la diversidad cultural está referida entonces a la
coexistencia seguramente tensa de grupos identitarios en los límites de un modelo de
Estado nación particular, cuyo acomodamiento, para usar un término de Kymlicka, suele
suscitar diversas situaciones y posturas académicas y políticas que tienden a gravitar entre
un relativismo cultural, que reconoce y autoriza expresiones y prácticas (culturales)
disidentes respecto a valores considerados centrales en el imperativo de la unidad nacional,
y un monismo o universalismo que por el contrario defiende a ultranza la preminencia de
derechos humanos de corte individual y a lo sumo admite identidades culturales siempre y
cuando no transgredan el predicado liberal de estos derechos y se profesen en ámbitos
privados, liberando al Estado de tener que promocionarlos. Es lo que Garzón Valdés
denomina Coto Vedado o umbral de valores universales a los cuales toda cultura debe
someterse (Citado por Garzón López, 2012, Pág. 17).
Como sea la “acomodación” no es una tarea fácil, por el contrario tiende a ser
conflictiva. Bonilla (1999) por ejemplo considera que cuatro son los asuntos más
problemáticos: los criterios para distribuir los recursos entre los grupos, el papel del Estado
frente a proyectos vitales de cada comunidad, la determinación de qué intereses de las
diversas culturas son justas y jurídicamente amparables, y la dificultad de conciliar los
“uno” con lo diverso. Tensiones que desde nuestro punto de vista dan origen a buena parte
de los conflictos de los grupos con el Estado, pero no explican la emergencia de conflictos
inter e intragrupales, que al final de cuentas es el tema de nuestro interés, en particular los
conflictos étnicos.
Decimos con esto que la conflictividad inter e intra cultural es una realidad inevitable
en toda sociedad plural que asume el reto de la coexistencia, más aún si las identidades han
sido históricamente reprimidas o marginadas y al calor de aperturas simbólicas o reales
tales identidades son reeditadas con una fuerza política inesperada, reclamando derechos,
104
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Países que tienen una sola mayoría étnica muy dominante que constituye el 75-89%
de la población: Bhután, Birmania, Camboya, Taiwán. Vietnam, Turquía.
Países donde hay dos grandes grupos dominantes del mismo tamaño aproximado
(con o sin enclaves de pequeños grupos minoritarios en medio): Malasia (donde los
malayos suman como el 44% y los chinos alrededor del 36%); Guyana (ahí los
indios orientales son el grupo más grande de alrededor el 50% y los criollos); Fiji
(acá los fijianos y los indios son aproximadamente del mismo tamaño); Guatemala
(donde los ladinos y los indígenas tienen casi igual número).
105
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106
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
“También un gran número de casos en 2014 tuvieron entre sus principales motiva-
ciones de fondo la lucha por aspiraciones identitarias o por demandas de
autodeterminación y/o autogo- bierno, presentes en más de la mitad de los
conflictos armados en 2014 (21 de los 36 casos).” (ECP, 2015, pág. 13)
Es más, la actual lucha de Europa Occidental y los Estados unidos contra el llamado
terrorismo internacional representado por grupos extremistas islamistas, también tiene una
clara dimensión étnica en la medida que se ven comprometidos pueblos e identidades del
mundo árabe, fronteras territoriales sobre las cuales se tejen historicidades y sentidos
profundos de arraigo, y discursos religiosos que se funden con reclamaciones étnicas
precisas.
Stavenhagen (1991) considera que no existen suficientes modelos teóricos para
comprender y explicar este fenómeno y en un primer intento de abordaje propuso siete (7)
tipologías de conflictos étnicos:
107
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
nación y, con ella, el empoderamiento de un grupo sobre los otros, la distribución desigual
de recursos, etcétera.
En cuanto a los factores que más activan o configuran los conflictos étnicos, los autores
tienden a coincidir en la confluencia de varias circunstancias, que dependiendo del caso
unas pesan más que las otras. Básicamente son:
La fuerte correspondencia que suele haber entre algunas identidades étnicas y las
desigualdades económicas (Stavenhagen, 2001).
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Cuadro No. 1
Nótese que doce años atrás (1993) el conteo de la población afro solo llegó a un poco más
de 500 mil personas y que la población indígena estuvo en una cifra ligeramente superior,
mientras que de la población gitana no aparece dato alguno. El notable incremento entre un
período y otro no es modo alguno atribuible a un fenómeno demográfico (natalidad,
mortalidad, migración), sino a una conjunción de tres factores principales: A. cambios en
los criterios metodológicos de los levantamientos censales, que por primera vez y en
atención a los parámetros del Convenio 169-89 de la OIT incorporaron el criterio del
autoreconocimiento, en vez de criterios raza, idioma y territorio que resultaron en esta
última ocasión complementarios; B. exacerbación de procesos sociales identitarios que al
calor de la nueva Constitución Política de 1991 y la carta de derechos especiales reservados
para los grupos étnicos, comenzaron a invertir la carga negativa y estigmatizante que
implicaba asumirse negro, indígena o gitano, y dignificaron la adscripción étnica; y C. la
revitalización de proyectos colectivos que reclamaron para sí la pertenencia a etnias
indígenas consideradas hasta ese entonces extintas, forzando una ampliación de la
diversidad étnica reconocida al punto que de 87 pueblos oficialmente reconocidos en pocos
años ha pasado a 102, y tiende a incrementarse.
Concomitante a este fenómeno ha ido la frontera territorial étnica que en la
actualidad representa a un poco más del 32% del territorio nacional, es decir que de cada
100 hectáreas del territorio colombiano 32 hás corresponden a porciones de tierra tituladas
109
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mimetizados por los mismas sujetos que los representan; otros cedieron a la presión y
fueron abandonados o transformados; y otros más han entrado a cumplir un papel funcional
porque no desafían el establecimiento e incluso han sido adoptados como parte del sistema
judicial de algunos países.
La consagración constitucional de Colombia como una nación pluriétnica y
multicultural ciertamente ha significado una profundización de la Democracia, porque
convoca a un tipo de relaciones sociales inspirado en el reconocimiento y el respeto de las
diferencias, pero también porque exige un diseño institucional que sea coherente con este
predicado, particularmente con el reconocimiento de las autonomías étnico-culturales y con
lo que muchos se han dado en llamar discriminación positiva, entendida como el
otorgamiento de un estatus especial en virtud a los cientos de años de expoliación que han
sufrido indígenas, afrodescendientes y rom.
De cierta manera el compromiso del Estado es otorgar las garantías para que
pueblos y grupos étnicos encuentren las condiciones necesarias en las que puedan
recuperarse de sus tragedias históricas y reproducirse social, económica y culturalmente
dentro de una perspectiva que les permita acceder a las conquistas de la humanidad sin
sacrificar su derecho fundamental a la diferencia. Dentro de esta dinámica los grupos
étnicos se reposicionaron ante el Estado, operándose unos cambios que han llegado a
conmover los fundamentos mismos de las identidades.
Muy probablemente por los ímpetus de estos procesos el énfasis de los análisis, de
las políticas y de los discursos étnicos a propósito de la diversidad étnica y cultural ha
estado predominantemente en las relaciones grupo étnico-Estado, incurriéndose en lo que
consideramos un descuido, es decir, el desconocimiento de las relaciones sostenidas entre
los mismos grupos étnicos, particularmente en los cambios que en este ámbito se han
suscitado a propósito de las relaciones con el Estado, en el marco de las nuevas políticas de
reconocimiento. En efecto, por diferentes circunstancias los grupos étnicos han sido
imaginados como unidades relativamente diferenciadas entre sí y no como realidades en
continua interacción bajo unos esquemas de relacionamiento heterogéneos y variables
según sean los contextos en los que se desenvuelvan. Huelga señalar que estas relaciones
han sido de intercambio, de solidaridad, de alianza y, llegado el caso, conflictivas; y que
sus contenidos y alcances han estado culturalmente regladas en muchos casos, y en otros
casos sometidas a las reglas del pragmatismo político o de otra naturaleza.
Prácticamente desde que se tienen noticias de los grupos y comunidades étnicas,
incluso desde antes de la Conquista, se han tenido reportes de guerras, acuerdos políticos,
intrigas y procesos de aniquilación y/o asimilación entre sí. La dominación total y parcial
de algunos grupos indígenas por parte de los españoles fue posible gracias a la
colaboración que antiguos rivales prestaron a cambio de beneficios seculares que
significaran un triunfo o un cambio sustancial en la correlación de fuerzas. Es decir, las
relaciones inter e intraétnicas no necesariamente han sido relaciones armónicas y solidarias
como en algunos momentos de la Modernidad han sido representadas. Por el contrario, han
sido relaciones complejas cuyo rastreo no ha sido suficientemente hecho ni por los
historiadores ni por los antropólogos pese a que, como es de suponerse, sus contenidos y
dinámicas muy seguramente han estado en función del contexto global en que se han
desenvuelto.
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Es cierto que los conflictos son inherentes a las relaciones humanas y que los pueblos
indígenas no solo tienen una profunda tradición en esta materia, sino que culturalmente han
desarrollado y conservado variadas concepciones y mecanismos para su manejo. En eso
también se expresa la diversidad étnica y cultural del país.
Algunos se constituyen en auténticos ejemplos para la sociedad nacional por sus
filosofías, concepciones del ser humano y por su eficacia en la corrección de
comportamientos indeseables o superación inteligente de pleitos. Otros en cambio suelen
poner en crisis el mandato de reconocer, proteger y respetar la diversidad étnica por resultar
contrarios a la Constitución, las leyes y los Derechos Humanos, como es el caso de
prácticas de venganza, castigos físicos, guerras interclaniles y otros.
Sin embargo debemos suponer que algo está pasando en las comunidades y pueblos
indígenas en la circunstancia ya anotada, es decir la búsqueda reiterada de soluciones en la
institucionalidad local, regional y nacional.
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mayoría de los casos a adoptar unas formalidades, unas estructuras y unos procedimientos
afines con los del Estado, que indefectiblemente inducen cambios sustantivos en los
principios de autoridad toda vez que las habilidades para relacionarse con los funcionarios,
el manejo del Español, el conocimiento de los rigores de Ley, etc, devienen como nuevos
factores de liderazgo a veces en contraposición con lo acostumbrado; y se otorgan cuotas
del poder público a particulares con los evidentes impactos en las relaciones comunitarias,
en la medida que se descentraliza el conflicto que en general la Sociedad sostiene con el
Estado vía demanda de bienes y servicios. Más exactamente las organizaciones étnicas se
erigen como configuraciones estatales o semi-estatales que, entre otras cosas, deben
conjugar la lógica comunitaria con la lógica política que significa, por ejemplo, tener el
estatus de juez de la República, ser considerado entidad pública de carácter especial,
certificar la pertenencia de individuos a los grupos étnicos a fin de que accedan a las
prerrogativas reservadas por el Estado, realizar contratos con empresas privadas, etc.
Las presiones de las que son objeto las comunidades étnicas se pueden explicar por
su particular localización geográfica, y/o por la importancia política y económica que han
adquirido gracias al otorgamiento de funciones y recursos públicos que acabamos de
describir. En el caso particular de los indígenas, la facultad de incidir en la orientación del
gasto descentralizado (entiéndase recursos de participación o del SGP) 38, o de movilizar un
volumen creciente de lealtades mediante la certificación del carácter de indígena a quienes
por múltiples razones su identidad no es algo evidente y, por el contrario, se aproximan a lo
étnico con el propósito instrumental de acceder las prerrogativas reservadas a los indígenas,
en unos contextos caracterizados por un evidente déficit de garantías de derechos para otros
sectores sociales, contribuyen a que el tema étnico se inscriba en el núcleo de los intereses
más caros de actores políticos regionales, contratistas particulares, grupos armados, que a
su manera intervienen mediante intimidaciones o estrategias de adhesión con el fin de
hacerse al control de los recursos que más precian para el posicionamiento de sus intereses.
Es así como, por ejemplo, en algunos municipios la votación indígena sumada a la
proporción de los recursos de participación que reciben los resguardos, configuran un
potencial definitivo por el cual se suelen dar las disputas más enconadas entre sectores no
indígenas, en casi todos los casos con la activa participación de líderes indígenas.
Análogamente la facultad que la Ley 70/93 le otorga a las Juntas de los Consejos
Comunitarios de las Comunidades Negras, a través de sus representantes legales, de realizar
contratos de explotación de recursos naturales localizados en sus territorios colectivos con
particulares, implica una sobre-exposición a todo tipo de presiones por el aprovechamiento
de recursos como la madera, que en más de una ocasión hacen colapsar las estructuras
organizativas propias y, con ellas, las lealtades internas.
Finalmente el Estado posee un poder performativo al inducir modelos de
organización social, pautas de comportamiento y configuraciones territoriales que al
38
Desde el año 1994 los resguardos indígenas (tierras colectivas) reciben una asignación de recursos
provenientes de los ingresos corrientes de la nación en proporción a la población que se estima hay. Hasta
hace poco las autoridades indígenas con las comunidades definían la prioridad del gasto y la respectiva
alcaldía administraba los recursos, pero desde el año 2014 se generaron las condiciones para que la
administración la hagan directamente las comunidades, lo que supondría un incremento de los conflictos. Se
estima que desde en los últimos 20 años se han girado alrededor de 700 millones de dólares.
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Dicho de otra manera existe una directa relación entre los conflictos y las posibilidades de
persistencia de estos grupos en la medida que comprometen o son expresión de unas
reducidas condiciones de vida y del traumático proceso de cambio que viven, de modo que
es inevitable hablar de este fenómeno, es decir de las reales posibilidades de persistencia
social, cultural y material de estos pueblos.
Elementos para la gestión institucional de los conflictos de, entre y con indígenas
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Las comunidades negras no tienen una jurisdicción especial, pero sus consejos comunitarios pueden
resolver conflictos internos en calidad da mediadores y facilitadores.
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Se puede hablar en términos generados de conflictos de intereses, cuando las partes tienen propósitos e ideas distintos
frente a una misma realidad en disputa, y el control final de la misma implica la posibilidad de enlanzar fines estratégicos;
conflictos de valores, cuando por razones culturales o religiosas tienen percepciones, creencias, convicciones distintas y
contradictorias frente a una misma realidad; y conflictos que emergen de procesos de cambio cultural y de respuesta a
condiciones nuevas impuestas de manera abrupta por el conflicto armado, un desastre natural u otros fenómenos
sobrevivientes.
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¿Cuáles son los criterios que en principio la DAIRM debería tener para
intervenir en un conflicto?
Salvo situaciones excepcionales, el enfoque del Estado no debería ser la de RESOLVER el
conflicto tomando decisiones unilaterales, que además vulneren la autonomía de las
comunidades indígenas, sino TRANSFORMARLO tomando la “transformación” en un
sentido restaurativo, es decir, contribuir a RESTAURAR la capacidad de las comunidades
de tramitación de sus conflictos, mediante:
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Conflictos intraétnicos.
Se refieren a las disputas que se dan entre familias, comunidades, organizaciones sociales
que pertenecen al mismo grupo étnico y, por lo mismo, se presume que compartan
referentes comunes relativos a la cultura, la tradición, el origen, etc.
Criterios de manejo:
Garantizar la debida coordinación interinstitucional, en especial de los órganos de
control y de las entidades públicas que temáticamente sean la autoridad del tema en
cuestión.
Bajo ninguna circunstancia las normas nacionales previstas para los temas en disputa
deben ser desconocidas o suspendidas con el pretexto de la conveniencia local o de las
partes.
Un rasero de validez de los acuerdos a los que se lleguen es no afectar derechos de
terceros ni de minorías
El Estado en general siempre debe abogar por la unidad de las comunidades y pueblos
indígenas y solo para casos muy excepcionales respaldará la división como fórmula de
arreglo.
Establecer si las fórmulas culturales y organizativas de manejo de conflictos
históricamente probadas y validadas por el respectivo grupo étnico, aplican para el
conflicto en particular. De ser afirmativa, la solución debe hacerse conforme a la
tradición y la costumbre.
Diferenciar qué dimensión del conflicto es tratable mediante las fórmulas tradicionales
de manejo y qué otra requiere de algún tipo de innovación complementaria.
Siempre se debe presumir que las comunidades tienen normas y procedimientos para
diferentes asuntos internos, y que éstos de alguna manera han sido funcionales y han
proporcionado niveles importantes de seguridad y estabilidad. Dado que muchos
conflictos son atribuibles a disidencias o reinterpretaciones caprichosas de tales normas,
la entidad a quien corresponda debe proporcionar las garantías necesarias para que se
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imágenes estereotipadas y satanizadas del “otro” que de alguna manera habría que
confrontar. Al respecto la experiencia ha demostrado que i) las alianzas para enfrentar
problemas comunes, ii) la circulación de nuevas verdades historiográficas acudiendo a
los recursos de la memoria; iii) encuentros u otras actividades de entendimiento
intercultural, han sido fórmulas efectivas que el Estado debe contemplar, favorecer y
acompañar.
Algunos conflictos interétnicos pueden volverse particularmente despiadados para
aquellos grupos que estén en posición de desventaja o indefensión. En estos casos el
Estado debe proporcionar especiales medidas de protección, según sean las
características de cada caso.
Las modalidades de intervención son muy variadas, no obstante las más usadas han sido:
Mediación, concertación, facilitación, cuando los conflictos sean transables o
concertables
Acompañamiento a procesos de asimilación del cambio, cuando se trate de crisis
generadas por cambios traumáticos de patrones culturales de vida.
Fortalecimiento organizativo y de la autonomía, cuando exista una debilidad
manifiesta que impida asumir el control de su propia conflictividad.
Adopción de actos administrativos específicos, cuando se requiera que el gobierno
en general y el Ministerio del Interior en particular adopte una decisión o defina un
criterio ejecutivo en torno a una de las materias implicadas en el conflicto.
Promoción del cumplimiento de órdenes judiciales que se hayan podido producir
para el caso en cuestión
Activación de mecanismos y procedimientos de control fiscal, disciplinario o
internos, cuando existan conductas que así lo ameriten, en especial de funcionarios
y de autoridades indígenas.
Remisión de casos a la jurisdicción indígena correspondiente
Asesoría técnica y jurídica para la remisión de casos a la jurisdicción propia o a la
justicia nacional, cuando el comportamiento de algunas personas así lo ameriten.
A manera de conclusión.
La atención institucional de los conflictos intra e interétnicos es una labor incierta y
potencialmente puede asimilarse a intentos de apagar el fuego con gasolina. Su complejidad
radica en observancia de derechos implicados, particularmente los derechos de autonomía y
autogobierno; la trascendencia de las motivaciones y de las narrativas empleadas por los
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actores a dimensiones culturales e históricas a las que acuden para procurarse cuotas
adicionales de legitimidad presente; la intervención de agentes extraños.
No obstante la experiencia del caso colombiano puede ayudar a profundizar sobre cuál debe
ser la debida diligencia del Estado ante los conflictos étnicos que se dan en su territorio.
Los dilemas se configuran entre qué puede corresponder a la autonomía de las
comunidades, cuáles deben ser las prácticas tradicionales de manejo de las discrepancias
que se pueden tolerar y cuáles no, y cuál debe ser el proceder ante aquellas que resulten
abiertamente contrarias a los Derechos Humanos.
Creemos que la alternativa no se puede generar en respuesta a dos posiciones extremas:
relativismo versus unanimismo. Muchos de los conflictos reportados no se pueden resolver
en derecho, ni los métodos alternativos de solución de conflictos acostumbrados han sido
suficientemente ajustados para esta gama de situaciones, por lo que se requiere de diseños
casuísticos que combinen la búsqueda de la autonomía étnica, la validación de prácticas
tradicionales, la concienciación de la impertinencia de algunas costumbres, la animación
para que en consecuencia se operen cambios internos por la vía de la deliberación y la
capacidad de replantear sus ordenamientos internos, la inhibición de terceros interesados y
la determinación institucional de apoyar la superación de crisis estructurales como
claramente lo requieren pueblos como los Nukak y los Jiw.
No es posible una gestión estatal de los conflictos étnicos sin la pretensión de acomodar la
diferencia en los límites jurídicos, filosóficos y jurídicos del Estado nación. Lo novedoso y
consecuente sería que se hiciera siempre en la perspectiva de reforzar la autonomía, reducir
los daños que se suelen generar, garantizar la cohesión y la orientación del cambio, porque
ciertamente muchos conflictos también expresan demandas frustradas de cambio y su
superación implica el advenimiento de nuevos órdenes.
Referencias bibliográficas
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Presentación
En este documento abordamos el potencial que tiene el concepto de Patrimonio Cultural y
la práctica de patrimonialización en los procesos de memoria histórica y de reparación de
las víctimas del conflicto armado en una sociedad como la colombiana, afectada por
décadas por una espiral de violencias y conflictos armados.
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reelección pese a los bajos índices de popularidad que acompañaron su primer período,
precisamente porque logró iniciar un proceso de negociación con la organización
guerrillera más grande y antigua del país, que ya lleva 3 años y a diferencia de otros parece
que efectivamente culminará favorablemente.
En este orden de ideas también hay que mencionar que la Asamblea Nacional
Constituyente que se convocara en 1991 para concebir una nueva Carta Política, se dio en
medio de un ambiente de refundación del país emergido de diálogos de paz con guerrillas
como la EPL, Quintín Lame y, especialmente, el M-19.
Dentro de las muchas características de esta realidad creemos conveniente subrayar
cuatro (4) para los fines de este ensayo:
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millones de muertos que ocasionaron, el tema del patrimonio cultural comenzó a adquirir
nuevas acepciones. De lo monumental como símbolo de pasados heroicos o superioridad
civilizatoria, y de la colección de obras como sinónimo de posición, se pasó a
planteamientos que valoran la importancia del patrimonio cultural por su poder
rememorativo, por ser modelo y expresión de la cultura o identidad nacional y por propiciar
una reflexión histórica. En el fondo lo que se dio fue un aprovechamiento de la Cultura
como fuente y expresión de humanidad, para apuntalar discursos funcionales a la creación
de las naciones modernas en la medida que reforzaban la idea de pasados comunes y
sentimientos colectivos. Recuérdese, por ejemplo, que en 1954 se adoptó la Convención
para la Protección de los Bienes Culturales en caso de Conflicto Armado en Haya.
El tránsito del patrimonio monumental al patrimonio cultural Juan Agudo lo ubica
precisamente entre 1954 y 1972 (sin año). Desde entonces el concepto y la práctica del
patrimonio cultural han tenido varios giros que sin abandonar acepciones predominantes
vinculadas a lo museológico, a la exaltación de versiones del pasado, a lo monumental y a
lo identitario nacional, han permitido explorar nuevas dimensiones como:
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Es por este último aspecto que creemos que el patrimonio cultural, aún en su versión
más convencional (monumentos, museos, colecciones) puede ser un recurso poderoso en
procesos de justicia transicional, porque adecuadamente utilizado contribuiría a la
reparación de las víctimas, a la memoria histórica para que las cosas no vuelvan a suceder,
a la construcción de símbolos e imaginarios resarcitorios, etcétera.
Se trataría de potenciar tres (3) de las funciones del patrimonio cultural que García
López (2008) advierte: política, cognitiva y económica incluso, pero inscrita en un marco
en que los victimarios piden perdón y se comprometen con la reparación de las
comunidades o de las personas violentadas, las víctimas asumen el protagonismo que
merecen, diferentes sectores asumen su responsabilidad en la tragedia incluido el Estado, y
la sociedad toda se aboca a un ejercicio de racionalizar lo sucedido durante décadas y se
compromete mediante ejercicios dialógicas a cambiar conductas y patrones.
Dice Llull (2005) que el patrimonio cultural constituye un doble valor, un valor
modélico y otro referencial. Del primero se infieren ideales de vida social, del segundo se
infieren percepciones colectivas de destino o de tránsito histórico. Siendo así podría ser un
recurso efectivo para una sociedad como la colombiana que por primera vez en muchos
años se enfrenta a la posibilidad de vivir sin un conflicto armado, pero que el en fondo
sospecha que las violencias persistirán o se mutarán.
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podrían ser grupos humanos con una identidad específica (afros, indígenas, gitanos,
migrantes, minorías nacionales, LGTBI) o la sociedad en general.
De otro lado y como ya se dijo el patrimonio cultural puede honrar la memoria de
las víctimas y contribuir a tramitar demandas de justicia social y de verdad. Es lo que se ha
hecho en varios países con la creación de museos de la memoria, la verdad o los derechos
humanos, hablamos de experiencias tales como:
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A manera de conclusión
Se ha dicho que de los diferentes repertorios culturales que tiene una sociedad, solo algunos
elementos son discrecionalmente seleccionados bajo el rótulo de patrimonio cultural por
grupos de interés para legitimar algunas versiones de la historia o reforzar algunos
proyectos identitarios. También que detrás de la declaratoria o reconocimiento como tal se
configura la obligación de proteger o salvaguardar, por lo que parece exótico que una
sociedad afectada por la violencia haga de sus huellas o impactos una fuente de creaciones
patrimoniales. Tal proceder podría ser interpretado como una forma de asimilar la violencia
a una manifestación cultural, pero no es así, en parte porque la patrimonialización no es un
descubrimiento de atributos inmanentes o primordiales de las sociedades, sino una
construcción narrativa que se hace incluso tomando realidades y manifestaciones objetivas
e históricas para ponerlas en una gramática específica tendenciosa; pero también porque
como tal dispone de una serie de dispositivos, figuras y medios (como museos, archivos,
monumentos, expresiones artísticas,…) que pueden contribuir a satisfacer demandas
sociales de Memoria, Verdad y Reparación.
No es por lo tanto descabellado que sociedades o grupos afectados por la violencia
emprendan con la ayuda del Estado procesos orientados, por ejemplo, a construir
monumentos donde fue cometida una masacre y en torno a ello se genere algún tipo de
resignificación de los hechos y de los lugares útiles para no olvidar y para honrar a los
difuntos. Tampoco que espacios poseídos o configurados por la lógica de la muerte sean
social y culturalmente reapropiados de tal manera que las generaciones presentes y futuras
le recuperen palmos importantes al silencio, al miedo y al olvido. Lo mismo podría decirse
se actos emblemáticos de perdón y reconciliación que por su trascendencia podrían ser
convertidos en eventos culturales periódicos como habría pasado con el festival de música
del desierto en Timbuktú (Malí) y otras expresiones que los pueblos convierten en tradición
en honor a la convivencia lograda.
Es cierto también que las élites y las mismas sociedades en ocasiones deciden qué
olvidar, en especial cuando los recuerdos son tan dolorosos y ofensivos que su evocación
simplemente puede abrir nuevos capítulos de venganzas y odios; pero igualmente es cierto
que un recuerdo recreado convenientemente puede contribuir a que la historia no se repita,
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Referencias bibliográficas.
Agudo Torrico, J. (1999). Patrimonio etnológico e identidad. PH boletín 29, 36-45.
Agudo Torrico, J. (s.f.). Patrimonio y derechos colectivos. Cuadernos técnicos.
Fernández de Paz, E. (2006). Del tesoro ilustrado a recurso turístico: el cambiante
significado del patrimonio cultural. Revista Pasos Vol 4, No. 1, 1-12.
López García, A. (2008). Patrimonio cultural: diferentes perspectivas. Arqueoweb. Revista
sobre arqueología.
Peñalba Llull, J. (2005). Evolución del concepto y de lasignificación social del patrimonio
cultural. Arte, Individuo y Sociedad , 175-204.
Prats, L. (1998). El concepto de patrimonio cultural. Política y Sociedad, 63-76.
142
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Presentación
Este ensayo ha sido concebido para recrear algunos debates contemporáneos sobre el
desarrollo desde la perspectiva del postdesarrollo y el decrecimiento, y ponerlos en dialogo
con realidades y procesos étnicos verificados en Colombia, particularmente en situaciones
de desastre natural e implementación de proyectos de desarrollo altamente impactantes.
Específicamente tomaremos el desastre de la región de Tierradentro (Cauca) sucedido en
1994, y la construcción en marcha de la hidroeléctrica de Ituango.
Conviene aclarar que las ideas centrales se han elaborado a propósito de la lectura del texto
de Pablo Palenzuela titulado “Discursos y prácticas del desarrollismo en los andes
ecuatorianos: el proyecto PRODECO en Cotopaxi” (Palenzuela , 2011) porque además de
abordar explícitamente el tema de los modelos de desarrollo a aplicar dentro de las
estrategias de recuperación o restablecimiento de una región fundamentalmente indígena
afectada por un sismo, invita en general a pensar qué aristas tiene eso del desarrollo para
los grupos étnicos.
La crisis del desarrollo, su terquedad y lo que se agita por fuera, en contra o a pesar
del mismo.
La segunda postguerra mundial estuvo acompañada por una reedición de las más grandes
promesas de la Modernidad, y no podía ser de otra manera después de constatarse
semejante suicidio de la Razón en las sociedades occidentales fundamentalmente. En
efecto, los propósitos de enmienda se expresaron, por ejemplo, en la consagración de los
Derechos Humanos, especialmente de algunas dimensiones inviolables de la humanidad
(1945-1948); el compromiso con la protección y promoción de la Cultura y con la herencia
cultural más cara por su poder de evocación, sofisticación artística y movilización
identitaria; la instauración de la seguridad y la paz con un gran correlato militar coordinado
de las nuevas potencias a través del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y la Otán
(1945-1949); y la promoción del paradigma del desarrollo que ciertamente recogían
imaginarios de progreso, perfectibilidad, modernización, bienestar y linealidad histórica.
Todos concretados o llamados a concretarse en los límites de los estados-nación modernos,
emergidos en medio de los repartos geopolíticos y, posteriormente, en los procesos de
descolonización que con más o menos intensidad acataban los mismos dictámenes y hasta
luchaban por ellos.
Era un nuevo orden mundial que se abría paso animado por las posibilidades del
crecimiento económico y tecnológico. Es también la época de la llamada revolución verde
(1940-1970), de la construcción de grandes represas, de guerras frías y de conquista del
espacio. Es en este periodo en el que también se sientan las bases de un sistema económico
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porque las ofertas corresponden banalidades que no mejoran la calidad de vida de quienes
las consumen. La demanda de energía generada a partir de recursos no renovables como los
hidrocarburos se traduce en emisiones de carbono virtualmente imposibles de controlar. El
consumo compulsivo solo genera basura. El crecimiento industrial tiene como correlato una
contaminación exponencial.
En estas seis décadas de desarrollo las cosas claramente no van bien. La vida del
planeta se ha acortado, la capacidad de carga de muchos ecosistemas ha sido excedida
impunemente. Ni los derechos humanos, ni la democracia, ni el desarrollo han logrado
disminuir el sufrimiento de amplios sectores de la humanidad. Algo está fallando, pero pese
a todos los diagnósticos y pronósticos la obsesión por el crecimiento económico, la
estabilidad macroeconómica, la generación de valor agregado, el desarrollo tecnológico y el
uso de energías fósiles no cede, debido a un factor que si bien es económico es ante todo
humano: el afán desmedido de lucro, obviamente de los dueños del capital.
Es cierto que a lo largo de todo este tiempo han surgido críticas (al desarrollo) y
alternativas interesantes, pero ninguna con la fuerza necesaria para revertir o desacelerar
siquiera el ritmo de depredación. Muchas solo son variantes o morigeraciones del mismo
paradigma hegemónico, como bien los señala P. Palenzuela (2011); otras corresponden a
prácticas de momento y de lugar difícilmente replicables aunque relativamente exitosas; y
otras más a construcciones que aún han sido operadas en la práctica por carecer de los
factores reales de poder que las hagan posibles, desafiar radicalmente los órdenes
predominantes o por suponer unas mentalidades y un tipo de relaciones que no existen
todavía.
El mosaico del desarrollo se ha vuelto polisémico y multicolor. Es todo un terreno
de batalla en el que se recrean propuestas como el ecodesarrollo, el etnodesarrollo (Batalla),
el desarrollo a escala humana (Max-neef), el desarrollo sostenible, el desarrollo sustentable,
el desarrollo humano (PNUD, Amartya Sen), el crecimiento cero (Club de Roma), la teoría
de la dependencia (Cardoso y otros), el pensamiento andino del buen vivir (Suma Kau Sai),
etcétera.
Antropológicamente llama la atención la concepción de persona o de ser humano
que las diferentes propuestas comportan y promueven. Desde el individualismo radical y
egoísta de las teorías económicas clásicas, hasta el sujeto comunitarista que aplaza todos
sus impulsos en aras de lo colectivo, pasando por el buen salvaje inmerso armoniosamente
en los ciclos de la naturaleza, el ser careciente afectado por el imperativo de satisfacer todo
tipo de necesidades (incluidas las existenciales), la persona libertaria consciente de su
potencial ilimitado de crecimiento y autodesarrollo, el ciudadano sujeto de derechos que
demanda derechos al Estado y se relaciona con los otros en clave de derechos también, y
así sucesivamente.
En todas las propuestas existen a nuestro juicio tres (3) constantes:
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La certeza que la historia es lo que los hombres decidan que sea mediante
planes operativos altamente racionalizados (o revolucionarios), de ahí los
cientos de propuestas de planificación del desarrollo promovidas por
académicos, burócratas, organismos multilaterales, activistas políticos y las
comunidades mismas. Sin esta ilusión ninguna propuesta o enfoque de
desarrollo sería pensable.
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ultranza. En buena medida es una crítica cultural al orden imperante y un programa político
centrado en vida slow, la mesura, la descolonización del pensamiento y la frugalidad. Se
espera que el impacto agregado de estos cambios mentales y actitudinales impliquen una
desaceleración de los procesos vertiginosos de explotación de recursos y crecimiento,
haciéndolos innecesarios (Latouche, 2009).
Ambas propuestas ciertamente son interesantes y quizá lo más relevante para los
efectos de este documento no es su viabilidad, que teóricamente lo son, sino la convicción
que el capitalismo y su primo el desarrollismo tiene fisuras, que existen fronteras mentales,
sociales, culturales y geográficas que no han podido colonizar, y que es posible que nunca
colonicen en parte por las mismas contradicciones del mercado, pero también por la
eficacia simbólica y práctica de otras configuraciones que exaltan el valor de la solidaridad,
el sometimiento a los ciclos de la naturaleza, el continuum cultura-naturaleza que permite
que esta última sea un actor incluso deliberante, la austeridad, la primacía de derechos
humanos por encima de la racionalidad económica, el desapego de la ética moderna del
trabajo.
Si se hiciera una cartografía de los espacios que la racionalidad moderna habría
colonizado, muy seguramente encontraríamos que a pesar de su carácter predominante no
es un asunto ni homogéneo ni totalizante, y que la vigencia de otras maneras de vivir no
son necesariamente respuestas adaptativas a las crisis o imperfecciones del mercado, ni
estrategias de pobres y marginados, sino fuente de paradigmas susceptibles de ser
gestionados más allá de sus fronteras.
De otro lado también es cierto que el programa de expansión de los discursos y
prácticas hegemónicas del desarrollo, con todo y sus crisis, no ha terminado. Por el
contrario la institucionalidad creada para tal fin continúa operando eficientemente en
cientos de misiones oficiales, cátedras universitarias, empréstitos internacionales,
megraproyectos, agencias de cooperación para el desarrollo, oficinas de planeación (del
desarrollo), y muchas otras más. El decálogo del Consenso de Washington, para citar un
solo ejemplo, se sigue pregonando más allá de América Latina para el que fue concebido
en un comienzo, apoyado en una serie de burocracias y raciocinios mecanicistas carentes de
imaginación y de adecuación a los contextos. Stiglitz (2007) al respecto describe cómo las
decisiones y “recomendaciones” del Fondo Monetario Internacional corresponden a un
recetario profundamente ideologizado, que los funcionarios asumen como dogma de verdad
y como tal no se detienen a pensar sobre sus fundamentos y efectos en los países que al
final se ven “persuadidos” a acogerlo.
El encuentro de una y otra tendencia genera una serie de escenarios locales,
regionales, nacionales y hasta globales que analíticamente no se pueden despachar con
conceptos como resistencia, adaptación, imposición, abolición, porque negaría la
posibilidad de identificar con toda su complejidad la emergencia de una serie de mixturas
sui generis, producto de arduas negociaciones y acomodos como podría ser el caso de:
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Las estrategias populares para eludir las presiones y exigencias del mercado
financiero.
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ecosistemas son intervenidos y sus derechos son desconocidos. Pues bien, es de nuestro
interés en este acápite explorar el peso específico y relativo de las realidades étnicas en el
diseño de estados-nación como el colombiano, a fin de preguntarnos por su rol y
participación en el devenir del país, bien por lo que corresponde a sus procesos de
autodeterminación, o bien por lo que respecta a las formas diferenciadas de integración al
país que los contiene y del que ninguno ha planteado una cesión.
Con base el caso colombiano podemos decir que la relevancia de los grupos étnicos en
el devenir del país trasciende su peso demográfico y potencial productivo de sus territorios,
economías y mano de obra, y fundamentalmente tiene que ver con:
a. Ecosistemas y diversidad étnica. La presencia histórica y actual de los grupos
étnicos coincide con ecosistemas sensibles y fundamentales para la implementación
de cualquier concepto de desarrollo sostenible, y su preservación actual no obstante
el deterioro sufrido en las últimas décadas se debe en muy buena medida a estos
grupos que aprendieron a hacer uso de los recursos naturales disponibles sin
agotarlos, valiéndose de técnicas y conocimientos artesanales que garantizaban su
regeneración sin modificar el paisaje.
b. La legitimidad política de la democracia y la revisión internacional del Estado
en materia de derechos humanos. El constitucionalismo multicultural adoptado en
América Latina en los años 90 cambia sustancialmente los términos de la legitimad
política de los regímenes democráticos. Como bien lo han advertido diferentes
estudiosos del multiculturalismo (Kymlika, Taylor, Stavehagen), el reconocimiento
de las diferencias culturales plantea una serie de retos relativos a las cuotas de
autonomía que se le reconozca a los diferentes grupos, el replanteamiento de las
formas convencionales de integración social, la tolerancia de concepciones y
prácticas culturales; el reconocimiento y otorgamiento de cuotas de poder político y
administrativo a sus sistemas de autogobierno, y en general todo un despliegue de
dispositivos para que las diferencias se acomoden a un esquema de Estado nación.
c. Los términos de la descentralización administrativa y política. Desde mediados
de la década del 80 el país inició un proceso de descentralización política y
administrativa como parte de una apertura democrática, que alcanzó su mayor
momento con la adopción de una nueva constitución política en 1991, en la que se
declaró como un Estado social de derecho, organizado en forma de República
unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales,
democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad
humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la
prevalencia del interés general (Art. 1). Más adelante reconoció a los territorios
indígenas entidades territoriales dentro del ordenamiento (territorial) del país, junto
con los departamentos, los distritos y los municipios, y el legislador con base en
otra serie de disposiciones les ha venido estableciendo una serie de funciones y
atribuciones definitivas y provisionales en materia administrativa y jurisdiccional
que progresivamente van consolidando su autonomía política. La realidad es que de
los 1100 municipios hoy existentes aproximadamente 250 tienen una importante
composición étnica, cuando no son casi que mayoría absoluta, y por lo mismo los
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El reto de la gestión del desastre era por lo tanto grande e inédito. A los tres (3) días
del terremoto el gobierno nacional bajo la declaratoria del estado de emergencia creó la
Corporación Nasa Kiwe, adscrita al Ministerio del Interior, precisamente para la
recuperación del territorio y las poblaciones afectadas, destinó un volumen importante de
recursos e hizo los nombramientos necesarios de directores para atender la emergencia
como para diseñar lo que sería el plan de restablecimiento. Hasta le fecha, 21 años después,
esta corporación aún existe dando a entender que las condiciones excepcionales que la
originaron aún persisten.
Describir lo que ha sucedido en todo este período es algo que excede las
posibilidades de este texto. Solo nos basta con señalar varios hechos que resultan relevante
para argumentar cómo los programas y proyectos de desarrollo que se han implementado
han puesto en tensión varias racionalidades, en especial las que responden a imaginarios
institucionalizados y occidentales, y los que responden a la lógica indígena.
En contraste con lo que pudo suceder en la región de Cotopaxi (Ecuador), también
afectada por un sismo en 1996, a juzgar por los análisis de Pablo Palenzuela, en
Tierradentro se activaron varios procesos en los que si bien operó la lógica desarrollista
moderna o modernizante (en términos de Desarrollo Rural Integrado), y se adoptaron
esquemas burocráticos que limitaban el protagonismo las organizaciones sociales y
políticas indígenas, también emergieron dinámicas singulares que aunque no dan para
hablar de un modelo de “desarrollo con identidad”, etnodesarrollo o cuestión similar, sí
permiten inferir unas novedades que operaron a favor del proyecto identitario de los nasa.
Veamos esquemáticamente de qué hablamos:
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Que pese a los reiterados actos administrativos del gobierno nacional negando la
presencia de comunidades étnicas en el área de influencia del proyecto, sea
demandada por vulnerar el derecho a la Consulta Previa.
Que ante una eventual revisión de los jueces de tutela, incluida la Corte
Constitucional, se declare la vulneración de este derecho fundamental, y entre las
sanciones se suspenda la licencia ambiental y se imponga la obligación de reparar a
las comunidades afectadas, viéndose lesionada la imagen de la empresa y los
tiempos de ejecución.
Que la comunidad auto organizada como cabildo indígena en el año 2014 opte por
vías no jurídicas para presionar un trato diferencial, resistiéndose a participar de los
procedimientos previstos para población no étnica, y se genere en consecuencia un
escenario de confrontación política con eventuales costos reputacionales.
Lo relevante para nuestro análisis es que la conjunción de varios elementos contextuales y
discrecionales, invocados y ejercidos por poblaciones locales vulnerables como ya dijimos,
generaron una situación que pone en crisis a una de las empresas y proyectos más grandes
del país. Por un lado los precedentes jurídicos, jurisprudenciales y políticos que reconocen
el derecho al autoreconocimiento y no lo vinculan a esencialismo alguno, además que
consagran la Consulta Previa como un derecho de gran economía procesal e inmediata
aplicación; por el otro, un grupo de familias con un ascendiente indígena relativamente
difuso así como su discurso étnico, y que sin embargo se reclaman como indígenas para
presionar una posición más ventajosa en la negociación con la empresa; y finalmente una
institucionalidad que se autoinhibe cuando se presentan situaciones étnicamente litigiosas y
prefiere transferir las soluciones a los particulares y a los jueces.
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8. GLOBALIZACIÓN, GLOCALIZACIÓN Y
DIVERSIDADES
Presentación
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Las fricciones entre un tipo de comunidad política mayor (la nación) descrita como
proyectos inacabados y realidades imaginadas, con otros tipos de comunidades
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también imaginadas que intenta contener con más o menos eficiencia, con más o
menos democracia, con más o menos descentralización.
Los procesos nacionales de desarrollo que responden a estructuras discursivas de
civilización a partir de los cuales se construye una institucionalidad y se ejercen
mecanismos de control de fronteras específicas (Escobar, El postdesarrollo como
concepto y práctica, 2005), y su interacción con otras racionalidades de desarrollo y
de buen vivir que exaltan valores relativos a la Naturaleza, la Solidaridad, entre
otros.
Sin el influjo de teorías sobre el multiculturalismo y su incorporación en regímenes
constitucionales contemporáneos, estas tensiones no existirían o serían resueltas (como ya
sucedió y sucede aún en algunas regiones) mediante la represión, la asimilación y conflictos
secesionistas que redibujen permanentemente las fronteras internas e internacionales.
Todo el diseño conceptual de la Consulta Previa defiende la idea que es posible
acomodar (en palabras de Kymlicka) las diferencias culturales existentes dentro de los
límites de un Estado o un país sin desestructurarlo, mediante estrategias como derechos de
autogobierno, derechos políticos de expresión de las diferencias y derechos especiales de
representación (Kymlicka, 1996)). Sin embargo esa “acomodación” no es una tarea fácil,
por el contrario tiende a ser conflictiva. Bonilla (1999) considera que cuatro son los asuntos
más problemáticos: los criterios para distribuir los recursos entre los grupos, el papel del
Estado frente a proyectos vitales de cada comunidad, la determinación de qué intereses de
las diversas culturas son justas y jurídicamente amparables, y la dificultad de conciliar los
“uno” con lo diverso.
Por su parte Sanley (1989) atribuye la emergencia de los conflictos a los nichos
económicos que han ocupado ciertos grupos étnicos, la expansión de expectativas y
capacidades de minorías marginadas, y a las jugadas políticas de unos grupos (o del Estado)
para obtener beneficios promoviendo de paso integraciones asimétricas.
La Consulta Previa se ubica en el centro de las tensiones más conflictivas que puedan vivir
los Estados autodeclarados multiculturales por las siguientes razones:
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Los dioses y la naturaleza hablan con el capital trasnacional y con los estados
contemporáneos.
En su crítica a lo que se denominaría el “capitalocentrismo”, entendido como aquellas
posturas que con fatalidad o triunfalismo asumen que el capital bajo el influjo de la
globalización se impone en todos los rincones de la vida y del planeta, Arturo Escobar y
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otros más defienden la importancia del lugar, es decir aquellos espacios, sujetos, fronteras
en los que predominan otras lógicas y racionalidades que usualmente trascienden la
diferenciación moderna entre Naturaleza y Cultura, y más bien son producto de un
continuum entre una y otra de modo que el mundo de lo natural gobierno el mundo de lo
social en la medida que es culturalmente construido y, por esa vía, por ejemplo, es también
asumida (la naturaleza) como un sujeto deliberante mediante el acatamiento de sus leyes y
dictámenes, o fuerzas espirituales emanadas de la tierra, los bosques, las aguas, se
manifiestan directa o por interpuesta mediación de especialistas, sueños u otras maneras.
La Consulta Previa, como ya señalábamos arriba, ha permitido que en varios
espacios de interacción y negociación directa de diferentes actores, muchos fieles
representantes de la racionalidad capitalista, se vean abocados a la fuerza de los argumentos
culturales usualmente exhibidos para llevar las conversaciones a limites donde no es
posible que ni el saber científico, antropológico o económico se pronuncie, y por el
contrario se validen las creencias y pensamientos étnicos. Veamos en detalle qué ha
sucedido y cuáles podrían ser los casos más representativos.
Entendemos por argumento cultural la alusión a la existencia de realidades
(culturales) como sitios sagrados, lugares de pagamento, bohíos espirituales, moradas de
espíritus, mundos e inframundos, revelaciones y adivinaciones, de los que solo dan fe los
grupos étnicos, en especial algunos sujetos dotados de especiales facultades como
chamanes, mamos, jaibanas, taitas y otros más. Su existencia se presume y no requieren de
demostración alguna más allá de lo que digan los indígenas y los afros.
La Corte Constitucional y otras instancias más como la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, se han encargado de darle pleno valor jurídico a dicho fenómeno al
punto de aceptar la existencia de daños culturales, inhibir proyectos y sancionar a terceros
como empresas privadas y el Estado mismo. También han ordenado concertar medidas de
compensación cultural. Obviamente son argumentos que aunque perfectamente probables
suelen poner en crisis a los interlocutores, porque presumen que solo se trata de estrategias
para complejizar las consultas previas o forzar una situación que resulte más ventajosa para
la negociación final.
En general se trata de intangibles a los que el derecho no resulta ajeno, como
también lo es la Buena Fe, el daño moral, el Dignidad Humana, cuya comprobación
empírica es prácticamente imposible y sin embargo son unidades básicas sobre los cuales se
construyen estructuras jurídicas complejas. Pero lo relevante es que es la primera vez que
realidades culturales son incorporadas en la arquitectura de varios derechos, como el
derecho al territorio y a la Consulta Previa.
Salvo el caso de la instalación de un radar en la Amazonía colombiana por parte del
gobierno colombiano en cooperación con el de Estados Unidos, en todas las sentencias
sucesivas la línea ha sido habilitar derechos a partir de lo cultural.
En esa primera sentencia la Corte sostuvo:
“3o.) No puede dejarse de lado que Colombia es una República unitaria,
en la que el Estado debe cumplir toda una serie de obligaciones y
atender unos fines impuestos por la misma Constitución, lo que le
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documentos anteriores indicaban que ésta estaba en un lugar distinto al que después se
alegó. Ordenó suspender la licencia ambiental, lo mismo que las actividades de
construcción de la obra, e impuso la obligación de hacerse una consulta en uno términos
perentorios de tiempo.
Así procedieron las partes sin llegar a un acuerdo definitivo, porque los mamos de la
Sierra Nevada solicitaban como medida de compensación cultural la financiación de todos
los gastos para que un grupo de jóvenes se formaran como nuevos mamos bajo su
orientación durante 9 años, tiempo durante el cual el proyecto debía permanecer
suspendido.
Finalmente en el estudio del caso oleoducto-Achagua hecho por la Corte
Constitucional concluyó que en efecto existía un lugar sagrado donde “realizan rituales de
iniciación para los jóvenes bajo la vigilancia de los ancianos, se transmiten los secretos del
río y de la pesca, se efectúan pagamentos en el cauce a los seres espirituales de las aguas y
se evocan tradiciones antiguas de la comunidad, con la finalidad de recuperar su antigua
fortaleza cultural. Adicionalmente, es el lugar donde la comunidad desarrolla actividades
de pesca y agrícolas indispensables para la sostenibilidad alimentaria del grupo”.
Concluyendo lo siguiente:
“En resumen, la Sala estima que en el presente caso existe una doble vulneración
de los derechos de la comunidad accionante: de un lado, el derecho de la
comunidad a la libre determinación y, en particular, a la participación fueron
vulnerados por las autoridades y empresas demandas al no llevar a cabo la
consulta previa, la cual era obligatoria teniendo en cuenta que la construcción del
oleoducto iba a intervenir áreas que si bien no se hallan dentro del resguardo de la
comunidad, sí hacen parte de su territorio ancestral debido a las prácticas
religiosas, tradicionales y de subsistencia que se llevan a cabo allí. De otro lado,
las empresas y autoridades accionadas lesionaron con la intervención misma del
territorio indígena el derecho de la comunidad a la integridad cultural y pusieron
en riesgo su subsistencia, entre otras razones, porque con la construcción afectaron
la espiritualidad de los miembros de la comunidad, al punto que atribuyen al paso
del tubo enfermedades y muertes; esta transgresión continúa vigente, de modo que
se requieren medidas para ponerle fin y mitigar sus impactos. (Sentencia T-693 de
2011. Negrillas incluidas en el texto original)
Lo relevante de este último caso es que la Corte se preocupó por verificar la existencia del
lugar sagrado mediante comisiones de verificación y el peritazgo antropológicos, además
que ordenó darle un tratamiento específico y sistemático a los daños culturales.
“Ahora bien, la Sala advierte que la vulneración ha causado principalmente
a un impacto cultural –como modalidad de daño inmaterial41- a la
41
El daño inmaterial en el contexto específico de violaciones de derechos humanos ha sido definido por la
Corte Interamericana de Derechos Humanos de la siguiente forma: “El daño inmaterial puede comprender
los sufrimientos y las aflicciones, el menoscabo de valores muy significativos para las personas y las
alteraciones, de carácter no pecuniario, en las condiciones de existencia de la víctima”. Cfr. Caso de las
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Hermanas Serrano Cruz, párr. 156; Caso Masacre Plan de Sánchez. Reparaciones, párr. 80; y Caso De La
Cruz Flores, párr. 155.
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El daño inmaterial en el contexto específico de violaciones de derechos humanos ha sido definido por la
Corte Interamericana de Derechos Humanos de la siguiente forma: “El daño inmaterial puede comprender
los sufrimientos y las aflicciones, el menoscabo de valores muy significativos para las personas y las
alteraciones, de carácter no pecuniario, en las condiciones de existencia de la víctima”. Cfr. Caso de las
Hermanas Serrano Cruz, párr. 156; Caso Masacre Plan de Sánchez. Reparaciones, párr. 80; y Caso De La
Cruz Flores, párr. 155.
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173
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Presentación
En Colombia, como en todos los países de la región43, ha habido, hay y muy seguramente
seguirá habiendo población indígena residiendo temporal o permanentemente, voluntaria o
involuntariamente, fuera de áreas rurales propiamente dichas, consideradas por múltiples
factores el entorno más coherente con sus estilos de vida. De hecho sus demandas históricas
de territorio son de una clara acepción rural.
Las estadísticas oficiales disponibles permiten suponer que este segmento de la población
tiende a crecer, y sin embargo ni en la agenda política del movimiento social, ni en las
políticas públicas ha habido un tratamiento sistemático e integral de su realidad, excepto
aquellos planteamientos que de manera prioritaria dan cuenta del fenómeno del
desplazamiento forzado, el despojo de sus territorios y en general las diferentes formas de
victimización que ciertamente explican la llegada de una buena parte de la población
indígena a los cabeceras municipales y a las grandes ciudades.
No obstante el tema es más complejo, primero, porque la presencia de los indígenas en las
ciudades se remonta incluso a los procesos más tempranos de urbanización del país;
segundo, porque la violencia no es la única causa por la cual han salido de sus territorios;
tercero, porque muchos no están en esa situación de interinidad que supone el
desplazamiento forzado, y por el contrario tienen vocación de permanencia (están y se van
a quedar); y cuarto porque el contexto urbano es también un contexto en el que las
identidades étnicas intentan con más o menos éxito persistir.
Este fenómeno plantea varias preguntas que pretendemos problematizar en el presente
documento, como: ¿la vida en ciudad es compatible con las identidades indígenas?, ¿Cuáles
son las razones por las cuales hay indígenas en ciudad?, ¿Cuáles son los mecanismos y
estrategias de reproducción y afirmación étnico-cultural?; ¿los supuestos jurídicos y
antropológicos del actual régimen de derechos de las pueblos indígenas son coherentes y
suficientes con su vida en ciudad?, ¿cuál es su situación social, económica y cultural?,
¿cuáles son las formas societales que adoptan y qué tipo de protección jurídica se les deba
dar a sus instancias organizativas?
Estos y varios interrogantes son los que en este documento pretendemos problematizar aún
más.
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Se estima que el 40% de los indígenas en América Latina están en ciudades de diferente tamaño u grado de
urbanización
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Según datos del censo 2005, por lo menos el 21,5 % (297.485 personas) del total de
indígenas del país se encuentran en cabecera municipal. No se tiene certeza de la cantidad
de indígenas en centros urbanos propiamente dichos, excepto Bogotá que registró 15.017
personas, es decir, el 5% del total ubicado en cabeceras y el 1,08% del total nacional.
Por razones obvias se puede argumentar que no todas estas cabeceras se ajustan al concepto
de lo urbano, entendido tanto como un proceso de aglomeración espacial, como un proceso
de orden socio-cultural signado por la complejidad en las relaciones sociales, la alta
mediación del Estado y de terceros en las mismas, la alta regulación en el acceso al suelo,
la demanda social de bienes y servicios al Estado orientados a la integración a la ciudad,
etc.
A nuestro juicio estas y otras características son propias de cabeceras municipales con una
población superior a 100 mil habitantes, y es bajo este contexto que las preguntas que nos
venimos haciendo sobre los indígenas en ciudad tienen pleno sentido. Cabeceras
municipales por debajo de esta proporción tienden a ser altamente determinados por lo rural
y, por lo mismo, la presencia permanente de grupos indígenas requiere otra serie de
consideraciones, pues el asunto tiende a ser menos dilemático y, dependiendo del caso, es
histórica, sociológica y antropológicamente posible que comunidades indígenas
tradicionales coexistan y hagan parte con cabeceras municipales pequeñas.
Si bien no existe un análisis sociodemográfico específico de esta población, resulta
razonable suponer que con algunas pocas excepciones todos los grupos étnicos tienen
población fuera de la zona rural. Pese a ello no resulta descabellado suponer que entre el
10% y el 15% reside en ciudades propiamente dichas, debido al poder de atracción que
ejercen estos contexto sobre los migrantes y desplazados indígenas.
POBLACION INDIGENA INDIGENA TOTAL % INDIGENA %INDIGENA
No. DEPARTAMENTO
TOTAL CABECERA RURAL INDIGENA DEPTO NACIONAL
1 La Guajira 655.943 31.060 247.194 278.254 42,42% 20,18%
2 Cauca 1.182.787 17.214 230.773 247.987 20,97% 17,98%
3 Nariño 1.498.234 20.409 134.367 154.776 10,33% 11,22%
4 Córdoba 1.462.909 41.736 109.328 151.064 10,33% 10,96%
5 Sucre 762.263 38.285 44.641 82.926 10,88% 6,01%
6 Tolima 1.312.304 18.042 37.849 55.891 4,26% 4,05%
7 Cesar 878.437 5.316 39.517 44.833 5,10% 3,25%
8 Chocó 388.476 1.679 39.535 41.214 10,61% 2,99%
9 Caldas 898.490 8.447 29.822 38.269 4,26% 2,78%
10 Putumayo 237.197 13.745 24.151 37.896 15,98% 2,75%
11 Antioquía 5.601.507 6.247 21.766 28.013 0,50% 2,03%
12 Atlántico 2.112.001 24.231 3.742 27.973 1,32% 2,03%
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Adicionalmente los indígenas en ciudad en los últimos años han venido conformando
cabildos urbanos en un número que actualmente puede ser alrededor de 170, con la clara
pretensión de reclamar sus derechos, recrear sus identidades y evocar su sistema
acostumbrado de gobierno. Tampoco se tiene datos del número de personas adscritas a
estas organizaciones, pero ciertamente es un número creciente.
El tratamiento jurídico.
A manera de hipótesis de trabajo podemos decir que existe una construcción jurídica del
indígena, o que en los instrumentos jurídicos nacionales e internacionales subyace una
representación estereotipada del indígena que no da cuenta de la realidad de los indígenas
en ciudad.
Tal representación esquemáticamente prefigura un sujeto inmerso en relaciones
comunitarias o colectivas, adscrito a un territorio, bajo unas relaciones con la Naturaleza
solidarias y recíprocas, y con la capacidad subjetiva y societal de revelar su conciencia de
identidad mediante diferentes mecanismos exclusivos de adscripción y cohesión. De cierta
manera todos son atributos de la ruralidad.
En la vivencia del indígena de la ciudad todos estos supuestos se relativizan y en algunos
casos hasta desaparecen, y sin embargo las identidades indígenas se las arreglan para
persistir.
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177
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44
Como el derecho al reconocimiento, a la autonomía y a la participación, en particular nos referimos a la
premisa de que el único titular de los derechos colectivos es la Comunidad, entendida esta como un fenómeno
societal propio de grupos humanos cohesionados con fuertes consensos y residentes en zonas rurales;
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A nuestra manera de ver estas cuestiones subyacen en una realidad que no sólo es evidente
sino creciente: los indígenas en ciudad. Si adoptamos una perspectiva radicalmente
conservadora debemos concluir de forma apriorística que de ningún modo es posible que en
contextos urbanos prosperen las identidades étnicas, toda vez que la vida en comunidad no
sería viable o cuando menos sería una experiencia excepcional; pero si adoptamos una
perspectiva más relativista tenemos que darnos el beneficio de la duda. Optamos por esta
última alternativa tanto por razones académicas como por razones políticas. Por razones
académicas pues distintos estudios en Latinoamérica vienen demostrando que las
identidades étnicas indígenas se reeditan en las ciudades, no obstante las condiciones de
pobreza extrema, de marginalidad y de discontinuidad tanto histórica como espacial y
social; y por razones políticas pues en todo caso se trata de garantizar derechos especiales.
Efectivamente, dentro de la tradición jurídica colombiana ha quedado una y otra vez
establecido que la Comunidad Indígena o la vida en Comunidad es una condición Sine Qua
para garantizar la diversidad étnica y cultural del país, y, por lo mismo, ésta es objeto de
una especial protección jurídica toda vez que para la plena garantía de los derechos
especiales (específicamente los derechos colectivos) reservados para los pueblos indígenas
deviene como un sujeto colectivo, dotado de identidad sustantiva como, guardadas las
diferencias, la tiene la persona individualmente vista. Sin embargo por razones que
explicaremos más adelante, la noción institucionalizada de Comunidad adolece de una serie
de restricciones que no permiten dar cuenta ni de la diversidad de formas societales que
tienen los pueblos indígenas, ni de fenómenos tan contemporáneos (o no tan
contemporáneos) como la permanencia de indígenas en ciudad.
El censo de 2005 estableció que aproximadamente el 21,5% (297.485 indígenas) de la
población indígenas no vive en zonas rurales y, adicionalmente, todo indica que esta
proporción tiende a aumentar, lo cual de alguna manera pone en cuestión los supuestos y
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los imaginarios con los que el Estado ha intentado dar cuenta de la diversidad étnica y
cultural, como también de los derechos de las denominadas minorías étnicas.
Como ya se ha anotado, el indígena ha sido asimilado a la vida rural, inmerso en un
complejo de relaciones pre-modernas, simples o directas, y vinculado a la tierra mediante
sistemas primarios de producción y formas culturales de apropiación de la misma.
Su representación en la legislación nacional ha sido tomada de modelos de vida propios de
la región de los Andes imperantes en la época colonial, en virtud a los cuales se impusieron
como rasgos definitorios institucional y socialmente aceptados de ser indígena, tales como
la disciplina colectiva, formas centralizadas de autoridad, el consensus cultural, la vida en
encierro, el sedentarismo y ciertos estilos regulares de asentamiento espacial, entre otros;
negándose con ello la diferencia y, lo que quizá es más significativo, imponiéndose un
rasero al amparo del cual se ha intentado administrar la misma (o sea la diferencia étnica y
cultural).
La noción de comunidad indígena responde precisamente a tal imaginario, la cual ha sido
institucionalizada a tal punto que dentro de las premisas básicas de las políticas de
reconocimiento y de garantía de los derechos diferenciales de los pueblos indígenas se han
adoptado como positivas las siguientes premisas:
i. Que la vida en común o colectiva es virtualmente la única condición
para que una cultura tradicional persista.
ii. Que un sujeto individualmente visto tiende a perder la identidad
étnica y los elementos sustantivos de su personalidad que tal
pertenencia ético-cultural les aporta, cuando pierde su vínculo con el
colectivo.
iii. Que la comunidad no es la sumatoria de las partes ni éstas son una
prolongación mecánica del todo, sino una suerte de ente dotado de
identidad propia gracias a la interacción sistémica y complejo de sus
miembros.
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1
Arango Ochoa, Raúl en "Derechos Territoriales Indígenas y Ecología en las Selvas Tropicales de América". Fundación Gaia, Cerec,
Bogotá, 1992, pág. 226.
182
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contrario, son condenadas a la extinción. Segundo, en caso que la respuesta sea afirmativa
identificar cuáles serían aquellas dinámicas societales y relacionales a través de las cuales
ésta reproducción étnico-cultural se da. Tercero, si tales dinámicas son o no, o bajo qué
circunstancias asimilables al concepto clásico de Comunidad; y, cuarto, cuál puede ser la
protección jurídica que existe o se pueda dar para esas otras formas societales urbanas e
indígenas no asimilables al concepto de comunidad. Sin embargo antes de continuar
conviene precisar de qué contextos urbanos hablamos.
Contrario a lo que durante mucho tiempo se creyó, las identidades étnicas indígenas, en
tanto construcciones sociales colectivas, encuentran formas de reproducción en contextos
urbanos aún bajo condiciones de exclusión y subalternidad, como lo vienen demostrado
distintos estudios sobre el tema en Latinoamérica.
En Colombia no hay suficientes estudios que permitan saber cómo se comportan las
identidades indígenas en ciudad, aunque ciertamente podemos citar una serie de hechos y
rasgos que resultan especialmente significativos para el trabajo propuesto. Veamos:
184
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Lo cierto es que lo indígena es también un hecho urbano y que al amparo de todos estos
fenómenos inauguran complejos relacionales a través de los cuales recrean vínculos,
construyen diferencias, conquistan espacios como ya dijimos, y al final de cuentas reclaman
una ciudadanía centrada en la diferencia.
Para comprender este fenómeno proponemos, primero, hacer una tipología de las causas y
motivaciones por las cuales los indígenas se encuentran en las ciudades y, segundo, las
diferentes formas societales que adoptan para recrear la diferencia étnica.
En términos generales se pueden identificar cuatro tipos de causas que explican la
existencia de indígenas en nuestras ciudades:
En todo caso las formas societales que adopta esta población para afirmar y recrear su
identidad étnica muy probablemente están asociadas a la manera como asimilan las causas
por las cuales se han hecho citadinos. Es así como esquemáticamente podemos identificar
los siguientes tipos de configuraciones:
A. Asociaciones de carácter económico-productivo conformado en buena parte por
sujetos con identidad étnica indígena, tales como grupos artísticos, de artesanos y
comerciantes. No necesariamente sus integrantes son de una misma etnia y el
elemento movilizador es de carácter económico.
B. Cabildos urbanos de una sola etnia y con una adscripción y membrecía definidas,
usualmente conformados por familias provenientes de un mismo pueblo, pero de
distintos orígenes geográficos. Operan no por relaciones de vecindad sino por una
rutina de encuentros, sensaciones y experiencias de solidaridad, intercambios
sociales y culturales, agregación y gestión de necesidades compartidas. Dicho en
otros términos, tal tipo de organización deviene como una mixtura de autoridad
indígena, con poder relativo de reglar conductas y relaciones, y de asociación con
185
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Aunque el inventario no es exhaustivo nos permite defender la idea que todo este complejo
relacional custodia y actualiza las identidades étnicas de una manera que probablemente
difiere de la que el Estado y los funcionarios se han imaginado, justamente en contextos
que pueden resultar adversos, y por lo mismo la cuestión que nos corresponde resolver es
cuál es el conjunto de garantías jurídicas y políticas que se deben desarrollar para que esta
vertiente de riqueza cultural sea protegido al amparo del mandato constitucional de proteger
la diversidad étnica y cultural del país.
A nuestra manera de ver esto requiere ante todo una aproximación antropológica al
indígena urbano, con el propósito de relativizar la manera como históricamente ha sido
representado, para posteriormente establecer la carta de derechos que deben aplicar para las
diferentes situaciones.
186
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Un contexto relacional favorable para la reproducción de tal conciencia étnica puede ser de
tres tipos: de carácter asociativo, de carácter comunitario, y redes informales de apoyo e
intercambio. Desde un punto de vista weberiano (Max Weber) el primero implica una
agregación de intereses individuales, a través del cual los asociados mediante mecanismos
electivos y deliberativos deciden pertenecer bajo determinadas condiciones y
gratificaciones, como también dejar de hacerlo si tales condiciones se dejan de cumplir. El
segundo, en cambio, implica lo que tradicionalmente se ha asumido es una comunidad, es
decir, consensus básico y preeminencia de lo colectivo sobre lo individual. El tercero tiene
menos elaboración organizacional y discursiva y, sin embargo, resulta en muchos casos
clave para recrear relaciones solidarias y diferentes prácticas étnicas de corte mágico,
productivo, lúdico.
De hecho proponemos clasificar las diferentes configuraciones societales de la siguiente
ASOCIATIVA Asociaciones de carácter económico-productivo conformado en buena parte por sujetos con
identidad étnica indígena, tales como grupos artísticos, de artesanos y comerciantes. No
necesariamente sus integrantes son de una misma etnia y el elemento movilizador es de carácter
económico.
Cabildos urbanos de una sola etnia y con una adscripción y membrecía definidas, usualmente
conformados por familias provenientes de un mismo pueblo, pero de distintos orígenes
geográficos. Operan no por relaciones de vecindad sino por una rutina de encuentros, sensaciones
y experiencias de solidaridad, intercambios sociales y culturales, agregación y gestión de
necesidades compartidas. Dicho en otros términos, tal tipo de organización deviene como una
mixtura de autoridad indígena, con poder relativo de reglar conductas y relaciones, y de
asociación con arreglo a fines que de suyo compromete su legitimidad por el poder de gestionar
oportunidades a sus asociados.
Cabildos y organizaciones estudiantiles, normalmente de composición multiétnica y con un
accionar cercano a lo gremial, en la medida que suelen tramitar demandas de trato diferencial
pero ligadas a su condición temporal de estudiantes.
COMUNITARIA Comunidades indígenas propiamente dichas, pero desarraigadas total o parcialmente que se
mueven en la ciudad de manera relativamente dispersa pero evocando y recreando los vínculos de
solidaridad y pertenencia que han tenido en sus lugares de origen
REDES Redes extensas y solidarias de unidades de parentesco, conformadas por familias de una misma
SOCIALES etnia pero sobre todo cohesionadas por vínculos cercanos o lejanos de consanguidad y/o afinidad.
Redes sociales relativamente informales, cohesionadas por sensaciones compartidas de agravio y
victimización, además de un origen étnico o territorial compartido
Bajo el imperativo de proteger la diversidad étnica y cultural, lo políticamente consecuente
es la generación de una serie de oportunidades y de políticas para que uno u otro tipo de
contexto relacional se dé, y para tal efecto proponemos de manera preliminar abordar los
derechos en cuatro niveles: un nivel subjetivo, un nivel asociativo, un nivel comunitario y
un nivel de redes sociales; y para cada uno abordar los derechos básicos que el Estado debe
garantizar a fin de generar acciones político-administrativas coherentes y favorables.
NIVEL DERECHOS BÁSICOS
187
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
La acción del Estado frente a las diferentes configuraciones societales de los indígenas
en ciudad.
De acuerdo a lo que venimos diciendo, todas las configuraciones sociales que los indígenas
urbanos adoptan o crean para defender y afirmar su identidad, deberían ser objeto de una
especial protección jurídica y/o política por parte del Estado, aunque de una manera que sea
consecuente con su naturaleza.
Para el caso específico de los tipos relacionales denominados en este documento como
Redes y Asociaciones, consideramos que no se les pueda tratar como comunidades y que,
no obstante, todos deben ser objeto de diferentes medidas políticas, jurídicas y
administrativas orientadas a garantizar:
188
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Existe la idea generalizada que la presencia de los indígenas en las ciudades es una
anomalía, un no deber ser, o en su defecto una situación temporal o transitoria dado que
según se presume aun por la misma dirigencia étnica su vocación es estar precisamente en
zonas rurales, más exactamente en sus territorios, donde pueden recrear bajo condiciones de
relativo aislamiento su identidad, sus formas de gobierno, sus maneras de organización
social y otros derechos de Autonomía.
Desde el punto de vista de las causas y motivaciones por las cuales los indígenas están en
ciudad y en cabeceras municipales en general, existe una diversidad de situaciones que
ameritan una caracterización más detallada.
Los que están de manera temporal o transitoria es por factores asociados a: el
desplazamiento forzado; el desarrollo de actividades comerciales y la búsqueda de
oportunidades económicas; el acceso a bienes y servicios que en sus territorios de origen
son escasos o nulos (como la educación superior y la salud); la realización de trámites de
distinta índole; la evasión de conflictos y sanciones internas; visita de familiares y amigos.
Los que se encuentran de forma permanente es por factores asociados a: la expansión
urbana, que progresivamente ha terminado por absolver territorios y comunidades
indígenas pre-existentes; la liquidación de varios resguardos en la época republicana y la
progresiva asimilación de los indígenas a la vida nacional; la migración campo-ciudad que
se presentó en el país en la primera mitad del siglo XX, y de la que no escaparon varios
189
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
190
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Achagua, Cubeo, Ahuako, Siona Waunan, Wayúu, Yaruro, Totoró, Embera Chamí y
Embera Katío, etcétera. Algo similar debe suceder en otras ciudades.
En el caso particular de los cabildos urbanos, el Ministerio del Interior ha pre-identificado a
alrededor de 170 organizaciones de este tipo a lo largo y ancho del país. Dentro de este
universo se han identificado los siguientes hechos relevantes:
Pese a la tendencia predominante a que los cabildos se declaren de una sola etnia en
particular, la realidad muestra que en ciudades grandes la composición se hace
heterogénea, por fenómenos como los vínculos matrimoniales que terminan dándole
cabida a no indígenas a los listados indígenas, bajo las condiciones que cada cabildo
establece. También es relativamente común la inclusión de personas pertenecientes
a otras etnias que localmente no están organizadas dada el bajo número de sujetos
autoidentificados. En cambio en ciudades y cabeceras más pequeñas, dependiendo
de las características de cada pueblo, la pauta es adscribir solo a personas que clara
e inequívocamente son de la misma etnia.
Si bien es tendencia general que por localidad o municipio solo haya un cabildo por
etnia, en regiones como la Costa Caribe se presenta más de un cabildo de la misma
etnia en un mismo contexto. Este fenómeno es particularmente notorio en los Zenú
y Pijao.
Algunas etnias predominan a la hora de clasificar a los cabildos urbanos del país por
este rasgo. En particular sobresale la Inga, los Zenú, los Pijao, los Yanacona, los
Nasa y los Quichua como los pueblos con más número de este tipo de
organizaciones. Contrasta este hecho con la forma como algunos pueblos indígenas
teniendo un importante de población urbana, no tienen cabildos urbanos, como los
Arhuako y los Wayúu.
191
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192
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
No obstante algunas familias han obtenido cierto ascenso social, particularmente de los
migrantes y desplazados de mediados del siglo pasado, que gracias a la educación formal y
cierta estabilidad laboral de los padres han podido lograr mejores condiciones de vida.
De otro lado la mayoría refiere un acceso a la oferta universal de educación básica y media
y de salud, en este último caso bien como población pobre con Sisben, o como población
indígena en virtud a los autocensos y a las políticas de reconocimiento de las entidades
públicas de salud.
En ambos tipos de servicios la dificultad anotada es la ausencia de enfoques y planes
diferenciados, que justamente garantice un tratamiento acorde a la diferencia étnica.
En este acápite es necesario señalar que pese a las condiciones extremas de pobreza que
afronta la población indígena en ciudad, la conciencia de identidad y sus dotaciones
culturales hacen una diferencia importante para asumir su realidad material e incluso
superarla, haciéndola menos vil.
Sin excepción la interculturalidad intensa es una realidad que informa los procesos étnico-
indígenas en contextos urbanos.
Son variados los mecanismos con los cuales los indígenas en ciudad afirman y recrean sus
identidades. Algunos son eficientes y otros, por el contrario, afrontan grandes retos. Entre
los primeros están:
193
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Claramente las relaciones sociales que los indígenas en ciudad están afectadas por la
dispersión residencial y la movilidad espacial, de modo que en muchos casos a pesar de
pertenecer a una misma etnia son de orígenes territoriales y comunitarios distintos.
Estos factores hacen que las relaciones que establecen no sean del tipo de las que se
verifican en sus comunidades de origen, donde por el contrario suelen estar menos
expuestas a los influjos de la multiculturalidad y cotidianamente los contactos son directos
y permanentes.
Varias son pues las características de las relaciones sociales que se constatan en contexto
urbano:
Las relaciones con las comunidades y territorios de origen son una realidad que trasciende
lo familiar en muchos casos y alcanza niveles importantes de eficacia económica, cultural y
política, en especial para la preservación de las identidades indígenas en contextos urbanos.
194
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195
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Presentación.
Abordar el conflicto interno colombiano desde las narrativas que producen los actores
directamente involucrados es una tarea que, hasta donde conocemos, pocos han
emprendido. En el intento por descifrar las razones y lógicas de cada uno (o sea, de cada
actor), la mayoría de estudiosos se debaten entre los enfoques estructurales, que asignan
unos patrones predecibles de comportamiento según sea el lugar que ocupen en el sistema
social los sectores que dicen representar, y los enfoques inspirados en teorías de la acción
social, según los cuales los actores observan en últimas un principio de racionalidad y
discrecionalidad, además de que hacen un esfuerzo consciente y permanente por ajustar las
acciones a sus intereses, a veces o casi siempre sin atenerse a esencialismos de corte
ideológico.
En este último caso, y quizá en el primero también, los móviles de orden ideológico
cuentan cada vez menos, pues de algún modo se presume que con el fin de la Guerra Fría y
el fracaso del socialismo realmente existente, este tipo de variables ha perdido poder
explicativo. A cambio, se ha adoptado un lenguaje que describe la realidad como si fuera
una gran obra de teatro (o un gran teatro de operaciones), es decir, sujetos que dotados de
planteamientos estratégicos interactúan conflictivamente, en unos escenarios inestables y
variables que incluso contribuyen a crear. El análisis tiende a ser en consecuencia
situacional.
Aun así, la pregunta por las motivaciones de los actores del conflicto colombiano no queda
despachada. Es más, hay que preguntarse si con tener claro el mapa de las motivaciones
profundas, seculares y estratégicas, se alcanzaría una explicación eficiente para cuestiones
como la degradación del conflicto, el comportamiento de los combatientes, la vinculación
de la población civil al mismo, etc. Desde nuestro punto de vista, la idea de que existe una
línea de continuidad entre los intereses y el sentido de las acciones desarrolladas por cada
uno de los actores además de caer en un mecanicismo imperdonable, desconoce la
incidencia de otros factores en el comportamiento del conflicto armado, como las
representaciones que los actores hacen de sí mismos, de sus prácticas, de los otros y de las
prácticas de esos otros; las formas como justifican su accionar; el efecto de realidad que
generan algunas declaraciones públicas, etc. Justamente, ese sería el aporte del estudio de
las narrativas elaboradas por uno y otro actor.
En efecto, el conflicto interno colombiano es a la vez un conflicto de discursos, emitidos
desde distintos lugares de enunciación. En ellos hay comprometidos imaginarios,
representaciones, emotividades, con disímiles y muy seguramente contradictorios efectos
de realidad. A nuestro juicio, tales discursos no son obvios ni estáticos; por el contrario,
están en permanente actualización pese a observar unas continuidades o regularidades
igualmente interesantes para quienes deseamos estudiar su evolución. Naturalmente hay
lugares de emisión de discurso más privilegiados. Es el caso del gobierno nacional, de los
académicos y de los medios de comunicación. Los tres gozan de la credibilidad, la
196
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
45
Hoy denominado “Ley de Justicia y Paz”.
197
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Esta opción se debe a dos razones: primero, porque es el año en que comenzaron a
publicarse tales documentos; y, segundo, porque durante el mismo se dio el ataque a las
torres gemelas de Nueva York, que, como se sabe, generó un discurso global contra el
terrorismo cuyos efectos se han sentido también en las narrativas de los paramilitares
colombianos.
Para una adecuada sistematización, diseñamos una ficha en la que, editorial por editorial, se
consignaba la fecha, el título, el sujeto a quien estaba dirigida, el tema y los principales
planteamientos sobre la paz, las guerrillas y sobre sí mismas. Cabe anotar que la mayoría de
las editoriales fueron, al parecer, escritas por Carlos Castaño y, ocasionalmente, por otros
comandantes, y que por tratarse de planteamientos en muchas ocasiones comprometidos
con posturas personales, queda el interrogante sobre si lo en ellas consignada corresponde o
no con los planteamientos de la organización.
El carácter de ser una confederación de frentes, de reciente constitución, sumado a la
ascendencia política y militar de Castaño, permiten suponer que lo en ellas consignado,
guarda una buena proximidad con los consensos que la organización ha venido
estableciendo.
Lo cierto es que han sido planteamientos fraguados al calor del proceso mismo de
consolidación de las AUC como actor nacional.
No hay duda que el desarrollo de la retórica de los grupos paramilitares está profundamente
ligado al auge del paramilitarismo en varias regiones del país, y a la creación y
consolidación de las AUC como una organización de carácter nacional entre 1994 y 1997
(Romero, 2003, 26)
Como bien lo señalan varios autores, los grupos de autodefensa tuvieron un claro y
sostenido despegue a partir de 1993. Para Mauricio Romero46, tal fenómeno se explica por
la feroz competencia por el poder que se desató en el marco de la descentralización
político-administrativa del país y las conversaciones de paz de esa época.
Para Fernando Cubiles47 el crecimiento de los paramilitares y la misma consolidación
semántica de término “paramilitar”, se da después de que en 1989 se declarara ilegal
aquella norma que daba sustento jurídico a los grupos de autodefensa48. No obstante, para
47 Cubides, Fernando. “De lo privado y de lo público en la violencia colombiana: los paramilitares”. En:
48En el párrafo 3 del artículo 33 del decreto 3398 de 1965, convertido en legislación permanente por la Ley 48 de 1968,
se establece que los militares podían conformar grupos de civiles armados para realizar acciones conjuntas. En 1989 tal
decreto fue suspendido por el presidente Barco dentro de una serie de medidas encaminadas a combatir a los
paramilitares. De hecho tipificó como delito la promoción y participación en dichos grupos (decretos 813, 814 y 1194 de
1989). El decreto 356 del 11 de marzo de 1994 dio origen a las cooperativas Convivir. (ver: González, Fernán; Bolívar,
198
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Ingrid y Vásquez Teófilo. Violencia política en Colombia. De la nación fragmentada a la construcción del Estado.
Bogotá, 2002. Cinep. Pág. 60)
199
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51
Ibid. Pág. 63-64
52
Estrada, Fernando. “El discurso paramilitar”. En: Análisis político. No. 44 sept/ dic de 2001. PP. 39-57.
200
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53
En el párrafo 3 del artículo 33 del decreto 3398 de 1965, convertido en legislación permanente por la Ley 48 de 1968,
se establece que los militares podían conformar grupos de civiles armados para realizar acciones conjuntas. En 1989 tal
decreto fue suspendido por el presidente Barco dentro de una serie de medidas encaminadas a combatir a los
paramilitares. De hecho tipificó como delito la promoción y participación en dichos grupos (decretos 813, 814 y 1194 de
1989
201
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54
De las 5 misivas, cuatro están dirigidas a organismos internacionales como Naciones Unidas y HRW y embajada de los Estados
Unidos.
55
Entre los que está el documento leído por el presidente Pastrana ante la Asamblea de las Naciones Unidas, un editorial del Espectador,
en análisis de un “académico colombiano” y un artículo de Alvaro Valencia.
56
Carta enviada a organismos de derechos humanos, 15 de agosto de 2001
57
Carta a José Miguel Vivanco de HRW, 1º de julio de 2001
58
Carta enviada a la representante para Colombia del Secretario General de las Naciones Unidad. 5 de septiembre de 2001
202
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Por lo tanto su violencia es de alguna manera defendida como civilizatoria, en parte porque
responde, según ellos, al imperativo de defender la Vida y la Libertad de miles de
colombianos atormentados por la violencia de la subversión, esa sí bárbara e inhumana;
pero también porque comporta un propósito liberador, además que intenta acogerse a un
principio de proporcionalidad en el empleo de la misma.
“Nosotros, como miembros de una fuerza de Resistencia Civil Antisubversiva,
puestos en una situación extrema, optamos por la violencia como última alternativa
de defensa, sin ser apologistas de la misma, pero reconociendo que así como ayer
hizo posible la revolución francesa, ha hecho posible hoy la supervivencia de miles
de familias colombianas condenadas a la miseria y a la muerte por los otrora
descendientes políticos de Rousseau”59
La idea de que su violencia observa un principio de racionalidad (o proporcionalidad) se
hace particularmente evidente cuando, primero, le asignan a la violencia de las guerrillas
exactamente lo contrario, y, segundo, dicen haber incorporado elementos del DIH no
obstante dificultades de orden “práctico” que plantea la naturaleza irregular del conflicto.
Afirman:
“Consideramos claras, precisas y aplicables la mayoría de normas del DIH, hasta
el punto que muchas de ellas han sido incorporadas a nuestro Estatutos y
Reglamentos. En algunos casos, la evidente falta de neutralidad de supuestos
sujetos protegidos, ha dificultado la aplicación de la norma internacional; por otra
parte, encontramos un grave escollo para la aplicación del principio de distinción,
piedra angulas del DIH, en un conflicto de las características del colombiano,
donde la mayor fortaleza militar de una fuerza irregular la constituyen personas
que perteneciendo a una fuerza armada, realizan su labor encubiertos como
aparentes civiles no combatientes, incurriendo, de hecho, en una grave violación al
mismo DIH”60
Se opera de esta manera una suerte de inversión valorativa de unos preceptos normativos,
formalmente aceptados, en la que el no cumplimiento queda disculpado por el
incumpliendo inicial del contradictor y por razones atribuibles al contexto en el que se
desenvuelven las acciones, quedando finalmente dibujado un actor que por fuerza de las
circunstancias, y no por otra cosa, se ve obligado a contradecirse o a aplazar su propia
coherencia por la necesidad de salvaguardar patrimonios de supuesta mayor jerarquía,
como la libertad y la vida de los “colombianos de bien”, de quienes se sienten parte y
defensores as la vez.
59
Idem
60
Carta a organismos internacionales de derechos humanos. 16 de agosto de 2001
203
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Frente a los Estados Unidos, la retórica se desplaza de los derechos humanos y el DIH al
tema del terrorismo y el narcotráfico, pero exactamente con la misma pretensión: mostrarse
como un actor movido por propósitos no muy distantes de los que defiende la comunidad
internacional.
“Reconocemos el derecho de legítima defensa del pueblo estadounidense ante la
amenaza terrorista contra sus intereses en el mundo entero….
Nuestra organización… nació de la unión de disímiles grupos con intereses
igualmente diversos, pero siempre orientados a la legítima defensa de la vida y los
bienes de los ciudadanos ante la evidente insuficiencia y falta de voluntad del
Estado colombiano para combatir a grupos de guerrillas marxistas, quienes con sus
ingresos derivados del secuestro, la extorsión y el narcotráfico avanzan en su
accionar terrorista…
…las organizaciones humanitarias multilaterales (no) han podido ofrecernos
luces alternativas para defendernos de un ataque sistemático y masivo de las
guerrillas sin recurrir a los métodos de la guerra irregular moderna. Sobre estos
aspectos, estamos seguros de que la acción de legítima defensa que ejecutan las
fuerzas de su País en otras latitudes se fundan en idénticas razones y se enfrenta
a similares problemas.”61(énfasis nuestro)
Se definen en oposición a las guerrillas como contrarias al terrorismo y al narcotráfico, y
establecen que la vinculación al segundo es un asunto individual por el que cada quien debe
responder ante los tribunales nacionales y extranjeros, e incluso ante la misma
organización, que prevé castigos a quienes la utilicen para fines personales.
En la misma carta argumentan que la “única solución viable” al problema del narcotráfico
es el “combate a todas las etapas de su cadena”. No obstante, en otras editoriales afirman
que las AUC autorizan a algunos frentes el cobro de “impuestos” a los cultivadores de coca
con el fin único de garantizar unas finanzas adecuadas a la organización. ¿Cómo entender
esta contradicción? Lo que en esta ocasión nos interesa es la concepción particular de
narcotráfico y de “participación” en dicha actividad.
Por lo visto más arriba, queda la sensación que para las AUC el narcotráfico se configura
cuando el lucro es personal y cuando la participación se da de forma directa en el proceso
de cultivo, transformación y comercialización. Excluyen del mismo, los servicios de
protección y de seguridad, al igual que las rentas que dichas actividades reportan con el
propósito instrumental de eximirse de responsabilidades.
Pero lo que quizá resulte más revelador no es el sentido pragmático de su argumentación,
sino la moral que parece subyacer a la misma según la cual la altura y legitimidad de su
causa colectiva exonera de responsabilidades seculares a la misma organización y a sus
miembros, siempre y cuando observen una disciplina ascética, de entrega y abnegación, a la
manera de una confesión religiosa:
61
Carta a la embajadora de Estados Unidos. Octubre 26 de 2001
204
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
62
Editorial “estamos cambiando”. Sin fecha, aunque al parecer es de finales de noviembre y comienzos de diciembre de 2001
63
Editorial “insistimos en el peligro de la equivocación del presidente Pastrana”. 28 de julio de 2001
64
Editorial “Un pronóstico reservado”. 12 de junio de 2001
205
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
“A los falsos mesías de la redención social que, entre tantas vilezas aquí
anunciadas, destruyen los templos donde ora nuestra Nación y contaminan la
Naturaleza que constituye nuestras cuna y nuestro legado histórico, les decimos
de cara a Colombia y al mundo: Queremos la paz y la queremos con dignidad y
justicia. Queremos la paz y la queremos siempre”67(énfasis nuestro)
Desde otra perspectiva, en la que las farc son parcialmente rescatadas como un actor dotado
con atributos más humanos, las AUC no reconoce en ellas cualquier principio de
racionalidad política, en parte por su anacronismo, pero también por la adopción del
terrorismo y el narcotráfico.
“Si política es procurar la construcción del verdadero estado democrático que
garantice que los bienes primarios tales como justicia, salud y educación estén al
alcance de todos los ciudadanos, realmente no habría nada que temer. Sin
embargo, una guerrilla que practica el terrorismo, el asesinato y la desaparición
forzada, expulsa a jueces, pastores y maestros y viola todas las garantías de las
misiones médicas a un en las zonas dejadas por el estado bajo su dominio
transitorio, dista mucho de estar siquiera pretendiendo hacer política”68
En la editorial del 18 de septiembre de 200169 describen una serie de actos que realiza la
subversión, que las define como terroristas, y que las AUC no comete, tales como: los
cilindros, atentados a oleoductos y a la infraestructura productiva y energética de la nación,
los carro-bomba, las minas quiebrapatas, los secuestros contra ciudadanos extranjeros y
multinacionales, y las carta-bomba.
Sus atrocidades hablan de ellas. Sus métodos irregulares comprometen a la población civil.
Su comportamiento es camaleónico. Se agazapa en los tejidos de la sociedad con sus
militantes disfrazados de civiles.
66
Idem
67
Idem
68
Editorial del 16 de julio de 2001.
69
Editorial “Narcotráfico-Guerrilla-Autodefensa”. 18 de septiembre de 2001
206
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
opción y a pesar de sí mismos. Dicen: “la autodefensa colectiva es una amarga obligación”
de un grupo de personas “naturalmente inclinadas a la vida civil, de familia y trabajo”70
Lo cual las exonera de mayores responsabilidades. Nuca buscaron ni desearon la guerra, a
diferencia de las FARC.
La naturaleza de la agresión subversiva ha determinado las condiciones de su acción. Sus
movimientos son reactivos y cesarán el día que las guerrillas cesen sus ataques a la gente de
bien, de la que hacen parte y representan. En tal sentido se declaran como la “única
organización que defiende con valor y lealtad los intereses y derechos legítimos de los
colombianos honestos”71
El metarrelato de la “Nación” es un recurso permanente en sus argumentos, para mostrarse
atrapadas de un destino que escapa a su misma voluntad. De hecho se identifican como una
prolongación de los intereses nacionales más sublimes, como expresión de un gran
movimiento histórico y moral al que no se pueden oponer sin el riesgo de ser arrollados en
el intento.
“Las AUC son un evento en la historia, y lo siguen siendo,(…) Yo sigo creyendo en
Colombia como potencial moral, y me tranquiliza saber que el día que nos
pongamos en su contra, seremos arrollados por ella. También sigo creyendo en la
autodefensa como una amarga obligación”72
“Las Autodefensas Unidas de Colombia acompañaremos esa marcha irreversible,
digna y heroica, de nuestra Nación y de su pueblo, hasta desterrar de la Patria, una
a una, todas las lacras terroristas y criminales que impiden su avance y su progreso
social, material y espiritual”73
Pero además de que sus responsabilidades como organización son evadidas mediante este
juego de maniobras retóricas, su esquema organizacional contribuye a una mayor evasión,
pues reiteradamente han dicho que las AUC es “una organización polifacética en su
conformación y disímil en sus intereses”74; lo cual se traduce en fórmulas como:
“Las AUC actúa hoy como una confederación de fuerzas antisubversivas de manera
descentralizada, donde cada uno de los comandantes es individualmente
responsable de todas las acciones de su organización de autodefensa75”
70
Editorial “Hablemos de paz don dignidad”. Sin fecha.
71
Editorial “las FARC y Pastrana. Simbiosis y coexistencia”. Sin fecha
72
Editorial del 8 de junio de 2001
73
Editorial. “las FARC y sus tambores de guerra”. 19 de noviembre de 2001
74
Editorial. “Las AUC de hoy”. 29 de agosto de 2001.
75
Idem
207
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Llama la atención que los pronunciamientos emitidos por una organización de esta
naturaleza, muy probablemente pierden poder ilocucionario, y más bien tienden a constituir
una “ideología aposteriori” a los hechos, como los denomina Cubides, con la que los
hechos mismos son recreados narrativamente para restarle dramatismo, o para
sencillamente justificarlos.
En contraste con aquella imagen anquilosada, irracional y terrorista de las FARC, las AUC
se auto representan como un sujeto sensible a los derechos humanos y al DIH, como ya
vimos, y, además, con una capacidad de acomodarse a los nuevos tiempos, como lo
demuestran aquellos esfuerzos retóricos por diferenciarse de quienes consideran terroristas.
Para tal fin, en el contexto de la lucha global contra el terrorismo iniciada por los EEUU a
raíz del 11 de septiembre, las AUC hicieron público su deseo de cambio y “propósitos de
enmienda” en la editorial titulada “estamos cambiando” de finales de noviembre y
comienzos de diciembre de 2001.
En ella reconocen haber estado atrapadas en un pasado de excesos que condujeron a los
EEUU a colocarlas del lado de las “narcoguerrillas” (“abominable efecto”, para ellas), y
dicen haber adoptado en pleno que las hace menos parecidas a las guerrillas. Por ejemplo:
1. la lucha antisubversiva es una lucha antiterrorista; 2. los intereses personales de
enriquecimiento chocan con la vocación de las AUC; 3. la consecución de finanzas no
puede afectar a la población civil; 4. los estatutos internos garantizan los deberes y
derechos de los combatientes; 5, quedan abolidas las “acciones con objetivos múltiples
(masacres)”; 6. Se prohíbe la desaparición de personas; 7. Se prohíbe el uso de armas de
largo alcance y de efecto desastroso; 8. Quedan abolidos los tratos crueles, los ultrajes y la
sevicia; 9. Las ejecuciones sumarias deben estar antecedidas por un riguroso trabajo de
inteligencia, etcétera.
Así, se inscribieron una vez más del lado de la civilidad y se atemperaron con aquella
cruzada mundial contra la barbarie, con la clara pretensión de ubicarse del lado del “eje del
bien”.
Quedaba así refrendado el impacto del cambio de coordenadas políticas a nivel global, en la
gramática del discurso de las AUC. ¿Qué incidencia ha tenido en el accionar de las
mismas?, es algo que merece ser estudiado. Lo cierto es que de entonces acá los vínculos
con sectores de la clase política se afianzaron y su protagonismo político regional y aun
nacional no deja se sentirse.
Referencias bibliográficas
208
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
González, F., Bolivar, I., & Vásquez, T. (2002). Violnecia política en Colombia. De la
nación fragmentada a la construcción del Estado. Bogotá: Cinep.
209
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
210
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Una mirada general a la literatura existente sobre los conflictos armados de distinta
naturaleza deja la sensación que sus causas estructurales, motivaciones y consecuencias de
algún modo ya se conocen. Las técnicas de observación se han refinado a tal punto que con
cierto nivel de precisión se puede establecer el número de víctimas, el tamaño de las fuerzas
de cada actor, las zonas de tensión, etc. Análogamente los esfuerzos jurídicos e
institucionales para garantizar la paz y la seguridad también se han incrementado al menos
desde la segunda mitad del siglo XX; sin embargo el drama humano no disminuye. Por el
contrario, los métodos y las modalidades de exterminio se han refinado, con la singularidad,
eso sí, de que los cuerpos de las víctimas en muchos casos es eliminado o abstraído
mediante un juego de cifras, interpretaciones, imágenes y narraciones mediáticas. Es decir,
el derecho y el conocimiento ante los conflictos armados no cumplen plenamente con el
propósito liberador que suele animarlos.
Desde 1990 a la fecha más de 3 millones de personas han muerto en conflictos armados,
de los cuales alrededor de 2 millones eran menores de edad76.
Cerca de 25 millones de personas han sido desplazadas internamente.
Entre 1946 y 1989 los países en desarrollo de bajo ingreso daban cuenta de una tercera
parte de los conflictos, mientras que entre 1990 y 2003 la participación de este tipo de
países sobrepasó el 50% en la totalidad de los conflictos.
El siglo XX ha sido el más violento que haya vivido la humanidad pese a que el número
de conflictos ha disminuido, pues se calcula que la pérdida de vidas humanas fue de 109
millones, mientras que en siglo XIX fue de 19 millones y el siglo XVIII fue de 7
millones.
76
Informe sobre Desarrollo Humano 2005.
211
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Al comenzar el siglo XXI la mayor parte de los conflictos se producen al interior de los
estados y la mayoría (95%) de las víctimas son civiles.
En por lo menos 62 países hay alrededor de 105 millones de mina antipersona sin
explotar y su eliminación cuesta entre 200 mil y 300 mil millones de dólares.
212
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Gracias a la retórica liberal de los derechos humanos hay en todo este aparente descuido
una prelación por la persona, que no deja ver claramente esa otra dimensión de la vida tan
importante para el desarrollo de todas las potencialidades humanas; pero igualmente
podemos creer que subsiste la tácita aceptación de que algunas culturas no son compatibles
con la Civilización y la comunidad internacional.
¿Se puede establecer con alguna precisión los daños culturales sufridos por los tamiles en
Sri Lanka, por los Bosnios a manos de los Serbios en los Balcanes, por las minorías
nacionales de Camboya a manos de los Jemeres Rojos, para citar solo algunos casos?; ¿los
pactos y tratados que sancionan el racismo, la esclavitud y el genocidio son suficientes para
reparar culturas afectadas por el conflicto armado?; ¿la implantación de modelos
institucionales de corte democrático permiten la reparación cultural de pueblos diezmados
por las guerras, especialmente en aquellos pueblos que por tradición han tenido otros
modelos de organización?; ¿solo serían objeto de reparación cultural aquellos pueblos que
hayan sido objeto de ataques injustos?; ¿de ser así, quién o qué tribunal establecerá qué
cultura debe ser sancionada o no objeto de reparación en razón a la pertenencia (cultural) de
los agresores o violadores a pesar de igualmente haber sufrido daños?; ¿el perdón y otras
formas de justicia restaurativa permitirían emprender un camino de auténtica reparación
cultural?; ¿qué trascendencia tendrían la justicia penal en el propósito de reparar daños
culturales?
Estas y otras preguntas aplican, como hemos visto, para todos los conflictos armados,
incluido, por supuesto, el conflicto colombiano.
213
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
En los últimos 20 años el desplazamiento forzado indígena equivale al 11% del total de la
población indígena del último censo (2005), y al 2,3% del total de población desplazada
siendo en este aspecto consecuente con la participación porcentual indígena.
Pero los datos son fríos porque desde un punto de vista humanitario el hecho que un sector
social tenga más del 10% de su población indígena en una situación de desplazamiento
214
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
En cuanto a la población afro los datos oficiales de victimización son igual de dramáticos
que los de la población indígena. Desde 1985 el número de homicidios asciende a 28.834
personas afro, lo que da un promedio anual de 961 víctimas. Los desplazados sobrepasarían
el 15% del total de población autoreconocida como afrodescendientes en el censo de 2005.
No hay duda que los procesos de construcción y afirmación étnica afro o negra, al igual que
la constitución de sus territorios colectivos, se han adelantado en medio de una situación
totalmente adversa caracterizada por la alta incidencia del conflicto armado y la pobreza
extrema. Aspectos que le dan una profundidad adicional a la reclamación identitaria,
derivada del elemental derecho a vivir, cargándola se sentimientos de agravio y de una
vocación sui generis de resistir tantas adversidades, a la vez que la conciencia histórica de
la esclavitud ha pasado a ocupar un lugar menos destacado.
215
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Estructuralmente este fenómeno podría ser explicado por la manera como se superponen los
territorios étnicos con los territorios del conflicto armado, al fin de cuentas una buena parte
de las más de 32 millones de hectáreas de territorios indígenas y de comunidades negras se
corresponden a fronteras estratégicas para la movilización y apertrechamiento de tropas, la
reproducción de cultivos de uso ilícito, la explotación de recursos no renovables, el tráfico
de drogas, armas y mercancías, etc.
De cierta manera es lícito decir que a los indígenas y a los afrodescendientes los amenazan,
los matan y los desplazan por su particular ubicación en el mapa de la geopolítica de la
guerra; pero también es lícito suponer que su victimización responde a propósitos
deliberados de vulnerar su estructura político-organizativa y/o contrarrestar sus propósitos
de autonomía y neutralidad. Aunque en algunos casos también inciden contradicciones
políticas entre las organizaciones indígenas y los grupos armados, y las posturas de algunos
representantes que pueden estar siendo interpretadas como una “toma de partido”.
Como sea, las preguntas que inspiran este documento son las siguientes:
¿desde el punto de vista de los derechos humanos se puede hablar de un daño cultural?
¿cómo se puede establecer la magnitud e impacto de los daños culturales ocasionados
por un conflicto armado interno?
¿cómo y hasta qué punto de pueden reparar los daños culturales?
¿qué estatus jurídico tendría un derecho a la reparación cultural y qué instrumentos y
mecanismos podrían ser invocados?.
216
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
77
Artículo II: “En la presente Convención se entiende por genocidio cualquiera de los actos mencionados a
continuación , perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico,
racial o religioso como tal:
217
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Claramente el actual mapa mundial de la diversidad étnica del mundo, cuya realidad todos
los informes globales coinciden en describir como dramática, no se debe a la instauración
temprana de políticas proteccionistas por parte de las potencias europeas que agenciaron
hace cientos de años violentas campañas colonizadoras en América, África, Asia y
Australia, cuyo costo fue por el contrario la extinción de un sinnúmero de pueblos y
culturas autóctonas y la fragilización de muchas más, sino a una conjunción de
circunstancias y a una diversidad de estrategias que dependiendo del caso dieron resultados
disímiles (Naciones Unidas, 2010).
Sin ánimo de hacer un inventario exhaustivo de dichas estrategias, pero evitando defender
planteamientos de corte darwinista que defenderían la idea que sobrevivieron los pueblos
mejor dotados y más dispuestos al cambio, normalmente asociados a formas estatales de
organización social, se pueden mencionar mecanismos como el aislamiento, la itinerancia,
la adaptación a ecosistemas distintos a los tradicionales, la resistencia armada, la
reorganización política, las alianzas con las fuerzas colonizadoras, la asimilación por la vía
armada o negociada de unos grupos por otros, la mimetización cultural y la misma
reinvención de identidades y fronteras étnicas en el marco de los estado-nación modernos,
la Modernidad misma y la era de los Derechos Humanos.
Con el surgimiento de las naciones modernas en los siglos XVIII y XIX, bien como una
tradición inventada (Hobsbawn, 1992) o como una comunidad imaginada (Anderson,
1993) el destino de las mayorías de las identidades continuó siendo adverso ante los
proyectos homogeneizadores de una sola cultura, una sola identidad, un mismo territorio
característicos de democracias modernas y, en el mejor de los casos, una de las identidades
preexistentes fue asumida o impuesta como la hegemónica y base de la unidad nacional, o
simplemente como el referente folclorizado para invocar una simbología y sentimientos
compartidos de parentesco y un origen común.
Varios estudios han demostrado como al calor de los proyectos de estado-nación en épocas
post coloniales se refinaron los mecanismos de exterminio y asimilación de los grupos
étnicos, a la vez que se dio una reconfiguración de las fronteras étnicas y hasta el
surgimiento (invención) de nuevas identidades, gracias a la también invención de
218
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
En América Latina el capítulo independencia de las metrópolis a comienzos del siglo XIX,
de proyectos republicanos a lo largo del mismo y de intentos más o menos exitosos de
instaurar regímenes democráticos en la segunda mitad del siglo XX, no modificaron
sustancialmente el estatus de los grupos étnicos, que igual que en la Colonia debieron
seguir resistiéndose a las campañas de asimilación, persecución y desconocimiento, a la vez
que algunos pueblos redibujaban sus fronteras y bases identitarias.
Solo fue en las décadas de los 80 y 90, con el advenimiento de reformas constitucionales
instauradas como política de apertura democrática, después de largos períodos de
regímenes autoritarios, y como procesos de modernización institucional en una época de
generalización de las políticas neoliberales, que se incorpora el enfoque del
constitucionalismo multicultural que de suyo reconoce el carácter pluricultural y pluriétnico
de las naciones, y por primera vez plantea la obligación estatal de proteger a los grupos
étnicos (Carbonell, 2004).
Las consecuencias de este fenómeno han sido varias. A los Estados se les ha criticado con
mucha razón el exagerado formalismo a la hora de su adopción sin que ello vaya de la
mano de realizaciones materiales efectivas. Otros sectores por su parte han venido
planteando un uso alternativo del derecho, la profundización del pluralismo jurídico, la
construcción de versiones contrahegemónicas de los derechos humanos, y estrategias de
litigio jurídico como un complemento de las luchas sociales de sectores étnicos en
recurrente coincidencia con ambientalistas, promotores de formas alternas de economía,
opositores al desarrollo capitalista, movimientos políticos de izquierda y socialdemócratas,
entre otros.
El fetichismo del derecho suele expresar en creencias y prácticas como que, por ejemplo,
las declaraciones internacionales de derechos humanos y otras formas de derecho blando
tienen efectos transformadores y estimulan cambios sociales, mentales y culturales; la
219
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Creemos que la hegemonía de los derechos humanos y las ficciones que la han
acompañado, no han permitido elaborar una teoría y una práctica básicas sobre la
protección que realmente habilite acciones ciertas para su conservación y recuperación.
Para los fines de esta indagación se asume que para allanar este camino se requiere una
problematización teórica y metodológica del riesgo y de la gestión del mismo, y que para
ello conviene hacer una rápida recapitulación de algunas corrientes teóricas.
En la literatura revisada sobre el tema advertimos seis (6) enfoques predominantes sobre el
riesgo y su gestión:
Las teorías de los derechos humanos, que sostienen que los problemas de
vulnerabilidad y riesgo de cualquier grupo humano se deben a un asunto de
vulneración y déficit de garantía de derechos (Derechos Humanos de los grupos
vulnerables, 2014).
Las teorías de los desastres o catástrofes, que coinciden en señalar que aún los
desastres de origen natural en última instancia se deben a causas sociales e
históricas, y que suelen surgir de la configuración de factores externos de amenaza
con factores endógenos de vulnerabilidad o susceptibilidad de los sistemas,
incluidos obviamente los sistemas humanos (Wilches-Chaux, Gustavo;, 1993).
Las teorías de las emergencias, muy relacionadas con las teorías de los desastres,
que se ocupan de los momentos más agudos de las crisis y privilegian acciones
profilácticas y de asistencia (Cardona, 2001).
Teorías ecológicas, que llaman la atención en las relaciones humano-ambientales, en
los desequilibrios que se pueden dar y en los efectos que estos pueden tener sobre la
vida de las poblaciones, incluidas las poblaciones humanas.
Teorías de la adaptación, la resiliencia y el cambio, que se encargan de establecer
cuáles son los mecanismos activos que intervienen en las respuestas de las
poblaciones y las culturas a los retos del entorno, y las posibilidades de éxito de las
mismas.
Teorías de la acción, que a diferencia de las anteriores se distancia del componente
reactivo y privilegian la dimensión libertaria y racional de la acción humana, bajo el
entendido que por la vía del consenso o el conflicto el futuro de las sociedades está
determinado por las decisiones autónomas que tomen sus integrantes (Diamond,
2006).
220
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Jared Diamond (2006) prefiere una mirada más integral del asunto y después de estudiar
las razones por las cuales algunas culturas desaparecieron después incluso de importantes
períodos de prosperidad y hegemonía, ha establecido el concurso de cinco (5) grandes
variables, a saber: 1) el daño ecológico o destrucción de los recursos naturales de los que se
depende; (2) el cambio climático; (3) la presencia de vecinos hostiles o de enemigos; (4) el
decrecimiento de vecinos amistosos con los que se sostienen relaciones de solidad e
interdependencia; y (5) la capacidad de generar respuestas oportunas, que en estricto
depende de las instituciones políticas, el sistema organizativo y los mismos valores
culturales predominantes. También menciona la incidencia de malas decisiones como un
elemento que potencia estas 5 causas.
Consideramos que estas últimas proposiciones podrían ser complementadas con tres (3)
variables que pueden ser determinantes para establecer las reales posibilidades de
pervivencia de los grupos étnicos:
221
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
nuestra opinión resulta cuando menos didáctico de lo que queremos decir, tomado de la
teoría general de las catástrofes.
El riesgo o probabilidad que tenga un grupo étnico de desaparecer (Rdp) está en relación
directa con las amenazas (A) a las que enfrenten y la vulnerabilidad (V) que acuse y en
relación inversa con la gestión institucional (G inst) (Ruiz, 2014).
Rdp = A * V/ G inst
Las amenazas son eventos externos, de origen antrópico o natural, que tienen alguna
potencialidad de daño, y en un país como Colombia las amenazas pueden provenir de
actores armados, agentes particulares de desarrollo (empresas), grupos criminales, ciertas
actuaciones de los gobiernos, sociedades y comunidades vecinas, y cambios súbitos del
hábitat como consecuencia de fenómenos como el calentamiento global, sequias o inviernos
prolongados, etcétera.
La vulnerabilidad es la susceptibilidad, fragilidad relativa y predisposición interna que
tenga un sujeto para exponerse a la amenazas, enfrentarlas o evitarlas, y con base en todos
los factores que intervienen puede sostenerse que la vulnerabilidad de un grupo étnico es la
resultante de cinco (5) variables: la base biológica de su reproducción física (Bb), la
disponibilidad y calidad de un hábitat (CDH), la capacidad y organización política (Cp) tan
necesaria para la toma de decisiones y el afrontamiento del cambio, el tipo de relaciones de
intercambio con las sociedades vecinas (Inv), y el acervo de saberes y conocimientos de
importancia cultural y material (ASb).
222
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
regulaciones que establezca para proteger a los grupos en cuestión, que pueden incluir
desde la asistencia oportuna y culturalmente adecuada hasta la profundización de su
autonomía.
Así, el círculo perverso consistiría en que las amenazas se incrementen al igual que la
vulnerabilidad, y la gestión institucional sea baja, porque el resultado sería un incremento
de la probabilidad de desaparición. En cambio el círculo virtuoso consistiría en que
disminuyan las amenazas, lo mismo que la vulnerabilidad, y la gestión institucional sea lo
suficientemente asertiva como para disminuir la probabilidad de desaparición.
La reparación cultural
78
Estudio relativo al derecho a la restitución, indemnización y rehabilitación a las victimas de violaciones
flagrantes de los derechos humanos y las libertades fundamentales. Informe definitivo presentado por Theo
van Boven, relator especial. Naciones Unidas E/CN.4/Sub.2/1993/8. Pág. 63.
223
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
79
Gómez Mejia, Camilo. La reparación integral con énfasis en las medidas de reparación no pecuniarias en el
sistema interamericano de derechos humanos. Tesis de grado No. 30. Universidad Externado de Colombia,
2005.
80
Cfr. Corte IDH. Caso Cantoral Benavides. Citado por Mejia Gómez, Camilo. Op. Cit. Pág. 34.
224
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
¿Qué daños ocasiona en un sujeto indígena todo acto violento orientado, por ejemplo a
constreñir el uso de su idioma natal, el uso de sus saberes mágico-religiosos, la ocupación
de su territorio como culturalmente lo ha hecho su pueblo, la violación de una mujer, el
reclutamiento forzado de jóvenes, etc, como frecuentemente lo hacen los actores armados?
Violentar a una persona indígena con el propósito de eliminar o modificar aquellos rasgos
de su personalidad que más definen su adscripción étnica y cultural, ciertamente tiene
efectos catastróficos, al punto que en muchos casos los sobrevivientes prefieren el suicidio
o el autoextrañamiento a cargar ante su comunidad o familia con el peso moral que deja
saberse víctima de un ultraje sexual.
De otro lado, ¿qué impactos culturales tiene para el mismo sujeto indígena el
desplazamiento forzado, el asesinato de sus autoridades espirituales, el minado de sus
tierras, el bombardeo de las mismas, es decir, la afectación profunda del entorno social y
cultural?
Naturalmente la trascendencia de los daños dependerá en buena parte de las características
culturales y étnicas de cada grupo y, con ello, de la capacidad de asimilación y
recuperación que disponga. Es presumible que aquellos grupos que históricamente hayan
mostrado mayor capacidad de resistencia, de persistencia histórica y de recuperación étnica,
estén mejor dotados para tramitar el impacto de las agresiones. Es el caso de los Nasa, de
los Wayúu, de los Arhuakos, entre otros.
A la inversa, aquellos grupos que por distintas razones estén viviendo un proceso lento y
agónico de desaparición, tendrán menos posibilidades de tramitación de las agresiones. Es
el caso de etnias que no tienen más de 30 o 50 miembros, o que por efectos del hambre y
las enfermedades están prácticamente condenadas a una desaparición infame.
Quizá convenga hacer una tipología de los grupos indígenas teniendo en cuenta las
singularidades de sus procesos políticos-organizativos y rasgos culturales, para luego
establecer la magnitud de los daños que deja en ellos el conflicto armado colombiano.
Por ejemplo, existe un tipo de etnias que antes de los años 80 habían desaparecido y desde
entonces han iniciado una serie de procesos de recuperación y afirmación étnica, en unos
contextos claramente enrarecidos por la presencia de actores armados y de otras realidades
con alto potencial conflictivo como los cultivos de uso ilícito. De alguna manera han sido
proyectos que desde su misma génesis han debido dar cuenta de la guerra y de sus efectos,
incorporándola en sus narrativas como un elemento movilizador de identidad o de consenso
comunitario. Es el caso, entre varios, de los Yanacona en el Macizo Colombiano y de los
Kankuamo81 en la Sierra Nevada de Santa Marta.
Al igual que la ponderación de los daños dependerá de las singularidades de cada grupo, las
formas posibles y deseables de reparación dependerán del mismo criterio.
81
Hoy los Kankuamo es uno de los grupos más afectados por el conflicto armado en el país. Aun así, han logrado avances
significativos dentro de su proyecto de recuperación étnica como el reconocimiento de su resguardo, la emisión a su favor
de medidas cautelares por parte de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, etc.
225
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Para los tres tipos de pueblos indígenas que aquí hemos considerado podemos hacer las
siguientes consideraciones.
En aquellos grupos con demostrada capacidad de resistencia, persistencia histórica y
recuperación étnica, muy probablemente la ponderación de los daños y la reparación de los
mismos dependerán de la exigibilidad jurídica y política que estén en condiciones de hacer
dada su capacidad de movilización y presión política. También habría que decir que buena
parte del proceso de reparación de los daño culturales dependerá del poder cauterizador de
cada cultura (vía medicina tradicional, trabajo de las autoridades espirituales, justicia
propia, acompañamiento comunitario a las víctimas,…) y del lugar que ocupe dentro de una
estrategia de reparación pensada y planificada por sus autoridades.
En estos casos una política de reconocimiento de la diversidad cultural que garantice la
autonomía de las comunidades, es decir, una política de maximización de la autonomía y
minimización de las restricciones podría ser el camino a seguir.
En aquellos grupos que por el contrario acusan un proceso dramático de deterioro social y
cultural, no atribuible exclusivamente al conflicto armado, las formas de reparación
dependerían de una adecuada asistencia e intervención institucional que brinde atención
urgente en cuestiones como la alimentación, la salud, el disfrute del territorio y, por su
puesto, la protección ante las amenazas que generan los actores armados.
En aquellos grupos que no obstante cierta discontinuidad histórica han iniciado desde hace
más de 10 años procesos de recuperación y afirmación étnica, la precisión de los daños
culturales y la reparación de los mismos es ciertamente una labor más difusa, precisamente
por las rupturas de las que fueron históricamente objeto. Quizá los daños haya que
ubicarlos en lo étnico antes que en lo cultural.
82
Similar también a los servicios que ha prestado la antropología forense en varios procesos de comisiones de
la verdad.
226
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
caso de Irak) de las víctimas a la necesidad de reparar culturas completas. Incluso que
incorporen en tema de la cultura en el mismo proceso de reparación de las víctimas,
individualmente vistas.
Y la perspectiva cultural de las comunidades indígenas puesta en sus propias narrativas,
porque, por un lado, los estándares de medición de daños varían de una cultura a otra e
imponer uno solo sería un acto imperdonable de unilateralismo, y, segundo, porque puesto
el asunto en estos términos, el proceso de estimación de daños y de precisión de las formas
posibles de reparación debe ser un proceso de concertación intercultural.
Finalmente creemos que el derecho a la reparación cultural puede ser un derecho exigible y
justiciable. Así se puede entender de una sana interpretación de los compromisos del Estado
y de la jurisprudencia existente.
Para que así sea se requiere, primero, que le movimiento social indígena incorpore el tema
de la reparación cultural en su agenda; segundo, que el Estado o las mismas organizaciones
étnicas, con el apoyo de disciplinas como la antropología, construyan mecanismos y
procedimientos para la ponderación de los daños culturales y, tercero, que se aborde el tema
de la reparación cultural en el actual debate nacional sobre la reparación a las víctimas del
conflicto armado colombiano.
Referencias bibliográficas
Anderson, B. (1993). Las comunidades igaginadas, reflexiones sobre el origen y la difusión
del nacionalismo. Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica.
227
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Para la mayoría de personas las normas jurídicas son habitualmente experimentadas como
una externalidad, que poco o nada se corresponde con los procesos morales, utópicos,
existenciales, anímicos que gobiernan en su vida cotidiana y, sobre todo, en sus fueros
individuales. En general resultan algo incómodas y, en el mejor de los casos, son
instrumentalizadas de manera coyuntural, por ejemplo, para dirimir un conflicto o realizar
una transacción.
Desde un punto de vista teórico, esta tensión es constitutiva de la relación Ciudadano-
Estado, pero desde un punto de vista histórico, constata el grado de legitimidad que un
orden social específico ha logrado o no sobre sus integrantes.
Ahora bien, los principios de legitimación varían de un contexto a otro. Por ejemplo, para
aquellos Estados erigidos sobre la base de fundamentalismos religiosos, su legitimidad
naturalmente tiende a descansar en nociones compartidas de trascendencia, figuras
carismáticas y comportamientos ritualizados; pero para aquellos Estados de inspiración
liberal, su aceptación social está cifrada en el uso de facultades electivas y deliberativas y
en nociones abstractas de bienestar común.
El principio contractualista de Rousseau entraña, precisamente, la ética de, por un lado,
renunciar a una proporción de la individualidad y, por el otro, asumir que las normas
encarnan el interés general de la sociedad, de tal suerte que reconocer las restricciones y
obedecerlas, debe estar acompañado por la satisfacción personal de sentirse coautor y, en
últimas, de estarse obedeciendo asimismo. Es decir, que la libertad no contradice la
obediencia al Estado.
En este orden de ideas, la legitimación de los Estados liberales es o debe ser una conquista
de la razón. De hecho, se espera que mediante el adecuado ejercicio del pensamiento se
consagren los sistemas normativos y, en especial, que los ciudadanos los incorporen como
elementos estructurales en las relaciones sociales propias del ámbito de lo privado.
Entonces, la tensión habrá desaparecido.
No obstante, la psicología y la sociología jurídicas han demostrado que esta ecuación
excepcionalmente se cumple, o sea, que entre los fueros íntimos y las abstracciones ético-
políticas que las instituciones promueven, existen múltiples mediaciones que virtualizan o
desvirtúan la construcción racional de ciudadanía.
228
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
En este documento solo nos interesa hablar de dos: del esquema mental que la Democracia
requiere y del pluralismo cultural.
Zebedei Barbu83 ha establecido que la participación ciudadana, además de requerir personas
con información y conocimientos y de instituciones que la hagan viable, requiere de un
sistema mental específico, entendido como el conjunto de actitudes, prejuicios,
experiencias que todos o la gran mayoría debe compartir. Principalmente habla de las
siguientes facultades:
Sentimiento de cambio y predisposición al mismo.
Certeza de que la sociedad crece desde adentro, por la actividad de sus
miembros, incluida la de uno mismo.
Actitud especifica hacia la autoridad del poder político, caracterizada por la
idea de que son inestables, relativas y un producto circunstancial de la
delegación social.
Actitud de confianza en la razón, según la cual se presume que la acción de todo
hombre libre y educado se ajustará tarde o temprano a pautas sociales
armoniosas basadas en la razón. Hay, pues, una fe en un orden fundamental.
Todo esto significa que la democracia ante todo debe ser una realidad psicológica, con una
textura sentimental y emotiva especifica. Sin ella, sería virtualmente imposible hablar de
legitimidad, de ideales colectivos o de obediencia civil. Es más, las ideologías, que de una
manera u otra perpetúan la centralidad del Estado, carecerían del dinamismo movilizador
que en momentos coyunturales suelen mostrar. No se habrían inmolado tantas vidas por los
ideales de Libertad, Igualdad y Fraternidad.
Sin embargo, está proposición no nos puede llamar a engaños. Es cierto que el hombre y la
mujer que la democracia requiere, son en gran medida producto de las distintas formas de
socialización y de las múltiples estructuras disciplinarias, encargadas de configurar las
predisposiciones íntimas más funcionales al sistema mismo, para lo cual el conductismo ha
prestado sus más brillantes servicios; pero es igualmente cierto que estos procesos pueden
ser más dialécticos que mecánicos.
Así por lo menos lo ha defendido: el existencialismo, al argumentar que pese a todo
procede un principio de libertad (aun para enfermarse o alienarse), el psicoanálisis con su
teoría del inconsciente y las pulsiones primitivas, el relativismo cultural con su perspectiva
multuculturalista, y el marxismo con su crítica al capitalismo inspirada en la teoría de la
alineación.
Precisamente, de estas corrientes de pensamiento se han derivado esquemas de análisis del
individuo, que naturalmente nos interesa reseñar para efectos de lo que aquí nos
proponemos.
229
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
230
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Adicionalmente, uno de los fenómenos más interesantes tiene que ver con el hecho que el
potencial de sentir culpa en sujetos de una misma cultura es relativo y variado, de tal forma
que ante situaciones idénticas pueden reaccionar de unas maneras igualmente heterogéneas,
¿a qué se debe?
231
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
En cualquier caso, el sentimiento de culpa surge del conflicto íntimo entre lo históricamente
internalizado como conveniente y gratificante y las fuerzas profundas (inconscientes) que
suelen asaltar dichos ideales.
Este tipo de tensiones plantea dimensiones inéditas harto interesantes sobre el tema de la
justicia, tales como la legitimidad, antes mencionada, el alcance efectivo de los
mecanismos coercitivos, el proceso psíquico que implica el acatamiento o incumplimiento
de una norma, la incorporación del cuerpo humano en la realización de la justicia, etcétera.
Parte de su versatilidad está dada por la intensa dinámica intersubjetiva que, de suyo, no
permite establecer una clara línea divisoria entre lo social y lo psíquico, entre las
externalidades comunitarias y la interioridad anímica y emotiva de cada sujeto.
232
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Sucede así cuando el objeto es empíricamente aprehensible, como “piedra”, “agua”, “río”,
pero cundo lo que se pretende traducir es una abstracción, como la justicia o lo justo, la
complejidad es infinitamente mayor.
Si el sujeto interpelado conoce lo que más o menos significa la justicia en el contexto desde
donde surge la pregunta, la traducción promete ser una concesión antes que un diálogo de
las diferencias, pues acopiará arbitrariamente los términos propios que más se parezcan al
significado de afuera.
Lo que queremos decir es que, al menos para nuestro informante, no existe el idioma Misak
un vocablo claramente diferenciado, que se corresponda al término justicia, pero en cambio
sí hay disponibles algunas palabras de traducción inmediata que nos ayuda a ir precisando
los contornos axiológicos de las prácticas de control social y convivencia entre los
guambiano. Veamos:
asØnkarupik: Orientador (quien hace ver las cosas, los problemas positivos y negativos
que puedan existir).
IsunanØpik: El que previene (acerca de la persona que tiene un problema para que
reflexione, que es lo que le afecta, de donde esta saliendo y como solucionarlo, dice que
hacer).
latrØ asØnkarupik: Razonador, que hace ver las cosas (hace reconocer los errores de él
mismo, cuando cree que no es responsable).
wam ketØpik: El consejo (puede ser bueno o malo, cualquiera puede aconsejar pero no
todos aciertan)
waminchipik: hablador, el que habla (es el amigo que siempre esta preguntando,
acompañando, se mete en el problema del otro, entonces debe tener confianza ).
233
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Todos estos factores dan cuenta de unos estilos de vida en los que la interdependencia e
interrelación de los sujetos es además de rica en matices, inestable y densa, por el acervo de
versiones, tradiciones, prejuicios que se suele conjugar.
Precisamente, parte de dicha riqueza y dinamismo está asegurado por las posibilidades que
otorga el saber médico tradicional.
234
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
ámbito de las relaciones los sujetos no están expuestos a la variabilidad de roles que, en
cambio, predominan en contextos urbanos.
En ellas, por el contrario, tiende a predominar un fuerte sentido de adscripción, unidad e
interdependencia, permanentemente recreado mediante pensamientos fundacionales,
sentidos de identidad, mecanismos endógenos de control recíproco, sentimientos
compartidos de agravio, estructuras organizativas, entre otros dispositivos encargados de
relajar las tendencias hacia la diferenciación que imponen los fenómenos de secularización.
No significa esto que predomina una homogeneidad mecánica al interior de las
comunidades indígenas, pero sí que la noción de lo comunitario, presente en los diferentes
momentos de la socialización, se traduce en una axiología específica alrededor de lo
colectivo; y cuando hablamos de lo colectivo hablamos del conjunto de representaciones
que comprometen a los “otros” como una totalidad que constriñe y, por ende, tiene efectos
estructurantes en la orientación de las acciones individuales.
Aunque resulta complejo hablar de los múltiples y sutiles procesos de internalización de
patrones sociales de conducta, creemos pertinente analizar tres que de acuerdo a nuestra
experiencia tienen particular relevancia: el pensamiento mítico, el consejo y el control
social cotidiano.
El pensamiento mítico.
235
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Se dice que el Mojano puede ser un indígena cualquiera, que por la pereza al trabajo buscó
el poder de convertirse en animal adquiriendo una o varias piedras vivas localizadas en
puntos específicos del territorio. Al llegar la noche se convierte en un ser peludo que se
desplaza en cuatro patas con el movimiento característico del que tiene las extremidades
delanteras más cortas que las traseras. Roba las cosechas, las comidas preparadas y,
ocasionalmente, asalta a la persona de sexo opuesto de la que se encuentre enamorado o
enamorada, llegando incluso a abusar sexualmente de ella.
Durante el día vuelve a ser persona y duerme hasta la caída del sol, cuando inicia
nuevamente su inevitable transformación.
La vigencia de esta figura entre los Nasa afirma una serie de conductas y valores relativas
al trabajo, al trato respetuoso que se debe dispensar a personas del sexo opuesto (no sea que
resulte siendo mojano o mojana) y el tiempo efectivo que se debe dedicar a la casa
(persudiendo a las personas a no salir en las noches)
Visto de otra manera el mojano sanciona tres comportamientos considerados reprochables
en las comunidades: ser perezoso, ser ladrón y ser coqueto. Mediante la fuerza emotiva de
la superstición regla conductas so pena de ser asustado y perseguido.
Sentir su presencia durante las noches, merodeando las casas, chillando en la distancia,
rasguñando puertas y ventanas hace parte de una excitación extrema que agudiza los
sentidos, estimula las percepciones, profundiza temores hasta configurar una textura
psíquica volátil, quizá limítrofe en el sentido que un eventual o trasgresión conllevaría a
una experiencia desestabilizadora, comúnmente llamada “susto”.
En efecto, el susto es un estado de desequilibrio interno, detectable por sus manifestaciones
somáticas (el pulso) y por una conmovedora facultad de ver y sentir fenómenos
extraordinarios. El susto es, pues, una condición limítrofe.
Bajo esta perspectiva la internalización de nociones morales en torno a lo bueno o lo
deseable, tiene un efecto de encarnamiento que compromete cuerpo y espíritu, lo mundanal
y lo trascendental.
Algo similar sucede con el manejo de la menstruación, el paso por algunos lugares
sagrados, la realización de un negocio, la construcción de una casa, la recolección de una
cosecha, etcétera. Virtualmente todo implica un riesgo, un desequilibrio, una enfermedad,
un susto, cuya conciencia requiere de una estructura psíquica sobre expuesta, proclive a
ajustar las acciones más menudas a la singularidad del momento, de tal forma que un hecho
no es homologable a otro hecho idéntico. Ante todo sus contenidos sus contenidos se de
finen en relación a las circunstancias.
Volviendo al pensamiento mítico, la certeza que una mala acción pueda desbordar los
límites que se observan fon fuerzas, energías y mundos simultáneos, otorga a las conductas
cotidianas una profundidad desquiciante tal vez en otras culturas como la occidental.
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
El Consejo o el aconsejar
No cualquiera puede aconsejar; se requiere de ciertas calidades personales, entre las que el
buen ejemplo y la experiencia suelen ser las más valoradas. La primera, porque otorga
ascendencia social y, la segunda, porque habilita al consejero de flexibilidad, capacidad de
comprender la situación singular del “otro” y, sobre todo, facilidad de invocar y adaptar la
historia (mediante la memoria) a cada situación específica.
Por lo tanto, el consejo de alguna manera responde a la concepción cíclica del tiempo, en
tanto se presume que lo vivido por una generación es susceptible de repetirse en la
siguiente. Quizá por ello algunos paeces asumen que “los consejos de nuestros primeros
mayores” (yeska thë’we’s yut’pen’i) es el eje de la justicia propia.
Las palabras del consejo son presénciales y deben fluir en un ambiente y un tiempo en el
que, relajadas las posibles resistencias, calen en la sensibilidad del aconsejado,
persuadiéndolo a modificar una actitud. Desde este punto de vista, el consejo requiere de
una predisposición anímica, que se suele propiciar mediante el relato de mitos, la amenaza
de desenlaces catastróficos, gestos de autoridad, etcétera. En la noche estas condiciones se
cumplen con mayor facilidad, pues como afirmaba algún líder, “la espiritualidad de la
naturaleza fluye de noche”. Cada palabra tiene una carga emotiva y unos sentidos pensados
a la medida de cada aconsejado.
En este orden del análisis vale la pena señalar que los consejos por ser emisiones orales
acuden a un conjunto de metáforas más o menos regulares, que para el caso específico de
los Nasa rezan de la siguiente manera85:
85 Ejercicio de identificación de consejos realizado en el resguardo de Munchique los Tigres. Vereda Guaitalá.
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Las mujeres deben meter la leña al fogón por la parte gruesa, como simbolizando un
parto correcto. Si se hace de otra forma el parto de la mujer puede llegar a ser anormal.
No intentar coger los rayos de sol cuando se proyectan a través de las rendijas de la casa,
por que coge el vicio de tender la mano antes que los mayores cuando sirven la comida.
No comer las patas de las gallinas, porque quien lo hace voltea con los pies las ollas
puestas en el fogón.
No dejar las mazorcas de maíz recostadas las unas con las otras, porque cuando se va a
rozar los palos caen encima de quien lo haga
No sentarse en las piedras del fogón, porque la persona se vuelve muy lenta.
Los niños no deben jugar con la candela del fogón, porque se orinan cuando duermen.
Las muchachas no deben comer las alas de las gallinas, porque se van y no regresan.
Los muchachos no deben comer el corazón de las gallinas, porque se cansan muy
rápido
Los niños no deben comer la cabeza de la gallina, porque ven muchas visiones.
Se recomienda que los muchachos coman la cresta de los gallos, para que el sombrero
no se les caiga en ningún momento.
Antes de tomar aguardiente hay que brindarle al duende primero.
Cuando se va a negociar un animal se recomienda llevar aguardiente, porque sino el
animal se muere o se rancha. Ante todo hay que pagarle al duende
No sentarse en la mitad de los caminos, porque sino le salen chupos o nacidos en el
trasero.
No coger los nidos de los pájaros, porque se ampollan las manos.
No comer maíz asado con mazamorra simple, porque quien los come confunde con
facilidad los dos idiomas.
Cuando la mujer menstrúa, no debe pasar por pantanos porque el arco la molesta o le
causa muchos dolores.
No lavar los recipientes untados de ají en los ojos de agua, porque el arco se enoja.
Las mujeres no deben vender la primera mano de sus tejidos, porque sino se le daña la
mano.
Cuando una madre pasa con su hijo por un río, una vez este al otro lado debe llamarlo
por su nombre, porque el duende le puede robar el espíritu al niño.
Cuando muere alguien, se recomienda no guardar ninguna ropa del finado y hacer
limpieza de la casa, para que se vaya la mugre o el sucio.
Cuando se construye una casa siempre hay que colgar la chucha, para que el animal no
llegue y se coma las gallinas y otros animales.
Cuando se trae un animal a la casa hay que pasarle las patas por las piedras calientes del
fogón, para que no se vaya.
Este tipo de consejos observan otras características adicionales: son máximas de una gran
economía narrativa, que al ser emitidas descansan en gestos de mando que a la postre son
los que proporcionan los contenidos más persuasivos. De hecho suelen ser exhibidos como
regaños o advertencias.
Su coherencia no es de orden lógico-racional, por el contrario, conjugan elementos dispares
gracias a que invocan un lenguaje simbólico.
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
racionales; sin embargo en comunidades indígenas suelen intervenir otra serie de elementos
tales como:
La medicina tradicional, que establece nexos no evidentes entre ciertos fenómenos
aislados (como la muerte de una animal, una enfermedad, un trueno,...) con
intencionalidades de los otros tales como envidia, brujería, espíritus, etc.
Representaciones estereotipadas e histórica o culturalmente refrendadas de los otros,
de tal forma que muchas veces son abstraídos o sustituidos por imágenes fijas, pero
útiles para por ejemplo, resarcir sentimientos colectivos, mantener vigente la
historia o recrear mitos fundacionales.
La búsqueda o evocación de sentimientos colectivos, bajo los cuales todos los
miembros se sientes amparados o desbordados en una unidad.
La opción de representaciones uniformes en miembros de un mismo grupo, o la
extensión de una particular representación a todo un colectivo.
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Ser conformista
Ser irresponsable
Tener preferencias al interior de la familia
Ser mezquino
Ser imprudente
Ser chismoso
Ser hipócrita
Ser abandonado o dejado
Negar la identidad
Ser adulador
Ser morrongo
Ser terco
Ser confianzudo
Ser ocioso
Ser desobediente
Ser indiferente
Ser oportunista
Trabajar mal la tierra
Tener mala voluntad para trabajar
Ser descomedido o mal mandado
No creer en lo propio, en los mayores
Ser goterero
Ser burlón
Españolizar el idioma
La glotonería
El desaseo
Existe una tensión constante entre el individuo y la colectividad que exige del primero una
actitud permeable y condicionable, dispuesta a conceder ante los sutiles controles que
impone la vida cotidiana.
La eficacia relativa de este fenómeno requiere por lo menos de tres realidades transversales:
primero, la vigencia de un metalenguaje producto a la vez de una memoria, unos supuestos,
y unas afinidades sentimentales compartidas e históricamente dadas, gracias a las cuales, la
probabilidad de que varias personas, de manera independiente, establezcan el mismo tipo
de asociaciones mentales y emotivas al enfrentar situaciones similares, es alta.
Segundo, el efecto estructurador de dicho metalenguaje propicia un tipo de personalidad
maleable, sensible y, en especial, capaz de percibir simultáneamente toda suerte de
mensajes, sintetizarlos y actuar en consecuencia. En efecto, para el indígena el espectro de
percepción es tan profundo como extenso, de hecho puede abarcar inflexiones de la voz,
miradas, risas, un rayo, una sensación en el cuerpo, un recuerdo, el canto de un pájaro, y
luego sintetizarlo todo en una representación metafórica de gran economía narrativa, o en
una versión consensuada en la medida que logre incorporar la solidaridad de otras personas.
241
Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Tercero, la internalización y validación de una serie de valores e ideales, que sin ser
muchas veces explícito, es el factor que configura una moralidad sustantiva desde la que se
reacciona con escrúpulo y a veces con intransigencia.
Si hacemos un ejercicio mínimo de abstracción, encontramos los siguientes principios
rectores:
a. El trabajo físico y, en especial, el trabajo de la tierra y las manualidades, pues
inhiben impulsos comportamientos propios de ocio. En el fondo se acepta que el
trabajo, tomado de la acepción trascendente del indígena, forma una corporalidad
profundamente vinculada a la tierra y al territorio. Ser ladrón y ser perezoso son la
antítesis de este principio y la causa última de distintos comportamientos
desestabilizadores. Trabajar es madrugar, hacer minga, ir a minga, tener comida,
conocer los ciclos de la naturaleza, tener una familia, responder por ella, ser
respetado, no andar haciendo daño, no caer en chismes, etc.
b. La reciprocidad comunitaria, manifiesta en el control a cualquier forma de
acumulación de poder y, en general, a cualquier gesto que exprese una
diferenciación desafiante según su particular sentido del equilibrio.
c. La moderación en la palabra, en la lengua, pues de alguna manera se acepta que la
oralidad introduce a un mundo de representaciones virtuales sobre las que
difícilmente se tiene control. La moderación así planteada implica un equilibrio
entre el silencio y la verbalización, bien sea porque algunas experiencias no
alcanzan a ser recreadas con la palabra, o porque el tránsito a lo verbal significa una
toma de partido no siempre deseable.
d. El adecuado manejo del cuerpo físico, del lenguaje gestual y de los procesos
funcionales y metabólicos del mismo. Naturalmente no hablamos del escrúpulo
judeo cristiano de la purificación, el recato o la sanidad, si no de las formas como el
cuerpo, inscrito en un todo interdependiente es, por un lado, un medio a través del
cual se manifiestan múltiples señas y, por el otro, un elemento de alto potencial
desequilibrador que por lo mismo debe ser sometido a un constante control y
monitoreo cuando, por ejemplo, se pasa por lugares sagrados, se tropieza con una
piedra, se elimina la menstruación o sencillamente se duerme.
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
En todas actúa una textura psíquica excitada de tal suerte que los márgenes de
maniobrabilidad asumidos en acciones concretas obligan una y otra vez a enfrentarse con el
todo.
Las señas
Los Guambiano clasifican las señas en tres tipos:
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Sin embargo este proceder se suele seguir una vez algo grave ha sucedido y se ha creado un
ambiente intersubjetivo favorable. Así la muerte de un animal o de una persona, la
enfermedad de alguien, la perdida de una cosecha, el robo de algún objeto la agresión a un
familiar, etc, constituye un hecho fehaciente, a partir del cual y de una manera
retrospectiva, comienza a desmadejar los hechos en una serie de experiencias previas de las
que las señas se hicieron sentir.
Por regla general las señas se clasifican en buenas y malas, dependiendo de su localización
espacial y, claro, del sentimiento que los acompañe.
Lo cierto es que consultar las señas es uno de los mecanismos más inmediatos para valorar
los eventos del diario vivir en las comunidades.
Para situaciones que tienen que ver directamente con la convivencia, Gustavo Zúñiga hace
la siguiente observación, en su estudio de la medicina tradicional en Quizgó:
“ Para detectar pérdidas de personas, robo de ganado, la seña marca de acuerdo al
punto cardinal que señale, si lo va hallar uno, si el que robo es familiar o particular,
si es familiar detecta si vive en la misma casa o no”88
No obstante, las señas no tienen un significado universal si no contextual, es decir, que dos
señas localizadas en el mismo lugar pueden tener sentidos distintos según sea la situación y
las preguntas que las anteceda, como también la persona que las interprete.
De igual manera, la interpretación definitiva de las señas tiende a recaer en el medico
tradicional de cabecera. Este, mediante una relación empática con quien consulta (o hace
2. Zuñiga, Fredy. Un conocimiento medico nacido de la laguna. Resguardo de Quizgo, Silvia. Tesis de grado. Programa de
Antropología. Universidad del Cauca, 1992. Pag. 60
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
pregunta), establece el origen del problema o el mal, también mediante señas. 89Los
diagnósticos que más incidencia tienen en el campo de la convivencia, son los relativos a:
Las enfermedades mandadas o hechizas
Los daños ocasionados por maldad o envidia
Las dolencias y problemas ocasionados por la violación de un principio o Ley
natural
Las enfermedades mandadas constatan que alguien es objeto de envidia, y que con la ayuda
del médico tradicional es posible maniobrar para que maleza o suciedad vuelva a quien
presuntamente la mandó, suscitándose una trama de intercambios simbólicos y energéticos,
que ciertamente le dan a los conflictos una radicalidad extraordinaria, difícilmente
abordable en los procedimientos formales de conciliación.
Es más, con frecuencia los problemas que se presume arreglados en el cabildo, se continúan
silenciosamente reproduciendo con maniobras de medicina tradicional, e, incluso, el
desencuentro entre una y otra dimensión llega al extremo de pretender neutralizar la acción
de la primera con trabajo de ocultamiento de la segunda.
De manera análoga, los daños ocasionados por maldad o envidia, tales como daño de
cultivos, robo de animales, asaltos, conllevan a consultar al medico rara establecer los
responsables y, en especial, a utilizar remedios que prevengan o desvíen la acción de los
contrarios.
Señala F. Zúñiga:
“...para evitar los robos en sus parcelas, utilizan los ‘atajaderos’,
que consisten en ‘cuatro’ papeletas que se colocan bajo tierra, en
‘cuatro’ puntos estratégicos, iniciando por la derecha hasta llegar
a la izquierda (el mismo recorrido de la seña positiva)” 90
Por su parte, las dolencias y problemas ocasionados por la violación de una ley natural,
muestran la estrecha interdependencia que hay entre el acatamiento de ciertas normas y la
salud y el bienestar en general de los sujetos. Hablamos, por ejemplo, de la construcción de
casa en sitios que, según la seña del médico, tienen dueño espiritual; de la exposición de
mujeres menstruantes a sitios de pantano y charco; de no ofrecerle al duende su copa de
aguardiente cuando se realiza un negocio; de no darle el debido tratamiento a las
pertenencias de un finado, etc.
La probabilidad de enfermarse sin duda actúa a favor del sistema normativo, al igual que
los procedimientos de curación y limpieza implican una reconciliación vital con el todo.
3. “Uno siente lo que la persona siente; si un órgano esta enfermo uno siente la pulsación sea en dolor o ardor, pero uno siente
es como una sensación. Si la enfermedad es fria, la pulsación da un forma, de calor da otra”. Op cit pag. 57.
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
De lo dicho hasta acá se puede establecer que la vergüenza en los indígenas tiene una
profundidad y unos matices excepcionales, porque suele comprometer una cadena de
pensamiento y representaciones fundamentales. El sentimiento de vergüenza se funde con
el susto, el respeto hacia los mayores, la memoria y la búsqueda de aceptación. El
avergonzado más que infringirse una autocensura experimenta el vértigo de la negación.
Con esto no pretendemos decir que los mecanismos por los cuales se opera la vergüenza
sean exclusivos de los indígenas, pero sí que en ellos los contenidos de las contradicciones
internas son relativos a la singularidad cultural.
No están exentos, por ejemplo, del desbordamiento irracionales de impulsos primitivos, o,
incluso, de la decisión del “yo” y el “súper yo” contemplada por el psicoanálisis; sin
embargo creemos que en la base de su vergüenza subyace, además de la predisposición ya
descrita, un conjunto de tensiones que sí son características de este sector social. Hablamos
de:
Procesos de individuación vs. Mecanismo colectivos de control
Procesos de cambio cultural vs. La cultura tradicional
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Este principio acrecentado de discrecionalidad plantea en los sujetos una escisión valorativa
que tiende a resolverse mediante un distanciamiento entre lo comunitario y lo privado. En
el ámbito de este último, se opera un relajamiento de los controles llegando a permitirse
unas conductas desprovistas del dispositivo de la vergüenza, pese a que incluso puedan
resultar reprochables para la comunidad en general.
Bajo estas condiciones la vergüenza no surte de manera espontánea como un proceso
interno, si no como producto de un esfuerzo comunitario orientado a resarcir disidencias y
deslealtades particulares. Así, procedimientos como el castigo físico, las audiencias, las
asambleas y los consejos, son frecuentemente empleados para enmendar algunas
“disfuncionalidades” y precipitar dicho sentimiento.
El propósito de que el sujeto “reconozca” las faltas cometidas es quizá la demostración más
fehaciente de este tipo de contradicciones. “Hacer avergonzar” es, pues, la primera
condición para que el individuo ceda ante lo comunitario aplazando sus prioridades.
La vigencia de esta dinámica presupone que pese a los grados de individuación la persona
indígena participa tanto de su propia escala valorativa, como de los referentes ideales de
conducta que la comunidad establece, y que si bien puede optar por los dictámenes de su
identidad, bajo circunstancias específicas aflora el conflicto con los patrones de conducta
históricamente internalizados, al punto de comprometer su propio ser.
En este orden de ideas, paéces, guambianos y yanaconas recuerdan que anteriormente todo
estaba de alguna manera reglado y que, en consecuencia, el ejercicio de disentir no solo era
excepcional sino mal visto. Los ciclos de la naturaleza eran predecibles al igual que las
consecuencias de las acciones humanas. Los padres solían organizar el matrimonio de los
hijos mucho antes de que estos alcanzaran la edad requerida; las sanciones aplicadas a dos
jóvenes que, por ejemplo, entablaran algún tipo de relación autónoma eran particularmente
severas, y así sucesivamente los márgenes de maniobrabilidad eran decididamente
estrechos.
Los procesos de individuación, ya mencionados, implican una angustia adicional en los
sujetos, porque incorporan principios de responsabilidad personal, más o menos
inexistentes en comunidades simples, conllevando la mayoría de las veces a una
autoconciencia crítica, en la medida que los dictámenes de la conducta no son fácilmente
transferibles a figuras colectivas trascendentales, que tradicionalmente hayan
proporcionado sensaciones de seguridad y de protección.
Arrojados inevitablemente de sus cálidos nichos, las personas indígenas experimentan el
vértigo de la desprotección y se esfuerzan incansablemente por reconquistar las sensaciones
de saberse parte de un todo.
La vergüenza es, entonces, la desolación, el desprendimiento, la ruptura umbilical, la
pérdida de la certeza de pertenecer a algo llamado pueblo. El avergonzado es un ángel
caído, una persona que se resiste a asumir el desgarre de la separatidad.
La intervención de la comunidad y de las autoridades cumple una función pendular: de un
lado exacerba el sentimiento de vergüenza y genera las condiciones subjetivas para que el
avergonzado asimile lo colectivo y, por el otro, concita solidaridades afectivas mediante la
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
empatía de los otros y la convicción que en tanto la historia es cíclica nadie está ni puede
sentirse exento de incurrir en las acciones sancionadas. De ahí que los gestos de suficiencia
y solvencia moral sean fuentes de mayores incomodidades.
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Análogamente la vergüenza suscita en quien la padece una mayor sensibilidad hacia los
gestos y comportamientos de los vecinos, llevándolo a una situación de extrema excitación
de consecuencias no siempre predecibles, pues el suicidio y el autoextrañamiento sin ser
muchas veces las salidas más deseadas pueden terminar siendo las únicas.
Afirman quienes han padecido la experiencia de la vergüenza que las sensaciones íntimas
son: tristeza, deseos de llorar, confusión mental, opresión en el corazón y soledad,
entendida este última como “sentirse solo” (peetychaa usutjenii para los Páez) y no
aceptado (nato weylatek para los Guambiano), términos que en sus idiomas pueden también
ser entendidos como “no poseer nada” es decir, imposibilidad de sentirse parte del todo
comunal.
Podría decirse que como pocas veces la vergüenza expone el cuerpo a los influjos de lo
comunitario
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
Para terminar la aproximación que nos hemos propuesto, retomamos el análisis de un caso
reclamado por una empresa comunitaria del resguardo de Quizgó al comité de justicia, para
darle un manejo autónomo. Su relevancia radica en que permite comprender los sentidos de
las prácticas de control y convivencia ejercidas en este caso por los guambianos ante un
caso que ciertamente podría considerarse emblemático de vergüenza.
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Antropología, Patrimonio, Diversidad y Desarrollo
El juzgamiento
Recuerda un líder:
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tomar veneno...”
Dicha determinación fue exhibida muy probablemente para concitar solidaridades y bajarle
intensidad a las sanciones de las que era objeto.
De alguna manera lo logró. Inmediatamente los lideres procedieron a hablar con él y a
solicitarle al medico un trabajo especial.
“Le dijimos: en todas maneras nosotros no vamos a cogerlo
usted, no lo vamos a tener encerrado en una pieza, usted sea
responsable, entre a esa reunión”
“Internamente nos toco hacer un trabajo para que el tenga esa
capacidad de frentiar... todas esas prevenciones que nos toco
hacer acá”
Se infiere entonces que el manejo del asunto exigía de una alta dosis de sensibilidad,
calidez y sutileza para evitar que se desbordara hacia cualquier situación extrema. En sus
propios términos, “había que darle ánimo” (sic). Para este efecto, los consejos eran
imprescindibles:
“Le hicimos caer en cuenta que él viene de una familia que es
mucho mas complicadísima.
El viene de la procedencia de la gente que le gustaba robar
ganado. Nos comentaba un mayor, que el papá señor de ese
joven, él era la persona que arrastraba con lo que hubiera: iba y
cogía los sembrados, robaba las gallinas, llevaba hasta los
vestidos. Yen esa misma situación estaba el papá... Yo cuando
era muchacho, me acuerdo, que donde el mismo patrón (el iba a
trabajar normalmente), pero el ponía cuidado, por ejemplo, en
los cultivos, incluso cogía anaco y vestido de mujer robaba
huevos (sic).
Dentro de eso vienen los hijos. Entonces él ya quiso coger el
mismo camino.
Entonces hicimos conocer eso, y le dijimos que necesariamente
que el error que (usted) estaba cometiendo, le estaba
comprometiendo también a su señora, comprometiendo a sus
hijos. Ya posteriormente a usted no le van a decir: ‘viene tal
persona’, sino que le van a decir: ‘vienen esos muchachos del
ladrón’...Ya lo marcan así.
Y le dimos como esas orientaciones”.
Ya en asamblea se decidió que la proporción del castigo seria un cuarto de arroba,
equivalentes a seis fuetazos (1 fuetazo = 1 libra), después de que se descartara la propuesta
de 32 fuetazos, uno por cada socio.
“el papá como responsable, debería ser él el que iniciara la
corrección. Entonces asi se hizo; finalmente a los cuatro el ya
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Terminado este procedimiento, se volvió nuevamente al consejo, pero esta vez de una
manera abierta.
“el consejo no fue únicamente para él, sino que se hizo
públicamente para todos. Se advirtió en ese momento que la
gente que estuvo participando dentro de esa asamblea, no le
sirviera como para chismosear e ir a agrandar el problema.
Ya tocaba poner condición: le dijimos a la gente que si ustedes
desde aquí van a hablar mal de la persona implicada o van a
seguir culpando de otras perdidas sin ver, aquí los llamamos”.
Dentro de los acuerdos, quedó establecida la obligación de picar una hectárea de tierra para
sembrar papa, y que la comunidad aportaría la semilla que fuera necesaria, “pa’ darle
ánimo”.
Al comunero castigado no le permitieron retirarse de la empresa comunitaria, pese a
haberlo solicitado.
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Referencias bibliográficas.
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